dimarts, 29 de setembre del 2015

La revolución catalana se expande.


Por fortuna solo eran unas elecciones autonómicas normales. Si llegan a ser un plebiscito, como querían los malvados independentistas, o un referéndum, como aconseja la prudencia, el resultado hubiera sido devastador.

Docenas, centenares de analistas y expertos están sacando punta a los datos igual que John Wesley Hardin se la sacaba a su revólver en la canción de Johnny Cash. Que si el voto "sí-sí", el "si-no" y el seco "no"; que si la relación voto-escaño; el sistema electoral; el cómputo de los indecisos, el boicoteo del voto exterior, etc. Ahí seguirán un buen e inútil rato pues ya está claro que el independentismo ha ganado. Tiene mayoría absoluta en el Parlament en un sistema parlamentario. Pues ya está todo dicho. Al menos para los medios internacionales que dan ganador al bloque del "sí-sí". Los medios españoles, en cambio, dan ganador al bloque del "no", pero todos saben que la finalidad de los medios españoles no es comunicar ni informar sino adoctrinar y mentir.

El triunfo independentista es indudable y todos los distingos y recuentos capciosos no lo convertirán en derrota. Ahora vienen los debates sobre hasta dónde llegan los poderes de un parlamento autonómico y si deja de serlo por una proclamación unilateral en la que se declara soberano en sentido pleno. Serán temas apasionantes en los próximos tiempos. Controversias institucionales de hondo, revolucionario, calado.

El eremita intelectual de La Moncloa se ha manifestado con la pompa de una custodia para recitar la habitual melopea de lugares comunes y expresiones hueras. Las elecciones fueron autonómicas y quien quiera romper la ley se las verá con él, su guardián. La afirmación de que está dispuesto a dialogar aunque siempre dentro de la ley es una conquista fruto del impacto de la revolución catalana en su pétreo ánimo. Pero recuérdese que será "dentro de la ley", esa misma ley que él cambia a su antojo mediando la mayoría-rodillo parlamentaria de que dispone. La instrumentalización del Congreso para legitimar una política puramente represiva hace sospechar que estamos a punto de restablecer los nefandos decretos de proscripción, casi las lettres de cachet, provisiones penales dirigidas contra individuos concretos, con nombre y apellidos, por ejemplo, Artur Mas.

Es tal la degradación del sistema político de la segunda restauración en esta increíble, valle-inclanesca legislatura de Rajoy, que Cebrián se ha sentido obligado a revestirse de su hopalanda de conciencia de la comunidad. En El País de hoy nos regala una de sus admoniciones colectivas, generalmente escritas con la iracundia con que Moisés increpaba al pueblo elegido cuando lo pillaba adorando el becerro de oro. En ella se insta con vehemencia al presidente del gobierno a abandonar su indolencia casi de serrallo y convocar elecciones anticipadas. Es lo que suele pedir para enderezar las cosas y, por lo general, las tuerce.  

La revolución catalana ha dejado tiritando el sistema de partidos en España. El ascenso vertiginoso de C's y el hundimiento de Podemos son ya objeto de grandes, enjundiosos debates. Confieso no tener las ideas claras con C's, aunque estoy dándole vueltas, pero creo entender mejor el fiasco de Podemos en Cataluña. Estaban avisados. Solo faltaba que alguien les gritara "¡es Cataluña, estúpidos!". Faltó. No lo entendieron y desembarcaron en el Principado desconociéndolo todo sobre él y fiados en cuatro teorías apolilladas sobre la naturaleza del nacionalismo. Por si les flaqueaba el ánimo, se agarraron de  la firme doctrina tradicional de la IU catalana, la vertiente de la IU española de la que Podemos abominaba como del maligno. Han obtenido dos diputados menos de los que tenía IU en solitario, antes de que el partido morado oficiara de introductor de las masas de "la gente". Dicho en plata, Podemos no aporta nada a IU; resta.

Que esto sea así o no en las elecciones generales está por ver, pero la experiencia catalana prueba que, al menos en Cataluña, la gente no te vota si lo ignoras todo sobre ella y la juzgas con orejeras y prejuicios. Te da la espalda si haces campañas electorales ruines, ambiguas, de muy problemática moralidad como la del famoso episodio de los abuelos. Este desastre no podía ser cubierto solo por el infeliz de Rabell y fue precisa la comparecencia de Iglesias a dar su versión de los hechos. Reconocer que un 47% del voto es independentista le honra pero no le hace ser más rápido. Y enseguida vuelve a torcérsele la buena intención por desconocimiento. Afirma que es preciso "escuchar" a los catalanes, como si Cataluña fuera una tribu de la frontera y no lo que es, un igual a España, de forma que quizá debiera ser esta quien escuchara alguna vez.

Producto del choque de esa revolución que los de Podemos iban a implantar pero no supieron ver cuando se inició, Iglesias promete convocar un referéndum de autodeterminación de los catalanes. Está claro, revolucionariamente claro, que solo votarán los catalanes porque, si votaran todos los españoles no sería de autodeterminación sino de heterodeterminación.

El seísmo provocado por el estallido catalán alcanza su máxima intensidad precisamente en los predios independentistas. La CUP anuncia que el plebiscito no se ha ganado, que nada de DUI y que no apoyará la investidura de Mas. O sea, una revolución dentro de la revolución. Pasa con frecuencia. Toda alianza o coincidencia política, sobre todo si es de izquierda, suele venir acompañada de controversias de carácter táctico, estratégico y hasta teórico. Es la termita de la unidad de la izquierda en todas partes. Supongo que la CUP, en este caso,  tiene poderosas razones para interponer un veto rotundo con consecuencias estratégicas fácilmente imaginables. Pero no se me alcanzan. La investidura de Mas no implica necesariamente un voto de confianza a su hipotético programa y, en cambio, demuestra desconfianza hacia alguien que, al menos en la cuestión nacional, no la merece, sino todo lo contrario. La aportación de Mas al proceso independentista a un coste personal que está por determinar, ha sido y es esencial. Y a ello se añade el criterio de que imponerse a la mayoría por la fuerza de los números (aunque sean paradójicamente menores, pero necesarios) y no de la razón no es aceptable.

Estaba dando vueltas a esta cuestiones cuando de pronto Mas se descuelga dando un  paso atrás y declarándose dispuesto a renunciar a la presidencia a cambio del acuerdo y la unidad de acción del independentismo. Es difícil atribuir este gesto a intenciones malévolas de ningún tipo. Al contrario, ensalza la figura de Mas quien, como un nuevo Marco Curcio, se sacrifica por la salud de la República.

La revolución catalana tiene muchas facetas.

¿Quién ha perdido las elecciones catalanas?

Subo unas declaraciones de Palinuro ayer a Vila Web. Sobre las elecciones del domingo. El texto catalán está aquí.

A continuación, la versión española:

El gobierno que surja de estas elecciones tarde o temprano propondrá una DUI.

El gobierno español tiene el resultado que merece por no haber pemitido un referèndum y por haber forzado unas elecciones autonómicas. Si se hubiese permitido un referèndum, con el 48% de los votos, lo hubiesen ganado. Pero, como no ha sido así, estos votos se convierten en una mayoría absoluta de escaños y eso es lo que cuenta. Les ha salido el tiro por la culata. Un gobierno perfectamente legítimo, democrático con una mayoría absoluta, con un programa independentista y republicano en Cataluña y sin interlocutor en España. ¿Quién ha perdido las elecciones? El gobierno español. Y sería lógico, en un sentido democrático que el presidente presentase la dimisión.

En este momento un gobierno democrático con una mayoría absoluta en el parlamento catalán carece de interlocutor en Madrid. ¿Qué puede pasar? Lo más correcto sería que el gobierno de Madrid pidiese al de la Generalitat un aplazamiento de la interlocución hasta que hubiese un interlocutor válido en la capital. Lo normal sería que el gobierno de la Generalitat aplazase la interlocución pero sin retrasar la hoja de ruta ni su acción exterior.

Hay un vacío de Estado porque esta mayoría en Cataluña es republicana. Y es claro que el Rey tendrá que decidir sobre qué parte del territorio reina, porque aquí hay un horizonte republicano que no puede ignorarse. Este resultado es una revolución para España y para Europa.

Me parece que el gobierno catalán que salga de estas elecciones, tarde o temprano, propondrá una DUI y tendrá todo el derecho. Y ¿cómo se responderá a eso? No se podrà responder diciendo que no se puede hacer porque eso està fuera ya de discusión. Probablemente habrá que hablar de cómo se negocia, con qué plazos, con qué transiciones. Y no sé si el sistema político español. El llamado “régimen del 78” està en condiciones de abordarlo.

Hay un gobierno salido de unes elecciones democráticas, asediado, boicoteado, maltratado, insultado, amenazado... Todo esto ha pasado en los últimos años. Y ¿quién se sienta a negociar con este gobierno? Cataluña tiene ahora un estatus político de legitimidad. Y ¿qué ofrece a Cataluña el gobierno español? ¿Cómo se opondrá a lo que considera mentiras? Y todo porque son unos zotes. Si yo fuese Rajoy dimitiría y que ahora alguien gestione lo que viene. Porque lo que viene en Cataluña puede gestionarse, ya que tiene una base muy sólida, pero en España, no.

dilluns, 28 de setembre del 2015

España carece de gobierno.

Artículo publicado hoy en elMón.com y escrito el domingo a las 23:00, cuando aún no había terminado el recuento. Esta es la versión en catalán y, a continuación, inserto aquí el original en español:



CATALUÑA NECESITA UN INTERLOCUTOR EN ESPAÑA

Con los resultados conocidos cuando se lleva el 82 % escrutado quedan claras dos cosas: el independentismo gana en votos y más claramente en escaños. Es el momento de las interpretaciones. Pero no por mucho tiempo.

Hay un hecho indudable: el independentismo ha ganado. El resultado de unas elecciones que los nacionalistas españoles querían rebajar de valor, privándolas de su carácter plebiscitario ha tenido un efecto contradictorio con esas intenciones. De haber sido un referéndum ordinario, un resultado por debajo del 50% se anotaría en la hoja de pérdidas y no habría más que hablar. Los independentistas tendrían que resignarse como hicieron el año pasado los escoceses y esperar otra ocasión. Pero, al ser elecciones autonómicas “ordinarias” (aunque con valor plebiscitario), cuentan los votos y los escaños, se quiera o no. Los escaños exceden la necesaria mayoría absoluta en el parlamento para tomar decisiones y esas decisiones se adoptarán en sentido independentista. El debate se planteará sobre si DUI sí o no y si DUI inmediata o no. Es decir, al realizar unas elecciones autonómicas de contenido plebiscitario, los independentistas han llevado la cuestión al terreno de la política y de la negociación. Al terreno de la interlocución y en un plano reforzado para ellos y debilitado para los demás.

Para la necesaria interlocución entre España y Cataluña, las dos partes tienen que designar sus respectivos portavoces. Los catalanes están claros: el gobierno que se constituya en Cataluña según estos resultados. Un gobierno legitimado por una clara mayoría relativa de votos y absoluta de escaños. Los que no están claros son los españoles. Habiendo perdido estrepitosamente estas elecciones el PP y a menos de tres meses de otras que se anuncian catastróficas para él, el actual gobierno español carece de autoridad y legitimidad para sentarse a negociar nada con el catalán.

Ese vacío no se rellenaría con una hipotética entrada de los socialistas en el gabinete en una especie de gobierno de concentración porque, aunque tal cosa fuera posible, que está por ver, estaría sometido a la misma urgencia y necesidad de las elecciones de diciembre y no podría hacer nada.

El nacionalismo español podría pedir al gobierno de la Generalitat que, a la vista de la situación, tenga la generosidad de aplazar sus decisiones y esperar a que haya interlocutor en España que no sea este desastre sin paliativos en que ha terminado la catastrófica legislatura de Rajoy. Podría. Pero, aparte de quedar en ridículo una vez más, el Parlament y la Generalitat quizá concedieran esa moratoria pero sin que ello suponga un retraso en su hoja de ruta ni un abandono de su acción exterior, que habrá de ser más intensa que nunca. La fórmula podría ser: “nosotros no atosigaremos en España pero actuaremos en uso de nuestra soberanía en el exterior”.

En realidad, después de estas elecciones, España carece de gobierno.

Es poco probable que el actual presidente tenga la gallardía de dimitir, pues, sabido es, no entra en sus hábitos. Y con él en La Moncloa, como un muerto viviente, el país no tiene quién hable por él.

Tampoco la oposición puede aspirar a un rol más airoso. El otro partido dinástico, el PSOE, no es tan testimonial e irrelevante en Cataluña como el PP, pero no se le aleja mucho y, si se suman los votos de PP y C’s, queda muy por debajo de ellos. Innecesario subrayar que estos datos muestran con claridad que el sistema político catalán es distinto del español. El hipotético apoyo del PSOE al agonizante partido del gobierno no resolvería en absoluto el problema planteado y haría imposible cualquier otra propuesta alternativa de futuro por increíble.

El resto de las opciones aun son más inverosímiles. Si los dos puntales dinásticos de la segunda restauración han fracasado, los emergentes plantean otras dificultades. A tenor de sus nada desdeñables resultados catalanes, Ciudadanos quizá pueda presentarse como sustituto o relevo del PP, pero no como complementario.

Podemos ha ido a encontrar en Cataluña su sepultura. Si, después de haber roto su política de rechazo a toda coalición con los comunistas y neocomunistas de IU en España, en el Principado consigue los mismos diputados que tenía esa misma IU en Cataluña, lo más probable no es que vaya a asaltar los cielos en España sino que estos se le caigan sobre la cabeza.

Teniendo en cuenta que el independentismo catalán es de alma republicana, España no solo carece de gobierno –cosa relativamente contingente y, a veces, hasta beneficiosa- sino también de forma política del Estado. Que Rajoy no dimita está probablemente en su forma de ser y el aguante de la gente en España, pero cabe preguntarse si el hipotético surgimiento de una flamante República catalana en el horizonte no sería el momento adecuado para que el Rey abdicara. A lo mejor tiene una revelación y comprende que, si quiere mantener su autoridad sobre lo que le quede de su reino, sería una buena decisión someter la Corona a referéndum y dar a sus amados súbditos españoles el derecho que los catalanes han ejercido por su cuenta sin pedir permiso a nadie: el derecho a decidir.

Independencia y revolución.


La participación ha sido la más alta de la historia en elecciones autonómicas. Somos libres de interpretar el hecho como queramos, pero no de obviarlo. Han sido de más de 10 puntos respecto a las de 2012 y veinte respecto a las de 2010. O sea, el interés aumenta y quienes recriminaban a Mas que tuviera al personal aburrido con la papeleta en la mano, encizañaban con mala fe. Sí, es verdad, tres elecciones autonómicas en cinco años y, sin embargo, el interés popular crece porque todos saben que en ellas se juegan mucho. Cada vez más. Eso prueba que en Cataluña hay un intenso sentido ciudadano, lo cual honra a los catalanes.

Nueva falacia: las elecciones eran autonómicas normales, no plebiscitarias. Ese empeño ha provocado muchas risas en todas las cancillerías, cuando los alguaciles de la gran nación mendigaban declaraciones anticatalanas de los más exóticos mandatarios, probando con hechos lo que negaban con palabras.

Ahora, otra argucia de político marrullero que repiten todos los perdedores: sí, los independentistas tenéis mayoría absoluta de escaños, pero no de votos y, por tanto, no podéis hacer nada, ni seguir con vuestra hoja de ruta, ni declarar DUI alguna. O sea, los mismos que decían que las elecciones de 27S no eran un plebiscito dicen el 28S que sí eran un plebiscito y solo cuentan los votos, pero no los escaños. Falso: eran una elecciones autonómicas de carácter plebiscitario y valen los votos y los escaños. Si el 32% del voto que tiene el PP (y mayoría absolutísima en el Congreso) lo facultan para legislar como quiere y lo que quiere, lo mismo o más sucederá con el 47% del voto en Cataluña.

La democracia parlamentaria significa que la soberanía popular reside en el Parlamento. Este, con mayoría absoluta y según doctrina del venerable constitucionalismo británico, puede hacerlo todo “excepto convertir un hombre en una mujer”. Tal cosa es hoy perfectamente viable y por tanto el Parlamento puede hacerlo todo, por ejemplo, proclamar una DUI por mayoría absoluta de escaños, aunque no de votos.

Vamos ahora a los resultados por partidos. El PP, derrota sin paliativos. El partido de gobierno en España no pinta nada en Cataluña. Estirar el tamaño del candidato no ha aumentado los votos. Al contrario, estos han mermado. Palinuro ha abandonado ya todo intento de hacer comprender a estos neofranquistas y meapilas autoritarios que su discurso no vende en Cataluña. Si fueran menos compulsivamente reaccionarios podían ver cómo Ciudadanos con sus 25 flamantes diputados (de nueve en 2012) crece porque huele menos a cuartel, a sacristía y a delincuencia aunque, en el fondo, sea tan reaccionario como él.

El PSC, otro perdedor de la jornada aunque menos de lo que se barruntaba, gracias a la fidelidad de una militancia socialista tan castigada como en el resto de España por la fabulosa ineptitud de Pedro Sánchez, pero reanimada por Iceta. No obstante si la vieja socialdemocracia española no evoluciona con los tiempos, su lento declive será inevitable. Por ejemplo, ¿por qué no intenta Sánchez entender el derecho de autodeterminación de los pueblos que está en la raíz de la izquierda europea sin miedo a disgustar a esa recua de carcas que tiene como expertos en no sé qué?

El perdedor por excelencia, más incluso que ese Duran, gentleman de los grandes hoteles, es Podemos. Algo se maliciaron sus estrategas al comienzo, cuando destacaron a Iglesias y Errejón a montar sus cuarteles in partibus, a decir las tonterías de los abuelos y seducir a la gente del común. Pero no sirvió de nada. Su inanidad intelectual y falta de sintonía con los catalanes les han hecho perder escaños en relación con los que obtuvieron ICV-EUiA que ya es lamentable. Lo siento por mis amigos de Equo en ese corral, siempre apostando por plepas. Lo interesante ahora será ver cómo van a resistir los de Podemos el abrazo de los comunistas anguitianos de IU en España cuando sus expectativas han quedado por debajo de sus escrúpulos.

Los de la CUP, mis afinidades electivas, han tenido el mejor resultado de todos en términos relativos, pues han multiplicado por más de tres sus diputados. David Fernández y Antonio Baños sí que son gente nueva, directa, brava. A lo mejor demasiado. Entiendo su euforia con los resultados con los que la gente ha premiado su entrega y su esfuerzo, pero recuérdese el lema, de nada demasiado y de pureza e intransigencia tampoco. Piensen bien eso de cerrarse en banda a la investidura de Mas, sin hablar, sin acordar, sin negociar nada. Prima facie tiene un punto de injusticia que hay que despejar.

Por último la melée triunfadora de JxS que han ganado con toda claridad y toda legitimidad, pero han perdido escaños en relación a los de 2012. Tienen que articular una política de entendimiento con la CUP sin caer en la tentación de la soberbia de trato con alguien a quien se necesita aunque no lo aprecien mucho. Y con habilidad y destreza pues la CUP es como los erizos, está llena de púas: la púa anticapitalista, la feminista, la ecologista y algunas pinchan mucho.

Finalmente, el impacto institucional. Los nacionalistas españoles rezongarán lo que quieran sobre votos y escaños pero no hay duda de que el gobierno que salga de estas elecciones es infinitamente más legítimo que el español, tiene mucho más apoyo popular y no ha llegado al poder a base de mentir hasta a su santa madre, suponiendo que los partidos tengan madre.

Ese gobierno viene con un mandato claro de poner en marcha su hoja de ruta hacia la independencia. Por la cuenta que nos trae, sería bueno que, a la hora de negociar el cómo y el cuándo, la Generalitat encontrara un interlocutor en Madrid que estuviera a su altura. Es evidente que no es el caso del gobierno actual, un órgano de una incompetencia fabulosa, sostenido por un partido que semeja una asociación de malhechores y dirigido por un hombre que parece la personificación misma del principio de Peter.

Por diversas circunstancias, eso es imposible. Vistos los resultados de las elecciones, lo lógico sería que el gobierno de Madrid presentara la dimisión por haber metido al país en un problema que lo supera en todas las dimensiones. No pasará y quizá tampoco sirviera de mucho porque el gobierno que lo sucediera tendría menos de tres meses hasta las elecciones generales y carecería de margen de maniobra.

En consecuencia, no es exagerado decir que las elecciones más importantes del año para Cataluña y España cogen a esta sin gobierno. Y no solo sin gobierno. Quizá también con la forma de Estado francamente tocada. El independentismo catalán es republicano y en el horizonte se dibuja una República catalana. A lo mejor debiera el Rey hacer lo que nunca se ha hecho en España, esto es, someter a referéndum si los españoles desean una República o prefieren que el Monarca siga reinando sobre lo que quede al final de esta oleada de independentismo que nace hoy: Castilla y poco más.

Y eso no es lo más curioso. Sin hipérbole cabe calificar las elecciones de ayer en Cataluña, según viene haciéndolo Palinuro en los últimos tiempos, como una revolución. Una revolución de nuevo tipo y tiempo nuevo. La primera revolución del siglo XXI.

diumenge, 27 de setembre del 2015

El día más largo.


Claro, claro, eran unas elecciones autonómicas ordinarias. Nada para ponerse nervioso. Si acaso, este Artur Mas que, al no saber cumplir las funciones que la Constitución le asigna, tiene a los catalanes en elecciones anticipadas, en simulacros, en consultas que llama "plebiscitarias". Y todo para ocultar lo nefasto de su gestión y su corrupción. Pero nosotros no vamos a dejarnos influir ni impresionar. Impasible al ademán, como quería el Caudillo, seguiremos repitiendo que se trata de unas elecciones normales, autonómicas, intrascendentes. ¿Acaso no ha encontrado El País la fórmula perfecta para seguir agradando al poder sin faltar groseramente a la verdad? "Elecciones autonómicas históricas".

Hay 450 corresponsales acreditados.El gobierno ha hecho la ronda de las cancillerías mendigando declaraciones de mandatarios extranjeros, verdaderas injerencias en los asuntos internos de otro país. Preparao pedía un pronunciamiennto de Obama. Sarkozy ha venido a pronunciarse sobre lo que ni le va ni le viene. La diplomacia española intrigó con su proverbial habilidad en pro de un pronunciamiento desfavorable del Papa en la esperanza de que lo hiciera ex cathedra. Han venido miles de catalanes de la diáspora a votar a su tierra porque no se fían -con razón- de que los consulados tramiten el voto por correo. Han amenazado los banqueros, los empresarios, los militares, los jueces y hasta los jarrones chinos. Y han insultado. Todas la direcciones de los partidos españoles han pretendido que los issues, como dicen los estudios electorales fueran solo asuntos de la gobernanza ordinaria: la corrupción, los servicios, la crisis, los recortes, la vivienda y la cesta de la compra. Pero únicamente se ha hablado de una cosa: de independencia.

Para el gobierno y sus jenízaros mediáticos, la elecciones eran de rutina cuando la realidad dice a gritos lo contrario. Justamente este es el rasgo más distintivo del espíritu, el alma de la derecha: de lo que molesta no se habla y si, de algo no se habla, no existe. Y si, a pesar de todo, se obstina en existir, se lo fusila y ya está. El problema es que, en estos tiempos de dejación de la sacrosanta misión española de sojuzgar a los demás a palos, la cosa ya no está para sublevaciones "nacionales" y represiones militares. Ahora hay que razonar, actividad esta en la que el personaje de La Moncloa no está ducho.

Con la razón y el corazón en la mano estas son las elecciones más importantes para Cataluña quizá en toda su historia. Y, de paso, para España. Son un plebiscito, son el referéndum que el nacionalismo español, sea nacionalcatólico o socialista, no dejan celebrar a los catalanes, si bien están siempre retándolos a averiguar cuántos son los independentistas. Es el estilo inconfundible de la marca hispánica: no me haca falta contar para saber cuántos son de una opinión y cuántos de otra. Eso lo decido yo que lo sé por ciencia infusa.

En la votación de hoy casi lo de menos es a qué partido se vota. Además hay dos coaliciones, Junts pel Sí y Catalunya Sí Que Es Pot en las que hay partidos invisibles. Tampoco se piense que se vota por un "sí" o un "no" nítidos a la independencia. No. Se vota entre a) una opción continuista; y b) una de ruptura.

a) la opción continuista es seguir como hasta ahora, tragando quina con la política impositiva, hostil, catalanófoba, expoliadora, incompetente y administrada por meapilas y corruptos que siguen pensando que el país les pertenece y, aunque no sirvan para nada, pueden hacer con él lo que quieren porque para eso sus referentes ideológicos y antecesores biológicos ganaron una guerra y establecieron una dictadura de cuarenta años;

b) la opción de ruptura es poner fin a esta ignominia en que cualquier majadero puede querer "españolizar a los niños catalanes" con nuestro dinero. Es acabar con la gestión de una colla de lladres que no conciben la política si no es como una sarta de embustes y propaganda para enriquecerse, una manga de ladrones que solo tienen en cuenta su beneficio personal, legal o ilegalmente.  No el del país, ni siquiera su clase, sino ellos, sus familias, clientes y enchufados. Es abrir un tiempo nuevo en el que las fuerzas caducas seguirán su camino hacia la nada mientras que la realidad se presenta repleta de oportunidades para quienes tengan la valentía y la honradez de trabajar por la emancipación de un pueblo. Que esto coincida con la independencia o no, no resta nada al triunfo que ya han obtenido los independentistas.

Pero es que, además, va a coincidir. Cataluña siempre va por delante en España. Lo nuevo ahora es que puede desenganchar y dejar el resto del convoy en la vía muerta, en manos de ese ser que habita en La Moncloa que ha destrozado el país, se ha cargado la democracia y el Estado de derecho, esa vergüenza balbuceante que ha corrompido las instituciones al frente de una especie de asociación de malhechores.

Eran unas elecciones autonómicas normales para el cobrador de sobresueldos de La Moncloa y sus amigos de la asociación de presuntos malhechores. Para todos los demás, incluida Europa y el mundo, son la puerta que se abre a la libertad gracias a la voluntad de un pueblo. Y que ya no podrán volver a cerrar.

dissabte, 26 de setembre del 2015

Palinuro en la radio.


En la radio catalana, claro.

Podcast de la tertulia en RAC1 (con el periodista Xavi Bundó), con Suso de Toro y Ramón Lobo, ambos fantásticos.

No hago nunca propaganda de nadie y menos si estoy involucrado, pero el programa de hoy fue tan estupendo, la audiencia estaba tan interesada, que Xavi tomó la muy buena decisión de prolongarlo media hora, con lo cual nos dio tempo a los tres, Suso y los dos Ramones de decir lo que pensábamos sin cortapisas. Xavi estaba preocupado por cómo podría estar yo, ya que entré por teléfono y las orejas acaban calentándose. Se me olvidó decirle que estaba en el teléfono, sí, pero en el móvil y con un sin manos, sin resonancia ni acoplamientos. Así que todo muy bien.

Y, de verdad, la tertulia muy buena y no lo digo por mí sino por mis dos contertulios, Suso y Ramón, que tienen mucha categoría.

http://www.rac1.org/vialliure/podcasts/conversa-26-09-15/

Un cierre que abre.

(Siento no tener fotos propias del acto final de la CUP en Badalona. No se puede repicar y estar en la procesión. En cualquier caso, estas que han subido los de Súmate a Twitter están muy bien. ¡Gracias, amig@s!)
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Hoy, día de reflexión en las elecciones catalanas, es poco lo que Palinuro tiene para contar porque lo que traía en el buche lo soltó, una parte, en el acto de la CUP de Argentona y otra en el de Badalona. Espero no lo tomen a mal l@s lector@s si les pido que escuchen el vídeo de Vila Web.

Eso en cuanto al contenido. En cuanto a lo otro, la circunstancia, a lo mejor no hago justicia a mis impresiones y sentimientos. Fue un acto emocionante. Las intervenciones, tanto las anteriores como las posteriores, espléndidas. Pero lo verdaderamente decisivo era el público. La proximidad, el respeto, la simpatía, la comunicación... Esto va muy en serio.

Las otras noticias llevan el mismo sentido. El acto de cierre de Junts pel Sí petó el Paseo de María Cristina en Barcelona. Pase lo que pase el domingo, la independencia ya ha ganado. El tren de la independencia salió hace seis años y, si no llega a destino mañana, lo hará pasado mañana. Pero llegará. No obstante, tengo pocas dudas de que la votación del domingo reventará expectativas y aniquilará falsas ilusiones continuistas. El independentismo será mayoritario y es posible que abrumadoramente mayoritario.

He seguido viendo sondeos y porras que se cruzan en las redes. La tónica general es la victoria del "sí". Incluso he visto alguna proyección que da a la CUP nacional más votos que a Podemos en Catalunya Sí Que Es Pot. Y no me extrañaría. La CUP está en casa mientras, como Palinuro lleva diciendo desde el principio, Podemos pincha en Cataluña básicamente porque no comprende (ni, en el fondo, le interesa) lo que pasa en el país. Su objetivo sigue siendo España, sin comprender que esa España en la que quiere ganar, ya no será la misma España a partir del 28 de septiembre. 

Los partidos dinásticos parecen camino del testimonialismo. Lo cual es lógico cuando se trata de un país que tiene el alma republicana y se niega a rendir pleitesía a la dinastía de los Borbones.

En España nunca se ha vivido nada así. Arranca un tiempo nuevo. Todo va a cambiar y el viento de la historia barrerá la podredumbre de siglos, la inercia, la resignación, el fatalismo. Gracias a la puerta que han abierto los catalanes. Gracias al tesón, al empeño por no aceptar las imposiciones y los abusos de una España secuestrada por la sempiterna oligarquía de señoritos, parásitos y bufones a su servicio.

Gracias, asimismo, en lo que le toca a este gobierno de corruptos, ineptos y neofranquistas que han pasado cuatro años haciendo lo imposible en pro del independentismo catalán y, con él, en pro de la independencia y la dignidad de los otros pueblos de la península.

Lo catalanes ya lo han conseguido. Ahora es la vez de los demás.

divendres, 25 de setembre del 2015

Un artículo inútil.

Hace unos días Felipe González publicaba una desafortunada Carta a los catalanes también en El País en la que sugería semejanzas entre el fascismo y el nazismo y el independentismo catalán. Hoy, el secretario general del PSOE escribe en el mismo medio una breve "Tribuna" más contenida de trato pero igualmente vacua. No obstante, es muy de agradecer el último intento de Pedro Sánchez de encontrar alguna forma de acomodo a cuarenta y ocho horas de unas elecciones que son decisivas para España, aunque los dos partidos dinásticos se hayan obstinado en ignorarlo sistemáticamente. Es de agradecer pero no resulta convincente.

Es claro, como dice el autor que, "sin Cataluña, España ya no sería España". Pues sí, es cierto. De pronto, los políticos españoles tienen la revelación de que se encuentran ante una crisis descomunal, de Estado, de nación, de país, para la que no están preparados. Porque nunca se habían tomado en serio la cuestión catalana. Entendían que el Estado autonómico, al garantizar a Cataluña las "mayores cuotas de autogobierno de su historia" (como suelen decir), aceleraría el proceso por el cual la Comunidad autónoma querría configurarse como nación y, eventualmente, como Estado. Pero nunca consideraron seriamente que tal cosa sucediera y por dejación o por falta de información, no prepararon nada y confiaron en que la situación sería llevadera. Insisto, no hicieron nada.

En su tribuna, Sánchez no se ajusta a la verdad. Sostiene que los socialistas españoles venimos diciendo, desde hace años, que deberíamos reformar la Constitución, pero no es cierto. Tuvieron casi catorce años de mandato en tiempos de González con tres legislaturas con mayorías absolutas y no hicieron nada en ese sentido. De la autodeterminación dejó de hablarse y del federalismo también. En el fondo, González era un jacobino sevillano, como se prueba ahora y de Guerra no hace falta hablar. Volvieron luego al gobierno en condiciones más precarias, con Zapatero y tampoco hicieron nada. O hicieron lo que quizá no debían: reformar la Constitución por mandato de una UE neoliberal y con acuerdo de la derecha.

Empezaron a acordarse de la reforma constitucional territorial en el congreso de 2013, cuando estaban en la oposición y con unos propósitos tan inseguros e inciertos que aun no se sabe en qué consisten. Eso no es "desde hace años". Ni hablar. La preocupación es de ahora mismo, cuando han visto en dónde se han metido y presas de los nervios porque, a pesar de los bailes de Iceta, se temen un bajón en Cataluña, tradicional granero de votos del PSOE en España. O sea, como suele pasar en España, improvisan forzados por la necesidad. Porque se quedan sin país.

Pero, como viene a decir el título, nunca es tarde, "si hay voluntad". O sea, nunca es tarde si la dicha es buena. Pero tiene que ser buena. ¿Qué propone Sánchez?

Una vía que cree ancha entre las dos extremas que juzga minorías, la "separatista" y la "inmovilista". Y, ¿en qué consiste esa vía? En una reforma de la Constitución en sentido federal que acomode a los catalanes. Por supuesto, queda en el aire cómo se les preguntará sobre esa vía federal y es de sospechar que de ninguna manera. 

Las expectativas electorales del PSOE, aun las más halagüeñas, no auguran una mayoría parlamentaria para hacer dicha reforma en absoluto. En el mejor de los casos, tendría que contar con el PP y este ya ha dicho que no colaborará. Es decir, el contenido de la tribuna de Sánchez es pedir a los independentistas que depongan su actitud ante una promesa que es obvio que no puede cumplir. 

Y ese el punto más débil de este apreciable intento que lo afecta a él y, en general, a todos los intentos de equidistancia en este proceso. Lo más llamativo de la tribuna no es lo que dice sino lo que no dice. Igualando "separatistas" e "inmovilistas" se olvida que ninguno de los dos lo ha sido siempre. Los "separatistas" antes no lo eran tanto, sino que han ido creciendo exponencialmente en los últimos años; y los "inmovilistas", en realidad no han dejado de moverse pero siempre en contra de Cataluña. 

La importancia de los diez últimos años, desde la peripecia del Estatuto de 2006, es inmensa para explicar una situación como la actual. Pasarlos por alto es un grave error. Pero aun es peor no mencionar los últimos cuatro años, la legislatura del PP, un gobierno con mayoría absoluta que, además de corrupto, ha sido agresivo contra la mayoría de la población y, muy especialmente, contra Cataluña. Un régimen de involución que, vaciando de contenido la democracia, la ha sustituido por uno autoritario y represivo de clara inspiración franquista. 

Durante este tiempo el PSOE ha estado prácticamente desaparecido, cuando no ha prestado su colaboración a las mayores demasías del gobierno. La oposición socialista, obsesionada con los pactos de Estado, que remiten a una mentalidad conservadora de esa que se nutre con la idea de la "seguridad nacional", ha sido cómplice de la destrucción de la democracia y el Estado de derecho en España. Y ahora, cuando le caen encima los cascotes del Estado del bienestar y la cohesión territorial del país, quiere encauzar los acontecimientos con unas fórmulas cuyo contenido desconoce y acerca de cuya factibilidad no posee certidumbre alguna. 

No puede extrañar al secretario general del PSOE que los catalanistas, que ven la posibilidad de iniciar un camino nuevo ahora, no quieran esperarse a ese dudoso futuro. ¿Que ese camino tiene dificultades y no está exento de conflicto? Por supuesto, pero dígase: ¿acaso el presente no lo está igualmente? Pero, sobre todo, esa esperanza en un futuro incierto lleva en su seno la posibilidad cierta (y bastante verosímil) de que el PP vuelva a ganar las elecciones en España. No puede extrañar a Pedro Sánchez, por muy en la luna que se encuentre, que los independentistas no quieran aguantar otra legislatura como la que ha vivido este desgraciado país. Sobre todo porque el mismo Sánchez ya ha dicho que no admitirá referéndum de autodeterminación en Cataluña. Como el PP.

Realmente, el interés por esperarse es cero. El artículo de Sánchez es inútil.

Más sobre el proceso catalán.

Incluyo aquí unas declaraciones de Palinuro al grupo de medios Sputnik, que cubre el mundo hispanohablante, España y América Latina en lo fundamental. Se trata de explicar a un público internacional el sentido de un proceso de extraordinaria importancia a cuarenta y ocho horas de que este alcance uno de us principales objetivos intermedios: saber cuánta gente esta a favor de la independencia en Cataluña y cuánta no. Un dato fundamental a la hora de arbitrar después políticas de uno u otro tipo, pero que el gobierno español ha tratado de ignorar a toda costa, prohibiendo un referéndum que lo aclare. Lo importante, lo decisivo de las elecciones del próximo 27 de septiembre es que van a despejar esta cuestión por encima de la voluntad de ese gobierno español que, en una obcecación típica del sostenella y no enmendalla, sigue sosteniendo que estas elecciones son unas autonómicas ordinarias de las que no podrán derivarse otras consecuencias jurídicas que las que normalmente se desprenden de estas consultas.

Reproduzco a continuación el texto literal de las declaraciones:

El Gobierno de Mariano Rajoy está dispuesto a ir donde sea porque están obsesionado con el proceso independentista catalán, sostiene a Sputnik Nóvosti Ramón Cotarelo, catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

En 2012, "un millón y medio de personas salieron a la calle" en Barcelona con motivo de la fiesta nacional de Cataluña reclamando que "somos una nación", pero para "el presidente de los sobresueldos entonces era solo una algarabía", denuncia el profesor madrileño, que dice que se siente muy cerca de la ideología de los anticapitalistas e independentistas de la CUP (Candidaturas de Unidad Popular).

El Gobierno "está dispuesto a ir a donde sea, a cometer todo tipo de ilegalidades, a suprimir el Estado de derecho, a imponer un estado de excepción exclusivamente para los catalanes", denuncia el politólogo.

Para Cotarelo, la decisión del Partido Popular de hacer una reforma exprés del Tribunal Constitucional para poder sancionar al presidente catalán Artur Mas en caso de incumplimiento de la ley, "es una barbaridad" que confirma que el Alto Tribunal "es un órgano de partido".

La confrontación entre España y Cataluña y el apoyo de los socialistas del PSOE a Rajoy está "probablemente allanando el terreno para que, llegadas las circunstancias, se forme una gran coalición PP-PSOE".

Una apuesta que sería correcta para "un país normal", pero España "no es un país normal, ni el PP es un partido normal", y el PSOE con esta estrategia "demuestra que todos son iguales".

El PP compara la independencia de Cataluña con la dictadura franquista

Cataluña celebra este domingo 27 de septiembre unas elecciones regionales, que las formaciones independentistas ven en clave plebiscitaria ante la posibilidad de convocar un referendo pactado con el Gobierno central.

Rajoy ha convocado elecciones generales para finales de diciembre de este año.

Para Cotarelo, "no se puede poner al mismo nivel la responsabilidad de Cataluña y la de España" en la cuestión catalana, ya que el Gobierno de España "tiene el Ejército, la Policía, el Tribunal Constitucional, lo tiene todo", mientras que Cataluña es "una comunidad autónoma que casi no tiene nada, solo el apoyo de la gente".

"Hay una mayor responsabilidad en el Gobierno de España que ha hecho todo lo posible para llegar a esta situación de enfrentamiento", explica a esta agencia el catedrático, quien opina que si en el Ejecutivo español hubiera "un demócrata las cosas hubieran sido distintas" y "no un autoritario y un franquista como hay ahora".

Rajoy reitera que no habrá independencia en Cataluña

"En el colmo del disparate la derecha ha internacionalizado el conflicto", ironiza Cotarelo, después de acusar de que eso "era una argucia de los nacionalistas de ir por ahí buscando el apoyo internacional y ahora son ellos".

El Gobierno español, en su opinión, "está haciendo el ridículo de la forma más espantosa" porque le están pidiendo a Angela Merkel que "les saque las castañas del fuego"; y también al británico David Cameron: "¿El de Gibraltar viene a defender la integridad territorial española?, se pregunta.

El catedrático opina que la única solución para arreglar el reto catalán es celebrar un referéndum, pero la única posibilidad de que Rajoy lo convoque es que los europeos se lo impongan, concluye el politólogo, que no cree que la sociedad catalana esté fracturada ante el desafío independentistas, como demuestran las encuestas.

"Todas las sociedades están divididas porque los temas colectivos son siempre muy complejos", afirma.

dijous, 24 de setembre del 2015

Mañana, Palinuro en Argentona y Badalona.

Mañana, viernes, 25 de septiembre, estaré en el saló de pedra, en Argentona, a las 19:00, en el cierre de campaña de la CUP-Crida constituent. Me siento francamente muy honrado de haber sido invitado a este acto tan importante. Es un privilegio que la gente que lucha y se yergue por sus derechos cuente con uno. Es la recuperación de la dignidad, tanto tiempo negada por un mundo que ya hemos dejado detrás y que, por mucho que corra, ya nunca más volverá a alcanzarnos porque hemos conquistado nuestra libertad.

Una hora después, a las 20:00, también estaré en el cierre de campaña de la CUP en Badalona, pero de ese acto no tengo cartel.

En los dos casos reitero mi agradecimiento a l@s organizador@s y espero que ambos actos sean un éxito. 

Tod@s nos jugamos mucho el próximo 27 de septiembre.


Menos de cinco minutos ha tardado una amble lectora en enviarme el cartel del cierre de campaña de la CUP en Badalona, del que no disponía y menos tardo yo en subirlo a mi vez.

¡Muchas gracias, Tere!

El debate.


Es imposible debatir con tramposos.

Casi todo el mundo, incluida la prensa más retrógrada, dio por ganador ayer a Junqueras sobre García Margallo. No era difícil y sí muy de esperar. Ignoro quién impuso que el programa se grabara en diferido pero lo más probable -corríjaseme si yerro- es que fuera el gobierno en una muestra más del miedo que tiene a todo lo público y directo. Presentar como vivo un debate enlatado es una burla a los espectadores. Una más.

Subrayo de entrada cuatro discrepancias significativas entre los dos debatientes:

a) García Margallo iba bien provisto de documentos. La mitad de ellos, falsos. Junqueras, con las manos en los bolsillos.
b) García Margallo, de corbata, traje y rígido ademán. Junqueras, descorbatado y más suelto.
c) García Margallo recurrió a las amenazas y malos augurios. Junqueras fue siempre positivo.
d) García Margallo no dejaba hablar al otro y lo interrumpía continuamente. Junqueras respetaba más los turnos de palabra.

Con todo eso, el debate estaba ganado por forma y estilo. Pero también por contenido. Hasta tres veces esgrimió Margallo un supuesto texto de Juncker, el presidente de la Comisión europea, en el que se decía que una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE. Sin embargo, la traducción española de ese texto parece haber sido manipulada a favor de la posición española y ha sido retirada por la Comisión, con lo cual, lo más suave que puede decirse de Margallo es que ha patinado y, algo más serio, que es un tramposo, como el resto de sus colegas de gobierno y partido. Por cierto, a favor de Junqueras es que, aunque cuando se grabó el programa, aún no se sabía de la manipulación, tuvo olfato lingüístico cuando reparó en el adjetivo autonómico en lugar de regional y cuestionó el documento.

A partir de este dato, con un ministro de Asuntos Exteriores haciendo trampas en un debate televisado, este estaba ya sentenciado. Es lo que tiene el juego sucio: te desautoriza aunque en lo demás tu comportamiento sea ejemplar.

Que no lo fue porque, a pesar de la altanería, la impertinencia, la gesticulación, la intemperancia y petulancia de este descendiente de militares africanistas, el gobierno español no tiene argumentos de peso en contra de la independencia de Cataluña. Tiene amenazas, malos augurios y profecías siniestras que suenan a "duérmete niño que viene el coco" y que, probablemente tendrán mucha fuerza en su parroquia pero no impresionan a la gente medianamente informada y normal. La parte grata del encuentro, sin embargo, quizá por la ocupación diplomática del ministro, es que las amenazas no fueron las habituales de hacer-cumplir-la-ley y emplear-todos-los-medios-necesarios-para-ello.  Aunque sea imposible olvidar que, al tiempo, está cocinándose esa reforma de la Ley del Tribunal Constitucional que ha de permitir inhabilitar o algo peor a Mas.

El problema de la nacionalidad española y la ciudadanía europea en el que el presidente de los sobresueldos ya expuso paladinamente su ignorancia, sirvió también para que su ministro de Exteriores mostrara que sus argumentos carecen de consistencia. Tras sacar a relucir normas, leyes, artículos, tratados y todo tipo de impedimentos jurídicos, al final su opinión es que los más de siete millones de catalanes no podrán conservar la nacionalidad española (y, por ende, la ciudadanía europea) porque eso no es realista, como si el "realismo", signifique lo que signifique, tuviera un peso jurídico específico.

Los vaticinios sobre una Cataluña fuera de la UE, hechos con ese aire de pretendida superioridad cuartelera, como todos los futuribles enunciados por partes directamente interesadas en ellos ("si te vas de casa tropezarás en la escalera y te romperás los piños" o algo así de ingenioso) carecen de todo valor y escucharlos aburre más que el bolero de Ravel. Invito a quienes tengan que aguantarlos a que repitan la famosa cita de Voltaire en el siglo de Luis XIV y que, más o menos dice: Cataluña, en fin, puede prescindir del universo entero y sus vecinos no pueden prescindir de ella.

Y a escardar cebollinos, hombre, con el corralito. Suena verdaderamente necio justo cuando el correveidile del gobierno en el Banco de España, el señor Linde, acaba de desdecirse de su ominosa previsión, admitiendo que el corralito "es imposible" en Cataluña. En mi modesta opinión quizá sea más probable en España, sobre todo si sigue gobernada por este partido, presunta manga de malhechores dedicada al saqueo del país y presidida por un supuesto cobrador de sobresueldos, dotado de una capacidad mental que a la vista de todos quedó en la entrevista de Onda Cero.

Reitero mi impresión: Junqueras vapuleó de lo lindo al engolado Margallo, pero la entrevista, con las continuas interrupciones del ministro, fue bastante insufrible y, en todo caso, carece de interés debatir con tramposos.

Contra las guerras.


En las magníficas naves del Español, Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht, de la compañía Atalaya, y bajo dirección de Ricardo Iniesta. Es un montaje brechtiano, teatro de acción, con mucho número musical, según los venerables criterios del Berliner Ensemble. Comienza la representación con un ballet mudo que no recuerdo esté en la obra, interrumpido de corrido por esa horrible costumbre del público madrileño de llegar tarde y entrar con las puertas cerradas. Y no uno o dos, sino por docenas, familias o peñas de amigos.

En todo lo demás encontré la versión estupenda y la interpretación, en general, de primera. La madre Coraje, sensacional. Hora y media al ritmo trepidante típico de las mejores obras de Brecht, las Mahagonny, Opera de tres centavos, Arturo Ui, etc. Doce cuadros tremendamente movidos, a toda velocidad que van puntuando diez agitados años en medio de un acontecimiento todavía más duradero, la guerra de los Treinta Años (1618-1648). Los ingredientes típicos del mundo brechtiano: personajes reales que luchan por la supervivencia en tiempos tumultuosos en los que se dan luchas sociales que los trascienden. Acontecimientos con significados históricos a su vez interpretados con criterios crudamente materialistas pero formulados con elegancia poética y toques filosóficos.

Sobre Madre Coraje se ha escrito muchísimo, como ejemplo principal de su "teatro épico". Se ha desmenuzado la simbología de sus personajes: la propia Coraje, sacada de una obra de Hans Jakob von Grimmelshausen (el de Simplicissimus), ambientada en la guerra de los Treinta Años. Sus hijos, Eilif, Schweizerkas y Kattrin, el predicador de campaña, la puta del regimiento, etc. La cuestión es que estos personajes, que representan determinadas actitudes o ideologías, deben servir para aleccionar al público. Brecht siempre tuvo una última intencionalidad educadora, reveladora, muy crítica y relativamente pesimista. En definitiva, lo que ha sido siempre el teatro y, por eso, a veces, lo prohíben. Madre Coraje, por ejemplo, estuvo prohibida en algunos estados de los EEUU durante la guerra fría. La función educativa se manifiesta en las canciones, que son como condensaciones líricas de experiencias vitales. Escúchese la canción de la gran capitulación de la madre Coraje.

Brecht escribió la pieza en el exilio entre 1938 y 1939 y, según parece, se estrenó en Zürich en 1941, ya en plena guerra mundial, frente a la que la obra quería prevenir. Se interpreta siempre como un alegato antibelicista y con razón. La guerra es un negocio, proclama Coraje, que lo hace con ella, negocio de compraventa, siguiendo a los ejércitos. La paz es una desgracia. No se gana dinero. La guerra es incierta, insegura, pero da oportunidades. Claro que también puedes quedarte sin hijos. La guerra es un gran negocio pero a la gente del pueblo la machaca.

Hay en la obra frecuentes alusiones a la guerra en curso en 1941, sobre todo a propósito de Polonia. Se habla mucho de ellas. De lo que no se habla tanto es de que el fondo histórico sea la guerra de los Treinta Años y no como referencia lejana o meramente simbólica sino como realidad palpable. Prácticamente nos tragamos el periodo llamado "danés" y la mitad del "sueco", con la muerte de Tilly y la de Gustavo Adolfo. Con cierto lujo de detalles. Frecuente referencia se hace a su carácter de "guerra de religión" entre protestantes y católicos y el predominio de unos y otros tiene dramáticos resultados.

La guerra de los Treinta Años terminó con los acuerdos de la Paz de Westfalia y la Paz de París en 1648 y ambos han configurado el mundo europeo. Hasta hoy.

Y Madre Coraje sigue viva.

dimecres, 23 de setembre del 2015

Un día en la vida de Mariano Rajoy.



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Tened la risa, amigos. El viejo dicho latino era aplicable al periodista Carlos Alsina, al escuchar los balbuceos de Mariano Rajoy sobre la nacionalidad española de los catalanes. Para conseguirlo, casi hubo de comerse el bolígrafo. Le brillaba la mirada mientras veía los gestos y mohínes del presidente, gesticulando como un pez fuera del agua. Por supuesto, trending topic del día. En ese minuto escaso destinado a pasar a la historia, Rajoy no solo demuestra por enésima vez que no sabe de lo que habla y es un incompetente, sino que destruye la posición del nacionalismo español frente al independentismo catalán. Ahora todos los que, queriendo seguir siendo españoles, no iban a votar la independencia por temor a dejar de serlo, lo harán encantados porque Rajoy ya sabe que no podrá impedirlo. Era un típico abuso de la derecha española. Acusaba a los independentistas de privar a los catalanes de la nacionalidad española cuando, en el fondo, es ella la que quiere hacerlo: "si te declaras catalán, dejas de ser español".

Los independentistas, que, a diferencia de Rajoy, sí se saben la ley, han afirmado siempre que en una Cataluña independiente, quien quisiera, podría conservar la doble nacionalidad. Entre otras cosas porque, también a diferencia de Rajoy, no confunden la nacionalidad con la ciudadanía europea. Se es ciudadan@ europe@ porque se es nacional de algún Estado de la UE. Lo importante es la nacionalidad y esa no se pierde. Pero la gente es desconfiada. Prefiere oírselo decir al que manda en Madrid. Ahora no se lo han oído decir; se lo han oído tragar.

Se entiende por qué Rajoy prefiere siempre el plasma y leído. Así, al natural y en directo le sale toda la pelambre monclovita. La ocasión era única y los del Junts pel Sí, con un sentido del humor vitriólico, cedían su último y definitivo spot publicitario a Mariano Rajoy y reproducían la entrevista de Onda Cero con un par de apostillas hilarantes: dicen que es un espacio compensatorio y dejan constancia de que el coste del spot ha sido de 0€. Extraordinario mérito el de Rajoy. Su adversario cree que lo mejor para su causa es dejarlo hablar sin cortes ni recortes, sin censuras ni manipulaciones. Rajoy en estado puro es el mejor activo de la campaña del independentismo. Un exitazo.

No solamente es el presidente al que se le rompe España, sino que le sucede en medio de la irrisión general y una general falta de respeto. Afirma que mientras él sea presidente ya tal y fin de la cita. Cambiando tiempos y hechos, recuerda a aquel infeliz de Rómulo Augústulo, el que perdió los últimos restos del Imperio romano de Occidente. Lo depuso sin miramientos Odoacro, tan superior en recursos al emperador como lo es Mas en inteligencia y habilidad frente a Rajoy. La cuestión que bulle en las redes es cómo es posible que un personaje así gobierne un país de cierto peso internacional. Poco, es cierto, mucho menos de lo que el mismo hombre glorifica como la gran nación, pero alguno, aunque solo sea por su posición geográfica. Si bien se mira no es tan extraño ni infrecuente en la historia de España cuyos gobernantes entretejen una mezcla de la historia de la infamia, de Borges y de la estupidez humana, de Tabori.

Eso mismo debían preguntarse los ciudadanos de Reus que ayer organizaron una especie de escrache a Rajoy y Albiol, obligándolos a suspender un paseo que pensaban dar por el centro de la ciudad, convencidos de que la gente los saludaría y aplaudiría, como hacen en los ágapes de su partido. Hubo que traer mossos d'esquadra para que la cosa no llegara a mayores entre gritos de "fascistas" e "independencia". Les fallan los mecanismos de información, también llamados de inteligencia, de forma harto inapropiada en este caso.

Abrumadora jornada la de Mariano Augústulo: por la mañana, mostrando una especie de baile de San Vito en la televisión, a mediodía protagonizando el spot de campaña del adversario y por la tarde abucheado por las calles de la ciudad. ¿Qué más podía pasarle?

Pues le pasó. A primeras horas del día, el arzobispo de Valencia, Cardenal Cañizares, convocaba una vigilia por la unidad de España y sostenía que no hay justificación moral para la secesión. Este Cañizares es el que, en muestra de humildad evangélica, en cuanto puede se pasea con una capa magna de cinco metros de tela roja. Suele ir acompañado de mucha pompa y circunstancia y, si él dice que no hay justificación moral para el secesionismo, piensa luego por la noche un atribulado Rajoy, eso quiere decir que la Iglesia apoya la causa del nacionalismo español, el único verdadero. Dios está con nosotros.

Pero, antes de apagar la luz, le entra un whatsap que su hijo le enseñó a manejar para birlarle mientras tanto El Marca: los obispos catalanes contestan a monseñor Cañizares y recuerdan que según su doctrina, todas las opciones políticas pacíficas, democráticas, etc. está moralmente justificadas.

Este genio rompe España y, con España, la iglesia católica. No deja de tener su grandeza, aunque sea crepuscular.

(Por cierto, tengo entendido, aunque no lo sé de cierto, que las cadenas españolas censuraron el vídeo de la entrevista de Onda Cero. Es lo que se llama transparencia democrática, libertad de prensa y derecho a la información). Circulen.

“El gobierno español es capaz de cualquier cosa”.


Vuelvo a subir la entrevista que me hizo Lex Rietman para Het Finanzieele Dagblad hace quince días porque ahora dispongo de una magnífica versión española. La ha hecho con gran profesionalidad y de modo desinteresado Erik Martin Jansen (¡gracias, Erik!), a quien doy las gracias y trasmito mi admiración de colega traductor. Influye asimismo que, habiéndola leído de nuevo, creo que no ha perdido actualidad y sigue teniendo algún interés, especialmente para quienes no pudieran traducirla en su momento o no aguantaran los disparates del traductor de Google.

Por cierto, hoy he respondido a otra entrevista para un periódico polaco sobre el mismo tema. Toda la prensa europea y no europea está siguiendo este fenómeno con enorme interés, en mi modesta opinión porque cree atinadamente que el movimiento catalán es una verdadera revolución. Una revolución de nuevo tipo que cambiará muchas cosas en Europa y no solo en España.

Este es el texto:

Entrevista a Ramón Cotarelo, por Lex Rietman para Het Financieele Dagblad (Ámsterdam).

Sus adversarios tratan de acecharlo. Español, y encima madrileño, pero que muestra comprensión por la creciente incomodidad de 7,5 millones de catalanes en el Estado español. En la España actual esto equivale casi a un sacrilegio. No sorprende demasiado que Ramón Cotarelo (1943) sufra ostracismo entre los medios españoles. El profesor de politología de la universidad pública UNED de Madrid es uno de los muy escasos intelectuales españoles que apoya la autodeterminación de los catalanes.

Se trata de una cuestión urgente. El 27 de septiembre vota Cataluña. Formalmente se trata de unas elecciones regionales ordinarias, pero muy normales no son esta vez. Subyace la cuestión de si Cataluña debe ser independiente, un tema delicado para muchos españoles. En el caso de que el nuevo parlamento catalán proclame la independencia, podría intervenir el ejército. Así lo dejó caer el ministro de defensa español, Pedro Morenés. "Todo el mundo tiene obligaciones en esta cuestión, y si todo el mundo las cumple, el ejército no necesita hacer nada", dijo Morenés cuando fue preguntado acerca de la respuesta del gobierno a una posible declaración de independencia catalana y del papel del ejército en dicho supuesto.

El señor Cotarelo piensa que una respuesta violenta del gobierno español ante una hipotética declaración de independencia, "ilegal" según aquel, no es algo imposible. "Pienso que este gobierno es capaz de todo. El único freno sería que Europa dijera: "Hasta aquí y no más."

Pregunta: Algunos partidos buscan la solución de la agitación catalana en la modificación de la constitución, convirtiendo España en una federación. ¿Un nuevo parlamento español estaría dispuesto a ello y podría ser eso una alternativa a la independencia para los catalanes?
Respuesta: No. Parece que los recién llegados Podemos y C's se convertirán en tercera y cuarta fuerza. Funcionarán como apoyo a los dos grandes partidos: C's del conservador PP, y Podemos del PSOE socialdemócrata. Por lo tanto, nos podemos olvidar de un cambio en la constitución en sentido federal. Son cuentos para entretener a la gente.
Mis paisanos se han negado sistemáticamente a tomar en serio a los catalanes. Y eso tiene consecuencias. Cada vez son más aquellos que no ven ningún futuro dentro de España. Por ello, de todas las elecciones que se celebrarán este año, las catalanas son las únicas importantes. Y conforme a los usos castellanos, como decía el poeta Machado, la ignorancia lleva al desprecio. Supongamos que los partidos a favor de la independencia catalana obtengan el 60% y digan: somos un país propio y no participaremos en las elecciones nacionales de diciembre. ¿Qué pasará entonces con el parlamento español? Nadie lo sabe.

P. ¿Cómo piensa que reaccionará el Estado español ante una declaración de independencia?
R. Todo es posible. Pienso que el gobierno conservador de Mariano Rajoy será capaz de todo. El único freno a sus actos será que Europa diga: hasta aquí y no más.

P. ¿Aceptarán los estados de la UE una declaración de independencia catalana?
R. En función de la reacción del gobierno español, podrán mantenerse al margen y sostener que es un asunto interno, o proceder a alguna forma de intervención. Pienso que, si el gobierno español responde de forma violenta, cosa no impensable, no será sin consecuencias.

P. ¿Puede que la primera reacción de la UE sea: vamos a apoyar al estatus quo de un país miembro?
R. Naturalmente. Eso además lo dice el sentido común y el derecho internacional, es el principio de no intervención. Pero ello solo valdría para cuando España fuese capaz de solucionar este conflicto territorial de forma democrática. Si no es así, se resquebrajaría la solidaridad entre estados miembros.

P. Según los opositores al movimiento de independencia, un estado catalán estaría fuera de la UE. ¿Es así?
R. A nadie le interesa que Cataluña salga de la UE o de la eurozona. Ni a los catalanes, ni a los europeos, ni tan siquiera a los españoles. Cataluña no es precisamente una losa atada a la pierna, sino que los catalanes contribuyen positivamente en la UE y tienen una renta per cápita superior a la media europea. ¿Por qué querrían desprenderse de Cataluña?
La cuestión se puede resumir en dos puntos críticos. El primero, la venganza que podría ejercer el gobierno español, ejerciendo su derecho de veto contra la entrada a la UE. Pero pienso que no es algo que se pueda sostener en el tiempo. El segundo, el aspecto jurídico: se deberá crear un mecanismo que permita a Cataluña permanecer en la UE. Es cuestión de negociar. Y si existe voluntad desde luego que se puede solucionar.

P. Según algunos juristas una declaración de independencia del parlamento catalán no tendría ningún efecto jurídico y, por consiguiente, ningún interés.
R. Si el Parlament declara la independencia y los catalanes pasan a pagar impuestos a una Hacienda catalana, dejan de obedecer las leyes españolas, ¿cómo va a garantizar el Estado Español su soberanía en el territorio catalán? ¿Con qué medios?

P. ¿Usted cree que Cataluña debe seguir formando parte de España?
R. Me gustaría que los catalanes se quedasen. Pero si quieren separarse, debemos dejar que se separen. Las posibilidades de conservar a Cataluña en España dependen al fin y al cabo de la capacidad de los españoles de ganarse a los catalanes. Y esa capacidad es nula.
(Traducción de @translatorerik)

dimarts, 22 de setembre del 2015

Armageddon.

Se recordará la absurda expresión, propia de Ubú Rey, con que Rajoy quiso despachar hace cuatro años una concurridísima Diada en 2012. Un millón y medio de personas en la calle al grito de som una nació; nosaltres decidim era para el presidente de los sobresueldos una algarabía. Y, en cierto modo, no le faltaba razón. Al estar en catalán, lengua que Rajoy ignora, como todas las demás, excepto el español, que le resulta algo más familiar, aunque no del todo, era lógico que le sonara como eso, una algarabía o batiburrillo en árabe. Apenas se hizo especial hincapié en la necedad de la respuesta porque, en el fondo, no llamaba la atención. Los españoles estamos acostumbrados a unos políticos que frecuentemente (los pesimistas dice siempre) no saben lo que hacen ni lo que dicen.

Cuatro años más tarde, la algarabía es un potente movimiento independentista con amplísima base social transversal y un notable impacto en la opinión pública exterior. Una iniciativa política independentista que puede ocasionar la ruptura de España. Una crisis frente a la cual, el aparato de propaganda de la recuperación ha enmudecido. Una crisis de la que el señor Rajoy dice no ser responsable, ya que él no tiene la culpa de que haya más o menos independentistas. Si él, que es el presidente del gobierno no tiene la culpa, es imposible imaginar quién la tendrá.

Es obvio: no saben lo que dicen ni lo que hacen o, tratándose de Rajoy, "no hacen".

Pero gobiernan y ahora hay una ofensiva independentista muy seria que los políticos españoles no han sabido calibrar. Esos políticos incluyen a la oposición socialista, incapaz de articular una opción más flexible y negociadora que la del gobierno porque, en el fondo, coincide con los supuestos básicos de la acción de este y no se atreve a adoptar un criterio distinto del más ultramontano nacionalismo español por miedo a perder votos en España.

Téngase en cuenta que, tratándose de un asunto de calado constituyente de hecho, los sondeos sin embargo, presentan una situación muy abierta y muy indecisa. Apuntan a una victoria independentista pero con diversos cálculos en cuanto a su proporción, lo cual obliga a esperar a los resultados en mayor medida que en otros momentos.

Decía el gobierno, con aquiescencia de la oposición, que las elecciones de 27 de septiembre son elecciones autonómicas ordinarias, nada de plebiscitarias, pues estas ni siquiera existen en la Constitución, aunque sí el referéndum. La impericia del gobierno, por no hablar de su manifiesta ineptitud, ha convertido las famosas elecciones autonómicas en una consulta de proyección internacional. Al meter en danza a Merkel, Cameron y Obama, mendigando de ellos declaraciones en contra de la secesión catalana que tampoco conseguía, el genio de La Moncloa ha cumplido con creces el programa independentista de la internacionalización.

No saben lo que hacen.

Pero insisten. Durante este tiempo, desde la algarabía de 2012 al yo no tengo la culpa de nada, no ha habido un solo intento de diálogo o negociación salvo en los términos perentorios de "se cumple la ley y punto". Nada de debate: silencio, rechazo, cerrazón, hostilidad y desprecio. Por supuesto, acompañados con una cascada de insultos, desde los más refinados a los más groseros. Y eran unas elecciones ordinarias.

En los días que quedan, se intensifica el tono y se pasa a las amenazas más directas y los augurios más funestos. Los bancos, muy enfurruñados, amenazaron con marcharse de Cataluña en caso de independencia, una posible decisión nada creíble por no estar basada en ningún cálculo racional de costes-beneficios. El caso de algún empresario de profundo nacionalismo español, como el de Pronovias, quien también promete llevarse el ajuar si el Principado se declara independiente, pone de manifiesto precisamente su carácter aislado. El Banco de España, dirigido por un fiel alguacil de la política económica del gobierno prevé un corralito catalán si hay independencia, con tanta razón y verosimilitud como la del ministro del Interior quien, inspirado por alguna de sus condecoradas santas, tuvo una visión de Cataluña rebosante de yihadistas y terroristas en general.

Faltaba llegar a lo abyecto y ahí figura, en portada de El Mundo: le República catalana no podrá pagar las pensiones. El Pacto de Toledo se firmó precisamente para poner fin a esta despreciable treta de jugar con las pensiones como arma de la lucha política. No había derecho a someter a chantaje al sector más vulnerable, indefenso y venerable de la sociedad. Lo primero que hizo el gobierno de la derecha fue, precisamente, romper el Pacto de Toledo para que ahora sea posible una ruindad como la de esa portada, para asustar a los jubilados catalanes. Menos mal que son católicos, ¿verdad?

Detrás de las pensiones vendrá el Apocalipsis. No saben lo que hacen ni lo que dicen.

Sin embargo, de aquí al 28 de septiembre ya solo cabe esperar y tomar nota del resultado que, casi seguro, va a ser un cambio de época en España por cuanto apunta a una alteración de carácter constituyente. A partir de esa fecha, los nacionalistas españoles tienen tres meses para remediar la situación, imitando descaradamente a los catalanes, es decir, convirtiendo las elecciones generales "ordinarias" en plebiscitarias entre un bloque con oferta constituyente (a ser posible, una única y no siete) y otro continuista. El continuismo sabemos lo que es: más corrupción, caciquismo, ineficacia, autoritarismo, censura, recortes, devaluación interna, desigualdad, más pobreza, nacionalcatolicismo y centralismo.

Lo interesante es si el bloque de opción constituyente es capaz de formular una suficientemente flexible, incluyente y eficaz para contar con un apoyo generalizado. La verosimilitud de la propuesta habría de quedar condicionada a la participación de los catalanes, que no está en modo alguno garantizada sino más bien al contrario. Da la impresión de que la única propuesta más moderada, capaz de frenar una DUI si el apoyo parlamentario lo permite, sería un referéndum de autodeterminación vinculante y en un plazo breve.

Y estaría por ver porque ese es el referéndum que, según el ministro del Interior, ningún gobierno de España autorizará jamás.


Edipo de sobremesa.


La gran ventaja del teatro clásico es que admite prácticamente infinitas variaciones. Temas famosos, muy conocidos por todos, sucintos, claros, rotundos, pueden contarse de mil maneras. Y así sucede. Quién más, quién menos habrá visto a Aquiles vestido de rockero, a Medea de vampira, a Prometeo de ángel del infierno o a Hamlet de oficinista de la City con un bombín y un paraguas. No sucede nada. El teatro inmortal es inmortal porque es maleable... hasta cierto punto.

Ignoro por qué motivo el director de este Edipo Rey, de Sófocles, en el teatro de La Abadía de Madrid, Alfredo Sanzol, ha decidido que podía representar la tragedia sentando a todos los personajes en una mesa después de un almuerzo o una cena, y hablando entre ellos o directamente a los espectadores. Una mesa, claro, de un solo lado para que ningún actor dé la espalda al público que, por cierto, actuamos como silencioso pueblo de Tebas. Más que una mesa, por tanto, parece un tribunal o la santa cena a falta de algunos comensales. Todos frente al público, todos recitando sus papeles a grito limpio sin levantarse de su asiento.

Es muy original, desde luego. E insoportable. Al estar todos los personajes de frente y alineados, cada vez que uno se dirige a otro a su derecha, por ejemplo, los espectadores situados a su izquierda no se enteran de nada y a la inversa. Eso tampoco es extremadamente grave porque en estas obras clásicas casi todos nos sabemos los diálogos, los de Edipo con Yocasta, con Creonte, de Creonte con Tiresias, los parlamentos del coro, las intervenciones del corifeo, etc, etc.

Lo peor, la metedura de pata que destroza la interpretación, es la maldita mesa. Las tragedias griegas tienen poca acción y escaso movimiento. Pero si se les quita el poco que tienen, confiando el relato exclusivamente a la voz, entonación, timbre de los actores, exactamente, ¿cuál es la diferencia entre esto y el teatro leído, por ejemplo, en la radio? En el teatro -en donde hay que emplear megafonía- la mímica gestual cuenta poco. Esenciales son los movimientos, los ademanes, el lenguaje corporal, la acción. Si estos se suprimen, como sucede en esta versión, la obra se convierte en un recital aburrido. Y nadie tiene derecho a convertir en un  recital aburrido una historia tan intensa, hermosa y sobrecogedora como la de Edipo.

Una prueba más de que este montaje es un desatino es que ni siquiera puede mantenerse durante toda la obra pues ya sería en verdad una especie de tortura malaya y, a la media hora, más o menos, algunos personajes se levantan y caminan como espectros por el escenario, entre otras cosas porque, por muy obsesionado que el director esté con lo sedente, la trama lo exige. Sería ridículo que los pastores a quienes se confió Edipo niño recién nacido para que lo mataran, y son pieza esencial en el descubrimiento del asesinato de Layo, hubieran estado sentados todo el tiempo en el ágape.

Y todo se acaba aquí. No se detecta interpretación o variante de interés en la historia del padre de Antígona. Si acaso el propósito lamentable de rebajar a una historia de sobremesa una de las fábulas filosóficas y morales más fascinantes de todos los tiempos: la de que ni los dioses pueden escapar a su destino. Cuánto menos unos pobres mortales.

dilluns, 21 de setembre del 2015

En Cataluña, la CUP; ¿y en España?

Hasta cierto punto, me ocurre como a Willy Toledo, que se declara partidario de la CUP en Cataluña, si bien no pude votar por no estar empadronado allí. Mis razones son como las suyas: la CUP es la candidatura independentista más radical y la independencia de Cataluña quizá sea ya la última posibilidad de que una potente sacudida obligue al cuerpo social español a reaccionar y sacudirse de encima la oligarquía de caciques, parásitos, incompetentes y nacionalcatólicos que es la causa de la secular postración del país. Respecto a la coincidencia en la CUP le saco ventaja porque en principio iba a ir en su candidatura en el último o penúltimo lugar con finalidad puramente simbólica. Pero tropecé con el mismo inconveniente: al no estar empadronado en Cataluña carezco de derecho de sufragio activo, pero también del pasivo.

Bien, eso en Cataluña. ¿Y en España? Ahí nuestros destinos se separan. Toledo da a entender que no votará en las elecciones de diciembre porque se siente incapaz de "votar al menos malo". No es mi caso. Votaré al que crea "menos malo" si bien muy probablemente nuestros conceptos de "menos malo" diferirán. Vamos a ello.

Una ojeada a la portada de El País prueba lo certero del sarcasmo de que en España un partido no gana las elecciones, sino que las pierde su contrincante. Las cifras de intención de voto son: PSOE, 24,6%; PP, 23,4%; Podemos: 18,6%; Ciudadanos: 16,1%; IU: 5,0%. Desde luego, aunque figura en cabeza, por primera vez en años, no puede decirse que el PSOE gane de calle porque todavía está más de cuatro puntos porcentuales por debajo de su resultado en las elecciones de 2012. Pero lo que sí está claro es que el PP se da un batacazo fenomenal, perdiendo más de 21 puntos porcentuales con respecto a la citada elección, del 44,62% al actual 23,4%. Los otros dos partidos emergentes, Podemos y C's admiten poca evaluación ya que no se presentaban en 2011. IU, con su raquítico 5% escasamente mantiene la cabeza por encima del agua y eso si se presenta sola, por su cuenta. De UPyD ya no hay ni muestras.

De esta situación deduce el diario que los "electores quieren un gobierno fruto de un pacto". Es una falacia muy común que consiste en hacer de necesidad virtud. Lo indudable, lo que cantan los hechos, los datos, es que, si los resultados son los que aparecen, cualquier gobierno solo es posible mediante un pacto, de gobierno o parlamentario, pero un pacto. No por voluntad de los electores que, no siendo una congregación, carecen de objetivos compartidos, sino por exigencia de la aritmética parlamentaria. Esta debe además conjugarse con el análisis político que siempre aclara algo. Aritméticamente hay bastantes pactos posibles; políticamente, bastantes menos. Por razones políticas, el partido con más poibilidades de pactos (en realidad, todas) es el PSOE. El pacto más natural de este, a juicio de Palinuro, es el PSOE-Podemos. Coincide, además, con lo que viene propugnando una vez que la dura realidad hizo comprender al partido de los círculos que fagocitar (o sobrepasar) al PSOE no iba a ser tan fácil como con IU. El pacto PSOE es una coalición de izquierda mutuamente beneficiosa desde una perspectiva palinúrica, un win-win porque permite a Podemos gobernar parcial pero legítimamente con menos del 20% del voto y empuja al PSOE un poco más a la izquierda porque garantiza que cumplirá sus propósitos de desmontar la tremenda involución en todos los órdenes de la vida pública que ha supuesto la legislatura del PP.

Porque, para alguien de una izquierda no sectaria y que, por tanto, no anteponga alguna polvorienta doctrina al avance del bien común, lo esencial es echar al PP del gobierno con una mayoría electoral clara. Así pues, en mi opinión el mal menor al que hay que votar es el PSOE. Y hacerlo no para evitar un mal mayor sino uno mucho más peligroso, que podríamos llamar "mal intermedio", esto es, una alianza PSOE-PP, también conocida como gran coalición, que tiene poderosos valedores tanto en el partido del gobierno como en el fundado por el primer Pablo Iglesias. También es pensable un pacto PSOE-C's. El PSOE ocupa la famosa centralidad política. Obviamente, los dos pactos entre el socialismo democrático y las dos fuerzas de la derecha serían mejores que un gobierno de la derecha a secas como el que el país ha padecido en esta legislatura. Pero, desde el punto de vista de la izquierda, el pacto más deseable es PSOE-Podemos. Así el PSOE es el mal menor. Habrá quien diga que el verdadero mal menor es Podemos. Pero esto no se compadece con los hechos. Los votantes de Podemos no lo ven como mal menor sino como bien absoluto. Los del mal menor se concentran más en el PSOE.

Y aquí es donde, cómo no, interviene esa izquierda que gusta llamarse transformadora y, en realidad, parece destructiva o suicida. En el acto final de la fiesta del PCE, Garzón, alineado físicamente en un escenario con Julio Anguita y el camarada José Luis Centella afirma que "el enemigo es la oligarquía del PP, la monarquía y el PSOE". El PSOE y en su conjunto. Uno cree escuchar el viejo y adocenado discurso de Anguita con su obsesión antisocialista; pero no, es el de la joven promesa, Garzón, el que anda cortejando a Podemos con frenesí de enamorado para ir juntos a las elecciones de diciembre. Es decir, la joven promesa pretende aliarse con Podemos para luchar contra el único partido con el que Podemos a su vez puede aliarse para alcanzar el gobierno. Es difícil imaginar algo más absurdo. El odio de Anguita al socialismo democrático se contagia a las nuevas generaciones comunistas y las lleva al delirio.

Este disparate prueba que Podemos hace muy bien rechazando toda confluencia con IU y, sobre todo, con los comunistas. Por si alguien tiene alguna duda y para no perder el tiempo en vanas disquisiciones, hágase un sencillo cálculo: promuévase una confluencia electoral de Podemos con IU y el PCE. Hágase la campaña electoral explicando a los votantes que el enemigo por batir es la "oligarquía del PP y el PSOE".

Y a ver cuántos votos obtiene.