dimecres, 16 de març del 2011

El templo de Dios y los vasos del Diablo.

El 22 de abril de 1969, cuando Theodor Wiesengrund Adorno, filósofo, musicólogo, sociólogo, cabeza junto a Horkheimer de la Escuela de Frankfurt, se disponía a iniciar su clase magistral, tres jóvenes con las tetas al aire subieron al estrado e intentaron besarlo. Se organizó un escándalo. Adorno se retiró muy dolido y unos días más tarde se quejaría en Der Spiegel de que le hubieran hecho algo así a él, que siempre había estado en contra de toda represión sexual. Algún mes después, cuando los estudiantes ocuparon el Instituto de Investigación Social que él dirigía, Adorno llamó a la policía. Murió aquel verano del 69 probablemente amargado por la incomprensión cerril de unos estudiantes ultrarradicales que reclamaban acción y no querían que les siguieran dando teorías. Siendo así que él había respondido a la undécima tesis sobre Feuerbach diciendo que "hasta ahora los filósofos no han interpretado suficientemente el mundo".

La profanación de la capilla de Somosaguas tiene elementos del happening de Frankfurt, salvando los tiempos y los países. Han pasado 42 años y si en Alemania se reventaba una Vorlesung de Filosofía, en España se profana un templo. Cada cual a lo suyo. La reacción social ha sido casi unánime y cada cazador ha disparado a su pieza: el Rector, un probo izquierdista, ha condenado enérgicamente los hechos y abierto un expediente; el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha pedido la dimisión del Rector por lo del Pisuerga; los medios de la derecha se han puesto a jurar en arameo hablando de gamberrismo, atentado contra la libertad de conciencia, ultraje, blasfemia, provocación, allanamiento de morada (y morada celestial les faltó decir), persecución de los cristianos, nueva época de caza del clero y quema de iglesias etc. Los del centro izquierda guardan un incómodo silencio. La sociedad civil pide castigos ejemplares para esos jóvenes que a saber no ya si son estudiantes sino si son jóvenes.

En el fondo, esa furibunda reacción revela el miedo de la Iglesia y del cristianismo en general a las mujeres. Porque lo decisivo de Somosaguas no ha sido la profanación en sí sino los pechos desnudos de las chicas. Por ahí sí que el Orden no va a pasar. La religión lleva siglos oprimiendo a las mujeres, despreciándolas, atacándolas, negándoles el derecho más elemental del ser humano, el de ser personas autónomas. Es decir lleva siglos esclavizando a la mujer. La Biblia la ve como aliada del Mal; para San Antonio, es la encarnación del diablo; para Santo Tomás, un hombre incompleto, mancado; para el Papa de hoy, madre de familia y ama de casa, que viene a ser lo mismo.

Hace ya mucho tiempo que el pecho desnudo de las mujeres representa no solamente su liberación sino la del conjunto de la sociedad. El famoso cuadro de Delacroix, una barricada en París durante la Revolución liberal de 1830 que trajo al trono de Francia a Luis Felipe de Orleans, hijo de Luis Felipe llamado Igualdad, consagra la figura de la Marianne francesa, personificación de la libertad, la revolución, la República: una mujer con el pecho al aire, como las alemanas de 1969 y las españolas de 2011. La fuerza de esa rebelión radica en que ataca directamente el núcleo del Patriarcado, esto es, la represión sexual, oscuro territorio que, debidamente sublimado, da origen a la cultura misma según Freud. En la medida en que las mujeres se desinhiben y se yerguen, ponen de relieve la hipocresía y el fariseísmo de un orden social que condena como escándalo el fundamento mismo de su acción.

La batahola organizada (sin duda lo que querían los estudiantes) replantea el debate sobre la presencia de la religión en los lugares públicos en un Estado que debiera ser laico pero no lo es porque el Gobierno no se atreve. Plantea asimismo la legitimidad de la Iglesia a la hora de quejarse por ser perseguida, como en los tiempos del Imperio romano. Esa capilla de Somosaguas es uno de los residuos de aquellos casi cuarenta años de dictadura en los que la Iglesia era la dueña y señora de todos los espacios públicos y no dejaba expresarse a los demás, mientras que la enseñanza de la religión católica, apostólica y romana era obligatoria en todos los cursos de todas las facultades. Ahora gimotea (ya que no puede quemar vivo a nadie), pero ¿alguna vez ha pedido perdón por aquel asesinato masivo de almas?

dimarts, 15 de març del 2011

El cadáver llega al Escorial.

Palinuro en Radio clásica


El cadáver de la Gürtel no para de crecer y crecer. El muerto de la corrupción ocupa ya todo el escenario. Ahora llega a la boda del Escorial, como era de suponer y monopoliza el debate. Con lo que ya se sabe de Correa, el Bigotes y otros guajes de similar estampa, la pregunta inevitable es ¿qué pintaban esos en aquel bombástico acontecimiento absolutamente desmesurado?

La respuesta solo puede ser que estaban allí por amistad, por interés o por los dos a la vez. Cabe pensar que los cabecillas de esa alucinante red de corrupción vieron la posibilidad de calzarse una pastuqui aprovechando la megalomanía de Aznar. Una red de corrupción que parece haber enmarañado todas las actividades de gobierno y administración del PP allí donde ostenta el poder. Si los mismos que estaban en pelotazos urbanísticos en Boadilla se ponían las botas con la visita del Papa a Valencia, ¿por qué no iban a probar mano con un evento tan singular y faraónico como era una boda "de Estado" en El Escorial?

Llama la atención el silencio del novio en aquel rimbombante casamiento. El mismo que se apresuró a anunciar acciones legales contra todo aquel que insinuara siquiera que él tenía algo que ver en la Gürtel se encuentra con un fichero precisamente de la Gürtel en unas circunstancias de las que se sabrá pronto el alcance. Además los mendas de la trama organizaron prácticamente todos los actos públicos de la plana mayor del orfeón conservador, de Aznar, de Aguirre, Rajoy, Acebes, etc y par dessus le marché también tenía que ver con AENA, aprovechando que Álvarez Cascos estaba en el ministerio de Fomento. Un submundo poblado por políticos venales y corruptos, meros estafadores, empresarios con pocos escrúpulos. Esto no hay quien lo detenga.

No sé si, a falta de otras opciones más comedidas, el PP recurrirá a la explicación de que el Estado policía del PSOE y el malvado Rubalcaba (que sólo se ha puesto malo para disimular), temiendo los resultados electorales, siguen persiguiendo políticamente al PP. Como están las cosas, tras descubrirse un prometedor almacén Gürtel en Alcorcón, es de temer que las acusaciones de Estado policial al estilo de De Cospedal ya no sean suficientes. Tendrán que pasar a acordarse directamente de la Gestapo y la GPU, policías de Estados totalitarios que trataban de aplastar a la oposición.

Incluso al Gobierno porque en el caso valenciano la trama estaba relacionada con la Generalitat y el Tribunal Superior de Justicia del País Valenciano (TSJPV) rechaza otro recurso de Camps para suspender la causa. Porque este es un detalle muy típico del comportamiento de Camps. Cuando alguien inocente se encuentra en un proceso judicial, lo que quiere es que este se acelere para que reluzca su inocencia. Si ese alguien, al contrario, trata de retrasar y posponer las decisiones, de impedir que se vea la causa públicamente, lo normal es pensar que sabe que es culpable y trata de que no se haga justicia. Y eso es obvio. Ahora bien, ¿es aceptable que el presidente de un ente político como la Comunidad valenciana obstaculice la acción de la justicia con algo que frisa en la mala fe procesal? Los valencianos deben decidir, no si votan a un candidato penalmente imputado, sino si votan a uno que colabora con la justicia o trata de paralizarla.

Se dirá que es injusto hablar únicamente de la Gürtel cuando el otro gran partido, el PSOE, aparece también pringado en el fraude de los EREs ilegales en Andalucía; efectivamente, así es y habrá que dedicarle la debida atención. No obstante, de momento, igual que lo cortés no quita lo valiente, lo mangante no quita lo chorizo. Tengo la intución de que este asunto de los EREs puede hacer que el PSOE pierda las elecciones en Andalucía y no deja de ser curioso que la corrupción que en una comunidad autónoma quita votos hasta producir la derrota en otra como Valencia los dé, y al extremo de apuntar a una sólida mayoría absoluta. Parece increíble, pero es lo que dicen los sondeos.

Esta situación puede llegar al esperpento si, como señala José Manuel Romero en un artículo en El País titulado Retorcido Estado de derecho, el primero que se sienta en el banquillo a consecuencia de la Gürtel no es ninguno de los presuntos implicados sino un portavoz de la oposición por haber aireado un documento que está bajo secreto sumarial, aunque ya se hubiera filtrado con anterioridad. Eso es precisamente lo que también consideraba hace días Palinuro en una entrada titulada El Gürtel crucis de Francisco Camps. En fin, puede que en el PP crean que este posible proceso a Ángel Luna, el portavoz del PSPV, sea una victoria para ellos. Si lo creen andan muy errados. En primer lugar, es obvio que la imputación y la causa en sí es una desmesura y, en segundo y como consecuencia de lo anterior, el banquillo servirá al socialista como tribuna para airear la Gürtel. Antes sólo lo escuchaban los demás parlamentarios en las Corts; ahora lo escuchará todo el mundo.

dilluns, 14 de març del 2011

El Imperio del sol poniente.

A la vista de lo que está pasando en el Japón los otros asuntos del mundo quedan en segundo plano. Y eso que en muchos casos son situaciones de vida o muerte, de matar o morir, como en Libia en este instante. O todavía peores, de indignidad y vileza, como en esa resurrección de las fábulas del 11-M en España con motivo del aniversario. Son cosas que sublevan el ánimo, pero no es posible parar mientes en ellas porque la lucha de los japoneses por sobrevivir tiene caracteres de gesta; de gesta silenciosa e impresionante.

En la lluvia de imágenes que muestran el Japón hora a hora, minuto a minuto, no suelen verse escenas de histerismo, desconcierto o desesperación. El ejército está encargándose de organizar las tareas de desescombro, búsqueda y rescate de víctimas, intendencia de los refugiados y desplazados y evacuación de los amenazados. Han puesto a salvo a 600.000 personas (la cantidad de habitantes de Luxemburgo) en 48 horas por todos los medios posibles ya que los trenes de alta velocidad no funcionan. Y todo lo que vemos son gentes serias, cariacontecidas, lógicamente, pero serenas y cumpliendo los planes de socorro y evacuación.

Creo haber leído que el terremoto del Japón ha sido mil veces más fuerte que el de Haiti (no estoy seguro de la cantidad) y, además, ha tenido muchas réplicas muy intensas acompañadas de un tsunami con olas de diez metros. Si eso pasa en Haití, el país desaparece mientras que en el Japón el impacto, con ser considerable, es reducido. Lo cual prueba otra vez, por si hiciera falta, que no hay catástrofes naturales sino fenómenos naturales que producen catástrofes sociales. Que un terremoto en Haití, siendo menor, destruya diez veces más que en el Japón siendo mayor no se debe a la distinta filosofía de la vida o herencias culturales que puedan tener las sociedades haitiana y japonesa con ser las tales importantes. Se debe a la diferencia de desarrollo económico, a la diferencia de riqueza. Los pobres pagan más. Llama la atención cómo aún no se ha oido voz alguna ofreciendo ayuda humanitaria al Japón ni este la ha solicitado. El Japon tiene de todo y se organiza muy bien. Inspira confianza como lo prueba que el índice de la bolsa de Tokio haya experimentado bajadas moderadas hasta la fecha, mientras ha habido que hacer frente solo al terremoto y al tsunami.

Luego, es cierto que esa peculiar sociedad japonesa en la que se aúnan los factores modernos y los tradicionales, esa democracia sobre una estructura social clientelar resulta muy eficaz en las movilizaciones sociales. Y ello sin contar con que se trata de un país acostumbrado a que la tierra tiemble, por lo que está bien preparado tanto material como anímicamente. Pero lo que viene ahora, el peligro de desastre nuclear, es distinto y, aunque el país sabe algo de eso, la experiencia es mínima.

La cuestión estriba en la diferencia de desarrollo económico; o sea, como siempre, en la injusticia. Para librarse de ella la fórmula que la humanidad ha escogido es la de imitar todos al Japón, un Estado superdesarrollado con un alto grado de robotización. Pero ese desarrollo produce a su vez amenazas nuevas y mucho más pavorosas que los sismos: la fusión de los núcleos de los reactores en las centrales nucleares, la formación de una nube radiactiva, la liberación en la atmósfera de una energía radiactiva que provocará desgracias y sufrimientos durante generaciones. Está claro que el camino no puede ser la proliferación de centrales nucleares.

Si el Japón no consigue detener el deterioro de sus centrales nucleares estará ante la crisis más grave de su historia y no desde la segunda guerra mundial, como ha dicho un ministro. Y con el Japón, el mundo entero porque la radiactividad se extiende de formas diversas, por ejemplo, por la cadena trófica. Parar el inminente desastre del Japón es una prioridad global. Y luego hay que pensar si la solución es seguir todos el ejemplo del Japón.

(La imagen es una foto de NASA Goddard Photo and Video, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 13 de març del 2011

¿Un euro por escuchar a Rosa Díez?

España es una democracia parlamentaria y, como tal, sería multipartidista de no ser porque la ley electoral, proporcional de nombre y mayoritaria de hecho, lo impide. Habría que reformarla pero eso es imposible en tanto se opongan los dos grandes partidos, principales beneficiarios de la desproporcionalidad del sistema. A pesar de ello habría que reformarla y debería ser el PSOE como fuerza democrática de izquierda el que abanderara la reforma en pro de una mayor proporcionalidad de la representación.

La reforma debiera hacerse ya solo por razones de equidad y fair play que tendrían que ser las determinantes en el quehacer político. Pero también las hay de carácter técnico; en lo esencial porque la ley ha sido un fracaso. Su carácter mayoritario de hecho trata de garantizar mayorías parlamentarias claras, mayorías absolutas. Sin embargo, en las diez legislaturas habidas (incluida la de 1977-1979) se han dado cuatro parlamentos con mayoría absoluta y seis con mayoría relativa. Está claro que la ley no cumple su objetivo.

O quizá sí, pero de una forma perversa. Esas mayorías relativas, especialmente a partir de los años 90, se dibujan como un bipartidismo imperfecto (con el PP y el PSOE copando casi el 90 % de los escaños), en el que los gobiernos dependen de apoyos exteriores procedentes siempre de los nacionalistas llamados periféricos (catalanes, vascos, gallegos y canarios). Los otros partidos de ámbito estatal, IU y UPyD, son irrelevantes y esa es la injusticia que debe repararse. Entre otras cosas porque si la representación fuera de verdad proporcional, seguramente descenderían los porcentajes de voto del PP y el PSOE y subirían los de los otros grupos, con lo que quizá fueran posibles gobiernos de coalición que son los gobiernos típicamente europeos excepción hecha de Inglaterra, Francia y algún otro caso menor.

Los gobiernos de coalición son el vade retro de los fanáticos pero una bendición para la gente del común que suele ser posibilista. Esos gobiernos obligan a negociar, a pactar, a comprometerse, que son los verbos típicos de la política. Lo otro, lo del programa y el mando únicos se parece más a la guerra y tiene un innegable tufo autoritario. Un gobierno de coalición representa a la mayoría de la población mucho más que uno monopartidista mayoritario por razón no de los votos sino del sistema electoral. Esa superior representatividad, comprada al precio de la moderación programática, le concede también más legitimidad.

Se dirá que, de todas formas, es lo que está pasando en la actualidad en que los gobiernos son de coalición por cuanto el partido de turno depende del apoyo exterior de unos u otros nacionalistas. Pero eso no es cierto. El apoyo exterior no es coalición. Ésta obliga a un compromiso previo sobre la base de un acuerdo para toda la legislatura mientras que el apoyo exterior es contingente y puede retirarse a libre albedrío, lo que da a los susodichos apoyos la fuerza de un chantaje, dado que el gobierno depende de ellos, que siempre acaban poniéndole un precio.

Todo lo anterior viene a cuento de probar que Palinuro no tiene nada en contra de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), como no lo tiene en contra de ningún partido que respete la legalidad democrática. Al contrario, se felicita de que los haya nuevos y de que consigan arraigar. Partidos como UPyD que, además, tiene detrás a personas como Savater, son muy convenientes. La crítica de Palinuro no es al partido sino a su dirigente máxima y cabeza visible, Rosa Díez.

Pide Rosa Díez que se pague la cantidad simbólica de un euro como entrada al mitin que va a dar en la plaza de toros de Vista Alegre, cuenta habida de que el PSOE se ha arrugado. Un euro no es una cantidad simbólica; puede ser reducida, mínima, pero no simbólica; eso lo sería si se pudiera pagar con un tapón de Coca-Cola, por ejemplo, o un billete usado de metro. Un euro es una cantidad, algo de valor determinado que, aun presentándose como contribución a las débiles arcas de UPyD suena demasiado a copago sanitario y a cepillo de misa dominical y, por lo tanto, a burla dado que el partido, como la sanidad pública y la Iglesia, se financian con cargo a los dineros de todos, con lo que obviamente se trata de cobrar dos veces por la misma cosa. Por un euro puede uno comprar una chuche o tomar un café en un local no muy allá. Estoy seguro de que Palinuro lo haría.

El defecto de Díez, según Palinuro, es que carece de principios o propuestas concretas sobre una infinidad de asuntos (lo que quizá sea inteligente) excepto el muy sólido de la unidad nacional española, lo que quizá también lo sea. Esta falta de principios cristaliza en una carrera política bastante oportunista. No se trata de discutir el derecho de Rosa Díez a postularse como candidata en su día a la Secretaría General del PSOE frente a Zapatero, Bono y Matilde Fernández. Se trata de cuestionar su comportamiento desde que perdió aquellas primarias hasta que finalmente fundó UPyD.

En aquel tiempo, cuando Díez era eurodiputada del PSOE, adoptó una actitud crecientemente crítica con su partido, como hizo también por entonces Gotzone Mora, cuyo destino político posterior parece más ligado al PP. Dicha crítica tenía tonos tan virulentamente negativos que era frecuente ver a Díez en un programa de TeleMadrid dirigido por Sáez de Buruaga. TeleMadrid manipula groseramente (no hay más que ver a Curry Valenzuela) pero Sáez de Buruaga le daba un refinamiento florentino porque llevaba a Díez como representante del PSOE con la única misión de poner al PSOE a bajar de un burro. Eso no debió suceder nunca porque es una inmoralidad, una impostura que descalifica a Díez al menos a ojos de Palinuro que cree ciegamente en la moral caballeresca según la cual lo peor es ser desleal.

La propia Díez se encarga de probar esta falta de espinazo al reproducir con frecuencia el discurso del PP. Esa petición expresa de elecciones anticipadas, coincidentes incluso con las autonómicas y municipales, es pura narrativa PP. Un partido democrático no puede pedir elecciones anticipadas cuando el gobierno cuenta con mayoría en el parlamento, salvo que crea, como cree Rajoy y, al parecer, Díez, que su derecho a probar fortuna por si le cae un buen resultado prevalece sobre las decisiones y los intereses de la mayoría.

A lo mejor resulta que, al pedir un euro, aumenta la asistencia al mitin de Vista Alegre. Díez tiene cierto gancho y UPyD hace bien en explotar esa imagen que tiene ribetes de Belén Esteban pero el partido debe jugar en un terreno programático, de propuestas e ideas y no someterse a un hiperliderazgo personalista y errático.

(La imagen es una foto de Macalla, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 12 de març del 2011

El Gürtel crucis de Francisco Camps.

No es por nada pero ¿a que estaba bien traída la referencia al cadáver de la obra de Ionesco Amadeo o cómo salir del paso tratándose de la situación del candidato Gürtel a la Comunidad valenciana? Un cadáver que no para de crecer y crecer hasta que lo ocupa todo. Como la Gürtel ocupa el escenario electoral en Valencia y, por extensión, en toda España. Tapar ese cadáver es dificilísimo; en realidad, imposible. Ni el bestial coletazo de la madre naturaleza en una de las zonas más avanzadas del planeta, Japón, que tanto evidencia de pronto la fragilidad de nuestra condición y la futilidad de nuestros afanes lo conseguirá.

Ionesco fue el príncipe del teatro del absurdo, consistente en tomarse en serio y llevar a sus últimas consecuencias las circunstancias más triviales, anodinas y rutinarias de la vida cotidiana. Camps acabará proclamado el príncipe de la vida del absurdo, consistente en tomarse a chirigota las circunstancias más graves, más importantes y más amenazadoras de la vida pública, solemne e histórica.

En una democracia normal un presidente en la situación de Camps hubiera dimitido desde el primer momento de las diligencias para no dañar la institución que represente, para colaborar diligentemente con la justicia y para preparar mejor su defensa. En lugar de esto Camps, además de no dimitir, se postula para una renovación de mandato y eso habiendo recorrido ya un desagradable camino repleto de indignidades. Camps mintió al decir en un principio que no conocía al Bigotes siendo así que "se querían un huevo". Mintió igualmente y sigue haciéndolo, al afirmar que se paga sus trajes sin pruebas y contra toda evidencia. Intentó luego valerse de una relación privilegiada con el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Juan Luis de la Rúa, otro "más que amigo", para dar carpetazo al asunto. Por último, al tiempo que proclama su ardiente deseo de que se le convoque a declarar, se niega a hacerlo cuando le toca y sus abogados tienen una estrategia procesal orientada a la desestimación del caso o su aplazamiento indefinido. Todo lo cual funciona como una aceptación moral de culpabilidad.

Esta impresión viene avalada por lo que parece ser la estrategia procesal política de Camps, consistente en convertir su elección en un plebiscito con el fin de contraponer la legitimidad judicial a la popular. Eso es algo inaceptable en un Estado de derecho y resulta alarmante que el PP no le haya puesto coto. Porque, ¿cómo piensa Camps arbitrar en la práctica esa supuesta superior legitimidad popular sobre la judicial? El delirio ideológico está claro: el caudillo aclamado por las masas está por encima de la ley. Pero eso, ¿cómo se realiza? ¿Con una Ley de plenos poderes como la de Hitler en 1933? ¿O con sucesivas leyes de reorganización de la judicatura y el ministerio público al estilo Berlusconi? En ambos casos se trata de actuaciones mucho más allá del ámbito competencial de Camps.

La numantina resistencia del presidente de la Generalitat valenciana no pretende facilitar la acción de la Justicia sino, al contrario, obstruirla. Y ya tendría siniestra gracia que se juzgara y condenara al portavoz socialista en las Corts, Ángel Luna, por un supuesto delito de encubrimiento al haber aireado en sede parlamentaria un documento acusatorio para Camps que se encontraba bajo secreto de sumario mientras los presuntos delincuentes consiguen que no se les juzgue. Tan siniestra como la que produce el hecho de que el Tribunal Supremo se apreste a juzgar al juez que quiso hacer justicia con los crímenes del franquismo.

¿Cómo es posible que este país esté tan del revés?

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 11 de març del 2011

Esto se ha acabado.

Las últimas detenciones de presuntos etarras en el País Vasco y en Francia prueban que la banda está en sus horas más bajas. Sin atentados hace mucho tiempo, en mitad de un alto el fuego unilateral que solo revela debilidad, prácticamente privada de su apoyo social, no tiene otro futuro a corto y medio plazo que entregar las armas y disolverse. Por primera vez, entiendo, la izquierda abertzale más identificada con el viejo proyecto terrorista, condena no ya los hechos violentos sino su propósito. Es un paso muy importante para que esta corriente recupere algo del crédito perdido por su silencio en una ocasión anterior y en un momento muy delicado para ella en que el Tribunal Supremo decide si darle viabilidad o no.

Esa condena tiene un valor simbólico grande. ETA queda privada de cobertura política e ideológica, ha sido expulsada del imaginario independentista liberador. De ahora en adelante tendrá que legitimar su acción por sus propios medios retóricos, que no son espectaculares. Aplíquense a esta situación los términos que se quiera: al perro flaco todo se le vuelven pulgas y hasta sus beneficiarios de antaño lo abandonan hogaño; o bien la izquierda abertzale también ha claudicado, aceptando los "marcos" discursivos del nacionalismo español.

En cualquiera de los dos casos lo mejor que puede hacer ETA es entregar las armas y disolverse porque, como le han dicho tantas veces antes los mismos nacionalistas, está de más y no sirve para nada.

(La imagen es una foto de Midir, vía Creative Commons).

Un golpe de teléfonos.

(Sobre la peli de Chema de la Peña, 23-F. La película).

Aprovecharon el trigésimo aniversario de la intentona de Tejero para estrenar esta primera versión del episodio y de la cual he sacado una impresión pobrísima. Está hecha así como con técnicas narrativas gringas, con interminables travellings acompañando a los protagonistas por los pasillos del Congreso de los diputados y el palacio de la Zarzuela, que son los dos escenarios en que tiene lugar casi toda la acción, con muchos primeros planos de gestos decisivos, miradas fulminantes y diálogos cargados de significado. Es una historia insulsa porque, sobre conocerse el final de antemano, más parece un intento de reconstrucción de los hechos que otro de recreación.

Entiendo que la película cumple dos funciones: la primera será dificultar que a alguien se le ocurra hacer otra menos cargante sobre lo mismo y la segunda abonarse a una determinada interpretación de los acontecimientos. Porque el golpe está contado casi exclusivamente como una descripción procesal de la trama, sin veleidades de ningún tipo de ponerlo en relación con otros aspectos de la vida como pudiera ser, por ejemplo, la reacción de la calle. Hay un par de brevísimas secuencias referentes a las apresuradas medidas que toma algún sindicato y nada más. Es llamativa la falta de referencias a la prensa. Este golpe se perpetró, se decidió y se hizo fracasar a través de unos teléfonos que hoy parecen piezas de museos, lo que levanta la irónica sospecha de que, si llega a haber móviles por entonces, a lo mejor las cosas hubieran transcurrido de forma distinta.

A los implicados, desde luego, les falló la comunicación. Y a la película también. Parece como si la intentona se estuviera dando en otro país y los espectadores (que, por lo demás, ayer éramos cuatro) no tienen la sensación tampoco de que aquello haya llegado a pasar en el suyo. Todo eso hubiera podido resolverse conectando los hechos históricos con la vida cotidiana, por ejemplo a través de una historia colateral que los hiciera más cercanos, un noviazgo de un guardia civil o alguna peripecia familiar de cualquier participante, algo que rompiera la molesta manía de mostrar continuamente personajes reales pero figurados, a cada cual más rebuscado y peor caracterizado, para que la gente juegue a ponerles nombre: "mira, Carrillo, Gutiérrez Mellado, etc".

Lo importante, con todo, parece ser imponer una interpretación que gira en torno a la cuestión de qué hizo el Rey en aquellos momentos y que según el film consistió en enterarse por la radio de lo que estaba pasando, hacerse cargo del mando desde el primer instante, previa bendición paterna impartida, cómo no, por teléfono y, ya en el mando, con pulso firme y rodeado de su reverente Casa Real y su familia, salvar España del desastre.

Es posible que las cosas discurrieran como las narra la película que pretende así zanjar la sempiterna polémica sobre el comportamiento del Monarca pero si con ello se pretenden refutar las teorías conspirativas sobre el 23-F el empeño es vano. Esas teorías prescinden de los hechos porque se formulan en función de otros objetivos y proyectos. Basta con ver las que siguen vivas y coleando sobre el 11-M.

Además, la interpretación que goza de mejor salud es la que quiere situar la intentona dentro de una más amplia del conjunto de la transición en España, algo con más empeño teórico. Una según la cual la transición fue un engaño, una rendición de la izquierda, un compromiso vergonzoso y un abandono de sus principios y objetivos a cambio de la cooptación en un sistema seudodemocrático. Es una visión de la transición que cierta izquierda radical (de esa que se llama a sí misma "transformadora" y que ha sido incapaz de elaborar un discurso propio como no sea culpar de todo a sus mayores) repite con insistencia como explicación del marasmo en que se encuentra en la actualidad. Desde este punto de vista la intentona de Tejero tiene muy difícil encaje. ¿Para qué había que dar un golpe si las cosas discurrían según lo previsto por el franquismo?

La pregunta no tiene respuesta pero la interpretación del golpe se acumula sin más miramientos a la de la transición en su conjunto para no andarse con pequeñeces: la peripecia del Congreso fue otra vuelta de tuerca de una democracia tutelada que, a partir de entonces abandonaría toda veleidad izquierdista. En materia de relaciones internacionales (OTAN, CE), de organización territorial del Estado, etc, se restablecería el orden y el buen sentido, el franquismo sin Franco, la seudodemocracia, el PSOE, los GAL... El pecado es siempre original y lo cometen otros.

Que la transición no fue un programa determinado, que las cosas sucedieron según las relaciones reales de fuerzas y no según conspiración alguna, que el golpe fue una reacción imprevisble de un estamento militar que aún no había entendido que el poder en España era civil pero que pudo haber triunfado a pesar de sus rasgos bufos son consideraciones que afectan poco al vigor de estas interpretaciones que no son tales sino visiones sesgadas con una finalidad autojustificativa evidente.

dijous, 10 de març del 2011

La corrupción en el PSOE.

Se trata de un titular chocante. Todo el mundo sabe que en el PSOE hay mucha menos corrupción que en el principal partido de la oposición en donde el caso Gürtel muestra una trama organizada que operaba allí en donde hubiera un gobierno del PP, cualquier gobierno del PP. Mucha menos, pero la hay y, mientras la haya, la autoridad moral del PSOE para criticar la del adversario estará muy mermada. Y eso no es de recibo porque el PSOE no se debe solamente a sí mismo, sino también a aquellos sectores sociales en cuya voz se ha convertido y sin la cual carecerían de ella y volverían a ser invisibles, como las minorías sexuales, los dependientes, en buena medida las mujeres, etc.

Resulta de este modo imposible para el PSOE atacar el transfuguismo en la política local, que es la causa y efecto de la corrupción en los municipios, cuando él mismo lleva tránsfugas en sus listas electorales como la de Benidorm. Igualmente es imposible criticar en el PP el hecho de incluir imputados en causas penales en sus listas electorales cuando el PSOE los lleva en las suyas. Por último tampoco tiene el PSOE mucha autoridad moral para criticar la Gürtel en el PP cuando en él se da el asunto de los EREs en Andalucía. En las listas de un partido de izquierda no debe haber tránsfugas (esto es, quienes cambian de representación según sus intereses personales) ni imputados judiciales. Eso de si alguien se vende por tres trajes y una corbata o por una recalificación y un pelotazo quede para la derecha.

Es verdad que, en el último caso, el de los EREs, la reacción del PSOE está siendo rápida y eficaz pues, aunque se negó a que hubiera una comisión parlamentaria de investigación en el Parlamento andaluz, se apresta a castigar "durísimamente" a los responsbles y, además, colabora con la justicia en el esclarecimiento de los hechos. Ambas cosas son loables y, aunque no otra cosa que el mero cumplimiento del deber (la colaboración con la justicia es un deber elemental de todo ciudadano) ya se diferencia bastante de la actitud del PP en donde se recurre a un aluvión de argucias y triquiñuelas que no tiene otro objeto que dilatar cuando no obstaculizar la acción de la justicia. La decisión sobre si castigar a las personas imputadas y bajo sospecha o proclamarlas candidatas está a la vista.

Es decir a pesar de todo hay diferencias. Pero no son suficientes. La derecha suele criticar a la izquierda que esta se arrogue una superioridad moral que luego contradice con los hechos. Y es que esa superioridad moral (de proyectos, claro está; no de personas) es patente. La derecha, defensora del statu quo, partiendo de una concepción pesimista del ser humano en cuanto sujeto que sólo conoce motivaciones egoístas, no cree en la mejora moral de la sociedad ni del individuo. La izquierda sí; su proyecto es de regeneración y moralización de las relaciones sociales que están basadas en un concepto que la derecha desprecia al menos desde los tiempos de Friedrich von Hayek: el de justicia social.

La última cuestión es la de cuán de izquierda sea el PSOE, cuestión que parece el eje central del discurso de la izquierda radical. Así el PSOE resulta ser la izquierda a sus propios ojos, es en realidad una forma de la derecha a los de la izquierda radical (o más radical) y, desde luego, es esa misma izquierda radical a los ojos de los derecha, para la cual la limitación de la velocidad a 110 km por hora es una medida soviética, seguramente por la misma razón por la que permitir el matrimonio a los homosexuales es propiciar el advenimiento del Anticristo.

Esa acreditada incapacidad de la izquierda para actuar unitaria o cuando menos concertadamente, ese fraccionamiento permanente que condena a sus multiples iniciativas y grupos a la irrelevancia electoral es una forma de corrupción pues de ella se benefician unas personas concretas (los/las cabecillas de los grupúsculos que consiguen cierta notoriedad social) y se perjudican los intereses colectivos. El recurso a atacar sistemáticamente al PSOE tan solo puede propiciar el advenimiento de la derecha que no será tan afín al PSOE cuando está loca por echarlo del Gobierno. Y eso sí que es corrupción.

(La imagen es una foto de RinzeWind, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 9 de març del 2011

El antiguo segundo sexo.

Con motivo del ocho de marzo, día de la mujer trabajadora, El País traía una entrevista con Nawal el Saadawi, una resplandeciente mujer egipcia de 79 años, psiquiatra, escritora, activista y, dice el periódico, "feminista". Claro ¿qué otra cosa puede ser una mujer inteligente? Y el Saadawi lo es en profundidad. Lo de que "La mujer no puede liberarse bajo ninguna religión" es una de esas verdades apodícticas, axiomáticas, evidentes en sí mismas. Le ha faltado decir que el hombre tampoco. Pero se sigue de su interesante discurso cuando señala que la liberación de la mujer necesita la del hombre y viceversa. Nadie puede liberarse con religión alguna. Las religiones se han hecho para atar, para sujetar, para religar.

Lo que esta egipcia está viviendo y lo que cuenta de lo que está viviendo es impresionante. Las mujeres levantan la cabeza en el Islam arábigo, una koiné estrictamente masculina en la que aquellas están ocultas. No digo ya que no lleguen a la dignidad de madres de dioses, como María de Nazaret o a heroínas liberadoras del pueblo elegido, como Judit o Esther; es que no aparecen, no tienen nombre, ni rostro. Solo existen para el placer de los hombres. Y ni siquiera mutuo porque para eso se practica la castración femenina. Esas costumbres son aberraciones, atentados incalificables contra la dignidad de las personas. Privarlas de rostro, que es el espejo del alma, es privarlas de alma puesto que esta sólo florece en contacto con los demás. Esa mujer uzbieca pintada por el gran Vasily Vereschagin en Tashkent en 1873 equivale a un tratado de antropología filosófica. ¿Ha mejorado la condición femenina en estos lugares? Escuchando a Nawal el Saadawi, algo sí, desde luego, pero prácticamente nada, visto el lugar que el Código Civil egipcio, que no puede contradecir a la Sharia, reserva a las mujeres.

Las revoluciones árabes están haciendo visibles a las mujeres y, cuando todo pase, seguramente será imposible obligarlas a volver a casa. Igual que, después de la primera guerra mundial fue imposible desalojarlas de la primera línea de producción y hasta hubo que reconocerles el derecho de sufragio. Y en ese aspecto de género o sexo las redes están ayudando mucho. La blogosfera tiene una intensa presencia femenina. Son tiempos extraordinarios.

Tanto que la Unión Europea, que es de género femenino y esencia masculina, indignada consigo misma al ver la desmayada situación de las políticas de igualdad, amenaza con obligar por ley a incorporar mujeres a los consejos de administración de las empresas. Esto es, el aterrizaje de estas en el poder económico y financiero que es el verdadero poder, el que está en la sombra, el que maneja a los otros dos, el político y el militar, a su antojo. Otro reducto masculino.

Porque la condición de las mujeres en las sociedades occidentales es mejor que en el Islam pero aún deja mucho que desear. Está además enredada en algunas discusiones ridículas en las que muchos intervienen con la aseveración de "yo soy feminista, pero...", que recuerda el "yo no soy racista, pero...". Los dos peros más frecuentes al feminismo son el de la lengua y el del Estado de derecho. Según el primero, las/los feministas se pasan cuando chocan con el espíritu, la estructura, el genio, el yo qué sé sacrosanto de la lengua, herencia de nuestros antepasados que prohíbe decir "miembra" so pena, entre otros horrores, de que algún necio diga que hay que decir también "fantasmo". Como si la lengua fuera una armadura rígida, inquebrantable, venida de fuera, impuesta y no la pasta moldeable con la que las generaciones han ido entendiéndose, a base de innovar, romper esquemas y crear otros. En español (probablemente en todas las lenguas porque el patriarcado ha sido universal) el género masculino comprende a los dos pero el femenino no. Eso tiene que acabarse y tiene que acabarse también en la lengua, que es un medio y no un fin en sí mismo; un medio al servicio de la superación del ser humano; de todas.

El otro pero es el del Estado de derecho, al que han salido defensores acérrimos desde que el feminismo se abre paso normativamente por medio de la discriminación positiva. Somos feministas, sí, pero toda discriminación, sea positiva o negativa atenta contra el principio fundamental del Estado de derecho que es la igualdad ante la ley. Tiene gracia. Cuando las mujeres no votaban, al parecer el principio de igualdad ante la ley no estaba afectado porque Estados de derecho eran Inglaterra, Francia, los Estados Unidos (en donde los negros tampoco votaban). El Estado de derecho puede, pues, admitir considerables excepciones a sus principios sin merma de su perfección. Y la discriminación positiva no parece muy dañino. Y eso si no se quiere justificar la discriminación positiva con razones morales, que las hay.

En el fondo los dos peros coinciden en uno general: la incapacidad para admitir que el lenguaje, las instituciones, las costumbres y tradiciones, son construcciones humanas, sociales, convenciones a nuestra mayor conveniencia, sempiternas en comparación con la vida de cada uno de nosotras pero efímeras en comparación con la especie. El espíritu que ha animado esta construcción en todo el mundo hasta ahora es el del patriarcado. Se trata de que admita otro. El del matriarcado. Aunque cada vez que aparece el poder, el mando, el arché el asunto se complica.

(La imagen es una foto de Duke Human Rights Center, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 8 de març del 2011

Gürtel, la memoria y Garzón.

En puertas de la intervención armada

(Entrada del 1º de marzo pasado)


La peripecia del juez Garzón clama al cielo. Lo tienen atrapado en una triple tela de araña con tres procesos vivos que, además, van a toda velocidad si los comparamos con la bizantina lentitud con que se mueve el de la Gürtel. En los tres se juega el juez su carrera pero en dos de ellos también se juegan cosas de mayor calado para la colectividad: en el primero se juega que el proceso por la trama Gürtel siga adelante o se le dé carpetazo, lo que ya sería verdaderamente sublime; en el segundo se juega que se pueda hacer justicia a las víctimas de la vesania genocida franquista o que esa injusticia siga impune.

Desde luego en este acoso judicial al juez Garzón concurren muchos elementos. El propio juez dio en parte pie a alguno de ellos con su errática trayectoria política en los años noventa, que lo ha hecho relativamente vulnerable al linchamiento a que lo ha sometido la derecha. Pero el juez no se enfrenta solamente a un tangible odio político (movido por sus investigaciones sobre la Gürtel y el genocidio franquista) sino también a un ataque corporativo que, sin merma del ataque político, discurre más por las sentinas de las envidias profesionales. Garzón tiene una merecida proyección nacional e internacional y eso, en este país, no se perdona.

Suele decirse que no es cierto que haya una persecución a la persona sino que lo que se va a juzgar objetivamente es la supuesta comisión de un delito de prevaricación. Al margen de que se trate de una figura delictiva con un amplísimo margen de interpretación y, por tanto, de discrecionalidad del juzgador, todo en los procesos ha sido atípico, empezando por la instrucción del juez Varela (en la causa por el franquismo) quien actuó objetivamente como asesor de la acusación al indicarle cómo debía formularla.

El pronóstico no puede ser más desalentador para este juez al que el país debe muchas cosas, entre ellas el desmantelamiento de la cobertura del terrorismo en el País Vasco y, en buena medida, del propio terrorismo. Pero, además de pintar negro para el juez, la cosa tampoco augura nada bueno para los intereses colectivos. Los abogados de los presuntos delincuentes de la Gürtel quieren que se condene a Garzón por prevaricación porque, de este modo, pretenden invalidar las pruebas de la escuchas y, con ello, pedir la anulación de lo actuado hasta la fecha en el proceso. Obviamente lo que quieren es anularlo en su conjunto por falta de pruebas legalmente obtenidas. Hay otras independientes y no es muy probable el archivo pero sí un considerable retraso, quizá de otro par de años en tanto se dilucida lo que vale y lo que no vale.

Y con la memoria y la reparación a las víctimas del franquismo puede pasar algo parecido. Si se condena a Garzón por prevaricación, hay que replantearlo todo desde el inicio, empezando por averiguar qué se quiere hacer y a quién corresponde la competencia.

Es decir la triple tela de araña en que está atrapado Garzón pretende arruinarle la carrera personal y, además, conseguir la impunidad para los presuntos de la Gürtel y el bloqueo a las políticas de la memoria con el resarcimiento a las víctimas. Y frente a eso no parece que haya una movilización digna de tal nombre.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Wikimedia Commons).

dilluns, 7 de març del 2011

¿Qué guerra es esta?

Esta guerra que los europeos nos hemos encontrado a las puertas de casa en un país esencial para el abastecimiento de petróleo y dentro de una región en la que los Estados parecen ristras de petardos que estallan uno después de otro. Una guerra que ha brotado casi por generación espontánea cuando el coronel Gadafi decidió no renunciar al poder como los dos gobernantes anteriores en Túnez y Egipto y se engalló con la oposición. Cerró el ciberespacio, bloqueó internet, clausuró Facebook, silenció twitter y otros inventos de los perros infieles y empezó a bombardear a sus queridos súbditos, esos que lo aman tanto que están dispuestos a dar su vida por él, como él mismo está demostrando a bombazo limpio.

Ojo porque además la guerra es muy contagiosa; es quizá la acción humana más contagiosa; cruza las fronteras como si fuera la peste. Si se contagia al vecino Egipto (en donde se han reiniciado los choques violentos) puede armarse la marimorena, dicho en términos castizos. Si alguien vuela los pozos petrolíferos o hace un estropicio en el Canal de Suez, la crisis puede recrudecerse.

Y ¿de dónde salen estos opositores capaces de hacer frente a la aviación, las unidades de élite y la guardia pretoriana de mercenarios del líder de la Revolución? Porque a Libia le ha pasado lo que al régimen de Franco, que se le estancó la "revolución" y, hoy, 42 años después, sigue pendiente, como decían los falangistas que estaba la revolución nacional-sindicalista: pendiente. De un hilo, supongo. Esos rebeldes parecen tener una base territorial en el Este del país y conforman un grupo vagarosamente étnico, con la miriada de tribus o cábilas de esa zona. Un país que, por lo demás, está desierto excepto en estos dos extremos oriental y occidental, los más poblados, en donde se concentra la extracción de petrólo y gas (sobre todo en el Este) y entre los que se ha declarado una guerra civil, por cuanto los rebeldes han constituido ya un Consejo Nacional que actúa como Gobierno y controlan un territorio apreciable. Lo digo porque en poco tiempo el problema de los europeos y los gringos no va a ser el moral de si y cómo impedir que Gadafi siga asesinando a sus compatriotas sino el muy práctico de si se reconoce a los rebeldes el estatuto de beligerantes.

Aquí la cuestión es si los europeos saben hasta dónde puedan llegar el dictador y sus hijos, especialmente el filósofo que debe de creerse el Marco Aurelio del Islam. Y debieran porque, tras tenerlo bastantes años en cuarentena como un apestado, redescubrieron su civilizado talante y se abrazaron a él, riéndole las gracias de la jaima en la Via Veneto. Y si no lo saben es que los servicios de inteligencia están sobrados de todo excepto de aquello con lo que trabajan. Porque la cuestión es sencilla, aunque aterradoramente repetitiva: ¿tiene Gadafi armas químicas, armas de destrucción masiva? Las del Irak las inventó el terceto de las Azores. Pero ¿y en Libia? A lo mejor hay que preguntar a los israelíes que de estas cosas son los que más saben por la cuenta que les trae.

Curioso resulta también que los rebeldes no invoquen motivaciones religiosas. El integrismo musulmán está aquí clamorosamente silencioso. El único que lo esgrime es el propio Gadafi que sostiene ser el último baluarte que contiene la previsible invasión de europa por las hordas fanáticas. Un discurso que tiene un eco fuerte al otro lado del Mediterráneo en donde contemplan con temor cómo la multitud parece desbordarse y tomar por asalto los puestos avanzados como Malta o Lampedusa.

Ese eco es el que ha llevado a los franceses a declarar una mayor intención de voto a favor de Le Pen y el Frente Nacional que de Sarkozy. Todo el mundo se prepara para lo peor poniéndose ya en lo peor. Esta amenaza del fascismo en Europa es muy distinta en la forma pero no en el fondo de la del militarismo en Asia. La decisión de los chinos de incrementar su potencia militar puede desencadenar una escalada de armamentos en el continente si los rusos, los japoneses y los indios se sienten amenazados. Los japoneses lo tienen más difícil pero no imposible si negocian con los EEUU la plena recuperación de su capacidad militar. La revolución árabe es ya una pradera en llamas y, al tiempo, la chispa que puede incendiar una pradera mucho mayor. Y si el conflicto libio se enquista y el Estado deja de garantizar el orden y la seguridad públicos, retornándose a una forma de estado de naturaleza prehobbesiano pero con alta tecnología, no sería de extrañar que una revuelta de palacio acabe con Gadafi antes de que este acabe con el país.

Lo que está claro es que el famoso dividendo de la paz ha sido una ruina y la llamada Pax americana lo más parecido a una situación de guerra permanente que se conoce.

diumenge, 6 de març del 2011

La foto del día.

El candidato imputado en un asunto de corrupción en los tribunales firma un manifiesto en contra de la corrupción. No es ya solamente que el caso Gürtel esté enseñoreándose de la campaña; es que, como esto siga así:

primero: Vergara, Fontdevila y demás dibujantes de humor van a quedarse sin trabajo. Porque esa foto es un chiste. ¿Existe un Pulitzer para los cartoons? Alguno dirá que maldita la gracia que tiene el chiste. Pero no se le haga caso; siempre hay un Quintín el amargao empeñado en ignorar el venero mismo de la raza, el absurdo. Y la plana mayor del PP aplaude el gesto sabiendo, supongo, que si Camps resulta juzgado y condenado, esa firma hará arder el documento. Porque las firmas tienen un valor simbólico altísimo. Recuérdense aquellos billetes de banco, moneda patria de curso legal, firmados por un Gobernador del Banco de España condenado en firme a pena de prisión por manejos ilícitos con la pasta.

Segundo: no sé cómo va a llegar el PP a la campaña electoral. Habrá que estar atentos a los sondeos de intención de voto porque esta campaña tiene que estar incidiendo en la gente en una dirección my peligrosa: la de tomarse a guasa tanto a Camps como a quienes lo respaldan.

Tener redaños.

En realidad yo quería hablar de cine, pero la foto de marras... En fin que aproveché un hueco y me acerqué a ver Valor de ley, de los hermanos Coen. Y, como esto es España, el cartel tiene un título (Valor de ley), un subtítulo (True Grit), que es el título en inglés y un supratítulo en el más recio estilo de la moral amenazante del siglo de oro: El castigo siempre llega. Ya solo esta insólita afirmación invita a no entrar; pero como se trata de los hermanos Coen y no hay progre que se prive de unos buenos Coen, allí nos fuimos.

Los hermanos están fabulosos, hay mucho tiro, mucho degüello, ojos comidos por los buitres, cadáveres rellenos de serpientes de cascabel y caballos reventados en medio de una noche salvaje. Los intérpretes, extraordinarios. La niña, Hailee Steinfeld, genial y Jeff Bridges hace un Reuben Rooster Cogburn fantástico que echa fuego con ese solo ojo ciclópeo. Matt Damon sale bien parado del papel de LaBoeuf que es muy difícil por lo relamido y marginal. Porque el busilis del asunto no es la persecución del asesino por los agentes de la ley sino el duelo que se entabla entre Mattie Ross y Rooster Cogburn, quedando la pregunta en el aire: ¿quién tiene True Grit?

De todas formas ya pueden decir los Coen lo que quieran de que su True Grit no es una remake de la de Henry Hathaway con John Wayne, en 1969. Es inevitable, es una remake. Eso no quiere decir que haya de ser peor que la otra. Habrá mucha gente que la considere superior y tendrá buenas razones. A los waynófilos no van a convencernos. No era necesario que se esforzaran tanto en marcar las diferencias, alterar el comienzo y el final. Tampoco que Bridges se cambiara el parche de ojo. Las coincidencias, lo jugoso, está en el centro, en los grit y ahí la diferencia también es notable en el estilo narrativo. Hathaway era de la vieja escuela del Western en la que la gente se moría cerrando los ojos y no saliéndosele las tripas por la boca.

Todo eso da igual porque la gran diferencia la marca John Wayne, el Duke, como siempre. Fue, creo, su última peli y su testamento, seguramente por eso, porque se iba, le dieron su único Óscar. Había algo de nostálgico en aquel pistolero siempre al servicio del bien (El hombre que mató a Liberty Valance es una clase teórica en imágenes sobre el origen del Estado de derecho), que no encontró ningún "americano" con True Grit. Ni siquiera su hijo, que no pasó de secundario y a su órdenes. Ese matasiete al final cede la antorcha a una chiquilla de catorce años en la que parece encarnar el espíritu de las Hijas de la revolución americana, que es una organización muy curiosa sobre la que hablaremos algún día.

Resumiendo, si me apuran, la diferencia es palpable en la escena del enfrentamiento en un calvero: a un lado, Cogburn a caballo, al otro, cuatro forajidos; el breve diálogo a gritos y la carga mutua en el mejor estilo de un duelo medieval visto con los ojos de Un yankee de Connecticut en la corte del Rey Arturo. Pero lo mejor es verlo y oírlo.



The Duke.


dissabte, 5 de març del 2011

El candidato Gürtel lo abrasa todo.

Toda la fanfarria de la convención del PP en Palma de Mallorca quedó reducida a la pedorreta de la aparición de Francisco Camps, cuyo impacto mediático es directamente proporcional al absurdo de tenerlo como candidato a nada. Y no será porque no se haya advertido a la dirección del PP del efecto contraproducente de nombrarlo. Con una falta de sentido común rayana en la demencia el presidente del partido de la derecha razonó que el hecho de la imputación no presuponía condena y no era justo privar a Camps de su nombramiento por tan poca cosa como un presunto cohecho de unos trajes y corbatas, confundiendo como se ve una vez más la responsabilidad política con la penal.

Porque el problema no es que Camps sea un candidato imputado judicialmente, que ya es fuerte y debió evitarse a toda costa. El problema es que, además de imputado, Camps se ha convertido en una especie de atracción de feria como la mujer barbuda, con sus mentiras, sus dislates, su oratoria que oscila entre conjuros del Sacromonte y la verborrea de un vendedor de elixires, sus desplantes a la prensa y su exhibición de poder caciquil. Ha acabdo siendo una caricatura, un epítome del (presunto) político corrupto que trata de mantenerse a flote recurriendo a medidas tan estrafalarias como Ruiz Mateos cuando se disfrazaba de Supermán. Es imposible que los focos mediáticos no se centren sobre él, dejando todo lo demás en la penumbra, incluso la aparición de un líder tan poco carismático de suyo como Rajoy por la misma razón por la que, si en un acto público coincidieran Cristo redivivo y una vaca de dos cabezas, la foto sería la de la vaca.

Era perfectamente previsible que el nombramiento del imputado en la Gürtel sería un pesado lastre para el periodo electoral. Tanto que el hacerlo casi suena a provocación; una que puede causar un estropicio poniendo en peligro la victoria en una votación que se daba por descontada y que, según sean las vicisitudes procesales del peculiar personaje también podría hacer que se pierdan las elecciones de 2012 para las que el PP parte con una holgada mayoría en intención de voto. Pero todo se tambalea ahora por la insólita capacidad de presión de Camps que muchos atribuyen a una especie de extorsión que ejerce sobre Rajoy. El hecho es que Camps prevaleció y ahora su presencia llena ya todo el escenario igual que el cadáver de la obra de Ionesco Amadeo o cómo salir del paso, haciendo inútil todo intento del PP de centrar el interés mediático en algún tipo de propuesta que no sea la foto que indague en los gestos, las miradas, los recelos frente al amiguito del alma del bigotes; una foto que delate, como hace la de El País, ese gesto de Mariano Rajoy, mezcla de desprecio, irritación y asco al mirar al candidato Gürtel y comprender que no debió nombrarlo.

Presentar un programa de regeneración democrática llevando a Camps de macero en la procesión es tan ilógico que puede acabar enojando al propio electorado del PP, la mitad del cual cree que hay que votar a Camps haya hecho lo que haya hecho mientras que la otra mitad piensa que, si hay que elegir a Camps, más vale que no se incurra en el ridículo de presentarlo como una medida regeneracionista. Incluso estando dispuestos a todo, los votantes del PP tienen un resto de sentido del ridículo.

Tomo un solo ejemplo: la propuesta de regeneración democrática sostiene que la legitimidad del sistema democrático no debe quedar nunca en entredicho por actitudes permisivas, indolentes o exculpatorias ante la gravedad de determinados comportamientos. De un solo plumazo, con el relámpago de un flash fotográfico, este párrafo ha nacido muerto. Toda la campaña del PP girará en torno al Gürtel y tiempo habrá de calibrar los resultados de recurrir de modo tan descarado al viejo truco de la derecha de decir una cosa y hacer la contraria.

(La imagen es una foto de Mercedes Alonso, vía Creative Commons).

divendres, 4 de març del 2011

Corruptos son los otros.

¿Tiene Vd. problemas con la justicia? Afíliese al PP que se hará cargo de sus asuntos y con toda diligencia verá de sacarlo a Vd. de apuros. Gramsci decía que los partidos son los intelectuales orgánicos y en el caso del PP se trata de un abogado orgánico que, debidamente orientado por Trillo, conseguirá que quede Vd. exonerado bien mediante absolución, bien mediante prescripción del delito o bien mediante anulación por algún defecto de forma. Que tampoco hay que ser tan exigentes a la hora de pisar de nuevo la calle como un ciudadano libre, aunque no exento de sospecha.

¿Que le imputan a Vd. media docena de delitos? Rajoy lo pondrá a Vd. de ciudadano ejemplar, proclamará su inocencia digan lo que digan los jueces que, al fin y al cabo, son unos mandados y lo propondrá como candidato del partido en las elecciones de que se trate. Y eso que "candidato" viene del hecho de que los aspirantes a elección en Roma vestían la túnica cándida, es decir, blanca, símbolo de pureza y falta de malos usos.

¿Que lo detienen a Vd. en flagrante delito y lo llevan a Vd. a declarar al juez entre nubes de periodistas? González Pons pone el grito en el cielo por el clima de histeria mediática y tendencia al linchamiento instigado por el Gobierno a quien acusa de controlar los medios como la hacía su partido cuando estaba en el poder y sigue haciéndolo allí en donde gobierna.

¿Que está Vd. sometido a investigación policial y hasta se le instruye una causa con petición fiscal por presunto delito? María Dolores de Cospedal se escandaliza por el régimen de terror que impera en España, típico Estado policía en el que las fuerzas de seguridad, los fiscales, los jueces, están todos a las órdenes de los comisarios políticos del régimen.

¿Que las pruebas contra Vd. son apabullantes? Álvarez Cascos o cualquier otro varón de similar aplomo sostendrá que son falsedades e invenciones de camarillas de policías al servicio de los intereses políticos del gobierno.

¿Que el Ministerio fiscal acusa y los jueces abren una causa? Eso sólo demostrará que se pliegan a las presiones del Gobierno y probablemente prevariquen. Habrá que estar atentos e interponer una batería de querellas contra los jueces que entiendan del caso hasta apartarlos a todos y, a ser posible, que se vayan a Amsterdam, en donde la leyenda negra.

¿Que lo procesan a Vd. por chorizo, ladrón, corrupto o filibustero? El PP se personará en la causa oficialmente como parte de la acusación pero, en realidad para actuar en su defensa no demostrando su inocencia (que no es posible porque, en efecto, es Vd. un chorizo y un corrupto) sino tratando de conseguir la nulidad de las actuaciones por defecto de forma o, incluso, la prescripción de esos delitos, para, caso de conseguirlo, proclamar a continuación que era Vd. más inocente que los gorriones.

El mismo partido que trata al Gobierno como si estuviera en manos de delicuentes trata a los supuestos delincuentes como gobernantes in pectore, sosteniendo que son inocentes y dudando incluso de los pronunciamientos de la justicia, como todavía duda (o siembra dudas) de la sentencia del 11-M. El mismo partido que exige que los demás dimitan ante la sombra de una sospecha en su rectitud es el que conserva en sus puestos y protege a los imputados... siempre sean de los suyos. La pertenencia al PP, por tanto, es un poderoso mecanismo de defensa procesal que se basa en el principio no de que se haga justicia sino de que los nuestros nunca delinquen porque, por definición, el PP "es incompatible con la corrupción" de modo que los presuntos corruptos son, en realidad, inocentes víctimas de persecuciones político-mediáticas y el partido se vuelca en su defensa, brindándoles su cerrado apoyo financiado, además, con el dinero de todos los españoles.

Lo curioso del caso es que este es el partido al que, según los sondeos hasta la fecha, se apresta a votar la mayoría de esos mismos esquilmados españoles.

(La imagen es una foto de Partido Popular de Cataluña, vía Creative Commons).

dijous, 3 de març del 2011

Enrique Curiel.

Como el ladrón en la noche, la muerte se ha llevado de golpe y con antelación a un hombre que todavía hubiera aportado mucho al acervo común por lo mucho que sabía y lo mucho que vivió. Ha truncado una existencia que, habiendo dejado atrás el arrebato y la premura de los tiempos mozos, así como los compromisos y cargas de la edad madura, se adentraba ahora en ese periodo de reflexión y meditación distanciada que es el lago interior en que navega la sabiduría.

Era mucho lo que Curiel hubiera podido trasmitir y ahora nos quedaremos sin saber. En compañía de su amiga, Pilar Brabo, cuya aventura compartió en todo, incluso en lo prematuro de su desaparición, Curiel personificó el empeño más ambicioso y quimérico del comunismo por adaptarse en forma y fondo a las exigencias políticas y morales de una sociedad democrática con aquella fórmula que se llamó Eurocomunismo y que a la larga no pudo ser. El fracaso de ambos fue su triunfo. Igual que el triunfo de la muerte es su fracaso ante nuestro recuerdo.

Que la tierra te sea leve, Enrique.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Qué es la violencia y cómo se la condena.

Siempre que ETA y su entorno dan que hablar el discurso de la izquierda abertzale viene a ser opuesto al del resto de las fuerzas políticas en España. Con motivo de la detención en enero de diez miembros de Egin y Askatasuna, igual que con la de los cuatro presuntos etarras en Bilbao, al parecer con las manos en la masa de doscientos kilos de explosivos, la izquierda abertzale critica que el Gobierno no esté a la altura de las circunstancias y no ceje en su actividad represiva, desperdiciando la ocasión del alto el fuego de ETA. Es verdad que ETA está en alto el fuego porque, si no, ya habría hecho un estropicio con tal cantidad de explosivo almacenada en una ciudad tan densamente habitada como Bilbao.

Pero del lado del Gobierno, y de todos los que leen los periódicos, se dice que el alto el fuego de ETA es unilateral, que el ministerio del Interior no está en alto el fuego y que lo que los terroristas tienen que hacer es deponer las armas y entregarse. Entre tanto, la policía sigue cumpliendo su misión de perseguir el crimen y prevenirlo siempre que sea posible. Porque así como el deseable fin de la violencia en el País Vasco no acarreará contraprestación política alguna, las treguas mucho menos.

Es de esperar que Mayor Oreja no aproveche el momento para decir que estas detenciones son detenciones trampa, cortinas de humo para ocultar las negociaciones de este pérfido gobierno con ETA. Es de esperar, pero quizá sea demasiado esperar. Dadas las circunstancias y las gentes que las viven todo lo que, por desgracia, acabará produciéndose quizá no sea más que un incómodo silencio en donde debería haber un cerrado aplauso a la tarea que llevan a cabo las fuerzas de seguridad.

Las detenciones se cruzan con el procedimiento abierto para ver si se permite o no que Sortu sea legalizado como partido. Y no ayudan a la legalización, es evidente. Ni tienen por qué. Sortu ha perdido una ocasión única de dar peso a su solicitud condenando la tenencia de explosivos. Pero los abertzales contestan que: a) ya dijeron que condenaban sin ambages la violencia de ETA; b) de hecho, aquí, no se ha producido violencia.

Está claro que el problema reside en qué se entienda por violencia. En principio es sencillo: violencia es toda fuerza hecha sobre terceros en contra de su voluntad. La violencia puede vivirse consciente o inconscientemente. Si me disparan de frente, es violencia y si por la espalda, también es violencia. La violencia pueder ser en acto o en potencia, como distinguían los escolásticos. La explosión de doscientos kilos de explosivos de golpe o en porciones es violencia como también lo es la tenencia de esos doscientos kilos siempre que exista una probabilidad superior a cero de que vayan a emplearse. Y existe. Y es bastante alta.

Hay un acuerdo generalizado en que, excepción hecha de la legítima defensa, toda violencia es condenable. La violencia de los aparatos del Estado se entiende siempre en legítima defensa de la colectividad. La condena, a su vez, puede ser de carácter abstracto o dirigirse a un caso concreto. Pero la una llama a la otra. La condena de la violencia en abstracto, como una lacra de la condición humana desde el principio de los tiempos, tiene su complemento en la condena de esta violencia concreta, aquí y ahora, la de los doscientos kilos de explosivos. Lo universal comprende lo particular, argumenta la izquierda abertzale. Cierto. Y lo particular comprende igualmente lo universal. Condenar el universal sin condenar su manifestación concreta equivale a no condenar.

Ignoro en qué medida basará el Tribunal Supremo su decisión en estas cuestiones de la condena de la violencia pero, en la medida en que lo haga, Sortu no está actuando de forma que favorezca su petición de legalización. Ellos sabrán lo que hacen pero no es lógico poner en peligro el logro del objetivo en el último tramo por una cuestión de empecinamiento. Lo que el Supremo tiene que decidir es si y en qué medida la continuidad de las personas entre Batasuna y Sortu revela continuidad de los propósitos y tal parece que la haya desde el momento en que quienes callaban antaño frente a la violencia y, por lo tanto, otorgaban, siguen haciéndolo hoy.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 2 de març del 2011

El Estado del bienestar y sus amigos.

En estos momentos de crisis aguda del capitalismo parecida a la de 1929, que tanto hizo porque naciera el Estado del bienestar, a éste le han salido amigos y defensores como si de una noble causa perdida se tratara. En el momento en que muchos entonan el requiescat por esta forma de Estado (y, de paso, acusan con fruición a los socialistas de enterrarla) la derecha y la izquierda radical o transformadora como gusta llamarse, aúnan fuerzas, cosa tampoco tan rara, en brava defensa de un Estado del bienestar a punto de zozobrar sometido a los cuatro vientos.

Estamos en período preelectoral (o sea, electoral) y Rajoy ha prometido ante un auditorio de la tercera edad en Castilla-La Mancha que él jamás congelará la pensiones. A su lado María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, partido que defiende a los trabajadores como todo el mundo sabe, no podía sino asentir, arrobada. Para que ningún mal pensado fuera a suponer que tan noble propósito, el de las pensiones era emanación de la fiebre electoral, Rajoy sostuvo ante sus oyentes que es hora de mostrar la casta del galgo y desmitificar el origen del Estado del bienestar que en absoluto se debe a la izquierda sino a los conservadores y los demócratas cristianos. Cierto que los demócratas cristianos, que en España no existen como partido parlamentario de ámbito estatal, se adaptaron muy bien a los Estados del bienestar, echando mano para ello de la doctrina social de León XIII en la Rerum Novarum, de 1892. Pero no fueron sus creadores.

Esta idea de Rajoy es falsa. No con falsedad de juzgado de guardia, como las que suelta Cospedal, pero sí manifiestamente descarada. En prácticamente todas partes el Estado del bienestar ha sido producto de la acción de la izquierda socialdemócrata con la oposición más o menos furibunda de la derecha y de la izquierda transformadora con las consiguientes excepciones. En Suecia surge en 1932,en los Acuerdos de Saltsjobaden, bajo un gobierno socialdemócrata; en los EEUU comienza en la política del New Deal en los años treinta con Franklin D. Roosevelt, un demócrata, que es el equivalente estadounidense a los socialdemócratas europeos y eso mientras los republicanos lo llamaban "comunista"; en Inglaterra se articula en el Informe Beveridge, de 1942, siendo Beveridge un socialista fabiano asesor del ministro de Trabajo, Ernest Bevin, un laborista en el Gobierno de Unión Nacional de Churchill; en Francia lo legisla el Frente Popular francés en 1936/1937 bajo un gobierno socialista con otros partidos de izquierda y el apoyo exterior del Partido Comunista; en Alemania se origina en los años 80 y 90 del siglo XIX con Bismarck, quien aplica las políticas que le recomienda el grupo de economistas alemanes de la Asociación de Política Social, Gustav Schmoller, Adolf Wagner, etc, también llamados Socialistas de cátedra.

Así que de producto de la derecha, el Estado del bienestar tiene poco o nada. Salvo que se quieran computar como Estado del bienestar los Estados paternalistas y "de obras" (públicas) del nazismo alemán y los fascismos italiano y español (al fin y al cabo el SOE y el INI son creaciones de Franco, como el Auxilio Social), pero estas son herencias que tiznan, porque les falta un elemento esencial de la doctrina del Estado del bienestar, el carácter democrático. La derecha jamás ha simpatizado con esta forma de Estado y sigue sin hacerlo. Al contrario, los ataques más temibles vienen de ella, de políticos como Reagan o Thatcher, admiradora de von Hayek, a su vez discípulo de Ludwig von Mises, abuelo del neoliberalismo actual.

El ataque al Estado del bienestar desde la derecha se ha complementado hasta hace bien poco con el procedente de la izquierda. En los años treinta, en la postguerra, en los años cincuenta y sesenta, los comunistas sostenían que los Estados del bienestar eran añagazas de la burguesía aliada a sus lacayos socialistas para emascular el movimiento obrero revolucionario; trampas y mentiras como también lo era la democracia, rechazada bajo el epíteto de burguesa. Algunos autores eran ingeniosos. Paul Sweezy, economista gringo de la Nueva Izquierda sostenía que el Welfare State era un Warfare State o Estado para la guerra. En La crisis fiscal del Estado el marxista O'Connor coincidía con los vaticinios neoliberales sobre la bancarrota del Estado. Ha sido sin embargo el Estado en todas partes quien ha evitado la bancarrota del mercado.

En la actualidad la izquierda transformadora mantiene un discurso confuso en lo referente a la democracia pero con respecto al Estado del bienestar es meridiano: el Estado del bienestar incorpora las conquistas históricas del movimiento obrero y ella se postula como su verdadera defensora frente a la claudicación y la traición de los socialistas que, como siempre, bailan el agua al capital. Así que ahora la derecha de toda la vida y la izquierda transformadora coinciden en defender un Estado del que antes abominaban.

Como diría Charlie Brown, "es bueno tener amigos".

(La primera imagen es una foto de Partido Popular de Cataluña (Jornadas 'Para Mejorar tu Vida') vía Creative Commons. La segunda, una de Victor O', bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 1 de març del 2011

En puertas de la intervención armada.

El 18 de marzo próximo se cumplirán ciento cuarenta años de la proclamación de la Comuna de París, el primer gobierno obrero del mundo, el único que reconocen en común marxistas y anarquistas. Por eso la ilustración de cabecera del mes está dedicada a la memoria de los 30.000 communards asesinados por los versalleses, que era como se llamaban entonces los nacionales. Es un cuadro de Maximilien Luce titulado "calle de París, mayo de 1871" y pintado hacia 1902-1903.

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La sibila líbica, cuya misión era revelar todo lo que estaba oculto, vive entre congojas. Libia, la tierra que le dio el nombre, está a punto de estallar. El gigante El Gadafi tenía los pies de barro y el Estado se le desmorona, los ministros le dimiten, los embajadores arrían la bandera de la representación, los policías no le obedecen y el ejército se le ha sublevado. Se apresta a librar la última batalla parapetado en Trípoli y defendido, al parecer, por tropas mercenarias. Es un mal endémico en la zona. Ya pasaba con los cartagineses en las guerras púnicas, que sus ejércitos eran extranjeros mercenarios. Aníbal, por ejemplo, llevaba, entre otros, honderos baleares y todo tipo de celtíberos.

Da la impresión de que esa figura del coronel mirando al cielo (que es por donde le vendrá el ataque) quiere recordar la de Allende en La Moneda, con su casco, su traje de civil y su fusil ametrallador. Pero no hay color; este cuate no representa nada ni a nadie, salvo a su mafia o clan familiar. Y es el momento en que dice que hay mucha gente que le ama tanto que está dispuesta a morir por él. Debe de querer decir que él está dispuesto a matarla, para que aprenda lo que es el amor, aunque más parece que el amor de los mercenarios sea el dinero

La revolución árabe, a todo esto, continúa. Pero la amenaza de fuego en la santabárbara libia hace que no se preste atención a lo que sigue sucediendo en otros países: Jordania, Bahrein, Túnez, Egipto, Argelia, Marruecos y ahora el Sáhara. La acción, no obstante, está concentrada en Libia, porque, aunque la revolución es de toda la arabia, encarna en cada momento en un país distinto y toma formas peculiares. En éste puede pasar cualquier cosa, desde el asesinato del sacrosanto líder hasta el empleo de armas químicas.

Los medios han estado tan ocupados descubriendo las vergüenzas de las componendas occidentales con el rufián de los creyentes y criticando la pasividad de las democracias y su falta de iniciativa, que no han advertido la eficacia silenciosa con la que se ha puesto en marcha la maquinaria de intervención de eso que se llama la comunidad internacional. Han sido pasos modestos, paulatinos, graduales que han preparado el terreno: se han congelado los activos extranjeros del dictador en Suiza, Reino Unido, EEUU, etc; la ONU ha iniciado la vía penal en la Corte Penal Internacional; también ha impuesto una batería de sanciones contra el tambaleante régimen; los mandatarios lo han dejado caer, hasta su amigo de Bunga Bunga, Berlusconi; los EEUU están moviendo la flota del Meiterráneo y pidiendo medidas militares, como el bloqueo del espacio aéreo libio.

El paso siguiente es un ultimátun y la intervención militar. Se requiere la motivación adecuada, la excusa, según quién opine y la ha brindado la señora Clinton ayer en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al decir que el apoyo a la transición en Libia no es solo una cuestión de ideales sino un imperativo estratégico. Eso suena a intervención que será inevitable porque con Gadafi se ha cometido un error que ya detectó Sun Tzu en 500 a. d. C., al decir que siempre conviene dejar una salida al enemigo. Gadafi sabe que, si no muere en Trípoli, no habrá para él refugio en la tierra porque hasta la China lo quiere ante la Corte Penal Internacional.