El señor Díaz de Mera se hunde cada vez más en el cieno de sus mentiras. Para salvar el pellejo ha hecho un gambito de peón, ha decidido desvelar el nombre de su supuesta fuente en una carta dirigida al juez Gómez Bermúdez repleta de autoexculpaciones. Pero resulta que no se ha secado el tonner de la impresora en el escrito y ya la supuesta fuente ha redactado a su vez un informe afirmando que jamás dijo al señor Díaz de Mera lo que el señor Díaz de Mera dice que le dijo. Buen final para la sarta de embustes y cuentos de la conexión islamoetarra.
Ayer, el señor Rubalcaba, ministro del Interior, le largó un rotundo (pero suave en la forma) doble mentís por las cámaras de la tele, que es por donde se expresan hoy los políticos en lo que Bernard Manin llama "democracia de audiencias".