dijous, 9 d’abril del 2009

Semana Santa.

Cuando era chaval, en lo más negro del negro franquismo, la Semana Santa era algo insufrible. En aquellos días encarnaba en la realidad el fundamento ideológico mismo del régimen, el nacionalcatolicismo. Los curas se apropiaban de las callas y plazas; se suprimían todos los espectáculos públicos; los teatros cerraban; la programación habitual de cine se sustituía por unos espantosos engendros sobre la pasión de Cristo generalmente hablados en mexicano; la radio enmudecía y sólo trasmitía música religiosa; los espacios públicos, calles, plazas, jardines, estaban a entera disposición del clero para sus chundaratas y procesiones. En estas últimas, que invadían, las calles, cortaban el tráfico y daban la murga cuanto podían, participaba el ejército, normalmente con escuadras de gastadores y bandas de música así como todas las autoridades civiles y militares.

Hoy día las cosas han cambiado un poco, aunque supongo que a los curas más burros les parecerá que hemos llegado a la degeneración del Anticristo, y la iglesia no puede obligar a cerrar espectáculos o a proyectar determinado material. Además la gente toma las de Villadiego y se va a torrarse a la playa. No obstante, por lo que sé, y lo sé de oídas y leídas, las procesiones siguen como antaño. Esas ceremonias en que se glorifica la muerte, la sangre, la tortura, el sufrimiento continúan circulando por las calles para edificación de las jóvenes generaciones que, con un poco de suerte, pueden ver cómo unos enajenados pasan descalzos, arrastrando cadenas y sacándose literalmente la piel a tiras con unos vergajos. Por supuesto, todo ello con entero desprecio a quienes abominamos de tan bárbaros ritos, pero tenemos que soportar que algún otro orate nos ilustre sobre las arraigadas y ancestrales costumbres de nuestro pueblo.

Según noticias, en esta ocasión, además de escenificar la habitual orgía de martirio y sufrimiento, los curas pretenden instrumentalizar eso que se conoce como la "piedad popular" para hacer campaña en contra del proyecto de ley que regula el aborto, pidiendo que los participantes luzcan unos lazos blancos. Pero parece que el tiro está saliéndoles por la culata. Me alegro.

PS: el valor de la piedad, la devoción y la profunda religiosidad de estos actos públicos lo da, entre otras cosas, el hecho de que un personaje como el señor Trillo sea costalero en una procesión.


(La imagen es una foto mía de la procesión del Divino Cautivo de 2007).

dimecres, 8 d’abril del 2009

Nuevo Gobierno.



Remito a mi artículo de hoy en Público, titulado Crisis en la crisis.

Un artículo interesante.

El señor José María Lassalle, secretario de Estudios del PP y diputado de ese partido por Cantabria, publicaba ayer en El País un estupendo artículo titulado Virtudes liberales, muy bien escrito y razonado y con cuyo razonamiento fundamental, consistente en exaltar la tradición liberal de Occidente como una doctrina filosófica, política, económica y social que es esencial en el adelantamiento de nuestras sociedades, no puedo sino estar de acuerdo. Sin duda alguna.

Pero en su artículo, el señor Lassalle hace unas críticas al pensamiento antiliberal que creo yerran evidentemente el blanco. Así, sostiene que: Arropados por esta estrategia de descalificación ideológica, ciertos sectores de la izquierda han creído ver en la crisis una oportunidad política para revisitar los consensos teóricos alcanzados en las democracias liberales después de la experiencia de la guerra fría y la caída del muro de Berlín. Esto no se compadece con los hechos. El llamado "pacto social-liberal" de la posguerra sufrió sus primeros ataques desde la derecha que quiso revisarlo de plano a raíz de la crisis de mediados de los años setenta. Una ojeada a la bibliografía muestra que las principales obras neoliberales de ataque al Estado del Bienestar de los Friedman, Buchanan, Gilder, Lepage, las reediciones de Hayek, etc son de los años setenta. O sea, no desde la caída del muro de Berlín sino desde los años setenta. La derecha que dice ser liberal. Y en ello sigue, en desmantelar como pueda el Estado del bienestar. Pregunte el señor Lassalle a la liberal señora Aguirre qué está haciendo con los servicios otrora públicos del pacto social-liberal en Madrid.

Añade el señor Lassalle que incluso han propugnado (los mismos "sectores de la izquierda") que era necesaria una reformulación del capitalismo -asumiendo este concepto en una clave estructuralmente posmarxista-, y han reivindicado para ello los valores de cohesión e ingeniería social defendidos desde la socialdemocracia. Pero eso es legítimo. La izquierda democrática, roto el consenso de la posguerra -y no por ella- y a la vista de la catastrófica crisis en que los excesos desreguladores del neoliberalismo han sumido al mundo, tiene derecho a proponer sus fórmulas socialdemócratas. Sobre todo teniendo en cuenta que dichas fórmulas ya incorporan la tradición liberal (y democrática, cosa que no es tan clara en el primer liberalismo) en su planteamiento como decía hace muchos años don Indalecio Prieto cuando se declaraba "socialista a fuer de liberal".

Por lo demás, el acuerdo entre esta socialdemocracia y el liberalismo se prueba precisamente en aquel liberal clásico que acertadamente cita el señor Lassalle y cuya efigie ilustra esta entrada, John Stuart Mill, un liberal socialdemócrata. En cuanto al resto de nombres que el autor deja caer, especialmente el del señor Obama, a quien pretende convertir en el señor Rajoy de Gringolandia tengo poco que decir. Cada cual hace las comparaciones que le interesan, incluso aunque resulten francamente divertidas.

No obstante lo más criticable del por lo demás excelente artículo del señor Lassalle es cuando dice: Quienes han defendido esta posición (la de una "refundación del capitalismo") no han dudado en establecer una correspondencia inaceptable entre los principios liberales y las tesis esgrimidas por los profetas de la desregulación agresiva y antiestatista del neoliberalismo. Con todos mis respetos, los primeros que no solamente hacen sino que reivindican esa correspondencia y, por cierto, de modo vehemente y algo cargante son los neoliberales y/o neoconservadores que se apiñan en su propio partido. Las tesis agresivas y antiestatistas del neoliberalismo son el sonsonete ideológico permanente del señor Aznar, las fórmulas que la Fundación FAES, think tank del PP, defiende tous azimuts y las que predican después sus terminales mediáticas. Todos los agresivos neoliberales españoles están en el partido del señor Lassalle, sostienen ser auténticamente liberales y sospecho que, si el señor Lassalle de verdad piensa y dice lo que escribe, lo tendrán por un quintacolumnista socialdemócrata. Otra cosa es que no lo piense y lo escriba para pescar en río revuelto.

Hecha esta pequeña corrección de tiro, reitero mi sincera admiración y coincidencia con el resto del artículo mencionado.

No son iguales.

Pudo no pisar el Irak. Nadie se lo iba a exigir. Él no mandó las tropas allí. Es más, se opuso a esa guerra criminal. Pero ha ido porque, después de todo, es el commander in chief de esos soldados.

Pudo no hablar del fin de la guerra. Tampoco se lo iba a exigir nadie. En su país hay muchos interesados en seguir en esa obra de rapiña y expolio. Empezando por varios gobernantes de la anterior administración que han hecho grandes negocios en el saqueo iraquí. Pero lo ha hecho porque ha ido a eso.

Pudo no hablar de la retirada definitiva. Nadie le iba a exigir que cumpliese su palabra. Pero lo ha hecho porque tiene palabra.

Pudo no respetar el plazo anunciado de 2011 y postergarlo, no diez mil años, como quería su contrincante McCain, pero sí diez o doce. Pero lo ha hecho y sacará las tropas en 2011 como había anunciado.

Definitivamente, no todos los políticos son iguales. Una cosa son los Bush y los Aznar y otra muy distinta los Obama y los Rodríguez Zapatero.

Afortunadamente.

(La imagen es una foto de tsevis, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 7 d’abril del 2009

Eso de las civilizaciones.

Con un poco de suerte, la doctrina del choque de las civilizaciones puede pasar a mejor vida gracias, sobre todo, a la iniciativa diplomática del señor Obama (Mr. Yeswecan) y en nada desdeñable medida, mal que pese a los agoreros del PP, a la muy temprana idea del señor Rodríguez Zapatero de la Alianza de las civilizaciones que, además de tener una excelente acogida en todo el mundo, ha servido de rampa de lanzamiento para la acción de Mr. Yeswecan.

Desarrollaré estos dos puntos algo más abajo. Antes, permítaseme un encuadre teórico que sirva de trasfondo para las consideraciones políticas posteriores. Durante los últimos ocho desgraciados años hemos vivido bajo las densas sombras mentales de los neocons gringos, uno de cuyos iconos preferidos era la teoría del choque de las civilizaciones del halcón Samuel P. Huntington, guerrero de la guerra fría y a quien dediqué una necrológica en su reciente fallecimiento titulada Huntington. Su teoría aparece sintetizada en el gráfico de más arriba cual figura en su libro. Como se ve, considera la existencia de ocho civilizaciones en el mundo interrelacionadas entre sí con distintos tipos de lazos. Cuanto más grueso es el trazo que las une, mayor nivel de conflicto entre ellas. Así, la civilización más conflictiva resulta ser la islámica que está enfrentada a la occidental, la hindú, la africana y la ortodoxa; a su vez, la ortodoxa y la japonesa se llevan mal, así como la occidental y la sínica. Parece que la única que no se lleva mal con nadie es la Latinoamericana pero quizá sea porque tampoco se relaciona con ninguna otra salvo con la occidental.

A la vista de esta clasificación se pregunta uno qué entiende Huntington por "civilización" y la respuesta es que no se sabe. La mayoría de las que enuncia harían pensar que el hombre identifica civilización con religión: islámica, ortodoxa, hindú, japonesa y, con reservas, sínica, africana y occidental. Con reservas porque la sínica incorpora varias religiones y la occidental varias confesiones de una misma religión y un porcentaje elevado de ateos. A su vez, la africana podría ser un potpurri y la latinoamericana sencillamente carece de sentido pues sus confesiones son las occidentales. En realidad, da la impresión de que este concepto de "civilización", siendo indefinido, es más un arma de conflicto que otra cosa y sirve para poner nombre a la dialéctica schmittiana del amigo/enemigo.

Nada del otro mundo. El concepto de "civilización" se presta a todo. De "civilizaciones" hablaba Gordon Childe, con gran conocimiento de causa, haciéndolas más o menos coincidentes con "culturas" como conjunto de artefactos humanos materiales y espirituales propios de alguna colectividad geográficamente localizada. Heredero de ese tratamiento childeano era el que aportaba Arnold J. Toynbee en su monumental Estudio de la historia en el que llegaba a distinguir veintiuna civilizaciones más cinco abortadas, en total veintiséis. De ahí a las ocho de Huntington es la distancia que hay entre un historiador y un guerrero frío reciclado en halcón con la finalidad de justificar la guerra contra el Islam.

Bien. Todo eso es lo que ha empezado a derrumbarse con motivo del inteligente despliegue diplomático de los Estados Unidos y de España ayer en Turquía. Incidentalmente, permítaseme subrayar la ironía de que, a pesar de la frialdad y tirantez en las relaciones entre Gringolandia y España por causa de la burramia del anterior presidente de los EEUU, Mr. Matorral, ambos países han venido a coincidir sobre el terreno como puntas de lanza de una ruptura y de un nuevo espíritu y enfoque que promete muy buenos resultados. Si lo hubieran podido coordinar mejor, seguramente Mr. Yeswecan no hubiera faltado al Foro de la Alianza de las Civilizaciones. Aun así, hizo lo que pudo porque la ocasión lo requería.

Sin duda la acción del señor Obama es políticamente más importante que la del señor Rodríguez Zapatero a causa del diferente peso internacional de los países que ambos representan. Pero la idea del español es de más largo alcance, mayor envergadura y promete resultados muy positivos.

El señor Obama habló ante el parlamento turco y su discurso revela a un político de mucha talla y dispuesto a apostar fuerte. Usó a Turquía como altavoz para todo el mundo musulmán para decirle que los Estados Unidos no están en guerra con el Islam. Mr. Huntington quedó definitivamente enterrado y, con él, el señor Bush y la manga de salvajes neocons que han convertido este mundo en un infierno en los últimos ocho años. Por supuesto, estos no están tan enterrados como Huntington, pero desde ayer son zombies en el sentido de los conceptos zombies de Ulrich Beck.

Mr. Yeswecan fue más allá: reconoció la importancia de la aportación del Islam a la formación de los EEUU y confesó ser él uno de los ciudadanos gringos que tienen parientes musulmanes o se han criado en comunidades de mayoría musulmana: el parlamento turco lo ovacionó y, con él, entiendo, medio mundo musulmán. No hace falta recordar aquí que todas las bestias pardas que hay en los Estados Unidos dispuestas a asesinar a Mr. Obama, al que llaman "islamista" echaban espuma por la boca. Y lo mismo estarán haciendo los fanáticos asesinos de Al Qaeda. Nunca un presidente de los EEUU ha ido tan lejos en la diplomacia con el Islam. Ahora sólo falta ver si esta audacia se reviste de firmeza a la hora de tratar con los israelíes.

La acción del señor Obama coincide en el tiempo con la del señor Rodríguez Zapatero que animaba el Foro de la Alianza de las Civilizaciones, el otro paso importantísimo para romper el punto muerto en que se encuentran las relaciones entre Occidente y el mundo musulmán y hacerlo con respeto y voluntad de diálogo. Allí estaban el secretario general de la ONU y el de la OTAN, recientemente elegido. Nadie podrá decir que la Alianza de las Civilizaciones sea un vago enunciado buenista sin perspectiva de realización alguna.

Son dos buenas noticias que no cabe desmerecer sin mala voluntad y protagonizadas por dos políticos de talla, Mr. Yeswecan y el señor Rodríguez Zapatero que, además, parecen entenderse bien entre ellos, aunque el español no hable inglés.

Un par de observaciones finales sobre el discurso del señor Yeswecan ante el parlamento turco: volvió a pronunciarse decidido partidario del ingreso de Turquía en la Unión Europea, posibilidad a la que se oponen con uñas y dientes las señoras Merkel y Sarkozy, así como muchos otros europeos. Algunos comentaristas quieren ver en esto una ingerencia gringa en los asuntos internos europeos. No me lo parece. Antes bien, creo que ese compromiso de apoyo es la contrapartida que los turcos pidieron para aceptar el nombramiento del señor Rasmussen como secretario general de la OTAN de la que ellos son miembros. El señor Rasmussen es de Dinamarca país en el que, como se recordará, se faltó gravemente a las barbas del profeta hace un par de años.

El segundo puntazo de Mr. Obama en Turquía fue animar a los turcos a entablar conversaciones con Armenia sin mencionar la palabra "genocidio" (a propósito del genocidio armenio a manos de los turcos en 1915) en sede parlamentaria pero sin desdecirse de su conocida opinión de que, sí, se trató de un genocidio.

Finis: quien no esté reconcomido por la envidia tendrá que admitir que la semana ha sido redonda para el señor Rodríguez Zapatero y el doblete que tanto él como Mr. Yeswecan han hecho en Turquía, un exitazo que entierra la política belicista, agresiva, despótica y contraria a los derechos humanos de los Bush, Blairs, Aznares y otros pajarracos del pasado.

(El gráfico es una foto de injuMy Web Page, bajo licencia de Creative Commons).(La imagen de Obama es una foto de M.J.S. , bajo licencia de Creative Commons).(La imagen de Rodríguez Zapatero es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Suena mucho mi nombre para ministro.

Con la crisis abortada ayer como si fuera un absceso maligno, parece que el baranda enfureció y, al igual que Castro, mandó parar. Resultado: las huestes sociatas mudas cual ladrillos. En cambio, la corte era una polifonía de rumores. Por la mañana, la crisis sólo afectaba a los que aparecen en la imagen. A mediodía ya estaban los señores Rubalcaba, Sebastián y dos o tres más en danza. Por la tarde se habían suprimido varios ministerios y fusionado otros. Todo ello con el mismo conocimiento de causa que tengo yo. Así que, ¿por qué no van a nombrarme ministro aunque sea sin cartera y aunque sea de Marina? Por otro lado, como nunca conviene poner todos los huevos en el mismo cesto, también estoy esperando una llamada de la COPE. Seguro que puedo hacerlo mejor que el señor Ignacio Villa. Claro que eso también puede el noventa y nueve coma noventa y nueve por ciento de los españoles.

Y junto a las quinielas, un fabuloso whodunit (¿Quién filtró?) anduvo rondando todos los cenáculos y mentideros de la Villa. Hubo quien culpó a Rubalcaba, a Chaves, a Solbes, etc, etc. Todos erraron lamentablemente. Sé de muy buena tinta que fue Sonsoles, la mujer del señor Rodríguez Zapatero, en venganza por no haberla llevado a lucirse con Michelle Obama.


Actualización a las 15:00 del 7 de marzo.


Vaya, no me han nombrado ministro. Ellos se lo pierden. Tampoco me han llamado de la COPE. ¡Qué falta de imaginación empresarial!

En fin, mañana saco un comentario sobre la crisis de Gobierno en Público, ese diario de rogelios, por si alguien está interesado.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 6 d’abril del 2009

Como debe ser.

Un triunfo grande del señor Rodríguez Zapatero y el señor Obama, un triunfo del sentido común la buena educación, la cortesía entre gentes que han de trabajar juntas y se aprecian por encima de sus inclinaciones, filias y fobias personales. Y una derrota sin paliativos para todos esos cutres, miserables, rastacueros y tiñosos que aspiraban a que las relaciones entre España y los Estados Unidos al más alto nivel siguieran bloqueadas porque así podían atacar más al presidente del Gobierno en detrimento de los intereses generales de España. Me alegro en ambos casos. Me alegro por el triunfo de Rodríguez Zapatero y Mr. Yeswecan y me alegro del berrinche que se habrán llevado los siniestros del PP.

Pero no se crea que es una alegría incontenible que todo lo borra, no. Ahora que está resuelto a general satisfacción el lamentable episodio del desencuentro entre el señor Bush y el señor Rodríguez Zapatero, conviene hacer un somero análisis que ponga las cosas en su sitio.

El choque se produjo cuando el presidente español, cumpliendo una promesa electoral y en uso de la soberanía del Estado de España, retiró las tropas del Irak, a donde las había mandado el señor Aznar, obedeciendo servilmente las órdenes de los gringos a participar en una guerra criminal. Al reaccionar como reaccionó el señor Bush, negando el saludo al señor Rodríguez Zapatero durante cinco años, demostraba que despreciaba la soberanía y la independencia de España y, con ella, la dignidad de los españoles. Porque los mandatarios no están en donde están para dar rienda suelta a sus prejuicios y (en el caso del señor Bush) sus muy evidentes deficiencias mentales, sino para actuar con arreglo a los intereses nacionales que representan y, según dichos intereses y las convenciones de las naciones civilizadas, España estaba perfectamente legitimada para adoptar la decisión que adoptó y el señor Bush incurrió en la más despreciable desmesura cuando se tomó el asunto por lo personal y bloqueó las relaciones por ello. Según dicha actitud, el único presidente español aliado de los EEUU que Bush estaba dispuesto a aceptar era el que, por complecerlo a él, debería romper sus promesas electorales y de paso, como hizo el señor Aznar ser un correveidile y ponerse de alfombra a sus pies.

Durante estos cinco años el PP ha actuado con la roñosería moral que lo caracteriza, alegrándose de la grosería inadmisible del patán tejano y tirando piedras contra el propio tejado español en lugar de cerrar filas con el Gobierno legítimo e independiente de España, reafirmando su dignidad frente al menosprecio gringo. El colmo de la miseria lo alcanza, como siempre, el señor Aznar que, siendo tan amigo del señor Bush como dice ser, fue incapaz de mediar en tan desagradable incidente dejando claro al estadounidense que su condición de español (de la que tanto alardea cuando no hace falta) prima sobre su filiación política.

Mediante el encuentro de ayer, los señores Obama y Rodríguez Zapatero han restablecido la normalidad democrática de las relaciones entre dos aliados. Como debe ser.

N.B.: francamente, es intolerable que los mandatarios españoles no hablen inglés. Intolerable, incomprensible y una vergüenza. El señor Rodriguez Zapatero lleva cinco años en la presidencia. ¿No se le ha acurrido a nadie en esas docenas de lumbreras y asesores que hay en La Moncloa la vulgar ideílla de contratar una hora diaria de inglés con un profesor particular que pagaríamos encantados muchos, si no todos, los españoles? Porque con una hora diaria en cinco años, el encuentro de ayer hubiera resultado menos grotesco, con el señor Obama soltando una alocución de la que el señor Rodríguez Zapatero no entendió nada.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Quinielas.

Sorprendente la filtración de la crisis de Gobierno al parecer inminente, para el próximo martes. La largó la SER por la tarde, pobló todos los telediarios de la noche, las ediciones digitales de los periódicos y, sin duda, las primeras de los de papel hoy. Casi parece una noticia difundida por el aparato de propaganda del PP para oscurecer el éxito del presidente del Gobierno al restablecer las relaciones con el mandatario gringo, cual si no quisieran que se difundiese la foto de Obama/Rodríguez Zapatero. Como es poco probable que en el PP dispusieran de esa información, habrá que entender que la filtración proviene del Gobierno o de las filas del PSOE y, si es así, al responsable hay que darle un premio a la estupidez.

De la remodelación del Gobierno venía hablándose hace días, no parecía ser noticia estrepitosa. Y, de ser cierto este rumor, tampoco parece que ésta suponga un cambio radical que obligue a los analistas y comentaristas habituales a decir algo menos trillado de lo que suelen. El señor Solbes se va a casa, que ya la añoraba suficientemente. En su lugar aparece la señora Salgado de quien es difícil decir que sea sangre (o savia) nueva dado que formó parte como alto cargo de los gobiernos del señor González ¡catorce años! (de 1982 a 1996) y ahora lleva cinco de ministra. Veinte años de su vida sin bajarse del coche oficial. Y del incombustible señor Chaves ya no hay nada que decir salvo que lleva aun más años encaramado en unas u otras poltronas.y que ya ha rebasado todos los trienios. Parece un chiste pero el rostro más joven que se incorpora al Gobierno es el del señor Blanco.

La verdad, según escribo este comentario, se me hace cuesta arriba admitir que a este parto de los montes lo llamen remodelación del gabinete. En fin, dicho queda.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

La arrogancia de los intelectuales.

Tecnos acaba de reeditar una obra que había desaparecido de las librerías por estar descatalogada desde 1985 y de nuestras memorias por todo lo que ha llovido desde entonces; una serie de artículos y conferencias de Paul K. Feyerabend (¿Por qué no Platón, Madrid, Tecnos, 2009 (1ª edición, 1985), 188 págs.), el padre de la doctrina del anarquismo epistemológico. Feyerabend fallecido entre tanto, en 1994, alcanzó merecida celebridad en los años setenta del siglo pasado al abanderar una posición relativista y anarquista en la filosofía de la ciencia y polemizar acerbamente con la corriente entonces -y hoy en buena medida- dominante del racionalismo crítico, concretamente en la formulación popperiana del falsificacionismo, sosteniendo de forma provocativa que tales concepciones eran puras ideologías y que en lo relativo a la búsqueda metodológica la única verdad a la que cabía adherirse era la de anything goes, esto es, "todo vale".

El libro reeditado por Tecnos contiene varios trabajos sueltos, ensayos y alguna conferencia de aquellos años que, al hacerlo de forma sintetizada, permiten captar una idea aceptable de las audaces posiciones de Feyerabend, de sus aciertos y de lo que me parecen sus errores. En el primer trabajo, Tesis a favor del anarquismo aclara que el anarquista rechaza las normas generales, las leyes universales, las concepciones absolutas sobre cosas como la "Verdad", la "Justicia", etc y en materia de metodología, "todo vale" especialmente en un momento como el siglo XX en el que la ciencia ha renunciado a toda pretensión filosófica y se ha convertido en un gran negocio.

En el trabajo De cómo la filosofía echa a perder el pensamiento y el cine lo estimula afirma que no hay líneas de demarcación entre la filosofía y la ciencia. Necesitamos una filosofía que dé a los hombres el poder y la motivación para hacer una ciencia más culta en lugar de más supereficaz o superverdadera pero tan bárbara que degrada a los seres humanos. Y aquí aparece ya su propuesta concreta, de carácter positivo: la filosofía debe mostrar y probar todas las consecuencias de una existencia exigente, incluidas las que no pueden expresarse con palabras (p. 27), que es una premonición de su conocida tesis de la asimilación de la filosofía y la ciencia con el arte.

En Expertos en una sociedad libre dice tener una gran opinión de la ciencia y muy pobre de los expertos que son quienes determinan el 95 por ciento de lo que pasa por ciencia (31).Ya Aristóteles había avisado del carácter pernicioso de los expertos. Estos son hoy útiles e irremplazables pero la mayoría se ha convertido en unos esclavos desagradables atentos a la competencia y pusilánimes y no hay que permitir que los esclavos organicen la vida de los hombres libres (p. 42-43). La creencia esencial de los expertos es que el progreso y el éxito sólo pueden alcanzarse mediante métodos especiales y en concreto uno, que es el que se lleva la palma: el de la experiencia. La historia, sin embargo, muestra que la ciencia ha avanzado por métodos muy diferentes y que el único método que ha funcionado en la práctica es el de "todo vale" (p. 49). Cualquier método, hasta el más necio, puede conducir a algunos resultados (p. 52), La historia prueba que la ciencia ha avanzado a golpe de catástrofes y revoluciones y no hay una sola teoría científica libre de dificultades (p. 53). Los expertos quieren monopolizar el juicio pero la ciencia está al servicio de los ciudadanos y son éstos quienes deben enjuiciarla; además, no es raro que los expertos discrepen en cuestiones esenciales (p. 55). Entiendo que gran parte de lo que Feyerabend expone como filosofía de la ciencia es más sociología y entiendo, asimismo, que su crítica a la pretensión de unicidad metodológica, que comparto (y que, por cierto, convierte a Feyerabend en un adelantado de la posmodernidad) supone una defensa del pluralismo metodológico, pero no una negación de la necesidad de un método, el que sea, hasta "el más necio", pero método al fin y al cabo.

El trabajo En camino hacia una teoría del conocimiento dadaísta, el más consistente de la recopilación, sostiene que la supremacía de la ciencia es hoy artículo de fe y que la ciencia se ha convertido en parte esencial de la estructura de la democracia, igual que antes lo era la Iglesia con otras formas políticas y así como hoy Estado e Iglesia están separados, Estado y ciencia van juntos (p.59). Sin embargo no hay nada en la ciencia ni en ninguna otra ideología que haga de ella algo liberador (p. 61). El predominio de la ciencia hoy es en realidad una amenaza para la democracia ya que no admite la libertad de expresión de doctrinas distintas a ella misma (p. 65). Una sociedad libre puede existir sin una única verdad y moral. La única idea general compatible con una sociedad libre es el relativismo (pp. 66-67). Incidentalmente, se entiende por qué los curas atacan el relativismo con tanta saña. No obstante, entiendo que Feyerabend no resuelve el famoso problema de la indecibilidad de ciertos enunciados: afirmar que la única idea general válida es el relativismo remite al eterno problema de Epiménides el cretense. Una sociedad verdaderamente libre es "amoral" (p. 71). El juicio democrático no tiene en consideración la verdad ni la opinión de los expertos y todo discurso sobre la "verdad" no pasa de ser una construcción de intelectuales (p. 75). A menudo la opinión de los expertos está sujeta a prejuicios, no es digna de confianza y precisa de control externo (p. 78). Y no hablemos ya de la utilización políticamente interesada de ese juicio de expertos. Dos casos muy recientes y frescos en España: los juicios del experto Polaino sobre la homosexualidad y los recientemente vertidos por la catedrática de bioética que calificó de "enfermos" a los gays. Coincido por entero con Feyerabend en que los profanos deben y pueden vigilar a la ciencia pero debo reconocer que el ejemplo que pone me desconcierta aunque, a la larga, creo que adoptaría la misma actitud que él. Sostiene que no está claro que la teoría de la evolución esté tan fundamentada como dicen los científicos y que, por lo tanto, también deben enseñarse otras doctrinas en las escuelas (v. gr., el creacionismo) (p. 90). Puede parecer excesivo si se plantea en términos estrictamente metodológicos o epistemológicos pero si lo llevamos al terreno del control democrático de la ciencia no lo es tanto: en las escuelas debe enseñarse lo que los contribuyentes (que son los que las pagan) decidan. Otra cuestión posterior es el de la calidad de la formación de los alumnos. Pero, en efecto, es otra cuestión. Los argumentos extraídos de la metodología no demuestran las superioridad de la ciencia y la idea de un método universal y estable es tan realista como la de un único instrumento de medición con independencia de circunstancias externas (p. 93). Distingue el autor las cuatro escuelas en filosofía de la ciencia de su tiempo: a) racionalismo "anacrónico" (Descartes, Kant, Popper, Lakatos); b) racionalismo contextual (marxismo, mucha etnología); c) anarquismo ingenuo; d) su propia posición, de anarquismo metodológico (p. 99). Los verdaderos científicos intentarán aprender tantas reglas como puedan y luego las aplicarán o no (p. 103). La ciencia tampoco es preferible por sus resultados ya que, si hubiera que alabar a la ciencia por sus conquistas, también habría que alabar al mito pues sus conquistas fueron aun mayores (p. 117). La ciencia es una de las numerosas formas de pensamiento que el hombre ha desarrollado y no necesariamente la mejor (p. 119). Cualquiera que profese un escepticismo medianamente sano estará de acuerdo con este enunciado, reconociendo en él que la parte provocativa no empece el fondo del asunto y éste es que ningún científico negará la posibilidad que en él se dibuja. La superioridad de la ciencia no viene de ninguna fuente ajena a ella misma y se mantiene en permanente y abierta competencia con otras formas de pensamiento. Sobre lo que se puede hablar, el lenguaje que vale es el científico, aunque haya polifonía. Sobre lo que no se puede hablar, tanto da.

En Grandes palabras en una breve charla Feyerabend hace una fuerte crítica a los intelectuales, esos que pretenden crear una "concepción", un "sistema". En cambio, lo que a él le interesa es crear las condiciones necesarias para que pueda vivir toda concepción, toda tradición, todo sistema (p. 149). La verdad, se me hace difícil imaginar que alguien pueda negar tan nobles propósitos con una única salvedad: que pueda existir toda tradición y todo sistema no quiere decir que deba existir. ¿Qué es un intelectual? Alguien sentado en una biblioteca, leyendo a Marx, Lenin o Popper y desarrollando una "concepción" para discutir después con otros intelectuales (p. 153). Hasta aquí de acuerdo. Mi perplejidad llega al límite, sin embargo, cuando leo: "Mi lucha encierra también un monton de propuestas de solución que han hecho de Hitler una basura. Esto es precisamente lo que a mí me rebela, esa arrogancia de los intelectuales que desde arriba se dedican a desarrollar teorías acerca de todo" (p. 161). ¿Alucino o de ese párrafo se colige que para Feyerabend Hitler entra dentro de su categoría de intelectual?

Por último, ¿de dónde viene el título? De una breve charla imaginaria, una especie de diálogo platónico llamado precisamente ¿Por qué no Platón? en el que anima a volver al filósofo, el único verdadero que ha habido debido en especial a su "inteligencia y talento artísticos" (p. 179).

diumenge, 5 d’abril del 2009

El último de israelíes.









Llega un israelí al puesto de control del aeropuerto de Madrid.

Policía: ¿ocupación?

Israelí: no, vengo de visita.

Estrasburgo, la violencia.

La ira crece por momentos, los alterglobalizadores se pasan a la violencia. El movimiento antiliberal es de enragés. El partido anticapitalista va a simbolizarse en un cocktail Molotov. Mal vamos.

Esto de estar celebrando cumbres, reuniones de alto nivel, saraos, cenas, merendolas, consejos, asambleas, comités con la que está cayendo por el mundo quizá no sea la mejor idea. El contraste de noticias en el mismo bloque a veces hace hervir la sangre: de un lado, el paro en los EEUU ha aumentado en un solo mes en más de seiscientas mil personas y en España en ciento y pico mil; por otro, un imagen de Berlusconi haciendo tonterías en alguna cumbre. Es un poquito indignante. Al mismo tiempo es difícil ver cómo podría pensarse en resolver un problema mundial de esta magnitud si no es reuniendo a los jefes, líderes, barandas del mundo en algún lugar. No parece haber procedimiento alternativo.

Desde luego, los contrastes son muy grandes. De ahí las contramanifestaciones de los altermundializadores. Y no es raro que en ellas haya violencia. Pasó en Seattle, pasó en Milán, pasa con frecuencia. Pero no recuerdo que en las veces anteriores se llegara al incendio de edificios. Esto es una escalada. Hay quien dice que la cumbre de Londres, la presencia de Obama en Europa, la cadena de acontecimientos, con la reunión mixta EEUU-UE, la OTAN, etc, todo eso es como un maremoto propagandístico que ha anegado a los alterglobalizadores. Así que si estos querían salir en los telediarios tenían que hacer algo gordo. Y lo han hecho: incendiar un hotel así como otros edificios, una aduana abandonada, tengo entendido.

Manda narices, llegar a Estrasburgo, la ciudad en donde Francia y Alemania se unen, el corazón mismo del continente, sede de algunos organismos esencialmente europeos como el Consejo de Europa y que, de pronto te encuentres con que pasa lo mismo que en una zona suburbana francesa llena de hijos de inmigrantes que queman autos o en una de las afueras de Cincinatti, en medio de algún racial riot.

Está claro que la obstinación de las elites gobernantes por escenificar sus reuniones y cabildeos de todo tipo provoca verdadera ira en amplios sectores de la población, singularmente jóvenes alterglobales. Es comprensible, a la vista del panorama de la juventud en todos los países del planeta. Es ahora cuando se está escribiendo un nuevo Mirando atrás con ira.

Pero que sea comprensible no quiere decir que sea justificable. No hay justificación alguna para el empleo de la violencia más que la legítima defensa. Lo que sucede es que ese concepto de "legítima defensa" resulta ser muy elástico y cada cual lo entiende a su modo.


(La imagen es una foto de Ctruongngoc, bajo licencia de Creative Commons).

Mala racha.

El sondeo de intención de voto que hoy publica mi periódico, Público, trae malos datos para el PSOE que está por debajo del PP por primera vez en meses. Tampoco es tan grave, cuenta habida del desastre económico en el que vivimos y del que, se quiera o no, todo el mundo culpa al Gobierno. Cosa sumamente razonable, entiendo, porque, si no es al Gobierno ¿a quién se culpa? No va a ser a la oposición que está en la oposición precisamente porque no puede gobernar. También se puede echar el marrón a los bancos, a los empresarios, a los sindicatos, a la competencia internacional, etc y todo eso se hace; pero esas instancias no son decisorias por lo que sus culpas, como los peccata mundi los recoge el bendito Gobierno. Y bastante es que no se haya descalabrado del todo.

Más alarmante parecería ser la valoración personal que sitúa, creo que por primera vez, al señor Rodríguez Zapatero al nivel del señor Rajoy, lo que es portentoso. No obstante, cuando se observa que la política mejor valorada es la señora Díez cuyo partido, en cambio, quedaría en cuarto lugar, se llega a la conclusión de que este indicador es muy antojadizo.

Las próximas elecciones son al Parlamento Europeo, unas muy fastidiadas que los especialistas llaman de "segundo orden" porque en ellas no se debaten asuntos europeos que son confusos y los ciudadanos no suelen entender, sino asuntos de política nacional y hasta regional. Así no se constituye un sistema político genuinamente europeo pero es posible que, si un partido se empeña en presentarse a las europeas hablando de temas europeos pierda las elecciones,. Hay pues pocas posibilidades de que la situación cambie.

Es en estas elecciones europeas en las que el señor Rajoy se juega su liderazgo. Si las gana, tendrá expedito el camino a la nominación como candidato a la presidencia del Gobierno; si las pierde... nadie puede decir qué pasará si las pierde. Supongo que dependerá de por cuánto las pierda y cómo. Y ambas cosas pueden pasar.

(El gráfico es de una crónica de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 4 d’abril del 2009

OTAN, 60 aniversario.

Con motivo del sexagésimo aniversario de la OTAN hay una reunión en Baden Baden en la que la organización está tratando de definir sus nuevos objetivos y correspondiente estructura para los tiempos venideros. A esa reunión ha acudido el presidente del Gobierno español porque España es miembro de pleno derecho de la alianza militar más importante y duradera de Occidente.

Hubo un tiempo en que esto no era así, en que España no pertenecía a la OTAN porque, sometida a una dictadura fascista, era una apestada internacional y prácticamente no pertenecía a ningún organismo multilateral: al Consejo de Europa o a la Unión Europea, antes Mercado Común, luego Comunidad Económica Europea o a otros. Lo cual no impedía que estuviera imbricada en la estrategia defensiva occidental en tiempos de la guerra fría a través del pacto bilateral con los Estados Unidos que, siempre pragmáticos, querían aprovechar el alto o bajo potencial militar español y, por supuesto, asegurarse unas bases en el territorio patrio que Franco les cedió servilmente para ganarse su simpatía.

Murió Franco, llegó la transición y tarde o temprano había de plantearse la cuestión de la pertenencia de España a las organizaciones multilaterales, cosa que sucedió en los años 80 con la posible adhesión a la UE y a la OTAN. Ahora bien, aunque había casi unanimidad respecto a la conveniencia de ingresar en la UE, en lo atingente a la OTAN, la opinión estaba dividida entre una derecha partidaria del ingreso y una izquierda partidaria de rechazarlo. El Gobierno socialista de Felipe González, que había ganado las elecciones de 1982 prometiendo ambiguamente que saldríamos mediante referéndum de la organización en la que nos había metido a la chita callando el Gobierno conservador de Calvo Sotelo, acabó convocando la consulta, pero no para salirnos sino para quedarnos.

El referéndum de 1986 dividió profundamente a la izquierda española, división que aún perdura por cuanto la parte contraria a la OTAN organizó la Izquierda Unida original bajo patrocinio del Partido Comunista que, mal que bien, sobrevive actualmente. Hubo otra parte de la izquierda que optó por el sí a la integración en la organización militar. Yo lo hice. Incluso publiqué un artículo en EL País el día de la reflexión, el 11 de marzo de 1986 titulado A favor del "sí" con sus razones que hoy, veintitrés años después, volvería a escribir y publicar porque creo que la pertenencia a la OTAN fue un acierto desde el punto de vista de la izquierda también.

Aquel artículo me costó un disgusto con viejos amigos, rupturas y pendencias sin fin. Recuerdo que Patrick Camiller, el director de la New Left Review, que había venido a España a hacer campaña por el no, me explicaba qué gran paso daría la izquierda europea si, la primera vez que la pertenencia a la OTAN se ponía a votación, ganaba el "no". Le dije que yo votaría que "no" en un referéndum sobre la OTAN el día en que los ingleses hubieran organizado uno y se hubieran salido a su vez y, en el ínterin, harto de que mi país se quedara siempre fuera del concierto de los demás Estados democráticos unas veces por unas razones y otras por otras, votaría que "sí" y haría campaña por el "sí".

La discusión con Camiller se repitió con otras gentes en otros lugares. Se me dijo que abandonaba mis principios para integrarme en una organización militarista, belicista, causante de no sé cuántos desaguisados en el mundo. Respondía yo que, hasta la fecha no había visto que hubiera causado ninguno y que la OTAN no había invadido ningún país miembro de ella misma como sí había hecho el Pacto de Varsovia con los suyos y que, además, veía una gran ventaja de consolidación democrática en España integrando a los militares españoles en una organización defensiva para que se entretuvieran, se homologaran con los demás y se olvidaran de su tendencia al golpismo.

Algunos otros argumentaban que había que salvaguardar la tradición de la "neutralidad" española, que teníamos que aprender de Suecia, Austria o Finlandia, cuando era obvio que no teníamos nada que ver por cuanto no existía una tradición de "neutralidad" española sino, en todo caso, al menos en tiempos de Franco, de "no beligerancia" que no ocultaba la colaboración del régimen con los nazis y los fascistas con la guinda de la División Azul en el frente del Este. Muchos de los que entonces me ganaban por la izquierda y me llamaban socialdemócrata traidor y cosas así, luego me ganaron por la derecha y, si no llegaron a la extrema derecha es porque Alá es grande; por ejemplo, el señor Tamames, a quien oí entonces diciendo por TVE que había que votar que no a la OTAN porque era una organización dominada por los gringos, los últimos que nos habían ganado una guerra, es decir, atizando nobles pasiones. He perdido la cuenta de las oscilaciones ideológicas del señor Tamames desde entonces.

Han pasado 23 años. Entretanto el comunismo ha caído sin que parezca que vaya a levantarse por una temporadita y la OTAN, hoy, quiere establecer relaciones de colaboración con Rusia, cosa impensable en tiempos de la Unión Soviética. El Pacto de Varsovia, la OTAN comunista, también se ha desintegrado y casi todos sus antiguos miembros han salido corriendo y se han echado en brazos de la organización militar occidental, probablemente porque se sienten más a gusto y más seguros. Algunos países europeos, como Grecia y Turquía no han llegado (más) a las manos porque ambos son miembros de la OTAN. Los militares españoles no han vuelto a amagar con alguna de sus intentonas tradicionales y el país no se ha visto involucrado en ninguna aventura belicista o imperialista.

En definitiva, una historia de un éxito en la que, como es lógico, no faltarán algunos borrones. Por ejemplo, parece que la acción de la OTAN en los Balcanes ha sido inadmisible en varias ocasiones pero, aparte de que una actuación tan delimitada en el tiempo y en el espacio no determina el carácter de la organización, debe recordarse que toda actuación de la OTAN en Europa se produce por la patética división de los países europeos y nuestra incapacidad para poner en pie una fuerza defensiva exclusivamente europea viable y eficaz. No me atrevería a decir que la presencia de la OTAN en el Afganistán sea algo acertado, justo o siquiera conveniente. Pero no puedo dejar de pensar que la organización está en ese país del Asia central para sustituir a los soviéticos que fueron los primeros en invadirlo y suscitar el desbarajuste que dura hasta ahora.

Ya sé que plantearse cómo hubieran sido las cosas en caso de que España no formara parte de la Alianza Atlántica es incurrir en una aburrida e inútil cuestión contrafáctica pero quizá no esté de más tratar de responder a la hipotética pregunta de en dónde estaríamos ahora si no perteneciéramos a la OTAN. Una respuesta que a lo mejor animaba a los enemigos de la organización que todavía siguen siéndolo (a quienes han cambiado no merece la pena escucharlos) a explicar en qué hubiéramos mejorado el mundo y nosotros caso de que se hubieran salido con la suya hace veintitrés años.

(La imagen es una foto de MATEUS 27:24 & 25, bajo licencia de Creative Commons).

Blogorismo del agorero. El Banco de España.

Supongo que a la hora de formular esos vaticinios sombríos del futuro que nos aguarda, los expertos y especialistas del Banco de España habrán hecho complicadísimos cálculos aunque, cuando dicen que hay un "alto nivel de incertidumbre", sospechamos que saben tanto del futuro como los sacerdotes romanos que vaticinaban el resultado de una guerra escudriñando entrañas de aves.

Lo que está claro es que los tales expertos, augurando lo peor a las veinticuatro horas de la cumbre de Londres, ignoran la importancia del factor psicológico en el comportamiento económico. Y dado que los datos sobre los que basan sus aciagas previsiones son anteriores a la dicha cumbre, hubiera sido mejor que se callaran. Como están las cosas, sólo han convecido al señor Solbes, a quien me comprometo a convencer a mi vez de que los asnos vuelan.

(La imagen es una foto de Martius, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 3 d’abril del 2009

G 20: cuando llegue noviembre.

(De mi corresponsal Dick Fuckeveryone).

Querido Palinuro: no puedes imaginarte cómo está Londres. Nunca había visto yo nada igual desde el jubileo de la Reina Victoria, que recuerdo con particular ternura. Después de la jamboree de ayer, la tamburrada de hoy. Todos encantados de haberse conocido y de ser tan decisivos, contundentes, eficaces... ¿Qué más quieres, Saelices? Todos a comer perdices. Llegan los del G 20, se reúnen con la Reina de Corazones que están todos que levitan y en un pispás arreglan el mundo, montan un nuevo orden internacional, el nuevo Bretton Woods, la repanocha, tío. Mira las primeras de los diarios de hoy. Seguro que vienen todas clarines al viento. Este Gran Jefe Yeswecan tiene una capacidad para la publicidad y la escenografía que no deja juicio crítico con cabeza. Y llega luego el edecán, Gordon Brown, con esa cara de alumno aplicado y un poco bruto y el mundo respira tranquilo, viendo en qué buenas manos estamos. ¡Peazo líderes, Palinuro! Hasta Hernández y Fernández han salido como mesmerizados, con los ojos con burbujitas hablando de una nueva era de la humanidad. Santo cielo. Y el grumete Rodríguez, tan feliz de haber forjado un acuerdo, mediando entre el Gran Jefe Yeswecan con su edecán y Hernández y Fernández, él que no habla ni potato de inglés. En fin, maravilloso. Tan genial que hasta los alternativos se han rendido a esa grandiosa exhibición de autoridad, eficacia y genialidad y lejos de armar algún buen Cristo, han ido diluyéndose en la jornada, habiendo comprendido que no tienen nada que hacer contra esa poderosa maquinaria de propaganda que ha arrasado todo a su paso a base de vomitar cientos, miles de millones, billones, trillones de dólares. La órdiga, tú. Casi es incomprensible cómo había crisis cuando el personal estaba tan forrado.

Al grano, Palinuro, que luego me llaman incendiario y poco constructivo. Todos los glosadores de la jamboree cum tamborrada dan la murga con que esta cumbre, a diferencia de la anterior de Washington, que fue pura palabrería, ha fijado compromisos concretos, firmes, dado pasos claros, puesto en pie mecanismos específicos que pondrán fin a la lamentable situación. Así que todos, el Edecán, el Grumete..., ya ven que la crisis toca fondo y, de aquí en adelante, nada hombre, Jauja y vuelta al capitalismo pero, eso sí, corregido, moralizado, perfeccionado, hecho eficaz; no más sinvergüenzas y ladrones. Jesús, Jesús.

Primero, la pasta: un billon y pico de $ (ya no recuerdo si es el billón gringo o el europeo pero, a estas alturas, ya da igual), para el Fondo Monetario Internacional que, como lo hizo tan bien en el pasado obligando a los Estados prestatarios a liquidar el gasto social, desmantelar el estado del bienestar y desregular, se lleva un premio por buen chico y para que siga por ese camino tan acertado. Un exitazo de la nueva cara del nuevo capitalismo. La Organización Mundial del Comercio, otro organismo que se desvive por los pobres y desheredados de este mundo, se lleva una mordida de 250.000 millones de dólares para, dicen, "fomentar el comercio mundial". Entre tanto, la ronda Doha sigue parada y como algunos de los perjudicados por ello han preguntado (hay que ver qué impertinentes son los pobres) les han dicho que en noviembre habrá revisión y, para entonces, culminará la ronda. Entretanto, 100.000 millones (un pastón pero menos; pedrea) para los más que no tienen en dónde caerse muertos a través de los Bancos Multilaterales de Desarrollo de los que, en realidad, no se fía el señorito.

El edecán y algún otro político influyente regalaba hoy titulares a una prensa ya medio borracha de sentido histórico: esto es un nuevo Plan Marshall y los chicos ya lo están diciendo por ahí, cuando no tiene nada que ver con él en nada. Los 12.000 millones de dólares del plan Marshall fueron para reconstrucción de países devastados por la guerra y los administró la entonces OECE, es decir, los gobiernos interesados. Estos fondos los administra el FMI, o sea, el patrón, que no es lo mismo ni de lejos.

Plan Marshall o no plan Marshall, el G 20 ha nombrado sheriff nuevo en OK Corral: el Consejo de Estabilidad Financiera. En realidad ha cambiado la estrella de camisa porque este Consejo sustituye al Foro de Estabilidad Financiera, creado en Washington y que, en el ínterín, no ha hecho nada. Ya veremos lo que hace éste. Tenemos hasta noviembre para comprobarlo. Aunque no lo creas, Pali, me parecen medidas muy acertadas, que había que haber tomado antes y de verdad, no con foros o consejos sino con un órgano eficaz mundial dotado de fuerza coactiva. No ha pasado ni pasará de inmediato, así que la tamburrada, a beneficio de inventario. Cmo el caso que le han hecho a la brillante idea de los chinos de crear una moneda internacional distinta del dólar. A los chinos, que ya están hartos de financiar el desastre gringo a base de comprar sus comatosos dólares los han apoyado los indios. Entre los dos suman dos mil quinientos millones de personas, o sea el cuarenta por ciento de la población del planeta. ¿Alguien los ha escuchado? Ni Dios, como si el cuarenta por ciento del planeta no hubiera dicho nada.

¡Ah! Y ¿qué me dices de los paraísos fiscales? Ahí sí que el G 20 ha enseñado los dientes a esta sarta de mangantes. Hernández y Fernández, que traían el firme propósito de acabar con la lacra infame, al igual que el grumete Rodríguez, se vuelven a casa encantados. ¡Mano dura con los paraísos fiscales! Los van a poner en una lista pública con consecuencias terribles si incumplen, ya se sabe. Pues, ¿no dice el edecán que esto es "el comienzo del fin de los paraísos fiscales"?

La verdad es que, si Gordon Brown quisiera terminar con los paraísos fiscales podría haberlo hecho hace tiempo. En el cuadro adjunto puede verse que, de los treinta y dos paraísos fiscales en la última lista (de marzo) de la OCDE, ocho (la cuarta parte) son territorios de ultramar ingleses, entre ellos el de las Islas Caimán en donde radican diez mil hedge funds. Se admiten apuestas: el edecán no sabía que tres de los mayores paraísos fiscales bajo su mando están aquí mismo, en Europa (Jersey, Guernsey y Gibraltar) o, como buen escocés, le encanta quedarse con el personal. De los otros paraísos fiscales (ya sabes, Pali, lugares en lo que se lava dinero del narcotrafíco y de lo que sea y en los que se evaden impuestos, se especula y se cometen delitos), de los otros, digo, dos son holandeses y otros dos están bajo soberanía neozelandesa. Los demás son países "independientes" como Mónaco, San Marino o Panamá y alguno está bajo cosoberanía española, como Andorra y no sólo española sino episcopal. Junto a los paraísos fiscales figuran "otros centros financieros" en los que rige el secreto bancario. Una somera ojeada muestra que estos otros "centros financieros" (que son también paraísos, aunque algo menos) hay hasta países de la Unión Europea. ¿Qué diantres pinta en Londres el señor Durao Barroso pidiendo el fin del secreto bancario en representación de Bélgica y Luxemburgo? No te preocupes, Pal, que no hablaré de hipocresía. No creo que llegue ni a eso. Es que, en el fondo, les da todo igual porque saben que, si ofrecen un buen espectáculo y ponen a la squaw del Gran Jefe Yeswecan a lucir modelitos, el sufrido pueblo no hará preguntas.

De todas formas, esperemos a noviembre que a lo mejor esta jamboree cum tamburrada ha conseguido salvar al capitalismo. De momento, las bolsas han pegado fenomenal rebote. Claro que tampoco eso es suficientemente significativo: las bolsas se nutren de dinero fresco como los vampiros de sangre también fresca, pero, al igual que estos, eso no quiere decir que estén vivas.

Salud, Pali, Londres es una fiesta.

(Las imágenes son sendas fotos London Summit (1) y London Summit (2), bajo licencia de Creative Commons).

Claro que tiene que dimitir.

Y más que a paso. Que el principal sospechoso de dirigir la red de espías de la Comunidad de Madrid, jefe directo o indirecto de tres imputados en el proceso de corrupción de la trama Gürtel y presunto destinatario de un edifico supermillonario que nadie sabe cómo piensa financiar, que ese sospechoso, digo, esté de mesa y mantel con el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que deberá conocer en días del caso Gúrtel, es un atentado contra la división de poderes, una burla a la ciudadanía, un atropello. Dicen los dos implicados que no hablaron del caso Gürtel pero es que eso es igual y una excusa que produce sonrojo escuchada en un juez que sabe de sobra que eso, siendo indemostrable, no cuenta. Es el almuerzo el que no tuvo que producirse. Lo demás, pretextos lamentables. Dicen asimismo lo dos que el almuerzo no fue en privado, sino coram populo. Cualquiera que conozca Solchaga, restaurante en la plaza de Alonso Martínez en el que se entra por un portal de vecinos, sabe que es un lugar superdiscreto, con salitas que son todas, en la práctica, reservadas. Es decir, no sólo se reúnen sin deber sino que no dicen la verdad.

Señalan ellos y sus coros que se trataba de una reunión de trabajo ordinaria. ¿Una reunión de trabajo en un restaurante? ¿Esta gente cree que los demás son imbéciles?

Claro que el consejero Granados tiene que dimitir. Ya tuvo que dimitir cuando se supo que es el presunto jefe de una red de espía, igual que tuvo que dimitir cuando su partido violentó los usos parlamentarios democráticos más evidentes dando cerrojazo a la comisión de investigación que iba a investigarlo a él. Y como también debió dimitir cuando se supo lo del edificio de financiación misteriosa. En general el equipo de la señora Aguirre ha puesto la política madrileña a la altura del betún pero es que los asuntos que tienen que ver con este personaje son la insolente negación de la más elemental dignidad de la política, incluso de la de la señor Aguirre

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 2 d’abril del 2009

La gran jamboree londinense.

(De mi corresponsal en Londres, Dick Fuckeveryone).

Esta reunión cumbre mundial no podía comenzar con mejor pie. Todo estaba preparado para recibir al Gran Jefe piel roja que en este caso es un negro, Mr. Yeswecan, en su primera visita a su patio trasero europeo. Venía acompañado de su squaw, que ha causado muy buena impresión en la corte londinense, en donde se han hecho lenguas de cuán civilizada parece. Hasta la Reina de Corazones, en lugar de pedir su cabeza, cual tiene por costumbre, invitó al matrimonio a té con pastas para ver más de cerca a dos auténticos especímenes de las antiguas y queridas colonias.

Os digo que aquí va a pasar algo. Por la mañana, Gran Jefe Yeswecan mantuvo una reunión con el gobernador del 51 Estado de la Unión, el edecán Mr. Gordon Brown, para comprobar que éste había aprendido lo que tenía que decir cuando comenzaran a llegar los demás invitados de la Jamboree, la recua de parientes pobres pedigüeños del continente allende el Canal de la Mancha y los pintorescos reyezuelos de la periferia mundial, incluidos el Gran Khan de la Mongolia citerior y el Maharajah de la India, Rawandgreasy, que acuden a la jamboree a ponerse ciegos de canapés.

Pero este es un mundo libre, amigos, y plural. Mientras Gran Jefe escenificaba su promiscua "relación especial" con el edecán, Hernández y Fernández empezaron a hacer de las suyas para llamar la atención: aseguraron que Francia y Alemania hablaban con una sola voz y hasta dijeron más: que Alemania y Francia voceaban con la misma habla, convocaron una rueda de prensa para afirmar que ya bastaba del mal ejemplo de Gran Jefe con su primo el edecan del "Tower State" de la Unión y después, con ganas de armarla, presentaron una lista de logros que la Jamboree tiene que garantizar en orden a restaurar la prosperidad capitalista, fuente de bienestar para el mundo entero, especialmente en el África, el Asia y América Latina: pretenden conseguir que los banqueros sean todos honrados y que los nidos de piratas y otros paraísos fiscales se hagan ONGs, un plan demasiado radical para Mr. Yeswecan pero sobre el que se puede hablar.

En algún momento creemos haber visto al tío Gepetto Berlusconi víctima de un peligroso síndrome de abstinencia: lleva ya casi un día sin asomarse a ninguna pantalla de sus ubícuas televisiones y ha intentado consolarse comprobando de modo directo si Frau Merkel está suficientemente mollar.

Muy aplaudido por la claque hispana el momento en que el grumete Rodríguez Zapatero, al igual que aquel heroico Rodrigo de Triana gritó "¡Tierra! un día de 1492, exclamó "¡Obama!" mientras emocionado avizoraba el horizonte con tantos nervios que se le fundió la cámara de fotos y no ha quedado testimonio gráfico del sentido abrazo de Gran Jefe Yeswecan y el grumete Rodríguez (a) "soplillo".

En resumen, queridos lectores, apreciado Palinuro, aquí estamos, emocionados, en Londres, haciendo historia del presente y del futuro porque, cuando todas las agendas y los carnés de baile estaban cerrando, apareció Dorian Gray, también conocido (aunque cada vez menos) como Príncipe de Gales, e invitó a la alegre muchachada internacional a una sesión de guiñoles sobre el cambio climático cuyo número fuerte era el momento en que pasa el carro de fuego y, en lugar de llevarse a Elías, se lleva a Al Gore.

Y como la historia nunca es auténtica historia hasta que hablan sus protagonistas, las masas soberanas, las calles se llenaron de un pueblo cariñoso y sumiso en cuyo seno se infiltraron algunos agentes ponzoñosos que asaltaron las sedes simbólicas del mundo de hoy, los bancos, y se enfrentaron violentamente con la policía sólo para provocarla, recibir unas cuantas galletas y, aprovechando que el Támesis pasa por Londres, pedir la dimisión del consejero señor Joan Saura que no piensa hacerlo mientras no lo echen. No contentos con ello, los más radicales no pararon hasta que obligaron a los Blue Meanies a matar a un manifestante con la única aviesa intención de empañar la feérica inauguración mundial de Gran Jefe Yeswecan y su encantadora esposa.

Estad atentos a la pantalla, amigos, que hoy tienen anunciada su llegada los scouts franceses y los Wandervögel alemanes con la intención de tomar venganza por su propio crimen y amargar la jornada en la que los líderes mundiales, Edecan Brown, Hernández y Fernández, Gepetto Berlusconi, el grumete Rodríguez (a) Soplillo, el Gran Khan Kon Su Mol y el hindú Rawandgreasy, pretenden poner remedio a la peor crisis de la historia.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Píldoras democráticas.

Giovanni Sartori debe de ser uno de los politólogos vivos más famosos y respetados del mundo. A sus ochenta y cinco años ha alcanzado ya ese grado de olímpica serenidad al que se llega luego de una larga y fructífera vida de trabajo que le permite literalmente decir lo que quiera. Todavía se recuerda el éxito de uno de sus últimos libros, Homo videns, en el que sostenía que la televisión idiotizaba a la gente, convertía a las personas en homo videns, mental y moralmente disminuidos a causa de la bazofia que las televisiones emiten a mansalva.

Pero como Sartori es Sartori un buen día alguien le propone resumir su sólida teoría de la democracia (recuérdese su monumental Teoría de la demoracia, en dos volúmenes) en treinta breves lecciones de cinco o seis minutos cada una ¡en la televisión! Y Sartori acepta: comparecerá treinta veces ante la TV, en hora de gran audiencia, para explicar al homo videns su teoría democrática sin temor, evidentemente a que se le interprete mal. El resultado es este libro (La democracia en treinta lecciones Taurus, Madrid, 2009, 150 págs.), hecho a base de los guiones que empleó para sus comparecencias televisivas y que aborda el tema con capítulos laxamente conectados entre sí. La técnica ya le era familiar al autor desde que la aplicara a su famosa Teoría Política en la que abordaba tan abstrusa materia a base de indagar en conceptos aislados tratados independientemente unos de otros, como si fueran mónodas leibnizianas, como el poder, el pueblo, la soberanía, etc. En este caso, los términos mantienen cierta mayor relación pero es muy tenue y supongo que sería una especie de aplicación de la ley del talión decir que Sartori es ahora un homo audens.

Quizá por el motivo que señalaba más arriba, da la impresión de que el autor está tan seguro de su maestría que no se siente en la obligación de explicar propuestas que pueden ser algo chocantes. Por ejemplo, al comenzar su libro sostiene el autor que: "En este contexto encontramos el principio de mayoría absoluta o bien de mayoría relativa. El primero quiere decir: los más tienen todos los derechos, mientras que los menos, la minoría, no tienen ningún derecho. En cambio, el principio de mayoría relativa se concreta así: los más tienen derecho a mandar, pero en el respeto de los derechos de la minoría." (p. 17) Ignoro de dónde habrá sacado Sartori tan extraña doctrina cuando sabe de sobra que el tipo de mayoría tiene poco que ver con la garantía de los derechos de la minoría ya que dicha garantía no depende de mecanismos democráticos sino de la existencia de un Estado de derecho, concepto complementario de la democracia que apenas aparece en el libro de Sartori.

Dado que la obra carece de un hilo argumental específico no es posible reseñarla siguiendo su razonamiento y lo más sensato en resaltar algunos de los conceptos claves de la democracia (cuya mera enumeración en la obra de Sartori ya es problemática) con algún comentario añadido.

Hace años, casi siglo y medio que, como recuerda el autor en Gettysburg se dijo que la democracia es el poder del pueblo sobre el pueblo. (p. 21) Por supuesto, es lo que subrayan los tratadistas contemporáneos cuando recuerdan que en la democracia se da la unidad de gobernantes y gobernados.

La democracia tiene una vertiente realista y otra idealista, ambas imprescindibles. Sin ideales, dice Sartori, no hay democracia. Ignoro por qué y no es que uno sienta nietzscheanamente que eso de los ideales no hay por dónde cogerlo sino porque no hay nexo de unión alguno entre los ideales y el principio de la decisión mayoritaria que es la base de la democracia.

Está muy bien porque reproduce un tema que tiene muy trabajado el autor el capítulo sobre participación. Todos quienes nos dedicamos más o menos a esto de investigar acerca de la democracia hemos escuchado docenas de veces que la democracia representativa no es "verdadera" democracia y que sólo lo será si es "participativa". Tiene razón el autor a mi juicio cuando dice que las exigencias "participacionistas" de los años sesenta y setenta del siglo pasado ocultaban su deseo de implantar un sistema asambleario dirigido por las elites de tipo leninista (p. 37) Lo curioso es que a esa actividad la llamen "democrática".

Tampoco le parecen a Sartori "democráticas" otras prácticas como la referendaria y el "directismo", esto es la exigencia de la democracia directa " (p. 41). La razón por la que excluye la referendaria, que se trata de un juego de suma cero no es enteramente convincente especialmente porque tampoco lo es la explicación que trae de lo que es suma cero en un juego.

Viene luego una serie de temas que están muy vistos en teoría de la democracia y acerca de los cuales hay bastante consenso entre los estudiosos: las elecciones (de cuyos intrincados métodos responsabiliza a los curas ya que, como se recordará, los griegos casi no elegían: sorteaban los cargos). La teoría de las elites: Mosca, Michels y Schumpeter; este último una originalidad sartoriniana ya que el trío suele ser Mosca,Michels y Pareto. La democracia y la no-democracia, autoritarismo, totalitarismo y autocracia. Democracia antigua y moderna

Desemboca luego en un conjunto de temas que sí mantienen cierta cohesión interna. La gran conquista de la emocracia es el pluralismo que el autor adjudica en su origen a la Reforma y a los puritanos. El pluralismo tiene tres orígenes: a) los valores compartidos; b) la tolerancia; 3) la separación entre la Iglesia y el Estado. La libertad política no es otra cosa que la obediencia a la ley (p. 67).

Especial importancia consagra el autor al tratamiento de la igualdad, que es un problema muy complicado (p. 71). En ese terreno distingue entre el liberalismo político y el económico, pero esa distinción no es de mucho empaque. Más lo tiene la relaicón entre la democracia y el mercado por la cual es difícil que haya una demcracia sin mercado pero es seguro que puede haber (y hay) mercados sin democracia (p. 88)

Otros asuntos tratados a vuelapluma y esencialmente acertados a mi juicio: el fracaso de la revolución hoy (p. 95). Se mantiene la divisoria entre derecha e izquierda y se dictamina que la democracia no es que sea la mejor forma de gobierno sino la más deseable.

Vienen después algunos capítulos que zanjan con contundencia temas aun hoy polémicos: las democracias son exportables a otras culturas (p. 111). La democracia es un sistema laico y está en permanente conflicto con el Islam. A este respecto resulta sorprendente que, al hablar del Islam en la península, el director reconozca que fueron los cristianos los que iniciaron las persecuciones más cruentas. (p. 116).

Reitera luego Sartori y fortalece su argumento afirmando que hay alguna correlación entre democracia y desarrollo si bien está claro que en el manejo de lo bienes , los límites del mercado se aprecian especialmente en los llamados "bienes públicos", esos que no pueden suprimirse ni privatizarse. Los últimos dos o tres capítulos son una especie de ditriba por el carácter aun poco científico de la ciencia política y la obra se corona con una dramática advertencia de que la democracia puede "estar en peligro" pero sin ser más explícito.

En resumen, el libro está bien escrito, es ameno y sirve como una personalísima introducción a la teoría de la democracia en la provincia Sartori.

dimecres, 1 d’abril del 2009

Los presuntos.

La sarta de presuntos que hay en el PP alcanza ya proporciones de pandemia: a los varios alcaldes de pueblos de la sierra de Madrid, inculpados en una alegre variedad de delitos, se suman distintos diputados de la Asamblea de Madrid y algún alto cargo de la Comunidad de la misma provincia y, con estos, aparece también supuestamente implicado en la presunta trama el señor presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia que esta es la hora en que aun no ha aclarado de dónde proceden sus elegantes ternos. A la ristra se añaden ahora dos presuntos más, el tesorero del PP y un señor eurodiputado de idéntico partido.

Esta proliferación de imputaciones y presunteces, emanada de una instrucción previa minuciosa que ha llevado al parecer unos dos años y tiene al presunto cabecilla de la ristra en la trena dibuja una situación harto complicada para el PPO o principal partido de la oposición. Sostener que todo es una "causa general" en contra del PPO escenificada por un juez prevaricador no es cosa que quepa admitir así como así. El señor Trillo, dechado de comportamientos honorables, ya presentó una querella criminal contra el juez Garzón por prevaricación. Si cada vez que a un presunto delincuente se le imputa su delito él o un amigo suyo se querella contra el juez de instrucción por prevaricación, el país se hará invivible. Los acusados por la justicia suelen devolver la acusación acusando a su vez a la justicia de injusta. Eso lo sabemos todos y también el PPO. Lo sabe, pero lo practica a mansalva al tiempo que sostiene siempre que hay que dejar trabajar a la justicia (se supone, si es contra su adversario, pero no si es en contra de él) y hay que estar a lo que digan los tribunales... si le dan la razón; si no, querella que te crió.

El último ejemplo de este pintoresco comportamiento de andar a collejas con los jueces lo ha dado el nuevo presunto, señor Bárcenas, quien también se querella contra el señor Garzón porque, siendo aforado, al investigarlo, el juez puede estar cometiendo un delito de prevaricación. Quizá sí, quizá no. La Constitución dice que los diputados y senadores son inmunes y sólo podrán ser detenidos en caso de flagrante delito, que para inculparlos o procesarlos se requiere la previa autorización de la respectiva cámara y que en las causas contra ellos será competente la sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Pero no dice que no puedan ser investigados, que es lo que sostiene el señor Bárcenas. Bueno, los tribunales dirán.

Una última palabra a propósito de este feo asunto de los aforados. En mi opinión esta práctica del aforamiento debería desaparecer porque es un privilegio ya inadmisible. Si todos somos iguales ante la ley, todos quiere decir todos, senadores y diputados incluidos. El aforamiento era una medida de protección de los representantes populares contra las arbitrariedades reales en tiempos en que los tribunales estaban sometidos a la voluntad de los monarcas de forma que encausaban muchas veces sin motivo real alguno a quien desplacía al Rey. Pero eso se ha acabado, los parlamentarios gozan del amparo de la justicia como cualquier otro ciudadano, cual está demostrando paradójicamente el señor Bárcenas con su querella pues, en puridad de conceptos, si como aforado, no hubiera de responder ante la justicia, tampoco es de recibo que pueda instar su acción en contra de alguien y en favor propio.

Por lo demás, como quiera que el aforamiento es una institución pensada para garantizar la independencia de juicio de los representantes populares y en España rige el principio de legalidad y el derecho al juez natural, el primer interesado en facilitar la acción de la justicia debería ser el propio señor Bárcenas, en lugar de enrocarse en su situación de privilegio dando con ello pábulo a la sin duda injustificada idea de que quiere evitar la acción de los tribunales. Estoy convencido de que el señor Bárcenas comparte conmigo la convicción de que el aforamiento es una garantía de independencia de los parlamentarios (aunque hoy esté anticuada) y no un santuario para la protección de presuntos chorizos.

Blogorismo de los lentos.

Dijo el lunes en TVE el señor Rajoy que él sabe ahora, cinco años después de los hechos, que el autor de los atentados del 11-M no fue ETA. Exactamente lo que hizo su jefe que se enteró de que en el Irak "no había armas de destrucción masiva" cuatro años después de invocarlas para invadirlo.

¿Son algo lentos, pelín mentirosos, no andan sobrados de vergüenza o las tres cosas a la vez?

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Pintura antropófaga.

La Fundación Juan March de Madrid tiene una exposición de la pintora brasileña Tarsila do Amaral (1886-1973) que está muy bien y me parece que es la primera de ella que puede verse en España. D o Amaral fue una persona doblemente interesante, por su pintura y por su vida, algo muy frecuente en los artistas, especialmente en los que florecieron en el primer tercio del siglo XX entre el estruendo de la guerra, la fascinación por las vanguardias, el inconformismo, el afán de novedad y experimentación, la ruptura con los valores recibidos. Tarsila pertenece además (no sé bien si por origen familiar o por el matrimonio que hizo con el escritor y potentado Oswald de Andrade) a esos sectores de la burguesía latinoamericana adinerada, brillante, cosmopolita, que se encuentra más a gusto en París o Londres que en Río o en Bahía.

Inmersa en los círculos del modernismo artístico brasileño y en contacto permanente con algunos de los más destacados surrealistas franceses, Do Amaral recibe el pleno impacto de esa vanguardia revolucionaria, cosa que se aprecia de inmediato en sus obras más características y conocidas a la vista en esta exposición. La mezcla de colores puros, el surrealismo, el ornamentalismo modernista, el dadaísmo, el espíritu naïf muy en la onda del aduanero Rousseau (y que, salvando todas las distancias, hermana a Do Amaral con Frida Kahlo, Remedios Varo o Maruja Mallo) está en principio al servicio de un programa iconográfico consistente en captar el alma profunda del Brasil, su lujuriante realidad, la tremenda, coloridad feracidad de su paisaje y su vegetación. Sin duda. Pero en mi opinión sus cuadros son siempre fríos, casi tanto como algunas composiciones de De Chirico. Los colores cálidos no remedian la situación y su interpretación de la abrumadora naturaleza tropical brasileña se reduce a unas composiciones bastante hieráticas en las que parece predominar el factor onírico del surrealismo sobre la peculiar realidad autóctona.

Es el hecho, además, que lo más importante de la obra de Do Amaral es ese intento que acometió de consuno con su marido, Oswald de Andrade, por dar con una formulación de una vanguardia genuinamente brasileña, con su típico manifiesto, al estilo de Marinetti. Encuentran la fórmula en lo que llaman la antropofagia, que se plasma en un primer Manifiesto antropófago, de 1928, obra de ambos, ilustrado precisamente con el más famoso cuadro de Do Amaral (el de la negra que ilustra el folleto de la exposición) y que tenía que ser la clave que explicara la vertiente brasileña del arte contemporáneo de entonces. A pesar de que la idea tiene las habituales raíces e influencias literarias, la más obvia el Manifeste canibale, de Francis Picabia, el hecho es que la pareja tomó pie y desarrolló un truculento episodio de la crónica negra brasileña, acaecido en 1919 cuando un joven camarero negro de un hotel, Juliano Paixaroli, asesinó y devoró en parte a la bailarina rusa Kristina Seligman-Vogdanovskaia, suicidándose luego de un disparo. Oswald y Do Amaral publicaron un Relatorio de Juliano Paixaroli y desarrollaron la idea antropófaga. El amable lector encontrará más noticia de estas circunstancias y otras no menos apasionantes en la reseña que hizo Palinuro sobre el número 3 de la Revista Vacaciones en Polonia, dedicada a las Literaturas antropófagas y titulada Literatura y canibalismo. Canibalismo y antropofagia están tomados aquí en sentido figurado, claro es. Al decir de Andrade se trataba de que el Brasil y América Latina en general encontrara su alma propia a base de volverse hacia sí mismo al tiempo que devoraba todo lo que venía de europa en punto a teorías, estilos, conceptos, etc. Hay en el Manifiesto antropófago, como en la pintura de Do Amaral una especie de deliberado primitivismo, un antiintelectualismo muy propio de las vanguardias de la época acoplado a una especie de indigenismo que todavía no se confiesa abiertamente.

La otra parte del arte de Do Amaral, como del de muchos vanguardistas de la época apunta a su faceta política, agitadora y revolucionaria de izquierda que ya había cultivado con su marido De Andrade (hacendado y comunista) y que proseguiría después con sus sucesivas parejas. Es interesante contemplar esta pintura social, también muy cuidada, equilibrada y... fría. Tiene su interés. Como lo tiene la exposición en su conjunto.

La pintura se complementa con bastante dibujo, algunos volúmenes y cuadros de contemporáneos que ayudan a contextualizar una obra que se presenta como muy exótica y, sin embargo, resulta insólitamente cercana.