dilluns, 23 de novembre del 2015

La derecha se ve ganadora.


Sigue la lluvia de encuestas y sondeos en una situación de expectativas inquietas, muy volcada al predominio de los audiovisuales. La precampaña está haciéndose prácticamente en la televisión con la consecuencia inevitable de la trivialización de sus contenidos a extremos estomagantes.

La web de sondeos elelectoral.com trae una media de las últimas encuestas que sigue contumaz mostrando el mismo panorama para el 20 de diciembre: mayoría del PP, victoria de la derecha y derrota de la izquierda. A un mes de los comicios. Grosso modo coincidente también con otro sondeo de El periódico de Andalucía, que da 25,02% al PP, 21,67% al PSOE, 20,16 a C's, 16,81 a Podemos y 4,95 a IU. La imagen fija sigue sin modificarse. Y, sin embargo, los datos son sorprendentes. La única explicación que encuentro es que los encuestados, a fuerza de ver televisión, ya moldean su comportamiento a sus dictados más o menos explicitos. La Videodemocracia de Sartori en todo su esplendor.

Sorprendente es que en cabeza aparezca un partido considerado por los jueces como una asociación de malhechores y presidido por un tipo acusado de haber cobrado sobresueldos, de haberse pagado los trajes con cargo a una trama corrupta y de haber incumplido la ley de incompatibilidades; un hombre sin el menor talante democrático,  que miente al Parlamento, se niega a dar cuenta de sus actos, utiliza las instituciones al servicio de sus intereses y se aprovecha de los fondos públicos en su favor y el de sus parientes, mientras los niega a los demás. Un partido corrupto de arriba abajo, muchos de cuyos dirigentes están mezclados en procesos penales, que ha arruinado el país, lo ha esquilmado, lo ha partido y lo ha convertido en el paraíso de fondos de especulación y de los curas. Resulta soprendente que pueda repetir un presidente desprestigiado, sin crédito alguno, con la valoración popular más baja de la historia y que es el hazmerreír de la comunidad internacional. Se trata del voto del franquismo sociológico aún resistente porque el PP no solamente es un partido fundado por un exministro de Franco sino que está plagado de franquistas y neofranquistas y es correspondientemente, reaccionario y nacionalcatólico. Un partido responsable de la mayor involución democrática de la segunda Restauración y el que, gracias a su catalanofobia, más he hecho por la independencia de Cataluña.

Sorprendentemente también, a pesar de la derecha, el PSOE no levanta cabeza. Ha recuperado algo del terreno perdido bajo mandato del reaccionario Rubalcaba, pero no lo bastante para dejar de ser segundón. No ha sido oposición en la legislatura recién acabada. Carece de iniciativa y empuje. Ni a presentar una moción de censura se atrevió su secretario general, cuya falta de energía, de chispa, de interés no se compensa con un febril activismo, un perpetuo peregrinar por las tierras de España, que solo consigue hacer más patente sus clamorosas carencias. Arrastrado por el carro de guerra de la derecha neofranquista frente al llamado reto independentista catalán, ofrece la imagen clásica de un progresismo tradicionalmente claudicante frente al nacionalismo español más anquilosado y prepotente. Su programa es desvaído y falto de crédito. El federalismo que propone no tiene seguidores ni en su seno y sus únicas propuestas claras se formulan en negativo pues consisten en prometer la derogación de las medidas más injustas e impopulares del PP, pero sin gran fuerza de convicción porque en bastantes casos también tendrá que derogar otras que él mismo puso en marcha.

Asombrados tiene a los analistas el fulgurante ascenso de C's. No lo menos por el hecho de tratarse de un partido catalán. Pero catalán/español que aspira a convertirse en español/catalán, contando con dos puntos de ventaja sobre el otro gran partido de la derecha dinástica: no está hundido en la corrupción y promete impedir la escisión catalana con la misma contundencia que el PP o mayor si cabe. Las dos observaciones críticas que se le hacen, esto es, que su financiación no está clara y que sus propuestas son oportunistas, en muchos aspectos retrógradas, inconexas y en buena medida absurdas, no traspasan el escudo de popularidad mediática del líder, cuya capacidad de comunicación está fuera de duda. Es el único político que aprueba y holgadamente en la valoración popular según los barómetros del CIS. Rivera trasmite una imagen de novedad y cambio en mucha mayor medida que Sánchez y lo hace con una promesa de estabilidad y orden que los de Podemos no consiguen igualar. Por eso va en cabeza y mejora sus expectivas día a día. Con C's, el bloque de la derecha prevé alcanzar una mayoría notable y la absoluta en el Parlamento.

También cierta perplejidad producen las intenciones de voto de Podemos. El partido que iba a asaltar los cielos y que, como el hombre que  corrompió a Hadleyburg iba a poner de manifiesto las miserias del satisfecho régimen de la segunda Restauración, se ha quedado estancado en un raquítico cuarto puesto. Por delante va el advenedizo Rivera y a más de diez puntos el odiado adversario del PSOE, al que Podemos venía a jubilar. Su expectativa -alimentada por el éxito de las elecciones europeas de 2014- era muy superior y, por tanto, ese mediocre resultado se ve como un fracaso. Que, además, puede agravarse por cuatro razones: a) la defensa de la autodeterminación de los catalanes tiene mala prensa en el electorado español; b) la superioridad de imagen mediática del líder de C's; c) los conflictos orgánicos internos producidos por sus dos almas, la jerárquica/leninista y la asamblearia/trotskista; d) el oportunismo de un programa que parece hecho con arenas movedizas. Como estrambote añádase que por su voz habla muchas veces el espectro insepulto de IU, como cuando se escucha a Pablo Iglesias igualar en sus diatribas al PP y al PSOE siendo así que, si aún tiene alguna expectativa de acercarse al gobierno solo puede ser en alianza con el PSOE.

No es sorpresa, en cambio, que IU apenas consiga mantener la cabeza por encima de la línea de supervivencia. La sorpresa es que la coalición tapadera del partido comunista decida seguir presentándose en lugar de disolverse como quizá debiera hacer a la vista de su absoluta irrelevancia política.

El panorama a fecha de hoy sigue dibujando un triunfo de las derechas. Solo cuatro posibilidades, no muy disparatadas, podrían alterar este pronóstico: a) se demuestra fehacientemente que Rajoy está de lleno en la Gürtel, con delitos y todo; b) Sánchez deja de revolotear por las agrupaciones y comienza a decir algo que merezca la pena escuchar; c) Rivera mete la pata en alguna declaración de esas que improvisa o se le descubre algo muy dañino; d) los de Podemos, con el líder perdido por los platós y las bases soliviantadas por la falta de democracia asamblearia, se quedan en un porcentaje muy bajo y eso si llegan a las elecciones en estado de revista. En cuanto a IU da igual haga lo que haga: su función seguirá siendo testimonial. Si acaso.

Hace miles de años.

El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, el más antiguo del mundo, que se encuentra como incrustado en la Escuela Superior de Ingeniería Industrial, tiene una interesantísima exposición de calcografías de su colección. Son reproducciones de las pinturas rupestres de decenas y decenas de cuevas situadas en el norte de España (las más antiguas, del paleolítico y transición al neolítico), las del levante (la llamada pintura esquemática que se había considerado con anterioridad como jerogífica) y las de la parte sur.

Entre 1912, fecha de la creación de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, y 1936, fecha en que esta cesó en sus actividades con el comienzo de la guerra civil, para no reanudarlas más, los investigadores y estudiosos calcaron y reprodujeron con sumo cuidado cientos, miles de imágenes en las paredes de las más apartadas cuevas y grutas de la geografía española. La Comisión estaba patrocinada por el Duque de Alba y presidida por el Marqués de Cerralbo, un carlistón, consumado arqueólogo y cuyo palacio cabe visitar como museo en Madrid. Sus miembros y expertos viajaron muchas veces a lomos de mula por los más escarpados senderos y las zonas más inhóspitas en busca de las imágenes que querían reproducir y conservar. Y tan es así que, en alguna ocasión, la erosión, los accidentes o los depredadores han hecho desaparecer los originales y solo conservamos ahora los calcos. La actividad, la finalidad, su espíritu y su modus operandi recuerdan mucho los de las Misiones Pedagógicas. La Comisión dependía de la Junta para la Ampliación de Estudios, a la que la República dio tanta importancia y que es la antecesora del CSIC. Lo que pretendía era inventariar la pintura rupestre y troglodita española. Y en buena medida lo consiguió.

El museo, que tiene una clara vocación pedagógica ha montado la exposición tratando de ambientarla en cuevas imaginarias hechas artificialmente  y con una iluminación prudencial, para no dañar las reproducciones. Son estas en su mayoría escenas caza, aunque no solo de ella, con multitud de animales, especialmente cabras, ciervos, jabalíes, toros, caballos, conejos, pero también elefantes, mamuts y camellos pues en paleolítico, la fauna de la península era más variada que ahora. También seres humanos en distintos quehaceres, cazadores, hombres con arcos y picas.

Las pinturas, grabadas en la piedra o no, rojas o negras están estilizadas, son de trazo seguro y simple, tienen fuerza y mueven la imaginación a intentar trasladarse como con una máquina del tiempo a aquellos albores de la humanidad. Es la fuerza, la vis atractiva del arte, del de hoy y el de entonces, tan arte como el de ahora.  Los trogloditas que habitaban en las cavernas, recogían en las paredes lo que veían, los animales que convivían con ellos y ellos mismos. Representaban lo que veían, como hoy.   Se observa la dualidad interpretativa que plantean estas pinturas: si tenían un valor meramente ilustrativo, para pintar lo que se veía o se alcanza otro de carácter mágico. Por eso aparecen las figuras de brujos o chamanes: para traer la prosperidad y la buena fortuna en la cacería. La doble función de la pintura hasta el día de hoy: reflejar lo que se ve o invocar lo que se quiere ver.

Es curiosa nuestra familiaridad con el arte rupestre, aun a la distancia de treinta mil años. Los hombres y mujeres que lo hicieron no nos resultan ni siquiera imaginables. No sabemos nada de ellos pero sí de su arte. Y a través del arte. La pintura rupestre, como en la naïf africana nos resulta familiar porque sus temas y visiones están en la pintura contemporáena. Muchas de estas imágenes se entienden mejor tras haber visto obra de Picasso y de otros artistas a fines del siglo XIX y XX, cuando algunos descubrimientos de este arte del paleolítico sirvieron para inspirar motivos de vanguardia.


diumenge, 22 de novembre del 2015

Juego sucio.

Mi artículo de hoy en elMón.cat sobre el juego sucio que practica el Estado español con Cataluña. Por "Estado español" aquí se entienden el gobierno, los medios de comunicación públicos y privados, la Iglesia católica, los tribunales, el ejército, una parte importante de la banca y la empresa y los partidos políticos parlamentarios y extraparlamentarios, en el gobierno y en la oposición. En la hostilidad hacia Cataluña y el firme propósito de que los catalanes no puedan decidir por su cuenta están unidos como una piña todos los partidos españoles. El único que se desmarca es Podemos, más respetuoso con el derecho de autodeterminación de los catalanes, pero que no puede decirlo muy alto porque entonces pierde las elecciones en España. En algún momento Palinuro tratará de probar cómo esta unidad sagrada entre la derecha neofranquista del PP y la izquierda socialdemócrata del PSOE no solo muestra el bajísimo nivel intelectual de los políticos españoles sino que elimina toda esperanza de que el sistema político de la segunda Restauración puede evolucionar en un sentido próximo a las democracias europeas. Por ahora, esta es la versión española del artículo:



Juego sucio en todos los frentes

El pasado 20N, en los ratos libres entre misas a Franco y homenajes a su memoria, sus seguidores hoy en el gobierno de España decidieron pasar a las vías de hecho y estrangular financieramente a la Generalitat. Mas Colell explica que los controles de acceso al Fondo de Liquidez Autonómico equivalen a una intervención vía artículo 155. Lo confirma Artur Mas para quien está claro que el Estado castiga a Cataluña por su actitud política. Dicen Montoro y Sáenz de Santamaría que la mayor vigilancia trata de garantizar una correcta administración de los fondos autonómicos y de asegurar la legalidad del gasto. Son los que en cuatro años han saqueado los fondos de la Seguridad Social, que es de todos y también de Cataluña, dejándolos en el 50% de lo que recibieron. Los que llevan veinte años pagando y cobrando sobresueldos en negro, tramando Gürtels y Púnicas, quienes eliminan las subvenciones a la dependencia de los demás pero las pagan con creces al padre del presidente del gobierno y no creen que deban dar explicación ninguna ante tamaña ruindad. Los que privatizan lo que tocan y se lo quedan. Los que han arruinado el país.

La guerra sucia (o sea, la guerra a secas porque toda guerra es sucia) contra el independentismo catalán empezó hace mucho. Se quiso sepultarlo con la voladura controlada de la inmundicia del clan Pujol. Se pretendió seguir administrando dossieres más o menos falsos contra Mas y los convergentes, filtrando operaciones policiales y escenificando registros en las sedes de convergencia con grandes alharacas mediáticas.

La colaboración de los medios de comunicación unionistas en el ataque al independentismo es punto esencial. A los pasquines La Razón o el ABC, se ha sumado El País y un frente cerrado de chiringuitos digitales financiados con los fondos de reptiles. La basura impresa viene acompañada del ruido de fondo de los gallineros tertulianos de radios y televisiones privadas y públicas en las que unos indocumentados a sueldo sueltan veneno catalanófobo hasta por las orejas. Los audiovisuales privados parecen menos sectarios porque toleran algo más opciones no estrictamente neofranquistas o neofalangistas, pero siempre que no den cancha alguna al independentismo. Hasta El Intermedio parece haber llegado la censura encubierta y la mejor prueba es que el mismo programa ha creído conveniente hacer un chiste sobre ello. Un chiste con poca gracia.

A la batería mediática se suma ahora el nuevo panfleto, llamado El Español, que abre una vía nueva de juego sucio esparciendo patrañas sobre supuestas actividades ilegales y violentas de la gente de la CUP. Preocupante el asunto, no por lo que haya de cierto en ello, que será pura invención, sino porque son los mismos que llevan más de diez años soplando la inmundicia de la autoría de ETA en el atentado de Atocha con el fin de exonerar a los islamistas. O sea, lo problemático no es la falsedad de la invención sino que esté en manos de auténticos bóvidos que pueden pasarse los lustros repitiendo sus trolas y esparciendo basura.

El medio espiritual por excelencia, la iglesia católica también ha recibido orden de sumarse al frente catalanófobo. Los obispos españoles avisan de que las simpatías independentistas son simpatía por el diablo y que quienes anhelan una República Catalana atentan contra el dogma, el Espíritu Santo, la fe y quién sabe si la virginidad de María. Menos mal que los obispos catalanes mantienen a raya a la horda de cruzados tridentinos, sino, ya se habría proclamado la guerra santa al otro lado del Ebro.

El gobierno, los medios, la Iglesia y, por supuesto, el ejército y parte de la banca y la empresa forman el frente cerrado de la guerra sucia contra Cataluña. Hace tiempo que ya no se esgrimen razones (nunca las hubo), ni se recuerdan tradiciones (son inventadas), ni se aducen sentimientos (siempre fueron simulados), ahora son los desplantes, los exabruptos, los insultos, las amenazas y las mentiras. Todo vale con tal de quebrar la voluntad de emancipación de un pueblo. Los indepes están solos y solo cuentan con sus propias fuerzas. Por eso es importante que puedan confiar en ellas.
Porque el frente contrario, el de la guerra sucia es cerrado. No solo lo componen los elementos citados. También se incluyen los partidos políticos de fuera y de dentro del Parlamento español. Todos apoyan la hostilidad del gobierno central hacia Cataluña, inspirada en la tradición franquista. No la cuestionan. En lo tocante a asuntos catalanes, la oposición no existe. Tampoco en todo lo demás, pero ese es otro asunto. El menos comprometido con lo más sucio de la guerra sucia contra Cataluña, Podemos, también deja hacer en España pues sabe que un atisbo de comprensión lo desplumará de votos y, en Cataluña, su organización de confluencia, CSQEP, no solo deja hacer sino que es parte activa en obstaculizar el acuerdo entre JxS y la CUP.

Ante la avalancha de guerra sucia, la responsabilidad del bloque independentista de forjar un acuerdo que hacer público el 21 de diciembre, no antes, es histórica.

El irresponsable.

Está siempre en campaña electoral. No dice una verdad aunque lo aspen. Todo lo sacrifica a los intereses electorales de su partido y los intereses de su partido a los suyos propios, que es lo único que le importa. El gobierno de España le trae sin cuidado. La propia España, sobre la que no para de hablar y mentir, le da igual.Se niega a rendir cuentas de sus desaguisados, falsifica los datos, falsea las estadísticas, oculta los desastres que provocan sus políticas y nunca es responsable de nada.

Hace falta ser sinvergüenza para sostener que no se es responsable de la partición de un país que se gobierna con mayoría absoluta y sin oposición durante cuatro años. Un breve repaso a lo sucedido en los últimos diez pondrá en evidencia este nueva patraña del que ya tiene el honor de ser el político más embustero e incompetente de la historia de España, país en el que de siempre han abundado los políticos ineptos, fanfarrones y fracasados.

El hombre de los sobresueldos sostiene no ser responsable de lo que pasa en Cataluña siendo así que ha hecho -y sigue haciendo- todo lo posible porque el conflicto Cataluña/España estalle. Sabedor de que carece de razones para mantener a aquella en situación de subalternidad en contra de la voluntad de los catalanes, todo lo que hace es provocar a ver si se produce un problema que le dé una excusa para declarar el estado de excepción. 

Desde que comenzó a debatirse la reforma del Estatuto catalán, que daría lugar al de 2006, emasculado por el nacionalismo español en el Congreso y el Tribunal Constitucional en una sentencia típicamente política, parcial e injusta de 2010, Rajoy no ha parado de azuzar contra Cataluña, tratando de buscar el enfrentamiento. En 2004 protagonizó una campaña anticatalana, contra el estatuto. Al grito de écheme aquí un firmita contra lo catalanes, el de los sobresueldos reunió cuatro millones de firmas, a base de atizar la catalanofobia en el Estado, que tantos réditos da. Luego, aprobado el Estatuto en el Parlamento español, lo recurrió al Constitucional e hizo todo tipo de maniobras sucias para conseguir, como consiguió, una sentencia en contra de una norma que los catalanes habían aprobado previamente en referéndum.

Desde que ganó las elecciones por mayoría absoluta en noviembre de 2011, no ha hecho otra cosa que hostigar a Cataluña. Su gobierno arrancó con la estupidez del ministro Wert de "españolizar a los niños catalanes" y, desde entonces, no ha cesado de ir en contra de aquella, de ningunear a su presidente, con quien solo ha hablado tres veces en cuatro años y las tres para negarse a todo diálogo y toda actitud de entendimiento o negociación. Ha despreciado el creciente sentimiento independentista catalán, ha amenazado a sus políticos, ha interferido en la justicia para echar a los tribunales en contra del independentismo, ha suprimido de hecho la división de poderes, ha seguido atizando el odio a Cataluña en toda España y, finalmente ha logrado que aquella esté a punto de hacer una declaración unilateral de independencia.

No es que no sea responsable de lo que pasa en Cataluña; es que es el principal responsable de la ruptura de España.

Cuando Bárcenas tiró de la manta.

Después de intentarlo varias veces inútilmente, por fin conseguí alquilar en la red la película de David Illudain sobre Bárcenas, interpretada por Pedro Casablanc (Bárcenas) y Manuel Solo (juez Ruz) con guión de Jordi Casanovas. Es una bomba. Reproduce al pie de la letra las declaraciones del ex-tesorero del PP ante el juez Ruz en la Audiencia Nacional en las que revela la trama de financiación ilegal del partido durante veinte años, los cobros y pagos en negro, los sobresueldos periódicos de algunos de los principales dirigentes, especialmente Mariano Rajoy y Maria Dolores Cospedal a los que Bárcenas afirma haber entregado en mano 25.000 euros a cada uno.

La película está rodada sobre una obra de teatro del mismo Casanovas, titulada Ruz-Bárcenas, dura algo más de una hora pero te deja atornillado a la silla del principio al final. Y eso que no tiene acción, pues consiste exclusivamente en el interrogatorio de Bárcenas cuando este, en 2013, se decidió a tirar de la manta y dar todos los nombres de políticos involucrados en la corrupción (Rajoy, Cospedal, Arenas, Trillo, Cascos, etc) y los empresarios que se supone financiaban al partido en negro (Villar Mir, Luis del Rivero, etc.). En realidad es un documental, un testimonio directo, en el que la dramatización, al operar sobre la frialdad de una deposición judicial, añade extraordinaria fuerza. La fuerza de la verdad.  

B es un resumen y una requisitoria del grado de corrupción y podredumbre a que ha llegado el país de la mano del principal partido de la derecha. El mero hecho de que esa situación haya dado para una pieza de teatro y un film es buena prueba de la degeneración del sistema de la segunda Restauración. A la que se añade la asombrosa circunstancia de que, tras saberse lo que se sabe, aquí no haya dimitido nadie.

Al contrario, la película, que se financió mediante crowdfunding, con más de quinientas personas sufragando los gastos, ha tenido que luchar contra una muy esperable campaña de silencio y ocultación en los medios. Solo hay 16 copias en circulación, apenas se proyecta en cines comerciales, nada en la televisión, por supuesto. Un boicoteo en toda regla.

Sin embargo, su visionado debiera estar abierto al público. Saber el grado de depravación y granujería de los gobernantes es un buen comienzo para iniciar la catarsis que el país necesita si quiere sobrevivir a esta trama de auténticos depredadores.

Quien quiera alquilarla o comprarla, la tiene aquí.

dissabte, 21 de novembre del 2015

La guerra de ida y vuelta.


Cuando uno cree que es imposible hacer más el ridículo en el exterior, llega el de los sobresueldos y demuestra que sí, se puede. A efectos de no verse obligado a entrar en la guerra de Oriente Medio que, supone él, le hará perder las elecciones, como la guerra del Irak le hizo perder las de 2004, Rajoy ofrecía sustituir a Francia en el África, en Malí, en la República Centrofricana, como si España fuera una antigua metrópoli colonial y no la nada que es gracias a él. El ministro Margallo, un sietemachos aficanista, lo daba ya por hecho: los soldados españoles garantizarían el orden público en las antiguas colonias francesas para que los franceses pudieran bombardear a su sabor el Oriente Medio. El ejército español no sirve para combatir pero sí puede ordenar el tráfico en Bamako si no es muy complicado.

Gran astucia la del presidente del plasma. Así no tendría que enviar soldados a un lugar endemoniado y no correría peligro de volver a perder las elecciones en España, que es lo único que le importa.

Eso fue el jueves. El viernes, sobre las 9:30 de la mañana unos terroristas ocuparon un hotel en Bamako, capital de Malí, tomaron 140 rehenes y, en la liberación por la policía, murieron 20 personas. A las 10:00 el gobierno desautorizaba a Margallo: jamás había hablado de enviar tropas a Malí ni a Maló. A ver, mireusté... La vicepresidenta ignoraba en dónde está el África y el amigo de Bárcenas, ese, ya tal. ¿Tropas a Mali? Pero, hombre, si el Sahel está repleto de yihadistas, obsesionados con que Rajoy pierda las próximas elecciones.

Esto es mucho peor que lo de Gila. Esto es literalmente un contubernio de auténticos imbéciles e irresponsables, coreados por otros tales que dicen ser la oposición. Esponjados en sus egos infinitos con las frecuentes llamadas telefónicas del presidente sobresueldos, los jefecillos de la oposición, Sánchez, Rivera, Iglesias, se sienten alguien en este remedo de política exterior tipo Bienvenido Mr. Marshall. Y ninguno de ellos tiene la decencia de preguntar al de La Moncloa exactamente por qué motivo no llama también a Garzón, al de la UPyD, a Urkullu y a Mas.

Bueno, lo de Mas está superclaro: el de los sobresueldos se malicia que los indepes catalanes tendrán pactos vergonzantes con los yihadistas. Que le pregunten a Albiol, que lo sabrá muy bien. Pero ¿y los demás? ¿Por qué no llama a Garzón y los otros? Todos ellos tienen representación parlamentaria, que es más de lo que Rivera e Iglesias pueden decir. ¿Por qué no, pues? Y ¿por qué Garzón no protesta?

El gran Gila se quedó muy corto.

Y Cataluña no iba a influir en el 20D.


Siguen los sondeos. Y las cábalas. Este es de Metroscopia para El País. Pronostica los resultados de las elecciones generales de 20 de diciembre próximo y los compara con los de 2011. No parece haber diferencia respecto a los vaticinios generales de España. PSC, C's y Podemos están más o menos igualados en 9 escaños. PSC pierde 5 a manos del catalanismo, es de suponer. C's, que no se presentó en 2011, se planta en 9 también, quizá a expensas del PP, y Podemos añade seis escaños a los escuálidos 3 que tenía ICV. ERC crece llamativamente aunque no tanto como lo que decrece CDC que ahora se llama "Democracia y libertad", tras haber perdido a los democristianos de UDC que no estoy seguro de si consiguen el escaño del hasta ahora inevitable señor Duran. El PP pierde ocho diputados, una proporción mayor de la que parece perderá en el conjunto del Estado.

Hasta aquí, bueno va. No merece la pena ni el comentario. Más interés tiene la segunda parte del sondeo que viene a hurgar en la herida abierta de la investidura de Mas. Se pregunta a la gente sobre lo que discuten ahora mismo los políticos y se ofrecen tres posibilidades a partir de la segunda votación de investidura frustrada: a) seguir negociando hasta el acuerdo; b) JxS rompe con la CUP y negocia con otros partidos; c) se convocan nuevas elecciones ya. La opción de seguir negociando hasta el acuerdo tiene un buen respaldo de un  21% pero es menos de la mitad de quienes quieren elecciones anticipadas (58%) y si les sumamos el 11% de los que quieren ruptura con la CUP y negociar con otros partidos, casi un 70% se opone a seguir negociando con la CUP.

Eso puede ser así o no, pero es un dato. Durante la partida de póquer de los independentistas, ambos, JxS y la CUP han recurrido al farol de las elecciones anticipadas. Lo que el sondeo, me parece, deja claro es que los más interesados en elecciones anticipadas son los unionistas. Desde el punto de vista de la estrategia más elemental, si apoyas lo mismo que tu adversario, uno de los dos está metiendo la pata. Esperarse a averiguarlo puede resultar fatal.

Además de averiguar qué se quiere hacer, conviene tener claro cuándo. Supongo que, a pesar de los faroles, los indepes no quieren elecciones anticipadas en modo alguno. Les rompen la hoja de ruta cuyo inicio aprobaron hace unas fechas. Pero tampoco parece obligado que se pronuncien por el "no" o el "sí" antes del 20 de diciembre, aunque puedan hacerlo. Los partidarios de elecciones anticipadas no ignoran que el Parlament tiene hasta el 9 de enero de 2016. Porque una cosa es que las elecciones sean anticipadas y otra que sean inmediatas.

Parece razonable pensar que el resultado de las generales de 20 de diciembre será distinto según que en Cataluña haya un gobierno independentista probablemente, aunque no necesariamente, presidido por Mas o se hayan convocado unas elecciones anticipadas.

Muy distinto.

Munch: El punto de fuga triste.

Exposición de Edvard Munch en el Thyssen, en Madrid. Ochenta obras de todas partes, especialmente de Oslo que, cuando él nació, se llamaba Cristianía, un signo más de una época: último tercio del siglo XIX y primera mitad del XX. En un país nórdico, Noruega. Munch viajó mucho por Europa y residió a temporadas en París y, sobre todo, en Berlín. Cambió pronto su primer impresionismo por el expresionismo alemán. En Alemania pasaron de odiarlo al principio (al punto de que le cerraron en siete días una exposición que ellos mismos habían pedido) a amarlo durante la guerra y la República de Weimar, a odiarlo de nuevo en tiempos de los nazis. Tiene en su haber la honra de más de veinte cuadros decomisados por ser arte degenerado, como los de Nolde, Kirchner, Marc, Grosz, Kokoschka. Claro que, según parece, los nazis los decomisaban pero luego se los quedaban. Tal se dice que Goebbels tenía obra de Munch. Muy habitual en los que predican hacer lo contrario de lo que predican.

Pero la mayor parte del tiempo, Munch residió en Noruega y aun le dio tiempo a ver cómo los alemanes la invadían en 1940. Nunca colaboró con ellos en nada a pesar de que se lo propusieron. No tenía intereses políticos. Había vivido una vida de tragedias, perdió a casi toda su familia muy pronto (la madre, a los cinco años), tuvo que luchar por salir adelante, sufrió muchos rechazos e incomprensión y él mismo era de un carácter difícil. Entre la supervivencia y el arte no le quedó tiempo para mucho más. Tenía un espíritu dado a lo melancólico y lo metafísico y por eso encajó bien en un principio en el simbolismo pero, luego, le quedó estrecho a la hora de concentrarse en los temas que le interesaban: la vida, la muerte, la soledad, el misterio, las pasiones. Así se instaló pronto en su estilo personalísimo, de un expresionismo punzante que ha producido obras mundialmente conocidas, como El grito, del que hay, además, multitud de versiones. Munch repetía algunas composiciones, figuras a las que tenía singular aprecio, incluso variando los soportes: óleo, lápiz, litografía, xilografía. Era tan buen grabador como pintor. Su pintura tiene mucho de grabado.

Vivió obsesionado con el Angst que aquí traducen por "pánico" y más parece angustia o ansiedad. El uso viene de Kierkegaard y lo expande Freud en alemán. Pero de angst está lleno el teatro de Ibsen y Strindberg, muy presentes en la vida de Munch que hizo decorados para obras de Ibsen y para el Peer Gynt. Y de angst está repleta su pintura. La exposición se divide en 9 secciones: Melancolía, Muerte, Pánico, Mujer, Melodrama, Amor, Nocturnos, Vitalismo y Desnudos. No sé si guardan algún orden. Sospecho que no. Quizá hubiera sido una idea aprovechar que hay muchos cuadros de los que componían El friso de la vida, para ordenarlos más o menos como el pintor los concebía, aunque eso tampoco esté muy claro.

Enredado en su peripecia personal, la muerte, la enfermedad, la tristeza están muy presentes. Pueden verse algunas versiones de su célebre niña enferma o la impresionante La habitación y la muerte. En esta se mezcla ya otro tema de crítica a la moral burguesa, la doble moral, como se denunciaba en el teatro de Ibsen. Los paisajes urbanos, las calles de las ciudades y sus ciudadanos. Pero la tendencia del artista es a pintar figuras humanas en primer término en paisajes naturales que de "naturalistas" no tenían nada. Munch había declarado la guerra al naturalismo. Pero no le hizo falta pasarse al cubismo, sino que creó su propia figuración. Sus paisajes son naturalezas interpretadas a base de colores y pinceladas cosa que hacía todo el mundo, por supuesto, pero impregnados del espíritu del tema humano que es siempre el intérprete principal de la composición y la mayoría de las veces en primer plano. Como si la naturaleza fuera en sentido estricto un producto del espíritu.

El tratamiento de la mujer es siempre sorprendente. La exposición muestra la Madonna, con la que, si no yerro, comenzaba el friso de la vida. Es obviamente una virgen con el torso desnudo, un estallido de irreverencia con gran carga erótica. El erotismo de Munch es intenso pero peculiar. Las distintas versiones que cabe observar de El beso, indican mucha pasión. No sé si es pasión o una forma de terror las también muy famosas imágenes de vampiras. La novela de Bram Stoker sobre Drácula se había publicado en 1897 y había sido un gran éxito. Los vampiros se hicieron populares. En cuanto a que fueran vampiras no ando muy seguro pero creo que hay una historia de Sheridan Le Fanu de vampiras. El erotismo de la sangre es patente.

Las mujeres son decisivas en la pintura de Munch. La habitan. Desde niñas con sombreritos amarillos, hasta difuntas y más allá, vampiras. El grito es figura andrógina y, por tanto, algo de mujer tiene.  Las edades de la vida, una muestra de pintura metafísica tradicional, en Munch son mujeres. O esa inenarrable composición de La mujer en tres estadios, también llamada La esfinge. Y, en efecto, casi siempre están como engastadas en paisajes personalísimos en los que es frecuente que aparezcan puntos de fuga en caminos, senderos, playas que dan una profundidad de tristeza y misterio a unas composiciones en las que se prescinde de la perspectiva.

La parte que el museo llama "melodrama" es la que se concentra en las pasiones, las relaciones humanas. Los cuadros de tema de celos son muy curiosos y remiten a ese mundo finisecular en que coincidían las pautas de la moral burguesa tradicional con los movimientos de emancipación de las mujeres. Varios de estos celos representan momentos antes de lo que tradicionalmente se llamaba crimen pasional y hoy asesinato machista.

En fin, que merece mucho la pena visitar esta exposición. Hay eco de Van Gogh, Gauguin, Toulouse-Lautrec y expresionismo alemán a raudales. Pero sobre todo está el propio Munch, con su obsesivo ánimo. Por cierto no sé si hay más de dos autorretratos y uno de ellos con una modelo. Se hubieran agradecido algunos más. Los autorretratos de este hombre son alucinantes. Bueno, como los de todos los pintores.

En fin, si no es por todo eso, merece la pena por una preciosa versión de El grito. Para quedarse pasmado pensando cómo diantres se consigue pintar un grito.

divendres, 20 de novembre del 2015

La Gran Nación de Gila.

Hace dos días, Palinuro anunciaba que el gobierno español iba a la guerra de Gila en un post titulado Vamos a la guerra, pero poco. Se quedó corto. El asunto va haciéndose más cómico según pasan las horas. Da igual lo que suceda en el mundo. Rajoy solo piensa en las elecciones. Cuando ganó las de noviembre de 2011, retrasó cuatro meses la aprobación de unos presupuestos muy restrictivos para no afectar a sus expectativas en las elecciones andaluzas que, de todas formas, perdió. Los presupuestos del año que viene se aprobaron, en cambio, a toda velocidad antes de que se disolvieran las cámaras precisamente para todo lo contrario, para condicionar en su ejecución al gobierno que salga de las próximas elecciones del 20 de diciembre. Es lo único que cuenta para él: ganar las elecciones, o sea, mantenerse en el poder a toda costa. A ese objetivo sacrifica todo: los presupuestos, los ritmos parlamentarios, los usos democráticos y, como se ve ahora, hasta el papel internacional de España y sus compromisos con sus aliados. Lo que sea.

Siendo vicepresidente del gobierno, Rajoy aplaudió en 2003 la decisión de Aznar de meternos en una guerra ilegal, injusta, de rapiña y basada en patrañas fabuladas con sus compinches de las Azores. Aplaudió y redobló tambores de guerra en contra de la voluntad casi unánime de los españoles. Y cuando, como resultado de ese crimen, España padeció el peor atentado de su historia en represalia, el mismo Rajoy se sumó a la mentira orquestada por el gobierno de atribuírselo a ETA y hasta la intensificó publicando un artículo periodístico en la jornada de reflexión en el que afirmaba que "tenía la convicción moral" de que había sido ETA. Pero de sobra sabía él que era mentira y que el atentado de Atocha fue obra de terroristas musulmanes en venganza porque España participó en aquella guerra.

Nadie creyó las mentiras del gobierno y, en consecuencia, el PP perdió las elecciones. Las perdió él, que era el candidato.

Y ahora, a un mes de las de 20 de diciembre se le plantea la exigencia de repetir la historia de 2003 y de mandar tropas a una guerra probablemente tan impopular como la del Irak. Unas elecciones que creía ya ganadas y que ahora ve peligrar si España entra en el conflicto. Ni hablar. Antes se deja afeitar la barba. Si por él es, el Estado Islámico puede conquistar el Asia entera que él no moverá un dedo.

Uno de sus complacientes ministros apunta la posibilidad de que el gobierno no tome una decisión antes del 20 de diciembre. No es muy gallardo, pero permite engañar a la gente, llevarla a votar y, al día siguiente, meterse en otro lío bélico. Solo tiene un inconveniente: es poco probable que Francia, la cabecilla de una alianza internacional que pretende laminar en caliente el Estado Islámico a bombazos y que exige la aportación de efectivos de sus aliados, tenga paciencia para aguantar treinta días a que Rajoy gane las elecciones.

Como quiera que los franceses van a presionar, el presidente de los sobresueldos ha dado con una fórmula que lo retrata en su miseria moral, al tiempo que pone en su lugar a la Gran nación, de la que no para de hablar cuando va a su pueblo. Quiere llegar a un acuerdo de chalanes con el presidente francés: no enviará efectivos militares a Oriente medio (entre otras cosas porque, probablemente, no los tenemos) pero está dispuesto a sustituir a los franceses en sus misiones más bien policiales en el África y quiere vendérselo a Hollande con el astuto argumento de que así él dispone de más tropas para castigar al Estado islmámico militarmente.

Por no ir a la guerra (con el peligro de perder las elecciones), Rajoy/Gila está dispuesto a que el ejército español vaya de criado del francés, a hacer de mucamo, a limpiar el patio, dirigir la circulación y barrer las calles. 

La derecha no ha tenido jamás el menor atisbo de heroísmo y, siempre que habla de la Patria, es para engañar porque piensa en el dinero que tiene en Suiza, pero esta vileza del presidente de los sobresueldos es ya deprimente. 

¿Homenajear a un criminal?



Para el 3 de diciembre próximo, la Fundación Francisco Franco, una entidad subvencionada por el Estado y dedicada a ensalzar la memoria de un golpista y dictador, ha convocado una cena en homenaje a su caudillo en el hotel Meliá Castilla. Change.org ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas para pedir a los responsables del hotel que cancelen ese acto repugnante que insulta a todos los demócratas y la memoria de las víctimas de la vesania fascista. Para firmar se puede pinchar sobre la imagen o aquí.

dijous, 19 de novembre del 2015

Cosa de la raza.

Falangito llaman a Rivera en las redes, que son como corralas de maledicencia tecnológica. Según parece, el líder de C's se irrita con el apelativo, no sé si por lo que tiene de Falange o lo de Naranjito, también relacionado con el color de su partido. Hay quien dice que esa irritación explica por qué el hombre propone legislar la posibilidad de bloquear el acceso a internet en estado de excepción. Como en Cuba o en China, según dicen. Bloquear internet. Como el que clausura una sala de fiestas. En fin. No puede evitarlo. Lo lleva en su educación, su experiencia, su forma de ser.

Bien claro quedó en el Intermedio, cuando admitió a regañadientes que hay que hacer justicia a los asesinados y enterrados en cunetas por todo el país pero que el asunto de eliminar placas y otras señas e iconografías del franquismo no es necesario. Eso provocó una respuesta de Wyoming de antología. Rivera no hará nada contra el franquismo, ni lo condenará (ya evitó hacerlo en el Parlament catalán) porque lo lleva en los tuétanos, porque es un producto del franquismo pasado por el escaparate neoliberal.

El espectacular ascenso de C's viene impulsado por un lanzamiento mediático que solo cede al que disfruta Podemos, aunque con menor fortuna electoral. Rivera capitaliza en votos cada minuto de televisión, mientras que Iglesias pierde mucha fuerza en las discordias internas de su partido que cada vez se parece más a IU por las reyertas y venganzas. Ventaja inconmesurable para Rivera, al frente de un partido unido como una piña, con unos líderes sacados de castings, réplicas desvaídas del jefe y en el que todo es misterioso, desde su organización y funcionamiento hasta su financiación. Solo se sabe que el control de Rivera es férreo y que nadie discrepa. Puro estilo movimiento y movimiento nacional.

Carlos Delgado acaba de publicar un libro que lleva el muy gráfico título de Albert Rivera es un lagarto de V con una portada en que aparece el interesado con medio rostro suyo y medio de uno de los lagartos de una vieja serie de televisión en donde, si no recuerdo mal, los lagartos se comían las ratas vivas, cogiéndolas por el rabo. La imagen es bastante repulsiva y casa poco con la de broker vivaz y expeditivo que Rivera cultiva por los platós. Pero vale, y mucho, la idea subyacente de la personalidad ambigua, doble, del candidato. Es catalán y es español. Es de derechas y de izquierdas por transversalidad. Es liberal y es ordenancista. Es distante y cercano. Frío como un lagarto y cálido al modo de los testigos de Jehová. Todo lo que es es doble.

En la imagen. El fondo es autoritario, centralista, muy conservador, religioso y reciamente español taurófilo, pero abierto a todos los vientos del neoliberalismo.  Pan y toros, que decía León de Arroyal. 

La política de Dios.

Ya están los curas otra vez en danza, metiéndose en política con la orientación de siempre. Ahora la toman con el independentismo catalán y convierten la unidad de España poco menos que en dogma de fe. En realidad, la iglesia española no ha dejado de ser nacionalcatólica nunca. Y sigue en cruzada. Rouco Varela, de la tierra del glorioso manco de barbas de chivo, es un cruzado de la causa, un cura trabucaire en defensa del trono y el altar. Es inútil explicar a los prelados españoles que el clero catalán ve la cuestión desde un punto de vista muy distinto que cabe considerar favorable al independentismo. ¿Van a excomulgar a los curas catalanistas? No parece ni remotamente posible. Así que esta es una batalla que los españoles podían haberse ahorrado.

Pero no lo harán. Es un clero hirsuto, montaraz. Trae causa de la cruzada que arrancó un glorioso 18 de julio. Por eso, según parece, mañana, 40 aniversario del fallecimiento del Caudillo que la Iglesia llevaba bajo palio, se celebrarán quince misas en su memoria y, supongo, por el eterno descanso de su alma. Amén, que descanse, sí, eternamente. Se dirá que son los franquistas, los excombatientes, los veteranos de la División Azul, los que organizan los actos. Pero, para que haya misas, tiene que haber curas que se presten voluntariamente porque, que yo sepa, los servicios de los curas no son como los de los taxis. Y, con los curas, la Iglesia entera honra la memoria del caudillo.

Y no solo honra la memoria del Caudillo sino que sigue su obra. Allí donde Franco había combatido a los homosexuales con la Ley de Vagos y Maleantes, el obispo Reig, de Alcalá de Henares, los considera enfermos y se ofrece a curarlos. Porque está muy puesto en razón que la sexualidad de cada cual solo pueda vivirse según las ordenanzas de uno que no sabe lo que es o, si lo sabe, que todo es posible en este pícaro mundo, debiera callarse.

La Iglesia está en política en España siempre, y del lado de la derecha, de la más tradicional oligarquía. Hace un trabajo espléndido en garantizar la obediencia y sumisión del pueblo controlando el sistema educativo, interviniendo activamente en la organización de la vida cotidiana colectiva organizando las festividades, los ritos, los símbolos y propagando su doctrina a través de medios de comunicación audiovisuales financiados con cargo a las aportaciones que todos los ciudadanos hemos de hacer a su caja.

Con esta intensa actividad política, la Iglesia defiende sus intereses, amplios y muy diversos, como corresponde a una organización que en España es un Estado dentro del Estado, con abundancia de ingresos procedentes de transferencias públicas directas, subvenciones, exenciones de todo tipo y de actividades mercantiles privadas todas ellas acogidas a un sistema de privilegios por el que la Iglesia no paga impuestos de ningún tipo. Eso es lo que la derecha (y el PSOE hasta la fecha) ha conservado y lo que las izquierdas (ahora también con el PSOE en algunas partes) pretenden quitarle.

Vamos, que ganan las izquierdas y empiezan a pedir que la Iglesia pague el IBI. Ganan las izquierdas y empiezan a pedir que la Iglesia devuelva la Mezquita.

La Iglesia en España, ¡qué tema!

dimecres, 18 de novembre del 2015

Jugarse la independencia al póquer.


A más de dos meses de las elecciones del 27 de septiembre, Cataluña sigue con un gobierno en funciones, luego de que el Parlament rechazara por dos veces la investidura de Artur Mas. La falta de acuerdo de Junts pel Sí y la CUP produce desazón entre las filas independentistas y desconcierto en la población catalana que no entiende cómo es posible que el bloque sea incapaz de gestionar una victoria. Los intercambios entre las dos fuerzas soberanistas, habitualmente de guante blanco, se van crispando según pasan los días sin que se materialice avenencia alguna. Las fuerzas unionistas en Madrid y Barcelona atisban con fruición la posibilidad de que el proceso descarrile y ellas puedan concentrarse en lo que les importa, las elecciones del 20 de diciembre, cosa que ahora es imposible porque los malditos catalanes no levantan la incertidumbre y se empeñan en condicionar la política española con sus indecisiones. El asunto puede encararse echando mano de varias hipótesis:

Primera. La hipótesis florentina: los principales dirigentes tienen el acuerdo cerrado y compromiso para hacerlo público quizá antes del 20 de diciembre y, en todo caso, antes de 9 de enero, fecha en que, de no haber investidura, serán obligadas nuevas elecciones. Ha sido siempre la hipótesis favorita de Palinuro. Pero Palinuro no se fía de nadie y menos del mismo Palinuro. La hipótesis florentina, sin ser del todo falsa (hay un acuerdo, sin duda), no puede probarse al final por falta de capacidad de los intervinientes en el último momento. Hay que pasar a otro escenario, otra hipótesis.

Segunda. La hipótesis del bloqueo. Se agota el plazo sin acuerdo porque las dos partes no pueden cortar el camino al desastre a que aboca el juego del gallina.  Ambos sostienen haber hecho concesiones al límite. Ya no pueden hacer ninguna más porque perderían el respaldo de sus seguidores, esto es, el de las clases medias el nacionalismo burgués y el de sus bases asamblearias el radical. Esta hipótesis conduce a otra.

Tercera. La hipótesis del miedo. Las respectivas concesiones se terminan donde tropiezan con una exigencia que cada uno considera de imposible cumplimiento y que, con cierta simplificación, se personifica en la figura de Mas. Más es innegociable para Junts pel Sí igual que No-Mas lo es para la CUP. Cierto, hay otros factores, pero el de la persona del president es decisivo. En teoría de juegos esta táctica es muy conocida: se impone al otro una condición de imposible cumplimiento a los efectos de culpar al incumplidor del fracaso y quedar impoluto ante los propios. Suele darse cuando uno dice buscar un resultado que, en el fondo, no quiere y al que tiene miedo, pero sin atreverse a decirlo.  Es decir, en realidad, el bloque tiene miedo a la independencia, miedo a la reacción de España, miedo a lo que suceda el día después, miedo al riesgo y a la tarea por delante. Por eso se culpa al otro.

Los intervinientes están jugando una partida de póquer y recurren al farol. Lo hizo Mas-Colell (No asfixiem el procés), pidiendo cerrar el grifo de las concesiones a la CUP e ir a elecciones en marzo. Lo aplaude un editorial de El País (Disidentes de Mas) que, a la posibilidad de elecciones añade la de que CDC liquide ya el proceso, reconozca el fracaso y se avenga a pactar con el Estado. Ese es también el farol que se larga Francesc Homs al reconocer que tienen mayoría para iniciar la desconexión, pero no para culminar el camino, cosa que ya había advertido la CUP cuando afirmó con bastante sentido común que no había mayoría para una DUI. Hasta el muy templado Junqueras, a quien tengo por uno de los pilares del proceso, se dejó llevar al farol y auguró que, de haber elecciones en marzo, aumentaría el voto independentista. A gallo, gallo y medio. El diputado de la CUP, Julià de Jodar, responde a Mas-Colell que no tragan más y que saldrán beneficiad@s de las tales elecciones anticipadas.

Puro bluff generalizado. Todos amenazan con unas elecciones que nadie quiere porque bien puede ser que la gente, harta de la incapacidad de pactar de los líderes, irritada al postergarse una decisión que daba por hecha y frustrada de que sus dirigentes jueguen tan irresponsablemente con las ilusiones del personal, les niegue el voto. Que cambie la correlación de fuerzas en el Parlament y que el proceso quede aplazado a las calendas griegas. Sin duda, así perderían el miedo a tener que enfrentarse a la hostilidad y la represión del Estado y solo tendrían que adaptarse mansamente a las represalias que se ejercerían.

Llegados a este punto sin salida en el que ninguna de las dos partes quiere ceder, si pretenden seguir adelante con el proceso de la independencia lo único que pueden hacer es echarlo a suertes. Echar a suertes si cede la CUP y Mas es presidente o cede JxS y es otro. O cualesquiera figuras intermedias. A primera vista quizá parezca una demasía o una boutade pero no lo es tanto cuando se recuerda que en la Grecia de Pericles, cuna de la democracia, muchas decisiones y nombramientos se hacían por sorteo, un procedimiento tan impecable como el consenso o más, pues es absolutamente objetivo.

Salvo que, en el fondo, prevalezca el miedo.

Vamos a la guerra, pero poco.

Es como de Gila, para morirse de la risa sino fuera porque el triste destino de un país gobernado por un  incompetente invita más al llanto. No hace mucho que este buen hombre decía y repetía que España es una gran nación. Ahora, acongojado, recomienda a sus ministros que tengan perfil bajo y eviten opinar sobre el asunto. O sea, que se callen, que disimulen, que se hagan humo, se confundan con la cretona de las cortinas o, como dice el poeta, se disfracen "de noviembre para no infundir sospechas".

Caramba con la gran nación del Sobresueldos que se esconde como los conejos cuando empiezan los tiros.

Mientras la cosa fue de llamar por teléfono -intérprete incluido, claro- a dar el pésame, iluminar con la tricolor los edificios o hablar de solidarité face à la barbarie, todo sobre ruedas. En cuanto Hollande pide activar el protocolo de defensa común de los Tratados a los que España está obligada, el asunto vira a chungo y al genio de La Moncloa se le pone el inefable gesto de ¿y la europea? La petición de ayuda, además, es legal, según los franceses, y quiere cobertura de la ONU, pero el preclaro dirigente de la gran nación reza a alguna de las vírgenes a las que condecora su ministro Fernández Díaz para que no se le pida intervención militar directa en el asunto, soldados, aviones, bombas. La guerra, en fin. Espera que la participación de España se reduzca encender y apagar las luces y limpiar el local después de la función, que bastante tiene en Cataluña si la algarabía no cesa. Que no cesará.

¡Cómo cambian los tiempos! En 2003 Aznar metió al país en una guerra absurda, ilegal y delictiva en contra de la opinión de todo el mundo excepto de este mismo Rajoy. En terrible respuesta nos costó el atentado de Atocha que estos cuates siguen atribuyendo a ETA. Nadie quería guerras entonces y nadie las quiere ahora, así que el de los sobresueldos da orden en La Moncloa de que, si llama Hollande, le digan que no está, que ha salido a comprar unos chuches. Porque, si se ve obligado a participar en la contienda, le puede costar un disgusto en las próximas elecciones que es lo único que le importa.

Es mejor que Gila: "Oiga, ¿es el enemigo? Que no se ponga."

dimarts, 17 de novembre del 2015

Consistencia de la foto fija.


Sigue el diluvio de encuestas. Lógico. Son elecciones cruciales, posiblemente de las que los especialistas llaman cataclismáticas. Presentan una mayor variedad de opciones a lo habitual y más incertidumbre. Curiosamente, sin embargo, a algo más de treinta días de la votación, la foto fija más admitida tiene pocas variantes. Hechas todas las habituales advertencias acerca del sesgo de los sondeos según los medios que los financian y la función que se les atribuye (de movilizador del voto antes que de reflejo), la que trae el ABC coincide en líneas generales con otros. Dice el venerable diario que El desafío soberanista en Cataluña no condiciona el voto para las elecciones generales. Es un claro ejemplo de sesgo ideológico probablemente inconsciente. Hasta tal punto condiciona Cataluña el voto en las próximas elecciones que tiene mayoría notable de voto (27,9%) el partido del gobierno, a pesar de que ha sido una legislatura nefasta, la crisis no se ha resuelto, la corrupción ha resultado ser generalizada y el país está amenazado de ruptura. Justamente esa amenaza y la firme defensa de la unidad patria que promete Rajoy le garantiza el voto mayoritario. Lo demás no cuenta. La influencia es decisiva. El independentismo catalán triunfará o no, pero su efecto en el 20 de diciembre es dar las elecciones ganadas a la derecha. Cosa que al independentismo importa poco pues ha llegado a un punto en que las reacciones de la derecha y de la izquierda españolas van a ser las mismas.

La opción de la derecha, la alianza PP y C's alcanza un 45,8%; del voto y 183 escaños. Igual que en Cataluña el independentismo: menos del 50% del voto y mayoría absoluta en la Cámara. Y, como en Cataluña, en una coalición nacional. Y con un aliado catalán, aunque no nacionalista. La opción "unidad de España" es claramente ganadora. Entre otras cosas porque a ella cabe sumar asimismo al PSOE que, con el 22,1% del voto y 89 diputados, está bajo sus propios mínimos. Y Pedro Sánchez, un gesto nacionalista tras otro, proclama su coincidencia total con Rajoy y el PP en punto a la unidad de la Patria. Con eso no se juega. El bloque unionista español, en forma de gran coalición frecuente en Europa (PP y PSOE) sumaría 216 diputados y estaría en el 50 % del voto. Lo que sucede es que el bloque unionista puede reforzar su peso si en lugar de la gran coalición postula una unión sagrada de PP más PSOE más C's, en concreto 272 diputados y 67,9% del voto. Una mayoría aplastante con la que podría legitimarse una reforma conservadora de la Constitución y que no es disparatada ya que el PP puede forzar al PSOE a entrar en ella dado que no lo necesita para formar un gobierno PP y C´s. Por primera vez en mucho tiempo, el PP presenta una mayor posibilidad de alianzas que el PSOE.

Este se encuentra en una situación lamentable. Una hipotética alianza de la izquierda, estilo portugués, o sea contando con PSOE, Podemos e IU llegaría al 40,7% del voto y 131 diputados, necesitándose otro partido. Que este sea C's no parece muy probable. Demasiado a la izquierda. Esa insuficiencia se da también en una hipotética alianza PSOE más C's que se quedaría igualmente en un 40% del voto y 145 escaños, también lejos de la mayoría absoluta.

De no producirse un milagro de aquí al 20 de diciembre, el resultado augura una derrota clara de la izquierda y una victoria igualmente clara de la derecha. El milagro no parece vaya a llegar de la parte socialista porque su presumible desastre en Cataluña y su seguidismo del PP en materia de la unidad de España no le dejan margen de maniobra. Su unionismo nunca será tan de fiar como el del PP, que es el de toda la vida y su federalismo de última hora no despierta entusiasmo ni en sus filas. En lo tocante a los aspectos sociales, Podemos le resta mucho voto. A su vez, Podemos no se resigna a resultados mediocres y pretende recuperar el impulso de sus primeros momentos. Sus líderes hablan de remontada, pero esa no está nada clara. El compromiso de celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña de inmediato despierta profunda animadversión en sectores muy amplios de posibles votantes españoles. Basta con oír hablar a Jiménez Villarejo, que fue eurodiputado de Podemos, para detectarla. Además, tampoco está claro que la proliferación de apariciones mediáticas del líder principal de la organización con cualquier motivo, por trivial que sea, aumente sus expectativas de voto. De hecho, en los barómetros de opinión, Iglesias es uno de los dirigentes peor valorados. Solo supera a Mariano Rajoy, lo cual tiene escaso mérito.

La foto fija de las elecciones en España es consistente. Pero su resultado concreto final dependerá, una vez más, de lo que pase en Cataluña. Hasta tal punto llega la influencia de esta en las elecciones del 20 de diciembre. 

Zonas mixtas.

En la planta tercera del Reina Sofía hay tres exposiciones de obra de otros tantos artistas contemporáneos, dos vivos y una fallecida. Son una alemana de ascendencia japonesa(Hito Steyerl), un catalán (Ignasi Aballí) y la fallecida, una hindú de cultura musulmana (Nasreen Mohamedi). Las tres muestras por separado son amplias y traen información cumplida sobre las manifestaciones más recientes de las artes plásticas. Las tres también son muy rupturistas, mezclan procedimientos, rompen fronteras y carecen de todo respeto por los límites convencionales del arte. Hasta los títulos de las tres están bien escogidos: Duty-Free Art en el caso de Steyerl en referencia al mundo global de los aeropuertos; sin principio/sin final, que trasmite la sensación que producen sus interminables listas y relaciones; y La espera forma parte de una vida intensa, que hace referencia a la trayectoria vital de Mohamedi.

Hito Steyerl, la que he encontrado más de mi gusto, es una creadora que cultiva sobre todo el arte visual, en especial vídeos y documentales, sin desdeñar otras formas, como las fotografías. Sus contenidos tienen un ritmo vertiginoso con el que se pretende reflejar la inmediatez, la velocidad y hasta el atosigamiento de los intercambios contemporáneos de información e imagen. Suele parecer ella misma en primeros planos o planos medios, lanzando su mensaje, habitualmente crítico con órdenes sociales injustos. Crea espacios ad hoc para que el visitante se acomode como espectador en hermosos y mullidos cojines o sillones a fin de contemplar los mensajes que la artista proyecta: los desastres de la globalización, la tecnología, la utilización de las imágenes. Steyerl es, además, una interesante crítica de arte y tiene una visión contundente sobre los circuitos de mercantilización de las obras artísticas.

Ignasi Aballí expone obra de los últimos diez años a base de explorar las relaciones entre los textos y las imágenes por cuanto aquellos, por estar organizados y ordenados, producen en el visitante una curiosa sensación, en la que mezclan las artes gráficas, los contenidos que, a fuer de repetidos miles de veces aunque con variantes, suscitan una idea de infinitud y su plasmación plástica. Son obras de arte para espacios públicos, muy abiertos que, en cierto modo, recuerdan los memorials con que los Estados pretenden perpetuar los nombres de sus soldados caídos. Son especialmente agradables las superficies de colores sobre las que se ordenan como hormigas los nombres de las diferentes tonalidades de esos mismos colores, una especie de juego malvado para despertar la curiosidad del espectador a ver cuántos tipos de amarillo pueden existir. Otras armonías también de colores, vitrinas en las que lucen variedades de textos, recuadros donde las habituales advertencias dirigidas a los visitantes de los museos y exposiciones ascienden a la consideración de arte. O fotografías igualmente ordenadas por regularidades como esas curiosas cantonades, esquinas y solo esquinas de muy diferentes edificios que parecen crear una estética peculiar.

Nasreen Mohamedi es la menos rupturista de las tres. Nacida en la India y educada en Europa, se concibe a sí misma como pintora, grabadora, dibujante y fotógrafa en una línea más clásica, por más que sus contenidos son en su casi totalidad abstractos. Unos contenidos que muestran clara influencia de Mondrian, Kandinsky, Malevich, los constructivistas rusos y la Bauhaus, a la par que traen recuerdos de plástica japonesa y ornamentalismo hindú al estilo de los mandalas. Pero sin mezclarse. El predominio del abstracto y el dibujo geométrico es abrumador y su orientación fotográfica  también se inclina en la misma línea: pureza de líneas, nada de color, blanco y negro y minimalismo. Mohamedi murió víctima de una enfermedad degenerativa muscular que, en sus últimos años, la obligó a valerse de artilugios mecánicos para la representación y que dan a su obra una consistencia quebradiza, pura, mínima, como si el trazo quisiera descorporeizarse, desmaterializarse.

Buena iniciativa la del Reina Sofía para dar voz a formas de expresión artística que exploran caminos y abren visiones nuevas.

dilluns, 16 de novembre del 2015

Es la religión.

Disparaban fusiles Kalashnikov, hablaban en francés perfecto, llegaron en coches, se coordinaron con móviles. Son gentes civilizadas. No hirsutos pashtunes analfabetos de las montañas del Afganistán.

El mismo día del atentado, ese lumbreras que habita en La Moncloa, creyéndose llamado en tan grave situación a hacer alguna reflexión que diera su talla, soltó la habitual melonada:  No estamos ante una guerra de religiones, sino ante una lucha entre civilización y barbarie. El hombre se supera: en 15 palabras, dos mentiras y un insulto. Por supuesto que se trata de una guerra de religiones. Por supuesto que no tiene nada que ver con la civilización, concepto que más vale emplear en singular porque, en el fondo, solo hay una civilización: la humana. Esto de la guerra de las civilizaciones fue popularizado por Huntington a fines del siglo para definir la época de la postguerra fría, recogido con su habitual ligereza por Zapatero con fines propagandísticos y empleado hoy por este zote que confunde civilización con cultura. Y, de paso, insulta a los islamistas, pues la parte de "barbarie" de su diagnóstico les corresponde a ellos, mientras que nosotros somos los "civilizados". Dos mentiras y un insulto.

No me parece desmesurado insultar a unos asesinos. Pero con eso no adelantamos nada si los insultos y las tonterías sobre las civilizaciones no se sitúan en su debida perspectiva.

Desde luego que estamos ante una guerra de religiones. En concreto, las tres llamadas del Libro, las tres religiones monoteístas, la hebrea, la cristiana y la musulmana, que han sembrado la historia de odio, destrucción y crímenes de todo tipo. No tengo noticias de que las demás confesiones luzcan un palmarés tan prolongado de barbarie como estas, aunque alguna habrá, probablemente. Pero nada comparado con la escabechina que estas tres llevan siglos ocasionando. La cristiana (en sus tres ramas de protestante, católica y ortodoxa) y la musulmana de un modo concentrado hasta el día de hoy; la hebrea, que empezó muy lucidamente en el Antiguo Testamento, masacrando los pueblos en torno suyo, se vio luego obligada a hacer un alto de veinte siglos a causa de la diáspora pero, desde el restablecimiento del Estado de Israel, se ha propuesto recuperar el tiempo perdido, cosa que hace a conciencia con los palestinos.

Las tres religiones monoteístas, basadas en la convicción de que sus respectivos creyentes son el pueblo elegido por Dios, sienten un impulso incontenible de matar paganos, infieles o no creyentes a mayor gloria de aquel. La intención puede ser convertirlos a la fuerza y/o exterminarlos, pero es la misma en los tres casos. Solo que con diferencias en cuanto a los tiempos históricos en que viven sus conflictos. Teóricamente, en la actualidad, los cristianos -tras haber masacrado medio  mundo y haberse entrematado entre ellos durante siglos- no van ya por ahí evangelizando a sangre y fuego. Del mismo modo, los hebreos se especializan en machacar a los palestinos y solo ocasionalmente agreden a otros pueblos fronteriozos. Mientras que son los musulmanes quienes están lanzados a la guerra santa contra los infieles con todo tipo de barbaridades.

Es un conflicto religioso, el de siempre. Ciertamente se desarrolla en muy distintos escenarios, en frentes variados, incluso en ausencia de frentes, lo cual lleva a la legión de estrategas de salón a perorar sobre la IIIª guerra mundial atípica ya que ahora los combatientes a muerte pueden compartir el rellano de la escalera o encontrarse en la frutería. 

Los países occidentales (todos ellos cristianos) llevan años, decenios, prosiguiendo su tradición de potencias coloniales en los del Islam, interfiriendo en sus destinos, en perpetua injerencia en su política, su economía, sus fronteras y sus relaciones. En un escenario geopolítico que ni ellos mismos entienden,  se arrogan el derecho a  bombardearlos, ocuparlos, partirlos o volverlos a unir a su antojo. Su política de alianzas a corto plazo (armando a unos, atacando a otros) se vuelve contra ellos en un medio extraordinariamente volátil. Su acción provoca verdaderas masacres, guerras civiles, destrucción de cientos de miles de vidas, destrozos de riqueza sin cuento, interminables columnas de refugiados que desbordan las fronteras occidentales y traen la inestabilidad y, como puede verse, el terror más ciego e inhumano. 

Tanta destrucción, tanta humillación, tanta masacre  de una confesión, la musulmana, que antaño fue un glorioso imperio, provoca reacciones desesperadas, un verdadero frenesí de locura, destrucción y venganza en sus sectores más combativos. Pero eso no preocupa a los gobernantes porque las víctimas somos siempre las poblaciones pacíficas, no ellos. Obviamente, cuando se produce algún monstruoso atentado como el de París, se oyen voces de musulmanes "razonables" que recuerdan que el Islam no es terrorismo, masacre y crueldad y que, por lo tanto, las sociedades cristianas deben refrenar sus impulsos más inmediatos de acudir a la ley del talión y empezar a masacrar  musulmanes o a expulsarlos. Ocurre con estos como con esos católicos que dicen no estar de acuerdo con las crueldades de su iglesia en el pasado o sus demasías y abusos en el presente y no hay que juzgar a todos los fieles por el mismo patrón.

Todos estos creyentes "moderados" y "razonables" de las tres religiones monoteístas están en su derecho de exigirnos respeto a quienes, no siendo confesionales, queremos vivir en órdenes sociales en los que los fanáticos de sus credos no se piensen con derecho a asesinarnos. Pero también estamos nosotros en el nuestro de exigirles una intervención más activa para apaciguar a los criminales que asesinan en nombre de sus dioses. Se dirá que solo asesinan los fanáticos musulmanes, mientras que nosotros, los cristianos, nos defendemos. Mentira. No es necesario recordar la siniestra pantomima por la que tres criminales en Las Azores planearon con detalle una guerra de rapiña y destrucción basada en engaños y falsedades y de la que, entre otras cosas, se deriva buena parte del desastre actual. La diferencia entre los crímenes de los terroristas yihadistas y los de los Estados cristianos es que nosotros los hemos institucionalizado. Ayer, el Papa de Roma, típica voz del establishment católico decía con una conciencia feliz ante una muchedumbre de fieles entregados que cometer actos de barbarie como los de París en nombre de Dios es blasfemia. Ese bárbaro concepto con el que se torturó y asesinó a tanta gente por estos pagos, sigue vivo en el imaginario de los creyentes. Da miedo.

No, no es un choque de civilizaciones. Es una guerra de religiones con elementos geopolíticos, de dominación estratégica, política y económica y de expolio de riquezas y recursos naturales. Como siempre en las guerras de estas tres religiones que llevan dos mil años (algo menos la musulmana) ensangrentando el planeta.

Los desestimientos.


Antaño, los cambios en las afinidades electivas de los políticos solían hacerse discretamente, una vez los acuerdos y contrapartidas eran suficientemente sólidos. Todavía se recuerda en los mentideros de la villa y corte el sigilo con que Bono y Pérez Mariño negociaron el aterrizaje del juez Garzón de número dos en la lista del PSOE por Madrid en 1993. Es verdad que, unos años después, rebotado el juez y vuelto a sus puñetas, la florentina jugada estuvo a punto de costarle la cárcel a Felipe González. Pero no hay duda de que la gestación y primera lactancia fueron impecables.

Actualmente, la llamada nueva política desdeña -dice- los reservados de los restaurantes, los contactos discretos, los pactos bajo cuerda y todo quiere hacerlo a la luz del día. Vale decir, marcando protagonismo en los medios. Los medios amplifican el efecto de los grandes y simbólicos fichajes, dan lustre a los partidos que los consiguen y perfil heroico al fichado. Pero la era mediática es tornadiza y voluble y, al igual que la captación de una gloria del foro o de la cátedra resuena en los confines del imperio, si la gloria, por las pequeñeces de la vida cotidiana, desiste del empeño, el efecto desmovilizador impacta todavía más.

Pérez Royo y Gómez Benítez desisten de ir en las listas de Podemos. Su captación se vio como un éxito que, además de prestigiar a la organización, animaría a otros. A la inversa, su baja es un fracaso y el ejemplo tiende al derrotismo con mayor intensidad. Añádase que el partido de los círculos morados tropieza con crisis, enfrentamientos, discrepancias en varias zonas del país y no de las menos importantes: Galicia, País Vasco, Cataluña, Valencia y Andalucía. Prácticamente media España disconforme con el estilo que la dirección imprime al partido. Todavía va a ser cierto que Podemos no llega a las elecciones del 20 de diciembre (supuesto que se celebren) o, si lo hace, será en condiciones bastante endebles.

La montaña mágica de las elecciones europeas de mayo de 2014 parió un ratón.

En IU de Andalucía, otro desestimiento, Lidia Falcón, histórica y aguerrida militante de la izquierda y feminista (presidenta del Partido Feminista de España) da un portazo a la lista al congreso por Sevilla, acusando a IU de "sectarismo". No es algo novedoso. IU arrastra merecida fama de sectaria desde antes de ser ella misma, cuando solo era un proyecto alumbrado en el muy sectario Partido Comunista de España. Pero también es cierto que el historial de Falcón, caracterizado por un personalismo y un narcisismo desmesurados, no era lo más apropiado para encajar en esta organización de la izquierda.

La salida hace unos días de Alberto Sotillos de la candidatura de Ahora en Común, acaudillada por Garzón el joven y el apartamiento de Bea Talegón de esta misma organización, prueban que, en los últimos momentos antes del cierre definitivo de las candidaturas electorales, los movimientos son y serán cada vez más convulsos. Y los desestimientos, por su naturaleza conflictiva, serán siempre más visibles que los consentimientos.

Una razón más para temer un verdadero batacazo electoral de la izquierda.

diumenge, 15 de novembre del 2015

No hay marcha atrás en la independencia.

Mi artículo de hoy en elMón.cat sobre el estado de las negociaciones entre JxS y la CUP para formar gobierno en Cataluña. Sostengo que la independencia está en marcha incluso aunque parezca que no y, a veces, cunda el desánimo entre sus partidarios, sobre todo después de la segunda negativa a investir a Mas. Sin embargo, no hay otra posibilidad porque, llegados a este punto, si la independencia de Cataluña tiene costes elevados, más elevados serán los de la no-independencia. Especialmente porque, en el hipotético caso de que se diera ese fracaso, no sería por un resultado adverso en un referéndum, sino por la incapacidad de los políticos para ponerse de acuerdo y gestionar una buena oportunidad. Algo que la gente, probablemente, no perdonaría.

A continuación, la versión española:

No hay marcha atrás.

Nadie dijo nunca que la independencia iba a ser gratis. Tienen razón los neoliberales más extremos: “no hay almuerzo gratis”. Todo tiene un coste. Y, cuanto mayor es el fin, más elevado el coste. La independencia, el estadio más alto a que puede aspirar una comunidad digna y libre, tiene el máximo precio que quepa imaginar, incluso el de renunciar a cualesquiera otras referencias ideológicas o vitales Por la independencia, como por la libertad, pues son lo mismo, “la vida y la hacienda se han de dar”, como decía don Quijote.

Por muy alto que sea el coste de la independencia, mucho mayor será el de la no-independencia. Todos los males y desgracias que los unionistas vaticinan en caso de emancipación se harán realidad en el de la continuidad de la dependencia. Y alguno más. Esos malos augurios son proyecciones de la insatisfacción actual. La conservación del statu quo, incluso la involución, será la verdadera fractura social, así como la humillación y la frustración de una sociedad que entrevió una oportunidad vital única solo para verla esfumarse entre recriminaciones recíprocas.

Cataluña tiene en su haber una larga serie de derrotas históricas que quintaesencia todos los años en la Diada. Muy competentes historiadores rivalizan luego en la tarea de explicar un fracaso mantenido a lo largo de los siglos. Todas las derrotas comparten una causa general, aparte de las específicas de cada momento: la falta de voluntad de victoria que se manifiesta siempre que alguien afirma querer la victoria pero pone límites a los costes que está dispuesto a asumir. ¿Quiere esto decir que no hay límites y que el fin justifica los medios, como piensan los jesuitas? En absoluto. Ningún fin, ni la independencia, justifica la inmoralidad, la injusticia, la inhumanidad y menos uno que es, precisamente, moral, justo y humano. Quiere decir que, dejando a salvo el principio aúreo de la moral racional universal, acuñado en el imperativo categórico kantiano (tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros) ningún coste es excesivo para lograr la independencia, como no lo es para lograr la libertad porque solo la independencia y la libertad nos hacen dueños de nosotros mismos.

Achacar a otro falta de voluntad para alcanzar el objeto común sin haber probado fehacientemente que la propia carece de límites excepto el mencionado de la regla áurea es un subterfugio cuya única utilidad consiste en evadir la responsabilidad a la hora de la derrota. Es preparar el camino para consolarse encajando un fracaso más, trasladando la oportunidad actual a un impreciso horizonte futuro. La muy comprensible tendencia humana a nadar y guardar la ropa, a asegurarse una justificación y un consuelo para el caso de no lograr el objetivo previsto que, entre otras, retrata la fábula de la zorra y las uvas, solo conoce un medio seguro de evitar que se produzca el desestimiento: quemar las naves, volar los puentes de retirada, cegar el camino de vuelta, no dejar expedito sino el que lleva adelante.

Los principales dirigentes independentistas están hoy inmersos en tensas y abstrusas negociaciones para conseguir una fórmula que permita un gobierno en Cataluña y que ese gobierno aplique la hoja de ruta de la desconexión y hacia la independencia. Lo hacen en un contexto de fuerte presión exterior, con un Estado dispuesto a llevar su oposición a sus últimas consecuencias. Pero también en medio de contradicciones y tensiones internas que incrementan la desconfianza entre los sectores en negociación. Unos sospechan que alguna concesión suficientemente significativa del nacionalismo español desactivaría el propósito independentista de los otros y estos se malician que el maximalismo de aquellos solo enmascare la falta de compromiso real y efectivo con la independencia como finalidad en sí misma. Entre medias el creciente desánimo de una ciudadanía a la que se exige un a paciencia y una confianza en sus líderes a las que estos están obligados a responder de modo positivo. Sin contar con la expectativa de aquellos españoles que, de acuerdo con un reciente libro de Alfred Bosch, ven una oportunidad favorable en la indepndencia de Cataluña, por alambicado que pueda parecer.

Por eso, ¿qué tal si los principales responsables de las negociaciones se reúnen en público y se comprometen solemnemente a tener un gobierno catalán que lleve adelante la hoja de ruta y en un plazo específico, sean cuales sean las circunstancias? Esto es, hacer lo mismo que están haciendo ahora, pero cada uno por su lado, tratando de tranquilizar a sus respectivos electorados. El acto sería conjunto y equivaldría a un pacto formal, de esos que se cumplen. Sería un acto equivalente al de quemar las naves, demostrando que no hay vuelta atrás ni camino de retorno.
Porque no lo hay.

La derrota no es una opción.