dilluns, 26 de gener del 2015

Un año en un día.


En su post de hoy mismo referido a la jornada de ayer Palinuro, haciendo alarde de su temperamento heracliteano, daba un año para que las cosas cambiaran hasta no poder reconocerlas.

¿Un año? En un día ya se ha alterado todo. Es la esencia de la política. Carecer de esencia. Vivir del viento y el cuento. Caer de pie. Mentir pareciendo sincero. Ser sincero pareciendo mentir. Engañar. Engañarse.

A más de uno le han amargado el café con porras.

¿Un acuerdo de gobierno pactado en horas y sin necesidad de hablar con los demás, que son un puñadico? Claro. Estaba pactado de antemano.

¿Se lo dijo Tsipras a sus dos aliados, Podemos e IU, cuando se vio con ellos hace dos o tres días y bailaban juntos el sirtaki de la libertd? Elijan ustedes mismos la respuesta y no se molesten en preguntársela a los respectivos interlocutores, Pablo Iglesias y Cayo Lara. ¿Para qué? Lo que respondan será tan fidedigno como la historia de la princesa Micomicona, que debiera ser lección primera de todo manual de comunicación política.
 
Obvio. Hablar con otro no garantiza que sepas lo que piensa o va a hacer, salvo que tengas poderes mesmerianos. Y esos no los tenía ni Mesmer. Así que, cuando Iglesias dice que en su conversación íntima con los dos capitostes socialistas, Zapatero y Bono, los dos le hablaron bien de Pedro Sánchez, ¿qué espera que entienda quien le escucha? No iban a hablarle mal para que después se chivase. Claro que pudieron hablarle mal pero le pidieron el secreto. O le hablaron bien pero con retintín para que entendiera que no le quieren. O no le hablaron para ningunearlo. O...
 
Sí, claro. La política es comunicación, diálogo, cotilleo. No se ve por qué Sánchez no puede ir a los programas de telebasura como si estos otros no fueran lo mismo con mousse de cabracho.
 
Pero, ¿cómo, vamos a ver? ¿Un pacto de Syriza y la derecha? No es nada inconcebible. No es un niño de seis cabezas. En Extremadura, IU va del ganchete con el PP. ¡Ah, no compares! dice algún genio, ¡Extremadura no es Grecia! Ante esta memez se puede reaccionar de dos maneras: contestando o bloqueando. Palinuro bloquea.
 
Es el mismo pacto que tienen en Cataluña Junquera y Mas a quien se abraza David Fernández, por razones que Iglesias no entiende y, como no entiende, reprueba, en lugar de tratar de entender. En Cataluña hay un conflicto nacional con España y los abrazos son ante todo, catalanes. El mismo conflicto que hay entre Grecia y Bruselas, por lo cual, los abrazos son griegos. No son abrazos sociales; son abrazos nacionales. Prima el conflicto nacional del que, espera Tsipras, dependerán los sociales. ¿Cómo que no se entiende? Es exactamente el que copia Podemos para España: la patria, la soberanía, contra Merkel y los mercados. Y ¿por qué lo que se predica para España no se entiende para Cataluña? ¿No se entiende o no quiere entenderse?
 
Y vamos al PSOE, cuyo líder descubrió ayer que Grecia no es España, al unísono con Floriano, Rajoy, Aguirre y resto de las invictas centurias de la Falange neoliberal. Afirma el neófito que él jamás pactará con el PP o sea, que él nunca hará una gran coalición como la de los democristianos y los socialdemócratas alemanes que todos los días le pasan por los morros un par de veces, mientras firma acuerdos con la derecha neofranquista. Por supuesto, lo hace por reponsabilidad de estadista, consigna que le inculcó su sabio mentor, Rubalcaba, cuyo sentido del Estado es exactamente como el de Fraga.
 
De los socialistas griegos puede no quedar ni el recuerdo. Como no queda de los italianos, otrora tan orondos, sonrientes y mafiosos. No, por favor, no repita usted que Grecia no es España que lo bloqueo. Diga algo sobre Cataluña; algo con sentido. Algo sobre la crisis, sobre España. Ataque a la derecha neofranquista de modo claro, nítido, sin pactar vergonzantemente con ella. Es mucho más recomendable hacer oposición rotunda ahora y llegar a un pacto posterior si las circunstancias lo obligan. A la vista está que las proclamas doctrinarias en política no sirven de nada. Solo valen lo intereses. No le dé vergüenza. Es legítimo. ¿O cree usted con una ingenuidad que los dioses le conserven que Podemos no pactará con UPyD y/o Ciudadanos si le interesa? Resérvese todas las opciones abiertas, la gran coalición o la que Palinuro prefiere, esto es, el pacto a tres bandas, PSOE, Podemos, IU y encabezado por quien los ciudadanos decidan.
 
¿Y los comunistas? O sea, IU, hablemos ya claramente.  Esos también ven en Grecia el primer acto de su defunción histórica. Agarrados a las últimas banderas, se quedan a la intemperie mientras uno de los suyos, criado a sus pechos, pero decidido a no repetir el suplicio de Sísifo, (que es el que ama Anguita en España, gran lector de Camus), se cisca en la vanguardia de la historia y hace realidad el viejo sueño de la unidad de la izquierda pero sin contar con los chusqueros.
 
Así que no se peguen ustedes mucho en Andalucía, pues a lo mejor tienen que volver a formar gobierno con el denostado PSOE. Y dejen de decir esa estupidez de que el PSOE y el PP son lo mismo cuando mantienen ustedes una alianza con el PP en Extremadura. ¿O no les ha quedado claro ya viendo el resultado griego que, a la hora de ir a la cama, los políticos pueden econtrarse cualquier cosa en ella? 
 
Bueno, Palinuro larga velamen. Ya se enterará de lo que suelta ahora la tropa por la tele, medio habitual de confusión.

Syriza ha ganado las elecciones en España.

Los españoles solemos llegar a los acontecimientos y dramas europeos en el segundo acto. Nos pasó con la transición, que empezó un año después de la caída de las dictaduras portuguesa y griega (mira tú...); nos pasó también con la victoria socialista de 1982, un año después de la del Partido Socialista en Francia y el PASOK en Grecia (mira tú...). Ahora, en el nuevo drama de la rebelión contra la dictadura de hecho de la troika, después del primer acto con la victoria de Syriza, viene uno segundo con las elecciones españolas, dividido a su vez en cuatro cuadros: las andaluzas de marzo, las municipales de mayo, las catalanas de septiembre y las generales de noviembre si llegamos a ellas.

No se nos dirá que no practicamos el vivere pericolosamente de los futuristas. Cuatro elecciones en un año con un gobierno pendiente de la crónica de tribunales por si lo llaman a declarar; una economía que no levanta cabeza; un sistema de partidos con uno de derechas anegado por la corrupción y tres de izquierdas, mal avenidos entre sí y no muy unidos internamente; una Constitución cuestionada por amplios sectores sociales; y una posibilidad de secesión de una parte nada desdeñable del territorio del Estado. Cada una de estas elecciones será un fin en sí mismo y, al mismo tiempo, un modo de calibrar fuerzas y adoptar tácticas para las siguientes de forma que, cuando llegue la última, en noviembre, es probable que nada se parezca a lo que ahora vemos.

En nuestra época, la de la información en llamado tiempo real, las reacciones a los acontecimientos se producen antes de que estos concluyan. Son instantáneas y, claro, bastante bobas. Dice el portavoz del PP, Hernando, que los resultados griegos no son extrapolables a España. ¿Por qué no? Básicamente porque no le gustan. Si le gustaran lo serían y en ambos casos él hubiera parecido más inteligente de haberse callado.

El PP abrió su convención con un remake del parque jurásico, de la mano de Aznar y su recio estilo falangista. La vieja guardia de la orden de los sobresueldos cerró filas en torno al hombre previsible, el del sentido común que, francamente asustado, dedicó su intervención a amenazar con el sacamantecas de Podemos, advirtiéndonos del peligro de jugar a la ruleta rusa. Oído a la imagen que es tremenda y revela verdadero pánico.

En Valencia, grandioso recibimiento de Pablo Iglesias al grito de "¡Presidente! ¡Presidente!". El mismo Pablo Iglesias que venía de refutar en la televisión a cuatro o cinco periodistas dialécticamente armados hasta los dientes, con la misma serenidad con que el mozo Jesús confundió a los doctores en el templo y que ambos me perdonen la comparación. Con Grecia, dijo, comienza el tic tac del reloj que marcará el paso de Rajoy a la historia, en donde le está esperando la crisis. Otra imagen curiosa. Quizá proceda del tic tac del cocodrilo en Peter Pan. Y, bien mirado, si Inda es don Pantuflo, Rajoy tiene algo de capitán Garfio.

La intención inmediata de Podemos es convertir esa apoteosis valenciana en una gran marcha-marea el 31 para que el tic tac se haga atronador. Por cierto, igual que en Valencia ha sonado Al vent, de Raimon, sugiero que en la marcha del 31 pongan un tema de Mikis Theodorakis, por ejemplo, Un mundo libre de la banda sonora de Z. Así suena Grecia. Más.

En el PSOE, en donde han decidido echar a suertes los primeros en Andalucía, cunde el desconcierto. Con un PP casi fuera de juego, como si en vez de ser Andalucía fuera Cataluña, las elecciones se van a reñir entre las tres fuerzas de la izquierda, las dos institucionales y la emergente. Ojalá no se pongan muy agrias porque, conocida es la opinión de Palinuro, tendrán que entenderse después. Pero la procesión socialista va por dentro. Susana Díaz entretenida primero en las elecciones y luego en su maternidad, no considera de momento la posibilidad de optar a la secretaría general de su partido.

Pedro Sánchez tiene expedito el camino. Lo malo es que no hay camino. Haber estado ausente en Grecia es mal comienzo. El PP fue a apoyar al perdedor, Nueva Democracia. Por eso el resultado no es extrapolable, claro. Syriza contó con el apoyo entusiasta de Podemos y en la sombra y como de tapadillo, el de IU. Pero el PSOE no tenía a quién apoyar, después de la escisión del PASOK del movimiento de Papandreu que, por cierto, no ha conseguido escaño. Debe de ser la primera vez que no hay un Papandreu en el Parlamento griego desde las guerras del Peloponeso. Para compensar Pedro Sánchez ha decidido adherirse a la doctrina Hernando, sentenciando la melonada de que Grecia no es España. No, ni Arabia Saudí. Y el PSOE tampoco es el PASOK, con su 4,6% del voto. Pero, si se esfuerza, puede llegar a serlo. También el PASOK alcanzó el 48% del voto en 1981. La fortuna es una diosa cruel. Grecia no es España pero muchísimos españoles, quizá millones, están entusiasmados con ella. Y Grecia ha votado a una izquierda nueva, que no es la comunista tradicional -a la que el electorado considera anquilosada- ni la socialdemócrata, impregnada de neoliberalismo. Ha ocupado el lugar de la auténtica socialdemocracia y por eso dicen los de Podemos que su programa es el de la socialdemocracia.

¿Y cómo ve esto Sánchez? Mal, supuesto que lo vea. Tiene por delante dos tareas muy difíciles: de un lado, recapitular la ejecutoria de gobierno del PSOE, reconocer los errores y presentar propuestas factibles de corrección. De otro, articular un discurso reformista que converja con las otras izquierdas y resulte creíble. Y no ayuda nada a ello sino todo lo contrario, que prosiga su política de colaboración con el gobierno hasta en sus aventuras más autoritarias y antidemocráticas, como en el caso de la reimplantación de la cadena perpetua con otro nombre.

Carece de sentido que el PSOE pretenda encabezar una política de ruptura como la que reclama una gran cantidad de gente, entre ella muchos de sus votantes, porque no puede y, en el fondo, no quiere. Pero cuanto más claramente de izquierda sea el discurso socialista más se aproximará a una acción común de las tres fuerzas que Palinuro considera inevitable. Entre otras cosas porque tanto IU como el PSOE disponen de aparatos de partido sólidos de los que carece Podemos. Y son imprescindibles para administrar en todos los niveles un país que se quiere gobernar.

Quedan las elecciones catalanas de septiembre. Están presididas por un conflicto nacional que los partidos nacionalistas españoles se niegan a admitir. Serán plebiscitarias, diga Rajoy lo que diga con esa fantástica habilidad de no decir jamás nada con algún contacto con la realidad. La única incógnita será qué porcentaje de votos conseguirá Podemos y exactamente qué posición representarán en la cuestión de la independencia. Dicho en román paladino: si, al día siguiente de las elecciones plebiscitarias, y según sea su resultado, los soberanistas hacen una declaración unilateral de independencia, ¿qué votarán los diputados de Podemos?

En noviembre volvemos a hablar.

diumenge, 25 de gener del 2015

Moción de censura a un imbécil corrupto.

Palinuro lleva meses, años, pidiendo que la oposición presente una moción de censura a este presidente, perfectamente caracterizado por Albano Dante Fachin Pozzi como un imbécil.

Ningún país que se precie, ninguna comunidad de ciudadanos que tenga en algo su dignidad, pueden aceptar ser gobernados por un imbécil, un tipo que lleva tres años haciendo y diciendo necedades, estupideces, sinsorgadas. Es verdad que España tiene una larga historia de gobernantes idiotas, desde Carlos II el hechizado hasta Aznar, pasando por Isabel II y  Francisco Franco pues que, además de imbéciles, hayan sido criminales y genocidas, no resta un ápice a su imbecilidad. Y también lo es que a lo largo de los siglos el país parece haber aceptado con resignado fatalismo que, si alguien llega a presidir el gobierno, tiene muchas probabilidades de ser un imbécil.

Entonces, ¿por qué molestarnos? Si Rajoy es un imbécil, no desentona. ¿Para qué montar el lío de una moción de censura? Porque ahora llevamos ya un tiempo en Europa y ahí detectan a la primera los gobernantes imbéciles, se aprovechan de su imbecilidad y las consecuencias las pagan luego los pueblos. Basta con mirar a Grecia. Así, desde el primer momento de su mandato, Rajoy fue calificado en el Parlamento europeo como el líder más incompetente de Europa, lo que tiene su mérito porque los hay a porrillo.

Hay quien sostiene que, siendo España una democracia, al menos formalmente, si un imbécil tiene once millones de votos, deja de ser un imbécil para convertirse en un estadista. Falso. Once millones de votos y once veces once millones de votos pueden elevar al gobierno a un imbécil, pero seguirá siendo un imbécil. Millones votaron a Hitler, un asesino; millones a Nixon, un granuja; millones a Berlusconi, un crápula; millones a  Bush Jr., otro imbécil, perfectamente conjuntado con Aznar. Los votos te dan el poder, pero no las neuronas.

Hay otra razón. Este imbécil es, además, un corrupto, un tipo que lleva veinte años cobrando sobresueldos presuntamente ilícitos, regalos, viajes, dádivas de la Gürtel; veinte años siéndolo todo en un partido que ha generalizado las prácticas corruptas, en donde unos sinvergüenzas han amasado fortunas, han vivido a cuerpo de rey a costa de la ciudadanía, han expoliado lo público, arruinado a cientos de miles de personas y empujado al exilio económico o al suicidio a montañas de gente. Un partido que más parece una asociación de malhechores, un partido de granujas.

El partido de la de ¡que se jodan!, cuya padre, por cierto, está jodiéndose en la cárcel por delincuente.

Y eso ya es la gota que colma el vaso. ¿Gobernantes imbéciles? Es el destino. ¿Corruptos? ¿Para que nos roben? Hombre, ya está bien. Hay que reaccionar y, en efecto, Palinuro lleva meses, años, pidiendo que la oposición haga algo para que, además de robarnos, estos corruptos no nos tomen por el pito del sereno. Jamás tuvo eco. Siendo secretario general del PSOE Rubalcaba -que tenía muchos méritos para ser presidente de España en la más acrisolada tradición de la imbecilidad- amenazó tímidamente con presentar una y ya no volvió a mencionarla, como si hubiera sido un exabrupto del inconsciente, una pesadilla producto de una indigestión.

Por eso saluda hoy Palinuro y aplaude el espléndido, excelente, artículo de Odón Elorza en Publicoscopia titulado Del carnaval de Bárcenas/Rajoy a una moción de censura y espera que tenga más eco que él. Elorza es una autoridad en el PSOE, fue alcalde de San Sebastián, es diputado en las Cortes, hombre culto, con criterio e independencia; hombre respetado. Ojala lo escuchen sus compañeros y la dirección de su partido y comprendan que la moción de censura, hoy, es mucho más que una medida política parlamentaria. Es una obligación moral de la oposición que no puede seguir haciendo el juego a esta banda de profesionales del mangue y el trinque a través de sobresueldos, comisiones, mordidas y paraísos fiscales.

Palinuro, mucho menos importante que Elorza porque es un modesto navegante a quien solo escuchan los peces y las estrellas, no solo lleva años pidiendo la moción de censura sino, prueba de su radicalismo, también que la oposición haga una retirada al Aventino, esto es que, una vez censurado el gobierno (aunque la moción no se gane tiene un enorme poder politico y moral) deje de legitimar con su presencia la absurda farsa en que se ha convertido el Parlamento, reducido a ser la clac de un imbécil, y se retire a deliberar por su cuenta a otra parte.
 
Eso sí sería hacer política a la altura de los tiempos y devolvería a la oposición parlamentaria la iniciativa y la dignidad que la calle le está negando.

La corrupción y el estilo falangista.


A instancias de Eugenio d'Ors, Franco creó en 1938 una Comisión de Estilo en las Conmemoraciones de la Patria. Se trataba de cuidar que los monumentos, placas, estatuas, conjuntos de que los fascistas llenarían luego España al ganar la guerra civil respondieran a unos criterios estéticos y simbólicos acordados por el mando para avivar el espíritu nacionalista de la población y la tropa. La comisión duró poquísimo. Supongo que, en cuanto los parásitos y ladrones que rodeaban el movimiento nacional se repartieran su dotación presupuestaria prescindieron de ella  porque, al ser su objeto los muertos, los caídos, los aniversarios de las batallas y haber poco que robar, los franquistas perderían el interés y la dejaron morir.

Aunque efímera, su existencia atestigua la permanente preocupación de los fascistas españoles con el "estilo". Para el fundador de la Falange, esta era, sobre todo, un estilo de vida. Ochenta y cinco años después, Aznar, que fue falangista en su juventud, es eso, estilo, sobre todo estilo. El inconfundible "estilo Aznar" que los asistentes a la Convención del PP han detectado de inmediato para solaz de unos e inquietud de otros.

Un estilo adusto, autoritario, abrupto, admonitorio, siempre con el índice levantado, el ceño fruncido, regañando al auditorio, abroncando,  amenazando. Aznar, inconfundible Aznar. El caudillo Aznar, el hombre de la baraka, el ungido, el que no pasa, el alma del PP, prodigio de partido que abarca todo el espectro politico desde el centro liberal, lleno de profesores, asesores, publicistas de la moderación a la extrema derecha con parafernalia nazi y fascista por los ayuntamientos de España. Y no solo eso, además de abarcar todo el espectro politico del centro a la derecha, abarca todo el espectro moral, desde los devotos miembros de sectas religiosas que se dan golpes de pecho y se retiran en oración cada dos por tres hasta auténticos delincuentes, capaces de vaciar las arcas públicas mientras predican austeridad. Ultimamente predominan estos en la oleada de corrupción que ha invadido la vida pública Española y, desde luego, la institucional.

La corrupción, a cuya sombra se celebra la convención del PP, es el primer dragón del que da cuenta el guerrero Aznar en su inimitable estilo de combate. La mejor defensa, un buen ataque. En el partido no hay corrupción a la que define como un cáncer al que hay que resistirse. No hay corrupción real; es un invento del enemigo. Hasta tres veces en su discurso habló de la coartada de la corrupción. ¿Está claro? Es una coartada para impedir que el PP realice su proyecto. Por si acaso, no obstante y porque ya sabe con quién está tratando, insiste en que cada cual se responsabilice de sus actos pues él ya lo hace de los suyos.

Rajoy se habrá sentido aludido. Pero dirá que no, pues él no ha hecho nada. Nada salvo vivir rodeado de gentes en distintas pero siempre atribuladas relaciones con la justicia y que, además, lo acusan de ser conocedor del desaguisado.

Pero eso ya es otro asunto de menor interés. Aznar sigue en su estilo de combate y despliega banderas contra la izquierda dividida en tres y definidas con cierta gracia como la que quiere hundir su propio barco, la que vive en la inopia y los populistas. Lo dice con desprecio, ninguneando al adversario. Un adversario con el que se mimetiza hasta expresarse en sus términos Dos veces insta Aznar a su gente a recuperar y mantener la centralidad. Ya no dice el centro, sino la centralidad, un término típico de Podemos.

Al otro tipo de adversario, el nacionalismo catalán, Aznar lo amenaza, advirtiendo que no es posible echar un pulso a la democracia y al Estado sin que eso tenga consecuencias. ¿Qué consecuencias? No es difícil barruntarlas.

Para eso machaca una y otra vez que España necesita más Estado de derecho, más ley, más Constitución, más unidad. Más ordeno y mando, en definitiva. Es preciso, por tanto, que el PP gane las elecciones a toda costa. Porque, dice,  este partido se ha construido sobre bases muy sólidas. Los españoles lo saben, pero tenemos que recordárselo. Tenemos que recordarles que somos su partido.

Es el estilo falangista más puro: el PP es el partido de los españoles. Los que no sean del PP no son españoles. ¿Se entiende lo que es el nacionalismo español autoritario? Quienes no sean del PP no son españoles. Es más, si son de otros partidos pueden ser hasta antiespañoles. No me lo invento. Luego de la arenga de Aznar llegó la de su discípula, acólita y alma gemela, Esperanza Aguirre, quien afirmó que los "separatistas", "populistas" y "comunistas de todas las tendencias", son "los enemigos de España y de la libertad". Ya están aquí el comunismo, el separatismo y la antiEspaña; faltan el capitalismo demoliberal y la masonería. Pero otra vez está España a punto de sucumbir ante las fuerzas del averno y urgida de una cruzada.

Situación de emergencia. Necesitamos un caudillo. Y he aquí que ha reaparecido Aznar, el hombre providencial. No se había ido a parte alguna. Y, para nerviosismo de Rajoy, concluye su intervención con un sonoro  estoy donde siempre. Estoy con vosotros. No haciendo guardia junto a los luceros, como el Ausente, sino aquí y ahora, a vuestra disposición, con el mismo espíritu de sacrificio de la Falange de siempre.

dissabte, 24 de gener del 2015

¿Qué pasa en el PSOE?


Palinuro ya dedicó un post hace un par de días a la entrevista de Bono y Zapatero con los barandas de Podemos y comentó el sarcasmo que es escuchar cómo estos abominan en público de lo que luego practican en privado. A su juicio,  la "casta", en realidad, se reduce a una (de ahí que hablen en singular), la de los dalits o intocables, más bajos que perros, con los que no caben tratos. Pero cuando nadie los ve, en secreto, pierden el trasero por codearse con sus miembros, a los que toman por brahmanes.

Vamos ahora con los otros dos comensales. Uno de ellos, Bono, un meapilas devoto de monjas milagreras, más de derechas que medio PP y admirador de Fraga, no merece mayor atención. Para él la política es eso, enchufe, cabildeo, compadreo, chanchullo. ¿Y el otro? El que no iba a fallar a la gente, el pusilánime que enterró al PSOE, lo puso al servicio de la banca y abrió el camino a la derecha quién sabe por cuánto tiempo con la reforma del artículo 135 que ni a discutir se atrevió a los alemanes.

Esta pareja de intrigantes se ha reunido en secreto con dos de los principales adversarios de los suyos, sin advertir a su superior jerárquico, democráticamente elegido y, probablemente, les han suministrado información para arremeter luego contra él y vilipendiarlo en público como así ha sido.

Sánchez gustará más o menos. Palinuro, quien sigue simpatizando con Podemos a pesar de todo,  no cree que el socialista haga las cosas bien;  al contrario, a la vista está que las hace mal porque no mete en cintura a estos urdidores. Pero una cosa es criticar -por lo demás como aquí se critica a todo el mundo, incluido al propio autor del blog- y otra muy distinta tender trampas, dejar en ridículo, hacer de menos. Una cosa es ser un crítico y otra un felón. 
 
Sánchez no se merece ese trato. Ni de los botarates que intrigan contra él en sus escondrijos, ni de los otros, tipo Blanco o Chacón, siempre a la sombra de los más poderosos. Sánchez fue elegido secretario general en limpia y reñida lid. Otra cosa es que en ella hubiera alianzas, encuentros, desencuentros o lo que fuera que, como siempre, dejaron frustración y desengaño. Pero no hubo trampa y la honradez y el recto sentir mandan aceptar el resultado, ponerse a las órdenes del elegido o marcharse del partido. Pero no tratar de subvertir la voluntad de los electores con oscuras componendas.
 
Porque cuando se ataca al responsable de una empresa, se ataca a la empresa. Esta, en España, hoy, es la derrota de la derecha neofranquista, corrupta y meapilas, y su substitución por un gobierno democrático, capaz de devolver a la gente los derechos, las libertades, la prosperidad y la dignidad que la carcunda le ha arrebatado.
 
Eso es lo más importante. Incluso lo único importante.
 
Si a esa señora andaluza, a quien el halago y la adulación han trastornado al extremo de no importarle provocar un desastre en su partido solo por satisfacer sus ambiciones, le queda un adarme de sensatez, se concentrará en gobernar su Comunidad. Quizá piense que tiene más peso que Sánchez porque Andalucía es muy grande. Pero Sánchez tiene más legitimidad porque ha sido elegido mientras que ella es producto del dedazo del mandamás y legitimidad democrática tiene poca. Apoye pues noblemente al secretario general de su partido en lugar de escatimarle su respaldo y ponerle trampas, que ya le llegará el turno de demostrar su valía si la tiene, que está por ver.
 
La cuestión aquí es impedir lo que, de no haber remedios fuertes, será una realidad lamentable: cuatro años más de gobierno de estos de los sobresueldos.
 
La cuestión es ganar las elecciones. Y, para ganar las elecciones, Sánchez tiene que consolidar su autoridad en el partido, hacer una oposición cien veces más contundente,  no perder el tiempo atacando a las otras izquierdas o respondiendo a sus ataques, presentar un programa claro, viable y positivo. Y encabezar iniciativas audaces, valientes.
 
Si no las tiene a mano, ahí va una de Palinuro: proponga él, y hágalo ya, una unidad electoral de las izquierdas, con Podemos y con IU y sin condiciones previas. Los de Podemos quizá la rechacen porque dicen no estar interesados en la unidad de la izquierda sino en la unidad popular, que es otro plagio conceptual, esta vez del Chile de Allende. Quedará IU. Visto el triste destino que aguarda a esta formación, condenada a perder frente a otros que triunfan habiéndole copiado las ideas, a lo mejor conserva la lucidez y la audacia necesarias para concurrir con un programa común, sostenido por los dos partidos históricos de la izquierda española, los que tienen ya sobradamente probado que cuentan con la experiencia y la capacidad necesarias para llevarlo a cabo, haciendo un llamamiento a la memoria de la mayoría de izquierdas del país.
 

divendres, 23 de gener del 2015

Dimita ya, sobresueldos.

 Y con usted, la banda de mangantes a la que llama partido político y que lleva decenios cobrando sobresueldos de procedencia ilícita.

Usted afirmó en su día en sede parlamentaria que en el PP no hay ni ha habido nunca caja B. Mintió, como de costumbre.

El juez dice que hubo caja B. La abogacía del Estado dice que hubo caja B. Bárcenas dice que hubo caja B. Y añade que usted lo sabía.

Es todo el mundo contra su palabra que, como ha demostrado y admitido usted expresamente, no vale nada.
También admitió en sede parlamentaria, que en el PP se habían pagado sobresueldos. Los llamó "pluses" o cualquier otra cosa para disimular. Pero se pagaron. Y usted los cobró.
Esos sobresueldos, un maná de cientos de miles de euros que llovió sobre los dirigentes del PP, desde Aznar a Arenas, pasando por Cospedal, Sáenz de Santamaría, usted mismo, etc.,  son una auténtica sinvergonzada por la que hace años que deberían haber dimitido todos.
Dice Floriano que "este señor (Bárcenas) nos engañó" y, en justa venganza, él pretende engañar a su vez a la ciudadanía. Con una diferencia: quiere que la ciudadanía se deje engañar gratis cuando él y sus amigos se forraron gracias al engaño que dicen haber sufrido. ¿O se refiere a que los engañó porque no pillaron suficiente pasta?
La caja B, que existe para todo el mundo excepto para usted, era la cornucopia de la abundancia: dio para pagar sobresueldos a decenas y decenas de pillastres que luego iban predicando honradez y sacrificios. Dio también para financiar las campañas electorales del PP cuyos resultados, afectados de ilicitud, debieran anularse. Dio para pagar numerosos actos de pompa y boato en los que Aguirre y su tropa predicaban contra las mamandurrias ajenas. Era un tesoro inagotable.
¿A cuánto ascendió? Calcúlese: si Bárcenas detraía de las operaciones de la Caja B un pequeño porcentaje y amasó 42,8 millones de euros, ¿a cuánto ascendió la caja B y quién se ha llevado el grueso de la pastuqui?
En serio. ¿Cree alguien que esto es de recibo, que el país puede aguantar hasta noviembre gobernado por esta banda de sinvergüenzas y encima sometida al chantaje de otro sinvergüenza?

Las virtudes de Bárcenas.


Según algunos medios, las primeras declaraciones de Bárcenas, al estrenar su semilibertad, son irónicas o cínicas o sarcásticas. "Le he hecho caso a Rajoy, Luis ha sido fuerte". Husmean la amenaza. Desde luego, el empleo de la tercera persona resulta algo extraño. Es como si Luis Bárcenas autor hablara de Luis Bárcenas personaje, un poco al estilo de Pirandello. Solo el tiempo dirá si se trata de una licencia literaria o, durante los 19 meses de prisión, el hombre ha sufrido un desdoblamiento de la personalidad y seguirá hablando de sí como si fuera otro. La declaración subsiguiente "el PP no tiene nada que temer" justo cuando en ese partido no les llega la camisa al tiempo, sí que suena como a reto. No es agradable la visión de un futuro en el que el destino de tanta gente importante dependa de lo que declare un hombre de cuyo nombre nadie quiere acordarse.

Pero no hay lugar. La excarcelación de Bárcenas y las maniobras procesales de este pueden posponer la apertura de la vista oral hasta después de las elecciones de noviembre. Justamente la jugada táctica de La Moncloa. El mensaje por SMS de Rajoy, Luis sé fuerte adquiere ahora su significado y, rendido a sus pies, Bárcenas reconoce haberlo sido, haber sido fuerte. La fortaleza que Rajoy le pedía en su SMS es la tercera virtud cardinal de la Iglesia. Las otras, Prudencia, Justicia y Templanza, ya habrá tiempo de practicarlas. La Justicia puede esperar, puesto que la Esperanza es, a su vez, una de las tres virtudes teologales.
 
La Templanza quizá sea ahora la más sometida a tensión. Porque si Bárcenas ve que lo tratan como a un apestado, que no le dejan salir por la tele, que lo criminalizan, puede perder los nervios y hablar. No es imprescindible que lo lleven a las tertulias a pontificar sobre las cuestiones de actualidad, aunque tendría mucha audiencia, pero a lo mejor no conviene acorralarlo.
 
Un partido y un gobierno pendientes de lo que pueda decir o dejar de decir un presunto delincuente en libertad bajo fianza.
 
Es deprimente.

La cuestión candente.


Xavier Vidal-Folch (2014) Cataluña ante España. Madrid: La catarata (143 págs.)

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 En 2013 Palinuro reseñó otro libro del mismo autor y la misma editorial en un post titulado El dret a decidir. Gran parte de lo que allí se decía podría repetirse de este nuevo trabajo de Vidal-Folch. Gran parte, pero no todo y menos aun en cuanto al ánimo o espíritu que rezuma el texto. Desde aquella obra hasta esta ha pasado aproximadamente año y medio y, la verdad, es que es poco lo que ha cambiado la naturaleza del problema o conflicto objeto de estudio, esto es, las relaciones de Cataluña y España. Parece haber cambiado algo más el propio autor. Si en su libro anterior mantenía una actitud relativamente equilibrada entre los dos nacionalismos enfrentados, el español y el catalán, aun propugnando una solución unionista al conflicto bajo la forma del federalismo, en este parece haberse descompensado un poco. No es que haya aumentado su simpatía por el nacionalismo español, con el que sigue siendo muy crítico, pero sí parece haber crecido su animadversión al catalán, que presenta no solamente como equívoco, ambiguo, proclive a la ilegalidad, sino también, lo más grave, inepto, fracasado y empecinado en seguir fracasando a toda costa, con desprecio hacia los perjuicios que su obstinación provoca.

En realidad, con esta segunda obra, parece como si el autor respondiera a la pregunta de la primera (¿Cataluña independiente?), no porque se haya producido un mejor encaje de aquella en España ya que, por el contrario, viene a decir que las cosas están peor que nunca; no tampoco porque el gobierno y el partido que lo sostiene hayan sido capaces de reconducir la cuestión catalana y tratarla con la habilidad y la capacidad de gestión que requiere, sino porque las circunstancias no lo permiten y el nacionalismo catalán, fracasado en su  intento, no ha hecho otra cosa que empecinarse, enrocarse, mantenella y no enmendalla, huir hacia delante. Hacia la catástrofe o el choque de trenes que el autor decía en su primera obra que había que evitar.

En  esta otra, parece haber subido algunos puntos la hostilidad de Vidal-Folch hacia el independentismo catalán y también su impaciencia. Dedica un primer y largo capítulo a desgranar con detalle y competencia los aspectos económicos del problema y revisar algunos prejuicios: España ya no es una ruina y Cataluña tampoco tan eficaz y próspera como se suponía y, por supuesto, con la independencia no le iría mejor sino peor (p. 35). Esta idea recorre el libro, predicada no solamente del comercio sino de otros aspectos, como las relaciones bancarias (p. 108) y, desde luego, las posibilidades de supervivencia en la Unión Europea (pp. 112 y ss.).

La independencia, viene a decir el autor, no interesa a los catalanes y el independentismo, sea el burgués y moderado de CiU o el más radical de ERC, deja mucho que desear en punto a responsabilidad política, sentido común, honradez de actuación y conciencia democrática. La idea básica viene a ser que el objetivo independentista, perversamente disfrazado para no asustar, pero calculado, llevado adelante con medios demagógicos, estilo Assemblea Nacional Catalana (p. 139), descansa asimismo en la demagogia del "España nos roba", propagada por "unos medios subvencionados" (p. 122). Y, la verdad, suena un poco a soga en casa del ahorcado. ¿No podría decirse que el discurso antiindependentista es de esperar en un medio como El País, en el que trabaja el autor y que está, a su vez, según mis noticias, sostenido financieramente por el gobierno central?

El planteamiento general del libro produce cierta incomodidad. Vidal-Folch conoce a fondo la cuestión, es competente y está documentado. Pero algo no encaja. Sin duda critica el centralismo y la cerrazón del obtuso nacionalismo español que este gobierno representa (p. 69 y ss) y no hace concesiones. Pero da la impresión de cargar injustamente toda la culpa del desencuentro sobre el catalán que, por las razones que sean (básicamente ignorancia y demagogia) ha abandonado su viejo y productivo anclaje español para lanzarse a una aventura sin sentido.

Y aquí está, a mi entender, el meollo de la cuestión, apenas esbozada en la obra, pero que no escapará a quien tenga experiencia y sepa de qué se trata. Veamos: la independencia de Cataluña es un dislate, un enorme perjuicio económico, un desatino desde el punto de vista de las relaciones internacionales, es inconveniente y desaconsejable porque, además, en nuestro moderno mundo de hoy "la independencia no existe" (p. 118). Los catalanes debieran entenderlo así entre otras cosas porque, en último término, se enfrentarían a "una resistencia numantina". Está dicho como al desgaire en la página 120, pero está dicho y también insinuado en otras partes. Lectura real: catalanes, no os molestéis porque España no va a dejaros marchar. Punto.

Vidal-Folch tiene la mejor opinión de la tercera vía, entendida como un modelo de federalismo desarrollado por el PSOE, un federalismo asimétrico que las gentes, en lugar de ignorar, harían bien en estudiar y aplicar porque es muy prometedor (pp. 80-85). No siendo eso, el autor rechaza todos los demás argumentos a favor de la secesión (el Canadá, Escocia, las recientes independencias europeas, etc) y, si bien reconoce el derecho de los catalanes a votar (o sea, el derecho a decidir) (p. 137), cree que los independentistas han puesto "el carro delante de los bueyes" (p. 129) y el gobierno y el nacionalismo españoles son incapaces de arbitrar una solución viable si no es la federal (p. 142).

En resumen: aunque con altibajos e insuficiencias, Vidal presenta una argumentación profederalista de la cuestión catalana (que, en realidad y con razón, considera cuestión española), pero, a juicio de este crítico, tiene una visión localizada, parcial, insuficiente, incluso tecnocrática del problema. Habla de bancos, organismos, partidos, gobiernos, autoridades, tribunales, parlamentos, medios, empresas, comercios. Sus razones están mejor o peor traídas y sus argumentos suelen llevar marchamo de experto. Pero falta algo esencial en su reflexión: la gente.

El nacionalismo catalán ha desembocado en un amplio movimiento popular, cultural, transversal, general. Se ha convertido en una reivindicación social ampliamente compartida que ha generado un imaginario colectivo de construcción nacional de carácter emancipatorio. Empeñarse en que un movimiento de este tipo tenga en cuenta cuestiones de contabilidad bancaria, de balanza de pagos, de interpretaciones jurisperitas y de interpretación de las normas positivas equivale a intentar calmar la furia del mar con una espumadera.

dijous, 22 de gener del 2015

Llegan los carnavales.


Con 200.000 euros de vellón se ha redimido transitoriamente al cautivo Bárcenas, preso hasta ahora en las mazmorras del Reino. Reunir 200.000 machacantes en 48 horas no es fácil, salvo que seas impecune, insolvente y no tengas para pagar el metro pero sí una libreta con nombres de antiguos conmilitones del PP.

Ha salido bramando como un toro del toril y emplazando al PP a querellarse contra él si lo acusa de sustraer dinero del partido. Pero, ¿de dónde venía ese dinero que el innombrable habría sustraído siendo tesorero? Está claro: de la caja B que el mismo Bárcenas reconoce por videoconferencia que administró. Pero Cospedal sostiene que esa caja B no existió nunca y, si lo hizo (porque es difícil negarlo, hasta para Cospedal) era de ese señor Bárcenas. Es decir: se querella por la sustracción de un dinero de una caja que nunca existió o pertenecía al querellado a quien, al parecer, se acusa de robarse a sí mismo. Pura lógica cospedaliana.
Alto ahí. Los malandrines siempre llevan su merecido. La doctrina de que en el PP no hay más caja B que la B de Bárcenas procede de más arriba, del mismo Rajoy, aunque él no dice "Bárcenas", porque se lo ha prohibido el médico, y dice "ese señor". Nada. No hay caja B en el PP. Los sobresueldos se pagaron en A. Es curioso, sin embargo, que hasta la abogacía del Estado, del Estado de Rajoy, da por cierta la existencia de la caja B. Es igual, no hay caja B.
No habrá caja B, pero una de las acusaciones particulares en el proceso, la Asociación de Abogados Demócratas de Europa, pide que Rajoy testifique. Tendría que testificar sobre la existencia de algo cuya existencia niega y hablar de alguien cuyo nombre ha olvidado. "Esa persona de la que usted me habla, además, ya no es miembro del partido", como si eso significara algo.
A Bárcenas no lo reconoce hoy ni uno de sus antiguos amigos, beneficiados o compinches. A él, que fue gerente, tesorero, senador, un prohombre de la Patria. No se acuerdan ni de su nombre ni saben quién fue o quién es. Y, sin embargo, cuando comenzó a cantar, todos se querellaron contra él: Aznar, Ana Palacio, Cospedal, hasta el PP, ¡por vulneración del derecho al honor!. Todos, no. Rajoy amenazó con hacerlo, pero no lo hizo. En lugar de ello le envió un SMS aconsejándole fuerza. Los demás retiraron discretamente las querellas o las perdieron. Y así se hizo el silencio sobre Bárcenas, ese toro que sale bramando a punto de los carnavales.
Si no es Bárcenas, es la Gürtel y, si no, las dos juntas, pues cometieron, al parecer, numerosas fechorías al alimón. Cuando las cosas se aceleran, todo se mezcla, la farsa, la burla, la comedia. Vuelan los sobresueldos, se cruzan con los trajes, los viajes, las dádivas, comisiones, donaciones o mordidas. Todo es un lío y hasta hay que duplicar los disfraces. Así resulta que, según El Mundo, los testaferros de Bárcenas eran los de González, el del ático. Hasta los testaferros tienen que pluriemplearse para malvivir.
¿Es de recibo un país cuyo presidente del gobierno pasa el tiempo defendiéndose de muy verosímiles acusaciones o negando la evidencia que es incriminatoria hacia su persona? ¿Un país en el que el presidente niega un hecho que la abogacía del Estado afirma? ¿Un país en el que ese presidente del gobierno lleva tres años negándose a admitir su responsabilidad política por la que tendría que haber dimitido desde el comienzo de su mandato?

Bueno, pues según Rajoy, esto es una gran nación.

dimecres, 21 de gener del 2015

Así que... la casta, ¿eh?


No hace mucho, Pablo Iglesias aseguraba a sus enfervorizados seguidores en Cataluña que nadie lo vería abrazarse con Artur Mas, despreciable epígono de la casta. Por entonces venía de tomar café con pastas en una reunión secreta con José Bono y Rodríguez Zapatero, no menos despreciables miembros de la no menos despreciable casta. Dirigentes del PSOE, que, como todo el mundo sabe, es igual al PP que, como todo el mundo sabe es igual a CiU. Todos iguales en la amalgama de la casta, gente que teme al pueblo, que no da la cara, que se esconde en reuniones y conciliábulos secretos. A él, Iglesias, nunca se lo vería en una de estas porque todo lo hace al descubierto, a la vista de la gente, coram populo, ante todos los compañeros y compañeras, las bases, las asambleas, a quienes se informa de todo y toman las decisiones en público.

Porque decía en una entrevista en 20 Minutos Nosotros no somos de cosas secretas. Eso queda para la gentuza de la casta, para la castuza.

Y hoy se entera la gente de que este puro adalid de la publicidad se reunió en secreto con Zapatero y Bono hace unos meses. Y se entera porque lo revela la periodista Esther Palomera en el Huftington Post, no porque ninguno de los dos asistentes, Iglesias y Errejón, lo revelara. Estos, que no son de cosas secretas, estaban callados como muertos. Alguien se ha ido de la lengua. ¿Quién?

Averígüelo Vargas o el que esté interesado en este tipo de cotilleos, que hay muchos, porque la política española consiste básicamente en esto, en cotilleos.

Descubierto el secreto conciliábulo, los que intentaron ocultarlo dicen ahora que es la cosa más normal del mundo, que no tiene nada de malo. Entonces, ¿por qué lo han ocultado? Pues por eso, porque carece de importancia pública que cuatro personas se reúnan privadamente, a hablar de teoría política, de literatura y quizá de los manuscritos del Mar Muerto, explicaciones que amontonan innecesariamente porque están convencidos de que la gente es idiota y se le puede contar lo que sea. Sin embargo, estas personas no son personas privadas cualesquiera sino los principales dirigentes y exdirigentes de importantes formaciones políticas que, cuando aparecen en público es, justamente, para insultarse. ¿Cómo no va a tener interés general una reunión secreta entre quienes dicen a los demás lo que tienen que hacer, pensar, votar y que, en público, entre sí, se atacan?

La reunión tenía que ser secreta y, al parecer a ello se comprometieron los asistentes, cumpliendo, sin duda por ignorancia, el famoso dicho kantiano de que "todo aquello que, afectando a terceros, no puede hacerse público, es malo".

Claro que hay grados y grados de maldad. En el caso de los dos socialistas es explicable. Bono, un seudosocialista nacionalcatólico cree que la política es esto, pura intriga, maniobra, conciliábulo y mentira institucionalizada. Zapatero, algo mejor persona, pero bastante limitado, hace cualquier cosa con tal de estar en la pomada. Que ninguno de los dos dijera nada a Pedro Sánchez quien, por supuesto, debería estar enterado de que miembros de su partido hablan a escondidas de él con gente que va por las corralas poniéndolo de chupa de dómine, demuestra de qué estofa moral está hecha la alta militancia en el PSOE y qué grado de compañerismo hay en él. Vamos, que Palinuro -cuya simpatía por Sánchez es nula- le manda un abrazo y le compadece por los felones que tiene que soportar en su partido pues, anticuado como es, piensa que los hombres, antes que socialistas, católicos o de Podemos deben ser nobles.

¿Y los otros dos? Los del asamblearismo, puertas abiertas, transparencia, los legatarios de los bolcheviques en la paz de Brest-Litovsk, cuando Trotsky anunció a un mundo perplejo que los revolucionarios renunciaban a las cláusulas secretas en la diplomacia porque el pueblo tiene derecho a saber siempre qué hacen sus gobernantes. Los herederos del 15M que sí representan a la gente, le dicen lo que piensan y hacen y toman las decisiones de abajo arriba. ¿Qué hacían esos dos?

Engañar, mentir, defraudar como bellacos. Por eso no querían que la reunión se conociera. Porque era una reunión con dos de los más destacados miembros de la casta, uno de los cuales nada menos que el artífice de la reforma del artículo 135 de la CE a espaldas del pueblo. Del otro, el siervo devoto de sor Maravillas ni merece la pena hablar.

Palinuro se ha sentido tan estafado y burlado por estos farsantes como, supongo, el resto del personal. Y eso que nunca se tragó el rollo del empoderamiento que los de Podemos van soltando por ahí para engatusar a la gente del común y hacerle creer que pinta algo cuando no pinta nada porque, bien se ve, el juego de estos nuevos predicadores es el mismo que el de la casta, concepto que, como todos los que manejan está copiado, literalmente plagiado, de elaboraciones ajenas.

En los últimos días venía lloviendo sobre mojado. En Sevilla, Iglesias vilipendió y zahirió a Pedro Sánchez, mientras callaba sobre el desastre del gobierno de la derecha; insultó a la izquierda llamándonos "trileros"; y difamó a la presidenta de Andalucía sin que, hasta la fecha, haya probado las acusaciones ni se haya disculpado. Todo con la arrogancia y la prepotencia de los jayanes del PP.

Sabiendo con quién se reúne en secreto a hablar de "teoría política", la verdad, no es extraño.

Teoría del Jaguar.


El país vive una orgía de corrupción. Las noticias del día a día son espeluznantes. Granados, en la cárcel anda escribiendo en una misteriosa libreta vaya usted a saber qué maldades. Están los dirigentes del PP sobresaltados y en ascuas pues no creen que sean reflexiones filosóficas al estilo de Boecio o de corte más religioso como las de Silvio Pellico. El innombrable Bárcenas, a punto de calle con una fianza de 200.000 euros. Este ya entró en la cárcel con los cuadernos escritos y, al parecer, el PP espera que no hable o no demasiado. Otro alto cargo de la Comunidad de Madrid, Victoria, resulta salpicado, según reza la prensa, en la operación "Púnica", o Médica o de la guerra de Peloponeso, que se van a acabar los nombres. La corrupción tiene anegado al PP. No sé cuántos cientos de altos cargos del partido llevan diez o doce años cobrando suculentos sobresueldos pagados con los dineros presuntamente ilegales que allegaba Bárcenas del rebaño empresarial de parásitos de lo público. En algún serio periódico alemán se dice que la corrupción en España es endémica. No es que el PP sea incompatible con la corrupción, como afirmaba Aznar, sino que es tan inseparable de ella como de su sombra.

La corrupción es la sombra misma del PP. Por eso está dispuesto a vendérsela al diablo, como hizo Peter Schlemihl a cambio de una fortuna. Al fin y al cabo, ya queda poco por vender. Vender la sombra al diablo trae consecuencias incómodas. Pero a medio y largo plazo. A corto plazo, al haber perdido la sombra, al no manifestarse esta ni a pleno sol, el señor Floriano puede decir tranquilamente que el PP no se enteró de nada sobre Gürtel y la 'caja b'. No veía su sombra, claro, porque no estaba. Esta invidencia, esta inconsciencia es una especie de mal de la memoria y del entendimiento generalizado y contagioso. Afecta a muy señaladas personalidades de la vida pública: la exministra Mato, la Infanta Cristina, la esposa de uno o dos de estos pillastres que andan de cárcel en cárcel y de juzgado en juzgado o los mismos pillastres entre sí. Ninguno sabía nada, no recordaba nada, no tenía constancia o conciencia de nada. Estaban en la inopia. 

El pueblo, irreverente por naturaleza, se toma a guasa tanto desconocimiento y directamente a pitorreo las comparecencias públicas de Floriano negando lo evidente en la espera de que algún día niegue llamarse Floriano o hablar en nombre del PP. Es falta de cultura y respeto. En realidad, Floriano es el último representante de la tradición pirrónica de la filosofía española, cuya cumbre fue el médico del siglo XVI/XVII, Francisco Sánchez, autor de una obra genial, Que nada se sabe. Al fin y al cabo, oigan, si un genio como Sánchez (el médico), a quien muchos consideran inspirador de Descartes, dejó dicho que nada se sabe, ¿quién es Floriano para quitarle la razón? Nada se sabe. De la Gürtel, ni de la caja B, ni de nada.

Es como esas burlas permanentes sobre el hecho de que la exministra Mato no viera un Jaguar en su casa y que ahora se multiplicarán porque, según Floriano, el PP no solo no ve un Jaguar sino flotas enteras de Jaguares, viajes a los paraísos fiscales y quién sabe si artificiales. Vulgaridades, propias de patanes incapaces de apreciar que tanto Mato como Floriano y, con él, el PP en pleno son los últimos representantes del idealismo subjetivo en la formulación más lograda del obispo Berkeley: esse est percipi, es decir, el ser tiene que ser percibido. Si no percibo, si no veo algo, ese algo no existe. ¿Está claro, chusma? La exministra no ve el Jaguar, luego el Jaguar no existe. Floriano con sus dos ojos y el partido con sus diez mil no ven la Gürtel ni la caja B, luego la Gürtel y la caja B no existen.
 
El Jaguar invisible, la Gürtel invisible, España es el país de la invisibilidad. La existencia de la caja B, presunta ubre generosa de la que manaron sobresueldos, incluidos los del presidente del gobierno, fue enfáticamente negada por este en sede parlamentaria. La caja B es más difícil de encontrar que la caja negra de un avión estrellado en el mar. Rajoy no vio lo que hacía su mano derecha, Bárcenas, porque este usaba la izquierda para la caja. Y la dama Cospedal no ha visto 12.000 metros cuadrados de su propiedad. La señora Aguirre no vio la Gürtel ni la colección de supuestos granujas de la que se rodeó que llevaban años llenándose los bolsillos. Tampoco vio a los alcaldes de la Sierra haciendo mangas capirotes con la recalificación de terrenos, a pesar de haber recibido comunicaciones de aviso.
 
Aquí nadie vio nada, percibió nada. Luego no hubo nada.  ¿Los jueces? Bueno, bueno, qué va usted a contarme. Esos son todos socialistas que ven justamente lo que no hay.

Si se miente a 4.000 personas, ¿por qué no a 47 millones?

La mentira es uno de los recursos habituales de los politicastros de la vieja y corrupta escuela. En el PP mienten hasta los notarios y nadie cree una sola palabra de lo que dice Rajoy o cualquiera de los cobradores de sobresueldos a sus órdenes.

En el mitin en Sevilla, Pablo Iglesias acusó ante 4.000 personas a Susana Díaz de haber prohibido que la TVA lo entrevistara. Poco después, la directora del programa desmentía en directo la acusación afirmando no solamente que la censura o prohibición no se había producido sino que, al contrario, la cadena lleva meses solicitando una entrevista con el dirigente de Podemos sin conseguirla hasta la fecha.

La acusación de censura a un medio de comunicación es muy grave. Ataca la dignidad de los profesionales. Al comentar el asunto Palinuro sostuvo que ese incidente no puede quedar así: o Iglesias demuestra su acusación o se retracta. Después de las explicaciones de los periodistas,  si no hay prueba ni retractacion, hay mentira. Y, si alguien es capaz de mentir a 4.000 personas en su cara, ¿por qué no va a mentir a 47 millones?

Palinuro añadía que, si se probaba que Díaz había dado orden de que en su televisión no se entrevistaba al coletas, debía dimitir. Y lo mantiene. Pero ahora añade que si, por el contrario, resulta que el que ha mentido es Iglesias, es él quien debe dimitir e irse a su casa.

¡Qué tontería! Pero hombre, Palinuro, dice la sabiduría convencional, esto es España, lugar en el que miente todo el mundo, empezando por el gobierno. Y no dimite nadie, nunca, por nada.

Verdad es, pero estos de Podemos, ¿no venían a desterrar tan malos hábitos y regenerar el país?

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Actualización: leo que Podemos ha divulgado un comunicado según el cual la entrevista estaba acordada pero TVA la canceló sin previo aviso ni explicación. Aportan un whatsup con TVA que parece probarlo, aunque de una forma imprecisa porque puede referirse a la entrevista de Iglesias o a cualquier otra. Y hubo otra. Eso vuelve a poner la pelota, al menos en parte, en el tejado del canal público. ¿Son suficientes las explicaciones de la directora del programa? ¿Estaba o no acordada la entrevista? Y, si lo estaba, ¿quién la canceló, por qué y por qué no se explicó? Eso en cuanto a la cadena. En cuanto a Podemos, el whatsup obliga a parar un instante; pero solo un instante. Para que lo que dicen sea creíble, han de probar que esa entrevista concreta estaba apalabrada. De no hacerlo la mentira quedará como mentira.

Y en cualquier país del mundo con el que Podemos quiere equipararnos, mentir en público, mentir a la gente, a los electores, es el fin de la carrera política del mentiroso.

dimarts, 20 de gener del 2015

Último vuelo de Sevilla.


Palinuro dejó pasar un día desde el mitin de Podemos en Sevilla para reflexionar, considerar las reacciones y reflexionar sobre las reacciones. La acusación directa a Susana Díaz de ordenar a la televisión andaluza la censura al coletas parece ser falsa. La misma televisión ha probado documentalmente que lleva meses solicitando una entrevista. Cierto, ello no demuestra que no haya habido una llamada desde San Telmo ordenando la censura. Pero eso debiera probarlo quien formula la acusación y, si no puede, retractarse. No sé por qué nadie espera nada. Palinuro espera que la acusación se pruebe o la retractación se produzca.

Los socialistas andaluces andan por las redes comentando que Iglesias fue a Andalucía a insultar a los de allí y "mirarlos por encima del hombro". Suena un poco a manía persecutoria, pero ya es casualidad que en las comunidades recientemente visitadas por el secretario general de Podemos haya una reacción más o menos generalizada de gente que se siente insultada, menospreciada. En fin, uno de los recursos partidistas es invocar agravios imaginarios para dañar el prestigio del adversario/enemigo.

El insulto a las izquierdas llamándolas trileras sentó a Palinuro ante el teclado para subir un post titulado El casuismo de los trileros que, en el momento de escribir esto había tenido 4.165 visitas únicas, tanta gente como fue a escuchar a Sevilla a Pablo Iglesias. En él se postula la idea de que la explicación del aparentemente errático comportamiento de Podemos está en su casuismo jesuítico. Esto equivale a reconocer que en un primer momento Palinuro se tragó el anzuelo de "aquí hay una izquierda nueva"´y que además aplaudió ingenuamente la aparición de otro discurso, innovador, crítico, libre, independiente, espontáneo, democrático, horizontal. Era un aplauso con alguna reserva sobre factores como la espontaneidad o la horizontalidad, muchas veces simuladas o inducidas más que reales. Pero era aplauso, conjuntamente con el de muchos otros ciudadanos hastiados de una institucionalidad política acartonada, hueca y cobijo de corrupción y granujería.

La crítica consistía en señalar que esa innovación era un disfraz, puro trabajo de comunicación y el mecanismo era el permanente recurso a la casuística. Esto es, las cosas no son como son o como yo creo que deben de ser sino como me interesa que sean. Así se vicia de raíz todo discurso de la izquierda. Por eso dicen en Podemos no ser de izquierda ni de derecha sino ambicionar la centralidad del tablero, una expresión rimbombante y cursi para no decir centro porque les da vergüenza. Quieren ser el centro pero también la izquierda inequívocamente y esto solo pueden conseguirlo con el casuismo.
La parte más dura y virulenta del discurso de Iglesias en Sevilla le tocó al PSOE, a Susana Díaz y a Pedro Sánchez a quien vilipendió, tachándolo prácticamente de pelele. Es un aria favorita de su público que está convencido de que el PP y el PSOE son lo mismo, como dos bueyes que tiran del único carro del capitalismo. Desde un punto de vista de izquierda este juicio es injusto. Durante los años 80 y primeros 90, el PSOE fue decisivo en la modernización de España, su integración en Europa y su desarrollo como una sociedad más abierta, libre e igualitaria, con sanidad, educación, seguridad social universales. Muchos de quienes hoy reniegan de la socialdemocracia estudiaron gracias a las medidas socialdemocrátas. Reducir las legislaturas socialistas a los GAL, la corrupción (por lo demás nimia en comparación con lo que hay hoy y estaba entonces fraguándose en la derecha) y otras pifias del PSOE, ignorando los demás factores solo puede hacerse de mala fe. Como mala fe indica enjuiciar las legislaturas de Zapatero por su desastrosa gestión de la crisis, la reforma del 135 y sus políticas neoliberales ocultando que fuimos una de las sociedades más avanzadas en igualdad en Europa y más libres y en donde se respetaban derechos que en otros lugares no se reconocían. Mala fe. Casuismo.

Pero, además, caramba, el PSOE no gobierna sino que está en la oposición, como Podemos. Y ¿a quién se opone Podemos? A la oposición. No al gobierno, sino a la oposición. Para zanjar sin miramientos esta cuestión Iglesias aseguró enfáticamente que ellos sí que no pactarán en ningún caso con el PP. Énfasis el que se quiera, pero hay que creerle bajo palabra en un país en el que sus primos hermanos de IU tienen una alianza con el PP en Extremadura que permite el gobierno de la derecha.

O sea, sin monsergas: el enemigo es el PSOE. Suena, ¿verdad? ¿A qué? Al viejo contencioso comunistas-socialdemócratas de toda la vida, a la visceralidad, al anticomunismo visceral y el odio visceral a la socialdemocracia; suena a la quimera anguitiana del sorpasso de los socialistas que se interpretó en su día como la pinza. Aquí hay mucho anguitismo y mucho anhelo de sorpasso, animado por la buena acogida popular que ha tenido la innovación del discurso político a base de recoger las reivindicaciones del 15M.

Pero todo esto era pura fachada. La organización complementa el casuismo jesuítico con férreo estilo bolchevique que lucha por imponerse a los sectores más asamblearios, más de de tendencia de grass roots politics, como puede verse en los conflictos orgánicos que afrontan en Cataluña, esos que Carolina Bescansa llama con notable estro poético el "Podemos para protestar".

Pero no puede olvidarse: el Podemos fetén es el Podemos para ganar. Ganar es la palabra mágica, el criterio último moral. Lo que sirve para ganar vale; lo que no, no. Estamos hartos del martirologio de la izquierda europea, siempre de perdedora. No queremos ser losers como el pobre Sánchez. Queremos ser winners. ¿Para qué? Para gobernar. Para gobernar ¿cómo? Eso ya se verá. Lo importante antes de nada es ganar y si, para conseguirlo hay que decir que no somos de izquierdas porque el rollo de izquierdas derechas es cosa de trileros, se dice, que ya Dios después distinguirá a los suyos.

Claro que nosotros, la cúpula, el mando, la vanguardia, los que después seremos la Nomenklatura, somos de izquierdas, sin duda. Pero necesitamos el voto de mucha más gente y ahí, en la gente, hay de todo y una determinación de izquierda es negativa porque resta votos. Así que no somos de izquierda ni de derecha, no somos autodeterministas ni centralistas, laicos o confesionales, republicanos o monárquicos. Somos lo que nos interese ser en cada momento. Y desde luego no comunistas; tampoco anticomunistas. Como con todo, no somos nada.

Lo del comunismo trae un punto de sarcasmo. De sarcasmo mefistofélico, prueba evidente de que en Podemos tienen el relato tan estudiado y medido como el hilo las Parcas. ¿Por qué motivo no se ha producido una convergencia entre Podemos e IU a pesar de las súplicas insistentes de esta que ha llegado a prescindir de su venerable líder para poner a un sosias de Iglesias en la esperanza de que se entendieran? Exactamente, ¿por qué no se han fundido dado que su programa, en el que tienen una fe anguitista, es idéntico? Sobre todo teniendo en cuenta que ninguno de ellos propugna un cambio radical del modo de producción sino que se limitan a administrar de otra forma, más justa, proclaman, el capitalismo. Vamos, que están dispuestos a sustituir al buey socialdemócrata por un buey de verdadera izquierda para tirar del carro capitalista. ¿Por qué no ha habido fusión ni la habrá?

Porque a Podemos no le interesa aparecer contaminada por el comunismo de los losers, porque si se alía con él, retrocederá a sus habituales porcentajes de intención de voto, perdiendo sus halagüeñas perspectivas. Así que a los herederos de la tradición comunista de IU les queda interpretar el papel del payaso que recibe las bofetadas para que sus ingratos descendientes puedan alcanzar su sueño: gobernar al precio que sea, jibarizando a IU y hundiendo en la miseria al PSOE. Si tal cosa llegara a suceder, merecido se lo tendría este porque ha sido incapaz hasta ahora de elaborar un relato claro y creíble, explicando y valorando lo que ha hecho bien, señalando y criticando lo que ha hecho mal y presentando propuestas para profundizar en los aciertos, enmendar los yerros y abrir puertas nuevas.

dilluns, 19 de gener del 2015

Engañar a los catalanes.

No se debe engañar a los catalanes, afirma Mariano Rajoy. No, claro, no se debe. Pero ¿se puede? Precisamente Rajoy ha demostrado que a los españoles, sí. Él lleva tres años haciéndolo en todos los órdenes. ¿Y a los catalanes? Bueno, a esos hay que considerarlos aparte. Antes de nada preciso es averiguar en qué versaría aquí el engaño y quién engañaría, cuestión esta última nada desdeñable, tratándose de quien se trata.

El engaño, al parecer, corre a cargo de Mas y Junqueras, y consiste en decir a los catalanes que se convocan unas elecciones plebiscitarias el próximo 27 de septiembre. No señor, puntualiza el presidente: esas elecciones serán autonómicas normales, elecciones al Parlamento de Cataluña. No existen las elecciones plebiscitarias. La ley no las prevé y, como la ley no las prevé, no existen ni pueden existir. Es la típica mentalidad autoritaria según la cual solo cabe admitir lo que la ley permite expresamente, la misma con que considera la consulta del 9N: como las consultas referendarias no están en la ley, no existen. La del 9N fue una seudoconsulta, carente de efectos jurídicos.

Si las elecciones plebiscitarias no están previstas en la ley pero tampoco prohibidas, nada impide que quienes las convocan las llamen así. Desde el momento en que el gobierno negará que puedan tener efecto jurídico alguno además del de ser elecciones autonómicas, los convocantes pueden llamarlas como quieran. Es como si nos dijeran que un partido no puede pedir el voto para una consulta que llama "elecciones del cambio" por el hecho de que la ley no reconozca la existencia de elecciones del cambio. Otra cosa es que el término "plebiscito", teniendo un alcance político claro, esté más o menos correctamente planteado.

No son Mas y Junqueras quienes engañan a los catalanes. Al contrario, en el supuesto de que cupiera hacerlo, que es mucho suponer, más parece pretenderlo Rajoy quien quiere convencerlos de que no pueden hacer algo que sí pueden hacer. Igual que, se ponga como se ponga el presidente, el 9N hubo una consulta en Cataluña. No una seudoconsulta , sino una consulta como un acto de soberanía catalana de hecho en contra de la voluntad del gobierno central que trató de impedirla en lo que pudo.

¡Ah! Exclama el presidente, pero es que en esa seudoconsulta sin efectos jurídicos votó menos del 30% del electorado. Un argumento absurdo porque, si la consulta no era válida por ilegal, sería igualmente inválida aunque hubiera votado el 100%. Es publico y notorio que el presidente no se distingue por la agudeza de su raciocinio y de ahí que, además de esta perla siga soltando otras dos que suelen mover a grandes risas en las redes. Según la primera, él sabe que la gran mayoría de la población catalana no es independentista. Lo sabe por ciencia infusa, pues se niega a toda consulta para averiguarlo de modo fehaciente. Le segunda perla, que reitera en esta entrevista, es que en Cataluña hay muchos más catalanes que independentistas, lo cual es un alivio porque así Cataluña seguirá siendo de los catalanes y no de unos entes fantasmagóricos que a saber si son humanos, a fuer de independentistas.
 
El resto de esta estupenda entrevista a la agencia EFE se dedica a no engañar a los españoles al modo mariano. Deben estos saber que ya se crea empleo neto, que el país está saliendo de la crisis, que el año que viene se bajarán los impuestos, que se mantiene el Estado del bienestar, que de la corrupción se sabe ya casi todo y que se creará un millón de puestos de trabajo en dos años.

¿Suena? Pues aún faltan diez meses.

Por lo demás, en un sentido más amplio y hasta filosófico del engaño, la verdad es que todo aquí es un embuste, una ilusión y un embeleco. La entrevista misma no debería haberse producido; Rajoy carece de autoridad alguna para hablar de elecciones en Cataluña, de recuperación ni de nada pues hace tiempo que debiera haber dimitido por cobrar sobresueldos de origen ilegal, así como el conjunto de dirigentes del partido que encabeza que, según el juez, se ha lucrado de la comisión de un presunto delito y que más parece una asociación de malhechores que un partido propiamente dicho.

No, no se debe engañar a los catalanes; ni a los españoles. No se debe defraudar a un país entero durante años. No se debe mentir para ganar las elecciones ni financiarlas ilegalmente. No se puede gobernar mediante el fraude y, si se hace, se debe dimitir y no andar por ahí dando lecciones de nada cuando se carece de la decencia de hacerlo.

diumenge, 18 de gener del 2015

El casuismo de los trileros.


Hay dos cosas tan esencialmente españolas como las corridas de toros: llamar trileros a los demás y el casuismo jesuítico. A primera vista parecen muy alejadas. Falso. Son hermanas gemelas.

Acababa Palinuro de subir su post anterior sobre Podemos en Andalucía, tan contento por resultarse a sí mismo equilibrado, perceptivo, matizado y justo y, ¡paf! se da de bruces con esta entrevista de Pablo Iglesias en "El País". El periódico, que dispara con balas dum-dum, le ha puesto un titular a leche agria. Primera reacción: otra entrevista de este jaez y a estos los votan Anguita y la España profunda. Segunda reacción, ya apuntada por los entrevistadores, Eva Sáiz y Francesco Manetto, por cierto muy buenos: hay que atacar al verdadero enemigo que es Pedro Sánchez y el PSOE, no Rajoy y el PP. 

Volvemos de inmediato sobre ese suculento titular cuya lectura obvia es: "el bipartidismo solo es malo si no es el mío" o "quítate tú para que me ponga yo".  Antes, vamos al cuerpo doctrinal de la entrevista, por lo demás, flamígero, pero con fuego fatuo. Es de agradecer que en el cada vez más confuso discurso de Podemos comiencen a vislumbrarse postulados. Sostener que invocar la disyuntiva izquierda/derecha es de trileros es muy español. "Trilero" llamaba Guerra a Suárez; "trilero" Aznar a González y también Rajoy a Zapatero, aunque el gallego, prefería hablar de conejos de la chistera, expresión que también emplea Iglesias. Aparte de ser algo muy español conduce a tres conclusiones complementarias y ascendentes:

1ª: es personalmente incongruente para alguien que, en la intimidad, dice ser de izquierda;
2ª: es objetivamente insultante y falso porque el hiato izquierda/derecha es el único que está presente en todos los sistemas políticos del mundo. En todos;
3ª: es moralmente repugnante en un país en el que cientos de miles de personas fueron asesinadas y siguen sin recibir justicia por ser de izquierda.

¿Lo anterior es muy fuerte? Sí, desde luego. Y llamar trilero al prójimo lo es más. Porque este no es el fin de la historia sino, al contrario, su principio. Ese lamentable epíteto es la forma actualizada del casuitismo jesuítico verdadera esencia de Podemos que este trata de camuflar como pragmatismo, tacticismo leninista y otros ismos de similar pelaje. La divisoria izquierda/derecha es cosa de trileros, salvo que me convenga, en cuyo caso es tan contundente, cierta y firme como la del ser y la nada.

Los jesuitas, los grandes artífices de esta forma de "razonamiento" según la cual el fin justifica los medios, incluidos la mentira y el engaño, lo hacían a mayor gloria de Dios. Quienes se dicen no creyentes (aunque Palinuro ya pone en duda hasta esto), ¿a mayor gloria de quién o de qué lo hacen?

Volvemos al bipartidismo que hasta ayer era bicha maligna, peste purulenta, necrosis fatal, nido de serpientes, alacranes y monstruos infernales y hoy futuro diáfano y radiante. Ante él, aquí formulado en escuetos términos de escuela de negocios como "dos opciones",  se supone que la peña, feliz de que le aligeren la dura tarea de pensar y de poder elegir entre el bien y el mal, acudirá alegre, muy alegre, a expulsar el mal y traer el reinado del bien.  El estilo que nos enseñó el gran Manes, fundador del maniqueísmo, forma antigua, iraní, de Podemos.

A Palinuro se le ocurrió hacer un comentario en este sentido en Twitter y se echó encima un alud de sectarios que, por supuesto, no se consideran tales sino puro criticismo kantiano: que el pobre Palinuro no ha entendido lo que quiere decir el líder, que no dice eso, que en la entrevista matiza, que dice otra cosa, que no hay que leer "El País", que no sabe lo que es el bipartidismo, que manipula más que respira, que está muerto de envidia, que le fastidia el éxito ajeno, que los achaques de la edad, que Palinuro es muy libre, demasiado, que en su falta de disciplina se le va la olla, que no respeta nada y que el sol sale por Antequera. [Breve digresión: el aluvión incita al optimismo sobre la capacidad mental de los defensores de la recta interpretación de los mensajes del mando].

Dejemos a los fieles seguidores contando los pelos del rabo de la esfinge. Y volvamos al casuismo y al trile.

Parte importante de la entrevista se dedica a hacer sangre de Pedro Sánchez, (el verdadero enemigo, porque esto huele cada vez más a segunda edición de la pinza) a cuenta de su indefinición, su falta de claridad, su inconcreción, su ambigüedad. Muy cierto, ciertísimo. Sánchez camina por un campo de minas y pisa como puede para salvar su pellejo. Pero ¿quién habla de ambigüedad? Hasta tres preguntas gastan los entrevistadores para sacar a Iglesias algo concreto sobre Cataluña... y no lo consiguen pues todo se fía a un vagaroso "proceso constituyente" previsto para las calendas griegas.

¿Por qué? Porque la ambigüedad es mala y pecado salvo que sea la mía, que diría Ignacio de Loyola y sus discípulos, Lenin y Podemos. Y, quien dice la ambigüedad dice todo lo demás: ¿renta básica? Ayer, sí; hoy, no. ¿Jubilación a los 60? Ayer sí, hoy no. ¿Impago de la deuda? Ayer sí, hoy, no se sabe. ¿Programa electoral? Depende de para qué.

Si los demás actúan así son ambiguos y trileros. Si lo hacemos nosotros, atruena la razón en marcha. Y todo esto, además, para acabar copiando las propuestas del adversario (¿enemigo?) socialista como esa de blindar los derechos en la Constitución. Por descontando, una copia en línea con el sentido copiador de la existencia que alienta en esta organización, en donde todo es imitación ajena y copia, desde el nombre de "Podemos" (Yes, we can), pasando por los títulos de los órganos, el color de los símbolos, las canciones, el nombre del jefe, los "hallazgos" teóricos como casta y régimen y hasta la propuesta de responder con una sonrisa a cada insulto (copiada de Zapatero). Aquí propio, genuino, original no hay nada. Todo es copia y, en este caso del blindaje de derechos, en realidad, plagio.

Y no acaba ahí la cosa. Si es necesario, se eleva la ambigüedad y el silencio a esencia misma del universo. Hay que ir a Madrid a manifestarse el 31. ¿Para qué, sobre qué, en contra de qué? Para nada, sobre nada, en contra de nada. Porque sí, porque se nos ha ocurrido a nosotros, que no tenemos que dar razón de nuestros actos porque somos Dios.

La prueba es que la manifestación del 31 se hará a mayor gloria de...Pablo Iglesias, Podemos, Dios. Y, además, no hagais tantas preguntas. Conformaos con ir a dónde os digan y la satisfacción añadida de que, dentro de cincuenta años, podréis decir a vuestros nietos: "Yo estuve allí". Esto es literal. No me lo he inventado.