El señor Rajoy está consiguiendo un más difícil todavía detrás de otro. Después de quedarse solo en el debate parlamentario del día 15, pretende respaldo en el Congreso para cinco proposiciones no de ley, cinco medidas destinadas a acosar y combatir al llamado "entorno de ETA". Los demás grupos ya han hecho saber que no van a secundarlo en un debate estéril y contraproducente. Se escenifica así una especie de resurrección del movimiento unánime de los grupos parlamentarios y la opinión pública de la Restauración que, al grito de ¡Maura no! acabó con el "gobierno largo" del conservador don Antonio Maura (el retrato, más abajo) a raíz de los acontecimientos de la "semana trágica" de Barcelona de 1909. En este nuevo ¡Rajoy no! suenan los ecos de aquel ¡Maura no! pero con una diferencia nada desdeñable: al menos, el señor Maura estaba en el Gobierno, mandaba, se hacía lo que él proponía. El caso del señor Rajoy es más lamentable porque es difícil conseguir la unanimidad de los grupos de la Cámara en contra tuya... cuando estás en la oposición, cuando no mandas, no se hace lo que propones y, como se verá en su momento, los demás ni te escuchan.
Es tan evidente que esta táctica de tensar la cuerda a extremos de ruptura no puede dar buenos resultados que es legítimo preguntarse cuál sea el "plan B" del señor Rajoy. Es ya bastante claro que el "A" (que el Parlamento acepte su absurdo trágala) no va a funcionar. ¿Cuál sería el "B"? Es de esperar que no sea la retirada del Congreso de los diputados del PP, con el pretexto de que no se toman en consideración sus actuaciones. Esto es, una reedición de la "retirada al Aventino". Para quien crea que la posibilidad es absurda enlazo aquí un artículo del señor Ramírez en El Mundo del 30 de ctubre de 2005, titulado Prohibido encaramarse al Aventino, en el que reconocía que esa posibilidad había salido en una conversación con el señor Maurizio Carlotti (a quien alaba mucho), consejero delegado de Antena 3, a raíz del enfado que había producido en los conservadores la aprobación del estatuto catalán. La referencia era a la retirada de los diputados socialistas del Parlamento italiano en 1924 a causa del asesinato de su compañero Mateotti, que ellos atribuían a los fascistas de Mussolini. El señor Ramírez desaconsejaba la medida porque, decía, tal retirada había resultado contraproducente. Es posible que sí, aunque los gestos de dignidad nunca lo son, pero es que la primera y genuina "retirada al Aventino", la que protagonizaron los plebeyos en los años 494 y 449 a.d.C. en Roma y no figuradamente como los socialistas en 1924, sino en sentido literal a una de las siete colinas de la Ciudad Eterna (abajo, en una imagen de época) fue un éxito pues gracias a ella los plebeyos consiguieron, entre otras cosas, la institución de los tribunos de la plebe. Es decir que, mire Vd. por dónde, sí puede haber un "plan B" de retirada al Aventino.
Una retirada que, claro está, se haría en nombre de la "ley y el Estado de derecho" que los conservadores esgrimen sin cesar, como si lxs demás estuviesen todo el día corroyendo tan gloriosas instituciones. No se me alcanza estén en peligro. ¿Por qué salen en el discurso agresivo del PP? En mi opinión precisamente porque son ellos quienes no las respetan. La explicación es sencilla: perseguir el delito aplicando la ley preexistente es, en efecto, congruente con el Estado de derecho. Cambiar la ley apoyándose en una transitoria mayoría parlamentaria para perseguir determinados comportamientos puede ser congruente con el Estado de derecho o no. ¿O es que el Parlamento no puede aprobar leyes inícuas que son, ciertamente, leyes, pero leyes que muchos pueden considerar injustas, incluso aunque el Tribunal Constitucional no haya apreciado en ellas inconstitucionalidad alguna? La Ley de Partidos Políticos es un buen ejemplo de esto. Mucha gente sostiene, entre ella quien esto suscribe, que es injusta. En verdad, es la ley y debe acatarse y cumplirse sin duda alguna, pero es injusta. De continuar por esa vía de medidas singulares, particulares, criminalizadoras, persecutorias, que establecen una especie de estado de excepción de facto en una parte del Estado español (en este caso, el País Vasco), el señor Rajoy seguirá hablando de su gran respeto a la ley y al Estado de derecho, pero muchos pensaremos que eso no es ley legítima (aunque sea legal) ni Estado de derecho que merezca nombre de tal.