Las imágenes que están llegando del Irak mezclan lo cómico y lo trágico. El episodio protagonizado por el nuevo Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon y el manager que tienen los estadounidenses en el país, Al-Mariki, cuando un bombazo interrumpió al primero, que estaba hablando de lo seguro que se va hoy por Bagdad, fue casi como de peli de risa. Hay que ver qué expresivo puede llegar a ser un inexpresivo rostro asiático.
Al mismo tiempo, en el Irak siguen corriendo ríos de sangre, la guerra civil es un hecho, ya no se cuentan los muertos y heridos en atentados, y el país vive en el caos. La zona entera es un polvorín. La detención de los marines británicos por efectivos iraníes ha disparado los precios del crudo en el mercado, típica señal económica de un posible casus belli. Otro más.
Entre tanto, en los EEUU, por fin, la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes se ha decidido a enfrentarse al Gobierno, aprobando la ampliación presupuestaria que éste solicita pero imponiendo un plazo para el fin de la agresión (ellxs lo llaman de otra forma) en el país del golfo en agosto de 2008. Es una decisión muy suave (que, por cierto, ha contado con 14 "noes" demócratas y 2 "síes" republicanos) que deja un margen de 15 meses para que el Gobierno siga haciendo barbaridades en el Irak; una decisión "de mínimos".
Aun así, el irresponsable que gobierna el país y, con él el mundo, se lo ha tomado a la tremenda, al modo Rajoy y, rodeado de veteranos de la Legión Americana, afirma que vetará la ley. Es posible que lo haga, sobre todo si Dios se lo indica, pero se va a encontrar con un problema porque con el plazo de retirada veta también la ampliación presupuestaria. La revolución inglesa del siglo XVII empezó así, con el Parlamento negando al Rey los dineros que necesitaba para sus guerras. El asunto acabó costando la cabeza al Monarca. No llegará la cosa hasta ahí ahora, ni siquiera, probablemente, habrá intento de inhabilitación presidencial, pero si el grifo del dinero sigue cerrado, los gringos tendrán que irse del Irak.
Salvo que el asunto de los primos británicos proporcione un pretexto. Desesperados como están los dos sujetos de las Azores (el hispano no cuenta, como no contó desde el primer momento, excepto para hacer el ridículo) pueden intensificar el disparate para acallar a una opinión pública cada vez más hostil.
Pero antes o después tendrán que irse del Irak. Esa guerra está perdida. Como la de Vietnam. La opinión mundial es claramente contraria. Lo sensato sería llevar a los responsables ante el Tribunal Penal Internacional. Que ya veremos. Pero, de momento, que se vayan.