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dijous, 15 de desembre del 2011

Tirar de la Gürtel.

¡Qué gran error fue adelantar las elecciones! Si no se hubiera cometido, a estas alturas, a cuatro meses de la votación en su tiempo previsto, la gente conocería el auténtico alcance de la Gürtel, se enteraría de cosas que probablemente influirían en su voto. Y eso que lo que está sabiéndose del proceso de Valencia, deliberadamente circunscrito al asunto de los trajes, en beneficio de Camps, apenas es un adelanto de lo que vendrá a continuación. En los miles de páginas de lo que promete ser un juicio devastador para el PP, se encuentra la verdad de su supuesta implicación en la trama de expolio de los caudales públicos. Al rendirse a la presión de la prensa afín al PP, Zapatero privó a los electores de la posibilidad de acudir a las urnas con una información contrastada en sede judicial sobre la forma de gobierno de la derecha. Ese ha sido su gran error estratégico en alguna medida causante de la derrota electoral del PSOE.

Porque ese juicio de Valencia es un espectáculo bochornoso. Entre conversaciones telefónicas inenarrables, declaraciones falsas, silencios reveladores, mentiras, contradicciones, pruebas incontrovertibles y pruebas imaginarias se entrevé un mundo de corruptelas, compadreos, caciquismo, clientelismo, sobornos, etc., y todo a costa de los contribuyentes que, en algún momento, recordarían que también son votantes. Es tal la aparente ciénaga de la política conservadora en Valencia -que ya apunta en dirección a Madrid, calle Génova, 13- expuesta a la luz pública que alguno de los procesados puede dar la nota.

Con la tensión que se respira en el proceso la figura de el curita y su guardarropa de lance han pasado a segundo plano. Queda la impresión de que este peculiar personaje es en realidad un pardillo que se limitaba a vestir de pollo pera mientras otros se llenaban los bolsillos o es un redomado perillán que oculta su parte alícuota en este expolio generalizado de las arcas públicas en algún secreto lugar. Es de esperar que los valencianos estén tomando nota de la altura moral de sus gobernantes, en especial ahora que, al parecer, sintonizan canales de televisión libres y no ese Canal Nou al servicio del gobierno que cosecha un hercúleo 1,7 por ciento de la audiencia a un precio prohibitivo.

Y ¿qué decir del esperado debut judicial de don Vito Correone? Repeinado, elegante, trajeado aunque sin corbata (prenda que quizá no se permita a los reclusos por temor a que se ahorquen), se ha encerrado en un silencio total, lacónicamente justificado con consideraciones de estrategia procesal.

Correa es tan mudo como en su día fue sordo Iñaki Urdangarín. Según Libertad digital, el duque de Palma se libró de la mili en los noventa alegando sordera total. De ser cierta esta información y como antiguo soldado que pudo también librarse de la mili (y por razones reales) pero no lo hizo, Palinuro recupera su desprecio por quienes recurren a falsedades para librarse de un deber que descargan sobre los demás.

El alud de informaciones sobre el Duque de Palma, aterrorizado como tiene a su regio suegro, dibuja un presunto profesional de la estafa. Por si fuera poco también Libertad digital revela que Urdangarín se valió de de una ONG para niños con cáncer para evadir capitales a Belice. Ciertamente, si alguien es capaz de estafar a la colectividad, también lo hará con sus sectores más indefensos. Es un estilo profesional. Lo mismo hizo Roldán quien, entre otros desmanes, expolió una organización de huérfanos de la Guardia Civil.

La Gürtel es proteica. Camps parece haberse entendido con Iñaki Urdangarín en detrimento de los intereses generales que debiera proteger y el Duque, ya armado caballero de la orden de la Gürtel, según dice hoy El País, se llevó un buen pellizco por ayudar a Ruiz Gallardón a que fracasara la candidatura olímpica en Madrid. La Gürtel cada vez semeja más una de esas macabras danzas medievales en las que una hilera de ciegos cogidos de la mano camina hacia el abismo dirigida por otro ciego. Sólo que aquí el ciego es un mudo.

¡Qué gran error fue adelantar las elecciones!

dimecres, 14 de desembre del 2011

Los trajes emponzoñados.

Gran parte del país está siguiendo la comparecencia de Camps y Costa en el proceso por el presunto delito de cohecho impropio. El comienzo de la Gürtel. Y es un espectáculo lamentable. Resulta comprensible que, al verse en esta situación, un hombre que lo ha sido todo en Valencia y mucho en España, ante cuyo despacho hacían cola poderosos empresarios y hasta los por entonces miembros de la familia real, el gran conseguidor para su tierra, el líder carismático que ganaba (y gana) elecciones por mayorías abrumadoras, piense que está siendo objeto de una conspiración satánica.

Pero lo cierto es que Camps está en donde está porque así lo ha querido él. Pudo no haberse relacionado con los amiguitos del alma; pudo haber reconocido que lo de los trajes fue un patinazo; pudo haberse declarado culpable y se habría ahorrado este juicio un poco esperpéntico en el que todas las pruebas lo incriminan y ninguna lo exonera. Pero le pudo su soberbia. En el clima de impunidad que había generado con su forma de gobernar creyó que todo le estaba permitido y que podría evitar o torcer la acción de la justicia y se encerró en una actitud mezcla de ataque, desprecio y disparate, que es la que ostenta ahora en sede judicial y todo ello adobado con mentiras a las que, como le recordó el juez, tiene perfecto derecho.

Desde el principio sostuvo que las acusaciones eran un montaje y es lo que sigue diciendo tan sin pruebas hoy como ayer. Decía y dice que está deseando aclararlo todo, pero se calla que hizo lo imposible para no hacerlo. Pasó dos años negándose a contestar las preguntas de los periodistas y sigue sin contestar las de la acusación popular.

Y ¿por qué no contesta? Porque, dice, no quiere "politizar" el juicio y esa acusación tiene una motivación política. Pero su defensa es puramente política, no jurídica, y hasta sus insidias contra el juez que preside llevan tinte político. Y no se hable del trato a las fiscales, a las que sólo falta que acuse de obedecer órdenes de Ferraz.

Los disparates son de igual jaez. Palinuro ha sostenido siempre que este hombre no razona como el común de los mortales, que la presión psicológica a la que seguramente está sometido por este ridículo asunto de los trajes le hace desbarrar y no medir el alcance de sus palabras. Dice que sus conciudadanos quieren que vaya bien vestido. Esta presunción puede ser cierta o no. Más parece que sus conciudadanos querrán que gobierne bien; no que vista bien. Pero, además, no se da cuenta de que, al formularla, justifica el juicio que rechaza con tanta indignación. Porque de lo que se trata es de averiguar hasta dónde estaba dispuesto a llegar para cumplir ese supuesto deseo de sus conciudadanos. ¿Al delito?

Esos trajes tienen tanta ponzoña para Camps como la túnica que tejió Deyanira para Hércules, impreganada con la sangre del centauro Neso.

La imagen es una captura del vídeo de Público.

dissabte, 10 de desembre del 2011

Los ciudadanos ejemplares.

Mañana se sentará en el banquillo, Francisco Camps, "el curita", en expresión de su amiguito del alma, Álvaro Pérez, también conocido como "el bigotes". Por cierto, ¡vaya portada la de El País! Es como una ilustración de la moral pública. Si no recuerdo mal, Camps aseguraba en una de sus primeras declaraciones no conocer a Pérez. Mentira, como se ve en la foto, salvo que consiga demostrar que se trata de un truco de photoshop y que él no estaba allí.

La Gürtel vuelve en todo su esplendor porque después del asunto de los trajes, Camps tendrá probablemente que responder de otros que han ido sabiéndose después, el último de los cuales las transacciones habidas con la empresa sin ánimo de lucro de Iñaki Urdangarín que tienen una pinta alucinante. Y, a pesar de eso, Camps, el presidente más votado jamás de la Comunidad Valenciana, por increíble que parezca, sigue disfrutando de una canonjía con cargo al erario público cuando la decencia manda que cause baja de inmediato.

La aparición del Duque de Palma como parte aparte de esta especie de corrupción levantina generalizada ha provocado una conmoción. La Corona se ha puesto nerviosa y nadie está muy seguro de lo que pueda pasar. Supongo que el nombre que Urdangarín puso a su consultoría, Noos, y con la que dio el salto al mundo de los grandes negocios, significa lo que significa, o sea, inteligencia en griego. Da la impresión de que toda la que él tiene la ha gastado en el nombre. Hacer negocios alegando ser allegado a la Casa Real y hacerlos, además, con unas administraciones públicas regidas por gente como Camps y Matas es, en verdad, ser muy inepto y no tener ni idea de cómo funciona un Estado de derecho. La cuestión gruesa es en qué medida tenía el Rey inteligencia de la inteligencia de Urdangarín. La Casa Real ha recordado que no es tal sino Familia Real y ésta sólo es la que consta en el correspondiente registro civil. Como el que no quiere la cosa, para dejar bien claro que los agnados, como Urdangarín, son de la familia, pero menos. Lo malo es que este asunto es irrelevante. De lo que se trata es de saber si el Rey tenía constancia de las supuestas andanzas de su yerno cuando éste y su esposa emprendieron vuelo a lueñes tierras. Conocimiento y qué conocimiento.

Al margen de la Casa Real (que no puede quedarse al margen por razones obvias y por más que traten de protegerla los monárquicos de derecha y de izquierda) da la impresión de que la Comunidad Valenciana lleva unos veinte años gobernada casi como el puerto de arrebatacapas, por una gente que no parece haber tenido otra finalidad que expoliar las arcas públicas ya sea en proyectos megalómanos ruinosos o en llenar los bolsillos de distintos tipos de tramas; es decir, una mezcla de paletos y despilfarradores (o, incluso, supuestos malversadores).

La paletez se ve en la mitomanía. El aeropuerto de Castellón en el que no aterrizarán aviones sino halcones, aves depredadoras, es una muestra de verdadera risa. No le van a la zaga los proyectos que ahora Fabra (el otro) quiere desmantelar, Terra Mítica, Gran Premio de Fórmula 1, Ciudad de la Luz de Alicante, las inexistentes Torres de Calatrava. Todos disparates de gente que se cree el ombligo del mundo y, en algunos casos, sin embargo, la han estafado. Seamos sinceros: ¿a qué suena esa historia de que Urdangarín obtuvo un bocado del Consell de Baleares bajo la promesa de llevar allí una etapa del Tour de Francia? ¿A que suena a aquel que quería vender a otro el Palacio de Oriente?

Y todas iniciativas ruinosas, con pérdidas de cientos de millones de euros, siempre del erario público. Cientos de millones de pérdidas en territorios en los que están recortándose la sanidad y la educación. En realidad es una forma de gobierno bastante típica de la derecha: se reducen los ingresos de impuestos, se aumenta el gasto público en despilfarros, se arruinan las arcas públicas y, como no hay dinero, se recorta el Estado del bienestar.

Lo anterior por lo que hace al paletismo, que es sorprendente, pero queda algo por decir sobre el lucro ilícito de los participantes. Además del monumentalismo kitsch y ruinoso, los expoliadores se beneficiaban directamente de los dineros públicos que la Generalitat valenciana parecía derrochar con largueza sin cuento. Si no ando equivocado, en las cuentas de unos siete millones de euros de coste de la visita del Papa Bendicto a Valencia en 2006, faltan unos dos millones y pico que se han evaporado por el camino de la foto que el Curita deseaba hacerse con su superior supremo.

Pues bien, todo este mundo de presidentes autonómicos, diputados, consejeros, cargos, empresarios, gestores de aguas fecales, beneficiarios de contratas de reciclaje de basura, empresas de organización de eventos, subcontratistas y apandadores en general, está sembrado de políticos ejemplares, como Fabra, ciudadanos no menos ejemplares delante o detrás o al lado de los cuales promete estar Rajoy, como Camps. Gente intachable, modélica, gente bien de toda la vida, gente como Dios manda, gente de derecha que gana elecciones por mayoría abrumadora.

divendres, 2 de desembre del 2011

Estado de corrupción.

En la escala de corrupción percibida que elabora anualmente Transparency International España aparece en el informe de 2011 en el lugar 31 de 183 países en el mundo, en el 17 en Europa occidental y en el 14 de la Unión Europea. Un puesto muy poco satisfactorio. Con una puntuación de 6,2, estamos muy por encima de Italia (3,9) y Grecia (3,4), pero muy por debajo de Dinamarca (9,4), Finlandia (9,4) o Suecia (9,3). Un juste milieu nada honroso.

Es una fortuna que el índice mida la corrupción percibida por la ciudadanía, pues si pudiera medirse la objetiva a lo mejor estábamos más abajo. Porque es un hecho que, en contra de lo que Palinuro siempre quiere creer, la corrupción no pasa factura en las elecciones, algo verdaderamente insólito. Es lógico que, si la ciudadanía no tiene en cuenta la corrupción a la hora de votar, su percepción sea extraordinariamente benévola. Al dar a su país un magro 3,9 probablemente los italianos son más realistas que los españoles.

¿Cómo explicar que el PP obtenga una abrumadora mayoría de votos en la Comunidad Valenciana que está literalmente anegada en (presunta) corrupción que afecta de lleno al PP? Su expresidente Camps responde desde el banquillo en unos días por el inenarrable asunto de los trajes de la Gürtel y hay multitud de cargos políticos implicados en un sinfín de casos penales. Al expresidente de la diputación de Castellón, Fabra, el Tribunal Supremo lo ha puesto de nuevo en manos de los jueces, de quienes estuvo a punto de librarse no por ser declarado inocente sino porque sus supuestos delitos hubieran prescrito. Al parecer Fabra achaca sus golpes de fortuna al hecho de que le toca la lotería casi sistemáticamente, lo cual explica porqué no nos toca a los demás. La suerte está del lado de Fabra. Estaba porque, al fin, van a juzgarlo por delitos contra la Hacienda Pública, que están acompañados de otros no menos vistosos como tráfico de influencias o cohecho continuado. Una joya el, por ahora, último vástago de una dinastía de Fabras casi tan antigua en la Diputación de Castellón como los Borbones en el trono de España. Casualidad tan maravillosa como que le toque la lotería casi siempre.

Lo anterior puede parecer de cine de humor, de película del napolitano Totó que, por cierto, era un príncipe, de verdadero nombre Antonio Focas Flavio Angelo Ducas Comneno De Curtis di Bisanzio Gagliardi. Pero no es nada comparado con la historia del aeropuerto de Castellón, obra emblemática de Fabra que éste inauguró del brazo con Camps, explicando que era un aeropuerto sin aviones. Eso es algo más surrealista que la pipa de Magritte según el cual la pipa no era una pipa; el aeropuerto no es un aeropuerto. Pero resulta que sí es un aeropuerto y cuesta una millonada. Es decir, ¿no es también un delito? ¿No es malversar dineros públicos?

Lo del aeropuerto castellonense queda chiquito junto al saqueo de los caudales públicos que, al parecer, perpetraron cargos del PP al frente de una empresa, Emarsa, muy simbólicamente dedicada al tratamiento de aguas fecales y que sufragaba los más costosos caprichos de los tales cargos, desde viajes de lujo hasta francachelas diversas. Seguramente para expiar esta vida de licencia y molicie, las autoridades valencianas propiciaron y financiaron en 2006 una visita del Santo Padre Benedicto XVI quien vendría cargado de indulgencias. Por el camino se se esfumaron al parecer 3,8 millones de euros de un total de 7,4 millones que costó la visita papal al erario público. Más de la mitad de la pastuqui volatilizada y perdida se presume que en los bolsillos de los caballeros del Santo Gürtel.

En esa atmósfera de densa corrupción, no sería de extrañar que el yerno del Rey, marqués de Palma o algo así, se hubiera contagiado de las costumbres locales. Debió de haber un tiempo en el mundo empresarial levantino y balear en que regía la máxima de ¡tonto el último!. Lo malo de Urdangarín es que esté relacionado con la Casa Real y aparezca también presuntamente implicada la infanta Cristina. Mala cosa para la Monarquía española.

Pero es un asunto que pertenece a otra entrada. En ésta se trata de reseñar que el estado de corrupción es el normal en España (recuérdese, número 14 en la UE, por detrás de Estonia y Chipre). Pero que sea normal no lo hace menos indignante. Por su naturaleza la corrupción afecta a empresarios, funcionarios y cargos políticos. Estos últimos carecen de toda legitimidad a la hora de pedir a la gente que se sacrifique, que pierda sus exiguas rentas, que ceda parte de sus bajos salarios.

Así pues la señalada tolerancia frente a la corrupción presenta rasgos de masoquismo colectivo. Puesto que hemos de hacer sacrificios, preferimos que nos los impongan los que se libran de ellos fradulentamente. La corrupción y los recortes son como las guerras: los que las declaran nunca van a ellas.

dimarts, 26 de juliol del 2011

Gürtel y el listón de Camps

El cadáver de la Gürtel sigue ocupándolo todo y no hay Faisán ni ERE que pueda ocultarlo. Se trata de un buen puñado de imputados del PP en una compleja trama de presunto saqueo de las arcas públicas en connivencia con unos empresarios sin escrúpulos y otros que parecen haberse hecho empresarios sólo para delinquir. Y los presuntos delitos son verdaderas filigranas de malversaciones, cohechos, fraude de ley, etc, etc que, según vayan siendo más conocidos, tienen que causar un fuerte rechazo social. Eso de que la corrupción no pasa factura no es conclusión muy fiable porque contradice el sentido común. Por lo demás, una cosa es hablar de corrupción en abstracto y otra enterarse de que Fulano, Mengano y Zutano se han llevado tantos cientos de miles o millones de la visita del Papa, sobre todo ahora que el Papa está a punto de volver a España, a Madrid, otra comunidad-territorio Gürtel. En cuanto Fabra, el nuevo presidente de la Generalitat valenciana, haga real su promesa de publicar los contratos con la Gürtel habrá nombres, rostros, hechos que van a dar para mil historias.

También cuando no se habla de la Gürtel en el fondo se habla de la Gürtel. Por ejemplo, Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, asegura que Camps ha puesto el listón muy alto. ¿Qué listón? Camps parece haber mentido durante dos años, ha dilatado el proceso lo que ha podido, ha pretendido salvarse judicialmente mediante una especie de plebiscito, ha dimitido a regañadientes y lo han echado de un puntapié dado que primero admitió y luego denegó su culpabilidad.

Así que ¿qué listón? Camps deja una Comunidad hipotecada y un partido minado por la corrupción. ¿Está el listón aquí? ¿En dónde está el listón? ¿En los aspectos morales? ¿El aguante de Camps frente al Estado policía del PSOE? ¿Frente a la conspiración judeomasónica? ¿O bien está en la capacidad de sacrificio del mártir Camps en pro de los intereses del PP y para que Rajoy sea presidente? A su vez, Camps dimite como presidente, pero se queda de diputado autonómico; es decir, dimite pero no mucho o dimite pero no dimite. O dimite, pero sólo un poco, como diría Gila. ¿De qué listón habla Feijóo?

En el partido de Rajoy han acabado dándose cuenta de que, al no aceptar su culpabilidad, el taimado Camps (a) El Curita va camino del banquillo hacia octubre, en el peor momento posible para las fortunas electorales del PP y en período en el que, probablemente, en el PP de la Comunidad valenciana estarán tirándose los trastos a la cabeza, casi como si fueran del PSPV. Muy ágiles los estrategas de la derecha pero esto ya lo decía Palinuro hace unas fechas en El final de la escapada, en donde además aventuraba un calendario. Rajoy tiene el verano para convencer a Costa y a Camps de que acepten su culpabilidad y se evite así el banquillo. En ambos casos está difícil; en el de Camps porque, en cuanto éste acepte su culpabilidad, su carrera política se habrá acabado por más que Rajoy diga que es tan grande como Alejandro, Aníbal, César y Napoleón juntos.

El listón de Camps, en realidad, está aquí, en cuánto tiempo tardará en pasar de Molt honorable a preso nº 9.

(La imagen es una foto de Partido Popular Comunitat Valenciana, bajo licencia de Creative Commons). En ella están Cospedal, Camps, González Pons y Rajoy. Son dignos de análisis los gestos de los cuatro.

divendres, 22 de juliol del 2011

Gürtel obnubila.

Todo el mundo sabe que los trajes de Camps no son más que la punta del iceberg de la Gürtel y el más o menos conexo caso Brugal que encierran entre sus legajos una historia siniestra, una presunta trama de corrupción generalizada que implica a empresarios diversos, con il capo Correa en la cúspide, dando las órdenes, y algunas decenas de cargos públicos del PP en todos los niveles de la administración, especialmente en Valencia. La Gürtel no es sólo el cadáver que ocupa todo el escenario sino también un estado de espíritu. La derecha está como gürteleada y ve su futuro procesal y penal muy negro. Son muchos los millones de euros dilapidados, malversados, ilegalmente apropiados, arbitrariamente adjudicados, defraudados y muchas las personas imputadas. Una docena de ellas puede ir a la cárcel.

Esa perspectiva obnubila de tal modo a los dirigentes del PP que les hace perder la cabeza y hablar contra el sentido común y lo que la gente está viviendo en directo. Dicen que la dimisión de Camps es ejemplar. Será así si por ejemplar entendemos la degollación del Bautista, pongamos por caso. ¿Ejemplar? El dimitido presidente lleva dos años presuntamente mintiendo a la ciudadanía, aferrado al sillón, dilatando el proceso, pretendiendo revalidar su cargo al contraponer los votos de los ciudadanos a las decisiones de los jueces. Su dimisión se ha producido a regañadientes pues por la mañana había hecho saber que se declaraba culpable, pagaba la multa, se ahorraba el juicio y seguía de presidente de la Generalitat. Es decir, ha dimitido porque no le quedaba más remedio y en contra de su voluntad.

¿Qué tiene eso de ejemplar?

Por supuesto, nada. De lo que se trata es de valerse de ella para pedir en justa compensación que dimita Rubalcaba por el caso Faisán en el que no está imputado. No se va a reconocer que la dimisión de Camps es ignominiosa porque se pierden puntos dialécticos. Igualmente, pedir la dimisión de Rubalcaba es absurdo pero eso tampoco importa ya que lo que se busca es hacer a un lado el tema Camps (que es tema Gürtel) y poner en su lugar el Faisán. Lo que se busca es condicionar el tema del debate público.

Pero para eso hace falta tener algo más noble, menos infame que ese caso en el que se pretende procesar por colaboración con banda armada a los policías que llevan toda la vida luchando contra ETA y casi han conseguido vencerla. El asunto es tan indignante para todo el mundo que el PP se ve obligado a recurrir a la demagogia para disimularlo y así Sáez de Santamaría pide a Rubalcaba que dimita y no se esconda tras los policías, que el fondo cumplían con su deber. Cuando es el mismo PP el que los ha denunciado.

No, así no se condiciona debate público alguno ni puede ocultarse el caso Gürtel. Además, ni siquiera cabe recurrir a esa inmoralidad tan frecuente de decir que, bueno, la Comunidad valenciana está impregnada de Gürtel pero véase qué prosperidad deja Camps. No es así: la Comunidad valenciana tiene medio millón de parados y la mayor deuda de las Comunidades Autónomas y la prestación de servicios sanitarios y educativos es muy deficiente. ¿Cómo no va a hablarse de la Gürtel? Hay que averiguar quién se lucró con la visita del Papa y en cuánto, quién y en cuánto por las contratas de basuras, la calificaciones, recalificaciones, licitaciones; a cuánto ascendían los porcentajes y corretajes de las múltiples actividades económicas de la Generalitat, las concesiones, las adjudicaciones, las subvenciones; qué parte de esos fondos defraudados al erario público ha ido presuntamente a financiar ilegalmente al PP y qué mordidas ha sufrido por el camino.

La Gürtel ha entrado en la etapa del espectáculo y, frente a éste, lo del Faisán es demasiado ruin.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 21 de juliol del 2011

El final de la escapada.

Con algo de retraso sobre lo que había vaticinado Palinuro, un incorregible optimista, el cadáver ionesquiano de la Gürtel que ocupa todo el escenario, ha devorado ya su primera víctima, Camps, el triunfador de las recientes elecciones autonómicas. Definitivamente demostrado: las mayorías electorales no sirven de nada ante los tribunales de justicia. El intento populista de tapar la boca de los jueces con puñados de votos ha fracasado. Tomen nota quienes estén tentados de seguir tan desatinado ejemplo. El Estado de derecho funciona.

A propósito, enhorabuena a Ángel Luna, portavoz parlamentario del PSOE en la Comunidad valenciana quien, a causa de su rectitud y sentido del deber, fue el primero en comparecer como denunciado ante la justicia. Una situación absurda provocada por las mañas leguleyas de quienes, no pudiendo defender la justicia de su causa, recurren a triquiñuelas para enredar los asuntos y obstaculizar los procedimientos. Luna es un hombre honrado y cabal y Camps, por lo que parece, no. No todos los políticos son iguales, aunque esté de moda decirlo. De moda y en interés de algunos, singularmente de los políticos corruptos.

Pero Camps no sería Camps si, incluso en momentos cruciales para él, no optara por la decisión más delirante. Dimite de la presidencia de la Generalitat y la del PP de la Comunidad Autónoma, dice, como sacrificio que hace para coadyuvar a que Rajoy sea el próximo presidente del gobierno español. Pero no acepta los cargos, como han hecho ya dos de los cuatro imputados en esta escaramuza procesal de la Gürtel, con lo cual tendrá que sentarse en el banquillo de todas formas en el mes de octubre, más o menos, en precampaña, quizá campaña electoral. Él seguirá siendo Camps y la Gürtel volverá a ocupar todo el escenario. Si eso es coadyuvar a que Rajoy gane las elecciones, ¿qué haría este hombre si quisiera que las perdiese?

La decisión de Camps es tan absurda como todo lo que ha hecho en su condición de presidente, pero ahora es más visible porque todas las miradas del país están puestas en él. Ahora empieza a percatarse la opinión de que un individuo que hace cosas absurdas, disparatadas, quizá no esté del todo bien de los nervios, por decirlo con delicadeza. El mero hecho de la dimisión, tan contrario a la acrisolada doctrina numantina del "aquí no dimite nadie", supone un descalabro político de primer orden. Sobre todo porque se produce al cabo de una mañana, probablemente de antología en los órganos superiores del PP, en la que trascendió que Camps pensaba declararse culpable, pagar la multa y seguir como presidente de la Generalitat bajo la advocación de San Vicente Mártir, patrón de Valencia, con quien ha empezado a indentificarse al decir que se ha "sacrificado" como la víctima propiciatoria del temible dios de las elecciones. Pasar luego de querer declararse culpable a sostener a voz en grito su inocencia en tres cuartos de hora indica claramente que hay algo en las constantes psicológicas o caracteriológicas del personaje que no funciona bien y, de paso, que la supuesta astucia procesal de ese pintoresco muñidor que es Federico Trillo recuerda mucho las habilidades del inspector Clouseau.

Si es inocente, ¿por qué dimite? Para un inocente, comparecer ante la justicia cuanto antes es una garantía: prueba su inocencia y vuelve al tajo sin mayor quebranto. Cabría pensar que se ha tratado de un arrebato según el cual ha dimitido porque está harto del acoso a que lo han sometido quienes quieren verlo una madrugada boca abajo en una cuneta, pero la justa indignación lo lleva a proclamarse inocente. El problema es que no es un impromptu sino una situación que dura ya dos años en la que, desde el comienzo, se acusó a Camps de recibir trajes de regalo de una trama corrupta y durante dos años Camps lo ha negado, afirmando que se los paga, afirmando asimismo que arde en deseos de demostrarlo ante los tribunales pero dilatando cuanto ha podido el proceso y negándose a declarar cuando se le invitó a ello ante un juez. Dos años mintiendo es más de lo que una carrera política puede aguantar. Incluso en España, en donde se dan casos pintorescos, como el de un Jesús Gil, alcalde o un Ruiz Mateos, eurodiputado. Claro que en otros lugares tienen a un Berlusconi de presidente del Consejo de ministros; pero ese es otro tema.

Así que Camps dimite para ayudar a Rajoy y lo primero que hace es garantizar que se dé aquello que el mismo Rajoy trataba de evitar a toda costa: que se celebre la vista oral pública por presunto cohecho impropio contra el dimisionario en periodo electoralmente sensible. Porque si Camps cree que hay alguna diferencia entre un juicio a un presidente y un juicio a un expresidente por lo que hizo durante su presidencia es que no se entera. En cuanto comparezca ante el jurado, será primera de todos los periódicos y las televisiones abrirán con él; como sucederá cuando haya sentencia. De forma que con esta decisión de "me voy pero me quedo" Camps ha acabado de liarla y ha conseguido que haya no una sino dos condenas, la de ayer con la dimisión en lo político y la que recaiga con las decisión de la justicia en lo jurídico. No hay duda, un acierto al estilo Camps.

Entre otras cosas conviene no olvidar que este asunto de los trajes es la punta del iceberg, el aperitivo de un supuesto gran baile de los corruptos. Aún queda por salir a la luz el mundo de presunta corrupción que está escondido en la Gürtel y uno de cuyos centros más importantes radicaba en Valencia donde se supone que se han perpetrado delitos hasta con la visita de Su Santidad hace unos años. Quien crea que la devoción religiosa es un antídoto contra la corrupción va listo. ¡Con decir que al presunto mando político de este desaguisado lo llamaban el curita!

Sí será mejor olvidar las declaraciones de sus compañeros de partido que sostenían la inocencia del maltratado presidente quien a las 14:00 horas mandaba decir que reconocería su culpabilidad como habían hecho dos de los cuatro imputados. ¿Puede un inocente ser culpable? Sólo por la misma vía por la que María es madre y virgen al mismo tiempo, esto es, por intercesión divina. De no ser así, la situación resultaba surrealista el modo del célebre esto no es una pipa de Magritte. Y conste que me niego a recurrir a la comparación fácil de Camps con un cadáver exquisito porque cadáver, desde luego, pero exquisito... Si fuera cursi sería otra cosa.

En fin, Rajoy tiene todo el verano para convencer a Camps de que se declare culpable en pro del triunfo electoral. Y lo mismo a Costa, lo cual es aun más difícil porque éste está imputado en el sumario de la Gürtel, cosa que no sucede con Camps, y no es muy recomendable presentarse en una causa viniendo ya condenado de otra. Duro trabajo el de Rajoy. La Gürtel no da tregua. Una supuesta trama de delincuencia organizada para el saqueo de las arcas públicas en beneficio de unos cuantos empresarios y una serie de cargos públicos del PP corruptos que afecta a la estructura misma de ciertas administraciones. Querer gobernar España teniendo en casa ese pandemonium es realmente curioso.

dimecres, 20 de juliol del 2011

La dimisión del corrupto.

Camps no dimite porque sea un sacrificado por el bien del partido, ni porque haya una campaña contra él, ni porque no quiera fastidiar las elecciones a Rajoy, ni porque esté injustamente procesado en un procedimiento en el que no haya pruebas contra él. Nada de eso.

Camps dimite porque es un mentiroso, un presunto corrupto y un supuesto delincuente y porque lo han pillado y no puede evitarlo. Se ha aferrado al cargo como una lapa y se ha ido cuando no le queda más remedio. Lo demás son cuentos chinos de este pájaro.

Un pájaro que ha pasado los últimos dos años negándose a hablar, a contestar a las preguntas de la prensa, criminalizando a la oposición, injuriando al Gobierno del Estado, amenazando y mintiendo. El paradigma de un indeseable en el gobierno de una comunidad en el que, como se verá cuando se substancien los procesos de la Gürtel, parece haber estado al frente de una trama organizada de delincuentes que se enriquecían saqueando las arcas públicas, defraudando a todo el mundo, engañando, malversando e impidiendo que hubiera el mínimo control sobre sus fechorías.

Ahora sólo falta que lo acompañen en el camino de la ignominia todos los corruptos que estaban por debajo de él en Valencia y los que están por encima de él en el Estado, todos los cuales son un buen puñado de cargos del PP.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

El corrupto caciquismo valenciano.

José Antonio Piqueras es un académico, un concienzudo historiador, con una apreciable obra, y un intelectual comprometido con el espíritu democrático de una sociedad abierta en un Estado de derecho de orientación progresista. Un género en franco retroceso en nuestras universidades. En esta ocasión presenta un estudio riguroso, plenamente documentado en fuentes incuestionables, del estado de la democracia en la Comunidad Autónoma valenciana (José Antonio Piqueras/Francesc A. Martínez/Antonio Laguna/Antonio Alaminos (2011), El secuestro de la democracia. Corrupción y dominación política en el España actual, Madrid, Akal, 255 págs.). Es una radiografía meridiana de una realidad y un tiempo (los gobiernos de mayoría absoluta del PP en el antiguo Reino de Valencia) apoyada en tal cantidad de pruebas y datos que imagino la obra servirá de referencia en cantidad de trabajos posteriores.

Piqueras forma un equipo con dos profesores de periodismo y un catedrático de Sociología Matemática para dar una imagen completa, compleja, muy bien trabada, de una realidad que pone los pelos de punta. Y el momento de la aparición no puede ser más oportuno: la noticia del procesamiento de Camps por presunto delito de cohecho impropio forma el contexto más adecuado a esta obra. Y, como la realidad siempre supera la ficción, incluso la muy adusta y documentada de la academia, el colofón sería (y puede que sea) una comunidad autónoma presidida por un menda embustero y delincuente.

Piqueras explica que la Comunidad Autónoma valenciana está gobernada sobre dos principios estructurales, la corrupción y el clientelismo que, por supuesto, son complementarios. Quien dice la una, dice lo otro. En cuanto a la corrupción, el autor ha seguido hasta en sus menores detalles las peripecias de colusión entre empresas de la trama Gürtel y la administración autonómica, las maquinaciones, las falsedades, las licitaciones manipuladas. Todo un cuadro de una administración entregada a la tarea de saquear las arcas públicas en provecho de una trama delictiva y beneficio de personas concretas en puestos políticos; una retahíla de enchufados, parientes, recomendados, todos en un baile del do ut des, de favores y contrafavores, una verdadera mafia.

En cuanto al clientelismo, basta mencionar el caso paradigmático, que también recuerdan algunos de los otros autores, del presidente de la diputación de Castellón, Carlos Fabra. Desde la Restauración hasta la democracia actual, pasando por el franquismo, siempre ha habido un Fabra en la Diputación. Una dinastía de este tipo, siendo plebeya, sólo puede perpetuarse a base de contar con suficientes relaciones clientelares. El clientelismo, por lo demás, reproduce incluso el régimen de cesantes de la Restauración, sólo que dentro del PP. Los campsistas han laminado a los zaplanistas, grupos clientelares, perfectamente caracterizados por el término unamuniano de fulanistas. ¿Diferencias entre los seguidores de Zaplana (aupado en uno de sus primeros puestos de mando con la ayuda de una trásfuga del PSOE desde entonces enchufada del PP) y los de Camps? Ninguna salvo las gentes concretas a quienes benefician con su forma corrupta de entender la política.

¿Cómo se ha llegado a esa situación? Porque el PP ha conseguido articular un discurso muy popular en Valencia y ha enganchado con las masas, como demuestra Alaminos en su capítulo. Documenta empíricamente la transferencia del apoyo electoral del PSOE al PP a través de tres etapas (1986-1990, 1991-1995 y 1996-2000), coincidentes con el predominio del PSPV, la intermedia de transición y las mayorías absolutas del PPCV que, según observa, no han hecho sino incrementrarse con la transitoria moderación de 2004. Eso se ha conseguido elaborando un discurso de gran aceptación en dos ejes de fractura, el de la ideología o el pragmatismo y el del nacionalismo o regionalismo. El PP se dibuja así como un partido atrapalotodo, pragmático y regionalista, capaz de exprimir hasta la última gota de jugo de la concepción de lo nuestro frente a lo ajeno, el socialismo o el catalanismo. Hasta la propia corrupción, omnipresente, acaba en cierto modo tolerada. Un discurso tan potente que hace que la gente ignore la manifiesta incompetencia gestora de Camps y su equipo. Aunque el autor no lo dice, cabe recordar que esta identificación del todo (Valencia) con la parte (populares valencianos) es la metonimia fascista típica.

Este discurso con tanta audiencia consigue imponerse merced a una política de medios de comunicación partidista, manipuladora, censora, que es la que analizan Martínez y Laguna en sus dos trabajos. Entendiendo perfectamente la importancia de los medios a la hora de propiciar al electorado, Zaplana en primer lugar y posteriormente Camps, han intentado imponer un verdadero régimen de medios al estricto servicio del partido en el poder. El grado de partidismo pro PP del Canal Nou es conocido. De hecho, este canal no dio la noticia de que Camps tendrá que comparecer como acusado ante un jurado popular. La manipulación, el engaño, la abierta mentira (algo en todo similar a lo que hace Telemadrid), junto a la provocación y la propaganda es el modelo televisivo valenciano. Todo eso con el dinero de los mismos contribuyentes a los que se estafa de forma tan elegante como ruinosa ya que la audiencia de esta televisión está ligeramente por encima del siete por ciento. En realidad se trata de un aparato de agit-prop con unos periodistas pagados espléndidamente por contribuir a este coro que canta las excelencias de un gobierno de corruptos. El control de los demás medios, radio y prensa (a través de subvenciones y publicidad institucional) es igualmente asfixiante.

Ese control, unido a la existencia del discurso propio, permite a los medios recurrir sistemáticamente a la agenda setting e imponer de ordinario sus "marcos" discursivos,(frames) en la visión de Lakoff. Por otro lado, el PSPV, atrapado en sus contradicciones y luchas internas y en una situación discursiva muy incómoda, no es un adversario que deba preocupar a la derecha. Esta tiene todavía bastante cuerda porque siempre puede echar mano de socialistas desafectos o que dependen de ella para su supervivencia económica con los que sembrar la rivalidad y el desconcierto en el otro campo, como se muestra con el lamentable caso de Antonio Asunción quien, al parecer, se ha prestado a una maniobra de provocación y escisión movida desde la derecha.

En Valencia se ha consolidado una cultura política caracterizada por el populismo, la corrupción, la delincuencia organizada, el panem et circenses, el saqueo del erario público, el abuso de poder y la aniquilación del adversario.

Algo que, con el tiempo, puede extrapolarse al conjunto de España.

diumenge, 17 de juliol del 2011

Gürtel: el derecho, la política y la moral

El principio de autoridad se ha roto en la Comunidad Autónoma valenciana. La autoridad basada en la integridad moral, el servicio y la competencia. Camps ha mentido durante dos años al asegurar que pagó unos trajes que ahora reconoce haber recibido regalados. De esa contumaz mentira se siguen dos conclusiones: a) los regalos pudieron hacerse con fines ilícitos, por ejemplo propiciar la voluntad del presidente obsequiado para que posibilitara la realización de actividades lucrativas ilegales de terceros; b) quien engaña a los ciudadanos en materia de regalos puede hacerlo en todo lo demás.

Autoridad moral, pues, ninguna. Pero tampoco servicios o competencia. La gestión de Camps (en general del PP) ha sido ostentosa, cesarista, rimbombante con actividades carísimas de prestigio (Fórmula 1, visita del Papa, Terra Mítica) pero con desatención a los servicios sociales que son el meollo del Estado del bienestar y con el mayor déficit de todas las Comunidades Autónomas.

El presidente Camps, pendiente de comparecer ante un jurado popular, no es más que la cabeza visible de un entramado presuntamente delictivo de empresas y cargos públicos del PP que se extiende por toda la Comunidad Autónoma, dedicada al saqueo de las arcas públicas para el enriquecimiento personal de unos y otros y la presunta financiación ilegal del partido. Esta financiación pone al PP muy por delante del PSOE en medios y explica lo abrumador de su voto.

Pero Camps se niega a dimitir y, según parece, cuenta con agotar su mandato aunque lo condenen. Desde un punto de vista jurídico y político esto es posible. No hay procedimiento alguno para obligar a dimitir a un presidente autonómico por clara que sea su implicación y aunque medie una decisión condenatoria siempre que no implique cárcel y/o inhabilitación para cargo público. Cosa insólita, desde luego, pero posible.

Federico Trillo, responsable de Justicia del PP, parece estar siguiendo el proceso y articulando la defensa de los implicados en el caso Gürtel, no con el fin desinteresado –que debe presumirse en todo representante democrático que asesore procesalmente- de facilitar la acción de la justicia para que ésta se imparta sino con el muy interesado de sacar indemnes a los diputados de su partido con independencia de cualquier otra consideración. La norma de oro que parece estar aplicando es la que le dio a él un resultado óptimo cuando consiguió salir intacto de un proceso por la muerte de sesenta militares españoles en el que fueron condenados sus subordinados. La norma es: aquí no se dimite pase lo que pase.

Norma que Camps se aplica a rajatabla. Obviamente los escrúpulos morales, los remordimientos de conciencia pasan a segundo plano como suele suceder con estos católicos devotos que saben tienen el perdón ganado de antemano. Al fin y al cabo es lo que hace la misma Iglesia cuando, por ejemplo, oculta la plaga de pederastia en su seno o silencia la operación de expolio de los bienes del común en toda España al amparo de las reformas legislativas de la era Aznar y que equivalen a una contradesamortización.

A falta de mecanismos jurídicos para poner coto a comportamientos ilegales tan generalizados, es preciso ver si los hay políticos. El más obvio es el recurso a la organización nacional del partido al que pertenecen los imputados valencianos, esto es, el PP. Este partido dispone de dos códigos de buenas prácticas (uno de los años noventa y otro muy reciente) ambos inoperantes puesto que no se han aplicado nunca por más que ha habido razones para hacerlo. Es decir, tampoco hay solución política.

El silencio de la dirección nacional del PP ante el caso Camps, que tanto contrasta con su alboroto en otros, es muy llamativo. El PP deja claro con él que convivirá con la corrupción que haya y la que pueda revelarse de aquí a las elecciones, la relativiza y la minimiza. Espera que los ciudadanos lo voten a pesar de todo como partido de gobierno, soslayando la corrupción y haciendo hincapié en la época de bonanza económica de los años 1996-2004, que se atribuye.

Aquí no sirve de nada razonar, como hace el PSOE, que aquella bonanza fue el origen de la catástrofe actual porque esta es una cuestión hipotética y especulativa. Lo interesante, a juicio de Palinuro, es dejar en claro la intencionalidad subyacente al discurso del PP en la opinión pública y que viene a decir: lo esencial es la prosperidad y el empleo al precio que sea y la corrupción es una baja colateral, lamentable pero de segundo orden. Este es el único argumento que puede explicar el hecho incontrovertible de que los graves indicios de corrupción no pasen factura electoral, como suele decirse.

La alta expectativa de voto del PP proviene de su gran habilidad al haber trasladado a la ciudadanía el peso de un juicio moral que él se niega a hacer en la seguridad de que aquella tampoco lo hará. La idea de vivir en una sociedad pobre pero justa es menos atractiva que la de hacerlo en una injusta pero que sea rica. Y eso, querid@ lector@, nos afecta a todos.

(La imagen es una foto de Partido Popular Comunitat Valenciana, bajo licencia de Creative Commons). En ella están Cospedal, Camps, González Pons y Rajoy. Son dignos de análisis los gestos de los cuatro.

dissabte, 16 de juliol del 2011

¿Por qué no dimite Camps?

El Curita se sentará en el banquillo en el otoño acusado de cohecho impropio a causa de los trajes que presuntamente le regaló la trama Gürtel con el fin de que facilitara sus maquinaciones delictivas. Camps lleva dos años negando los regalos y afirmando que él paga sus trajes. Habiendo aparecido pruebas irrefutables de que esto es falso ha admitido que hubo tales regalos pero que no se hicieron al presidente de la Generalitat (él), sino al del PP de la Comunidad Valenciana (también él), lo que es una triquiñuela irrisoria porque aunque se tratara de un caso de desdoblamiento de la personalidad como el del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, hay una sola unidad de imputación: él, que es lo uno y lo otro.

¡Dos años mintiendo a todo el mundo, al electorado, a las cortes valencianas, al juez, al presidente de su partido y hasta a su “amiguito del alma” que parece ser el que le regalaba los trajes! Se descubre así que su silencio frente a las preguntas de los periodistas, con el que además negaba el derecho de la gente a la información, era el silencio del mentiroso. Y, aunque un acusado pueda mentir en su defensa, un presidente no puede hacerlo y lo que corresponde es que dimita ipso facto. Es más, tendría que haberlo hecho mucho antes.

Y ¿por qué no dimite? Estamos acostumbrados a que, cuando un político inculpado en un proceso judicial renuncia a su cargo, aduzca dos razones: que lo hace a) para estar más libre en la demostración de su inocencia; y b) para no causar más daño a su partido. Si Camps no dimite es porque: a) sabe que no puede probar su inocencia y trata de obstaculizar el procedimiento valiéndose de su cargo como viene haciendo desde el comienzo, mientras afirma lo contrario; b) sabe que su caso no es más que la punta del iceberg de una presunta trama de corrupción cuasi mafiosa que afecta a todas las administraciones públicas de la Comunidad, un iceberg que puede hacer que su partido se hunda como se hundió el Titanic.

Esa preocupación la comparte mucha otra gente en el partido de la derecha. Así se explica que el responsable de Justicia del PP, Federico Trillo, interviniera personalmente en el asunto, yendo a visitar al jefe de la empresa que fabricó los fementidos trajes. Tres días después de la visita, el informático de la empresa recibía la orden de falsificar unas facturas que se referían precisamente a Camps. Es posible que entre la visita y la orden no haya relación de causa-efecto, que sea una pura coincidencia y que Trillo hubiera ido sólo a hablar del tiempo con el jefe, pero también es posible lo contrario.

Igual que la actual portavoz del Gobierno valenciano, antigua responsable de la RTV valenciana, quien viene a decir que el pueblo, al votar a Camps el 22 de mayo, lo ha absuelto con anterioridad y, por lo tanto, no ve razón para que dimita. Es obvio que no la verá si mira en la RTV valenciana porque, según ésta, Camps no se sentará en el banquillo. Igual también que el inimitable presidente de la diputación de Castellón, Fabra, para quien el procesamiento de Camps es una “payasada” (y debiera aclarar si llama payaso a Camps o al juez) y que el presidente es inocente porque goza de toda su confianza, con gran generosidad pues no es sentimiento del que ande sobrado cuando se aplica a él. O la no menos pintoresca alcaldesa Rita Barberá, un vestigio del tardofranquismo, que encuentra inicuo que se procese a un hombre honrado y no a unos pillastres como los de Bildu.

¿Qué revela esta defensa numantina y el silencio de las altas esferas del PP? Lo que decíamos antes, el temor a que estos trajes sean la punta del inmenso iceberg de la presunta corrupción del PP que afecta no solamente a docenas de cargos del partido, sino al conjunto de éste en la medida en que se pruebe que ha habido delito de financiación ilegal del partido. Porque si el PP paga sus mítines como Camps pagaba sus trajes, los jefes deberán asumir su responsabilidad.

Palinuro publicó ayer un artículo en Público (La punta del iceberg valenciano), en el que sostenía este punto de vista. Con más espacio explica ahora que así se demuestra en un concienzudo estudio que acaban de publicar los profesores Piqueras, Martínez, Laguna y Alaminos de la Universidad valenciana (El secuestro de la democracia. Corrupción y dominación política en la España actual) y del que dará cuenta en un par de días. En ese libro se narran con pelos y señales las maquinaciones de varios empresarios con decenas de cargos supuestamente corruptos del PP.

En última instancia Camps no dimite porque piensa que los mandos de su partido no pueden afrontar una situación en la que la presidencia de la Generalitat quedara vacante y la dirección en pleno del PP de la Comunidad valenciana fuera sustituida por una comisión gestora lo que daría lugar a una situación insostenible en Valencia, con una posible escisión del partido. La culpa, en definitiva, es de esta dirección por sancionar la presentación de Camps a las pasadas elecciones. Y no será porque no se le advirtiera desde todos lados que era una decisión suicida. Agarrarse al cadáver de la Gürtel puede acabar convirtiendo en cadáver al partido entero.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 15 d’abril del 2011

Gürtel quiere listas secretas

Media España pide listas abiertas pero el candidato Camps, sospechoso de haber cometido un puñado de delitos, quiere que sean no ya cerradas sino secretas, que la canallesca no informe sobre los que las integran, esto es, que la gente vote sin saber a quién vota. Y para ello pide censurar cuatro cadenas de televisión, TVE, la Cuatro, Tele5 y la Sexta para que no hablen de lo que le incomoda. En realidad, dicen sus amigos, sólo pretende que las cadenas no relacionen el término corrupción con las listas del PP valenciano. Es decir, entiendo, que las cadenas pueden nombrar a los imputados en las listas del PP pero no decir qué se les imputa. Posición poco perspicaz porque, con la guasa que se gasta el personal, puede acabar diciendo que no están imputados por corrupción sino por trata de blancas, tráfico de órganos o asesinato. El primer derecho que tiene todo acusado es a que se le diga de qué se le acusa. Un derecho que los acusados comparten con el público en general porque el ámbito penal es esencialmente público.

La dirección del PP ha reaccionado con la celeridad del alacrán amenazado y ha desautorizado la desaforada y disparatada pretensión de Camps recordando con toda razón por boca de Ana Mato y de González Pons que la libertad de expresión está por encima de todo. Dan ganas de aplaudir. Camps parece haber captado el extraño mensaje y ha enviado a un propio a retirar su reclamación ante la Junta Electoral Provincial. Más que nada para que no siga haciendo el ridículo, que el cadáver de la Gürtel ya no le deja vivir. Porque, ¿cuál podría ser la respuesta de la Junta, aunque estuviera llena de amiguitos del alma del curita? ¿Decir a las citadas cadenas, que representan algo así como un setenta u ochenta por ciento de la audiencia total que se callen para no molestar a un candidato multiimputado? Tengo que insistir: aquí alguien no está en sus cabales. Se admiten apuestas a que en algún momento pretende cerrar Facebook en la Comunitat valenciana. Como Gadafi en Libia.

Así que eso tan venerable de la libertad de expresión suena un tanto a beneficio de inventario. ¿O la libertad de expresión no reza con las dos cadenas, Telemadrid y Canal Nou, controladas por el PP? Porque en ellas sí que puede Camps conseguir que no se hable de lo que no le interese. Y a rajatabla. ¿Corrupción en Valencia? ¿En Madrid? ¿Qué corrupción? dicen unos periodistas que monopolizan estos medios para repetir en ellos las consignas de Camps y Aguirre y no precisamente gratis. ¿O no fue Aguirre quien despidió fulminantemente a Germán Yanke tras acusarle en directo de haber comprado el discurso del enemigo? Porque Aguirre lo tiene tan claro como Camps: las televisiones son lugares que sirven para colocar el discurso propio y callar el del enemigo. Es decir, para entendernos, que la libertad de expresión "está por encima de todo" salvo cuando podemos ponerla por debajo de todo.

Por último, no parezca exagerada la hipótesis del cierre de las redes sociales. Facebook ya ha dado más de un disgusto al hombre de los tres ternos a cuenta del famoso aeropuerto de Castellón que, en realidad, era una pista de baile pues no había aviones y, sin embargo, fue inaugurado a bombo y platillo. Pues eso puede ser nada con la próxima inauguración de una biblioteca sin libros, lo que quizá sea una idea para que los usuarios, al no poder leerlos, se animen a escribirlos. A ver qué se le ocurre al personal en Facebook pero que se ande con cuidado, que puede encontrarse con una querella de Camps por herir, por ejemplo, sus sentimientos religiosos que últimamente están en carne viva.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 13 d’abril del 2011

Al Luna de Valencia.

Es una alegría que Ángel Luna, el portavoz del PSOE, haya sido absuelto por un tribunal que, además de hacer justicia, se ha mostrado sensible a la indignidad de que se estuviera juzgando antes a quien denunció los hechos que a quienes los perpetraron. Era una erosión muy fuerte del prestigio de la justicia. Como el que está sufriendo con el caso de Garzón. En fin, que Luna no cometió delito mostrando unos papeles incriminatorios que eran públicos, que no era un delincuente, que los delincuentes, según parece, son otros.

Porque hay papeles y papeles. Los de Luna eran legales pero qué sucede con los que salgan, si es que no han salido ya, del asalto al despacho del hijo de Chaves? ¿Y qué hay del asalto en sí mismo? Ese asunto debe quedar claro cuanto antes y ha de conocerse a los que lo hicieron. Recuérdese que el celebérrimo caso Watergate comenzó con el allanamiento de unos locales del Partido Demócrata por gente que resultó estar a sueldo de los republicanos.

Con este hecho y con el del montaje de un pseudopartido para hacer daño al PSOE y facilitar transfuguismos no puede caber mucha duda acerca de que la vida política española, especialmente en su derecha, necesita un proceso de regeneración. Porque en ese montaje está involucrada, presuntamente, la trama Gürtel y los caballeros del famoso Tamayazo, otra rutilante perla de cómo entiende la política la derecha.

Luna simboliza lo contrario.


(La imagen es una foto de Oquendo, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 9 d’abril del 2011

Tirant lo Gürtel III,

No sé si estas listas electorales encontrarían un hueco en el Guiness: la lista electoral con más implicados en casos de corrupción. No creo se hayan dado ejemplos parecidos, ni siquiera en Italia en los mejores tiempos de Tangentopoli o en los de la renovada República de Berlusconia. Por fortuna los procesos judiciales están a salvo de la lógica electoral porque tal parece que la intención de quienes han confeccionado y aprobado las candidaturas valencianas es influir en las decisiones judiciales mediante plebiscitos políticos, con lo que la condición de ciudadano honrado y hasta ejemplar o la de delincuente no la otorgan los jueces sino la voluntad del electorado.

Cualquiera que recuerde lo popular que llegó a ser el Dioni a quien Joaquín Sabina dedicó la canción Con un par de contenido fácilmente imaginable supondrá que algo parecido puede pasar con estos por ahora imputados. Quienes a su vez quizá repitan para su coleto y refiriéndose a sí mismos, con un par. Hay que provocar. También se viene al recuerdo aquella costumbre de Batasuna de meter en sus listas electorales no ya a imputados sino a gente condenada cumpliendo condena por ser de ETA. Con otro par, imagino. No estoy comparando, líbreme el cielo, a los etarras con los gurtelianos. Tampoco se me ocurriría comparar a un asesino con un caco. Son cosas distintas.

En el fondo, estas listas valencianas repletas de presuntos mangantes parecen la recuperación del antiguo recurso del santuario mediante el que los perseguidos de la justicia encontraban refugio al acogerse a sagrado, normalmente una iglesia. Hoy día, con nuestra secularización galopante, las iglesias ya no protegen de nada, pero las listas electorales, sí. Otorgan inmunidades lo que, tratándose de gente perseguida y procesada por sus actividades presuntamente delictivas y empezando por el Presidente de la Comunidad, no es cosa despreciable. No es lo mismo sentarse en el banquillo como simple ciudadano Camps, farmacéutico consorte y curita, que hacerlo como Molt Honorable presidente de la Comunitat. Quizá piense el afectado que, así como él no puede resistir la presión de los otros mendas para refugiarse en las listas porque le falta fuerza moral, a lo mejor los jueces se dejan intimidar por la pompa y boato del poder y no son tan tiquismiquis con los trajes, las comisiones, los millones de euros, la visita del Papa, las contratas de la basura, las de las fiestas y actos del PP, la de FITUR, la financiación del partido, las adjudicaciones fraudulentas, los apaños de la televisión, el saqueo de las arcas de todos, la repetición de los premios de la loteria o el supuesto empleo de caudales públicos para montar partidos de esbirros con los que fastidiar al PSOE.

Bien, el caso es que se pide a los ciudadanos de Valencia que voten por otros ciudadanos por debajo de toda sospecha. Dado que los presuntos delitos se refieren a caudales públicos que han sido sustraídos de sus empleos legales, es decir, al patrimonio de todos los ciudadanos, lo que se pide es que estos voten como representantes suyos a quienes están acusados de esquilmarlos. Realmente si los ciudadanos los votan no será porque no estaban informados.

dissabte, 2 d’abril del 2011

Tirant lo Gürtel.

El cadáver, el cadáver ionesquiano lo ocupa ya todo en Valencia y se extiende al resto de España. Dentro de poco ascenderá a cadáver exquisito. ¡Vaya escrito el de las peticiones de la Fiscalía Anticorrupción! Quiere se impute a Camps y el núcleo de su gobierno y del partido la comisión de una serie de delitos que pone los pelos de punta, delitos electorales, en 2007 y 2008, contra la Hacienda Pública, falsedad documental, prevaricación y cohecho. Ya nadie habla de tres tristes trajes. Y eso a menos de veinticuatro horas de que Maria Dolores de Cospedal, con ese don de la oportunidad que le caracteriza, dijera que "es injusto el asedio indigno" que ha sufrido Francisco Camps. Echando imaginación cabe calificar de "asedio indigno" una petición formal de la Fiscalía Anticorrupción, pero hay que echarle mucha imaginación y tener algo de rostro.

A medida que pasan los días pueden los estrategas del PP medir cómo la Gürtel va a comerse su campaña si Francisco Camps sigue siendo candidato. No obstante, da la impresión de que aquellos (los estrategas) confían en contrarrestar el efecto Gürtel con algún escándalo mayor, obviamente el llamado caso Faisán. Aquí han cargado las tintas: negociación con ETA, como venía diciendo Mayor Oreja, engaño y embuste a los españoles, traición a la Patria, colaboración con banda armada, Faisán como ave Fénix de los GAL, en feliz invención de Aznar, siempre dado a la metáfora mística. Resumen de resúmenes: ¿a qué espera el gobierno para dimitir y convocar elecciones anticipadas?

Este ataque en todo el frente al grito de dimisión y procesamiento se da en dos terrenos de pelea, el político y el judicial. En el político, el PP tiene la baza perdida desde el inicio pues nadie secunda su posición de derribar el gobierno al precio que sea y menos en mitad de una crisis como la actual; ni siquiera los patronos y banqueros, que ya es decir. Además, en el campo político hay un lance meridiano que resuelve el conflicto en un periquete: la moción de censura. Es patente que, con las ganas que tiene Rajoy de ser Presidente, si no la presenta es porque sabe que no cuenta con el apoyo parlamentario preciso para ganarla. Ningún otro grupo lo apoyaría salvo, quizá, UPyD.

Por ese motivo es tan proclive el PP a embarrancar los asuntos en la vía judicial, acompañando luego a ésta de la correspondiente matraca parlamentaria que sirve para armar ruido gratuito. En esta ocasión, sin embargo, para respaldar sus acusaciones el PP tendrá que valerse de las llamadas actas de ETA y las interpretaciones, generalmente rocambolescas, que hacen los medios conservadores. No consigo imaginar juez sobre la tierra que pueda dar crédito a alguna de estas pruebas.

Pero es que, además, el cadáver de la Gürtel sigue creciendo. A raíz de ese inenarrable episodio en que Camps y Fabra inauguraron un aeropuerto sin aviones que es como de película de Buster Keaton (de hecho, Fabra se le da un aire), estos dos lumbreras dieron en decir que era mejor que no hubiera aviones porque así se podía pasear por las pistas. Lo que equivale a sostener que es mejor que las puertas no se abran porque así nadie se acatarra. Estos episodios no desmerecen en nada las andanzas de la viuda Reposada y la doncella Plazerdemivida, dos de los muchos personajes inolvidables de Tirant lo Blanc.

Visto lo cual, uno de esos grupos espontáneos que surgen en Facebook, capaces de derribar tiranías árabes a docenas, ha decidido aprovechar la invitación y ha convocado una fiesta rave en las tales pistas para los días 24 y 25 de abril próximos. Aunque esté garantizado que los valencianos no se enterarán de esa fiesta a través de la TV valenciana del PP pagada con el dinero de todos los españoles, no sé cómo va a resistir Camps que las demás cadenas nacionales y autonómicas den en directo 48 horas de cachondeo general sobre su persona.

De modo que lo más probable es que ahora empiece una batalla legal para prohibir esa fiesta raven. Prohibir, prohibir, negarse a hablar, salir por peteneras, ocultarse es lo único que puede hacer ya Camps. Y no lo consigue, como no consiguió prohibir la manifa en que hace unos días 60.000 ciudadanos pedían su dimisión. De momento, según se ve, al hacer esta captura más de 12.000 ciudadanos piensan asistir. A lo mejor montan un Woodstock 2.0. Y el cadáver crece.

(La primera imagen es una foto de Partido Popular Comunitat Valenciana, bajo licencia de Creative Commons). En ella están Cospedal, Camps, González Pons y Rajoy. Son dignos de análisis los gestos de los cuatro.

diumenge, 27 de març del 2011

Gürtel: la respuesta.

El cadáver gürteliano salió ayer a la calle en Valencia: sesenta mil ciudadanos/as exigieron la dimisión de Camps, un espectáculo que no ha existido para los televidentes de la televisión autonómica. Menos mal que sólo la mira algo así como un dos por ciento. Con un PP desesperado por impedir el acto, primero pidiendo al juez que lo suspendiera y luego enviando a unos jóvenes a provocar por si podían reventarlo. Por desgracia debieron de dejarse las porras en casa porque no pudieron hacer nada. En tiempos de Franco esto no pasaba porque, con muy buen tino cuartelario, todas las manifestaciones estaban prohibidas sin más. ¿Cómo no se puede prohibir ésta? Es obvio que Camps no distingue entre la dictadura y la democracia. Su comportamiento es el de un autócrata, encerrado en el silencio y la falta de explicaciones. Pero le falla la represión. Puede manipular la información y censurarla como hace a través de su televisión, Canal Nou, con el dinero de todos los españoles. Pero no puede bloquear la red, aunque lo ha intentado, pidiendo que se cierren las webs que publicitaran la manifa. Y no puede reprimir. No puede impedir que la gente salga a la calle a manifestarle su repulsa. Eso va a perderlo.

¿A que ya no hay tanta seguridad en que Camps obtenga una mayoría absoluta holgada el 22 de mayo? ¿A que ya va abriéndose paso la idea de que hasta puede perder? Y la campaña propiamente dicha aún no ha comenzado. Pero, cuando comience, ¿cómo va a hacerla un Presidente que no puede salir a la calle sin que lo increpen ni puede ir a mítines y actos públicos? La Gürtel se lo está comiendo todo. Los estrategas del PP merecen el finiquito porque no han sido capaces de calibrar la reacción de la gente en distintos supuestos. Es posible que el personal guarde fidelidad de voto al PP si, a pesar de la corrupción, ve que se está luchando contra ella o que, cuando menos, se lamenta. Pero resulta francamente increíble que se conserve ese apoyo aun cuando no solamente no se hace nada contra la corrupción sino que los corruptos se ufanan de ella.

Ahora las cosas son difíciles porque se plantea esa problemática opción de sostenella o enmendalla. Pero según pasen los días la situación se complicará más porque en sí misma es noticia: ¿cuánto puede aguantar Camps? ¿Y cuánto unas instituciones a las que Camps está pulverizando? Y pulverizando no sólo en Valencia sino en todo el Estado porque, al mantener vivo el muerto de la Gürtel, estigmatiza la política del partido en todo el país. ¿Puede este partido pedir elecciones anticipadas después del 22 de mayo? Puede; pero ¿debe?

Hay un indicador en nuestra sociedad mucho más potente que toda la batería de encuestas y sondeos, que todo el mundo conoce pero nadie reconoce: la opinión de los mercados y de sus dueños, los banqueros y empresarios. Esos han dado el espaldarazo a Zapatero, por lo menos hasta 2012, lo han armado caballero y le han hecho un feo a Rajoy difícil de superar. La motivación: que está empezando a notarse lo que más teme la derecha política y mediática, aparte del fin de ETA, esto es, la recuperación económica. Si lo dicen los empresarios, puede ser la consabida profecía que se autocumple. La marca España aguanta en los mercados internacionales incluso en el peor de los supuestos: el crack de Portugal. Estos dos índices, resistencia del Estado y apoyo de la patronal, se retroalimentan y hasta es posible que los moodies, que ya están en los tribunales, tengan que meter la inversa.

Zapatero se ha portado bien desde el punto de vista de la elite empresarial y financiera del país. Ha sido más papista que el Papa y ha mostrado dominio de la calle, mucho más pacífica aquí que en Francia y no se diga ya en Inglaterra. En realidad, los que han zanjado el debate sobre la candidatura del PSOE son los empresarios que saben de sobra que quien mejor aplica políticas económicas restrictivas (en el sentido de con menores costes sociales) es la izquierda porque la derecha genera conflicto por overkill.

Y, en todo caso, no van a apoyar al candidato que no sabe distanciarse de la Gürtel.

(La imagen es una página de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 26 de març del 2011

Gürtel en Valencia.

El cadáver de Ionesco sigue creciendo sin parar y ocupándolo todo. En Valencia ya no es posible dar un paso sin encontrarlo. Hay Gürtel hasta en las esquinas. Y lo que habrá, pues aún no ha comenzado la campaña electoral. Los tres últimos acontecimientos del Reino son tres manifestaciones Gürtel a tope y de lo más típico. Una por la vía de la amenaza, otra por la del silencio y la tercera de un chiste.

La amenaza. Ya tiene tela que el primero que haya de sentarse en el banquillo por el caso Gürtel sea Ángel Luna, portavoz del PSPV y uno de los que lo han denunciado. El propio Luna se sorprende en un artículo en El País titulado Desde el banquillo. No tendría por qué. ¿No está procesado el que intentó hacer justicia a las víctimas del franquismo? Por cierto, magnífico lance judicial el de Garzón al acudir al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo en petición de amparo. Tendría gracia que Estraburgo le diera la razón y el Supremo lo condenara. Claro que este último podría decir que más alto que Estrasburgo está el tribunal de la divina providencia de la que él es muñidor. En todo caso, tranquilo, Luna. Ahora lo que tiene que hacer es defenderse de la acusación explicando la situación. Está en su derecho y va a ser demoledor para Camps cuya estrategia procesal es cada vez más disparatada.

El silencio. Ya lo está siendo. Ese empeño de Camps por prohibir la manifa de hoy en Valencia en contra de la corrupción, denunciando a los organizadores por un supuesto delito de injurias graves con publicidad, vuelve a plantear la cuestión política en el terreno judicial. Camps, que lleva meses sin contestar pregunta alguna sobre Gürtel, no puede hacer política si no es en los tribunales. Y Gürtel lo está devorando vivo. Ya no puede salir a la calle sin que alguien lo llame ladrón. Tropieza con el cadáver de Ionesco a cada paso que da. Es extraño cómo la dirección de su partido no se piensa la posibilidad de sustituirlo de candidato antes de que la cosa vaya a mayores y Camps tenga que desplazarse con una dotación de antidisturbios como si fuera una guardia pretoriana. Lo único que se me ocurre es que alguien esté dándole cuerda para que se ahorque, lo que tratándose del magma de un partido político tampoco es tan extraño.

El Chiste. La normativa electoral quiere que los gobernantes y autoridades en general se abstengan de cortar cintas en la campaña electoral lo que quiere decir que se adelantan las inauguraciones de modo que a veces se inauguran cosas que están por terminar. ¡Quién sabe si por hacer! No sería raro ver a Esperanza Aguirre inaugurando un campo de golf en un vertedero en el que hubiera un poste que rezara (y nunca mejor dicho) Campo de golf. Así se hacían las representaciones teatrales del siglo de oro. Un cartel decía "bosque" y allá cada cual a imaginarse el que le petara. Camps y el inefable Fabra han inaugurado un aeropuerto en Castellón en el que no hay aviones. Podrían haberlo hecho en una terraza en la Avinguda de la Mar. Espero que no se le ocurra a ningún gracioso decir que los aviones no están porque la Gürtel los ha vendido en Panamá. Claro que hay cosas más raras y milagrosas. Por ejemplo que a alguien le toque cinco veces seguidas la lotería.

(La imagen es una foto de Visentico/Sento; la segunda, una foto de Público, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 19 de març del 2011

Gürtel va a las fallas.

Igual que no todo el mundo puede presumir de haber tenido unos padres comunistas, según reza el título de una divertida película francesa de los años 90, no todo el mundo tampoco puede presumir de tener un candidato a la presidencia de su Comunidad imputado en un procedimiento penal o en varios, según como quede la cosa al final en los tribunales. Una imputación no sobrevenida sino anterior a la proclamación de candidato. Desde luego que no. Es una situación bien pintoresca que requiere algún tipo de explicación allende la muy obvia de que imputar no es destruir sin más la presunción de inocencia. No, simplemente es cuestionarla con motivos fundados. Eso debiera ser suficiente para que el candidato no fuera candidato. Si lo es se debe a la cerrada determinación del interesado y de su círculo de allegados que han vencido las reticencias de la dirección nacional de su partido sobre el que pesaba mucho el temor a una repetición de la bandería de Álvarez Cascos en Asturias, el miedo a la fragmentación.

Pero forzar la propia candidatura en estas condiciones no normaliza la situación sino que, al contrario, la hace más anómala y más contraproducente. Que en mitad de dos crisis de envergadura mundial como son la nuclear del Japón y la militar de Libia, los dos dirigentes del PP, Rajoy y Camps, no tengan nada mejor que hacer que pasar el día de fallas puede ser comprensible en lo que respecta al candidato local para quien las las fallas son un elemento de identidad regional. Pero en lo que hace al Presidente nacional del partido la cosa es insólita. Puede invocarse la costumbre pero es débil argumento para excusar su participación en los escenarios en que se ventilan intereses de Estado.

La presencia de la Gürtel en esa alegre jornada fallera ha sido abrumadora. Rajoy no puede librarse del abrazo de Camps quien, como todo el que se ahoga, tira hacia abajo de aquello a lo que se aferra. Las fotos del uno con el otro, con o sin González Pons o Rita Barberá, son trofeos de caza y la pieza cobrada, Rajoy, cuyos gestos así lo delatan.

La situación es insostenible ( y quedan dos meses para las elecciones) por cuanto los dos, Rajoy y Camps, embarcados al final en el mismo barco, tienen una amarga opción que los jugadores conocen bien: escoger entre dos males. Se trata de elegir el menor, claro, pero ¿cómo saber cuál es? Si Rajoy acude a las fallas, la interpretación será la ya aventurada: es rehén de Camps. Si no acude la interpretación será que ha perdido su más firme base de apoyo en el partido en el que pueden volver los movimientos de sustitución en la Presidencia.

Cuál sea el menor solo se sabe al final de la partida. Pero la situación es muy atípica: los dos dirigentes han comparecido en público pero ha sido una comparecencia censurada, en la que se ha mantenido a raya a los periodistas, y coronada con una rueda de prensa en la que no se han admitido preguntas. Es decir, más que comparecer, se han mostrado como el Santísimo en un ostensorio que la cofradía de San Gürtel sacara en procesión. Sin embargo, las preguntas cada vez se harán más acuciantes y ¿puede un candidato estar dos meses sin responder preguntas? Obviamente puede. Camps es capaz de eso y de mucho más. Después de decir y continuar diciendo que se paga los trajes que le regalan, de afirmar que no conoce de nada a quienes son sus "amiguitos del alma" y de asegurar que se muere de ganas de declarar ante el juez siendo así que, una vez ante el juez, se niega a declarar, este hombre es capaz de todo: carece de principios , de vergüenza y de sentido del ridículo. La pregunta es: ¿sigue siendo alta a su favor la intención de voto de los valencianos? Porque ese es el busilis del asunto: que pueda ganar elecciones una persona sospechosa de trincar a mansalva.

(La imagen es una foto de Fran Ontanaya, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 25 de febrer del 2011

El candidato y la Gürtel

Camps es ya el candidato oficial del PP a la presidencia de la Generalitat valenciana. El PP propone a la ciudadanía valenciana como su mejor representante a un hombre imputado por cohecho. Ignoro qué idea tiene Rajoy del electorado valenciano pero, a primera vista, parece bastante baja puesto que sitúa a los ciudadanos en la disyuntiva de no votar o de depositar su confianza en una persona que puede ser que no la merezca. Esto recuerda la que se armó en el país cuando se trataba de que el imputado Barrionuevo fuera en las listas del PSOE. Habrá quien diga que el supuesto delito era de importancia muy distinta. Pero delitos son y su importancia política es la misma, aunque la penal no lo sea.

Sin duda, y supongo que será la argumentación del PP para tan arriesgada apuesta, hay que respetar la presunción de inocencia y no hacer juicios paralelos. Efectivamente y aunque sea fácil probar que el PP no sigue sus propias máximas cuando se trata de casos de otros partidos, tiene la suerte de que los demás sí lo hacemos, respetamos la presunción de inocencia y nos abstenemos de juicios paralelos. Pero la decisión política no puede depender del proceso judicial, entre otras cosas porque ya hay datos suficientes en la realidad sin necesidad de tocar la presunción de inocencia ni de hacer juicios paralelos porque son hechos que ya se han dado y son incontrovertibles y del dominio público.

Empezamos por el de que Camps ya ha mentido a la opinión paladinamente al asegurar que se paga sus trajes pero sin demostrarlo. Este asunto de los ternos se da ya por cierto y los compañeros de partido de Camps no lo niegan pero dicen que no tiene importancia. Y claro que la tiene porque no depende de la cuantía. Un regalo de un traje es lo mismo a los efectos morales que un regalo de un buque.

Igualmente es cierto que Camps ha presumido en público de tener una amistad tan estrecha con el anterior presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que el nombre de amigo se quedaba corto. El mismo presidente que no tuvo empacho en pronunciarse en la causa contra Camps dictando un archivo que lo favorecía claramente.

Igualmente cierto es e independiente del proceso que Camps manifestó en repetidas ocasiones que estaba deseoso de acudir a declarar porque así quedaría diáfano que él no tenía nada ocultar. Sin embargo sus abogados se han apuntado a la práctica de obstaculizar al máximo el proceso y él, en concreto, cuando fue llamado a declarar se acogió a su derecho a no declarar.

Por último es también un hecho que Camps, que lleva un par de años sin dar ruedas prensa, en sus comparecencias públicas no contesta a las preguntas de los periodistas cuando versan sobre la Gürtel o sobre su situación personal. Un comportamiento tan insólito no tiene nada que ver con las convenciones democráticas acerca de las relaciones entre los políticos y los medios.

En resumen, Camps no reúne las condiciones éticas ni políticas necesarias para ser candidato a nada en una democracia. Al nombrarlo a la presidencia de la Generalitat valenciana, el PP se ha cavado su tumba electoral porque va a conseguir que la Gürtel tenga la incidencia que merece en la campaña electoral. Es decir, que ésta esté presidida por el mayor escándalo de corrupción y latrocinio de la democracia española que tiene como eje precisamente al propio PP.