dijous, 9 de juliol del 2009

La movida pictórica.

En el Reina Sofía sigue abierta esta interesante exposición de la pintura madrileña de los años setenta del siglo pasado agrupada bajo esa denominación de los esquizos que les pusieron sus colegas catalanes, fieles seguidores del abstracto de entonces mientras que los madrileños mostraban un alma más dividida y daban entrada a un nuevo figurativismo que ha resultado muy creativo, al menos a mi modesto parecer. La exposición contiene obra de Carlos Alcolea, Chema Cobo, Luis Gordillo, Carlos Franco, Sigfrido Martín Begué, Herminio Molero, Guillermo Pérez Villalta, Rafael Pérez Mínguez o Manolo Quejido. Los comisarios han incluido algunas referencias pictóricas (Dali, Duchamp, Chirico, Hockney, Gordillo) y literarias (sobre todo obras de Deleuze, Marcuse, los situacionistas, etc) para contextualizar la obra del grupo y ayudar a su comprensión. Y eso es lo primero que me llamó la atención: que se necesiten medios externos para acceder al sentido de un arte como el de aquellos años que para mí formaba y forma parte del espíritu de la época de modo necesario, lógico, incuestionado. Se pintaba así, como se escribía, se hacía cine o se cantaba también "así". Aunque retrospectivamente pueda parecer que "los setenta" lleven en sí la sombra ominosa de la dictadura y, en consecuencia, las nuevas generaciones precisen de algún tipo de apoyo de comprensión, la verdad es que aquellos años, tanto los inmediatamente anteriores a la muerte del dictador como los posteriores fueron una explosión de libertad de hecho.

En algún lugar de la exposición, en los textos y testimonios, uno de los autores lo dice con una fórmula que me ha parecido rotunda, clarísima y muy justa: algo así como que, aunque seguía habiendo dictadura, ellos habían decidido proceder ignorándola, como si no existiera. Que es lo que hicimos todos. Era una dictadura zombie. Las apariciones de aquel anciano tembloroso, medio babeante, con timbre de gozne herrumbroso y con la cabeza en la posguerra, si despertaban alguna atención era para mover a risa. Salvo en lo que hacía a la represión puramente político-social y, en especial, los temas de la violencia (ETA, FRAP) nadie daba un ochavo por la dictadura y los primeros que admitían su propia ilegitimidad eran quienes la servían desde todos los puestos de mando de la sociedad.

Muchas veces se ha dicho y forma parte del debate de la época si la cultura política de los españoles en general en aquellos años no era ya democrática y hay opiniones en varios sentidos. Pero lo cierto es que la transición no hubiera sido posible si, en efecto, no reinara en España una cultura política básicamente democrática. Y eso en cuanto a la gente digamos normal. Los otros, los intelectuales, los artistas, la élite, los creadores hacía años que habían superado las barreras miopes de la censura y se habían incorporado a las corrientes del mundo. Y en ningún sitio es esto tan patente como en la obra de estos artistas, cosa que puede apreciarse en la exposición. Hay obra de Alcolea con influencia de Bacon y buena parte de la pintura del fabuloso Pérez Villalta recuerda el triunfo de la escuela de Nueva York.

En realidad este grupo de creadores, cuya conciencia de unidad fue siempre tenue y no más intensa que la de reconocer que coincidían en el tiempo y en el espacio, actúa desde los presupuestos de la libertad de creación y la crítica de lo existente. El sincretismo de sus fuentes y la flebilidad y falta de normatividad de sus estilos hablan de una concepción del arte como actividad de indagación y expresión sin cánones ni peajes.

Y la selección del material está muy bien hecha pues recoge desde reinterpretaciones de la pintura clásica, con referencias al Renacimiento o los primitivos flamencos hasta la febril promiscuidad del pop. La mezcla con variados elementos gráficos y narrativos tiene la función que se señalaba más arriba y siempre satisface curiosidades morbosas sobre lo que los creadores reflejan en línea menor.

La creatividad de los esquizos, su imaginación, su sentido fuertemente narrativo de los contenidos pictóricos, su absorción de los impulsos de la época son manifiestos. Como también lo es, aunque no ha visto que se mencione cuando se trata de esta escuela, que es un arte rotundo y alegre, al que se le ve onda expansiva, felicidad de estar vivo, ver el mundo e interpretarlo. La exposición está concebida como si esquizos fuesen los antecedentes de la Movida. Pero es que los esquizos eran la Movida.

dimecres, 8 de juliol del 2009

Honduras y la izquierda.

Como no quiero que se me encrespen mis contradictores, esos que ven proclividades fascistas en toda crítica que se haga a lo que el pensamiento único de la endeble izquierda de hoy considera admisible, me abstendré de calificar como propio de república bananera lo que ha pasado y está pasando en Honduras. El golpe de Estado de unos milicos trogloditas que secuestran al presidente legítimo, luego de que éste intentara una maniobra que la Corte Suprema y el parlamento no le autorizaron, y lo mandan en pijama a un país vecino; la inútil respuesta del organismo multilateral Organización de Estados Americanos (OEA) de expulsar a Honduras de su seno a pesar de que, en el pasado jamás excluyó a ningún otro Estado (excepción hecha de Cuba) por ilegítimo, tiránico, despótico y sangriento que fuera su Gobierno con lo que el valor de su acción viene a ser cero; el grandielocuente compromiso posterior de varios presidentes latinoamericanos que, como en la conjura de los bátavos o la de los horacios y los curiáceos, prometen acompañar al dignatario depuesto en su retorno al país pero, al final lo dejan solo, montado en su avión y sin poder aterrizar; el inevitable cura, el cardenal Óscar Rodríguez, que interfiere en el contencioso para ponerse del lado de los golpistas y aconsejar al presidente que no regrese para evitar un "baño de sangre", lo que no se sabe si es una amenaza o un aviso; la intervención de los no menos inevitables Estados Unidos que han pasado de ser los instigadores de todos los golpes en la región a ser lo que los paran y a quienes ha recurrido el presidente depuesto en busca de respaldo; por último, la organización de una mesa de mediación a cargo de Óscar Arias, presidente de Costa Rica en la que se espera encontrar una solución negociada a base de poner en contacto a los dos rivales, el presidente legítimo y el usurpador a hablar acerca de algo en que ninguno de los dos admite negociación posible. Todo ello dibuja un proceso social caótico, abrupto, lleno de personalismos y, de no ser por la tragedia que siempre se da allí donde la sinrazón de la fuerza produce víctimas, un poco como de caricatura.

Pero negociación habrá y, por lo que parece, destilan las cancillerías e informa la prensa, se hará en torno a la propuesta que todos dan como más viable de retorno de Zelaya a la presidencia, amnistía de los golpistas y convocatoria de elecciones anticipadas. Y eso que todos se sientan a la mesa de diálogo protestando a voz en grito que ellos no tienen nada que negociar con los del otro lado. Por supuesto, nada de lo dicho anteriormente puede interpretarse como una condonación directa o indirecta del golpe de Estado. Si la Comunidad Internacional acepta la mediación es porque, sin duda por excelentes razones, admite hasta cierto punto la política de hechos consumados. Porque aquí lo único que la justicia reclama es un retorno al statu quo ante y, a partir de ahí, que cada palo aguante su vela. Si el presidente comete ilegalidades, que lo procesen y si las ilegalidades las cometen otros, que se proceda contra ellos. Pero eso es lo que, al parecer, nadie prevé hoy por hoy.

Ahora un par de consideraciones sobre el peso y el alcance de las elaboraciones teóricas de la izquierda de hoy en relación con Honduras y con América Latina en general. Antaño, la izquierda manejaba conceptos del materialismo histórico con arreglo a los cuales el juicio que nos merecen los hechos sociales dependía del desarrollo de las fuerzas productivas, las contradicciones en las relaciones de producción y el grado de madurez de los procesos sociales, colectivos, de clase. El destino de los países, de las llamadas formaciones sociales, no dependía de los altibajos del humor de un personaje o individuo aislado por importante que fuera. La historia la hacían las clases sociales, las masas, más o menos concienciadas, en procesos sociales en los que la voluntad del individuo era irrelevante. Lo importante eran las condiciones objetivas, acompañadas por las condiciones subjetivas que había ido cultivando abnegadamente el consabido partido revolucionario de la vanguardia. De ahí que los adelantos y las revoluciones fueran de esperar en los países más avanzados en la evolución del capitalismo.

Hoy resulta que en un pequeño país atrasado en el que el desarrollo de las fuerzas productivas es bajísimo y las relaciones de producción son casi precapitalistas, un buen hombre que se presenta a las elecciones -y las gana- como delegado de una de las partes del bloque tradicionalmente dominante en el que, como buen miembro de la oligarquía, ha militado toda su ya larga vida, de pronto, en mitad de su mandato, sin mayor razón ni motivo que una repentina inspiración, gira a la izquierda, se alía con otros representantes de movimientos que tienen similares características personalistas, toma algunas medidas beneficiosas para las clases subalternas, más en la línea de las dádivas de los emperadores que del avance en la justicia social de los procesos de emancipación y ya tenemos, porque sí, un lider y un movimiento de izquierda donde menos lo esperábamos, con independencia de las fuerzas productivas, las relaciones de producción, las contradicciones de clase y el grado de conciencia de las masas. Y el que ponga en duda este análisis es un fascista, aliado objetivo del capital o algo peor si cabe. Y tales "razonamientos" pueden hacerlos gentes que hace tres meses apenas podían situar a Honduras en el mapa.

Quien dice esto para Honduras lo dice para los otros países de América Latina (no en todos; salvaría a Bolivia y el Ecuador) embarcados hoy en políticas sedicentemente transformadoras no por obra de la maduración de las relaciones de producción o de las contradicciones de clase, sino de la voluntad personal de un dirigente único que, lógicamente, acaba por ser insustituible. Porque, una de dos: o el proceso de emancipación de las colectividades se da en el contexto de los movimientos colectivos de carácter histórico, en cuyo caso es de suponer que los cambios (sobre todo legislativos) en las relaciones de producción se impondrán con la fuerza y el poder de los hechos revolucionarios y encarnarán en la organización socioeconómica básica al menos con las mismas perspectivas de permanencia que tuvieron en la extinta Unión Soviética, o son consecuencia de la aplicación de programas electorales aleatorios que unas elecciones posteriores pueden revertir sin más, lo cual hace imprescindible que, para preservarlos, los dirigentes que los han impuesto con grandes alharacas se perpetúen en el poder para así garantizar las "conquistas" de unos movimientos que tienen toda la pinta de ser castillos en la arena o, como se dice en otras lenguas, "castillos en España". Y conste que no quiero pasar revista a algunos otros lugares, por ejemplo Nicaragua, en los que la condición de izquierda de la izquierda oficial, por todo lo que sabemos sobre el comportamiento personal de quienes dirigen a su modo los destinos del país, deja mucho que desear.

Aunque pueda parecer lo contrario, esta observación tiene cierta importancia a la hora de calibrar el vigor y el alcance de las propuestas teóricas de la izquierda contemporánea cuyo fundamento, entiendo, no puede ser consagrar como necesidad la última manifestación de la contingencia más rabiosamente personalista. Aunque, bien pensado, quizá sí; quizá haya sido así como ha funcionado siempre la izquierda, disfrazandose de reflexión histórico-teórica que en el fondo no respetaba. Tengo que meditar sobre ello.

(La imagen es una foto de Presidencia de la República del Ecuador, bajo licencia de Creative Commons).

La estética del héroe.

Reposición de una peli de hace más de veinticinco años pero que mantiene todo su interés tanto cinematográfico como literario. Trata de profundizar en la tormentosa biografía de este extraordinario escritor, dramaturgo, poeta. La historia se narra en cuatro capítulos que se construyen de un modo similar: en un primer momento (y, por lo tanto, ya desde el comienzo del film y hasta su final) se cuenta minuto a minuto el último día de la vida de Mishima cuando, acompañado por cuatro hombres de absoluta confianza suya, entró en una academia militar/cuartel, retuvo al general al mando, lanzó una arenga a la tropa y luego se suicidó por la técnica tradicional en el Japón de la evisceración, el seppuku, que incluye además la decapitación del suicida. Después se recurre a algunas de las mejores obras del autor en la medida en que tienen algo de autobiográfico, en unos momentos que el director, Paul Schrader considera determinantes en la vida de Mishima. Por último, los episodios se cierran con alguna reflexión de la también abundante y original obra ensayística presidida por esa pretensión del diálogo entre la pluma y la espada que es característica de la moral caballeresca de los samurai y el autor de El mar de la fertilidad hizo suya y en la que brillan como gemas incrustadas sus diversas obsesiones con la pureza, la belleza, el arte y el mundo y, sobre todo, la muerte, tan heideggerianamente presente en la obra de Mishima que acabó coronando su vida con la suya dada por propia mano. Esta estructura narrativa sólo se rompe en el cuarto capítulo o episodio que versa exclusivamente sobre el "incidente" de aquella mañana del veinticinco de noviembre de 1970 en que el mundo se negó a recibir el mensaje de Mishima y éste llevó su fe en sus convicciones de vida de sacrificio, deber, patriotismo y lealtad al Emperador a sus últimas consecuencias.

Las obras de las que Schrader escoge los elementos narrativos de los tres primeros episodios son las Confesiones de una máscara, El pabellón de oro, Caballos desbocados y La casa de Kyoko con los que documenta con gran elegancia estilística y belleza narrativa (flash backs en blanco y negro y relatos en escenografías oníricas y surrealistas) algunos de los elementos que se reiteran en la vida y la obra de Mishima y forman la urdimbre de su atormentada y compleja personalidad: su formación y educación a manos de su abuela y el pronto reconocimiento de su homosexualidad, vivida en parte como un problema pero que no le impidió casarse con una mujer y tener dos hijos, todo ello extraído de las Confesiones de una máscara, el relato más típicamente autobiográfico de nuestro autor. De esta época es también esa ambigua imagen de Mishima convertido en una copia del San Sebastián de Guido Reni, a cuya visión siendo niño y según cuenta el mismo Mishima, tuvo su primera eyaculación.

No menos importancia tiene su manifiesto erostratismo (evidente hasta en el hecho simbólico del incendio del templo en El pabellón de oro) que es en buena medida lo que explica su aparatoso suicidio en presencia de todo el mundo a los cuarenta y cinco años y siendo ya por entonces un autor de considerable éxito y reconocimiento mundial. Él, que había cortejado el favor del público, que había escrito novelas baratas para satisfacerlo, afirmaba así, en el último momento, el valor de sus convicciones pues tenía el de predicar con el ejemplo que es justamente lo que por lo general falta en los casos de otros autores con parecidas inclinaciones tempranas a las de Yukio Mishima que hablan pero no hacen.

De Caballos desbocados, por cierto la tercera parte de su magnífica tetralogía, El mar de la fertilidad cuya última novela entregó Mishima al editor el mismo dia del incidente se recoge ese espíritu tradicionalista, exaltado, nostálgico del espíritu japonés puro que late en la conjura de la novela por acabar con la elite capitalista japonesa y restituir el valor del emperador en el último momento y que será lo que empuje a Mishima a fundar su Sociedad del escudo que acabó siendo un ejército privado suyo con uniformes que él mismo diseñó.

Tengo un gran respeto por la obra de Mishima y mayor admiración aun por su forma de enfocar su vida y su muerte porque, aunque difiero radicalmente de algunos de sus planteamientos (los de carácter autoritario, jerárquico, imperial, nacionalista, patriótico) coincido plenamente en otros como la autenticidad del artista, su obsesión por transformar el mundo con pautas estéticas, su valor y su integridad personal. Mishima representa un caso más de esa mezcla extraña entre literatura y mentalidad conservadora, incluso reaccionaria, que caracteriza también a otros autores importantes como Jünger o Céline entre otros; gentes a los que una crítica literaria generalmente de izquierda, ha mantenido acalladas hasta ahora.

Mishima, una vida en cuatro capítulos es una estupenda síntesis del sentido de la vida de un artista, un creador, un héroe de la batalla (aunque se libró del servicio militar a base de mentir, cosa que lo atormentó depués toda su vida) y un príncipe de las letras. Y una película que no ha envejecido en modo alguno, como se prueba, entre otras cosas por esa banda sonora fabulosa que es ya una historia en sí misma.

dimarts, 7 de juliol del 2009

Chinos no tan chinos.

La historia es siempre más o menos la misma: en los Estados en los que hay una nación dominante y una o más nación(es) dominada(s) surgen conflictos de convivencia que, con el paso del tiempo, van radicalizándose. Lo normal es que la nación (o etnia, o religión) dominante pretenda la asimilación sin más de la dominada, su integración en la dominante con (o sin) pérdida de su(s) elemento(s) diferenciadores, sean estos la raza, la lengua o la religión. Si la minoría dominada se niega a la asimilación y se obstina en mantener su peculiaridad, la nación dominante puede acceder a un proceso de descentralización administrativa y política que quizá llegue hasta la concesión de la autonomía pero no (salvo algunos casos excepcionales que se han dado en Europa) la autodeterminación o la independencia que es a lo que normalmente aspiran las fuerzas políticas nacionalistas, contrarias a la integración en la nación dominante.

Hace años que se debate si la concesión de la autonomía sirve para menguar los impulsos nacionalistas hacia la independencia e, incluso, agostarlos o si, por el contrario, es un acicate en la lucha del nacionalismo sublevado en pro de aquella. Por supuesto, doy por descontado que el contenido mínimo de un programa nacionalista ha de ser la autodeterminación y el máximo, la independencia, en el entendimiento de que ésta también puede derivarse de la autodeterminación. A veces se oye, incluso a dirigentes nacionalistas, que el nacionalismo no tiene por qué ser independentista. Es la idea de que el nacionalismo cultural no tiene por qué convertirse en nacionalismo político ni que exigir necesariamente la formación de un Estado propio. La idea que confunde nacionalismo con regionalismo.

La autonomía política (capacidad legislativa propia en materias de exclusiva competencia) es un paso intermedio entre el centralismo y la independencia. Hay quien dice que no, que entre la autonomía y la independencia todavía está el federalismo. Pero esa es cuestión puramente semántica. Hay autonomías, como la vasca, con mayor autogobierno que la inmensa mayoría de los estados federados. Las CCAA vasca y navarra son los entes subestatales más independientes que hay ya que tienen algo cercano a la soberanía fiscal. Quzá por eso sea la nación europea en que más enquistado se encuentra un conflicto de carácter armado.

Todo esto es saber adquirido. Y con arreglo a él se explica que tan autonomía sea la vasca como la de Trentino-Alto Adigio como la que Mohammed VI quiere "otorgar" a los saharauis. Las diferencias son cuantitativas, no cualitativas. También se explica lo que ha pasado en Europa en los últimos veinte años en que unos Estados (Alemania) se han fusionado; otros (Checoslovaquia) se han dividido; otros (Países Bálticos, Moldavia, Ucrania, Belarús) se han independizado y otros (Yugoslavia) han explotado en varias unidades, algunas de las cuales (Serbia) siguen fraccionándose. Básicamente se ha apelado y ejercido el derecho de autodeterminación que en unos lugares se reconoce y en otros, no. Es un típico derecho que se administra políticamente.

Todo lo anterior pasa también en China en donde la abrumadora proporción de la etnia han ( 92 por ciento de los 1.300 millones de chinos), casi hace desaparecer la idea de que en esa marea de chinos han hay chinos que no son han y otros que ni chinos son. Los han son, desde luego, casi 1.200 millones. Pero eso quiere decir que hay más de cien millones de minorías étnicas. Y alguna minoría es respetable. Por ejemplo, la de los uigures que las autoridades chinas quieren no diré eliminar pero sí reducir y subyugar políticamente. Hay unos 8.300.000 uigures, o sea, más que daneses, que fineses, que noruegos y un millón menos que suecos. Y son una minoría nacional por razón de todo: la etnia (son caucásicos), la religión (islámica) y la lengua (una forma del turco) . Esta minoría, casi la mitad de la población de Sinkián, disfruta de autonomía; pero muchos nacionalistas exigen la independencia porque, dicen, hay una política deliberada del Gobierno chino de acabar con la etnia uigur trasladando al parecer uigures fuera de Sinkian (o Turkestán oriental) y poblando la zona con chinos han que si eran el nueve por ciento en 1949, cuando el Ejército Popular entró en Sinkian, ahora son el cuarenta por ciento. Incidentalmente, una entrada/reentrada que debió de saber a gloria a Mao Tse-tung dado que el territorio había estado bajo mandato de un señor de la guerra o algo parecido que asesinó a su hermano, Mao Zemin, en 1943.

Así que nada nuevo bajo el sol. Lo insólito, me parece, del caso chino es la fría brutalidad de sus autoridades y su no menos frío cálculo. Ayer, mientras Hu Jintao, primer ministro, coreaba solemnemente a don Giorgio Napolitano, presidente de la República iataliana y antiguo comunista, diciendo que el desarrollo chino debía ir en paralelo con su respeto a los derechos humanos, la policía masacraba uigures en las calles de la capital, Urumqi (unos 160 muertos y más de 800 heridos; qué bárbaros) y el gobierno cerraba el acceso a internet y bloqueaba la telefonía móvil. Con todo, los móviles han conseguido trasmitir imágenes que hablan por sí solas sobre la brutalidad de la represión. Mutatis mutandi, como en Tegucigalpa.

(La primera imagen es una foto de 20 Minutos y la segunda una foto de mike.benedetti, ambas bajo licencia de Creative Commons).

¿Son sólo trajes?

Una de las líneas de defensa del PP en lo atinente al procesamiento del señor Camps es que éste no va a meterse en líos por una fruslería como unos trajes. Es lo que dice el señor Rajoy, en lo que viene ya dando a entender que, al ser de poca monta, el delito no debe tener consecuencias políticas. Contra esa interpretación se ha precavido el juez en su auto de apertura del juicio oral al decir: "Aunque el precio de esas prenda pudiera parecer a alguien escaso o aun ridículo en comparación con la magnitud de la función desempeñada por alguna de las personas obsequiadas, esa circunstancia no es excluyente del desvalor de su acción objetivamente considerada." (No sigo porque tengo que copiarlo ya que la administración de justicia en España, me temo, escribe con máquinas de escribir antiguas, lo que obliga a colgar el documento en la red en PDF sin que pueda hacerse copypaste salvo como imagen o con un programa que reconvierta el PDF en Word. Un atraso, vaya, pero el texto es muy bueno y merece la pena).

En todo caso el señor Camps está ya mucho más allá de lo que el decoro democrático puede permitir en un gobernante. Si estos, como han hecho otros en su partido, deben dimitir para no contaminar su gestión con sus problemas personales, el señor Camps debiera estar en su casa hace meses. En lugar de eso mantiene un espectáculo que suspende el ánimo y maravilla los sentidos: el mismo personaje que decía que estaba deseando aclararlo todo en el foro adecuado y sede judicial se obstina en no aclarar nada y en que no hay foro. Ahora vuelve a recurrir, como hizo antes, en petición de sobreseimiento del caso. Está claro que, si no hay caso, no hay foro y, si no hay foro, nos quedamos sin esas aclaraciones que tan fervorosamente quiere administrar el señor Camps. Mala pata.

Ciertamente, el PP es muy libre de actuar como mejor entienda. Y, al parecer, entiende que debe defender al señor Camps hasta el suicidio colectivo. La señora De Cospedal ha salido brava a defender la presunción de inocencia del señor Camps, que es algo absurdo de hacer porque la presunción de inocencia no necesita defensa. Lo que se defiende es la inocencia del señor Camps y eso es ya mucho defender. Tanto que la actitud de todos, los implicados, sus jefes y subordinados, los órganos del partido parece dar a entender que, en efecto, no es cosa de que el muy honorable presidente se haya pringado por unos trajes cuando las adjudicaciones se valoran en millones de euros. ¿Se acuerdan de los últimos momentos de Harry Luck (Brad Dexter) en Los siete magníficos que, muriendo en brazos de Chris Adams (Yul Brynner) todavía le pregunta por el tesoro oculto del que han ido apropiarse? Aquí es lo mismo: lo de menos son los trajes del Curita. Porque si hay algo más que trajes va a armarse un Sodoma y Gomorra y si la cosa queda en los trajes, lo grave no son estos sino el hecho de que el máximo representante de los valencianos mienta con tanto aplomo.

Por cierto la transcripción de la conversación telefónica del Bigotes y Paco Gürtel es la monda lironda. ¡Qué estilazo vallinclanesco tienen los dos presuntos rufianes! Y eso que el Bigotes está tan nervioso que dice a gritos que tiene cosas que hablar pero no puede hacerlo por teléfono; y luego largan y largan y largan. El ex-alcalde de Boadilla del Monte queda guapo. El Albondiguilla lo llaman. El Bigotes, el Albondiguilla, el Curita. De verdad ¿qué Valle Inclán? Carlos Arniches.

Y la cuestión verdaderamente molesta: ¿nadie más está pringado?

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 6 de juliol del 2009

Al Curita lo viste el Bigotes.

Todo cuanto tiene que ver con este melifluo personaje, Camps, parece de teatro del absurdo. El presidente calvo, en lugar de La cantante calva. "Por supuesto que me pago mis trajes" aseveraba hace unas semanas con su voz de falsete en Madrid. "Todo esto acabará pronto", decía en Valencia días después en una festividad, compungido y con gesto resignado, como un San Esteban a punto de lapidación, "y, si Dios quiere, acabará bien". Parece que Dios tiene cosas más importantes que hacer que velar por quienes se visten por el morro en su santo nombre. Así que la policía ha acabado aportando pruebas más que de sobra de cómo a Camps le pagó los trajes la trama corrupta. Falta saber si el juez las dará por buenas. Si lo hace y demuestran en efecto la culpabilidad del señor Camps esté habrá quedado no solamente como un corrupto que acepta cohechos sino como un embustero sin límites. Él y la cuadrilla de mangantes que hayan aceptado las dádivas de los beneficiarios de adjudicaciones fraudulentas.

Lo que la instrucción del juez Flors está poniendo al descubierto, caso de comprobarse después en la correspondiente vista oral que promete ser un espectáculo, es una tupida red de sinvergüenzas, algunos cargos del PP y otros en los aledaños, pero todos llenándose los bolsillos con dineros estafados a los contribuyentes.

Alguien me decía el otro día que le daba pena el señor Rajoy por la que se le viene encima con Camps y Bárcenas. A mí no me da ninguna. Su táctica convencionalmente gallega de dejar que el tiempo cure las heridas está revelándose muy desafortunada porque lo único que está haciendo el tiempo es exponerlas a la luz del sol con sus purulencias. Si el señor Camps y resto del camerino hubieran dimitido a tiempo, las revelaciones de sus presuntos sórdidos tejemanejes, no hubieran alcanzado los cuatro rincones de la tierra en cada uno de los cuales la gente se pregunta maravillada cómo se puede mantener en un cargo público a este Beau Brummel de chicha y nabo. Según se dice, el señor Rajoy está pagando el favor que le hizo el señor Camps al apoyarlo para la presidencia del PP. A estas alturas ese apoyo está ya amortizado y toda tardanza en exigir al señor Camps la dimisión será suicida.

Pero quien debe extraer las consecuencias pertinentes es el electorado valenciano que no hace muchas fechas votaba abrumadoramente a favor del señor Camps y del señor Fabra, el que ponía a su vez la mano en el fuego por su jefe y también apoyado por el señor Rajoy que lo considera un "ciudadano ejemplar" a pesar de que (o quizá precisamente por eso) se le imputan varios delitos. El electorado de derechas, lo hemos comprobado, tiene amplias tragaderas, pero convendrá que recapacite sobre el sentido de elevar a los cargos públicos a personas en trámites procesales, acusadas de diversas faltas y delitos. La verdad, mear hacia el cielo ha sido siempre bastante estúpido.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

Ciudadan@s del mundo, uníos.

En la época de la globalización es natural que haya un renacer del interés por la buena y vieja doctrina filosófica del cosmopolitismo debidamente actualizada. En realidad es una de las más prósperas ramas de la filosofía y la ciencia políticas y allí donde más abundan las publicaciones, los debates y hasta las discusiones en el terreno práctico. Por ello sea bienvenido este libro colectivo (Dulce María Granja Castro y Gustavo Leyva Martínez (Eds.) (2009) Cosmopolitismo, Barcelona, Anthropos, 349 págs.) que reúne una serie de trabajos de especialistas sobre este tema desde varias perspectivas, si bien el predominante es la filosofía kantiana y muy especial el esencialísimo escrito del filósofo de Könisberg, La paz perpetua (Zum ewigen Frieden), que es el núcleo de las reflexiones contemporáneas sobre el cosmopolitismo.

Otfried Höffe (Cosmopolitismo universal. Sobre la unidad de la filosofía de Kant) traza la evolución de la filosofía crítica kantiana desde el cosmos epistémico al cosmos moral y luego al cosmos jurídico (p. 46). El cosmopolitismo de Kant es europeo porque reúne en sí elementos comunes de Europa, elementos propios del estoicismo y el cristianismo y además los libera de todo eurocentrismo (p. 49), cosa que no me queda muy clara. Kant cree que el cosmopolita no es quien relativiza las fronteras estatales y culturales y se siente bien en todo el mundo sino quien sirve al bien común de la humanidad (p. 53). Aunque el término cosmopolita se remonte a Sócrates y aparezca en Diógenes de Sinope y Zenón de Citio, el cosmopolitismo es básicamente apolítico. Es el proyecto de la Paz Perpetua el que supera esta limitación (p. 55). El cosmopolitismo político de Kant es múltiple en un sentido vertical: 1º) somos ciudadanos de nuestros respectivos países, chinos, japoneses, alemanes, etc; 2º) somos asiáticos, europeos, etc; 3º) se es ciudadano múltiple del mundo (p. 58).


Dulce María Granja Castro (El principio de publicidad en la teoría kantiana de la acción) aporta un interesante y clarificador trabajo que tiene poco que ver con el asunto del cosmopolitismo, pero se lee con agrado porque se ve que la autora lo tiene muy trabajado. Kant piensa que vivimos en la época de la crítica y que todo ha de someterse a ella si bien la religión (por su santidad) y la legislación (por su majestad) tratan de resistirse (p. 66). En el Canon de la razón pura Kant entiende que el hecho de tener algo por verdadero puede ser producto de la persuasión (que implica un elemento subjetivo) o de la convicción (en donde juega un elemento objetivo). Esta última objetividad puede tener tres formas graduadas en intensidad: opinión, creencia y saber (p. 73). Kant distingue asimismo entre creencias doctrinales y creencias morales (p. 74). La libertad de pensamiento tiene tres significados: a) libertad frente a la coacción civil; b) libertad frente a la coacción de la conciencia; c) libertad como sometimiento de la razón a las leyes que ella misma se da (pp. 85/86). Las reglas para evitar los errores son: 1) pensar por sí mismo; 2) pensarse en la posición del otro; 3) pensar en todo momento de acuerdo consigo mismo (p. 88). La Ilustración se basa en la libertad de hacer siempre uso público de la propia razón (p. 96). Este uso público de la razón, según la autora, es el motor de la democracia (p. 99). Extrae dos conclusiones: a) el fanatismo es la carencia de la autocrítica y lo opuesto a la sabiduría; b) es necesario el uso público de la razón y con esto enlaza la teoría de la razón comunicativa o la comunidad de la comunicación (p. 102). La opinión pública es la base de la democracia con transparencia y derecho a la información (p. 105).


James Bohman (No dominación y democracia transnacional) sostiene que, al interpretar la libertad como no dominacióin, la tradición republicana ha reformulado el horizonte de la filosofía política. Pero no basta porque si la libertad es ser ciudadano de un Estado libre queda por averiguar qué sucede con las relaciones de dominación entre los Estados (p. 108). El argumento de Bohman se establece en cuatro pasos: a) la versión del republicanismo actual es históricamente incompleta; b) la no dominación sólo está garantizada si los estatus y poderes normativos de un Estado no se pueden cambiar arbitrariamente; c) los derechos básicos pueden ser considerados precisamente como esos estatus y poderes normativos suficientes para asegurar la no dominación; d) los derechos humanos se pueden concebir como la base para ser miembro de la comunidad política humana (p. 109). La verdad es que este ensayo, que tiene un comienzo prometedor, se hace luego bastante incomprensible, si bien no estoy seguro de si ello se debe a lo intrincado del estilo del autor o a lo detestable de la traducción.

Thomas Pogge (La idea de Kant de un orden mundial justo) dice que el ideal kantiano de un orden global justo tiene dos formas: a) una liga de Estados libres o b) una república mundial. ¿Cuál elige el filósofo? El segundo artículo definitivo de la Paz perpetua exige que el derecho internacional se funde sobre una liga Estados soberanos pero, al desarrollarlo, Kant defiende decididamente una república mundial (p. 144) y la opinión de Pogge es que defiende la liga de Estados pacíficos por razones estratégicas y como mejora del statu quo en el camino hacia una república mundial, que es lo deseable (p. 151). A su vez el autor propone una solución intermedia, un "esquema multinivel en el que la autoridad política suprema esté verticalmente dispersa" (p. 158) y piensa que ello podría hacerse a base de los organismos ya existentes como el Consejo de Seguridad de la ONU, el Tribunal Penal Internacional, etc (p. 158), cosa que se me hace altamente problemática no sólo porque la realidad no hable en favor de ella, que es irrelevante, sino porque el grado de consistencia de los dos extremos (Estados soberanos/república mundial) es muy dispar, dado que el último no existe.

Matthias Lutz-Bachmann (La amenaza de la violencia y de una nueva fuerza militar como desafío al Derecho Público Internacional) entiende que el nuevo Derecho Público Internacional (DPI) que emerge con la ONU está sometido a desafíos "internos" (incapacidad de las Naciones Unidas, injerencia de unos Estados en los asuntos internos de otros por razones "humanitarias" y guerra "preventiva" contra el terrorismo) y también "externos" (la dimensión actual de los conflictos entre Estados en la era de la globalización, la proliferación de las armas nucleares, la existencia de regímenes políticos agresivos) (p. 166). Analiza y critica las posiciones de Michael Walzer y Allan Buchanan en pro del uso de la fuerza en asuntos internacionales (p. 109). Su propuesta es como siggue: 1) no cabe volver al orden anterior a 1945; 2) hay que superar las inconsistencias del DPI; 3) debe haber mayor cooperación jurídica entre las democracias políticas en el seno de las Naciones Unidas; 4) reforma de las instituciones del DPI; y 5) tratar de eliminar los regímenes totalitarios (p. 179). La verdad es que habría sido conveniente que el proyecto tuviera un grado mayor de concreción que, en este territorio, equivale a verosimilitud.

Carmen Trueba (Una aproximación al cosmopolitismo de M. C. Nussbaum) dice que el cosmopolitismo de esta pensadora es ajeno al patriotismo y que se basa en el cosmopolitismo antiguo (p. 186) en el que confluyen fuentes estoicas y kantianas (p. 191) y plantea la necesidad de una "razón cívica cosmopolita" (p. 193) que se basa en diez competencias especiales que llama "capacidades centrales humanas" (p. 200).

Teresa Santiago (El ideal cosmopolita. ¿Kant vs. Rousseau?) entiende que la filosofía política contemporánea aparece dividida en dos ramas: el realismo político y las teorías normativas (p. 205). Analiza el realismo político, estudia los pensamientos de Rousseau y Kant en este terreno y aclara la cuestión de la supuesta oposición entre el republicanismo de Rousseau y el cosmopolitismo, que es la parte más interesante del trabajo. Sostiene que Kant es un continuador de Rousseau en el sentido de que ambos quieren lograr el mejor sistema de organización política en donde se garanticen la libertad y la igualdad de los ciudadanos. Para los dos el republicanismo es la condición política para superar el estado de naturaleza entre los Estados y los dos creen que las repúblicas son menos proclives a emprender empresas bélicas porque el poder absoluto del monarca ha sido substituido por poderes que se equilibran mutuamente (242). Algo de eso hay en el pensamiento de los dos filósofos, pero una superficial comprobación empírica demuestra que, así expuesta la tesis, es falsa. En la antigüedad, ningún sistema fue más belicoso que la República romana y en nuestros días ninguno lo es ni lo ha sido más que la república de los Estados Unidos de América. De ahí que la teoría contemporánea llamada de la Paz democrática haya matizado la propuesta de esta guisa: los sistemas democráticos (versión actual del republicanismo kantiano) entre sí no guerrean. Con los demás es otro cantar.

Francisco Gil Villegas (Cosmopolitismo y relativismo en el historicismo alemán) presenta un feliz ensayo sobre Friedrich Meinecke, el pensador de la razón de Estado y el que postula la aparición del Estado alemán como un tránsito de la nación cultural a la nación política. Meinecke estableció una conexión positiva entre los supuestos universalistas del cosmopolitismo del siglo XVIII y el nacionalismo emergente en Alemania en el siglo XIX (p. 257). Las acciones de los Estados son generadas por motivos egoístas pero tienen connotaciones universales que se deben considerar en perspectiva universal y por eso rechaza el cosmopolitismo de la Santa Alianza y las pretensiones revolucionarias de la época (p. 258). La esencia de la obra de Meinecke consiste en haberse rebelado contra los supuestos universalistas del derecho natural y contra el imperialismo cultural de la Ilustración (p. 270).

Gustavo Leyva (Filosofía en sentido cosmopolita. Reflexiones sobre el cosmopolitismo en la filosofía con énfasis en la propuesta kantiana) analiza la Paz perpetua en sus tres artículos definitivos: 1º) vinculación de la idea de paz con el principio del republicanismo; 2º) idea cosmopolita de un orden global capaz de garantizar la paz a escala global; 3º) el contorno general del Derecho Cosmopolita (p. 280). Encuentra en Kant tres tipos de cosmopolitismos: a) el económico; b) el moral; y c) el jurídico-político, que es al que dedica más atención. Este cosmopolitismo jurídico-político puede proceder de la tradición del derecho natural o de la del contractualismo (p. 293)que alcanza su culminación en Wolff y es el más cercano a Kant (p. 297). En Kant el cosmopolitismo es el nexo entre la filosofía teórica y la práctica, basado en una transformación del concepto del bien supremo (p. 305). Concluye el autor enunciando cuatro problemas en la idea kantiana del cosmopolitismo: 1º) el modo de entender el cosmopolitismo político con validez general; 2º) si Kant de verdad desechó la idea de una república mundial en favor de una federación de Estados cuando no hay contradición entre ellos (lo que es también en parte el tema del capítulo de Pogge, más arriba); 3º) el Derecho Cosmopolita y su restricción a condiciones universales de hospitalidad, que no es un asunto de filantropía sino de Derecho; 4º) en relación con lo anterior, si la propuesta podría presentar limitaciones irrebasables que obligarían a reformularla ampliando su alcance (p. 332). El autor propone seguir con la propuesta cosmopolita ampliada al análisis de las relaciones globales de desigualdad, cosa problemática cuando él mismo dice que hay que referirse a "catástrofes humanas provocadas no por fenómenos de la naturaleza (terremotos, huracanes, etc) sino por la propia acción humana, o dicho con más precisión, por un orden internacional caracterizado por la injusticia" (p.338), observación a la que cabe criticar su ingenuidad porque, como se sabe, hasta las catástrofes provocadas por fenómenos de la naturaleza (terremotos, huracanes, etc) tienen resultados distintos en clases y sectores sociales distintos. Son siempre las casas y los barrios de los pobres los que vuelan, se hunden o se inundan en una proporción mucho mayor que los de los ricos; es el factor humano de las catástrofes "naturales".

La obra en comentario es un conjunto de trabajos sobre el cosmopolitismo contemporáneo que coinciden en analizar y glosar puntos distintos del programa kantiano de la Paz perpetua. No es sistemática, tiene algunos solapamientos y algún que otro trabajo trae causa de una temática diferente. El resultado general es aceptable si bien apenas se tratan los problemas prácticos del cosmopolitismo real.

diumenge, 5 de juliol del 2009

¿Dialogar o reprimir?

Unas declaraciones del periodista Iñaki Gabilondo hace unos días acerca de qué sea más eficaz en la lucha contra el terrorismo provocaron conmoción en sectores políticos hispanos. Decía el señor Gabilondo que abogar por la negociación y el diálogo como había hecho él durante años era un error y que admitía que contra ETA sólo son eficaces la policía y los jueces. Añadía a modo de ilustración que reconocía el acierto del señor Aznar al respecto y su propia equivocación. Lo cual sería una muestra de elegancia y tino de no ser porque el señor Aznar también inició una ronda d negociaciones y abrió un diálogo con los terroristas mostrándose sólo después del fracaso decididamente contrario a perseverar en esa vía por razones similares a las del gato con el agua caliente.

En cuanto a los etarras y sus correveidiles de la izquierda abertzale, ninguna variación: diga lo que diga el señor Gabilondo, puntal de los medios de desinformación masiva que no tienen otro objetivo que deslegitimar la heroica lucha del pueblo vasco, sólo queda la vía de la negociación y el diálogo. Casi nadie ha reparado en la falta de altura moral de esta actitud. Obviamente ningún militar o ejército que esté en una guerra aboga por algo distinto a la victoria propia y la derrota del adversario... salvo que esté ya convencido de que no puede imponer sus objetivos porque le falta capacidad militar para ello. Sólo entonces, como segunda línea, opta por apoyar soluciones dialogadas y negociadas. Pero, a su vez, para prestar fuerza a la reivindicación del diálogo y la negociación, hace falta probar que se conserva alguna capacidad destructiva y el propósito de usarla, causando sufrimiento y desolación. La fuerza de las amenazas está en relación directamente proporcional a la probabilidad de su cumplimiento. De otro modo, la petición de diálogo carecería de sentido.

No cabe ignorarlo: es una estrategia dual. Los unos piden solución negociada diciendo con toda hipocresía que lamentan aquello con lo que amenazan, esto es, la prosecución de los atentados y los asesinatos de ETA. La posibilidad de que ésta a su vez sea eficaz en sus crímenes depende de la resonancia social que tengan las proclamas de la izquierda abertzale que no condena la violencia. Porque eso de no condenar la violencia en las circunstancias presentes en el País Vasco tiene un valor muy preciso, si bien menguante, en la tarea de legitimar el terrorismo. De ahí que el mejor modo de deslegitimar a su vez la estrategia legitimadora negociante sea seguir deteniendo etarras e impidiendo que sus correveidiles instrumentalicen las instituciones democráticas al servicio del terror.

(La imagen es una foto de Ivo83, bajo licencia de Creative Commons).

Meterse en Honduras.

Los acontecimientos de Honduras siguen una pauta más o menos prevista. Previsto estaba que el ultimátum de la Organización de Estados Americanos (OEA) no iba a servir de nada sino únicamente para poner abrupto fin a las actividades diplomáticas destinadas a encontrar una solución al golpe de Estado en contra del señor Zelaya. Como medidas diplomáticas los ultimata dejan algo que desear porque, en realidad, cierran la puerta a cualquier otra propuesta en ese terreno.

Ahora sólo queda pasar a las etapas siguientes, esto es, la imposición de sanciones y, en último lugar, la intervención directa. Ninguna de las dos se presenta fácil. Las sanciones tardan en ser eficaces y, cuando lo son, golpean a los sectores más desfavorecidos. La intervención directa sólo podría hacerse en el marco de la ONU y requiere un tiempo considerable de preparación que quizá sobrepase el que resta hasta las próximas elecciones hondureñas convocadas para el mes de noviembre.

Entre tanto, por lo demás, dos propósitos en campos enfrentados pueden hacer que la crisis tome un giro inesperado que, en definitiva, fuerce esa intervención exterior que en el fondo nadie quiere. Uno es el propósito reiterado del presidente Zelaya de presentarse hoy en Honduras acompañado de otros mandatarios a recuperar el poder que le fue arrebatado por la fuerza. No hay duda de que esta decisión muestra coraje pero está por ver que sea eficaz. Las autoridades de facto no tienen otra salida que proceder a la detención del señor Zelaya y expulsar del país a los presidentes que lo acompañen. Con Zelaya en la cárcel el movimiento en su favor puede recrudecerse y no es descartable que dé comienzo un conflicto armado, financiado y alimentado, probablemente, por Cuba y Venezuela.

El otro propósito es el manifestado por la Conferencia Episcopal hondureña de situarse frente a las pretensiones del señor Zelaya. Al margen del valor moral que este pronunciamiento de la jerarquía católica pueda tener no debe echarse en saco roto la importancia que tiene respecto a las perspectivas reales de aquel de conseguir su restablecimiento en el poder. Si la Iglesia ha tardado una semana en dar a conocer su posición y si, al final ésta es la que es no debemos albergar duda alguna de que, habiendo calibrado las fuerzas relativas en presencia, la Iglesia se habrá decantado por la que juzga vencedora: la de las autoridades de facto.

Mucho me temo que la de Honduras va a ser la canción del verano y eso si no se arbitra una intervención armada exterior a toda prisa para evitar la deriva del país hacia un cruento conflicto civil de los que todo el mundo daba por superados en la zona.

(La imagen es una foto de giggey, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 4 de juliol del 2009

La causa de la crisis.

Este incansable propagandista de las agresivas simplezas neocons prosigue su campaña de esclarecimiento de las muchedumbres y explicación de los más complejos fenómenos. Bien sea en la sede de la FAES, el lugar en el que se elabora el grueso de la doctrina, bien en actos de presentación de su último libro (ya reseñado en Palinuro en una entrada titulada la neurosis providencialista) cuyo título, España puede salir de la crisis ya revela su intencionalidad de charlatanería, bien en entrevistas en los más diversos medios, el hombre que intentó engañar a un país entero repite y repite los argumentos liberales sobre la crisis. Y como su actividad se intensifica y su escasa capacidad para incorporarse argumentos nuevos desaparece, esos argumentos son cada vez más irrisorios. Tómese como ejemplo el que esgrime para dar cuenta de la crisis mundial. El fracaso, dice, no ha venido del libre mercado ni en primer lugar de la codicia y malas prácticas de los banqueros sino que, al contrario, la responsabilidad recae, cómo no, sobre los bancos centrales y los Estados, que no han sabido funcionar ni detectar a tiempo dichas prácticas.

Es un ejemplo estupendo de razonamiento de secta neoliberal suyo presupuesto esencial es que el auditorio está compuesto por verdaderos imbéciles. Es posible que el Estado y las instituciones públicas hayan funcionado mal (¿qué otra cosa va a decir un neoliberal?) pero ¿quién lo puso en esa lamentable situación después de veinte años de políticas neoconservadoras basadas en la estulticia reaganiana de que "el Estado no es la solución sino parte del problema". Pero sobre todo y lo que revela que esta forma de "razonar" busca públicos de escasas luces es el manifiesto despropósito del enunciado porque si el problema estuvo en que fallaron los mecanismos de detección, la pregunta evidente sería: de detección ¿de qué? Es obvio: de los comportamientos delirantes y presuntamente delictivos que llevaron al sistema financiero al colapso que el señor Aznar se empeña en ocultar, atribuyéndolos a los más pintorescos planes.

Inasequible al desaliento su recetario es una ración doble del neoliberalismo que ha fracasado estrepitosamente en el mundo entero: más privatizaciones, desregulaciones reforma del mercado laboral, contención del gasto público, equilibrio presupuestario. Dejando a un lado que esta sarta de tópicos es la que ha producido el desastre financiero en el que nos encontramos, el señor Aznar no defrauda y en una entrevista concedida a Libertad Digital TV además del credo neoliberal, le sale la vena autoritaria, centralista, loca por revertir el curso de la descentralización política en España y sostiene que esas reformas deben hacerse con criterios económicos y no territoriales; estos le sacan los tics fascistas a este antiguo falangista que llama a las CCAA los "reinos de Taifas", cómo no.

(La imagen es una foto de Pontificia Universidad Católica de Chile, bajo licencia de Creative Commons).

Día del orgullo gay.

Pues nada, que lo pasen Vds. muy bien en su día. Hay que ver qué vistosas son sus manifestaciones públicas, con tanta gente semidesnuda, tanta referencia a la sexualidad y música y pitorreo. Son Vds. la prueba viviente de cuánto ha avanzado la especie humana, al menos la especie humana que habita en lo que se llama "Occidente". Uno no se plantea siquiera que pueda haber desfiles de esta naturaleza por las calles de Teherán, gane Ahmadinejad o Musaví, ni en El Cairo, ni en Pekín. Tanto es así que cabe definir "Occidente" como aquel lugar del planeta en que mayor libertad sexual hay. Así que, en buena medida, los amantes de la libertad en todos sus registros, tenemos una deuda con estas colectividades de gays, lesbianas, bi y transexuales.

Este año, según se ve en el cartel lo dedican a un asunto incendiario, como todo lo que tocan, que es el de la sexualidad en la adolescencia. Entiendo que quieren acabar con los "armarios" en los centros educativos. Siendo así que la adolescencia es una época de turbulencias, tratar con ella con este criterio equivale a ir pidiendo bronca. Ya me parece escuchar a los sectores bien pensantes de la sociedad diciendo: además de abortar quieren que nuestras menores se hagan lesbianas".

Más específicamente, la parte lésbica de la organización sale pidiendo visibilidad, esto es la condición de "ser visible" porque esta gente ha estado durante siglos, desde siempre, en realidad, sometidos a algo peor que el secuestro al que se pone fin con el derecho de habeas corpus pues en su caso no existían, no tenían ni "cuerpo", pues no podían decir cómo era.

Y en esto de los transexuales se puede ver un margen grande no solo para una restitución de siglos, sino para compartir un mundo con mayores libertades. Porque, la verdad, un cambio de sexo es mucho más radical y de previsibles mayores consecuencias que un cambio de ideología política o, incluso, de religión. Tiene algo de gran aventura en la vida.

En resumen, me parece estupenda la celebración del día del orgullo gay. En lo único en que discrepo es en ese contencioso que ha comenzado ya a emerger con los vecinos de Chueca que se quejan del barullo. Ahí mi ánimo se divide en dos: apoyo el orgullo gay pero detesto a la gente ruidosa que molesta a los demás. Ese empeño que tiene la organización de FEGLT de celebrar sus festivales en la plaza de Chueca no puede mantenerse si ha de ser en contra de la voluntad de los residentes. O el festival baja el tono o los organizadores debieran llevárselo a dónde no moleste.

(La segunda imagen es una foto del blog Fiestas y festivales de España).

divendres, 3 de juliol del 2009

La política nuclear.

La diferencia que hay entre ecología y ecologismo es la que hay entre la ecología y la política. Con la energía nuclear ocurre lo mismo, la diferencia existe, pero no es tan sencilla de visualizar. Salvo que a uno se lo pongan a punto de caramelo o como a Fernando VII (o a Felipe II, que hay discusión entre los especialistas en esto como en todo lo demás) diciendo, por ejemplo, como acaba de hacer el ejecutivo que se cerrará Garoña en 2013. Esto es lo que se llama encaje de bolillos presidenciales. El resultado de la medida es trino en potencia como corresponde a la potencia tridentina: a) Garoña se cierra, cumpliendo el programa electoral del PSOE (en 2013); b) Garoña no se cierra (de momento) porque no hay que aumentar el paro; c) la decisión final habrá de tomarla quien gane las elecciones de 2013, que puede ser el PP y también puede ser el PSOE con otro candidato. El Gobierno se ha quitado de encima la empanada de la energía nuclear sobre la cual no hay unanimidad ni en su propio partido como se ve escuchando al señor Felipe González, a quien se va a pasar de llamar "Mr. X" a llamar "Mr. Positrón".

Es de esperar que el resto de las actividades de Gobierno no se hagan tan pensando en el futuro y se atengan más a la realidad presente. Que, además, es de manual. Porque en los demás países, en los que la tasa de paro es la mitad que la española o la mitad de la mitad, cabe decir que el keynesianismo está muerto precisamente porque no hay paro sobre el que actuar. Pero en España nos sobra, y fue el paro, la necesidad de remediar el paro, lo que inspiró el corazón mismo del keynesianismo a través de la Teoría General del empleo, el interés y el dinero . ¿La categoría fundamental? El empleo. Suprimir el paro es aumentar la demanda agregada que es la que tira del crecimiento de la economía. En España no solamente es válido el keynesianismo sino que es lo único que es válido.

(La imagen es una foto de Tolao, bajo licencia de Creative Commons).

Apoteosis del color.

En el Thyssen de Madrid tienen una interesante exposición de Matisse en su conocido como "periodo medio", entre 1917 y 1941. Sea del tiempo que sea, la exposición ilustra también sobre los comienzos del artista y hay muestras del primer fauvismo, así como alguna de influencia postimpresionista y varias referencias al cubismo. Luego, ya genera Matisse su propio estilo, aunque seguirá teniendo hasta su muerte una vinculación estrecha con el espíritu impresionista, cosa que se ve por el hecho de que su pintura es sobre todo, desde el comienzo al final, pintura de colores.

En la obra de Matisse, me parece, se ven más las personas que los estilos, aunque no siempre. Cuesta detectar en ella rasgo alguno del alumno de Moreau o, lo que es más llamativo, de Bouguereau. En cambio, Cézanne surge casi de inmediato, nos llama desde un paisaje. La exposición incluye el cuadro de éste, Las tres bañistas que Matisse tuvo treinta y siete años en su posesión y que debía de saberse de memoria, por lo que él mismo decía. Pero también aparecen claras influencias, como homenajes o improntas de Derain con quien convivió bastante tiempo, Dufy, Van Gogh, Picasso, también amigo de numerosas ocasiones, Vlaminck, etc.

Matisse era un hombre esponja, capaz de absorber estilos y de concentrarse en temas. La exposición, que tampoco es muy extensa pues puede constar de unas setenta piezas, se concentra en tres puntos: a) escenas íntimas, b) ventanas y c) orientalismo. En las escenas íntimas, bodegones, retratos, interiores es donde rompe más violentamente con las normas clásicas de la perspectiva y la profundidad del arte pictórica como puede comprobarse en el famosísimo Armonía en rojo, que es de 1908, razón por la cual no forma parte de la exposición, pero yo no me resisto a incluir aquí porque me parece una obra exquisita. Y muy ejemplar de lo que se dice: trátese de averiguar en qué plano se sitúan la silla, la mujer y la ventana.

El segundo grupo es el de las ventanas, ventanas a Niza, a Collioure, a Tanger, a Saint-Michel. Hay que ver qué cantidad de ciudades y lugares ha retratado Matisse a través de ventanas que es una forma de pintar un cuadro con dos marcos. Y además de protagonista de la obra, la ventana es, en muchas ocasiones, elemento de la composición. Desde que se introdujo la perspectiva, una visión del mundo exterior, otro mundo, lo que sirve para dar profundidad a la composición o sentido. Porque pronto la importancia de la ventana se hizo patente por su color simbólico. Puesto que se abre a otro mundo, nada cuesta ya decir que se trata del Otro Mundo; la ventana abierta, símbolo de la eternidad. Y junto a la ventana, el segundo gran hacedor de otros mundos, aunque Matisse le dedica escasa atención, el espejo. Dos de los más interesantes cuadros de la muestra, creo, son sendas imágenes dobles de mujeres frente a un espejo, de forma que vemos en la composición, por ejemplo, la modelo real de frente y de perfil la virtual. Contemplándolo se le viene a uno a la cabeza la idea de que la chispa de Picasso consistió en superponer el frente y el perfil en una sola oferta, como si fuera una imagen doble.

Por último, el exotismo, presente en los temas morunos. El norte de Marruecos, al que viajó, es para Matisse más o menos como la España por la que anduvo Manet, tierras excitantes por lo exóticas. El orientalismo de Matisse se advierte en sus muchos cuadros de odaliscas, un tipo de desnudos cargados de sensualidad que, por cierto, nada tiene que ver con la de su maestro Bouguereau ya que está basada también en la pincelada. Como puede verse en la imagen del folleto de mano, la Odalisca con pandereta, aunque los colores estén desvaídos y, desde luego, en la de Las dos odaliscas, en el recordatorio de que la sensualidad de la pincelada puede estar fuera del cuerpo de las mujeres.

La exposición contiene también algunas tallas, bronces, un par de ellos muy curiosos: unos torsos en bronce que sobresalen en mediorrelieve de una plancha y que parecen emerger de ella, como sucede con la piedra en los esclavos de Miguel Ángel. Los dibujos son muy ilustrativos de la forma de trabajar de Matisse: de trazo sencillo y muy simple es una silueta, pero en ella está la posterior silueta pictórica que nos es tan familiar: el desnudo azul, por ejemplo.

Hay quien acusa a Matisse de superficialidad y de hacer una pintura ornamental. En verdad, no será él quien lo niegue, habiendo sido quien introdujo el arabesco en la pintura, es decir, quien reconoció el arte que había en las inscripciones islámicas al tener prohibido reproducir las figuras. Las suras coránicas son formas artísticas allí donde la figura humana o del mundo en general no puede serlo. Por lo demás, nunca he entendido bien esa acusación de ornamental tratándose de pintura que es un arte esencialmente ornamental. Parece como si quisiera decirse que es pintura que sólo es ornamental, que no tiene significado profundo. Esto, por lo demás, puede decirse de todas las artes. Por ejemplo, la música. De algún autor se dice que es superficial porque sus composiciones suenan bien queriendo decir que "no aspiran a nada más que" a sonar bien, sin impulsar al espíritu de los oyentes a algún tipo de peligrosa aventura interior. De todas formas, es difícil no ver la Armonía en rojo de más arriba como un cuadro típicamente modernista, que es una tendencia básicamente ornamental y, al mismo tiempo, lo hemos visto, es una especie de ruptura de paradigma artístico.

dijous, 2 de juliol del 2009

Difícil solución en Honduras.

El curso de acción que está tomando la comunidad internacional en el caso de Honduras parece ser, en principio, el correcto: ante todo restablecer en su puesto al presidente legítimo, señor Zelaya, porque, con independencia de los muchos errores que este oligarca reconvertido en izquierdista seguidor de Chaves haya podido cometer (convocar consultas ilegales, dividir a la población y enfrentarse con las demás instituciones del Estado) peores han sido los de sus rivales, que han puesto en marcha un golpe de Estado delictivo que empezó con el secuestro y deportación del presidente y ha seguido con medidas excepcionales en contra de la población hondureña, singularmente la residente en Tegucigalpa.

Ahora bien, es cosa de preguntarse si las medidas hasta ahora propuestas para alcanzar el objetivo señalado son las más adecuadas. Según muestra la experiencia, los ultimata no sirven para nada, salvo que haya una apabullante diferencia de fuerzas entre quien lo pronuncia y quien lo recibe, que no es el caso en esta circunstancia ya que el ultimatum procede de la Organización de Estados Americanos (OEA) que no tiene más que una fuerza simbólica frente a Honduras. Advierte la OEA de que si en setenta y dos horas Honduras no ha repuesto al señor Zelaya, quedará expulsada de la organización. Pero ¿es esta expulsión una amenaza suficiente teniendo en cuenta que Cuba lleva cuarenta años fuera de la OEA sin que ello la haya afectado en nada? Obviamente, no. Además, ¿por qué setenta y dos horas y no veinticuatro? ¿Para qué hacen falta las otras cuarenta y ocho? Ciertamente para dejar tiempo a las maniobras diplomáticas antes de tener que tomar otras decisiones. Algunas de estas maniobras ya están produciéndose, como la llamada a consultas de los embajadores de España, Francia e Italia. Es un aviso de que lo que viene después puede ser peor. Pero la verdad es que, mientras no sea la Unión Europea quien tome la iniciativa diplomática, Honduras no tiene mucho que temer.

En realidad, algo de estas vacilantes medidas trata de restar importancia al patinazo del señor Zelaya de anunciar su retorno al país para hoy, jueves, lo que hubiera sido un desatino, pues los gobernantes de facto actuales ya habían anunciado que, si cruzaba la frontera, lo detendrían. Y es que, digan lo que digan los medios de izquierda, tan mentirosos como los comerciales, que presentan a una Honduras ardiendo por los cuatro costados con una insurrección generalizada de partidarios del señor Zelaya, el presidente ignominiosamente depuesto no suscita fervorosos ni masivos apoyos en el país en el que sus seguidores no parecen ser muy numerosos. De ahí que no quepa confiar a la indignación de los simpatizantes de Zelaya el restablecimiento de éste en su legítimo mandato.

A continuación de las medidas diplomáticas y si éstas no producen efecto debe recurrirse a las sanciones de todo tipo, sobre todo las económicas, cosa que ya están haciendo los Estados Unidos. Pero lo cierto es que si éstas tampoco son eficaces las consecuencias son contraproducentes porque, por un lado, es la población y sobre todo los sectores menos favorecidos quienes pagan el pato y, por otro, permiten al Gobierno presentarse como víctima de una campaña de acoso y consolidar su apoyo popular allí donde el señor Zelaya está perdiéndolo o no lo ha tenido nunca. Incidentalmente, la mención de los Estados Unidos permite comentar algo acerca de la peculiaridad de este golpe: no ha tenido el apoyo cuando menos expreso o tácito de los gringos. Algo tan extraño que ha dejado a lo analistas del piñón fijo, los que culpan de todo al imperialismo yankee, colgados de la brocha y sin escalera repitiendo como loros mecánicos sus sospechas de intervencionismo estadounidense.

Y si las sanciones, como es de temer, tampoco funcionan, ¿qué? Pues, guste o no guste, se abandona el propósito inicial de restablecer al señor Zelaya en su cargo legítimo cosa que, por supuesto, puede pasar, o se considera en serio la posibilidad de la intervención militar para retornar al statu quo ante. La cuestión que se plantearía en tal caso es en qué marco multilateral podría tomarse esta decisión. Sin duda el que primero se postularía sería ALBA, pero lo más probable es que no prospere por el veto que interpondrán otros Estados de América, empezando por los EEUU. El siguiente podría ser la misma OEA pero ésta carece de experiencia en estos menesteres y no es una de sus funciones. Así que sólo quedaría la muy lógica posibilidad de la ONU que no solamente es el marco adecuado para estas decisiones sino que, en caso de adoptarse, se relegitimaría considerablemente. Autoridad para ello tiene toda la que le haga falta y experiencia también. La última vez que se dio una intervención militar auspiciada por la ONU en un país latinoamericano fue en 2004 en Haití (la misión llamada MINUSTAH, que ahí sigue) y, dadas las circunstancias, es una especie de mal menor. Algo así debería ir preparándose ya si es que de verdad se quiere que el señor Zelaya regrese a la presidencia de la república centroamericana. Cosa que tampoco está tan clara.

(La imagen es una foto de Presidencia de la República del Ecuador, bajo licencia de Creative Commons).

Imago patris.

Vaya melodrama en dos tiempos que se ha marcado Francis Ford Coppola. En dos tiempos porque es un melodrama dentro del melodrama o un "más difícil todavía". A primera vista la peli va de padre dominante, tiránico, egoísta, soberbio. De padre, en fin. Y de hijo rebelde que pone tierra por medio y no quiere saber nada de su familia. Ya sólo esto justificaría la situación que nos encontramos en el arranque de esta por lo demás prolija y algo lenta peli: un yankee expatriado, varado en La Boca, en Buenos Aires, que convive con una Miranda (Maribel Verdú), doctora en un psiquiátrico en el que él, Tetro, estuvo internado y que se ha enamorado locamente de él porque piensa que es un genio. En verdad, Tetro lleva siempre consigo un misterioso manuscrito, escrito en clave, una obra teatral que no quiere publicar y que oculta a todos y que es la que le da la imagen de genio a los ojos de su amante amada. Tetro, cuyo verdadero nombre es Angelo, lucha por superar sus conflictos del pasado. Dentro de este melodrama se inserta otro que es con el que arranca el film. Según se nos hace saber, un buen día se presenta en casa de Tetro un hermano mucho menor, Bernardo, Bennie, de diecisiete años, camarero en un buque de línea gringo que ha hecho escala en Buenos Aires con una avería de motor que llevará una semana reparar. Contra la inicial resistencia de Tetro que acaba de sufrir un atropello y lleva una pierna escayolada y no quiere saber nada de su familia, Bennie se queda en principio durante esa semana que luego se prolongará porque sufre otro accidente de coche que lo obliga a hospitalizarse y pierde su barco. Esto de los accidentes de coche trae malos presagios porque la madre de Tetro murió en uno de ellos conduciendo el vehículo su hijo. El padre, un famoso director de orquesta (Karl Brandauer, que hace un papel estupendo) se vuelve casar con la que será la madre de Bennie que, unos ocho años antes del comienzo de la acción del film cae en un coma del que no se ha repuesto. Aquí se esconde el segundo melodrama, el que da las claves reales del extraño comportamiento de Tetro y que no puedo revelar por no destripar la peli.

El caso es que, con la complicidad de Miranda (Maribel Verdú)y la furibunda oposición de Tetro, Bennie reescribe la pieza de éste que consiste en una historia de rivalidad entre dos hermanos (de hecho la del padre de ambos y su hermano mayor a quien aquel debe todo cuanto es pero no lo reconoce) y le pone el final que encuentra más lógico ya que la obra no lo tiene, esto es, el protagonista mata al padre. La obra se representa en el Festival de la Patagonia, dedicado al parricidio y, en el ínterín, el padre real aprovecha para morirse de resultas de un infarto sin que ninguno de los dos hijos acuda a su lecho de agonizante a pesar de que están cumplidamente informados y tienen los pasajes a su disposición.

Maribel Verdú dice que no se gusta en Tetro y hace bien porque no está en su mejor papel. Vincent Gallo (Tetro) y sobre todo Alden Ehrenreich (Bennie) le roban el protagonismo. Coppola se luce a mansalva en una peli repleta de flash backs que rompen con el uso convencional ya que las escenas actuales están rodadas en blanco y negro y las del pasado, en color. Un efecto muy logrado. Y no es el único. Lo mejor, para mi gusto, es la vida de expatriado de Tetro en Buenos Aires y que tampoco es tanto ya que la capital de la Argentina es la ciudad en la que nació su padre precisamente y cómo está captado el ambiente de La Boca e, incluso, los tipos porteños que se relacionan con Tetro, todos gentes de la farándula. Coppola reconoce la influencia de Elia Kazan en su obra. El minúsculo apartamento en el que viven Tetro y Miranda recuerda mucho el de Stella y Stanley Kowalsky en Nueva Orleans, en Un tranvía llamado deseo. Pero la visión de Buenos Aires, con las inevitables escenas en el inevitable Cafe Tortoni es agradable aunque fugaz. Imprsionantes, desde luego, los paisajes de la Patagonia, que contemplamos en el viaje en coche que realizan los protagonistas para asistir al estrenpo absoluto de la obra de teatro, llamada El deseo de viajar.

La peli se hace un poco larga, aunque sea muy variada no solamente por los flash backs sino también por las escenas de una pieza de teatro que se representa en La Boca, una versión del Fausto llamada Fausta, una especie de cabaret burlesco. La mezcla de lenguas, inglés y español y de acentos, argentino y castellano es agradable y en general la peli se sigue con agrado aunque sea algo tediosa por momentos. Y tomando el conjunto narrado con sus dos melodramas superpuestos, se obtiene una idea muy clara y patente en las escenas semifinales del funeral del viejo Carlo Tetrocini acerca del mundo morboso de la familia que pretende ser como una lección moral que habla de todas las familias. En un par de ocasiones los dos hermanos Tetrocini por separado, definen el drama de la suya como un asunto de rivalidades dentro de la familia. Pero la verdad es que la película se las ingenia para ir más allá de las rivalidades y mostrar un mundo pasional y oscuro, mucho más interesante, aunque coronado por un inverosímil final feliz que produce el efecto de un deus ex machina bastante chapucero.

dimecres, 1 de juliol del 2009

Malas noticias para los correveidiles de ETA.

Por fin es ya evidente, es verdad judicialmente establecida, lo que todo el mundo sabía: que Batasuna, Herri Batasuna, Herritarren Zerrenda y todas cuantas organizaciones, coaliciones, grupos, pandillas y peñas ha ido inventándose la izquierda abertzale para burlar la ley de partidos son correas de trasmisión de ETA, parte del entramado terrorista; que ilegalizarlas y prohibirlas no solamente no es antidemocrático sino que es el modo de proteger la democracia frente a quienes quieren acabar con ella; que la ley de partidos no solamente no atenta contra los derechos fundamentales sino que es un instrumento esencial para defender la democracia y el Estado de derecho de los ataques de sus enemigos los terroristas y sus correveidiles, los que les bailan el agua y que por más logomaquias y sofismas que empleen sobre si condenan o no condenan esta o aquella violencia, también la falta de condena al terrorismo, en ciertas circunstancias es recriminable.

Al mismo tiempo, según el fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, España es un Estado de derecho y una democracia en todos los sentidos del término y hace muy bien en protegerse del ataque del entramado etarra que, a través de organizaciones-tapadera como las citadas, trata de estar en las instituciones para condicionar su funcionamiento y, en la medida de lo posible substituir la democracia por algún tipo de dictadura "popular", que es lo que gusta a los terroristas y su mariachi.

Y todo lo anterior no lo dice la Audiencia Nacional, órgano de excepción continuador del siniestro Tribunal de Orden Público, ni el Tribunal Supremo del podrido reino borbónico, ni el Tribunal Constitucional, instrumento al servicio del fascismo español. No. Lo anterior lo dice un tribunal de siete jueces presidido por un danés y compuesto por magistrados de Estonia, República Checa, Alemania, Liechtenstein, Mónaco y España. O sea, lo dice el mundo.

Se acabó el rollo de atacar a la democracia con el cuento de la libertad de expresión reprimida por el fascismo español; se acabó la monserga de que la interpretación del juez Garzón de que ETA es también su entorno que la sostiene, ampara, financia, ayuda y encubre, es un atropello; se acabó el cuento de que las ilegalizaciones del Tribunal Supremo eran atentados contra los derechos fundamentales; se acabó la melopea de que el Gobierno español pretenda asfixiar el debate independentista en el País Vasco. Ahora ya estamos todos al cabo de la calle.

Quienes en el pasado sostuvimos que había que ilegalizar todo lo que sirviera directa o indirectamente a ETA y que se hiciera con todas las garantías del Estado de derecho y de protección a los derechos de los ciudadanos, estamos de enhorabuena. Ya no tendremos que escuchar más insultos de los majaderos "izquierdistas", esos para quienes un sinvergüenza y un asesino, si dice ser de izquierda, ya no es un sinvergüenza ni un asesino.

Como comprendo la decepción de los justificadores, embellecedores y animadores de ETA y de todos los "izquierdistas" peninsulares que les hacen el juego, les ofrezco algunas vías discursivas para salir del atolladero en el que están: 1ª) en realidad, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) está compuesto por fascistas y enemigos del pueblo vasco; 2ª) los jueces del TEDH son una manga de prevaricadores comprados por los agentes españoles al servicio del Borbón; 3ª) los verdaderos jueces del TEDH han sido secuestrados por los fascistas españoles y en su lugar han puesto estos clones, dispuestos a justificar el genocidio de España en el País Vasco. Que por fabular no quede.

No obstante, como frente a esta decisión de sala del TEDH queda una vía de recurso ante el pleno del Tribunal, es de esperar que los estrategas que han conseguido este exitazo judicial la pongan en marcha. De esa forma quedarán en evidencia por segunda vez como lo que son: correveidiles de ETA.


(La imagen es una foto de My Web Page, bajo licencia de Creative Commons).

Madre e hija.

Estamos (o, cuando menos, estoy) tan acostumbrados a ver cine gringo que, cuando ponen una peli que no lo es, una peli europea, por ejemplo, la diferencia llama muchísimo la atención. Se agradece una historia que no se base en espectaculares efectos especiales, incluida la casquería, no esté repleta de androides, no contenga una frenética persecución de coches por Nueva York y no se dirima al final con una pelea de artes marciales. Se agradece mucho ver una peli en la que se cuentan historias verosímiles con gente normal de la que encuentra uno por la calle y a la que le sucede lo que sucede a todo el mundo.

Aunque sea una historia trivial, como ésta, y repleta de tópicos, casi todos, por cierto, copiados de los estadounidenses (peripecias de adolescentes en un instituto de enseñanza media en París) y con un final feliz casi como de cuento de hadas. O quizá por ello: la siente uno como más próxima y más auténtica.

La directora, Lisa Azuelos, hija de Marie Laforet (a su vez, un ídolo de mi adolescencia) imprime un ritmo vertiginoso a su narración y consigue introducir una ingente cantidad de material en la trama: conflictos en las relaciones amorosas entre adolescentes, enfrentamientos generacionales entre padres e hijos, una visión sintética de Londres con ojos de francés (tan tópica como el resto de la peli), problemas de familias, un par de historias de amor. Realmente no se puede pedir más. Encima los chavales son todos guapísimos y actúan de cine, muy bien dirigidos por Azuelos que muestra consumada maestría en este su tercer film.

Al final nos enteramos de que la peli está parcialmente basada en hechos reales y, según parece, tiene elementos autobigráficos: ella, como su protagonista, Sophie Marceau, está en torno a los cuarenta y tiene una hija adolescente como la Lola que interpreta Christa Theret. Sospecho, además, dado el apellido de Lisa Azuelos que también su padre sea español, como el marido divorciado de la madre de Lola Delgado en la peli. No hacía falta advertirlo, en todo caso pues cuanto sucede en LOL es perfectamente verosímil. Otra cosa es la representatividad social de los personajes. El carácter trepidante del argumento, los líos con las drogas, la música, el cachondeo en la educación requerían un instituto público pero el origen social de los chavales casa mal con esa enseñanza, aunque se trata de una cuestión menor. Lo importante es también el sentido del humor con que se presentan los distintos episodios. La relación de la madre con la hija, a veces un poco cursi, está muy lograda y ese policía de la brigada de estupefacientes que aparece ocasionalmente es un acierto.

Los adolescentes se relacionan a base de SMSs y de servicios de messenger de un modo casi compulsivo lo cual impone un ritmo de relaciones entre ellos que puede resultar agotador para un adulto pero que explica mucho de sus claves simbólicas y de su forma de enfocar la vida. El sexo tiene una importancia capital. En la división de funciones, siguen mandando ellos: el conjunto de música con estética Rolling Stone son chicos únicamente y cantan en inglés, porque todo lo anglosajón los influye mucho. Pero ellas toman igualmente la iniciativa. El lenguaje, por cierto, es unisex y los diálogos están muy conseguidos.

En definitiva, una comedia sobre el lado amable de la vida, alegre, despreocupada y risueña. Parece normal que haya tenido cuatro millones de espectadores en Europa.