dissabte, 18 de març del 2017

Todo se acaba, hasta lo malo

Magnífica noticia, aunque redundante. ETA ya había anunciado hace años el fin definitivo de sus actividades. Pero, al no desarmarse por entero y sin condiciones, justificaba la intransigencia de las autoridades. Por fin parece haberse dado cuenta y realiza el acto simbólico que debiera cerrar del todo este siniestro capítulo de la historia de España y el País Vasco.

Podía haberse dado cuenta antes y de algo mucho peor: ETA no ha servido para nada salvo para causar muerte y sufrimiento, deteriorar la fibra moral de la sociedad vasca y obstaculizar el logro de los fines nacionalistas/independentistas que decía defender. Y, lo que es peor, no solo en su casa sino también en casa del vecino. Mientras duró la violencia, el discurso del Estado español fue "en tanto no callen las armas, no cabe hablar de nada. Cuando callen se podrá hablar de todo."

Era mentira, pero la actividad terrorista de ETA impedía que se revelara como tal. Silenciadas las armas en el proceso habido en Cataluña, una tierra en la que el independentismo es y ha sido siempre pacífico (exceptuado el breve episodio de Terra Lliure) la mentira se ha revelado mentira. No era cierto que sin violencia se pudiera hablar de todo. Hablar, claro, en un sentido performativo, práctico, no meramente especulativo. No se puede hablar de autodeterminación, ni de derecho a decidir, ni de independencia, ni de referéndum, ni de muchas otras cosas.

España supo enfrentarse a la violencia porque lo hizo con violencia, en cuyo uso es ducha. Pero no sabe enfrentarse a la reivindicación pacífica, porque el diálogo y la negociación no están en su bagaje.

divendres, 17 de març del 2017

Marasmo

El domingo pasado, en un post titulado Disonancias decía Palinuro que "este gobierno no puede gobernar, pero tampoco convocar elecciones anticipadas por razones obvias." Que no puede gobernar viene siendo patente desde el comienzo de su nuevo mandato en el que no ha hecho nada, pero la derrota de ayer en el decreto sobre los estibadores es mucho peor que nada, ya que supone andar en dirección contraria a su programa. Incumplir el programa no es cosa que preocupe en el PP, pero no incumplir por imposición ajena, en defensa de los intereses de los estibadores.

La prueba definitiva, el 31 de marzo con la aprobación de la cuentas en el consejo de ministros. Si los presupuestos no se aprueban es de esperar una convocatoria de elecciones anticipadas y ahí es donde se verá si la premonición de Palinuro es acertada o no: el gobierno no puede gobernar, pero tampoco convocar elecciones anticipadas. Caso de hacerlo, España afrontará el tramo final de la hoja de ruta catalana con un gobierno en funciones. Cierto, el que hay ahora no está mucho mejor, pero, cuando menos, hay actividad parlamentaria y foro de debate en el que seguramente se forjará una sacra unión nacional de partidos dinásticos (PP, PSOE y C'S) para proteger la monarquía y la unidad de España. Con un gobierno en funciones todo eso es muy difícil.

La división en el PSOE es una muestra más de las turbulencias en España. El enfrentamiento entre la candidatura oficialista de Susana Díaz y la de las bases de Pedro Sánchez es total y reproduce el del país. El campo de Sánchez acusa al de Díaz de todo tipo de guerra sucia: manipulación del censo, campañas de descrédito, censura y empleo del aparato del partido a favor de la candidata. Es obvio que hay unas sinergias en el campo de Díaz con el aparato, los barones, los tertulianos, los ex, los medios, los votantes del PP y hasta el Ibex35. De no haberse sublevado las bases insospechadamente, la candidatura de Díaz, una candidatura de caudillaje, con efluvios de PRI, se hubiera impuesto por aclamación. De hecho, al no ser todavía candidata oficial, Díaz viene a ser la tapada del PRI.

A primera vista, si no se hacen malabarismos con el censo, ni se ponen inconvenientes al voto telemático, ni se incordia a las candidaturas de mil formas, puede ganar Pedro Sánchez con un discurso de izquierda. De suceder, podría abrirse una interesante etapa de búsqueda de la unidad de la izquierda. Pero, a los efectos del gobierno y la legislatura, esta situación sería irrelevante. Al no ser el nuevo SG diputado del Parlamento (en ninguno de los dos casos), el grupo parlamentario del PSOE mantendría su composición y línea de actuación. 

La sola esperanza de Rajoy de mantenerse en el gobierno y conseguir al tiempo algún tipo de gobernabilidad es que Susana Díaz gane las primarias. Para ello ha de posponer la convocatoria de elecciones con el riesgo de que, si gana Sánchez, la gobernabilidad se evaporará, habrá que ir a elecciones y es posible que en ellas dé Sánchez una sorpresa.

La cuestión con el gobierno de España ya no es cómo se siguen depilfarrando los caudales públicos con las multas que habremos de pagar a causa del fiasco de la estiba, sino quién y cómo estará tomando decisiones respecto a la hoja de ruta catalana.

Añádase el rosario de casos de corrupción y podremos preguntarnos cómo es posible haber llegado a este marasmo con tal grado de incompetencia.

dijous, 16 de març del 2017

Los dos frentes

El analista político español, si quiere atender a su oficio, acaba esquizofrénico. Vive en un país que, en realidad, es dos y mal avenidos. En cada uno de ellos, la dinámica política es distinta, los objetivos, los intereses, los partidos, hasta las palabras tienen diferentes significados: nación, soberanía, pueblo, democracia, ley, etc, términos esenciales en la política. Así son las cosas: dos realidades, dos países y menos mal que explícita o implícitamente se reconoce pues, hasta hace poco, el gobierno de España consideraba que el movimiento independentista catalán era una algarabía. 

Dos realidades, dos países que, además, en buena medida, se ignoran entre sí, al menos por la parte española. No estoy nada seguro de haber visto esta noticia de elMón.cat en ningún periódico español. Y tiene su importancia. El presidente saliente del Tribunal Constitucional reconoce que el conflicto catalán no puede resolverse en el marco de la Constitución que él estaba hasta hace poco encargado de interpretar. Hay que acudir, añade, al diálogo político, vulgo, negociación, eso de lo que Rajoy no quiere oír hablar. 

Por cierto, esta lúcida doctrina podría haber orientado sus decisiones en el Tribunal, en lugar de prestarse a servir de brazo ejecutor de la política del gobierno sabiendo, además, que era contraproducente. Y tanto más lamentable cuanto que descarga su conciencia en su alocución de despedida.

El ocaso de la lideresa

Este pantano de corrupción en que chapotea Esperanza Aguirre desde que saltara la Gürtel no impide reconocer que su dura lucha por hurtar el cuerpo y salir de todos los trances, apareciendo siempre en lugar políticamente visible, tiene cierta grandeza. Recuerda lejanamente a Gloria Swanson en Sunset Boulevard, queriendo mantenerse a toda costa en las candilejas. El Joe Gillis de la película, interpretado por William Holden es aquí Francisco Granados. Falta a Aguirre aquella fortaleza de Max von Mayerling, dispuesto a protegerla. Por eso ahora va de tribulación en tribulación y su acreditado desparpajo ya no le da para mucho. Las recientes revelaciones sobre la financiación ilegal de su partido, la caja B, la fundación Fundescam, la han dejado literalmente planchada. Y cuantos más platós visita dando explicaciones más en evidencia queda.

Ahora reclaman su presencia en el proceso de la Púnica, dentro de la estrategia de Granados. Quiere este gozar de algún tipo de beneficio penitenciario, al igual que su socio Marjaliza que está en libertad por colaborar con la justicia. Él ambiciona lo mismo y para ello quiere valerse de Esperanza Aguirre, su antigua jefa directa y de la que él era mano derecha. Quiere probar la verdad evangélica de que la mano derecha de Aguirre no sabía lo que hacía la izquierda y que la única que lo sabía todo era la propietaria de las dos manos. Ella era, por lo que viene a decir Granados, conocedora y amparadora de las fechorías que injustamente (a su juicio) se le atribuyen.

Ignoro si las pruebas o indicios aducidos son suficientes para pedir la declaración de Aguirre, pero está claro que su estrella se ha apagado. Lo que le queda, todo lo más, es un calvario.

dimecres, 15 de març del 2017

Apuestas altas

En el caso de que Díaz ganara las primarias no sería por sus apoyos, sino a pesar de ellos. Porque es duro que a una la apoyen González, Rubalcaba, Zapatero, los votantes del PP, el ABC El País y otros medios, así como el conjunto del establishment, el de los intereses creados. Todo ello dibuja una típica candidatura "oficialista", tradicional perdedora en las primarias socialistas en donde suele ganar el afuereño.

En este caso, el afuereño Sánchez tiene la ventaja de ser de la casa y proyectar un aura legendaria de víctima del oficialismo más depredador. La clara hostilidad que el exsecretario general despierta entre los barones y las viejas glorias (o desgracias) del PSOE es un índice del grado de deriva derechista que el partido ha venido realizando ya desde los tiempos de Zapatero. La aparición de Podemos y la remota posibilidad de una alianza de izquierdas con el PSOE saca literalmente de quicio a estos socialistas de derechas, más preocupados por la estabilidad de la monarquía y la unidad de España que por la justicia social. En esta última metaidea de la unidad de España es donde la oligarquía del PSOE quiere sacrificar a Sánchez, a quien acusan de proclividad a la negociación con el independentismo. Por eso apoyan a Susana Díaz, porque incorpora un estilo populista, patriótico-español y caudillista. Una combinación presta a entenderse con el PP en una especie de "unión nacional" ante la Patria en peligro.

Frente a la candidatura oficialista, de orden, bien vista por la derecha del PP y la del PSOE, pregonada en los medios con grandes fanfarrias, se alza la del afuereño apoyado por una especie de rebelión general de las bases que, habiendo encontrado un líder en el infortunio, se han organizado espontáneamente en su apoyo con una clara conciencia de regenerar el partido.

Proceso al proceso

El proceso penal contra Mas, Rigau y Ortega es un proceso político disfrazado de judicial. Lo niegan sus defensores, asegurando que se condena a los tres exmiembros del Govern por desobediencia a una prohibición del Tribunal Constitucional (TC). Pero dicha prohibición tenía un innegable carácter político en referencia a la realización de la consulta del 9N promovida por los independentistas ante la negativa del gobierno español a permitir la realización de un referéndum. Es un proceso al independentismo, como lo demuestra asimismo que no es, ni será, el único. Detrás vienen los del diputado Françesc Homs y el muy simbólico de Carme Forcadell, presidenta del Parlamento catalán. Y detrás, los que se incoarán indefectiblemente a sus sucesores en los cargos si estos son inhabilitados. De todo ello se trata en mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado Contra la indepèndencia, sentència y cuya versión castellana transcribo aquí:

CONTRA LA INDEPENDENCIA, SENTENCIA.

El debate es si el proceso de Mas, Ortega y Rigau es o no un juicio político. De un lado se señala que los tres han sido condenados por posibilitar la votación del 9N. De otro, que la condena ha sido por desobedecer al Tribunal Constitucional (TC). Un asunto puramente retórico porque la supuesta desobediencia lo fue a una decisión del TC de prohibir el 9N. Luego, sí ha sido condena por permitir la votación y en un procedimiento penal al que se opuso la fiscalía catalana. Fue la Fiscalía General del Estado la que obligó a actuar a la fiscalía catalana por impulso directo del gobierno que es quien, en definitiva, ha determinado el fallo por razones políticas aunque, con la habitual estrategia de Rajoy de tirar la piedra y esconder la mano.

Una estrategia cuyo principio general, ya visible hace unos años, era utilizar a los tribunales en contra del independentismo catalán o, dicho de otro modo, sustituir a los militares –siempre ultima ratio del nacionalismo español- por los jueces. La apoyaba en sagrada “unión nacional” la otra ala del nacionalismo español, el PSOE de Rubalcaba, principal muñidor de la Ley de Seguridad Nacional, básicamente dirigida en contra de Cataluña. El problema de este criterio es que se abre a la obvia crítica de que el gobierno español está construyendo de nuevo una jurisdicción para perseguir sedicentes delitos de opinión. Juicios políticos, como siempre. En realidad no ha dejado de hacerlo. En muchos aspectos, la Audiencia Nacional es una jurisdicción especial que procede del espíritu del Tribunal de Orden Público de Franco.

El gobierno de Rajoy siguió en esa línea en su primer mandato. Con su mayoría absoluta impuso el trágala de una reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional por la que se legalizan competencias ultra vires para este, permitiéndole ejecutar sus sentencias, con lo cual ya no necesitará la intervención de otro órgano para encausar la desobediencia y podrá hacerlo él directamente. Una comisión asesora del Consejo de Europa emitió hace dos días una opinión que alertaba del peligro de la reforma porque, a su entender, otorga funciones ejecutivas al TC y desnaturaliza su función como órgano neutral. Un juicio que los españoles trataron de rebajar mediante sus habituales presiones entre bastidores y que ya era benévolo en exceso porque partía de la ingenua europea creencia de que en efecto, el TC español es algo parecido a un tribunal de justicia cuando no es más que un órgano político a disposición de los dos partidos dinásticos que se reparten los cargos entre sí y que está presidido por un militante acérrimo del partido del gobierno. Un órgano que es juez y parte descaradamente. Este es un dato que, en lo referente al nacionalismo catalán, afecta a toda la judicatura española pero que resulta escandaloso en el caso del TC.

Así las cosas no es solo que la sentencia del TSJC sea una sentencia política. Es que lo es toda la batería de medidas judiciales previstas por el gobierno en su confrontación con el independentismo catalán. Una justicia política que no puede ser justicia y no es sino una actividad de represión política disfrazada de actividad judicial, como se verá próximamente con las decisiones pendientes en los casos de Françesc Homs y Carme Forcadell, sin duda el proceso más peligroso debido al alto nivel simbólico del cargo de la presidenta de Parlamento catalán. Hay pocas dudas de que en esta inepta deriva autoritaria del PP por la vía judicial se darán las consecuencias que prevé la Comisión del Consejo de Europa: será necesario seguir inhabilitando cargos públicos en Cataluña, en una dinámica absurda cuyo único final previsible será el recurso a la legislación de excepción. El gobierno trata de evitarla, pero es evidente que a ella lo aboca su propia ceguera. Y las consecuencias son imprevisibles, sobre todo a la vista de la creciente preocupación europea por el modo en que evolucionan los acontecimientos en España.

Frente a ello, la supervivencia del proyecto independentista depende más que nunca de su unidad de acción. Hasta ahora se ha preservado. Carme Forcadell, próxima procesada, apoya a los condenados a quienes ella misma instó en el pasado a “poner las urnas”. El presidente Puigdemont ha dicho que la condena será invalidada por el voto en el referéndum que se realizará en la fecha prevista. ERC, guarda prudente silencio, pero mantiene la unidad de acción y lo mismo hace la CUP que, por cierto, podía reflexionar sobre la ironía contrafáctica de que, si no hubiese impedido el nombramiento de Mas, ahora el nacionalismo español se habría visto obligado a proceder penalmente contra un presidente.

La sentencia del TSJC es obviamente una sentencia política (lo cual explica su extrema “benevolencia” y el hecho de que se ignore el posible delito de prevaricación) como lo es el conjunto de la estrategia política represiva disfrazada de judicial del gobierno. Su finalidad es obvia: aprovechando la utilización mediática exasperada de la corrupción de los casos Palau y afines (por supuesto, juzgados con criterios muy distintos a los que se aplica a la corrupción de la derecha española) se trata de dividir el bloque independentista y enfrentar entre sí a sus integrantes. Su método también: calibrar la respuesta de la sociedad catalana.

Todo el proyecto independentista se encuentra en la encrucijada. Si la unidad se mantiene y el apoyo social también, la sentencia del TSJC puede ser la señal de salida al último tramo hacia la independencia de Cataluña.

dimarts, 14 de març del 2017

Si Mas fuera escocés

Al día siguiente de conocerse la recomendación de la comisión del Consejo de Europa de reconducir la reforma de la LO del Tribunal Constitucional a los términos de la apariencia, cuando menos, del Estado de derecho, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña condena a Artur Mas a dos años de inhabilitación y una elevada multa, haciendo lo mismo en congruas partes con las señoras Rigau y Ortega, todos tres por desobediencia. Absueltos del delito de prevaricación.

Se trata de una condena por unanimidad, para dar idea de fuerza, pero de mínimos para darla de magnanimidad. Tan mínimos que el fiscal sopesa la posibilidad de recurrirla pidiendo condena por prevaricación. El carácter mínimo de la pena es una implícita confesión de inquietud ante la naturaleza del proceso mismo. Un proceso político contra el independentismo disfrazado de procedimiento judicial. Proceso político/proceso jurídico son los términos del conflicto, por lo demás irresoluble porque lo que es para unos no lo es para los otros.

Aparte de los argumentos técnicos, hay un dato fuerte a favor de la tesis del proceso político: es insólito que el gobierno de una CA arrostre un proceso penal por razones estrictamente políticas. Por razones de derecho común hay algún presidente autonómico en la cárcel. Pero eso es otra cosa. Y todavía más insólito que, siempre por razones políticas, se esté dispuesto a llevar el asunto hasta Estrasburgo, un paso más en la internacionalización del conflicto, que es un objetivo del independentismo. Pero la de mayor calado es la necesidad que se dará de seguir inhabilitando cargos públicos que, a su vez, como señala la comisión del Consejo de Europa, quizá no acepten la inhabilitación. Y es la de mayor calado porque la alternativa a inhabilitar series enteras de cargos públicos de la Generalitat es recurrir a la legislación de excepción, cosa que ya advierte el gobierno.

Al propio tiempo se da la noticia de que Escocia pedirá permiso de nuevo a Westminster para hacer un segundo referéndum en la patria de John Knox. Si Mas fuera escocés, tendría el asunto fácil: encabezaría el movimiento por la independencia de Escocia, habiendo antes vencido la muy previsible resistencia de la primera ministra, May que, sin embargo, tiene poca fuerza dado el precedente que sentó Cameron. Y obtendría la independencia o se repetiría el resultado negativo del referéndum anterior. En democracia nunca se sabe cómo van a salir los referéndums.

Pero Mas no es escocés ni España, el Reino Unido. Aquí se dijo desde el principio que no al derecho de autodeterminación de los catalanes porque no, por asunto de principios. Frente a esta negativa, de nada sirven los ejemplos escocés o quebequés, precisamente porque es un asunto de principios: no, porque no. Los dos argumentos esgrimidos hasta la saciedad por Rajoy no son serios: uno es el de la igualdad de todos los españoles que es, simplemente, mentira: el otro, que no se negocia con la soberanía del pueblo español que es, simplemente, falso pues nadie pide eso, sino que el soberano pueblo español -a través de sus representantes o a iniciativa propia- negocie la soberanía del catalán. Los castellanohablantes harían lo mismo si en la península fueran los catalanes quienes predominaran como ellos lo hacen ahora.

Esa sentencia pone el proceso independentista en un camino de no retorno, dado que lo más lógico es pensar que no habrá referéndum pactado. Pero lo irresponsable no es la sentencia sino el procedimiento en sí.

Susana y el tiempo

La operación de lanzamiento de Susana Díaz debe de estar diseñada por un buen equipo de comunicación Tiene el estilo de una campaña de marketing. Hay que vender un producto llamado Susana Díaz.

Por ello se anuncia la presentación con doce días de anterioridad. En ese tiempo, Díaz no es solo la presidenta de Andalucía, pero tampoco es la candidata a la SG. Lo será pero, de momento, está en una especie de limbo como candidata in pectore o candidata a candidata. Con ello, dos ventajas: una, tiene doce días de carencia en los que incluso (cosa impensable) podría retirarse; dos, no está obligada a explicar un programa específico del que a todas luces carece.

El producto Susana Díaz, obviamente muy ensayado y preparado, se asimila al partido mismo, en una identidad de esencias propia de todo caudillaje: Díaz es el PSOE como el PSOE es Díaz, al modo en que, como proclamaba enfervorizado Giménez Caballero, "España es el caudillo como el caudillo es España". Y por eso, la campaña de marketing planea proclamar a Díaz candidata al día siguiente de que los barandas del PSOE, detentadores del poder actual, hayan aprobado el documento que la junta gestora presentará al próximo congreso.

Ese documento del partido será el que Díaz esgrima como programa, no ya sin haberlo escrito, sino sin haberlo leído. Lo que se prepara para el próximo 26 de marzo es la llegada gloriosa de la doncella de la aldea de Domrémy, perdida en los Vosgos, a la salvación de la dinastía y de Francia. Como ahora de la del PSOE, la dinastía y España.

Es llamativa la campaña de la derecha en favor de la candidatura de Díaz. Y no sé si está haciéndole mucho favor.

dilluns, 13 de març del 2017

Una noticia futura

El anuncio de la decisión para dentro de doce días ya es noticia hoy a cuatro columnas en la portada de El País. ¿Qué será cuando llegue el día de la unción? ¿Dará El País feriado a sus trabajadores para que se sumen a la emocionada alegría general por la presentación de la salvación de España? En serio, ¿alguien ha visto un despliegue tal de medios, una portada lejanamente parecida a esta cuando se presentaron López y Sánchez sin hacerse tanto de rogar? Y ¿a qué se deberá? ¿Alguna relación con que El País ha recibido más un millón de € de publicidad institucional o que su director haya sido condecorado con la medalla de Andalucía justo ahora? No necesariamente. Es un caso de perfecta adecuación entre los intereses materiales y los ideológicos.

Esta portada (cómo se nota que González y Rubalcaba mandan mucho en la casa) es un toque de atención de lo que se avecina. Todo el establishment a respaldar la candidatura de la principal protagonista y putativa beneficiaria de la intriga y golpe del pasado 1º de febrero. Los medios, las autoridades políticas de todo signo, los barones y tertulianos del PSOE, el aparato del partido. Todos como un solo hombre a cerrar el paso a la locura izquierdista de Sánchez, a quien ataca también López por salir hablando de izquierdas cuando eso de las izquierdas y las derechas no reza ya con él, como tampoco con la presidenta andaluza. Los dos se unen en lo que no son: ni de derechas ni de izquierdas.

Según dicen sus seguidores y admiradores, la candidata controla admirablemente bien sus tiempos. Es posible. Lo seguro es que controla admirablemente el partido al que utiliza de marco para sus manifestaciones públicas coreadas por la prensa. El anuncio que El País anuncia alborozado se hará al día siguiente de que se aprueben los documentos que la junta gestora presentará al congreso. Es decir, Díaz no se presenta con su programa, sino con el programa del partido. Es astuto, pero tosco. Se parece mucho al uso partidista de los símbolos de todos, y suele irritar. Pero le da igual porque residencia su fuerza en el porcentaje de militancia andaluza en el PSOE, en torno al 30%. Con estos "mis poderes", Díaz cree poder prescindir de programa. Ella no programa el socialismo; lo vive.

Porque no cabe considerar programa sus declaraciones y arengas ante auditorios preparados. El estilo y contenido de esas intervenciones transmiten un tufo populista muy a tono con lo que se estila en otros partidos y tendencias. Pero un populismo con intensos tonos caudillistas. El caudillaje es vieja costumbre del país, que este exportó a América hispana. Pero guarda la esencia. Durante 40 años estuvo gobernado por un caudillo por la gracia de Dios. Y hace poco el barón Lambán decía que "los dioses del socialismo protegen a Susana Díaz", pues entre los socialistas hay ateos, monoteístas y politeístas. No una caudilla por la gracia de Dios, sino por las gracias de los dioses.

Los caudillos y caudillas no se improvisan. No salen de la vida privada en situación de emergencia para resolverla y volver luego a esa vida privada. No son Cincinatos. Los caudillos pretextan la situación de emergencia (un PSOE "descosido") pero llegan para quedarse, para perpetuarse. Les viene de antiguo. Se forman para ello. Susana Díaz ha dedicado toda su vida al partido, prácticamente desde la adolescencia en las juventudes. Es una política profesional que, cómo no, tiene derecho indiscutible a sus proyectos personales. Y para este de la SG posee sobrada experiencia, como demostró con la rápida y fría defenestración de Sánchez. Es muy ducha en estas lides internas. Pero el resultado de su última maniobra ha sido desastroso por partida doble. De un lado, el defenestrado no ha muerto y se presenta ahora, enarbolando pureza y principios, en la cresta de una especie de rebelión de la militancia del PSOE que nadie esperaba. De otro, ese mismo resultado le hace proyectar una imagen de taimada intrigante que no mejora por más oratoria populista que le eche. 

El asunto no es un tema menor como debiera, por tratarse del anuncio de una candidata a una SG de un partido de la oposición cuyas expectativas electorales no son halagüeñas. Es un tema mayor, como se prueba con la portada de EL País. Un asunto de Estado. Hasta tal punto mantiene el PSOE, o cree mantener, su centralidad política.

diumenge, 12 de març del 2017

Como no sea Europa...

Desde la generación del 98, los atribulados liberales y progresistas españoles han visto en Europa su tabla de salvación frente a la brutalidad carpetovetónica, normalmente impuesta a sangre y fuego. No tenían muy claro cuándo se separó España del continente y tampoco cuánto duraría dicha separación que ellos encontraban (aunque no todos) insoportable. Hoy tenemos alguna respuesta más: España se distanció de Europa con la Contrarreforma y se enquistó en la defensa de unos principios absurdos y unos intereses oligárquicos y eclesiásticos muy concretos que la tienen postrada al día de hoy. El tiempo de la separación, a pesar de las jeremiadas de los del 98, los del 14 y los del 27, también llegaría a la actualidad.

Quienes nacimos en el franquismo sabemos que, en el fondo, la oposición jamás confió en sus propias fuerzas contra la dictadura, y esperaba, más o menos claramente, una intervención europea que nos salvara de la barbarie nacionalcatólica reinante durante 40 años y hoy de nuevo rampante.

Lo primero que hicieron los de la transición fue integrar el País en la CE en la ingenua creencia de que integrarlo en las estructuras era reintegrarlo en el espíritu europeo. Falso. España sigue siendo el mismo nido de intolerancia, represión, autoritarismo, clericalismo, estupidez y fascismo del tiempo de Franco. Con el añadido de que los franquistas actuales ganan a los anteriores en corrupción,  sivergonzonería y afición al pillaje.

Lo anterior es el trasfondo de la última pirueta de la carcunda hispana en Europa que parece haber encontrado respuesta negativa en el continente, aunque con la habitual blandenguería del lugar. El gobierno del PP aprovechó su mayoría absoluta en la Xª legislatura para perpetrar el trágala de una reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (TC) y atribuir a este competencias ejecutivas de sus propias sentencias. Esta decisión es una muestra típica del talante dictatorial de los neofranquistas del PP porque, al margen de otras consideraciones, aquí innecesaraias, equivale a convertir en agente político-policial a una instancia que ni siquiera es un tribunal de justicia, sino un órgano político que rellenan a su arbitrio los dos partidos dinásticos, repartiéndose las plazas y dejando de vez en cuando un sillín a algún representante autonómico. Todos sus magistrados son elegidos por sus filiaciones políticas y su anterior presidente, así como el que viene, son militantes radicales del partido de la derecha y el último, además, un sectario del Opus. La reforma permite al TC presentarse como lo que en realidad es: un órgano político al servicio del PP y, subsidiariamente del PSOE en la medida en que este se adapta al PP.

El dictamen del órgano consultivo del Consejo de Europa avisa de lo evidente: convertir en tribunal y corchete de sus propias decisiones a una camarilla de servidores del poder político es contrario al Estado de derecho, un atentado contra la separación de poderes y un paso más en el camino a la dictadura que es el único que conocen las recuas derechistas. El Consejo de Europa lo dice en tono melifluo, sobre todo porque el Estado español se ha empleado a fondo en lo único que hace a gusto: presionar a las escondidas, comprar voluntades, mentir, chantajear, amenazar y recurrir a la guerra sucia para conseguir que el dictamen no sea tan crítico con la habitual brutalidad autoritaria española.

Pero todo el mundo entiende de qué va este negocio: dar una apariencia de legalidad a las medidas antijuíridicas, represivas que están tomándose con Cataluña y seguirán tomándose. Así lo ha entendido el principal monaguillo del PP en los medios, El País que anuncia que el Consejo de Europa valida la reforma del Constitucional pero pide mejoras. Dos maneras de presentar la noticia: una crítica y la otra, servil. El País sabe de sobra, o debiera saber, que cuando el órgano europeo advierte de que el TC no debe tener esas facultades policiales, ignora de qué TC se está hablando y, en su buena fe típicamente europea, cree que es un tribunal imparcial y no un grupo de mandados al servicio de la derecha en su agresión a Cataluña. Y dar a un grupo de mandados del gobierno capacidad para juzgar y ejecutar lo juzgado es dar el último paso hacia la dictadura.

O Europa es más consecuente contra esta banda de delincuentes que, como siempre, viene engañando, o dentro de nada se encontrará con un estado de excepción en Cataluña.

Disonancias

Quien pretenda extraer conclusiones del sondeo de Metroscopia sobre las perspectivas de la situación política española lo tiene crudo por la cantidad de disonancias y hasta contradicciones que muestra. Y no debido al trabajo técnico, sino a las respuestas en sí que correctamente registra. Por eso los autores se apresuran a aclarar que el sondeo es foto fija aquí y ahora. Sobre el futuro, los dioses dirán, incluido el futuro de mañana mismo.

La primera conclusión de un examen detallado de la encuesta es que los encuestados no estamos en nuestros cabales. ¿Cómo puede ser que tenga la mayor expectativa de voto un partido cuyo líder es el peor valorado, a excepción del inefable Iglesias? Podemos es segunda fuerza. Casi parece que los españoles prefieren votar por líderes a los que no valoran. Prueba a contrario: el líder más valorado, a estratosférica distancia de los dos mencionados, Rivera, es el del partido con menor o cuasi menor intención de voto. La mayor expectativa de voto para un partido cuya gestión de gobierno desaprueba el 70%. No solamente votan por partidos cuyos líderes no valoran, sino también por aquellos cuya gestión de gobierno rechazan. Y no acaba ahí. Yendo a dianas concretas, el 89% dice que el gobierno no está sabiendo gestionar la corrupción. Es una forma elegante, barométrica, de decir que la gente cree que el gobierno es corrupto. Y lo vota. Como lo vota aunque abrumadoras mayorías del 78 y el 71% rechazan su forma de gestionar la situación laboral y la de Cataluña. En el caso catalán los que rechazan son más que los que aprueban incluso entre los votantes del PP. Cosas todas ellas, estaremos de acuerdo, asombrosas.

Está bien la foto fija. Es lo que se ve a simple vista en la vida cotidiana. Inclúyanse los datos sobre la corrala del PSOE. Descalabro en intención general y hundimiento total, por debajo de C's, en intención directa. Justo lo que necesita la pelea para reanimarse. Los dos bandos (golpistas y antigolpistas) se echarán mutuamente en cara estos desastrosos resultados. Pero hay un dato que deja a los golpistas en evidencia: el grado de rechazo general a la gestión parlamentaria del PSOE (monopolio de la junta gestora y campo de Díaz) es el mayor de todos, con un 74%. Ese rechazo es también más alto que la aprobación entre los propios votantes socialistas. Es decir, bien a las claras, el discurso justificativo de Jiménez, Hernando, Madina, Díaz, etc., acerca del valor de la oposición parlamentaria del PSOE no cuela ni entre sus propios seguidores. Yo me preocuparía.

Aunque tampoco es para tanto. El mensaje del sondeo es claro y sí, estamos en nuestros cabales. Hay una mayoría relativa muy escasa que apoya a un partido al que considera corrupto e incompetente y cuyo líder no le merece confianza, sin duda porque los otros atraen menos. Como partidos y como líderes. Y, la verdad, hace falta ser inútil para no dar mejor imagen que Rajoy y no tener una oferta mejor que la del PP, consistente únicamente en seguir con el pillaje de caudales públicos. Dado que el PSOE está de sabático hasta que se dilucide el enfrentamiento, el electorado parece decidido a no tomarse muy en serio la situación.

Lo cual es grave porque la situación es seria. Este gobierno no puede gobernar, pero tampoco convocar elecciones anticipadas por razones obvias. 

dissabte, 11 de març del 2017

Rol de patriotas

Son gente de abolengo y alcurnia, gente exquisita. Son nobles, ricos, poderosos. Poseen títulos, tierras, fábricas, empresas. Muchos de ellos han dado y dan lecciones en público de amor a España. Algunos habrán arengado a las tropas sobre lo bello que es sacrificar la vida por la patria. Otros presiden asociaciones caritativas en pro de los menesterosos, que también son hijos de Dios y españoles, nada menos. 

Todos ellos se desviven en el servicio a España. Están en el rol de patriotas que contienen los llamados papeles de la Castellana: los nombres de quienes se aprovecharon de la innoble amnistía fiscal de Montoro en 2012 por la que pudieron repatriar  sus fortunas ocultas en el extranjero, pagando una ridícula cantidad del 0,1 % de lo defraudado o algo así. Acerca de lo que esta lista significa, léase el artículo de hoy de Ignacio Escolar en Público, El filtrador de los Papeles de la Castellana merece una medalla, no la cárcel, y es que la policía, en lugar de detener a los presuntos delincuentes gordos (por otro lado patrióticamente amnistiados), ha detenido al presunto delincuente flaco, al filtrador de los papeles, que dice haber actuado por el bien común. 

Cosa evidente. Pero no para todos. Para los que mandan, el bien común no coincide con su Patria. Esta está en Suiza, en las Bahamas, en Panamá, en Trinidad y Tobago. En cualquier (lucrativa) parte que no sea este terruño lleno de desagradecidos y descerebrados que se creen que la ley es igual para todos y que quien defrauda debe ser castigado y no amnistiado. Pringaos que piensan y filtran papeles jugándose la cárcel. Enemigos de España. 

La amnistía de Montoro fue y es innoble porque, sobre perdonar el delito y dejarlo impune, se hizo por necesidad, no por justicia o conveniencia. En 2012 ya andaba por el mundo la  lista Falciani con los nombres de 130.000 posibles defraudadores al fisco en sus países, con cuenta en la sucursal suiza del banco británico HSBC. Y entre esos 130.000 habría muchos patriotas españoles o, según se mire, puros sinvergüenzas y ladrones. Era cuestión de tiempo que, saliendo los nombres a la luz, fueran denunciados, procesados y condenados... quizá a devolver lo defraudado, quién sabe si con una multa. Con la amnistía se evitaba ese horrible peligro: el dinerito defraudado repatriado (pues a fuer de patriotas llegan ya a repatriotas) a un coste mínimo y, venga, a seguir haciendo negocios, dando lecciones de amor a España, besando su bandera y leyendo El Marca

Sobre la Gürtel, la Púnica, los EREs andaluces, el caso Palau (pues la corrupción española es tan plurinacional como el país que esquilma) se alza esta corona resplandeciente de ilustres personalidades que van desde la familia real a las damas pías, pasando por los apandadores de las privatizaciones. La élite actual, que prosigue la patriótica labor de defraudar de la élite franquista y la de la IIª Restauración. Están muy por encima de banderías e ideologías, pero no de religiones, pues todos son fervorosos católicos de misa y olla, sobre todo olla de oro. Están por encima de los partidos, faltaría más, compuestos por correveidiles que generalmente meten la pata. 

Esta es la nación más antigua del mundo, según Rajoy que, como siempre, no sabe de lo que habla. Y, por cierto tampoco de lo que escucha. Ayer protagonizó otro de esos ridiculos en él acostumbrados, cuando un periodista británico le preguntó en rueda de prensa en Bruselas si podía hacerle una pregunta en inglés, a lo que el políglota respondió "Bueno, no, hombre" y pasó al siguiente. Para la próxima dígaselo en inglés: "Well, no, man". Parece difícil, lo sé, pero no lo es.

La gran nación está gobernada, como si de un cortijo se tratara, por el PP respaldado por sus ocho millones de votos. En España hay 34 millones de electores y esos ocho millones representan el 23% del electorado. No llegan ni a la cuarta parte. Votantes efectivos la última vez, 24 millones, y los ocho representan el 33,3%, o sea, la tercera parte de los votantes. Pero gobierna casi como si tuviera la mayoría absoluta de su Xª legislatura. Con sabia y prudente ayuda del PSOE, desde luego. Haciéndose el hara-kiri, el PSOE aseguró que este sistema corrupto de la cabeza a los pies no estallara en unas terceras elecciones. Y ahora, sus militantes, un puñado de izquierdistas, no quieren reconocérselo. Pero de esto hablaremos en otro momento.

Aquí lo esencial es preguntarse por qué España puede estar (des)gobernada por un partido corrupto con el 33,3% de los votos emitidos, que toma medidas radicales, muchas de ellas irreversibles y Cataluña no puede estarlo por una mayoría parlamentaria absoluta que representa el 47,74% de los votos emitidos en las últimas elecciones.

Lo que está claro es que la base de legitimidad del Estado y el gobierno españoles frente al independentismo catalán es inexistente. Quizá por eso comienzan a oírse voces que piden la aplicación del estado de excepción en Cataluña.

Para variar.

divendres, 10 de març del 2017

El juego sucio en el PSOE

A los golpistas del PSOE y amigos no se les caen de la boca grandes palabros sobre la fraternidad de todos los socialistas y cuánto se quieren unos a otras. Pero hacen lo contrario de lo que predican. Los dos adversarios de Sánchez, López y Díaz, solo hablan (mal) del exsecretario general, pero nada se dicen entre ellos. Y lo que es peor, tampoco cuestionan al PP. Todo se les hace parar la candidatura de Sánchez como sea, cosa harto difícil porque tiene amplio apoyo entre las bases y, lo que es más decisivo, empieza a generar aureola de triunfadora. En cuanto se perfila un caballo ganador, concentra las apuestas como el líder los apoyos.

Da la impresón de que solamente Díaz tiene alguna posibilidad frente a Sánchez y eso moviendo el aparato por todas partes, manipulando por doquier y confirmando la imagen de intrigante sin escrúpulos que ya se ha ganado. Continúa organizando actos de su campaña con ocasión de asuntos oficiales y, por tanto, empleando recursos públicos en su provecho personal. Tengo para mí que eso va en detrimento de sus posibilidades pero ella no parece verlo así.


La batalla está muy encendida y el juego es ya muy sucio. Véase, por ejemplo, el caso que denuncia el tuitero de la derecha: los delegados del PSOE en un Congreso en Colombia van predicando que a los mítines de Sánchez solo acuden los de Podemos. Ignoro el grado de información de la gente que acudió a Colombia pero aquí, en la Península, cualquiera podría decir al autor del infundio que es una estupidez porque los últimos interesados en que gane Sánchez la SG, precisamente, son los de Podemos que, como buenos izquierdistas, no quieren rivales.

Lecciones de corrupción

Los analistas políticos tienen un motivo más de agravio con el PP y su jefe, Rajoy, pues los están dejando sin trabajo, que pasa a los cronistas de tribunales. La política en España hace años que se ventila en procesos judiciales de todo tipo. Ahora se añaden los juicios políticos contra el independentismo catalán para echar más picante al guiso. El Parlamento no cuenta y el gobierno tampoco y, cuando cuenta, es por otro punto de escándalo, como el reciente decreto aprobado por el Consejo de Ministros presidido por Rajoy y en el que eliminaban unos cuantos registros de la propiedad de España, entre ellos el de Santa Pola II, el directo competidor de Rajoy. ¿Política? Todo lo que tenga de política el juzgado de guardia.

El último giro judicial de la Púnica que enlaza con la Gürtel muestra que el gobierno de la Comunidad de Madrid era un lodazal de corrupción desde el primer momento. Y ahí está Esperanza Aguirre diciendo ser la primera víctima de la corrupción. La que aseguraba haber destapado la Gürtel. La que dice cualquier cosa con su habitual altanería e impaciencia, como si presidir durante años un gobierno corrupto hubiera sido un castigo y no una decisión suya que renovaba con campañas electorales financiadas ilegalmente. Es pasmoso que alguien con ese historial (o es tonta o es corrupta o ambas cosas a la vez) ose salir a los medios regañando a todo el mundo, perdonando la vida a los demás y muy ofendida de que se ponga en cuestión su integridad. De su eficacia ya no habla. 

Es un comportamiento colectivo de la asociación de presuntos malhechores a la que llaman partido político: dar lecciones de lo contrario de lo que ellos practican. Cospedal pone en guardia ante las intenciones totalitarias de Podemos en relación a los medios. Eso lo dice desde la altura moral que proporciona haber tenido a Nacho Villa de jefe de televisión de Castilla La Mancha durante cuatro años. 

Rajoy quiere boicotear a toda costa la comisión de investigación sobre la caja B del PP (esa que no constaba, ni consta ni constará a Aguirre) y amenaza con otra para investigar la financiación de todos los partidos en el Senado, en donde tiene la mayoría absoluta que le falta en el Congreso. Al margen de otras cuestiones, ¿no es obvio que tratar de impedir una comisión de investigación sobre la caja B del PP equivale a reconocer su existencia? La caja B con la que se han financiado elecciones fraudulentas, pagado sobresueldos a los dirigentes de la asociación, con Rajoy a la cabeza, y perpetrado quién sabe cuantas fechorías más. No importa: ellos saben como nadie que es mejor no remover el pasado. Y así lo dicen. 

Lo que parece haber sucedido es que esta asociación, fundada por un exministro de Franco y llena de franquistas reciclados o sin reciclar, viéndose con mayoría absoluta ya en época de Aznar II y, por supuesto, en la de Rajoy I, se lanzó de lleno a su destino en lo universqal: robar. Pero olvidó algo: en tiempos de Franco se robaba impunemente porque no había prensa. Aquí el caso es distinto y, aunque a trompicones y con unos medios comprados y/o amordazados, los delitos del poder salen a la luz y, aunque a trompicones y con muchos palos en las ruedas, la justicia avanza. Así que no es descartable que en un futuro cercano Rajoy sea llamado a declarar en el proceso de los papeles de Bárcenas, en los que figura como receptor de cuantiosos sobresueldos durante largos años. 

En todo caso, este es el gobierno que debe gestionar la mayor crisis constitucional de España desde la Transición. Quizá desde antes.


dijous, 9 de març del 2017

Hay que ilegalizar a esta banda de ladrones

Y proceder judicialmente contra su responsable, Mariano Rajoy, presidente del gobierno, que, al parecer, estuvo años cobrando sobresueldos con cargo a esa caja B del partido a donde iban a parar las mordidas, se dejó pagar viajes y trajes por la Gürtel y tiene a su padre dependiente a cargo del erario mientras niega las ayudas a los demás dependientes. O sea, un personaje inmoral y puede que presunto delincuente al frente del gobierno desde hace más de cinco años.

Un quinquenio que corona la etapa de mayor corrupción de la historia de España desde la Transición. Porque, al parecer, no era solamente Rajoy quien cobraba los sobresueldos, sino una nutrida representación de cargos y dirigentes del partido que se repartían así entre ellos una cantidad importante de los caudales que los empresarios pagaban a cambio de contratas públicas y con el objetivo último de financiar ilegalmente el PP. Una orgía de dinero sucio que se canalizaba por diversas vías, por ejemplo, la Fundación FUNDESCAM, juguete preferido de Esperanza Aguirre y el presidiario Díaz Ferrán, gran amigo suyo. Esa financiación ilegal servía para los sobresueldos, para pagar las campañas electorales del PP (cuyos resultados debieran anularse por haberse obtenido con trampas, con tongo) y, sin duda, también para comprar voluntades en los medios y hasta los mismos medios.

Y así, gracias a la mayoría absoluta del PP en la Xª legislatura, la injerencia permanente en la administración de justicia y el control de los medios, España se ha convertido en el país de la corrupción, mientras la gente pasa necesidades, o no tiene para comer y los niños van a clase en barracones.

Varios jueces consideran el PP como una presunta asociación para delinquir. Con las nuevas revelaciones en sede judicial quizá pueda empezar a considerársele como un ejemplo de delincuencia organizada. Un partido sin ideología oficial (porque el neofranquismo no puede confesarse en público) cuyo único objetivo es conseguir el poder para saquear el erario, malversar, malvender lo público a los amigos del sector privado esgrimiendo filosofías neoliberales mientras captura el Estado y lo esquilma.

Hay que recordar a Aznar afirmando en 2010 que el PP era incompatible con la corrupción. Calíbrese la sinceridad del amigo: Rodrigo Rato había sido ministro de Hacienda y luego vicepresidente del gobierno con él y ya por entonces, según parece, era un corrupto. También merece la pena recordar a Mariano Rajoy en 2009 rodeado de la plana mayor del PP, en la que ya había varios corruptos, afirmando muy serio que la Gürtel no era una trama del PP sino una trama contra el PP. Así, con todo el morro.

Y ahí sigue de presidente del gobierno, gracias al PSOE, por cierto. Gobernando como si todavía tuviera mayoría absoluta y haciendo lo que le da la gana. Ya veremos qué pasa con esa comisión de investigación en el Congreso que no les ha quedado más remedio que exigir a los partidos de la oposición, PSOE, Podemos, C's. 

Los nuevos datos vinculan la Gürtel con la Púnica, eliminan la prescripción de muchos presuntos delitos al establecer su continuidad entre 2004 y 2011, dibujan una actividad delictiva permanente, especialmente en la Comunidad Autónoma de Aguirre/González y en el pináculo de todo ello, como responsable político, sitúan a Mariano Rajoy. 

Es insólito que este hombre sea presidente del gobierno.  


dimecres, 8 de març del 2017

Compañeros socialistas

Las vicisitudes de las aun no convocadas primarias del PSOE son un rico filón para el pobre analista, siempre a la caza de algún temilla que no sea hablar de la Gürtel o de lo bien que se llevan en Podemos. Solo con seguir los pasos de los dos candidatos y el ectoplasma de Susana Díaz hay materia para reflexionar sobre la vanidad de las cosas del mundo y los derroteros que puede llevar un venerable partido centenario.

La incursión de Patxi López en Cataluña ha sido una lección de recio españolismo. Tras aventurar la posibilidad de otorgar a los catalanes el codiciado estatus de "nación cultural", ha propuesto a ambas partes (el Estado inmovilista y el fervoroso independentismo) "parar máquinas" a fin de darnos todos un tiempo para reflexionar e intentar llegar a una solución pactada, o sea, civilizada. Justo lo que llevan años pidiendo los independentistas catalanes sin que nadie les hiciera caso, incluido Patxi López que, en lo referente a Cataluña, era y, por lo que sé, es, partidario de aplicar y acatar la ley. Lo mismo que dice Rajoy. Tras los desvaríos catalanes, López ha bajado de los cielos, como Moisés del Sinaí, con un decálogo de recomendaciones para un debate limpio en las redes sociales. Da la impresión de que, como le sucede en Cataluña, es el último en enterarse del busilis del asunto. Se le ha olvidado el debate fuera de los redes sociales. Para ese no hay decálogo. La junta gestora puede hacer lo que quiera, por ejemplo, mandar representantes del PSOE a reuniones internacionales a explicar que Sánchez no tiene nada que hacer, que está muerto (pues así lo quiso la caudilla el 1º de octubre) y ahora está enterrado.

En el campo de doña Susana, todo agitación, se abre paso el temor de que la imagen de héroe justiciero, la leyenda del príncipe destronado por algunos felones y villanos, haya prendido en la militancia hasta el extremo de augurar un triunfo en las primarias. Tampoco son despiertos los asesores. Eso se vio venir desde el primer momento: un plante de las bases que ha corrido como la pólvora gracias a las redes sociales, despertando un orgullo socialista que parecía aletargado hacía muchos años. Sí señor, una rebelión de las bases frente a las maniobras del aparato. Y frente a ello, la competencia institucional, lastrada por una mala imagen de conspiradora, cacique y victimaria del joven líder. Si a ello se añade que es la opción preferida por los votantes del PP y el más amplio frente mediático, es fácil perfilar un escenario de enfrentamiento entre dos concepciones del PSOE y, por ende, dos de España. La de Susana Díaz está a la vista en la realidad de Andalucía, mientras que la de Pedro Sánchez aun no ha podido manifestarse ni mucho menos llevarse a la práctica. Eso le da ventaja.

De momento, sigue pendiente la formalización de la candidatura de Susana Díaz, a la que no llaman "la deseada" en similitud con Fernando VII, por no prestarse a equívocos.

Entrevista a Palinuro y M. Seguró sobre Europa

En la "Alacena Global". No estoy muy seguro de haber subido bien el podcast, pero se oye.

López quiere "parar máquinas"

A buenas horas, mangas verdes. A cinco meses de la realización del referéndum en Cataluña, el candidato a la SG del PSOE, Patxi López, visita Cataluña. se asusta y empieza a decir que hay que parar máquinas ante del choque de trenes para darnos tiempo y encontrar una solución. Sobre eso, mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado Parlar per parlar. Cuando el independentismo lleva años pidiendo diálogo y negociación sin obtener otra cosa que burlas, desplantes, silencios y un cierre total, ahora que ya la cuestión nos aboca a una confrontación, se acuerda el vasco de la necesidad de "ganar tiempo" para encontrar una solución. Rápido no es el pavo. A lo mejor por eso se presenta candidato al PSOE. En la misma tónica, aunque con varios grados más de estupidez, la vicepresidenta del gobierno advierte de que la aprobación de la vía rápida de la desconexión en la mesa del parlamento es una huída hacia delante y que la Generalitat vive "una realidad paralela que nada tiene que ver con los deseos de los catalanes". De catalanes sabe este gobierno mucho. No en balde su partido gobierna en un municipio de los 900 que hay en Cataluña; un conocimiento que puede medirse en un 1/900 de la realidad catalana. Abrumador, como siempre con la derecha. No se preocupen López y Sáenz, Sáenz y López. La hoja de ruta irá adelante y los catalanes conseguirán ser lo que quieran ser gracias a su propio esfuerzo. Ojalá los españoles pudieran decir lo mismo.

Aquí, la versión castellana del artículo:

Hablar por hablar

En su precampaña a las primarias del PSOE, Patxi López ha hecho escala en Cataluña y ha hablado de la “cuestión catalana”. Muy típico de los políticos españoles: hablar de Cataluña cuando están en ella, pero nada más. El resto del tiempo, cuando están en España, es como si Cataluña no existiera. Creen que pueden proponer un futuro para el conjunto del país sin contar con los catalanes. Grave error.

En Cataluña se hacen las propuestas y en Cataluña se quedan sin que nadie las recoja o actúe en consecuencia. López vino a Cataluña a decir que es preciso parar las máquinas para evitar el choque que muchos vaticinan y darse tiempo para buscar una solución. Parece una actitud equidistante, arbitral, prudente, respecto a dos partes en igualdad de condiciones. Solo que no están en igualdad de condiciones. La hoja de ruta, las máquinas son la única garantía con que cuenta el independentismo, su única posibilidad de imponerse. Si las para, desaparece.

En el gobierno central hay más opciones. Además de las máquinas que puede parar (los procesos judiciales, por ejemplo) puede poner en práctica medidas políticas y abrir vías de negociación, cosa que no ha hecho hasta ahora. Pero eso es asunto suyo.

El alcance de la petición de López de “parar máquinas” se observa en su propuesta de reconocer a Cataluña como nación “cultural”. Un verdadero anacronismo, poco atento al estado de las posiciones hoy día en un proceso de crisis constitucional. Reconocer una evidencia para no reconocer una necesidad: que Cataluña es una nación política y que la famosa sentencia del Tribunal Constitucional de mayo de 2010 es un disparate jurídico y un abuso político.

Parar las máquinas para negociar es algo que el nacionalismo español debió hacer mucho antes de la actual hoja de ruta, quizá a raíz de aquella sentencia o de las reacciones posteriores. Pero, para eso, se hubieran necesitado dirigentes capaces de comprender lo que estaba pasando.

Sin duda, el gobierno central tiene muchas máquinas para parar. Los procesos judiciales los primeros, sobre todo porque no son tales, sino puros juicios políticos disfrazados de actos jurídicos. Las presuntas actividades de guerra sucia del Estado contra el independentismo y contra personas en concreto. La política de recentralización del Estado y estrangulamiento de la autonomía catalana.
La cuestión es qué implica el “parar máquinas”. No puede ser aplazar el referéndum porque es el compromiso de la mayoría parlamentaria catalana. En el nacionalismo español se argumenta que no es posible negociar nada cuando una condición inexcusable es la realización del referéndum o referéndum “sí o sí”. Pero no se ve por qué esta posición ha de ser más inadmisible que la contraria, la que pone como condición inexcusable la no realización del referéndum o referéndum “no o no”. De no darse esta negativa cerrada, bien podrían pararse las máquinas siempre y cuando fuera para establecer la fórmula de un referéndum pactado.

De no ser así, la petición de “parar las máquinas” es completamente irrealizable. Una de las partes, la catalana, no puede y la otra no quiere. Al carecer de toda voluntad de entendimiento con Cataluña, se cierra en una actitud intransigente, avisando de que, según se desarrollen los acontecimientos, se aplicará la legislación vigente. No hay un problema político; hay un problema judicial y de orden público. La parsimonia del gobierno central en todo lo referente a Cataluña apunta a la voluntad deliberada de dejar que los acontecimientos lleguen a la confrontación institucional y ver a continuación, que vía represiva resulte la más adecuada según sea la reacción.

Ante la parálisis del nacionalismo español, la iniciativa cae de nuevo del lado del independentismo. La mesa del Parlament da vía libre a la tramitación de urgencia de la ley de desconexión. La vía está abierta, el referéndum espera. El Estado solo puede prohibirlo y la cuestión será qué reacción tendrá la sociedad catalana ante la enésima prohibición arbitraria y despótica.

dimarts, 7 de març del 2017

Cuando los fines son los medios

Podemos es una organización política surgida prácticamente al amparo de los medios. Desde el primer momento consideró que estos, los medios, eran en realidad el fin de su acción.  O parte del fin, que seguía siendo gobernar el país desde la izquierda, pero llegando al gobierno a través de los medios.  Por eso son estos medio y fin de su acción. Y, además del fin, el vehículo que utiliza, la plataforma desde la que se expresa. 

Podemos es un partido básicamente digital y mediático. Aparte de los instrumentos con que ya cuenta, su doctrina de la democratización de los medios apunta directamente a los comerciales, públicos y privados. Que los medios son empresas y, como empresas tienen unos intereses que raramente coincidirán con los de una organización de izquierda es algo obvio. También debiera serlo que pedir la "democratización" de estos medios no quiere decir nada o quiere decir algo siniestro. Mientras nadie consiga tener medios al margen de la estructura empresarial, la idea de la democratización será un absurdo y probablemente una hoja de parra para disimular el auténtico fin de someter los medios a control. 

De ahí que Podemos sea tan sensible al ámbito mediático y ande siempre enzarzado en conflictos con los medios. Estos son sus aliados o sus grandes adversarios, según que propaguen sus posiciones, ideas y acciones o critiquen sus defectos, faltas, errores. En este terreno se da otro dato que hace aun más crítico el enfrentamiento: Podemos es una especie de secta, compuesta por auténticos creyentes, casi fanáticos. Es curioso y hasta tiene gracia porque se trata del fanatismo de quienes están convencidos de poseer la verdad absoluta en forma de pensamiento abierto, crítico, libre y plural.

La explicación de este fenómeno es doble: de un lado, Podemos prosigue la herencia comunista, hipercrítica con todo el mundo menos consigo misma con quien es empalagosamente ditirámbica; y, de otra, recoge las aspiraciones de una juventud indignada, impaciente con las vacilaciones ajenas, desdeñosa con los escépticos y muy agresiva con los críticos. Los encendidos seguidores de este movimiento responden virulentamente a toda crítica, por razonable que sea, insultan y zahieren al crítico y le atribuyen todo tipo de siniestras intenciones y complejos. Y en ese comportamiento sectario rivalizan los jóvenes con los de todas las edades, a ver quién anatematiza, injuria y calumnia más en defensa de su líder y su pintoresca razón en marcha. Más de un viejo conozco que, arrebatado en una segunda juventud, estaría dispuesto a quemar vivo al disidente de su nueva fe.

O sea, los periodistas a los que ampara la APM han experimentado en sus carnes el espíritu de linchamiento que respiran las reacciones de las gentes de Podemos a toda crítica  y que deslegitimarían su proyecto político si tuvieran uno.  ¿Y qué más? Quizá podrían los periodistas aprovechar la ocasión para extraer algunas enseñanzas sobre su propio comportamiento. No se trata de recurrir al consabido "y tú más", pero sería bueno que reflexionaran sobre cómo se sienten las gentes (políticos, comunicadores, dirigentes, figuras públicas en general) a las que bastantes periodistas agreden, injurian e insultan continuamente en los medios escritos y audiovisuales, a las que se llama "mamarrachos" y cosas peores y a las que se amenaza con pegarles un tiro llegado el caso. Y estas gentes no tienen una asociación a la que demandar amparo.

Lo que Podemos hace a los medios es nada comparado con lo que los medios hacen a Podemos y no solo a estos sino a muchas otras organizaciones y empeños, como el PSOE, especialmente Pedro Sánchez y, por supuesto, los independentistas catalanes. Empezando por la noticia misma completamente descontextualizada para utilizarla en contra del protagonista. La APM hace público su comunicado amparando a los periodistas que se sienten amedrentados por Podemos en el momento en que sabemos que la SICAV de que dispone ha perdido 118.000 euros en siete meses y, además, los partidos de la oposición (PSE, Podemos y C's) han obligado a la Comunidad de Madrid a retirar 8.6 millones de euros de subvención a la APM para financiar el seguro médico privado de los asociados.

Una prensa subvencionada por el poder político le será siempre sumisa y una de sus funciones será atacar a los adversarios a ese poder político, a la oposición. Lo nuevo ahora es que los atacados responden y responden en su mismo terreno, lo que obliga a los periodistas a pedir amparo. Las redes han cambiado mucho el carácter del debate colectivo. Los medios han perdido el monopolio y tienen que competir con otras instancias, incluso con personas, en la formación de la opinión pública.

dilluns, 6 de març del 2017

Contra la corriente

Las vísperas de primarias del PSOE están siendo un curioso episodio que desmonta parte del saber convencional político contemporáneo. Por ejemplo, que en una partitocracia como la española, el dominio de los aparatos (engrasados con dineros públicos y dueños de los procesos electorales) sobre las bases en absoluto. Falso. Hace meses que el PSOE vive una rebelión de la militancia contra el aparato en todos sus niveles, incluidos los barones y señores de las tertulias.

Otro ejemplo: que en una sociedad mediática, democracia de audiencias, la condena al ostracismo por los medios equivale a un certificado de defunción civil. Falso. La candidatura de Sánchez sufre una mezcla de silencio y sistemático boicoteo que incluye la publicación de noticias falsas. Y, sin embargo, ahí está, doblando en expectativas la rivales. Más viva que nunca y, me atrevo a apuntar, por dos razones: la forma y el fondo.

En la forma, la campaña de Sánchez es la más digital. La presencia en las redes del ex-secretario general es muy superior a la de los otros dos, mucho más movilizadora por espontánea. El equipo de Sánchez, si es que lo tiene, no debe de contar con expertos digitales, de esos capaces de manejar hordas de bots para viralizar consignas favorables. Y, sin embargo domina las redes. De hecho, en muy buena medida, se ha articulado  través de estas. Incluso se financia mediante crowdfunding porque, contando únicamente con el apoyo de las bases en forma de pataformas, no tiene acceso a los recursos del partido para organizar sus actos, como sí parece hacer Susana Díaz.

En el fondo, el asunto es muy claro. El golpe de mano del 1º de octubre ha provocado el efecto contrario al que buscaba. Vuelve el SG defenestrado innoblemente y vuelve con una leyenda de víctima de una conjura. Planta cara a los conjurados y vuelve con una imagen de justiciero y hombre cabal, capaz de cumplir con su palabra y con el apoyo entusiasta de las bases en algo que no es difícil proyectar como un proceso de regeneración del partido, espontáneo y abierto. 

Frente a esa candidatura, con esa aura tan positiva del retorno a las verdaderas esencias de la socialdemocracia de izquierda, hay una confusa amalgama de inercias burocráticas, intereses creados, clientelismos diversos, camarillas y grupos todos ellos representandos por la candidatura de Susana Díaz, cuya única justificación es que no salga Sánchez. De aquí a mayo, la campaña de Díaz no será la campaña de Díaz, sino la campaña contra Sánchez.