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diumenge, 18 de febrer del 2018

La levadura de la CUP

Y volvió a decir: «¿A qué compararé el reino de Dios?
Es semejante a la levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado». (Lucas, 13: 20-21).

La CUP es la levadura que está haciendo fermentar la revolución catalana por dos vías, una positiva por cuanto simboliza la coherencia entre la teoría y la práctica y la fidelidad a los compromisos; la otra, negativa, por cuanto desmonta las estrategias represivas del Estado, especialmente en vía judicial.

La brava declaración de Mireia Boya ante el juez Llarena desmontó la estrategia de este de establecer una oscura relación entre las convicciones ideológicas de las acusadas y su suerte procesal. Boya quedó en libertad sin medidas cautelares a pesar de reafirmarse en su ideología independentista. El B155 judicial pretende justificar su estrategia afirmando que ese resultado demuestra precisamente que el Tribunal no es inquisitorial, que no se procesa a la gente por sus ideas, sino por presuntos delitos. El problema es que Boya se encuentra a este respecto en idéntica situación a los Jordis ya que si estos se subieron al techo de unos vehículos oficiales, también lo hizo Boya y si Boya está en libertad, en libertad debieran estar los Jordis. Es tan flagrante la contradicción que algunos analistas la atribuyen a un cálculo político de Llarena, el de dejar en libertad a Boya, pieza menor, en espera de echar el guante a Anna Gabriel, De ser esto cierto, aun sería peor.

Ahora es el turno de Anna Gabriel, cuya decisión respecto a su cita judicial el próximo 21, tiene pinta de incidir en el mismo palo judicial pero con aspectos de interés que pueden llevar la masa a un nuevo punto de fermentación. Se trata de una variante del tema del exilio. Y en Suiza, que no es país de la UE, lo cual, supongo, ahorra a los jueces españoles la navette de la euro-orden. Si Gabriel finalmente no comparece y es declarada en busca y captura, habrá que recurrir a la extradición o a la interpol o al alguacil pregonero. La macrocausa política contra el independentismo lleva camino de verse en diversos escenarios y con muchos acusados en situación de rebeldía. Eso quizá ahorre al juez la necesidad devanarse más los sesos sobre la rebeldía de que quiere acusarlos, a base de encontrar un concepto tan eficaz de violencia que incluya la no violencia.

Son levadura. También catalizadores que aceleran el proceso por la legitimidad que aportan. Es rasgo de esta revolución catalana la aparente paradoja de que sean los antisistema quienes operan como factor de aglutinación y legitimación. Dan una nota de autenticidad que tiene mucha fuerza. La transversalidad del movimiento, la unidad de acción del independentismo de raíz burguesa con la izquierda republicana y la unidad popular, que las izquierdas españolas dicen no comprender, es el meollo de este movimiento. 

Hay en la acción de la CUP no solamente un objetivo actual y claro sino también un ajuste de cuentas con el pasado, del que sale la intención de no repetir los errores de 1937, cuando las gentes situadas en la misma constelación de la izquierda revolucionaria se enfrentaron entre sí en lugar de hacerlo contra el enemigo común. La República Catalana no tiene enemigos dentro, sino fuera de ella.


dimarts, 15 d’agost del 2017

¡Que vienen los radicales!

La sintonía entre El País y el gobierno es admirable. Un par de días después de que Rajoy aconsejara a los indepes catalanes que se separen de los radicales, el que fuera diario de referencia de la izquierda titula que "la CUP se hace con el control del proceso soberanista." Como sabe todo el mundo, CUP es sinónimo de radical. Al grano: los radicales se hacen con el control, etc. No es sintonía; es coincidencia. La finalidad: vencer el independentismo dividiéndolo. Eso de dividir al adversario se le da muy bien a la derecha cuando se enfrenta a la izquierda, a la que manipula. Está por ver si también lo consigue con los indepes.

Carece de imprtancia si el anuncio de El País es verdadero o no. Extraer de los últimos acontecimientos relacionados con la CUP (el autobús, el cartel de Barrámoslos con la figura de Mas y el juego del escondite con las 8.000 urnas) la conclusión de que los "antisistema" controlan el proceso indepe es un salto en el vacío colgado de la liana de la manipulación. Y, si se hace sinceramente, muestra un grado alarmante de incapacidad analítica.

La CUP es una organización antisistema radical. Es más cosas, desde luego y muy interesantes, pero, a los efectos aquí, es antisistema y radical. Y también es independentista, siendo el independentismo, según reiteradas manifestaciones orgánicas, la prioridad táctica absoluta. La CUP apoya el gobierno de JxS en el punto concreto de la independencia, tanto en sus aspectos directos como indirectos. Pero en nada más. En el resto, es una organización autónoma y toma sus decisiones que, a veces, causarán problemas al gobierno de JxS. Es lógico y está en su derecho.

La esperanza del sector gubernamental y periodístico es que esos rifirrafes en el independentismo lleven a un enfrentamiento entre los "burgueses" y los "radicales" que dé al traste con la hoja de ruta bien porque los "radicales" impongan una ruptura por intransigencia o porque los "burgueses" la fuercen pretextando esa misma intransigencia. La esperanza viene añadida del recuerdo de que la CUP solo tiene diez diputados pero son imprescindibles para la mayoría absoluta indepe. Una situación en verdad compleja con cierta carga moral por ambas partes.

Evidentemente, una ruptura sería el fracaso de la hoja de ruta y, en el caso de que se cargara a cuenta de la CUP (los "radicales" de la derecha) demostraría que en aquella, al final, habría prevalecido el criterio de la revolución social antes que la revolución nacional, en contra de lo que hasta entonces habían afirmado. Se había llegado a esta conclusión obvia al ver que, si no tienes un Estado, es inútil que pienses en la revolución social. Si lo tienes quizá tampoco; pero, si no lo tienes, despídete. 

Y es que, efectivamente, la CUP mantiene su criterio original: primero lo nacional y luego, lo social. ¿La prueba? Que se ha aplazado la petición de dimisión del conseller que denunció el asalto al autobús al día dos de octubre. Así que, malas noticias para las esperanzas de las derechas: de enfrentamiento, nada. De ruptura del frente indepe, menos. El pacto llega hasta el 1º de octubre. Pero llega. Es incomprensible que los analistas no lo vean. La CUP no controla nada. Los de JxS, tampoco, aunque tengan más margen institucional de maniobra. En realidad, el llamado proceso no lo controla nadie en concreto, sino el apoyo activo de una mayoría social. La Generalitat está sostenida, animada, impulsada, asistida, acicateada por una sociedad civil muy activa, por los sectores profesionales, empresariales, mediáticos, educativos, religiosos, etc. Es un movimiento de masas. Los del 3% u ocultación del 3% parecen pasar por alto el 97% restante. 

Y, como tal movimiento de masas espontáneas y articuladas en muchas formas de organización que se entrecruzan, nadie controla nada. Hay un control generalizado difuso que tienen asumido todos las participantes. Y todas quiere decir todos: el movimiento es democrático y pacífico. 

El próximo día de control difuso, previo a la fecha del 1/10, es el once de septiembre, la Diada. Parada y revista de las fuerzas del referéndum.

dijous, 9 de juny del 2016

Mañana, Palinuro entrevista a Puigdemont

Pues, sí, ya ven en qué momento crucial. La idea fue de Salvador Cot, el director del elMón.cat, periódico en el que colaboro y a quien se le ocurrió que lo acompañara. De este forma, me tienen mañana, viernes, en el Palau de la Generalitat, a ver qué cuenta el MH sobre esta situación generada por la CUP. Y que tiene a mucha gente indignada en Cataluña. Por supuesto, a la hora de explicar la motivación de su rechazo a los presupuestos, hay una batería de argumentos que suscitan contraargumentos del mismo valor así como una verdadera andanada de improperios e insultos, algunos francamente inadmisibles.

No obstante, hay un punto de vista que no parece haber entrado en las consideraciones de los cupaires cuando quizá hubiera debido hacerlo, aunque solo fuera para evitar caer en el descrédito público como lo han hecho. Estoy seguro de que, si ahora hubiera elecciones, la CUP tendría un resultado ridículo. El punto de vista que todos entendemos sin mayores problemas es que el maximalismo no es bueno. Sobre todo si se pretende tomar una decisión que mantenga a quien la adopte un margen de acción. Porque, obsérvese bien: gracias a ese bloqueo de los presupuestos y la fulminante reacción de Puigdemont de plantear la cuestión de confianza en septiembre, dando por roto el acuerdo de legislatura, la CUP se ha quedado sin iniciativa política y sin margen de maniobra. Pudieron influir en las decisiones del gobierno en sentido favorable a sus objetivos; ahora no pueden hacer nada, salvo juntarse con la oposición y esperar a la cuestión de confianza en septiembre, en donde a lo mejor acaban votando con el señor Albiol para terminar con el primer gobierno netamente independentista que ha tenido Cataluña en esta Restauración.

Y eso no es un timbre de gloria.

dimecres, 8 de juny del 2016

Cataluña: lección aprendida

Nadie dijo que la revolución catalana sería fácil; nadie que la República Catalana estuviera a la vuelta de la esquina; menos que la independencia fuera a caer como una fruta madura. Pero muchos se ilusionaron al ver el resultado de las elecciones del 27 de septiembre. El chantaje esgrimido por la CUP hasta el último minuto, que obligó a prescindir de Mas contra toda justicia puso a bastante gente en guardia. Otros, en cambio, pensamos que, resuelto aquel asunto, el resto haría justicia a las aspiraciones ciudadanas y se caminaría hacia el objetivo esencial y fundamental en Cataluña de poner en pie una República Catalana. Nos equivocamos. Palinuro había apoyado a la CUP en un primer momento. También se equivocó. Fue un error de juicio. Pensó que los ácratas pesarían más en el espíritu de la organización asamblearia que los comunistas; que el espíritu libertario predominaría sobre el doctrinario y, desde luego, que la independencia sería la opción prioritaria y esencial. Un error de juicio que espera no repetir.

Ahora está claro que la independencia de Cataluña depende de los independentistas catalanes, entendiendo por tales quienes anteponen esta idea y realidad a cualquier otra consideración. Y solo de ellos. También ellos han aprendido una dura lección: solo pueden confiar en sí mismos y es un error acortar caminos con alianzas con gentes que anteponen otros intereses al objetivo prioritario de poner en marcha una República Catalana. De eso va mi artículo de hoy en elMón.cat, escrito horas antes de que la Asamblea de la CUP mantuviera el veto a los presupuestos de la Generalitat.

Vivo en Madrid. Escuché a los nacionalistas españoles de derechas y de izquierdas aplaudir la "entereza", la "bravura" de los "verdaderos" revolucionarios catalanes. En Madrid siempre se imparten vitolas de "verdadero" esto o lo otro por razones a menudo innobles. Y así se sigue.

Pero pensé: ¿y qué haría yo? Sencillo. Habiendo aprendido la lección y deshecho el acuerdo con la CUP, gobernar en minoría con los presupuestos prorrogados, siguiendo la hoja de ruta hasta que me tumbaran el gobierno con el voto favorable de la CUP. Y, entonces, con las cosas ya bien claras de qué lado está cada cual, convocar nuevas elecciones plebiscitarias.

Si los españoles pueden hacerlo con muchos menos motivos, también los catalanes.

Aquí, la versión castellana del artículo:

La encrucijada catalana

A la hora de escribir este artículo no se sabe si la CUP mantendrá su veto a la totalidad de los presupuestos en la asamblea de la tarde. Doy, no obstante, por supuesto que no será así y la formación lo levantará, pendiente de posteriores negociaciones y de un debate final el 20 de julio. Es decir, doy por supuesto que habrá una prórroga de un mes y medio para regresar al punto de partida de hoy y saber si hay o no presupuestos; si hay o no gobierno; si hay no vía a la independencia que, en definitiva, es de lo que se trata.

La democracia es así. La regla de la mayoría puede dar un poder absoluto (y, por tanto, injusto) a una minoría de bloqueo. Así, el resultado depende de la buena o mala voluntad de quien puede bloquear la decisión de la mayoría sin ser ella misma mayoría ni tener posibilidades de serlo. Eso se llama “tiranía de la minoría”, algo tan detestable en sí mismo como la “tiranía de la mayoría” de la que, por cierto, los catalanes son víctimas en el Estado español.

Así se llega a una enseñanza vieja como la humanidad misma: le eficacia de la extorsión. No es posible gobernar sometido a amenaza permanente de un aliado que puede volverse en tu contra en cualquier momento por las razones que le parezcan justas. No se puede gobernar sometido a extorsión. No se puede ni vivir. La extorsión mata.

Un proyecto común requiere una gradación de preferencias común. Salvo que se trate de una mera coincidencia táctica de proyectos distintos con estrategias distintas e inconfesas, esas preferencias deben concitar una lealtad común por encima de cualquier otra consideración. Al menos en la primera preferencia. En el resto puede y hasta es conveniente que haya más flexibilidad.
¿No es el primer orden de preferencia de todas las fuerzas que apoyan al gobierno de la Generalitat el proceso a la independencia? Si es así, a él deben estar supeditadas todas las demás diferencias en preferencias inferiores. Entiendo que es lo que hace ERC pero no la CUP que, en mi opinión, está instalada en un maximalismo extorsionador y suicida.

Es lógicamente imposible avanzar en el logro del primer orden de preferencia si se supedita a exigencias de niveles inferiores. Salvo que aquella coincidencia en el primer orden, la independencia, hubiera sido falsa desde el comienzo y hubiera ocultado la intención de instrumentalizarla para conseguir otros resultados que solo ahora aparecen como inexcusables.

Y esta enseñanza no solo es válida para la situación actual. Lo es para las que se reiterarán en años posteriores, pues los presupuestos son anuales. No es posible gobernar bajo la exigencia, siempre imprevisible de que determinadas opciones más o menos justas (eso no está en discusión) tienen arbitraria preferencia sobre el primer orden del acuerdo común.

Porque, si no hay presupuestos, Cataluña entra en una encrucijada con dos opciones malas: gobierno de minoría con presupuestos prorrogados o elecciones anticipadas. Dos opciones malas, fatales, para el proyecto independentista que aparece cuestionado en su interior por una poderosa coalición de fuerzas que van desde el PP hasta la marca catalana de Podemos y una circunstancia exterior aun más peligrosa, una posible gran coalición del nacionalismo español. En cualquiera de los dos casos, el proyecto entraría en una crisis imposible de prever pero que, sin duda, generaría una frustración que duraría generaciones.


dimecres, 6 d’abril del 2016

Desobediencia civil

Esto es de manual.

La alcaldesa de Berga, de la CUP, desobedece una citación judicial y argumenta que lo hace porque su organización propugna la desobediencia a las decisiones de las autoridades españolas. Para el próximo 7 de mayo, la misma organización ha convocado una manifa en apoyo de los cargos imputados-investigados. Porque ya prevé que habrá más. Y, en efecto, sin duda los habrá. La desobediencia civil es un comportamiento contagioso y que tiene un valor de estímulo o incitación moral. Empieza uno en un pueblo; siguen tres en dos plazas; se suman 14 en varios campos y paseos; acuden doscientos en diversas localidades.

Imparable.

¿Para qué queremos gobernantes, a ser posible que se enteren? Muy sencillo porque, en nuestras sociedades muy complejas y fragmentadas, nadie es responsable del conjunto de la acción salvo, precisamente, el gobernante. La juez solo puede volver a citar a la alcaldesa de Berga; el policía solo podrá detenerla o acompañarla; el carcelero, chaparle la puerta; el periodista, únicamente dar la noticia; la gente, limitarse a mirar y, quizá, prepararse para seguir su ejemplo. Nadie tiene ni puede tener una visión de conjunto, que entienda todas las facetas; nadie es responsable de la totalidad; solo de la parte que le corresponde.

Únicamente el gobernante tiene una visión de gran angular, es responsable de lo que suceda, debe considerar todos los aspectos, sopesar todas las circunstancias y tomar la decisión más acertada para el conjunto.

El gobernante, la persona con visión, decisión y liderazgo.

No un botarate bulbuciente que no entiende nada ni se considera responsable de ninguno de los desastres que ha provocado con su incompetencia.

dimarts, 5 d’abril del 2016

Con las filas. No desde las filas

David Fernández/Julià de Jòdar (2016) CUP. Viaje a las raíces y razones de las Candidaturas de Unidad Popular. Madrid: Capitán Swing.
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Este libro, como algunas partituras para piano, es a cuatro manos, a veces a seis, a ocho y tiene partes corales en las entrevistas. Así que, aunque los autores principales sean los dos de la portada, es una visión bastante representativa de su tema porque en él hay un montón de gent donant la seva. En conjunto viene a ser una especie de guía de viaje por el territorio de la protesta y la radicalidad, una suerte de Baedeker de un movimiento típico de grass-roots, muy pegado a la vida cotidiana de la gente , asambleario, de raíces anarquistas, no jerárquico y que hubiera hecho las delicias de J. J. Rousseau entre los muertos, y refleja la envidia de muchos otros en el Estado español que les gustaría haber puesto en pie algo semejante. Un libro sobre un objeto de estudio que es en parte el sujeto que lo escribe. 
El sempiterno debate sobre el anarquismo y el radicalismo político de base es el de su viabilidad o factibilidad. Recuerda mucho un famoso ensayo de Kant titulado "acerca del dicho frecuente 'eso está muy bien en la teoría pero no funciona en la práctica'". Es una experiencia que todos hemos tenido, que contribuye decisivamente a configurar nuestra idea del mundo, sobre todo cuando nos las damos precisamente de eso, de "gente de mundo", y probablemente acompañará a la humanidad hasta el fin de los tiempos porque hasta el fin de los tiempos habrá gente que no esté de acuerdo con el modo en que la mayoría hace las cosas y proponga hacerlas de otra manera, gente a la que, a veces, según la época que le haya tocado vivir y otras circunstancias, quizá se le ofrezca la oportunidad de poner en práctica sus ideas o quizá algo aun más innovador. Lo primero, la posibilidad de llevar a cabo lo que propugnas no es tan estrafalario ni insólito como parece a primera vista. Basta con reunir ciertas condiciones objetivas y subjetivas: instituciones flexibles, voluntad de cambiar la realidad y claridad de ideas para saber hacia dónde. En la Inglaterra del siglo XVII, los diggers pusieron en marcha experimentos de comunas igualitarias; en el siglo XVIII, muchos inconformistas, mormones y cuáqueros establecieron colonias en el Nuevo Mundo; en el XIX hubo falansterios, diferentes formas de cooperativas, organizaciones icarianas, comunidades saintsimonistas, talleres nacionales al socaire de la revolución de 1848 y hasta un primer bosquejo de gobierno de obreros en la Comuna de París de 1871. Otra cosa, por supuesto, es la duración o perdurabilidad de estas innovaciones. Se trata igualmente de una experiencia que admite muy diferentes ejemplos. La perdurabilidad en sí  misma es escasa, pero otra cosa es la huella que dejan en el devenir de las sociedades, tanto en el orden especulativo como en el facticio.
Labor interminable fuera hacer una enumeración de los ejemplos de movimientos ácratas, asamblearios, consejistas, de los experimentos en colonias educativas antiautoritarias, de comunas y formas espontáneas de organización de todo tipo en los ámbitos de distritos, municipales, urbanos, laborales, etc en Europa y América en los años treinta del siglo XX. Luego del paréntesis de los totalitarismos, la guerra y la guerra fría, los años sesenta presenciaron un resurgimiento de las formas revolucionarias, populares de organización que entroncaban con tradiciones del movimiento obrero, con las vanguardias artísticas (el dadaísmo y el surrealismo, que fueron  decisivos en el situacionismo y el 68) y con nuevas formas de organización fabril y productiva de tipo cooperativo, autogestionario, etc. Los sesenta y los setenta fueron años de experimentación de formas nuevas de organización, comunas y otras vías alternativas de organizar la vida cotidiana.
El deseo de la gente de liberarse de las relaciones autoritarias y/o explotación, de controlar sus propios destinos, de compartir la existencia y democratizarla, tomando decisiones directamente sobre las cuestiones que afectan a la vida cotidiana revive en todas las épocas y ciurcunstancias probablemente porque es consubstancial al propio ser humano.

Las CUP son una manifestación de esa corriente que atraviesa todas las formas de organización social, las culturas y los modos de producción. Un intento de organizar la política primeramente en el orden municipal con criterios de democracia directa, participativa y asamblearia para trasladarlos luego al nivel del mesogobierno

Un primer capítulo, a cargo de Gabriel de Jòdar, Raíces: hurgando en la historia ya nos pone en antecedentes acerca de cómo las CUP son en el fondo una especie de precipitado en el que coinciden numerosas experiencias organizativas de todo tipo en el ámbito local con dos elementos esenciales de carácter municipalista radical:  el asamblearismo y el independentismo. En él se trata la transición como una "renuncia" y se repasan los precedentes de las luchas municipalistas, caldo de cultivo de esta iniciativa, el movimiento independentista en los 80 y el nacimiento de las CUP a partir del Moviment de Defensa de la Terra. Elecciones municipales de 1987 y primer mandato de la CUP a la sombra de la designación de Barcelona para sede de los JJOO 1992 con los movimientos especulativos urbanos. Ayudó mucho la crisis de la izquierda independentista y la renovación de ERC, dispuesta a explorar la "vía parlamentaria a la independencia" de Ángel Colom y Josep-Lluís Carod-Rovira (p. 61). Posteriormente y a raíz de las elecciones municipales de 1991 y la liquidación del "independentismo de combate" (1991-1992) se da la operación Baltasar Garzón de detención de cantidad de independentistas catalanes. Importancia también tuvo el ingreso de Catalunya Lliure y Terra Lliure (próximas al Front Patriotic) en ERC (p. 64). El relanzamiento y expansión de las CUP (1999-2011). "Trabajo riguroso y paciencia: -dice el autor- una CUP no es un colectivo de espontáneos ni un Ayuntamiento ni un Casal Independentista o un Ateneo" (p 72). Crecimiento entre 2003 y 2007 que culminó con la Asamblea Nacional Extraordinaria de en abril de 2005. El estallido de 2011 y las consultas independentistas Arenys de Munt (2009). Asamblea nacional de Reus (2012). Suma y sigue.

Los autores se esfuerzan por exponer la esencia misma de la CUP como una realidad in fieri. Hay en su prosa, sobresaltada y con acelerones, una especie de alegría y fascinación por saber que se está poniendo en pie algo nuevo, que promete y no surge de ningún modelo, patrón o blueprint propio. El momento decisivo o pistoletazo de salida es el resultado de las elecciones municipales de 22M de 2012. Ahí está el giro y lo que, con algo de entusiasmo y de exageración, sostienen los autores, permite dar respuesta a los recortes de 2011, la crisis y el directorio europeo Merkel-Sarkozy (p. 90)

Cartografía/s: la CUP sobre el mapa municipal. El voto municipal de la CUP el 22-M se concentraba en la región metropolitana de Barcelona (p. 103). Comarca a comarca, paso a paso y convertida entre 4ª y 6ª fuerza (p. 104) y con esto ya se puede hablar de hacer hervir la olla: cuando la práctica libera. La CUP surge del agotamiento del proyecto socialdemócrata (p. 135) y la derrota de las izquierdas oficiales (p. 136). Puede entenderse como un campo próximo a los "nuevos movimientos sociales que por entonces eran objeto de estudio por Claus Offe e Inmanuel Wallerstein.
Fascinados con la originalidad de lo que está poniéndose en marcha, los autores envían una encuesta a todos los concejales de la CUP elegidos el 12 de mayo de 2012. Responden 63 de 101 y, aunque las respuestas masculinas triplican a las femeninas, ello nos permite considerar que el  universo: de las CUP son jóvenes, formación elevada, de izquierda, independentistas y redes sociales. O sea, "catalanes de izquierda heterodoxa" (p. 185). Para afirmar esta primera impresión, los autores añaden veinte entrevistas en profundidad a veinte cupaires señalados que se encuentran en http://blocs.mesvilaweb.cat/copdecup (p.191).
En un afán casi perfeccionista por dibujar la esencia de la CUP con pelos y señales, entre abril, mayo y junio de 2012 los autores enviaron un cuestionario a personalidades de los Països catalans con 7 preguntas. Las respuestas que vienen a ser como las de el conjunto de la sociedad civil catalana en toda su abigarrado pronunciamiento. En esencia, la bateria de preguntas y sus respuestas demuestran lo que ya sabemos, que la CUP tiene muy buena prensa en Cataluña por su carácter genuino, auténtico, representativo y eficaz a la hora de la acción representativa y con una notable fibra moral. En la CUP no hay corrupción. (pp. 195-320).
Cierra el resumen de la obra las conclusiones de la mesa redonda del 13 de enero de 2012 en CIEMEN, con Anna Maria Gabriel, Marc Sallas, Joan Teran, Blanca Serra, Eva Serra, Ricard Vilaregut, Julià de Jòdar y David Fernández: diversos aspectos sobre que la CUP no tiene un discurso sobre el poder o está confusa ante el frente institucional (p. 333)
El libro se publicó originariamente en catalán en 2012 y se traduce ahora al castellano. Viene acompañado de un epílogo con una pregunta de ahora, 2016: ¿qué izquierda para el siglo XXI en el sur de Europa? (p. 356) y nos pone finalmente sobre la pista de cuál sea la intención de esta guía. Es un repaso al origen, desarrollo y situación actual de un movimiento participativo, de democracia directa, asambleario, que comenzó en el orden de la representación municipal y que en la actualidad ha posibilitado la formación de un gobierno en Cataluña cuyo mandato e inequívoco: conseguir la independencia de España, tomar su destino en sus propias manos.

divendres, 8 de gener del 2016

Mas sigue

Una jornada de infarto ayer en Cataluña. A la mañana se anunciaba un acuerdo de JxS y la CUP, mediado por Súmate y Baños, por el cual Mas aceptaba ser conseller en cap de un gobierno presidido por Neus Munté. Por fin desencallaba el proceso. Hasta Palinuro escribió un post en el que hablaba de que era una solución "a la rusa": Munté/Mas, como Putin/Medveded. Se anunció una rueda de prensa de la CUP a las tres, luego a las seis, luego nada.

Humo. No había tal acuerdo. Palinuro retiró su post, mientras los de Súmate empezaban a pegarse con medio mundo: pedían ya en tono más alto que Mas se retirase y afeaban a ANC y OC que jamás contarán con ellos. Entre otras cosas porque los de la ANC convocaron una concentración para presionar por el acuerdo. Aquí huele a agravios soterrados que empiezan a aflorar. Mal asunto.

Por la noche, Mas se presentó en TV3 en una larga y minuciosa entrevista en la que reiteró sus conocidos argumentos de por qué no se retira y cómo ve él la actitud de la mitad de la CUP que le niega la investidura. Lo más característico, sin embargo, es que parece dar por seguras ya dos cosas a) que no habrá acuerdo ni ERC romperá el pacto de JxS ahora y b) que habrá elecciones nuevas en marzo. Como novedad, ofreció un gobierno de concentración de JxS (CDC y ERC) hasta las elecciones y dio a entender que le agradaría concurrir a ellas con una reedición de la lista unitaria. Por supuesto, confía en ganarlas.

Hoy seguirán las negociaciones, pero no parece que vayan a concluir mejor que las de ayer. La propuesta de nombrar otro presidente pero mantener a Mas en el Govern en posición subalterna no es seductora para este último. Y se entiende. Podría reformularse de otro modo, si el ordenamiento jurídico lo permitiera. Otro modo que aprovecharía la sabiduría de los clásicos. Los romanos nombraban todos los años dos cónsules, como sus máximos magistrados, que se alternaban en el ejercicio del imperium. Esto funcionó bastante bien hasta la llegado del Principado y el Imperio, en que los consulados quedaron en puras figuras decorativas. Pero, hasta entonces, los dos cónsules fueron una de las instituciones que más hicieron en favor de la grandeza de Roma. La inspiración bien pudieran ser los dos reyes que reinaban en Esparta al mismo tiempo, cada uno de una dinastía distinta. Si Mas aceptara un Contramas, una especie de doble, que podría ser Junqueras, bien visto por la CUP, podría formarse un duunvirato que desencallaría la situación. Eso reflejaría además la situación real de coalición de las dos fuerzas políticas que componen JxS, no haría de menos a Mas y concordaría con su propia propuesta de un gobierno de concentración de JxS.

Si no se quiere darle el nombre tradicional de duunvirato, puede utilizarse el mucho más moderno y aceptado (aunque no exactamente coincidente con la situación) de un ejecutivo bicéfalo. Imagino que esta fórmula no sería enteramente del agrado de Mas, como tampoco de la CUP. Pero ambas partes entenderán que, para llegar a un acuerdo que ambas dicen anhelar por encima de todo, las dos deben ceder en algo. Y esto no es mucho, pero puede ser todo si ambas le echan imaginación, voluntad y sentido de país.

dimarts, 5 de gener del 2016

Psicodrama catalán

Al lado de Cataluña la política del Estado español es un muermo, una rutina. La misma media docena de personajes diciendo siempre lo mismo, repitiéndose sin parar, colocando las mismas mentiras y tratando de engañarse unos a otros y todos al amable y sufrido pueblo siempre con las mismas marrullerías y las mismas patrañas. Ya quisieran estos tener peripecias como las de Cataluña, tierra tan extraña y exótica que, cuando un político fracasa, dimite ipso facto. Ya quisieran vivir en ese frenesí permanente de asambleas, votaciones, comparecencias, vigilias, ayunos, declaraciones e intercambios prácticos y teóricos sin parar en un hervidero de partidos, asociaciones de la sociedad civil, movimientos, coaliciones, etc.

"Nunca digais de alguien que fue feliz hasta que haya muerto", decían los griegos. Habiéndose producido la votación de la CUP contraria a Mas y teniendo todo el mundo claro que eso significa nuevas elecciones en marzo, Mas hizo unas declaraciones diciendo que está ansioso por seguir con la batalla independentista. Cuando las redes echaban humo con conjuros, cálculos, insultos y quejas por los insultos, a última hora apareció Junqueras a pedir que nadie se levante de la mesa y sigan las negociaciones hasta el final, hasta el sábado, antes de tirar la toalla e ir a unas elecciones nuevas que no le gustan nada.

Claro que no. Habría que volver a definir todas las estrategias, saber si se reedita el JxS y otros asuntos. Pero, sobre todo, habría que enfrentarse con En Comú Podem, un factor que no augura nada bueno para el independentismo. Porque C's, con sus 25 diputados en el Parlamento catalán, en el fondo, no pinta nada pues sus votos son básicamente del PP. El problema es Colau/Podem, con la idea del referéndum, que puede arrastrar muchos electores independentistas

Junqueras pide a CDC y la CUP que traten de encontrar un acuerdo a toda costa antes de repetir las elecciones. Casi parecería que ERC no forma parte de la plataforma de Junts pel Sí y que no fuera esta la que ha negociado hasta ahora. En su momento se aclarará, pero ya es evidente que si, por fin, se llega a un acuerdo -el que sea- y se evitan las elecciones, Baños se habrá precipitado al renunciar a su acta de diputado.

Pero ¿es posible un acuerdo? Dado el complejo psicodrama que está dándose en Cataluña, es preciso analizar las posibilidades y posiciones no solo de los partidos, sino de las personas, porque tiene un elemento psicológico muy fuerte.

La primera figura es Mas, en torno a quien se ha librado esta agitada batalla. Tiene anunciada para hoy una rueda de prensa que habrá que escuchar. De momento, sabemos que no cede. Su cálculo es sencillo: si cede lo pierde todo ya que se ha quedado sin partido prácticamente para postularse como un político nacional, por encima de partidos y banderías. Está en su derecho, todo el mundo le reconoce el mérito de haber llegado hasta aquí, pero la intransigencia de la CUP lo ha convertido en una obstáculo que, como se apreció ayer en la comparecencia de Junqueras, incomoda a sus socios, atados a él por algún tipo de compromiso más o menos secreto. Salvo que Mas, en estas condiciones límites, haga alguna maniobra espectacular que lo salve, será muy difícil que resista la presión para retirarse. No es justo, ni siquiera elegante, pues tenía acordado un mandato de solos 18 meses, pero quizá no haya otra salida si se quieren evitar elecciones nuevas. Será un ejemplo más del viejo adagio de que la revolución empieza por devorar a sus protagonistas.

La segunda es la de Junqueras, hasta ahora en la semipenumbra. Hace días abandonó la alcaldía de San Viçenc dels Horts y desató algunas conjeturas y ahora se manifiesta en público como lo hace.  La pregunta es obvia: ¿por qué lo hace? En primer lugar, sin duda, por ver si, a pesar de todo, en los cuatro días que restan puede componerse algún acuerdo de gobierno. En segundo lugar porque quiere desmarcarse -y con él a ERC- de un fracaso negociador si se produce y por eso señala -y, por cierto, la experiencia lo avala- que ERC y él están dispuestos a hacer lo que sea para garantizar que haya gobierno. Lo que sea, evidentemente, incluye aceptar la presidencia si se tercia con la promesa de la CUP de darle sus diez votos en la investidura. Un sacrificio grande, desde luego, pero el propio Junqueras debería explicar qué alcance exacto tienen los acuerdos con CDC. En tercer lugar, desmarcarse asimismo por si hay elecciones en marzo en donde es muy posible que cada cual vaya con sus siglas. 

Muchos son aquí presas de sus palabras. Mas está prisionero de su afirmación de que nunca sería un obstáculo a la independencia; unas declaraciones que sus adversarios le pasan por las narices con frecuencia para señalar que es un obstáculo y falta a su palabra. A su vez, la CUP, con su compromiso de negociar el cómo y el qué y no tanto el quién, al final ha dado la impresión (el sector del "no") de que todo fue una ficción y que lo importante sí era el quién y Mas no pasaría en ningún caso. Y, si esto era así, ¿cuál era el sentido de negociar durante tres meses? ¿Por qué no decir desde el principio que lo importante era el quién y condicionar todo lo demás a resolver este punto, en lugar de llenar papeles y papeles de planes de choque que no iban a servir para nada?

Tanto si Junqueras -a quien tengo por una persona sincera y leal, aunque con un punto de retorcimiento eclesiástico- habla con alguna base como si lo hace a humo de pajas, lo que dice es muy sensato: intentar un acuerdo a toda costa, no rendirse por nada y, si hay que ir a nuevas elecciones, váyase, pero porque no haya materialmente otro remedio.

dilluns, 4 de gener del 2016

Donec perficiam

Había un 50% de posibilidades del sí y del no. La mitad de la CUP quería investir a Mas. La otra mitad, no. Ha ganado el "no" en el Consejo Político por una diferencia de seis votos. No habrá investidura de Mas y, pues no parece que Junts pel Sí vayan a cambiar de candidato, habrá elecciones en marzo. La noticia desató los nervios ayer y hoy. "El País" no puede disimular su alegría. Y Ciudadanos y el PP y la asociación Sociedad Civil Catalana y, en general, todo el unionismo esspañol, que da por muerto el proceso independentista. 

Hay quien dice que quienes apoyamos a la CUP, pero éramos partidarios de investir a Mas, aparte de la desazón normal de haber perdido una votación, tenemos un problema de seguir con nuestro apoyo. No hay tal. No es la CUP, sino la mitad de la CUP la que ha rechazado a Mas. Podría haber triunfado el "sí" y ello no lo convertiría en unánime tampoco. Quienes simpatizamos con este movimiento seguiremos haciéndolo, aunque tomaremos nuestras precauciones para no volver a perder. En verdad, el problema lo tiene la propia CUP.

Y tampoco ella sola. El escenario de nuevas elecciones plantea una exigencia de reconsideración a todo el espectro político catalán. Ya veremos si la CUP se mantiene unida o no. Ya veremos si Junts pel Sí conservan o no su unidad. Ya veremos si Mas se postula al frente de CDC. Ya veremos muchas cosas porque ahora está todo en el aire. 

Es pronto para reflexionar sobre esta campaña electoral si, por fin, se convocan las elecciones. Hay factores nuevos como el auge catalán de Ciudadanos y la fortaleza de la En Comú Podem. No están claras las posibles alianzas y los planteamientos. En un post de ayer, Sobre el "no" de la CUP, Palinuro hacía algunas consideraciones y sostenía la conveniencia de ir a las elecciones de marzo considerándolas el referéndum que En Comú Podem dice defender y que, según parece, el Estado jamás autorizará. La justificación se expone en ese post y no es preciso repetirla aquí. 

Aquí basta con recordar el lema de las Reales Guardias Catalanas durante la guerra de Sucesión, donec perficiam (hasta que triunfemos) para reflejar el espíritu que Palinuro cree observar en el independentismo catalán. Es lógico. Tod@s aquell@s independentistas que se dejan llevar por el desánimo, la frustración o la decepción y todos los unionistas que celebran el "no" de la CUP como el final del independentismo  no pueden olvidar que se trata de una derrota transitoria y no debida a la falta de apoyo al independentismo sino a una cuestión política especifica, un traspiés que muchos ni entienden. El fondo de la cuestión es el mismo: la opción por la República catalana,algo que ha tomado cuerpo a lo largo de muchos años y no va a disiparse por un resultado adverso en una votación que no era sobre esa República, sino sobre un asunto colateral.  

Esta claro, con menos de tres meses para preparar la nueva confrontación, el Estado seguirá siendo incapaz de reaccionar mientras que los independentistas actuarán en el espíritu del lema de las Reales Guardias Catalanas.

diumenge, 3 de gener del 2016

Sobre el "no" de la CUP

Incógnita despejada, no al gusto de todos. Ni siquiera de la mayoría. Pero está despejada y la situación ha cambiado. 

Doy por supuesto que Junts pel Sí no atenderá a la sugerencia de sectores de la CUP de retirar a Mas y proponer a otro candidato a la presidencia. Si lo hicieran, obviamente las cosas seguirían como estaban previstas.  Gobierno independentista y hoja de ruta. Y el resto de esta exposición sobraría.

Es lógico que los nervios y los sentimientos se desaten, dadas las circunstancias. Insultando no va a conseguirse nada. Nadie ha engañado a nadie y todos se han atenido a sus compromisos y convicciones. Episodio cerrado.

Y no hay mal que por bien no venga. Este nos ha servido para replantear actitudes. Si uno cree que su objetivo es justo, razonable y factible, uno perseverará, vencerá las adversidades y hará de necesidad virtud. Y no dará por perdida una guerra por no haber ganado una batalla. Las experiencias salen de las derrotas

A lo mejor no era tan buena idea ir a una independencia que seis votos de una asamblea de 3.000 personas puede truncar. 

A lo mejor no era tan buena idea correr, apresurarse, tratar de aprovechar a toda costa la ocasión, ignorar debilidades e imaginarse fortalezas que no eran tales. 

A lo mejor es más conveniente consolidar proyecto, estructura, posibilidades y apoyo.

Dar un paso atrás para dar dos adelante.

En una historia de cientos de años y ante la eventualidad de cambiar radicalmente una realidad secular, tres meses no son un obstáculo insalvable.

Tres meses para debatir de nuevo, para que cada cual explique su posición, sus decisiones y su proyecto.

Teniendo en cuenta que las condiciones han cambiado notablemente. El bloque independentista tendrá ocasión de demostrar su arraigo social de forma más indiscutible, a las claras. Se enfrenta a unos adversarios más bregados que los anteriores, como se ha visto con el nuevo vigor de C’s por un lado y En Comú Podem, que introducen un factor de incertidumbre, al que se sumará el imponderable de la posterior evolución de la CUP. 

Los estrategas del bloque independentista tienen tres cuestiones inmediatas por resolver. 1) decidir si mantienen la oferta unitaria o no. 2ª) decidir quién se presenta como candidato a presidente. 3ª) decidir qué carácter tendrán esas próximas elecciones. Si las del 27 de septiembre fueron plebiscitarias, estas, que son su repetición, también habrían de serlo. Y lo serán. Pero ya no hay inconveniente en plantearlas como un referéndum de hecho. Por supuesto, las tres opciones se influyen recíprocamente: si no se mantiene lista única, la ideal del referéndum no se pierde pero se debilita mucho en favor de la de unas elecciones ordinarias. Y, desde luego, la cuestión del candidato incide sobre los planes inmediatos de Mas y las posibilidades de CDC, lo cual, a su vez, abre el pozo insondable de la relación entre el proyecto independentista y los intereses de clase o, más concretamente, qué posición adoptará la burguesía catalana habiendo ya llegado hasta aquí.

Mucha gente objeta a esta idea del referéndum por diversas razones, algunas plausibles como también lo son otras a favor. Pero no merece la pena debatir sobre ellas por ahora. Habrá tiempo. Pero sí debe advertirse que, en la campaña electoral esta determinación tendrá una importancia adicional. La probable candidatura de En Comú Podem, momentáneamente al alza, se presentará como la versión postmoderna de la tercera vía, invocando la propuesta del referéndum de autodeterminación. Si el bloque independentista no aclara esta situación, la opción que se ofrecerá al electorado, entre otras propuestas, será: independencia ya sin referéndum y con una DUI o algo parecido y referéndum por otro lado, pero impreciso y probablemente supeditado a la negociación con el Estado.

La consideración de las nuevas elecciones de marzo como un referéndum de hecho, desactiva el dilema convirtiéndolo en un voto por la independencia sí o no aquí y ahora o en diferido. Es decir, igual que en el 27 de septiembre, el resultado de las elecciones de marzo servirá para legitimar la acción del gobierno. Lo único que este precisa, ahora sí, es una mayoría indiscutible.


dijous, 31 de desembre del 2015

Mis preferidas del año

Muchas publicaciones hacen esto de señalar su hombre/mujer del año. Palinuro, también. Su hombre/mujer del año son Anna Gabriel y David Fernández.

No conozco a Gabriel personalmente, pero la he seguido con atención y me parece una figura admirable. Tiene temple, determinación, es irónica y transpira inteligencia. Me recuerda a Rosa Luxemburg, mujer extraordinaria por todos los conceptos, con un compromiso político vital similar a esta cupaire. No coincido con su punto de vista en la solución al contencioso actual sobre la investidura de Mas, pero reconozco el valor de una actitud consecuente. Creo que entra dentro de esa determinación tan cerrada como imposible del Fiat justitia ruat caelum que me merece todo el respeto del mundo como me lo merecería el anuncio de que el Apocalipsis comienza el próximo lunes.

Dar a lo cotidiano un toque trágico, imponer la trascendencia donde los demás hablan del tiempo, es virtud de ciertas escogidas, portadoras del ananké romántico. Las personas individuales destacan porque incorporan en su espíritu y su discurso sentimientos colectivos y, al imponerles su impronta, les dan la dignidad que ellas mismas respiran. No eencuentro nada más detestable que los ataques personales que se dirigen a Gabriel. No me parecería acertado que su criterio se impusiera porque, de suceder, obligará a replantear muchas cosas, pero no disminuirá un ápice mi admiración por su figura.

Sí conozco a David Fernández, mas la devoción que profeso por él es muy anterior. Arrancó cuando lo vi por la televisión esgrimiendo una sandalia frente a alguno de estos homínidos trajeados soltando mentiras y estupideces a partes más o menos iguales. Creo que era Rato, aunque no estoy seguro. Luego lo he visto seguir actuando y siempre lo ha hecho en una línea de coherencia con un espiritu radical pero envuelto en el terciopelo de la amabilidad y una dimensión muy humana y hasta sentimental, no con el sentimentalismo frío y cínico del marqués de Bradomín, sino con el cálido y afable de Jane Austen con una pizca oculta de frenesí romántico, estilo Hiperión. 

En el fondo, un otro romántico vulnerable que oculta esa vulnerabilidad tras una agudeza y rapidez mentales entreverados de afabilidad que gana el corazón de la gente. No conozco a ninguna persona de buen natural que no simpatice con este mozo espontáneo capaz de exponer su parecer con una sinceridad adánica. Suelo coincidir con sus juicios y propuestas, pero, aunque no lo hiciera continuaría valorando su persona por encima de sus opiniones.  

Las dos, siendo tan distintas, tienen algo que hoy escasea en el mundo: la capacidad de mezclar lo personal y lo político, la de vincular el individuo al grupo en una dialéctica en la que ambas se enriquecen. Eso que caracteriza a toda la CUP y explica por qué es única en el conjunto del Estado en donde este espíritu no existe, machacado por el mazacote de un simulacro de comunidad impuesto por una oligarquía a la que todas se han rendido.


dilluns, 30 de novembre del 2015

Tot plegat, cal seguir.

Lo típico de la realidad es lo mucho que se parece a sí misma. Lo que es real, lo que es auténtico y verdadero, persevera, se esfuerza y empecina en seguir siéndolo. Lo real es contumaz. Lo imaginario, lo ficticio, es voluble, cambiante, tornadizo, como el soplo del aire. Quizá por eso sea el dominio de la poesía y la creación y tiene su grandeza. Lo real también puede cambiar, pero es siempre ello mismo. Y también tiene su grandeza. Pero hay que saber apreciarla.

Ayer, al conocerse el "no" de la CUP a Mas, mucha gente perdió la paciencia al descubrir que, lejos de adaptarse a las necesidades y circunstancias, los cupaires hacían lo que habían anunciado desde el principio, esto es, que eran ellos mismos. Quienes se contuvieron después del segundo "no" hace un par de semanas, pensando que la CUP mantendría la frase para fingir coherencia pero que, al final, se avendría a lo que se imponía como una necesidad de supervivencia del independentismo se llevaron un chasco y probablemente pasarán a engrosar los batallones de insultadores o los sumidos en la amargura. El propio Palinuro que, malgré tout, tiene en gran estima a Mas y su trayectoria y le hubiera parecido razonable investirlo, debió rendirse a la evidencia de que cuando alguien  dice lo que piensa y hace lo que dice es un ejemplo encomiable. La evidencia de que la CUP es la CUP precisamente por estas cosas, por no ceder. Porque las acusaciones a esta organización asamblearia son conocidas: fanatismo, inflexibilidad, chantajismo y otras más. Pero nadie, en cambio, puede acusarla de oportunismo, posibilismo o fariseísmo. Son lo que son, como la realidad; lo que dicen ser. Y por eso tienen el prestigio intacto que nadie les niega. Por eso despiertan admiración incluso entre sus peores adversarios que, en el fondo quisieran ser como ellos, pero no pueden. Por eso también Palinuro les profesa simpatía. La CUP es la única nueva política que hay en el Estado.

Son como un bulldozer. No quieren tener en cuenta consideraciones de conveniencia, oportunidad o beneficio bajo cuerda. La acusación más frecuente es la de que el dogmatismo los hace sacrificar lo posible a lo perfecto y así labran su desgracia y la de muchos otros. Suelen formularla quienes dicen que, para hacer política, cambiar la realidad, imponer el ideal, hay que mancharse las manos. Los mismos que no han encontrado nunca la forma de evitar que las manchas de las manos lleguen al corazón.  

Bien, ahí están las cupaires, guste o no, manteniéndose fieles a la palabra dada. Parece mentira, ¿verdad? Los seres humanos no somos otra cosa que la palabra que damos, y alcanzamos la dignidad cuando nos atenemos a ella. Pero esto es justamente lo más infrecuente. Lo normal, lo que todo el mundo entiende y, al parecer, acepta, es que llegue un sinvergüenza, diga que la realidad no le permite cumplir su palabra y haga lo contrario de lo que prometió. Incumplir la palabra es aceptable; cumplirla, no. Y ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Está claro: degenerando. Y una de las formas de degeneración más frecuente es la de querer torcer la palabra dada con el argumento de que mantenerla beneficia al enemigo.

La situación ahora es la que es. Los cupaires han votado por mayoría seguir negociando sin Mas. No es cosa de ponerse nerviosos ni desaprovechar la ocasión, ni tirar el niño con el agua sucia. El objetivo sigue siendo el mismo: la República catalana independiente; las posibilidades, también. Y cuando se dijo que iba a ser difícil, ¿acaso se pensó que esa dificultad no empezaría por la casa propia? Algunas alternativas quedan descartadas; otras pueden explorarse. Al fin y el cabo, la frecuente acusación a los cupaires de que no parecen entender que el logro del objetivo debe pasar por encima de cualesquiera otras consideraciones puede dirigirse a todos los demás. 

La situación ha quedado clara y no hay sino avanzar, abriendo nuevos caminos. La CUP no se opone, como afirman muchos de sus ofendidos adversarios, a la independencia, sino a una forma específica y concreta de alcanzarla, pues no les parece auténtica. Si los otros interlocutores están tan dispuestos a conseguirla como dicen, también podrán encontrar formas alternativas. Nada se ha acabado y nunca ha sido más cierto que, cuando una puerta se cierra, otras se abren. 

Es preciso seguir, continuar hasta el final so pena de ser destruidos. Pero el camino no es único.

P.S. (A tenor de una observación de un amable lector). Otra cosa, por último, es contabilizar los porcentajes del voto de la asamblea en donde aproximadamente un 30% de delegados ha votado por investir a Mas. Esto podría inducir una ruptura en el grupo de diputados de la CUP (no una división táctica pues ese grupo representa una voluntad única previa de la organización), lo que lleva este debate a otro terreno, a un previsible fracaso de la CUP en aras del realismo de la vieja política, escenario que no contemplo.

diumenge, 29 de novembre del 2015

La CUP y el payaso.

Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat. Lo escribí y se publicó antes de que la asamblea de la CUP concluyera con un nuevo "no" a la investidura de Mas. No preciso añadir ni quitar nada a su contenido porque, aunque tengo mi opinión personal respecto a este asunto de la investidura, no se la diré ni al cuello de mi camisa, porque no es cuestión mía mezclarme en procesos ajenos. Simpatizo con la causa independentista catalana, pero creo que estos asuntos de táctica no me competen. Me interesa el objetivo estratégico. No obstante, como observador participante en el asunto y partidario de la CUP, supongo que su decisión levantará ronchas y habrá cruce de acusaciones de todo tipo. Yo mismo ando ya rascándome el caletre para escribir el post de mañana de Palinuro. No será fácil. Pero voy adelantando que lo haré acogido a un dicho que se atribuye a Marilyn Monroe un día que se retrasó mucho en una cita con el presidente Kennedy y este protestó, a lo que ella le respondió: Vale la pena esperar lo que vale la pena conseguir.

A continuación, la version española del artículo:

La CUP y el payaso.

Cataluña está viviendo un momento crucial de su historia. Por primera vez hay una mayoría independentista en el Parlamento y quizá también por primera vez pueda tener un gobierno de la misma orientación. El proceso hacia la independencia, sobre el que han vertido todo tipo de ironías y sarcasmos quienes se sienten más a gusto en la dependencia, ha sido hasta ahora, está siendo y será un camino difícil, escarpado, lleno de trampas, acechanzas, desengaños y provocaciones. Nadie esperaba otra cosa.

Cambiar una situación tan enquistada, con raíces tan profundas; mover una realidad consagrada durante siglos, por injusta que sea, no es tarea sencilla que pueda acometer cualquier advenedizo por un capricho pasajero. Alterar un equilibrio de intereses creados, con un reparto de beneficios que no se discute porque es lo que ha sido toda la vida, requiere valor. Es obligado enfrentarse y responder a las tarascadas de quienes defienden un orden en el que se sienten a gusto y no permiten que se pueda cuestionar. Porque todos se declaran dispuestos a mejorar el statu quo social y nacional. Todos se llenan la boca con la palabra mágica cambio, la clave de la acción política. Pero todos se oponen a él, lo niegan y lo rechazan cuando alguien lo propone en serio.

Abrir un horizonte nuevo a un pueblo obligado a compartir una historia por la violencia, la tradición o la inercia es uno de los programas más radicales y trascendentales que pueda darse en la vida colectiva. Cuando una nación se encuentra en esa encrucijada, cuando de la decisión que tome en ese momento dependerá su futuro por largos años, hay un sentido especial de la responsabilidad que recae sobre quienes tienen que pronunciarse.

No tengo duda de que los delegados en la asamblea de la CUP de hoy son conscientes de la importancia decisiva de su deliberación. A ella se ha llegado tras haber concluido un periodo previo de debates en los que no ha quedado argumento por esgrimir ni cálculo por hacer. La última objeción de carácter cuantitativo de si es de recibo que una minoría (y una minoría radical; por eso es minoría) condicione la decisión de una mayoría ignora dos posibles respuestas. En primer lugar una colectividad mide su categoría por el trato que dispensa a sus minorías, la importancia que les reconoce y la demostración práctica de que esa importancia no es retórica sino real y efectiva. En segundo lugar, normalmente quienes objetan al peso dado a la opinión y decisión de una minoría son quienes ocultan el hecho de que lo que llaman “decisión de la mayoría” mucha veces no es otra cosa que la decisión de uno solo apoyada por un aparato y una red de intereses.

El destino de Cataluña depende de lo que decida hoy una minoría. Como siempre en la historia de la humanidad. Nada nuevo. Así que sosiéguense los ánimos y confíese en que la minoría sabrá adoptar la mejor decisión para los intereses generales.

Entre otras cosas porque lo que espera ahí fuera no es la calma chicha del statu quo en un mundo apacible, sino una reacción ciega y furiosa, dispuesta a recurrir a los medios más inmorales y abusivos a fin de que yugular un movimiento popular e impedir que se reproduzca. Guerra sucia desde las cloacas del Estado, amenazas, calumnias, presiones, arbitrariedades, violencia, intervención y toneladas de insultos y mentiras desde una red de medios financiados por los grandes capitales y los fondos de reptiles.

Todos los aparatos ideológicos del Estado se han puesto en marcha para machacar el independentismo catalán. Una de sus tácticas favoritas consiste en negar que se trate de una aspiración social, de un movimiento de millones de personas, de una confluencia de entidades, asociaciones de la sociedad civil y partidos políticos, de un sentir popular, para reducirlo al capricho personal del señor Mas, un subterfugio para mantenerse en el poder, una huida hacia delante a fin de escapar a su responsabilidades, una innoble manipulación de la opinión. En esa línea de ataque personal, de infame argumento ad hominem de la literatura más panfletaria, un columnista catalán que escribe en El País, el principal órgano del nacionalismo español, resume su lamentable diatriba llamando a Mas “payaso”

Este país está hoy gobernado con mayoría absoluta por un hombre (apoyado en una presunta banda de malhechores) que llegó al poder diciendo exactamente lo contrario de lo que hizo, que no da ruedas de prensa, ni comparece en el Parlamento, que desprecia a la oposición, no conoce más lengua que la suya (y no muy bien) y no sabe hablar en ninguna; que no sabe leer ni su propia letra; que ha cobrado sobresueldos de procedencia dudosa, paga la medicación de su padre con cargo a los presupuestos del Estado, intercambia mensajes de aliento con presuntos delincuentes, miente en sede parlamentaria y no parlamentaria, no dice sino sandeces una detrás de otra, supedita los intereses del país a los de su partido y los suyos propios, personifica la corrupción generalizada, el espíritu más retrógrado y estúpido del nacionalcatolicismo de siempre y es el hazmerreír de la comunidad internacional. Pero de este no se dice nada, del que por su pura incompetencia ha llevado el país a la ruptura, no se dice nada.

El payaso es el único que se opone de verdad a este bochornoso desgobierno, el que lucha contra todos los elementos furiosos por una idea de país y nación, el que respeta la voluntad democrática, se expresa con corrección, habla varias lenguas, cuenta con reconocimiento internacional, está procesado por sus ideas y corre riesgo real de ir a la cárcel.

Tengo mucho respeto por la noble profesión de payaso y jamás utilizaré ese nombre como un insulto. No quiero parecerme a los insoportables señoritos que lo hacen.