divendres, 24 d’abril del 2009

We are America! We do not torture!

Me temo que sí, my friend, me temo que torturáis, que lleváis años torturando. America ha caido very very low, muy muy bajo my friend en los años turbios de Mr. Matorral y el cuasifascismo de los neocons. Very low. Todo vuestro crédito moral como campeones de los derechos humanos se fue al diablo cuando se publicaron las fotos de presos inermes torturados en Abu Ghraib, en Guantánamo, cuando se supo que la CIA tiene prisiones secretas en todo el mundo en donde tortura a gente a la que previamente ha secuestrado contra todo derecho. Habéis caido muy bajo my friend. Estáis al nivel del asesino Sadam Husein a quien, por cierto, hicisteis ahorcar por mano de vuestros esbirros iraquíes después de un proceso que fue una farsa y para evitar que hablase sobre vuestra previa alianza con él. Very low, my friend. Bajísimo. Más bajo, imposible. Ocho años gobernados por un puñado de criminales, ladrones, saqueadores y torturadores, siempre en nombre de dios tenían que traer consecuencias.

Las consecuencias está ahora aquí. Veremos si los EEUU pueden recuperarse, condenar las torturas que han practicado y llevar a juicio a los responsables, con lo que recuperará algo de ese renombre que los neocons bushianos han ensuciado o el Estado queda en derecho por lo que es de hecho: un país en el que se tortura. Hay un debate feroz sobre el asunto en la calle, en los medios, en todas partes. ¿Hizo bien Mr. Obama dando publicidad a los informes legalizando las torturas? ¿Debe procesarse a los responsables? Exactamente, ¿quienes son los responsables?

El ministro de Defensa, Robert E. Gates, antiguo director de la CIA, dice que propuso publicar los informes porque, de todas formas, no podrían mantenerse secretos. Y su preocupación ahora es que no se procese a los funcionarios de la CIA que actuaron de buena fe. Lo mismo que decía hace unos días Mr. Obama. Pero, friends, en asuntos de tortura no hay "buena fe". La tortura es un crimen contra la humanidad; no prescribe y es dudoso que tenga eximentes. Es preciso depurar responsabilidades hasta donde se llegue. El señor Cheney, vicepresidente de los EEUU, ya está en el ajo por las palomitas y hace dos días el Senado publicó un grueso informe que demuestra que el señor Rumsfeld, ex-ministro de Defensa del señor Bush, aprobó personalmente quince formas de tortura en un memorandum que, en su momento, llegó a Abu Ghraib y sirvió para orientar las acciones en ese centro de ignominia. El señor Rumsfeld es directamente responsable de las torturas en Abu Ghraib, vergüenza de la humanidad, gringos, vergüenza de la humanidad. Y el responsable político de los torturadores señores Cheney y Rumsfeld era el señor Bush. Vergüenza de la humanidad, gringos.

Mr. Cheney trató de justificar la tortura argumentando que había servido para evitar atentados y salvar vidas en los EEUU. Todos los investigadores coinciden en afirmar que no hay la menor prueba de eso, que las torturas no han servido para nada...y eso sin contar con el hecho, para Palinuro evidente, de que, aunque hubieran servido, ello no condona la tortura porque el fin no justifica los medios: ningún fin justifica los medios, gringo; ninguno. Ahora los torturófilos salen diciendo que, al denunciar las torturas y pretender procesar a los rebeldes, están dándose armas a Al Qaeda y que pronto habrá más atentados. Pero eso está por ver. Y de momento es falso.

Otros sostienen que, si la administración de Obama procesa a la administración anterior, los EEUU se habrán convertido en una República bananera, al estilo de la Argentina (sic) y el Perú (sic) en donde es costumbre que los gobiernos entrantes procesen jurídicamente a los gobiernos salientes por razones en definitiva políticas. Si los demócratas residencian a los republicanos, el día de mañana los republicanos residenciarán a los demócratas. Si todo lo que se os ocurre para justificar la tortura es ese seudoargumento del carpetazo mutuo, el procesamiento de todos los torturadores debe comenzar mañana mismo.

Igualmente algunos republicanos sostienen que si hay que procesar, habrá que procesar también a todos los congresistas demócratas que participaron en las comisiones en las que se informó sobre las torturas. Pues es posible. Si hay congresistas demócratas cómplices con las torturas, procéseselos ipso facto.

Estaba pensando en redondear un bonito argumento en contra de la tortura como práctica a la que vuestro país, vuestras fuerzas armadas y vuestros políticos se dedicaron con delectación cuando me topé con el siguiente razonamiento de un bloguero gringo en la red que demuestra que, a pesar de todo, los EEUU son un gran país y que lo mejor de ellos es su gente, sobre todo, los blogueros, como era de esperar. Corto, copio, traduzco y suscribo:

"Personalmente no me importa si los métodos de tortura o de tortura suavizada son los únicos eficaces (que no lo son); nosotros no torturamos no porque la tortura sea ineficaz (que lo es) sino que nos negamos a torturar porque nosotros no hacemos esas cosas.

Dick Cheney tiene derecho a opinar como opina pero, a mi juicio, habría que meterlo en la cárcel y someterlo a la tortura de la simulación del ahogamiento; sólo entonces podría emitir una opinión informada.

George Washington, nuestro primer general en jefe, se negó a tratar a los prisioneros británicos como entonces se trataba a los prisioneros porque, como decía, nosotros no hacemos esas cosas.

Nuestro comportamiento actual no debe ser distinto."Andy Rumph. Right on, Andy!

Cómo estarán las cosas que hasta la cadena Fox, del ultrarreaccionario Murdoch, el que tiene a sueldo al señor aznar, salió recordando lo que dice el título: We are America! We do not torture!". Entérese mejor, my friend: you do torture!

La imagen es una foto de kelsey, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 23 d’abril del 2009

Democracia mediática.

Ya ha salido la última oleada del Estudio General de Medios con datos de marzo de 2008 a abril de 2009 que son muy esclarecedores de cómo se distribuye la población española a ambos lados del eje izquierda-derecha, ese que según grandes pensadores/as, como doña Ana Botella, ya no funciona en nuestras sociedades y está superado. Consuela que los tres diarios progresistas, esto es, El País, El periódico de Cataluña y Público lleguen a los 3.741.000 lectores, mientras que los periódicos reaccionarios, El Mundo, ABC y La Razón se quedan en 2.456.000, 1.200.000 lectores menos. Como es bien sabido la derecha suele acusar al grupo Prisa (El país) de ser un monopolio. Es obvio que se trata de una mentira. Tres periódicos progresistas contra tres reaccionarios y ello sin contar las demás docenas y docenas de diarios que hay en el país. ¿Qué quiere decir aquí "monopolio"? Obviamente, nada, salvo disimular la envidia y la irritación que, al parecer, se siente cuando uno ve que en un mercado libre, la competencia te gana por un millón doscientos mil lectores. Como no pueden competir en buena lid, recurren al engaño sin que eso les sirva de mucho: la prensa progresista bate a la reaccionaria en proporción de tres a dos. El Estudio General de Medios da también los datos de la audiencia de radio. Y de nuevo es un placer observar que una emisora progresista privada, la cadena Ser, tiene tantos seguidores como las otras dos también privadas y reaccionarias juntas, Onda Cero y la COPE. Pero lo verdaderamente mirífico es que, a pesar de contar con ese locutor talibanizado, dedicado a insultar urbi et orbi todos los días desde su micrófono, la Cope está tercera en audiencia, por detrás de Onda Cero y con un total de oyentes de 1.861.000. Es estupendo porque quiere decir que esa máquina de injuriar y vilipendiar no tiene tanto eco como cree en Madrid y en España en general. Ya me extrañaba.

Ahora bien, hay un dato en este último EGM de especial interés para los blogueros y los internautas de todo tipo, que es el consumo de internet en España. Como se aprecia en el gráfico de la izquierda, que mide el consumo de los distintos medios de comunicación (diarios, cine, revistas, televisión e internet) la serie empezó en 1997 hasta hoy. En ella pueden verse con ligeras variantes, todos los medios tienen una línea de consumo de valores constantes, con ligeros descensos todos más o menos por igual. Sólo la prensa escrita asciende ligeramente en los últimos ocho años, mientras que los suplementos tienen una clara tendencia al descenso. En el caso del cine el descenso también es continuo, aunque gradual, no tan pronunciado como con los suplementos o "colorines". Pues bien, de todos los medios analizados en los últimos doce años, el único que muestra un crecimiento permanente, ininterrumpido y pronunciado es internet que ha pasado de ser algo que manejaban en España unos 900.000 internautas a los 31,7 millones de hoy y seguimos subiendo. Está claro cuál es el medio del futuro (en otros cuadros del EGM se desglosan los consumidores de internet por edades, profesiones, sexs, etc) y no hace falta decir que la inmensa mayoría de los chavales y los jóvenes están conectados a la red. Y esto no hay quien lo pare. Mi periódico, Público que, en edición de papel alcanza sólo 190.000 lectores porque es una aventura empresarial muy reciente, tiene 390.000 en su edición digital. Ahora sí que puede decirse que quien no está en la red no está en el mundo; al menos en el mundo de mañana.

La mirada de las otras.

Me ha gustado mucho este libro de María Antonia García de León (Rebeldes ilustradas. (La otra transición), Barcelona, Anthropos, 2008, 219) y me ha gustado no solamente por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta y ello sin perder de vista que esta proximidad entre el fondo y la forma es precisamente parte del programa de acción de la autora que la reivindica como algo propio de la perspectiva de género, esto es, la idea de que cabe hacer trabajo cientifico-social rompiendo con los moldes metodológicos, racionalistas, despersonalizados y pretendidamente objetivos de la tradición androcéntrica en este quehacer; que puede plantearse una perspectiva no menos rigurosa que parta de la idea de que "nada es objetivo" (especialmente en ciencias sociales) (p. 179), que lo "personal es político" y que, gracias a lo que llama la "fuerza de la escritura del yo" (p. 178) puede sostenerse que lo biográfico, esto es, la narración de lo vivido, es epistemológico, que la biografía es epistemología (p. 182). Por ello, en busca de su finalidad que es hacer una aportación a lo que llama la "herencia intelectual feminista" que permita rescatar históricamente a la mujer de su invisibilidad tradicional (p. 181) plantea su trabajo como una serie de cinco entrevistas en profundidad a otras tantas mujeres más o menos de la misma generación (nacidas entre 1943 y 1947) para hacerles hablar y reflexionar sobre sus vidas de forma que brote así ese elemento autobiográfico subjetivo que es el único que tiene dignidad en la posmodernidad. No cabe olvidar que, para la autora, las mujeres son posmodernas porque 1) han sido las afuereñas tradicionales del modelo escolástico, racionalista y positivista tradicional; 2) son las recién llegadas a la cultura científica; y 3) porque el molde académico androcéntrico suele ser ajeno a las necesidades femeninas (p. 183).

La verdad es que, como se ve por las páginas citadas, la autora incluye estas consideraciones al final del grueso del trabajo de campo, como una especie de reflexión consecuencial de lo que se acaba de leer y hace bien porque ayuda mucho al/a lector/a a hacerse una idea sobre la interpretación del aluvión de vivencias personales por el que acaba de pasar. Pero como una reseña no es el libro propiamente hablando, sino una interpretación de él, ésta las pone por delante a los efectos de dar cuenta más razonadamente del contenido de la obra.

Para las cinco entrevistas en profundidad, que trazan una especie de historias de vida sucintas, García de León ha buscado cinco mujeres profesionales de la Universidad con conciencia política y conciencia de los problemas de género. Lo que pretende transcribiendo esas cinco interesantes conversaciones es poner de manifiesto, como dice ella misma en una especie de prefacio, que, aunque el femenismo y la transición democrática debieran ser "conceptos complementarios", según razona la profesora Radcliff en un preprólogo, en la narrativa historiográfica de la transición española tanto el movimiento de las mujeres como el feminismo son marginales; no hubo un modelo femenino claro de la ciudadanía democrática en la transición entre otras cosas porque por entonces todavía la palabra "feminismo" tropezaba con muchos prejuicios, excepto entre las gentes más jóvenes (p. 24).

Las cinco mujeres escogidas para las entrevistas son: Celia Amorós, filósofa, la propia María Antonia García de León (que se autoentrevista), socióloga, Paloma Gascón, psicóloga e Isabel Morant y Pilar Pérez Fuentes, ambas historiadoras. Lo que persigue en todos los casos es explicitar esa idea de que lo personal es político y que las narraciones expongan no solamente la transición democrática que ellas vivieron como fenómenos social sino también la transición en que se encontraron vitalmente.

Las cinco historias son muy variadas, como era de esperar, y reproducirlas aquí, cosa que sólo podría hacerse esquemáticamente, resultaría injusto y empobrecedor. Animo al lector (si es lectora, también, pero por otros motivos), sobre todo si es de la generación de las que hablan, que es la mía asimismo, a recorrer estas narraciones pues lo hará con creciente asombro, regocijo y, por supuesto, gran provecho. Le ocurrirá lo que a mí: irá descubriendo sus propias experiencias matizadas con una sensibilidad distinta, por una mirada ajena, una mirada de alguien que estaba entonces, en aquellos años (de los que la autora habla repetidamente en términos ditirámbicos, extasiados (pp. 58 y 79), en los mismos afanes pero tenía puntos de vista divergentes de los de uno. A veces se reconocerá en los retratos que las entrevistadas trazan de sus compañeros, amigos, novios, maridos, a veces, a fuer de honrados, en los negativos y también, cómo no, en los positivos.

Las historias, insisto, son muy diferentes y se da amplia variedad de situaciones que encajan mejor o peor en el famoso modelo dicotómico de "herederas" y "heridas" que la autora desarrolló hace tiempo en otra obra, en función de cómo emprendieron el camino de su autorrealización por referencia a sus ejemplos familiares. Ciertamente, son muy distintas, pero todas tienen un elemento en común: para ninguna fue fácil. En uno u otro momento de los respectivos relatos se toca un punto en el que el/la lector/a tiene que ver que allí hubo una crisis, un desconcierto, una alteración, una dificultad más o menos prolongada en el tiempo: una ruptura difícil con el ambiente familiar, otra aun más difícil con un novio machista, una experiencia amarga con la militancia (siempre a causa de su condición femenina), un disgusto en la vida laboral, una frustración, maternidades a destiempo, elecciones angustiosas. Las mujeres lo han tenido más arduo. Mas arduo ¿el qué? El simple hecho de vivir la juventud en aquellos años sesenta y setenta en que todo era posible: el estudio, la amistad, la militancia, el amor, los descubrimientos de viajes externos e internos, la autorrealización y todo para acabar después sintetizando experiencias en puestos de "responsabilidad profesional". Ellas lo consiguieron también, pero se dejaron más pelos en la gatera.

He encontrado muy curiosa la gran variedad de actitudes respecto al sexo que es tan importante en esos años de la vida, desde la que se encama con el primer novio que tiene apenas llegada a la mayoría de edad, quizá antes, hasta la que accede virgen al matrimonio ya avanzada en la veintena. Entre los hombres ese aspecto es de mucho momento y tiende uno a pensar que quizá no lo fuera tanto entre las mujeres a las que supone, contra toda lógica, más atenidas a un patrón único. No hay tal ni de lejos y el sexual es un territorio tan importante para unos como para otras. Sobre todo por el hecho de que, en aquellos años, apareciera mezclado con convicciones y prácticas políticas que lo convertían en algo de difícil pero en modo alguno baladí experiencia, como en los casos de las ocasionales comunas.

Creo haber entendido en estas historias que esa impresión que yo tengo de aquellos años en el sentido de que constituyeron una liberación en muchos territorios, intelectual, familiar, estético, político, sexual, vital, lo fue asimismo para las mujeres pero, dado su punto de partida de subordinación, lo fue por partida doble.

Aspectos que me llaman la atención: la escasa importancia que en la narrativas parecen tener las drogas. Casi todas las entrevistadas minimizan sus experiencias con ellas hasta reducirlas a una nimiedad y eso en una época en que gran parte de las experiencias vitales, como los viajes, las relaciones colectivas y de parejas, y, desde luego, las lecturas, (Baudelaire, Artaud, Huxley, De Quincey, Castañeda, Cocteau... Borroughs, etc) estaban directa o indirectamente relacionadas con las drogas. En especial aquellas entrevistadas que pasaron por los Estados Unidos de Timothy Leary y Abbie Hoffman, parecen no haber tenido ni siquiera curiosidad alguna por el planeta psicodélico, lo que resulta extraño porque formaba parte de aventuras iniciáticas de cierto riesgo.

Otra carencia que quizá sea también significativa de dos formas distintas de entender la militancia, el compromiso, etc, es la de los debates sobre el posible uso de la violencia. Según parece ninguna en ningún momento se planteó, siquiera como remota posibilidad, acudir a la violencia, cosa que, sin embargo, que yo sepa, no era ajena a muchas de las discusiones de la extrema izquierda de entonces. La única que, por casualidad, parece haber ido a parar cerca de un acto (ajeno) de violencia es Paloma Gascón que cuenta cómo el día del asesinato de Carrero Blanco ella estaba allí cerca, en la calle de Serrano 100, muy próxima, en efecto, a la iglesia de los jesuitas en cuyo patio trasero cayó el coche del Almirante. Me ha hecho gracia porque esa era la casa de mis abuelos; bueno, la que había antes en ese solar donde hoy ha establecido sus reales un afamado peluquero.

Quizá en conexión con lo anterior observo que, aunque todas han militado en grupos y partidos de izquierda (MC, UCE, PCE, etc) y aun siendo todas universitarias, ninguna menciona alguna organización estudiantil como la FUDE y ninguna de ellas, al parecer, fue detenida ni pasó por la cárcel. Como hubo algunas mujeres que sí lo hicieron, pienso que el relato se expandería bastante si se entrevistara también a alguna que lo hubiera hecho. Porque fueron minoritarias, pero no sabemos casi nada de ellas. En cambio, los hombres de mi generación casi damos tanto la lata con nuestras historias de cárcel como con las de la mili, que los dioses confundan.

En fin, como lo personal es político, me permito decir que, de todas las historias y de las cinco mujeres que las cuentan, la que más me ha interesado, conmovido y gustado ha sido la de Pilar Pérez Fuentes y esa escena de bailar en el balcón de su casa con una pegatina del PCE en cada pezón es magnífica. Es ella también la que habla de aquella otra moda que se vivió como audaz liberación de prescindir del sujetador porque, añade con una pizca de orgullo, ella tenía el pecho bonito y grande. Ciertamente, la minifalda y el braless fueron dos hitos de la revolución.

El libro se complementa con una minientrevista al final a Anna Caballé que apunta a una razón muy curiosa para responder a la pregunta que le plantea García de León de por qué es tan poco frecuente el género biográfico y autobiográfico femenino en España, que Caballé achaca a la influencia de Trento y la contrarreforma. Probablemente muy cierto.

En el capítulo de resumen que la autora pone al final y yo he adelantado, añade una a" modo de conclusión" que recapitula en seis apartados lo que considera que es el resultado de las entrevistas: a) las jóvenes de su generación dieron un golpe de timón a sus vidas; b) tuvieron que inventárselo todo; c) entraron de pronto en contacto con "la otra"; d) atravesaron el rígido filtro histórico del patriarcado; e) sn más libres que los hombres, más condicionados por la ideología; f) la bografía es epistemología (pp. 185-187). Esta relación sí que está esquematizada. Conviene ir al libro en el que la autora matiza bastante.

Por último, se habrá observado que casi de lo que menos se ha hablado en el libro ha sido de la transición. Enmienda García de León esta carencia encomendando dos capítulos más tradicionales a sendas estudiosas: Breny Mendoza, la transición en América Latina y María Amalia Rubio, sobre la transición en España.

Mendoza se desempeña brillantemente con algunas observaciones muy originales sobre la América Latina "poscolonizada, calibanizada" en la que la clase media, dice, mestiza o descendiente de europeos no quiso reconocer la particularidad de lo indígena o lo africano en América Latina (p. 164). De lo africano no sé, pero en cuanto al indigenismo, no estoy cierto de que esto haga justicia al indigenismo izquierdista de los años treinta en el subcontinente, al estilo de José Carlos Mariátegui, aunque puede que aquello estuviera instrumentalizado por el comunismo de la IIIª Internacional. Me ha parecido brillante su análisis acerca de cómo, terminado el modelo de las dictaduras militares, se produce la transición a través de las democracias electorales bajo la hegemonía gringa con el catecismo neoliberal de la globalización, la modernización del Estado, la privatización, la desregulación, los tratados de libre comercio y la transversalización de género, lo cual conduce a menos soberanía, menos esfera pública, menos cultura pública y una hecatombe social (p. 167) El neoliberalismo de los años ochenta y noventa es un simulacro de democracia para América Latina cosa que la autora detecta, entre otras cosas, en la instrumentalización institucional del feminismo y su ONGización (curioso término) (p.173).

La transición española es la tarea encomendada a Amalia Rubio, reconocida especialista en el tema, que presenta un análisis académico sintético pero pertinente. Plantea la cuestión de la naturaleza de la dictadura del general Franco hasta su momento final (p. 197) y analiza y enumera luego las fuerzas políticas que hicieron posible la transición: los reformistas y "liberales" del franquismo en colaboración con toda la oposición democrática antifranquista (p. 200). El resultado ha sido un avance espectacular del país en todos los órdenes. Que no está mal para terminar con una pequeña nota de orgullo este libro rebosante de experiencias y vivencias apasionantes de una generación.

dimecres, 22 d’abril del 2009

La conciencia del señor Trillo.

Dice el señor Rajoy que, con respecto al proceso del Yak 42, visto ya para sentencia, el señor Trillo tiene la conciencia tranquila y lo único que le preocupa es que algún colaborador suyo puede resultar condenado.

La conciencia del señor Trillo se me hace feble, mínima, liviana como pluma de ave, de alfeñique, de mírame y no me toques, alígera, evanescente... una pura invención.

¡La conciencia del señor Trillo! ¿Alguien conoce algo más vagaroso, vaporoso, tan falso como Judas e inexistente, que la conciencia del señor Trillo? A éste, al parecer, lo único que le importaba en aquellos días tristes era que los cadáveres de los militares llegaran para estar presentes en sus propios funerales, presididos por el Rey. Que llegaran y como fuera. Igual que ahora lo único que le preocupa es cómo se libra él de la quema, razón por la cual está muy cucamente callado, él, martillo de infieles y corruptos, a ver si escampa y se va de rositas mientras sus subordinados se comen el marrón.

Público, con licencia de Creative Commons

El sueño de Borges.

Todos los libros, todos los grabados, las imágenes, cuanto esté impreso en papel. Todo en la pantalla, haciendo click... A Baudilio, el ratón de biblioteca, ya le había pasado más de una vez que se le olvidó la hora de cierre y cuando llegaron los empleados por la mañana siguiente, allí lo encontraron, sin moverse de su pupitre absorto en la lectura. En esta otra biblioteca que se mete en casa a través de la pantalla, ya no habrá vigilantes ni horas de cierre de qué preocuparse. Podrá olvidarse del tiempo, del espacio, del mundo en derredor, de la familia, de él mismo, de respirar y cuando alguien entre en su cubil verá que queda menos de Baudilio junto al ratón de lo que quedó del señor Valdemar en su lecho.

La tortura en el gobierno de Bush.

Una vez que los papeles con dictámenes "legales" autorizando las torturas se hicieron públicos, el margen de maniobra del señor Obama se estrechó mucho. Dijo entonces el presidente que los funcionarios que habían aplicado las normas "legales" de tortura actuaban de buena fe y no se los procesará. Palinuro comentó en su día que, siendo los EEUU un Estado democrático de derecho, lo que el Presidente diga tendría una importancia relativa. En una entrada titulada Una cumbre a la izquierda mi alter ego señalaba: "Dice el señor Obama que no se perseguirá a los responsables de torturas porque "obedecían órdenes". Me extraña que ignore que la obediencia debida no es eximente en los casos de tortura. Los torturadores deben comparacer ante la justicia y estoy convencido de que, diga lo que diga Mr. Obama, comparecerán, porque habrá mucha gente, víctimas, ciudadanos comprometidos en la lucha contra la tortura, defensores de los derechos humanos, etc, que llevarán a los torturadores ante los tribunales. Entre los acusados debieran estar Donald Rumsfeld, Richard Cheney y, por supuesto, el máximo responsable de la práctica de la tortura en los EEUU durante el mandato de George W. Bush: George W. Bush."

Y así van las cosas. Precisamente los papeles mencionados se han hecho públicos porque una de esas organizaciones, la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) obligó a publicarlos mediante procedimiento judicial. Y lo mismo puede acabar pasando con todos los que participaron en esos repugnantes métodos bendecidos por el Gobierno de derecha del señor Bush. De momento parece abrirse la posibilidad de incoar procedimientos contra los asesores legales del Gobierno Bush que sancionaron el empleo de la tortura justificándola con el rollo de la "guerra contra el terrorismo". Los muy refinados señores John C. Yoo, Jay S. Bybee y Steven G. Bradbury pueden acabar sentados en el banquillo por decir que métodos como el ahogamiento simulado, la privación del sueño, las bofetadas, los encierros en lugares angostos, la obligación de estar de pie, la adopción de posiciones incómodas o el hecho de compartir con insectos un encierro en un cajón no son torturas. De todos ellos el más peligroso me parece el señor Yoo, catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Bekeley (cómo cambian los tiempos) y padrino de la teoría de que, una vez declarada la guerra, en este caso, esa fantasmagórica "guerra contra el terrorismo", el Presidente ya no tiene límites a sus poderes, que las Convenciones de Ginebra no son de aplicación y que el Presidente puede poner en marcha, como lo hizo, un programa de espionaje en masa a sus propios ciudadanos, pinchando sus teléfonos o violando su correspondencia, aparte, claro es, de torturar a quien le plazca, siempre que no mate al torturado o lo mutile. He aquí a un catedrático de la Universidad en un país libre razonando como un esbirro de las SS.

Este John Yoo, por lo demás, no es sino un pálido reflejo del verdadero espíritu de torturadores y delincuentes que se apoderó de los gobernantes de los EEUU en aquellos aciagos años. ¿No ha salido por la televisión el señor Dick Cheney, ex-vicepresidente de los EEUU, diciendo que si se han hecho públicos los memoranda de la tortura, también deben hacerse aquellos otros en los que se rinde cuenta de lo fructíferas que han sido las torturas? No sé si alguien ha oído recientemente una formulación más canalla de la vieja teoría de que el fin justifica los medios, pero de eso se trata. Con estas declaraciones el señor Cheney ya tiene garantizado un procedimiento de oficio y, con él, su jefe, el siniestro amigo del siniestro señor Aznar.

Con razón salía asimismo el señor Tenet, ex-director de la CIA diciendo que se estaba poniendo en peligro la invención esa de la "guerra contra el terrorismo" (versión contemporánea de la "guerra contra el comunismo") y que esos documentos no debían de haberse hecho públicos nunca. Por cierto, para quien quiera verlos, están aquí: Top Secret. Y con mayor razón decía Kant que todo aquello que no puede hacerse público es malo.


(La imagen es una foto de isa e, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 21 d’abril del 2009

Fuera Franco

A una pregunta del senador de Entesa Catalana de Progrés, Miquel Bofill, sobre la lápida que figura debajo del frontón neoherreriano del antiguo Ministerio del Aire en Moncloa y que reza Francisco Franco Caudillo de España, MCMLIV contesta el Gobierno que ahí se quedará porque, aunque la llamada Ley de la Memoria Histórica provea que esos símbolos han de desaparecer, su artículo 15,2 dice que "no se retirarán símbolos y monumentos públicos cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la Ley" y la tal lápida está protegida por el vigente Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, de 1.997.

El Gobierno vacila o tiene más miedo que vergüenza porque el tal Plan General no es una ley sino una norma de desarrollo de una ley y, sobre todo, ¿puede decir el Gobierno en dónde están las "razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas" de ese insultante pegote? Si no hay coraje para quitar la placa, propongo se sustituya por otra, más acorde con el espíritu del tiempo que diga: Francisco Franco, genocida de España, MCMLIV. Por respeto a la verdad histórica.

(La imagen es una foto de kaosenlared, bajo licencia de Creative Commons).

Racista, tú.

¡Jobá con la alianza de las civilizaciones! Un poco más y en la conferencia de Ginebra sobre el racismo llegan a las manos como en el parlamento coreano. Cada vez me parece más posible un ataque preventivo israelí contra instalaciones nucleares iraníes. A estos musulmanes les pierde la bocacería. Es posible que, como señalan gentes bien informadas, el señor Ahmadineyad haya ido a Ginebra a hablar a los iraníes por encima de las cabezas de las delegaciones pues hay elecciones en su país. Pero la verdad es que, si quería cargarse el evento, lo ha hecho de cine.

Encuentro imposible defender la política israelí de exterminio palestino pero asímismo me lo parece la teocracia iraní y su palabrería insultante basada exclusivamente en el cálculo demente de que nadie en Occidente quiere atacar a Irán y abrir el enésimo frente en la zona. Pero se equivoca de medio a medio.

(La imagen es una foto de TheEfrit, bajo licencia de Creative Commons).

Abajo el ruido.

Por fin la señora Beatriz Corredor hace algo en pro del bien común y no de los tiburones de las inmobiliarias. Le ha constado un año entender que, si es ministra de una Gobierno socialista, no es para engañar a la gente ordinaria a fin de que se entrampe con hipotecas leoninas ni para sacar las castañas del fuego a la mafia del ladrillo.

Como Palinuro tiene muy claro su orden de preferencias, en esta ocasión aplaude a la señora ministra por la nueva y hasta ahora aplazada normativa que obligará a los constructores a levantar casas más aisladas acústicamente. Eso de que, cuando estornuda el vecino del tercero, todo el inmueble lo jesusee es una de las muchas vergüenzas que demuestran hasta qué punto la población española ha estado en manos de una manga de sinvergüenzas cuyo único objetivo ha sido lucrarse a costa del bolsillo y la salud física y psíquica de la gente.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 20 d’abril del 2009

A buenas horas mangas abertzales.

Es fama en la Villa y Corte que En el entorno de Otegi se cree que es necesario preparar el camino hacia el diálogo pese a que el Gobierno no esté por la labor. Vamos, que hay que ir pensando en una nueva ronda de negociaciones con los perros españoles como si aquí no hubiera pasado nada.

Cuando el 30 de diciembre de 2006 esa organización compuesta por un amasijo de asesinos, deficientes morales y tontos ordinarios que se hace llamar ETA, voló la T4 de Barajas poniendo punto final unilateral al tercer y más esperanzador proceso de paz dialogada que ha habido en España y que tenía un apoyo amplísimo tanto dentro como fuera del País Vasco, voló toda esperanza de que tal proceso pudiera repetirse. Lo dijo sin rodeos el domingo el ministro del Interior : La vía del diálogo se ha acabado para siempre. Pero aunque no hubiera dicho nada, el asunto está bastante claro: ningún gobierno español volverá a amagar con diálogo alguno con ETA o con algún "proceso de paz dialogado" en el País Vasco si quiere seguir siendo gobierno un cuarto de hora después. Aquí estamos en contra de ese diálogo hasta quienes lo defendimos a capa y espada hasta el día 30 de diciembre de 2006. Ahí se terminó toda posibilidad de negociación.

Los señores de Batasuna son muy libres de especular lo que les dé la gana, faltaría más. Pueden decir lo que quieran sobre nuevos diálogos. Cualquier formulación de ese tipo suscitará de inmediato dos conclusiones encadenadas, una tras otra: 1ª) estos pavos creen que los demás son tan cretinos como ellos; 2ª) lo que quieren es dar una nueva oportunidad a ETA para recomponerse, ahora que está contra las cuerdas.

Ya no hay nada que negociar, nada que dialogar y el margen de maniobra del mundo nacionalista está muy acotado:

  • ETA tiene que deponer las armas incondicionalmente porque está derrotada.
  • Batasuna tiene que aceptar la ley de partidos porque no hay otra salida.
  • el PNV tiene que ir abandonando su ambigüedad porque se le ha acabado el cuento.

Si, como es de esperar, se termina con esa lacra de la violencia en el País Vasco, todos habremos ganado mucho, pero muy especialmente los vascos y más en concreto los vascos nacionalistas y más singularmente los vascos nacionalistas radicales e independentistas, que podrán defender y poner en práctica (si tienen el respaldo suficiente) sus ideas sin que los demás los miren como cómplices de los asesinos.

(La imagen es una foto de www.ukberri.net, bajo licencia de Creative Commons).

El de los trajes y su amigo el juez.

Parece que el señor Camps, presidente de la Generalitat valenciana, será imputado en el caso Gürtel y, siendo aforado, su caso se verá en el Tribunal Superior de Justicia del País Valenciano. El presidente de dicho tribunal, señor Juan Luis de la Rúa, es amigo íntimo del señor Camps, según expresa afirmación del interesado y consecuentes y reiteradas manifestaciones de palabra y hecho del propio señor de la Rúa. Es de esperar que el señor de la Rúa anuncie ipso facto que se inhibe en todo lo que tenga judicialmente que ver con el señor Camps. De no ser así es asimismo de esperar que el Fiscal General del Estado actúe de oficio y con la máxima prontitud para evitar un craso atentado contra la justicia. De lo contrario, resultará que tenemos un Fiscal General del Estado parlanchín pero poco escrupuloso en la defensa de la legalidad.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

La ética liberal.

Es bueno que los/as especialistas escriban obras concisas y divulgativas sobre los asuntos de su conocimiento para beneficio del amplio público y por una de esas tengo a este librito de Esperanza Guisán (Una ética de libertad y solidaridad: John Stuart Mill, Barcelona, Anthropos, 2008, 127 págs) que viene a ser una especie de prontuario de la vida y obra de un pensador tan audaz y polifacético como Stuart Mill. No obstante creo que la autora se ha dejado llevar de su indudable conocimiento del personaje y la materia, sobre la que tiene abundante y conocida obra publicada y el resultado es un texto algo deslavazado, no muy satisfactorio y que, curiosamente, deja tanto más que desear cuanto mayor es la competencia específica que se reconoce a la autora. Es un fenómeno muy conocido para los especialistas en siniestralidad vial: es en las carreteras que conoces bien en donde te das la chufa.

La autora divide su ensayo en seis apartados para tratar aspectos distintos del pensamiento de Stuart Mill. En primer lugar, su propia vida, asunto inexcusable no solamente porque ésta fue suficientemente singular sino porque ya se encargó el mismo filósofo de dejar prueba por escrito en una Autobiografía que reputo uno de los textos más interesantes entre los de su género. Dice Guisán que en Mill se acumulan tres influencias, a saber, la de su padre, James Mill, la muy singular del amigo de éste, Jeremy Bentham, y la de su esposa, Harriet Taylor, que nuestra autora considera determinante (p. 22). Recoge Guisán la confesión de Mill de que él no inventó el término utilitarismo, sino que lo encontró en una novela muy leída por entonces de John Galt, Annals of the parish y que desde entonces ha caído en el olvido, así como su autor. Quiere el destino, que es juguetón, que John Galt sea hoy mucho más conocido por ser el misterioso héroe del último novelón de Ayn Rand, Atlas Shrugged, que alguien, alguna vez, conseguirá llevar a la pantalla. Por descontado, el John Galt de Rand es lo más contrario que cabe imaginar a un héroe de Mill.

El segundo apartado es el que trata del utilitarismo como concepción ética. Guisán explica que, aunque el deseo constituye la "fundamentación natural" de la ética en Bentham y Mill, la diferencia es que Bentham piensa que todos los deseos son iguales en tanto que Mill lo niega sosteniendo que los placeres más deseables son los que proporcionan las facultades más elevadas. Es famoso el dicho milliano de que "es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho". La base de la teoría de Mill es la de cómo colaborar a que todos los seres humanos sean felices en su totalidad y la autora subraya que el filósofo tenía un deseo ardiente de "cambiar el mundo" (p. 42), un impulso fáustico muy común en la época victoriana y que también debe de estar en la base de la idea de Guisán de que hay bastantes parecidos entre Marx y Mill (p. 77). Hace luego Guisán especial hincapié en la oposición entre la ética kantiana y la utilitarista en torno a la cuestión del origen de los valores (p. 50) que no es especialmente clara a fuer de esquemática cuando dicha oposición es casi autoevidente con sólo aludir al consecuencialismo milliano y el anticonsecuencialismo kantiano. Es esclarecedora la amplia cita en la que Mill sostiene que, en el fondo, el imperativo categórico le da la razón (aun contra la voluntad de Kant) a la hora de afirmar que el principio de la moral es el interés colectivo de la humanidad.

El tercer apartado versa sobre la idea de la libertad en Mill, autor de una de las obras que más impacto han tenido en el tratamiento del asunto, Sobre la libertad que, junto a los Principios de Economía Política, de los que Guisán no habla en su ensayo, es la biblia del pensamiento liberal más rico y matizado, el que no hace distinciones que encuentro siempre no muy afortunadas, entre el liberalismo político y el económico. La libertad es libertad del individuo (p. 55), basada en el famoso harm principle, esto es, el principio de que el individuo es libre de hacer todo lo que no perjudique a los demás, incluido lo que pueda perjudicarle a él mismo, con la famosa salvedad del contrato de esclavitud voluntaria. Aquilatando la teoría de Mill respecto al deber de obediencia, Guisán concluye que es valedor del estado 4,5 en la teoría del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg (p. 60), es decir, un intermedio entre la etapa convencional y la postconvencional. Me quedo intrigado por qué no situarlo directamente y por propio derecho en el estadio cinco en el que el propio Kohlberg sitúa la mayor felicidad del mayor número, principio caro a los utilitaristas.

El cuarto apartado se dedica a Mill y las mujeres y es una especia de glosa de ese ensayo valiente, original y fascinante que se llamó en su día The Subjection of Women en el que Mill demostró una clarividencia y una audacia de juicio respecto a la emancipación de la mujeres inigualados como no sea en la obra, mucho menos precisa, pero igualmente genial de Fourier. Parece a Guisán que Mill da en el clavo al sostener que la causa de la subordinación de las mujeres se debe al hecho de que se las haya impedido de siempre subvenir a sus propias necesidades, es decir, la dependencia económica (p.62), una dependencia que equivale al estadio primero de la esclavitud (p. 63). Y cualquiera que conozca la contundente actitud antiesclavista de Mill a lo largo de toda su vida, valorará este símil en todo su alcance.

El quinto apartado, relativo a Mill y el gobierno no me parece especialmente conseguido. Su base son las Consideraciones sobre el gobierno representativo, pero la autora se concentra en una perspectiva ética (sobre el buen gobierno, el servicio a la colectividad, etc) (p. 70), que es correcto, pero soslaya los puntos de mayor originalidad que son la profundización de la tiranía de la mayoría (procedente de Sobre la libertad), el carácter del gobierno representativo como gobierno por consentimiento y, sobre todo, la defensa del sistema electoral proporcional en el país del sistema mayoritario por excelencia o, lo que es lo mismo, el arbitraje práctico de la defensa de la(s) minoría(s) frente a la posible tiranía de la mayoría.

El último apartado es una especie de reconsideración que la autora titula El atractivo ético de Mill del que colijo que lo que le parece más interesante es que Mill actuara de conformidad con sus ideas y no se pareciera al "ridículo" Rousseau, que teorizaba sobre la educación de los niños pero llevaba a los suyos a la inclusa (p. 78). Ciertamente, pero no sé si el calificativo más apropiado para ese proceder sea el de "ridículo".

Por último, la autora ha tenido el acierto de incluir como apéndice el primer capítulo de La sujeción de las mujeres en una magnífica traducción de Carlos mellizo. Es un placer releer a un hombre tan brillante en un asunto en el que la mayoría de los de su género desbarra: "...la desigualdad de derechos entre hombres y mujeres no tiene otra fuente original que la ley del más fuerte" (p. 90). Un juicio contundente que desbarata todas las artificiosas seudorrazones que se han aducido durante siglos para justificar esa vergonzosa situación de supeditación de las mujeres a los hombres en todo tiempo, toda tierra y toda cultura a tal extremo -y esto es de mi cosecha- que cuando antropólogos, etnólogos, sociólogos y todo tipo de estudiosos se lanzan en busca de una institución que sea verdaderamente universal es porque son incapaces de reconocer la que tienen delante de sus sabias narices: la supeditación de las mujeres a los hombres, hasta tal punto tienen estos, los hombres, interiorizado el carácter indiscutible, "natural" de tal supeditación. Pero, se pregunta el bueno de Mill "¿es que hubo alguna vez una forma de dominio que no pareciera natural a quienes la poseían?" (p. 99). A los ingleses del tiempo de Mill, dice éste, no les parece mal tener una mujer como reina, pero sí que las mujeres puedan ser soldados o diputadas (p. 101). Interesante observación que hoy propondríamos como un ejemplo práctico y manifestación de la disonancia cognitiva de Festinger. Y si queremos ver un antecedente del juicio moral milliano sobre lo que hoy llamamos "violencia de género", considérese lo siguiente: "En ningún otro caso (excepto en el de un niño) la persona que ha sufrido un daño probado judicialmente es puesta otra vez bajo el poder físico del culpable que infligió dicho daño. Como consecuencia de esto, las esposas, incluso en los casos más graves y prolongados, pocas veces se atreven a recurrir a las leyes que han sido hechas para su protección; y si en un momento de indignación incontenible, o por intervención de los vecinos, son llevadas a hacerlo (es decir, a recurrir a la ley), todo su esfuerzo posterior es revelar lo menos posible y rogar que el hombre que las tiraniza sea eximido de su justo castigo" (p. 103). El trozo desmerece algo de la calidad del resto de la traducción por el excesivo uso de la pasiva, pero su contenido es estremecedoramente actual. ¿O no?

diumenge, 19 d’abril del 2009

El etarrón.

Todo el mundo se hace lenguas de la eficacia policial al detener a este Jurdan Martitegi, jefe militar de ETA y, al parecer, responsable de una docena de atentados, incluido algún asesinato. Desde luego lo mejor para la sociedad civilizada es que un menda así esté entre rejas y no salga hasta dentro de muchos años, cuantos más mejor porque, como no es previsible que el paso del tiempo le haga reflexionar y comprender la inhumanidad de su comportamiento, estará bien que salga con las fuerzas muy debilitadas por la ancianidad. Será para entonces un anciano rabioso pero, por ello mismo, inocuo.

Aunque varios medios lo mencionan apenas alguno saca punta al hecho muy notable de que el mozo mida casi dos metros de estatura. Francamente no sé cómo pueda uno abrigar esperanzas de mantenerse en el secreto y la acción clandestina, pasando por invisible, cuando se miden casi dos metros. Mucha tiene que ser la fe de este joven terrorista en la causa por la que lucha ya que, con sólo mirarse en el espejo (en uno en el que pueda reflejarse), debía de haber comprendido que sus posibilidades de mantenerse incognito eran escasas.

Y eso nos lleva al segundo elemento de esta noticia: la juventud de su protagonista. Un chaval de veintiocho años es el jefe militar de ETA. De un lado está claro que este Martitegi ha destrozado su vida porque va a pasar un montón de años en la cárcel, lo que es una desgracia. De otro es curioso qué rápido se asciende en la jerarquía de la organización. Debe de querer decir que no tienen gente y han de echar mano de estos novatos que quedan de a tres para entregarse una pistola en lugar de dejarla en el hueco de un árbol. Y también está claro cual es el currículum del etarra del siglo XXI: kale borroka o militancia en alguna organización legal de la izquierda abertzale hasta que la ilegalizan; integración en alguna actividad etarra; dos o tres años poniendo bombas y pegando tiros; treinta o cuarenta años en la cárcel. La verdad es que es una pena.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Una cumbre a la izquierda.

La cumbre de las Américas está resultando un espectáculo previsto. El señor Obama, muy bien recibido, es el punto de referencia de todas las intervenciones. El peso de la izquierda en la reunión se hace sentir. Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua, se largó un discurso antiestadounidense de cincuenta minutos, Evo Morales dijo que esperaba que fuera la última cumbre sin Cuba y Hugo Cávez regaló a Obama Las venas abiertas de América Latina, la requisitoria de Eduardo Galeano contra el expolio secular del subcontinente. Está claro: la cuestión es Cuba, lo que representa una especie de autoafirmación de América Latina frente a los EEUU.

Algunos observadores han llamado la atención sobre el hecho de que la raza del presidente estadounidense esté teniendo una importancia en este viaje que no tuvo en Europa. Varios mandatarios han hecho referencia a la négritude del señor Obama y él mismo se ha referido a ella en algunas ocasiones, dandose así a entender que, por el hecho de ser negro, podrá comprender mejor los problemas de Latinoamérica en donde la pobreza es también un asunto de raza, como en los EEUU.

Encuentro curioso que, a la hora de aquilatar las posibilidades del diálogo entre Cuba y los EEUU, el presidente Obama se permita el lujo de decir que espera gestos del gobierno cubano como podría ser la liberación de los presos políticos porque implica una injerencia en los asuntos internos cubanos. A mí la injerencia me parece bien porque encuentro infumable que en Cuba haya presos políticos. Pero creo que el señor Obama requiere una respuesta en su mismo territorio que no entiendo por qué no se la dan los cubanos y que es muy sencilla pues basta con preguntar al presidente por qué se niega a perseguir judicialmente a los responsables de torturas en tiempos del señor Bush. También me parecería una injerencia razonable ya que encuentro inadmisible que se torture en los EEUU.

Dice el señor Obama que no se perseguirá a los responsables de torturas porque "obedecían órdenes". Me extraña que ignore que la obediencia debida no es eximente ni atenuante en los casos de tortura. Los torturadores deben comparacer ante la justicia y estoy convencido de que, diga lo que diga Mr. Obama, comparecerán, porque habrá mucha gente, víctimas, ciudadanos comprometidos en la lucha contra la tortura, defensores de los derechos humanos, etc, que llevarán a los torturadores ante los tribunales. Entre los acusados debieran estar Donald Rumsfeld, Richard Cheney y, por supuesto, el máximo responsable de la práctica de la tortura en los EEUU durante el mandato de George W. Bush: George W. Bush.

(La imagen es una foto de artemuestra, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 18 d’abril del 2009

Cuba: la Östpolitik de Obama.

En la cumbre de las Américas que acaba de empezar en Port of Spain, capital de Trinidad y Tobago, se reunen treinta y cuatro mandatarios de otros tantos países de las Américas. Sólo faltará Cuba. Estas cumbres de las Américas, que empezó a poner en marcha Bill Clinton en 1994, son reuniones de temática económica, comercial, social, tecnológica, etc normalmente de interés para todos los países. En la actual, en mitad de la crisis generalizada, hay un interés especial en tratar el voluminoso plan de trabajo que han elaborado previamente los expertos y los mandatarios latinoamericanos esperan de su primer contacto con el señor Obama que éste anuncie un plan de lucha contra la pobreza en el continente, en definitiva, la siempre necesaria y siempre denostada "ayuda de los EEUU" (USAID).

Sin embargo, todo el mundo da por hecho que el tema que dominará la cumbre será el de Cuba, expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962 y sometida a un estricto embargo económico y comercial desde hace cuarenta y siete años. Todos los movimientos y declaraciones previos a la Cumbre de los distintos actores han estado orientados a allanar el camino a una medida realmente importante como podría ser la readmisión de Cuba en la OEA, que se manifestaría el mes que viene en Honduras y, quien sabe si también un levantamiento, aunque sea parcial, del embargo. Esos pasos previos se han ido sucediendo a una velocidad insospechada, prueba de que hay un ánimo extendido de llegar a alguna solución. Declaraciones y contradeclaraciones de los señores Obama, Castro, Clinton, Chávez, etc, en términos en general distendidos y algunos pasos prácticos como el levantamiento de la prohibición de viajar a la isla a los cubanos residentes en los EEUU o de enviar dinero a Cuba, van acotando el terreno en el que podrán tomarse las medidas concretas para el restablecimiento de relaciones normales entre Cuba y los EEUU..

La posición del señor Obama en este asunto es equiparable a la que adoptó Willy Brandt cuando accedió a la cancillería de Alemania Occidental en relación con la Oriental y a la que se llamó la Östpolitk, la "política hacia el Este" con el ánimo de romper el bloqueo de relaciones entre las dos Alemanias y abrir una senda que terminaría treinta años después con la reunificación. Es de esperar que la Östpolitik del señor Obama hacia Cuba dé resultados bastante antes, si no de inmediato. Para ello ayudan mucho estos gestos diplomáticos que van a haciéndose aquí y allí, abordando temas de carácter económico y comercial.

Sin embargo, el mayor inconveniente con que se encuentra el señor Obama en su propósito es la ley Helms-Burton, muy parecida al que también se encontró en su día Herr Brandt, la doctrina Hallstein. Los dos obstáculos son formalmente distintos ya que Hallstein era eso, una doctrina, un criterio que se seguía en la República Federal mientras que la Helms-Burton es una ley en vigor aprobada por el Congreso de los EEUU en 1996. Pero su contenido esencial es el mismo: prohibir que terceras partes, otros países, se relacionen con el respectivo apestado, la República Democrática Alemana (RDA) entonces y Cuba ahora. Según la doctrina Hallstein, todo país que reconociera diplomáticamente a la RDA rompía por ello sus relaciones con la República Federal. Según la Ley Helms Burton toda empresa o país que haga negocios con Cuba sufrirá represalias en los Estados Unidos y se le prohibirá acceder a los mercados gringos.

La ley tiene bastantes más provisiones igualmente duras hacia Cuba, como la prohibición de establecer relaciones diplomáticas con la isla mientras estén en el poder Fidel o Raúl Castro, motivo por el que Aznar y los suyos la saludaron alborozados. Con too lo más grave es esa prohibición de que empresas de otros países negocien con Cuba porque es una tan clara e ilegal extralimitación de competencias y representa tal ruptura con el principio de territorialidad de las normas, que ha sido condenado por el Consejo de Europa así como varios países aliados de los EEUU (entre ellos, el Canadá, México, Francia, etc). La doctrina Hallstein, al no ser una norma positiva sino sólo una política o un criterio, podía ser injusta o inmoral, pero no impedía la acción jurídica del gobierno alemán, mientras que la inconstitucional ley Helms-Burton sí obstaculiza la del gobierno estadounidense. Una de sus provisiones es facultar al Congreso para anular cualquier norma emanada de la Presidencia que suponga un levantamiento aunque sea parcial del embargo. El presidente Obama puede levantar el embargo, sin duda, pero necesita el acuerdo de las cámaras y la derogación de la citada ley, es un proceso que no depende enteramente de él. Tiene mayoría en ambas cámaras (raspada en el Senado) pero, dado el sistema representativo gringo, no está asegurado que consiga su objetivo, supuesto que lo sea.

La Östpolitik de los EEUU es complicada como también lo era la de Willy Brandt. No obstante, tiene la ventaja de que, igual que en el caso alemán, se trata de hacer frente a una situación tan injusta, antigua y enquistada que nadie la defiende claramente. Prácticamente todo el mundo está de acuerdo en que el embargo ha sido un monumental fracaso. De lo que se trata es de ponerle fin sin hacer mucho el ridículo. Una de las vías sería instar la declaración de inconstitucionalidad de la ley, pero eso, que depende del Tribunal Supremo todavía sería más prolongado en el tiempo. Por ello es importante lo que suceda en esta cumbre. Si el Congreso de los EEUU ve que hay una voluntad continental unánime de acabar con el embargo seguramente procederá a abolir sin más esa iniquidad conocida como Ley Helms-Burton a la que únicamente debe de quedarle un partidario: el señor Aznar.

(La imagen es una foto de jmtimages, bajo licencia de Creative Commons).

Gabilondo v. Gabilondo.

Simpático gesto este de Iñaki y Ángel Gabilondo ayer en la Cuatro. La entrevista estuvo muy bien y se ve que los dos hermanos se aprecian. Por lo menos quedó claro que Iñaki quiere mucho al profesor; éste es menos espontáneo, como buen profesor, y está acostumbrado a hablar sin que lo interrumpan, con lo que a veces liga verdaderas melopeas de escaso sentido. Pero no era de sentido de lo que iba la entrevista sino de emociones y sentimientos e Iñaki, que es un peso pesado y más pesado, me parece, que el catedrático de Metafísica, no se le fue nada de las manos y dominó en todo momento.

divendres, 17 d’abril del 2009

Guantánamo.

No es muy alentadora la decisión del señor Obama de no perseguir los presuntos delitos cometidos por las autoridades de su país durante los años siniestros del anterior presidente, Mr. Matorral, un hombre cercano al fascismo y por ello muy amigo del señor Aznar. De acuerdo con la decisión presidencial, dichos crímenes quedarán impunes. Ahora bien, los EEUU son una sociedad democrática y una decisión del ejecutivo rara vez es la última palabra en ninguna democracia. A veces, ni siquiera una decisión del legislativo en forma de ley. Recuérdese cómo la vergonzosa Ley de Punto Final argentina tuvo que ser derogada. Ya veremos si la sociedad estadounidense admite la impunidad de los delincuentes por decisión presidencial o empiezan a presentarse querellas y demandas por la vía privada en los tribunales de justicia. Porque si esto se produce, las decisiones del señor Obama tendrán una importancia relativa. Significan que la administración renuncia a actuar de oficio. Pero la administración no puede prejuzgar lo que harán los particulares y en los EEUU hay suficientes organizaciones de defensa de los derechos humanos para plantear una serie de acciones judiciales en petición de amparo para unas personas a las que se detuvo ilegalmente, es decir a las que se secuestró y probablemente se torturó durante años. Y ya veremos también cómo reaccionan los tribunales ante peticiones de ese tipo. Porque se está hablando aquí de los delitos de secuestro y torturas, perfectamente tipificados en el ordenamiento penal estadounidense.

Previendo la posibilidad de que la acción se inicie desde el exterior, los EEUU no firmaron el estatuto de la Corte Internacional de Justicia y en lo que se refiere a ellos no reconocen la jurisdicción penal universal. Que en lo de esta jurisdicción rige la razón de Estado al más estricto estilo de Westfalia si el Estado se lo puede permitir, si no rige el todavía más tradicional Vae victis!. Pero nada impide que puedan incoarse procedimientos penales en la jurisdicción interna y ya veremos qué pasa en ese momento.

Al respecto la posición de España es, como suele suceder, algo peregrina. El juez Garzón quiere investigar las condiciones de aquella cárcel ilegal de los EEUU. Pero es poco probable que esa investigación surta algún efecto por lo que se ha dicho más arriba. Supongo que eso lo sabe el juez que, de todas formas, confía en el escándalo mediático que puede montarse y en el conflicto simbólico y moral que se plantea a los posibles acusados entre sus convicciones democráticas y su condición de posibles reos de torturas. No obstante y con independencia de esto, el señor Conde Pumpido, Fiscal general del Estado ya ha dicho que se opone a que el juez Garzón investigue nada en Guantánamo argumentando probablemente que no es de su competencia. El señor Conde Pumpido será buen fiscal pero carece de todo tacto porque, como el señor Garzón no llegará lejos en sus pretesiones, podía haberse ahorrado quedar tan mal como está quedando.

Suele acudirse al ejemplo de Pinochet, que también fue una "garzonada" por la que nadie daba un duro jurídico en aquel momento. Pero aquello tenía otra pinta porque la decisón del juez pilló al viejo exdictador fuera de su país, en Londres y, con lo que le gusta a la gente dárselas de estricta y legal a costa de los demás no fue fácil para Pinochet salir del paso. Estuvo a punto de ser extraditado a España. El señor Conde Pumpido cumple la función que cumplió el formidable fiscal señor Fungairiño que se opuso a que alguien investigara al señorPinochet. Y se recordará que el primero en aplaudir al señor Fungairiño fue el señor González, pues si la política hace extraños compañeros de cama, los procesos judiciales pueden ser incestuosos. Por último, hasta el señor Garzón entenderá que el señor Garzón no se salga con la suya, visto el exitazo que ha alcanzado con su intento de acelerar en los tribunales la ley de la Memoria Histórica en España para remediar una injusticia cometida hace setenta años.

(La imagen es una foto de burge5000, bajo licencia de Creative Commons).

Intento de magnicidio.

¿Así que unos mercenarios querían acribillar a tiros al señor Morales y otros altos dignatarios bolivianos? No me extraña. Eso de atentar y asesinar presidentes del Gobierno y Jefes de Estado, sobre todo si son de izquierda, no es raro en el continente, si bien tampoco tan común. El caso de Allende viene en seguida a la memoria, pero no hay muchos más. Claro que tampoco ha habido muchos más dirigentes de izquierda. En los Estados Unidos sí que no es cosa insólita. Los presidentes Lincoln, Garfield y Kennedy podrían dar buena prueba de ello o el señor Reagan, al que casi se llevan por delante. De ellos Lincoln y Kennedy eran todo lo más de izquierda que puede llegar a ser un presidente gringo. En fin, que si hubiera un atentado contra el señor Obama, extrañaría tan poco como el del señor Morales. Puede que menos. Hay muchos orates en los EEUU que creen que un negro en el gobierno de la Nación es un insulto o un sacrilegio, y están armados. A veces los atentados los organiza un gobierno de la región. Por ejemplo, según parece, mercenarios y agentes más o menos a sueldo de los EEUU han atentado varias veces contra el señor Fidel Castro. El magnicidio no es algo tan sorprendente en América y, desde luego, es muy grato saber que, en este caso, ha fracasado y el presidente Evo Morales sigue vivo.

Por cierto, los españoles no somos los más adecuados para tratar con condescendencia esto de los magnicidios en tierra ajena, como si los indígenas de allende los mares fueran más proclives al atentado a fuer de incivilizados. El propio Reino de España muestra una de las tasas de magnicidos más altas del mundo En poco más de un siglo, entre 1870 y 1973 murieron en España en atentado cinco presidentes del Gobierno: el General Prim, don Antonio Cánovas, don José Canalejas, don Eduardo Dato y don Luis Carrero Blanco. Y, si no es por los dioses justicieros, en 1995 hubiera muerto de parecida forma don José María Aznar que aún no era presidente del Gobierno pero le faltaban meses para serlo. Por cierto, ninguno era de izquierda propiamente hablando. Todo un record.

(La imagen es una foto de Alain Bachellier, bajo licencia de Creative Commons).

El imperio contra la democracia.

Sheldon Wolin es uno de los politólogos de izquierda más importantes y prestigiosos de los Estados Unidos y esta obra (Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido, Madrid, Katz, 2008, 404 págs), un libro de madurez en el que el autor vierte lo mejor y lo último de su buen hacer con su peculiar visión que conjuga una perspectiva filosófica con una atención minuciosa a los hechos concretos no desde una perspectiva empírica sino con una consistencia teórica muy de agradecer. En síntesis lo que el celebrado autor nos presenta en este libro, publicado en los Estados Unidos el año pasado es un juicio completo sobre la política interior y exterior de los EEUU en la era del Presidente Bush (al que él llama irónicamente George II) y, por encima de ella, una valoración general del pensamiento conservador y neoconservador en los últimos cincuenta años en los EEUU y allende los EEUU. Es interesante leerlo porque en él se encuentran las claves de gran parte de las necedades que va por ahí soltando engoladamente el señor Aznar pero, claro está, mucho mejor fundamentadas y justificadas, lo que las hace tanto más peligrosas. Ese imperio del conservadurismo es en buena medida el responsable de que el pensamiento de izquierda lleve la mayor parte de este tiempo también batiéndose en retirada. No es el menor de los méritos del libro que el autor exponga la panoplia neoconservadora contra el trasfondo de la historia de la teoría política, deteniéndose en especial en cuatro momentos en diversas ocasiones: la Grecia clásica (la práctica política en Atenas y el pensamiento político de Platón), Maquiavelo y la razón de Estado, el debate político de la revolución inglesa del siglo XVII y el debate constitucional de los propios Estados Unidos, en especial lo referente a El federalista. Por supuesto, los primeros ocho años del siglo XXI, que son el objeto específico del libro, la presidencia del señor Bush aparecen proyectados sobre el fondo de su gran conocimiento de la historía política del siglo XX en los EEUU, lo que le da a mi entender una particular utilidad. Democracia S.A. está escrito y publicado antes de la llegada del señor Obama a la Presidencia Es pues una especie de resumen teórico del neoconservadurismo y, vistas las cosas, un epitafio.

La idea del autor, que ya se expresa en el título, es que la presidencia del señor Bush ha convertido a los EEUU a una especie de Estado totalitario y en ella culmina también un proceso de degeneración de la democracia que ya comenzó en tiempo de los padres fundadores y da lugar ahora a lo que llama la "democracia dirigida". Aunque Wolin perfila estos conceptos en varias ocasiones a lo largo del libro, ya al comienzo de éste adelanta que considera el totalitarismo invertido como la madurez política del poder corporativo (en lo esencial, las empresas) y la desmovilización política de la ciudadanía (p. 12) De hecho, la democracia nunca estuvo consolidada en el país pero es a partir de la segunda guerra mundial cuando comienza el maridaje entre las corporaciones y el Estado que es la base misma de esa corrupción de la democracia que llama la "democracia dirigida" (p. 18). Toda la extensa obra posterior está destinada a justificar teórica y prácticamente estos juicios aparentemente radicales (en varias ocasiones reconoce que comparar a los EEUU con el totalitarismo puede resultar chocante) pero que no suenan tanto así en el continente europeo, en donde hace tiempo que viene hablándose del friendly Fascism para definir políticamente al país del que trata el libro.

Este proceso de perversión de la política estadounidense se acelera tras el 11 de septiembre de 2001, que da al presidente Bush la excusa para poner en marcha las doctrinas neocon de la guerra preventiva en medio de la inacción de la población del país, embrutecida por la propaganda presidencial con consignas como "el eje del mal", el combate "de la civilización contra la barbarie", etc (pp. 32/33). Cuando Weber habló del desencantamiento del mundo no pensó en la credulidad de la gente que, mediante la propaganda y la publicidad modernas puede acabar convencida de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva o de que Dios ha elegido a su país para establecer la justicia sobre la tierra (p. 39). En clave hispánica, parece que se esté hablando del señor Aznar: su mentira de las armas de destrucción masiva y su melopea sobre las raices cristianas de Europa.

Sostiene el autor y, con él muchos otros críticos que ciertos actos del gobierno de los EEUU como la negación de las garantías procesales, el espionaje, la tortura, los excesos del poder ejecutivo, son prácticas totalitarias. Siguiendo la famosa obra de Edward Corwin Total War and the Constitution referida al impacto de la segunda guerra sobre el ordenamiento constitucional estadounidense, analiza Wolin los dos imaginarios de aquel: a) el imaginario del poder y b) el imaginario de la Constitución que, lógicamente, son excluyentes. Hace luego un repaso canónico de la historia de los EEUU desde el New Deal. Éste aumentó mucho los poderes de la presidencia pero no chocó con la Constitución. Esto empezó a cambiar con el fin de la guerra, con Truman, la guerra fría, la manía de la "seguridad nacional" y el macartismo. El totalitarismo invertido no tiene fecha de nacimiento ni referencia única como Mein Kampf sino que es un conjunto de prácticas de la presidencia que van abriéndose paso poco a poco (p. 75).

Comparar a Bush con Hitler puede parecer exagerado pero no lo es. Asistimos hoy a un ascenso de un estatismo especial que es hostil al gasto social pero quiere intervenir en todas las relaciones sociales, en las personales, en las sexuales, en los matrimonios o en las decisiones particulares sobre la vida o la muerte (p. 82) que es claro síntoma de totalitarismo. El totalitarismo invertido dice ser lo contrario de lo que es mientras que la democracia dirigida se centra en contener la democracia electoral y es hostil a toda democracia social que vaya más allá de la alfabetización, la capacitación laboral y lo imprescindible económico (p. 85). La doctrina del Lebensraum nazi es muy parecida a la de la guerra preventiva de Bush. Los EEUU tienen la tasa de encarcelamiento más alta del mundo en un sistema penitenciario embrutecedor en buena medida privatizado y poblado básicamente por afroamericanos (p. 97). Los grupos de interés son todopoderosos, al extremo de que cabe hablar de un gobierno "clientelista" (p. 99). Los EEUU constituyen lo que el autor llama un "Superpoder" que implica la conjunción de una tecnologia del poder totalizadora y una ideología concomitante que estimule las aspiraciones al dominio mundial (p. 103).

El presidente Bush montó una invasión no provocada de un país, exigió el apoyo de sus aliados y proclamó el derecho de los EEUU a no respetar los tratados internacionales (p. 118). Y la única protesta en contra de esta guerra no vino de los otros poderes del estado ni de los partidos sino que vino, y débil, de la calle. Tomando pie en Hobbes y Tocqueville concluye Wolin que este poder total, excesivo, es imposible sin el apoyo de una ciudadanía cómplice que firme el pacto y lo consienta (p. 126). La justificación de estos excesos se dio en función del famoso documento National Security Strategy que los neocons dieron a conocer apenas llegados al poder y que colgaron de inmediato en internet: un relato mítico y maniqueo de lucha del bien contra el mal, de la "lucha contra el terrorismo" que ha de justificarlo todo. Concluye Wolin, sin embargo, que el Superpoder acabó fracasando en el Irak puesto que ahora hay más terrorismo que antes y se ha revelado como lo que es, como un poder ilegítimo cuya ilegitimidad se fraguó en el episodio bochornoso del recuento de votos en Florida en las presidenciales de 2000, que se resolvió con una especie de golpe judicial que adjudicó la presidencia al señor Bush quien, en realidad, había perdido las elecciones (p. 142). Ese es el punto crucial del totalitarismo invertido, esto es, lo que en teoría política conocemos con "ilegitimidad de origen" a la que se añade luego la de ejercicio. La verdad es que no puedo estar más de acuerdo en el diagnóstico sobre la era Bush: ocho años de gobierno ilegítimo que no ha hecho más que atrocidades. Lo interesante del libro de Wolin es que fundamenta a satisfacción este duro juicio.

El Superpoder es un poder no basado en el mandato constitucional y que excede la habilidad política y la sensibilidad moral de los gobernantes (p. 148). Su condición es el debilitamiento y la irrelevancia de la democracia. Nadie, ni los poderes del Estado, ni los partidos, ni la gente en la calle se opuso al golpe de Estado de Florida y así se inició el gobierno neocon en los EEUU. De inmediato comenzaron las grandes rebajas de impuestos a los ricos que, entre otras cosas, quieren empobrecer al Estado para que no haya dinero para los programas sociales. En paralelo se agita el fantasma de la quiebra de la seguridad social con el fin de privatizarla y llevarla a la bolsa (p. 161). Se observará que el discurso neocon es igual en todas partes, en los EEUU o en España, ya que esas son asimismo las pretensiones del gobernador del Banco de España. La "guerra al terrorismo" es la justificación del estado de excepción permanente del totalitarismo invertido (p. 165).

En los EEUU, como se sabe, hay una mayoría de personas religiosas y son muy importantes los fundamentalistas evangélicos. La línea común a este pensamiento ultrarreaccionario, en el que destaca el patrono neocon Leo Strauss es el arcaísmo, esto es, la pretensión de atenerse al sentido literal de la Constitución de 1789, entendida como una contrapartida de la Biblia. En síntesis el arcaísmo como idelogía neocon aúna la lucha contra el tamaño del Estado (de la época de Reagan) con un destronamiento de la ciencia (que permite predicar supersticiones como el creacionismo) y se opone a las prácticas mayoritarias de la democracia (p. 187).

El Superpoder no es otra cosa que la conjunción entre el Imperio y el reinado de la Corporación (las empresas). La privatización es parte esencial de la democracia dirigida (p. 196). Las elecciones son un arraigado sistema de sobornos y corrupción que no precisa de la violencia física. Y la época es la del predominio gerencial. Sostiene Wolin y lo considero profético que no es infrecuente que los gerentes se enriquezcan llevando a la ruina a sus empresas (p. 208). Conviene no obstante recordar que esta democracia dirigida echa sus raices en la intensa desconfianza que los artífices de la Constitución sentían hacia la democracia.

Esa práctica del Partido Republicano que muchos autores han señalado de acumular déficit astronómicos tiene como finalidad, según Wolin, que futuros gobiernos socialdemócratas no puedan realizar programas sociales (p. 224). A su vez, este predominio neocon descansa sobre una deliberada estrategia en materia de lucha por la ideas: las privatizaciones tratan de privilegiar a las instituciones educativas privadas para fabricar élites que además pueblen unos Think tanks que sirvan para legitimar la política neocon (p. 234). Somete aquí el autor a crítica muy dura a Leo Strauss, del que resalta sus concomitancias nazis y a Samuel P. Huntington, frecuente figurante en Palinuro. Lo que Wolin le reprocha es la obsesión del autor de La tercera ola por la identidad nacional de los EEUU que implica, entre otras cosas una actitud agresiva hacia todo multiculturalismo y lo que considera el peligro de la inmigración. Todo ello temas preferidos de los neocons.

Este predominio neocon tiene unas manifestaciones evidentes en política interior de los EEUU. El Partido Republicano no es meramente conservador, como asegura, sino oligárquico y su interés es conservar las desigualdades y los privilegios (p. 267) Y la búsqueda del dominio republicano permanente está basada en unas medidas de manual: gastos militares, subsidios a corporaciones globalizadoras, déficit crecientes, desmantelamiento de los programas sociales y de protección del medio ambiente, eliminación de las garantías procesales, corrupción, lobbismo (p. 275) El recetario de la derecha allí donde gobierna. Se espera que el "ciudadano patriótico" apoye a los militares, que los inmigrantes (que son los nuevos metecos) no se hagan mucho de notar y que el Partido Demócrata se resigne a ser una "falsa oposición" que trata de cortejar a los "indecisos" mientras se resigna a la desaparición de la vieja política social al estilo del siglo XX, como el New Deal, el Fair Deal y la Great Society (p. 287). A la vista de este diagnóstico será interesante estudiar lo que haga el señor Obama.

Con el cuento de la "guerra al terrorismo" se coordinan todas las agencias oficiales relevantes, es decir una especie de Gleichschaltung (p. 302) y se produce un control del espacio público mientras los intelectuales conservadores atacan el espíritu de los años sesenta entre vacilaciones de los liberales y en el que aquellos ven el origen de todos los males de hoy en especial debido al "relativismo" y la "falta de disciplina" (p. 314), un discurso que repiten como loros el Papa, el señor sarkozy y el señor Aznar entre otros. Sobre todo eso del relativismo lo llevan muy mal los partidarios del absolutismo mental. Según Wolin el éxito de la política neocon se basa en la conjunción de elementos progresistas como la ciencia, la tecnología y el capital de riesgo y retrógrados, como el fundamentalismo, el creacionismo, el originalismo, etc (p. 315) No estoy muy seguro de que el concepto de ciencia que aquí se maneja sea de universal aceptación, pero este reparo afecta poco a la salud del argumento. Remacha el autor su idea de que los EEUU no nacieron como una democracia sino como una sociedad en lucha en contra de la democracia (p. 319), cosa que se hizo a lo largo de la famosa teoría de Frederick Jackson Turner acerca de la "frontera". Los EEUU son una sociedad de "Frontera" y encuentro brillante en el libro de Wolin que éste sostenga que la frontera actual es internet (p. 325). Todo lo cual desemboca en estos poderes especiales que el Presidente se arroga en el marco del totalitarismo invertido (p. 330).

Es característico de los neocons promover el miedo general en nuestras sociedades; miedo al terrorismo, a perder el puesto de trabajo, a perder la jubilación (p. 334). Es aquí en donde encaja una observación de gran interés que hace el autor en una nota a pie de la página 85, cuando recuerda que los neocons, especialmente el señor David Horowitz, piden que se acabe por ley con la seguridad en el empleo (tenure) de los profesores universitarios. Efectivamente, los neocons saben bien que el miedo y la incertidumbre doblegan los carateres y si nadie tuviera seguridad en el empleo en la sociedad habría mucho menos crítica y la gente sería mucho más sumisa. El Imperio quiere ciudadanos patrióticos y sumisos (p. 335).

Al día de hoy está en juego una elección entre el Superpoder y la democracia. La democracia requiere la verdad (porque es comunicativa) mientras que el Superpoder está basado en la mentira que el autor define como "la tergiversación deliberada de la realidad y su reemplazo por una "realidad" construida" (p. 364). Supongo que todo el mundo se acuerda aquí de la mentira del Gobierno del señor Aznar a raíz del 11-M. Hay a continuación unas brillantes reflexiones sobre el mito de la caverna de Platón y el debate de los levellers en la Inglaterra del siglo XVII a raíz de los "cercamientos de tierras" para concluir que los fundamentos mismos del sistema que ha venido criticando son: "El rol político del poder corporativo, la corrupción de los procesos políticos y representativos por parte de la industria del lobby, la expansión del poder ejecutivo a expensas de los controles constitucionales y la degradación del diálogo político que promueven los medios." (p. 397). Entiendo que esta descripción encaja perfectamente en la España de la derecha.

Wollin no es un hombre optimista de forma que el antídoto que propone a esta situación es modesto, no parece muy ambicioso y no creo que sea practicable salvo en las pequeñas comunidades de la Nueva Inglaterra. Sostiene el autor que el "pueblo" debe operar un cambio en su esencia, que se desprenda de su pasividad política y se convierta en un "demos", pero no en un demos nacional, que no es posible, sino en una ciudadanía democrática y un demos de raíz local, el único lugar en que es practicable la democracia, en el orden provinciano en el que hay espíritu cívico (pp. 400/401). La acción política de resistencia a Superpoder es la pequeña escala, auxiliada con una contraelite de funcionarios públicos cívicos como los que ya están dándose con las ONGs (p. 403).

El libro de Wolin es una requisitoria contundente (y convincente) en contra de la deriva totalitaria de los Estados Unidos y su ausencia de democracia, una crítica hecha desde dentro y mucho más radical que las que se pueden leer desde fuera. Tengo la impresión de que el autor minusvalora la potencialidad regeneradora de la democracia que hay en la sociedad estadounidense y de que la elección del señor Obama ha sido una muestra. Pero eso es algo que el tiempo dirimirá.