dilluns, 19 de desembre del 2011

¡Viva España!

También podría titular este post Retrato de la España eterna, como Dios manda. Más largo y dice lo mismo. ¡Viva!

La España de los nobles parásitos, capaces de arrancarse por sevillanas a los ochenta años y de insultar a los jornaleros de sus tierras a los cuarenta. La de los logreros que viven de la estafa en connivencia con políticos corruptos que roban lo que pueden pero no pagan ni sus trajes. La de los defraudadores del fisco a bolsillos llenos, como ese Urdangarin quien parece haber cometido (presuntamente) todos los delitos del código penal, si bien de cuantía mayor, porque siempre hay clases. La de los miembros de la una Casa Real que viven opíparamente a costa del contribuyente (hijos, nietos del monarca) sin realizar ninguna función de utilidad a la colectividad. La de los obispos que quieren que la ley de Dios vuelva a guiar las decisiones públicas. La ley de su dios. Su ley. La de los empresarios ineptos, incapaces de emprender nada, de innovar, de crear riqueza, que sólo fían sus beneficios a hundir los salarios de los trabajadores y eliminar las prestaciones sociales, con el fin de apoderarse de todo el dinero para su vida de lujo. La de los banqueros que viven de expoliar las entidades que regentan hasta que las arruinan. La de los políticos a quienes no bastan los privilegios que tienen y se comportan como caciques, esquilmando el erario público.

Hoy comparece Rajoy en la sesión de investidura. Según noticias, hará un discurso realista en el que hablará de que hemos de prepararnos para tiempos duros, pero no explicará las medidas que piensa tomar. ¿Para qué? A un país que aguanta todo lo anterior no hace falta explicarle nada.

¡Viva España!

Los trolls y los insultos en la red

La defensora del lector de El País, Milagros Pérez Oliva, dedicaba ayer su columna a los trolls y los insultos en la red. (Los "trolls" se apoderan del debate). Venía a cuento de que, al parecer, los comentarios del blog de Iñaki Gabilondo rebosan de insultos, injurias, amenazas, groserías. Digo "al parecer" porque, aunque miro a diario el videoblog del periodista, nunca los comentarios porque ya sé lo que voy a encontrar; lo que he dicho. Por lo demás, como todos los blogs, páginas web, todo lo que se asome a la red y abra la posibilidad de comentarios anónimos. Y cuanto más importante, interesante, oportuno o de mayor audiencia sea lo que se expone, más arrecia la grosería, el matonismo, la chulería, la infamia.

La defensora se queja amargamente de esta situación y lo mismo hace Gabilondo, quien lamenta que se pierda una ocasión de debate en profundidad. Me solidarizo con Iñaki que no sabe bien cómo lo entiendo. Siempre que haya anonimato habrá abundancia de enfermos mentales, envidiosos y sicarios a sueldo (básicamente los tres grupos mayoritarios de trolls) soltando su basura. Siempre será así, pues está en la naturaleza humana. Lo sabemos todos y está estudiado. La misma defensora cita una página de Timothy Cambell, ¡de 2006! en la que se analiza la figura del troll. Campbell hace sabias recomendaciones sobre cómo combatirlos y, en último término, confía en la habilidad del administrador.

Los trolls son, en efecto, muy conocidos. Véase (entre los muchos ejemplos posibles) una página de Ramón Redondo en la que se clasifican con bastante gracia los distintos tipos de trolls. Pérez Oliva lamenta que, a través de estas prácticas, padezca la calidad de los diarios. Se trata de una verdad a medias porque olvida que gran parte de la prensa se dedica precisamente a insultar, que hay columnistas en los medios escritos que no hacen sino insultar. Y mientras los periodistas sigan considerando que los medios que insultan y los que no insultan son iguales, no habrá nada que hacer y los trolls digitales seguirán alimentándose de la bazofia que leen en ciertos medios, oyen en ciertas radios y ven en ciertas televisiones. Los nombres los conoce todo el mundo.

Los remedios de Campbell no son tales. En primer lugar, ¿por qué hemos de perder el tiempo neutralizando psicópatas, envidiosos y sicarios? En segundo, no todo el mundo puede pagarse un administrador de la página.

No, frente a los insultos y los trolls sólo hay una solución y media. La media consiste en establecer un sistema de registro para evitar el anonimato y, además, contar con un administrador que filtre. Sólo es media solución porque los registros no son enteramente seguros, dado que suele ser posible identificarse en falso o, lo que es peor, suplantando a otra persona. Y los administradores tienen límites. Eliminar un troll que insulta y/o amenaza e relativamente fácil. Otros no lo son tanto. No es fácil expulsar al troll que Redondo llama tiquismiquis y tampoco a otro, más peligroso aun, que es el prolijo argumentador: sin insultar, sin vociferar, pretende enredar al autor de la página (y otros comentaristas) en discusiones sin fin, irrelevantes, cansinas. Si se los bloquea, se quejan de que se coarta su libertad de expresión. Y las buenas gentes que han padecido años de dictadura silenciosa se allanan a que los descendientes de quienes la ejercieron (o ellos mismos), vuelvan a monopolizar el debate público.

Hay que reconocerlo: el único remedio es cerrar las páginas a los comentarios. Es triste, cierto, pero tampoco tanto, no hay que exagerar; quien tiene algo que decir encuentra siempre en donde hacerlo en la red. Y es lo más eficaz. Palinuro aprovecha para recordar que tiene los suyos cerrados y así lo explica en su apartado correspondiente. Estaba harto de aguantar insultos, amenazas e impertinencias. El blog ha ganado y ha crecido en audiencia.

Palinuro (este Palinuro) nació en un país en el que los espacios públicos cerrados advertían que estaba "prohibido escupir en el suelo" o, si el espacio era abierto, que estaba "prohibido hacer aguas menores y mayores". Un país que se ha civilizado mucho, pero que parece haber retrocedido, al menos en lo que hace a los escupitajos y las aguas "menores". Basta con pasear por el centro de nuestras ciudades. Palinuro no puede evitar que nuestras calles parezcan escupideras pero sí que escupan en su blog.

(La imagen es una foto de jaywood_uk, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 18 de desembre del 2011

Dios salve al Rey.

El caso Urdangarin es tan escandaloso que hasta las formas se han perdido, y eso que estamos entre altezas. De ser palafreneros ya habrían empezado los mojicones. Nadie respeta la presunción de inocencia del Duque de Palma. Ni su suegro, cuya casa ha calificado su comportamiento de poco ejemplar y ha querido arrojarlo a las tinieblas exteriores. Y si la Corona lo trata de poco ejemplar, las gentes del común, más dadas al recio castellano, lo tildan de cosas subidas de tono, de estafador, ladrón y sinvergüenza, por ejemplo. El ágora virtual que es la red, hierve. Si no se me cree, váyase a google y tecléese "Urdangarin ladrón": 170.000 entradas hace unas horas. Por supuesto, siempre presunto; tan presunto como el poco ejemplar de la casa Real.

Por fin se sabe que el Rey estaba al cabo de la calle de las andanzas y presumidas fortunas del yerno. Tendría que haber sido muy negado para no preguntarse de dónde había sacado el matrimonio seis millones del ala para pagar un palacete en Pedralbes, sin contar otras fruslerías en Mallorca. Sabiendo, además que, para Rey Midas, ya está él. Y no sólo sabía sino que hizo lo que pudo para ocultarlo, para que nadie lo supiese. Encomendó a un cortesano asesor "externo" que pusiese orden en el desbarajuste empresarial del yerno. Pero no debía de haber solución porque no se hizo nada. La idea de montar una fundación no era posible. ¡Ya el propio Urdangarin manejaba una ONG sin ánimo de lucro!

Al final se decidió que el matrimonio pusiera tierra (y un océano) por medio y se radicara en Washington, que debe de ser una de las ciudades más aburridas del mundo. No era un exilio sino una especie de expatriación que no trataba tanto de evitar la acción de la justicia, si se interesaba por el deportista/conseguidor, como de impedir que éste siguiera con sus lucrativos negocios. Pues no parece que el Duque esté muy al corriente del mundo en el que vive, quizá porque vive pendiente de las cuentas de resultados de sus otras empresas, las que sí tienen ánimo de lucro, como Airzoon, que es algo así como "pájaro", en la que también figura su esposa y, según tengo entendido, aunque no sé en condición de qué, dos de sus hijos de poquísimos años de edad.

Si uno sabe de un delito y no lo denuncia (que es un deber), uno se convierte como mínimo en encubridor y comete otro delito. Pero la Casa Real ha hecho más que no denunciar un posible ilícito del que tenía cabal conocimiento, ha intentado ocultarlo; es decir no solamente no ha colaborado con la justicia sino que la ha obstaculizado. Lo que es otro delito más. Se puede entender que un padre no quiera denunciar a su hija. Pero el rey es rey antes que padre. De todas formas, tampoco debe preocuparse mucho ya que en su artículo 56, 3, la Constitución dice que "la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad."

Pero ¿es eso aceptable en una democracia, sobre todo tratándose de presuntos delitos de corrupción? Obviamente, no. O sea, lo menos que cabe esperar es un debate sobre el asunto. Que no es menor: ¿puede una comunidad moderna estar regida (aunque sea a título honorífico) por una persona que no es responsable de sus actos? Y aquí es donde va a resurgir la opción republicana.

El país se ha llenado de monárquicos, todos ellos muy oficiosos, dispuestos a explicar a los vientos que las supuestas fechorías del yerno en nada afectan al suegro y mucho menos a la institución que tan dignamente representa. Abundan los salvatestas coronadas en el PP y en el PSOE y, desde luego, en los estamentos de orden, incluida la iglesia de Cristo, cuyo reino no es de este mundo pero es reino; no república, caramba. El debate monarquía-república, dicen, está trasnochado; no es importante hoy, dicen; no interesa a los españoles, dicen; sólo sirve para desviar la atención de los problemas realmente importantes, dicen; es cosa del pasado, dicen, y hay que mirar el futuro, dicen. Como si pudiera verse.

De las dos infantas cabe decir que no han tenido buen ojo a la hora de escoger a sus maridos. Pero el caso Urdangarin no es solamente un problema matrimonial (si es que lo es) ni tampoco privado; es un problema de Estado. Porque las actividades supuestamente delictivas del Duque deportista se han realizado en connivencia con dos presidentes de comunidades autónomas, Matas en Baleares y Camps en Valencia, que a su vez están imputados en otros asuntos de corrupción. Por si fuera poco, en los acuerdos relativos a Valencia (ya se sabe, vender la realización en esa Comunidad Autónoma de unos juegos olímpicos europeos que aún no existían), intervino González Pons, portavoz del PP, azote del gobierno socialista y probable ministro en el primer gobierno de Rajoy. El caso Urdangarin es asunto de Estado, de gobierno, de Comunidad Autónoma, de todo.

El caso Urdangarin, metáfora de un tiempo de corrupción generalizada, presidida por la aventura de la Gürtel, con la que está relacionado, es una amenaza a la precaria legitimidad de la monarquía española. El Rey puede obstinarse en seguir. Al fin y al cabo lo nombró Franco, quien murió de viejo en la cama y no va a ser él menos que su mentor. Pero quizá haga más por la fortaleza de la institución que representa aceptando la jubilación que, tratándose de un rey, es una abdicación y, tratándose de un plebeyo, dimisión.

Ya se sabe: King never dies, el rey nunca muere.

dissabte, 17 de desembre del 2011

Indignación y/o resignación.

La crisis está sacando a luz las miserias, las vergüenzas, las canalladas de un sistema mundial que prácticamente todos rechazan pero nadie cree que pueda cambiar. La humanidad ha avanzado mucho en general y todo tiempo pasado fue peor. Pero lo actual enciende la sangre y encrespa el ánimo. Africa es el continente de los horrores para millones de seres humanos. En América Latina están algo mejor pero son millones igualmente los que padecen las consecuencias del subdesarrollo. En la China mil millones viven bajo un régimen tiránico productivista que no respeta sus derechos humanos. En la India es el sistema económico el que hace que esos derechos sean papel mojado para otros casi mil millones que viven en una sociedad de castas. En Europa son cientos de millones que viven un proceso de empobrecimiento galopante y miran con miedo un futuro que amenaza con ser mucho peor. De Rusia no hace falta hablar y en los Estados Unidos las cosas no habian estado tan mal desde 1929.

De pronto se oye un grito: ¡indignaos! Surge la indignación y se propaga como la pólvora. Primavera árabe, spanishrevolution, la ocupación de Wall Street. Todo manifestación callejera que sólo en los países árabes ha dado lugar a alteraciones institucionales. En el resto, la cuestión es si la indignación del 15-M que, en parte, es una indignación contra la resignación, puede ir más allá de ésta. En el futuro no se descarta nada; pero las indicaciones del presente no son halagüeñas. La misma aparición de los Anonymous apunta al carácter del movimiento y sus limitaciones. La idea es que la resistencia al sistema surge espontáneamente, es anónima, no tiene estructura, no se puede reprimir y golpea en donde duele. Pero esa es la idea. La realidad es que un movimiento anónimo está abierto a todo, incluso al contramovimiento. Que sea además un fenómeno de la red deja el problema en donde estaba al principio. Actuar en la red es hacerlo en los nervios del sistema. Pero éste es muy complejo. Nada hace tanto daño a Anonymous como ese vídeo en Youtube en el que anuncia que aniquilará Facebook el 5 de noviembre... pasado.

Es la complejidad lo que cuenta. La complejidad de la globalización que no es una palabra, sino una realidad. El mundo está metido en sí mismo como nunca antes. Así descubre que los actores mundiales ya no son sólo los Estados nacionales (y, de estos sólo algunos, pues los demás eran "actuados") sino que se añade todo tipo de entes, religiones, empresas privadas, organizaciones internacionales, delictivas, terroristas o de socorro humanitario. A veces los más importantes Estados muestran su impotencia, por ejemplo cuando Sarkozy pierde los nervios porque las agencias de rating bajan la calificación de la deuda francesa. La globalización es un campo de batalla con fuego cruzado en el que no se respeta nada.

Entre tanto, la política, la actividad de los partidos, los debates, las opciones electorales siguen planteándose en términos domésticos que son ficticios pues en los Estados no rige hoy el principio de soberanía interna. Grecia e Italia tienen gobiernos directamente nombrados por los mercados. Portugal y España también, aunque por intermedio de los electorados que han entendido perfectamente el mensaje de la resignación. La soberanía siempre fue una ficción; pero ahora es una quimera.

En la divisoria izquierda/derecha en las políticas nacionales la derecha lleva las de ganar porque es ella la que gestiona la globalización según sus criterios neoliberales. La izquierda, enredada en la ficción de las políticas nacionales, no tiene discurso para la globalización que considera un proceso objetivo, ajeno ante el que hay que pronunciarse, no como algo que pueda hacer ella misma, gestionar ella misma. Por eso se desdobla en dos grupos: los partidarios de adaptarse, como uno se adapta al tiempo y los partidarios de combatirla, como uno lucha contra una plaga. No es dificil de entender que la izquierda es parte de la globalización misma; que ella no lo vea es otra cuestión. La que explica porqué no tiene discurso sobre ella. Y, sin embargo, es el que hay que construir porque es en ese terreno en el que se juega el porvenir de sus ideales.

Ahí tiene que darse el debate de las ideas que todos reclaman. Pero, para que suceda, hay que empezar por organizarlo. El Partido Socialista Europeo, la organización más amplia de la izquierda europea, podía convocar un congreso para debatir un programa común para Europa, primero aoordado por los socialistas y puesto luego de nuevo en debate en otro congreso al que acudan las demás izquierdas que lo estimen pertinente. Si eso se hace, seguro que salen propuestas alternativas a la gestión de la crisis en el orden europeo y global.

(La imagen es una foto de tasteful_tn, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 16 de desembre del 2011

Empredadores.

Entre los grandes empresarios españoles y los europeos hay un punto de identidad: todos quieren maximizar sus beneficios. Lo demás, son diferencias. Los españoles tratan de maximizarlos a costa de lo que sea, sin escrúpulos, despojando de sus derechos a los trabajadores si se puede; los europeos no tanto o mucho menos.

Los empresarios europeos empiezan a trabajar y arriesgar con márgenes de beneficios entre el tres y el cinco por ciento; los españoles no se mueven por menos del quince al veinte por ciento. Y garantizados: los europeos arriesgan; los españoles, no. Los europeos invierten en investigación, innovación y desarrollo (i + i + d); los españoles, no. Basta con echar una ojeada a los registros de patentes; en dónde se trabaja bajo licencia y en dónde no.

Los empresarios europeos hacen honor a su nombre y emprenden; los españoles, no. Van a lo seguro (o lo que creen seguro, que tampoco son unas águilas), como el ladrillo; pero no abren líneas nuevas de producción. Un ejemplo: España es el único país europeo importante que carece de coche propio de fabricación nacional. Todo lo que se produce es bajo licencia ajena; hasta el Seat. Y si hay alguna innovación suele ser promovida y amparada con dineros públicos.

Los empresarios españoles parasitan cuanto pueden el Estado del que maldicen, y hacen negocios con el BOE a la vista, refugiados en las subvenciones, los incentivos, las exenciones fiscales, las mamandurrias; los extranjeros, no o mucho menos. Los españoles tienen un poderoso grupo de presión en forma de confederación (CEOE) que disfruta de cuantiosas subvenciones públicas legales y, si pueden, ilegales, pero descalifican a los sindicatos por subvencionados y a los sindicalistas por parásitos. Los extranjeros, no; estos buscan siempre la conciliación con el mundo del trabajo; los españoles buscan la confrontación y la imposición.

Los empresarios españoles ocultan capitales ingentes en paraísos fiscales. El último ejemplo, presunto, por supuesto, el del empresario Iñaki Urdangarín. Los empresarios europeos, que también lo hacen, lo hacen mucho menos y los pillan mucho más. Los empresarios españoles evaden cifras astronómicas de impuestos, miles de millones de euros, según diferentes cálculos, lo cual da lugar a esa indignante situación de que la cantidad media de impuestos que pagan los trabajadores sea superior a la de los empresarios (y profesiones liberales), que es sangrante; los empresarios europeos tienen una mucho mayor conciencia fiscal.

Los empresarios españoles pretenden explotar a los trabajadores, pagarles salaríos ínfimos, despedirlos libremente, negarles seguridades contractuales, sujetarlos a la incertidumbre y mantenerlos indefensos frente a las arbitrariedades de la jefatura. Los empresarios extranjeros, que también tienen esta tendencia, se moderan mucho más. Incluso cuando los españoles piden imitar a los extranjeros lo hacen en detrimento de sus propios trabajadores. La petición de vincular los aumentos salariales a la productividad, como en Alemania, pasa por alto que la productividad es un factor que depende sobre todo de la acertada práctica empresarial; que en Alemania es alta y en España, baja.

En resumen, los empresarios españoles no merecen ese nombre, ni el de emprendedores, sino algún otro, todavía pendiente de formular como se hará cuando quede clara la peculiar peripecia del anterior presidente de la patronal, Díaz Ferrán, experto en concursos de acreedores. No existe un criterio objetivo respecto a qué sea la buena actividad empresarial (la que crea riqueza), a pesar de que hay facultades universitarias dedicadas al estudio de la ciencia empresarial. Tampoco existe, que yo sepa, una escala de categoría y calidad de los empresarios europeos, aunque hoy día se mida el rendimiento de prácticamente todo. No obstante, no es exagerado aventurar que, si existiera, los empresarios españoles ocuparían lugares modestos. Ni siquiera descuellan como financiadores de empresas benéficas o culturales, como podrían hacerlo ya que invierten poco o nada en la modernización de sus negocios. No, no se merecen el nombre de empresarios, al menos en el registro de los ciudadanos a los que la colectividad deba estar agradecida.

A pesar de ello, están todo el día predicando, diciendo a la gente lo que tiene que hacer que es básicamente someterse a sus dictados de explotación. Y lo hacen con pretensiones dogmáticas, haciendo pasar por conclusiones razonables un mazo de topicazos y prejuicios que tratan de favorecer sus intereses y lesionar los de la colectividad. El último ejemplo, el de los irritantes propósitos del jefe Juan Rosell sobre los funcionarios. No es preciso detenerse a demostrar que sus presupuestos y conclusiones son falsos, pues ya lo han hecho voces más autorizadas que la de Palinuro, como la de Juan Torres López, catedrático de Economía aplicada, en un post en su blog Ganas de escribir, titulado En España no sobran funcionarios sino defraudadores y los dirigentes patronales que los encubren.

Como esto no se oculta a los empresarios, conviene indagar los designios por los que hacen tan desconsideradas reclamaciones y que son: a) acabar con los restos del Estado del bienestar, privándolo de personal que lo gestione y aprovechándose de los caudales que así se ahorrarán; b) suprimir el viejo principio de la intervención reguladora y redistributiva de los poderes públicos, vinculado a la idea hegeliana del Estado como incorporación de la eticidad. Nada de eticidad; en la sociedad, que rija la ley del más fuerte; c) eliminar funcionarios y no sólo los de la caricatura de los manguitos sino tambièn en otros órdenes vinculados a la vigilancia de la legalidad en la actividad mercantil, inspectores de Hacienda, abogados del Estado, jueces, fiscales, sobre todo los anticorrupción, etc. A cambio, deben ampliarse los funcionarios de prisiones y los cuerpos de seguridad, para contener a la chusma; d) incrementar el paro -que es el medio ideal de chantaje, casi terrorista de los empresarios sobre los trabajadores- porque permite forzar el descenso generalizado de los salarios y el aumento de las jornadas, hasta llegar a esa situación ideal de una fuerza de trabajo dispuesta a laborar todo el día por nada; e) suprimir la base de seguridad en el empleo de un colectivo que tradicionalmente la ha tenido a cambio de sus bajos salarios y someterlo a la situación de precariedad e inseguridad en que tiene a los trabajadores del sector privado cuando debiera ser al revés, esto es, consolidar y asegurar la posición de estos; f) amedrentar a los trabajadores públicos sometiéndolos a la arbitrariedad de los políticos de turno y restablecer la institución de los cesantes, que tanto propicia el caquisimo y la corrupción, práctica inveterada del empresariado español, como puede verse en el caso de la Gürtel.

En una sociedad ilustrada, avanzada, integrada y moderna, el capital es una relación social (Marx) y la propiedad cumple una función de interés general (Papa León XIII), es decir, la actividad empresarial se hace un contexto de responsabilidad social en el que el conjunto de la colectividad tiene derecho a pedir cuentas a los empresarios del uso que hacen de sus favorables condiciones; porque la propiedad no es absoluta, sino que está sujeta al interés social. Y en el entendimiento, además, de que serán tratados como ellos tratan a los demás y medidos con la misma vara.

Se entiende porqué Palinuro propugna que, así como los empresarios se arrogan el derecho a juzgar sobre la calidad del trabajo y el rendimiento de los funcionarios y los trabajadores en general, la sociedad haga lo mismo con el trabajo de los empresarios. Que si los funcionarios y trabajadores son despedidos, los empresarios incumplidores sean expropiados. Y, cuando delincan, cosa nada infrecuente, que vayan a la cárcel y el Gobierno no los indulte. Es un principio de justicia.

(La imagen es una foto de Izquierda Unida, bajo licencia de Creative Commons.

El deporte como tocomocho.

¡Sapristi! No contento con vender a Matas (presuntamente, claro) una etapa del tour de Francia en Mallorca, Urdangarín, según dice Público, vendió a Camps unos Juegos Europeos que aún no han nacido. Y ambos genios de la gestión pública, al parecer, pagaron millonadas por dos invenciones similares a un tocomocho, avaladas sin duda por el prestigio deportivo internacional del Duque y no, faltaría más, por su condición de familiar del Rey, aunque sea agnado. Menos mal que al agnado no le dio por vender al uno la Cibeles y al otro la Torre del Oro. Se las hubieran comprado.

Hay quien dice que este episodio, cuya esencia hunde sus raíces en la gloriosa tradición hispana del lazarillo de Tormes y el Buscón, llamado don Pablos, no afectará en nada a la Monarquía. Pues será porque los Borbones son franceses, porque el caso es demoledor. La Monarquía está en un brete. Y lo que quedaba a los políticos es que la gente descubra que, además de estafadores, son estafados. Porque en este tipo de estafa siempre hay uno que se pasa de listo y otro que lo hace de tonto.

dijous, 15 de desembre del 2011

Tirar de la Gürtel.

¡Qué gran error fue adelantar las elecciones! Si no se hubiera cometido, a estas alturas, a cuatro meses de la votación en su tiempo previsto, la gente conocería el auténtico alcance de la Gürtel, se enteraría de cosas que probablemente influirían en su voto. Y eso que lo que está sabiéndose del proceso de Valencia, deliberadamente circunscrito al asunto de los trajes, en beneficio de Camps, apenas es un adelanto de lo que vendrá a continuación. En los miles de páginas de lo que promete ser un juicio devastador para el PP, se encuentra la verdad de su supuesta implicación en la trama de expolio de los caudales públicos. Al rendirse a la presión de la prensa afín al PP, Zapatero privó a los electores de la posibilidad de acudir a las urnas con una información contrastada en sede judicial sobre la forma de gobierno de la derecha. Ese ha sido su gran error estratégico en alguna medida causante de la derrota electoral del PSOE.

Porque ese juicio de Valencia es un espectáculo bochornoso. Entre conversaciones telefónicas inenarrables, declaraciones falsas, silencios reveladores, mentiras, contradicciones, pruebas incontrovertibles y pruebas imaginarias se entrevé un mundo de corruptelas, compadreos, caciquismo, clientelismo, sobornos, etc., y todo a costa de los contribuyentes que, en algún momento, recordarían que también son votantes. Es tal la aparente ciénaga de la política conservadora en Valencia -que ya apunta en dirección a Madrid, calle Génova, 13- expuesta a la luz pública que alguno de los procesados puede dar la nota.

Con la tensión que se respira en el proceso la figura de el curita y su guardarropa de lance han pasado a segundo plano. Queda la impresión de que este peculiar personaje es en realidad un pardillo que se limitaba a vestir de pollo pera mientras otros se llenaban los bolsillos o es un redomado perillán que oculta su parte alícuota en este expolio generalizado de las arcas públicas en algún secreto lugar. Es de esperar que los valencianos estén tomando nota de la altura moral de sus gobernantes, en especial ahora que, al parecer, sintonizan canales de televisión libres y no ese Canal Nou al servicio del gobierno que cosecha un hercúleo 1,7 por ciento de la audiencia a un precio prohibitivo.

Y ¿qué decir del esperado debut judicial de don Vito Correone? Repeinado, elegante, trajeado aunque sin corbata (prenda que quizá no se permita a los reclusos por temor a que se ahorquen), se ha encerrado en un silencio total, lacónicamente justificado con consideraciones de estrategia procesal.

Correa es tan mudo como en su día fue sordo Iñaki Urdangarín. Según Libertad digital, el duque de Palma se libró de la mili en los noventa alegando sordera total. De ser cierta esta información y como antiguo soldado que pudo también librarse de la mili (y por razones reales) pero no lo hizo, Palinuro recupera su desprecio por quienes recurren a falsedades para librarse de un deber que descargan sobre los demás.

El alud de informaciones sobre el Duque de Palma, aterrorizado como tiene a su regio suegro, dibuja un presunto profesional de la estafa. Por si fuera poco también Libertad digital revela que Urdangarín se valió de de una ONG para niños con cáncer para evadir capitales a Belice. Ciertamente, si alguien es capaz de estafar a la colectividad, también lo hará con sus sectores más indefensos. Es un estilo profesional. Lo mismo hizo Roldán quien, entre otros desmanes, expolió una organización de huérfanos de la Guardia Civil.

La Gürtel es proteica. Camps parece haberse entendido con Iñaki Urdangarín en detrimento de los intereses generales que debiera proteger y el Duque, ya armado caballero de la orden de la Gürtel, según dice hoy El País, se llevó un buen pellizco por ayudar a Ruiz Gallardón a que fracasara la candidatura olímpica en Madrid. La Gürtel cada vez semeja más una de esas macabras danzas medievales en las que una hilera de ciegos cogidos de la mano camina hacia el abismo dirigida por otro ciego. Sólo que aquí el ciego es un mudo.

¡Qué gran error fue adelantar las elecciones!

La guerra total de la patronal.

Juan Rosell, presidente de la patronal española, husmeando que van a gobernar los suyos, pide que se despida a los funcionarios como se hace con los trabajadores en las empresas, sobre todo ahora que los despidos van baratos. Gran idea que Palinuro comentará mañana. De momento brinda otra que hace pareja con ella: despedir a los funcionarios que hagan mal su trabajo... y expropiar a los empresarios que hagan mal el suyo. Expropiarlos cuando hagan huelga de inversiones y cuando exploten a los trabajadores. Expropiarlos y meterlos en la cárcel cuando evadan capitales. Expropiarlos y meterlos en la cárcel cuando estafen a Hacienda. Sería equitativo. Mañana seguiremos.

(La imagen es una foto de Izquierda Unida, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 14 de desembre del 2011

Los trajes emponzoñados.

Gran parte del país está siguiendo la comparecencia de Camps y Costa en el proceso por el presunto delito de cohecho impropio. El comienzo de la Gürtel. Y es un espectáculo lamentable. Resulta comprensible que, al verse en esta situación, un hombre que lo ha sido todo en Valencia y mucho en España, ante cuyo despacho hacían cola poderosos empresarios y hasta los por entonces miembros de la familia real, el gran conseguidor para su tierra, el líder carismático que ganaba (y gana) elecciones por mayorías abrumadoras, piense que está siendo objeto de una conspiración satánica.

Pero lo cierto es que Camps está en donde está porque así lo ha querido él. Pudo no haberse relacionado con los amiguitos del alma; pudo haber reconocido que lo de los trajes fue un patinazo; pudo haberse declarado culpable y se habría ahorrado este juicio un poco esperpéntico en el que todas las pruebas lo incriminan y ninguna lo exonera. Pero le pudo su soberbia. En el clima de impunidad que había generado con su forma de gobernar creyó que todo le estaba permitido y que podría evitar o torcer la acción de la justicia y se encerró en una actitud mezcla de ataque, desprecio y disparate, que es la que ostenta ahora en sede judicial y todo ello adobado con mentiras a las que, como le recordó el juez, tiene perfecto derecho.

Desde el principio sostuvo que las acusaciones eran un montaje y es lo que sigue diciendo tan sin pruebas hoy como ayer. Decía y dice que está deseando aclararlo todo, pero se calla que hizo lo imposible para no hacerlo. Pasó dos años negándose a contestar las preguntas de los periodistas y sigue sin contestar las de la acusación popular.

Y ¿por qué no contesta? Porque, dice, no quiere "politizar" el juicio y esa acusación tiene una motivación política. Pero su defensa es puramente política, no jurídica, y hasta sus insidias contra el juez que preside llevan tinte político. Y no se hable del trato a las fiscales, a las que sólo falta que acuse de obedecer órdenes de Ferraz.

Los disparates son de igual jaez. Palinuro ha sostenido siempre que este hombre no razona como el común de los mortales, que la presión psicológica a la que seguramente está sometido por este ridículo asunto de los trajes le hace desbarrar y no medir el alcance de sus palabras. Dice que sus conciudadanos quieren que vaya bien vestido. Esta presunción puede ser cierta o no. Más parece que sus conciudadanos querrán que gobierne bien; no que vista bien. Pero, además, no se da cuenta de que, al formularla, justifica el juicio que rechaza con tanta indignación. Porque de lo que se trata es de averiguar hasta dónde estaba dispuesto a llegar para cumplir ese supuesto deseo de sus conciudadanos. ¿Al delito?

Esos trajes tienen tanta ponzoña para Camps como la túnica que tejió Deyanira para Hércules, impreganada con la sangre del centauro Neso.

La imagen es una captura del vídeo de Público.

El arte y la burocracia

Ya, ya sé que todo el mundo se ha hecho lenguas de la exposición del Hermitage en el Prado que estará hasta el veinticinco de marzo. En efecto, es una recopilación de piezas magníficas de ese magnífico museo ruso. Hay pintura, escultura, trajes, una variedad de objetos, joyas con deslumbrantes piedras preciosas y bastantes adornos de oro (algunos trabajos de las tribus escitas) que atraen mucho al público porque el oro siempre atrae. También abundan las explicaciones sobre el Hermitage como museo y la propia ciudad de San Petersburgo. Lo único que no queda claro es el motivo de la exposición porque no guarda unidad temática alguna. Los cuadros, que son el grueso de la exhibición, pertenecen a todas las épocas, países y estilos. Al no haber unidad temática se ve que el verdadero tema es el propio Hermitage. De lo que se trata es de traer a España una especie de muestra del contenido inmenso de aquel museo.

Al ser una muestra se pensaría que han venido las piezas más destacadas. Pero no es así. Se exponen obras maestras, sin duda, como esa Mujer con sombrero negro (1908) de Kees van Dongen que sirve de reclamo y algunas otras. Pero también hay bastante pintura mediocre cuya justificación, al parecer, es que detalla aspectos del Hermitage o de San Petersburgo. En algún sitio he leído que el Prado y el Hermitage tienen un acuerdo que los obliga a montar exposiciones periódicas y así resulta que ésta es la contrapartida a otra que hubo hace unos meses en San Pertersburgo llamada El Prado en el Hermitage en la que los rusos pudieron admirar unos sesenta cuadros del Prado, que tiene miles.

Es decir, son exposiciones montadas con criterios burocráticos, en cumplimiento de compromisos y están orientadas a ensalzar la grandeza de los museos y su historia más o menos azarosa. Enterarse de cómo se creó y fue creciendo el Hermitage es interesante y también lo es recordar esa ciudad tan sorprendente, el fruto más oriental del despotismo ilustrado, una traslación del espíritu occidental al borde del Neva, en medio de sus noches blancas. Tanto el uno como la otra tienen mucho que contar pero, al final, su historia es la de la violencia, la rapiña, la explotación y la tiranía. Sin duda es saludable no olvidar que las mejores colecciones de arte se erigen sobre mares de sufrimiento. Pero, como exposición artística, con perdón, es bastante insatisfactoria.

De entrada ¿qué criterio se ha seguido para seleccionar las obras? ¿Por qué está Tiziano pero no Giorgione, por qué Caravaggio y no Leonardo? Obviamente, criterios de conveniencia, burocráticos. El Hermitage es una de las mejores pinacotecas del mundo. Podrían aprovecharse estos compromisos para hacer exposiciones temáticas. Por ejemplo, dada la enorme abundancia de impresionismo que alberga, una que lo trajera todo juntamente con sus influencias en los artistas rusos. Pero esa es otra historia.

Así que, puesto a sacar partido a lo que se le muestra, el espectador, con todo, tiene mucho en donde elegir porque hay obras deslumbrantes y, al no tener contexto, se pueden apreciar mejor en sí mismas. Por ejemplo, un curioso San Sebastián de Ribera de un manierismo exquisito y casi pecaminoso en un pintor español. O el momento culminante en la historia de Esther y Mardoqueo, pintado por Rembrandt, un prodigio de estudio de la culpabilidad en el rostro de un hombre. Los atributos de las artes y sus recompensas, de Chardin es una delicia, como el trampantojo en un cuadro de un almuerzo de Velázquez. Caben también sorpresas: nunca había reparado en que el autorretrato de Soutine que se muestra recuerda mucho a Bacon.

Y algún curioso encuentro: el estupendo retrato del embajador Piotr Ivanovich Potemkim, de Godfrey Kneller. Este Potemkim se hacía retratar por donde pasaba porque el Prado tiene otra imagen del personaje por aquellas fechas, pintado por Carreño de Miranda. El hombre es el mismo, su posado prácticamente idéntico, los lujosos atavíos siendo distintos, son muy similares: la pompa y circunstancia de un plenipotenciario ruso en una corte occidental que debía de verlo con auténtico asombro. Los dos cuadros permiten apreciar diferencias entre los pintores bien marcadas. Los dos subrayan el exotismo del embajador, su aspecto asiático, pero el inglés lo anima, lo hace más cercano, valiéndose de la luz, mientras que el español, en tonos más apagados fía la impresión al imperio de la actitud. Es bueno saber qué rostro tenía aquel ministro de Catalina II, la autócrata discípula de Voltaire, el que le ponía aldeas de cartón piedra al borde de la carretera en sus viajes a Crimea para qué viera qué felices eran sus súbditos. Con tanto éxito que aun hoy, en algunas partes del mundo (por ejemplo, en Inglaterra), cuando alguién quiere montar un incidente falso en un proceso judicial, fabricar unas pruebas, inventarse unos hechos, se dice que está haciendo un Potemkim.

Porque no se le ha ocurrido, pero Camps mejoraría su defensa si, en lugar de afirmar que está siendo objeto de un montaje tremendo, que es una vulgaridad, asombrara a sus jueces diciendo que todo es un tremendo Potemkim.

dimarts, 13 de desembre del 2011

La real Casa Real.

Con todos los respetos de un republicano a un rey, Palinuro opina que la Casa Real está perdiendo el oremus. Son nervios, desde luego; pero los nervios indican mala conciencia o falta de savoir faire, muy frecuente en los Borbones. Sólo a los nervios cabe atribuir la sarta de dislates de las últimas fechas. El intento de repudiar a las infantas, la palinodia de Urdangarín que lamenta profundamente el daño que ha hecho a la Casa Real y, por último, la asombrosa pretensión de borrar al yerno de las fotos, porque su comportamiento no ha sido ejemplar. ¡Menudo bofetón se ha dado el rey en su regia mejilla!

Si fueran otros los personajes y otra la situación, eso de desvanecer a Urdangarín recordaría lo que hacía Stalin con las fotos de la vieja guardia bolchevique: Trotski estaba y Trotski ya no estaba. Pero, siendo la realidad lo que es, el empeño recuerda más esas creencias mágicas de los pueblos primitivos y no tan primitivos de que lo que los ojos no ven, el corazón no lo siente. Como los niños (aunque no todos) a quienes basta con quitarles de la vista lo que los enoja para que se calmen.

Ya puesta, la Corona ha tomado carrerilla y ahora promete un streap-tease contable, un full monty financiero que bien podrían ser las cuentas del Gran Capitán. Pero eso no arregla nada porque de lo que se trata es de aclarar el comportamiento de la Corona mientras Urdangarín cometía sus presuntas fechorías. ¿Qué sabía el Rey cuando, contra todo uso y costumbre, los duques de Palma se expatriaron en los Estados Unidos? Porque, según lo que supiera, así habrá de actuar el Estado de derecho, del que el rey es el primer servidor.

Los monárquicos están a la defensiva. Temen por la institución; sobre todo los de izquierdas que suponen que quizá sus bases les recuerden su añeja fe republicana. La derecha no tiene ese problema: pase lo que pase, la monarquía no se toca. Hay que recordar a ambos la teoría de la accidentalidad de las formas de gobierno, de Melquíades Álvarez, el mentor de Azaña. Monarquía, república; república, monarquía; lo importante es que cace ratones, no que los engorde.

Siguen los monárquicos a la defensiva diciendo que son cosas privadas de Urdangarín; está por ver. Según lo que éste haya hecho, si ha hecho algo, que parece que sí por lo nervioso que está el maestro de ceremonias. Dicen también que se trata de una mera cuestión de prestigio. Claro, como que aquí el prestigio lo es todo. Debe tenerlo intacto el rey, no por rey, sino por ser el jefe del Estado.

Y además del prestigio está la cosa en sí, los presuntos delitos. Si el rey sabía, tenía la obligación de denunciar y, si no sabía, debería haber sabido si Urdangarín se valía de la Casa Real para sus presuntas fechorías. ¡Y qué fechorías! El relato que va conociéndose revela un profesional de la estafa. Eso de la etapa del tour de Francia en Mallorca suena a toco-mocho de los buenos. Ya puesto podía haber intentado vender a alguna de estas lumbreras en cargos públicos la idea de traer Cabo Cañaveral a la Malvarrosa.

Y todo eso lo lleva a relacionarse con los inimitables Matas y Camps, lo que estira la sombra de la Gürtel a la casa real. Porque Camps está ahora respondiendo en sede judicial de un supuesto delito de cohecho impropio pero, por todo lo que va sabiéndose, es figura principal -aunque no esté imputado- en varias tramas de verdaderos desfalcos públicos de millones de euros: supuesta financiación ilegal del PP y presunto contubernio de apandadores en la de la visita de Benedicto XVI a Valencia en 2006. Ese mismo Camps, a quien evidentemente sobraban los millones de la Generalitat, estaba en relaciones digamos de negocios con el duque de Palma.

Tiene difícil solución, por más que los cortesanos sostengan que no hay ni problema que solucionar. La monarquía española va a necesitar de todos sus apoyos mediáticos, empresariales, eclesiásticos, políticos, etc, para salir de ésta. Y no es seguro que lo consiga. La democracia es cosa de prestigio, ciertamente, y de crédito.

Si Palinuro fuera rey y fuera este rey, muy preocupado con el futuro de la monarquía, encargaría a algún fino cortesano un lindo discurso de abdicación, reuniría las Cortes Generales y anunciaría que, llegado a una edad a la que ni el gobierno conservador se atreverá a retrasar la de jubilación, pillo mi merecido retiro y dejo en mi lugar aquesta moderna pareja, ya curtida en inaugurar congresos y dar premios. Es un buen momento. El discurso puede incluso irse a lo flamígero y hablar del cierre de la etapa histórica de la transición. Al fin y al cabo, el último símbolo de la transición, lo único que todavía une este régimen con el anterior, es el rey. Este rey.

dilluns, 12 de desembre del 2011

¡Escuchad las críticas!

En los últimos días se han publicado algunos artículos críticos con el PSOE y con el modo en que está reaccionando al vendaval que, en dos elecciones sucesivas, se lo ha llevado por delante, despojándolo de casi todos sus centros de poder territorial. Están escritos por gente más o menos cercana a la izquierda y probables votantes del PSOE. No son injuriosos (aunque alguno pueda ser más subido de tono que otros), ni negativos, pero sí incisivos y nada autocomplacientes. Parten todos del principio de que el PSOE es imprescindible en la democracia española y que, por tanto, debe reconstruirse, refundarse, renovarse. Como es de suponer, no hay coincidencia respecto a en qué dirección o cómo deba renoverse o refundarse.

Los artículos suelen ir firmados por personas valiosas, cuya opinión está normalmente bien argumentada y es por ello digna de tenerse en cuenta. Singularizo, sin demérito de los otros, uno de José María Ridao en EL País, titulado La crisis, compañeros. Probablemente uno de los más duros, en especial contra Rubalcaba, quien se ha sentido insultado y publicado una carta de lector en el diario quejándose por ello.. Ciertamente entiendo que no es justo no considerar ni por asomo la posibilidad de que la motivación de Rubalcaba no sea sólo la ambición (desmedida) sino la creencia en que es lo mejor para su partido.

Otro artículo, también en El País, es de Félix de Azúa y se titula Un descalabro. Aquí la que sale malparada es Carme Chacón, a la que el autor acusa de se una "profesional del humo" y de no tener una sola idea. Tampoco me parece enteramente justo. Chacón ha sido una ministra de defensa que ha administrado bien su departamento. Otra cosa es que todos estén de acuerdo respecto a la acción exterior de España en los conflictos. Pero nadie puede echarle en cara un Yak 42, como en la época de Trillo, o un desfile de ex-divisionario azul y brigadista internacional como en la de Bono. En cuanto a si tiene ideas, es pronto; hay que dejarla hablar.

Un tercer artículo, éste en El Plural, de Beatriz Gimeno, titulado nada menos que Refundación y ruptura. En él no hay crítica a las personas pero sí al aparato del partido y al conjunto de sus dirigentes que no están a la altura de las circunstancias puesto que obstaculizan la necesaria renovación. Es un mal no sólo español, sino de la socialdemocracia europea, dice Gimeno, con lo que, de no remediarse, acabaremos sometidos a una Europa neoliberal.

Son críticas sensatas, razonables, que coinciden en unos aspectos y en otros divergen pero todas, me parece, critican dos vicios: el que podríamos llamar de los intereses creados, consistente sobre todo en la inercia del aparato del partido que, en último término, tiende a la oligarquía; y el que podríamos llamar ideológico en el mejor sentido del término, como debate de ideas. Luego, la orientación que se quiere dar a las ideas es distinta; unos la ven en la izquierda socialdemócrata de siempre, mientras que otros la encuentran en una españolización del PSOE, etc. Lo de los intereses creados es muy difícil porque se basa en redes clientelares resistentes a todo cambio que ponga en peligro sus privilegios. Pero hay que deshacerlas si no se quiere que acaben con el partido a fuerza de parasitarlo.

Estas críticas y muchas otras deben hacerse escuchar en el PSOE. Ninguna organización que haga oídos sordos a la crítica puede sobrevivir. Hay que escucharlas y darles respuesta aceptando el debate. Al fin y el cabo, la cuestión es bastante intrincada y hasta los más críticos han de reconocer que no basta con señalar las necesidades sino que es preciso proveer a ellas. Y aquí vienen las dificultades porque en muy buena medida quienes más abogan por la renovación de todo van a buscar las novedades en el pasado. Así le sucede a Gimeno que, en su citado artículo afirma que "No habrá una recuperación socialdemócrata si no hay una auténtica renovación de las ideas, una recuperación de las viejas ideas socialistas que son más necesarias que nunca". Es decir, la renovación consiste en recuperar las viejas ideas. Probablemente aquí se esté pensando en que esas "viejas ideas" nunca se han puesto en práctica de verdad y es como si fueran nuevas. Quizá. Pero eso no es óbice para que no se vea que no es fácil renovar ideas o lo que sea. Porque, por mucho que se rescate de lo viejo, para renovar hay que traer algo nuevo y lo nuevo no es fácil de atrapar, no basta con empeñarse en buscarlo. Aunque, desde luego, será más dificil encontrarlo si no se busca.

dissabte, 10 de desembre del 2011

Los ciudadanos ejemplares.

Mañana se sentará en el banquillo, Francisco Camps, "el curita", en expresión de su amiguito del alma, Álvaro Pérez, también conocido como "el bigotes". Por cierto, ¡vaya portada la de El País! Es como una ilustración de la moral pública. Si no recuerdo mal, Camps aseguraba en una de sus primeras declaraciones no conocer a Pérez. Mentira, como se ve en la foto, salvo que consiga demostrar que se trata de un truco de photoshop y que él no estaba allí.

La Gürtel vuelve en todo su esplendor porque después del asunto de los trajes, Camps tendrá probablemente que responder de otros que han ido sabiéndose después, el último de los cuales las transacciones habidas con la empresa sin ánimo de lucro de Iñaki Urdangarín que tienen una pinta alucinante. Y, a pesar de eso, Camps, el presidente más votado jamás de la Comunidad Valenciana, por increíble que parezca, sigue disfrutando de una canonjía con cargo al erario público cuando la decencia manda que cause baja de inmediato.

La aparición del Duque de Palma como parte aparte de esta especie de corrupción levantina generalizada ha provocado una conmoción. La Corona se ha puesto nerviosa y nadie está muy seguro de lo que pueda pasar. Supongo que el nombre que Urdangarín puso a su consultoría, Noos, y con la que dio el salto al mundo de los grandes negocios, significa lo que significa, o sea, inteligencia en griego. Da la impresión de que toda la que él tiene la ha gastado en el nombre. Hacer negocios alegando ser allegado a la Casa Real y hacerlos, además, con unas administraciones públicas regidas por gente como Camps y Matas es, en verdad, ser muy inepto y no tener ni idea de cómo funciona un Estado de derecho. La cuestión gruesa es en qué medida tenía el Rey inteligencia de la inteligencia de Urdangarín. La Casa Real ha recordado que no es tal sino Familia Real y ésta sólo es la que consta en el correspondiente registro civil. Como el que no quiere la cosa, para dejar bien claro que los agnados, como Urdangarín, son de la familia, pero menos. Lo malo es que este asunto es irrelevante. De lo que se trata es de saber si el Rey tenía constancia de las supuestas andanzas de su yerno cuando éste y su esposa emprendieron vuelo a lueñes tierras. Conocimiento y qué conocimiento.

Al margen de la Casa Real (que no puede quedarse al margen por razones obvias y por más que traten de protegerla los monárquicos de derecha y de izquierda) da la impresión de que la Comunidad Valenciana lleva unos veinte años gobernada casi como el puerto de arrebatacapas, por una gente que no parece haber tenido otra finalidad que expoliar las arcas públicas ya sea en proyectos megalómanos ruinosos o en llenar los bolsillos de distintos tipos de tramas; es decir, una mezcla de paletos y despilfarradores (o, incluso, supuestos malversadores).

La paletez se ve en la mitomanía. El aeropuerto de Castellón en el que no aterrizarán aviones sino halcones, aves depredadoras, es una muestra de verdadera risa. No le van a la zaga los proyectos que ahora Fabra (el otro) quiere desmantelar, Terra Mítica, Gran Premio de Fórmula 1, Ciudad de la Luz de Alicante, las inexistentes Torres de Calatrava. Todos disparates de gente que se cree el ombligo del mundo y, en algunos casos, sin embargo, la han estafado. Seamos sinceros: ¿a qué suena esa historia de que Urdangarín obtuvo un bocado del Consell de Baleares bajo la promesa de llevar allí una etapa del Tour de Francia? ¿A que suena a aquel que quería vender a otro el Palacio de Oriente?

Y todas iniciativas ruinosas, con pérdidas de cientos de millones de euros, siempre del erario público. Cientos de millones de pérdidas en territorios en los que están recortándose la sanidad y la educación. En realidad es una forma de gobierno bastante típica de la derecha: se reducen los ingresos de impuestos, se aumenta el gasto público en despilfarros, se arruinan las arcas públicas y, como no hay dinero, se recorta el Estado del bienestar.

Lo anterior por lo que hace al paletismo, que es sorprendente, pero queda algo por decir sobre el lucro ilícito de los participantes. Además del monumentalismo kitsch y ruinoso, los expoliadores se beneficiaban directamente de los dineros públicos que la Generalitat valenciana parecía derrochar con largueza sin cuento. Si no ando equivocado, en las cuentas de unos siete millones de euros de coste de la visita del Papa Bendicto a Valencia en 2006, faltan unos dos millones y pico que se han evaporado por el camino de la foto que el Curita deseaba hacerse con su superior supremo.

Pues bien, todo este mundo de presidentes autonómicos, diputados, consejeros, cargos, empresarios, gestores de aguas fecales, beneficiarios de contratas de reciclaje de basura, empresas de organización de eventos, subcontratistas y apandadores en general, está sembrado de políticos ejemplares, como Fabra, ciudadanos no menos ejemplares delante o detrás o al lado de los cuales promete estar Rajoy, como Camps. Gente intachable, modélica, gente bien de toda la vida, gente como Dios manda, gente de derecha que gana elecciones por mayoría abrumadora.

La sombra de De Gaulle y el euro.

El general De Gaulle fue siempre enemigo del ingreso del Reino Unido en la Unión Europea, por aquel entonces llamada Comunidad Económica Europea (CEE). Entendía el francés que Inglaterra sería un factor disgregador de la unión dada su relación especial con los Estados Unidos que nunca se han entusiasmado con la unidad de sus aliados por su cuenta. Y tenía razón. Gran Bretaña trató en su día de socavar la CEE poniendo en marcha una especie de zona de libre cambio con los países europeos que no habían firmado el tratado de Roma, Irlanda, Noruega, Dinamarca, Suecia, Suiza, etc., la EFTA o AELC (Asociación Europea de Libre Cambio); una organización condenada al fracaso, cosa que vieron rápidamente los británicos por lo cual, tomando en consideración sus intereses antes que la elegancia, abandonaron su criatura a la intemperie y pidieron el ingreso en la CEE en 1961.

Hubieron de esperar diez años y sólo lo consiguieron al siguiente a la muerte del general francés, en 1971. Desde entonces Gran Bretaña ha sido un constante lastre para el avance de la unidad de Europa. Ha estado sistemáticamente en contra de todos los intentos de fortalecer la unión política del continente y ha favorecido la ampliación indiscriminada de la unión en la esperanza de delibilitarla. Asimismo se ha desmarcado de casi todas las decisiones colectivas que iban en ese camino: en 1984 hubo que renegociar los términos de su entrada, en 1985 quedó fuera del acuerdo de Schengen (aunque participa de algunos de sus aspectos), en 1989 rechazó sumarse a la Carta Social Europea y en 1999 no aceptó formar parte de la zona euro. Ahora se queda fuera del nuevo tratado que establece una mayor unidad fiscal de Europa y avanza en el camino de la unidad, y es el único país que queda fuera. Mucha razón tenía De Gaulle. Sólo que, en este momento, Gran Bretaña corre el peligro de encontrarse demasiado fuera de la Unión, casi en la situación de dos entidades independientes, Gran Bretaña de un lado y el resto de los países apiñados en una mayor unidad política.

Porque ese es el resultado de la Conferencia de Bruselas, un notable avance en la unión continental que se ha conseguido por la muy eficaz vía de la chapuza. Lo que los sucesivos proyectos de Constitución de la UE no han logrado lo ha conseguido el llamado pacto del euro, un acuerdo de carácter económico y fiscal que trata de paliar la crisis y fortalecer la UE para hacer frente a aquella. Una chapuza in extremis, acordada cuando los mandatarios ya auguraban la catástrofe si no se alcanzaba, que es lo que llevan cuarenta años augurando cada vez que hay que adoptar alguna decisión salvífica, normalmente al margen de los procedimientos ordinarios; esto es una feliz chapuza que dará un magnífico juego, como en otras ocasiones.

El asunto es fácil de entender, aunque no enteramente agradable de aceptar; sobre todo si se opera con categorías de soberanía nacional que, siendo obsoletas, siguen muy presentes en el ánimo de quienes dicen haberlas superado. Es una típica disonancia cognitiva de muchos políticos europeos, especialmente los conservadores, que son hostiles a toda merma de sus soberanías nacionales y las usan como banderas electorales, al tiempo que apoyan el fortalecimiento de la unidad supranacional europea. Una disonancia cognitiva de campanario. Como la inglesa.

La crisis actual, agravada por la existencia de un euro al que falta el apoyo de una unidad de decisión política ha puesto de relieve las insuficiencias actuales y obligado a remediarlas un poco a la brava. En efecto, la pretensión de los países más afectados por la deuda (Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia) y de quienes razonan como ellos es que la Unión en su conjunto salga garante y avalista de sus deudas (eso es lo que pretenden quienes postulan los eurobonos) pero sin tener los instrumentos necesarios para controlar ahora y en el futuro el modo en que los países contraen y gestionan sus obligacioness. Ninguna organización del tipo que sea sobrevivirá si da a sus miembros libertad para endeudarse pero sale luego garante de unas deudas que no puede controlar.

Así que, para poner remedio a esta situación en el futuro los países europeos han dado el paso decisivo de aceptar la coordinación de sus políticas fiscales, la supervisión de sus presupuestos por los órganos comunitarios y otras medidas que significan simplemente cesiones de soberanía. Eso que los europeos predicamos continuamente pero no aceptamos sino a regañadientes, como se ve en ese fracasado intento de Rajoy de conseguir para España un poder de veto de las decisiones comunitarias. Es lo de siempre: más unidad, pero mi país por encima. Sin embargo, el pacto es vital para la consolidación de la Unión Europea como una unidad política con una moneda única fuerte que no actúe como una vía de agua en el navío común.

Hay una crítica frecuente al pacto que debe considerarse y es la de que esa unidad política hacia la que se avanza se presenta bajo la hegemonía alemana y, en parte francesa, lo que atenta contra la pretensión de una igualdad de los miembros de la Unión. Ciertamente. No hay una Europa de dos velocidades pero unos países son más importantes que otros. La susodicha igualdad es una quimera, más propia de un organismo internacional (como la Asamblea General de la ONU) que de un único Estado en términos reales. Prácticamente ningún Estado del planeta es igualitario en su composición interna. En todos hay partes más importantes y decisivas que otras; regiones, provincias, estados, comunidades de mayor productividad y renta que otros; entes territoriales a los que afluye la inmigración interna y otros de los que parte la emigración. En todos los Estados hay desigualdades territoriales que se aceptan mejor o peor pero son inevitables y eso mismo pasa con la Unión Europea como unidad política. Resulta absurdo decir que Alemania es la locomotora europea y, al mismo tiempo, sostener que sus derechos y obligaciones son los de los vagones de los que tiene que tirar.

Alemania tiene la responsabilidad de consolidar la Unión Europea con la ayuda de Francia y de otros países sólidos. Su voto no puede valer lo mismo que el de Grecia. Y no lo vale. Otra cosa es que se tenga la elegancia de mantener la ficción jurídica de que todos somos iguales y no se haga patente en ningún instrumento político. Pero esa desigualdad es un hecho y, mediando la conciencia común europea, no tiene que ser necesariamente un desdoro.

Talento natural.

Quiso el destino que ayer anduviera por Colmenar Viejo. Cuando me retiraba, de noche, una niebla densa había caído sobre la zona centro. Desde la 607 se divisaba la línea del pueblo madrileño con el típico campanario iluminado de su iglesia envuelto en una difusa nube de luz oscura. Ya en casa vi en el muro de FB de Alicia Cora una invitación a visitar el blog de su hija, Itziar A. Cora, artista. Así lo hice y, aprovechando que Itziar cuelga su obra en creative commons, me hice con ese magnífico paisaje en técnica mixta que muestra, a la manera casi tenebrista de un Gutiérrez Solana o un Zuloaga, la misma línea del cielo que había contemplado un par de horas antes envuelto en la niebla. El cuadro es impresionante y el recuerdo de los dos pintores citados se aviva viendo otros de la autora, como unas murallas de Ávila que tienen no menor fuerza y gravedad que las obras de aquellos.

Pero la recomendable visita al blog de Itziar depara otras sorpresas. Su trazo suele ser fuerte y espeso, pero tiene abundancia de estilos tanto en lo figurativo como en lo abstracto, aparte de diversas técnicas. Hay un espíritu general levemente expresionista sobre el que se imponen frecuentes figuras humanas, desnudos, retratos, que aparecen imprecisos, casi abocetados, como si la autora no quisiera singularizarlos del fondo. La foto de la paloma iniciando el vuelo demuestra que, cuando un pintor hace fotos, le salen cuadros.

Itziar piensa como pinta, con trazo fuerte y seguro. Llama el blog Talento natural y dice que es su definición. Ciertamente. Se entiende como una forma de modestia. Unos pintan como otros ríen o caminan. Pero es que el talento es siempre natural, se tiene o no se tiene, lo da la naturaleza, no se puede fingir. La prueba está en su blog.

(La imagen es una foto de Itziar A. Cora, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 9 de desembre del 2011

Los debates del PSOE.

El PSOE está en proceso precongresual y en pleno debate. Reflexiona sobre las causas de su derrota y sobre su futuro inmediato y a medio pazo. Es un ejercicio democrático que en gran medida está haciéndose en el ámbito público y en el que participa mucha gente gracias a los medios de comunicación. En estos se encuentra abundancia de noticias sobre el animado bullir interno del histórico partido de Pablo Iglesias y frecuentes artículos de opinion de militantes y no militantes que sin duda enriquecen la polémica. Es el momento de hablar, de ventilar agravios, de criticar y proponer. Y es lo que están haciendo todos. Quienes saben escribir publican artículos; quienes prefieren lo oral conceden entrevistas o se citan a cenar. Todo el mundo se mueve y eso está bien.

Además de los medios tradicionales (¡quién iba a decir que llamaríamos tradicional a la televisión a los sesenta años de su nacimiento!) está internet. Las fabulosas redes sociales, especie de corralas globales, albergan todo tipo de iniciativas. Los militantes socialistas descubren que están más cerca de los simpatizantes con los que se relacionan en la red que con los otros militantes de su agrupación. ¿Cuáles son los límites de los partidos en el ciberespacio?

Lo abigarrado del debate, sin embargo, no debe hacerlo cacofónico, disonante o incomprensible. Porque, en realidad, el PSOE tiene tres debates que le interesa distinguir por amor a la claridad: a) el de personas; b) el de formas; c) el de contenidos. A Palinuro el importante le parece el tercero pero los otros dos tienen su miga.

Las personas. Todos dicen que no es el momento de hablar de nombres; pero los nombres se cuelan. Hay una especie de acuerdo en retrasar las postulaciones hasta después del debate de investidura para no ponerle las cosas demasiado fáciles a Rajoy. Luego, se hablará de personas. Es inevitable. El congreso se reúne, entre otras cosas, para elegir un secretario general, un líder, en definitiva. Es lógico que se hable de cualidades personales, que se sopesen cualidades físicas, edad, sexo, "tirón", simpatía, seriedad, lo que recomienda cualquier asesor de imagen. Y, salvo que se postule algún otro en el intermedio, se cuenta con las probables candidaturas de Carme Chacón y Rubalcaba. Son dos imágenes muy distintas, aunque ambos se parecen por cuanto son del aparato y han compartido gobierno. Sería de ver si se presenta algún afuereño.

Las formas. No existe un criterio obligado de elección del secretario general. La tendencia va mayoritariamente a que la hagan los delegados en el congreso. Pero hay peticiones, nada fáciles de ignorar por lo nutrido, de que se vaya a elecciones primarias. En concreto, una plataforma de militantes que se llama Bases en red y que, según la prensa, cuenta con 25.000 seguidores y que está promoviendo un debate abierto desde la base, de forma espontánea que recuerda mucho las del movimiento 15-M. Es, en realidad, una asamblea virtual. Pero da la impresión de que mucho más operativa pues parecen saber a dónde van. Han convocado una reunión el 29 de diciembre en Jun, Granada, para "exigir primarias abiertas". Nadie parece haber caído en la cuenta de que Jun es un lugar especial, su alcalde socialista José Antonio Rodríguez Salas es el político más seguido en twitter en Andalucía y el quinto en España. ¿Y ello por qué? Porque su gobierno municipal está volcado en la red, porque el hombre tiene un blog que atiende personalmente, porque su gobierno es transparente y responde a los ciudadanos, porque hace ciberpolítica 2.0 ¡Estas malditas redes...! Mírese por dónde Salas podría ser un buen candidato en el caso de las primarias. En todo caso no está de más señalar que unas primarias no son más ni menos democráticas que una elección congresual por lo mismo por lo que una votación parlamentaria no es más ni menos democrática que un referéndum. Ambas fórmulas tienen ventajas y defectos. En todo caso, será el congreso el que decida porque sólo él, supongo, puede pronunciarse por las primarias.

Los contenidos. Conviene separar los debates porque, siendo los de personas y formas generalmente tan temperamentales, oscurecen las cuestiones importantes, que son las de contenido. El PSOE no ha perdido las elecciones porque su candidato fuera mejor o peor o porque sus formas sean más o menos oligárquicas, sino porque la crisis lo ha dejado sin programa y sin discurso. No hay nada más simbólico que el hecho de que Zapatero esté hoy defendiendo en Bruselas la política del PP. Ciertamente es lo que le corresponde como presidente en funciones; pero es simbólico. Y lo es porque, en apariencia, la política es la misma. Lo viene siendo desde que comenzó la crisis.

Es muy posible que no haya otro remedio, que Zapatero y el gobierno no pudieran hacer otra cosa que lo que hicieron en mayo de 2010. Es casi seguro. Bsta con pensar en qué posibilidades de aplicación real tenían (y tienen) los programas de la izquierda que proponen aumentar el gasto público. No es seguro siquiera que Zapatero contara con la mayoría parlamentaria necesaria. Tendría que llevar la confrontación a la calle y no parece que el PSOE albergue designios de este cariz.

Una vez hecho lo hecho, el PSOE necesita ahora diferenciarse de la derecha en el contexto de una Europa más estricta, con mayores funciones de vigilancia y fiscalización, menos libertad de acción de los gobiernos y dominio apabullante de las políticas neoliberales. No tengo duda de que la urgencia ahora es la redefinición de la socialdemocracia en las nuevas condiciones: cómo defender el Estado del bienestar, cómo recuperar el terreno perdido en materia de derechos laborales (luego de haber contribuido a su depreciación), como avanzar en la ampliación de los derechos, la igualdad, etc. Pero sobre todo, lo que entiendo más importante es la formulación de un cambio en el modelo productivo, tantas veces enunciado y nunca propuesto, un programa de reforma del capitalismo a escala europea (que ya debería tener proparado el Partido Socialista Europeo) y a escala española. Esto último es lo que me parece más difícil.

(La imagen es una foto de jl.cernadas, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 8 de desembre del 2011

El exilio y el reino.

El Rey ha decidido, al parecer, que las infantas Elena y Cristina y el marido de ésta, Iñaki Urdangarín, no pertenezcan a la Casa Real o, mejor dicho, no sean la Casa Real. A primera vista, una medida muy dura, extrema, prácticamente un repudio en toda regla. Mal, realmente mal, deben de estar las cosas para Urdangarín procesalmente hablando para que se decida algo así. La Reina ha ido de emisaria de los días nefastos a explicar a la pareja en Washington la situación, momento que ha captado la revista ¡Hola! que añade una pizca de marujeo al asunto, siempre de prometedoras ventas. Al fin y al cabo se comprueba que los reyes y sus allegados son como todo el mundo, que la familia real es como todas las familias en las que siempre hay gente honrada y algún pillastre que otro. Eso parece hacer populares a los Reyes que son humanos al fin y al cabo.

Está claro: el Rey ve a su yerno en el banquillo y se le abren las carnes pensando en el porvenir de la Monarquía, una institución prendida con alfileres en la camisa que tú bordaste en rojo ayer. Sin embargo es posible que la medida, con todo lo tajante que es en apariencia, llegue tarde. Viene a ser como si la Corona quisiera decir que Urdangarín ha abusado de la buena fe de su suegro y que, tan pronto éste se ha enterado, ha tomado una decisión drástica, a la altura de su condición. Lo malo es que hay por medio una fulminante marcha al extranjero de la pareja hace tres años que ahora es obligado interpretar a la luz de los hechos posteriormente revelados. Y el Rey tendrá que explicar qué motivo aceptó por bueno que justificara aquella repentina expatriación que semejaba una huida y si eso no es colaboración o encubrimiento del delito. Y aquí entramos en un terreno metafísico, el de la responsabilidad del Rey al que, a lo mejor, vistas las cosas, se le ocurre abdicar en su hijo.

Porque Urdangarín puede haber hecho algo más que abusar del buenazo de su suegro. Ha montado presuntamente una verdadera empresa de estafas millonarias con la supuesta ayuda de dos ex presidentes autonómicos hoy imputados en otros procedimientos, Camps y Matas, dos personajes, desde luego, de cine de Costa-Gavras. De ser cierto, eso es más que un abuso de la buena fe; es montar un racket, una banda de delincuentes. No es de extrañar, pues, que la medida haya sido tajante: fuera de casa, a la intemperie, a la noche y la niebla, presa de los jueces y del ¡Hola!

Pero la medida es muy rara por otros conceptos. En primer lugar ¿qué quiere decir que no formen parte de la Casa Real? Solamente que no se les encomendarán funciones representativas ni tendrán acceso a los fondos nutricios del presupuesto. Pero seguirán siendo miembros de la Casa Real desde el momento en que no existe una definición de qué sea la tal Casa. No hay una Ley de la Casa Real. Aparece mencionada en la Constitución, pero no definida. Por tanto, lo más sensato es entender que la Casa Real es la familia real, que es de la que habla la legislación vigente. Y esta es la que es y lo del repudio y privación de derechos es más complicado de lo que parece.

Cabe pensar que, a falta de una ley que le permita hacer lo que le dé la gana, el Rey ha decidido acudir a la jurisprudencia romana más arcaica, la anterior a la compilación de Justiniano, y reverdecer la Patria Potestas, que daba al padre poder absoluto sobre los hijos y absolutísimo sobre las hijas. De este modo las excluye de la familia como podría venderlas en un mercado de esclavas. Además, al apartarlas de la Casa Real, según dice, las priva de sus derechos sucesorios. Así, al recuperar la ley sálica se va más lejos que el derecho romano, se va al de los francos salios, por el que las mujeres no tenían derecho a heredar nada. Menos mal que la Monarquía es una institución moderna.

Hilando más fino hay otra cuestión pendiente. La expulsión alcanza también a la infanta Elena por la muy inconfesable razón de que, de no ser así, significaría un reconocimiento prematuro de la culpabilidad de los duques de Palma. Incluyendo a la susodicha infanta, lo cual es una injusticia porque ella no ha hecho nada y no parece haber estafado a nadie, la cosa se viste de racionalidad administrativa y orgánica, sobre todo en tiempos de ajustes. Para estar a tono con la época, la Casa Real recorta el cien por cien del salario de las dos infantas y, además, las despide, privándolas de sus derechos. Por ser mujeres. Y eso no es de recibo.

En cuanto a Urdangarín, la cosa es más fácil. Se le puede pedir el divorcio de la Infanta Cristina. Al fin y al cabo, y ya puestos a ser modernos, uno de los poderes del Pater Familias era divorciar a los hijos, quisieran estos o no. Hay ¡Hola! para rato. Es preferible la República.

dimecres, 7 de desembre del 2011

Achtung! Europa, chapuza.

La teoría de Palinuro de que la Unión Europea se hace mediante chapuzas se confirma. El acuerdo a que están llegando Merkel y Sarkozy es otra de éstas. Pero seguramente funcionará como lo han hecho las anteriores. Y es lógico. La unión europea es algo nuevo, carece de precedentes, no hay modelo y va construyéndose a medida que se resuelven los problemas que la ponen en peligro como buenamente se puede. Si procediéramos con modelos y protocolos fijos la tal unión ya se hubiera deshecho. Esta nueva chapuza nominalmente francoalemana pero en realidad germanofrancesa prosperará porque media Europa está con el agua al cuello y no tiene más remedio que aceptar las píldoras de caballo.

Los periódicos, que aman los términos fuertes, ya han caracterizado la situación cuando, como hace Público, utilizan el verbo acatar, cuyo significado, según el DRAE, deja bien clara la posición en Europa de esta gran nación que es España, al reiterado decir de Rajoy. El acuerdo en cuestión es una especie de Diktat a los países en dificultades y a todos los demás para que acepten un derecho de supervisión (y veto, ya veremos en qué términos) sobre sus presupuestos. Además quiere fijar castigos automáticos a los países que no respeten el techo del déficit. Eso ya estaba previsto pero no funcionó cuando fueron Alemania y Francia quienes rompieron el techo del tres por ciento de déficit y no les pasó nada. Los demás pensaron entonces que ancha es Castilla pero descubrieron sobre sus lomos que sólo para unos y no para todos.

La prevista reforma de los Tratados se hará previsiblemente por acuerdo entre los Estados y no se convocará referéndum alguno. La chapuza es completa pero, al mismo tiempo, muy racional, con la irritante racionalidad de la Realpolitik. La UE ya está actuando de hecho como una unidad política. Otra cosa es que lo haga mejor o peor o a gusto de unos pero no de otros. Y una unidad política no puede depender del resultado de un hipotétiuco referéndum en alguna de sus partes. Una consideración para quienes creen que el referéndum en una parte de un conjunto y que puede invalidar la acción de éste, es ya de por sí una prueba de democracia: si, por ejemplo, se convocaran sendos referéndums sobre la reforma de los Tratados en España y Alemania es posible que ambos fueran negativos pero por motivos diametralmente opuestos; para los alemanes la reforma sería demasiado; para los españoles, demasiado poco.

La conclusión a que llegan los dos mandatarios españoles, el que viene y el que se va, Rajoy y Zapatero es coincidente, lo cual tranquiliza. España hablará por fin con una sola voz en Bruselas; un voz para acatar, pero una sola. Antes, cuando gobernaba Zapatero, España hablaba con dos voces, la del gobierno adquiriendo compromisos y la de la oposición de Rajoy saboteando y diciendo que no los cumpliría. Ahora el mismo Rajoy sabe que tiene y tendrá el apoyo de la oposición en sus negociaciones con la UE. Eso quiere decir algo y la gente debe entender qué significa. Simplemente que la izquierda sabe hacer una oposición constructiva.

Produce un poco de inquina la injusticia de la situación. Pero todavía queda por pasar a través de las toneladas de basura que el gobierno del PP verterá en sus primeros meses sobre la acción del anterior, especialidad de la casa que la batería de medios de la derecha utilizará sin descanso para seguir castigando las posiciones de la izquierda. Es ley de vida. La derecha no es mayoría en el país, pero la respalda un sólido treinta por ciento del electorado. Franco tenía un respaldo mucho menor. Esta derecha, que es su heredera ideológica, llega hasta el treinta por ciento y con eso le basta para imponerse sin miramientos o "sin complejos", como suele decir. La izquierda tiene similar apoyo, incluso algo mayor, pero es más fácil de desmovilizar.

Así las cosas Rajoy no tiene empacho en presumir de que España y Alemania son las únicas que han cumplido el requisito de la reforma constitucional, siendo así que fue una iniciativa de Zapatero a la que él se sumó con todo género de reticencias. Es también estilo de la casa. Cuando Zapatero, entonces en la oposición, propuso el Pacto antiterrorista, Rajoy, entonces en el Gobierno, lo calificó de "conejo sacado de la chistera". Un par de años más tarde él era el principal defensor del conejo y Zapatero, en cambio, quería despellejarlo o algo así.

Lo mismo va a pasarle con todo lo que dijo en la campaña electoral que se convertirá ahora en la fiesta del lindo don Digo Diego. Lo más llamativo viene con los impuestos. No iba a subirlos pero sí, sí que va a hacerlo y mucho. Él no querría pero es Europa la que lo obligará a hacerlo, es Alemania, la misma Alemania que protestaba cuando Aznar pedía fondos de cohesión para España y, al mismo tiempo, bajaba los impuestos. Ese tipo de pillerías ya no podrá hacerse. En definitiva las chapuzas acaban siendo productivas.

dimarts, 6 de desembre del 2011

La renovación del PSOE.

Leo en Público que los históricos del PSOE se dan cita para reflexionar sobre el futuro de su partido. Ciertamente, después de los batacazos electorales de mayo y noviembre es llegado el momento de recapacitar, de reflexionar, de ver qué se haya hecho mal y tratar de enderezarlo. En la hora de la reflexión no sobra nadie y menos que nadie los dirigentes históricos que aportan mucha experiencia y están tan interesados como los demás en mejorar las fortunas de su partido. Pero tampoco cabe olvidar que la experiencia suele pagarse al precio de un mayor conservadurismo. Algunos de estos históricos ya eran conservadores antes de adquirir la experiencia por lo que es de suponer que ahora lo serán doblemente.

Sin duda las aportaciones de los históricos son necesarias, pero la reflexión sólo será útil si genera renovación y la renovación no puede ser conservadora. Tiene que ser avanzada, progresista y estos rasgos, casi por definición, son patrimonio de los jóvenes, las nuevas figuras sin ruptura con las anteriores que, me parece, fue el gran error de la renovación encabezada por Rodríguez Zapatero.

No habrá renovación sin un diagnóstico claro de las causas de los fracasos electorales. La primera y general ha sido la crisis que ha tumbado casi todos los gobiernos europeos del signo que fueran. La segunda y específica de España ha sido que el gobierno la abordara con políticas neoliberales, de la derecha. Que fueran o no inevitables no es ya asunto primordial. Ahora corresponde formular las políticas socialdemócratas, las propias del socialismo democrático, de la izquierda que es el terreno en el que el PSOE ha perdido claramente las elecciones. Para recuperar la izquierda hay que presentar un programa de izquierda.

La nueva fórmula debe articularse en cuatro ámbitos claramente diferenciados: el mundial, el europeo, el nacional y el autonómico. Claramente diferenciados porque, si bien el programa socialdemócrata debe estar presidido por una única línea general, que es la defensa y ampliación del Estado keynesiano del bienestar, la economía social de mercado adaptada a las nuevas condiciones medioambientales (en lo político y en lo ecológico) cada uno de ellos tiene particularidades propias para las que hay que proponer políticas específicas.

En el ámbito mundial hay que proponer reformas institucionales en favor de órganos internacionales de adopción de decisiones más incluyentes, democráticos y eficaces que el actual y anquilosado sistema de las Naciones Unidas. La perspectiva de un nuevo orden económico mundial bajo el criterio de la economía social de mercado viene favorecida por el hecho de que los países emergentes cuya competencia, en buena medida, prolonga la crisis, al mismo tiempo suponen enormes mercados emergentes que tirarán de las economías en dificultades si éstas saben cómo satisfacer la creciente demanda de aquellos. Y juntos, emergentes y consolidados, deben aplicar políticas de estímulo real a las zonas más atrasadas de América Latina y el África.

En el ámbito europeo la reconstrucción de la socialdemocracia es tarea perentoria. La derecha carece de afán europeísta genuino. Su interés es la prosperidad de sus respectivos países en el marco de una UE debilitada o, si tiene que reforzar ésta, cual es la necesidad actualmente, hacerlo en condiciones de desigualdad entre los países en que unos controlan a otros. La socialdemocrcia tiene que defender una idea de Europa con mayor integración, con economía social de mercado en la que reine la igualdad y la solidaridad. Si se lee la intervención del sábado del ex-canciller Helmut Schmidt en el congreso del SPD, se verá que ese es el ánimo de la socialdemocracia alemana, como siempre una referencia del socialismo europeo. Al serlo también del socialismo francés y otros países, parece absurdo no postular unas líneas comunes de acción.

En el ámbito nacional, la renovación del PSOE es relativamente sencilla si ha de hacerse en el terreno de la izquierda. Consiste en defender el Estado del bienestar, ahora atacado por la derecha; en ampliar y profundizar las políticas sociales de protección de derechos cívicos, igualdad, dependenci, memoria histórica; en presentar un compromiso y un plan claro de separación de la iglesia y el Estado; en fortalecer la democracia mediante reformas del sistema electoral, del poder judicial, del bicameralismo; en abrir el partido a la sociedad mediante el empleo prioritario de la política 2.0; en postular un referéndum para que los españoles pueden decidir por fin entre monarquía o república. Ya imagino que esta última propuesta no tendrá mucho apoyo, pero algún día habrá que hacerla.

El ámbito de las Comunidades Autónomas debe ser objeto de consideración especial por el conjunto del partido, cosa que nunca sucede porque rige el prejuicio de que los socialistas de cada una de ellas deben ser autónomos. Sólo hasta cierto punto. La crisis está en el origen de la derrota electoral del PSOE pero la verdad es que éste lleva perdiendo elecciones desde mucho antes an algunas Comunidades Autónomas, como Valencia y Madrid. No es razonable que el partido en su conjunto no considere las causas por las que los socialistas valencianos y madrileños hace veinte años que no consiguen ganar elecciones y no les ponga remedio, como si no fueran con él, como si lo que sucede en estas comunidades sólo fuera competencia de ellas. Esa es la fórmula para perpetuar el fracaso. La política del PSOE en cada comunidad autónoma debe ser específica de ella pero propia de todo el partido que es el único que puede poner fin a un marasmo producido por unas organizaciones autonómicas viciadas por las oligarquías y el clientelismo.