dimarts, 22 de març del 2016

Parece mentira

Y dan ganas de llorar. A tres meses de las elecciones generales y veinte días de la primera investidura fracasada estamos igual que entonces. O peor, porque queda menos tiempo. No hay negociaciones. Hay bravatas, amenazas, burlas. Pero no negociaciones, ni principios de acuerdos. Y muchos se preparan para las nuevas elecciones que se convocarán automáticamente el 2 de mayo y se celebrarán en junio.

Realmente parece mentira. La dirigencia política española es un espectáculo de pura incompetencia. Porque si no hubiera acuerdo en la prioridad de preferencias, podría comprenderse esta parálisis en la que los líderes no negocian, ni se hablan. Sin embargo, el orden de prioridades está claro para todos ellos: hay que echar a esta banda de ladrones antes de que termine de expoliar el país. La Gürtel, la Púnica, Taula, Valencia, Matas, son jalones de una aventura colectiva: una serie de amigos montó una organización para delinquir y le llamaron "partido político", en concreto, Partido Popular. Ese partido que, según Aznar era incompatible con la corrupción y ha resultado sr la corrupción misma, viene desgobernando y esquilmando el país desde hace años, arruinándolo al extremo de que, como sucede en Valencia, la gente tardará decenios en pagar la deuda pública. Hay que echarlos como medida urgente y categórica. No se puede permitir que sigan corrompiéndolo todo y en todos los órdenes. No se puede tener un presidente del gobierno, condensación suma de la inepcia, que es el hazmerreir en el exterior y en el interior.

La necesidad de liberarse de un gobierno de apandadores, de expoliadores de lo público, de arruinadores de la gente tendría que haber provocado ya la formación de una gobierno de coalición de una u otra forma. Pero no es el caso. Y sigue al mando un personaje que debía haber dimitido hace años y que ahora, a mayor abundamiento, lleva su actitud tiránica al extremo de declararse públicamente al margen de la fiscalización parlamentaria. Más o menos, un grupo de forajidos.

Ese es el objetivo prioritario número uno. El que domina todo lo demás con carácter de urgencia. Ni un minuto más con esta sarta de sinvergüenzas que siguen riéndose de la gente en sus barbas a base de embustes, patrañas e insultos. Individuos de la catadura de Cospedal, Barberá, Hernando y, por supuesto, el propio Sobresueldos que no podrían aparecer en público en ningún país civilizado de nuestro entorno.

Y los políticos de la oposición son incapaces de ponerse de acuerdo ni para encontrar una solución urgente y transitoria, con la finalidad de echar a Mariano Garrapata como medida inexcusable si se quiere que el país empiece a recuperarse de estos cuatro años alucinantes de saqueo, represión e imbecilidad. Luego ya se vería qué alcance tendría la posible alianza. Es tal la parálisis que, ante la última provocación de los forajidos, ni siquiera se atreven a presentar una moción de censura.

Y tampoco es tal la hipotética variedad de opciones que paralice y/o suspenda el ánimo porque no hay más que tres posibles (con variantes menores): 1ª) Gran coalición PP y PSOE; 2ª) coalición "ucedea", PSOE y Ciudadanos con abstención de Podemos; 3ª) coalición izquierdista (PSOE, Podemos) con la abstención de Ciudadanos. Por supuesto, cada maestrillo tiene su librillo y cada analista tendrá unas preferencias sobre otras. Desde siempre, la preferencia de Palinuro ha sido el "bloque de la izquierda" (PSOE, Podemos, IU e indepes catalanes), pero no se le oculta que la coalición "ucedea" también consigue el objetivo estratégico de echar a estos sinvergüenzas. Y, en la medida en que lo consiga, bienvenida sea. 

Lo que es absurdo en que ninguna de ambas posibles coaliciones cuaje pudiendo hacerlo cualquiera de las dos. Absurdo y descorazonador porque quiere decir que sigue habiendo actitudes viscerales, venganzas, personalismos. Sin duda, llama la atención qué sometido al parecer del IBEX35 está Ciudadanos, pero no más de lo que parece estar Podemos por las obsesivas vendettas de Anguita.

El PSOE se deja querer por ambos lados, aunque no pueda mirarlos como si hubiera una simetría y él fuera imparcial. No lo es. No lo es nadie. Y es lógico que las razones que se aducen en las alianzas sean de peso distinto y así se entiendan. De forma muy complicada por lo que los vetos jamás serán admisibles. Es verdad que el veto de Podemos al pacto del PSOE con Ciudadanos no es de recibo. Pero el PSOE no puede presumir cuando, él, a su vez, tiene vetado al PP (y hace bien, por cierto).  Y Ciudadanos, a su vez, a Podemos con quien asegura no poder ir en el mismo barco. Todos se vetan a todos, cada uno a cada uno. 

En definitiva, la prioridad de la preferencia es tan inexcusable que no se entiende cómo no se ha llegado a alguna, la que fuere. De forma que casi podría echarse a suertes. Donde no hay necesidad, el azar es lo más inteligente. 

Pero lo  esencial es quitarse esta plaga de encima.