Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Democracia.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Democracia.. Mostrar tots els missatges

dilluns, 5 de gener del 2015

La dictadura neofranquista

El mes de julio pasado, Juan Torres López publicaba en El País de Andalucía un gran artículo titulado La dictadura del decreto ley, cuyo contenido se deduce del título: el gobierno de Rajoy desprecia e ignora el Parlamento en su función legislativa y gobierna por decreto ley, lo cual implica una clara deriva dictatorial porque priva al órgano legislativo de la facultad de debatir los proyectos de ley y lo convierte en una pseudocámara sancionadora.

No se trata solamente de que en el sistema español, como en muchos otros parlamentarios, se produzca una situación de privilegio del gobierno sobre el parlamento en la medida en que, por diversas razones, aquel acapara casi toda la actividad legislativa, vía proyectos de ley. No es una mera descompensación del equilibrio entre el ejecutivo y el legislativo, pero que reserva a este su monopolio de la función legislativa. Es algo mucho peor. Es un absoluto desprecio del Parlamento y una clara deriva dictatorial de este gobierno de franquistas. El artículo de Torres López es incluso caritativo. Veamos.

El desprecio al Parlamento se da desde el primer momento y no solo en la función legislativa. Rajoy no lo pisa. El que "iba a dar la cara" no acude jamás a las sesiones parlamentarias. El presidente no asiste al 85% de las sesiones en que hay votaciones. En las que no hay votaciones, la ausencia es del 100%. De un parlamento del que es diputado y del que deriva parte de sus ingresos (exactamente cuánta, seguimos sin saberlo) que sufragamos todos los españoles. Otra más de las innumerables mentiras con que este individuo ha construido su imagen política. Tampoco asiste cuando, en inútil ejercicio de su competencia de control del gobierno, el Parlamento reclama expresamente su presencia o la de alguno de sus ministros para dar cuenta de los frecuentes desaguisados que se organizan en este desgobierno de latrocinio y corrupción en que se ha convertido España. De los tres años de legislatura, el gobierno ha ignorado el 63% de las peticiones de comparecencia parlamentaria de Rajoy o sus ministros. Es decir, el gobierno no rinde cuentas de sus actos a los representantes populares sino cuando le da la gana y como le da la gana. Ignora el Parlamento siempre que quiere y eso es dictadura.
 
Los datos del gobierno por decreto son también apabullantes. En el primer año de legislatura, 2012, en España se aprobaron 28 decretos-leyes frente a 16 leyes y en los años sucesivos se ha seguido a este ritmo o peor. El mismo personaje que iba a potenciar el papel del Parlamento, gobierna por ukase. Pero no acaba ahí la querencia por la dictadura de estos personajes cobradores de sobresueldos, sobrepagas, mordidas, comisiones o "incentivos". No sería bastante. Con el autoritarismo de los decretos va también la necesidad de acabar con la seguridad jurídica de la democracia y el Estado de derecho para dejarlo todo al arbitrio omnímodo del dictador. No se trata tan solo de que un Decreto-Ley vaya en el lugar en donde debiera ir una ley debidamente debatida en el parlamento y votada. Se trata de que, con uno de esos decretos se puede literalmente volar parte del ordenamiento jurídico. Con el famoso Decreto Ley pomposamente llamado de "Medidas urgentes para el Crecimiento, la Competitividad y la Eficiencia" y aprobado el 10 de julio de 2014 se cambiaron de golpe 26 leyes vigentes sin el menor tipo de debate en el Parlamento.
 
Así, a la vista de que las leyes aprobadas por el Parlamento y en vigor pueden cambiarse sin debate posible por arbitrio del gobierno cuando a su jefe le dé la gana cabe calibrar el valor y la ética de la respuesta de Rajoy a las peticiones del soberanismo catalán en el sentido de que hay siempre que respetar la ley. Como en todas las dictaduras hay que respetar la ley cuando le da la gana al dictador y, cuando a este le parece, la ley se cambia sin necesidad de debatir nada en el parlamento.
 
La coronación de este edificio de dictadura de hecho y democracia de fachada es esa Ley Mordaza con la que se pretende amenazar, amedrentar a la población, criminalizar, sofocar y perseguir las protestas, reprimir los derechos y libertades de los ciudadanos, garantizar la impunidad de las fuerzas represivas hagan lo que hagan y establecer un Estado policía en el que se persigan faltas y delitos "políticos" prescindiendo de control judicial.
 
Para acabar de perfilar el carácter de este gobierno, el peor, más desalmado, incompetente, corrupto e inútil que ha tenido la España democrática, no puede olvidarse que es el de un partido acusado por un juez de haberse lucrado con la participación en un presunto delito de financiación ilegal y que,  a tenor de la cantidad de dirigentes y cuadros involucrados en procesos penales por corrupción puede considerarse como una organización de malhechores más que un partido. Y, no se olvide, presidido por un político acusado de haber cobrado sobresueldos de origen oscuro, de haber recibido regalos aun más oscuros y de mentir de modo continuo, contumaz, sistemático al Parlamento, a sus electores y al conjunto de la ciudadanía.  

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 26 de desembre del 2014

De no creerlo.


Este debe de ser el tercer o cuarto apunte sobre el discurso del Rey que sube Palinuro. Su opinión ha quedado bastante clara: Felipe VI, Preparao, es más de lo mismo. Más y de lo mismo que su padre quien, luego de una vida regalada, disfruta de una jubilación de ensueño con unos buenos capitales que ha ahorrado como una hormiguita y de los que no da cuenta a nadie. Más y de lo mismo. Si acaso, más soso, con menos experiencia y algo más bobo, que ya era difícil y dicho sea con todos los respetos a la institución real antes de que venga el de la cachiporra con su Ley Mordaza a poner al pobre Palinuro una multa de 600 millones de denarios. Más soso, más bobo y con menos experiencia; nada que no pueda subsanarse con el tiempo en los próximos cuarenta años con que este joven Borbón pretende deleitar a su amado pueblo.

Además del estilo inconfundiblemente borbónico, el monarca ha recitado ce por be y punto por punto el discurso triunfalista que le ha apañado el presunto cobrador de sobresueldos, okupa de La Moncloa, sobre sus habituales patrañas: la corrupción es atosigante, sí; pero gracias a los esfuerzos del principal responsable político de esa misma corrupción, será erradicada sin contemplaciones. La crisis fue muy dura, pero ya es historia, gracias a la gestión de este gobierno todo él encomendado a la intercesión de la Virgen del Parto Feliz. Cataluña anda tonteando con la idea de la independencia pero la abandonará de inmediato cuando sepa cuán cara es al corazón del Rey y, sobre todo, cuánto la aman los gobernantes que anhelan "españolizar" a sus nens. La democracia está firme, rozagante y tranquila, como lo demuestra el proyecto de Ley Mordaza gracias a la cual nadie podrá elevar el tono de voz so pena de paliza policial, identificación de lo que quede y multa al canto a los despojos.

La única diferencia entre este discurso del Rey y la habitual farfolla del presidente es que el Monarca no tiene que leer de los papeles. Lee en el teleprompter.

Para su gran pasmo Palinuro comprueba que la recepción del discurso real en lo medios ha sido de alegría, contento y algazara. En los medios y en los partidos. Al parecer en todos. Probablemente no hemos escuchado el mismo discurso o sí lo hemos hecho, pero con distintos oídos. Lo cual debe tranquilizar a la Corona. Porque lo importante no son las indudables bobadas que Felipe soltó sino la capacidad de la miriada de intermediarios y comunicadores de convertirlas en profundas y oportunas reflexiones. Así se forma una opinión pública informada y crítica.

Cómo sería la cosa de abyecta en el juicio de las reales tonterías que el elemento más crítico fue un editorial de El País con el muy significativo título de Buen discurso, pero... , pero, vamos, que le faltaba alguna precisión sin mayor importancia. En el resto, al parecer, coincidencia de criterios. Según el mismo diario, todos los partidos, PP, PSOE, UPyD y hasta Podemos  aplauden el debut de Felipe VI. Parece que el único algo más crítico, atinadamente crítico, ha sido IU. Pues muy bien, damas y caballeros, que los dioses les conserven el juicio y la capacidad de entender a qué altura debe estar el discurso de un Jefe de Estado a la población y no las divagaciones del chico de los recados de un perillán que lleva tres años desgobernando el país y mintiendo a todo el mundo.
 
De no creerlo, pero cierto.

diumenge, 21 de desembre del 2014

La regeneración democrática, según Rajoy.


Rajoy viene anunciando su intención de presentarse cualquier día de estos en el Congreso con un catálogo de medidas contra la corrupción y en pro de la transparencia que quiere convertir en ley. Hace tres años que empezó a hablar de ello y, por fin tanta parsimonia da sus frutos. El hombre anhela pasar a la historia como el adalid en la lucha contra esta lacra político-social de la que todo el mundo abomina, empezando por quienes se benefician de ella y, muy singularmente, él mismo.

En Occidente es costumbre aquilatar el valor de las intenciones cotejándolas con los hechos, única forma de averiguar qué crédito merecen las palabras. He aquí algunos hechos relativos a la corrupción que jalonan el presente de este país, que están en conocimiento de todos y que, brevemente expuestos, dejan escaso lugar a las dudas:
  • Un exvicepresidente del gobierno, Rato, no está en la cárcel porque el juez no cree que haya riesgo de fuga; no porque no la merezca.
  • Un expresidente de Comunidad Autónoma, Matas, en la cárcel por delincuente.
  • Un jefe de la patronal, Díaz Ferrán, en prisión preventiva por presunto delito.
  • Un extesorero del PP, Bárcenas, en igual situación y otros dos tesoreros en la cuerda floja.
  • Un expresidente de Diputación, Fabra, en la cárcel por delincuente.
  • Un exvicepresidente de CA Madrid, Granados, en prisión preventiva por presunto delito.
  • Un expresidente de Caja Madrid, Blesa, imputado.
  • Un partido de gobierno al que un juez imputa haberse lucrado con el producto de un delito.
  • Una miriada de altos cargos imputados, procesados, acusados; entre ellos el propio presidente del gobierno, acusado de cobrar sobresueldos de turbio origen.
Esos son los hechos. Sobre ese trasfondo el señor Rajoy dice tener suficiente legitimidad para presentarse en el Congreso con el dicho catálogo de medidas en pro de la honradez, las buenas prácticas, la moral, la rectitud, que le han preparado sus equipos, igual que Dios entregó a Joseph Smith el libro del Mormón. Un adelanto se nos ha ofrecido ya con ese portal de la transparencia propiciado por la vicepresidenta Sáenz de Santamaría que, al parecer, oculta más datos de los que facilita y los que facilita solo los entrega si quien los pide se identifica previamente. Con la afición de este gobierno a identificar con ánimo de multar, no es extraño que el portal apenas tenga visitas.
 
Con todo, no son estos cínicos, brutales contrastes entre lo que se dice y lo que se hace lo que convierte la cacareada intención regeneradora de Rajoy en una burla sangrienta. Al fin y al cabo, algún alma de cántaro podrá argumentar que todos los hechos torcidos son anteriores a la formulación del propósito mormón de Rajoy.
 
La burla viene después, cuando, como demostración de aquella noble intención, lo primero que hace Rajoy es nombrar vicepresidenta de una comisión parlamentaria a la ex-ministra Mato, obligada a dimitir hace unos días por corrupta. Eso refleja con exactitud el respeto que el Parlamento inspira a Rajoy.
 
Y no solo el Parlamento. La misma democracia. La señora Mato dice no ver por qué no puede ella desempeñar cualquier responsabilidad en el Congreso, lo cual no es extraño dado que se especializa en no ver ni Jaguares y que es obvio que carece de todo principio moral o sentido del ridículo. Lo llamativo es que su jefe y encubridor no vea el grado de desprecio que su decisión revela. Y menos parezca ver hasta qué punto se degrada la democracia cuando no solamente no se rinden cuentas ni se acepta responsabilidad alguna por las inmoralidades y los delitos que se cometen sino que el gobierno se enfrenta a la protesta social empleando la policía casi como una banda de matones dotada de impunidad para amedrentar a la población.
 
Palinuro insiste sin embargo: los principales culpables de esta situación son los partidos de la oposición, incapaces, no de controlar los desmanes del gobierno (pues este se encarga de hacerlo imposible), sino de oponerse a ellos con valentía y audacia, de forma que lo obliguen a retroceder.

Lo menos que puede hacer la oposición si quiere justificar su nombre es presentar una moción de censura. Lo más, dejar de legitimar esta farsa por la que una democracia parlamentaria se ha convertido en un régimen autoritario que gobierna por decreto. No ser cómplices ni comparsas de este ridículo carnaval. Ausentarse del hemiciclo. Si no son capaces de hacerlo por dignidad propia, háganlo por la de sus votantes, a quienes dicen representar.







(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimecres, 17 de desembre del 2014

La culpa es de la oposición.


Aprovecho que los periódicos todavía pueden mostrar testimonios gráficos de la brutalidad de la policía al servicio de este gobierno autoritario y semifascista. Cuando entre en vigor la Ley Mordaza que han cocinado los psicópatas de Interior, la publicación de estas imágenes que, en cualquier país civilizado harían caer a los responsable políticos de que la policía actúe como una banda de matones, será sancionada con multas estratosféricas y, posiblemente con una buena paliza a los responsables a fin de seguir sembrando un sano terror en España.
 
A propósito, el motivo de esta nueva agresión de las fuerzas represivas a la ciudadanía es una Operación Pandora que tiene toda la pinta de ser otro montaje policial para justificar la brutal Ley Mordaza y, de paso, criminalizar a los anarquistas, quienes suelen encabezar las listas de víctimas de la vesania nacionalcatólica.
 
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo hemos alcanzado este nivel de degeneración democrática que en tres años nos ha dejado a la altura del México de hoy?
 
Muy sencillo: porque hemos tolerado todo tipo de abusos.
 
Hemos tolerado que gobierne un partido que es una presunta banda de ladrones con decenas y decenas de cargos en procesos penales, probablemente la punta del iceberg del gigantesco expolio que estos sinvergüenzas han organizado en el país con una corrupción insólita que ahora, los más granujas de ellos, quieren hacer extensiva a toda la ciudadanía. Los ladrones tratando de convencer a las víctimas de que ellas también roban.
 
Hemos tolerado en la presidencia del gobierno a un embustero redomado, sospechoso de cobros en B, maniobrero, taimado, una persona indigna no ya de presidir un país sino una peña de fútbol en un oasis del desierto. Un incompetente cuya falta de escrúpulos solo es comparable a su arrogancia, capaz de mentir sin que se le descomponga el peinado aunque el compulsivo guiño del ojo izquierdo lo traicione como el maullido del gato en el cuento de Poe.
 
Hemos tolerado que estos indeseables prolonguen la crisis a costa de los más desfavorecidos y en beneficio de empresarios y banqueros depredadores, pero sobre todo de su propio bolsillo, pues todos ellos están pringados en el expolio nacional. No hemos reaccionado cuando han desmantelado el Estado del bienestar, despojado de sus derechos a la gente, excluido a los inmigrantes, expulsado a los jóvenes, eliminado la asistencia a los dependientes o robado sus pensiones a los jubilados.
 
Hemos permitido que esta presunta asociación de malhechores se cisque en el Parlamento, reducido a una cámara para aplaudir las mentiras del jefe y que ha llevado su ignominia al extremo de tener de portavoz de la partida a un jayán energúmeno que no solo insulta cuando habla sino que es capaz de agredir físicamente a quienes no piensen como él.
 
Estamos permitiendo que se nos imponga una Ley Mordaza para amedrentar a la gente, perseguir las protestas, criminalizar la oposición y cercenar los derechos y libertades de la ciudadanía. Como estamos permitiendo que este Estado policía espíe a los ciudadanos en violación del secreto de las comunicaciones garantizado por una Constitución que no solamente no respetan sino que usan como cachiporra contra los adversarios, singularmente los nacionalistas no españoles. Y hemos permitido que nos arrebaten el derecho a la tutela de la justicia poniendo unas tasas judiciales tan altas que nadie puede pedir el amparo de las tribunales si no es cayendo en la ruina.
 
De esta manera, este personaje sin categoría ni principios y su partida de amigos, deudos y clientes ha conseguido la mutación constitucional perfecta: convertir el gobierno del país en una dictadura disfrazada de democracia.
 
Todo eso lo hemos permitido los españoles. Pero unos más que otros. Es poco lo que la gente normal podemos hacer fuera de salir a la calle a protestar con una probabilidad muy alta de que algún vándalo de uniforme nos abra la cabeza a porrazos y, encima nos denuncie, fabrique las pruebas, nos impongan una multa ruinosa y, si dan con juez servil, que los hay y muchos, nos envíen a la cárcel siendo inocentes.
 
Podrían hacer mucho más los partidos de la oposición si quisieran. En el fondo, si hemos llegado a esta grado de degeneración es en parte por su cobardía, su inhibición cuando no su complicidad. Dentro de unos días, el hombre de los sobresueldos irá al Congreso a exponer con toda falsedad y demagogia unas medidas en contra de la corrupción de la que él es el máximo responsable político. Y los partidos de la oposición, que no tienen el coraje de pedir su dimisión ni de interponer una moción de censura, legitimarán con su presencia esta farsa y mostrarán una vez más su absoluta carencia de espina dorsal.
 
Si la oposición tuviera dignidad, coraje, integridad y responsabilidad, habría abandonado ya ese hemiciclo de la vergüenza y dejado sola a esta partida de presuntos ladrones, con el energúmeno y el embustero a la cabeza y se habría retirado a otro lugar que solo por estar ella allí sería el reducto de las libertades y el derecho frente a la injusticia, el abuso y el atropello. De conseguirse algo así, este oprobio de gobierno no duraría una semana.
 
Pero, sí, en el fondo somos todos responsables porque millones de españoles votamos a favor de esta organización de saqueadores, otros millones lo hicimos a favor de los cobardes de la oposición y otros nos abstuvimos, avisando de que, en el fondo, nos da igual lo que suceda con el bienestar y la libertad de nuestro país y con nuestra dignidad. 

diumenge, 14 de desembre del 2014

El contramotín de La Granja.


Al histórico sitio de La Granja de San Ildefonso se ha llevado el presidente del gobierno a los barones del PP para un acto de afirmación constitucional, nacional, española. Los presidentes territoriales han leído una declaración con la doctrina oficial del partido sobre la reforma de la Constitución que pasará a la historia como La declaración de La Granja por su laconismo y brevedad pues consiste en una sola palabra: "No".

El presidente, sin embargo, ha condescendido a dar explicaciones complementarias, matices y hasta lo que él entiende por razones. La Constitución no es intocable, claro, pero casi. Hay que tener razones muy poderosas y muy claras para reformarla. No es cosa de andar con ocurrencias y frivolidades, dos abominables deslices que suelen ir a la par en sus discursos, como los tirios y los troyanos o la gimnasia y la magnesia. Su última fórmula, que la crisis es ya historia, al parecer, no es una ocurrencia ni una frivolidad. En efecto. Es una tontería. Y, como todas las tonterías, cuando se amplia y se explica resulta más tontería. Ligando la constitución a la salida de la crisis, pues ambas son historia, justifica la primera comparando los datos económicos (PIB, red viaria, gasto público, etc) de 1978 y los de ahora, 2014. Por esa misma brillante vía podíamos justificar la validez del Fuero Juzgo porque el PIB de hoy es estratosférico comparado con el de 1241.

La facundia presidencial tiene respuesta para todos los desatinos y desvaríos que profieren distintos grupos de gentes a los que suele referirse de modo esquinado, perifrástico. Así, Rajoy sostiene que es preciso explicar a los adanes que España es un gran país. El intento es absurdo porque esos "adanes", esto es, las gentes del PSOE, IU y Podemos básicamente, están tan convencidas como él de que España es un gran país. Eso lo dicen todos. Quien no parece estar convencida es España, cuyas magnitudes y parámetros en cualesquiera órdenes de la vida, desde los económicos a los culturales, la hacen aparecer como un país mediocre tirando a malo, de los más retrasados en todo de la UE con perspectivas de seguir siéndolo.

Para hacer creíble la nueva línea de propaganda según la cual la recuperación se nota ya en la vida diaria, se palpa en el bolsillo, se huele en el aire, nos alegra el día, Rajoy va a necesitar los servicios de hipnotizadores de masas. La televisión no es suficiente.

En cuanto al soberanismo catalán, el juicio presidencial ha pasado de considerarlo una algarabía y luego un festival a verlo como una ensoñación shakesperiana. ¿Cómo vamos a reformar la Constitución para que quepan los sueños? Porque aquí hay algo absolutamente claro: la soberanía nacional, la unidad de España, los derechos fundamentales de los españoles, la libertad y la igualdad de todos no se negocian. Quienes dicen que eso les parece muy bien pero que no reza con ellos, pues no son españoles, es obvio, se mueven por ocurrencias y frivolidades. Y, además, no saben lo que dicen.
 
Despachadas así las dos tribus alborotadoras, de los adanes y los catalanes, la jornada de La Granja toca a su fin. Sobre la corrupción no hay nada que decir. Rajoy, acusado de haber cobrado sobresueldos durante años y de presidir un partido al que un juez considera partícipe de un delito a título lucrativo, es el paladín de la transparencia y la regeneración democráticas. La corrupción, como la crisis, ya es historia.
 
Es el paladín de la estabilidad constitucional frente a los adanes y de la unidad de Epaña frente a los catalanes. Para ejercer esta función acude a lo que precisa: ha aumentado los medios de los cuerpos de represión y se ha dotado de una Ley Mordaza, también para reprimir el descontento que equivale a una especie de ley de excepción administrativa o ley de plenos poderes del ministro del Interior.
 
Y a esto lo llaman democracia.



dissabte, 13 de desembre del 2014

La democradura.


Vuelve el franquismo y trae de la mano un neoliberalismo voraz, bendecido por el clero nacionalcatólico. Lo llaman "Neofranquismo", pero ese Neo debe de ser el de Matrix. Es el franquismo más castizo; ahí están los nombres de calles, plazas, lugares, los emblemas, insignias, monumentos, misas, conmemoraciones, fundaciones dedicadas a la memoria del  caudillo, alcaldes que defienden su sacra memoria, curas que llaman a una nueva Cruzada Nacional. Solo falta él, a quien un lamentable hecho biológico privó de su justo título a la inmortalidad.

Vuelve la esencia española. Las corridas de toros declaradas arte y patrimonio cultural del Reino y debidamente subvencionadas. Las atrocidades menores con toros, cabras, burros, gallos y otros animales, no alcanzando el excelso nivel del arte, deben de ser artesanía. Nacional, claro.

Los caciques, figuras reciamente tradicionales, pueblan las noticias, en la mayoría de los casos las de tribunales, porque son pilares esenciales de la tupida red de corrupciones que envuelve el país y sus instituciones. Del franquismo dijo en cierta ocasión un embajador yanqui que era una "dictadura atemperada por la corrupción"; de este neofranquismo cabría decir que es una corrupción atemperada por la dictadura. Es tal el encenagamiento que más que hablar de políticos corruptos debe hacerse de corruptos políticos.

Si la cantidad de casos subiúdice es indicativa proporcionalmente a la extensión del fenómeno, la corrupción es total. Y eso que se trata de una justicia descaradamente intervenida por el poder político, en gran medida al servicio del Príncipe y sus arbitrariedades. Muy al estilo de la dictadura, en cuyo espíritu respira todavía parte de la judicatura. De ello se beneficia asimismo la Iglesia católica, firme impulsora de esta involución general en la que ejerce su poder hierocrático, impone o trata de imponer sus dogmas y aberraciones como legislación civil del Estado y, de paso, hace su agosto parasitando el erario público de mil maneras y dedicada desde hace años a una tarea de reamortización que ya la ha convertido de nuevo en la principal propietaria del país.

En este clima aparece el presidente del gobierno como un Pantocrator a proclamar que la crisis es ya historia. Hemos pasado de ser el enfermo de Europa a ser su locomotora. Algo pasmoso, pero típico de la furia española. Es la Raza. La Gran Nación. Los datos, todos, hablan en contra de este supuesto. Y la conciencia de la gente, toda, incluidos los miembros del gobierno, no da el menor crédito a la hiperbólica declaración. Algo también esencialmente franquista. Recuerda mucho aquella anécdota de cuando a fines de 1943 ya era evidente para todo el mundo que los nazis estaban perdiendo la guerra pero el diario Informaciones seguía dándolos ganadores. El gobierno franquista, en consecuencia, recomendaba a la gente viajar menos y leer más el Informaciones. Ahora recomienda leer toda la prensa de papel y atender a casi todos los medios audiovisuales.

Porque los medios, como los de la Dictadura, están poblados por comunicadores al servicio incondicional del poder político, tanto en los privados como en los públicos; en estos últimos, además, a sueldo directo y generalmente astronómico. Si la consigna es que la crisis es historia, hablarán de ella en pasado remoto a los millones que cobran el salario mínimo de 625,30€ o menos, al 24% de parados, la mitad de ellos sin prestaciones, al 35% de empleados en precario, a los desahuciados a razón de casi doscientos al mes, a las decenas de miles de emigrados, a los dependientes a quienes se ha reducido o eliminado la asistencia.

Si la consigna también es que en Cataluña no hay nada que decidir que incomode al poder central, los mismos medios y los mismos comunicadores levantarán una barrera de prohibiciones, impedimentos, reproches e insultos, llamando a los soberanistas, según les dé, nazis, egoístas, palurdos, totalitarios, medievales, delincuentes y masa de borregos. Menos viajar al norte del Ebro y más leer La Razón. En Cataluña lo que hay es una algarabía de un puñado de nacionalistas rabiosos frente a una inmensa mayoría silenciosa profundamente española.

El poder de los medios se juzga determinante pero, por si acaso no lo fuera, el Parlamento acaba de aprobar y de remitir al Senado un Ley de Seguridad Ciudadana que es una Ley Mordaza, un candado a los derechos y libertades públicas, un ataque represivo y probablemente inconstitucional a la seguridad jurídica de la ciudadanía y su derecho al amparo de los tribunales. Una ley inspirada en la Ley de Orden Público de Franco. Pleitear, discrepar, salir a la calle a protestar es algo que va a quedar reservado a las grandes fortunas. Porque la democracia es suya. Como el erario público. Y la conciencia de los ciudadanos.

"Afortunadamente", piensan algunos optimistas irremediables, "están en ciernes las elecciones que, de eso, Franco, no sabía mucho". Las elecciones, sí, las elecciones. Corren rumores en los mentideros de la Villa y Corte de que andan los abogados del Estado, nuevo vector de propagandistas de la fe nacionalcatólica, buscando triquiñuelas para aplazarlas hasta enero o febrero. Conociendo el talante de los neofranquistas, Palinuro preguntaría de qué siglo. Que tampoco es preciso echar mano de la fantasía. Imagínese que sucede algo en Cataluña que justifique, aunquen sea por los pelos, una situación de excepción. Lo primero que se pedirá aplazar sine die serán las elecciones, quizá con el apoyo de los dos partidos dinásticos. 
 
Encima podrían echar la culpa a los catalanes.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 31 d’octubre del 2014

La democracia pretoriana.


Una de las vías de escape de Rajoy ante cuestiones incómodas es recordar que su gobierno va a presentar un "paquete" de medidas de regeneración democrática. Ya tiene guasa que, a los tres años de gobierno, haya que regenerar la democracia, aunque siempre se podrá decir que la culpa es de Zapatero. El nuevo comisario político de RTVE lo hará. Regeneración es la palabra de moda, el santo y seña de los leales en estos momentos turbios en los que hasta tus compañeros de pupitre resultan ser unos chorizos y muchos con sus puntas de putañeros, bebedores y jugadores. La crème de la crème del neoliberalismo castizo en el jardín de las delicias a costa del contribuyente. Regeneración. Regresa un Bárcenas de esquiar en Chamonix con cargo a la caja B o la C o la D de ese partido que más parece un bargueño de mil cajones, alguno secreto. Regeneración. Se le desparraman los emails a Blesa a la vuelta de un safari en Kenia, de matar antílopes en compañía de alguna agraciada señorita y se conocen las francachelas de los caballeros de la mesa redonda y la tarjeta negra. Regeneración. Se le van las cuentas a Acebes de haber sostenido con fondos de la caja B el periódico Libertad Digital, faro del neoliberalismo, y se descubre que hasta esos fondos a tan noble causa destinados, han desaparecido. Regeneración. Hay alcaldes, presidentes de diputación, de comunidad autónoma en prisión, preventiva o firme. Regeneración. Llevamos treinta meses regenerándonos o escuchando avisos de cómo vamos a regenerarnos.

En realidad, llevamos ciento cincuenta años porque no es casualidad que la palabra de moda sea la consigna de los regeneracionistas del XIX. Ahí estamos. Exactamente ahí. En la segunda restauración borbónica hay dos partidos dinásticos, corroídos por la corrupción (uno muchísimo más que otro), la burocratización, los intereses creados y la política que antes venía a conocerse como turnismo y hoy se llama de de captura de rentas. El Rey va a lo suyo y los partidos dinásticos están dispuestos a cubrir sus borbonadas mientras no se lance a aventuras militares, cosa altamente improbable pues no hay con qué ni en dónde. La Iglesia, amparada en unos Acuerdos con el Vaticano de 1979 que nadie se atreve a denunciar es, comparativamente hablando, más rica propietaria que antes de Mendizabal. Razón por la cual, si alguna vez llegara al poder algún partido sensato de corte europeo, tendría que denunciar los Acuerdos y ordenar una desamortización. La patria, como siempre, convulsa, amenazada de desintegración por la deslealtad o el heroismo nacional de los redentores, según el punto de vista que se adopte.

Dios, Patria, Rey. Los tres pilares del integrismo nacional español están tocados y el sistema político en que se articulan es el mismo andrajoso, miserabley retardatario de la oligarquía y el caciquismo a que Joaquín Costa hubo de hacer frente. ¿Qué regeneración hay aquí? Y, sobre todo, ¿quién la realizará? ¿Los que han amparado, tolerado, quizá instigado y hasta capitalizado esta densa y general trama de corrupción? Eso es simplemente absurdo. Lo único sensato que pueden hacer quienes han provocado este desastre por incompetentes y corruptos es dimitir y convocar elecciones.

Pero no solamente no tienen la menor intención de hacer ninguna de las dos cosas sino que toda su actuación niega de plano la intención misma de regeneración. El Parlamento español es la guardia pretoriana del gobierno. Y en sentido literal. ¿Quién no ha visto esas carreras de Rajoy por los pasillos de la cámara, absolutamente rodeado, bloqueado, por seguratas, diputados a la orden y cargos del partido para evitar todo contacto con la prensa, como si fuera el virus del ébola? Para las comparecencias, el presidente recurre al plasma y para los desplazamientos le gustaría disponer de una máquina de desmaterialización que lo hiciera disiparse aquí y reintegrarse en carne mortal en algún lugar seguro. En tres años no ha habido una sola sesión monográfica sobre la corrupción, el problema número uno del país desde el punto de vista institucional. Rajoy no ha comparecido jamás porque no cabe llamar comparecencia a una visita en un 1º de agosto a recitar una sarta de mentiras, ya evidenciadas como mentiras en el momento en que se pronunciaban.

Es imposible regenerar una democracia pretoriana en la que la oposición no tiene la más mínima oportunidad de controlar al gobierno. En esas circunstancias, su presencia no se explica sino como una voluntad de legitimar una práctica autoritaria que está además causando estragos entre la población. Si la oposición no puede realizar su función en modo alguno, su obligación es ausentarse del Parlamento y denunciar con su inasistencia y su silencio la ilegitimidad de un gobierno por decreto, dirigido por un presidente que debería haber dimitido hace ya mucho tiempo

diumenge, 19 d’octubre del 2014

Asaltar los cielos.


Vaya la que ha liado Iglesias con su intención de asaltar los cielos. El País reproduce el cartel de la película de López-Linares y Javier Rioyo de ese título y, rastreando el origen de la expresión en Marx, muestra luego su uso en la retórica comunista, pero recuerda que la figura procede de la mitología griega, vía romanticismo alemán. Si no yerro, está al menos en Schiller, y es una referencia colateral a la titanomaquia o guerra de los titanes contra los olímpicos. Pero los titanes perdieron y volvieron al averno mientras los olímpicos, la casta de la época, se alzaron con la victoria. Menos conocida es otra derrota. Al parecer, Hitler llegó a decir que, con el 6º ejército, quería tomar el cielo al asalto, lo lanzó contra Stalingrado y se quedó sin él. Mi ilustración, el famoso cuadro con autorretrato de Delacroix, la libertad guiando al pueblo no es de la revolución de 1871 sino de la de 1830, otra en donde también se iba al asalto del cielo.

Antiguo anhelo de la humanidad, nunca realizado, siempre renovado, época tras época, generación tras generación, hay que entender la expresión como broche de oro de la retórica de Podemos. Es una licencia poética y no hay que tomársela al pie de la letra cual si fuera un apunte contable, como hace un enfurruñado editorial de El País de hoy titulado Podemos se organiza en el que se arremete contra los dirigentes de la reciente formación, acusándolos de populismo, personalismo y manipulación, ignoro si a fuer de manipuladores o de manipulados o quizá de ambas tristes condiciones.

Tiene Podemos algo de populismo, sin duda, y de populismo patriótico, pero es nada comparado con el populismo que se gastan los demás partidos. Populista hasta dar grima es UPyD; populistas innumerables políticos del PP; populista Susana Díaz y hasta algunos ribetes populistas muestra Pedro Sánchez. Y populismos, además, la verdad, bastante vistos. Parece mentira que El País ni lo mencione. Y ya del populismo de la subclase delictiva y corrupta del sistema político no hace falta hablar. Toros, fiestas, jolgorios, procesiones, congregaciones y fútbol, mucho fútbol.

¿El personalismo? Igualmente inevitable. Diré más, como Hernández y Fernández, con su punto de narcisismo. Sin duda. Estoy tentado de añadir que a quien Dios se la da, san Pedro se la bendiga, porque no veo qué valor ni mérito tiene una crítica que no se dirige a las ideas sino a las personas. Argumenten en buena hora sobre las propuestas y dejen en paz a quienes las hacen.

En cuanto a la acusación de manipulación, si uno consigue superar el pasmo que produce escucharla en boca de El País, preciso es solicitar alguna explicación complementaria. ¿Exactamente en qué consiste la manipulación? ¿Cómo se prueba? ¿En qué distorsiona Podemos la verdad, la veracidad, la realidad o la sinceridad? ¿En qué miente? Claro que quizá El País no quiera decir que Podemos manipula sino que está manipulado. El desván conspiranoico guarda una teoría según la cual Podemos es una invención del PP para fastidiar al PSOE. Más o menos.

Cierto, con algo más de razón se pide a Podemos que haga el favor de precisar sus propuestas en términos inteligibles, verosímiles y que puedan compararse con otras. Pero la petición es prematura. Precisamente esta Asamblea tiene ese cometido. Así que habrá que esperar a ver qué dicen antes de ponerse nervioso y presumir que no van a decir más que disparates.

Más importante me parece una cuestión que anduve rastreando todo el día; en concreto, cuál fue la asistencia al acto de Vista Alegre. No había fotos en las redes, lo cual era sospechoso. Finalmente fueron filtrándose algunas, que mostraban vacíos muy considerables. Ninguna panorámica. Por último, salieron los datos: unos siete mil asistentes. A los socialistas les faltó tiempo para colgar en Twitter y FB fotos de Vista Alegre en sus mítines con lleno hasta la bandera y la de ayer con mucho espacio vacío. Tampoco he visto referencias a este dato en las crónicas y noticias, como si no fuera relevante. Y lo es. Los socialistas, a quienes los de Podemos quieren derrotar en las elecciones, llenaban Vista Alegre y los de Podemos, no. Se quiera o no, es algo significativo, porque contradice la tendencia ascendente que reflejan las encuestas y permite augurar la masiva presencia mediática de los líderes, e ignorarlo no conduce a nada. Conozco tres razonamientos de consolación:

Primero: los sociatas llenaban Vista Alegre en otros tiempos. La cuestión es si lo llenarían ahora. Seguramente tampoco, pero eso no borra los vacíos de ayer.

Segundo: en realidad, este es el precio que se paga por no fletar autobuses de todos los puntos y pagar el bocata al pasaje. Quizá. Pero Podemos, que es una fuerza predominantemente madrileña, obtuvo en Madrid casi 250.000 votos. La asistencia a Vista Alegre es el 2,8 por ciento de esa cantidad y suponiendo que los 7.000 asistentes sean madrileños. Un porcentaje muy bajo, demasiado bajo para una opción nueva, dinámica, muy abierta, con mucha proyección pública y que levanta tantas expectativas. ¿Es posible que la ubicuidad mediática de Podemos y sus dirigentes actúe en contra de su faceta presencial? Lo es, desde luego, y no está claro si es bueno o malo. Por si acaso, convendría pensar sobre ello e interpretarlo.

Tercero: lo presencial en un partido fuertemente implantado en las redes y que tiene un funcionamiento telemático no es tan relevante como antaño. También es argumento digno de consideración. Pero no hace mucho al caso. Sin duda Podemos tiene la más alta proporción de internautas entre los partidos. Pero, justamente por eso, la asistencia debió haber sido mucho mayor  pues los internautas ya no están amarrados a los sobremesa y pueden seguir navegando mientras se desplazan a interaccionar con los otros presencial y virtualmente al mismo tiempo. Entre otras cosas, hoy habrá otra interesante comparación: la que permita ver a cuánta gente movilizan los soberanistas en la Plaza de Catalunya en Barcelona.
 
Definitivamente, siete mil para asaltar los cielos son pocos. Las legiones angélicas, al mando de San Miguel y a las órdenes de la casta de hoy, son mucho más poderosas.

dilluns, 8 de setembre del 2014

La corrupción no es solo cosa de dinero.

Decía Joseph Goebbels, hombre inteligente y culto, aunque moralmente depravado, que "está bien tener un Poder que descanse sobre las bayonetas; pero es mucho mejor y más satisfactorio conquistar el corazón de la gente y conservarlo". Y a eso dedicó su vida en pro de una ideología que la humanidad ha considerado monstruosa. Lo hizo como ministro de Propaganda del Reich, mediante el manejo de los medios de comunicación.

Llegaría luego el momento en que la sociología occidental formulara el axioma de la segunda mitad del siglo XX y más allá: la teoría del fin de las ideologías. Nadie objetó que era arriesgado decretar el fin de algo cuya naturaleza no se conocía con exactitud. Las ideologías habían muerto en el curso del desarrollo de las sociedades industriales. Algún raro, como Inglehart, se puso a hablar de "valores postmaterialistas", en donde alentaba cierto vestigio ideológico, pero se le hizo poco caso. Las ideologías eran cadáveres. La nazi y la comunista singularmente, forma funeraria que adquiere la frecuente negativa a admitir la dualidad izquierda/derecha.

¿Y qué se predica entonces? Precisamente la inanidad, la inconveniencia de toda ideología. Y se hace de la misma forma que aquella, a través de los medios de comunicación, infinitamente más potentes en todos los sentidos que los del tiempo de Goebbels. Esa insistencia en que las decisiones políticas y las jurídicas son (o deben ser) meramente técnicas, sin mezcla de ideología alguna, rezuma prejuicios ideológicos. La idea es que la política es una mera administración racional de las cosas, sin atención a los valores. Esa administración racional está tomada de la teoría de la decisión racional que presupone que esta es siempre egoísta.

El resultado evidente, inmediato, de esta "tecnificación" de las decisiones políticas es la corrupción, algo que sus propios beneficiarios admiten y a lo que dicen que hay que combatir por vía legislativa. No obstante y a pesar de su gravedad y la aguda conciencia social que despierta, la corrupción no es solamente un asunto económico de cohechos, malversaciones, apropiaciones indebidas, etc; eso no es sino el epifenómeno. La realidad es que el conjunto del sistema está corrompido, no solo económica sino también moralmente.

La principal regla no escrita de la democracia es la sinceridad y la veracidad. Forman parte de los requisitos de la acción comunicativa de Habermas. La democracia es un debate en el que se presume la buena fe. No es admisible una basada en el engaño y la mentira sistemáticos. Es una forma corrupta de democracia, raíz vigorosa de todas las demás corrupciones. Llegar al poder ensartando una ristra de mentiras, como hizo Rajoy y le jaleó el aparato mediático (imagen primera), es inadmisible e ilegítimo. Así se ganó el corazón de la gente, como recomendaba Goebbels y a través de los medios de comunicación. Se argumenta, sin embargo, que no se trataba de mentiras, de enunciados de hecho, sino de intenciones, de promesas que después serían imposibles de cumplir. No hay corrupción, no hay mentira sistemática sino un duro cumplimiento con el deber.

Pero queda la otra exigencia goebbelsiana: conservar el corazón de la gente una vez conquistado. Y ahí aparece de nuevo el uso de la mentira planificada, sobre asuntos de hecho con implicaciones incluso penales y sin excusa alguna. La imagen segunda es una recopilación parcial, muy parcial, de ejemplos del uso de la mentira sistemática como forma de comunicación del gobierno con la opinión pública y con la instancia parlamentaria. Ese es el fondo oscuro de la corrupción, amparado en la impunidad. El que hace que un Rey salpicado por la sospecha de la corrupción haya de abdicar y un gobierno al que sucede lo mismo no considere que deba dimitir.

dissabte, 6 de setembre del 2014

Reflexión sobre Podemos.

La fulgurante aparición de Podemos ha sembrado el desconcierto en el sistema político, lo cual es una muestra de lo lentos que somos en nuestras percepciones y nuestra poca capacidad para explicar las novedades. Hace lustros que se teoriza sobre la "sociedad de la información y la comunicación", la "sociedad mediática", las democracias de los medios. Pero seguimos sin entender cómo funcionan. Los partidos ya no se fundan en modestas tascas de barrio o en los mullidos despachos de abogados y banqueros y en relaciones personales. Surgen de una realidad abigarrada, fragmentada, que llamaría "postmoderna" si supiera qué quiere decir eso. De una comunicación que trasciende el orden personal, mediada por las TICs. Incluso algún adelantado del análisis político académico, como Rospir, propuso llamarlos media parties hace años. Podemos tiene algo de esto, pero no se agota en ello. Ni mucho menos.

Sentado, pues: la reacción mayoritaría del establishment político mediático ha sido hostil. Eso que antes se llamaba el sistema, un término similar al de casta de Podemos y también muy conveniente porque permite identificar un enemigo y hacerlo de un modo suficientemente vagaroso para incluir o excluir de él a quien nos parezca en cada momento. Ese pronombre "nos" es la clave del concepto, la clásica e implícita contraposición entre "nosotros " y "ellos". Aclaro que me refiero a la vieja idea de sistema. Esta reciente que se trasluce de las acusaciones de "antisistema" en boca de gentes conservadoras es un contrasentido que no cuaja, pues usan el término sistema como sinónimo de "orden constituido", el que las beneficia a ellas.

La reacción ha sido muy hostil. La derecha no ha parado en barras y tanto sus políticos, diputados como sus innúmeros portavoces en los medios y tertulias han ido al ataque en todos los frentes, político, ideológico, social, personal. Con tanta saña que algunos se preguntan si no se conseguirá el efecto contrario de ensalzar la formación a ojos de la opinión pública. Porque esa opinión es muy contundente. Pablo Iglesias es el líder mejor valorado en los sondeos; Mariano Rajoy, el peor. Ya no gana ni al socialista.

El PSOE ha sido más moderado, pero su reacción es igualmente hostil. Podemos es antisistema, populista y neobolchevique. Alfonso Guerra propone una alianza entre PP y PSOE frente al resurgir de neofascismos y neocomunismos. Es comedido. No menciona Podemos, pero no hace falta. Felipe González sí se desmelena más y compara Podemos con Chavez, Le Pen, Beppe Grillo y Syriza. Otro que tampoco entiende la sociedad mediática en la que vive y sobre la que teoriza. Si algo tienen en común Chavez, Le Pen, Beppe Grillo y Syriza es que salen por la tele. Pero eso le pasa a él también, así que habría que incluirlo en la lista de no ser porque esta lista es una tontería, con todos los respetos.

La reacción de IU es cautamente ambigua. Los resultados electorales recientes y el sentido común indican que la federación ha sido el principal caladero de votos de Podemos. De ahí esa actitud ambivalente de sí pero no, somos lo mismo pero no somos lo mismo y otros sofismas que no dejan mucha salida a ninguno de los dos porque tampoco Podemos puede permitirse ir a una alianza con una fuerza tradicionalmente perdedora y ahora debilitada precisamente por su presencia. Es una situación cruel, pero no tiene otra salida que la hegemonía de Podemos à tout hazard.

Porque, efectivamente, contra pronósticos, Podemos supone una alteración sustancial del sistema político. Al día siguiente de las elecciones europeas (que hicieron trizas la autoestima de los sondeos) hubo una cascada de dimisiones en otros partidos y fuerzas; hubo primarias, secundarias, terciarias y hasta tercianas. Incluso ha amanecido un proyecto de reforma de la Ley Electoral General, dentro de un plan pomposamente llamado de "regeneración democrática". Lo suficiente para que, al margen de consideraciones más o menos coyunturales, se intente un análisis, siempre provisional, pero imparcial del fenómeno. Confieso de antemano que mi imparcialidad es compatible con mi simpatía por el movimiento y sus dirigentes, a algunos de los cuales conozco personalmente y de los que me siento cercano, especialmente Iglesias, Errejón o Urbán.

Podemos tiene una faceta inmediata, práctica, contingente. A ocho años de una crisis sistémica, aguda y que parece no tener fin; a tres años de un gobierno especialmente antipopular, autoritario y corrupto de la derecha; con una sociedad civil desmoralizada, después de una experiencia de fracaso del último gobierno de Zapatero, el terreno estaba baldío pero en barbecho. La aparición de un movimiento nuevo, fresco, joven, sin vínculos con el oscuro pasado, dirigido por una personalidad fuertemente carismática, popularizada en los medios de comunicación, viralizada en las redes sociales, iconografiada ya hasta en videojuegos, tenía que despertar una oleada de simpatía popular, adhesión y, por supuesto, esperanza. Porque todo eso se da en un contexto social caracterizado por un paro juvenil masivo que hace hablar de una "juventud sin futuro", una contradicción en los términos porque la juventud es el futuro.

Pero Podemos tiene una faceta mediata, de más peso teórico, menos transitorio. Tiempo habrá de estudiar hasta qué punto el movimiento se fragua en las asambleas del 15-M, pero la relación entre ambos, 15-M y Podemos es evidente. Es más, hasta cabe decir que esta fuerza es la forma que adquiere el debate algo atascado en el 15-M, acerca de cómo alcanzar eficacia en la acción política, si manteniendo la asamblea u organizándose en partido. De ahí que Podemos tenga todavía pendiente esta cuestión organizativa, que ya se verá cómo se soluciona. 

Al margen de ello, sin embargo, sí parece claro que la organización de los círculos acepta el principio democrático de que al poder se llega ganando elecciones. Eso del neobolchevismo es un golpe bajo. Ahora bien, las elecciones tienen unas condiciones, unos requisitos, formales y materiales que, de siempre, han sido fuerte escollo para las aspiraciones de las izquierdas en todo el mundo. El primero de todos, dictado por la experiencia, es que en las sociedades occidentales (a falta de nombre mejor) la mayoría, que es lo que se precisa para ganar, es centrista. Las opciones, en consecuencia, moderan su lenguaje y sus programas para no verse arrinconadas. Ahí tiene poca cabida la disyuntiva crasa izquierda-derecha que, sin embargo, sigue siendo real, de forma que se multiplican las anfibologías, los eufemismos: clases medias, los de arriba y los de abajo, etc.

Hay más, mucho más en los procesos electorales (listas, escutinios, etc), pero nos quedamos con la cuestión esencial: cómo obtener la mayoría electoral para una opción de izquierda hoy. Hay dos pasos: a) coalición de la izquierda (preelectoral o postelectoral) en sentido estricto; b) coalición de la izquierda en sentido amplio. 

Respecto a a) no es exagerado decir que Podemos se perfila como el eje en torno al cual quizá pueda fraguar una unidad de la izquierda. Si frentista o no es cosa de terminología. El problema no es terminológico, sino de contenido. Se trata de saber si las demás izquierdas, IU y sus constelaciones, aceptarán formar parte de una alianza hegemonizada, quieran o no, por Podemos. Doy por supuesto que esta coalición por sí sola no daría el gobierno a esta unión de la izquierda. Si no fuera así y se la diera, podríamos ahorrarnos considerar el paso b).

Respecto a b) y en el supuesto de que a) salga adelante. Se trata de saber si en la coalición entra o no el PSOE y cómo. Cuestión la más peliaguda por las murallas de reticencias por todas partes. Según unos, es pronto para decidir y conviene esperar los resultados de las municipales de mayo de 2015 y ver cuáles son los del PSOE. Si este va en una senda de pasokización o si mantiene su segundo (y puede que hasta primero) puesto en la dualidad de partidos dinásticos. Desde luego, las proporciones que se decanten serán decisivas para las opciones que adopten los dirigentes. Y es probable que, al final, la decisión recaiga sobre Podemos y el PSOE ex-aequo.  

Y aquí es donde hay que pensar si la sociedad española se merece otros cuatro años de gobierno de esta derecha.

dimarts, 2 de setembre del 2014

Regeneración democrática.

Es difícil escribir sobre la nueva consigna con la que el gobierno quiere abrir el curso político y entretener a la afición sin perder la compostura. En el país del regeneracionismo, con su caterva de ilustres figuras, como Costa o Macías Picavea, hablar de regeneración y querer que sea democrática implica cierta responsabilidad. Si se recuerda que al noble empeño se aplicaron luego las brillantísimas generaciones del 98 y el 14, las de Unamuno, Maeztu, Ganivet, Azorín, Ortega, Azaña, etc, la responsabilidad adquiere tintes de osadía. Hace falta mucha autoridad para invocar algo de tanto peso en un país abrumado por una crisis económica y anodado por otra moral, provocada por el carácter pandémico de la corrupción, cuyo emblema es el caso Gürtel. Justo la mayor carencia del gobierno del PP y, muy concretamente, de su presidente. Dado que este es hombre a quien, según parece, todo le da igual, quizá piense que una hábil campaña de agitación y propaganda a cargo de su frente mediático sea suficiente para investirle con la autoridad moral que los ciudadanos no le han concedido nunca ya que es el presidente peor valorado de la democracia de modo sistemático, barómetro tras barómetro, desde que ganó las elecciones de noviembre de 2011. Pero eso no es así ni en España. La legitimidad del presidente para regenerar una democracia que ha degenerado en gran medida por su responsabilidad es nula. Eso es lo que la opinión pública le dice con su escasa valoración.

Las razones de ese pobrísimo concepto son claras y abrumadoras. Ganó, sí, las elecciones de 2011, pero con un programa y unas promesas que incumplió por entero. Faltó a su palabra y se envaneció de ello con el lamentable argumento de que, al incumplir su palabra, cumplía con su deber, siendo así que cumplir la palabra es el primer deber de un hombre. Y, si no, no haberla dado; o retirarse discretamente. Todo menos invocar un empeño regeneracionista basado en una palabra que no vale nada, como él mismo reconoce.

La regeneración quiere ser democrática, pero no en el sentido de que se arbitre de modo abierto, mediante diálogo con las otras opiniones, pues se presenta con la intemperancia habitual de un Diktat, que es el espíritu propio del gobierno. Las próximas elecciones municipales no auguran buenos resultados para los partidos dinásticos, especialmente el de la derecha, por lo que no será raro que la tal regeneración democrática se imponga por decreto ley. Es tal la pasión de Rajoy con el sentido común que se ha quedado sin sentido del ridículo. ¿O no es ridículo imponer la regeneración democrática con desprecio al Parlamento?

Lo del desprecio al Parlamento no es figura literaria. En su comparecencia ante el Congreso el 1º de agosto de 2013, a la que accedió obligado por las circunstancias, a la que se vio literalmente arrastrado, Rajoy mintió asegurando que en el PP no había cajas B ni contabilidades paralelas y que no tenía contacto con Bárcenas desde tiempo inmemorial, siendo así que hacía poco le había mandado un SMS de ánimo. Si se puede faltar impunemente a la verdad en sede parlamentaria el Parlamento no vale nada.

Ni el resto del sistema democrático, ni la opinión pública, a la que se miente con absoluto desparpajo, diciendo que los salarios no bajan, que el paro desciende o que España lidera la recuperación europea. No hay nadie en el país que dé crédito alguno a las declaraciones de los gobernantes, en especial las de su presidente quien, puesto a fabular, abrió ayer el curso político hablando no de brotes verdes, que nadie ve, ni de luz al final del túnel que nadie divisa, ni de haber tocado fondo que nadie siente; habló de vigorosas raíces, algo que tampoco ve nadie, pero canta menos porque, al fin y al cabo, las raíces casi nunca se ven. En este caso, basta con creer en la palabra de Rajoy.

Si la mentira es la forma básica de comunicación del gobierno, si este gobierna mediante decretos leyes, si su acción es autoritaria, represiva, censora; si su presidente e innumerables dirigentes de su partido están acusados de distintos comportamientos cuestionables y diversas corruptelas, ¿qué quiere decir al hablar de regeneración democrática? Básicamente dos cosas.

Una: que quiere dar un pucherazo garantizándose la elección de sus alcaldes sin necesidad de mayoría absoluta, a menos de un año de las elecciones municipales. La democracia es sobre todo cuestión de formas y la forma más importante, la base del juego limpio, es que las reglas no se cambian unilateralmente y a la fuerza en mitad de la partida. La llamada "regeneración democrática" es profundamente antidemocrática. Por eso la llaman "democrática", sin ningún empacho.

Dos: que es bueno hablar de cosas nobles, como la "regeneración democrática". En realidad el propio gobierno lleva haciéndolo desde su primer día de mandato. Incluso encargó una propuesta a Ana Mato, si no recuerdo mal. El objetivo obvio es reconocer implícitamente la degeneración de la democracia, pero escurrir el bulto de la propia responsabilidad. En realidad, que no se hable de ella, que no se hable de lo que los ciudadanos consideran que es el tercer problema del país; de la corrupción.

Gürtel, Correa, el Bigotes, Sepúlveda, el Albondiguilla, Blesa, el Tamayazo, Urdangarin, Matas, Fabra, Camps, Baltar, los EREs andaluces, los sobresueldos en el PP, Aznar, Rajoy, Arenas, Cospedal e tutti quanti, Pujol, la infanta, el Rey abdicado, Bárcenas, la financiación ilegal, Fundescam, la Gestapillo, toda esta ópera de tres centavos, se sumirá en el silencio y el olvido gracias a unas medidas de regeneración democrática impulsadas por el partido y el gobierno en buena medida responsables de ellas.

No se dirá que no suena a chiste.

dilluns, 24 de febrer del 2014

Hablando de democracia

Hoy, en la Facultad de Políticas, a las 13:00 h., para hablar de Robert A. Dahl, recientemente fallecido.



Política, economía y bienestar.
Who governs?
Prefacio a una teoría democrática.
El concepto de poder.
Análisis político moderno.
Oposición política en la democracias occidentales.
After the Revolution?
Poliarquía, participación y oposición.
Dilemas de la democracia pluralista
Prefacio a un democracia económica.
La democracia y sus críticos.
How democratic is the American Constitution?
Sobre la igualdad política

Tod@s bienvenid@s.

diumenge, 9 de febrer del 2014

La democracia y su defensor.

Casi centenario falleció ayer en una residencia de Connecticut Robert A. Dahl, uno de los padres de la ciencia política contemporánea y figura respetada por encima de querellas doctrinales. Dahl era hijo de inmigrantes noruegos en los Estados Unidos. Recordaba los años duros de la recesión siendo él adolescente, cuando había de recorrer grandes distancias para ir al instituto en mitad de la nieve, pues vivían en Alaska. Andando el tiempo llegaría a ser uno de los grandes teóricos de la democracia en el siglo XX, junto a los Sartori, los Hayek o los Schumpeter. Tengo para mí que esa experiencia vital de los que vienen de abajo, esa voluntad por ascender por méritos propios en un mundo de oportunidades siempre escasas, condicionó el enfoque dahliano del objeto de estudio al que dedicó toda su vida, la democracia.

A veces se le criticó lo que muchos entendían como una función ideológica y justificativa de su teoría de la democracia pluralista, sobre todo frente a los análisis marxistas. El pluralismo era una forma del funcionalismo y no estaba bien visto. Encima, Dahl, que tenía su punto de ironía, reverdeció el concepto hegeliano de poliarquía, no aplicado a la Edad Media sino a las democracias contemporáneas. Este último sigue siendo término de culto en cenáculos, pero el concepto de pluralismo se han expandido entre los estudiosos y la gente en general. La democracia pluralista se ha convertido en staple food de los debates. Casi parece una redundancia pero conveniente en tiempos en que la democracia puede adjetivarse de otras sospechosas maneras, como "socialista" o "popular" u "orgánica" o "islámica".

Desde el punto de vista de la teoría, el enfoque pluralista posibilita otros refinamientos analíticos, como la democracia "neocorporatista" o la "consocional". La categoría de Dahl se mide por la cantidad de vías y perspectivas que abre su obra.  Una obra muy rica porque está edificada sobre bases científicas (expuestas en un temprano texto de 1963, sobre Análisis político moderno), sólidamente empíricas, como sabe todo el que haya leído aquel trabajo pionero que trataba de zanjar en este terreno la espinosa cuestión del poder en ¿Quién gobierna? Democracia y poder en una ciudad norteamericana (1961). Al mismo tiempo, siempre tuvo una visión matizada, pegada a la realidad material. Junto a su cuidadoso y elaborado edificio teórico sobre la democracia política, Dahl argumentaba en favor de una democracia económica, una perspectiva en la que había trabajado con Charles E. Lindblom (1951) y que continuaba con Prefacio a una democracia económica en 1985. O sea, un hombre que alternaba la torre de marfil con la barricada, o más bien la calle, pues eso de barricada es excesivo para Dahl.

En la vida del mundo, Dahl hizo aportaciones importantes en asuntos esenciales del funcionamiento de los sistemas democráticos, siempre entendidos desde la perspectiva pluralista. Su libro ¿Después de la revolución? es una especie de reflexión y balance sobre los años sesenta y las perspectivas que se abrían. Pero sus mayores desvelos los dirigió al funcionamiento de la oposición en la democracia, La oposición política en las democracias occidentales (1966) o Regímenes y oposiciones (1973). La idea es clara: la democracia es democracia si lo es para la oposición.

En 1989 publicó la que, para mí, es su obra principal, el resultado de cuarenta años de trabajos, La democracia y sus críticos, en la que especifica los que considera requisitos básicos de la democracia y polemiza con las visiones críticas de esta. La de Dahl es una teoría democrática de la democracia. En sus obras posteriores pareció ir convirtiéndose poco a poco al campo de esos mismos críticos por cuanto consideraba que la estructura misma de las sociedades capitalistas, especialmente el poder de las grandes corporaciones, impedía y coartaba el funcionamiento de una democracia plena. Esta forma de restricción y falseamiento de la democracia que obstaculiza la participación de la gente en los asuntos públicos ya  venía posibilitada por la propia Constitución de los Estados Unidos. Sin duda una visión crecientemente pesimista que no llegó a imponerse sobre su fidelidad al principio de la democracia como tipo ideal.

dissabte, 28 de desembre del 2013

La socialdemocracia confusa.

La derrota electoral de 2011 provocó una sacudida en la conciencia del PSOE. Se cerraban de modo humillante dos legislaturas muy distintas. La primera, la del no nos falles, la exhiben los socialistas con orgullo como ejemplo. La segunda, la del PSOE PP la misma mierda es, terminó con lo que bien podría llamarse un voto de castigo que los dejó sin saber a dónde mirar, como un boxeador noqueado. Tal fue la confusión que convocaron una conferencia política. Es una respuesta típica. Cuando en una organización no se sabe qué hacer, se nombra una comisión. Llamarla Conferencia Política, convocar expertos, intelectuales, gente interesada, indagar por las tendencias de la sociedad, pretender una renovación programática, casi un cambio de piel o de rumbo formaba más parte de escenografía. Pasó el evento y el resultado fue múrido, aunque sus partidarios sostienen que se verá cuando esté redactado el programa electoral.
 
Entre tanto, la socialdemocracia carece de discurso propio. Va a remolque de los acontecimientos y aparece casi obsesionada por sus fortunas electorales, más bien sombrías. Tampoco es una situación extraña. Sucede con la socialdemocracia europea en general. El hecho de que los socialdemócratas alemanes vayan a gobernar en alianza con la derecha que en Francia está en la oposición, pone de manifiesto las confusiones, las incertidumbres, la anfibología de una socialdemocracia confusa, carente de una teoría.
 
Curiosamente esa falta de teoría nace de su propio triunfo. El socialismo democrático semeja una sociedad que hubiera alcanzado su objetivo social. Solo le queda disolverse ... o buscarse otro objetivo. La realización es indudable. El socialismo democrático reivindicaba la democracia frente al comunismo y otras formas de socialismos autoritarios. Hoy ningún socialista, por radical que sea, cuestiona la democracia, al menos explícitamente. A su vez, frente a la derecha, el socialismo democrático erigió el Estado del bienestar, la economía social de mercado que todos dicen respetar, incluso quienes están empeñados en acabar con ellos. Basta con escuchar a Rajoy sosteniendo, con su habitual crédito, que el Estado del bienestar es un "objetivo irrenunciable".
 
La fórmula se realizó: democracia más capitalismo regulado según el Estado del bienestar. Lo que la muy profesoral Constitución española llama "Estado social y democrático de derecho". Triunfó, venía triunfando en Europa desde los años cincuenta, y a la vista está hoy que presidió sobre la más larga etapa de estabilidad política, crecimiento y desarrollo económicos, pleno empleo,  falta de crisis y mejora sustancial de las condiciones generales de vida.

El triunfo del neoliberalismo y la consiguiente crisis económica han hecho saltar por los aires aquel modelo y no parece que haya uno alternativo distinto de la propuesta de retornar al perdido, como si las condiciones socioeconómicas pudieran repetirse en la historia. Pues, lo dicho, cuando el colectivo no sepa qué hacer, nombre una comisión.

Es un momento excelente para que los socialdemócratas europeos convoquen una especie de convención europea de la izquierda, sin exclusiones (ya habrá bastantes que se autoexcluyan) que trate de ofrecer una explicación del actual estadio de desarrollo del capitalismo. La globalización es un hecho y el nombre que damos a una situación internacional de guerra económica de todos contra todos bajo la hegemonía militar occidental crecientemente cuestionada por la potencia china y un abanico de guerras locales que se usan como mecanismos de control regionales. En esas circunstancias, ¿existe un programa de mínimos de la izquierda para Europa? Debería ser, además, uno susceptible de acordarse con la derecha conservadora, tradicionalista, nacionalista, pero no neoliberal, que la hay en el continente y hasta en España. Es el fanatismo neoliberal el causante de las crisis y cualquier táctica aconseja desactivarlo aislándolo, por el peligro que, como todo extremismo, entraña.

Además de aplicarse el tratamiento europeo, la socialdemocracia española podía proponer la convocatoria de otra convención extraordinaria en España para deliberar sobre la organización territorial del Estado y su fórmula política. La Convención debería tener carácter materialmente constituyente. Podría debatir en paralelo al funcionamiento normal de las instituciones de la monarquía parlamentaria.  Pero sin exclusiones ni cuestiones indiscutibles. Las conclusiones solo podrían ser dos: a) un acuerdo sobre alguna forma de Estado que obligara a reformar la Constitución y b) una falta de acuerdo sobre la forma de Estado, con remisión a un referéndum en España sobre el reconocimiento del derecho de autodeterminación. También podría no haber conclusión alguna. Nada nuevo, pues esa es la situación en que nos encontramos.

En cuanto a las conclusiones positivas, la reforma constitucional es asunto tasado pues la propia Constitución establece procedimientos para proceder incluso con una reforma total. En cuanto al referéndum a escala española se plantea una cuestión añadida: qué hacer si, como es previsible, los resultados en Cataluña y el resto de España están invertidos. Allí, mayoría cualificada a favor de la autodeterminación; aquí, al revés, mayoría cualificada en contra. Los catalanes se habrán autodeterminado de hecho y, por eso mismo, acumulado una razón más para hacerlo de derecho.
 
Es inexcusable el pronunciamiento de la izquierda española. Pero ¿se encuentra a la altura de las circunstancias? ¿Es capaz de hacer una propuesta propia con la amplitud de miras y la viabilidad necesarias?  La crisis española es crisis de Estado y debe tratarse a nivel de Estado. De nada sirve seguir a la derecha viéndolo como un asunto de legalidad y no de legitimidad. Está cuestionado el modelo de la transición y es absurdo ocultarlo.
 
Por cierto, esa hipotética convención podía adoptar como primera medida, invitar, al menos como observador, a Portugal. Si la izquierda propugna la unión política del continente, bien puede predicar con el ejemplo.

dissabte, 21 de desembre del 2013

La ofensiva de la derecha y la miseria de la izquierda.


Ahora que los españoles hemos retrocedido treinta años en dos de gobierno de la derecha parece buen momento para una recapitulación de lo sucedido, que haré en tres breves apartados y una coda: 1º) la falsa verdadera izquierda; 2º) la verdadera falsa socialdemocracia; 3º) la antitransición; y coda: los finos analistas políticos.

1º.- La falsa verdadera izquierda. Su miseria se condensa en la fórmula "PSOE-PP la misma mierda es". Que se trata de una estupidez solo beneficiosa para el PP ya se sabía antes de las elecciones. Bastaba con ver cómo este partido no la desmentía. Ahora es patente: en dos años los españoles han perdido el derecho al aborto, a la educación pública de calidad, a la sanidad pública, a un salario y un trabajo dignos, a las pensiones, a la libertad de expresión, de manifestación y de reunion. Antes los tenían (más o menos); ahora, no. No es lo mismo, ¿verdad? La fórmula es estúpida.

Los que no son estúpidos, sin embargo, son los dirigentes e ideólogos. Ellos ya sabían que era una estupidez. Pero servía a sus fines inconfesos, consistentes en desplazar a la socialdemocracia a la derecha, desprestigiarla, segarle apoyos electorales para ocupar su sitio y enarbolar su bandera: el socialismo democrático. Eso sí, "verdadero" socialismo. Frente a una derecha unida como una piña con mayoría absoluta, esa opción, en el mejor de los casos, cosecha un 15% del voto. Insuficiente para realizar el "verdadero" socialismo desde el gobierno. Pero suficiente para que el PSOE no gane las elecciones. Seguirá gobernando la derecha porque lo que los dirigentes e ideólogos de IU y aledaños quieren es seguir como están. Siendo cabezas de ratón satisfacen su narcisismo. Es mejor, más grato, más lucido, ser jefe de uno de los bandos perdedores que grado intermedio, pieza del montón, en un bando ganador.

Por eso se sigue hablando de PPPSOE. Tengan el valor de traducirlo, buenas gentes:  tener derecho al aborto y no tenerlo es lo mismo. Díganlo, hombre, díganlo. PP y PSOE son lo mismo. El aborto como derecho y el aborto como delito son lo mismo. Díganlo de una vez. En el fondo, quizá lo piensen.

2º.-La verdadera falsa socialdemocracia. Y ¿cómo se ha llegado hasta aquí? Porque, en realidad, la fórmula PPPSOE, estúpida como es, no es enteramente falsa. La socialdemocracia española comenzó su andadura en la segunda restauración con una mayoría absoluta como la del PP; incluso superior, pues tuvo 202 diputados en 1982 frente a los 186 actuales de la derecha. Pero, si empezó con ánimo reformista, poco a poco, a lo largo de los años, se fue dejando dominar por el pragmatismo, el oportunismo, los intereses creados y la corrupción.

El exitazo primero de la socialdemocracia, tan apabullante que obligó a la derecha a hacer como que se civilizaba, atrajo al PSOE una caterva de vividores, gentes sin muchos principios, pero hábiles para dominar la política de partido. Algunos, en su afán de medrar, cruzaban la raya de lo delictivo, como los Marianos Rubios o los Roldanes. Otros, la mayoría, no. Seguían en el partido, convertido en una oligarquía de profesionales que se valían de él para sus intereses, sus carreras políticas, sus colocaciones posteriores en la vida "civil". Curiosamente son estos que hoy dominan la organización, quienes más daño le hacen.

El PSOE no quiso o no supo reelaborar una visión de la socialdemocracia que, sin ser presa de sus tradiciones, no las olvidara al extremo de convertirse en la versión liviana del neoliberalismo. No supo articular un programa socialdemócrata capaz de explicar la aceptación de ciertos postulados neoliberales como un giro táctico y de hacerlo creíble. Falto de un discurso de izquierda, como la política, al igual que la radio, no aguanta el silencio, el PSOE se ha apropiado, con tímidos matices, el de la derecha: mercados, entente cordiale con la iglesia, monarquía y unidad nacional a machamartillo. Es, dice, el espíritu de la transición.

3º.- La antitransición. La actual involución de la derecha en todos los órdenes, la colonización ideológica de las instituciones, la prevalencia de la explotación capitalista más salvaje mezclada con el nacionalcatolicismo a ultranza es la cara de la derecha de siempre. La de 1975, respaldada por cierto entonces por un ejército que era un partido político armado presto a intervenir. Como lo demostró unos años después. Una derecha sin complejos.

Es el momento de que los ideólogos de la verdadera izquierda, esos que tildan la transición de traición y la culpan de los males de hoy, demuestren cómo deben hacerse las cosas. Sin duda tienen fórmulas gracias a las cuales no solamente el PP perderá las próximas elecciones (que tampoco parece tan difícil) sino que ellos y sus programas las ganarán, formarán gobierno y harán realidad la verdad de esa verdadera verdad. Cosa tanto más sencilla cuanto que la oligarquía del PSOE, incapaz de ver más allá de sus narices, incapaz de afrontar los problemas colectivos con ideas nuevas, audaces, acordes con la tradición de la izquierda, cada vez se configura más como su propia caricatura: el otro partido dinástico.

Aquí está la segunda transición. La que todo el mundo invoca si bien con fines distintos. A ver qué sale. A ver cómo recuperamos esas futesas que habíamos conseguido con la asquerosa y traidora transición: el derecho al aborto, el Estado del bienestar, el acceso a la justicia, las libertades públicas.

Coda: los finos analistas políticos.- Premio Mariano José de Larra para todos esos analistas a quienes encandilaba la labia moderna, civilizada, moderada y centrista de Gallardón y Wert. Eso es perspicacia, sí señor.
No veo que esta entrada vaya a ganarle muchos amigos a Palinuro y así se lo he dicho. Le da igual. Dice estar acostumbrado. Este Palinuro es un ingenuo.

dimarts, 3 de desembre del 2013

La gresca en los partidos.

¿Lo imagino o los dos partidos dinásticos están a la greña? Pero no a la greña entre ellos, cual acostumbran, sino dentro de sí mismos. Hay gresca en los dos. Y gresca en las alturas. Los pobrísimos datos de las encuestas siembran el nerviosismo entre dirigentes, militantes de alcurnia, barones, cargos públicos, asesores, políticos profesionales que, si no son una clase ni una casta, algo tienen en común. Datos que auguran catástrofe a corto y medio plazo. Donde no hay harina, etc., etc. La señora alcaldesa, que debe de haberse leído el libro de Miriano y ya está ejercitándolo, pregona los torvos designios de su marido, el único que, junto a Aguirre, según los mentideros de la Villa, puede encabezar una escisión del PP por la derecha. Hay bronca, en efecto, y mucha, en el cuarto de banderas, en especial con las excarcelaciones de etarras que han sacado de sus por lo demás estrechas casillas al ministro del Interior. El gobierno es flojo, blando, pastelero, todo lo hace mal. Y hasta es complaciente con el desafío del separatismo catalán. Vuelven las escuadras, cuando la vieja guardia, al estilo Armada, se retira para siempre.

En el otro partido la bronca es por el presente y por el reciente pasado. El presente está diferido, aplazado a unas primarias que cuesta más convocar que un parto de quintillizos. Porque todos las quieren y todos las temen. Interesante se ha puesto también el pasado, a golpe de memorias. Resulta que la balsa de aceite zapateril era un corral de gallos que ahora sacan los espolones. A Solbes le ha pasado como a Rato, se vio como un milagro y se ve como una plaga. A juicio sale la gestión del gobierno socialista en la crisis. Solbes acusa a Zapatero y sale acusado a su vez por el gran paladín de Zapatero, el entonces ministro y antes pintoresco candidato a alcalde de Madrid, Sebastián.

Pero ese juicio ya lo ha dejado listo el propio Zapatero con una revelación y un gesto. Ha dado a luz la fatídica carta que lo forzó a reformar la Constitución por ordeno y mando de la UE, pues, dice, era eso o el gobierno de técnicos. Fuera lo que fuera, él ocultó la carta que ahora revela en su libro. Cuando menos, no es elegante. El gesto es el de traer a la presentación a Tony Blair, que ya es viejo amigo de la casa. Estuvo en la boda de la hija de Aznar y debe de pensar que los primeros ministros españoles se parecen mucho, al menos en su manía de tirar de él.

Está bien eso de traerse a Blair a la presentación de libro.  Blair le ha dado el espaldarazo de leader, más o menos el que tiene una visión. Puede empezar a actuar como una jarrón chino. En realidad, ya ha empezado con esas memorias que apenas han tenido tiempo de asentarse y ordenarse y reflexionarse. La prueba, la revelación.