dimarts, 25 d’agost del 2015

Ya era hora.

Esto sí es transparencia, lucha contra la corrupción, freno al despilfarro del dinero de los contribuyentes, coto a la malversación. Esto y no las sinsorgadas de Rajoy, el de los sobresueldos, cuando balbucea explicaciones sobre las medidas contra la corrupción que su gobierno ha amparado, fomentado y sigue ocultando siempre que puede. Que cada vez es menos.

Estas comisiones de auditoría de la gestión autonómica en Madrid en las dos últimas legislaturas que la señora Cifuentes ha tenido que tragarse como el sapo mañanero es la medida más importante y eficaz que se ha tomado en España para sacar a flote toda la basura de uno de los gobiernos más mafiosos en la historia del país. Y ya los ha habido

Fueron veinte años de mayorías absolutas en los que un partido corrupto, que se financiaba ilegalmente a base de mordidas por concesiones amañadas, estuvo haciendo mangas capirotes con los dineros públicos. Un poder sin control o con controles manipulados en instituciones sumisas a las órdenes, como el Tribunal de Cuentas, acumuló todo tipo de dispendios y latrocinios con los que, de paso, enriquecía a un puñado de sinvergüenzas que simulaban ser políticos honestos.

Era imposible que lo fueran viendo la falta de talante democrático, la arrogancia, la soberbia, el desprecio y hasta la chulería con la que trataban a la oposición y, por encima de ella, a los ciudadanos, incluidos sus propios votantes. Los madrileños acabaron resignados a una administración poblada de ineptos vanidosos y presidida por una majadera, cuyo aparente desparpajo, solo ocultaba su absoluta incompetencia a la hora de impedir que sus colaboradores robaran a espuertas ente sus narices. Un hatajo de mangantes que, enarbolando la bandera de las privatizaciones, saqueó el erario, los servicios públicos, las empresas de la comunidad. Lo llamaban neoliberalismo, según las simplezas de catón que expectoraba la señora Aguirre pero, en realidad, era un neofeudalismo: una típica confusión de lo público y lo privado, en beneficio de ellos mismos y sus amigos y aliados, generalmente empresarios acostumbrados a vivir de amañar concursos públicos.

Las comisiones de investigación, que ya tienen curro, habrán de poner en claro el robo descarado de la Gürtel y la Púnica, las dos tramas mayores (pero no las únicas) que los políticos de la derecha tejieron con la mafia empresarial y una serie de funcionarios corruptos para enriquecerse todos en detrimento de los intereses colectivos del bien común que hubieran debido defender de haber tenido un mínimo de honradez.

No se trata de que estas comisiones sustituyan la administración de justicia que hace su trabajo como puede, sistemáticamente obstaculizada y hostigada por la asociación de presuntos malhechores llamada PP, con el sobresueldos a la cabeza. Se trata de que establezcan las responsabilidades políticas de este inmenso desaguisado, de esta increible ceremonia del saqueo de una Comunidad por una manga de chorizos. Y se trata de que los políticos que toleraron y ampararon este latrocinio o que, incluso, se beneficiaron de él, asuman sus responsabilidades y se retiren de una vez a esa vida privada que tanto les gusta, quizá en la cárcel y habiendo devuelto todo lo que hayan pillado.

Resulta intolerable que la principal supervisora de estas actividades de auténticos bandoleros, la señora Aguirre, no acepte responsabilidad alguna por el desastre que ha ocasionado con su altanera ineptitud. El disparate de la Ciudad de la Justicia, en el que se han volatilizado 105 millones de euros como el que se gasta la calderilla, debe aclararse. Igual que debe aclararse cómo el arquitecto Norman Foster pudo cobrar más de 10 millones de euros de las arcas públicas por una obra que no hizo y a través de un contrato que, como los dineros, se ha esfumado. Aguirre tiene que dar cumplida explicación de todo ello. Como también de decenas de otras tropelías, todas ellas liquidadas con quebranto para la hacienda pública y supuesto beneficio de los mamandurrios neoliberales de que se rodeaba: las privatizaciones de la sanidad, el Canal de Isabel II, el metro ligero a Pozuelo, el hospital de Collado Villalba o el inenarrable proyecto de Eurovegas.

Si faltó tiempo a esta señora para felicitarse de haber condecorado en vida como presidenta de la Comunidad a una de las musas del más sórdido franquismo, la recientemente fallecida Lina Morgan, con igual alacridad debiera estar ya en la plaza pública dando las explicaciones pertinentes sobre esos turbios y ruinosos asuntos que han empobrecido a los madrileños y enriquecido a una banda de truhanes. Que vaya a las comisiones las veces que haga falta a mentir como acostumbra y que dimita de paso de cualquier actividad pública por indigna.

Y quien dice la Comunidad, dice el Ayuntamiento. Carmena está levantando las alfombras y los madrileños asisten estupefactos a otra pasarela de dispendios, despilfarros y toda clase de gatuperios protagonizada por los dos último regidores, Ruiz-Gallardón y Ana Botella, dos almas gemelas en lo cursi, arrogante, inepto y megalómano. Que el ex-ministro de Justicia sepultara más de 500 millones de euros públicos en acondicionar el espantoso pastel de la Cibeles en detrimento de los edificios del Madrid de los Austrias, ya demuestra un mal gusto rayano en lo ofensivo. Pero que de esos 500 millones, parte nada desdeñable, fueran a hacerse un despacho versallesco, revela la auténtica dimensión moral tanto del repelente niño Vicente como de su sucesora, una reprimida de la más rancia estirpe nacionalcatólica.

Hace muy bien Carmena en sacar a la luz pública las trapisondas de estas cucarachas de oro para que los madrileños sepan cómo vivían los sátrapas que se iban a los spas cuando había alguna catástrofe con pérdidas de vidas en su jurisdicción.

Pero haría mucho mejor si nombrara una comisión que procediera a auditar esa cueva de mangoneo que fue el ayuntamiento de Madrid.

dilluns, 24 d’agost del 2015

La corrupción y las cerezas.

(Un intento de explicación de la circunstancia actual de España. Y de la de siempre, porque España, ya se sabe, es eterna. Recientemente se bromeaba en Twitter sobre algunos medios que habían dado la noticia de que la primera flor apareció hace unos doscientos millones de años en España. Si non è vero... Los españoles somos así: todo o nada.)

Corría el año 2007 y, preguntado por su sueldo en público, en lugar de decirlo sin más, Rajoy soltó la parrafada:  "Miro mi cuenta al final de mes porque lo necesito, lo necesito y muchísimo, y además mi mujer también trabaja, y entonces tengo los problemas que tienen todos los ciudadanos. No estoy en política por dinero". Por aquel entonces ya hacía muchos años que los tesoreros del PP repartían jugosos sobresueldos entre los dirigentes del partido, incluido Rajoy desde el comienzo. Todavía no era público, pero él lo sabía.  Es decir, mintió al ciudadano y, al hacerlo en la TV, a toda la ciudadanía, fingiendo una escasez que obviamente no padecía. En la religión que Rajoy dice profesar, mentir es un pecado mortal. Va contra el 8º mandamiento de la ley de su Dios. Y sin necesidad de buscarnos interlocutores celestiales a quienes no hacen caso ni los que dicen creer en ellos, también la moral racional kantiana condena la mentira y la remite al ámbito inmisericorde de la propia conciencia. Pero hace falta tener conciencia para eso y no parece ser el caso de Rajoy, cuya carrera es un empedrado de mentiras sin escrúpulo alguno y, por supuesto, sin conciencia. La condena kantiana a la mentira se endurece cuando quien miente es un político, porque su relación con la gente es de confianza y la mentira es la ruptura oculta, engañosa, de la confianza. Cuando un político miente y le pillan y vuelve a mentir en el Parlamento y ya es público y notorio que es un embustero, debe dimitir. Salvo que se trate de este pavo, sin dignidad ni vergüenza.

Bueno, se dirá, pero en las democracias no gobiernan solo las personas, también lo hacen los partidos. El Estado moderno es un Estado de partidos. Si la conciencia del líder flaquea o no existe, los otros dirigentes, que sí la tendrán, y los órganos colectivos, se encargarán de restablecer el orden, contrarrestar la mentira y hacer que resplandezca la verdad... salvo que no lo hagan porque, siendo un partido hecho a imagen y semejanza de su líder, los miembros tampoco tendrán conciencia. Si el líder es corrupto, se rodeará de colaboradores y compañeros tan corruptos como él o más. La corrupción generalizada es garantía de conservación del poder del líder. Como en el caso del régimen de Franco, del que se decía que era "una dictadura atemperada por la corrupción". Ningún segundón del PP enmendará la plana a Rajoy porque todos han cobrado sobresueldos y tienen mucho que rascar, razón por la cual, en principio, no están interesados en hablar. Es como un cesto de cerezas: si tiras de una, salen otras varias enganchadas. Pero hace falta tirar. Y nadie tira, de no ser los acontecimienos fortuitos o las denuncias de parte damnificadas. Ninguna autocrítica. El gobierno lleva casi cuatro años saqueando literalmente el país y hundiéndolo más de lo que ya estaba, pero prepara una campaña para las generales basada en la afirmación de que la recuperación ya es un hecho. Y el partido es directo beneficiario de ello. Esto explica por qué el PP tiene 800.000 militantes: porque pertenecer al PP es casi una carrera; un lugar en el que, con independencia de cualquier otra circunstancia, formación, titulación o mérito, si eres caninamente fiel al jefe se te acaba premiando muy por encima de tus competencias personales.Y tienes muchas posibilidades de "forrarte", mientras te "tocas los huevos" (sic). Así que, en este partido de mangantes y embusteros, nadie dimitirá jamás ni pedirá la dimisión de esa vergüenza de presidente.

Por ultimo, si el partido no cumple esta función censora, sabrán hacerlo los votantes, casi once millones de ciudadanos en las últimas generales. Entre tantos electores habrá ladrones tan ladrones como los representantes a los que votan, pero también habrá gente honrada, trabajadora, honesta. Como si no la hubiera. Los electores del PP pertenecen al tradicional pueblo español, ese que según afirman muy ilustres tratadistas, se constituye en nación en sentido subjetivo en la sublevación contra los franceses, precisamente los inventores de ese mismo concepto de nación que los españoles empiezan entonces a esgrimir. No es la única interpretación. También está la de Napoleón, para quien la de España era una sublevación de campesinos fanáticos dirigidos por frailes. Y, ciertamente, de eso hubo mucho. Luego esta original nación sería la de ¡Vivan las caenas! y lejos de nosotros la peligrosa novedad de discurrir, que llega hasta nuestros días. Esos once millones salen de este inagotable venero de la raza, el de la luz de Trento, la España una, grande libre y, hoy día, en boca del hombre de los sobresueldos, una gran nación. Y esta gran nación tampoco pide a ningún ladrón que dimita porque está acostumbrada a que la roben y su única esperanza es ver si le queda a ella algo tambien por robar.

Actualmente la corrupción figura entre los principales motivos de preocupación de los españoles. Pero esto es muy reciente. Todavía un par de años atrás, esa preocupación no existía y los resultados electorales mostraban (por ejemplo, en Valencia, con un presidente imputado) que la corrupción del PP, de la que ya se sabía mucho, no la pasaba factura. Hay una vieja tradición picaresca española y de resignado fatalismo frente a la corrupción política, económica, religiosa, moral. Entre ese fatalismo y la esperanza de que, si gana el PP, volverá la corrupción a nadar a sus anchas, el enriquecimiento, el expolio, el saqueo de España. Por eso en este terreno el ataque de la derecha es particularmente incendiario. Pero lo que está claro es que las cerezas saldrían ya entrelazadas en auténticas guirnaldas.

Esos millones de votantes del PP (y algunos del PSOE), conviven tan ricamente con la corrupción generalizada, las mordidas, las comisioness, las subvenciones. Es su mundo. Por un lado o por otro, pillan algo. Es la España de la oligarquía y el caciquismo, la de siempre, como decíamos al principio, fiel a sí misma de un siglo para otro, con una estructura absurda, disparatada, una Iglesia estatal y parasitaria, una judicatura pobre, politizada y favorable a los deseos del príncipe, unos partidos corruptos, una Universidad adocenada y sumisa, unos medios partidistas y a sueldo, un ejército sobredimensionado en mando sobre tropa, con un general por cada docena de soldados, unos empresarios más corruptos que los partidos.

Es imposible romper esta estructura, estas ligaduras corruptas, esta complicidad de una parte de la población con el sistema corrupto, regido por un partido de corruptos y presidido por un corrupto. El pacto al que se llegó al final del franquismo de poner en marcha una monarquía constitucional que permitiera ganar el tiempo perdido (trescientos años) y poner a España a la altura de su tiempo se ha roto con la irrupción de la derecha neofranquista a partir de 2011, ruptura que ha venido a probar qu los seguidores de Franco se limitan a no invocar su nombre, pero boicotean sistemática que se haga justicia a sus víctimas así como todo intento de cumplir con la Ley de la Memoria Histórica.

La única forma de salir de esta maldición secular es que venga una sacudida desde Cataluña. Si la independencia de Cataluña no consigue que España reaccione es que está muerta. Para vivir tendrá que recobrar una dignidad perdida vaya usted a saber cuándo y no dejarse gobernar ya más por sinvergüenzas, ladrones, franquistas y nacionalcatólicos

diumenge, 23 d’agost del 2015

Vuelo de reconocimiento.

Estamos en el ecuador de este año electoral que va a cambiar España de arriba abajo, de dentro afuera. A algo más de un mes de las elecciones catalanas, con escala en la Diada del 11-S y a cuatro meses de las generales, que parecen irse al mes del turrón.

Las elecciones catalanas que, al principio, nadie tomaba en cuenta, han pasado a un primer plano llamativo. Están en los medios, salen en las entrevistas, se tratan en tertulias televisivas en donde encienden pasiones. La Sexta Noche es un producto paradigmático. Yo me entero por los indignados comentarios en Twitter, pues no la veo. Ignoro el rendimiento de estos productos. Ni siquiera estoy seguro de que el fin que se persigue sea el mercantil que habitualmente se presume. Me resulta muy difícil creer que los amos de este canal no comprendan cómo este programa, con esos contertulios inenarrables (algunos parecen androides), genera más opinión contraria que favorable al PP. 

Acabo de leer que Forcades considera absurdo que las elecciones del 27 S puedan substituir a un referéndum. Incluso les niega la condición de plebiscitarias. La pelea por el nombre de la cosa no evitará la necesidad de tomar posición frente a ella. Y eso es lo que hace Forcades. Sea elección, plebiscito o referéndum, todo el mundo sabe en Cataluña que estas elecciones son trascendentales. Incluso Forcades, que habla de proceso constituyente y no solo el de su organización.

Los partidos no independentistas en Cataluña, PP, PSC, C's, parte de Podemos, de EU y de Unió acompasan su política catalana a la española. Sus miras están puestas en las generales de diciembre. En estas, el dato más llamativo de los sondeos es una ventaja sólida del PP, que tiene una alta intención de voto, casi de 30%. A unos cinco puntos suele situarse el PSOE como segundo partido del bipartidismo, habiendo recuperado parte de su voto tradicional, que va ampliándose poco a poco. En un tercero, muy abajo de sus expectativas originales, Podemos, en torno al 15% y en cuarto lugar, los inquietantes Ciudadanos que parecen también haber alcanzado su velocidad de crucero en torno al 8 o 10%. Esta es más o menos la foto fija que transmiten los sondeos y parece razonable pensar que tal sea el resultado en diciembre. Ciertamente, en cuatro meses puede haber cambios bruscos e inesperados que den un reparto no previsto.

A veces, algún político (el emérito González o el demérito García Margallo) desliza la hipótesis de una gran coalición (PP/PSOE) que los socialistas niegan siempre enfáticamente. El énfasis tiene raíces ideológicas pero es poco realista. La UE se gobierna con una gran coalición de hecho y una gran coalición gobierna en Alemania, cosa que suele olvidarse a base de cargar siempre contra Frau Merkel.

En sus mítines espanta-niños, Rajoy avisa con tono tenebroso que habrá de seguro una coalición PSOE-Podemos si él no obtiene mayoría absoluta. Luego sus terminales de todo tipo, desde los platós de TV hasta los púlpitos de las iglesias, se encargan de reformular la advertencia del de los sobresueldos en términos dramáticos: Podemos, los bolcheviques, vuelven las checas, las sacas, las iglesias saqueadas.

A Palinuro, esta la alianza PSOE-Podemos siempre le ha parecido lo mejor. Y, además, factible. Podemos ha abandonado la vieja obsesión bolchevique de su referente Anguita de hacer que el PSOE, la vieja socialdemocracia fementida y traidora, muerda el polvo. En España, en la izquierda, quizá se puedan ganar elecciones sin el PSOE, pero no contra el PSOE. Eso es lo que el Califa jamás pudo entender, cegado con un leninismo de museo de las antigüedades. Los jóvenes de Podemos, algo más à la page y a regañadientes, ya lo han reconocido. Pero siguen articulando su estrategia en superar al PSOE en las generales. Es legítimo, pero los datos auguran que no será así, razón por la cual conviene ir pensando en la conveniencia de un programa común de la izquierda para el día después de las elecciones si la unión PSOE/Podemos obtiene los votos suficientes para gobernar.

Palinuro ha argumentado siempre que esa unión podría forzar un escoramiento del PSOE a la izquierda (aunque no sean los 180º que cierta fanfarronería creía poder imponerle) y alguna moderación a Podemos, que no podría aplicar muchas de sus propuestas más radicales, si bien ya va modulándolas por su pragmática cuenta. Sería una situación interesante, inversa a la griega, ya que, aunque Podemos se haya visto como el sosias de Syriza, el PSOE no es el PASOK. Y tendría una gran tarea por delante, aunque solo sea, en sus primeros tiempos, derogando las normas y medidas que han configurado este fracaso de involución.

Sin duda es duro para quien se vio irrumpiendo en mitad de la indecisa batalla como Aquiles al frente de sus mirmidones o un nuevo García de Paredes, capaz de conquistar ciudades él solo, conformarse con un tercer puesto y ser complemento de un poder ajeno y superior. Y adaptarse a la condición de diputado normal en su escaño, haciendo propuestas y hablando cuando le toque. Problamente tan duro que algunos dirigentes de la formación morada piensen en retirarse de la politica. Pero quizá no hay otra salida si se quiere evitar que la derecha franquista repita cuatro años más y lleve al país a un verdadero desastre. El argumento de que, si no hay unidad de la izquierda, se aúpa al poder a la derecha más cerril reaccionaria y nacionalcatólica debiera ser suficinte advertencia.

En Cataluña la situación es muy distinta. Tanto que parece otro país. Porque lo es. El PP, el primero en intención de voto en España, es el último o penúltimo en Cataluña. La hipotética alianza PP-PSOE ("gran coalición") es aquí una quimera. La mayoría parlamentaria, monárquica en España, es republicana en Cataluña. En Cataluña hay una monja al frente de una asociación política que no se constituye en opción electoral porque no quiere, pero no porque no pueda. Es decir, en Cataluña el clero, el algún caso, se pone al frente de las opciones políticas; en España es al revés, va por detrás y está oculto.

La votación del 27S será trascendental y en ella, guste o no, se decidirá el destino de España. Igual que el del Reino Unido se decidía en el referéndum de Escocia. Haber llegado a esta situación es producto exclusivo de la fabulosa incompetencia del gobierno español al abordar la cuestión catalana. Del anterior y de este; pero, sobre todo, de este, cuyo presidente ya velaba las armas de la incompetencia cuando era oposición. A la incompetencia se une el desprestigio producido por una corrupción endémica y pandémica de un sistema político prácticamente pendiente de los escándalos en los medios y los procesos en los tribunales. Algo de esto toca también a Cataluña. El escándalo Pujol y la corrupción CiU tienen poco que envidiar a los del PP. Pero en Cataluña el soberanismo ha conseguido articular un discurso regeneracionista que ha oscurecido los casos de corrupción, ignorado la figura de Pujol y absorbido la de Mas, a pesar de las sospechas sobre su conducta, y lo ha purificado poniéndolo al frente del proceso regeneracionista a través del ideal nacional/independentista. Esa es la parte que falta en el discurso español. No habiendo acuerdo de fondo y claro en cuanto a la idea nacional española entre los partidos más importantes, el regeneracionismo no se hace enabolando una bandera. Ni cuando Sánchez saca la borbónica al escenario y se desgañita en los gritos de rigor sobre España, concita el entusiasmo entre los suyos. El regeneracionismo español carece del toque romántico patriótico y se queda en unos cuantos entecos paquetes de medidas en los que nadie cree porque quienes los proponen carecen de todo crédito.

Resumiendo: los soberanistas llevan la iniciativa, están a la ofensiva, se mueven por el ideal de la nación en marcha y la construción de un nuevo Estado, la República catalana. Los nacionalistas españoles no tienen iniciativa, van a la defensiva, tienen lacerada su conciencia nacional, no quieren construir un Estado nuevo, sino que pretenden salvaguardar el que tienen frente a la destrucción y defienden una monarquía que les fue impuesta por un dictador.

dissabte, 22 d’agost del 2015

Final del esperpento.

Gobernar por decreto-ley es la forma más expeditiva de gobernar que hay, inmediatamente anterior a la dictadura, en donde ya se puede gobernar por rebuzno. El decreto-ley es el equivalente al ukase ruso, que siempre se usó como metáfora del despotismo asiático. Estos tienen poco de asiáticos y mucho de machos ibéricos, aunque también conocedores del terreno. Usar los decretos-leyes como forma normal de legislar es casi un fraude de ley, pero realista al mismo tiempo. Conseguirían lo mismo acudiendo al proceso legislativo ordinario pues su holgada mayoría absoluta garantiza el triunfo del gobierno siempre. Y siempre es siempre. ¿Para qué perder el tiempo en debates parlamentarios y votaciones y zarandajas? Para eso está la férrea disciplina de voto de unos diputados que estan calentando un sillón y echando de vez en cuando una cabezadita como podían estar en un despacho, regando lo geranios. Es tal la fidelidad de la tropa al mando que votarían hasta su propia destitución. No me invento nada. Suárez, en su día, consiguió que se hicieran el hara-kiri los procuradores de Franco, muy parecidos a estos de ahora que son menos procuradores pero más franquistas. El hara-kiri consistió en votar afirmativamente su propia desaparición. Estos harían lo mismo, pues su psiquismo es el de la obediencia a la jefatura, sobre todo si es la de Franco, con quien muchos de ellos tienen deuda.

Allá han ido también los presupuestos generales del Estado del año que viene. La cortesía parlamentaria manda que, mediando unas elecciones, el partido del gobierno aplace el presupuesto por si las gana la oposición, para no obligarla a gobernar con sus cuentas. Pero eso es en otras partes del mundo o de la galaxia y entre caballeros. Aquí estamos entre rufianes y rige el principio del pájaro en mano y el garrote, que no son fórmulas parlamentariamente técnicas, pero se entienden muy bien. Votadme, que ya tengo hecho el presupuesto. Es mentira, como todo lo que dicen. El presupuesto no cuadra. El ministerio de Defensa, por ejemplo, tiene un descubierto de 1.000 millones de euros que habrá que pagar con cargo a imprevistos y extraordinarios. O sea, una chapuza, como siempre. Unas cuentas que apenas ocultan intenciones protervas, como la de privatizar el sistema de pensiones.

La oposición en bloque, muy irritada, pide la devolución del presupuesto, porque está hecho para ganar las elecciones de noviembre prometiendo lo que sea y dejando el resto del país desatendido. Pues como quien pide la luna. Al gobierno le da igual lo que le pidan. No piensa hacer el menor caso. La oposición, la opinión pública, le traen sin cuidado. El PSOE pide ahora la comparecencia de Wert y que el gobierno explique por qué nombró para la OCDE a este arrogante inútil tras su sonoro fracaso en el ministerio de Educación. Son ganas de pisar juanetes : lo ha nombrado para que vaya a París a darse el vidorro con su señora ambos pagados con dineros públicos, en un piso de ensueño pagado de igual modo y un regio cuerpo de casa que se nos pone en un pico. Como sabe todo el mundo. Pero como el gobierno no va a contarlo así y, no siendo esto, no hay nada que contar porque cualquier relación de Wert con la OCDE podría ser materia de un cuento de Lovecraft, ahora que se ha puesto de moda, no habrá comparecencia. 

Cuando las hay, es peor. La del santero Fernández para explicar su reunión con el presunto ratero Rato podían haberla puesto en un programa de humor. Y querían que dimitiera: un hombre que vive y reza en el ministerio. Pudo haber contado que se reunieron a tomar el té de las cinco porque, según es de dominio público, a las comparecencias parlamentarias los ministros y altos cargos van a mentir. Como el presidente del gobierno, el de los sobresueldos, que lo hace con soltura y maestría. Se ve que no ha hecho otra cosa en su vida. Por eso lo nombraron para el cargo.

La banda de presuntos ladrones que estuvo robando en Madrid y una docena de ciudades en otras partes de España durante el gobierno de Esperanza Aguirre estafaba a la población a la que decían representar hurtándole su derecho a la educación y así mismo con las residencias de ancianos. Y no quiero ni pensar lo millones que habrán afanado con los turbios asuntos de la sanidad madrileña. Hace falta tener el papo y la desvergüenza de esta dama para seguir saliendo a la calle, como si tal cosa, tras haber presidido un gobierno que no era sino una supuesta banda de chorizos.

El que hay ahora lleva camino similar. La señora Cifuentes rodeada de personajes pringados en la Gürtel, en la Púnica y quizá hasta en el escándalo de Panamá, ha pasado de blandir la porra y hostigar a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, a ir haciendo larguezas por la calle, documentando inmigrantes en contra de la voluntad de su gobierno al que ya nadie en realidad hace caso. Como se ve, ni los de su propio partido. 

Es un fin de ciclo y mandato de esperpento hispánico. El gobierno más incompetente y corrupto de la democracia (por llamar de algún modo a un régimen en el que es la policía la que determina los límites de la libertad de expresión) quiere coronar un verdadero record de fracasos en todos sus cometidos que no hayan sido recortar, reducir, restringir, suprimir y, sobre todo, prohibir. 

El día 5 de septiembre, Rajoy, el hombre de los sobresueldos, se presentará en Barcelona pues anuncia que se implicará mucho en la campaña de las elecciones del 27. Es algo sorprendente y muy ilustrativo sobre los valores y principios democráticos de los que tanto alardean él y la asociación de presuntos malhechores a sus órdenes. Habiendo ya declarado que no habrá secesión de Cataluña, sea cual sea el resultado de las elecciones, exactamente, él ¿a qué va?  Tanto si los catalanes votan "sí"como si votan "no", el resultado será "no". La pregunta es pertinente: ¿a qué va?

A hacer independentistas y, de paso, el ridículo.

divendres, 21 d’agost del 2015

Podemos y la tozuda realidad.

En la entrevista que me hizo el otro día Josep Rexach Fumanya para Vila Web se me ocurrió decir que "según lo que pase el 27S es posible que Podemos no llegue a noviembre" y Josep, con el olfato del buen periodista, puso la expresión como titular. El juicio pesimista sobre Podemos partía del temor de que el partido de los círculos no consiguiera enmendar sus yerros y me refería sobre todo a los que viene cometiendo en Cataluña. Ayer, sin embargo, el porvenir aun se le tiznó más con el evidente fiasco de Syriza, con quien Podemos ha unido siempre sus destinos. En síntesis, el viaje de Podemos hacia el fracaso puede desgranarse en tres momentos: a) antecedentes; b) Cataluña; c) Grecia.

a) Antecedentes. Las elecciones europeas de mayo 2014 (casi parecen de otro siglo) fueron un lindo festival. Allí surgía, virginal, vital, arrolladora, una nueva fuerza que iba a cambiar las mustias formas de hacer política en España. Algunos advertimos del espejismo de dar a las europeas un valor de extrapolación cuando, en realidad, el electorado no se las toma muy en serio y se permite ciertos lujos (como votar a unos perfectos desconocidos que salen mucho por la tele) porque no teme que haya consecuencias negativas. Pero no nos hicieron gran caso. Borrachos con la victoria electoral, halagados por lo medios, aupados en lo sondeos, los de Podemos perdieron el mundo real de vista y lo sustituyeron por sus doctrinas más apolilladas y sus fervientes deseos. Todavía en enero de 2015, montaron un espectáculo de marcha sobre Madrid para exhibir su poderío y afianzarse. Un sondeo de Metroscopia de febrero de 2015, les daba un 28% del voto y los situaba como primera fuerza política de España.

Es razonable que se embriagaran. Pero la tozuda realidad fue abriéndose paso poco a poco, al margen de los platós televisivos y los mítines de masas, cada vez más menguantes. Las elecciones andaluzas de marzo fueron un jarro de agua fría: el PSOE no se hundía, Ciudadanos hacía un acto de presencia con el que no se contaba y Podemos quedaba en una proporción del voto anguitesca. Fue el primer revés de quienes ya se veían asaltando los cielos. El segundo lo trajeron las municipales y autonómicas de mayo. Después de unas incomprensibles peleas en el abigarrado mundo de las izquierdas "verdaderas", el resultado de Podemos en concreto (no de los frentes en los que participa cuando participa) volvió a ser mediocre tirando a malo. El PSOE seguía robusto y la formación morada aparecía, quisiera o no, uncida a su carro. Si se añaden las reiteradas trifulcas internas entre las dos almas de la organización, la leninista (algunos la consideran estalinista) y la trotskista, así como la ridículamente baja participación electoral en sus elecciones primarias, no parece aventurado concluir que, al año de su fulgurante aparición, Podemos quedaba reducido a una función auxiliar en el mejor de los casos, no coincidente con las bravatas de sus jefes ni la convicción de estos de cambiar el país de arriba abajo. Habían irrumpido para hacer realidad el viejo sueño leninista de sustituir la socialdemocracia por el comunismo (aunque ahora no se llame así), de acabar con la hegemonía del PSOE y lo único que hicieron fue fagocitar a IU. Con esta amarga experiencia, pero sin mejorar un ápice su reflexión teórica, por lo demás inexistente, se lanzaron a las elecciones catalanas

b) Cataluña. Si en el conjunto de España la capacidad de análisis de Podemos es limitada, en Cataluña brilla por su ausencia. Podemos es un partido nacional español como los demás y ve el mundo con ojos españoles. Su profesion de fe izquierdista, aunque reprimida por consideraciones tácticas, le induce a creer que tiene respuesta válida para el nacionalismo catalán y no advierte que, siendo la izquierda catalana en buena medida independentista, la izquierda española está condenada al fracaso por sucursalista, como le pasó al PSUC, le ha pasado al PSC y le pasa ya a él. Hay quien dice que la ambigüedad y el equívoco de Podemos en Cataluña es una muestra de tacticismo maquiavélico. No parece tal sino lo contrario: son ambiguos y equívocos porque no saben qué pensar ni se atreven a pronunciarse en un asunto tan escabroso como la autodeterminación catalana. Las imprecisas y confusas aclaraciones de Errejón sobre el derecho de los catalanes a decidir por su cuenta son contradichas minutos después por el baranda de Podemos en el País Vasco, Roberto Uriarte, para quien "no existe un derecho a la secesión unilateral". Igualmente, el tímido apunte de Errejón de que Cataluña tenga un régimen fiscal propio se enfrenta a la negativa cerrada de sus  bases en el resto del Estado y, por supuesto, en la propia Cataluña, en donde gente tan significada de Podemos como Carlos Jiménez Villarejo no quiere ni oír hablar de autodeterminación o singularidad catalana alguna.

Podemos carece de un discurso propio en Cataluña porque, de tenerlo, pondría en serio peligro los votos que espera obtener en el resto del Estado. Y no tiene discurso propio porque, en contra de lo que sería de suponer tratándose de intelectuales, profesores universitarios, teóricos y doctrinarios de interminables debates y  controversias, no entiende lo que está sucediendo en el Principado. Clama por un cambio radical, cualitativo, justiciero en España y, cuando se lo encuentra tal cual en Cataluña, no lo ve. Como no lo ven -o no quieren verlo- en general los nacionalistas españoles.

Su incapacidad para entender que en Cataluña hay en marcha un proceso original de construcción de un Estado nuevo por vías democráticas, pacíficas, de participación masiva, social, solidaria, transversal, un tipo nuevo de revolución, muestra a las claras que todas sus doctrinas son clichés. Cuando una realidad sin precedentes, concebida según parámetros distintos, se abre camino en la confusión del presente, en lugar de ignorarla o atacarla por los más ruines medios, como hacen los nacionalistas españoles a la vieja usanza, haría bien en considerarla si no en apoyarla directamente, como debiera corresponder a ese espíritu inquieto e innovador que, según se dice, es típico de la izquierda. No puede hacerlo por falta de capacidad teórica y esa carencia se disfraza luego de la prioridad que otorgan a las elecciones en España. Y también estas se ven en globo a la luz de lo sucedido en Grecia.

c) Grecia. Ayer Twitter reverberaba con tuits antiguos de Pablo Iglesias, jaleando a Tsipras, a Syriza y subrayando que Podemos era la Syriza española. Fastidioso esto de que cada ordenador se haya convertido en una hemeroteca con la cual sacar los colores hasta a los difuntos. Ciertamente, Podemos jugó la construcción de una "auténtica", "verdadera" izquierda "transformadora" en Europa. Igual que Syriza se había comido al PASOK, los de los círculos españoles iban a comerse al PSOE. Por lo dicho más arriba esto no se ha producido ni es probable que se produzca, con lo que lo más seguro es que un Podemos de escasa representación parlamentaria sobreviva en un mundo oscuro de pactos, acuerdos, negociaciones, vaya usted a saber con quien. En todo caso el desconcierto griego es un golpe tremendo a las expectativas de Podemos. Se me permitirá ilustrar este punto con dos citas de posts pasados de Palinuro que considero explicativos y pertinentes a la situación actual. El 30 de marzo de este año, en un post titulado La astucia de la sinrazón Palinuro decía: en Podemos todo es plagio, desde el título de la organización, pasando por sus tácticas, sus consignas, sus fórmulas, conceptos, teorías y hasta el nombre del fundador. Una falta absoluta de inventiva y originalidad, disfrazada con un discurso teórico claro y que suena bien en abstracto, pero no tiene engarce real en el país. Podemos se valió de un ejemplo exitoso, el de Syriza para presentarse como la renovación de la izquierda española, la tan añorada presencia de una izquierda libre, nueva, independiente, que no tuviera nada que ver con la socialdemocracia burguesa ni con el adocenado comunismo.

Igualmente, el 9 de julio pasado, en otro post titulado Volte Face, Palinuro decía: Si el bravo "no" griego no puede mantenerse frente a la dureza de la troika y Syriza tiene que ceder y tragar lo que antes rechazó, afectará negativamente a la campaña de imagen de Podemos. Por supuesto, es muy fácil animar a otro a saltar en el vacío y aplaudirlo. Pero ¿qué puede o quiere hacerse después de que el otro se haya estrellado contra el suelo? Si no pude hacerse nada, si no cabe evitar que se estrelle, si no se puede impedir que, para mantenerla en el euro, la troika imponga a Grecia condiciones más dacronianas, ¿cual será el discurso de Podemos?

Y no hay mucho más que decir, salvo que, de seguir así las cosas, Podemos quizá no llegue a noviembre.

dijous, 20 d’agost del 2015

La banda de ladrones.

Es incomprensible que la señora que presidió la Comunidad de Madrid mientras actuaba la Púnica siga compareciendo en público y dando lecciones de honradez y preocupación por la gobernanza de las instituciones. La Púnica es una estafa montada, al parecer, por su mano derecha durante muchos años; una estafa de grandes dimensiones e infinitas ramificaciones en la administración pública, de carácter sistemático, empresarial, sin grandes preocupaciones o escrúpulos en cuanto al juicio moral de sus acciones. Un robo a lo grande, prolongado en el tiempo, que se convirtió en el modus operandi de los corruptos del gobierno bajo presidencia de Esperanza Aguirre y del que ella es políticamente responsable. Mientras no se demuestre lo contrario, habrá que aceptar que durante sus años de presidenta no supo nada del saqueo a que su gente sometía a los caudales públicos, no sospechó nada, no se enteró de las mordidas, los cientos de millones de comisiones estafando con los colegios privados, no vio nada. Igual que Ana Mato no veía un Jaguar en su garaje.

Aparte del aspecto directamente delictivo de esta aventura de malhechores y hampones, la Púnica tiene también una interesante faceta de carácter doctrinal. El neoliberalismo, ideológicamente hegemónico hoy, habla del mercado, de la libre competencia, la autorregulación, la iniciativa privada, el valor de las privatizaciones, el riesgo y el juego limpio en igualdad de condiciones, al tiempo que se reduce cuanto se puede el Estado, hasta hacerlo mínimo. Eso era la teoría. La práctica, a la vista está: capitalismo de mafiosos y amiguetes, colusión permanente entre algunas empresas y los cargos políticos de un partido, concursos amañados, sobornos, falta de competencia, captura del Estado para enriquecimiento privado. Su doctrina habla de la libertad de elección tanto de médico como de centro educativo; su práctica revela que esa libertad de elección está basada en la corrupción más absoluta dado que el gobierno, en el fondo, vendía las concesiones porque, en realidad, estas eran un negocio. El negocio de la educación. 

Es incomprensible que el presidente del gobierno y del partido de este y, por tanto, superior jerárquico a Esperanza Aguirre, no la haya destituido fulminantemente, desde el destape de la Púnica. A su vez, es también incomprensible que él mismo siga siendo presidente del gobierno cuando hubiera debido marcharse a su casa por espíritu democrático, al saberse que había cobrado sobresueldos de procedencia dudosa, cuando estalló la Gürtel y, por supuesto, cuando se conocieron los presuntos delitos de Bárcenas a quien él mismo envió un SMS para animarlo, asuntos sobre los que no se privó de mentir en sede parlamentaria.

La corrupción viene a ser como la traca final de una legislatura esperpéntica, con un presidente ausente y silente que solo ha comparecido en plasma. Su gestión consiste en haber disminuido los salarios, precarizado el mercado laboral, empujado a la gente a la migración, abusado de los pensionistas, dejado sin amparo a los dependientes, etc. Y de ahí se supone que procede una recuperación que nadie experimenta en su vida cotidiana, pero que el gobierno, su partido y sus medios de comunicación tienen orden de repetir sin descanso.

El debate sobre si España es o no un país normal, está ya zanjado. Solo queda por determinar cuál es su grado de anormalidad dentro de la más acrisolada tradición de la oligarquía y el caciquismo, con el añadido del clero. Es el gobierno de quienes, según lapsus linguae de Cospedal, han "trabajado mucho para saquear el país". O quizá no sea un lapsus sino un "acto fallido". O no tan fallido.

Es incomprensible que la oposición se tome en serio esta banda de ladrones y juegue a la política parlamentaria con una gente que carece de todo respeto por el Parlamento y los usos democráticos más elementales. Lo dijo al comienzo de la transición uno del PP, que estaba en política para forrarse y hace poco, otro pájaro de esta misma nidada confesaba estar en política del PP para tocarse los cojones y sacarse una pasta. Es imposible entenderse con gente así. Pero es absurdo hacer como si no fuera así, como si cupiera esperar de ella un comportamiento civilizado. Completamente absurdo. De hecho, lo que hace la oposición mayoritaria no merece tal nombre. No se atreve a presentar una moción de censura a un gobierno desprestigiado y sin recursos, concentrado casi exclusivamente en sus cuitas procesales o las de los suyos y se presta a legitimar lo que ya no es sino una farsa.

Ess imposible tomarse en serio una oposición que se toma en serio este gobierno.

dimecres, 19 d’agost del 2015

Hablando de Cataluña.

Una entrevista a servidor publicada hoy en el digital catalán Vila Web. Espero no defraudar. He leído algún comentario en las redes recriminándome la mucha atención que Palinuro dedica a Cataluña, como si fuera algo desmesurado y que induce al hastío en otras partes. Es posible. Y también frecuente en España, caracterizada por una falta de interés y conocimiento de esta cuestión que, como todas las ignorancias, llevará la penitencia en el pecado cuando sea tarde.

La cuestión catalana, la posible independencia de Cataluña es el asunto más importante que ha sucedido en España desde 1975, incluida la patochada del golpe de 1981. Al comenzar el ciclo electoral de 2015 Palinuro sostenía que los dos asuntos de mayor enjundia por entonces eran la aparición de Podemos y el soberanismo catalán. Desde entonces, Podemos se ha desinflado como un globo de feria, falto de resuello y de coherencia teóricos y atenazado por un pueril pragmatismo que delata una mezcla de bisoñez y arrogancia. El soberanismo, por su lado, plantea un reto a la supervivencia de España como no ha habido otro en los últimos tiempos.

Porque, pase lo que pase el 27 de septiembre, ya nada volverá a ser lo mismo. ¿Verdad que no?

Siendo así las cosas, muchas veces pasa que no es el analista quien elige el tema sino el tema el que se impone al analista.

Este es el texto completo de la entrevista:

Ramón Cotarelo, catedràtic de ciència política de la UNED, és un dels pocs intel·lectuals espanyols que fan costat al procés català. A través del seu popular bloc ‘Palinuro’ ha fet valer la causa catalana moltes vegades i ha alçat la veu contra el poder polític espanyol, el rei Felipe VI inclòs. La CUP li va proposar d’ocupar un lloc simbòlic a la llista per al 27-S, però un impediment legal no li ho ha permès. Així i tot, donarà suport a la candidatura liderada per Antonio Baños. Hem parlat amb ell d’aquesta ‘aventura’ política i del 27-S. Observa el procés amb una passió enorme. No té pèls a la llengua i parla sense embuts. Veu amb bons ulls d’investir Artur Mas si es dóna el cas, considera neofranquista el govern espanyol i alerta Podem que potser no arribarà a les eleccions de novembre.

—No podreu ser candidat de la CUP a les eleccions del 27-S però sí que donareu suport a la llista. Us veurem en actes de campanya?
—Doncs no ho sé, depèn si s’escau i si es donen les circumstàncies. Encara he de parlar amb en David —Fernández—. Jo estic a disposició de la CUP i no tinc cap pretensió de protagonisme. Faré allò que em demanin. A més, que jo sóc aquí per a aprendre!

Per què heu decidit de fer costat a la candidatura de la CUP – Crida Constituent?
—Doncs perquè, sense comptar la voluntat d’independència, tenen un programa amb el qual m’identifico molt. Em refereixo a una ideologia assembleària, feminista, ecologista i republicana. I també perquè em sembla que s’ha de ser conseqüent. I com que jo respecto el principi d’autodeterminació i la majoria de catalans volen la independència, doncs cap a la independència. Per això m’hi he unit.

Com ha rebut aquesta decisió el vostre entorn?
—Fàcil de respondre. Els catalans, molt contents. Els espanyols, silenci absolut.

I alguna crítica?
—No. Perquè clar, al meu entorn familiar li sembla molt bé. Ara, més enllà de la família, silenci absolut. Ningú no se n’ha assabentat, ni per bé ni per mal.

Creieu que la CUP hauria d’entrar en un govern de concentració si es dóna el cas?
—Suposo que sí, però a la CUP les decisions es prenen en deliberació col·lectiva. Allò que decideixi la col·lectivitat serà la decisió correcta, com és normal. Personalment, seria raonable. Però dependria de com s’orientés el govern de concentració. Un govern de concentració vol dir que concentra molta gent, però per a què? Si el què queda clar, doncs a mi em semblaria bé.

Segurament el termini de convocatòria d’eleccions serà un dels punts importants de discussió.
—Clar, per descomptat. És a dir, si Junts pel Sí volgués crear un govern de concentració, que sembla bastant raonable, doncs haurà de dir per què el volen, amb quins terminis i quines condicions. Jo crec que un govern de concentració és molt senzill perquè l’única que faltaria en aquest govern, propugnada per la llista de Junts pel Sí, és la CUP. Ningú més no hi entrarà, dic jo. Tot i que amb els de Podem no se sap mai.

Veieu la CUP investint Artur Mas?
—Depèn de quin sigui el Mas que vulgui ser investit. A veure, a vegades ens oblidem d’una qüestió molt important. Durant els processos històrics condensats en mesos o pocs anys la gent canvia. El Mas que va entrar al procés ja no és el que hi ha ara. Així doncs, depèn de què proposi, per què no l’haurien d’investir? Mas no és un home d’una peça que es va fer fa uns quants anys i és el mateix d’ara. No, no. I jo crec que tot el procés li ha ensenyat molt.

En un apunt recent del vostre bloc fèieu una defensa del paper que ha tingut Mas al procés.
—Sí, clar. A veure, jo penso igual que qualsevol persona d’esquerres quan li demanen per Artur Mas: ‘Ui, un neoliberal d’aquests a qui agraden les retallades’. Sí, sí, probablement va començar sent això, però aquest home es troba ara en una situació històrica que té unes aspiracions molt grans i també s’ha d’entendre que és el seu projecte personal. Tu pots ser molt partidari d’un programa neoliberal, però si de cop el destí et posa en una situació històrica i passaràs a la posteritat perquè ets el pare d’una nació, doncs potser canvies el teu propòsit.

Vostè defensa que la independència de Catalunya seria una esperança per a Espanya. Per què?
—Doncs perquè no veig que Espanya pugui canviar absolutament res si no hi ha un esclat a Catalunya; i el terme esclat el vull matisar. Em refereixo a un canvi radical, des de la independència a qualsevol altra cosa. El motor d’Espanya en aquest moment és Catalunya i, si a Catalunya no passa res, a Espanya tampoc, perquè hi continuarà havent aquests neofranquistes per sempre més. Espanya no té capacitat de canviar si no és a través de Catalunya.

Per la consideració que preneu, Espanya és com un nen que té dificultats per a nedar i Catalunya li fa de flotador.
—Sí, exacte. A veure, Catalunya sempre ha estat el motor d’Espanya des d’un punt de vista industrial, econòmic i en bona mesura també intel·lectual. I Espanya té un problema per definició des de sempre. Ho evidencia aquesta qüestió si és una nació o no. Quan una persona diu que Espanya no és una nació, no s’ho inventa. És un inconvenient real. Té un problema per definició i l’ha anat ocultant, arrossegant i negant a còpia d’afusellar i de fer tota mena de barbaritats, que ho han fet des de fa tres-cents anys per reorganitzar-ho. Al final ha passat que alguns hem perdut l’esperança que Espanya pogués resoldre els problemes. Aquests alguns que hem perdut l’esperança són en primer lloc els catalans, i en segon lloc alguns espanyols com jo, que veiem que l’única oportunitat que té Espanya de remuntar és la sacsejada que podria implicar la independència de Catalunya. O alguna cosa semblant, perquè no vull pre-jutjar.

Sou dels pocs intel·lectuals d’esquerra espanyols que defensen el dret de decidir.
—No sé si n’hi ha més, crec que no. No vull faltar el respecte a ningú, però em fa l’efecte que n’hi ha molts que no es pronuncien però que en realitat estarien d’acord amb mi. Tenen por perquè a Espanya hi continua havent molta por i entre els intel·lectuals també.

A Espanya hi ha hagut un increment del discurs crític cap a Rajoy i la seva mala gestió del procés català?
—No vull ser injust però crec que no. Insisteixo, encara que sembli mentida, el sentiment psicològic predominant a Espanya continua sent la por i aquesta por també afecta uns intel·lectuals que temen que perdran les prebendes i els privilegis. Fixem-nos-hi. Tots els intel·lectuals es divideixen en grups i es fan els favors els uns als altres. I en aquest territori, Espanya és una cosa inqüestionable. Algun progressista s’atreveix a dir que Rajoy és un neofranquista, que torna a la recentralització dels franquistes i que és un catalanòfob que en realitat així destrueix el país? Oi que ningú no s’atreveix a dir això? No, per por.

Espereu que el govern espanyol faci algun moviment d’aquí al 27-S?
—Doncs no ho sé perquè en primer lloc no sóc vident i en segon lloc allò que faci Rajoy tant me fa perquè qualsevol cosa que faci serà un disbarat. Aquest home no comprèn el problema d’arrel ni comprèn res del seu país. Governa d’acord amb la tradició que li han inculcat a casa seva, del més absolut respecte a la tradició franquista i feixista del país. Només s’ha de veure. Tot és igual. Miri la composició del govern de Rajoy, sembla de Franco. Els únics que falten són els falangistes, però els han substituïts pels neoliberals. Després hi són tots: els empresaris, els nobles… Gent que no ha treballat mai. El ministre d’educació només se l’ha de sentir parlar, si no sap què és l’educació. Per no parlar del d’Interior, que sembla sortit de les croades.

De moment Mariano Rajoy ha dit que es bolcaria en la campanya i faria costat a Xavier García Albiol. Quina actitud creieu que tindrà?
—No sé a què es refereix quan diu ‘bolcar-se en campanya’. En fi… És una autèntica vergonya tenir aquest governant que no està a l’altura en cap sentit. Jo em temo la pitjor. Són capaços de tot. Si tenen la mínima possibilitat, ho faran. Això sí que ho hem de veure clar tots. Aquests no es paren per res. L’única que para qualsevol cosa és Europa, perquè nosaltres no. L’opinió pública no l’escolten, la premsa la tenen controlada, les televisions són seves, els jutges, també, els tribunals, també… Únicament temen que els europeus els diguin: ‘Això no ho podeu fer’.

I si guanya el sí com actuaran?
—Faran qualsevol cosa, la que puguin. Recorreran a totes les normes excepcionals que puguin. La qüestió és clara: aquesta gent no té la disposició de negociar res ni vol perdre res que consideri seu, sense lluitar. I aquesta és la imatge que hem de tenir present tots. Per això crec que la gent que pensa com jo, si n’hi ha més, hem de fer costat als catalans.

Felip VI, al discurs de coronació, es va presentar com un mediador potencial amb les relacions Espanya – Catalunya. Però s’ha mantingut en un segon pla. Ha estat una actitud conscient?
—Hi deu haver de tot. Segurament, en ell, predomina certa prudència. I d’una altra banda, és un afer que els mascles ibèrics volen resoldre de la seva manera. Això agrada a gent com García Margallo. Aquest home és un africanista de tota la vida, dels que volen Gibraltar i reconquereixen el penyal de Perejil. Aquest govern és així. Sembla mentida, però són així. No hem d’oblidar que el rei Felipe VI va inaugurar el mandat dient que ara a Espanya cadascú podia sentir-se espanyol com li donés la gana. Em sembla fantàstic. Però vostè li reconeix a la gent també el dret de no sentir-se espanyol? No, això no ho va mencionar. Aquest és el límit.

Noteu una preocupació creixent entre la classe política espanyola per si guanya el sí?
—Jo crec que estan espantats. El termòmetre és Podem. Ara han enviat Iñigo Errejón a Catalunya i s’ha adonat que l’afer és més complicat que no deia el seu cap. I ara parla del pacte fiscal i que els catalans poden decidir. Copia el discurs de David Cameron amb Escòcia. Però clar, quatre-cents quilòmetres cap a l’esquerra el seu cap diu al País Basc que el dret de secessió unilateral no existeix. S’han desconcertat.

Parlant de Podem. Quin futur hi augura?
—Precari. Si les coses continuen com fins ara i no canvien, segons què passi el 27-S potser no arriba a novembre. Podem s’ha desinflat com un globus a tota velocitat. Han estat un fenomen mediàtic sobtat i ja està. S’ha acabat perquè no tenen fons.

Creieu que si el 27-S guanya el sí li passarà factura a Podem?
—No és una qüestió de què guanya sinó de qui perd. És a dir, si Podem a Catalunya, que es presenta en un cúmul de sigles que a Espanya no existeixen, treuen per exemple menys de deu diputats, serà una derrota en tota regla. Ja ho va dir molt bé Iñigo Errejón fa un parell de setmanes: ‘Les eleccions de Catalunya són determinants’. Clar que són importants però com que s’han dedicat a fer l’espanyol durant tant de temps, ara s’adonen que el resultat de Catalunya és decisiu amb vista al resultat de novembre.

Podem tindrà veu a les eleccions del 27-S a través de la coalició Catalunya Sí que es Pot, però la seva presència és força secundària si ho comparem amb ICV. A què creieu que es deu?
—Secundària i contradictòria perquè ja se n’ha anat gent. Els qui diuen que no volen la independència i que són unionistes. A la gent normal les ambigüitats no ens agraden i les coses s’han de dir clares. O ets partidari de la independència o no. I resulta que els de Podem no saben què són. Clar, això els ha motivat divisions i desgast.

Quan s’hagi de constituir el parlament, Catalunya Sí que es Pot votarà a favor de començar un procés d’independència?
—Jo crec que es dividiran. Alguns votaran a favor d’una declaració unilateral d’independència i uns altres en contra.

Com interpreteu l’acostament de Podem amb el PSOE i l’aliança que teixeix amb partits com ara Compromís per tenir més presència amb vista a unes eleccions espanyoles?
—Des del punt de vista espanyol, si Podem abandona el vell somni leninista de substituir el PSOE amb què van néixer, l’única cosa raonable que poden fer és bastir ponts. Perquè al PSOE del vint i escaig per cent no els baixarà ningú. I Podem, si obté el quinze ja pot donar gràcies. Allò més raonable que poden fer és unir-se i així sobreviuran. A la resta d’espanyols ens aniria bé, perquè així no hauríem de tenir els pocavergonyes que tenim ara.

La avaricia de los curas.

¿Por qué hay que pagar entrada en las catedrales?

No hay razones económicas. Esos templos los edificó la fe de los pueblos, según aducen los clérigos cuando se ponen líricos y, en todo caso, los construyó la gente, con el trabajo y el dinero de todos, a veces a lo largo de siglos. Su mantenimiento lo paga la colectividad como gastos excepcionales pero permanentes. Cuando no es un tejado, es una gárgola, la restauración de un altar o un capilla. No incurren en gastos, pues están exentos de IBI y otros impuestos. Mejor dicho, el IBI y otros impuestos también los pagamos nosotros en forma de lucro cesante del erario. Por último, la iglesia católica que los regenta y administra, recibe 11.000 millones de euros del Estado al año (el año que viene serán más) que podrían dedicarse a estos menesteres, pero se dedican a otros, como a financiar la COPE y demás centros de agitación y propaganda aclesiásticos.

Entonces, ¿por qué hay que pagar entrada en las catedrales, en todas las catedrales? Y no un precio simbólico, sino una entrada propia de museo y sin descuentos porque, al fin y al cabo, la iglesia no es el Estado y, aunque viva de él, no tiene por qué seguir su ley y no la sigue, ya que tiene la suya privada, el privilegio eclesiástico. Entradas, además, que suelen tener hijuelas, para el caso de que haya un museo catedralicio aparte (más euros) o un cripta (otra pasta) o combinaciones de entradas como las qe hacen las agencias turísticas. De hecho las catedrales están ya en circuitos de negocios turísticos.

Las catedrales son negocios. Tómese un ejemplo reciente: la iglesia ha inmatriculado la mezquita de Córdoba o, para entendernos, se ha apropiado de la tal mezquita por sesenta euros. Con entradas de diez o doce euros, el negocio es redondo, dada la cantidad de turistas y visitantes de ese monumento árabe, secuestrado por los cristianos. Un negocio redondo, millones de euros al año limpios de polvo y paja, pues tampoco pagan impuestos de ningún tipo, ni IRPF, ni sociedades; nada. Capital neto para la faltriquera de los curas. Añádase a ello que todas las catedrales son verdaderos sacacuartos, con huchas cada dos metros pidiendo para santos, santas, mártires, órdenes, misiones en el África, estampitas, cromos, velas, la luz del altar, milagros y cualesquiera otras patrañas. De nuevo un dineral por el que no dan cuenta nadie. Todo para el buche.

¿Por qué, pues, hay que pagar por entrar en lo que es de todos y está financiado por todos? Porque los templos, las casas de Dios, regentadas por los curas, son negocios, parte de una gigantesca empresa mercantil que tiene garantizado el éxito pues comercia con un bien gratuito, de provisión infinita y entrega en el otro mundo, esto es, la salvación de las almas, alimentado por una demanda eterna, que jamás se agotará, compuesta por la esperanza en el más allá y el miedo a la muerte. Este sí que es un esquema Ponzi de estafa piramidal y éxito garantizado.

La iglesia pone precio a todo, vende todo, hace negocio con todo. Es una gigantesca sociedad anonima con sede social en el Vaticano, a donde van a parar los dineros, para subvenir a la que quizá sea la mayor acumulación privada de riqueza de la humanidad. Es el reino de Mamón. Los curas no tienen otro Dios que el dinero, su celibato -otras consideraciones aparte- tiene la finalidad de no distraerlos con necesidades económicas familiares, herencias o legados: todo para el cuerpo místico recubierto de oro y dinero contante y sonante. Recuérdese que, en buena medida, la Reforma se hizo precisamente por esto, por la codicia desmedida, la pura avaricia de los clérigos, que vendían las indulgencias, las bulas, el purgatorio, la abstinencia, los cargos eclesiásticos, las oraciones, como siguen vendiendo los bautismos, las bodas, los entierros. Si quieres nacer, casarte o morir siendo católico, tienes que pagar. Lo extraño es que aún no hayan puesto precio a cada estación de los via crucis que hay en todos los templos: el paño de la Verónica, un euro; el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz, dos euros; primera caída camino del Calvario, tres euros.

Por eso los curas cobran la entrada a los templos y, si les dejaran, cobrarían por pasar delante de ellos. Todo por la pasta, que es lo único que les importa. Llegados a este punto, las buenas gentes suelen acordarse de que Jesús expulsó a zurriagazos a los mercaderes del templo, los expulsó de la casa de su Padre. Y fuera siguen. Solo que han puesto una taquilla y cobran por entrar en el templo de Dios, a contemplar su interior o rezar. Tanto da. El dinero no distingue y a los curas la dimensión trascendental del catolicismo les trae al fresco. 

Uno de los problemas principales de España para considerarse un país moderno es el parasitismo de la iglesia. Y una de sus manifestaciones más insultantes, este latrocinio descarado de cobrar por lo que, el fondo, no es suyo ni lo financia. Algo tan desvergonzado como el expolio de los centros educativos concertados, casi todos ellos regidos por curas y monjas, que se nutren de fondos públicos y, además, cobran un sobreprecio, como los políticos de su partido, el PP, cobran un sobresueldo.

dimarts, 18 d’agost del 2015

Consideración sobre la violencia machista.

Dicen algunas almas sensibles a la par que escépticas que no debemos ponernos nerviosos ni exagerar pues violencia machista ha habido siempre. Lo que sucede es que ahora, gracias a los medios de comunicación y la mayor publicidad de nuestras sociedades es más notoria. Pero no es cierto. Sí lo es que siempre ha habido violencia machista, pero también que se ha sabido. La sociedad patriarcal está basada en la violencia contra las mujeres de modo público y notorio, a título de amenaza latente, a veces manifiesta  y de escarmiento. Forma parte de la sabiduría tradicional ("la mujer, en casa y con la pata quebrada"), del refranero de todos los pueblos, está admitida y hasta glorificada en la literatura ("la doma de la bravía") en todas las artes, hasta en la filosofía. Basta con leer desde Aristóteles hasta Schopenhauer la miríada de estupideces que los sabios han escrito sobre las mujeres. Está enaltecida y hasta glorificada. La figura del llamado crimen pasional, a la que se recurre a veces para hablar de los asesinatos de mujeres, tiene carta de naturaleza. Mírense algunos cuadros de Romero de Torres si se quiere algún ejemplo, o recuérdense Otelo o Rojo y negro, aunque sea en grado de tentativa
 
La violencia machista es estructural en la sociedad patriarcal. Esta se basa en ella, se originó en ella, se mantiene y se ha desarrollado con ella y ella es una de sus características. Su núcleo esencial es la convicción de que las mujeres son inferiores; deseables, pero inferiores y, por eso mismo, peligrosas. La identificación de la mujer con la hechicera, la bruja, es también una constante de la historia occidental. Es conveniente recordarles de vez en cuando su posición de subalternidad porque esta es fundamento mismo de la sociedad y rasgo esencial de la seguridad de los hombres. La violación es un recurso frecuente en todas las sociedades y, llegado el caso, en situaciones de conflicto o guerra, una política pública de los bandos contendientes.
 
Esa condición de subalternidad está imbricada en el lenguaje y en todos los momentos del proceso de socialización tanto de los hombres como de las mujeres. Todos la reproducen,  salvo excepciones muy señaladas que han de soportar todo tipo de ataques, empezando por el típico de los majader@s que hacen demagogia con la "corrección política", una de las pocas vías de remediar la condición de las mujeres.
 
Y solo las mujeres. Cuando las primeras feministas plantearon la necesidad de la emancipación y el derecho de sufragio femeninos, a comienzos del siglo XIX, vieron que su movimiento tenía muchos elementos en común con el de los abolicionistas que luchaban contra la esclavitud. Y tendieron puentes con él. Ser sufragista significaba ser abolicionista al mismo tiempo. La ironía quiso que se produjera la emancipación de las esclavos mucho antes que la de las mujeres y estas comprobaron en sus propias carnes que los negros ex-esclavos no les devolvían el favor. Eran negros, eran ex-esclavos pero, sobre todo, eran hombres, y participaban de las ventajas de oprimir a las mujeres.
 
La lucha contra la violencia machista es muy difícil, no se limita únicamente a revisar los programas de las escuelas, pues obliga a replantear los fundamentos de la sociedad patriarcal en todos los órdenes y todos los momentos y no solamente cuando, como consecuencia de la progresiva emancipación femenina en nuestras sociedades, se produce un asesinato de género. Se trata de una revolución de los hábitos de la vida cotidiana, del lenguaje, de nuestras costumbres. Una revoluciòn en la que no hay tiempos de descanso ya que obliga a vigilar todo lo que se hace y dice, cómo y cuándo se dice y se hace.
 
Los hombres que se sienten amenazados en su privilegios de sexo dominante asesinan por envidia, celos,  despecho y, sobre todo, miedo a perder su posición de macho. Y  en la medida en que avance el proceso de igualdad de género, aumentará la violencia contra las mujeres. Su erradicación no va a ser fácil, pero es imprescindible si queremos llamar civilizada a la sociedad en la que vivimos. 

dilluns, 17 d’agost del 2015

Mas.

Me sugiere un lector mallorquín independentista y partidario de la CUP que trate la corrupción de CDC y, en concreto, la figura de Mas. No tengo inconveniente y quizá convenga precisar algunos puntos.

En alguna ocasión he comparado a Mas con Rajoy para señalar la distancia casi sideral entre ambos en cuanto a capacidad, formación, categoría intelectual y otras virtudes a favor de Mas. El catalán es un político de nivel europeo; el pontevedrés no llega ni a político. Es un maula de poca monta. Ahora bien, ese juicio no implica valoración positiva alguna en el orden público para Mas o para su partido, Convergència Democratica de Catalunya, hasta hace poco maridada con los democristianos de Unió Democratica de Catalunya. No comulgo con la visión neoliberal del mundo, que es la de Mas, y tampoco con las prácticas corruptas que han afectado a la organización de su partido. El escandalazo de Pujol, padre de la patria, ha dejado el prestigio del nacionalismo burgués por los suelos. Pero al mismo tiempo el intento de pujolizar el independentismo ha fracasado. El caso Pujol se ha quedado en los límites de la familia y no ha deslegitimado el proyecto soberanista.

Una prueba más de que este asunto del soberanismo catalán se articula en otro horizonte conceptual. Romeva, en la entrevista de hoy de El País subraya que la situación en Cataluña es excepcional. Sin duda, por eso él es cabeza de lista de Juntos por el Sí, en la que Mas ocupa la cuarta posición. La excepcionalidad surge del momento que puede llamarse el birth of a nation si prescindimos de la intencionalidad agresiva y reaccionaria de Griffith. En el instante del nacimiento, cuando todas las baterías del sistema consagrado y gran parte de las que se supone son oposición están en contra, parte de los independentistas llama a la union sagrada de todos, con olvido de otras consideraciones. Igualmente, otra parte de los independentistas se negará a ese olvido. Pedirá el voto por la independencia, pero sin mezclarse con el "enemigo de clase". Es el caso de las CUP. Los otros, los de Juntos por el Sí anteponen el eje nacional al social.

Llegados aquí no faltará quien diga que Mas se ha puesto al frente del movimiento independentista para esconder sus vergüenzas. Son los descendientes del escéptico Samuel Johnson, el de "el patriotismo es el último refugio de un canalla." Podría ser el caso, desde luego, pero no daría para mucho porque el hecho es que hay un movimiento y que Mas ha estado hasta ahora a su frente. Podría ser otro, sin duda, pero ha sido él y él ha aceptado el reto. Si sus motivos no son santos es asunto irrelevante. Y esto sin contar con que muchos de quienes quieren desautorizar el nacionalismo catalán subrayando la presunta corrupción de Mas son los que jamás protestan de que las grandes proclamas de patriotismo nacional español suelan estr formulads por ladrones y sinvergüenzas.

Lo que el movimiento soberanista ha hecho hasta la fecha es correcto y más que correcto si se tiene en cuenta que corresponde a un proyecto nuevo, obligado a abrirse camino en terreno ignoto y a mantener una actitud de vigilancia permanente para no ser destruido por una fuerza hostil ajena dispuesta a valerse del pretexto más nimio para intervenir.

Los franquistas no dimiten.

Pedro Sánchez está desolado porque el santero Fernández no dimite después del esperpento que protagonizó en sede parlamentaria, contando un par de patrañas y riéndose de sus colegas diputados de la Cámara. Es verdad, en cualquier país de Europa, este hombre ya no sería ministro. Sospecho que, en realidad, en ningún país de Europa hubiera sido ministro ya en un primer momento. Pero eso es otro asunto. En ningún país de Europa tampoco llegaría a presidente del gobierno alguien como Rajoy. Efectivamente, es otro asunto.
 
Volviendo al nuestro. Sánchez echa mano de la retórica. De sobra sabe él, o debiera saber, que el santero no iba a dimitir. Precisamente por eso se postuló enseguida para comparecer en el Congreso. En España, cuando un ministro pide ir al Congreso es porque tiene algo que mentir. Y allí fue el santero a contar las mentiras de los tuits, metiéndose de paso en veinte charcos porque Rato no tiene cuenta de twitter, las amenazas tuiteras son cotidianas, precisamente muchas de ellas vienen de su partido, de los militantes y cargos de su partido. Además, es dudoso que el hombre sepa de lo que está hablando.
 
Pero sí de lo que no va a hablar, esto es, de su dimisión. La dimisión no entra en los cálculos de los neofranquistas, en el poder desde 2011. Muchos, entre ellos Pedro Sánchez, según se ve, se asombran de lo coriáceos que son los cargos de la derecha a la hora de asumir reponsabilidades políticas por sus innumerables meteduras de pata. Asombro injustificado. A Franco no le dimitió nadie en cuarenta años de gobierno, con más de un centenar de ministros. Solo al final de su dictadura lo hizo un alto cargo que no era ministro, en solidaridad con un ministro depuesto. Los franquistas no dimitían. Estos tampoco. Y bastante es que den explicaciones, aunque sean un conjunto de patrañas que echan como pasto a la chusma y a la canallesca. 

diumenge, 16 d’agost del 2015

Epitafio español.


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En noviembre de 2011 ganaba las elecciones la derecha española del PP por mayoría absoluta. Una derecha "sin complejos" que vino a imponer su programa máximo en todos los órdenes, desde la economía a la moral. A convertir en normas jurídicas de obligado cumplimiento para todos como leyes sus convicciones más retrógradas y sectarias en lo referente a los derechos de las minorías, los de las mujeres, las libertades públicas, los derechos de los trabajadores y el conjunto del Estado del bienestar. 

Fueron cuatro años de involución, de retorno al franquismo sin más, con el que se certificaba el fracaso del espíritu de la transición. Esta presuponía un acuerdo para normalizar la democracia española que implicaba que ninguna de las dos partes volvería a las andadas. La izquierda abandonaría la orientación revolucionaria y la derecha renunciaría al espíritu de victoria y sumisión de la población civil con que había vivido durante la dictadura.

La legislatura al mando de Mariano Rajoy, el de los sobresueldos, ha dejado claro que la derecha vuelve por la querencia original, "sin complejos". La Iglesia sigue siendo un Estado dentro del Estado, no sometida a leyes y el gobierno vuelve a estar en manos de los curas o de sus monaguillos, a ser una hierocracia, especialmente concentrada en adoctrinar mediante la educación. El gobierno pretendió -pero no lo consiguió- arrebatar a las mujeres sus derechos reproductivos para volver a ponerlas bajo la tutela del patriarcado. Sí consiguió en cambio, por la presión de la patronal, despojar a los trabajadores prácticamente de todos sus derechos laborales, dejándolos inermes ante la voracidad de los empresarios, que dictan condiciones rayanas en la esclavitud. Para evitar las protestas, se ha revestido de una legislación de "seguridad ciudadana" de carácter autoritario y probablemente anticonstitucional. Al propio tiempo, realizaba una política de recentralización territorial muy coherente con la catalanofobia de que ya hacía gala en la oposición, cuando recogía firmas en contra del Estatuto de 2006 que impugnó ante el Tribunal Constitucional.

Esta especie de traslación en el tiempo al de la dictadura vino acompañada con el reparto propio de aquel régimen inenarrable: nobles, empresarios, numerarios del Opus, algunos miembros de los cuerpos de élite del Estado y funcionarios del partido-movimiento, tipos que hacen su carrera en Nomenklatura  del partido: calientas sillones como diputado o senador, luego te hacen delegad@ del gobierno en una comunidad, que es como gobernador civil y, con tesón, llegas a presidente de Comunidad Autónoma, especie de jefe regional del Movimiento (hoy llamados "barones"). O sea, pura oligarquía del franquismo. Ni siquiera falta la corrupción generalizada. Los gobernantes, salvo excepciones, roban todos y toda la administración está regida por criterios corruptos y alimentada por auténticos delincuentes que han creado tramas al efecto. La transición ha muerto y la España eterna ha vuelto.

Esta oligarquía corrupta e incompetente, esta "élite extractiva", estos "captores" masivos de las rentas públicas, estos caciques y vividores, están siempre recitando discursos patrióticos, en los que no cree ya nadie, ni ellos mismos. Falta de crédito, la oligarquía española se vale de la doctrina del "patriotismo constitucional". Si no es posible enardecer a los patriotas con los recuerdos guerreros, se invoca la Constitución, justamente en el momento en que sectores enteros de la población quieren abolirla y el resto, cuando menos, reformarla.

Tampoco la izquierda ha conseguido poner en pie un nacionalismo o patriotismo español distinto del fracasado y falso de la derecha, que sigue considerando que España es su cortijo. Su discurso sobre la nación es comparable al otro y sus símbolos y referencias básicamente los mismos. El otro día, Pedro Sánchez hacía olvidar hasta el recuerdo de la bandera tricolor y salía al escenario envuelto en una bicolor tan grande como sus ambiciones. La segunda restauración quiere ser un régimen turnista en el que los dos partidos son dinásticos y comparten un terreno substancial de acuerdo en el cual se cuenta la idea de que España es una nación, que alberga regiones y "nacionalidades" pero no "naciones" y que a su vez, tengan derecho a dotarse de un Estado. 

En España no hay perspectiva real de cambio. Las expectativas generadas hace escasos meses por Podemos se han marchitado a ojos vista. El único vaticinio es la perpetuación de este sistema estructuralmente autoritario, incompetente, condenado al fracaso con unas formas liberales y hasta democráticas que siempre ceden ante las presiones represivas de la derecha.

Nada de extraño, por tanto, que quienes ven posibilidades reales de desengancharse de esta especie de maldición por la vía de la independencia, los soberanistas catalanes, lo hagan. Los nacionalistas españoles no han conseguido articular un ideal nacional compartido por los españoles, sino que han impuesto el de un bando que los demás han tenido que tragar. Pero así no se consigue articular un referente, un símbolo por el que merezca la pena luchar, quizá morir. Los catalanes sí lo han conseguido: una causa nacional. Y en el logro de esa causa nacional parece ser ya demasiado tarde para ofrecer soluciones intermedias. Es independencia sí o no. Las elecciones del 27 de septiembre son plebiscitarias, digan lo que digan en La Moncloa, en donde normalmente no dicen nada que merezca la pena escuchar. 

No parece fácil, quizá ni posible, frenar el movimiento independentista. En todo caso, los nacionalistas españoles no podrán conseguirlo por varias razones: en primer lugar actuaron mal, injustamente y con autoritarismo en los prolegómenos del conflicto. En segundo lugar, carecen de contraofertas aceptables para la otra parte. Por otro lado la cuestión se ha internacionalizado mucho y el soberanismo catalán goza de muy buena prensa en el exterior, tanto por sí mismo como por contraste con la imagen tenebrosa y de despotismo que sigue habiendo de España. Por último, su enfoque de la cuestión tiene una dimensión casi metafísica que los empuja a no ver las dimensiones reales del problema. Si Cataluña se va, lo que resta ¿es España o es otra cosa? 

dissabte, 15 d’agost del 2015

La lista de la CUP y Palinuro.


Hace unos días los amigos de la CUP nacional me ofrecieron integrarme en su lista en uno de los últimos puestos, sin posibilidades de salir elegido, como gesto simbólico de apoyo. Se entendía, me dijeron, que ello no implicaba coincidencia plena con las posiciones de la CUP. Así también lo tomé yo: se trataba de mostrar de modo práctico mi compromiso con el derecho a decidir de los catalanes aquí y ahora y no en algún hipotético futuro. Palinuro defiende ese derecho, como se sabe, desde hace años, lo cual no lo convierte en partidario de la independencia de Cataluña. Solo en partidario del derecho de los catalanes a decidir por su cuenta lo que aquellos crean mejor, incluida, por supuesto, la independencia. Mi visión sobre la posible independencia de Cataluña y/o los països catalans está expuesta con detalle en mi libro de este año sobre La desnacionalización de España (editorial Tirant Lo Blanch, Valencia) y reside en la idea de que, de darse, quizá sea la última esperanza que quede al país de salir de un letargo, una modorra, un atraso, una agonía que dura ya tres siglos y medio. Si España no reacciona ante la independencia de Cataluña, está muerta y es presa de buitres.

De forma que acepté. No fue sencillo para mí porque, desde la transición, jamás he participado en ninguna actividad de política práctica representativa, habiéndome mantenido siempre en un terreno puramente especulativo. Acepté, sin embargo, integrarme por primera vez en mi vida en una lista electoral de una candidatura con cuya línea ideológica netamente de izquierda, asamblearia, republicana, laica, socialista, ecológica y feminista, estoy de acuerdo. La mera coincidencia ideológica, sin embargo, tampoco hubiera sido suficiente. Se añade algo más: la clara excepcionalidad del momento, la situación límite en la que el país se encuentra merced al infame carácter del gobierno español actual y que nos obliga a quienes tenemos convicciones democráticas y de izquierdas a tomar partido por ellas, aunque muchos puedan sostener, con falsedad, que es en contra de nuestros intereses. Porque si nuestros intereses son contrarios a nuestras convicciones, debemos renunciar a ellos.

Así pues, repito, acepté.

Pero, luego, la Junta Electoral Central recordó que, de acuerdo con la legislación electoral aplicable al caso, los candidatos en las listas de las elecciones autonómicas deben estar censados en la Comunidad Autónoma en la que se celebren.

Es decir, no puedo ir en la lista de la CUP por imperativo legal que la CUP y yo acatamos.

Pero hubiera ido.

La desfachatez de la banda.


El ministro del Interior compareció ayer en el Congreso a hacer lo que su admirado amigo, guía y maestro Rajoy hace con total desparpajo: mentir. Cualquiera pensará que ese trato frecuente con el embuste ha de ser desagradable; que estar siempre mintiendo, faltando a la verdad cada vez que habla no será plato de gusto. Al menos lo pensarán las personas ordinarias, las que, no teniendo cargos públicos, pueden permitirse el lujo de mentir poco y hasta de decir casi siempre la verdad. 


Pero eso es un error. Están acostumbrados a mentir. En la secta del Opus Dei de la que es miembro Fernández Díaz, no se hace otra cosa. La mentira es la forma de expresión ordinaria del sectario del Opus que, si no tiene mentira que decir, se la inventa. Con absoluto desparpajo, con desfachatez. Fernández Díaz deja de mentiroso a su propio ministerio, al no reproducir el contenido de su comunicado de prensa. Además se contradice a sí mismo. Pero le da igual. Según él y su ministerio: solo se trataron asuntos estrictamente personales. El propio Rato desmontaba esta patraña un par de horas después reconociendo que se habían tratado sus temas. Nada estrictamente procesal decía Fernández Díaz, pero es obvio que en la vida de un multi-imputado como Rato, todo es procesal. 

Le da igual que lo pillen mintiendo a mansalva, como le da igual a su jefe, Rajoy. Si alguien cuestiona sus afirmaciones con hechos, niega los hechos. Si el alguien insiste, Mariano el Sobresueldos, ignora la pregunta, no la contesta y pasa turno de palabra. No hay hechos, no hay interpretaciones solventes, ni debates, ni intervenciones públicas orientadoras tanto en en el gobierno como fuera de él. El ambiente en el que las mentiras del ministro dejan boquiabierto a más de uno no se rige por un espíritu de debate, controversia y tolerancia, sino por uno de abuso, mentira y desprecio. No les molesta tener que mentir. Si acaso hacerlo a la chusma, cosa imprescindible para ganar elecciones. Tener que echar mentiras a los puercos.

Con la mayoría absoluta a su disposición Rajoy y los suyos se consideran libres de toda sospecha de aquello que precisamente fabrican: la arbitrariedad. Saben que pueden mentir tan desvergonzadamente como quieran y que nadie podrá tomárselo en cuenta. Si acaso al contrario. Si no mienten, no entretienen a los suyos. De hecho, todo el mandato de Rajoy ha estado caracterizado por la mentira, el engaño, el embuste y el fraude. El programa electoral era un fraude, como reconoce él mismo. Sus seudoexplicaciones sobre Bárcenas, mentiras en sede parlamentaria. 

Rajoy es el líder peor valorado de la democracia española. Nadie confía en él, dentro o fuera del país. Carece de todo crédito porque no ha hecho otra cosa que engañar y falsificar. Los datos que maneja para justificar la recuperación económica suelen estar amañados y son falsos. Ni a él ni a su gente importa gran cosa desnaturalizar las instituciones para hacer pasar la mentira y el engaño por verdad. 

La derecha ha destruido toda posibilidad de diálogo con otras orientaciones, de ámbito estatal o no estatal. Solo puede gobernar si obtiene mayoría absoluta, que interpreta como un cheque en blanco para mentir siempre e imponer sus criterios, aunque sean rechazados a su vez por mayorías superiores a la absoluta en los ámbitos en que hayan de aplicarse, por ejemplo, entre las mujeres, la comunidad educativa o la ciudadanía en uso de sus derechos. 

Además de recurrir sistemáticamente a la mentira como forma de gobierno y a sus connotaciones de manipulación, falta de información, negativa a dar explicaciones o rendir cuentas, el gobierno solo ha cosechado fracasos en sus grandes proyectos legislativos: la ley de reforma del aborto ha quedado en agua de borrajas y le ha costado el cargo a Ruiz Gallardón, que tampoco consiguió implantar sus retrógradas medidas en punto a la privatización de los registros. La Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Enseñanza, la famosa LOMCE del ministro más reaccionario y agresivo de la democracia española, no se puede aplicar y la Ley de Seguridad Ciudadana, más apropiadamente conocida como Ley Mordaza está recurrida ante el Tribunal Constitucional.

Cualquier directivo de cualquier empresa privada (el sacrosanto referente para la asociación de presuntos malhechores) que presentara esta hoja de servicios, estaría en la calle, despedido. Aquí no; aquí se recurre a la mentira sin paliativos para sostener que un gobierno que ha fracasado en todo está sacando a España de la crisis. Todo a base de mentiras y embustes.

¿Cómo se espera que Fernández Díaz haga algo distinto de lo que ha visto siempre hacer, esto es, mentir? 

Y si miente como hace su modelo, el presidente de los sobresueldos, ¿por qué tiene que dimitir? Eso solo lo hacen los socialistas que son unos pusilánimes.