Ahora ha entrado en danza el Tribunal Constitucional (TC), al que la derecha respeta si se pliega a sus designios; en caso contrario, buena le espera. Se recordará la campaña de desprestigio del alto Tribunal que la derecha desencadenó con motivo del fallo sobre la expropiación de Rumasa. Don Manuel García Pelayo, dignísimo presidente, vilipendiado y arrastrado simbólicamente por el cieno con la misma saña y ferocidad que después se emplearía con los magistrados del Constitucional o del Supremo cuyas decisiones contrariaran a la derecha. Basta con citar el caso del magistrado Bacigalupo, bautizado por las hordas mediáticas como "Prevarigalupo".
Viene el ataque por la recusación del magistrado Pablo Pérez Tremps. Que esta táctica de agredir y vilipendiar a las instituciones cuando interesa da sus frutos se observa en el hecho de que tres magistrados del TC que hace unos meses no veían causa de recusación en el señor Pérez Tremps, han cambiado de parecer en línea con lo que quiere el PP que es quien ha presentado la recusación. Esta es un atropello porque decir que un informe académico elaborado con anterioridad al nombramiento del señor Pérez Tremps como magistrado del TC y antes de la aprobación del estatuto de Cataluña es causa de recusación es una desmesura. Una desmesura sancionada con los votos de seis magistrados conservadores a fin de estar en mayoría a la hora de fallar sobre el Estatuto catalán, quizá anulando alguno de sus artículos por inconstitucionales, como también quiere el PP.
Pero no acaba ahí el hostigamiento de la derecha. Entrevistado anoche el señor Acebes en Telemadrid, esa cadena que tiene a los trabajadores en paro por su carácter sectario y manipulador, decía sin pestañear que si el recusado señor Pérez Tremps dimitía, se vería claramente que lo hacía por indicación del Gobierno con el consiguiente desprestigio para el TC. La capacidad del señor Acebes para falsear todo aquello de lo que habla sólo puede pasar inadvertida a su entrevistador, Sánchez Dragó en su estólida suficiencia. Obviamente, la dimisión del señor Pérez Tremps es algo que sólo a él compete y su decisión será muy respetable. Pero, si dimitiera, no lo haría para seguir una indicación del Gobierno, sino para evitar que el TC, tres de cuyos magistrados han cambiado de opinión de acuerdo con los deseos del partido que los propuso en su día y está hoy personado en la causa, caiga aún más bajo y termine de desacreditarse dictando una sentencia al gusto del partido que ha organizado este vergonzoso número y que, como se ve, emplea todos sus medios, incluidos sus peones en la televisión, para imponer sus criterios sin pausa, sin respiro, agobiante, atosigadoramente.
Aun resuena el griterio organizado por la derecha con motivo de la manifa de apoyo a Ibarretxe al comparecer éste ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, considerada como una intolerable injerencia y presión de los jueces. Pero luego puede uno ir a la televisión a decir que si un magistrado recusado (y que está en su derecho de decir que lo ha sido injustamente por una decisión de seis votos contra cinco) dimite, es que está a las órdenes del gobierno...y quedarse tan ancho. Estricta y técnicamente hablando, ley del embudo, agresión, agobio, hostigamiento, desprestigio de las instituciones. Ufffff.