divendres, 31 d’octubre del 2014

Sobre los nuevos movimientos sociales






Conferencia de Palinuro en el acto de inauguración de curso del máster y doctorado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED. Si el canal pide una contraseña, es esta: Doc2015Co



La democracia pretoriana.


Una de las vías de escape de Rajoy ante cuestiones incómodas es recordar que su gobierno va a presentar un "paquete" de medidas de regeneración democrática. Ya tiene guasa que, a los tres años de gobierno, haya que regenerar la democracia, aunque siempre se podrá decir que la culpa es de Zapatero. El nuevo comisario político de RTVE lo hará. Regeneración es la palabra de moda, el santo y seña de los leales en estos momentos turbios en los que hasta tus compañeros de pupitre resultan ser unos chorizos y muchos con sus puntas de putañeros, bebedores y jugadores. La crème de la crème del neoliberalismo castizo en el jardín de las delicias a costa del contribuyente. Regeneración. Regresa un Bárcenas de esquiar en Chamonix con cargo a la caja B o la C o la D de ese partido que más parece un bargueño de mil cajones, alguno secreto. Regeneración. Se le desparraman los emails a Blesa a la vuelta de un safari en Kenia, de matar antílopes en compañía de alguna agraciada señorita y se conocen las francachelas de los caballeros de la mesa redonda y la tarjeta negra. Regeneración. Se le van las cuentas a Acebes de haber sostenido con fondos de la caja B el periódico Libertad Digital, faro del neoliberalismo, y se descubre que hasta esos fondos a tan noble causa destinados, han desaparecido. Regeneración. Hay alcaldes, presidentes de diputación, de comunidad autónoma en prisión, preventiva o firme. Regeneración. Llevamos treinta meses regenerándonos o escuchando avisos de cómo vamos a regenerarnos.

En realidad, llevamos ciento cincuenta años porque no es casualidad que la palabra de moda sea la consigna de los regeneracionistas del XIX. Ahí estamos. Exactamente ahí. En la segunda restauración borbónica hay dos partidos dinásticos, corroídos por la corrupción (uno muchísimo más que otro), la burocratización, los intereses creados y la política que antes venía a conocerse como turnismo y hoy se llama de de captura de rentas. El Rey va a lo suyo y los partidos dinásticos están dispuestos a cubrir sus borbonadas mientras no se lance a aventuras militares, cosa altamente improbable pues no hay con qué ni en dónde. La Iglesia, amparada en unos Acuerdos con el Vaticano de 1979 que nadie se atreve a denunciar es, comparativamente hablando, más rica propietaria que antes de Mendizabal. Razón por la cual, si alguna vez llegara al poder algún partido sensato de corte europeo, tendría que denunciar los Acuerdos y ordenar una desamortización. La patria, como siempre, convulsa, amenazada de desintegración por la deslealtad o el heroismo nacional de los redentores, según el punto de vista que se adopte.

Dios, Patria, Rey. Los tres pilares del integrismo nacional español están tocados y el sistema político en que se articulan es el mismo andrajoso, miserabley retardatario de la oligarquía y el caciquismo a que Joaquín Costa hubo de hacer frente. ¿Qué regeneración hay aquí? Y, sobre todo, ¿quién la realizará? ¿Los que han amparado, tolerado, quizá instigado y hasta capitalizado esta densa y general trama de corrupción? Eso es simplemente absurdo. Lo único sensato que pueden hacer quienes han provocado este desastre por incompetentes y corruptos es dimitir y convocar elecciones.

Pero no solamente no tienen la menor intención de hacer ninguna de las dos cosas sino que toda su actuación niega de plano la intención misma de regeneración. El Parlamento español es la guardia pretoriana del gobierno. Y en sentido literal. ¿Quién no ha visto esas carreras de Rajoy por los pasillos de la cámara, absolutamente rodeado, bloqueado, por seguratas, diputados a la orden y cargos del partido para evitar todo contacto con la prensa, como si fuera el virus del ébola? Para las comparecencias, el presidente recurre al plasma y para los desplazamientos le gustaría disponer de una máquina de desmaterialización que lo hiciera disiparse aquí y reintegrarse en carne mortal en algún lugar seguro. En tres años no ha habido una sola sesión monográfica sobre la corrupción, el problema número uno del país desde el punto de vista institucional. Rajoy no ha comparecido jamás porque no cabe llamar comparecencia a una visita en un 1º de agosto a recitar una sarta de mentiras, ya evidenciadas como mentiras en el momento en que se pronunciaban.

Es imposible regenerar una democracia pretoriana en la que la oposición no tiene la más mínima oportunidad de controlar al gobierno. En esas circunstancias, su presencia no se explica sino como una voluntad de legitimar una práctica autoritaria que está además causando estragos entre la población. Si la oposición no puede realizar su función en modo alguno, su obligación es ausentarse del Parlamento y denunciar con su inasistencia y su silencio la ilegitimidad de un gobierno por decreto, dirigido por un presidente que debería haber dimitido hace ya mucho tiempo

Arte de guerra.


La Fundación Juan March tiene una interesantísima exposición sobre Fortunato Depero (Depero Futurista, 1913-1950), un futurista menos conocido e injustamente considerado secundario quizá porque abarcó muy distintos campos: la pintura, la poesía, el teatro, las artes decorativas, la publicidad entre otras varias. Una gama demasiado amplia para obtener especial reconocimiento en alguna de ellas, generalmente reservado a quienes las cultivan de modo exclusivo. Cuando se es tan polifacético como Depero, además, unos estilos y modos de hacer influyen sobre los otros y las obras resultan difíciles de clasificar.

Depero comenzó como pintor. Muy influido por Boccioni y Balla (no hay más que ver el motorista de la ilustración), fue tempranamente admitido en el movimiento futurista. Allí libró sus primeras batallas y ya nunca dejaría de hacerlo. Era un batallador en busca de un enemigo. El futurismo se lo dio: el arte adocenado, conformista, la literatura putrefacta, la falta de vigor y virilidad de las nuevas generaciones, el pacifismo burgués, todo lo que condenaba el manifiesto de Marinetti en 1909. De manifiesto en manifiesto, Depero acabaría escribiendo otro con Balla, titulado Reconstrucción futurista del universo, en el que se encuentran algunos de sus más preciados descubrimientos, como el paisaje artificial o el animal metálico.

Esto de concebir el arte como medio de enfrentamiento o batalla con el orden constituido venía ya del romanticismo y la sublimación de los ideales frente al mundo burgués. A partir de ahí, se hace más combativo y se articula en lo que después se han llamado vanguardias, la primera de todas, la impresionista, de la que van tomando ejemplo otras, aunque parezcan alejadas, como la escuela de la secesión austriaca y, desde luego, el futurismo. En los primeros textos futuristas hay una referencia explícita al impresionismo y su disolución de la forma en la luz. En la crisis de la preguerra y la primera guerra mundial, el futurismo convive con otras vanguardias, el cubismo, el dadaísmo y, sobre todo, el surrealismo con el que presenta similitudes formales.

Pero el futurismo tiene una voluntad claramente práctica, en donde las otras vanguardia, con el añadido del expresionismo, el suprematismo y otros ismos presentan una vocación exclusivamente estética. Los futuristas quieren cambiar la sociedad y la vida por la vía artística. Necesitan un arte de guerra. Todo apunta a lo mismo. El artista autoconsiderado profeta, anuncia, configura, predetermina el futuro. Es un visionario. Considerando los elementos que alumbran esa visión, el coraje, la violencia, la destrucción, lo irracional, sorprende que no se subraye más a menudo su carácter dionisiaco frente al apolíneo del arte decadente anterior. El famoso trozo del coche de carreras y la Victoria de Samotracia de Marinetti trae ecos nietzscheanos. Probablemente el culto a la máquina induzca a error al entender a esta como producto del cálculo, la regularidad y el orden cuando lo que los futuristas celebraban en ella era su fuerza, su potencia destructora y dominadora. Depero adoraba los aviones, pero también los carros de combate a los que veía conquistando desiertos para Italia.

Muchas de las lineas de acción de Depero tuvieron alguna influencia en España, en concreto en el clima de la residencia de estudiantes. Se ve en la rebeldía de Dalí y Federico García Lorca a la generación de los putrefactos y sus intentos, también en forma de manifiestos y otras publicaciones, de encontrar una forma de expresión distinta, un lenguaje diferente, como el que apadrinaba Depero como onomalenguaje que, entre otras cosas, trataba de reproducir los sonidos inarticulados de las máquinas.

La vita activa del futurismo desembocó en su fusión más descarada con el fascismo. Algo similar sucedió en Rusia con un movimiento análogo, el constructivismo, y la organización comunista. Pero no creo que los soviéticos llegaran tan lejos en fundir movimiento artístico y movimiento político como los italianos. Marinetti llevaba uniforme fascista que, por cierto, recuerda mucho el que gustaban lucir los intelectuales falangistas de la primera hornada tras la guerra en España, Dionisio Ridruejo o Antonio Tovar. La revista del movimiento, Futurismo, daba vivas al genio futurista de Mussolini y se declaraba fascista. En general el dictador confió a los futuristas la iconografía de su régimen: la lucha, la conquista, el imperio. Y de todo eso participaba Depero.

Pero también era creador en el más estrictamente privado ámbito de la sociedad civil, la publicidad comercial. Son fascinantes muchos de sus anuncios publicitarios, como los de Campari, o calendarios o portadas de revistas. Así como los decorados teatrales. Su creación de la Flora mágica para el canto del ruiseñor, el ballet de Strawinsky coreografiado por Dhiaguilev es deliciosa.

Hay un par de momentos en la vida de Depero, muy bien recogidos en la exposición: sus dos viajes a Nueva York. Con una prepotencia curiosa, Depero anunció en el primero que iba dispuesto a destruir los Alpes del Atlántico y, al llegar, se quedó tan sorprendido y anodado que no supo reaccionar, bautizando la ciudad con escasa imaginación como nueva Babel. Suele pasar cuando los intelectuales europeos llegan a la gran manzana; basta recordar el Poeta en Nueva York. Lo que más impresionó a Depero fueron los rascacielos; normal viniendo de Italia. Allí estaban los edificios futuristas, al alcance de la mano. Se encuentran en montones de dibujos que hizo en la época, tratando de captar el ritmo trepidante de la ciudad y sin duda pensando en cómo le hubiera gustado verla a su difunto amigo Boccioni. Montó un estudio de publicidad en la 5ª Avenida, pero no llegó a afincarse en los EEUU y volvió a su tierra. Luego haría un segundo intento y también retornaría. Es más grato y más estimulante imaginarse el futuro que vivir en él.

Quién sabe. Los cuadros y tejidos bordados e ilustrados son muy coloridos y dignos de verse. Hay mucha creatividad en la obra de Depero, aunque no siempre tenga el vigor y la fuerza que ensalzaba por convicción.

dijous, 30 d’octubre del 2014

El alcance de la podredumbre


De la corrupción, de la peste de la corrupción, está indignado, harto, escandalizado todo el mundo. Hasta los corruptos. Y, desde luego, sus responsables políticos. Vaya exhibición de gestos contritos, miradas implorantes, muecas de dolor y profunda decepción de diversas líderes y lideresas en los últimos días. Todos cantando la palinodia. ¡Cuánta amarga reflexión! Cuánto "no eran dignos", "esas cosas", "pedimos perdón", "disculpas", "no se repetirán", "quién iba a decirlo", "estamos abochornados". Pero ni uno dimite.  No dimite Rajoy, ni Aguirre, ni Cospedal, esa señora que no ha mucho se daba por automáticamente dimisionaria si se demostraba que un baranda del PP tenía cuentas en Suiza.

Y no se trata de un hecho repentino, inesperado, sorprendente. Es la última manifestación, por ahora, de un proceso de podredumbre, de encanallamiento, que arranca de muy atrás, tan atrás que muchos de los delitos ya han prescrito. Un proceso con hitos como Matas, Camps, Fabra, Gürtel, Urdangarin, EREs, Bárcenas, caja B y hasta parece que C, sobresueldos, comisiones, Pujoles,  blackcards, Blesa, Rato, Acebes. Un proceso en el que están directa o indirectamente implicados todos los dirigentes del PP, especialmente su presidente. Parece obvio, ¿no?

Pero como el caso es tan colorido, pintoresco, celtibérico y animado, la atención pública se concentra en los aspectos más espectáculares, incluso circenses: los choriceos de los consejeros, sus onerosos secretillos; las declaraciones de los villanos no hace tres lunas, mostrando horror ante el fraude; Cospedal afirmando anteayer que el PP lucha sin descanso contra la corrupcion, de la que es causa y efecto y en la que ella chapotea con mantilla y peineta. Todo ello alimenta la afición de los españoles por tomarse las cosas a pitorreo. Residencian la granujería entre algunos políticos y empresarios y tienden a perder de vista la esencial.

La corrupción lo ha invadido y lo ha machacado todo. Y es bueno sacar consecuencias. Comiéncese con los medios. El PP compró Libertad digital. Literalmente. Al margen de si después alguien pilló o no pasta adicional, cosa nada de extrañar entre mangantes, el medio fue el más feroz abanderado de la teoría de la conspiración del 11M que formuló el ministerio del Interior del PP con la muy razonable pretensión de engañar al mundo entero. Es decir, cabe defender causas, ideas políticas por dinero; a tanto la mentira. Y hay gente que da crédito a esa basura. En RTVE nombran director de informativos a un hombre que procede de La Razón, un pasquín progubernamental cuya viabilidad económica es similar a la de Libertad Digital. El sistema mediático español está corrompido. Mantiene algo de integridad y salud en el ámbito digital.

Continúese con las instituciones más elevadas del Estado. El Parlamento, por ejemplo, al servicio del gobierno. En él se habla de lo que el gobierno quiere, como quiere y cuando quiere; que no quiere casi nunca. Y no solamente se resigna la cámara a no controlar nada sino que no hace ni amago de conseguirlo. En mitad de un desgobierno absoluto, con cincuenta responsables políticos en los calabozos, pueblos sin alcaldes ni funcionarios, con media cúpula del PP entrando y saliendo de los juzgados, el PP, o sea, el gobierno, impide la comparecencia del presidente a dar cuentas. Y la oposición en pleno sigue disciplinadamente sentada, legitimando la perversión de la democracia en una autocracia. No digo que ejerza el derecho al pataleo pues la cámara es lugar de respeto, pero ¿por qué no se presenta ya de una vez una moción de censura? ¿Hay que creer que la corrupción afecta también al Congreso y convierte a los diputados en cómplices al modo en que la cúpula de Caja Madrid tenía atrapados a todos los consejeros, respiraran como respiraran?

Y el gobierno mismo. Pásense por alto los últimos dislates ministeriales, protagonizados por los ministros Mato y Gallardón, que podrían considerarse episodios de ópera bufa de no ser porque provocan verdadero sufrimiento en inocentes. Váyase al ministerio de Hacienda. Según parece, ese fenómeno de la picaresca madrileña postmoderna, Granados, especie de Dr. Magoo con gomina, se acogió a la amnistía fiscal de Montoro. Estaba, pues, en la lista de amnistiados cuya publicación ha pedido repetidas veces la prensa, habiéndose negado siempre a ella el ministro con no muy claras razones. He aquí una de ellas: ¿no estaba obligado Montoro a comunicar al juez ese dinero que Granados quería blanquear? ¿O aquí se amnistiaban fortunas que venían en talegos, sin indicación de su procedencia? Sin embargo, ha sido preciso un chivatazo de la fiscalía suiza para que, años después, se ponga en marcha la justicia española. Entre tanto, el ministro Montoro, callado, alimentando la sospecha de que, en España, la legislación vigente se aplica solo a los catalanes y a los pobres. Y el presidente también callado o "ya tal".

Como callado está cacique delincuente Fabra, que sigue en la calle, tres o cuatro meses después de que se ordenara su ingreso en prisión, en espera de un indulto que depende de un gobierno cuyo presidente lo consideraba, un ciudadano y político ejemplar, sin duda con muy sana base de juicio y dando buena idea de su escala de valores. Una situación que no ayuda en nada a refutar las opiniones según las cuales también el poder judicial está corrompido. Bien claro debe decirse, sin embargo, que en ese poder judicial se encuentran jueces que, en condiciones sumamente adversas, con periodistas dispuestos a vilipendiarlos a cambio de dinero, honran su profesión y son acreedores al reconocimiento de los ciudadanos.

Y el sistema financiero. Bankia como ejemplo del alcance de la podredumbre. Las cifras astronómicas, las cantidades malversadas, indebidamente apropiadas, saqueadas y el espectáculo de esos pillastres fundiéndose la pasta ajena en vicios casi obscurecen la gran estafa de las preferentes, merced a la cual, esta banda de delincuentes despojó de sus ahorros de toda la vida a miles de personas, pequeños ahorradores, ancianos. Ahora parece que los abogados del 15MpaRato tienen listo un medio por el que los estafados pueden demandar a la entidad y recuperar la aportación inicial con un cuatro por ciento de interés. Genial. Ojalá lo consigan. El modo de resolver la crisis de Bankia no es hacérsela pagar a la gente, sino recuperar los miles de millones que se llevó una banda de mangantes en connivencia con los políticos del partido popular.
Esto no se regenera con un par de nuevas leyes aprobadas al galope por la mayoría absoluta del gobierno, con la oposición de los demás partidos e impulsadas por un presidente y una vicepresidenta acusadas ambos de haberse embolsado sobresueldos de la caja B. 
Hay que dimitir y convocar elecciones.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimecres, 29 d’octubre del 2014

¿Es posible otro mundo?

Acaba de aparece en Akal. Es el último libro de Erik Olin Wright, un estudio que le llevó diez años y tiene considerable carga teórica y empírica. Se recuerda que, cuando interrumpí Palinuro, allá por marzo pasado, aduje que tenía sobrecarga de trabajo. No es frecuente, al menos en aquella intensidad, pero a veces pasa. Ahora se comprueba. Este libro de Erik O. Wright lo he traducido yo. Es el segundo de los mentados trabajos que ve la luz; el primero es el libro editado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales del que ya di noticia sobre la democracia del siglo XXI. Ahora sale esta traducción de Wright. En un par de semanas aparecerá otra cosa que no adelanto porque es una sorpresa por lo aparentemente alejado de mi quehacer y, en un par de meses, otra que es, sin duda, la que más trabajo me dio. Con ello habré convencido, espero, a los escépticos que decían que detenía Palinuro para tomarme un descansito. De eso nada.

Estoy muy contento de tener en la calle el libro de Wright. Es una aportación fundamental al pensamiento político-social contemporáneo. A lo mejor le hago una reseña posteriormente pero, por ahora, puedo decir que evidencia el doble interés que señalaba al principio. Wright, reconocido analista de clases de formación marxista, aporta una pieza muy valiosa al intento de reconstrucción del marxismo como filosofía crítica en el contexto del capitalismo actual, el que ha sobrevivido al comunismo. Mantiene una línea independiente y original en su interpretación; por eso me gusta especialmente. Y de todos los epígonos del viejo profeta con los que se codea, los que más frecuenta y parecen interesarle son los analíticos. Por otro lado, desmenuza con sosiego, distanciamiento y comprensión (en el sentido del verstehen alemán) las distintas propuestas de superación de este modo de producción con un enfoque de flexibilidad teórica y rigor empírico que convierten el trabajo en una buena guía sobre las posibilidades que se abren a los intentos emancipadores en el mundo contemporáneo. El resultado era el que ya anunciara el poeta en su día: Hay otros mundos; pero están en este. La obra de Wright sirve para identificarlos y saber a qué atenernos en nuestras esperanzas.

Radiografía de un sinvergüenza.

Hace un par de días el escritor Arturo Pérez Reverte  decía en un tuit: "Aznar era un arrogante; Zapatero, un imbécil; y Rajoy, un sinvergüenza". Voy a desarrollar algo más la aguda observación del novelista en lo referente al tercero. Ayer mismo, compungido y cabizbajo, Rajoy compareció en el Senado a leer unas cuartillas pidiendo perdón y disculpas a los españoles por el saqueo y latrocinio que está perpetrando su partido. Él no empleó estos términos, ni siquiera el de corrupción, sino que balbuceó y farfulló algunos circunloquios, del tipo de "esas cosas", "casos que nos abochornan", etc., etc. Y eso leyendo porque, como siempre, es incapaz de hablar en público con algo de sentido sin leer. Lo rodeaban sus incondicionales, generalmente ruidosos, chocarreros, provocadores pero que ayer parecían el séquito de un velorio; algunos de ellos pensando, quizá, si, al regresar a su casa, no se encontrarían a la temible UCO de la Guardia Civil.

Llama la atención el tono humilde, humillado, exculpatorio, probablemente fingido, en lugar del  habitualmente chulesco, prepotente, soberbio y estúpido que se gasta esta patulea. Da gusto ver que, a pesar de todas sus mentiras, embrollos y chanchullos, al final los tipos que se han afiliado a un partido político para robar a su sombra, tienen que comparecer ante la justicia. Como si fueran robagallinas, cosa que en el fondo son, si bien ellos roban la de los huevos de oro.

Pero la cuestión es si basta con salir haciendo mohínes, pidiendo perdón y disculpas, diciendo estar muy afectado, muy dolido y dispuesto a que estas cosas no vuelvan a suceder. Aunque quiera, Rajoy no es alguien que pasaba casualmente por allí o un turista despistado. Es el presidente del gobierno y del partido de esta manga de ladrones que lleva años robando a la gente, saqueando las arcas públicas, cometiendo todo género de desmanes, de desafueros, de delitos, industrialmente organizados como una banda de malhechores a la que llaman "Partido Popular" como podían llamarlo "partido de asaltacaminos". Y, por lo tanto, es responsable político directo de lo que pasa en su gobierno y en su partido, ambos cuajados de mangantes. Eso de las disculpas y el perdón está bien para la vida civil, cuando se molesta o se empuja a alguien sin querer. En política, si se preside un partido y gobierno en los que los tesoreros parecen ser unos chorizos, l@s secretari@s generales un@s bribon@s y alguna ministra o ministro unos golfos y gorrones, no se piden disculpas ni perdón. Se dimite y se va uno a casa.

Pero el presidente no piensa hacerlo porque, con la desvergüenza que lo caracteriza, se llama andana en todos los enjuagues, simula no tener nada que ver con el expolio a que su gente somete al país y promete que va a poner en práctica con toda decisión lo que no puede porque, de hacerlo, el primero que podría ir al trullo sería él. Pide disculpas por la corrupción ajena cuando no son disculpas las que debería ofrecer sino su cargo y calla respecto a la suya, a sus comportamientos indignos tan frecuentes como los de sus subordinados, aunque de otro tipo, y por los cuales también debería haber dimitido ya varias veces.

Tendría que haber dimitido hace tres años, cuando lo acusaron de haber cobrado sobresueldos y él mismo acabó admitiéndolo, aunque negando que fueran en B. Como algunos otros de esa especial Nomenklatura del trinque organizada en el PP. Y hace más de tres años. Al menos desde que mintió a un ciudadano que le preguntaba cuánto ganaba y Rajoy, perfectamente sabedor de que en ese momento cobraba, por lo menos, 200.000 euros anuales, le dijo que miraba su cuenta a fin de mes porque tenía "los problemas de todos los ciudadanos". Tendría que haber dimitido cuando, aplastó al infeliz Rubalcaba en televisión frotándole por la nariz que él no llevaba en su programa nada que no pensara hacer siendo así que, de inmediato, hizo lo contrario, exactamente lo contrario, de lo que había prometido, sosteniendo al tiempo que había cumplido con su deber.

Dimitir era lo adecuado después de haber comparecido en sesión monográfica en el Congreso sobre el caso Bárcenas a mentir a la representación de la soberanía nacional afirmando no tener relación alguna con un menda al que enviaba SMS de consolación y solidaridad. Obligada era la dimisión cuando el juez imputó a Blesa, Rato y Acebes, notables componentes del sanedrín popular del que durante años había formado parte; el cogollo de los íntimos en el que se decidían las grandes operaciones como, por ejemplo, el asalto a Caja Madrid, planeado como el asalto al tren de las tres y diez.
 
Dimitir en lugar de pasar tres años escondiéndose, apareciendo en plasma, leyendo hasta los saludos de buenos días, entrando en los lugares por la puerta falsa y abandonándolos por la de servicio, prohibiendo las preguntas en las comparecencias públicas y dando respuestas a las que se ve obligado a contestar que forman por sí solas una nueva antología del disparate. Dimitir en lugar de ir al Senado a balbucear excusas y de bloquear toda iniciativa parlamentaria que trate de indagar en su detestable comportamiento.  Tres años de espectáculo bochornoso, siendo la vergüenza de España.
 
La que él no tiene.
 
(En alguna próxima entrega se considerará el extraño caso de la rubia delicuescente, abanderada del neoliberalismo nacionalcatólico más plomizo y casquivano tratando de salvar las cretonas en el muladar que presidió durante años).

 (La imagen es una captura del vídeo que publica Vilaweb)

dimarts, 28 d’octubre del 2014

Gangsters.


(Este post, como todos los de Palinuro, se acoge a la licencia Creative Commons y al escrupuloso respeto al principio de presunción de inocencia, derecho de todos, a reserva de lo que decidan los tribunales de justicia).

¿Qué eran los gangsters, aquellos tipos que salen en las series negras, mayormente radicados en Chicago en los años veinte y treinta del siglo pasado? Delincuentes organizados con actividades en diversos campos: las contratas, las licitaciones, los proyectos urbanos, los negocios al margen o al borde de la ley y una muy habitual, consistente en cobrar comisiones a garitos y comercios diversos por protegerlos de ellos mismos. Se trata de algo que no puede gestionar un malhechor aislado, ni un puñado de ellos. Se necesita cierta estructura de carácter empresarial pero, como no va a llamarse empresa por razones obvias, se llama "banda", es decir, gang y, de ahí, los gangsters, o sea, los bandidos o bandoleros en su versión rupestre.

El medio centenar de ciudadanos que ayer fueron detenidos en distintos puntos de España en una operación parecida a las de Elliott Ness, formaba una trama de dirigentes políticos, funcionarios y empresarios que, entre otras supuestas fechorías, cobraba y administraba una comisión o mordida institucional del tres por ciento de toda la contratación pública de las repectivas administraciones, autonómicas, municipales, o provinciales. Una pasta que luego se blanqueaba, se repartía y acababa en Suiza -de donde partió el chivatazo- o en los bolsillos de los participantes según, es de suponer, su grado de eficacia. Una trama, una empresa, una banda.

Hay una versión sesgada de este tipo de asuntos, que se ha visto en el caso de las tarjetas black de Caja Madrid, según la cual, la corrupción no distingue colores ni ideologías. Sí y no. Al margen de lo que suceda en Andalucía al final, lo cierto es que, aunque también se den casos de corrupción en el PSOE y en IU, son magnitudes irrisorias en comparación con los del PP, que no son "casos", sino verdaderas organizaciones para delinquir. Ni color.

En Chicago podía haber dos o más bandas, según distritos y, a veces, sus relaciones eran violentas. En España, la reciente banda Púnica parece independiente de momento de la Gürtel y las dos de la familia Pujol, una especie de gang familiar al mejor estilo siciliano. Está por ver qué relaciones tengan entre ellas ahora que sus integrantes luchan por salvar su pellejos. Probablemente habrá de todo. La omertà no es del todo segura y la lealtad en estas latitudes no es afección generalizada cuando faltan los cuartos y hay que comerse los marrones.

Los gangsters de Chicago, además de comprar o chantajear funcionarios públicos, especialmente policías, contaban con protectores y cómplices en altas esferas políticas que, en muchos casos, debían sus puestos a elecciones amañadas y financiadas con fondos ilegales. Estos se devolvían después facilitando las engorrosas tramitaciones de expedientes administrativos que favoreciesen a los donantes.

Otra ventaja de los padrinos en puestos políticos de importancia es que podían ser decisivos en el caso de que se plantearan problemas inopinados con algún juez díscolo o insólitamente independiente. Los representantes políticos presionaban a jueces y fiscales para que administraran la justicia de forma flexible... or else. Nada fastidia más a un delincuente que un juez, sobre todo si no se le puede comprar ni coaccionar de algún modo.

Esta pléyade de imputados, detenidos, procesados, condenados e indultados, que también son unos cuantos, pertenece a un partido político o hace negocios con él o con él se relaciona. Y lleva en ello años, lustros, decenios. Hasta el punto de que muchos se preguntan si, en lugar de un partido político, no será una organización de malhechores. Presunción de inocencia al canto: puede ser o no ser; lo dirán los jueces. Cierto es, sin embargo, que tiene unos responsables políticos que han defendido a aquellos o intercedido a su favor o, incluso, los han ensalzado como ejemplos de ciudadanía. Para Rajoy, Bárcenas era un tesorero cabal y Matas, Fabra, Camps, nombres de ignominia, ciudadanos y políticos ejemplares a los que debía imitarse. Elijan: este hombre no sabe lo que dice o lo sabe. Debe de saberlo porque avisó por SMS a Bárcenas de que hacía lo que podía. Y ¿qué sería ello?

Importante en el ámbito político era Aguirre que, con este tal Granados, ya cuenta con cinco exconsejeros imputados por algunos de los cuales o quizá por todos, puso la mano en el fuego. Cuando tenía mano, pues la perdió el día en que, pretextando compungida un problema de salud, se retiró de la presidencia tan inopinadamente como Rato de la del FMI y, por lo que se va viendo, quizá con los mismos resultados. Porque si algo parece ahora posible es que, por fin, se conozca la urdimbre del tamayazo.

Estos líderes políticos están acabados, ya no sirven, no pueden hacer nada. Junto a los cuatro jinetes del Apocalipsis neoliberal cabalgaba un quinto, la corrupción, el bandidaje, la delincuencia organizada, que no ha dejado títere con cabeza. Pero los líderes siguen sin dimitir. Aguirre salió a interpretar un papel de María Magdalena que, la verdad, se le da bastante mal. Pedía muy contrita a los corruptos que dejaran sus cargos. Pero ella no deja el suyo a pesar de que tiene pendientes aclaraciones de envergadura en el tamayazo, FUNDESCAM y en el pintoresco asunto de la famosa gestapillo, al parecer una creación del señor Granados.

Tampoco cabe esperar la dimisión de Rajoy. Todo lo más, una declaración preocupada por la situación cual si se tratara de algo absolutamente ajeno a él, perteneciente a otro orden del ser, como el pedrisco. Y hasta es posible que se haga a través de un plasma que quizá, como parece sucedió con el anterior, se pague en negro.
 
Hay que ahorrar el numerario para las fianzas. 

dilluns, 27 d’octubre del 2014

La intolerancia de Podemos a la crítica.


(Artículo publicado hoy en el digital Publicoscopia)

Varias voces se han alzado ya señalando la curiosa hipersensibilidad de Podemos a las críticas. Una formación que ha nacido criticando a los demás, no encaja bien trato similar y echa mano de los recursos habituales en los ventajistas de acusar a los críticos de mala fe, feas intenciones, abuso o connivencia con las fuerzas del mal. Muy típico en este país de conversos en donde quien cambió varias veces de fe, doctrina o parecer, se pone hecho una fiera cuando le cuestionan la que ahora profesa.

La crítica general fue el santo y seña del Podemos emergente y la crítica grosera que empezó a recibir de inmediato lo ayudó a crecer. Esos ataques broncos y necios que le llovían en la televisión de boca de los Rojo, los Marhuenda, los Inda eran viento en el velamen de la nave. Se recibían con alegría y se despachaban con deportividad. Por cada insulto o estupidez que vomitaban los opinólogos a sueldo de la derecha, aumentaba la intención de voto de Podemos. Vista la capacidad mental y la fibra moral de aquellos, no era necesario subrayar el fascismo y la carcunda de sus ataques porque quienes los hacían lo llevaban escrito en el rostro.

Cosa distinta cuando la crítica procede de otras jurisdicciones, por ejemplo, de la izquierda. Ahí la intolerancia de Podemos a las observaciones es llamativa e intimidatoria: si, siendo cuatro gatos que aspiran a ganar, ya llaman fascista a quien les reprueba algo, ¿qué no harán en el hipotético caso de que tengan algún poder? Por eso, a la hora de exponer sus reservas y críticas muchos se sienten obligados a precederlas de protestas de lealtad, de afirmaciones de coincidencia y amor eterno.

Hay un curioso contraste con los debates entre ellos mismos, que quieren ser internos pero están accesibles en la red. Las distintas facciones de Podemos reconocen que están despellejándose mutuamente pero, cara a la galería, afirman vivir en concordia celestial a la que no amenaza división alguna y si alguien lo pone en duda es un agente fascista movido por sórdidos designios. ¿Suena? Por supuesto, con el sonido de siempre en todas las organizaciones partidistas en las que unos mandan y otros obedecen; unos ganan y otros pierden.

Dejemos el asunto claro. En mi condición de hombre libre tengo derecho a criticar todo cuanto se expresa en el ámbito público en el que habito y no estoy obligado a hacerme perdonar el ejercicio de ese derecho mediante protestas de simpatías y afinidades. ¿Por qué? Porque no me da la gana. Es lo que tiene la independencia y la libertad, que permite abreviar debates.

La concentración de Vista Alegre fue un fracaso. La convocaron en una plaza de toros con el obvio fin de llenarla. Subrayo: en una plaza de toros porque Podemos quiere capitalizar el fondo carpetovetónico de la raza. Es el mismo motivo por el que sus dirigentes presumen de ser hinchas futboleros, por un cálculo táctico y pragmático patente y que quizá no sea tan cálculo sino profunda coincidencia de aficiones entre los dirigentes y su amado pueblo. Repito: la convocaron en una plaza de toros con el fin de llenarla y, si la hubieran llenado en lugar de quedarse en un triste medio aforo, habrían inundado las redes de fotografías triunfantes.

Como la realidad fue el medio aforo se hizo de necesidad virtud, se mintió sobre el objetivo y se señaló que este no era llenar la plaza sino que los asistentes estuvieran cómodos, con dos o más sillas para cada uno, porque lo esencial era la participación online ya que Podemos es una organización del ciberespacio. En efecto, una organización de clickactivistas, lo cual tiene sus ventajas e inconvenientes, pero aún es pronto para calibrar unas y otros.

Explotando ese sentido de originalidad de comportamiento de una organización que emerge en las redes, la doctrina de Podemos subraya su más importante activo: la novedad. Todo es nuevo, noble, genuino, experimental. Incontaminado con las viejas prácticas y las manidas rutinas. Pablo Iglesias afirma que ellos no copian nada de nadie. Por desgracia, el poder de los medios es grande, desde luego, pero no taumatúrgico. En Podemos casi todo es copia, cuando no todo. Copia es el nombre de su portavoz principal y el de la misma organización; copia la estética de sus líderes, imitada de diversos programas televisivos; copia el contenido de su discurso, que repite una argumentación muy conocida en el sur de Europa, desde la Francia de Olivier Besancenot a la Grecia de Alexis Tsipras; copia las formas de organización extraídas de las movilizaciones al estilo 15M. Algo menos de presunción y bambolla innovadora no estaría de más.

Pero es muy difícil porque la dinámica de hiperliderazgo y culto a la personalidad del movimiento ha quemado etapas a velocidad de vértigo. La ubicuidad de Iglesias en los medios se ha viralizado en las figuras de sus segundos, cuyos méritos para estar permanentemente en el aire se limitan a reproducir el discurso del mando a tal extremo que, si salieran con máscaras con la cara de este, al modo de las caretas de anonymous, no pasaría gran cosa. No uso los medios audiovisuales, pero me entero de su contenido por Twitter y tengo para mí que, de seguir este bombardeo mediático, la gente va a acabar de Podemos hasta el píloro, sobre todo porque cada vez está más claro que la frecuencia del sermón mediático es inversamente proporcional al valor de su contenido, por lo demás, bastante pobre, genérico y ambiguo.

La ambigüedad de Podemos es, quizá, su elemento más llamativo a la par que criticable. Es el inconveniente de tener mil ocasiones de expresarte en público: que se nota mucho aquello que silencias, ocultas o confundes. Son diversos los puntos de ambigüedad del discurso de estos novísimos no tan nuevos y dictados por esa voluntad tacticista, pragmática, reconocida por ellos mismos de salir a ganar cueste lo que cueste. Esa ambigüedad afecta a todos los puntos de un posible programa todavía por formular. Habrá que ver cómo sea cuando se haga y tenga la eficacia movilizadora del Sermón de la Montaña, al que se parece mucho, pero ya voy haciendo tres apuestas: las votarán 1.000, 10.000. 100.000 o un millón de entusiastas de los círculos –esa forma de organización que Podemos también ha copiado esta vez de Google- pero me apuesto algo a que el personal se quedará sin saber exactamente qué quiere hacer Podemos con su idea de Patria/Soberanía, con las relaciones entre la Iglesia y el Estado y con el derecho de autodeterminación de los catalanes.

Cien días.


Se cumplen los cien días de cortesía de Pedro Sánchez como nuevo secretario general del PSOE. Es una convención que raramente se respeta porque, en realidad, es imposible. Quienes acceden a cargos políticos representativos desean darse a conocer cuanto antes, a la par que sus propósitos; tratan de explicar las medidas para alcanzarlos. Quieren hacerse ver de inmediato y en nuestra sociedad se habla sin parar de todo lo que se ve y de lo que no se ve. Así pues ya hay mucho escrito sobre Pedro Sánchez en este periodo de carencia. Hasta Palinuro, tan conservador de tradiciones, le ha dedicado algún post.

Pero ahora cumple el plazo y es momento de volver sobre lo andado. En estos cien días Sánchez ha irrumpido en la esfera pública con ímpetu y el claro deseo de revitalizar la imagen de un PSOE abatido, desmoralizado, desconcertado. Su propia imagen, cuidadosamente construida, muestra un joven líder emergente, con carisma y audacia pero prudente, a gusto en el aparato y en la calle, hombre de partido con un  oído para la gente del común. Su consigna esencial era ocupar todo el espacio mediático que pudiera. Ahí tropezó con el hecho de que ya estaba ocupado por otro líder, el de Podemos, de características muy similares a las suyas, con una discurso que engancha a la gente y que rápidamente marcó terreno en sentido etológico retando al socialista a un debate. Sánchez no aceptó y probablemente hiciera bien, aunque no fuera muy gallardo. Un encuentro entre ambos al que seguramente acudirían con atuendos muy similares podría resultar cómico, pues cada uno parece la caricatura del otro si bien en sentidos opuestos.

El reciente secretario general ha peregrinado por innumerables platós televisivos, estudios de radios, agrupaciones del partido y actos públicos diversos. Es lógico que en esa vida frenética se le escapen a veces juicios no muy afortunados que, como ha sucedido, han obligado a los órganos pertinentes de su partido a interpretarlos en línea con su programa. Son cosas de poca monta. De mayor enjundia son algunas medidas adoptadas que dan buena espina como el volcado de todas las cuentas del PSOE en la red hasta el último ochavo. Con independencia de que ya lo hayan hecho otros o no, es un buen punto de arranque y merece aplauso. Las cuentas, claras.

Lo importante está en las cuestiones institucionales, de calado. Hay tres esenciales: la monarquía, las relaciones de la Iglesia y el Estado y el derecho de autodeterminación de los catalanes. Sobre las tres ha tomado el PSOE de hecho una actitud de partido dinástico que Palinuro no puede compartir. Con independencia de si esta actitud será electoralmente rentable o no al socialismo, lo cierto es que, aclaradas las respectivas posiciones, pueden arrinconarse por ahora las de principios para hacer frente a la urgencia del momento.

Desde el punto de vista de la izquierda, de cualquier izquierda, no hay mayor urgencia ahora que desplazar a la derecha del gobierno antes de que termine de destruir el Estado social y democrático de derecho y el Estado de derecho a secas. Es imperativo liberar el país de unos gobernantes incompetentes y corruptos que lo han esquilmado y lo llevan a la catástrofe y, lo que es más sarcástico, al tratarse de la derecha nacionalcatólica, a la desintegración. Insisto, un punto de toda la izquierda. Si por ajustar cuentas entre sí; por tú más o tú menos; por tú sí y tú no; por yo verdadero, tú traidor, la derecha gobierna otros cuatro años siendo mayoría las izquierdas, estas deberían replantearse su razón de ser en el diván del psiquiatra.

Como están las cosas es poco probable que el PSOE desplace por sí solo al PP, sobre todo porque es de temer que el resultado socialista en Cataluña ya no le garantice el gobierno en Madrid. Seguramente habrá que pensar en alianzas y fórmulas de coalición. Si, cual es hoy verosímil, Podemos desplaza a IU como tercera fuerza o, incluso, al PSOE como segunda, el panorama será de coaliciones de diverso tipo entre PP, PSOE, Podemos, IU y UPyD. Dejamos de lado los nacionalistas, entregados por ahora a otros quehaceres. Siempre que se atisban gobiernos multipartidistas o apoyados por coaliciones de partidos, se desatan pasiones. Nunca con este; jamás con aquel; de ningún modo con aquel otro. Al final los números mandarán y será lo que ellos impongan.

Preparado como ha de estar el PSOE para la mayor cantidad de coaliciones, le interesa presentar esa imagen de centro un poco magmático que quiere acuñar Sánchez, quien ha recogido de los demócratas yanquis la referencia a las socorridas clases medias, un recurso apelativo de éxito. Está bien pensado; no es muy original pero inspira seguridad; el punto medio, el centro, al tiempo que se reafirma también la vieja querencia izquierdista. El centro-izquierda, en definitiva, el mayor banco de votos según creencia general.

En todo caso, la deliberada indeterminación del público receptor del mensaje no obsta para que este sea claro conceptualmente. Es esencial que la gente sepa con exactitud cuáles son las medidas y los medios concretos que el PSOE propone para volver a encarrilar el Estado social y democrático de derecho, el Estado del bienestar y sacar al país de la crisis. Debe estar claro que derogará ipso facto todas las normas del PP que han recortado derechos de la ciudadanía en cualquier orden, laboral, educativo, asistencial sanitario, fiscal, judicial, etc. Igualmente que se abordarán medidas contundentes en contra de la corrupción con carácter de urgencia, para lo cual no es necesario aprobar otro ramillete de leyes, como quiere hacer el PP, sino aplicar con eficacia las ya existentes. Lo demás vendrá dado por añadidura.

La gente debe tener claro que se tratará de mitigar el paro mediante políticas activas de empleo y una política fiscal que las sostenga, que se reorientará el gasto público para hacerlo más redistributivo sin mermar la productividad, que se propugnará una reforma constitucional en la que se blindarán los derechos de la gente y, añadiría yo, se reconozca el derecho de autodeterminación, pero ya sé que eso produce urticaria en el nacionalismo español socialista.

En todo caso, lo más necesario es que el PSOE no aparezca de compadreo con el PP. Resulta absurdo que, por un sentido del Estado mal entenido, heredado del nefasto Rubalcaba, los socialistas legitimen las arbitrariedades de un gobierno que debiera haber dimitido hace mucho y cuya única finalidad es sobrevivir hasta las elecciones. Resulta no solo absurdo sino directamente cómplice que la oposición, en lugar de ejercer de tal, acuda en su auxilio firmando acuerdos con él que rozan lo onírico, como ese según el cual ambos partidos proponen tipificar como delito la financión ilegal que ha sido la forma ordinaria de financiación del PP. Pactar lo que sea con un partido que más parece una banda de malhechores, que lleva veinte años saqueando las arcas públicas y, a día de hoy, aborda la cuestión como si fuera algo ajeno, es una tomadura de pelo a los propios votantes.
 
El PSOE tiene que ejercer de oposición real, no de juego sucio, pero sí muy contundente. Tiene que valerse del Parlamento para controlar el gobierno y, si la mayoría absoluta de este, funcionando como una apisonadora, no lo permite, debe acudir al expediente democrático de presentar una moción de censura. Ciertamente, se perderá, pero servirá para dar a conocer la alternativa socialista. Recuérdese que la consecuencia de la apisonadora no es solamente que se imponga la voluntad del gobierno sin debate sino que la oposición no pueda exponer sus propuestas y estas se oculten a la información pública. Pasada la moción de censura y de seguir la situación igual ya se vería lo que se haría. Palinuro es partidario de una retirada al Aventino pero, por no alborotar el gallinero, de momento se conformaría con una moción de censura a un gobierno que contradice todos los usos democráticos.

diumenge, 26 d’octubre del 2014

Cospedal explica la corrupción.


La corrupción ocupa un lugar destacado en las preocupaciones de los españoles. Superdestacado en las portadas de los periódicos. Y superdestacadísimo en las tertulias audiovisuales. No es para menos, porque se trata de algo atosigante, generalizado desde Cataluña a Andalucía, y en las principales formaciones políticas, aunque no solo en ellas, PP, PSOE y CiU. Pero la parte del león y de la hiena y del buitre y demás depredadores se la lleva el partido del gobierno, cuyo presidente reconoce implícitamente que así es cuando afirma que no volverá a pasar, pero no hace ni amago de dimitir pues pretende que el asunto no va con él, que él no tiene la menor responsabilidad personal en la corrupción de un partido en el que lo ha sido todo. Un partido que, según Aznar en 2010, era incompatible con la corrupción, es hoy su emblema mismo.

Una corrupción que impregna la vida pública con noticias tan vergonzosas que los habituales hacedores de opinión a favor del gobierno, normalmente bien pagados, incluso con dineros procedentes de esa misma corrupción, no saben qué decir. Andan desconsolados en busca de orientación. Y no la encuentran en el habitual silencio y las pintorescs evasivas del presidente en las ruedas de prensa que se ve obligado a aceptar porque se dan in partibus. Es necesaria doctrina explicativa, habilidad de comunicación, una línea en la que insistir para contrarrestar tanto ludibrio pues, de no ser así, Rajoy acabará teniendo que entrar en los locales públicos no por la puerta de servicio, como hace ahora, sino por la alcantarilla.

El PP reunió ayer a sus alcaldes en Murcia para sentar la doctrina. Esta se orienta en tres direcciones: a) hablar solo de la recuperación económica y soslayar la corrupción; b) insistir en la lucha sin cuartel que libra el PP contra esta lacra; c) asumir las responsabilidades a que haya lugar. La a) es una vía ciega porque no hay tal recuperación y mucho menos conciencia de tal. Ni quienes la predican creen en ella. Por eso gastan más en comprar material antidisturbios que en I + D. La c), sostenida, además, por el señor Floriano, no solo es ciega sino también sorda. Tiene algo de Gila: alguien, según parece gentes de la era de Aznar, si no Aznar mismo, debe asumir la responsabilidad por algo que ya no se puede ocultar. Lo prometedor, sobre todo para las revistas de humor, es la c), la cuenta de la lucha del PP en contra de la corrupción, plasmado en un pacto de regeneración democrática que, según Arenas, es una necesidad de la sociedad y no del PP. ¿Cómo nadie lo ha visto antes? El PP es corrupto pero solo en la medida en que es parte de la sociedad; es la sociedad la corrupta, caramba. Usted, yo, el vecino, el parado, el señor de los barquillos somos los corruptos. No el partido del que es destacado militante el señor Arenas, presunto receptor de sobresueldos en B.

Ese recurso comunicativo de negar la evidencia afirmando lo contrario tiene sus defensores. Pertenece a una visión autoritaria del mundo, con puntos totalitarios y un aroma de psicopatía. Quien mejor lo domina es la dueña manchega de férreo talante, Cospedal, capaz de hilar explicaciones en público que solo puede descifrar un patafísico avezado. Es Cospedal quien ha tomado sobre sus fornidos hombros la tarea de explicar a los alcaldes lo que ella ve con claridad meridiana, esto es, que el PP trabaja "sin descanso" en contra de la corrupción. Todo el mundo, la gente, los jueces, los medios hasta el presidente de su partido, reconoce que es al revés, que en el PP la corrupción no conoce descanso. El citado presidente añade contrito que no volverá a pasar, lo cual demuestra cómo le gusta descansar, aunque no haya trabajado. Pero eso no es nada: todo el mundo está equivocado; solo Cospedal ve la realidad. El PP lucha "sin descanso" en contra de la corrupción. Es una orden. Por eso no quiere prescindir de elementos tan necesarios en esa lucha como Fabra, Blesa o Rato metiéndolos en la cárcel.

Las explicaciones cospedalianas suelen llevar un estrambote y así añade la razón por la que el PP lucha "sin descanso" en contra de la corrupción: que está tan escandalizado con ella como muchos ciudadanos. Es una verdad cospedaliana o verdadmentira. Los ciudadanos estamos escandalizados, verdad. Los del PP son ciudadanos, luego están escandalizados; mentira. Exactamente ¿de qué se escandalizan si son ellos el origen del escándalo? La propia Cospedal debe de creer que cobrar sobresueldos, cosa que ya ninguno niega, no es corrupción. Y sí, lo es. Pero si añadimos que podría ser imputada por haber recibido 200.000 euros en negro de los que nunca más se supo, ese estar escandalizado del PP, se refiere ¿a quién?
 
Confundiendo su peripecia personal con la de su partido, Cospedal invoca para este el principio de presunción de inocencia. Pero se refiere a ella subconscientemente. En política, la presunción de inocencia se estrecha mucho. Un político acusado de comportamientos ilícitos con tanta contundencia como Cospedal debe irse a su casa. Claro que tampoco se va su jefe. Tan acusado como ella, ahí está, dispuesto a luchar denodadamente para que no se repita la corrupción de la que él es políticamente responsable.

La muerte en Toledo.

Ayer, sábado, asistí a un interesante seminario en Toledo organizado por una asociación de la sociedad civil, compuesta por gentes del lugar y profesionales de la UNED, llamada La peña pobre. Con ese título ya está dicho todo en el terreno económico. Pero no en el intelectual y espiritual, que es el que cuenta. El tema que se trataba –y sigue tratándose hoy- desde muy distintas perspectivas era el de la muerte. Nada menos. La muerte en Toledo. Y en el marco del Castillo de San Servando, antigua fortificación árabe desde la que se disfrutan unas vistas incomparables de la ciudad del Tajo. La asociación, compuesta por gentes encantadoras y motivadas, capaces de aguantar a silla firme cavilaciones dispares sobre tan acongojante tema en unas horas en las que se jugaba el partido Madrid-Barça, está alentada e impulsada por Paz Rincón, colega mía de la UNED y Paco Carvajal, que sabe más de Toledo que Tirso de Molina y Marañón juntos. A ambos mi agradecimiento por permitirme participar en la reunión.
 
Mi exposición habría de haber sido brevísima puesto que consistió en intentar demostrar que la muerte, cuyo tratamiento es una constante en la historia de la filosofía occidental, fuertemente influida por la obsesión cristiana con el fenómeno, es un indecible, algo incomprensible y sobre lo cual, en relidad, no cabe decir nada que no sean vaguedades, topicazos o puras tonterías. En mi apoyo llamé a Epicuro, señalé cómo su indiferencia ante la muerte es la causa del odio cristiano al epicureísmo que, a pesar de todo, ha subsistido  como venero oculto en la historia del pensamiento, según demuestran casos como el de los libertinos (Gassendi, etc) y llega al día de hoy, bravamente defendido por Michel Onfray. No obstante, esa indiferencia no ha conseguido evitar que la muerte haya seguido siendo motivo central de la reflexión filosofica y por eso corona Heidegger su sistema  considerando que el hombre es un ser para la muerte, una forma profunda y obvia de decir que no hay nada que decir al respecto. Por eso, la fórmula enlaza con el famoso final del Tractatus de Wittgenstein: De lo que no se puede hablar, hay que callarse.
 
Y ahí hubiera terminado mi charla. Un viaje a Toledo para decir que sobre la muerte no hay nada que decir. Afortunadamente y a modo de explicación, se me ocurrió hacer una pequeña presentación en pwp, comentando los puntos más interesantes y a vuelapluma de la iconografía de la muerte en la pintura occidental. Desde la Edad Media al tiempo de hoy. La he convertido en un vídeo y es la que espero se despliegue si se pincha en la ilustración de este post, coronado con una reflexión artística sobre la impenetrabilidad de la muerte.

dissabte, 25 d’octubre del 2014

¿Va usted a dimitir por los escándalos de corrupción de los que es usted políticamente responsable?


Como los periodistas españoles no saben, no pueden o no quieren hacerle las preguntas de modo directo y claro, y prefieren proporcionarle excusas para evadirse, tenemos que hacérselas los ciudadanos, hartos de que nos roben, nos engañen, nos mientan y, encima pretendan reírse de nosotros.

¿Piensa usted dimitir cuando la corrupción que ha propiciado, amparado, y de la que quizá se haya beneficiado, lo invade ya todo? En realidad, después de su implícita confesión, no tiene otra que dimitir.

Aparte de haber recibido sobresueldos en B, cosa por la que ya debiera usted haber dimitido y aparte de que la Gürtel le haya pagado a usted supuestamente viajes, trajes, corbatas por valor de varios cientos o miles de camps, unidad monetaria de la corrupción de advenedizo, tiene usted docena y media de razones para marcharse a su casa avergonzado de su comportamiento. Usted nombró a Bárcenas, lo mantuvo en su puesto, lo protegió, le dio ánimos, aunque ahora simule no conocerlo y lo amparó frente a la justicia permitiendo que su partido no colaborara con ella y hasta destruyera pruebas. Usted hizo nombrar a su amigo Rato presidente de Caja Madrid, en donde este pájaro terminó el trabajo de saqueo que ya había comenzado Blesa, designado por su predecesor Aznar, también beneficiado de los sobresueldos. Usted nombró y mantuvo en su puesto a María Dolores de Cospedal, igualmente agraciada con suculentos sobresueldos de la caja B y sobre quien recae todo tipo de sospechas de comportamientos irregulares y la certidumbre de haber cobrado 200.000 € de una mordida reconocida por ella misma y que ahora se han volatilizado.

Preside usted un partido más parecido a una asociación de malhechores y es usted uno de los principales beneficiados de ella, no solo porque haya cobrado los citados sobresueldos que usted negaba bellacamente, afirmando que tenía problemas "para llegar a fin de mes", sino porque ha ganado unas elecciones a base de financiación ilegal de su partido ya desde hace veinte años. Preside un gobierno cuya única función es ocultar sus latrocinios y fechorías y criminalizar y reprimir toda protesta en la calle.  Todo ello más que suficiente para que se hubiera ido usted ya con viento fresco, por ser el presidente más corrupto de la historia de la España democrática.

En lugar de ello sale usted en rueda de prensa a contestar unas preguntillas sin filo ni garra de unos periodistas que más parecen de su gabinete de comunicación que de medios libres. Eso le permite colocar a la concurrencia un discurso embustero, cargado de evasivas, cínico y esperpéntico que los mismos periodistas no cuestionan y trasladan tal cual a una opinión pública a la que usted miente de modo sostemático y de la que se ríe sin reparos.

Ante una tímida pregunta por la corrupción, dice usted con descaro que su gobierno "trabaja para que esas cosas se sepan". Esas cosas son los latrocinios de sus compañeros de partido, de sus protegidos, de los que usted ha nombrado; son sus propios sobresueldos; las malversaciones de sus subordinados; el expolio de las arcas públicas; las cuentas en Suiza; el pillaje generalizado a que se dedicaban políticos a los que usted ha ensalzado repetidas veces como ejemplos para la ciudadanía: Camps, Fabra, Matas y demás carne de presidio. Y es falso que su gobierno trabaje para eso. Lo hace para lo contrario, para proteger a los corruptos, ocultar sus fechorías, escamotear pruebas, atacar a los jueces, mentir al parlamento, como hace usted mismo, y a la gente.

Añade usted, como si fuera el anterior Rey, ese al que pillaron cazando elefantes en el África cuando todos creían que estaba en su despacho cumpliendo con su deber, que su gobierno está trabajando "para evitar que estos hechos se repitan". Estos hechos son también esas cosas, el robo, el cohecho, las malversaciones, sus sobresueldos y sus trajes. Su gobierno, por lo demás, esta deslegitimado para tomar medida alguna de ese jaez cuando no solamente usted sino su vicepresidenta y algun@ de sus ministr@s también han cobrado sobresueldos.

Asegura usted que es "especialmente prudente" en los asuntos judiciales. Al margen de que ello sería, en efecto, muy razonable en quien quizá haya de defenderse de acusaciones en sede judicial, también es falso. Al parecer llamó usted al imputado señor Acebes, tan cercano a usted, para darle ánimos y consolarlo diciéndole que sin duda se trata de una injusticia. Si ser prudente consiste en tachar de injustos a los jueces, ¿que los llama usted cuando no es prudente? Bueno, quizá a unos porque a otros, al parecer también los llama para interesarse por los turnos y ver si los asuntos que le interesan recaen sobre jueces amigos. Es prudente, desde luego. E inmoral. O algo peor.

Definitivamente, la pregunta de esa comparecencia de ayer, en la que, por las convenciones democráticas vigentes en Europa y desconocidas en España, no se pueden prohibir las respuestas debiera haber sido la del título del post:

¿Va usted a dimitir por los escándalos de corrupción de los que es usted políticamente responsable?

Los periodistas no se la hacen y los partidos de la oposición ni mencionan la posibilidad en sede parlamentaria. Ambos piensan que en los demás países democráticos tampoco se plantearían en las ruedas de prensa ni en las comparecencias parlamentarias, pero olvidan añadir que ello es así porque en esos demás países es imposible que una persona como Rajoy sea presidente del gobierno.

Niños antiguos.


Antiguos como el mundo en donde aparecen; como el aire y el sol que los alumbra; como el agua que beben. La verdadera sal de la tierra, la metáfora del espíritu, el genio de la especie. Patria y padre del hombre, puente a la eternidad. Niños eternos, sublimes. Niños.

Llevo unos días pensando escribir este breve crónica sobre la exposición de la Fundación Canal en Madrid, titulada Caminos a la escuela. 18 historias de superación y aprovechar la ocasión para hacer un paralelismo ejemplarizante entre las increíbles historias de sacrificio, esfuerzo, trabajo que 18 fotógrafos de todos los países han reunido aquí y el denigrante espectáculo de la vida pública en España, en donde los ejemplos son de codicia, corrupción, molicie y vileza. Tan preocupado estaba que, no fiándome de mi primera idea, acudí segunda vez a la exposición para cerciorarme. Y, en efecto, cambié de idea. Escribiría, sí, la crónica, pero omitiría toda referencia a España por no ensuciarla.

En cierto sentido, ya sabía que no saldría una crónica al uso porque es imposible. No sería capaz de acertar en la elección del tono para hablar de estas historias. Lo único que cabe hacer es recomendar vivamente la visita. Miren las fotos, todas ellas normales, sin pretensiones artísticas, ni paisajísticas, ni vanguardistas; puras instantáneas de la vida cotidiana de unos niños entre 8 y 14 años de edad en los más diversos lugares del planeta. Lean los textos, magníficos textos, tan minimalistas como las imágenes. Vuelvan a mirar las fotos y, después, hablamos.

Si así fuera, este sería mi parlamento. He visto niños de todas las razas y todos los colores, con un solo factor en común: la pobreza, la privación, en condiciones muy duras, en medios extraordinariamente adversos y peligrosos. Niños ágiles, sanos, vigorosos y también niños enfermizos, contrahechos, estropeados por la naturaleza o la mano del hombre y todos de nuevo con otro factor en común, la alegría y las ganas de vivir, de salir adelante. Adelante salen todos los días camino de sus escuelas, que es el tema monográfico de la exposición. Escuelas muchas veces alejadas kilómetros y kilómetros, al otro lado del río, del lago, incluso del mar en el caso de islas próximas a las costas. Escuelas destartaladas que, en ocasiones, tienen que cerrar cuando llegan las lluvias porque no tienen techo y que, cuando abren, han de agrupar niños de todas las edades porque no hay aulas ni profesores.

La exposición se centra en esos trayectos cotidianos de los niños, de ida y vuelta, en los que pueden llegar a demorarse tres, cuatro, cinco horas. Se trata de un verdadero catálogo de heroicidades. Hay chavales que cabalgan kilómetros por el sertao a lomos de burro; niñas de Kenia que han de atravesar zonas enteras de chabolas de campos de refugiados convertidas en verdaderas letrinas con riesgo constante de que las violen como sucede indefectiblemente al veinte por ciento de ellas; peligro que también acecha a las niñas marroquíes a las que es fuerza acompañe un hermano mayor al autobús; críos con malformaciones que han de desplazarse diariamente en vehículos especiales para asistir a una alejada escuela adaptada a sus necesidades; alumnos aventajados en las zonas deprimidas de Queens o el Bronx que invierten cuatro horas diarias entre metros, autobuses y transbordos; niños japoneses de núcleos arrasados por el Tsunami hace unos años que habitan espacios urbanos como de película de Mad Max y solo pueden asistir a escuelas en otras ciudades; hijos de pueblos esquimales que viven por encima del círculo polar y han de ir a la escuela corriendo porque, no teniendo abrigo suficiente, pueden helarse.

Un hilo de oro recorre este aluvión de voluntad, de espíritu, de esfuerzo titánico: los niños lo hacen contentos, riendo y jugando. Como los dioses antiguos. 

divendres, 24 d’octubre del 2014

Lola, sé fuerte.


Todos los moralistas, de Confucio en adelante, cuentan entre los vicios y defectos de los seres humanos la inconstancia, la arbitrariedad, la ingratitud, la insolidaridad, la deslealtad, etc. Los afectos contrarios, por supuesto, figuran entre las virtudes; pero, nos advierten los sabios, son mucho menos frecuentes. ¡Ah, pero son! Y en muchos casos se dan mezclados. Una misma persona puede ser leal y desleal, agradecida e ingrata, solidaria e insolidaria. Depende de cuándo, de dónde, de cómo y, sobre todo, de quién.

Según parece, Rajoy telefoneó ayer al exministro Acebes para darle ánimo en mitad de sus tribulaciones judiciales y decirle que se trata de una injusticia. Es peculiar un país en el que el presidente del gobierno tacha de injusticia una decisión de los jueces a quienes dice respetar en grado sumo. Un país en el que los jueces cometen injusticias según un presidente sobre el que pesan acusaciones que pueden llevarlo ante uno de esos jueces injustos. Pero, ¡qué se le va a hacer! Rajoy es así, leal con sus amigos, al extremo de jugársela por ellos. ¿Acasó no envió un SMS de auténtico amigo a su amigo Luis Bárcenas animándole a "ser fuerte" pues él hacía lo que podía? Sin duda. Lo dicen todos los medios: Rajoy será lo que sea, pero es amigo de sus amigos. Y ¿por qué entonces no ha enviado un miserable whatsapp a su amigo Rato, seguro objeto de otra injusticia? Y no solo no le ha mandado nada sino que se ha negado a pronunciar su nombre en público, por no concitar las fuerzas del maligno. O sea, Rajoy es un caso palmario de convivencia de la lealtad y la deslealtad en el ánimo de una persona. "Luis, sé fuerte". "Ángel es una injusticia". "Esa persona por la que usted se interesa". "Esa persona por la que usted se interesa" fue su compañero de partido, de gobierno, tan vicepresidente como él, tuvo la gentileza de apartarse para que él fuera presidente y él, siempre él, lo hizo nombrar para la presidencia de Caja Madrid, destino que selló su destino. "Esa persona por la que usted se interesa." Increíble.

¿Y ahora? La última imputación del juez Ruz al excalde de Toledo por la presunta mordida de 200.000 euros de una empresa a cambio de una contrata de once millones no tendría nada de anómalo dado el panorama de corrupción del país, nada de noticiable. Si acaso, la sospecha de que la cantidad resulta modesta para los hábitos de estos expoliadores. Pero esa mordida apunta ya directamente a María Dolores de Cospedal, dado que el juez habla de la posible implicación en el supuesto delito de "personas aforadas", condición que solo reúnen Cospedal y una su mano derecha, presidente de las Cortes del lugar. Si esa imputación se produjera, ¿habría SMS de ánimo, telefonata consoladora? Tal será el siguiente paso de este melodrama, de este sainete que parece una serie televisiva yanqui de esas en las que todos son malos, perversos, auténticos canallas, y el único que se salva es el gato y aquí ni ese porque al inocente, que era el perro de la auxiliar, le han dado matarile sin pedir permiso, sin preguntar a nadie, a lo bestia.

Cospedal es un prototipo de política de tierra quemada. Ha sido autoritaria, ha aplicado durísimas políticas de recortes en todo, despidiendo a la gente, rebajando sus retribuciones, suprimiendo sus ayudas o subvenciones, reduciendo o eliminando servicios; ha elevado en cambio las retribuciones de los suyos en todos los niveles; ha entregado bienes públicos para uso privado e intentado venderlos; ha convertido la radiotelevisión de Castilla La Mancha en un instrumento de censura, adulación de su gobierno y silenciamiento de la oposición; ha cambiado la legislación electoral para favorecer sus perspectivas de escaños; ha amparado y justificado, a veces con razonamientos propios de un número de cabaret, los numerosos latrocinios que se han sucedido en su partido; ella misma aparece como receptora de esos sobresueldos ilegales que sus beneficiarios ya no se molestan en negar y ha tratado a su auditorio y la opinión pública en general como si estuvieran compuestos por idiotas afirmando cosas como que "el PP es el partido de los trabajadores", "el PP es el partido más transparente de España", "nosotros hemos salvado el Estado del bienestar". Bueno pues, con todo el aplomo que ostenta, como una dama bravía del siglo de oro, una Mariana Pineda de la dignidad de la derecha, puede encontrarse en breve requerida a explicar ante el juez qué fue de esos 200.000 machacantes que ella, al parecer, reconoce haber recibido con el muy sensato argumento de que las cosas cuestan dinero, pero cuyo rastro se pierde justamente ahí, en esa etérea declaración.

Sin duda será apasionante ver si, dándose una imputación de Cospedal, o un traslado al TSJCLM, que viene a prefigurarla, habrá mensaje del presidente y en qué tono o también Cospedal entrará en el rol de la infamia de los innombrables, como "esa señora de la que usted me habla". Apasionante, sí, pero completamente absurdo. Si la secretaria general del partido del gobierno es imputada, ¿a qué se está jugando aquí? ¿A qué está jugando la oposición? ¿Nadie va a conseguir que se vaya este hombre, fracasado en todos los frentes, aferrado al sillón, presidiendo un gobierno absolutamente quemado, al que se le deshace el país entre las manos? Un hombre que ya solo fia su permanencia a unos medios sumisos y una policía omnipresente y prácticamente impune, amparada en una ley mordaza que pretende sofocar cualquier descontento por todos los medios.

dijous, 23 d’octubre del 2014

La peste.


Los gobernantes democráticos son gentes elegidas por el pueblo para gestionar los asuntos públicos según criterios distintos pero con un mismo principio, según el cual la gestión será en interés del bien común y no en provecho personal de los gobernantes. Lo que hay en España no tiene nada de esto.
 
El país está gobernado por un partido que lleva más de veinte años dedicado a actividades presuntamente ilegales e inmorales, en colaboración con una red más o menos organizada de empresarios o delincuentes o ambas cosas a la vez. Ello le ha permitido financiarse en negro, repartir abundante dinero en B entre sus más destacados dirigentes, propiciar con sus nombramientos un expolio público sin precedentes y enriquecer de modos supuestamente ilícitos a sus militantes, allegados, deudos, clientes y cómplices.  Palinuro siempre ha dicho que ser militante del PP es un chollo, lo cual explica su afiliación en torno a los 800.000 militantes: el atractivo de hacer dinero en las administraciones locales, autonómicas, estatales, en contratas, enchufes, mordidas, comisiones, recalificaciones, subvenciones, privatizaciones, todo un denso entramado de corrupción que cubre el país entero y que, además de servir para hacer dinero, sirve para blanquearlo sin llega el caso.
 
Es un estado de corrupción general. Una peste. El sistema político es una cáscara vacía, pura fachada, un potemkin. Y los españoles, haciendo gala de su fatalismo, se lo toman a chirigota. Son los humoristas como Wyoming quienes encabezan la oposición; es twitter, en donde se hacen los comentarios más despiadados sobre los políticos. El chiste es la forma de oposición a la dictadura, dado que las otras están prohibidas. Como en los tiempos de Franco, como pasaba en los países comunistas. La gente se reía por no llorar.
 
Y estamos para pocas risas. Vistos los últimos sobresaltos procesales de esa hidra de mil cabezas corruptas, parece bastante sensato reconocer lo que ya dice todo el mundo: que el PP no es propiamente hablando un partido, sino más probablemente, una asociación de malhechores. No solamente porque tenga una infinidad de militantes y dirigentes imputados, procesados, condenados o cumpliendo condena, sino porque él mismo como partido adopta medidas para amparar a los presuntos delincuentes, como la obstaculización de la justicia mediante triquiñuelas procesales o la destrucción de pruebas.
 
La cascada de nuevos escándalos, las tarjetas negras, la imputación del exministro Acebes, la del exalcalde de Toledo, que apunta directamente a la muy posible implicación de Cospedal, son nuevas piezas malolientes de un panorama de podredumbre. Este se remonta a los tiempos de los gobiernos de Aznar, el amigo íntimo de Blesa. Alguien ha calculado que el 75 por ciento de los miembros del primer gobierno de Aznar está imputado, procesado o en prisión.
 
Una peste. La letanía de nombres de presuntos sinvergüenzas y sinvergüenzas probados es interminable y la de sus fechorías llena legajos y legajos en los anaqueles de los juzgados, por contar solo los asuntos ante la justicia. Y habrá más. El silencio de Aguirre, de Aznar, del propio Rajoy solo puede interpretarse como una medida de defensa procesal: todo lo que digan podrá ser utilizado en su contra. Y lo más irritante, indignante en realidad, es que son los pájaros que, como Díaz Ferrán, mientras robaban a manos llenas, decían a la gente que hay que trabajar más y ganar menos. 
 
Con esta peste no va a terminar el gobierno porque, aunque suele hablar de proponer legislación en pro de la transparencia y la regeneración democrática, carece de autoridad y crédito para ello. Su propio presidente está bajo sospecha de haber cobrado sobresueldos en B y varios de sus ministros, también. La evidencia de que, como ministro, vicepresidente de Aznar, presidente luego del partido, Rajoy sabía perfectamente lo que pasaba lo inhabilitan para acometer medida regeneradora de la democracia alguna.
 
Pero tampoco le importa. A este gobierno no le interesa en absoluto la gobernación del Estado y menos en pro del bien común y le trae al fresco la opinión pública. Centra todas sus medidas de supervivencia en tres aspectos: 1º) control de los medios de comunicación y recurso a la censura, la manipulación y la propaganda; 2º) imposibilitar o dificultar el acceso de los ciudadanos a la justicia y la protección de sus derechos mediante los tribunales; 3º) convertir toda crítica, protesta o manifestación en un ataque al orden público y reprimirlo sin contemplaciones gracias a una ley mordaza a punto de aprobarse.
 
En esta situación, España no tiene gobierno sino que está administrada por una asociación de presuntos malhechores. La pregunta inmediata es: ¿y qué pinta la oposición en todo esto? ¿Por qué continúa legitimando con su colaboración esta peste de corrupción? ¿Por qué sigue admitiendo que trata con un gobierno que hace política y no con una peste que ni entiende de política ni le importa un pimiento? ¿Por qué sigue acudiendo a un Parlamento que no sirve para nada, salvo para legitimar esta peste? ¿Por qué no presenta una moción de censura, aunque la pierda? ¿Es porque en parte la corrupción también la afecta a ella, al menos a alguno de sus partidos? Justamente la única forma de salir de esa posición de  extorsionado es reconocer paladinamente las faltas propias y, a continuación, plantarse ante las ajenas, que son apabullantes.
 
Plantarse es decir no a la peste. No al simulacro de parlamento; no al gobierno por decreto; a las ruedas de prensa sin preguntas, al plasma, a los tribunales que aplican la justicia del príncipe; a unos medios vendidos; a una gestión autoritaria del orden público, represiva, amedrentadora. Palinuro lo ha dicho en otras ocasiones: retirada al Aventino que ahora recuerda la retirada a la colina de Florencia en la que se escribió el Decamerón, mientras los retirados escapaban de la peste negra, tan negra como las tarjetas de estos sinvergüenzas.

dimecres, 22 d’octubre del 2014

Podemos/Cataluña.


Hace unos días, a propósito de un viaje a Barcelona, Josep Casulleras, de Vilaweb. Informació. Notícies me hizo una entrevista sobre la cuestión catalana y el derecho a decidir que apareció con el titular Ramón Cotarelo: 'Pablo Iglesias mira de fugir d'estudi sobre Catalunya', lo que demuestra que Josep es un periodista de pura raza. Titula con garra. En español: "Ramón Cotarelo: 'Pablo Iglesias escurre el bulto en relación a Cataluña'". No puedo quejarme, como suelen hacer los malos entrevistados, de que se me haya interpretado mal. En absoluto. Eso es exactamente lo que quería decir y lo que dije porque lo vengo pensando desde hace una temporada. Desde la primera vez que escuché a Iglesias decir que reconocía el derecho de los catalanes a votar en la consulta, pero no haciendo posterior precisión alguna y remitiendo las que pudieran plantearse a las futuras decisiones de unos imprecisos órganos colegiados. Pura ambigüedad. Puro bulto escurrido. Reconocer el derecho a decidir de los catalanes lo hace mucha gente en España. Pero si, a continuación, se pregunta: derecho a decidir, sí, pero ¿por su cuenta o en una consulta en donde voten sobre Cataluña los demás españoles? la mucha gente quizá se quede en un puñado de ilusos. Esa era mi convicción y a eso llamo escurrir el bulto.

Desde aquella mi primera impresión he tenido algún debate con colegas y con simpatizantes de Podemos. Se me ha objetado que no hay tal ambigüedad, pues Pablo Echenique, por ejemplo, reconoce sin ambages el derecho de los catalanes a decidir por su cuenta. No lo dudo. Sé, también, que los de Izquierda Anticapitalista sostienen este criterio. Pero ni Echenique ni IA son Podemos en su totalidad y su opinión no puede validarse como la oficial de la formación. Igualmente algunos militantes catalanes me han comunicado que en Cataluña Podemos reconoce también el derecho de autodeterminación de los catalanes. Si no yerro, un destacado militante, el exfiscal y exeurodiputado Carlos Jiménez Villarejo, es absolutamente contrario a ese derecho y tiene una fuerte convicción unionista. Ignoro cuánta influencia ejerza Villarejo entre los suyos en Cataluña pero eso tampoco dice mucho porque, a su vez, los suyos, o sea Podemos, no parece tener el impacto que tiene en otras zonas de España. Resumiendo, la ambigüedad de Podemos en relación a Cataluña es patente.

Por si hubiera alguna duda, ayer vi en televisión (aunque pudiera tratarse de una entrevista de radio televisada, no recuerdo el formato) a Carolina Bescansa elevando la ambigüedad a la categoría de dogma. A la pregunta de Pepa Bueno de si Podemos sostiene o no que en la cuestión catalana voten solo los catalanes o todos los españoles, Bescansa se fue por los cerros de Úbeda. Bueno, otra periodista que no suelta el hueso, repreguntó y la entrevistada pasó de los cerros de Úbeda a los Monegros. Hasta cuatro veces preguntó Pepa Bueno por lo mismo y cuatro veces insistió Bescansa en que la gente debe entenderse, hablar civilizadamente y tomar el té de las cinco. Pero de quién deba o pueda votar en la eventual consulta, ni mú. Es una pena no disponer del enlace porque tiene gracia ver cómo la representante o portavoz de Podemos trata de zafarse a base de cantinfladas. [NB A través de FB, Ángel Gallego me hace llegar el enlace que es, en efecto, una entrevista en la SER, titulada, con escaso sentido de la oportunidad léxica, No podemos (sic) pagar el solomillo que se han comido otros. Muchas gracias, Ángel. Merece la pena escucharlo.]

El tema catalán es tabú en la izquierda española, salvo en el caso del PSOE, en donde ya han aclarado que lo ven con los ojos de la derecha, si bien corregida su bronca visión fieramente española con unas gafas federalistas. El resto prefiere mirar hacia otra parte, como se llama hoy en los medios a lo que antaño se decía "hacer la vista gorda" o "escurrir el bulto".

Y ¿por qué se escurre el bulto? Probablemente por cálculo electoral. Existe la convicción de que quien reconozca el derecho de los catalanes a decidir por su cuenta perderá votos a granel y, si los de Podemos tienen como objetivo esencial, inmediato, predominante, casi único, según ellos mismos dicen, ganar las elecciones, perder votos no ayuda. Ahora bien, ¿no cabe cuestionar esta convicción? Esta se basa ¿en qué? En el prejuicio de que, si se consulta a todos los españoles estos votarán abrumadoramente en contra del derecho a decidir de los solos catalanes. ¿Seguro? Si tan seguro está el nacionalismo español, ¿por qué no propone un referéndum general sobre la cuestión? Por lo menos propondría algo y algo factible a lo que el nacionalismo catalán no se opondría siempre que fuera un referéndum tan no vinculante como el suyo. Es verdad que, de aceptarse la idea, obligaría al nacionalismo español a moverse, a argumentar, a razonar y dialogar, cosa que le fastidia sobremanera. Pero daría lugar a una interesante situación de ciudadanía viva, actuante. En la campaña, los españoles podrían informarse y debatir sobre asuntos sobre los que siempre deciden las oligarquías partidistas sin consultar nada. Una campaña que daría también el derecho a decidir a la gente sobre un asunto de la mayor importancia y en la que habría un gran trabajo por hacer de pedagogía política. Una ocasión para devolver su dignidad a la esfera pública, encenagada con las granujerías de unos políticos corruptos y robaperas, aunque las peras sean como suelen ser las manzanas de la discordia, de oro.

Los dos puntos de mayor interés en nuestro país hoy son Cataluña y Podemos; los dos ámbitos en los que el debate tiene altura y va al fondo de cuestiones de calado. Lo sorprendente es que no se crucen y no se cruzan precisamente porque Podemos no quiere mojarse, como diría Ana Pastor, en el río catalán. Río, no estanque, ni piscina, ni charca o ciénaga; río de aguas tumultuosas, lleno de rápidos, remolinos y pozas. Pretextan a media voz que, si ya los ponen verdes por sus simpatías con las dictaduras bolivariana y boliviana, terrible será si los ven acercarse a los nacionalistas catalanes a los que, con su habitual moderación y sentido del ridículo, la derecha española llama nazis o filoetarras, que viene a ser lo mismo. Así pues, en Podemos no se habla del soberanismo catalán por un cálculo electoral que, además de ser, quizá, erróneo, asimila su nueva política a la más vieja del nacionalismo español. Esa Patria, esa nación, esa soberanía renovada que invoca Podemos, ¿es incapaz de reconocer las demás naciones y su derecho de autodeterminación? ¿En dónde está lo nuevo?

Al modesto juicio de Palinuro, Podemos tendría que aplicar aquí su espíritu renovador, regeneracionista de la izquierda, si se quiere, con una visión nueva de España, basada en sus convicciones más profundas. La izquierda debe reconocer el derecho de autodeterminación de las naciones en España, como lo reconocía al comienzo de la transición, fundamentalmente por dos razones, una inmediata y otra mediata. La inmediata es que se trata de un derecho de las minorías nacionales en España y los derechos son factores que han movilizado a la izquierda de siempre. Tan es así que, para su gran vergüenza, hasta la derecha británica la ha ganado, reconociendo a los escoceses un derecho que los nacionalistas españoles de derecha, centro e izquierda niegan a los catalanes sin razón alguna digna de tal nombre. La mediata es que el soberanismo catalán es un reto vital para España, que obligará a esta a reaccionar frente a una situación con una amplia gama de variantes, que van desde el mantenimiento del statu quo a base de represión hasta la independencia de Cataluña. En Cataluña está la clave. Cataluña es la única que puede sacudir la modorra del estancamiento de la segunda Restauración, con un Estado sin brío, regido por un gobierno carente de iniciativa y encerrado en una obstinada negación, con el apoyo sin fisuras del otro partido dinástico. Ignorar esta situación, pasarla por alto, no adoptar una actitud clara de izquierda en el contencioso más importante que hay hoy en España muestra escasa capacidad analítica y poco vuelo teórico.

El nacionalismo catalán ha conseguido para Cataluña algo que el nacionalismo español no ha logrado en España ni de lejos: una causa colectiva por la que luchar en una reivindicación nacional de gran fuerza movilizadora, muy popular, transversal, ciudadana. Son las instituciones, la sociedad civil, los partidos políticos. A estas alturas es irrelevante si el movimiento estaba ahí y Artur Mas se puso a la cabeza o si, estando ahí, fraguó en torno a su liderazgo. Los avatares del enfrentamiento con el nacionalismo español, cuya única respuesta es la represión, provocan disensiones y grietas en la unidad soberanista. Pero eso no es gran cosa comparado con el destrozo que se trató de hacer sacando a luz las fechorías de Pujol, conocidas de antes, con el fin de destruir la imagen de Mas. Pero Mas continúa con su imagen y, mal que bien, el movimiento soberanista seguirá su curso.

Si este movimiento no encuentra apoyo entre la izquierda, si no por simpatía y solidaridad, cuando menos por el cálculo táctico de acabar con el nacionalcatolicismo, no sé cómo querrán luego los españoles convencer a los catalanes de las ventajas de mantener algún tipo de relación.