diumenge, 24 d’agost del 2008

Spaghetti con bonito.

Mi amigo Xavier Vila-Coia, un escritor poco convencional (si es que esto no es una redundancia) de quien ya reseñé un libro de fotos de un viaje a Cuba en un post del año pasado llamado Cuba, mi hijo se ha visto mezclado en uno de esos percances que también me suceden a mí, razón por la que me solidarizo aquí con él. No obstante hasta la fecha en mi caso nunca han llegado a consecuencias tan extremas como en el suyo.

Estaba el bueno de Xavier en la feria del libro de A Coruña, a donde había ido a presentar su último libro, Diario da velada na Habana (sigue con el filón cubano) y fue a almorzar a un restaurante cercano en donde pidió spaghetti con bonito. Al observar que el plato que le servían no tenía apenas bonito y sí mucho tomate (probable consecuencia de la crisis que a todos nos azota) reclamó; el propietario sostuvo que había bonito suficiente; Xavier insistió en que no; el propietario porfió en que sí; Xavier en que no. Finalmente pidió el libro de reclamaciones (hasta aquí lo que hubiera hecho yo mismo de encontrarme en situación parecida) y eso le costó una paliza por la que ha presentado una denuncia. Toda la historia se encuentra en este enlace de La Voz de Galicia. Ahora tiene un ojo a la virulé. Espero que cuando menos el libro se venda bien pues viene rodeado de algo de escándalo.

dissabte, 23 d’agost del 2008

Esos exquisitos banqueros.

Una vez al año en verano el Federal Reserve Board de los EEUU organiza una conferencia en un sitio privilegiado, Jackson Hole, en Wyoming, muy cerca de la reserva nacional de alces y otras atracciones, a la que invita a la flor y nata del sistema financiero internacional para analizar la situación y las perspectivas de seguir haciendo negocios. Este año como es lógico el tema predominante ha sido la crisis financiera. Allí, en ese lugar de ensueño, paraíso de turistas, los banqueros más importantes del mundo se han puesto a lanzar mensaje ominosos. Si estamos mal podemos apostar a que estaremos peor. El señor Bernanke, del Federal Reserve Board, cree que el actual contexto económico es uno de los más difíciles lo que no suena especialmente tranquilizador. Es el clima de la reunión de estos millonetis: "caballeros, vayan preparándose". Según el señor Mario Draghi, gobernador del Banco Central de Italia, presente también en ese selecto cónclave de elegantes banqueros, al "comienzo de la crisis financiera más dura de nuestro tiempo tenemos que hacer frente a una combinación compleja e intrincada de aumento de la inflación, caída del crecimiento, restricciones del crédito y difusión de las tensiones de liquidez en el interior de la industria y de los servicios financieros mundiales". Lo cuenta La Repubblica. Y mientras los banqueros se reúnen a darse la buena vida y soltar agorerías como si estuvieran genuinamente preocupados por lo que pase con la gente, sus bancos (supongo que habrá excepciones) se dedican a estafarla vendiéndole basura como si fuera deuda buena, lo que les ha ganado ya una multa de millones de dólares impuesta por el fiscal general de Nueva York, además de obligarlos a volver a comprar miles de millones de deuda opaca que vendieron a la gente. Hasta la fecha son Merrill Lynch, Goldman Sachs y Deutsche Bank. Pero no va a quedar ahí la cosa; también están investigando a Citigroup, UBS, Wachovia, JP Morgan Chase , Morgan Stanley, Bank of America (arriba, en la foto), Washington Mutual y Credit Suisse. Esa investigación puede ser un terremoto.

Es decir, esto no ha hecho más que comenzar. Hace unos días la noticia era que el conjunto de la Unión Europea había tenido "crecimiento negativo". Ayer los malos datos afectaban a Inglaterra en donde la Oficina Nacional de Estadística revisó a la baja el crecimiento del 0,2 por ciento para el segundo trimestre de este año y lo dejó exactamente en cero: estancamiento, situación previa a la recesión.

La crisis es planetaria (¿hay algo hoy que no lo sea?) y al decir de Samir Naïr en un artículo de ayer en El País titulado el alcance geopolítico de la crisis va a cambiar el mapa de fuerzas políticas en el mundo en el que un debilitado eje EEUU-Unión Europea tendrá que acomodar a las economías emergentes como la China, la India, el Brasil o México. Y eso en el contexto del fracaso general del neoliberalismo y la necesidad de retornar a las políticas económicas intervencionistas que eran anatema hace veinte años.

En esta crisis planetaria es poco lo que el Gobierno español puede hacer pues que nunca manda sus barcos a luchar con los elementos. Me ha alegrado encontrar un artículo de Juan Francisco Martín Seco en Kaos en la red en el que se pide a los gobernantes españoles Por favor, no hagan nada en el entendimiento de que, según el autor, cuando hacen algo es para beneficiar al capital y la banca. Más o menos coincide con lo que servidor decía en hace un par de días en un post que se titulaba La no-crisis que no cesa y en el que se concluía: "Por esta razón el Gobierno español ha convocado una reunión vacacional de mucho aparato mediático para dar a entender que está al mando y que toma medidas de las que unas son para dentro de bastantes meses y otras no significan nada. Es mejor así, que no haga nada. Es decir que siga el ejemplo de los demás." Porque si acude en ayuda de un sector (por ejemplo la construcción) se puede en encontrar con que tiene que hacerlo en la de otro u otros. Por ejemplo, en la cascada de noticias espeluznantes que gotea la economía desde hace meses, la de ayer era especialmente alarmante: La llegada de turistas a España cae un 8% en julio. Los dos sectores que "tiran" de la economía española son la construcción y el turismo. Si los dos caen y el sistema no parece tener la flexibilidad suficiente para adaptarse a otra(s) línea(s) productiva(s), ¿tiene pensado el Gobierno qué va a hacer?.

(La imagen es una foto de Steve Rhodes, bajo licencia de Creative Commons).

Las alcaldadas en España.

Es indignante. Fíjense qué noticia: Los ayuntamientos hacen oídos sordos ante el problema del ruido. Los barandas no presentan en el Ministerio de Medio Ambiente los informes que se supone tienen que presentar por mandato de la normativa europea. Seis de dieciocho ayuntamientos de grandes aglomeraciones ha presentado la mitad de los papeles, a falta de la otra mitad.

Es una prueba más de la carencia de conciencia edilicia acerca del ruido. El país sigue siendo territorio de mesnaderos y labrantines, ahora reciclados en moteros y discotequines que se "realizan" armando ruido. Y ello con la connivencia cuando no activa colaboración de las autoridades municipales a quienes la tranquilidad y el descanso de la mayoría de residentes en su municipio importa una higa. Hasta parecen sus enemigos jurados. El viejo concepto de "alcaldada" no se refiere sólo a un comportamiento proactivo sino que también es aplicable a la clamorosa falta de cumplimiento de los deberes inherentes al cargo. No afecta solamente a aquella situación en que un alcalde rebuzna sino a aquella en que no hace nada para impedir los molestos rebuznos de algún vecino.

La segunda quincena de agosto en España es de cine, de cine de los Picapiedra con las masas haciendo ruido hasta el amanecer en unas aglomeraciones estrepitosas que llaman "fiestas". Y como no hay modo de generalizar esa conciencia por medio de la ley porque las leyes en España, ya se sabe, "se acatan pero no se cumplen", a lo mejor hay que ir pensando en querellarse contra algún que otro alcalde por incumplimiento de la ley; incluso, dada la naturaleza dañina de la contaminación acústica, también por denegación de auxilio y hasta por torturas. Porque si un ciudadano ha de esperar trece años a que se tomen medidas con un bar de copas en los bajos de su casa, son trece años sin poder dormir, trece años de incuria municipal y judicial razón por la cual a lo mejor debe condenarse al propietario o al mismo alcalde a otros trece años en una celda de aislamiento y escuchando sin parar El bolero de Ravel; que se sepa que hay cosas peores que la muerte.

(La imagen es una foto de Plasencia calle de los vinos, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 22 d’agost del 2008

Secuelas.

Es inevitable. Una de las consecuencias de la frustrante situación en que nos encontramos cuando se dan desastres como el de Spanair es que el personal no puede estar callado y tiene que dar su opinión aunque sea irrelevante y hasta perjudicial a la causa del esclarecimiento de los hechos o el remedio a las víctimas. Y no me refiero a quienes hayan padecido directamente el azote del destino, que tienen perfecto derecho a decir lo que les parezca, venga o no a cuento, sino a los espectadores, informadores y comparsas en general. Un paseo por los medios escritos y audiovisuales de ayer permite identificar cuatro tipos de bocazas: los expertos en una hora, los enterados de siempre, los aprovechateguis y los deontológicos. No daré nombres por no ganarme más enemigos de los que ya tengo.

Los neoexpertos fueron legión. A estas alturas ya sabemos todos todo sobre turbinas, aviación civil, protocolos de emergencias, resistencia de materiales, puntos de no retorno, velocidades V1, etc. He leído piezas tan documentadas y convencidas que uno se pregunta qué le quedará por hacer a la comisión de técnicos nombrada para esclarecer las causas del siniestro con la información que obtengan de las cajas negras, la que facilite la inspección in situ y su propia competencia técnica. Alguno de esos artículos ya tiene formuladas todas las hipótesis.

Los enterados de siempre no podían faltar. En medio de la confusión todavía reinante ellos ya saben por información privilegiada cuáles fueron las causas que desataron la catástrofe, quiénes tomaron las decisiones erróneas en un oscuro juego de amenazas, presiones, rencillas internas de la compañía, datos y pistas que el común de los mortales no ha valorado suficientemente pero que, bien interpretados, explican que, dadas ciertas condiciones, algo así tenía que ocurrir. De hecho ahora mismo les consta que hay poderosos intereses que tratan de desviar la atención, que no se sepa lo que realmente pasó, de levantar una cortina de humo. Más o menos lo que quienes todos sabemos llevan cuatro años haciendo con el 11-M.

Los aprovechateguis. Estos, como la población reclusa en las dictaduras, se dividen entre "comunes" y "políticos". Los comunes son los que tratan de hacer caja valiéndose del desconcierto, el dolor generalizados y el sentimiento de solidaridad, como esos granujas que se hacen pasar por miembros de ONGs que recaudan donativos para los familiares de las víctimas. Los "políticos" son los quepretenden de sacar partido político a la situación, en este caso atacando a las autoridades, en concreto al Gobierno. A la vista de los hechos me parece que todas las autoridades han estado en su sitio, incluidos los Reyes y han trabajado coordinadamente y con eficacia. Por eso me parecen desvergonzados y de baja ralea los ataques que he leído al Gobierno no porque haya dejado algo por hacer sino porque no ha dejado nada por hacer. Lo acusan de ¡sobreactuar!

Por último, los "deontológicos" que andan rumiando escrúpulos no sobre el desastre y sus causas sino sobre el modo de informar acerca de él: que si se debe o no se debe mostrar esto o aquello, que si los periodistas que buscan testimonios cuanto más dramáticos mejor acosan o no acosan, que si... En mitad de la turbamulta de relatos que un hecho de esta magnitud genera resulta ridículo y pretencioso plantearse estos problemas a las veinticuatro horas del hecho. Tiempo habrá de que los jueces digan lo que se puede hacer o no hacer y de que la opinión más serena trace una línea sobre lo que acepta o rechaza. Entre tanto los catones censores, en lugar de darse pote, que den la mejor, más rápida y objetiva información que puedan.

Francamente creo que quien estuvo ayer a la altura de las circunstancias fue el Gobierno. Sobre todo su vicepresidenta, que tiene siempre el mismo gesto severo, adusto, en la alegría y en el infortunio y dijo e hizo lo que todos esperábamos que dijera e hiciera: que lo primero son las víctimas y sus familiares, que se llegará hasta las últimas consecuencias para determinar responsabilidades y que se ha creado una oficina de atención a las víctimas. No me extraña que la señora De la Vega sea la miembra del Gobierno que tiene más alta valoración popular.

(La imagen es una foto de Jima, bajo licencia de Creative Commons).

Los intelectuales, el franquismo y la transición, II.

(Viene del post de ayer).

En lo que es estrictamente la transición identifica Pecourt tres discursos: continuidad, reforma y ruptura (p. 120) y se concentra en el de ruptura, en donde distingue cuatro subcampos, cada uno de ellos con sus intelectuales y sus revistas: el socialista, el comunista, el nacionalista y el libertario (p. 132) a los que añadirá luego el feminista (p. 174). En la caracterización del comunismo me asalta una duda pues no sé si lo que se dice de éste es un reflejo de las ideas del régimen o lo piensa el autor: "La fortaleza franquista percibía en el comunismo al enemigo más peligroso de la verdadera tradición hispánica, un adversario que logró monopolizar el poder cultural y político durante el período republicano y que terminó por provocar, inevitablemente, el inicio de la Guerra Civil. Por ello utilizaría todos los medios posibles para erradicarlo y evitar la aparición de amenazas similares en el futuro" (p. 136). El párrafo es ambiguo. Si lo que hace es reflejar la mentalidad de los franquistas estoy de acuerdo con él; si vierte una opinión del autor no puedo estar más en desacuerdo: los comunistas no monopolizaron nada precisamente hasta bien entrada la guerra civil.

A la altura de la transición, el comunismo era ya eurocomunismo y así lo trata Pecourt, reflejando bastante bien esta estrategia del que quería ser comunismo democrático (p. 140) a través, sobre todo, de las ideas de Daniel Lacalle y la revista Argumentos, por él resucitada. Se recordará que Lacalle ya había sido el factótum de la primera Argumentos en la clandestinidad durante la dictadura, de la que llegaron a salir cuatro números. De especial interés he encontrado las referencias de Pecourt a los críticos izquierdistas (incluso comunistas) del eurocomunismo, como Gustavo Bueno (p. 144) quien por entonces dirigía una revista filosófica, El basilisco, Manuel Sacristán desde Materiales y Joaquín Estefanía desde El cárabo (p. 148). Es imposible saber cómo hubiera evolucionado el difunto Sacristán pero las subsiguientes biografías de Bueno y Estefanía dan material abundante para la reflexión.

En el subcampo del socialismo Pecourt arranca del primer proyecto demócrata-cristiano de Cuadernos para el diálogo, al que se sumaron muchos socialistas que luego iniciaron su propia publicación, Sistema (p. 157), desde donde se hicieron las críticas más agudas al proyecto eurocomunista, en concreto a través de la pluma de Ignacio Sotelo (p. 158).

En el subcampo libertario Pecourt atribuye una función iniciática a José Luis López Aranguren, quien se había radicalizado en la segunda mitad de los años sesenta (p. 164), y hace un repaso a las principales revistas de esta corriente, Ajoblanco (cuyo director, José Ribas, publicó el año pasado unas interesantes memorias aquí reseñadas en un post llamado Lo que pudo ser), Ozono, El viejo topo (p. 166). De gran interés su reseña sobre el pensamiento de Agustín García Calvo y del Fernando Savater de la época, el del Panfleto contra el todo (otro motivo para la reflexión y hasta la melancolía) así como su muy ilustrativa polémica con Ignacio Sotelo (p. 172).

Capítulo aparte merecen al autor los intelectuales y revistas catalanistas. El nacionalismo incipiente se articula en torno a dos de éstas, una más "catalanista" y elitista, Serra d'Or, amparada por el Monasterio de Montserrat, y la más popular y "españolista" Destino (p. 181) . A mi modesto entender, es el mejor capítulo del libro, con muy abundante y pertinente información sobre la propuesta y vicisitudes de la concepción de los países catalanes (Ernest Lluch y Joan Fuster) (pp. 192-194), las causas del fracaso político del catalanismo y el enfrentamiento entre nacionalistas y españolistas personificado en la controversia sobre el libro de Federico Jiménez Losantos, Lo que queda de España y el famoso "Manifiesto de los 2.300" (pp. 209 y sigs.). Como se ve, con el nuevo manifiesto "en defensa de la lengua española", el señor Jiménez Losantos sigue en onda. Lo que no acaba de convencerme del relato de Pecourt es que no haga mención alguna al atentado de los terroristas de Terra Lliure contra el hoy locutor de la COPE.

El último capítulo trata de dar cuenta de la aportación de los intelectuales al consenso constitucional que el autor ve, coincidiendo en ello con Jordi Solé, como la "tendencia incipiente hacia el bipartidismo que caracterizaría, cada vez con mayor intensidad, la nueva ciudadela democrática" (p. 222), juicio que me parece acertado y comparto en la evolución posterior del sistema político español, pero no para el momento constituyente que es cuando lo formula Solé. Basta considerar la composición de la comisión constitucional para darse cuenta de ello: AP, UCD, PSOE, PCE y Minoría catalana. Realmente todos los partidos a falta de los nacionalistas vascos, cuyo espiritu foralista estaba representado no obstante por el señor Herrero de Miñón. Por cierto nadie ha mencionado que yo sepa (tampoco Pecourt) el hecho de que esta comisión tuviera una evidente sobrerrepresentación del nacionalismo catalán puesto que tanto el señor Roca (nacionalista) como el señor Solé (comunista) lo eran, aunque no en igual medida.

Pecourt señala como determinantes del consenso y su resultado final lo que llama los dos "compromisos apócrifos" de los artículos 1º (Estado social y democrático de derecho, p. 233) y 2º (organización territorial, p. 237) de la Constitución. No me parece, sin embargo, que su tratamiento de ambos temas sea satisfactorio; le falta perspectiva y profundidad, tanto en el aspecto doctrinal (sobre todo en lo referente al Estado de derecho y sus variantes) como en el de la peripecia histórica concreta (especialmente en el caso del artículo 2º) que fue determinante.

En resumen, el autor ha sabido acotar magníficamente un tema de mucho interés (la aportación de los intelectuales al proceso de la transición) y lo ha hecho de forma original y muy ilustrativa, tomando base en las revistas políticas cosa que, a mi conocimiento, no había hecho nadie antes y resulta muy útil.

Corona su obra con un par de consideraciones pertinentes: entre los años 1977 y 1982 desaparecerán casi todas las revistas políticas. Quedan la Revista de Estudios Políticos (REP), la Revista de Occidente, Cambio 16, El ciervo, Nuestra Bandera, Sistema, Serra d'Or, Mientras tanto, Leviatán y El viejo topo (resucitada en 1993). Las razones de este hundimiento general es la reaparición de la prensa libre (p. 244) y la mejor calidad de la televisión con programas de debates de los que el autor menciona en especial La clave, de José Luis Balbín (p. 249). En cuanto a los intelectuales, es interesante señalar cómo la gran mayoría hizo un "giro hacia la derecha" en los años ochenta (p. 257) y una exigua minoría (prácticamente Sacristán y sus allegados) otro hacia la izquierda heterodoxa (p. 260).

Hay en el libro algunas inexactitudes que conviene repasar y corregir en sucesivas ediciones. Las más frecuentes conciernen a la REP: no se me alcanza por qué dice el autor que estaba financiada por el Ministerio de Información y Turismo (p. 129) cuando, que yo sepa, estuvo siempre en el Instituto de Estudios Políticos que dependía del Consejo Nacional del Movimiento y, a partir de 1977, como Centro de Estudios Constitucionales, de Presidencia del Gobierno. Entre los años 1963 y 1965 su director no fue Carlos Ollero (p. 151), sino Jesús Fueyo Álvarez. Carlos Ollero fue director en los comienzos de su "Nueva Época", en 1978 y no Pedro de Vega, como dice el libro (p. 229), quien sí lo fue más tarde. Lo sé de primera mano porque yo era el Vicesecretario técnico de la publicación en aquellos años de 1978. Llamar "pensador madrileño" al profesor López Aranguren (p. 164) sólo puede entenderse como una licencia, porque era de Ávila. Por último, el Congreso de Suresnes del PSOE no fue en 1979 (p. 157) sino en 1974; da la impresión de que se confunde ese congreso (el XXVI) con el XXVIII en Madrid, en 1979, en el que se plantea el problema de la definición marxista del partido.

dijous, 21 d’agost del 2008

¡Puf!

Al escribir esto todavía tengo los pelos de punta. Estaba haciendo preparativos porque hoy he de ir a recoger a mi hijo Andrés que llega de los Estados Unidos vía Londres precisamente a la terminal cuatro de Barajas. Recibí un correo de mi otro hijo Paulino que también viene a esperar a su hermano diciendo que había un accidente y estaba cerrado el aeropuerto. Desde entonces ya no pude separarme del televisor y el ordenador. Estuve horas enteras escuchando las noticias, viendo imágenes que se repetían a veces en la misma cadena, gentes desesperadas, familiares llorando, psicólogos consolándolos, todo el mundo consternado. Algunas entrevistas a personal del SAMUR en la CNN o a un piloto en Antena 3, declaraciones de los políticos, la rueda de prensa de un responsable de la compañía que apenas podía hablar. Qué desgracia. Cuánto sufrimiento. Cuando sucede algo así uno no puede ya pensar en otra cosa. El relato va llegando fragmentado. Ahora se sabe una cosa, ahora deja de saberse. Todo es confusión. La cantidad de muertos, que empezó muy baja, va subiendo inexorablemente. El avión había tenido un problema técnico que obligó a retrasar casi una hora su salida. Una madre contaba que su hija le había dicho por teléfono que se había encendido una luz roja, pero que no les cambiaron de avión. Y uno recuerda la cantidad de veces que ha vivido algo parecido: "Lamentamos comunicarles que tenemos un retraso debido a causas técnicas. Tan pronto sepamos algo más se lo comunicaremos". Y te quedas siempre un poco mosca, aunque te repitas que los aviones pasan unas revisiones superminuciosas y que, además, son el medio de trasporte más seguro que hay.; más seguro que los trenes o que los coches, por no hablar de los navíos. Claro que eso es una consolación estadística que te sirve de poco cuando hay un problema. Qué barbaridad: ciento cincuenta y tres muertos. Casi todos carbonizados. He repasado la lista de pasajeros. Hay familias enteras; pobre gente. Y qué mal lo pasan los allegados que están esperando; cuánta angustia a dos mil kilómetros. Los estaban trasladando a la península a enfrentarse con la cruda realidad pero con la esperanza de que los suyos se contaran entre esos veinte (ya son diecinueve) que decían que se habían salvado. La celeridad de los equipos de rescate ha sido extraordinaria. En general el socorro ha funcionado estupendamente: policía, guardia civil, gente del SAMUR, bomberos, todos se han volcado y merecen nuestro agradecimiento porque no debe de ser fácil funcionar con eficacia y rapidez en esas circunstancias terribles. Hasta los políticos han estado a la altura: la ministra de Fomento, señora Álvarez (de quién se reía no sé qué cretino en no sé qué periódico el día anterior porque estaba bañándose en una playa, como si bañarse fuera algo estrafalario), el alcalde de Madrid, el presidente del Gobierno, que interrumpió ipso facto sus vacaciones. Nada que reprochar a nadie. Ha habido una desgracia y se ha respondido con toda la celeridad y la eficacia que era de esperar. Ahora habrá que estar a los resultados de la investigación y no ponerse a lanzar bulos y rumores que sólo pueden enturbiar un ambiente muy sombrío y muy triste. Tanta gente muerta que iba de vacaciones o volvía de ellas. Veinte niños; dos bebés. ¿Y por qué escribo yo esto? Porque no puedo hacer otra cosa más eficaz, no puedo ayudar en nada. Pero puedo desahogarme escribiendo. Para quienes nos dedicamos a esto, escribir es como hablar, y hablar, contar lo que uno siente, es una forma de mitigar el dolor. Qué pena, tanta gente...

Los intelectuales, el franquismo y la transición, I.

He aquí un interesante trabajo sobre la función de los intelectuales españoles durante la transición política (Los intelectuales y la transición política. Un estudio de campo de las revistas políticas en España, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 2008, 298 págs.), aunque no esté seguro de que el subtítulo haga entera justicia al contenido. El trabajo es metódico y sistemático, pero no sé si puede llamarse propiamente "de campo" ya que apenas se manejan datos empíricos, a excepción de algunas cantidades de tirada de ediciones. Más bien es un enfoque historiográfico que da cuenta y lo hace con brillantez del tema del título.

Pecourt muestra audacia al adentrarse en un territorio lleno de dificultades y asechanzas y sobre el que hay mucho escrito. Ante todo tiene el acierto de exponer la definición del tipo de intelectual que le interesa: "el actor social que utiliza el prestigio y la respetabilidad adquirida en el mundo de la cultura para participar en el debate político desde una cierta posición de autonomía." (pp. XIII/XIV) Igualmente acota el tiempo de su investigación decidiendo que, a sus efectos, la transición va desde la muerte del general Franco en 1975 hasta el fracaso de la intentona de 1981. En un terreno en el que no hay acuerdo general es una propuesta tan buena como otra y que tiene significados valedores.

A continuación aborda un primer capítulo sobre el estado de la cuestión de los intelectuales partiendo de la dicotomía generalmente aceptada de intelectuales como "guardianes del conocimiento objetivo y defensores del compromiso político" (p. 2), de donde se sigue que su definición anterior de intelectual hace referencia al segundo tipo. Es la división que acuñó en su día de forma feliz y poéticamente condensada Siegfried Lenz al hablar de la disyuntiva de los intelectuales entre "torre de marfil o barricada". Entre los defensores del primer concepto, Pecourt analiza los casos de Karl Mannheim con su idea del "intelectual relativamente desclasado", esto es, el que flota por encima de las clases (con lo que el sociólogo trataba de librarlos del estigma de la ideología) y Raymond Aron y su uso del "poder espiritual" comteano.

Entre los defensores del segundo concepto echa mano con mucho acierto de Gramsci (el "intelectual orgánico") y Alvin Gouldner ("la nueva clase") para traer luego el problema a nuestro tiempo de posmodernidad refiriéndose al inevitable Foucault y a Zygmunt Bauman, el de la "realidad líquida", con su idea del intelectual como "intérprete". No obstante el autor en el que Pecourt toma pie y cuyas propuestas sigue es Pierre Bourdieu tanto en su idea de las cuatro clases de capital (económico, político, cultural y simbólico) como en su concepto de "campo" (p. 26) que el autor aplica aquí al de las revistas políticas. Cierra su exposición del tema general recordando la propuesta de Quentin Skinner del intelectual como "ideólogo innovador" (p. 36) y elabora una cierta crítica a Bourdieu arrancando de la distinción weberiana entre intelectuales como "sacerdotes" y como "profetas" (p. 34) que es una especie de reformulación de la propuesta de Coleridge de los intelectuales como clerisy, que tanto interesó a Stuart Mill y que recogería luego Julien Benda en su Traición de los clérigos.

El resto del libro tiene una estructura claramente cronológica como corresponde a la formación de historiador del autor. Aborda en primer lugar el problema de la caracterización del franquismo. En la célebre polémica sobre la propuesta de Juan J. Linz de caracterizarlo como un régimen autoritario que no ha tenido general aceptación parece inclinarse por la crítica que le hicieran Giner y Sevilla (p. 41) entre otros. Igualmente menciona la concepción de Tusell de "dictadura arbitral" (p. 57) que siempre me ha parecido más sacada del modelo primorriverista, y acaba proponiendo su categoría de "fortaleza franquista" (p. 51) aunque sin extenderse mucho en su caracterización. Sí señala que en Franco se concentraban muchos poderes pues era "además de Jefe del Estado, jefe del Gobierno, jefe nacional de Falange y Generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire" (p. 53). A todo lo cual hay que añadir -y ello es decisivo para entender la naturaleza de su régimen- que ostentaba el poder legislativo o, como decía la legislación de la época, "la suprema potestad de dictar normas jurídicas de carácter general"; es decir la dictadura en estado puro.

El régimen de Franco puso punto final al florecimiento de publicaciones de la República, no sólo las revistas de liberales o de izquierda como Revista de Occidente, Cruz y Raya, Leviatán, La revista blanca, Germinal o Mirador, sino también las conservadoras como Debate. El clima atosigante de censura venía justificado por la elaboración teórica del que sería ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, bajo el nombre de Teología de la información y en él menciona el autor la Revista de Estudios Políticos, (que no estoy muy seguro de que Pecourt aquilate debidamente por las razones que expondré en la segunda parte de esta reseña) así como las falangistas Jerarquía y Escorial, o las nacionalcatólicas Ecclesia, Razón y Fe, de la Compañía de Jesús o Ateneo, del Opus Dei (p. 84). Otras publicaciones de las "familias" (A. de Miguel) del régimen, fueron Arbor, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el que el Opus se había hecho fuerte, Ciervo, una respuesta católica a los avances del Opus o Destino, una revista catalana. El panorama es desolador como corresponde a la actitud de cerrada enemistad de la dictadura de Franco hacia los intelectuales. Recuerda Pecourt la famosa frase del dictador a su Director General de Propaganda, Pedro Rocamora, cuando le propuso que recibiera a Ortega y Gasset para volver a éste más favorable a la Dictadura: "Rocamora, Rocamora, no se fíe Vd. de los intelectuales", que puede ser una invención del propio Rocamora pero está muy bien traída.

El frente monolítico del franquismo comienza a romperse con los acontecimientos del 56 y el origen de la disidencia intelectual que asoma tímidamente en las revistas universitarias, en la catalana Laye y en la madrileña Alcalá (pp. 96/98). También aparece por entonces el Boletín Informativo del Departamento de Derecho Político de la Universidad de Salamanca, que impulsaba Tierno Galván, quien importó en España el funcionalismo (aplicado sobre todo al modo de proceder en la futura accesión de España a la Comunidad Europea, un punto claro de la oposición al franquismo) y el positivismo lógico, en un plano más metodológico, aunque igualmente heterodoxo por lo que hacía al apelmazado mundo intelectual de la dictadura. (p. 100). Algo más tarde, con lo que llama "el desarrollo del mercado cultural", aparecerían Cuadernos para el diálogo y Triunfo. La primera fue resultado del encuentro entre las corrientes más progresistas de los ámbitos religioso y académico (p. 104) , la segunda más claramente de izquierdas y ambas respondiendo a la lógica de las instituciones heterogéneas a medio camino entre el mercado económico y el cultural (p. 107) pero ambas decisivas para entender la evolución posterior de la oposición a la dictadura.

(Continúa en el post de mañana).

dimecres, 20 d’agost del 2008

La no-crisis que no cesa.

¡Menudo ojo el del Gobierno español a la hora de calificar y definir la presente crisis económica! En su última comparecencia, el señor Rodríguez Zapatero que debe de haberlo tomado a título personal siguió empleando eufemismos como "frenazo" o "estancamiento". Y hace un par de días su ministro de Hacienda, señor Solbes, probablemente el político al que los hechos han desmentido más veces en los últimos tiempos, decía con ese indescriptible gesto suyo de hastío como de mayordomo de John Galsworthy que España roza la recesión pero que no llegará a sufrirla. ¡Santo cielo! La única esperanza que tenemos de que esto sea cierto es que funcione la ley de probabilidades y que alguna vez acierte el señor Ministro por tanta casualidad como la que hizo que el famoso burro tocara la flauta.

Ayer las bolsas europeas, la española la primera, cerraron con pérdidas. 2,9% en el caso de la de Madrid en donde el Ibex 35 se situó en 11.335 puntos. Debe recordarse que a comienzos de año estaba casi en los 15.000 y que ha perdido un veinticinco por ciento más o menos. La causa de este enésimo "martes negro" es el acusado descenso de Wall Street en donde todo el mundo está muy nervioso en tanto no se sepa que pasará con las dos mastodónticas reliquias de los años del New Deal, Fannie Mae y Freddie Mac. Si estarán mal las cosas que se empieza a considerar la posibilidad de nacionalizarlas como si los EEUU se hubieran "venezolanizado". Y no ayuda nada a recuperar la tranquilidad que el parquet sea un nido de rumores sobre cuál será el próximo banco en caer. Se espera que el de los hermanos Lehman anuncie pérdidas por mil ochocientos millones de dólares, pero es posible que los hados o la diosa Fortuna hagan caer torres más altas.

Se ha dicho hasta la saciedad: ésta es una crisis que toca la viga maestra del edificio del capitalismo que es el crédito. Por eso mismo es tan lenta, porque el vicio afecta al mecanismo de la confianza. Nadie quiere reconocer que tiene un volumen importante de créditos de dudoso cobro en cartera precisamente porque el crédito descansa sobre las apariencias y hay que disimular. Por eso nadie suelta prenda. Pero al mismo tiempo todos sabemos que mientras no quede claro a la luz del día el estado financiero de los bancos, quién tiene agujero y quién no, la situación no podrá resolverse. Y el asunto no es baladí. No hace mucho que el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, decía que la crisis crediticia podía llegar a costar un billón de dólares de forma que mientras no se sepa quién pechará con qué y por cuánto aquí no se moverá nadie y nadie hará nada, probablemente porque nada cabe hacer, fuera de esperar que las aguas vuelvan a su cauce por sí solas tras haber causado los destrozos que hayan causado.

Ciertamente esto es lo que pasa a todo el mundo. Una ojeada a la actitud que están tomando las autoridades monetarias y los bancos centrales en otros países demuestra que como nadie sabe qué hacer no está haciendo nada y la nada que uno hace en su casa es contraria a la que hace otro en la suya. La Reserva Federal de los Estados Unidos sigue pensando mantener los tipos de interés en el dos por ciento a pesar de que los precios al por mayor han aumentado casi un diez por ciento y que la inflación amenaza con subir. Igual que en el Japón en donde, a la vista de que la economía se ha contraído en un 2,24% en el último año, el banco central ha decidido mantener los tipos de interés en un 0,5 por ciento para reanimarla. En el otro extremo del escenario, el Banco Central Europeo tiene el precio del dinero en un 4,25, más obsesionado con combatir la inflación que con estimular la economía.

El mero hecho de que ante un problema igual o muy similar de contracción económica, caída del consumo, altos precios energéticos, amenaza de inflación, etc, de estanflación en definitiva, unos hagan una cosa, esto es, bajar o mantener bajos los tipos de interés y otros exactamente la contraria, subirlos, demuestra que el personal no tiene ni idea de cómo salir de la situación, probablemente porque la situación de desconfianza general de todos hacia todos sea opaca.

Por esta razón el Gobierno español ha convocado una reunión vacacional de mucho aparato mediático para dar a entender que está al mando y que toma medidas de las que unas son para dentro de bastantes meses y otras no significan nada. Es mejor así, que no haga nada. Es decir que siga el ejemplo de los demás. Pero que cuando menos llame a las cosas por su nombre y se deje de circunloquios y garabatos que producen irritación en el auditorio: eso de ahí fuera es una crisis ecónomica cuyos peores momentos, según diversos expertos, aún están por llegar. En España y en todas partes.

(Las imágenes son fotos de Mike Licht, NotionsCapital.com, bajo licencia de Creative Commons).

Ni una piedra más.

Los de Amnistía Internacional están felices porque las autoridades iraníes han suspendido las ejecuciones por lapidación. Suspendido no quiere decir abolido, pero algo es algo y de momento los dos chavales a quienes iban a lapidar en un par de días van salvando el pellejo y les han conmutado la pena. En AI están tan contentos que nos han escrito una carta a todos los que firmamos para protestar por los ejecuciones planeadas en la que se dice que hemos aportado nuestro grano de arena a esta solución transitoria. Desconfío de que sea así. La experiencia me dice que los fanáticos, la gente cruel y despiadada, no suelen escuchar las voces pidiendo clemencia y mucho menos justicia. Basta recordar cómo Franco hizo fusilar a cinco personas (de un total de once condenados a muerte) en septiembre de 1975 un mes y medio antes de morir él mismo a pesar de que medio mundo le pidió que las perdonase.

De todas formas es una noticia estupenda que no lapiden a los dos muchachos. De algo habrá servido lo que hicimos y uno se siente mejor.

dimarts, 19 d’agost del 2008

Las cartas.

El género epistolar es muy peligroso. Por una carta andan las autoridades tratando de volver a meter en el trullo a De Juana Chaos. La dichosa misiva que envió a sus incondicionales reunidos en San Sebastián para recibirlo como si fuera un héroe y no el antiguo fascista reciclado en abertzale (en lo que no parece haber hecho mucha mudanza) y vulgar asesino que es. Una carta que puede servir para hacer lo que anunció un ministro de Justicia de primer Gobierno del señor Rodríguez Zapatero, "construir imputaciones" contra el etarra para mantenerlo en la cárcel.

Ya dije en un post anterior que había leído la carta de marras y no me parecía que fuera constitutiva del delito de "apología del terrorismo" ni de ningún otro. Era una pieza de retórica inflada y bastante vulgar con los topicazos habituales de "no podrán con nosotros", venceremos, etc. Pero no un enaltecimiento de terrorismo. No me corresponde a mí decidir este delicado asunto sino a los jueces y serán ellos quienes digan si el texto es o no delictivo. Sí quisiera llamar la atención sobre dos asuntos que no deben de perderse de vista si no queremos cometer injusticias y prostituir el Estado de derecho. En primer lugar, este tipo de delitos de opinión, siempre en la frontera de la libertad de expresión, tienen un elevado contenido subjetivo susceptible de muy diversas interpretaciones. Lo que para uno es una clara glorificación del terrorismo para otro no es más que un acto de desagravio y para un tercero (por ejemplo, para mí) una cursilería. Siendo esto así, dependiendo la calificación de una interpretación subjetiva es preciso estar muy seguros de que haya delito objetivamente hablando y no se cometa una arbitrariedad.

En segundo lugar dado el ambiente que se ha creado con la excarcelación del delincuente, con mucho sentimiento y mucha indignación, habrá una presión social muy fuerte para que se procese, se condene de nuevo a De Juana y vuelva a la cárcel en donde muchos quieren verlo hasta su último suspiro. Me da la impresión de que no es el momento más adecuado para instruir un sumario contra este asesino.

Asesino que no solamente no se arrepiente sino que no parece aprender de la experiencia. Después de los tres años que le cayeron por escribir dos articulitos en uno de esos periódicos abertzales por el delito de amenazas, sabiendo el clima de generalizada indignación que hay con su libertad y las ganas que le tienen las autoridades para que no se las acuse de ineficacia, hace falta ser bastante necio y muy creído para reincidir en la práctica de andar dejando papeles con manifestaciones que lo pueden llevar de nuevo ante los tribunales.

La otra carta parece ser una circular a los presos de ETA escrita por un antiguo fundador de Herri Batasuna, un hombre que tiene un nombre en el seno del abertzalismo pero que prefiere mantenerlo oculto supongo que por miedo a las represalias.

Es de esperar que esta segunda carta sea genuina y no un montaje de la policía española para debilitar la moral de los presos etarras, pandilla de criminales con las manos tintas en sangre a quienes su aparato de propaganda llama "presos políticos vascos". Si lo es, si es verdaderamente una carta de un "arrepentido", tiene el mismo peligro en sentido inverso del que tiene la cartita de De Juana, que le caigan represalias si bien de distinta naturaleza. Los presos forman parte de la estrategia de ETA y una parte no pequeña porque son el elemento fundamental para mantener cohesionado el apoyo social que aún le queda. Todo lo que contribuya a debilitar la moral de esos presos será un golpe a la estrategia de la lucha armada; por eso es previsible que ETA actúe con contundencia contra el autor de la carta, un escarmiento mafioso a su debido tiempo al estilo del de "Yoyes" podría ser el procedimiento por el que la banda se asegure la fidelidad perruna de sus presos.

(La imagen es una foto de Manel, bajo licencia de Creative Commons).

Internet y abre España

Originariamente vi la noticia en El País, sobre que Internet supera a la prensa como fuente de información en EE UU y luego me fui a la fuente, que el periódico citaba religiosamente, esto es, The Pew Research Center for the People & the Press donde en efecto quedan muy claras las tendencias de los tiempos que corren: descenso generalizado de la prensa de papel y de la televisión y ascenso de internet. Y todo ello a mucha velocidad. La encuesta telefónica del Pew Research Center con una muestra nacional de 3.615 personas (2.802 con teléfonos de mesa y 813 con móviles) tiene un margen de error de más/menos dos. Los datos permiten comparar en serie histórica de quince años, desde 1993 a 2008 y los resultados son llamativos. Preguntada la gente qué medios emplea para mantenerse informada de la actualidad se ve que los periódicos de papel han perdido veinticuatro puntos porcentuales (de 58% a 34%) en esos quince años, la radio doce (de 47% a 35%) y, lo que es más curioso, en algunos casos la televisión es la que más ha perdido de todos: veintidós puntos en las noticias de la TV local (de 47% a 25%) y treinta y uno en el de las noticias de la noche (de 60% a 29%). ¡Qué breve ha sido el reinado del medio de comunicación del que llegó a decirse que barrería a los demás y sobre el que se han escrito bibliotecas enteras a veces muy ominosas, sosteniendo, entre otras profecías, que el homo sapiens sería sustituido por el homo videns; al menos tal cosa vaticinaba Giovanni Sartori a comienzos de los años noventa en su famoso libro Homo videns!. A lo mejor puede reemplazarse hoy por el homo navigans. De hecho este blog se llama Palinuro, consumado piloto de navío. Porque el porcentaje de quienes acuden a la red para informarse ha pasado desde un miserable dos por ciento a un treinta y siete por ciento en 2008; un acenso vertiginoso.

El desglose más fino muestra que este 37% de gente que se informa en internet procede de clase media-alta y alta y es bastante joven. Pero estos dos datos se corregirán a lo largo del tiempo, el primero porque el acceso a la red se abarata a ojos vistas y seguirá haciéndolo en el futuro ya que es un instrumento imprescindible para moverse en sociedad, y el segundo, porque los jóvenes de hoy serán viejos en cuarenta años y, para entonces, la proporción de usuarios de internet se habrá multiplicado por dos o más de dos, mientras que el uso de los demás medios seguirá descendiendo. Recuérdese también que lo que pasa en los EEUU pasa en unos años en este oscuro rincón del imperio.

A estas alturas sería pretencioso que me empeñara en explicar el porqué del fulgurante ascenso de internet y el imparable descenso de los medios "tradicionales", incluida, quién había de decirlo, la vieja "tele": la rapidez de acceso (todo al instante), la enorme abundancia de información (desde la más generalista a la más especializada en todos los campos del saber), la actualización permanente (tiempo real) , la disponibilidad a todas horas y todos los días del año (internet no cierra ni se va de vacaciones) , el carácter de multimedia (mezcla de cine, televisión, música, imagen, sonido, texto), la inmensa versatilidad de cometidos (sirve para hablar por teléfono, hacer la compra, reservar habitaciones, sacar entradas, "chatear" y hasta delinquir) hacen que no tenga rival.

Sólo insistiré en un tema que para mí fue decisivo, el de la libertad en todos los órdenes. Libertad de creación, desde el momento en que se borran los límites entre lo público y lo privado: quien tenga algo que decir, escribir, cantar, pintar, vender, comprar, etc sólo tiene que colgarlo en la red. Luego tendrá la audiencia que tenga, que ese es otro asunto pero, sea la que sea, lo que se haya subido estará disponible aquí o en el Japón sin problema alguno. Por ejemplo, ¿qué es un blog como éste? Un diario personal en el que el autor hace público lo que le parece y lo hace en todo el mundo. Como puede hacerlo todo el mundo que tiene la posibilidad de hablar como el Papa, urbi et orbi.

Libertad de expresión: el autor hace público lo que le parece y es único responsable de lo que cuelga en la red, de la forma y el fondo, sin tener que dar cuentas a nadie, salvo a la Justicia si llega el caso, sin recibir consignas, sin esperar el visto bueno de algún comisario político ni temer la inevitable censura de cualquier menda que funja de director de uno de esos medios que, salvo alguna honrosa excepción, son partidos políticos en los que casi todos los articulistas y reporteros enfocan las noticias desde el mismo punto de vista.

Libertad de exposición: los blogs, las páginas web, internet en definitiva, siendo el territorio de la información y la comunicación, permite que cada cual conserve todo lo que ha ido subiendo con el tiempo, bien ordenado y clasificado (si se ocupa de ello), de forma que cualquiera puede consultar como en una hemeroteca o en un archivo los escritos del pasado sin más límite de tiempo que el que lleve funcionando la página, lo cual es muy cómodo para el usuario y timbre de orgullo para el autor que ido haciendo su obra a la vista del público. Por ejemplo, los lectores de este blog pueden acudir a la columna de la derecha donde encuentran todas las entradas de dos años debidamente clasificadas por temas, los libros, las películas, las exposiciones, los comentarios de actualidad, de política, de economía o de arte; todo. ¿En qué otro medio puede hacerse algo así?

(La imagen es una foto de faiper, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 18 d’agost del 2008

Terrorismo de estío.

Después de leer en El País las andanzas de los descerebrados del Comando Vizcaya puede uno preguntarse cómo se habrán puesto esas tres bombas de ayer en Málaga. Digo esto porque da la impresión de que los del comando eran como los delincuentes de Rufufú, título que se dio aquí a I soliti ignoti, de Mario Monicelli, recientemente fallecido. Se trataba de chupar rueda del éxito de Rififi icono del cine negro francés, de Jules Dassin, y haciendo ver que era lo contrario, esto es, si los de Rififi eran muy listos, los de Rufufú eran unos verdaderos idiotas. Pues eso.

Quiero decir que dadas las circunstancias de agobio por las que atraviesa ETA, perseguida, deslegitimada, acorralada, es posible que esas bombas no las haya puesto un comando como tal sino tres chavales que van de veraneo con sus padres, con un petardo en la mochila y en vez de salir el sábado de kale borroka en Lekeitio prefieren plantar una bomba en Torremolinos o en Málaga. Así la banda se ahorra un dinero en alquileres, trasportes y hasta manutención pues todo corre a cargo de los padres, que pueden estar enterados de los entretenimientos de sus hijos o no. Es sólo una hipótesis pero a la vista de la crónica de El Pais, comprobando cómo trabajan estos terroristas de vía estrecha, es bastante verosímil.

Esa lamentable falta de profesionalidad en la noble arte de despanzurrar al prójimo en defensa de gloriosos ideales es consecuencia de las circunstancias biográficas en que se recluta hoy día a los alevines de terroristas, esto es, en las cuadrillas de amigos, esas peculiares formas de asociación juvenil en el País Vasco que hacen las delicias de los sociólogos, los antropólogos culturales, los psicólogos y, últimamente, los terroristas y sus feroces depredadores, los sabuesos de la policía. En esas cuadrillas que son formas de socialización crecen los chavales en mitad de pautas morales de muchas clases, una de ellas, sin duda, independentista, antiespañola, violenta, con culto a ETA. Son como sectas y, tratandose de chavales, con tendencias agresivas, belicosas. Lo que hacen todos los chavales en todas partes.

En algunos casos (ese de la carta a sus padres, explicando su decisión de pasar de la condición de "legal" a la de "liberado") da la impresión de haber una cultura de la persecución, la lucha, el sacrificio, el martirio, también muy propio de las organizaciones sectarias. Se trata de comportamientos vocacionales, casi místicos. Es el pro Patria mori de esta generación de vascos. Anda que es poco romántico eso de aparecer en la tele con una capucha soltando comunicados en pro de la Patria Vasca. ¡Mira Aita, ese de la capucha soy yo!

Sí efectivamente, muy mal debe de estar ETA para reclutar chavales y además tan fanáticos. Todo el mundo sabe que lo único que da resultado en el tipo de negociado que tiene montado ETA son asesinos profesionales. Pero, claro, cuestan mucho tanto contratarlos como fabricarlos uno mismo. Por eso acaban siendo responsables de las ekintzas estos pobres majaderos que creen que están jugando a policías y ladrones.

¿Tan mal como para desaparecer? Desde luego que sería estupendo. Fraga y ETA son lo único que nos queda del franquismo. El primero ya va para largo que no hace mucho daño y la segunda tampoco. Según asegura Txema Montero en una entrevista también en El País el fin de ETA empezará cuando considere que ha llegado el momento de asesinar a nacionalistas. La verdad es tremendo leer algo así. Es tal el encanallamiento moral del País Vasco con esa lacra de terrorismo que la gente parece perder el sentido de la medida; incluso gente prudente como este abogado que fue de HB, pero expulsado en 1992 probablemente por falta de fe en la lucha armada etc, etc. Porque decir que ETA puede decidirse a matar nacionalistas es reconocer que ahora tiene decidido no hacerlo. Y eso plantea para mí el verdadero problema moral del País Vasco y el valor que tiene el ser allí nacionalista. Para explicarme con claridad: si yo fuera nacionalista vasco dejaría de serlo en el momento en que me enterara de que unos canallas andan asesinando a nuestros semejantes por no serlo y que, por lo tanto, ser nacionalista es un modo de asegurarse la seguridad personal. Dejaría de serlo ipso facto y durante todo el tiempo en que los canallas estuvieran cometiendo sus fechorías.

No siendo vasco ni nacionalista es poco lo que puedo hacer pero ese poco lo hago: no defender el derecho de autodeterminación (del que soy firme partidario) en tanto haya criminales asesinando gente en defensa de ese mismo derecho.

(La imagen superior es una foto de jmendicute, la inferior de Kontrainformatu, ambas bajo licencia de Creative Commons).

¿Tolerancia de la intolerancia?

Interesante este ensayo de Yves-Charles Zarka (Difícil tolerancia, traducción de Alejandro García mayo, Madrid, Escolar y mayo, 2008. Ed. original francesa, Difficile tolérance, PUF, París, 2004, 158 págs.) que aborda una de las cuestiones cruciales en las democracias contemporáneas, la de la tolerancia. El primer escrito en favor de este principio es la Carta sobre la tolerancia, de John Locke. El movimiento de Les politiques activo durante las guerras de religión en Francia no abogaba estrictamente por la tolerancia sino por un criterio pragmático de la conveniencia de no seguir con los enfrentamientos armados lo cual acabaría desembocando en la tolerancia. Pero el escrito más famoso y que más hizo por extender la idea y la práctica de la tolerancia fue el de Voltaire a propósito del Affaire Calas. Desde entonces la implantación de la tolerancia fue abriéndose camino en Europa apoyándose entre otras cosas en los decretos de emancipación de los judíos en el siglo XIX y la separación de la Iglesia y el Estado en los tiempos de la política radical. En el siglo XX en Europa ningún sistema democrático cuestionó el principio de tolerancia heredado de tiempos anteriores, hasta que el fenómeno de la inmigración y el multiculturalismo obligó a reflexionar de nuevo sobre él al descubrirse que su imperio no estaba garantizado. Y a este efecto se ha escrito este libro, para probar que la tolerancia hacia las minorías musulmanas en los países occidentales (singularmente Francia) es muy difícil porque éstas a su vez son intolerantes y tratan de establecer una tiranía de la minoría. .

Zarka sostiene que la tolerancia descansa sobre dos pilares, la separación entre lo político y lo religioso y el reconocimiento de la alteridad. Además su rasgo característico es la reciprocidad, la tolerancia de A hacia B requiere la de B hacia A. Y tiene un límite que Zarka expone con claridad: "...puede decirse que el límite absoluto de la tolerancia se encuentra en los principios fundamentales que definen una democracia constitucional" (p.80).

Para arbitrar y defender esa idea de tolerancia nuestro autor sostiene que hay que poner en pie un artilugio jurídico-político que está muy interesado en diferenciar de un mandato moral, al estilo en que lo hacía Kant cuando decía que podría haber un Estado republicano incluso en un pueblo de demonios. También ha de ser posible encontrar formas coexistencia incluso en una sociedad de demonios (p. 31); ese artilugio jurídico-político es lo que Zarka llama la "estructura-tolerancia".

La estrutura-tolerancia tiene que imponerse en un mundo desgarrado no ya por conflictos políticos, económicos y sociales, sino por los étnicos, de grupos, pueblos o naciones en el que ya han fracasado los dos intentos uniformadores anteriores, el del comunismo y el del "occidentalismo" por así decirlo, o sea la idea de que los valores occidentales sean sin más universales (p. 35). La imposición de la estructura-tolerancia se da en la medida en que se implante un reconocimiento sin reconciliación. En el debate sobre reconocimiento se identifican las dos posiciones dominantes actuales en la filosofía política: la liberal de la igual dignidad de las personas y la comunitarista de la diferencia (p. 40). Lo difícil de la situación es que si la primera no acierta a garantizar la tolerancia como institución práctica, la segunda acaba negando su necesidad.

El dispositivo fundamental de la estructura-tolerancia es la neutralidad del Estado y la laicidad (46) y descansa sobre cuatro principios, a saber: 1º) distinción entre las esferas de la autoridad política y la autoridad religiosa; 2º) laicidad del espacio público; 3º) igual dignidad de las religiones; 4º) protección de las libertades individuales. (p. 60)

En la aplicación de la estructura-tolerancia aparecen dos escollos, las tiranías de la mayoría y de la(s) minoría(s). La de la mayoría es muy conocida (y tratada) en la teoría política; no así la(s) de la(s) minoría(s), que empiezan a sentirse en nuestro tiempo siendo la más típica y conocida la de la minoría islámica. (p. 80). Para contrarrestar esta posibilidad, Zarka añade dos principios a los cuatro anteriors: a) el de imparcialidad y b) el de legitimidad de las diferencias culturales.

Defiende el autor su concepto de tolerancia frente al liberal de Rawls, al que no considera suficientemente kantiano porque si lo es en lo normativo no así en lo antropológico e histórico. Para liberar a la tolerancia de la perspectiva religiosa y la fundamentación teológica hay que hacerla derivar de la concepción kantiana de la ley moral como ley de la razón y de la libertad como autonomía de la voluntad (p. 90), nociones perfectamente ajenas al Islam.

La última parte de la obra de Zarka formula una crítica al concepto de ciudadanía multicultural y centra su atención en el problema de la existencia o no de los derechos colectivos. Para ello entra en polémica con el defensor de estos derechos, Will Kymlicka, para llegar a una solución: la de "fundar los derechos culturales o derechos a la diferencia en los del individuo con carácter indirectamente colectivo." (p. 110) Es decir, el asunto no es tan grave como parece ya que, frente a la dicotomía frontal entre derechos individuales y derechos colectivos que parecería no tolerar mediación alguna, se alza este tercer género de "derechos individuales indirectamente colectivos", muy apropiado para quien no admitiendo más que la teoría de los derechos subjetivos se ve en la obligación de explicar la existencia de minorías que reclaman derechos colectivos, como es el caso de las minorías islámicas. No hace falta decir que éste es el punto débil del libro, así como de casi todo el pensamiento de la tolerancia democrática: no sabe predicar la tolerancia del intolerante, pero tampoco es posible encontrar una teoría satisfactoriamente democrática para suprimirlo.

La otra parte del libro, escrita por Cynthia Fleury, llamada La crisis contemporánea de la tolerancia: Islam y Occidente es menos abstracta que la primera parte y muestra bien a la claras cuál su objetivo: afirmar que el Islam desconoce la idea de tolerancia. La vieja Dhimma no puede considerarse tal ya que no es más que el conjunto de los no creyentes vencidos y sometidos y carentes de derechos, lo cual tampoco es tan extraño ya que, según Fleury, el Islam no admite que los seres humanos sean titulares de derechos (p. 125) pues ese orden está reservado sólo a Dios. La Dhimma, en el mejor de los casos, es una garantía de derechos limitados y obliga a los dhimmi a diferenciarse por su atuendo exterior para que no se confundan con los musulmanes. Ahí es donde se encuentra el origen de la famosa estrella amarilla para los judíos (p. 135).

La separación del mundo entre creyentes y no creyentes es total y no se rompe porque hoy se extienda el Dar ash-shahada que, al parecer, se traduce como "espacio del testimonio" y se refiere a los musulmanes viviendo en tierras de infieles, esto es, la colectividades islámicas en nuestras sociedades. Para Fleury no es nada parecido a una mundialización del Islam sino, al contrario, una especie de caballo de Troya musulmán en nuestras sociedades que trata de cambiar el carácter de éstas y de conseguir una estrategia de islamización (pp. 142/143).

El concepto de tolerancia implica el tránsito del "sujeto colectivo" al "sujeto individual" pero éste carece de status en el Islam que es un régimen totalitario: "No existe una sola faceta de la vida de un ser humano que no esté connotada, afectada o interpelada por el Islam. El Islam tiene respuesta para todo. Si fuese un sistema político, encajaría con el fascismo; si fuese una doctrina, sería totalitaria". (p. 146) Caso cerrado: el islamismo no puede ser tolerante.

Quizá resulte excesivamente radical el pensamiento de ambos autores pero, en lo básico, están en lo cierto: la convivencia con los intolerantes es muy difícil, si es que es posible.

diumenge, 17 d’agost del 2008

¿Vuelta a la guerra fría?

La diplomacia es una actividad muy sutil. De hecho todavía habla francés, con gran irritación de los ingleses y no digamos de los alemanes, con delectación de los italianos, admiración de los rusos, desconcierto de los españoles y envidia del Vaticano. Ahora que la nueva guerra del Cáucaso ha terminado con la rendición de Georgia comienzan las actividades de esta ciencia o arte que es la diplomacia, nombre de la política en tiempos de guerra, consistente en ganar en la mesa de negociaciones o, si no es posible porque uno ha perdido la guerra, tratar de no perder más en la posguerra.

El momento diplomático en esta guerra de Georgia es muy delicado y da la impresión de que, así como los rusos siguen jugando sus bazas bien, los gringos están metiendo la pata como acostumbran. Desde que el señor Sarkozy medió de forma fulminante e involucró luego a la Unión Europea para demostrar que somos alguien en el orden internacional (por darle algún nombre) y se atrajo a Rusia dándole palmadas en la espalda si las naciones tienen espalda, el señor Bush se ha puesto borde, en las declaraciones de prensa ha ido subiendo el tono contra Rusia y ha acabado poco menos que ladrando órdenes.

El asunto es tan desaforado y ridículo que uno no sale de su asombro. El tío que tiene un país invadido desde hace cinco años por decisión unilateral de tres individuos en las Azores y sin mandato de las Naciones Unidas es el que le dice a otro que no es aceptable invadir naciones ajenas y que la comunidad internacional y los derechos humanos y bla bla bla. El menda de Abu Ghraib y Guantánamo, el tipo que ha convertido la tortura en ley en su país por el muy ingenioso truco de cambiarle el nombre.

Es obvio que el señor Bush no sabe nada de diplomacia. Da la impresión de no saber nada de nada; ni siquiera qué consecuencias puedan tener sus actos o palabras. Tiendo a pensar que no es enteramente responsable. Para ser sincero me parece un orate porque sólo un orate puede decir que Dios le dice lo que tiene que hacer.

Rusia está dejando claro que no quiere que se la trate como a un cliente más del imperio, que es exactamente lo que está haciendo el señor Bush; algo así como si a Arabia Saudita le diera por invadir el Irak sin su permiso: cosa de llamarlos al orden, sentarlos a una mesa y ponerlos de acuerdo en lo que mande el sheriff. Exactamente el escenario que los rusos no aceptan porque quieren ser tratados como una gran potencia, como cuando la URSS. A una gran potencia no se le piden cuentas de sus invasiones ni se le riñe en público para que declare un cese de hostilidades y mucho menos se le vigila si lo cumple o no. ¿Quién pidió cuentas a L. Breznef cuando la URSS invadió Afganistán? ¿Quién a Lyndon Johnson cuando los EEUU invadieron Vietnam?

La única explicación para el comportamiento del señor Bush, aparte de la mala educación naturalmente, es que crea llegado el momento de tener una confrontación con Rusia y regresar a la Guerra Fría. ¿A cuenta de qué? A cuenta del petróleo probablemente. Pero de ser así, y es inseguro, equivale a enfrentarse al segundo productor del mundo (9,7 millones de barriles diarios mientras que Arabia Saudí produce 10,9 millones, los dos a grandísima distancia de los demás) lo que no es especialmente inteligente, o sea algo muy propio del señor Bush.

Sucede que en esta crisis nadie ha hecho gran exhibición de inteligencia, salvo los rusos que han probado tener prevista la estúpida decisión del señor Saajashvili y han actuado en consecuencia. Y ¿qué decir de los que se quejan de la falta de maneras de los georgianos que han violado la "tregua olímpica" como si esa tregua se hubiera observado religiosamente desde que se restauraron los juegos olímpicos a fines del XIX, siendo así que no solamente no se ha respetado sino que hasta los juegos han sido objeto o campo de batalla de una guerra, por ejemplo la de Palestina en los juegos de verano de Munich en 1972, cuando Septiembre Negro perpetró una matanza de atletas israelíes?

Por lo demás la añoranza de la guerra fría, el enfrentamiento entre los EEUU y la URSS o entre "Occidente" y el "comunismo" no es sólo evidente en la intemperancia y la prepotencia del orate de la Casa Blanca sino que aparece en el otro extremo del vector. Véase la página de precariopoli en Flickr, en donde se afirma que Vladimir Putin es comunista como si nada hubiera sucedido desde 1991 y Fukuyama no hubiera pasado por la tierra. Dice Precariopoli: "Putin fastidia porque es un comunista y cuando da una patada en el culo al criminal Saajashvili, amigo/títere de Bush, armado por los EEUU e Israel, todos los fascistas se ponen a dar gritos. No importa que el sicario de Bush haya bombardeado día y noche Osetia del Sur y haya matado a 1500 civiles rusos en un día". Los hay en verdad inasequibles al desaliento.

La diplomacia es una de las pruebas en estos JJOO y, por lo que se lleva visto, el oro es para la República Popular China, la plata para Rusia y el bronce para la Unión Europea. Los Estados Unidos, como siempre en estos menesteres de hablar, de entenderse, de negociar, los porras. y con la porra. Ellos mismos tienen acuñado un término para el tipo de diplomacia neocon (siempre que escribo "neocon" entiendo el "con" en francés) propio del señor Bush, la llaman Cowboy diplomacy.

(La imagen es una foto de 3arabawy, bajo licencia de Creative Commons).

Cuestión de genio.

El Caixaforum ha abierto una exposición en Madrid que viene de Barcelona sobre Charlot. La organiza conjuntamente con NBC Photographie, París. Es la primera vez que se hace en España y no me suena que en otras partes sean frecuentes las exposiciones sobre el personaje de Charlie Chaplin. La idea es estupenda y yo me lo pasé en grande porque hay de todo: fotos, carteles, recortes de prensa y todo muy bien explicado. Pero lo más llamativo y acertado son bien los cortos que hizo para Keystone, bien algunas escenas de varias de sus películas más recordadas, como Candilejas, La quimera del oro o El chico.

La exposición da cuenta de las distintas etapas de la vida de Chaplin, sus creaciones y sus circunstancias personales y hace especial hincapié en su reacción a la llegada del cine hablado. Charlot decidió quedarse mudo y siguió haciendo un cine en el que no hablaba. Rompió su silencio por fin en Tiempos modernos en la famosa canción del cabaret, cuando Paulette Goddard le escribe la letra, que él es incapaz de memorizar, en el puño de la camisa. Será la primera vez que Charlot cante en pantalla, se genera mucha expectación... pero pierde el puño y decide inventarse la letra de la canción. El resultado es el que se aprecia en este video.



La voz desde luego no acompaña y fue sabia la decisión de no hablar. Y además de sabia, será genial. El cine ya es hablado y Chaplin hablará pero las palabras carecerán de sentido. Que le expliquen a Charlot lo de la relación entre el significado y el significante, base de las teorías de la comunicación moderna y otros saberes complejos. La primera parte de la canción más o menos dice lo siguiente:


SI BELLA GIU SATORE
JE NOTRE SO CAFORE
JE NOTRE SI CAVORE
JE LA TU LA TI LA TUA

LA SPINASH O LA BOUCHON
CIGARETTO PORTOBELLO
SI RAKISH SPAGHALETTO
TI LA TU LA TI LA TUA

SENORA PILASINA
VOULEZ-VOUS LE TAXIMETER?
LE ZIONTA SU LA SEATA
TU LA TU LA TU LA UA

Volverá a hablar en El Gran Dictador, una peli de 1940, cuando parecía que Alemania ganaría la guerra. Dos parlamentos suyos son especialmente decisivos y se mantienen en el recuerdo: uno, habla como Hynkel, el dictador de Tomania en una jerga tan inventada como Se bella giu satore parodiando los discursos histéricos de Hitler y otro como el barbero que personifica a Hynkel y larga un mensaje pacifista, progresista, antinazi.

La exposición resalta igualmente los problemas de Chaplin con el Comité de Actividades Antiamericanas y su exilio en Suiza, cuando los gringos le negaron el visado en 1952 ,y su giro "social" y de protesta de los años treinta. Tiempos modernos es el ejemplo paradigmático. Pero si su crítica social, cargada de sentimentalismo, tuvo tanto impacto fue porque había puesto el genio de su personaje Charlot a su servicio. Tómese, por ejemplo Luces de la ciudad, que más sensiblera no puede ser. Lo que hace que ese melodrama resulte no solamente soportable sino emocionante es que su personaje principal, el vagabundo, sigue siendo el mismo desastre, capaz de desorganizarlo todo y a quien todo también le sale mal, con la mejor de las intenciones. Véase la secuencia del combate de boxeo en esa película y, por encima de las felices carcajadas del público hoy, en 2008, setenta y dos años después de que se rodara, trátese de recordar que Charlot está ahí para conseguir algún dinero que permitiera que la florista ciega recuperara la visión.


A la vez genial por lo que tiene de baile, de danza, de juego, de ritmo y de disparate, de comportamiento peculiarísimo del personaje. Este no es nunca unidimensional sino muy complejo; no solamente es un alma cándida de alfeñique sino que sabe muy bien lo que quiere y, cuando puede, atiza unos sopapos de avío. Por eso no ha tenido jamás rival en la pantalla a pesar de que le llovieron imitadores y llegó hasta a haber concursos de ellos. ¿Para qué le hacía falta a él el cine hablado cuando sus películas eran de mímica, una mímica que entendía el mundo entero?

Tengo a Charlot muy asociado a mi infancia, como en recuerdos de terciopelo. Se me antojaba un pariente algo estrafalario que siempre hacía lo que uno menos esperaba pero al que estaba deseando ver porque su sola presencia ya me hacía reír. A quienes les suceda algo parecido les gustará la exposición de la Caixaforum.

dissabte, 16 d’agost del 2008

La corrupción balear.

No suelo postear sobre asuntos de corrupción porque me resultan muy desagradables, los partidos se cruzan acusaciones de "y tú más" y es muy difícil aclararse pues todo se envuelve rápidamente en una niebla de juzgados, declaraciones, imputados, recursos y presunciones de inocencia, y casi nunca se saca algo en limpio. Es más parece como si hubiera una relación inversamente proporcional entre la opinión general respecto al alto grado de corrupción política, especialmente en los gobiernos locales y la cantidad de casos que llegan a esclarecerse por completo. Sin embargo, los acontecimientos recientes de Mallorca tienen tal alcance y traen a la memoria tantos casos anteriores que justifican un breve cuanto resignado comentario acerca del PP en las Islas Baleares, la actitud de doble rasero y política entendida como forma de hacer negocios.

El primer presidente de la Comunidad fue Gabriel Cañellas, un histórico fraguista que empezó en Alianza Popular, siguió en Coalición Democrática y terminó en el PP, lo que no es mucho cambiar dado que los tres partidos eran y son el mismo. Fue President de 1983 a 1995 y seguiría siéndolo de no ser porque el señor Aznar lo obligó a dimitir a raíz del proceso por el túnel de Soller en el que estaba imputado el señor Cañellas. Por último el Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares no le impuso condena alguna por los delitos de prevaricación y cohecho no porque no los hubiera cometido sino porque habían prescrito. Pero un delincuente es siempre un delincuente aunque no sea condenado por prescripción del delito.

El caso del exteniente de alcalde de Palma, Javier Rodrigo de Santos, es como de manual de lo que no debe ser la política. Un menda ultracatólico, opuesto a los matrimonios gays, se gasta casi 55.000 euros de fondos públicos en pagarse sus escapadas a un club de prostitución homosexual, un club de gays. El hombre, que está en la cárcel como preventivo, ha devuelto el dinero y parece dar por buenas las acusaciones. No me extraña, hay hasta videos



Un caso patente de doble moral, incluso de doble vida porque el hombre, a quien al parecer llamaban el impoluto está casado y tiene varios hijos. Hace falta tener cuajo para estar contra los homos siendo uno de ellos; cuajo y algún tipo de neurosis. Los responsables del PP de Baleares dijeron estar "avergonzados" por el tomate que se había descubierto del señor Rodrigo de Santos, habitual participante en las procesiones católicas y besamanos al obispo.

El PP de las Islas se pasa la vida avergonzándose. Ahora vuelve a hacerlo por la trama de corrupción de altos funcionarios del gobierno anterior del señor Jaume Matas. Uno de ellos está en la cárcel por sospechoso de haber desviado hasta tres millones de euros de fondos públicos a sus bolsillos, entre otras fechorías todas muy lucrativas para ciertos particulares, funcionarios y cargos del Gobierno del PP, el presidido ya por Jaume Matas.

Y el propio señor Matas, que dimitió de la presidencia del PP balear en 2007, al no poder formar gobierno a raíz de las elecciones autonómicas de 2007, presenta tonalidades tornasoladas. Si es cierto que se compró un palacete de 750 metros cuadrados construidos, edificio histórico, por menos de un millón de euros cuando el precio en el mercado supera los cinco millones debiera mediar alguna explicación satisfactoria (a lo mejor la hay y yo no la conozco) porque no es frecuente comprar las cosas por el veinte por ciento de su valor.

De los comportamientos actuales y los pasados, del presente y la historia cabe sostener que la corrupción es endémica, epidémica y pandémica en las Islas Baleares. Todo este asunto lo ha sacado el gobierno actual del PSOE. He aquí un ejemplo bien claro de la ventaja de que haya alternancias en los poderes públicos de todos los órdenes. Si no hay anternancia, el poder político acaba delinquiendo; también lo hace con la alternancia pero es mucho menos frecuente.

(La imagen es una foto de Aloriel, bajo licencia de Creative Commons).

Más sobre el debate del Frente Popular.

A raíz de mi post Me apunto al debate respondiendo a un artículo de Jesús Prieto en Insurgente, titulado Hacia un Frente Popular. Autocrítica, Malime publica otro en Insurgente, llamado Me apunto también al debate sobre "hacia un Frente Popular" en el que, según cree, responde a las preguntas de mi escrito. Pero ¿lo hace?.

Ante todo quiero agradecer a Malime el tono de su artículo, civilizado, sin argumentaciones ad hominem ni insultos tan frecuentes en estos debates en los que suele salir la fiera que llevamos dentro. Dicho lo cual no rompo las reglas de la cortesía si digo que su respuesta deja mucho que desear, que ni siquiera es una respuesta, sino un escrito bastante dogmático y nada ceñido a la cuestión.

La aportación de Malime consiste de un lado en demostrar la superioridad de la democracia socialista (o revolucionaria o proletaria, como quiera llamarla) sobre la democracia "burguesa" y de otro, responder a la pregunta de qué sea el socialismo.

En la cuestión de la democracia Malime basa su razonamiento exclusivamente en el argumento de autoridad: que si Lenin dijo, que si Marx dijo. No aporta prueba empírica alguna de que sea cierto lo que él dice, entre otras cosas porque no la hay de la existencia de esa democracia consejista de abajo arriba que Malime piensa que es la verdadera democracia en ninguna parte del mundo. El argumento en contra de la democracia "burguesa" ni siquiera es un argumento sino una diatriba. Se dice que la división de poderes es "falsa" (dos veces) pero no porqué. El término democracia aparece siempre entrecomillado, como dando a entender que, de democracia, nada. La democracia es una "apariencia" y su ejercicio es "falso" y el sufragio universal aparece calificado con un "llamado" que debe de querer decir que o no es sufragio o no es universal. Y todo esto sin una sola prueba, ni un argumento excepto decir que, cuando la democracia recurre a la legislación de excepción es cuando demuestra que no es democracia. Un argumento sin sentido dado que todos los sistemas tienen que prever situaciones excepcionales; de hecho, la misma dictadura del proletariado se justifica como situación excepcional y transitoria hasta la desaparición del Estado y otras utopías.

A todo esto se soslaya por entero decir qué tipo de estados y sociedades eran la Unión Soviética y las llamadas "democracias populares". Eran, para seguir un célebre dicho, dictaduras atemperadas por la corrupción, verdaderas tiranías plagadas de archipiélagos Gulag y basadas en el terror. Y lo siento mucho pero esas realidades no tienen nada que ver con la izquierda. El intento de explicación (que más bien es una evasión) que plantea el artículo de Malime es decir que Lenin y el leninismo fueron "buenos", verdaderamente revolucionarios y comunistas mientras que el régimen de su seguidor, Stalin, corrompió el camino y pudrió el comunismo. Así lo formula: "Stalin no tenía la cabeza de Lenin, se dieron pasos gigantescos en aquel atrasado país, se generaron condiciones objetivas y materiales para que el poder fuese devuelto al pueblo, pero no se produjo, el poder siguió en manos de la clase dominante, que con el tiempo se fue burocratizando, hasta retornar a la esencia del burocratismo que es el capitalismo." Lenin y el comunismo quedan impolutos. Sin embargo es razonable pensar que todo Stalin estaba ya en Lenin, que fue él quien creó el sistema de campos de concentración (Konzentrationslager, así, en alemán) y quien dió el visto bueno al empleo del terror contra la población (esto es, los "enemigos de clase") durante el "comunismo de guerra" en el que murió mucha gente y de formas muy crueles.

Finalmente, Malime aborda la cuestión del socialismo, pero dice: "Socialismo no creo que sea necesario explicarlo, basta con admitir que los medios básicos de producción y servicios sean de propiedad colectiva." Luego de una observación tan decepcionante, añade: "Otra cosa es la confusión existente sobre lo que supone el Estado y la Democracia de los trabajadores organizados como clase dominante de forma permanente de abajo arriba, desde los centros de producción administrando el poder productivo y político, incluso ejerciendo a cada nivel el poder legislativo y judicial, controlando y revocando en cualquier momento a los cargos electos." En efecto, es "otra cosa", es la configuración de una utopía para negarse a hablar de la realidad. La realidad es que, según Malime, el socialismo no necesita definición porque es la propiedad colectiva de los medios básicos de producción. Por medios "básicos" de producción habrá que entender los medios directos, esto es, infraestructura, maquinaria, materias primas, excluidos loas factores de producción, tierra, trabajo y capital. ¿Y la propiedad colectiva? Por ejemplo, las sociedades anónimas son propiedades "colectivas" pero seguramente la definición de socialismo no descansa sobre ellas y por "propiedad colectiva" ha de entenderse de "todo el pueblo", de la nación, del Estado, vaya. El socialismo que llegó a haber en la Unión Soviética y las democracias populares, el socialismo que llamaban "realmente existente" comprendía también la propiedad estatal de los factores de producción, incluida en muchos casos la tierra aunque en otros, transitoriamente, se tolerara propiedad individual de ésta. Y no hay ningún ejemplo que no haya sido así. La Yugoslavia autogestionaria era un puro disfraz del mismo sistema totalitario. ¿Es posible que haya propiedad colectiva de los medios pero no de los factores de producción? Hasta la fecha no, entre otras cosas porque no parece factible separar los medios de los factores de producción.

Teniendo un discurso tan rígido y dogmático, que se expresa con fórmulas litúrgicas y citas de autoridades de hace siglo y medio y que es incapaz de analizar la realidad viva, ¿cómo extrañarse de que la representación parlamentaria de Izquierda Unida sean dos diputados? Y si sigue con esta forma de razonar puede llegar a perderlos.