dijous, 18 de febrer del 2016

De cabeza al fracaso

La tarea de Sánchez de componer gobierno con los mimbres que tiene es encaje de bolillos o historiada pasamanería. Tiene muchas probabilidades de no lograrlo. Su única baza es la negociación con IU y Compromís - con los que parece estar en buenos, aunque escasos, términos- y la mucho más ardua con C's que, al día de hoy, en el mejor de los casos, ofrece su abstención, no el voto favorable y menos la entrada en el gobierno. Añade sus buenos oficios para conseguir una abstención del PP que, eso sí, facilitaría las cosas.

En pro de la abstención del PP se han pronunciado Aguirre y Gonzalez, ambos preocupados con la "gobernabilidad" del reino pero, en el fondo, asustados de una coalición de PSOE-Podemos. En efecto, por este motivo y para ahorrarse nuevas elecciones, seguramente esté en el interés del PP permitir un gobierno del PSOE. Pero lo dudo mucho porque el estilo bronco de la derecha española la llevará a votar en contra de los radicales. Si el PP no se abstiene y vota en contra, como lo harán los 17 diputados catalanistas, el PSOE tendrá que buscar más apoyos, en el PNV. Y, desde luego, si Podemos vota en contra, adiós gobierno PSOE.

Esto por lo que hace a ese equilibrio inestable de PSOE y C's que, de momento, es el único que parece configurarse. El otro, el que Palinuro apoya, la coalición PSOE, Podemos, IU, Compromís, está cada vez más lejos. Parece mentira pero así es. Luego de comprobar que el resultado de las elecciones de 20D dio una mayoría de casi 12 millones de votos a las izquierdas y de que los de Podemos lo celebraran como un apabullante triunfo, la conclusión que debe sacarse es que la izquierda es incapaz de gestionar una victoria. 

El PSOE no ha sido modelo de agilidad o de tacto para negociar, desde luego, pero el comportamiento de Podemos ha roto todas las expectativas más pesimistas: arrogante, petulante, ensoberbecido y absurdo, todas las manifestaciones de Iglesias han ido dirigidas a menospreciar, y humillar a Pedro Sánchez, a quien exige cosas absurdas normalmente en tono perentorio que el otro no puede aceptar en modo alguno. Aparecer ahora recomendándole que no sea "prepotente" ni "arrogante" en un caso de manual de lo que los psicólogos llaman "proyección" no va a ayudar a limar asperezas.

 No es algo nuevo en el personaje, cuyo narcisismo ilimitado no le deja ver lo que piensan los demás. Eso es lo que hizo con Alberto Garzón antes de las elecciones, humillándolo con crueldad y muy poco estilo. Pero Garzón -que, sin duda, se la tiene guardada- sacaría dos diputados y Sánchez, noventa. No es lo mismo. La repetición de esa retórica hecha de agresividad e hipocresía, con el socialista no le funciona ni le funcionará. Y, al final, Podemos puede encontrarse votando contra el PSOE junto al PP.

La continuación serían elecciones nuevas. El PP se hundirá bajo el cieno de su inenarrable corrupción, pero no creo que a Podemos le vaya mejor cuando tenga que explicar que son precisas nuevas elecciones porque votó con el PP contra un gobierno del PSOE.