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diumenge, 27 d’abril del 2008

La crisis del ladrillo.

Hace más de dos años que venía diciéndose: hay una burbuja inmobiliaria que puede pinchar en cualquier momento. Pero nadie hizo nada; unos, la mayoría, porque no podían, al estar atrapados en hipotecas interminables de interés creciente y otros, la minoría, porque no querían, interesados como estaban en seguir subiendo los precios de forma abusiva, aprovechando las deficientes condiciones del mercado y obteniendo suculentos beneficios.

Por fin, en mitad de una coyuntura internacional ominosa, en plena crisis de las hipotecas subprime y con una recesión amenazante, la burbuja ha pinchado. Todos los indicadores cantan la misma canción. Hace unos días, la SER hablaba de que el precio de la vivienda caerá un 8% en 2008. Y eso es muy poco. Tampoco hace mucho que el Fondo Monetario Internacional sostenía que la vivienda en España está sobrevalorada en un 20%, lo que también me parece una cantidad muy timorata. En mi opinión, por lo que luego expondré, está sobrevalorada entre un 20 y un 40%. En todo caso, no ha hecho más que empezar la crisis inmobiliaria y el precio de la vivienda de segunda mano ya ha bajado en lo que llevamos de año entre un 15 y un 20%, lo cual es lógico si se piensa que la venta ha caído un 60% desde septiembre de 2007. Al fin y al cabo, si la demanda cae, la oferta tiene que ajustarse en un mercado libre; ¿o no?

A eso vamos de inmediato porque, como suele suceder cuando peligran los intereses de las grandes empresas, esas que pagan a tertulianos y columnistas para que ensalcen la ley de la oferta y la demanda en tiempos de prosperidad, ya hay un clamor para que el Estado (o sea, los contribuyentes) intervenga para “salvar al sector”. La técnica es conocida: las grandes empresas privatizan los beneficios y socializan las pérdidas. Ahora piden esta antaño denostada intervención pública a base de beneficios fiscales y todo tipo de incentivos y chantajean amenazando con el vertiginoso aumento del paro. Hay ya quien vaticina 750.000 parados más y esto sin contar con las agorerías del señor Solbes quien, a su vez, avisa de que la morosidad (se entiende, la de las familias hipotecadas hasta las cejas) puede aumentar de forma brusca.

Hace hoy un mes, en un post titulado La política del ladrillo Palinuro ya advertía de que los dos sectores más castigados con la crisis inmobiliaria serán las familias hipotecadas y los trabajadores de la construcción y sectores aledaños. Las primeras porque, en un panorama de alta tasa de inflación (4%), subidas constantes de precios, con el euribor en el 4,93% se van a ver y desear para pagar una hipoteca por una casa que, para mayor desgracia, pierde valor de día en día. Los segundos, innecesario decirlo, porque, al contraerse la demanda en un mercado laboral tan desregulado como el nuestro se irán a la calle. En ese mismo post Palinuro apoyaba que el Gobierno tomara todas las medidas y adoptara todas las políticas que beneficiaran a esos dos sectores castigados por la crisis inmobiliaria, cosa a la que está obligado por ser un Gobierno de izquierda y aunque esa misma crisis haya devorado ya la mitad del superávit con que los señores Solbes y Rodríguez Zapatero contaban para financiar sus políticas sociales.

La intervención pública a favor de los sectores perjudicados por las actividades claramente especulativas de la burbuja inmobiliaria no implica que la autoridad haya de atender también a las demandas de los promotores, las grandes empresas, las inmobiliarias/tiburón, que llevan años enriqueciéndose a costa de la gente sencilla, haciendo imposible que los jóvenes accedan a una vivienda digna y amargando la existencia de cientos de miles de familias sin escrúpulo alguno. Porque la cuestión es: ¿por qué no bajan los precios? ¿No quedamos en que eso es lo que tiene que suceder según la supracitada ley de la oferta y la demanda? Pues simplemente, porque confían en asustar al Gobierno con el aumento del paro y el frenazo en los ingresos públicos para forzarlo a actuar en su provecho. Un provecho de aprovechateguis. Porque si esto no fuera así, si los promotores y empresarios inmobiliarios no trabajaran con márgenes de beneficios escandalosos, superiores al 50%, ¿de qué iban 100 de estos empresarios catalanes a ofertar 2000 viviendas con un descuento del 40%? A precio de coste dicen que venden; pero eso no se lo creen ni ellos. Si se pueden vender 2.000 viviendas con un 40% de descuento, se pueden vender 200.000 o dos millones. Bastaría con no ser tan codiciosos, tan explotadores y trabajar con márgenes de beneficios más justos.

Es magnífico: como hay crisis económica a la vista, ya están los ministros del ramo, los economistas y los opinión makers a sueldo del capital pidiendo que se congelen los salarios. ¿Cuándo pedirá alguien que se congelen, incluso que desciendan, los beneficios?

(La primera imagen es una foto de Torchondo, la segunda de Jofre Ferrer, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 13 de desembre del 2007

Perdón por las autocitas.

Los bancos centrales han vuelto a saltar al ruedo a la vista de cómo estaban poniéndose las cosas, apenas cuatro meses después de que lo hicieran para remediar la repentina restricción del crédito del mes de agosto pasado, que puso en un brete a los mercados, abrió la ominosa posibilidad de una crisis generalizada y animó a todas las autoridades políticas y económicas a largar declaraciones tranquilizadoras que sólo aumentaban el nerviosismo general. El anuncio de nuevas inyecciones masivas de liquidez en los mercados es una medida "preventiva", que trata de adelantarse a los problemas crediticios que pueden plantearse en momentos de especial efervescencia económica como son las Navidades, en que todo el mundo se gasta lo que tiene y lo que no tiene. En fin, que los señores gobernadores de los bancos centrales quieren que no se nos amargue el turrón. Excepto el del banco japonés, por lo que veo, sin duda porque, no siendo cristianos, los japos no se sienten obligados. Lo que suceda a partir de enero de 2008 sólo Dios lo sabe; ese Dios que se apresta a nacer el veinticinco de este mes. Si Dios quiere .

Voy a permitirme una licencia. Dado que estuve siguiendo la crisis ((¿qué crisis? Aquí no hay crisis y el que diga lo contrario es un comunista a las órdenes de Ben Laden)), voy a encadenar algunas citas de mis posts desde diciembre de 2006 (primer amago de crisis en el sector hipotecas) hasta el mes de septiembre pasado. Así, aparte de darme algo de pote, me ahorro repetir lo ya dicho con otras palabras. Ahí va:

El 8 de diciembre de 2006 (hace un año) en un post titulado Ahogadxs por las hipotecas, decía servidor: "...a dinero barato, más demanda de vivienda; a más demanda de vivienda, precios más altos. La burbuja de 2000 a 2004, más o menos. Ahora, con el dinero más caro, los precios tienden a estabilizarse, pero las hipotecas ahí están. Veremos qué pasa si siguen subiendo los tipos de interés." Por cierto,una ojeada al gráfico que reproduzco del FAZ de ayer prueba que, en efecto, los años de 2002 a 2005 (más o menos), los del dinero fácil, a un interés tirado, prepararon esta catástrofe de hoy.

El 11 de agosto de 2007, en Psicología del pánico, decía: "...lo fastidioso de esta crisis y lo que corre el riesgo de convertirla en un pánico (los famosos run on banks de fines del XIX y primeros del XX) es que nadie sabe todavía quiénes serán los perdedores y en qué cuantía. Y no se sabe porque las operaciones de créditos hipotecarios "basura", esto es, de alto riesgo de impago no son trasparentes y se amalgaman, además, en paquetes de inversión con otros productos, con lo que se han diseminado por Occidente y Japón como si fueran bombas de racimo y no se sabe quién está pringado."

El 16 de agosto de 2007, en un post titulado Un crac a cámara lenta, añadía: "Ayer, los mercados bursátiles volvieron a bajar. Y eso que el Banco Central Europeo había "inyectado" el martes 7.700 millones de euros más, con lo que el aluvión de pasta que ha entrado en el mercado desde la semana pasada es de 211.365 millones de euros. Por un lado, el BCE sube los tipos de interés porque dice que hay que prevenir la inflación, encarece el dinero y ahoga a las familias hipotecadas y, por otro, inunda el mercado de liquidez."

Al día siguiente, en Más sobre la crisis: "Poco a poco, iremos viendo quién se salva y quién perece. En los EEUU, el gigante de los préstamos hipotecarios, Countrywide Financial afirma haber conseguido 11.500 millones de dólares para seguir funcionando, pero el panorama es sombrío. Otros fondos tendrán que cerrar. El impago de hipotecas en tiempos de tipos de interés al alza está devorándolo todo. En el resto del mundo, los analistas y los políticos ventilan el peligro afirmando que sus respectivos sistemas financieros están a salvo porque ha habido poco contagio con los fondos de alto riesgo de los EEUU. Pero eso está por ver."

El 1º de septiembre, en Efectos indirectos: "Porque nadie cree que esto vaya a quedarse así o que la crisis de agosto haya tocado fondo. Ni hablar. Al aumento de los impagos de hipotecas a causa de la subida de los tipos y a los problemas de liquidez de los mercados se une el tercer factor, la bajada, en algunos casos el hundimiento, de los precios de las viviendas. En su manifestación más extrema, en los EEUU los hipotecados están pagando cada vez más por cada vez menos. Y, como todo el mundo sabe, lo que pasa en los EEUU pasa luego en Europa y España es parte de Europa.O sea que la crisis tendrá efectos directos e indirectos."

El 6 de septiembre, en La crisis reptante, señalaba: "Son momentos tremendos para los profetas. Parece que sus vaticinios no se cumplen, ni siquiera los de corto plazo. La OCDE, que ha revisado a la baja la tasa de crecimiento de los EEUU para este año, dice que sin duda hay un "parón" económico, pero que no puede hablarse de "recesión". Bueno, otra profecía. Ojalá no haya recesión, pero cada vez llevamos más papeletas.

En Europa y específicamente en España, las autoridades aseguran que la crisis hipotecaria estadounidense no va a afectarnos porque nuestros créditos son sólidos y sanos. El ministro de Hacienda, señor Solbes, reconoce que hay "incertidumbres" en el horizonte económico. Las incertidumbres son el estado natural del horizonte económico, si no no existiría la bolsa. Por tanto, si el ministro habla de ellas es porque deben de ser particularmente ominosas. Y así seguirá mientras no se sepa quién y en qué grado ha metido dinero en los fondos hedge. Téngase en cuenta que esos fondos aparejan el alto riesgo con la alta rentabilidad, una tentación muy difícil de resistir para el capital especulativo y el financiero, en la medida en que no sean el mismo monstruo con dos cabezas. Así que es sólo cuestión de tiempo hasta saber si el estallido estadounidense llega a este lado del Atlántico y si lo hace en forma de mar picada o de tsunami."

El 8 de septiembre, en La crisis inexistente, se decía: "Esta crisis que es pero no es, que aparece y desaparece de modo misterioso, procede en buena medida de las que toman las distintas autoridades para frenarla, en virtud del efecto desconfianza que generan. Si el Banco Central Europeo renuncia a su prevista enésima subida del tipo de interés y, al mismo tiempo que dice que no pasa nada, vuelve a inyectar liquidez en el sistema no es que le preocupe la suerte de decenas de familias hipotecadas hasta sus colectivas cejas, sino que lo que está haciendo, en primer lugar, es demostrar que no sabe por dónde tirar y, en segundo, suscitar mayor inseguridad e incertidumbre, es decir, agravando la crisis que todos queremos evitar pero nadie sabe cómo."

Por último, el 15 de septiembre, en El impacto de la crisis, concluía: "Claro, en esta crisis todo está por ver; es la crisis del está por ver porque es la de la opacidad. Lo llaman crisis de "confianza", de falta de certidumbre. Esto de los subprime es como lo de los virus: vete a saber quién los tiene. Nadie se fía de nadie, los bancos no se prestan dinero entre sí (a esto lo llaman "crisis de liquidez"), los bancos centrales tienen que intervenir, antes de que el sistema financiero reviente y aun así, a alguno lo pillan. Como es el caso del Northern Rock (vaya con la roca) que ayer sufrió un pánico de sus impositores y sus acciones se desplomaron. Un pánico a la antigua usanza, con colas de gente para sacar sus dineros y meterlos bajo el colchón."

De nuevo perdón por las autocitas, aunque creo son ilustrativas. Añado dos consideraciones: estas nuevas "medidas preventivas" que han adoptado las luminarias de los bancos centrales (equivalentes, a mi modesto entender, a tratar de calmar una tormenta en un mar tropical vertiendo una botella de aceite de oliva) vienen propiciadas por dos factores que este verano aún no habían incidido negativamente como lo están haciendo ahora, en concreto, el precio del crudo y la fortaleza del euro frente al dólar. Ambos, sobre todo el segundo, muestran que este repentino acuerdo de los bancos centrales tiene expectativas de duración similares a las que tendría un acuerdo de caballeros entre hienas.

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divendres, 29 de juny del 2007

El derecho a la vivienda y la realidad de la vida.

La Constitución de 1978 es taxativa. Su artículo 47 dice:
"Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación".
Sí, sí, léanlo otra vez porque tiene miga: "Todos los españoles, etc". Los no españoles, no; empezamos bien. "Los poderes públicos", etc ¡de acuerdo con el interés general para impedir la especulación! Prima facie lo que parece es que si esos misteriosos "poderes públicos" han hecho algo ha sido lo contrario del mandato que reciben en la Constitución.

Porque no consigo encajar con idea alguna de "interés general", ni siquiera con la muy escuálida que pueda tener Hayek, la noticia que vi el otro día de que la mitad de los jóvenes de hasta treinta años vive con sus padres y, de la otra mitad, digo yo, el veinte o el treinta por ciento no vive con pero sí de los padres. Y ya, si quieren Vds. tener un ataque de risa sardónica, lean el segundo y último apartado de tan excelso artículo 47:

"La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos".
Lo de "risa sardónica" viene del hecho de que los sardos, para mostrar cuán rudos y machos eran, tenían que reír mientras les infligían las peores torturas, risa que sonaba como sonaba y de ahí lo de risa sardónica.

Porque ¿alguien ha visto un euro de las tales plusvalías? Son invisibles porque se materializan en billetes de 500 euros, a los que el pueblo, con su gracejo sin par, llama "binladens" porque nadie los ha visto. Gracejo, desde luego, de maldita la gracia porque resulta que en España circula algo así como el cuarenta por ciento del total de "binladens" sueltos por Europa. Ahí están las plusvalías, creando fortunas inmensas...e invisibles.

¿De qué "poderes públicos" habla el bendito artículo 47? El Estado tiene una función supervisora, meramente coordinadora, orientadora porque las competencias en vivienda se han transferido a las Comunidades Autónomas. Pero, a su vez, las competencias sobre el suelo corresponden a los ayuntamientos. O sea, que el que tiene la visión de conjunto, el Estado, no tiene medios y el que tiene los medios, los ayuntamientos, carece de visión de conjunto. Una fórmula segura para darse una castaña.

Todo el mundo está avisando del estallido de la burbuja inmobiliaria; hasta la ONU ha salido tocando a rebato. Es como una caldera en la que aumenta la presión y se está a la espera del estallido. El capitalismo es riesgo; a mayor riesgo de todo tipo, mayor ganancia y viceversa. Así que en esto de la construcción, la sociedad civil juega al alto riesgo con beneficios inmensos, que han enloquecido a las administraciones públicas. No sé si alguien conoce de un ejemplo similar al del ayuntamiento de Marbella en algún momento de la historia de la humanidad.

Además los agoreros vaticinan el estallido de la burbuja en un panorama de tipos altos de interés con hipotecas asfixiantes. Lo interesante es saber cómo hemos llegado aquí. Porque el indicador es muy claro: el capital invierte siempre donde la relación beneficio-riesgo le sea más favorable. Y, para llegar a estas elevadas tasas de beneficio se ha dejado a una generación viviendo con sus padres hasta pasados los treinta años. Con las tensiones que eso acarrea. No sé yo...

Esta situación parece contradecir el espíritu del capitalismo ya que a éste le interesaría abaratar el producto (la vivienda) para que ese cincuenta por ciento o más que no accede a ella pueda hacerlo. Y el caso es que abaratar ya no se pueden abaratar más ciertos costes, por ejemplo los de material y mano de obra porque son muy baratos. Lo que habría que hacer sería reducir el importe de los sobornos y cohechos y también de los beneficios empresariales. Pero eso no lo verán nuestros ojos. En último término, la reponsabilidad de esta situación lamentable de la vivienda, que ha hecho trizas a una generación de chavales, es la codicia. La codicia, que contagia a los mismísimos "poderes públicos". ¿Cuántos ediles están implicados en causas penales por corruptelas? Por supuesto, aquí se aplica a rajatabla el principio de presunción de inocencia. Pero ya es casualidad que el grupo más numeroso de encausados sea el de munícipes y no el de ciclistas, profesores de universidad, curas o agricultores.

Este de la vivienda es para mí uno de los dos más grandes misterios de la ciencia económica, el otro es el de los bajísimos precios en origen de los productos agrícolas. Ya sabemos que de inmediato sale alguien y nos explica que lo que pasa es que las cosas valen poco en origen y que el valor está en el "valor añadido", lo cual no es explicación alguna sino reformulación del misterio con aires de haberlo descubierto porque, ¿por qué es menor el valor de origen que el añadido? La economía (eso que llaman "la nueva economía") es una actividad fundamentalmente especulativa. Como la filosofía, qué caramba.