dilluns, 17 d’agost del 2015

Mas.

Me sugiere un lector mallorquín independentista y partidario de la CUP que trate la corrupción de CDC y, en concreto, la figura de Mas. No tengo inconveniente y quizá convenga precisar algunos puntos.

En alguna ocasión he comparado a Mas con Rajoy para señalar la distancia casi sideral entre ambos en cuanto a capacidad, formación, categoría intelectual y otras virtudes a favor de Mas. El catalán es un político de nivel europeo; el pontevedrés no llega ni a político. Es un maula de poca monta. Ahora bien, ese juicio no implica valoración positiva alguna en el orden público para Mas o para su partido, Convergència Democratica de Catalunya, hasta hace poco maridada con los democristianos de Unió Democratica de Catalunya. No comulgo con la visión neoliberal del mundo, que es la de Mas, y tampoco con las prácticas corruptas que han afectado a la organización de su partido. El escandalazo de Pujol, padre de la patria, ha dejado el prestigio del nacionalismo burgués por los suelos. Pero al mismo tiempo el intento de pujolizar el independentismo ha fracasado. El caso Pujol se ha quedado en los límites de la familia y no ha deslegitimado el proyecto soberanista.

Una prueba más de que este asunto del soberanismo catalán se articula en otro horizonte conceptual. Romeva, en la entrevista de hoy de El País subraya que la situación en Cataluña es excepcional. Sin duda, por eso él es cabeza de lista de Juntos por el Sí, en la que Mas ocupa la cuarta posición. La excepcionalidad surge del momento que puede llamarse el birth of a nation si prescindimos de la intencionalidad agresiva y reaccionaria de Griffith. En el instante del nacimiento, cuando todas las baterías del sistema consagrado y gran parte de las que se supone son oposición están en contra, parte de los independentistas llama a la union sagrada de todos, con olvido de otras consideraciones. Igualmente, otra parte de los independentistas se negará a ese olvido. Pedirá el voto por la independencia, pero sin mezclarse con el "enemigo de clase". Es el caso de las CUP. Los otros, los de Juntos por el Sí anteponen el eje nacional al social.

Llegados aquí no faltará quien diga que Mas se ha puesto al frente del movimiento independentista para esconder sus vergüenzas. Son los descendientes del escéptico Samuel Johnson, el de "el patriotismo es el último refugio de un canalla." Podría ser el caso, desde luego, pero no daría para mucho porque el hecho es que hay un movimiento y que Mas ha estado hasta ahora a su frente. Podría ser otro, sin duda, pero ha sido él y él ha aceptado el reto. Si sus motivos no son santos es asunto irrelevante. Y esto sin contar con que muchos de quienes quieren desautorizar el nacionalismo catalán subrayando la presunta corrupción de Mas son los que jamás protestan de que las grandes proclamas de patriotismo nacional español suelan estr formulads por ladrones y sinvergüenzas.

Lo que el movimiento soberanista ha hecho hasta la fecha es correcto y más que correcto si se tiene en cuenta que corresponde a un proyecto nuevo, obligado a abrirse camino en terreno ignoto y a mantener una actitud de vigilancia permanente para no ser destruido por una fuerza hostil ajena dispuesta a valerse del pretexto más nimio para intervenir.