dimarts, 18 de setembre del 2012

Carrillo o la biografía del comunismo.

La larga vida de Santiago Carrillo, fallecido hoy a los 97 años, con más de ochenta ininterrumpidos dedicados a la lucha política en la izquierda, condensa y en gran medida explica en su trayectoria la historia toda del comunismo en el siglo XX. También la de la izquierda en general. Y la de España en particular. Pero aquí hablaremos del comunismo porque Carrillo representa los avatares de este y le da un sentido que los propios comunistas son reacios a admitir.
Hijo de Wenceslao Carrillo, militante del PSOE el adolescente Carrillo se apuntó a las Juventudes Socialistas, de las que fue secretario general allá por 1936. Luego de un viaje a Moscú consiguió fusionar las juventudes socialistas con las comunistas para formar las Juventudes Socialistas Unificadas que se declararon comunistas bajo su dirección, un hurto de militancia que los socialistas tardarían decenios en perdonarle. Hacia 1937 ingresó en el PCE, en el que causó baja medio siglo después. En el ínterin fue nombrado Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid y es en esta su condición cuando se producen las famosas matanzas de presos de derechas en Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz de las que el franquismo y sus epígonos al día de hoy (César Vidal, Pío Moa, etc.) lo acusan directamente. Él siempre lo negó y las pruebas no son concluyentes en uno u otro sentido.
Al perder la guerra Carrillo parte al exilio en donde estaría 38 años, casi siempre en Francia y ocasionalmente en algún otro país como la URSS. Su vida estaba plenamente dedicada al PCE a cuya secretaría general accedería en 1960 en substitución de Dolores Ibarruri. Desde entonces se dio una simbiosis total entre el PCE y su secretario general que lo fue durante veinticinco años.
Desde su juventud Carrillo fue un hombre en perfecta sintonía con los soviéticos, cultivó el espíritu bolchevique y fue un estalinista convencido. Persiguió a los trostkistas y "titoístas" del PCE por directo impulso de los rusos y, cuando Kruschef leyó su famoso informe secreto en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética denunciando los crímenes de Stalin, Carrillo fue uno de los primeros en "desestalinizarse" y en perseguir y depurar a los estalinistas del partido, antiguos aliados suyos. Lo esencial para él era seguir la "línea correcta" que era indefectiblemente la soviética.
Con tanto giro uno se inclinaría por calificar al politico asturiano de inconstante y veleta. Pero eso sería no haber entendido nada de la peculiar idiosincrasia del comunismo, en concreto, el directo heredero de Lenin que requiere obediencia tan ciega del militante a las directrices del partido que es difícil hacer a aquel responsable de sus actos. Carrillo fue estalinista porque su partido lo era y fue luego antiestalinista porque su partido también lo fue pero siguió aplicando las mismas formas autoritarias, de ordeno y mando del más puro estalinismo. Así, cuando en 1964 se produce el choque con Fernando Claudín, Jorge Semprún y parte importante de la militancia de Madrid, sobre todo intelectuales como Javier Pradera, no lo duda mucho y expulsa a los disidentes, aunque, como diría luego Claudín en su relato de los hechos, solo para apropiarse de sus tesis y cambiar el rumbo del PCE, del que seguiría siendo el señor absoluto.
Por aquel entonces era yo un bisoño escindido del PCE y miembro de un incipiente partido comunista "prochino" que consideraba a Carrillo un "revisionista" y una especie de monstruo a sueldo de la GPU y la CIA al mismo tiempo. Un par de meses después había yo abandonado para siempre toda militancia política partidista, mientras que él siguió siendo el jefe incuestionable de los comunistas españoles. Cuando, mucho más tarde, tuve ocasión de conocerlo personalmente vi un político de gran valía que se esforzaba por dar fundamento teórico y doctrinal a sus frecuentes intuiciones políticas y mantuve una relación esporádica con él: me parecía un hombre inteligente, con sentido del humor y una gran ambición personal que lo había llevado a mantener vivo el espíritu optimista de los que le rodeaban haciéndoles esperar el pronto fin de la dictadura y el ansiado regreso a casa durante casi cuarenta años.
Carrillo fue de los primeros en darse cuenta de que los partidos comunistas occidentales estaban condenados a la inoperancia política mientras siguieran siendo meras sucursales de la URSS. Por eso empezó a despegarse de ella cautelosamente a raíz de la invasión soviética de Checoslovaquia y, hacia 1977, ya había desarrollado su nueva propuesta estratégica llamada Eurocomunismo y a la que consiguió sumar a los comunistas italianos y franceses, aunque estos más a regañadientes. En 1977 fueron también las primeras elecciones generales democráticas en España tras la muerte de Franco. Era yo en aquellas fechas catedrático contratado de Derecho Político de la Universidad de Oviedo y lo llamamos a dar una conferencia en el curso de la campaña. Pude así conocer la doctrina eurocomunista de primera mano y me hice de ella la misma idea que tengo ahora: un intento de los comunistas de renegar de su pasado revolucionario y aceptar el ideario socialdemócrata que siempre habían tildado de traición en los socialistas, pero prescindiendo de estos. Le dije entonces, y sigo pensándolo, que el proyecto estaba condenado a la nada porque, para socialismo democrático ya estaban los socialistas y no creía que los comunistas se salieran con la suya de desplazarlos para ocupar su lugar. Igual que tampoco creo ahora que los intentos al estilo syriza lo consigan. La hegemonía comunista en estos movimientos los llevará siempre a la minoría y a la derrota.
Desde entonces volví a encontrarme a Carrillo en diversas ocasiones, con frecuencia en programas de televisión (recuerdo uno especialmente emotivo con el ya fallecido Fernando García Tola) y actos de la izquierda. Y pude seguir su trayectoria personal que, en mi opinión, repito, reproduce la del comunismo.
Con motivo de la transición, Carrillo da el paso eurocomunista decisivo y acepta la monarquia juancarlista (él, que había vaticinado que Juan Carlos sería conocido como Juan Carlos el breve ) y la bandera rojigualda a cambio de su legalización. Esta decisión generaría la crisis en el PCE que ocho años después ocasionaría su caída. Carrillo estaba convencido de que, si no se adaptaba a los nuevos tiempos, si no se comprometía con la democracia, nunca sería la fuerza hegemónica electoral de la izquierda y a este objetivo estaba dispuesto a sacrificarlo todo hasta que acabó con el partido mismo. No se percató de que todos sus esfuerzos de actualización, modernización, democratización y homologación del PCE no servirían de nada mientras él, el viejo luchador de la guerra civil, siguiera siendo el secretario general. Era literalmente absurdo que el partido que se presentaba con un programa de reconcialiación nacional, olvido del pasado, mirada al futuro, fuera el único dirigido por un hombre de la guerra que no podía competir en nuestra sociedad mediática con la juventud de un Suárez, un González y hasta, si se apura, un Fraga, que parecía y era más lozano que él.
Pero si Carrillo se iba para que el PCE ganara, hacía añicos su esperanza de alcanzar la hegemonía y, al final, se mantuvo en el puesto y, en las elecciones de 1982 fue prácticamente barrido en las urnas, lo que le costó la secretaria general y cuatro años más tarde, la militancia en el partido. Políticamente, comprensible; personalmente, una tragedia. Carrillo había mostrado su coraje y su valor cuando, conminado a arrojarse al suelo del Congreso por los matones de la Guardia Civil, subfusil ametrallador en la mano, mantuvo su dignidad y, con ella, la de toda la izquierda, negándose a obedecer, quedándose sentado y encendiendo un cigarrillo. Tampoco obedecieron Suárez ni Gutiérrez Mellado pero, con todos los respetos a estos dos últimos (todo el episodio es narrado en el fabuloso libro de Javier Cercas sobre el golpe) el que allí tenía realmente algo que perder, la vida, sin ir más lejos, era Carrillo. Solo por ese gesto conservo hacia Santiago Carrillo una admiración y un cariño que me durarán mientras viva. 
Carrillo fue de los primeros también en darse cuenta de que el comunismo como experimento social había fracasado y, cuando salió del PCE, fundó un grupúsculo (me acuerdo de que él nos llamaba a los prochinos, trostkistas, etc "grupúsculos" en los sesenta) que no tuvo ninguna fortuna electoral y cuyos miembros, casi todos, pasaron al PSOE. No así el propio Carrillo que tuvo la elegancia de mantenerse al margen y no regresar en la vejez al partido del que se había separado siendo joven por más que su razón y su interés, le hacían ver que era lo más lógico y lo más razonable. Pero él, hombre de convicciones, no quiso ceder. Estaba convencido de que el comunismo había concluido su ciclo vital y ya no tenía sitio en Occidente, pero él decidió conservar su libertad e independencia y así se mantuvo la dignidad de un hombre que había luchado toda su vida por una causa que la experiencia de la vejez le mostró errónea.
La última vez que hablé con él fue a comienzos de este año, en la fiesta de El Siglo. Estaba sentado en un margen de la agitada y bulliciosa sala del Meliá Princesa, contemplando aquella vida palpitante. Me encantó saludarlo. Se levantó, me miró a los ojos y yo vi en los suyos esa chispa llena de inteligencia y complicidad que siempre he intuido manteníamos sin necesidad de formularla: la de quienes piensan que es grande echar el resto en la lucha por una causa en cuyo triunfo final uno no cree. 
Santiago Carrillo simboliza el auge, dominio, decadencia y hundimiento del comunismo occidental en el siglo XX . Pero su vida tiene el valor infinito de la de un hombre que ha luchado por un ideal. Rara especie.
(La imagen es una foto de Xabeldiz, bajo licencia Creative Commons).

Rubalcaba.

Todo el mundo recuerda el único debate cara a cara en la tele entre Rajoy y Rubalcaba en las pasadas elecciones. Todo el mundo, también, dio por ganador a Rajoy. Luego hemos sabido que el ganador, en realidad, se había dopado, lo que en política significa haber largado una sarta de embustes luego demostrados como tales. Pero como aquella no suele ser campo de juego limpio, los casos de dopaje no solamente no se sancionan sino que se aplauden. Para las crónicas: Rajoy quedó ganador y el infeliz Rubalcaba -que no daba crédito a sus oídos- añadió cuatro puntos negativos a los once que ya le llevaba su contrincante.
Bueno pues cualquiera pudo ver ayer que el ganador de este segundo duelo en dos tiempos ha sido de modo rotundo, palpable, Rubalcaba. El secretario general del PSOE tiene muy poca prestancia de imagen, es esmirriado y como desvaído y, a pesar de todo, cautiva al auditorio porque habla como las personas normales, con conceptos claros y precisos que todo el mundo entiende, sintetiza muy bien, es pedagógico y tranquilo, tiene ideas, interpreta las cosas de forma que uno puede o no estar de acuerdo pero son interpretaciones valiosas. En definitiva, es un politico europeo que va a lo real, cotidiano, práctico, pero sin perder de vista la ideología y la visión de Estado, suprapartidista.
Ahora den la vuelta a la moviola y vean de nuevo la entrevista a Rajoy en idéntico formato hace ocho días. Lo del "idéntico formato" es esencial porque, al guardarse exquisitamente la igualdad de trato (mismo plató, decorado, periodistas, situación respectiva y régimen de intervenciones) el contorno desaparece y quedan en primer plano, dejados a sí mismos, los dos intervinientes bajo la cruda luz de los focos. Y la diferencia es abismal. Rajoy tiene un aire de tribuno decimonónico con cierta prosopopeya y actitudes de patricio, pero no conozco a nadie que sea capaz de señalar los contenidos de sus intervenciones; probablemente ni él mismo. Obligado a defender la absurda teoría de que hacer lo contrario de lo que se prometió es lo correcto, todo su discurso es confuso, impreciso, lleno de lugares comunes y perogrulladas. Eso sí, dichas con el aplomo del maestro Ciruela. Sus explicaciones nunca son completas, sus interpretaciones, oscilantes. Se pierde en divagaciones y se recupera repitiendo latiguillos del tipo de lo fundamental, crecer y crear empleo, con la misma unción con que los creyentes entonan el On mane padme hum. Nadie sabe si va a pedir el rescate o no y, entretanto, la prima de riesgo vuelve a subir, como se ha venido avisando los últimos días.
Gobernar es más difícil que hacer oposición, dijo ayer Rubalcaba. A la vista ha quedado comparando las dos entrevistas. Él sabe hacer oposición responsable, según le gusta subrayar, pero Rajoy no sabe gobernar y España se le está yendo de las manos, una sensación que cada vez comparte más gente. Tiene cintura el socialista; acuña expresiones certeras como venablos.
Rubalcaba reconoce que su estilo de liderazgo es cuestionado aquí y allá en su partido y Palinuro, poco dado a componendas lo ha criticado siempre que pensó que debía hacerlo. Sigue pensando Palinuro que Rubalcaba tiene muy difícil la tarea de reconstrucción y le parece muy bien que esté abierta la candidatura a la presidencia del gobierno. Negativas le son las encuestas, a las que Rubalcaba despreció olimpicamente contraponiéndoles la única y definitiva encuesta, la de las elecciones, un recurso que emplean indefectiblemente todos los políticos que las llevan en contra.
Pero todo eso no obsta para que deba reconocerse en Rubalcaba una talla de político, parlamentario y gobernante muy superior a la de Rajoy, así como su conocimiento de los asuntos. El secretario general del PSOE está claramente en contra de pedir el rescate. Qué piense hacer Rajoy sigue siendo un misterio.
Palinuro no coincide con Rubalcaba en su visión de España y su organización territorial. Pero valora su disposición a admitir que hay un problema entre Cataluña y España y que debe afrontarse, en lugar de decir a gritos que no hay problema alguno porque el independentismo es una conjura masónica venida del proceloso exterior
Muy bien por Rubalcaba, que es una voz clara de la izquierda socialdemócrata, con apuestas alternativas viables, quizá excesivamente moderadas para Palinuro pero, en todo caso, viables.
(La imagen es una captura de la página web psoe.es).

El padre de todos ellos.

L@s lector@s de Palinuro habrán echado en falta en los últimos cinco o seis meses las habituales secciones de crítica de arte, pintura, teatro, cine, comentarios de libros, etc. Si no los han echado en falta no me enfadaré. Llevo ese tiempo concentrado en la redacción definitiva de mi próximo libro que saldrá, supongo, a primeros de 2013 y no estaba para más que los asuntos de cuartel y la política, que es como el río que nos lleva. Pero ayer puse punto final, mandé el original al editor, esperé el recibí de este, monté a mi familia en el coche y nos fuimos a ver la exposición de William Blake en Caixa Forum por la tarde.
En 1804, época de madurez de Blake, el Código Napoleón declaraba taxativamente prohibida toda indagación de la paternidad. Esta exposición muestra admirablemente que la paternidad del prerrafaelismo y el simbolismo corresponde a Blake. La exhibición de 74 piezas del genial grabador y las leyendas que acompañan lo dejan claro sin lugar a dudas. Uno tiende a ver a Blake como coetáneo del prerrafaelismo, a lo que ayudan mucho sus relaciones con Rossetti y Watts y, en efecto, coetáneo es, pero como un padre lo es de sus hijos. Y ¡qué hijos! Lo siguen en todo, en la temática y en la forma, aunque luego van estilizando esta hasta darle ese gusto relamido que también se observa en los nazarenos alemanes. El espíritu rebelde de Blake reencarna después en el simbolismo, por ejemplo, en Odilon Rédon, hasta desembocar en los ornamentismos modernistas. Y se proyecta en el caso de otro dandy decadente y extraño, como Beardsley. Hay en la exposición una Messalina que no me dejará por mentiroso.
Ese espíritu rebelde es lo más característico de Blake, que lo llevó a tener una vida en constante conflicto con los gustos de la época. Es curioso que con los reducidos elementos de la acuarela, el temple, el lápiz, el buril, el pastel, la tinta consiga transmitir esa fuerza ígnea. El fuego es el elemento más presente en su obra, fuego solar, fuego infernal y fuego terrenal en el que los otros se mezclan. Son composiciones flamígeras en las que las imágenes humanas son transubstanciaciones de llamas que evolucionan, se enroscan entre sí y ascienden. Pero también descienden. La caída de Lucifer es un tema recurrente. Las imágenes del Infierno en la Divina Comedia, con ese Dante/Virgilio que regala a Rossetti. Tiene la audacia de convertirse en los ojos de Milton y representa el paraíso perdido y se atreve con el libro de Job. La exposición trae la serie pequeña de grabados; hay una mayor, básicamente acuarelas, repartida por varios museos, aunque la mayoría está en la Galería Tate, en Londres, de donde procede la totalidad de esta exposición, si bien estas acuarelas y algunas no menos celebradas, como su Nabucodonosor, no están. Sí lo está la impresionante Hecate o las hijas de Job. Debo confesar que la grandeza de la interpretación del Libro de Job nace de su capacidad para sintetizar y hacer comprensible una historia tan enrevesada, rebuscada y sutil que suele uno perderse en sus recovecos.  
Todo esto, se dirá, es el mundo mental, iconográfico, imaginario del romanticismo y es cierto con la salvedad de que Blake es un hombre de la segunda mitad del siglo XVIII en la que los gustos imperantes eran la retratística inglesa de sociedad, estilo Reynolds o paisajes como Constable y en Francia, el Rococó de Watteau y Boucher, de todo lo cual ha quedado muy poco mientras que la influencia de Blake,a pique de ser sepultado por la incomprensión de su tiempo, llega al día de hoy. Salvo Turner (y un poco porque es como el mismo Blake) apenas hay un pintor inglés en el XIX que no acuse su influencia y muchos en Francia y en Bélgica (Khnopff y Delville). Algunas de sus creaciones, como el retrato imaginario de Isaac Newton, la creación de Adán por Elohim (que también viene en el lote) forman parte de la cultura popular de nuestro tiempo. Por no hablar del Anciano de los días que hubiera acabado en la cubierta de alguna marca de cigarrillos, algo así como la creación de Adán de Miguel Ángel sirvió para anunciar los pantalones Levi's. Miguel Ángel por lo demás es la influencia más visible en Blake. Sus representaciones de Leviathan y Behemoth, de los que hay algunos ejemplares en la exposición, alimentan el imaginario intelectual de los totalitarismos del siglo XX.
Blake creó su propia cosmología y se buscó un sitio en ella, con ese alter ego, Los, en el que se autorretrata como el artista profeta, el visionario poseído por su creación que se manifiesta a través de él, como si estuviera en trance.
Nada, muy recomendable exposicion. Por cierto, Caixa Forum anuncia otra para octubre sobre rascacielos que no pienso perderme.
Al salir nos incorporamos a una manifa conjunta de enseñantes y ferroviarios, anarcosindicalistas, por lo que pude ver, que pasaba por allí. Hoy, circular por Madrid, es elegir a qué manifa te sumas. Fuimos con ellos por el Paseo del Prado hasta Neptuno y allí nos dimos el piro.

(La imagen es una captura de la página web de Caixa-Forum.)

dilluns, 17 de setembre del 2012

La pequeña dimisión de una Grande de España.

Transcribo aquí el articulo que he publicado hoy en MásPúblico.es sobre la dimisión de Aguirre y aprovecho para hacer publicidad de este nuevo proyecto de la izquierda en el que colaboro y que tiene la forma de una cooperativa de trabajadores/as.
No queremos jefes.


El artículo:


La dimisión

En España nadie dimite cuando se espera, pero algunos lo hacen cuando no se espera. Esperanza Aguirre tiene la experiencia suficiente para saber que, por su momento, forma y fondo, su decisión provocaría un alud de comentarios; que iba a suscitar mil preguntas, alimentar mil interrogantes. Posee el dominio y la capacidad bastantes para escenificar su resignación a su gusto y, si lo ha hecho así, sus razones tendrá y será raro que no acaben sabiéndose, una vez se sosieguen los ánimos entre alborozados y entristecidos (pero ninguno indiferente) que han acogido su inesperada decisión.

Hay que empezar por la explicación oficial a la que debe otorgarse el beneficio de la veracidad. Si la dimisión se produce a resultas de su lucha contra el cáncer de mama, detectado en su día en una revisión rutinaria, tendrá el respeto y la simpatía de todo el mundo; aunque no faltará quien le recuerde que, gracias a ella y los que son como ella, esas revisiones rutinarias han pasado a ser excepcionales y casi milagrosas para la gente del común. Sin embargo la duda asoma en la segunda motivación esgrimida, ese “otras causas” innominadas que pudieran tener la clave de su dimisión. Y aquí la especulación recorre los mentideros como la pólvora.

El carácter imprevisto de la retirada, que contrasta claramente con la determinación y agresividad de Aguirre en el Debate sobre el Estado de la Región hace escasas fechas, alimenta todo tipo de conjeturas, desde quien la sitúa en el contexto del enfrentamiento en el PP a causa de la excarcelación de Uribetxebarria hasta quien da por supuesta la creación de un “Partido del té” hispánico, dirigido por una lideresa que es Grande de España y Dama del Imperio Británico, lo que quizá haya fascinado al magnate Adelson y le haya aflojado la bolsa. La imaginación es libre y Aguirre sabe cómo impulsarla.

La opinión más compartida es que la clave de la dimisión se encuentra bajo las alfombras de una Comunidad tan afectada por la corrupción (Gürtel, FUDESCAM, “Gestapillo”, Canal YII, etc) como blindada frente a toda indagación por una mayoría aboluta, absolutamente opaca, que durante años ha permitido a la presidencia de la Comunidad hacer y deshacer a su antojo, sin rendir cuentas a nadie. Suele añadirse, asimismo, que esta situación de deterioro de la gobernanza viene alimentada por una de abandono y dejación de la principal fuerza de la oposición, de forma que la mayoría absoluta del PP venía reforzada por la inoperancia de quien tendría que enarbolar una alternativa creíble. En todo caso, de ser así, la verdad se conocerá en días.

Lo que ya es del dominio público es el nombre del ungido para sucederla: su vicepresidente, Ignacio González. Esta práctica de dejar en el cargo a un segundón (o segundona) mientras el (la) cabeza de lista hace mutis hacia otros lados ilustra sobre el modo en que el PP entiende la política. Poco más o menos como los movimientos del escalafón de las administraciones públicas, en donde unos piden el traslado y otros van de interinos, cosa que tiene poco que ver con la legitimidad que otorgan las urnas. Que el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid estén gobernados por dos sobrevenidos da la auténtica medida del valor que la derecha concede a la democracia representativa.

Al margen de lo que haya de cierto en la enfermedad aducida –y que, insisto, merece todo el respeto- es imposible eliminar el olor a chamusquina de esta sorprendente dimisión cuando se observa que, aún en estos momentos, Aguirre no puede evitar recurrir a su demagogia de chulapa retrechera cuando dice que siempre ha creído que la política es una actividad transitoria y provisional. Ella, que lleva treinta años sin bajarse del coche oficial.

El orden público.

Este del "oden público" es un concepto muy complicado por ser muy subjetivo. Lo que unos llaman "orden", otros lo llaman "desorden". Es decir, es interpretable, aunque la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, parezca creer que es un concepto unívoco, como "piedra pómez", por ejemplo, y coincidente al dedillo con su idea del orden público. Una idea maximalista, cual se echa de ver en el desmesurado lenguaje que emplea al referirse al movimiento/marea ocupa el congreso como un golpe de Estado encubierto. Si se le hace el favor de no preguntarle qué diantres quiera decir "encubierto", el solo término golpe de Estado pone el orden público en términos militares. En un golpe de Estado tiene que intervenir el ejército, por supuesto. Pero solo si se acepta el disparate de llamar a un movimiento cívico pacífico golpe de Estado.
La gestión hasta la fecha de Cifuentes muestra una jefa de la policía con una idea del orden público en la tradición reaccionaria de ¡El orden reina en Varsovia! o ¡El orden reina en Berlín!, en el eco que se hizo Rosa Luxembourg, horas antes de que la asesinaran. El orden del silencio, de la represión. La diferencia entre Cifuentes y quienes mandaban a los soldados a asesinar civiles es que ahora, de momento, no hace falta recurrir a tales brutalidades pues se dispone de una amplísima panoplia de medios tecnológicos avanzados que permiten reprimir preventivamente las alteraciones del orden público. La palabra mágica es prevención, siempre mejor, se dice, que la represión. Eso depende, como siempre, de qué se quiera prevenir. Puede llevar, por ejemplo, a detener gente porque se supone que tiene intención de cometer un delito. Que es exactamente lo que hacía Franco, mandando detener a todos los desafectos de los lugares que pensaba visitar, que figuraban en listas de la policía y la Guardia Civil.
Listas como las que Cifuentes dice tener, con unos mil sospechosos identificados. Listas ilegales. Los tribunales de justicia deben entender en el caso de una autoridad que recopila datos de los ciudadanos sin la autorización de estos, sin mandato judicial, por meras sospechas. Es cierto que los ciudadanos están denunciando a la policía por identificaciones intimidatorias de carácter político y detenciones ilegales. Y hacen muy bien. Pero es necesario igualmente denunciar ante los tribunales el hecho de que la delegación del gobierno espíe a la gente y confeccione listas de sospechosos.
En los tiempos de la cameralística y en el siglo de oro del derecho público español, al recto gobierno de la colectividad se le decía policiar el reino y un tratado de policía era, en realidad, uno de política. Más tarde, cuando las dos se escindieron y la política ascendió a los grandes temas de Estado, la policía se quedó en una actividad pretendidamente técnica de garantía del orden público. Como tal actividad supuestamente técnica tiende a aislarse de la política, a independizarse, a convertirse en un Estado dentro del Estado; el Estado policía. Es el peligro de las concepciones autoritarias del orden público al estilo de Cifuentes. Y por las listas se empieza.
Porque las listas son solamente una pieza de un plan diseñado por Cifuentes para atemorizar a la población de Madrid. Además de emplear conceptos tremebundos y espiar a la población, la delegada del gobierno se vale de la policía para merodear por las calles hostigando a los ciudadanos, provocándolos y amenazándolos con detenerlos si van a la manifa del 25S. Es decir, Cifuentes basa el orden público en una táctica de desvertebrar el movimiento antes de que este haya podido actuar dentro de la más estricta legalidad, pero presuponiendo la ilegalidad. Para aflorar esta se empieza actuando a su vez de forma ilegal, provocando, tratando de encender conflictos que justifiquen la represión abierta y se termina comulgando con la idea del orden público de Martínez Anido, buen modelo para Cifuentes, y el somatén. Dicho en otros términos, el orden público basado en la intimidación y el miedo. Un orden público fascista.
Como, a pesar de todo, estamos en algo parecido a una democracia, a la hora de justificar las detenciones, la jefa de la policía tiene que esgrimir un delito y este es indefectiblemente el de resistencia a la autoridad que, por supuesto, se inventa cada vez que lo enuncia. Por desgracia para Cifuentes, los ciudadanos van ya por la calle con móviles, tablets y demás artilugios para grabar lo que sucede y bien a la vista está que las detenciones del día 15 se hicieron por la pancarta. Lógicamente, todo ciudadano al que se detiene arbitrariamente no solo puede sino que debe resistirse a que se le prive del derecho fundamental de libre circulación si no es en debido proceso. Convertir esa legítima defensa en la causa originaria de la detención es una desvergüenza que la señora Cifuentes debiera tener el decoro de evitarnos.
Su concepción del orden público arbitraria, provocadora, llena de incidentes de infiltrados, sesgada hacia los católicos y la ultraderecha y hostil a todo movimiento ciudadano democrático y libre es una fórmula muy eficaz para provocar un conflicto civil. No será la primera vez que se da un golpe de Estado con la excusa de evitar un golpe de Estado.

diumenge, 16 de setembre del 2012

El fascismo es esto.

En su todavía breve mandato, Cristina Cifuentes, delegada del gobierno en Madrid, ha hecho méritos suficientes para comparecer ante una comisión parlamentaria de investigación que le ayude a entender la diferencia entre una policía democrática y la de un país fascista.
Desde el momento de su toma de posesión, esta mujer, cuyo marido resulta ser un prófugo de la justicia, mostró profunda hostilidad hacia el movimiento de los indignados y los intentos de la gente de ejercitar sus derechos de reunión y manifestación. De la hostilidad a la manipulación, el embuste y la provocación no hay más que un paso. Son ya reiteradas las ocasiones en que su departamento tolera que los grupos reaccionarios, ultracatólicos y fascistas (o sea, los suyos) se apoderen de la calle mientras restringe hasta intentar yugularlas las actividades de las agrupaciones y asociaciones democráticas, librepensadoras y ateas. Aplica tan escandalosa doble vara de medir que ya debería estar en los juzgados. Por ejemplo: los ateos y librepensadores no podían manifestarse en Madrid en Pascua porque había riesgo de violencia al cruzarse con las procesiones de los comecirios. Pero ayer los fascistas podían manifestarse por Madrid durante los actos de protesta contra el gobierno. ¿Su finalidad con esta provocación? Ver si, efecto se produce violencia que justifique la intervención policial y la criminalización de los demócratas a través de las acusaciones normalmente inventadas de la policía.
Su finalidad, que ella cree muy astuta, es esa: provocar alteraciones de orden público para reprimir a mansalva. Y está tan segura de lo acertado de su política que hace unos días se jactaba de tener listas con los nombres de los elementos más activos en las protestas. Solo esta confesión hubiera bastado para que, en cualquier país democrático de Europa, el gobierno la hubiera expulsado del cargo de una patada en el culo. Aquí, no. Aquí, al contrario, Cifuentes tuvo hoy a la policía, empleada como fuerza de choque, guardia pretoriana o guardia de asalto, intimidando y hostigando ciudadanos pacíficos en Madrid, identificando y amenazando a la gente que, en uso de sus derechos constitucionales, estaba reunida en el Retiro. Al que se resiste lo detienen.
Cifuentes, digna discípula del Fraga ministro del Interior de un gobierno fascista, también piensa que la "calle es suya". La calle, la plaza, los jardines, todo espacio público debe estar cerrado a la protesta y emplearse para perseguir a la gente y aporrearla.
Eso es puro fascismo.
Como también lo son las reformas de los ministros Wert y Gallardón en Educación y Justicia respectivamente. Un fascismo más engolado, circunspecto, aparentemente más civilizado que el de la policía Cifuentes, pero igual de siniestro y mucho más repugnante porque es hipócrita y pretende ser otra cosa. Antonio Avendaño publica hoy en digital publico.es un magnífico artículo titulado La doble traición de Wert y Gallardón en el que muestra su decepción porque estos dos ministros, que pasaban por ser parte de la derecha civilizada, hayan resultado los más carcundas, ultramontanos, reaccionarios y clericales. Que se restablezca pronto del disgusto y aprenda a no confiar más en las mentiras de estos nacionalcatólicos encubiertos que compensan la conciencia de su mediocridad con un profundo sentimiento fascista que termina aflorando siempre.
Que las reformas de Wert hunden la educación como servicio público gratuito de calidad en todos los niveles y que la entrega al nacionalcatolicismo más retrógrado ya no es un secreto para nadie.
Más nuevo es el ataque de Gallardón a los derechos y libertades básicos de los ciudadanos. Las primeras víctimas, las mujeres, a quienes este monaguillo de la jerarquía ha negado el derecho al aborto para satisfacer el oscurantismo de la secta católica al que ajusta su comportamiento. Y detrás de las mujeres, vienen los homosexuales, a quienes reduce a ciudadanos de segunda por no tener derechos iguales que los otros y a los que en poco tiempo, empezará a perseguirse de nuevo con la entusiasta colaboración de los curas, incluidos por supuesto, los pederastas, que suelen ser los peores enemigos de la igualdad en asuntos sexuales.
El fascismo gallardónico emerge ahora con la proyectada reforma del Código Penal. Palinuro lo ha dicho a menudo: siempre que la derecha gobierna, lo primero que hace es actualizar las prisiones, los tribunales, la policía, el código penal. Es su mentalidad autoritaria: los problemas sociales se arreglan metiendo a la gente en la cárcelo. Esta reforma pone la justicia a los pies del ministerio del interior y al servicio de la arbitrariedad policial: tipifica como delitos comportamientos como la resistencia pasiva que no lo son en ningún país del mundo, pretende criminalizar la desobediencia civil, que es la forma más honrada y moral de protestar en democracia y negar la libertad de expresión en las redes, algo tan evidentemente fascista que hasta da reparos al propio Gallardón, quien está tratando de suavizar la censura y la persecución.
Las respuestas de la oposición extraparlamentaria y parlamentaria a esta orgía de fascismo represor debe ser siempre la misma: mantener la no violencia a toda costa, no responder a las provocaciones, emplear la legalidad en legítima defensa, denunciar todas las conductas ilegales de las fuerzas de represión y recurrir por obviamente inconstitucionales las reformas de Gallardón todas ellas al servicio de la iglesia y de un gobierno que, no pudiendo responder democráticamente ante los ciudadanos, prefiere atemorizarlos, perseguirlos, amenazarlos, detenerlos arbitrariamente, abusar de ellos y condenarlos injustamente.
Fascismo.
(La imagen es una foto de Popicinio_01, bajo licencia Creative Commons).

Portugal/España.

Tengo edad para recordar la "Revolución de los claveles" de 1974 en Portugal. En esta especie de guerra mundial fragmentaria en que la izquierda ve el mundo, aún estábamos lamentándonos por la derrota sufrida en Chile en septiembre de 1973, cuando el golpe de Estado de Augusto Pinochet con el beneplácito del Departamento de Estado de los EEUU, dirigido por Henry Kissinger, premio Nobel de la Paz. Reflexionando sobre el fin de Allende, en Italia Enrico Berlinguer, secretario general del poderoso PCI, lanzaba su propuesta de compromiso histórico pidiendo un gobierno conjunto de cristianodemócratas y comunistas. Y, de pronto, en un abril florido, cuando nadie se lo esperaba, los oficiales del ejército con mando en tropa en Portugal se sublevan contra la dictadura de Marcelo Caetano, un subcaudillo que había sucedido en 1967 al padre de la patria y fundador del Estado Novo, Oliveira Salazar. No quieren seguir yendo a la guerra de las colonias, Angola y Mozambique en las que proliferan guerrillas de liberación, guerra que dura ya más de diez años, es una ruina y no se ganará nunca. Los capitanes insurrectos constituyen una especie de junta revolucionaria cuyos proyectos ponen los pelos de punta a los aliados de Portugal en la OTAN.
La Revolución de los claveles causó gran impacto en España, en donde normalmente no se sabe nada acerca de Portugal porque ambos países viven de espaldas el uno al otro. Los españoles se removían inquietos en lo que luego se vería fueron los meses últimos de la dictadura. En diciembre de 1973 murió en atentado Carrero Blanco. Lo substituyó un don Nadie de pasado siniestro, Arias Navarro, quien inició en febrero de 1974 una confusa operación aparentemente aperturista con ánimo de parecer que hacía algo por adaptar la dictadura a los nuevos tiempos. A esa fábula se llamó entonces el espíritu del 12 de febrero por la fecha del consabido discursito de Arias. Así que cuando llegó la noticia de Portugal en abril de 1974, los españoles se exaltaron pensando que quizá el ejército español hiciera lo mismo que el portugués. De hecho por entonces se había constituido una Unión Militar Democrática (UMD) con oficiales y jefes de tendencia democrática e izquierdista sobre los que recayó la más dura de las represiones. En todo caso, era un consuelo pensar que lo que había pasado en Portugal podría pasar en España.
Igual que ahora. De vuelta de la manifa de ayer, pudieron verse las imágenes de lo que estaba pasando en Lisboa en donde la gente puso cerco simbólico al Parlamento. Es decir, lo que está previsto que hagamos los españoles el 25S. Las políticas neoliberales frente a la crisis adoptadas por los gobiernos a ojos cerrados por imposición, indicación, sugerencia o empujón de unos u otros órganos internacionales encuentran cada vez mayor contestación en la calle. Puede llegar un momento en que deba aplicarse un razonamiento de costes-beneficios y, en concreto, qué sea más caro si seguir con las políticas neoliberales o reprimir manifestaciones de descontento popular que pueden llegar a situaciones der conflicto incluso con violencia.
Rajoy y la derecha en general razonan que en democracia deciden las urnas y lo hacen por cuatro años, especialmente si la decisión fue de mayoría absoluta. No hay por qué atender a ningún otro factor como no sea el hecho de que el gobierno tiene un mandato claro de once millones de electores. Lo que sucede es que eso no es cierto puesto que el mandato era para la aplicación de un programa anunciado repetida y taxativamente por Rajoy antes de las elecciones del que no se ha aplicado ni el primer enunciado. Para las políticas reales que el presidente está adoptando no tiene más mandato que el de Angela Merkel que, por muy buena persona que sea, no experimentará un sentimiento especialmente cercano por la situación española.
La legitimidad del gobierno español es harto cuestionable y, a juicio de Palinuro, Rajoy debiera convocar nuevas elecciones o, cuando menos, un referéndum para ver el respaldo real de sus políticas. No obstante, lo más probable es que siga como hasta la fecha, esperando que sus medidas den resultados antes de 2016 a efectos de no perder las elecciones. Que estas son lo único que le importa se deduce del hecho de que se apresta a hacer con las vascas y gallegas lo que hizo con las andaluzas, esto es, ocultar sus decisiones restrictivas hasta después de las consultas, para no correr el riesgo de perderlas. Así es como hay que matizar la continua referencia de Rajoy y Cospedal al interés general de los españoles. El interés general de los españoles para ellos es el del PP. Y para que así conste, RTVE ha tenido la gentileza de transmitir en directo y tiempo real una escuela de verano del PP en Gandía, una actividad puramente partidista en la que los jefes del PP han ensalzado sus políticas y puesto de chupa de dómine a la oposición que no puede responder porque se trata de un acto privado. Son militantes del PP, cachorros que reciben doctrina y, de paso, la comparten con el resto de la audiencia, quiera la audiencia o no y siendo ella la que paga. Si esto no es fascismo, que el espíritu de Mussolini lo diga.

dissabte, 15 de setembre del 2012

Muy bien. Hay que seguir.

La manifa de hoy ha sido un éxito, reconocido por todos y seguido en especial por los medios extranjeros, esos que tienen profesionalidad y creen que informar no consiste en propagar las mentiras del gobierno de turno, como hace la prensa española de la derecha, El Mundo, el ABC y La Razón. Y ha sido un éxito porque ha cubierto con creces los objetivos que nos proponíamos: juntarnos después del verano, mandar un aviso al gobierno de que tiene contestación en la calle ya que su mayoría absoluta en el Congreso ha convertido a este en un remedo de las cortes franquistas, ver la actitud de las autoridades y estudiar posteriores acciones. Porque esto no es más que el comienzo. La contestación real de la gente a la permanente agresión del gobierno a todos los sectores populares acaba de empezar. La manifa ha sido unitaria y por vez primera se ha podido comprobar realmente que si la izquierda se une puede alcanzar sus objetivos.
Ya han comenzado las discrepancias en cuanto a la asistencia. Los organizadores de la manifa hablan de más de un millón y medio de personas y las oficinas gubernativas, de 65.000. ¿Qué más le da? Lo suyo es abusar de la función comunicativa poniéndola al servicio de sus intereses, mentir descaradamente. Y lo cierto es que no aprenden. Tratar de engañar a todo el mundo en un asunto que todo el mundo ha visto directamente en la TV solo prueba el fondo fascista de quien se inventa estas cifras que, por lo demás, no sirven para nada. Si de verdad hubiera habido 65.000 personas, la derecha ya habría cantado victoria y anunciaría una nueva escalada de recortes y medidas restrictivas. No lo hacen porque saben que la manifa ha sido multitudinaria y no se atreven a actuar hasta haber calibrado bien la situación. Por supuesto, Cifuentes puede seguir mintiendo con los 65.000. La pagan para eso y lo hace con una impudicia total. Pero eso no le impide incurrir en el ridículo. La Plaza de Colón estaba hoy tan llena como el día en que Rouco montó el espectáculo de la JMJ. Pero entonces, según la misma fuente de embustes, había más de un millón de personas y hoy solo 65.000. Y menos mal que no han consultado con Aguirre quien hubiera preguntado con sorna y su habitual desprecio a la gente del común: "¡Ah! Pero ¿ha habido una manifestación"?
La respuesta del gobierno, como siempre, ha sido de dos tipos: la represiva y la ideológica. La represiva, a cargo de nuevo de la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, prueba que la voluntad de los gobernantes es pasar por encima de la opinión pública si pueden, ignorar las reclamaciones de la gente y seguir con sus políticas de agresión a los derechos de toda la ciudadanía. La citada Cifuentes despliega una verdadera panoplia de medidas, trucos y ardides propios de los regímenes fascistas: empleo masivo e intimidatorio de la fuerza pública, listas negras, detenciones arbitrarias, maltrato a la población, impunidad para los agentes que se extralimiten. El caso es actuar sembrando el miedo y el terror. Eso, Cifuentes lo borda.
La ideológica se la han encargado a la secretaria general del PP, María Dolores Cospedal, una mujer cuya capacidad para el cinismo, la falta de respeto y la demagogia deja chica a Esperanza Aguirre, su mentora. Esta política cobra indebidamente dos sueldos del Estado por valor de más de 200.000€ al año (es decir, que está esquilmando el erario público con toda inmoralidad) y pretende suprimir el salario de los diputados, lo cual es de un cinismo sorprendente. Es también la que sostiene que el PP es "el partido de los trabajadores", un partido cuyos cargos públicos suelen ser banqueros, empresarios, ricos y nobles. Es la misma que ha tenido la desfachatez de tomarse a guasa la manifa de hoy asegurando que, si nos manifestamos, así aprovechamos para vernos. Lo ha dicho en el curso de la Universidad de verano del PP en Gandía, acontecimiento estrictamente partidista que la RTVE ha transmitido íntegro en directo, fiel a su oficio de portavoz y mamporrera oficial del gobierno. En ese clima de abyección en el que un medio público se convierte en vocero de un partido (como Telemadrid o Canal Nou en Valencia), esta agresiva demagoga ha demostrado una vez más la verdad del viejo adagio de que aquel a quien los dioses quieren perder primero lo vuelven loco. O loca.
Está claro: la manifa ha sido un éxito pero solo es el comienzo. Este gobierno de derecha rabiosa sabe quje no tendrá otra oportunidad y que tiene que alcanzar todos sus objetivos con celeridad, especialmente el desmantelamiento del Estado del bienestar y la supresión de los derechos de los trabajadores. Por eso hay que seguir. Esta manifestación no es más que el reinicio de la movilización social permanente. Si el gobierno no rectifica, que no rectificará, el siguiente objetivo debe ser ya la huelga general indefinida. Hasta que se vayan estos usurpadores o consigan el respaldo popular a lo que están haciendo y sin estafar, como hicieron en las elecciones del 20N.
(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia Creative Commons).

El gobierno contra el pueblo (y 2).

Si alguien está buscando una razón o motivo para manifestarse hoy en contra de la política del gobierno, no tiene más que informarse entre quienes tenemos pensado ir porque, por lo que he pedido leer, acudimos los más diversos colectivos agraviados por la acción gubernativa. Esta se caracteriza por los dos factores citados en la entrada de ayer (El gobierno contra el pueblo), esto es, el empobrecimiento general de la población a la que, con la excusa de la crisis económica y la necesidad de luchar contra ella, se despoja de sus derechos y el intento de adoctrinarla a la fuerza en los postulados ideológicos de la derecha, esto es, el neoliberalismo a la par con el más rancio nacionalcatolicismo.
El aumento de las tasas de la justicia pone fin de hecho al principio de la justicia gratuita. Pleitear se hace más costoso y queda fuera de los presupuestos más endebles. El ministro de Justicia, quien siempre cultivó una imagen de conservador moderado, se ha revelado como un retrógrado y un paladín de los dogmas de la iglesia e, igual que castiga el bolsillo de los justiciables, niega a las mujeres el derecho al aborto. Y, en previsión de que estas y otras medidas restrictivas e injustas de sus compañeros de gabinete provoquen reacciones airadas de los sectores afectados, ha hecho lo que los conservadores hacen siempre, endurecer el código penal, castigar, reprimir, recurriendo incluso a una figura de "prisión permanente revisable", que es una forma disimulada de cadena perpetua. Y no se reintroduce la pena de muerte porque, al menos de momento, no hay modo de disimularla.
Hay sectores enteros de la población directamente agredidos por medidas singulares del gobierno que faltan enteramente a la equidad. La llamada "reforma laboral" no es otra cosa que la supresión de los derechos de los trabajadores frente a los patronos. El gobierno ha adaptado las relaciones contractuales laborales a las exigencias de una de las partes en el contrato, de los empresarios, dejando a los trabajadores a su merced, que es muy poca.
Entre los trabajadores, los funcionarios reciben un tratamiento especialmente duro: además de rebajarles el sueldo, aumentarles la jornada laboral, retrasarles la edad de jubilación, se los somete a una campaña permanente de descrédito, tratándolos poco menos que de vagos que viven del erario público, amenazándolos con despedirlos en cuanto se pueda.
En materia de sanidad, que afecta a todos los ciudadanos, el desmantelamiento del servicio público está muy avanzado : el repago de los medicamentos, los recortes de prestaciones, la exclusión de grupos de población atendibles, el empeoramiento de las condiciones generales trazan un panorama desolador en cuanto al respeto del derecho a la salud.
Todas estas medidas restrictivas configuran al gobierno como enemigo de su propio pueblo, sobre todo cuando se observa que en su acción privilegia descaradamente a los sectores que son su fuente de legitimidad: la iglesia no ha sufrido el más mínimo recorte en sus copiosos ingresos a cuenta del erario público, cosa que se explica por el nacionalcatolicismo del gobierno y el lado ideológico de su acción. Tampoco lo han sufrido las empresas, las grandes fortunas, los bancos sino que, al contrario, se les ha beneficiado vía tratamiento fiscal benévolo (llegándose a amnistiar el fraude) o mediante aportaciones directas en miles de millones que hay para esto pero no para la educación o la sanidad.
Es la coexistencia de tres factores, una corrupción galopante, un sistema de privilegios escandalosos de la minoría y una política que exige sacrificios y privaciones a la mayoría la que está provocando un estado de tensión social muy fuerte.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 14 de setembre del 2012

El gobierno contra el pueblo.

A veces me pregunto si los consejos de ministros no serán reñidas competiciones entre los ministros por ver quién cae mejor al jefe, quién cumple mejor sus designios, quien asesta golpes más duros a la población que depende de los departamentos que cada uno de ellos regenta, quién oprime y explota más al pueblo. Consejo tras consejo y rueda de prensa posterior tras rueda de prensa posterior, la imagen es la de una rivalidad por ser más el más duro, el más eficaz a la hora de hacer imposible la vida a la gente sencilla, imponerle más gastos, tasas, tributos, gabelas y todo tipo de sisas y socaliñas, a la hora de reprimirla, explotarla, adoctrinarla y tratar de estupidizarla a imagen y semejanza de los ministros de menor coeficiente intelectual, estilo Wert o Báñez.
El objetivo del gobierno está ya claro. No porque su responsable, Rajoy, lo expusiera en su momento, esto es, en la campaña electoral, en la que dijo lo contrario de lo que está haciendo, lo cual le permitió ganar las elecciones por la socorrida vía de la estafa, sino porque las medidas adoptadas hasta la fecha no dejan lugar a dudas: consiste en desmantelar el Estado del bienestar, despojar a la población en general y los trabajadores en particular de todos los derechos conquistados en los últimos 150 años, convertir un pueblo de ciudadanos en otro de vasallos atemorizados. Es una pretensión perfectamente analizada y expuesta en un magnífico artículo de Joaquim Bosch en Público, titulado Perspectivas de ruptura constitucional. Como magistrado, lo que más indigna a Bosch es la sistemática violación y negación de los derechos económicos y sociales, esto es, la sañuda agresión del gobierno al bienestar de la gente y los trabajadores. Le parece escandaloso, sobre todo, imagino, en un gobierno que está lleno de juristas. Piense, no obstante, que se trata de juristas de tres al cuarto todos ellos al servicio de los empresarios y el capital, cuya valoración de los derechos de la población -que ven como límite a sus codicia infinita- es inferior a cero.
Se trata de una política ciega, estúpida, funesta que tiene como resultado a corto plazo el empobrecimiento general de la población, su exclusión de los servicios elementales, como la educación o la sanidad. Una política que los ideólogos del pesebre derechista -una miriada, esperando que la enchufen en suculentos puestos en medios de comunicación, organismos estatales, fundaciones, universidades- sostienen que es de sacrificio momentáneo inevitable que se verá compensado con la recuperación en el medio plazo. Saben de sobra que es mentira, que no hay recuperación en el medio plazo, sino más sacrificios y más empobrecimiento dado que los recortes impiden que aumente el consumo, único motor real de la economía.
Así que los ministros han aprendido perfectamente la lección: se trata de llegar a los Consejos cada semana con una propuesta nueva para empobrecer más a la población y para reprimirla más ideológicamente. Estas son las dos piernas sobre las que camina la labor de gobierno de Rajoy: reducir drásticamente el nivel de vida de la gente, mandarla al paro, echarla de sus casas, dejarla sin subvenciones ni subsidios ni medicamentos y, al mismo tiempo, adoctrinarla ideológicamente, imponerle mediante la censura y el control de los medios de comunicación las nuevas concepciones de este neofascismo hispano: miseria y nacionalcatolicismo al mismo tiempo.
El ministro más aventajado en este doble terreno de aunar empobrecimiento general con adoctrinamiento es Wert lo cual seguramente explica por qué es el peor valorado del gobierno. Queriendo sentar plaza de cool killer, este petulante tertuliano de extrema derecha ha subido las tasas de todos los niveles educativos, poniendo de hecho la educación fuera del alcance de los sectores menos favorecidos de la población, ha suprimido la Educación para la ciudadanía y la ha sustituido por una materia de adotrinamiento nacionalcatólico grata a los curas y, para mayor solaz de la iglesia, no solo mantiene los privilegios de la educación "concertada" (una estafa por la que los curas y otros negociantes de la educación consiguen que el Estado cargue con sus gastos, blindando así sus beneficios), sino que está dispuesto a financiar la enseñanza segregada por sexos, en contra de todas las declaraciones de derechos habidas y por haber, de la reiterada jurisprudencia de todo tipo de tribunales; en contra de lo que dicta la experiencia y el sentido común.
Suele este ministro emplear argumentos especiosos que deben de parecerle muy inteligentes, en favor de la educación segregada que tanto complace a los curas, uno de los cuales -asombroso por su estolidez de fondo- es que no es cierto que la educación segregada persiga finalidades discriminatorias, incluso alude vagarosamente a algún estudio imaginario que así lo prueba. Perfecto. Vamos a suponer que sea así, ¿puede esta lumbrera decir qué otras finalidades persigue la segregación por sexo? Porque si no es una discriminatoria, será alguna otra. ¿Cuál?
El resto de los ministros cumplen también el programa de ataque a la democracia, al Estado de Derecho, al Estado del bienestar, a la población en general, que es estrategia de la derecha. Cada uno en su estilo pero todos a una fuenteovejuna.
Dicha estrategia es no solamente injusta sino necia: empobreciendo a la población, despojándola de sus derechos, reprimiéndola y adoctrinándola, a base de provocaciones, la llevan a un punto en el que cada vez es más posible un estallido social. En realidad ya es asombroso que hayamos aguantado hasta aquí a este puñado de lacayos del capital puestos a arruinar el país y hacer que la gente pague por las estafas de banqueros y financieros.
Palinuro ha echado cuentas también de la política profundamente antipopular del partido popular en los demás ministerios. Para no hacer indebidamente larga esta entrada, las explicará en la siguiente.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

La involución.

Con la declaración de bienes del Congreso puede verse que los miembros del gobierno son gente pudiente, gente rica, alguno millonario y algún otro, multimillonario, como ese Secretario de Estado (una especie de viceministro) que apalea los millones. Un gobierno de ricos nunca podrá ser un gobierno justo, cosa que saben y a la vez predican los cristianos a partir de sus Evangelios. Lo más probable es que un gobierno de ricos gobierne en favor de los ricos, como lo hace este.
De ningún modo, sostiene Rajoy, quien argumenta que el interés general de los españoles es su único criterio a la hora de tomar decisiones. ¿Por qué no? ¿Por qué no admitir que alguna vez diga la verdad? Es posible, solo que esa verdad es enrevesada pues su único criterio es lo que él entiende por "interés general" y que puede coincidir con dicho interés general o no. Desde el punto de vista de los empresarios ellos mismos son el interés general puesto ellos son quienes crean empleo. Y este es el punto de vista de Rajoy. El de los empresarios.
Al mismo tiempo el gobierno se ha planteado una política de involución muy acusada y muy rápida. La velocidad a que se están desmantelando los servicios públicos de educación y sanidad es la que ha traído la reforma de la Ley del aborto para negar que este sea un derecho en ninguna circunstancia.La crisis es el pretexto que se invoca para imponer la ideología del PP que en este terreno es el nacionalcatolicismo.
En función de ese criterio empresarial acerca del interés general de los españoles se ha aprobado una reforma laboral que deja a los trabajadores prácticamente sin derechos, empezando por el fundamental aquí, el de negociación colectiva, el que más molesta a los empresarios. Es posible que la próxima exigencia del interés general al modo de Rajoy sea suprimir el salario mínimo. De acuerdo con el credo neoliberal de las autoridades, no hay que interferir en la libertad de la gente de trabajar por salarios de hambre.
El interés general es compatible  con situaciones netas de privilegio: la iglesia no ha sufrido el más mínimo recorte ni ella ha hecho ademán siquiera de aceptarlo. Las grandes fortunas y las empresas tienen asimismo una trato fiscal tan escandalosamente favorable (en el caso de las SICAV) que da al traste con cualquier ilusión de justicia fiscal. Y, si eres rico, hasta delinquir puedes, porque llega luego Montoro, uno de los complacientes trujimanes del capital y te amnistía el fraude que hayas cometido a cambio de un simbólico óbolo que tampoco es preciso pagar. La prueba es que este genio maquiavélico de las finanzas ha conseguido recaudar el 2% de lo que esperaba con su amnistía. Es decir, puedes delinquir y reírte de las autoridades que, al fin y al cabo, son tus sayones.
La idea de la administración que rige en el gobierno es absolutamente patrimonialista. Este noentiende ser mero administrador de unos recursos, sino que se tiene por propietario de ellos. Así se explica que practique la política del enchufismo y el clientelismo más  exacerbados en materia de nombramientos, desplazando a profesionales no incondicionales y llenando los puestos con fieles seguidores, amigos, deudos y parientes en una política sectaria de reparto de cargos considerados todos prebendas y botín. Gobernar consiste en gestionar nuestros recursos de acuerdo con nuestros intereses, en beneficio de los nuestros y sin necesidad de guardar las apariencias, que para eso se cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento.
La curiosa mezcla de nacionalcatolicismo y ultraliberalismo que constituye el sustrato ideológico y práctico es la nueva forma del fascismo con la que estos neofranquistas aspiran a desmantelar el Estado del bienestar y los adelantos que se había conseguido en materia de igualdad, de derechos, de cohesión social.
Es una agresión al pueblo en toda regla, un gobierno de involución. Y la izquierda no está dándole la respuesta que merece ni por asomos..
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 13 de setembre del 2012

Cosas de lideresa o Führerin.

Por fortuna para él, los derechos de Uribetxebarria no dependen de Esperanza Aguirre. Si lo hicieran, el etarra perdería el de morirse en su casa que Aguirre le niega taxativamente y en discrepancia con la decisión de la Audiencia Nacional. Obviamente, la lideresa tiene una concepción de la justicia en la que esta es otro nombre para la venganza. No es muy elaborado, desde luego, pero corresponde al estilo político de la condesa, que es muy decidido y radical; muy de caudilla.
Aguirre no es una política convencional, tiene mucho temperamento, no se muerde la lengua y suele ser rápida en la respuesta con pulla incluida. Un momento de su intervención en el debate sobre el estado de la región, aquel en que recomienda al señor Gordo (Ángel Gordo, portavoz de IU) que se modere so pena de convertirse en el señor Gordillo, tiene gracia, aunque quizá ni Gordo ni Gordillo se la vean. Pero tiene tanbién la condesa un deje achulapado que, en unión con el carácter provocativo de muchas de sus medidas hace bastante desagradables sus comparecencias.
Ese descrédito permanente de lo público en beneficio de lo privado, ese cargar continuo contra los funcionarios, sean docentes o bomberos,  ese desprestigio sempiterno de la política son elementos de una típica concepción neoliberal que Aguirre asegura ser la suya y cuyo encaje con las costumbres democráticas es muy problemático. Y no solamente por la contradicción evidente de que sea una funcionaria y una política (y veterana, con más de 33 años en cargos de todo tipo) quien ataque a funcionarios y políticos, ya que eso es un problema de conciencia y decencia personal que resolverá como pueda, sino porque es parte de una acción política estratégica deliberada. La acción política de la la derecha extrema, consistente en destruir la esencia misma de la democracia desde dentro, utilizando sus mecanismos, para sustituirla por la nueva forma del fascismo autoritario y populista. Ayuda mucho a ello y, al mismo tiempo, pone de relieve la genealogía de la concepción neofascista de Aguirre el que esta conjugue su ultraliberalismo con el más rancio nacionalcatolicismo.
Los discursos frecuentemente espartanos de la lideresa la llevan a cargar siempre contra la "cultura de las subveciones" al tiempo que deja sin las suyas a los sindicatos, la patronal y cuantas organizaciones y quehaceres le parecen a ella prescindibles, que son muchas. Su provocación favorita en este ámbito es que se acabaron las mamandurrias que es de lo que ella tiene repleta su administración en donde en sus años de gobierno, se ha multiplicado por dos el número de asesores y altos cargos, o sea, de mamandurrias. Innecesario es decir que en donde hay mamandurrias, hay corrupción y que la administración de Aguirre es la más entreverada en la trama de la Gürtel y junto con la de Valencia, la que registra mayor nivel de corrupción del país. Corrupción que abarca todos los aspectos de la acción institucional, desde la adjudicación de licencias, a la financiación de las elecciones a través de opacas fundaciones. 
Sus recetas neoliberales, consistentes en privatizar todo lo rentable y descapitalizar los servicios públicos que tienen que prestar las instituciones se aplican a rajatabla desde hace años en la Comunidad de Madrid, en donde una población empobrecida tiene que aguantar unos servicios públicos cada vez más caros y de peor calidad pero muy bien vendidos desde el punto de vista de la publicidad.
El liberalismo de Aguirre es compatible con un control férreo de la televisión pública y un recurso sistemático a la censura en los medios audivisuales relegados a meros aparatos de agitprop, con los cual cumplen dos funciones: ser la caja de resonancia del gobierno y un lugar en el que se enchufa a toda suerte de deudos y amigos cuya función es cobrar suculentas pagas del erario público por mentir, tergiversar, cantar ditirambos a la lideresa/Führerin y denigrar a la opoción.
Uno de los temas preferidos de la panoplia de Aguirre es el de esa lucha denodada que dice estar librando desde hace años en contra del espíritu del 68 y de la pretensión de superioridad moral de la izquierda. Ambos objetivos, sorprendentes por lo demás, traicionan su  subconsciente envidioso. Su obsesión con el 68, sobre todo, ilustra muy bien sobre sus complejos porque solo los cantamañanas y zangolotinos de su calibre pueden exigir respeto al principio de autoridad porque sí; principio de autoridad que ellos mismos destrozan socavando la que tienen los diferentes estamentos cuando no acatan a ojos cerrados sus caprichos.
Su concepción patrimonial de la administración que  pone al servicio de los intereses privados de los suyos, su carencia de escrúpulos morales, su maximalismo ideológico, su falta de respeto a los derechos de los adversarios, su ignorancia de los límites de los usos democráticos, la imposición de sus creencias y manías personales como actos de gobierno, hacen que esta política sea, junto a Dolores Cospedal, destacada discípula suya, un buen ejemplo del autoritarismo de la derecha actual que solo se diferencia del fascismo en que tiene menos parafernalia militar.
(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 12 de setembre del 2012

¿Cómo se encauza esto?

El país quedó ayer pasmado ante la insospechada fuerza del independentismo catalán. Rápidamente la habitual guerra de cifras para sembrar confusión, si hubo millón y medio o "solo" seiscientos mil. La prensa extranjera seria da la cifra del millón y medio. Pero, aunque hubieran sido los 600.000 de que habla la derecha española (la madrileña lo reduce a 100.000 y la del Km. 0 a tres o cuatro docenas) son muchísimos para un total de población de Cataluña de siete millones.
Al margen de las cifras, hay un salto cualitativo importante en la visibilidad, la presencia pública del independentismo, la conciencia de su legitimidad y factibilidad, su simbolismo. Cosa que ha sorprendido a todos, incluido al gobierno autonómico, cuyo presidente quizá hubiera preferido ponerse al frente de la manifa de haber sabido que iba a ser tal muestra de unidad patriótica. La cuestión es, ¿y cómo hemos llegado hasta aquí?
Básicamente a través de una historia reciente de agravios al nacionalismo catalán de toda índole, con episodios culminantes y muy conflictivos como las campañas del PP de boicot a los productos catalanes, la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto y, desde luego, el actual agravio comparativo que los catalanistas creen detectar en el modo en que el gobierno central está haciendo pagar injustamente la crisis a Cataluña, razón por la cual pide un pacto fiscal que es la extensión al principado del concierto económico del País Vasco y Navarra. En ese clima de conflicto, dos recientes episodios han contribuido a subir la temperatura del horno independentista. De un lado, un coronel del ejército, ya jubilado, ha recordado que el ejército tiene encomendada la unidad de la Patria y que estará encantado de invadir Cataluña si los catalanes se propasan. De otro, el presidente del gobierno, en RTVE1 el domingo, se permitió despreciar la movilización de la Diada y la reivindicación independentista tildándola de ruidoalgarabía.
Consecuencia: un millón y medio de independentistas en la calle. La pregunta que ahora se hace todo el mundo es: y esto ¿cómo sigue?
Los independentistas de la Asamblea Nacional Catalana instan a la Generalitat a iniciar el proceso de secesión, lo cual es más fácil de decir que de hacer porque no está previsto. Habría que inventarlo sobre la marcha, algo así como una declaración unilateral de independencia (DUI), que pondría en marcha a su vez un proceso constituyente de futuro incierto.
El extranjero, como Pilatos, se lava las manos. Los eurócratas de Bruselas se han limitado a decir que, si Cataluña se separa de España, quedará fuera de la UE y tendrá que pedir la adhesión ex-novo. Los conservadores ya avanzan que, si se diera tan absurda situación, España vetaría la adhesión de Cataluña. Pero eso está por ver.
Por sí misma, la derecha no se dará por enterada de la exigencia independentista. Hay términos en una longitud de onda que su oído no capta. En todo caso, si hubiera una DUI, seguramente el Coronel mencionado o algún otro montaría algún espectáculo. De no ser así, la derecha calcula desactivar la petición independentista conspirando con la Generalitat para llegar a algún acuerdo que la beneficie en un sentido material pues es firme creencia de la derecha que el independentismo es un espantajo que esgrimen los nacionalistas para chantajear al Estado.
Y algo de eso hay. Por ello, la reacción de la izquierda socialdemócrata es muy parecida a la de la derecha: no existe el derecho de autodeterminación (aunque el PSOE de inicios de la transición lo incluía en su programa) y la independencia unilateral es inaceptable. En último término, también se echaría mano de la milicia aunque antes se intentaría desactivar la reivindicación con algún tipo de concesión de unos u otros privilegios.
A su vez, la otra izquierda, esto es, IU y más allá tiene una actitud curiosa por lo ambigua. Profesa, en teoría, el principio del derecho de autodeterminación de los pueblos pero, al mismo tiempo, tilda el nacionalismo que lo reclama de cortina de humo. El nacionalismo, una ideología burguesa, cumple la función diversionista de distraer a las masas de los problemas reales de la explotación, la crisis/estafa a otros ficticios o irrelevantes como el de la patria o la bandera. La izquierda no es nacionalista, vaya. Son razonamientos brillantes, de un marxismo depurado, pero que no responden la pregunta esencial: se acepta el derecho de autodeterminación de las catalanes, los vascos, los gallegos, ¿sí o no? Y, si se acepta, ¿por qué no arbitrar los medios para ejercerlo mediante un referéndum, por ejemplo, en condiciones previamente acordadas entre las partes?
Porque, en el fondo, no se acepta, aunque se disimula muy bien. Por ejemplo, hay quien dice que, una vez constituida España en fraterna unión republicana de pueblos, no será preciso ejercer ese derecho. Otros fían esta virtud a un término casi milagroso: la federación. Sea república, sea federación, ¿se reconoce o no el derecho de los pueblos que la componen a separarse de ella libremente?

dimarts, 11 de setembre del 2012

La independencia de Cataluña.

Hay quien dice que los grandes hechos de la historia tienen causas minúsculas. Así, la nariz de Cleopatra selló el destino del Imperio romano; un error de 10.000 kms. llevó a Colón a descubrir América; la falta de hijo varón viable de Germana de Foix con Fernando de Aragón dio origen a España. Que un majadero se permitiera el lujo de tildar de "lío" y "algarabía" ayer en TVE el sentimiento independentista de Cataluña ha sacado hoy a la calle a millón y medio de catalanes y ha planteado con carácter prioritario, guste o no a los neofranquistas gobernantes, la cuestión de la independencia catalana.
Las baterías de esta insoportable derecha nacionalcatólica ya han empezado a bombardear Barcelona de nuevo esta vez de modo simbólico; pero que no se confíe mucho el personal. Los morteros más estólidos cuestionan la cantidad de manifestantes y dicen que si no llegan a 100.000 no hay que hacer ni caso. Quizá sea porque 100.000 sea la cifra mínima de independentistas asesinables que consideran. Otros, algo más avispados, dicen que todo es un montaje de CiU, una cortina de humo para que no se hable de las retallades y el expolio y sí de cosas intrascendentes como la bandera o la independencia.
Será lo que quieran. Los manifestantes seguirán las consignas de Belcebú o serán parte de la "antiespaña", pero Barcelona ha expresado un clamor por la independencia que nadie podrá ya ignorar en el resto de España. Como no se ignora en el extranjero, en Bruselas, por ejemplo, en donde dicen que, si Cataluña se va de España, tendrá que pedir la adhesión a la UE. Por supuesto. Llegan entonces los fachas hispánicos (un buen puñado) y dicen que vetarán el ingreso de Cataluña. Eso habrá que verlo porque somos muchos, muchísimos, los españoles que jamás vetaríamos tal cosa.
Pero hagamos memoria: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Muy sencillo. Primero, con los cuarenta años de dictadura del delincuente genocida Francisco Franco, que pretendió exterminar la nación catalana, como la vasca o la gallega. Luego, con la constitución del partido de los neofranquistas que si al principio hicieron como que aceptaban la Constitución de 1978, en cuanto pueden, hablan de recentralizar el Estado. Es lo que está haciendo ya la marquesa consorte que los madrileños hemos de soportar. Solo este dato ya explica la pulsión escisionista catalana. ¿Cómo pedir al principado que se quede en el marco constitucional cuando este puede saltar en pedazos si los neofranquistas creen que cabe reventarlo?
Más tarde, en los últimos años, hemos perdido la cuenta de las veces que los neofranquistas han provocado situaciones de tensión, han azuzado odios anticatalanes y han hecho campañas en contra del Estatuto de autonomía y de la propia Cataluña. El primero de todos, Rajoy. Esto no quiere decir mucho porque dada la falta de dignidad del personaje, igual que firma públicamente en contra de la subida del IVA y lo sube a continuación por su cuenta, puede ir en contra de Cataluña y, acto seguido, ponerse una barretina y bailar una sardana. A él le da igual. Pero a los demás no y, ahora, por su estúpida obstinación, su falta de inteligencia, su inflexibilidad y su incapacidad para entender el gobierno democrático, estamos en una situación muy delicada.
Porque el asunto es de principios. Al comienzo de la transición, el independentismo catalán era muy minoritario, como el vasco. Han sido las continuas provocaciones de los neofranquistas y los fascistas españoles y la ambigüedad y cobardía de la izquierda, especialmente el PSOE, las que han hecho subir el separatismo como la espuma y ahora, claro, ya tiene muy difícil solución.
Pero ¿es que la tuvo alguna vez?
Desde luego y, probablemente, siga teniéndola.
Sin embargo, esta no puede venir de ese mantra que repiten algunos del Estado federal y que últimamente también recita Rosa Díez por razones obvias: 1ª) España no reúne condiciones de Estado federal ordinario; 2ª) el Estado federal es una fórmula disimulada del "café para todos" y es rechazada por los nacionalistas catalanes y vascos; 3ª) el Estado autonómico es ya, de hecho un Estado federal; incluso es más Estado federal que muchos Estados federales en el mundo. Hay más razones, pero con estas son suficientes.
La solución tiene que venir mediante la reforma de la CE y el reconocimiento del derecho de autodeterminación de los pueblos de España. Ya sé que es difícil. Pero la alternativa es seguir perdiendo el tiempo como hasta ahora en medio de peleas sempiternas de campanario y de boicoteos mutuos, mucho odio y mucha mala uva. También sé que no es fácil aplicar dicho principio, que plantea problemas de titularidad subjetiva, territorialidad cuantificación, etc., etc. Pero esos son problemas que se pueden discutir. Lo importante es aceptar el principio.
Si el principio se acepta, los nacionalistas españoles de izquierda, como Palinuro, defenderán que Cataluña y el Pais Vasco sigan siendo parte de España. Pero de forma voluntaria, tras un referéndum de autodeterminación de verdad que también puede acabar en la independencia de los territorios, situación que aceptaremos sin problema alguno. En eso nos diferenciamos de la izquierda a la izquierda del PSOE que reconoce el principio de autodeterminación de los pueblos pero con la boca chica, como hacía Lenin, en el entendimiento de que no será necesario llegar a él porque sin duda los pueblos libres forjarán una unidad también libre entre ellos que blablabla.
Por si acaso, Palinuro quiere derecho de autodeterminación y referéndum y está seguro de que todavía puede ganarlo la idea de actual de España. Y, si no es así, tampoco pasará nada. Cataluña, el País Vasco, Galicia, tienen derecho a ser lo que sus pueblos quieren que sean.
Palinuro odia pertenecer a una nación que sojuzga a otras y tiene gobernantes tan necios que califican de "algarabía" (es decir, cosa de árabes) las legítimas aspiraciones nacionales de un pueblo.

La televisión y la calle.

En la inenarrable entrevista de RTVE1 ayer a Rajoy en la que seis periodistas curtid@s apenas atinaron con las preguntas verdaderamente importantes, María Casado, la sustituta de Ana Pastor, le preguntó algo así como si le preocupaba que mucha gente se sintiera irritada o frustrada (no recuerdo qué verbo empleó) por sus medidas, a lo que el presidente respondió que por supuesto, pues sería un irresponsable si no le preocupara.
Esa pregunta y esa respuesta resumen en cierto modo la situación actual y el resultado que se pretende tenga esa entrevista, la primera que concede Rajoy a la RTVE1 una vez la ha conquistado, purgado de sus elementos más "perniciosos" y convertido en un territorio amigo en el que nadie lo pondrá en aprietos. Me parece, incluso, que es la primera vez que Rajoy acude a la RTVE1 en años pues le tenía declarada la guerra desde los tiempos zapateriles. La entrevista vino a ser una manifestación de que, a pesar de encontrarnos en mitad de una crisis gravísima, vivimos en el mejor de los mundos, gracias a su esclarecida guía, su rumbo fijo, su tesón y responsabilidad. ¡Cómo no iba a preocuparle la irritación o la frustración de la gente! ¡Si sabrá él cómo está la calle!
Pues debe de saberlo tanto como el IVA de los chuches. La calle está en estado de indignación permanente, casi de insurrección social. En el plazo de breves días, la gente ha pitado en un par de ocasiones a Dolores Cospedal, una madre ha lanzado una fiambrera a la cabeza a Esperanza Aguirre, la multitud ha abucheado e insultado atronadoramente a la alcaldesa Ana Botella en la Cibeles en el acto final de la Vuelta ciclista, unos agraviados por las preferentes han pitado en la calle a Feijóo y en Valencia otros ciudadanos han lanzado huevos a Alberto Fabra. Estos hechos son inconexos, no están preparados ni coordinados por nadie pero, en su repetición y coincidencia, testimonian un grado alto de irritación entre la población contra los gobernantes del PP.
El carácter duro, arbitrario, despótico de algunas medidas del PP levantan oleadas de indignación. Y tiene que ser así. No es fácil que la población comprenda que quien cobra dos elevadísimos sueldos públicos elimine el salario de los diputados. Sí lo es que reaccione pitando y abucheando ante el carácter irremediablemente provocador de la actitud de Cospedal.
En la televisión, el presidente fue un doctor Pangloss que incluso vaticinó que revertiría las desagradables decisiones que se había visto obligado a tomar por culpa de la desidía y la incompetencia de Zapatero a quien no mencionó ni una vez por el nombre; que volvería a bajar los impuestos y el IVA. La única de los periodistas que formuló preguntas de fondo, Anabel Díez, de El País, le espetó en un par de ocasiones, como de paso, que había hecho lo contrario de lo que anunció y lo desconcertó preguntándole si, por ello, no creía que debía solicitar un voto de confianza en la cámara. Díez podía haber coronado la pregunta recordando el caso del actual gobierno japonés que ha convocado elecciones anticipadas por haber incumplido un punto de su programa electoral.
Respuesta casi segura de Rajoy: "Mire usted, los japoneses y nosotros somos muy distintos porque España y Japón son dos países muy diferentes. Yo respeto mucho a los japoneses, oiga, pero ellos son ellos, ya sabe, muy suyos, y nosotros somos nosotros, muy nuestros. Claro que no pediré el voto de confianza, eso es absurdo." Lo último no es lo que pudo haber dicho sino lo que dijo en realidad. ¡Pedir un voto de confianza por haber hecho lo contrario de lo que prometió en el pograma electoral! ¿En qué cabeza cabe?
En fin, qué entrevista. Qué nivel. Hubo un momento sublime, cuando el presidente explicó al periodista del ABC y, a través de él, a millones de españoles qué sucede cuando ingresas 1.000€ pero te empeñas en gastar 1.500.
Diez meses después de tomar el mando, Rajoy comparece ante la opinión a informar de que le corresponde adoptar una decisión de enorme importancia para 47 millones de españoles que debe sopesar cuidadosamente, razón por la cual, todavía no la ha tomado.
Es lo que se llama el liderazgo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 10 de setembre del 2012

Y a ustedes ¿quién les dijo que este iba a contestar?.

Terminada la pseudoentrevista de seis periodistas seis que se dejaron más del 70 por ciento de lo que interesa sin preguntar, en un contexto de tierra conquistada, con la sombra de Ana Pastor sobrevolando el plató, nadie, absolutamente nadie sabe si habrá o no rescate, cuándo será, cuáles sus condiciones, cuáles aceptará el presidente y cuáles no, si tocará las pensiones, si bajará más el sueldo a los funcionarios, si subirá más los impuestos. Nadie sabe nada en concreto porque, en su habitual farfulleo, Rajoy ha hecho lo de siempre: no contestar a nada en un torrente de topicazos, latiguillos, perogrulladas y puras estupideces, de esas que le encantan. "Mire usted", se engolaba el pavo con el periodista del ABC, encantado de impartirle una lección de teoría epistemología: "esto del déficit se lo explico enseguida. Si usted ingresa 1.000€, pero se gasta 1.500€, tiene usted un problema: el déficit". No había el periodista terminado de digerir tal muestra de ciencia cuando Rajoy impartía otra enseñanza de maestro Ciruelo esta vez a Victoria Prego: "Mire usted, esto del crédito es como la circulación de la sangre..."
En serio. No estoy inventándome nada. Todo fue así. Todo. Este mata las vacas a besos. En serio: ¿no había nadie en el PP con un CI algo superior?
No ha quedado nada claro. Nada. Lo único, creo, es que, operando con su criterio de campanario, Rajoy tratará de no pedir el rescate antes de las elecciones gallegas y vascas del 21 de octubre, que son las que verdaderamente le importan. Como hizo en Andalucía. Lo que sucede es que esta vez, conociéndolo ya como lo conocen los europeos es posible que no le dejen y lo obliguen a pedir el rescate.
Así podremos enterarnos de algo porque, con esta entrevista, la oscuridad es total.

La casta política.

César Molinas acaba de publicar en El País un artículo titulado Una teoría de la clase política española que es en realidad un capítulo o extracto de capítulo de un próximo libro suyo que promete ser interesantísimo. La pieza ha tenido una gran repercusión y ha movido mucha controversia en las redes, más que nada por proponer como solución al principal problema político español una reforma electoral en favor de un sistema mayoritario simple a una sola vuelta, al estilo del first past the post británico y que podríamos traducir como "el primero que llega, se la lleva". En el debate muchos sostienen que no es tal solución, pues consistirá en reforzar el sistema bipartidista y prolongar los males que aquejan a la patria.
Palinuro, a su vez, a quien el artículo parece brillante, muy bien escrito, riguroso y muy convincente, tiene dos puntos de discrepancia, uno en el origen del razonamiento de Molinas, referido al modo en que se organizó el Estado territorialmente en la transición, y el otro en la propuesta de solución que hace con el sistema electoral mayoritario, que le parece errónea.
El resto del artículo, a su juicio, pisa terreno muy firme. Su idea es que los políticos españoles forman una clase de privilegiados que vive de la captura de rentas, una casta extractiva, ajena a los intereses colectivos y que solo tiene en cuenta los suyos como grupo. Es un diagnóstico que coincide en general con la imagen que tiene la opinión pública, para la que esta casta política es un problema y que, si no se matiza, corre el riesgo de ser no del todo justa. El concepto "casta política" viene a corroborar la extendida idea de que "todos los políticos son iguales" y, si bien las excepciones son lamentablemente escasas, este enunciado es falso. Entre el señor Durán, que reside en el Palace y lleva treinta años viviendo opíparamente de la política y el señor Cayo Lara,  hoy por hoy, media un abismo y ocultarlo no sirve de nada. Lara demuestra palpablemente que cabe ser político sin pertenecer a casta privilegiada alguna. Y no digamos ya Gordillo.
No obstante, el grueso de los políticos, quizá el 90 o el 95 por ciento, en efecto, son casta y Molinas da en la diana. Su artículo, fundado en un buen conocimiento de las investigaciones académicas más recientes, edifica asimismo sobre terreno sólidamente empírico. En el fondo, trae causa de otros trabajos periodisticos que abrieron la veda de la corrupción política y la corrupción de los políticos, en concreto, el libro de Sergio Rizzi y Gian Antonio Stella (dos veteranos de este tipo de asuntos) La Casta, così i politici Italiani sono diventati Intoccabili (Milán: Rizzoli, 2007) y su réplica española a cargo de Daniel Montero, La casta. El increíble chollo de ser político en España (Madrid: la esfera de los libros, 2009). Molinas proporciona una visión más sólidamente teórica en el marco de la lógica de la acción colectiva y la teoría de la decisión racional que ve la clase política como un grupo que trata de maximizar su beneficio a basa de captar rentas en detrimento del bien común.
Ciertamente, es un diagnóstico correcto del principal defecto de algunos sistemas políticos democráticos, el español entre ellos.
Vamos a las discrepancias de Palinuro. La primera es acerca de la descentralización del Estado durante la transición. Molinas viene a decir que la vía del "café para todos" fue el (equivocado) planteamiento originario y no es cierto. El "café para todos" fe la chapuza, la solución atropellada para salir del paso cuando se puso de manifiesto que la intención original de establecer autonomías "de primera" (Cataluña, País Vasco y Galicia) y "de segunda" chocaba con la resistencia del resto que no la aceptaba. No fue, pues, plan originario sino error reactivo. No tiene mayor importancia, pero las cosas deben contarse como sucedieron. Por lo demás, el propio Molinas reconoce más adelante en su exposición este punto de que el "café para todos" fue una reacción poco pensada.
La segunda discrepancia es de mayor calado. Aunque Molinas diga que el sistema electoral de mayoría simple no es el "bálsamo de Fierabrás" (que, por lo demás, jamás existió) le otorga poderes casi taumatúrgicos. Pero con muy nulo fundamento racional o empírico. La idea de que, por establecer una relación directa entre el electo y el elector, el sistema de distrito unipersonal regenerará moralmente la política patria es puro wishful thinking. El ejemplo se aduce mirando casi exclusivamente a Gan Bretaña o algún otro English speaking country pero soslaya el ejemplo de los Estados Unidos cuya Cámara de Representantes, compuesta por una casta política con altísimos niveles de corrupción de todo tipo se elige por el sistema electoral mayoritario. El log rolling, la pork barrel politics se originan aquí. Es más, es el ejemplo del funcionamiento de la Cámara de Representantes el que Buchanan y Tullock tomaron para hacer la primera crítica demoledora a esta corrupción de la clase política y proponer la reforma constitucional que limitara el gasto público como único método de acabar con el desastre de la casta política. Es decir, del sistema electoral mayoritario no se sigue en modo alguno una regeneración moral de los usos políticos de los representantes. Son necesarios otros factores.
A la inversa, Molinas parece pensar que la corrupción del sistema representativo viene del régimen electoral proporcional, lo cual es tan inexacto como lo anterior. Prácticamente todos los países europeos occidentales, excepción hecha de Francia y, en parte, de Alemania, tienen sistemas electorales proporcionales con diferentes formas de listas: Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, no son países en los que haya unas castas políticas tan descaradas, sinvergüenzas, privilegiadas y corruptas como en España e Italia.
Estas dos objeciones no pueden pasarse por alto. Las castas privilegiadas de rentistas corruptos españoles (de partidos estatales y de ámbito no estatal) no dependen del sistema electoral. Es casi seguro que seguirían siendo lo mismo con un régimen mayoritario. La corrupción de los políticos no es un problema de técnica electoral sino de educación, de cultura política y, sobre todo, de acción social y opinión pública. En un país en el que un Camps obtiene mayoría absoluta y un Fabra sigue en la vida pública hay un fallo evidente, pero no está en la mecánica electoral sino en el espíritu de la gente.