dissabte, 16 d’octubre del 2010

El incombustible.

Hace tiempo que la campana viene repicando a difuntos por Rodríguez Zapatero. Cada nuevo error, o rectificación, o tropiezo del Gobierno que preside, en lo interior o exterior se interpreta en modo de fuga en el sentido literal del término. Se lo ve en trayectoría declinante, debilitado, tocado, hundido; a saber si podrá sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE), si conseguirá acabar la legislatura; así no se puede gobernar; es mejor que convoque elecciones anticipadas y se vaya.

Pero en la Música la fuga es una composición de técnica contrapuntística y, en consecuencia, lleva por lo menos dos melodías. Una es la ya reflejada; la otra, la contraria: con cada error el Gobierno aprende; con cada rectificación, se legitima; en cada tropiezo se crece. La crisis ha golpeado con especial saña, pero el Gobierno ha respondido con rapidez y contundencia. Podrá discutirse si sus medidas son más o menos de izquierda, pero está claro que han conseguido su propósito: demostrar que España no es Grecia, ni Portugal, ni Irlanda, cosa de mucho momento a la hora de calibrar la solidez de la posición internacional del Reino.

El episodio de las primarias de Madrid, se dice, ha afectado negativamente a Zapatero al haber perdido su candidata. La contramelodía rememora que el propio Presidente aceptó estas elecciones, si a regañadientes o no es aquí irrelevante; lo esencial es que las aceptó lo que implicaba la posibilidad de que su candidata perdiera. Es decir, con lo desconfiados que somos todos, sobre todo los de izquierda, quizá le hubiera perjudicado más haber ganado.

¿Y qué hay de las valoraciones populares? En la última aparece Zapatero por debajo de Rajoy. Lo nunca visto porque, además, Rajoy sigue muy bajo. Zapatero está probablemente en el nadir de su segunda legislatura. Tanto es así que varias personalidades socialistas (Barreda, Gómez y Bono por ahora) defienden la imposición del límite de dos mandatos en la Presidencia del Gobierno. La verdad es que hay razones poderosas a favor de esta idea pero también las hay en contra, como la que recuerda que, en su segundo mandato, el Presidente es un pato cojo. Y aquí arranca la contramelodía: como la decisión no se tomará ahora, el Presidente dispone de un tiempo para probar su mano por si puede ganar las elecciones de 2012, posibilidad aciaga para el PP que sostiene que Zapatero no puede garantizar la gobernación tranquila del país ni la salida de la crisis. No vamos a examinar aquí si quizá no pueda hacerlo precisamente porque la oposición le niega su apoyo. Esos reparos tienen escaso seguimiento en el PP.

Pero lo cierto es que, de nuevo contramelodía, los PGE parecen seguros y, con ellos, el agotamiento de la legislatura. Con el temporal que hay y la valoración bajo mínimos, el capitán sigue impertérrito en el puente de mando y no parece dispuesto a hacer ni una miserable crisis de Gobierno. Cuando Sáez de Santamaría afirma que los presupuestos de segura aprobación son el testamento de Zapatero no se entiende bien qué quiere decir. ¿Por qué está mal hacer testamento con lo incierta que es la vida, sobre todo la política que hoy eres ministro y mañana te ves candidato a una consejería de la Generalitat? Es posible que quiera decir que es el acta de defunción de Zapatero. Pero a la vista está que el Zapatero difunto goza de excelente salud.

Ha tenido que aguantar una huelga general en la que, al decir de los entendidos, han perdido ambos, Gobierno y sindicatos. Pero, a la vista del carácter de la conflictividad laboral en Francia, lo de España parece una balsa de aceite, y eso estará mejor o peor, pero demuestra que el Gobierno tiene controlada la situación. Quizá no la tenga tanto en lo que toca a los empresarios cuyo talante belicoso se refleja en ese exabrupto de su todavía presidente de que para salir de la crisis sea preciso trabajar más y ganar menos. En sus empresas se trabajaba más o igual y no se cobraba nada (que es el menos absoluto) y ¿no han quebrado?

¿Y la venta de España, la sumisión a los nacionalistas, el feo que se hace a Patxi López? Lo del feo a López por pactar con el PNV es igual de feo que el que hace Coalición Canaria a su socio de gobierno en el archipiélago, el PP, al pactar los presupuestos con el PSOE. Feo por feo, cada cual se queda con el suyo. En cuanto a la venta de España, los dos socios PNV y Gobierno han pactado cumplir el Estatuto de Gernika y no en su integridad. Creo que llamar "venta de España" al cumplimiento no íntegro de una norma en vigor desde 1979 desafina algo.

Y si España no se vende, los PGE se aprueban, la legislatura no se acorta, el Gobierno contiene a los sindicatos (no sé si tanto a la patronal) después de unas reformas drásticas, y las restantes se hacen, es muy posible que a fin de año se haya alcanzado con creces la reducción prevista del déficit y España demuestre que cumple sus obligaciones con la deuda. Y esa situación supondrá un punto acelerador de la recuperación prevista (lo que ya ha llevado al FMI a lanzar cohetes, prueba incontrovertible del carácter emocional de estos técnicos) como si de tratara de un efecto dominó visto en movimiento invertido.

El Bambi resultó ser verdaderamente correoso. Incombustible. No consiguen echarlo. Como pasó con González. A estos sociatas no es posible echarlos sin más, como se hizo con Suárez. Hay que ganarles las elecciones. Y de eso se trata. A poco que le sonrían los hados Zapatero ha conseguido un año, 2011, para recuperar su maltrecha imagen, cosa relativamente fácil puesto que más bajo es muy difícil que caiga mientras que, por otro lado, con el fabuloso, tentacular, turbulento caso Gürtel revolviendo aguas cenagosas todavía lo será más que remonte la popularidad de Rajoy . Si en 2011 se inicia en serio la recuperación y ETA se disuelve mientras los cargos del PP desfilan por los tribunales, ¿en qué quedarán los 12 puntos de ventaja de este partido en intención de voto?

(La imagen es una foto de galiciaefotos, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 15 d’octubre del 2010

La flor y nata.

Doña Esperanza Aguirre, que es como doña Rita Barberá en fino, tiene en común con ésta el carácter jacarandoso, la campechanía (algo condescendiente en el caso de la dama madrileña), en definitiva el desparpajo con que ambas sueltan los dislates; compite con ella asimismo en agresividad verbal pero le da cien vueltas en mala fe y capacidad para retorcer los hechos. Por eso es presidenta mientras que la otra es alcaldesa, dicho sea sin menoscabo de la gloria municipal.

La entrevista en Los desayunos de TVE, de la que da cuenta Público, ha sido un campo magnífico para ver en directo el despliegue de las armas de la lideresa. Dice Aguirre que simpatiza con el Tea Party estadounidense porque lo único que pide es menos impuestos, menos Estado y más nación americana. Pero eso no es verdad. Pide muchas otras cosas: el cierre de las escuelas públicas, la salida de los EEUU de la ONU, el fin de la escasa sanidad pública, que no haya comunistas en la Presidencia de los EEUU y menos si son negros (es de suponer), etc. En fin, una de sus lideresas, la candidata republicana por Delaware Christina O'Donnell, ha lanzado una campaña en contra de la masturbación con el argumento de que la Biblia la prohíbe. No soy experto en la Biblia pero me parece que, al menos el Antiguo Testamento, no prohíbe ni deja de prohibir la masturbación; lo que prohíbe es el onanismo que sólo por error ha venido a entenderse como masturbación, siendo así que Onán lo que hacía era ir contra el matrimonio levítico eyaculando en tierra cuando accedía carnalmente a su mujer, que era su cuñada. En fin, allá la señora O'Donnell con cómo entiende las cosas, pero lo que es claro es que quiere abolir la masturbación. No sé con qué logomaquias puede una liberal sostener que compete a la autoridad no ya meterse en la alcoba de la gente sino hacerlo también cuando está sola, por si acaso le da por tontear con sus partes pudendas.

Añade la presidenta de la Comunidad que el Tea party en España sería el Café party. Pero eso es otro dislate como un castillo que demuestra que la señora Aguirre no sabe de lo que habla. El Tea party no se llama así porque todos los anglosajones se comporten como los británicos y consuman todos té, cual ella cree, cegada por su patriotismo de Dama de Honor del Imperio Británico. El nombre viene del Boston Tea Party de 1773, una de las primeras escaramuzas de la independencia. Por lo demás, los estadounidenses, anglos o no anglos consumen muchísimo más café que té (ya que éste lo exportaron siempre a la metrópoli), razón por la cual carece de sentido que la señora proponga que aquí se cambie de infusión en favor de la que más se consume porque, si por el consumo fuera, también en los Estados Unidos se llamaría Coffee party.

Pero lo más divertido y en donde la dama acaba de columpiarse, después de decir que la existencia del Tea party irrita a la izquierda, es que, de hecho, el Coffee party USA existe al grito de Wake Up and Stand Up y, por supuesto, es de izquierda, lo que quiere decir que deja a la gente masturbarse en paz porque cada uno/a hace con lo suyo lo que le place y no lo que plazca a la señora O'Donnell o a su acólita la señora Aguirre.

¿Y qué decir de la mala fe en su interpretación del episodio de los fascistas brazo en alto durante los abucheos con que se consagraron los momentos más solemnes del desfile patrio? Los periodistas, que son unos metomentodo y unos quisquillosos estuvieron buscando con lupa hasta encontrarlos. Pero estaban ¿no? Y que estuvieran ¿no reclama algún tipo de explicación? Dice que a ella también la abuchean pero, al margen de que se lo toma siempre por la tremenda, nunca le ha sucedido cuando está con el Rey, la Reina, la bandera, los ejércitos y todos honrando a los muertos, lo cual en principio es sacrosanto para los abucheadores.

No obstante, la presidenta de la Comunidad, la flor, aún tiene que aprender de su maestro, la nata, que sigue mundo adelante combatiendo contra la marca España, su país, al que tanto dice amar. Encizañando, que se le da de cine. Ahora ha ido a contar a los argentinos que Zapatero ha destruido la imagen de España que él forjó. Y termina con las consignas: el Estado tiene que limitarse a garantizar la ley y el Estado de derecho, o sea a garantizarse a sí mismo y hay que evitar el intervencionismo estatal. Pues no sé yo cómo van a lograr que la gente no se masturbe.

La democracia es información, comunicación, deliberación. Pero nada de eso es posible en donde una parte actúa sistemáticamente de mala fe. ¿Un ejemplo? Está por ver un solo caso en el que, abiertas diligencias judiciales contra algún cargo público del PP por presunta corrupción -y va ya una ristra-el partido no cuestione la labor de la policía, los fiscales y los jueces con una evidente mala fe que llega a enunciar la infamia del "Estado policial". Así no hay comunicación democrática que resista.

(La imagen es una foto de Erprofe, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 14 d’octubre del 2010

A la cultura le ponen los cuernos.

El mundo entero ha contemplado en suspenso esa proeza de Chile de arrancar a una muerte segura a treinta y tres hombres (cosa que muchos seguimos al minuto) en una operación que ha sido un verdadero canto a la vida. En ese mismo momento el ministerio español del Interior anuncia que transfiere las competencias en materia de corridas de toros, ese canto a la muerte (muerte segura del toro y posible del torero), al ministerio de Cultura. De este modo, se dice, se devuelve a las corridas (ellos las llaman "Fiesta Nacional", igual que el doce de octubre, ahí es nada), el trato noble que merecen: son cultura. Nada de cuestión de Interior o de Gobernación al recio estilo de Franco, sino de creatividad, que no es lo mismo.

No sé si la ministra de Cultura está al tanto de lo que se le viene encima y lo defiende por estar convencida de que, en efecto, las corridas son cultura o va de florero y nadie la consulta sobre decisiones que la conciernen, que la empitonan, por ponernos taurinos. Lo que está claro es que el ministro Rubalcaba se ha quitado de encima lo que se llama una "patata caliente", un ascua en realidad, evitándose lidiar (ya que estamos en ello) a un movimiento animalista cada vez más extendido y con mayor resonancia mediática, y que tiene mucho apoyo en su propio partido.

La decisión puede entenderse también como una especie de puñalada trapera al tripartito catalán y hasta a Cataluña en su conjunto al facilitar el camino para que el PP interponga recurso de inconstitucionalidad por la prohibición de las corridas en Cataluña decidida por el Parlament. El Parlament se ha extralimitado, se escandaliza la derecha; ha ido más allá de sus competencias. No sé cómo pueda decirse que se haya extralimitado cuando la cultura es competencia autonómica; pero por decir que no quede. Por lo demás, los catalanes, que tienen sus debilidades, podrían argumentar que, puestos a defender la cultura, ellos más que nadie: expulsan las corridas por oscurantistas pero blindan a los correbous que, como puede verse, consisten en hacer al toro portador del símbolo mismo de la cultura, la civilización y hasta la libertad: la luz. Que no sea luz sino fuego es cuestion de escasa relevancia. Lo importante es que aquí está el feliz astado catalán convertido en soporte de la luz del espíritu frente a las escabechinas de los españoles.

Cultura es la palabra. Si las corridas lo son o no. Si por "cultura" se entiende, como quieren los arqueólogos y los antropólogos, todo aquello que hace el ser humano, no hay duda de que los toros son cultura con el mismo derecho que las palanganas, los chupa-chups y las Matrioschkas. Pero nadie subvenciona las palanganas, los chupa chups o las Matrioschkas. Claro, no es ésta la cultura de que hablan los corridófilos. Es de la otra, de la cultura en sentido filosófico, del arte. La tauromaquia es un arte.

Pero esto no es verdad. Las corridas pueden ser objeto de obras de arte, pero no son arte en sí mismas, si es que esto quiere decir algo. Todas las epopeyas cantan la batalla, la guerra, pero la guerra en sí misma no es arte (el concepto de "arte de la guerra" se refiere más a la "técnica") ni cultura, sino barbarie. Aunque el arte, soberana como es, puede hacer algo sublime de lo más odioso y detestable, ese es el camino que empezó a andar el Marqués de Sade, en el que tampoco llegó muy lejos en comparación con el siglo XX. El arte contemporánea ha sacado mucho partido al Holocausto; el arte, la poesía, el pensamiento filosófico. Considérese tan sólo la kilométrica Shoah, de Claude Lanzman:



Bellísimo, sin duda. Pero el Holocausto no es cultura y, digo yo, estaremos todos de acuerdo en que hubiera sido mejor que no se hubiera producido, aunque nos perdiéramos quintales de obras de arte. Así que dejen en paz a Goya, Picasso y tutti quanti. Por lo demás, si arte ha de ser, necesita una musa y, como no la hay, no se me ocurre nada mejor que adjudicarle a Pasifae, cuya leyenda es la que origina el Minotauro. Bingo.

Todas las manifestaciones artísticas son valiosas en principio, pero ese valor es un activo que se adquiere en función de lo que se aporta a la mejora de la especie, no sólo a la material, que es la más evidente, sino a la espiritual y/o moral. Y bajo ningún punto de vista civilizado es una mejora complacerse en la contemplación del sufrimiento y la muerte de ningún ser vivo, la contemplación de ese misterio que es la esencia de la naturaleza humana. La muerte. Según nos desbastamos vamos siendo más y más pudorosos con la muerte. Ya no exhibimos los cadáveres de nuestros enemigos ni hacemos ejecuciones públicas, salvo las excepciones de todos conocidas y por todos condenadas en países considerados "atrasados" y algunas también en los países considerados "avanzados". Pero la tendencia es clara: hurtamos la presencia de la muerte de la vida cotidiana: ya casi no hay sepelios y los coches fúnebres parecen limousines para clases medias-bajas. Lo primero que se hace con un cadáver es cubrirle el rostro. La humanidad busca la negación de la muerte y todas sus religiones y filosofías llevan a ese punto, incluso aquellas que, como el cristianismo, nacen del culto a la muerte pues solo la muerte de Dios en la cruz es el vínculo que lo liga con los creyentes. No siendo eso, la tendencia general es a ocultar la muerte. El arte, sobre todo el cine, la representa con harta frecuencia; pero eso es lo que hace, representarla, simularla, fingirla. En el ruedo no está representada; está presente. No siempre la relación entre poesía/ficción y verdad es tan alegre y optimista como en la autobiografía de Goethe.

¿Qué tiene de cultura una ceremonia pública cuya esencia es contradecir el sentido de la evolución moral de la humanidad, convertir la muerte en espectáculo invocando para ello la fuerza de la tradición, cómo no, y la creatividad del arte de Cúchares?

(La primera imagen es una foto de C Manuel; la segunda, de mikedangeR; la tercera, de alexisbellido, todas bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 13 d’octubre del 2010

Los abucheos.

Andan todos muy consternados por los abucheos que la manga de fascistas en agraz y los revenidos han dedicado este año, como todos los anteriores, al presidente del Gobierno durante el desfile del día de la Hispanidad. Todos, no; la señora Aguirre defiende a los abucheadores en nombre de la libertad de expresión porque, al ser estos de las Nuevas Generaciones del PP, según se prueba en el diario Público y en el blog de Netoratón (véase la prueba en Twitter), probablemente entre los berreones y rebuznantes habrá muchos conocidos y allegados suyos: niñatos de Serrano y sus señoras mamás, Marujas y Maripuris del barrio de Salamanca, así como sus papás, próceres liberales de misa diaria y manceba, con asiento en la subvencionada CEOE. La fuerza viva de la sociedad. Ya el mero hecho de invocar la libertad de expresión supone mala conciencia porque, ¿alguien la ha atacado? Casi todos los asistentes se han limitado a decir que los abucheos son desagradables y algunos añadimos que típico trance fascista: la algarada, el tumulto, lo que organizan sus señorías de la derecha (lo de extrema sobra) en el Parlamento siempre que tienen ocasión. Decir eso no es atacar la libertad de expresión; es ejercerla, con permiso de la señora Aguirre que, si no abucheaba, no sería por falta de ganas, pues a fuer de Grande de España es muy campechana, por más que a algunos les parezca una verdulera.

El Rey y el Príncipe de Asturias han "lamentado" los abucheos aunque quizá con cierto alivio de no ser ellos por una vez los objetos de la pitada. Pero si creen que su pronunciamiento ejercerá algún tipo de influencia sobre el comportamiento del facherío de la zona nacional en virtud de su carácter de Rey y heredero es que viven en la inopia. La derecha no conoce lealtad alguna más que a sus privilegios y, si el Rey se pone en su camino, como decía un famoso diputado de la derecha durante la República cuando se invocaba el Evangelio para hacer la reforma agraria: "¡nos haremos cismáticos griegos!" Estos se harán republicanos antes que dejar de bramar contra un presidente socialista.

Por lo demás, el Gobierno, su presidente, los ministros, el PSOE, se lo tienen ganado. Según Rodríguez Zapatero, los abucheos forman "parte del guión de la Fiesta Nacional", falsedad lamentable. Si en lugar de ser él el presidente del Gobierno lo fuera uno del PP, no habría abucheos. Así que de "guión de la Fiesta Nacional", nada. Como todos sus juicios sean así de acertados lo llevamos claro. Los abucheos son parte del guión de la derecha de atacar a la izquierda siempre que se pueda, al coste que sea, en fiesta o en sepelio, sin reparar en medios, día y noche, por tierra, mar y aire.

Dice Rubalcaba a su vez que "es una pena que la extrema derecha se apropie de la Fiesta Nacional". Primero lo de la "extrema derecha" es lamentable prueba de cobardía léxica. Nuevas Generaciones son la derecha; no la extrema derecha. En segundo lugar, ¿qué quiere? ¿Convencernos a todos de que aceptemos como "Fiesta Nacional" el desfile franquista de la Victoria, al que han vestido de seda como a la mona? Están locos estos socialistas: se meten en los nidos de víboras y se quejan de que los muerdan.

La derecha no se "apropia" de la Fiesta Nacional porque la ha hecho ella. A los demócratas nos corresponde hacer otra cosa, no contemporizar con la moral de los abucheadores. "Otra cosa" significa celebrar el 12 de octubre, día de la Hispanidad como fiesta de fraternidad entre los pueblos, sin militares, sin armas, sin amenazas. Suprimir el desfile, las banderas, las oriflamas, las fanfarrias. Mientras los sociatas sean tan cobardes que no se atrevan a devolver a la gente su fiesta, secuestrada por los militares, se merecerán los abucheos de estos impresentables en ejercicio de la libertad de expresión de la señora Aguirre.

dimarts, 12 d’octubre del 2010

El día nacional: la fiesta de la Hispanidad.

Si es que no tenemos arreglo. El espíritu reformista, consensuado, sincrético de la Transición da frutos difíciles de tragar. Había que conservar la tradición franquista del desfile militar para que no se enfadaran la derecha y los "poderes fácticos", pero parecía conveniente separarlo de la vinculación a la Victoria pues la parada militar siguió llamándose "de la Victoria" cuando menos hasta 1973, según se comprueba en el vídeo más abajo. Por ello decidióse trasladarlo de fecha haciéndolo coincidir con el día de la Hispanidad, el 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar y en otras épocas, día de la Raza. De ese modo, pensaban los impulsores de este cambio, se mataba el segundo pájaro de librar al ejército del secuestro a que lo tuvo sometido el franquismo al servicio de su bandería política durante cuarenta años, devolviéndolo a una efeméride nacional, de todos los españoles. Así que aquí está la Legión, los novios de la muerte, con su proverbial gallardía, al paso de marcha legionario, a celebrar el día de la Hispanidad, reconvertido en fiesta nacional española. La Legión, ese invento de Millán Astray calcado de la Legión Extranjera francesa, compuesta por prófugos, delincuentes, desertores de otras guerras, apátridas, etc, como el Tercio de Extranjeros español.

Qué tenga que ver esto con la Hispanidad es un misterio. La Hispanidad en sí misma es un misterio, objeto de todo tipo de críticas, contracríticas y desacuerdos no solamente a ambos lados del Atlántico sino en cada uno de los países que la integran. Las diferencias de interpretación son abismales, desde quienes consideran el descubrimiento de América la puerta de entrada del mundo a la Modernidad hasta quienes dicen que, de descubrimiento, nada: el primer genocidio de la historia. La Hispanidad, el concepto del cura Zacarías de Vizcarra, recogido y ensalzado por Ramiro de Maeztu, hizo fortuna singularmente entre los falangistas ilustrados al estilo de Giménez Caballero pero no solamente entre ellos ya que, por ejemplo, es la base del gentilicio gringo de Hispanic, que se usa mucho como elegante intermedio entre el blanco y el negro. La Hispanidad, ese terrain vague en el que se libra el eterno contencioso de España consigo misma.
Es en la propia Hispanidad en donde vuelan los botellazos. Por ejemplo, no es casual que muchos países latinoamericanos celebren el desfile militar en conmemoración de su independencia de España. La Hispanidad está hecha por pueblos que se separaron de España mediante la guerra. y, unos más que otros, han mantenido relaciones difíciles con la Madre Patria. Sin embargo eso no quiere decir que no haya entre ellos conciencia de comunidad hispánica. El domingo se celebró en Nueva York el desfile del día de la Hispanidad, precisamente presidido por España y con participación de los países latinoamericanos. Pero fue un desfile civil, pacífico, festivo.
Esa es la gran diferencia. ¿A quién diablos se le ocurre celebrar el día de la Hispanidad con un desfile militar que es siempre algo amenazador, una demostración de fuerza y, encima, inútil? ¿Cómo defender una idea de la Hispanidad en tanto que comunidad de lengua y cultura mandando por delante al Tercio de Extranjeros? Si los españoles queremos constituir algo parecido a la Commonwealth o a la Francophonie, que nos queda un trecho, tendremos que mostrar algo más de tacto.
Propongo suprimir el desfile militar (ese "coñazo", al decir de un espontáneo y sincero Rajoy) de una vez por todas, el 12 de octubre o cualquier otro día y sustituirlo por una alegre fiesta y parada civil con participación de los países latinoamericanos de los que hay amplia representación en España. Eso contribuirá algo a su integración.
Por otro lado, si de lo que se trata con el desfile es de disuadir a algún potencial enemigo, bastará con enviarle un pen drive con un estado general de las fuerzas armadas con el detalle que se juzgue estratégicamente conveniente.

Actualización a las 13:00.
Suprimiendo el desfile nos ahorraríamos los abucheos que son la forma del rebuzno con que los zangolotinos de Nuevas Generaciones y sus mamás y papás del barrio de Salamanca obsequian todos los años a Zapatero, al Rey y, de paso, a esos caídos que tanto dicen honrar

(La imagen es una foto de Roberto García Fadón, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 11 d’octubre del 2010

La monarquía comunista

Bueno, ya está: el Líder Supremo o Querido Líder Kim Jong-il, Presidente de la Comisión Nacional de Defensa, Comandante Supremo del Ejército Popular de Corea y Secretario General del Partido de los Trabajadores de Corea (PTC) (partido comunista), el mandamás absoluto de Corea del Norte, parece haber decidido que su sucesor sea su tercer hijo, el jovenzuelo Kim Jong-un, de 27 años. Previamente lo ha hecho nombrar General de Ejército o sea, el máximo mando del ejército por debajo del Capitán General; también lo ha cooptado al máximo órgano de dirección del PTC. Tras este vertiginoso y sin duda merecidísimo ascenso, insisto, a los veintisiete años, el mozalbete se ha mostrado junto a su padre (quien, como se ve, siempre decide en bien del pueblo) en el día de fiesta más grande del país después del de cumpleaños del Querido Líder: el de las fuerzas armadas. Hay un elemento iconográfico camp en ese hecho. Recuerda las apariciones (y desapariciones) en la tribuna presidencial de la Plaza Roja en Moscú durante los desfiles del 1º de mayo y del aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria. Los kremlinólogos entonces y los coreanólogos ahora, interpretaban los leves movimientos de aquel poder paquidérmico y hierático escudriñándolos en busca de señales sobre las tendencias, favores y desgracias.

En este caso ya no es una tendencia sino un hecho práctico que Corea del Norte es una monarquía comunista. Alguien podría pensar que este enunciado es un oxímoron como El banquero anarquista de Pessoa. Pero igual que el banquero razona y demuestra que se puede ser banquero y anarquista (incluso, que la única forma de ser anarquista es ser banquero) sin duda los comunistas podrán demostrar que cabe la monarquía comunista y que la única forma de implantar el comunismo es a través de la monarquía. Con lo cual no se explica porqué tienen esa manía al Borbón actualmente reinante en España, cuando bastaría con convencerlo de que se afiliara al partido o, mejor, que aceptara la Secretaría General. Y él, demócrata como dice ser, seguro que lo hacía encantado una vez que hubiera visto lo bien parado que queda el monarca coreano con una prensa sumisa y unos medios que lo aclaman mientras que en esta seudodemocracia española todos y todas se creen con derecho a criticar a la Corona e, incluso, pedir su sustitución por una república, como este impertinente bloguero.

Porque de monarquía se trata se pongan sus partidarios como se pongan. La esencia de la monarquía es el carácter hereditario del poder dentro de la misma familia. Es verdad que ha habido monarquías electivas, como el Sacro Imperio pero el meollo de la monarquía es el principio dinástico, la trasmisión de la corona de padres a hijos que, en el fondo, es la trasmisión del Reino en su concepción premoderna de propiedad del Rey. Y eso es lo que sucede en Corea del Norte. Y no porque el "Príncipe de Asturias" coreano haya aparecido en el desfile, desatando especulaciones que pueden ser o no ciertas, sino porque su señor padre, el omnisciente Kim Jong-Il, a su vez, fue en su momento el heredero del suyo, abuelo del actual sucesor y fundador de la gloriosa dinastía Kim, Kim Il-sung, padre de la Patria, secretario general del PTC y creador del Estado de Corea del Sur.

En teoría el comunismo y la monarquía no son compatibles. ¿Será entonces que Corea no es comunista? Los comunistas, como suelen, están divididos: unos dicen que sí y otros que no, admirable prueba de unidad doctrinal. Quienes dicen que sí razonan que no hay que perder el tiempo en consideraciones superestructurales sino atender a la vida real de la gente y el modo de producción, la enseñanza, la sanidad, el nivel de vida, etc., etc., lo que suele invocarse para justificar la tiranía. Y apoyado en una variante simpática del pragmatismo de Mel quíades Álvarez y su teoría de la accidentalidad de las formas de gobierno. Gato blanco, gato negro; lo importante es que cace ratones. Rey o plebeyo, lo importante es que el comunismo avance. Pero esto último no suena nada convincente.

Los comunistas "negativistas", los que niegan que Corea del Norte sea un Estado comunista salen mejor parados a corto plazo, pero mucho peor a largo porque deben explicar qué sea entonces un Estado comunista. Y héteme aquí que no lo hay. Tampoco la República Popular China, aunque dice ser comunista, es comunista de verdad para los negativistas. De serlo tendrían los comunistas que explicar cómo sería compatible el comunismo con las formas más brutales de acumulación primitiva de capital con explotación salvaje de la mano de obra tanto en beneficio privado como del Estado.

A su vez, tampoco la Unión Soviética era una sociedad verdaderamente comunista. En realidad, se hundió precisamente porque no era comunista. Esto se oye y se lee, no me lo invento. He llegado a oír que, cuando se hundió, la Unión Soviética era en realidad un Estado fascista. Y si la Unión Soviética (sobre cuya naturaleza como Estado llegó a debatirse tanto como sobre la cantidad de ángeles que cabían en la cabeza de un alfiler en la Edad Media) no era un Estado comunista, ni mención merece hacerse de sus hijuelos en Europa central y oriental. En verdad unas satrapías en las que la corrupción de la metrópoli moscovita se intensificaba y adquiría colorido local. Personajes como Ceaucescu, Ladislao Gomulka o Erich Honecker eran tan comunistas en su actitud vital como el banquero de Pessoa era anarquista, pero mucho más indecentes y despóticos.

Ningún país comunista ha sido verdaderamente comunista. Entonces ¿qué es el comunismo? Una teoría que no se puede refutar ni siquiera a través de los resultados que ella misma produce es una teoría inefable, una teoría no científica según los criterios de Popper. Y eso para el comunismo es mortal porque siempre ha sostenido ser científico. Y no; resulta ser utópico: una doctrina excelsa, suma de todo bien sin mezcla de mal alguno (como la virtud en el catecismo del Padre Ripalda), siempre que no se aplique en la realidad. Cuando se hace, da lugar a unas monstruosidades de las que, como se ve, reniegan sus propios partidarios... cuando, para suerte propia, pueden hacerlo porque viven en otra parte.


El lector avisado habrá observado que queda fuera de la consideración el caso de Cuba. No merece la pena entrar en una manigua de tanta pasión y en la que los españoles suelen perderse por razones afectivas. A los efectos del post puede señalarse la variante cubana de la sucesión, que no es de padre a hijo sino de hermano mayor a hermano menor. El caso es que prevalezca la familia, célula básica de una sociedad católica como la cubana.


(La primera imagen es una foto de The Globe and Mail, uploaded on en.wiki 08:20, 30 September 2010 by Harro5 and transfered on Commons. En cuanto a la licencia, se invoca el siguiente criterio de Wikipedia: An image of historical importance as the first photograph of Kim Jong-un officially released by the Democratic People's Republic of Korea. The image was first published in Rodong Sinmun, as BBC News reported. An equivalent free version would be difficult to obtain, since Kim Jong-un makes few public appearances, and North Korea is a closed country).

(La segunda es una foto de Inmigrante a media jornada, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 10 d’octubre del 2010

La clave humana.

Es emocionante el rescate de los 33 mineros atrapados a más de seiscientos metros bajo tierra. Es un prodigio de ingeniería. Una máquina capaz de perforar a tanta profundidad hasta dar con el habitáculo en que se encuentran los 33 hombres es algo difícil de imaginar. Y mantenerlos con vida durante los más de sesenta días que llevan sepultados, enviándoles alimentos y objetos e imágenes así como recibiendo las de ellos por medio de una sonda ha sido casi un milagro y ha permitido que los más de dos meses pasen más rápidos. La tecnología es decisiva en la vida del hombre. Lo lleva a la luna y lo arranca con vida de las entrañas de la tierra, el reino de los muertos. Es Zeus que ordena a Hades que devuelva a Perséfone, secuestrada y sepultada en los infiernos, a la faz de la tierra y la presencia de su madre.

Pero lo más emocionante ha sido el factor humano. El buen ánimo de los sepultados, la solidaridad de las familias que han acampado en la explanada a la entrada de la mina, han mancomunado sus esfuerzos y han evitado vivir el drama en el aislamiento y soledad de sus hogares. Todo ello ha sido el principal impulso en las tareas de rescate. La existencia de un mundo virtual compuesto de imágenes, voces, sonidos entre las dos orillas ha sido un elemento decisivo en la conservación de la esperanza y el espíritu. He aquí una situación en que lo virtual demuestra su extraordinaria aportación a la mejora de la vida, que no todo ha de ser esa crítica tan frecuente mezclada de queja de que vivimos en un mundo virtual y perdemos la noción del contacto con el mundo verdadero. En realidad el virtual es más verdadero que el verdadero porque sin el, ¿qué sabríamos de éste? ¿Cómo imaginaríamos que estarían los hombres atrapados? ¿Qué pensarían ellos que habría pasado con los de arriba?

Es siempre la clave humana la que tiene la explicación de las cosas, pero no se recurre a ella porque se considera muy subjetiva, poco científica. Además lo humano suele ser cambiante y engañoso y no cabe acercarse a ello por medio del raciocinio sino de forma empática, cosa que se presta a todo tipo de confusiones. Pero es que la realidad es muy confusa; casi parece fantasía.

En los últimos días ha habido sus más y sus menos en el PSOE acerca del liderazgo de Rodríguez Zapatero. Ha sido una de las consecuencias de la derrota del Presidente en las primarias de OK Corral. El cuestionamiento del liderazgo del líder, procedente de algún llamado barón territorial (los de Extremadura y Castilla-La Mancha) ha tropezado con una especie de toque a rebato en el campo socialista de forma que todos han cerrado filas en torno al jefe asegurando además que es el más adecuado para sucederse a sí mismo, que es la forma más simple de sucesión que se conoce. Hasta el presidente castellano-manchego, Barreda, que insistía en la idea de limitar a dos los mandatos en la Presidencia del gobierno, acabó dando marcha atrás y reconociendo haber metido la pata, aunque en términos más comedidos. La reacción adversa, encabezada por la vicepresidenta del Gobierno para quien no hay más líder que Zapatero y ella, su sibila, dejó a Barreda tambaleante haciendo protestas de lealtad canina al lider cuyos mandatos pretendía limitar.

El aparato del partido, sus dirigentes intermedios, aquellos militantes destacados que aspiran a más altos designios tienen prisa por aclarar las condiciones del juego para plantear su estrategia. Las carreras políticas no llevan todas el mismo ritmo. Ni el tiempo es el mismo para todas. Los más jóvenes tienen prisa; los más longevos van al ralentí. Y en algún caso la clave humana, la gran olvidada, reaparece exigiendo antención.

Desde aquel Zapatero exultante que en 2004 prometía no fallar y en 2008 alcanzar el pleno empleo hasta el de hoy ha pasado la más profunda crisis del capitalismo desde la de 1929, como si fuera el carro de Moloch por el huerto. El impulsivo gobernante de la primera legislatura, referencia europea de la socialdemocracia de izquierda, se ha convertido en una figura abrumada, casi noqueada que se obstina sólo por fuerza de voluntad en mantenerse en el cuadrilátero. Se ha empeñado en domeñar una crisis que no previó, no predijo y se negó a admitir hasta que el cielo le cayó en la cabeza. Trabajar, trabaja probablemente hasta la extenuación y vive entregado a esta tarea como se delata por su apariencia taciturna y expresión ausente, pero el caso es que nadie y, menos que nadie, él sabe si tendrá éxito o no. Esperar a averiguarlo puede ser mortal para un partido que va catorce puntos por debajo en intención de voto respecto a la derecha y cuyo líder tiene un grado de desprestigio ya similar al de la oposición. Plantarse ahora puede ser peor porque se atisban signos de recuperación y, de todos modos, no hay tiempo de fabricar un líder a no ser que se repita el fenómeno de las primarias madrileñas. Es el dilema al que se enfrentan todos los jugadores: pasar o apostar.

Da la impresión de que Rodríguez Zapatero pide tiempo hasta 2011 para comunicar si se presenta o no precisamente porque está haciendo ese muy humano cálculo. Ahora las perspectivas son malas; según como sean en enero/febrero, el hombre tomará una decisión. Pedirle que haga otra cosa es pedir lo excusado, en primer lugar porque no suele hacer caso a lo que le piden y, en segundo, porque la que ha tomado seguramente es la decisión más acertada: aplazarla. Wait and see.

(La primera imagen es una foto de Globovision, bajo licencia de Creative Commons).

(La segunda es una foto de Downing Street, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 8 d’octubre del 2010

El Nobel, la ideología y el poder.

Ayer disfruté mucho viendo cómo había coincidido en mi entrada sobre Vargas Llosa con el parecer de algunos de los escritores y columnistas que más me gustan: la razón de que este Nobel haya despertado tanto entusiasmo es que el premiado es extraordinariamente popular en todas partes, muy conocido y apreciado. No es infrecuente que la Academia sueca otorgue el galardón a escritores sin duda de mucho mérito pero muy desconocidos fuera de su propio país y de algunos reducidos círculos literarios. A Vargas Llosa lo han leído multitudes de todos los países en todos los continentes.

Es un escritor best seller de altísima calidad literaria y ensayística, lo que lo hace doblemente merecedor del galardón. Los estatutos de la Fundación Nobel explican que por "literatura" no sólo entienden las "bellas letras", sino otro tipo de escritos que por su forma o estilo tengan valor literario. Esto es lo que explica que el premio de 1953 recayera sobre Winston Churchill, fundamentalmente por sus obras de historiografía, en especial, la Historia de los pueblos anglohablantes.

Bastantes de los ensayos son políticos, aunque los hay de todos los tipos, de crítica literaria, autobiográficos, de reportaje. Y por ese lado de la política viene una polémica que me parece lamentable. En algún sitio he leído, a modo de denuncia que debe de creer que se justifica en su mero enunciado, que Vargas Llosa es un anticomunista. Es sorprendente, cual si ser anticomunista fuera algo afrentoso, delictivo, pecaminoso, algo como ser pederasta o asesino, cuando se trata de una opción ideológica tan legítima como ser antifascista, anticlerical, anticapitalista o antisionista. Otra cosa es que sean pertinentes a la hora de valorar una obra literaria que es de lo que aquí se trata.

Jamás me ha parecido de recibo que la opción política de un autor sea determinante para enjuiciar el valor de su obra artística, trátese de literatura, pintura, música... Hay escritores de opciones radicales antagónicas muy buenos y muy malos. Y, por supuesto, tampoco me convence que la obra de un autor sufra un cambio de juicio de calidad en el momento en que él muda de ideología política, como pudo pasar con Dos Passos o con Koestler, Fischer, Spender, Gide o Silone, entre otros (los que escribieron El dios que fracasó), o Malraux, todos los cuales cambiaron de chaqueta pero no de pluma. Es más, llevo mi convicción a su lógica consecuencia de considerar irrelevante para la calidad literaria de una obra el hecho de que el autor haya sido o sea de extrema derecha o fascista o nazi: No veo cómo se puede negar la calidad de Céline, Jünger, Pound, Benn, etc por el hecho de que hubieran defendido alguna de esas ideologías. Como tampoco pone nadie en duda la de Brecht o Aragon por el de que fueran comunistas. ¿Qué diablos tiene que ver la calidad de La casa verde con el hecho de que su autor sea anticomunista? Con todos mis respetos, esa objeción es de una pobreza mental que da pavor. O ¿se quiere decir que si se es anticomunista no se puede escribir, que era lo que sucedía en la Unión Soviética? ¿Hay algún escritor ruso contemporáneo del comunismo y contemporizador con él superior a Solzhenitsin? ¿Sholojov? Venga ya...

Pero héteme aquí que no sólo la supuesta izquierda ataca el Nobel de Vargas Llosa por razones políticas sino que la derecha, muy parecida a la izquierda en tantas cosas, sale vociferante a defender los méritos del autor de La ciudad y los perros, como si le hiciera falta y también por razones políticas. En un blog estupendo que acabo de descubrir de José María Izquierdo en El País leo una interesante entrada titulada Nobel, y no es comunista, a través de la cual me entero de que a José María Aznar y a Esperanza Aguirre les ha faltado tiempo para arrimarse a la gloria ajena por razones bastardamente políticas. Aznar con un articulito en La Razón titulado así a lo chulapo Enhorabuena Mario y Aguirre Gil de Biedma con otro más largo en el mismo diario titulado El mejor en nuestra lengua. En ninguno de los dos se hace mención a la obra literaria de Vargas Llosa pero sí se resalta hasta la saciedad la amistad que los une, así como el vigoroso ideario liberal del premiado. Aznar silencia que su amigo rechazara en su día una oferta de cargo que él le hizo y Aguirre dice que ha hablado mucho con él pero no se le nota porque el liberalismo de ambos no es coincidente.

Eso de negar el valor del Nobel porque el autor sea anticomunista me recuerda mucho aquel episodio en que los colegas encargados de dictaminar negaron la cátedra universitaria a Georg Simmel porque era judío. Es vergonzoso. Pero no lo es menos instrumentalizar un reconocimiento literario universal a los intereses mezquinos de una bandería política. Claro que Vargas Llosa es liberal pero entre su liberalismo y el de Aznar median mundos. Aznar viene del falangismo; Vargas Llosa del comunismo. Y eso se nota. Vargas Llosa sabe de lo que habla. En cuanto a la lideresa de Madrid, que fue ministra de Cultura, su artículo es un divertido cotorreo de postín. Ninguno de los dos aventura el más mínimo juicio sobre la obra del autor, pero los dos exclaman al unísono: ¡es de los nuestros! En fin...


Y después de la ideología viene el poder que añade al dislate una porción de brutalidad e imposición. El comité delegado del Storting ha concedido el Nobel de la paz a Liu Xiaobo, disidente chino condenado por "subversión" a once años de cárcel por el régimen formalmente comunista de la República Popular China (RPCh). Este Comité (cuya composición varía) tiene a sus espaldas decisiones indiscutidas como el Nobel de la Paz a Martin Luther King o a Nelson Mandela y decisiones aberrantes como la concesión a políticos belicistas y cómplices con golpes de Estado y crímenes, como Henry Kissinger o terroristas o ex terroristas como Yasser Arafat o Menahem Begin. Alguna de estas aberraciones las ha criticado hasta el agraciado, como es el caso de Barack Obama que dice con toda razón que no se lo merece y que hay otros a los que corresponde con más razón que a él. Cierto.

Pero en este caso de Liu Xiaobo me parece que el Comité ha dado en la diana. Prueba en contrario es la furia de la reacción de las autoridades chinas que amenazan a Noruega con el empeoramiento de relaciones y hasta han llamado al embajador a exigir explicaciones. Estos exabruptos apuntan a dos tipos de asuntos muy curiosos: en primer lugar pone de manifiesto el carácter despótico del régimen chino a la par que su ignorancia. El Gobierno noruego no tiene nada que ver con la concesión del Nobel de la Paz; es el Parlamento, el Storting, y tampoco él, ya que se limita a nombrar el comité independiente que es el que toma la decisión. No sé cómo va a explicar el embajador noruego a los camaradas chinos que el gobierno de su país no controla la prensa ni los tribunales ni los comités que elige el Parlamento ni nada al extremo en que el Gobierno de la RPCh controla los mil doscientos y pico millones de chinos.

En segundo lugar, y más al fondo de la cuestión, la ira de los mandatarios chinos refleja su idea de que el modo en que las autoridades traten a sus ciudadanos no es asunto de incumbencia de nadie fuera del país, que es una cuestión interna en el marco de su soberanía y su rechazo a lo que considera injerencia en sus asuntos domésticos. En el mundo, sin embargo, en los últimos años viene ganando terreno la convicción de que, siendo los derechos fundamentales ilegislables y anteriores al Estado, no está éste legitimado para violar los de sus ciudadanos y compete a la comunidad internacional o a cualquiera de sus miembros realizar las acciones que estimen oportunas para defender esos derechos. Por eso es Garzón, pese a quien pese, un avanzado de está concepción progresista de la justicia universal.

La ira viene de que la China no puede oponerse racionalmente a este criterio y por eso insiste en que Liu Xiaobo no es un preso político o de conciencia, sino un preso común, condenado por un delito por la justicia penal. Pero todo el mundo sabe que eso es un cuento chino. Todas las dictaduras encarcelan por razones de opinión (a veces también las democracias) pero nadie lo reconoce, nadie admite tener presos políticos, sino que son todos comunes.

Precisamente esa es una de las grandezas de los presos de conciencia (aquellos encarcelados por sus opiniones, no por ejercer la violencia) que han de mantenerse en la integridad de su actitud incluso contra maniobras moralmente viles, como la de negarles la condición de preso político. Porque para que la grandeza pueda exponerse al mundo es necesario que exista. Un ser humano capaz de arrostrar la persecución, el encarcelamiento y hasta cosas peores por sus ideas frente a un aparato de poder, maquinaria burocrática, policial y militar que todo lo aplasta será siempre el símbolo de la Humanidad en su lucha por la libertad. El Nobel a Liu Xiaobo hace visible su causa a los ojos del mundo entero, ilumina de golpe las mazmorras del régimen chino, pone en evidencia su naturaleza represiva y totalitaria. Tanto que muchos comunistas occidentales aclaran que, para ellos, la China no es un Estado verdaderamente comunista. Este Nobel ha obligado asimismo a los Gobiernos occidentales a superar la vergonzosa actitud de "razón de Estado" que han adoptado hasta la fecha, esgrimiendo la golosina económica que son las posibilidades de inversión en la China, y los ha forzado a reaccionar de acuerdo con los fines que dicen profesar. Después de las amenazas chinas, Obama ha pedido la liberación del disidente y, con muchas dudas y miedos, la Unión Europea ha seguido el ejemplo, pidiendo lo mismo.

Los mandatarios chinos quieren seguir encerrados en el hermetismo y por eso todo intento de obligarlos a rendir cuentas ante los demás países les enfurece. Basta recordar la agresiva reacción que provocó la campaña internacional en favor del Tibet cuando los juegos olímpicos pequineses. Y ahora el asunto es más complicado porque no se trata de un pueblo o un territorio sino de un solo individuo y un individuo que está en la cárcel por subversión, es decir, por pedir que en China rijan los principios de los Estados occidentales en materia de Estado de derecho y respeto a los derechos fundamentales.

En resumen que el Nobel a Xiaobo es un pendant perfecto del Nobel a Vargas Llosa. Ambos defienden lo mismo; ambos a través de la palabra; pero la diferencia radical está en que el último vive en libertad y el primero está en la cárcel.

(La primera imagen es una foto de Daniele Devoti, bajo licencia de Creative Commons).

(La segunda imagen es una foto de K-ideas, bajo licencia de Creative Commons).

Es un tipo macanudo.

Alharaca nacional y no por nimio motivo. Vargas Llosa empequeñece la reciente hazaña de la Roja. La literatura como suceso mediático. Y ¡qué literatura! Depurada, elegante, apasionada, autobiográfica, costumbrista, histórica, psicológica; con todos los recursos de perspectiva, tiempos, narradores; con un estilo templado, clásico, que encierra todas las formas de expresión desde las descripciones pastorales hasta las turbulencias morales dostoievskianas. Una literatura que comprende todas las literaturas, una literatura que desborda todos los moldes tras haberlos empleado magistralmente y que es ella misma un mundo, el del autor, quien lo ha ido exponiendo a lo largo de su obra ante la atónita mirada de sus lectores con una inigualable profundidad humana y tan sin afectación, engolamiento ni endiosamiento que, sumo misterio del arte, parece fácil de hacer, con esa graciosa facilidad que desprende el siempre sutil toque del genio.

Los llamados "fenómenos mediáticos", excepción hecha de los deportivos que, como las danzas de la lluvia, tienen una función latente más importante que la manifiesta, suelen tomar pie en los estratos más oscuros y elementales de la conciencia colectiva. Por eso es magnífico que el país aclame y aplauda a un intelectual de compleja versatilidad, a un novelista en clave mayor. Conversación en La Catedral, con esa resonancia de Elliot, una novela que recrea un país, el Perú y una época, la dictadura de Odría y, con ellos, al conjunto de Hispanoamérica tiene más de setecientas páginas. Mayor al estilo de Tolstoi o, mejor, de Victor Hugo, sobre cuyos Miserables ha publicado un gran ensayo. Y lo aclama y con el país toda América Latina porque lo conoce, lo ha seguido a lo largo de sus peripecias vitales, cuando no en la realidad real, sí en la realidad poética. Esa obra increíble de La tía Julia y el escribidor narra su vivencia personal que ya era suficientemente atípica; atípica para el común de los mortales pero muy típica en él pues, tras divorciarse de su tía se casó con su prima. Qué no me digan que no hay ahí una ambigüedad remotamente incestuosa o, por lo menos, clánica. Y algo tendrá esto que ver también con las difíciles, kafkianas, relaciones de Vargas hijo con Vargas padre. Estas cosas y otras también muy personales hacen que el tipo sea muy popular en el mundo hispanohablante. Y que sea popular un hombre tan genial, tan creador, tan profundo, es un orgullo.

Porque ¿quién no ha leído algún libro de Vargas Llosa, un flaubertiano de exuberancia dumasiana o balzaquiana? Los que no lo hayan hecho probablemente se cuenten entre quienes nunca leen un libro; que los hay y son muchos. Y aun estos saben quién es el personaje porque lo han leído o lo han visto en la prensa, como autor o como noticia o en la televisión con motivo de sus muchos premios, o en el teatro también como intérprete de su propio personaje, Odiseo, tenía que ser para un culo de tan mal asiento, si no en Mérida que es lugar difícil de alcanzar, sí en la ubicua TV. Vargas Llosa debe de ser uno de los nombres más familiares de la cultura hispánica, alguien sobre el que todos los juntaletras de ambos hemisferios tenemos algo que decir, magnífico pretexto para hablar de nosotros mismos.

Recuerdo haber topado con La ciudad y los perros unos años después de su publicación, en 1968, junto con Cien años de soledad un tiempo después de haber leído Rayuela. Era el famoso boom latinoamericano que luego se convirtió en catarata, en feraz floración como si él mismo fuera un producto del universo mágico que describía. Y, al igual todo el mundo que conocía, quedé tan impresionado que imitaba servilmente el estilo en mi correspondencia, como si estuviera mesmerizado. Realmente, las Américas nos habían sorbido el seso, como las novelas de caballería a Alonso Quijano: la del Norte, primero con la generación perdida y luego con los beat que fue la que nos echó a la carretera y la del Sur con el famoso boom. Pero La ciudad y los perros era más que el boom, pertenecía a la realidad en su forma más cruda, un internado militar que evocaba el duro mundo de los Gymnasien alemanes que muchos teníamos en algún lugar de la memoria colectiva familiar y así estaba en una corriente mucho más amplia, la de los Bildungsromane, como "los años de aprendizaje del Joven Törless", por ejemplo, algo que impresiona mucho cuando se está cercano a la edad de los personajes porque es el amanecer de la vida, allí en donde te formas como persona, algo por lo que todos pasamos y razón por la cual viene bien tener un ejemplo a mano.

Dice al parecer el premiado que espera que le hayan dado el Nobel por su obra antes que por sus opiniones políticas. Lo cual demuestra que el hombre es verdaderamente macanudo porque las opiniones políticas que profesa, el neoliberalismo, normalmente se manifiestan de forma muy arrogante. Que no es su caso, primero porque es un neoliberalismo moderado y matizado con una sensibilidad de artista preocupado por las injusticias sociales de todo tipo; segundo porque, aunque él realmente creyera lo que dice y no lo dijera sólo por modestia, sus opiniones son determinantes de su obra, de toda su obra. ¿Qué diantres es La guerra del fin del mundo sino una profunda reflexión filosófica sobre la irracionalidad del comportamiento humano? Una trova. ¿O La fiesta del chivo, la recreación de una sociedad y unas relaciones humanas durante la dictadura de Trujillo y después de su asesinato con un entrelazamiento literario que implica una reflexión sobre todo, sobre la dictadura y sobre el tiranicidio y sus consecuencias?

Esto de las opiniones políticas de Vargas Llosa tiene varias facetas. La que más escuece a la izquierda radical es la crítica feroz del novelista a Cuba y Venezuela. Me parece, sin embargo, una crítica muy sensata y realista y estos países harían bien en prestarle oídos en lugar de rechazarla de plano por ser reaccionaria, proimperialista, antirrevolucionaria, etc. Las otras ideas políticas de Vargas Llosa, el neoliberalismo moderado, presidido por una concepción moral de la acción política, tienen el valor añadido de que el tipo ha descendido a la arena política, a pelearlas en el orden práctico, en aplicación de la undécima Tesis sobre Feuerbach, de Marx. ¿No había comenzado el joven Mario militando en el Partido Comunista? No es lo mismo exponer la propia doctrina política en tertulias y papeles, que es lo que suelen hacer los intelectuales, que batirse el cobre en unas elecciones y nuestro hombre se presentó candidato a la presidencia del Perú en 1990 por un partido del centro-derecha. El hecho de que lo venciera en la pugna Alberto Fujimori, presentado con el lema populista de un político que iba acabar con la política (como las guerras dicen querer acabar con las guerras), es una especie de alegoría del sentido de la época. Vargas Llosa se convirtió en el principal crítico de Fujimori y, unos años después, se nacionalizó español. Hoy es Nobel de literatura y Fujimori está en la cárcel. Nada más. Si acaso una reflexión sobre los caprichos del destino: hubiera sido elegido y quizá no hubiera conseguido el Nobel.

Los opiniones políticas de Vargas Llosa son una versión conservadora del humanismo clásico revestido de liberalismo. La versión extrema de ese neoliberalismo es la que profesa su hijo, Álvaro Vargas Llosa, coautor de un bodrio llamado Manual del perfecto idiota latinoamericano al que su bondadoso padre puso un prólogo que demuestra cómo hasta los genios faltan al viejo adagio de si se es más amigo de Platón que de la verdad. Porque Mario Vargas no puede ignorar la pobreza intelectual del manualito, especie de sarta de vulgaridades sobre la teoría y la práctica de la izquierda, psicosociología barata a modo de libro de autoayuda. Pero el prologuista es padre, al fin y al cabo y, con la mejor voluntad del mundo, ayuda a su retoño a perderse sólo en una lucha estúpida por los principios incapaz de comprender, como Pantaleón en lo más profundo de la Amazonia, que a veces haya que traicionarlos para ser consecuente con ellos. Eso es lo que lo convierte en macanudo.

Dicho sea sin contar con que, opiniones o no opiniones, se ha metido en los avisperos contemporáneos más agitados, sin cejar en sus ideas, recientemente en Palestina y en el Congo, a donde ha ido en busca del Corazón de las tinieblas, como Coppola en el cine y, según parece, su última novela, a punto de salir, es una consecuencia de esa especie de fascinación por el mal que late en el conjunto de la experiencia. Un hombre que investiga en el mundo que lo rodea, que trata de comprender los grandes conflictos humanos en todas latitudes y culturas con independencia de sus idiosincrasias porque, como buen liberal, cree en el carácter racional y universal de los principios morales del individualismo, un hombre así es macanudo.

Y ¡qué contento se ha puesto con el premio! Lo confiesa con una ingenuidad que desarma. Todos sabemos que el Nobel de Literatura está lleno de historias dramáticas, como el hecho de que nunca se lo dieran a Borges, candidato sempiterno, o emocionantes, como el de que Jean-Paul Sartre lo rechazara, algo que nadie más ha hecho, ni siquiera Harold Pinter quien, sin embargo, pronunció un alegato incendiario contra el orden social del que el Nobel es pieza importante de legitimación. Amenazaba la de que Vargas Llosa seguiría los pasos de Borges; al fin y al cabo ya lo había obtenido su alter ego antagonista, García Márquez. Dárselo ha sido la reparación de una injusticia histórica porque Vargas Llosa y García Márquez no tienen nada que ver, como no tienen nada que ver en sus opiniones políticas. Y aun coincidiendo con ellas, tengo la impresión de que las de García Márquez son menos genuinas que las de Vargas Llosa.

dijous, 7 d’octubre del 2010

Apostillas a lo que se oye y ve por ahí.

En su ardorosa y documentada defensa de las corridas de toros el senador Pío García Escudero dice que si él fuera toro preferiría morir en el ruedo a acabar en la oscuridad de un matadero tras una vida aperreada de pueblo en pueblo. Vamos que el toro es como el negro de Nicolás Guillén que pedía su pan "de puerta en puerta". Si don Pío fuera toro no podría preferir nada porque habría otro don Pío prefiriendo por él y en su nombre.


Diz el mismo senador que al final Picasso quería ser toro; es posible. Cierto que se veía como el Minotauro. Pero el Minotauro no es un toro sino la imagen de alguien que piensa como un toro y embiste como un hombre.


La próxima visita de SS. Benedicto XVI a esta tierra liberada de sarracenos será un negocio espiritual y económico, promete monseñor Martínez Camino, ese clérigo tan atildado. ¡Quién iba a decir a Cristo que lo refutarían sus propios seguidores y que sí, que se puede servir a Dios y a Mamón al mismo tiempo!


Para que haya postzapaterismo es preciso que haya habido zapaterismo, cosa que no consta, al menos con la densa machaconería que se dio al felipismo.


Seis meses de cárcel por atar a su perro al coche y arrastrarlo durante 700 metros. Bien, muy bien. Y ¿qué condena recaerá sobre los que alancean toros, los matan a golpes, los abrasan o los rematan tras una lucida faena, probablemente porque han nacido para el luto y el dolor? ¿Sobre los que precipitan cabras al vacío?


España ha vivido por encima de sus necesidades, según el gobernador del Banco de España. Ahora le toca vivir por debajo, en justa penitencia. Y ¿quién determina las necesidades justas? Eso es algo tan quimérico como el precio justo o la guerra justa.


Además, el Banco de España, ¿es de España?


La SGAE hackeada a lo grande. Aquí se juega algo muy importante: el derecho de propiedad privada. Uno puede poner un aviso de Prohibida la entrada en un terreno, un bosque, un prado, un local, pero no puede ponerlo al comienzo de una sinfonía o una novela. Algo está mal. ¿No?


El Gobierno teme que Venezuela se convierta en una base de etarras, como lo fue Francia en su día. Pero ¿no era Venezuela el lugar al que otro gobierno español de Felipe González mandaba los etarras a puñados a raíz, creo, de las conversaciones de Argel? Los venezolanos deben de alucinar ante la volubilidad hispana.


Michelle Obama no es la mujer más poderosa del mundo sino la esposa del hombre más poderoso del mundo, que no es lo mismo.


El Fondo Monetario internacional quiere un "plan B" del Gobierno español, por si falla la reducción del déficit, lo que es la vía más segura para que la reducción del déficit falle.


El Danubio bajaba azul para los enamorados...

...ahora, si Dios, que es todo amor, no lo impide, bajará rojo.


(La primera imagen es un grabado de la Tauromaquia de Goya, "Juanito Apiñani en la plaza de Madrid", que está en el dominio público.)

(La segunda imagen es una foto de LuChOedu, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 6 d’octubre del 2010

Rastacuero.

Suele pasarnos en España que han de venir de fuera a decirnos lo que tenemos en casa; en lo bueno y en lo malo. El reportaje de Foreign Policy, Bad Exes, dice que el ex presidente Aznar es uno de los cinco peores ex presidentes del mundo, que ya tiene pecado; un mundo lleno de Blairs. Lo de menos es en función de qué parámetros ha llegado a esta conclusión porque, sean los que sean, Aznar sin duda se lleva la palma. Estoy, además, seguro de que encabeza el pelotón compuesto por Schröder, Obasanjo, Estrada y Shinawatra. La revista cita alguna de las más sonadas declaraciones de un hombre al que, dice, caracteriza su "retórica extremista", como cuando niega de plano que el calentamiento global sea cierto, exige que los árabes pidan perdón por la invasión de la Península Ibérica en el siglo VIII, reclama su derecho a beber al volante o descalifica a Barack Obama.

Pero no debe de ser lo extemporáneo de tales declaraciones el motivo de la mala nota. Hay ejemplos mucho peores, como el del ex presidente Bush hijo, cuyas disparatas salidas de pata de banco son legendarias en su país. Es algo más, es ese espíritu altanero y agresivo de que siempre van revestidas. Aznar no abre la boca sino es contra algo o contra alguien, generalmente lo mismo y los mismos: todo lo que huela a multiculturalidad, progresismo, ecologismo y socialdemocracia; todo lo que provenga de Zapatero, a quien ya juzga peor que Felipe González, dando por supuesto contra toda evidencia que éste fuera malo.

Y es también el hecho de que muchas de estas declaraciones en contra de Zapatero y su gobierno las hace en el extranjero, en donde suenan como declaraciones en contra de España. Pocas cosas están tan claras como que en democracia la política exterior debe estar por encima de los partidos.Y quien no lo respete, sobre todo si es personalidad relevante, sentará plaza de desleal y felón. Esto de la lealtad a la Patria, que la derecha invoca sin parar es, sin embargo, su punto débil porque su concepción patrimonial de la Nación, le hace pensar que ésta se desintegra si no la gobierna ella, la derecha.

Si la citada revista hubiera enviado un reportero a la intervención de Aznar en un foro organizado por el diario La Razón, tendría materia para una crónica amplia. El ex presidente, en presencia de Rajoy, De Cospedal, Sáez de Santamaría y Gallardón entre otros, ha desplegado su panoplia catastrofista, en perfecta ignorancia de su propia actitud. Dice que el Gobierno pone en duda la Transición y hasta la Constitución de 1978; él, que escribió un libro en 1994 (ideario para ganar las elecciones de 1996) titulado La segunda transición y que, en sus años más mozos de falangista independiente, rechazaba la Constitución que ahora idolatra porque amparaba una organización autonómica que él consideraba una "charlotada intolerable".

La artimaña de que se vale el Gobierno para tan monstruoso fin es la Ley de la Memoria Histórica que, según Aznar, es un dislate perpetrado con el "pretexto" de juzgar el franquismo. En román paladino: el franquismo está más allá de todo juicio. No hacía falta decirlo. Emitir un juicio sobre el periodo más sangriento y vergonzoso de la historia de España es dividir a los españoles. ¿Cómo va a decir verdad alguna hoy un hombre que quiere consagrar la mentira con el manto de la Historia?

Los ataques al Gobierno español por su carácter antinacional, que la derecha resume en la expresión del "pacto del Tinell", la conjura para el desmantelamiento de España, se hacen sobre el trasfondo de aquella primera legislatura de Aznar sin mayoría absoluta en el Congreso y en la que éste compró literalmente su investidura a los nacionalistas catalanes y vascos a un precio tan alto que hizo exclamar a Arzallus que habían conseguido más con Aznar en días que con González en años. La derecha pasa del "antes roja que rota" al "antes rota que roja" con la facilidad con que se derrite el hielo al sol.

Convoca de nuevo el líder mesiánico a los españoles a un gran "proyecto nacional" de recuperación, regeneración y reformas. Lo señalado de esta retórica bombástica de "proyectos nacionales" es que ahorra entrar en detalles molestos acerca de las medidas prácticas que se arbitrarán. Qué, quién, cómo y cuánto. Detalles que Rajoy se ha negado sistemáticamente a dar, sugiriendo la idea de que es el hombre que sacará el país del (supuesto) atolladero en virtud de una fórmula tan secreta como la de la Coca-cola.

Termina Aznar su última andanada con un aparente neologismo que sólo muestra que el hombre habla por hablar, empleando términos de grato sonido y nulo significado por ignorar el que normalmente tienen. Dice el héroe de las Azores que el Gobierno español es "transformista", como queriendo contraponerlo al hipotético de Rajoy, que sería "reformista". Pero "transformista" en este contexto carece de sentido ya que los suyos son el de una parte de la teoría evolucionista y el del carácter del Estado italiano entre la instauración monárquica y la llegada de Benito Mussolini; a no ser que se refiera al "transformismo" en el fútbol, que consiste en jugar para dos selecciones nacionales distintas.

Cosa la última nada de extrañar pues el presidente del Gobierno cree (o creía) que el de Nación es un concepto discutido y discutible. Algo que el ex presidente considera abominable puesto que la existencia de la nación española es incontrovertible. Él, por ejemplo, trabaja para ella como asesor de Murdoch, en cuyos medios se ataca a España de modo permanente.

Bien es verdad que se trata de la España socialista. O sea, la anti-España.

(La imagen es una foto de Thundershead, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 5 d’octubre del 2010

Las elecciones lo arreglan todo.

Finalmente el señor Díaz Ferrán, ese que encontraba cojonuda a la señora Aguirre (calificativo que nadie ha sugerido se refiera al atractivo físico de la dama, faltaría más, sino a sus dones morales y dotes políticas) se ve obligado a resignar el cargo convocando unas elecciones para ello. Es como si se tratara de una insurrección de las bases de la patronal aunque parezca un contrasentido. Como una sublevación del parlamento frente al monarca absoluto.

La patronal tiene veintiún vicepresidentes a todos los cuales les parece un despilfarro que el Gobierno de España tenga tres. Y una parte apreciable de ellos ha dicho a Díaz Ferrán en el curso de un almuerzo, en donde los jefes deliberan y deciden, que debe pedir el finiquito. Que lo han despedido, vamos. No habrá sido necesario explicarle las razones que están en el ánimo del país entero: ¿cómo puede un empresario que ha organizado una catástrofe en sus empresas, dejando tras él un reguero de damnificados, nóminas por cobrar, dineros de la seguridad social por ingresar, cómo puede representar a los demás empresarios?

Unas elecciones convocadas a tiempo resolverán tan enojosa situación, porque las elecciones todo lo legitiman en función de la regla de la mayoría y de la soberanía popular, que no son idénticas, aunque muchos crean que sí, pero se aproximan. Principio esencial de la época: ¿hay un problema en la candidatura del PSOE a las próximas elecciones autonómicas? Se soluciona con unas elecciones primarias. ¿Hay un problema en la continuidad de Díaz Ferrán al frente de la CEOE? Con unas elecciones internas se soluciona.

Pero precisamente por su fuerza legitimatoria, las elecciones son fuente de problemas, de otros problemas inesperados. Las primarias de Madrid, que se han contagiado a algunos municipios de la provincia, tienen gran fuerza expansiva en el seno del partido, lo que puede provocar su transformación. Si para hacer carrera política el militante ya no puede confiar en el dedo ungidor del aparato sino que tiene que ir a primarias, el partido va a cambiar mucho.

Las elecciones de la CEOE son las primeras en las que no hay un "tapado", un candidato de consenso; lo cual abre la vía a sorpresas, por ejemplo, la de que se presente Joan Rosell, presidente de Foment del Treball Nacional, la patronal catalana que en la meseta se hace llamar Fomento del Trabajo. Es posible que de ésta también cambie la actitud de la CEOE que últimamente estaba convertida en una especie de gabinete económico del PP. Cuesta pensar que Rosell encuentre cojonuda a la señora Aguirre.

Pero también puede volver a presentarse Díaz Ferrán quien contará con su clientela y, político como es, dirá que estas elecciones son un voto de confianza. En el caso, para mí incomprensible, de que lo ganara, no habría cambio de la CEOE, cosa tampoco tan extravagante dado que, por diversas razones, a los empresarios les va de cine con la crisis actual y las medidas que se toman para acabar con ella.

Realmente, las elecciones ¿lo legitiman todo? Da la impresión de que la respuesta del señor Camps sería un estentóreo ¡sí! Y a probar este punto de vista se encamina el Molt Honorable habiéndose ya proclamado unilateralmente candidato a la Presidencia de la Generalitat valenciana. Pero ese ¡sí! parece el de un enajenado. No hay elección por apabullante que sea su resultado que legitime un comportamiento delictivo condenado por los tribunales. Las elecciones no son eximentes de la responsabilidad penal, pero la responsabilidad penal sí es incompatible con cualquier cargo de representación de la colectividad porque es en el nombre de ésta en el que se condena un delito. Pudiera ser el caso del señor Camps ya que si te acusan hay más probabilidades de que te condenen que si no te acusan. Y pues tal pudiera ser el caso, ¿cómo puede el señor Camps pensar siquiera en presentarse a un cargo electo?

Esta idea de que las elecciones lo legitiman (casi) todo está muy extendida en la sociedad. El PP la aplica a rajatabla pues no hay constancia de que, habiendo perdido una elecciones, no esté al cabo de dos meses reclamando elecciones anticipadas. Para legitimar, siempre para legitimar.

(La imagen es una foto de mermadon 1967, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 4 d’octubre del 2010

El corredor de fondo.

¡Qué gran acierto el de los sociatas madrileños con sus primarias! Es incomprensible que siga habiendo gente en contra, especialmente en el PSOE. Si lo que quiero es ganar unas elecciones, que son como las carreras, será avisado proponer al que ya ha ganado algunas... y darle un espaldarazo haciéndole ganar otras. De forma que Esperanza Aguirre, triunfadora incuestionada, se enfrenta ahora a un ganador también incuestionado, un corredor de fondo que ha ganado siempre que se ha presentado. Precisamente por eso lo propuso como Secretario General del PSM el mismo que luego, en una especie de iluminación repentina, como la de Saulo camino de Damasco, quiso que se retirara. Será pues un duelo de triunfadores.

La alternativa, la victoria de Trinidad Jiménez, hubiera puesto frente a Aguirre a una triunfadora asimismo, pero que sólo había ganado esa elección y sin poder quitarse de encima el juicio de que lo hizo por ser la protegida del mando. Y aunque en un principio también en el PP pensaron que Jiménez era un peligro, parece que, al final, el entorno de Aguirre intuyó que el peligro real no era la paracaidista sino el corredor de fondo que, además, se conoce la Comunidad Autónoma porque se la ha trabajado.

Unas primarias limpias, bastante correctas, hasta elegantes en ocasiones y que han terminado con un espectáculo de unidad, todos juntos tras el ganador, al estilo Partido Demócrata de los Estados Unidos. Hasta parecía un poco almibarado para la rancia pelambre hispánica. Pero ese espectáculo ha hecho más por el PSM-PSOE que todos los afanes de Gómez durante estos tres años de paciente y discreta labor tratando de recomponer un partido que semejaba un campo de batalla. La abstención ha sido la habitual en las elecciones generales pero unos diez puntos inferior a la media de las elecciones autonómicas. Prueba de que había interés y de que el PSM ha encontrado un líder. Para eso sirven las primarias.

Aprovecho para sostener mi propuesta de que las primarias, además, sean abiertas, esto es, que pueda votar en ellas el electorado en general. Precisamente el juicio antagónico que había en el PP acerca de cuál de los dos era el candidato más peligroso demuestra la inconsistencia del argumento contra las primarias abiertas que avisa del peligro de que voten también los electores de otro partido y lo hagan a favor del peor candidato... para el PSOE. Es obvio, los electores del PP tienen tanta idea acerca de cuál sea el peor candidato del PSOE como los electores de éste acerca de cuál sea el mejor. Con las primarias abiertas seguramente el resultado hubiera sido más contundente a favor de Gómez. Por una sencilla razón, porque el Gobierno tiene sometida a su control una proporción de madrileños muy inferior a la de socialistas.

Porque aquí hay un elemento esencial de estas primarias que, negado una y otra vez, ha sido evidente en todo el proceso: Trinidad Jiménez era la candidata de La Moncloa y, en consecuencia, de la dirección federal y el aparato del partido. Se le añadieron públicamente personalidades relevantes, ministros, trajo en tándem a otro miembro del Gobierno para la alcaldía, como si fuera un ticket yanqui. Era también la candidata de la prensa progresista. El País la apoyó con alguna encuesta que, en cierto modo, venía a corroborar el mítico sondeo que esgrimía La Moncloa para pedir la retirada de Gómez. No es de extrañar, Jiménez da el tipo de El País, de dama bien aisée que gusta mucho en Prisa. Gómez, no; tiene el origen proletario demasiado cerca. Público andaba con el alma dividida: oficialmente estaba por Jiménez, pero la redacción respiraba más por Gómez, que parece más de izquierda.

Y luego está, la contumaz injerencia de La Moncloa en las elecciones madrileñas. Porque una cosa es que la dirección nacional del partido proponga los candidatos y otra que los imponga. Me extraña que ningún socialista, henchido de patriotismo de partido, haya comparado estas primarias con un nuevo dos de mayo. Los madrileños se sublevan contra el invasor. Esa figura de rebeldía ha favorecido mucho a Gómez y reviste al PSM de una legitimidad impensada. Los electores madrileños (y no sólo los militantes socialistas) gustan de tener un presidente/a que se las tenga tiesas al jefe de su partido porque Madrid es rompeolas de las Españas. De ahí viene parte de la simpatía que despierta Aguirre. De ahí viene también, y con más razón porque su rebeldía es más clara, la que despierta Gómez.

Las interpretaciones del resultado ya están siendo muy simpáticas. El titular de El País, un monumento al disimulo: Gómez gana a Zapatero en Madrid. A Zapatero y al grupo Prisa, aunque ahora quiera olvidarlo. Más incluso al grupo Prisa porque Zapatero, al admitir las primarias, se limitó a señalar que Jiménez era su candidata y se hizo a un lado. El grupo Prisa, en cambio, se empleó a fondo a su favor.

En realidad ese argumento de que, ganando Gómez, pierde Zapatero, que se oye mucho, no parece muy sólido. ¿Por qué va a perder Zapatero? Sólo en un sentido técnico. Desde el momento en que aceptó las primarias, el Presidente tenía que descontar la posibilidad de que su candidata las perdiera. Las elecciones son como las batallas: se sabe cómo se entra en ellas, pero no cómo se sale. Pero perder una batalla no es perder la guerra sobre todo si, además, se pierde por candidata interpuesta.

Más perdería, en el fondo, si su partido en Madrid dejara caer a su Secretario General para seguir mansamente la voluntad del jefe máximo, porque mostraría que eso no es un partido sino un rebaño. ¿O quiere decirse que pierde Zapatero porque en Gómez se perfila ya un rival a la presidencia del Gobierno? Para eso tiene éste que ganar las próximas autonómicas pero precisamente por esa posibilidad, Gómez subirá en intención de voto de los madrileños a quienes gustará ver a uno de los suyos en tan alta magistratura; además, su presidente. Pero, aunque esto fuera así, Zapatero no tiene nada que perder ya que, si decide presentarse de nuevo al cargo, que aún no se sabe, Gómez no se lo discutirá. Él mismo se ha encargado de decir que es "zapaterista", como demuestra oponiéndose a una decisión de Zapatero. En el fondo es un gesto para probar que una cosa es la lealtad (al fin y al cabo, fue Zapatero quien lo propuso en primer lugar) y otra el servilismo.

Las primarias socialistas han dado la señal de partida en la carrera a la Comunidad de Madrid y Gómez que, como buen corredor de fondo, venía trotando desde el principio hace tres años, llega ahora en buena condición para lanzar el sprint final. Es mucho más conocido que antes y no hay excusa para que no se pida su parecer cada vez que la Presidenta tome alguna decisión, con lo que estará en los medios no tanto tiempo pero sí tantas veces como ella. Porque ya es oficiosamente el candidato del PSOE a la Comunidad, aunque aún no lo haya proclamado así el órgano correspondiente.

Pues nada: enhorabuena a Tomás Gómez y a los gomecistas que ahora, supongo, serán todos, incluido Pedro Castro.

(La imagen es una foto de Secretario General del PSM-PSOE, bajo licencia de Creative Commons).