dijous, 16 de juliol del 2015

Moción de censura y al Aventino de una vez.

Realmente la oposición ¿no se da cuenta de que este hombre está riéndose del Parlamento y usándolo para sus marrullerías? ¿O es cómplice de esta farsa y, por tanto corresponsable de tomar el pelo a los españoles?

Porque tomadura de pelo es que el mismo tipo que lleva cuatro años negándose a comparecer ante el Congreso, el mismo que se negó a que el Parlamento debatiera sobre el "rescate" a Bankia, que ha costado 24.000 millones de euros, quiera ahora que sus señorías se pronuncien sobre el  de Grecia. En esta operación España no pinta absolutamente nada, como tampoco lo hace en ningún otro asunto de cierta enjundia en Europa gracias a la proverbial ineptitud del presidente español. La convocatoria es tan ridícula como pretenciosa e inútil.

Imaginemos que, por un azar del destino o una broma de Mefistófeles, el Congreso español rechazara el plan de rescate de Grecia. ¿Qué pasaría a continuación? Lo sabemos todos: nada, absolutamente nada. El plan de rescate seguiría adelante porque a nadie en Europa importa lo que piensen los españoles y menos los de esta presunta asociación de malhechores que gobierna.

Siendo esto así, ¿por qué se quieren tirar los dineros públicos fingiendo un debate parlamentario que carece de sentido? Fundamentalmente porque a este político de quinta municipal lo que le importa es lo que se diga en el casino y publique el ABC sobre sus preclara visión de caudillo invicto. Porque, teniendo en cuenta que dispone de una holgada mayoría absoluta de paniaguados de su partido que jamás se opondrían al menor de sus caprichos, ese debate parlamentario es una farsa al cuadrado. Él mismo podría ahorrarse la presencia y mandar su intervención pregrabada en plasma.

Lo sorprendente es que la oposición mayoritaria, el PSOE, simule dar crédito a esta burla, como si el gobierno de España fuera un gobierno y no un grupo de amigos personales del presidente que, en lo fundamental, van a sus negocios o sus alucinaciones místicas, cual es el caso del ministro del Interior. Como si el Parlamento fuera un Parlamento de verdad y no un remedo de las cortes de Franco, dedicado a aplaudir las genialidades del Jefe, como esta de pronunciarse sobre algo en lo que no pinta nada. Como si el partido del gobierno fuera un partido y no una supuesta asociación para delinquir.

Y, más que sorprendente, empieza a ser sospechosa esta complacencia con la pantomima parlamentaria en la que la oposición tiene reservado el papel de payaso que recibe las bofetadas. No es ya solamente que, en esa situación, no pueda realizar sus funciones de control del gobierno y mucho menos influir en algún sentido en la legislación. Es que, en realidad, hay barruntos razonables de que no se atreve a oponerse de verdad porque tiene algo que ocultar, porque tiene miedo.

De no ser así no se entiende por qué en lugar de criticar tímidamente los desmanes de estos autoritarios de decreto y tente tieso, cuyo desprecio por la democracia, el pluralismo y el debate es claramente franquista, no les presenta una moción de censura que clarifique el ambiente y pare los pies a estos depredadores de lo público.

¿Un debate sobre Grecia en un parlamento falseado y maniatado por el rodillo de la mayoría de la derecha? ¿Va la oposición a seguir legitimando esta burla permanente del poder democrático por excelencia que es el Parlamento?
 
Los diputados del PP no representan a los españoles porque no quieren; los del PSOE, porque no pueden, igual que los demás grupos de la oposición. ¿Por qué no se retiran al Aventino y dejan de legitimar con su presencia estos desafueros despóticos de una banda de tunantes?