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dimecres, 9 d’octubre del 2013

La mentira todo lo ilumina.


Al informarme sobre el debate de ayer acerca de las supuestas mentiras de Rajoy en sede parlamentaria, me vino a la memoria la obra de Thomas de Quincey,  Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Fui a buscarlo en casa del Tío Google y me topé con un estupendo artículo de Juan Torres López en El País del mes de agosto titulado Rajoy y el arte de la mentira en el que echa mano de la obra de De Quincey para glosar con mucha ironía e inteligencia como una de las bellas artes la capacidad de mentir del presidente. Suscribo todo lo que en él se dice y lamento no haberlo leído antes pues sin duda hubiera enriquecido algunas de las observaciones veraniegas de Palinuro.

Ignoro si sus señorías habían leído el artículo de Torres que les hubiera mostrado en qué jardín se han metido. De todas formas, el presunto mentiroso estaba, como siempre, ausente y el intercambio fue entre los portavoces de los grupos parlamentarios, especializados en decirse lindezas. Los socialistas y los de IU, que apadrinaban las mociones, pusieron cual no digan dueñas al presidente en ausencia (o en rebeldía, según se mire). Los populares contraatacaron con los EREs y procedieron a formar la guardia pretoriana de defensa, rechazando por enésima vez un debate parlamentario en serio sobre las presuntas mentiras de Rajoy. El parlamento está para proteger al presidente del gobierno y ampararlo en su negativa a comparecer, rendir cuentas, dar explicaciones, incluso ante acusaciones tan graves como la de mentir en sede parlamentaria que, por cierto, es una felonía, un delito o falta que la Constitución estadounidense considera motivo de inhabilitación del presidente, vicepresidentes, etc., los famosos high crimes and misdemeanors. La mentira está bunkerizada.

En 1712, Jonathan Swift publicó un panfleto titulado El arte de la mentira política. Luego se supo que, en realidad, era de su amigo John Arbuthnot. El mismo Swift lo contaba en sus Cartas a Stella. Pero sigue publicándose como obra suya. En 1712, en plena guerra de la sucesión española con Francia, tanto Arbuthnot como Swift venían a ser lo que hoy llamaríamos el gabinete de comunicación del gobierno tory de la reina Ana, o sea, su aparato de propaganda. Para defender la causa de la paz con Francia, los dos escribieron un montón de mentiras y crearon símbolos propagandísticos. Arbutnoth, por ejemplo, creó la imagen de John Bull, icono de Gran Bretaña hasta el día de hoy. Esos son comunicadores, caramba. Entre sus producciones, este arte de la mentira política que debe de ser libro de cabecera de Rajoy y en el que se define la mentira política como el arte de convencer al pueblo de una falsedad saludable con algún buen fin. 

Pues tal cual. Puro Rajoy, que sigue al pie de la letra el tratadillo del mentiroso político. Solo comete un error. Convencido, quizá de esa atribución apócrifa a Goebbels de que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad, repite la suya sin parar. Grave error. Goebbels dice algo muy distinto: que debe repetirse la mentira pero no hasta hacerla inservible. Obvio. Lo decía también Arbuthnot: las mentiras deben ser variadas y no conviene insistir obstinadamente en una de ellas. Por ejemplo: no estamos acabando con el Estado del bienestar.

La guardia del pretorio parlamentario también es fiel discípula de Arbuthnot/Swift y sigue a pie juntillas su recomendación de que el mejor modo de contrarrestar una mentira no es con la verdad sino con otra mentira. Ejemplo: 

Mentira: Rompí con el señor Bárcenas cuando me enteré de que era un delincuente.

Opciones:

A.- Verdad: Siguió relacionándose con él después de saberlo a través de SMSs.

B.- Otra mentira: El presidente ya ha dado todas las explicaciones en el Parlamento.

Obviamente, es más provechosa la opción B. Esta puede adornarse, calificando a Rajoy, como hace uno de sus seguidores de hombre justo y honrado. Pero esto pertenece ya al reino de los invertebrados.

Queda solamente por preguntar al PSOE, sin ánimo de atosigar, cuándo interpondrá su moción de censura.

dimecres, 26 de setembre del 2012

La verdad y la mentira.

Mentir no es nunca un acierto, sobre todo cuando la verdad es pública y notoria, al alcance de todos en nuestra sociedad videograbada. La manifestación de ayer no es un fenómeno aislado ni se reduce a una protesta contra el gobierno del PP puesto que enlaza con un movimiento social permanente de hace más de un año, cuando el gobierno era del PSOE. No es un problema de orden público, como quiere hacer ver el gobierno y su singular delegada en Madrid sino un problema politico de gran envergadura que refleja un descontento, una irritación muy extendida en la sociedad, de la que todo el mundo tiene conocimiento.
No sirve de nada mentir aunque sea con aplomo, como hace la delegada Cifuentes, diciendo que hubo 6.000 asistentes. Las fotos, los vídeos visibles en todas partes muestran muchísimos más. Y la mentira es doble porque, aunque solo hubiéramos sido 6.000, ya seríamos muchos cuenta habida de que ella misma llevaba dos días amenazando y creando un clima de intimidación y miedo, al decir que la convocatoria era ilegal, que estaba trufada de neonazis, que era un golpe de Estado encubierto y que la policía actuaría. Y así lo hizo preventivamente, intimidando y hostigando a los ciudadanos ya dos días antes de la cita, identificándolos arbitrariamente, deteniéndolos y amenazándolos. Dos días antes en que el centro de Madrid estuvo tomado por la policía en una forma de estado de excepción no declarado puesto que se conculcaban los derechos de circulación, reunión y expresión.
Dicen la delegada y sus palmeros que las fuerzas del orden defendían la democracia. Nunca jamás se defenderá la democracia mediante el uso injusto de la violencia. Injusto porque se emplea contra ciudadanos pacíficos y no violentos. Un sistema que reprime por la violencia las manifestaciones pacíficas de los ciudadanos no es una democracia, no es un Estado de derecho.
Y la violencia estuvo presente desde el comienzo del día en la actitud intimidatoria y provocadora de la policía, que hizo ostentación de su aparato represivo, sus furgonetas con las luces destelleando, los cascos, las armas, las escopetas de pelotas, el helicóptero. Se retuvieron autocares en las entradas a Madrid y se cacheó al pasaje, se siguió identificando ciudadanos a voleo por las calles sin razón alguna y, finalmente, se empleó la fuerza bruta, so pretexto de una supuesta agresión de la parte de los manifestantes que se dio, sí, pero a cargo de los propios policías vestidos de paísano e infiltrados en la protesta portando banderas rojas. Están identificados en varios vídeos. La falsa agresión, otra mentira, justificó las cargas, los apaleamientos, las pelotas de goma, las detenciones.
Dos o tres horas después de que la policía desalojara Neptuno, una asamblea de doscientas personas en la Puerta del Sol decidía por unanimidad que hoy a las siete de la tarde volvemos al Congreso. El movimiento social sigue porque no es un problema de orden público sino de una convicción generalizada de la carencia radical de legitimidad de un gobierno que ganó las elecciones con un programa y luego aplicó el contrario. ¿Para qué sirven entonces las elecciones? ¿Para otorgar el poder político a quien no se siente vinculado por su palabra? Y ¿qué tipo de democracia es esta?
Es ya la última mentira de la saga de embustes con que la derecha ha jalonado sus gobiernos, la guinda de las dos anteriores, la de que en Irak había armas de destrucción masiva y la de que el atentado del 11M fue obra de ETA. Son mentiras que se propagan en la sociedad a través de los medios de comunicación de la derecha, que son muchos y se defienden en los medios públicos, convertidos en oficinas de propaganda del gobierno mientras se acalla la voz de la oposición.
Frente a este universo de la mentira la verdad se alza incólume pero su fuerza depende de su capacidad para imponerse al discurso político del sistema institucional y mediático dominantes. Es decir, es escasa. Necesita el apoyo de un movimiento cuya crítica política tiene una vertiente ética. Y si un movimiento que tiene una vertiente ética tan clara es un problema de orden público la dificultad está en la socidad.
Nota bene.- Como el poder, cuando es injusto, ilegítimo y tiránico, no puede si no mentir, ahí va el útimo embuste de esta gente, recogida en las últimas "informaciones", facilitadas por sus medios de intoxicación: ¡27 policías heridos en la protesta! Esto es, como decía Franco, "menos viajar y más leer el Informaciones" o La Razón, el ABC o El Mundo, que son lo mismo, o peores. Por no hablar de sus cadenas de radio y televisión, incluidas las públicas.

diumenge, 19 d’agost del 2012

Estampas del verano. Carlos Floriano, la voz de su amo.


A punto ha estado de volver Cospedal a la sección Estampas del verano, luego de declarar que los políticos trabajan mucho por un salario normal. ¿A qué llamará "normal" una mujer que cobra (ilegalmente, según Palinuro) más de 220.000€ al año, o sea, más de 30 veces el salario mínimo y sin contar sus demás privilegios y chollos? Imposible saberlo. Imposible que lo sepa ella misma que, fiel a su inveterada costumbre de soltar lo primero que se le pasa por su obtusa cabeza, le da igual el efecto que produzca. Por eso, en lugar de traerla aquí animamos a usar su nombre como unidad de medida del morro que hasta ahora no lo tenia. Así, decir de alguien que tiene un morro de "mil pares de cospedales" significa que  lo arrastra y se lo pisa.

La estampa de hoy corresponde a Carlos Floriano, vicesecretario de organización del PP, chico que llegará lejos en política, cara visible y voz audible de la derecha este verano. Su trabajo es complicado. Nunca es fácil actuar de mensajero o portavoz de algo o alguien. Corres el peligro de que, como a Assange, te persiga el imperio para triturarte. Antes de Floriano estaba aquí González Pons, cuya habilidad para el disparate y el juicio injusto no tenía límites.
Pero Floriano ha dejado a Pons muy atrás porque es capaz de interpretar el mundo orwelliano con la seguridad y el desparpajo que da saber que tu ascenso político depende del aplomo con que mientas, culpes al inocente, confundas al sincero, obedezcas a los sinvergüenzas y articules un discurso falso, abusivo, reaccionario pero muy contundente.
Le ayudan mucho los rizos, que siempre tienen algo de querubín y eso que Floriano ha estudiado, evidentemente, en el mejor instituto de falsedades, infundios y montajes, estilo El mundo. Apenas se supo de la empresa Interligare en el portal contiguo a Génova 13, sede del PP, faltó tiempo a Floriano para exigir explicaciones al PSOE por el caso de espionaje a su partido, montado por el siniestro Rubalcaba. Pedro J, creía tener el Watergate que lleva buscando toda la vida y lanzó a Floriano a ladrar por si los afectados cometían algún desliz que permitiera imputarlos de verdad en lugar de acusarlos de fantasías pedrojotescas. Y Floriano no cabía en sí de gozo. Cuando se supo que, si alguien estaba en Interligare, era precisamente el PP y que, si alguien espió a alguien fe el PP y probablemente a sí mismo, El Mundo se ha callado y Floriano, a quien da igual quedar por embustero pues su sentido del honor es como el de los alcahuetes, se puso a atacar en otros frentes.
Anunció hace unos días que en septiembre el PP pondrá en marcha una campaña para conseguir que los ciudadanos afectados por el expolio de su partido, entiendan las medidas del gobierno y las apoyen. No debe molestarse mucho el animoso vicesecretario de organización del PP. Esa campaña está ya hecha, basta con que busque en el 1984 orwelliano y vea que sigue siendo muy útil, mucho mejor y más sucinto que las probables vaciedades que Floriano enuncie. Ahí van: La mentira es la verdad, la guerra es la paz, la injusticia es la justicia y así. Un pozo sin fondo.
De hecho, Floriano, que es rápido, ya ha empezado hoy mismo al asegurar que "el copago de medicamentos es una avance". Por supuesto, el copago es una mentira orwelliana/floriana ya que los clientes no pueden "copagar" lo que ya han pagado por entero. En todo caso "repagan", "vuelven a pagar", "requetepagan" lo que es suyo y quienes les obligan a hacerlo están estafándolos y abusando de ellos. Si, además, se dice que se trata de un "avance", no hay duda de que el morro de Floriano es de muchos cospedales.
Cuando le encomendaron explicar que el gobierno prolongaba la subvención de 400€ a los parados de larga duración diez minutos después de explicar con gran fuerza argumentativa que el gobierno suprimía los dichos 400€ de subvención, cambio de 180º en el propósito de las autoridades provocado por las actividades del SAT y Sánchez Gordillo que han asustado a estos expoliadores, añadió como matiz justiciero que se controlaría a los receptores de la subvención que vivieran con sus familias y, por lo tanto, no los necesitaban, dando a entender que había un fraude generalizado. Ni se le ocurrió (y, si se le ocurrió, se lo calló astutamente) que a lo mejor era el único ingreso en familias con todos los miembros en el paro.
Terminaba ayer su faena Floriano asegurando que las CCAA que no quieren excluir de la seguridad social a los inmigrantes irregulares y dejarlos morir de asco o de Mato, que viene a ser igual, son irresponsables.
No hay que pelearse por las palabras pues es lo que quieren quienes lo embarullan todo para que no se aprecie la inmoralidad de sus actos y si hay algo claro aquí es que desamparar a los débiles, privarlos de sus medios y abandonarlos a su suerte no es de irresponsables, no. Es de canallas.
 (La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 11 de juny del 2012

España sí es Uganda

Y que me perdonen los ugandeses. Me repatean estas expresiones de racistas aparentemente ilustrados. Como las de los que utilizan el adjetivo tercermundista. Suele tratarse de arrogantes ignaros que parten del principio de que ser ugandés, español o danés es cosa que dependa de uno y no una necesidad independiente de la voluntad. Es decir son racistas. Pero me viene bien la expresión de este racista de campanario para hacerme entender. Quiere decir el registrador de la propiedad metido a gobernante que España es un país serio, responsable, complejo, avanzado, moderno, etc, etc. No como Uganda que, en opinión de Rajoy, no es nada de esto. Pero no le pregunten más porque estoy seguro de que es incapaz de señalarlo en el mapa del África y eso suponiendo que alguien le haya dicho que está en el África.
Pues bien, tomando sus concepciones racistas al pie de la letra (e, insisto, sin compartirlas en absoluto; al contrario, rechazándolas), resulta que, como siempre que abre la boca, Rajoy falta a la verdad, bien porque mienta bien porque no sepa lo que dice.
El hombre presumía de liderazgo frente al endeble Zapatero y pasa la mayor parte del tiempo escondido, oculto, parapetándose tras sus ministros y ministras.
Presumía de decir siempre la verdad y llamar al pan, pan y al vino, vino, pero todo lo que ha dicho hasta la fecha es mentira o error involuntario. Generalmente mentira grosera, descarada.
Presumía de determinación y de no ceder como  Zapatero y ha tenido que tragar todas las imposiciones que le han hecho y arrastrarse por los foros internacionales suplicando un trato favorable que nadie le ha dado.
Presumía de tener la fórmula para salir de la crisis y seis meses después se descubre que no tiene ni idea de en dónde se anda ni de las condiciones en que está su país.
Presumía de no improvisar como Zapatero y cada resolución que toma es una ocurrencia del último minuto, por si consigue engañar a los socios europeos.
Es decir, España puede no ser Uganda pero Rajoy sí es un ugandés dentro de la mentalidad racista del propio Rajoy. Y un ugandés vociferante, presuntuoso, soberbio y necio. El esperpento protagonizado por este incapaz el fin de semana ha sido algo indescriptible. Sabiendo que, aun a pesar de haber dicho que no era preciso rescate alguno, tendría que implorarlo, acabó poniéndolo el sábado, a ver si conseguía engañar a la gente, distraída con el fútbol del domingo. Envió, como siempre a un segundón, Guindos, a dar la cara por él y a explicar lo inexplicable, mientras él trataba de escurrir el bulto.
Pero no pudo. La opinión pública, irritada, indignada, enfurecida, fozó su comparecencia el domingo, antes de viajar a Danzig. En ella se presentó con una historia alucinante que no creía ni él, según la cual el rescate no era un rescate sino poco menos que un glorioso "pelotazo" de España que se había obtenido gracias a que él se había impuesto a los otros países, Alemania, Holanda, Finlandia, etc, con los que no había hablado porque, entre otras cosas, en Europa nadie lo escucha ya y las decisiones se toman al margen de su parecer. Concluyó su sarta de embustes y dislates sosteniendo que, pues el tema estaba resuelto, se iba a ver a la roja en lo que Palinuro considera que es una falta de respeto a los españoles propia de un gañán.
Todos los medios extranjeros estaban ayer pasmados de la inverecundia del presidente español que, pretendía convencer al mundo entero de que sus mentiras, sus fantasías de indocumentado, eran la verdad misma y que los equivocados eran los demás. Así que la conclusión fue la esperable: estos españoles arrogantes, orgullosos, ignorantes, pretenden que el mundo no es como es, sino como ellos ordenan que sea. La realidad se encargó acto seguido de poner al embustero compulsivo de La Moncloa en su sitio. Tras un comienzo relajado, alcista, de la bolsa y un descenso de la prima de riesgo a comienzo del día, lo suficiente para que los turiferarios de Rajoy, los marhuendas de guardia, entonaran trémolos de victoria, la tendencia se invirtió, la bolsa cerró en pérdidas y la prima se puso en 521 puntos y los pelotas y agentes de agitprop enmudecieron, aunque seguramente La Rzaón dirá mañana que una prima de riesgo de 521 puntos es un síntoma de salud envidiable.
Es decir, el tema no estaba resuelto, como sabía todo el mundo, incluido el propio Rajoy que, como buen ugandés de su imaginación, trataba de sustituir el mundo real por el de sus embustes.
¿Por qué no dimite si ya ha demostrado que, además de ser mucho peor que Zapatero, es un embustero con mala intención capaz de hundir España él solo?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 19 de maig del 2012

La verdad y la mentira.



Artículo de hoy en el diario Público


La política es actividad que suscita escepticismo e incluso cinismo. Casi nadie cree que los políticos digan jamás la verdad; al contrario, muchos piensan que mienten por lo común en interés propio. Esta mala fama, probablemente inmerecida, tiene una ventaja para los políticos mentirosos, que cuando se descubre su mentira no hay reacción indignada porque eso es justamente lo que muchos esperan de ellos como políticos, que mientan.
Pero mentir está mal, se sea político o astronauta; es un comportamiento moralmente reprobable. Si, además, se miente en el ejercicio de un cargo público, puede ser también jurídicamente reprochable ya que se causa un perjuicio a unos ciudadanos cuyos intereses se dice representar. El descubrimiento de que el déficit real de la Comunidad de Madrid será el doble de lo que sus gobernantes dijeron pone de relieve que estos mintieron. Podría decirse que no se trataba de una mentira sino de un error de cálculo, lo cual hubiera sido creíble de no ser porque, al conocerse hace meses la desviación del déficit, las autoridades del PP se la atribuyeran a un engaño del PSOE. No había tal engaño. El engaño estaba protagonizándolo quien afirmaba estar luchando por la verdad.
Este tipo de falsedades ataca de tal modo el prestigio del gobierno que no solamente lo priva de la confianza que solicita sino hasta del respeto que se le debe. Es imposible tomarse en serio a quien nos ha engañado. Todavía no lo han entendido y siguen soñando conspiraciones exóticas pero la causa de la derrota del PP en 2004 fue el intento de engañar a la opinión acerca de la autoría del atentado del 11-M. Es tal el descrédito de la mentira que en los países de solera democrática el político a quien se pilla en una mentira dimite. No es de recibo que un político haya faltado a la verdad en algo que no solamente va en desdoro injusto de otro partido sino en claro detrimento de los intereses del común.
Alguien, algún Maquiavelo de vía estrecha, puede caer en la tentación de fabricar un casus belli con el fin de distraer la atención de las mentiras sobre el déficit. El más socorrido es el de Gibraltar. No es cosa de ponernos alarmistas pero, en las actuales circunstancias de debilidad estratégica de España en la región, buscarse un conflicto con Gran Bretaña en el estrecho solo puede ocurrírsele a un orate. Basta con recordar al ardoroso vindicador del Peñón que al otro lado de ese estrecho se encuentran Ceuta y Melilla que, como se sabe, están fuera del paraguas de la OTAN.
Gibraltar es el nombre del irredentismo franquista. Tiene gracia que vuelva a serlo y por motivos similares, esto es, distraer la atención pública de algo más grueso. Y que no es solamente la mentira del déficit sino también la de la red “Gürtel”. El juez reclama 317 contratos de la Comunidad de Madrid con la red de presuntos delincuentes. Los contratos estarán bien o no; eso lo dirá la justicia, pero lo cierto es que existían puesto que, de no existir, el juez no los hubiera pedido. Y, si existían, ¿qué relación tiene con la verdad la contundente declaración de Aguirre de que ella ni su gobierno tenían nada que ver con la “Gürtel” al extremo de que llegó a jactarse de haber destapado la trama?
(La imagen es una foto de Esperanza Aguirre, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 31 de març del 2012

Mentir para gobernar y gobernar para mentir.

El 29 de marzo pasado la gente se manifestó contra el gobierno. El 30 de marzo el gobierno se manifestó contra la gente. Aquella lo hizo a través de una huelga general que todo el mundo (incluida la prensa extranjera) consideró un éxito, excepto los medios de la derecha que la calificaron de fracaso. El gobierno lo hizo a través de unos presupuestos aprobados en un consejo de ministros que todo el mundo considera injustos excepto los dichos medios de la derecha que los reputan justos y acertados.

Lo que más irritación ha causado y más ha llamado la atención de los presupuestos ha sido la amnistía fiscal a los defraudadores. No solamente porque es impresentable desde un punto de vista ético pues demuestra la complacencia del gobierno con los ricos hasta cuando delinquen, sino porque contradice lo que Rajoy había dicho unos meses atrás, esto es, que una amnistía fiscal era algo inadmisible. Es la comprobación de una mentira. Una mentira que se dijo con el objetivo de llegar al gobierno. Y no es la única. Lo primero que hizo el gobierno de la derecha al ganar las elecciones fue subir los impuestos, cosa que también dijo Rajoy que no se haría unos meses antes. Y esas son las más gruesas. Toda la acción de gobierno del PP hasta la fecha está trufada de mentiras que se dijeron antes de las elecciones para acceder al poder.

Lo interesante aquí no es saber qué explicación dará la derecha de sus mentiras puesto que no dará ninguna. La derecha asume de principio que su acción pública esté basada en la mentira. Su única preocupación es demostrar que tal es el caso de los demás, especialmente la izquierda, el PSOE. Hacer política es mentir, ya se sabe. En la izquierda, sin embargo, tal cosa no se acepta y eso es lo que exaspera a Esperanza Aguirre y por lo que está empeñada en esa curiosa cruzada de demostrar la falsedad de la idea de la superioridad moral del la izquierda. Tarea inútil. No lo conseguirá en tanto ella admita (y lo practique; basta con recordar el tamayazo) que la acción política está basada en la mentira. No es el caso de la izquierda que, efectivamente, tiene una superioridad moral, la que va de la verdad a la mentira.

Lo interesante es, supongo, escuchar qué razones aducen los "analistas", los tertulianos de la derecha para demostrar qué justo y benéfico es amnistiar a los defraudadores cuatro meses después de haber sostenido que amnistiar defraudadores es algo que sólo puede concebir el más lerdo, corrupto y radical de los socialismos. De toda formas es tarea ociosa. La derecha parte de la idea de que le corresponde el gobierno de la España católica y reaccionaria eterna por derecho divino y para acceder a él, se puede y hasta se debe mentir, pues el fin justifica los medios. En cuanto a los tertulianos dirán lo que haya que decir para cobrar. Ya puede el personal escandalizarse. A los mentirosos les da igual pues han conseguido lo que querían: el poder.

Con el poder las mentiras se convierten en verdades. ¿Para qué se mentía? Para llegar al gobierno. ¿Para qué se quería llegar al gobierno? Para seguir mintiendo. En cuanto se instaló en La Moncloa, Rajoy explicó que sus reformas y recortes eran para detener la sangría de la pérdida de empleo en un primer momento y revertir la tendencia posteriormente. Lo que se ha producido y eso era evidente desde el principio ha sido una aceleración del desempleo. Esta indiferencia de la derecha frente a la mentira le es inherente. Todos recuerdan cómo Rajoy afeaba a Zapatero haber roto el pacto antiterrorista. Pocos que, cuando Zapatero lo propuso (pues la idea fue suya), el mismo Rajoy, ministro entonces del interior, dijo que era un "conejo que se sacaba Zapatero de la chistera"; unos días antes de copiarle la idea. Lo mismo con la amnistía fiscal, una "ocurrencia" de Zapatero hasta que él se la ha plagiado.

El uso del gobierno para mentir a la ciudadanía es lo habitual en la derecha. El ejemplo paradigmático son los tres días posteriores al 11-M cuando el gobierno del PP se empeñó en engañar al mundo entero atribuyendo el atentado a ETA. Nada de extraño, pues, que se haya empleado a fondo en la calificación de la huelga general del 29 de marzo. Tanto el gobierno como sus muchos medios hablan de derrota de los sindicatos siendo así que todos han visto que la jornada de huelga general fue un éxito. Ahora la pregunta es: si el gobierno miente al dar cuenta de algo que es público y notorio y han contemplado los ciudadanos, ¿que no hará cuando la atención pública no se concentre en él?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público.).

dilluns, 5 de setembre del 2011

Credos, creídos y creyentes.

¿Qué es un credo? Una profesión de fe en fenómenos que no pueden entenderse a la luz de la razón. Si se pudiera, no haría falta creerlos; se entenderían. El credo más famoso es el de Nicea-Constantinopla (siglo IV d. d. C.) que todavía está vigente en las iglesias de Oriente y Occidente y cuyo mejor resumen es esa expresión inexactamente atribuida a Tertuliano de creo porque es absurdo. Sin duda creer en algo porque es absurdo es el mayor triunfo imaginable de la fe en un mundo que, por eso mismo, estaría sumido en las tinieblas.

Para funcionar, los credos necesitan administradores, gentes autorizadas que zanjen las cuestiones siempre enfadosas de las interpretaciones, los matices, las dudas y que digan con autoridad qué se ajusta y qué no se ajusta al credo, y a los que llamaremos creídos en la deliciosa doble acepción que tiene el término en español de personas a las que hay que creer porque son los intérpretes autorizados de la doctrina (son creídos) y que, a su vez, por eso mismo, se lo tienen creído, (son unos creídos). El caso más claro, a tono con la superioridad del credo niceano, es el del Papa quien, por si hubiera alguna duda respecto a sus posibilidades acreditadoras de la recta doctrina, sostiene que en estos asuntos es infalible, o sea, como dios.

Frente a este exitazo del fideísmo, la izquierda que se llama a sí misma "transformadora", "revolucionaria", "radical", etc., que parte de un credo similar, ha resultado un lamentable fracaso por dos razones. La primera porque, en lugar de contar con una sola, breve y clara profesión como la nicena, tiene un batiburrillo de textos elementales, sí, pero dispersos (Manifiesto del Partido Comunista, ABC del comunismo, Cuestiones fundamentales del leninismo, los libros de Marta Harnecker, etc.) y que basan la fe no en el absurdo sino... en la ciencia. La segunda porque, desde la muerte del camarada Stalin, ya no hay monopolio de la verdad, ya no es posible excomulgar, excluir a los herejes de la doctrina, a los trostkistas, bujarinistas, titoístas, liquidadores o revisionistas en general como hizo y hace el Papa con los monofisitas, nestorianos, arrianos, pelagianos, luteranos, hugonotes, librepensadores, ateos, relativistas, etc., etc.

La doctrina del credo izquierdista "revolucionario" no está clara y sus innumerables creídos, cada uno de ellos seguido de un puñadico de creyentes, no se ponen de acuerdo en nada. Sólo parecen coincidir en la idea de que la socialdemocracia no es de izquierda. Ese es su único acto de fe y es de fe porque ni siquiera saben qué sea la izquierda en el mundo de hoy. Sólo saben que la socialdemocracia no es lo que ellos tampoco saben qué es. Cada creído esgrime una idea de izquierda que pretende imponer a los demás por un acto de fe, anatematizándolos al no conseguirlo con una fórmula que no sólo es absurda sino directamente necia como que la socialdemocracia del PSOE y la derecha el PP son la misma cosa, punto de vista, por cierto, que favorece mucho al PP.

El resultado de este fracaso entra en el campo del ridículo perfectamente retratado en La vida de Brian cuando se tiene que dar cuenta de cómo sea posible que los creyentes putativos del dogma de fe de los múltiples creídos izquierdistas no hagan caso de sus admoniciones y se obstinen en seguir libre, deliberada y racionalmente y por millones a quienes no quieren saber nada de las verdades de la fe izquierdista administrada por la tropa de creídos emberrenchinados. Un problema verdaderamente angustioso porque mientras que en el campo teológico la verdad de la fe depende de la palabra de dios en el político depende de la palabra del pueblo que se expresa mediante mayorías electorales. Y de éstas, los creídos de la fe "revolucionaria" no huelen ni una, pues todas van a la aleve socialdemocracia.

A titulo de explicación de este penoso cuanto sempiterno fiasco los creídos revolucionarios dicen que sus supuestos creyentes están engañados, abducidos, alienados, manipulados, que no se enteran; que son tontos, vamos. Con lo listos que son ellos.

(La imagen es una foto de x - ray delta one, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 27 de juny del 2011

Carta abierta al Rey.

Por la retirada del Diccionario franquista de la Academia



Señor: el artículo 62, j de la Constitución Española dice que usted ejerce el "Alto Patronazgo de las Reales Academias", entre ellas, claro es, la de la Historia. No queda claro el alcance de esa expresión de "alto patronazgo" pero es de suponer que no será tan alto que no pueda ver lo que acaece en la tierra. Es de suponer asimismo que comportará una misión de velar por el lustre y el buen nombre de estas reales instituciones que para eso nacieron bajo la advocación de sus antepasados en el trono de España y para eso a su vez ellas dan "lustre" a la materia de la que se ocupan, sea la lengua, las ciencias morales y políticas, las Bellas Artes o la Historia. Y estará usted de acuerdo con nosotros en que según un principio de lógica universalmente admitido, nadie puede dar lo que no tiene. Lo deslustrado no puede dar lustre y la Real Academia de la Historia ha perdido el suyo.

Ese "nosotros" del párrafo anterior no es un plural mayestático como el que usted puede utilizar sino que se refiere a la colectividad de quienes componemos la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia, con 2.247 adhesiones hasta la fecha. En dicha página pedíamos que la Real Academia de la Historia retirara el Diccionario Biográfico Nacional por enaltecer la dictadura de Franco y que su director dimitiera. Elevamos una petición al Congreso solicitándolo. El Congreso detuvo el diccionario y obligó al nombramiento de una comisión de historiadores con inclusión de un independiente externo para revisar las entradas más claramente encomiásticas y hagiográficas de Franco y sus secuaces. Pero no pidió la dimisión del director de la Academia don Gonzalo Anes.

Sin embargo, en la página de Facebook arriba mencionada creemos que la primera consecuencia de la decisión de retirar el diccionario y enmendar la plana a unos historiadores y biógrafos que han actuado como sectarios debiera haber sido la dimisión del director de la casa en la que se ha perpetrado el desaguisado. Y ello no es un capricho de obstinación e injusticia de quienes son incapaces de entender los muchos méritos del señor Anes en otros momentos de su vida o bien tan inmisericordes que no les importe arruinar una reputación a causa de un accidente o error fácilmente enmendable. Nada de eso.

Desde el comienzo del escándalo de ese malhadado Diccionario, el señor Anes salió en defensa del producto y de los autores de las entradas ideológicas, minimizó las críticas, se mofó de los críticos, afirmó incluso con petulancia las virtudes del diccionario del que llegó a predicar las más absurdas como que su contenido se acogía al derecho a la libertad de expresión, sembró dudas sobre el compromiso democrático de quienes lucharon contra el franquismo. Es decir, desde el principio hasta el final, el señor Anes se ha hecho responsable del diccionario y, aunque haya acatado la decisión del Parlamento porque a la fuerza ahorcan, aún no se le ha escuchado una sola crítica al hacer de unos historiadores que faltaron tan clamorosamente a los deberes de su oficio.

Es evidente, por el comportamiento del señor Anes, que el Diccionario, lejos de ser una obra bienintencionada en la que se hubieran colado algunas erratas, formaba parte de un proyecto deliberado de re-escribir la historia de España en clave de los sublevados en julio de 1936, de los vencedores de la contienda civil y de los responsables de una dictadura que duró cuarenta años. En clave favorable, partidista. En clave de sectario de un régimen que muchos consideramos asesino y genocida.

Como sabe usted hace años que se ignora y aún hoy, con una Ley de la Memoria Histórica en vigor, sigue sin reconocerse enteramente el derecho a la memoria histórica de los descendientes de los vencidos en la guerra civil. En ese contexto es más que una broma de mal gusto, entra en la provocación pretender consagrar la memoria de los vencedores en un documento público sufragado con el dinero de todos; de los vencidos también. Al respecto, el Diccionario incorpora un atropello similar al del Valle de los Caídos, perpetrado medio siglo después. Y el responsable último de esa provocación es don Gonzalo Anes.

Por todas estas consideraciones solicitamos de usted que tenga a bien ejercer su facultad como Alto Patrono de la Real Academia de la Historia e indique a su director que interesa al buen nombre y lustre de la Academia su fulminante salida de un puesto que no ha sabido desempeñar.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 22 de juny del 2011

¿Por qué debe dimitir el director de la Real Academia de la Historia?

Por varias razones.

  • Primera. Por no hacer los encargos de las voces en una obra tan importante como el Diccionario Biográfico Nacional (DBN) con los debidos ecuanimidad, celo y objetividad, sino guiándose por criterios de amiguismo y fulanismo.

  • Segunda. Por no haber vigilado, controlado y filtrado los trabajos que se le entregaban de forma que el DBN se imprimió sin que el director de la Academia, según propia confesión hubiera leído las entradas más delicadas, como la de Franco.

  • Tercera. Por haber hecho una chapuza en su conjunto en la que no sólo está mal la entrada de Franco sino prácticamente todas las relativas a la guerra civil y la transición lo que revela que no se trata de errores sino de un intento deliberado de falsear la historia de España hecho por... "historiadores".

  • Cuarta. Porque mintió a la opinión pública cuando dijo que la entrada sobre Franco la había pedido para sí el franquista Luis Suárez siendo así que éste asegura que fue la propia Academia la que se la encargó.

  • Quinta. Porque, en su intento de salvar su pellejo como incompetente director de la Academia, recurrió a argumentos falsos y sofistas pensando, probablemente, que estaba dirigiéndose a un auditorio de imbéciles, como que en la Academia no se censura a nadie o que el DBN es un monumento a la libertad de expresión, como si un diccionario fuera un panfleto o una obra de debate.

  • Sexta. Porque hundiéndose más y más en la inmoralidad, Anes pretendió mancillar el honor ajeno para salvar el propio, que ya no tiene salvación, a base de decir que todo el que juró obligado fidelidad a los principios fundamentales del Moviento Nacional en tiempos de Franco fue colaboracionista cuando es obvio para quien actúe de buena fe que sólo los juramentos voluntarios obligan, como también obligan las adhesiones igualmente voluntarias y sin juramento que se hagan muerto el dictador; por ejemplo, la del propio Anes y otros franquistas ladinos que han intentado engañar a la gente de forma tan tosca.

  • Séptima. Porque, engallado como todos los franquistas cuando creen que pueden quedar impunes en sus fechorías, se atrevió a descalificar como inquisitoriales a los ciudadanos que tuvieron la conciencia y el coraje cívico de manifestarse frente a la Academia en demanda de una rectificación.

  • Octava. Porque, par dessus le marché ha hecho declaraciones machistas que ha puesto a diversos colectivos en pie de guerra que asimismo exigen su dimisión. Es bastante probable que, si se leen con atención las declaraciones de Anes, no contengan esa carga machista sino que la expresión que utiliza de "por desgracia" tratara precisamente de que no sonaran machistas. Es muy posible. Pero, llegados a este punto en que todo lo que este hombre dice se mira a la luz de su inaceptable comportamiento y en que no se ha molestado en desmentir ese supuesto machismo, ésta es una nueva carga para él.

  • Novena. Por hacer el ridículo. El ridículo más completo, absoluto y carpetovetònico que quepa imaginar. Según tengo entendido, Anes presentó los veinticinco primeros volúmenes del DBN con pompa y boato borgoñones, flanqueado por dos ilustres hispanistas anglosajones y en presencia de los Reyes de España, es decir, hizo el ridículo por partida doble: quedó como un patán a ojos de los Reyes y como un español chapuzas a ojos de los anglosajones.

    Podría aducir más razones de por qué Anes no debiera seguir siendo director de nada en España pero con las citadas habría de bastar, a mi modesto entender, para que se fuera a su casa y no saliera de ella en una temporada. Lo suyo no ha sido un error o un despiste sino un acto deliberado de mala fe de falsear la historia de España para engañar a sus coetáneos (que han financiado su bodrio) y a las generaciones futuras. Lo que se dice una persona indigna. Para firmar:

    Por la retirada del Diccionario franquista de la Academia

    (La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons).

dilluns, 13 de juny del 2011

Dimita, don Gonzalo. Es lo mejor para todos,


Por la retirada del Diccionario franquista de la Academia
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Al estallar el escandalazo del Diccionario Biográfico Nacional (DBN) de la Real Academia de la Historia (RAH) el solemne acto con los Reyes se convirtió en un guirigay de recriminaciones al descubrirse que el producto que los monarcas avalaban estaba agusanado, carcomido, lleno de ratas ditirámbicas de la memoria del criminal Francisco Franco. Desde entonces el Director, Gonzalo Anes no ha hecho otra cosa que balbucir falacias y sofismas a cual más pintoresco e inmoral para defenderse frente a la muy legítima y extendida demanda de que dimita por obvia falta de competencia en la materia

Palinuro ha tenido la paciencia de ir recogiendo uno a uno sus subterfugios, hipocresías, justificaciones, según iban sabiéndose más datos del atropello y las trae ahora a colación sucesiva para trazar el cuadro de una trayectoria de ignominia y abyección intelectual y moral.

Creyendo al principio que el escándalo no iría muy lejos, Anes se permitió el lujo de regañar a los españoles por su acendrado vicio de no reconocer nada nacional bueno y tirar siempre contra lo propio por asuntos menores.

Cuando ya se cruzó con el primer dato turbador, la biografía de Franco perpetrada por Luis Suárez, quiso defender a éste asegurando que era un hombre "liberal" pues en tiempos del Caudillo había votado a cátedra a un aspirante a pesar de que estaba afiliado al Partido Comunista. Es un razonamiento realmente inadmisible al que es muy aficionada la derecha: los demás tenemos que celebrar en ella y hemos de agradecerle que cumpla con su deber, como si esto fuera algo graciable y no obligado entre gente de bien. Recuerda mucho el repugnante argumento de que los españoles teníamos que agradecer a Fraga Iribarne que hubiera "civilizado" la derecha, como si fuera de recibo una derecha "sin civilizar" o un catedrático que vote por preferencias partidistas.

Visto que Suárez ya no era salvable, Anes se apresuró a dejarlo caer con escasa elegancia, diciendo que él no lo había escogido para hacer el panegírico de Franco, sino que el medievalista se había ofrecido. Suárez, a su vez, dice lo contrario. Así las cosas, resulta que el director de la academia o uno de sus más distinguidos académicos, miente. ¿No es esto ya suficiente para que una persona de honor se vaya a su casa?

Tratando de ennoblecer su posición, ante la insistencia de las críticas que ya mostraban que el desbarajuste no acababa en Franco, Anes se puso lírico, asegurando que en la RAH no se censura a nadie. Al margen de si esto es verdad o no, cosa de la que, tratándose de Anes, no podemos estar seguros, corregir los evidentes desatinos sectarios que contienen varias entradas no es censura en modo alguno sino pura actividad de lo que los ingleses llaman editing y que el señor Anes desconoce por entero o, lo que es peor, no creyó necesario realizar con entradas que hablan de la cruzada, el Alzamiento, los nacionales o que Franco era católico, inteligente y moderado.

Ya lanzado por la vía demagógica, añadió después Anes que el diccionario es un monumento a la libertad de expresión, como si en lugar de tratarse de un Diccionario de una Academia, que tiene que estar sometido a unos controles estrictos de veracidad, imparcialidad y calidad, se tratará de una serie de panfletos en una controversia política, único caso en que cabe invocar el derecho a la libertad de expresión irrestricto.

Convencido por fin de que lo suyo era un solemne patinazo que hará historia, pensó que haciendo una pequeña reformita podría capear el huracán. Reunió a sus fieles (entre los que se cuenta gente tan pintoresca como el Cardenal Cañizares, cuyos méritos para ocupar un sillón en la casa son un misterio tan insondable como el de la Trinidad en el que cree a pies juntilla) para alcanzar una solución inteligente. Se reformaría la edición online cuando estuviere, pero no la de papel, aunque quizá sí en futuras ediciones. Un obvio intento de tomar al auditorio por imbécil una vez que ya no ha quedado más remedio que confesar que la brillante obra ni es brillante ni es obra. Porque ¿cómo puede decir alguien en serio que un organismo como la Academia dirá cosas distintas sobre el mismo personaje, según que el soporte sea papel o virtual?

Anes coronó este conjunto de penosas excusas con otra más que es un ataque a todos los demócratas. Sostuvo que, en el fondo, en la dictadura, todos fuimos colaboracionistas porque, para tomar posesión como funcionario, había que jurar fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional. Es difícil encontrar un argumento más abyecto, aunque, tratándose de Anes, será cosa de esperar poco tiempo por cuanto oculta deliberadamente que dicho juramento, al ser obligatorio, carece de valor, como enseñan todas las doctrinas morales del mundo excepto la que profese el señor Anes, sea cual sea.

(La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons).

divendres, 28 de gener del 2011

Bolas, bulos y trolas.

Soy firme creyente en la teoría de la acción comunicativa de Habermas y sostengo que la democracia es un régimen en el cual las decisiones colectivas se adoptan tras deliberación y debates donde se supone que los participantes dicen la verdad. También creo a pies juntilla en la doctrina liberal de que la verdad prevalecerá sobre el error siempre que se puedan constrastar libremente, como dice Milton en la Areopagítica. Soy fiel creyente en las dos visiones en el terreno de lo que debe ser. En el de lo que es resulta absurdo ignorar que el debate político, la deliberación hasta en sede parlamentaria, está plagada de mentiras y que la mentira prevalece sobre la verdad incluso en sociedades libres y abiertas. Habrá quien diga que si están basadas en la mentira no pueden ser libres, pero ese es otro debate. En el de la realidad algunos sostienen que la mentira no es solo común en la democracia sino que es imprescindible porque si estuviéramos condenados a decir la verdad volveríamos al estado de naturaleza de la guerra de todos contra todos. Pero éste es también otro debate y algo más cínico.

Siendo la mentira omnipresente en la acción política la hay de muy diversas categorías. Cabe distinguir, entre otras, las tres del título de esta entrada: bolas, bulos y trolas.

La señora De Cospedal es consumada maestra en bolas, mentiras redondas que ruedan y ruedan según el principio de la inercia. Ahora dice la citada señora que el PSOE "ha puesto detectives privados" a miembros del PP. ¿Pruebas de tan sorprendente como perversa práctica? De momento ninguna. Y no es de esperar que se esgrima alguna a juzgar por las que se esgrimieron en las dos bolas acusatorias anteriores de De Cospedal: que el Gobierno escuchaba ilegalmente las conversaciones telefónicas del PP y que ese mismo gobierno pretendía establecer en España un "Estado policial". Pruebas, cero. Las mismas que habrá ahora con la tercera bola o mentira redonda. Lo único que parece aquí hasta ahora probado es que esta señora tiene una manía persecutoria que debiera consultar con un especialista.

A su vez el Gobierno es también experto en la fabricación de bulos. El bulo es una mentira amorfa que se extiende por todas las instancias sociales y es objeto de conversaciones y comidillas generalizadas sin que nadie conozca de cierto su fuente, ni su grado de verosimilitud, ni siquiera su contenido exacto. El bulo calienta imaginaciones y pone al personal a perder el tiempo haciendo cábalas. El último es el ya decidido desistimiento de Zapatero como candidato a la presidencia del Gobierno y su sustituciòn por Pérez Rubalcaba, ministro del Interior de acero y hombre que goza de un insólito prestigio en amplios sectores de la sociedad. La mentira se usa en política como en la guerra, para desconcertar al enemigo y la posible candidatura de Rubalcaba no es halagüeña para el PP pues tendrá que diversificar sus ataques. A Zapatero lo tenía muy castigado, pero enfrentarse a un Rubalcaba crecido sólo porque puede ser el candidato según reza el bulo que nadie confirma pero nadie desmiente puede ser catastrófico.

La derecha mediática prefiere la trola que es una mentira artificiosa, alambicada, llena de claves que descubren verdades ocultas por oscuros e infernales intereses. La trola más disparatada y la que más réditos ha dado a la hora de poner en cuestión los fundamentos mismos del Estado de derecho es la de la conexión etarra en el atentado de Atocha. Este terco dislate rebosante de pruebas, contrapruebas y recontrapruebas, tiene de tal modo cegados a sus promotores que no les deja ver que la gente se lo toma a pitorreo. Y es de extrañar en personas tan perspicaces. Está claro que el odio y la soberbia ciegan más a los hombres que el amor hasta el punto de hacerles creer que, porque tengan un periódico o una radio, pueden convertir su delirio en realidad. En cuanto al señor Arenas, que se parece al fantasma de la Ópera, su desmedido afán por ganar alguna vez las elecciones en Andalucía puede obnubilarlo de tal modo que acabe confundiendo a Griñán con Josu Ternera.

Que en los debates entre políticos abunde la fabulación probablemente sea inevitable; que eso también se dé en los medios es más preocupante.

(La imagen es una foto de gaelx, bajo licencia de Creative Commons).


dijous, 13 de gener del 2011

De la mentira al crimen y del crimen a la mentira.

Para contrarrestar las acusaciones de ser una instigadora indirecta del crimen de Tucson, Sarah Palin ha subido un vídeo a su página web bajo la doctrina de que la mejor defensa ee un buen ataque y afirmando que la víctima es ella, víctima de un blood libel, el término que se usaba para justificar los pogroms en la supuesta sed de sangre de los judíos, dándose la circunstancia de que la congresista Gifford es judía. Es fascinante a qué extremos de crueldad puede llegar la estupidez aliada a la maldad.


He aquí el vídeo



Sarah Palin: "America's Enduring Strength" from Sarah Palin on Vimeo

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Maldad y estupidez que forman el engrudo en el que hierven la agresividad y el carácter incendiario y vitriólico del discurso político de la derecha. La derecha furiosa, una mezcla de fundamentalismo político e integrismo religioso extraordinariamente vociferante. Lo mismo, más o menos, pasa en España en donde, gracias a los dioses, las armas no están al alcance de los desequilibrados. Al menos no todas y no de todos.

La época es la del reinado de la comunicación política elevada a categoría de estudio universitario como rama de la comunicación en general y que es la que más abunda en el terreno práctico a juzgar por la cantidad de consultorías políticas, consultores políticos, expertos en comunicación política que hay. Es lógico. Lo que esa actividad práctica persigue es garantizar el éxito de la opción política que la contrate. Para ello se emplean técnicas puramente publicitarias porque, en definitiva, de lo que se trata es de "vender" algo, un líder, un partido, un programa. La publicidad soslaya las cuestiones morales y la comunicación política también.

Pero el problema es si eso es posible teniendo en cuenta que la teoría de la comunicación más próspera y extendida, la de la acción comunicativa habermasiana, la que da origen a las teorías de la democracia deliberativa y/o participativa, tiene un fuerte contenido moral. Moral racional universal, pero moral. Dos de las cuatro condiciones de la acción comunicativa de Habermas son que los hablantes digan la verdad, que sean objetivos y, además, que sean veraces, que no mientan. Y esto es cercano a lo utópico porque la mentira define al hombre como eso, como el único animal que miente. No que finja, como dice Pessoa que hace el poeta, sino que miente, se miente, engaña y se engaña.

Esa comunicación vitriólica de la derecha que centra los ataques al adversario en sus cabezas visibles, sus representantes, y lo hace diciendo que son antipatrióticos (antiamericanos, antiespañoles, anticlericales) arranca de una mentira. La mentira se remacha con el insulto (puesto que de un antipatriota siempre se puede decir cualquier cosa), lo que destruye toda posibilidad de comunicación. Pero ésta es un requisito imprescindible de la racionalidad. Si no hay comunicación, no hay racionalidad y reina la irracionalidad en las relaciones sociales. Tal es el camino del fascismo. Por eso también atentaban los etarras contra los representantes populares, municipales, autonómicos, nacionales. La irracionalidad reconoce en la fe a su hermana y por eso también las soflamas incendiarias de la derecha llevan incorporada una parte de guerra santa.

Así que ya sabemos: si un discurso incendiario incita a alguien indirectamente a cometer un crimen la responsabilidad del crimen no recae sobre el incitador sino sobre la víctima que algo habrá hecho. Por ejemplo, ser demócrata. O judía. O cualquier otra cosa que el incitador (o incitadora) considere disparable.

(La imagen es una foto de monado, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 22 d’octubre del 2009

Las declaraciones de los políticos.

Es muy difícil sostener teoría alguna de la democracia como régimen deliberativo en el que se llega a decisiones colectivas mediante la comunicación, el intercambio de información y la discusión racional de buena fe cuando los políticos acostumbran no solamente a no decir jamás una verdad así los aspen, sino a soltar lo primero que se les pasa por la cabeza, sin cuidarse cuando menos de que tenga algún grado de coherencia o verosimilitud. Sentado delante de un micrófono un político puede decir cualquier cosa y normalmente lo hace porque está acostumbrado a que no se le exijan responsabilidades por nada de lo que diga.

Lo habitual es la afirmación descarada de una falsedad como si fuera la evidencia misma, la negación de los hechos más palmarios. Es una técnica que desarma al interlocutor porque lo deja perplejo, preguntándose incluso si ha oído lo que ha oído. Dice la señora Aguirre en una reunión en la sede de su partido que La honradez sigue siendo la seña de identidad del PP. Junta directiva regional de su partido. Punto. No se dirá que no hace falta tener agallas, con medio partido imputado, procesado o en trance de serlo a lo largo y ancho de la geografía patria por un asunto tremebundo de corrupción. A nadie por lo demás parece habérsele ocurrido que el solo hecho de que esta marquesa guasona crea que debe decir lo que dice es seña de que no es cierto.

¿Y qué sucede cuando el político piensa que puede decir lo que quiera porque quienes lo escuchan, a su vez, no piensan o son profundamente estúpidos? El señor González Pons, en 59 segundos deja claro tajantemente que el señor Costa ha sido destituido porque es "el responsable último" del PPCV. Pues será así porque lo dice el señor González Pons pero no porque lo sea en verdad ya que el PP es un partido presidencialista en donde el responsable último es siempre el presidente mientras que el secretario general es un mandado. Para entendernos, el señor Costa es al Curita lo mismo que la señora De Cospedal al señor Rajoy. Es decir, el señor González Pons cree que su auditorio está compuesto por idiotas... o lo es él.

Hay declaraciones movidas por el viento de la irresponsabilidad y el oportunismo más alocado; tan alocado que hasta tienen gracia. El señor De Arístegui, responsable de Asuntos Exteriores del PP da ahora el visto bueno del PP a la alianza de las civilizaciones que hace veinticuatro horas no pasaba de ser una ocurrencia absurda del señor Zapatero o algo peor, una forma de entregarse al adversario. La razón del giro es que no hay giro sino que lo que ha girado es la propia alianza de civilizaciones que ha tenido una "evolución positiva". Pero no se moleste nadie en inquirir qué evolución sea esa y qué tenga de positivo porque el señor De Arístegui acaba de inventárselo.

Todo se puede superar en la vida, así que resulta en verdad sublime escuchar al señor Rodríguez Zapatero diciendo a un grupo de empresarios estadounidenses lo que se niega con tesón numantino a decir a los empresarios españoles, esto es, que España tiene que "adaptar" su modelo laboral. Obviamente el tramo que va desde decir que el mercado laboral no se toca a sostener que hay que "adaptarlo" es el mismo que va de decir que no hay crisis sino que se trata de una "desaceleración" a sostener que estamos en la peor crisis que vieron los siglos. De paso sea dicho: ya tienen los sindicatos el motivo para la movilización que están preparando.

¿Qué comunicación, qué deliberación razonada cabe con estos elementos de absoluta irresponsabilidad declarativa?

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).