El señor Blair dijo ayer que el 27 de junio presentará su dimisión como Primer Ministro (PM) a la Reina. Pone así fin a 10 años de mandato en los que ha ganado tres elecciones generales con mayorías abrumadoras las dos primeras, esto es, 179 diputadxs en 1997 y 164 en 2001, y muy holgada en 2005, de 66 diputadxs. Ha sido el PM más joven del Reino Unido y el socialista que más tiempo seguido ha gobernado. Vino abanderando una concepción del "nuevo laborismo" llamada Tercera vía, básicamente teorizada por Anthony Giddens y que, en lo esencial, era el tradicional pragmatismo anglosajón aplicado al mundo de hoy.
Muchxs dirán que Blair será recordado por haber puesto al Reino Unido al servicio de la política exterior de los EEUU y, sobre todo, por su participación en la criminal aventura del Irak, acerca de lo cual, el PM ya en funciones dijo que había hecho "lo que creía era justo". Es posible, pero nunca se sabe quién sí y quién no será recordado y por qué motivo. Aparte de su desastrosa política exterior también se le echa en cara su política económica, considerada una continuación del thatcherismo, aunque haya tenido la suerte de haber coincidido con un ciclo de coyuntura alta, lo que ha permitido mitigar los malos efectos sociales de todo thatcherismo.
Pero Blair también ha sido el PM de otros actos de gobierno por los que asimismo merece ser recordado: en primer lugar, la implantación del salario mínimo, del que Gran Bretaña había carecido hasta entonces. Y no menor importancia, a mi juicio, tiene su reforma constitucional, es decir, la reforma de la Cámara de los Lores que se ha democratizado y la "devolución" (esto es, descentralización política) de poderes a Gales y Escocia, que aún no tienen ni una parte de las competencias que tiene en España el País Vasco. Y, en este terreno, su logro más importante ha sido la pacificación del Ulster.
¿Pesarán todos estos aciertos lo suficiente para contrarrestar el baldón del Irak en la memoria de las gentes? El tiempo lo dirá. Lo que está claro es que se va un hombre que ha marcado una época, un "animal político" pleno al que quizá perdieron sus "malas compañias", los señores Bush y Aznar. ¿A quién se le ocurre?