En el debate del Congreso de anteayer, el señor Cerdá, de ERC dijo una de esas verdades que todo el mundo acepta y nadie aplica: que ETA no puede marcar la agenda política y, añadió, "mucho menos la parlamentaria". Simpatizo grandemente con el señor Cerdá, que habla con trasparencia y altura de miras, pero, le guste o no le guste, aquí, en España, en el Parlamento y en todas partes no se habla más que de ETA. Desde hace 30 años. Comparto la desesperación del señor Cerdá. Modestamente, es lo que vengo diciendo desde hace mucho: que hay que resolver esa cuestión porque carece de sentido que un país de más 40 millones de habitantes lleve 30 años diciendo lo mismo, sobre lo mismo y para lo mismo; y descuidando asuntos mucho más importantes, propios del tiempo en que vivimos.
Para probar mi disconformidad con tener que postear una y otra vez sobre la cuestión vasca (que, dicho queda por enésima vez, en realidad es la "cuestión española", como se vio el lunes), en vez de ilustrar el post con los caretos de los señores Rajoy, Zapatero, Otegui, etc, he introducido una variante sin intención malévola alguna: los episodios del cuento de Caperucita Roja en imágenes de l'épinal y lo haré mientras duren (hay 20) en tanto tenga que postear sobre el País Vasco. Por lo menos, que nos descanse la vista.
Pues sí, no debió de quedar satisfecho el señor Rajoy con su actuación en el debate del pleno extraordinario; no debieron de parecerle suficientes los insultos, los desprecios, las amenazas, los vituperios, las malevolencias, las agresiones, las injurias, los desplantes que dedicó al presidente del Gobierno y, como dijo una comentarista del post, a sus electores, sino que siguió con la faena, que coronó ayer por los micrófonos de Onda Cero afirmando, con la habitual imprudencia en él, que, para ser presidente, se necesita algo más que ser mayor de edad y español. ¿Se referiría al señor Aznar? Condescendió asimismo a tratar de explicar la burrada de las bombas. ¿Pedir disculpas él por tamaño desafuero? ¡Quiá! Antes muerto. Lo que hay que hacer es aclarar qué se quiere decir con la barbaridad, a ver si esos débiles mentales que votan a los sociatas acaban de enterarse de la complejidad y nobleza de su pensamiento. Siempre he considerado inexplicable que una persona como el señor Aznar llegara a presidente del Gobierno de España. Pero eso será tortitas y pan pintado si algún día lo es el señor Rajoy.
En el otro lado de la fiesta, también salió a la tribuna pública el señor Otegi. El día del bombazo ya lo había hecho, y servidor, que no es etálogo, pero tampoco bobo, sostuvo que este hombre y su organización carecían de la independencia de criterio necesaria para embarcarse en negociación alguna con alguien. Son cosas elementales. Una negociación es siempre el paso previo a un contrato y, para cerrar un contrato cualquiera hay que tener capacidad para contratar, esto es, independencia, autonomía, mayoría de edad, juicio propio. Si esto no es así, que venga tu papá, rico. El señor Otegi dio ayer otra prueba de ese infantilismo que lo caracteriza frente a ETA o la "organización armada", como dicen quienes viven bajo su maléfico influjo, sin acertar a sacudírselo y a razonar como personas libres. La cuestión era que la "izquierda abertzale" abriría un "periodo de reflexión" porque algunos (obsérvese el truco de descargar sobre otros la responsabilidad de una decisión que se intuye problemática en la casa del padre) habían dicho que las amenazas de ETA "restan credibilidad a la tregua". Espero que no les lleve mucho la trabajosa reflexión pues no merece la pena. La "credibilidad de la tregua" es de cero, en consecuencia, el resultado de la resta será negativo. Eso lo ve cualquiera. La cuestión es ¿quién se lo dice al que manda? La reflexión colectiva de la organización. O sea, Fuenteovejuna, señor. Fuenteovejuna, que tiene que ver con ovejas.