diumenge, 1 de gener del 2017

Año nuevo, vida nueva

Es tradicional empezar el año haciendo (y haciéndose) promesas. Tan tradicional como incumplirlas. Hasta hay quien se promete no volver a incumplir una promesa. Pero las promesas se hacen. Un año nuevo tiene algo de vida nueva. Verdad es que cualquier día podría verse como el comienzo de un año nuevo, pero que haya una fiesta oficial y universalmente dedicada a ello ayuda. Sobre todo porque es ver el año nuevo como comienzo de una nueva vida. Y a los efectos es irrelevante que la fecha, 1º de enero, sea en verdad universal o no. Hay un montón de países del mundo, entre ellos la China, que no es un pequeño enclave, en los que las cosas van de otro modo. Tienen su propio año nuevo, según sus tradiciones y creencias.

Esta afición por considerarse universales es muy propia de los occidentales y, en muchos aspectos, es una afición basada en hechos, aunque no en todos. Esto de las festividades de año nuevo es costumbre occidental (que tampoco ha coincidido siempre en las fechas), poco seguida en otras partes.

Puestos a buscar un fenómeno universal, propio de todas las culturas, algo así como el tabú del incesto, según Lévy-Strauss, propongo la opresión de las mujeres. Habrá, sin duda, excepciones pero, por lo que sabemos de cierto, la sujeción, la opresión, la cosificación, el maltrato, la violación y el asesinato ha sido el destino universal de las mujeres en todo tiempo y lugar. El patriarcado ha sido y es la forma ordinaria de organización social desde siempre. El patriarcado y la misoginia. Hasta cierto punto, la civilización se ha erigido sobre la misoginia. Las lenguas están impregnadas de ella, las tradiciones, los usos inmemoriales, los folklores. La poesía la canta, el teatro la dramatiza, la novela la narra, la filosofía la explica, la religión la glorifica.

Habiendo encontrado el factor universal solo queda señalarlo, calibrarlo, medirlo y enjuiciarlo. Para ello, lo más fácil es mirar las estadísticas de violencia machista, ahora que eso se ve ya como un delito y no como un timbre de gloria, los asesinatos de mujeres en todos los países, todas las clases sociales, todas las religiones. El feminicidio es global. Cada país ocupa luego un puesto en los infames listas de cantidad de asesinatos machistas, pero todos están en el ranking. El feminicidio es el factor más transversal que hay. Los principales sospechosos somos todos los hombres con independencia de edad, condición, estudios, ingresos o credo. He aquí algo que ayuda poco a estudiar el fenómeno empíricamente, pero abre la consideración de que, por tratarse de algo tan oscuro, profundo y maligno, es un buen punto para hacer una promesa: el año nuevo no asesinaremos más mujeres. Un año nuevo que equivaldría a una vida nueva.

Y vida nueva en el sentido de la Vita Nuova de Dante que es la que se abre al poeta la primera vez que ve a Beatriz, aquella "maravilla seguida de otra maravilla".

Actualización a las 15:00 del 1º de enero de 2017: un hombre asesina a una mujer a puñaladas en Rivas Vaciamadrid.

15 horas de tregua han tenido las mujeres este "nuevo" año.