Ya sé que ponerse personal en esto de los blogs puede costar el aprecio del público lector. Las cosas de cada cual, que se las curre en casa. Pero, claro, eso es justamente un blog: tu casa, a la que invitas al/a prójimx. Además, cada cual invita como le parece: hay quien deja ver el blog a todo quisque y comentario libre, y hay quien sólo se lo deja al cuello de su camisa y de comentario, nada. Este es un blog abierto. Lo puede ver cualquiera y comentar quien le plazca. El único límite es la buena educación. Digo lo anterior por si a alguien se le ocurre la mala idea de hacer algún comentario fuera de tono a la vista de la foto.
Que es de mi hija Inés, recibida ayer por la noche, vía Skype. Espero se comprenda que uno plante la foto en el post por la misma razón por la que los periódicos digitales sacan las de las modelos o las actrices en cuanto pueden: porque la belleza es un placer para la vista. La belleza, como la sabiduría, está muy desigualmente repartida y mucha gente piensa que eso es una injusticia todavía mayor que la del desigual reparto de la riqueza. Es posible pero, a diferencia de ésta, su disfrute es bien común: todxs pueden contemplar la belleza si tienen ojos. Por eso me parece tan incomprensible la costumbre musulmana de tapar a las mujeres. Parece que lo que pretenden es privatizar la contemplación de la belleza. Y luego dicen que el Islam es cosa progresista. Es la doctrina más oscurantista y reaccionaria que quepa imaginar. Quien oculta la belleza a los ojos de los seres humanos no es un ser humano.
Se me ha ido un poco el estro, pero estoy seguro de que se me comprende. La belleza inspira los más encendidos elogios. Inspira las canciones de Petrarca en su dolce stil novo, la Divina Comedia y un humilde blogorismo en la blogosfera. Yo puedo hacerme lenguas de esos ojos. Pero, ¿para qué, si esos ojos ya son lenguas?