divendres, 28 de febrer del 2014

CAT/CAT

A estas alturas nadie ignora que España está embarcada en una involución profunda en todos los órdenes. Rajoy parece decidido a agotar la legislatura al mando del navío y atravesando cabos, contra todo uso y convención democráticos. No porque los mandatos no deban agotarse por sistema sino porque no deben cuando quienes los ejercen están por debajo de toda sospecha y cuentan con un índice abrumador de rechazo de la opinión pública. Al cabo de sus cuatro años será cierto lo de que a España no la reconocerá "ni la madre que la parió", en frase célebre que ha quedado como símbolo de la fanfarronería de la izquierda y abrumadora realidad de la derecha.

El debate sobre el estado de la Nación ha sido la enésima prueba de que el sistema político de la segunda restauración está vacío de contenido y es una caricatura de sí mismo. Las instituciones no funcionan; los "frenos y contrapesos" brillan por ausencia; el gobierno es autoritario, se mueve por decreto, no rinde cuentas ni acepta responsabilidades políticas de ningún tipo, por garrafales y/o inhumanas que sean sus pifias; los medios -salvo escasísimas excepciones concentradas en el ciberespacio- están tan amordazados como el ministro del Interior trata de tener a los ciudadanos.

El Estado del bienestar, que Rajoy pone sobre su cabeza, está siendo desmantelado; los servicios públicos, privatizados, descapitalizados, suprimidos. Solo lo que está sucediendo con la educación probaría de sobra el proceso involutivo. Es obvio que el futuro de un país está en su ciencia, en el fomento de la investigación y el desarrrollo. Reducirlo, apagarlo, suprimirlo, es condenarlo al atraso y la subalternidad. Subalternidad científica, industrial, económica. Pero también política. El gobierno ha suprimido por ukase la justicia universal en un acto de sumisión y vasallaje a la arbitrariedad de las potencias. Pero luego va por ahí trompeteando que España es una gran nación. Una gran nación no puede estar corroída, como lo está esta, por la corrupción. Y seguirá estándolo pues quienes debieran atajarla son sus principales responsables y beneficiarios.

Me permito resumir la postración de España en esa fórmula de CAT/CAT. De un lado, el catolicismo; del otro, Cataluña.

CAT 1.- El catolicismo, mejor dicho, el nacionalcatolicismo es el principal abanderado, artífice y aprovechado de la involución. Es un declarado propósito de retornar a la esencia católica como esencia nacional de España. ¿Laicidad? ¿Separación de la iglesia y el Estado? Vamos, vamos. El gobierno tiene línea directa con las potencias celestiales, trata de tú a tú a las vírgenes (la del Rocío, la del Pilar, la del Amor), las tiene de becarias y también las condecora. El presidente del Tribunal Supremo, al frente de una delegación ha ido a un acto religioso en el Vaticano, sosteniendo, al parecer, que va en acto de representación del Estado ante otro Estado. O sea, no es una cosa de rezos y via crucis, de creencias religiosas, sino de vuelo diplomático. Ser presidente del Supremo (y del CGPJ) y embajador al mismo tiempo es lo que se llama pluriempleo ostentoso.

Pero esto es lo anecdótico, el ridículo habitual de esta derecha analfabeta, estúpida y criminógena. El CAT 1 muerde a fondo. Ha vuelto a apoderarse de la educación, de forma que, por unas u otras vías, los niños españoles saldrán católicos, como corresponde a su condición de españoles. La ley en contra del aborto es la manifestación más palpable de la involución nacionalcatólica. Se queja la oposición de este atropello y pide se retire. Sin esperanza alguna. La ley contra las mujeres va adelante y ya veremos qué pasa con los matrimonios homosexuales y hasta con el divorcio.

Es la España nacionalcatólica más oscura, tradicional, retardataria que ahora ha de enfrentarse a un reto del otro CAT, el catalán, frente al cual no tiene respuesta alguna salvo la negativa cerrada.

CAT 2.- Cat es la abreviatura que suele aparecer en las URLs catalanas. No .es, sino .cat. La muy competente Anabel Díez dictamina en El País que Cataluña protagoniza la última jornada del debate de la nación y Juan Antonio Blay en Público.es dice La consulta en Catalunya divide al Congreso en tres bandos. No estoy inventándomelo. Cataluña está ahi. Mostrando no el problema catalán, sino el problema español, ese que España no quiere ver. Los tres bandos de Blay (alguno, incluso, más parece una banda), están claros: la derecha, la izquierda y los catalanistas. La derecha tiene un NO rotundo, integral, universal. No a todo. A la consulta, al diálogo, a la negociación, a la reforma de la Constitución. A todo. Fuera del NO, todo lo más que se oye son confusas amenazas.

La izquierda aparece pillada en una situación incómoda pues está en el NO (a la consulta) y el SÍ (al diálogo y la negociación), pero no tiene claro cómo articular ninguna de las dos propuestas. Y eso en parte se debe a que carece de una idea aproximada del alcance, el significado del soberanismo catalán, en parte por ignorancia y en parte por prepotencia. Su nacionalismo español a la vieja usanza, que lo aproxima al de la derecha, no le deja ver los aspectos nuevos del catalán y la consecuencia de su impacto en España. Quiera el PSOE o no ese soberanismo es un revulsivo para el Estado español y la propia idea de la nación española que ya no puede mantenerse por el socorrido procedimiento del palo y tentetieso. Si cabe refundar la nación española en un marco distinto de convivencia, plurinacional es, ciertamente, cosa que está por ver pero ¿es eso suficiente para negarse intentarlo y conformarse con la ya visto que no funciona?

Desde luego, lo peor será que haya un conflicto entre CAT 1 y CAT 2. Porque no es -insisto, se trata de lo más importante- un conflicto territorial sino de modelo de sociedad. Sin duda, la derecha catalana es ante todo derecha y también tiene sus más y sus menos con la corrupción. Pero, salvo en los casos de los empresarios españolistas, supongo, es cien veces más avanzada que la española, tan intransigente, cavernícola e inmoral como siempre. Del resto no hace falta hablar.

(La imagen es una captura de un vídeo de La Moncloa según su aviso legal y representa un momento de unas declaraciones triunfales de Mariano Rajoy en los pasillos del Congreso tras haber intervenido en el debate sobre el Estado de la Nación. La propia Moncloa las clasifica como canutazo).

dijous, 27 de febrer del 2014

Otra opción: meterse a puta.

Ese concejal de Empleo del PP de Villarrobledo, Andrés Martinez, quizá debiera serlo de Cultura por la elegancia de su expresión. Es todo un punto. El personal debatiendo en serio quién había ganado el debate sobre el estado de la Nación, cuando llegó el edil villarobledense y zanjó el tema con un rebuzno. La joven parada que pedía un empleo para dar de comer a su hija tiene dos opciones, según informa la prensa que dijo Martínez: dar la niña en adopción o meterse ella a puta.

Ese es el espejo al que ha de asomarse el triunfalista Rajoy para ver la contraimagen de la España idílica presentada por él, hecha con pastiches, embustes, fantasías y demagogia: su famosa niña, aquella a quien iban a salirle los chuches gratis, hoy pasa hambre. A lo mejor la idea de dar en adopción no solo esta niña, sino todos los niños que en España pasan hambre o frío, y dárselos a Rajoy, no es un disparate y le ayuda a enterarse de en qué país vive, teniendo que alimentar a cientos de miles de críos que hoy malcomen por causa suya .¿No iba a conseguir que bajara el paro? ¿No iba a arreglar la economía en dos años? Ya se ve: no le da ni para comprar los chuches a los niños. Lo que no se han quedado él y los suyos, se lo han dado a la banca.

La otra parte de la opción, meterse a puta, muestra un hombre recio, un caballero que podría ser propietario de una casa de lenocinio ofreciendo un empleo a la joven con eso de la tarifa plana de su jefe, aunque es poco probable. En realidad es un concejal, miembro, firme militante de su partido. Hace bien el edil en retratarse radiante con los máximos dirigentes del PP. Aspira a hacer carrera y la hará si sigue con ese espíritu que lo caracteriza.  Ese métete a puta pertenece al género de "¡qué se jodan!", "algunos solo se acuerdan de su padre cuando hay subvenciones", "las leyes, como las mujeres, están para violarlas", "los morritos de la Pajín", "a lo mejor se lo merecían" (los fusilados de Franco), "la mujer que aborta es una terrorista", perlas todas de la misma mentalidad de desprecio hacia los demás, los pobres, los trabajadores, los parados, las mujeres. Una mentalidad de señoritos fascistas. De buena estirpe.

Por ello España no tiene arreglo. Esos tipos, ladrones, parásitos, insultantes, fascistas, está ahí porque la gente los ha votado. 

Ouka Leele, por las mujeres.

No conozco mucho la obra Ouka Leele. Es una artista de gran y variada actividad, con una interesante biografía. Se sigue de ella que es una mujer libre, independiente, creadora, muy personal e inclasificable en escuelas o tendencias. Algo que todo el mundo alaba pero muy pocos practican. Esa actitud de loba solitaria es bella, pero peligrosa. La sociedad detesta al individuo. "Fuera de la iglesia (de cualquier iglesia) no hay salvación."

Además, est@s solitari@s suelen dar sorpresas desagradables. Por eso no son de fiar. Pueden salir con cualquier cosa. Vayan a ver la exposición en el Círculo de Bellas Artes, titulada Un banquete cruel. Pourquoi?  Es muy sencilla, muy simple y rápida de visitar: una sala con una mesa de banquete y una habitación en la que se proyecta el documental que ha hecho la autora y tampoco es muy largo (como 15' o 20'), pero produce un impacto tremendo. La mesa representa un festín. En torno suyo se amontonan placas, tarjetas y bases de ordenadores, cientos de esos circuitos y microcircuitos en que se acumula la inteligencia de las máquinas. Sobre ella, los objetos más extraños, minerales en polvo, como arena negra, menaje variado, copas, flores, calaveras numeradas que también andan reproducidas en fotos por las paredes. Es como un avance de lo que viene después, de cómo la belleza está rodeada de muerte y crueldad.

Luego se planta uno ante la pantalla. Es un vídeo rodado por Ouka Leele en el que alternan dos series: una de planos exteriores de agua limpia, cristalina, de fuentes o regatos, árboles en flor, fotografía alegre, vital, y otra del relato que hace la única protagonista, Caddy Adzuba, periodista de Radio Okapi, la emisora de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, luchadora por la difícil causa de las mujeres en su país. Este relato quiere sintetizar una terrible historia de crímenes, guerras, atrocidades que lleva años padeciendo el Congo democrático. Una sempiterna guerra civil alimentada por intereses económicos extranjeros que se benefician de la rapiña de las inmensas riquezas minerales del lugar, sobre todo el coltán, un mineral escasísimo pero estratégico porque sirve para hacer teléfonos moviles, esos aparatos a los que estamos enganchados miles de millones de personas. El conflicto tiene al Congo en una situación similar a la del estado de naturaleza hobbesiano. Sin poder institucional más allá de algunas ciudades, bandas de "rebeldes" armados recorren el país cometiendo atrocidades. Y, por supuesto, quienes llevan la peor parte en ellas son las mujeres. Caddy Azduba llega a decir en algún momento que las mujeres estuvieron a punto de levantar el Congo con su esfuerzo y desde entonces están pagando por ello, sometidas colectivamente, como estrategia de guerra, a las mayores bestialidades.

La historia se condensa y se ejemplifica entonces en un caso concreto de conocimiento directo de la narradora. Los minutos siguientes, en una alternancia de planos americanos y primeros planos de Caddy, escucharemos ese relato escalofriante, dicho en un tono moderado, suave, en un francés con un curioso acento muy abierto. Algo que pone los pelos de punta. Para el final queda la explicación del título de la exposición, Un banquete cruel. Pourquoi? Como Palinuro no es un spoiler no la revelará. Pero sí aventura un dato: se trata de una vieja leyenda que empieza en los tiempos de Tántalo y termina con la venganza de Orestes. En ella se mezclan, como en la obra de Leele, la belleza y la vida con la muerte y la crueldad. Pero esto no es leyenda. Aquí se trata de una realidad terrible. A lo mejor lo que suponemos leyenda también lo fue en su tiempo. En todo caso, parece eterna.

dimecres, 26 de febrer del 2014

Ladrones de buena estirpe

Me fastidia empezar hablando bien de Palinuro como si fuera Rajoy, pero no me queda más remedio. Viendo el debate sobre el estado de la Nación queda claro que, en lo esencial, fue como aquel lo pronosticó en su entrada anterior, El debate de hoy. Rajoy estuvo calcado (hasta en el leer como un doctrino 44 folios) y hubo alguna variante en la oposición que luego comentaremos. Repasar la entrada nos ahorra narrar el contenido del discurso del presidente que, en efecto, como él decía, es muy "previsible". Miente siempre. Y también nos permite ahondar un poco más en su sentido.

La avalancha de titulares de prensa, varios probablemente inventados, a la que respondió Rubalcaba con otra de signo contrario que fue contestada a su vez por una tercera de Rajoy machacando el hierro al rojo, delata la preocupación esencial de los dos líderes: los medios, la imagen. Lo que importa son los titulares, no la substancia, no la letra pequeña. Es más, no hay letra pequeña. Es política hecha por y para los medios, lo que no está mal tratándose de dos dirigentes que concentran los índices más altos de rechazo de la opinión pública de la historia reciente de España.

El discurso de Rajoy, según parecer general, fue una alternancia de un presente tranquilo, grávido de un futuro brillante, espléndido, y un pasado tenebroso. Entre medias está él, el hombre providencial, el milagro estilo aznarino. Habla en primera persona del plural pero siempre se refiere a él. Modestamente. Por cierto, el amanuense de los discursos podía afinar un poco más la métáfora y no hacer el ridículo con la del cabo de Hornos, símbolo máximo de los lobos de mar. Se nota que no ha visto un barco ni en dique seco. Los cabos no se atraviesan; para eso es mejor un bulldozer. Los cabos se rodean y, mejor todavía, se doblan, que es el término verdadero, según mi amigo José Manuel Roca, avezado a las cosas de la mar. Pues no se crea que el chorreo de datos y magnitudes desgranados por el presidente en apoyo de su consigna electoral de que España ya lidera el auge de Occidente esté mejor traído. Nadie con un mínimo espíritu crítico da crédito a nada de lo que diga Rajoy. Y, si de números se trata, menos. Salvo que sean los de los sobresueldos. Esos sí se los sabe.

Las variantes estuvieron en la oposición. Rubalcaba no leyó. Tiene más tablas. Está más seguro de lo que dice porque lo conoce.  No llevaba folios, sino unas notas y esquemas. Como es lógico cuando uno va a debatir, a discutir y no a machacar, a predicar y a erigir un castillo de embustes. Arrancó con cierto brío retórico preguntando a Rajoy si sabe en qué país vive. No lo sabe ni le importa. Él va a lo suyo. A lo que Rubalcaba señaló con acierto: a imponer el modelo de la máxima desigualdad. Porque se trata de la derecha. Muy cierto. La derecha ha pensado siempre que los trabajadores tenían muchos derechos, las mujeres mucha libertad y los españoles demasiada igualdad. Es una evidencia. También fue oportuno prometer que, si los socialistas gobiernan, devolverán a la ciudadanía los derechos que se le han arrebatado. Le faltó decir: y los dineros. Porque esto ha sido -y sigue siendo- un expolio jurídico, político, económico y social a manos de la derecha. Y aquí, ya el tono de la intervención de Rubalcaba empezó a decaer. Escasa contundencia con la corrupción (aunque mencionara las mentiras de Rajoy), nada sobre Cataluña, poquísimo sobre el aborto y una consideración proforma sobre la barbaridad de Ceuta. No pidió la dimisión de Rajoy ni mentó siquiera la posibilidad de una moción de censura. Y ambas cosas se las ha ganado este gobierno con creces. Una oposición demediada. Arrancó bien y se desinfló. Rubalcaba habrá sido corredor de fondo en su juventud, pero ahora no sostiene un discurso de mediana duración.

Más contundente estuvo Cayo Lara que sí se explayó sobre la corrupción y estuvo ocurrente al avisar a los miembros del PP con cuentas en Suiza que Helvetia no es una Comunidad Autónoma. Pero, sobre todo, fue muy oportuno dictaminando que el gobierno solo protege a las elites económicas. Es la tecla de la desigualdad que también había tocado Rubalcaba, pero con más fuerza: un tsunami de desigualdad que está "violando los derechos humanos". Y dicho en clave más social, de conflicto de clase, que el socialdemócrata tiende a pasar por alto. Aun así, podía haber sido más incisivo y claro: el gobierno es un comité de asuntos de la patronal, la banca y la iglesia. Legisla no solamente en interés de estas sino a sus dictados. Y también anduvo corto y flojo de reflejos: no basta con criticar. Hay que señalar el camino de la puerta. Cuando se ganan elecciones mintiendo, se gobierna mintiendo y favoreciendo a los seguidores y, sobre todo, a uno mismo a base de sobresueldos y expolio de lo público, como esa apropiación del registro civil en beneficio de Rajoy y sus compadres de profesión, lo menos que se puede esperar es que a uno lo llamen ladrón sin parar y le pidan que dimita.

Por eso, la intervención más lograda, a juicio de Palinuro, fue la de Coscubiela, el portavoz de Iniciativa per Catalunya-els Verds, quien ha definido la situación con mayor exactitud, llamando las cosas por su nombre: el gobierno, según el diputado catalán, carece de tal autoridad porque ampara a un "capitalismo confesional, rentista y parásito" y porque da cobijo y oculta la corrupción "enquistada en su propio seno", comportándose como "verdaderos saqueadores". Esa es la verdad y lo que debía haber sido tema monográfico del debate y, ante esa verdad, a Rajoy le ha salido la estirpe, aquella cuyos hijos son "mejores" y justamente desiguales por ser superiores. El desprecio, casi el asco, la impertinencia (el ya tal del momento) con que se negó a responder a Coscubiela, con altanería de señorito, demuestra que su estirpe será muy elevada, pero él es un patán.

dimarts, 25 de febrer del 2014

El debate de hoy.

Dentro de unas horas se escenificará en el Congreso uno de esos actos que los medios llaman "emblemáticos" de la democracia: el debate sobre el Estado de la Nación, quintaesencia en dos largas sesiones del control de la política general del Gobierno y momento aúreo en que este -con notable superioridad de medios por obra del reglamento- explica sus medidas a la cámara y a la opinión pública, las justifica, las legitima y se defiende de las acusaciones y críticas de la oposición. El gobierno a legitimarse y la oposición a deslegitimarlo. Debates, discusiones, diatribas de los que puede salir algo nuevo o inesperado.

Pero no será así. La desnaturalización de la esencia democrática del debate sobre el Estado de la Nación forma parte de la deliberada política del gobierno de reducir el Parlamento a una cámara de aplausos. Y así como Rajoy hurta su presencia siempre que puede, se niega a comparecer o a dar explicaciones, entiende que estos debates de política general son enojosos trámites que es preciso pasar, reduciéndolos a meros ejercicios de falsedad, demagogia, ignorancia de las convenciones democráticas y desprecio por la opinión pública en general y la de los parlamentarios en particular. De hecho, ya suprimió el del primer año con la excusa de que acababa de llegar; el segundo (en realidad, primero), fue pintoresco y el tercero (en realidad, segundo), con la situación mucho peor que hace un año, será de chiste.

Rajoy leerá su discurso de autocomplacencia, pues sigue sin saber hablar sin leer. Y leerá luego el segundo discurso de respuesta al que haga el líder de la oposición mayoritaria. Lo llevará escrito antes de escucharlo, aduciendo que ya sabe lo que dirá el otro. Quiero creer que no sea porque "el otro" le haya facilitado una copia, aunque con esa manía de ser oposición constructiva, a lo mejor se le ha ocurrido.

La primera lectura versará sobre las medidas económicas gracias a las cuales, como es evidente, el país está saliendo de la crisis. Pero es preciso seguir siendo cautos, no echar todavía las campanas al vuelo (aunque razones hay), continuar con las reformas que tan buen resultado han dado. Gracias a la Virgen del Rocío, la del Pilar, la del Amor y Santa Teresa de Jesús. Para el siguiente debate sobre el Estado de la Nación, traerán a Santa Úrsula y las once mil vírgenes. Les harán falta. Aquellos asuntos obstinados cuyos indicadores no obedecen los mandatos celestiales, el paro, por ejemplo, se cargarán en el debe de la herencia recibida.

Luego, cinco minutos para pasar revista a los asuntos menores, todos muy bien encauzados: frente a la corrupción, potente batería de medidas de transparencia que la arrancarán de cuajo y reafirmación de la disposición del gobierno a colaborar con la justicia en el esclarecimiento de los hechos ya producidos. En el episodio de Ceuta, el gobierno ha cumplido la legalidad y quizá cite a su maestro Aznar en situación análoga (aunque no tan brutal): teníamos un problema y lo hemos resuelto. Para Cataluña, un No rotundo, castellano, español. España es una gran nación, la más antigua, según cómputo de su propia cosecha. Punto. Los recortes de todo tipo (salariales, de sanidad, educación y demás servicios públicos, las pensiones, etc.) aparecerán todos bajo el rótulo de sacrificios-que-ya-dan-sus-frutos. El aborto, la Iglesia y la Monarquía, ni mentarlos. Y a sentarse a escuchar las sinsorgadas de la oposición.

Esta lo lo tiene crudo. Diga lo que diga, tropezará con un muro de indiferencia, silencio, hostilidad, desdén y hasta desprecio. La oposición tiene ya interiorizada la idea de que, cuando la derecha se aviene al debate, lo hace por condescendencia, como una concesión al habitual griterío o "algarabía" callejera de los opositores a los que, en el fondo, considera ruines enemigos de la patria. Pero todavía no ha entendido que, además, la derecha no escucha, ni siquiera oye. Respeta el derecho de la oposición a formular sus críticas, pero no se siente en la obligación de escucharla. Son innumerables ya las veces en que, interpelado directamente, Rajoy hace como que no oye, incluso aunque esté escuchando, y no contesta o habla del tiempo.

Por eso, diga lo que diga la oposición no tendrá eficacia alguna. No como si dijera misa (pues en el gobierno habrá algunos que aprovechen para oírla) pero sí como el que canta a la luna. Que poco más es lo que hace. La izquierda a la izquierda del PSOE dispone de poco tiempo y tiene tendencia a plantear asuntos ideológicos, aunque también critica la política económica concreta y sobre todo la social, pero sin gran incidencia. El PSOE, con más tiempo, suele ser más oscilante. Su empecinamiento en ser una "oposición responsable", venga a proponer pactos de Estado, ha desdibujado de tal modo su función opositora que casi la ha aniquilado. Contribuyen a ello los acuerdos básicos en las grandes cuestiones de Estado, la Monarquía, la organización territorial y, presumiblemente, la Iglesia. La abstención hace un par de días ante la petición de dimisión del ministro del Interior habla de entendimiento más allá de lo razonable.

En realidad, de lo único de que cabe debatir es del saqueo a que está sometiéndose España desde hace años, por vías legales e ilegales, con la plena participación del partido del gobierno y del mismo gobierno. Y de la corrupción que los afecta directamente. Es intolerable que la vicepresidenta no dé explicaciones sobre los presuntos sobresueldos que cobra desde 2004. La corrupción, las mentiras, los sobresueldos, las privatizaciones, los expolios, las malversaciones, las cuentas en Suiza. De eso es de lo que hay que hablar en el debate sobre el Estado de la Nación. Hacerlo de otros asuntos es perder el tiempo, es entrar al trapo del habitual discurso triunfal cuajado de mentiras y promesas vanas que nos espeta el líder de un partido que es una presunta banda de malhechores y él mismo está bajo fuerte sospecha de llevar cobrando sobresueldos hace veinte años. No hay que dejarle irse por los cerros de Úbeda de las cifras (falsas), los datos (manipulados), las estadísticas (trucadas) y las habituales trolas. Este gobierno no tiene otra finalidad que encubrir las fechorías realizadas y continuar con el expolio generalizado de los bienes comunes. Pregunten al ministro de Justicia.

Realmente la oposición está desarmada y entregada. Casi se diría que su función es meramente legitimatoria. Ni a presentar una moción de censura se atreve, a pesar de haber amenazado con ello.

(La imagen es una foto de La Moncloa en acceso libre, según su aviso legal).

Cuatro motivos para destituir fulminantemente al ministro del Interior.

Primero. Su proyecto astro, su Ley de Seguridad Ciudadana, más conocida como Ley Mordaza, es inconstitucional. Palinuro lleva meses diciéndolo. Pero ahora es el Consejo General del Poder Judicial el que se pronunciará sobre un informe elaborado por dos consejeros que consideran "de dudosa constitucionalidad" muchos de los artículos de su proyecto, todos los que amplían los poderes de la policía para reprimir ciudadanos en ejercicio de sus derechos y libertades y para involucrar en tareas de orden público a vigilantes de empresas privadas. Y de eso de constitucionalidad el Poder Judicial sabe bastante más que el ministro. Ya la anterior Ley de Seguridad Ciudadana, hoy vigente, llamada "Ley Corcuera", del nombre del entonces ministro socialista del Interior, fue cuestionada por el Tribunal Constitucional que, en sentencia 341 de 18 de noviembre de 1993 declaró nulo el apartado 2º del artículo 21, razón por la cual el mentado ministro dimitió.  La Ley es hoy conocida como Ley de la patada en la puerta. La agresividad del ministerio se ha intensificado y, en consecuencia, esta ley de Fernández Díaz puede acabar conociéndose como Ley de la patada en la boca. Y, por supuesto, debiera llevar aparejada la dimisión de su máximo responsable.

Segundo. Ha mentido reiteradamente en sede parlamentaria en sus declaraciones sobre la actuación de la guardia civil en el terrible asunto de Ceuta, que ha costado la vida a quince seres humanos. A medida que el ministro enhebraba sus "explicaciones", estas eran desmentidas por los vídeos que la propia guardia civil había grabado y que el ministerio se negaba a hacer públicos. Mentiras, pues, adobadas de ocultación de pruebas. Toda una marca para un miembro del Opus Dei, secta cuyos sectarios tienen a gala no mentir jamás.

Tercero. Malversa los caudales públicos en ceremonias y supersticiones propias de su religión y ajenas a su normal cometido de gobernante y administrador. Ayer, su ministerio concedió la Medalla de Oro al Mérito Policial a la virgen María del Amor. Ya el año anterior había concedido otro galardón a la Virgen del Pilar. El ministro es muy libre de adorar y venerar las imágenes, ídolos, iconos, reliquias o tótems que estime pertinentes, hacerles sacrificios y vestirlos de oro si quiere. Pero con su dinero, no con el de todos, y sin poner en marcha la maquinaria del Estado, no ya solamente por razones de responsabilidad administrativa, sino por no seguir haciendo el ridículo. ¿Qué pasaría si, en lugar de ser fervoroso católico, fuera adorador de Kali, una esposa de Siva,  que, según leyendas, otorga favores a cambio de sacrificios humanos?

Cuarto. También despilfarra caudales públicos en satisfacer sus inquinas personales. No lo dice Palinuro, sino la juez del juzgado número cinco de lo contencioso quien ha resuelto la demanda presentada en octubre por el funcionario de Interior, Jaime Nicolás Muñiz contra el ministro por "acoso laboral" y de la que Palinuro dio cuenta hace casi dos meses en una entrada titulada Mi amigo Jaime. La juez no considera que se trate de un caso de mobbing o acoso laboral, como sostenía Jaime quien, probablemente, apelará, pero sí sentencia que ha habido despilfarro de dinero público. Es evidente que un cargo público de quien los jueces dicen que despilfarra el dinero público no puede ejercer de  ministro de nada. Por muy creyente que sea.

dilluns, 24 de febrer del 2014

Hablando de democracia

Hoy, en la Facultad de Políticas, a las 13:00 h., para hablar de Robert A. Dahl, recientemente fallecido.



Política, economía y bienestar.
Who governs?
Prefacio a una teoría democrática.
El concepto de poder.
Análisis político moderno.
Oposición política en la democracias occidentales.
After the Revolution?
Poliarquía, participación y oposición.
Dilemas de la democracia pluralista
Prefacio a un democracia económica.
La democracia y sus críticos.
How democratic is the American Constitution?
Sobre la igualdad política

Tod@s bienvenid@s.

Basta ya de saqueo.

Ni un día sin un hurto, una estafa, un fraude. Millonarios. Gente llenándose los bolsillos con millones de euros de las arcas públicas en un país con un salario mínimo de 645,50 €, con millones de mileuristas y ni-mileuristas, con pensionistas de magra pensión, desempledos sin seguro, con subsidios de hambre. Los ministerios, las consejerías, los ayuntamientos, las fundaciones, los partidos, los sindicatos, la patronal. No hay institución en la que se manejen dineros públicos en donde no se robe a mansalva. Es una situación que ningún país civilizado puede soportar.

Sin embargo, en España no sucede nada. El gobierno está tan atorado en la corrupción generalizada como el partido que lo sostiene y más parece que está hundiéndolo. Según los papeles de Bárcenas, entre 2004 y 2011 la actual vicepresidenta del gobierno cobró 600.000 euros en sobresueldos. O sea, entre el hoy presidente y la hoy vicepresidenta se llevaban un pellizco para casa mensualmente. Y eso en los tiempos duros de la crisis. ¿Cómo va un gobierno presidido por dos presuntos cobradores de sobresueldos a perseguir en serio la corrupción? 

Leo en un artículo de Ignacio Sánchez Cuenca, "Cariño, no es lo que parece": el PP y el principio de la realidad, leo, digo, que el PP es un partido político, pero también es algo más: es una trama criminal y mafiosa, con doble contabilidad, sobresueldos en negro y un tráfico fluido de favores y dinero entre empresarios y políticos. Cierto, muy cierto. Es lo que viene diciendo Palinuro hace meses: una asociación de malhechores disfrazada de partido político. Presuntos, por supuesto. 

El régimen del 78 ha devenido en una especie de cleptocracia, administrada por las oligarquías partidistas, dedicadas al latrocinio local (en el actual caso Pokemon se mezclan alegremente los presuntos mangantes del PP y los del PSOE) o a más altos vuelos. Los actuales procesos de renovación de los partidos mayoritarios muestran ese funcionamiento oligárquico. En el caso del PP sin ambages: se impone la voluntad de Rajoy y los suyos frente a Cospedal y los suyos que dejaron de serlo casi de inmediato. Enfrentamientos internos, zancadillas y jugadas sucias. En el PSOE son más presentables porque hay primarias, un procedimiento más abierto y democrático de designar la dirección que el dedazo omnipotente. Pero las candidaturas se organizan por procedimientos oligárquicos, de grupos de afines. Quizá sea inevitable en todo proceso electoral. Si la práctica oligárquica se mantiene o no solo se verá después de la elección, cuando la candidatura ganadora haya de repartir juego. Cuestión de ver a quiénes se lo reparte.

Así que una cleptocracia, -algunos añaden el matiz de "ineptocracia", nada desdeñable- administrada por partidos en buena medida oligárquicos, rigiendo una sociedad civil contagiada de caciquismo, enchufismo y corrupción en todas sus manifestaciones. Que la Iglesia esté procediendo a una reamortización, apropiándose el patrimonio arquitectónico y artístico español por cuatro perras gordas (ejemplo, la mezquita de Córdoba, comprada por 60 euros) no es más escandaloso que el hecho de que el colegio de registradores de la propiedad se haya quedado con una pieza codiciada desde siempre por la profesión, los registros civiles. Siendo la de registrador la profesión de Rajoy.

El caso es saquear. 

Menudo follón el del Follonero.

¡Qué golpe a los principios de la Transición y la Antitransición! Pasado el primer sofoco, muchos se acordaron de Welles y la guerra de los mundos. Es una comparación que eleva a Évole al pináculo de la genialidad. Con justicia, desde luego. El genio no deja a nadie indiferente. Ayer había gente que bramaba en Twitter. Otra aplaudía a más no poder. Reacciones normales en quienes se sienten víctimas de una inocentada porque se la toman como algo personal.

Lo decisivo aquí es que Operación Palace fuera tan verosímil y encontrara una audiencia tan crédula. Suele decirse que no se sabe todo (algunos sostienen que, en realidad, no se sabe nada) del 23-F. ¿Por qué no iba a haber sido una farsa? Al fin y al cabo, lo fue, aunque impremeditada. Esa reunión de todos los políticos de entonces con el general Gutiérrez Mellado y el inevitable Sabino Fernández Campo en la que se fraguó el golpe antigolpe es extraña. Pero también lo es la que se produjo en realidad entre el socialista Mújica y el general Armada un poco antes del golpe. Lo inverosímil no es la reunión, sino la decisión que se toma: inventar el golpe vacuna antigolpe. Demasiado brillante para nuestros dirigentes.

Un punto de arranque le daba una verosimilitud añadida, a tono con el imaginario colectivo: por fin, una explicación de la hasta ahora inexplicable dimisión de Suárez.

La historia pecaba de exceso de perfección. Los políticos y periodistas que la narraban no eran igual de convincentes y algunos francamente malos interpretando. Pero, sobre todo, había un escalón insalvable desde el principio: de todos los entrevistados, personajes públicos de elevado narcisismo en muchos casos y con una incurable afición a hablar de lo que saben y lo que oyen, ¿todos guardaron celoso secreto durante 33 años? ¿Hasta el catedrático de historia contemporánea, faltando clamorosamente a su profesión? No obstante, muchos la dieron por buena y, cuando ya fue evidente, empezaron a borrar tweets como locos, por pasarse de listos. Sin embargo, es comprensible: el golpe del 23-F fue tal desastre que podía haber sido preparado para fracasar.

Luego empezaron los ataques a Évole: lo que se hace por conseguir audiencia, falta de respeto a diversas cuestiones consideradas sacrosantas (la angustia de los partícipes, la de la población en general), trivialización de cosas serias, inconfesable intento de lavar la cara a la monarquía, justificación de la impresentable transición. No le quedó un hueso sano al periodista. Lo mantearon a modo al consabido grito de todos tenemos sentido del humor pero te has pasado veinte pueblos, amigo. Hay cosas con las que no se juega. Es más o menos el club de los creyentes en la blasfemia.

A los demás les preocupa lo que dijo después: Seguramente otras veces les han mentido y nadie se lo ha dicho. Muy probable, muy probable. Si el personal se traga esta rueda de molino, ¿qué sucede con los rodamientos de rodillos que colocan todos los días los medios, especialmente los gubernamentales, que son casi todos?

Un follón el que ha montado el Follonero. Y el toque final de la misteriosa caja blanca corona el pastel. De misterio, nada, es la caja negra de la Corona que, por ser la Corona, es blanca.

(La imagen es una foto de Dovidena del Campo, con licencia Creative Commons).

diumenge, 23 de febrer del 2014

A España por Europa.

Sondeo preelectoral de Metroscopia para El País. Foto fija de cómo estaría el asunto si se celebrasen ahora las elecciones al Parlamento europeo. Se prevé considerable descalabro de los dos partidos dinásticos, que pierden casi un tercio de escaños y se entiende como un descenso del bipartidismo. A su vez, se mantiene la ligera superioridad del PSOE sobre el PP, de 1,8 puntos. Prácticamente nada, aunque da para dos diputados lo que, con las dimensiones de la Eurocámara, tampoco es gran cosa. En realidad, este práctico empate, si se produce, es un triunfo para el PP pues, estando las cosas como están, no sería extraño un batacazo mucho mayor y un ascenso más pronunciado del PSOE. Ni lo uno (fracaso del PP), ni lo otro (triunfo del PSOE) sino un descenso en comandita en torno a un 55% del voto. 

La valoraciones ciudadanas de los cabeza de lista, Valenciano y Arias Cañete, no son de alharaca, pero Valenciano sale mejor parada. Casi un 30% la considera "buena" y solo un 26% "mala" opción mientras que en el caso del pobre Arias Cañete, solo el 26% lo considera "buena" opción y un estruendoso 46% lo tiene por "mala". Dentro de su partido, sin embargo, Arias tiene más apoyo que Valenciano dentro del suyo. La derecha es siempre más de seguir al jefe. Sea el que sea. Porque de jefe este Arias Cañete tiene poco.

Si los dos partidos mayoritarios rehacen sus candidaturas y tratan de contrarrestar los malos augurios electorales, las demás formaciones están de vistoso crecimiento. España manda a Europa una animada polifonía. IU multiplica sus votos por cuatro y sus diputados casi por cinco. UPyD también quintuplica escaños. Los demás se quedan más o menos como estaban. Las ilusiones de IU son comprensibles. Está a nueve diputados de distancia del PSOE. En las elecciones de 2009 la diferencia fue de veintidós. 

Contra esa expectativa de voto hay que ver las negociaciones de unidad entre IU y "Podemos". IU tiene una intención directa de voto de 8,3%, "Podemos", de 0,4%. Esos son los datos si lo que van a debatir son puestos en la lista de candidatos. Seguramente la suma de las intenciones de voto de IU y "Podemos" es superaditiva. Pero, aunque todo el excedente de la superaditividad se atribuyera a los segundos, es improbable que le correspondiera algún puesto en la lista en posición de salir. Pero esto es irrelevante. El proyecto unitario en marcha no es por Europa, sino por España. Europa se plantea como una pista de entrenamiento para las generales de 2015, que son las elecciones importantes.

La abstención pomete ser altísima. Pero no es lícito atribuirla a hartazgo u hostilidad de la población hacia los políticos en general y los gobernantes en particular. Algo de eso hay, desde luego. Pero también es básica una creciente indiferencia cuando no hostilidad hacia Europa. A la ignorancia de la gente sobre el funcionamiento de la Unión se añade ahora la convicción generalizada de que esta, Europa, es en gran medida culpable de nuestras desgracias.

Resulta que hemos de deducir tendencias de unas elecciones que la gente no acaba de entender ni el sistema político es capaz de explicar de modo aceptable. Unas elecciones de una importancia secundaria para las instituciones políticas nacionales, a fin de componer un Parlamento que casi nadie ha visto nunca y cuyas funciones y cometidos son aun más vagarosos que los del Congreso español y en el contexto de una organización que se empeña en amargarnos la existencia. Unas elecciones que, de cambiar algo, escasamente será las carreras de los candidatos y el modo en que los partidos se miran unos a otros. Lo milagroso no es que haya abstención alta. Lo milagroso es que vote alguien.

dissabte, 22 de febrer del 2014

Desarme simulado en diferido.

Las innovaciones cospedalianas sobre relaciones laborales se aplican también al campo de la política al más alto nivel que el Estado considera "política antiterrorista" y los terroristas, relaciones internacionales. Pero aun en ese orden excelso, de lo que trata siempre es de alguna marrullería. ETA ha escenificado en vídeo la entrega de un fusil, una pistola, dos revólveres y 16,5 kilos de explosivos. O sea el armamento de unas prácticas de seminario en algún zulo de entrenamiento. Una broma del estilo de un finiquito de Cospedal. Además ha sellado ante los mediadores internacionales un zulo, gesto cuyo valor solo será posible aquilatar cuando se sepa cuántos más están en funcionamiento.

Claro, nadie se lo ha tomado a bien. Solo los suyos del ámbito político, Bildu, advierten de que comienza el fin irreversible, pero es el gobierno con su intransigencia e inflexibilidad quien retrasa el proceso. Es una argumentación del viejo estilo, ya sin impacto. Los burgueses del PNV piden el desarme completo y tildan de "pequeño paso" el gesto. Los demás partidos exigen la disolución de la banda/organización y miembros del del gobierno hablan de "tomadura de pelo". El más estridente, como acostumbra a pesar de aspecto manso, el ministro del Interior, que rechaza la teatralización de la entrega, con ese tradicional desprecio de los cristianos viejos por el teatro.

Los mediadores internacionales parecen estar moscas, sospechando que puedan utilizarlos, y pretenden retirarse sin certificar más nada en tanto los gobiernos español y francés no se impliquen directamente. Igualmente les recomiendan que no detengan gente entre tanto, o sea, que hagan la vista gorda, lo cual es poco verosímil cuenta habida de que esos mismos gobiernos, sobre todo el español, justifican su política de negociación precisamente aplicando la ley a rajatabla.

Cierto, el desarme de ETA está siendo demasiado lento, lo cual no es muy inteligente. Su única razón para demorarlo y disolverse es mantener la amenaza de un retorno a la lucha armada. Después de dos años y medio sin atentados, ese amago carece de fuerza, es un cartucho sin pólvora. Además, los acontecimientos han demostrado sin lugar a dudas que la vía catalana, la independencia por medios políticos y pacíficos, es mucho más eficaz que los bombazos.

Quizá esta lentitud sea una táctica para dar peso a las declamaciones de Bildu culpabilizando al Estado y exigiéndole medidas favorables al proceso, como el acercamiento de presos y otras. Pero es una letanía vacua. Una vez iniciado el desarme, las reclamaciones ya no pueden respaldarse en la eventualidad de un retorno a la ilegalidad, sino en el funcionamiento de los mecanismos políticos representativos ordinarios.

Entonces, ¿por qué ese minimalismo cospedaliano, esa lentitud que únicamente fortalece a los sectores no interesados en la pacificación del País Vasco?

Solo caben conjeturas. La más obvia, la que habla de duros y blandos en la organización. Como cuando ETA se dividía en asambleas; unas enterraban el hacha de guerra y otras, no. Es normal. Pero después de más de dos años de inactividad (y gran actividad del frente independentista político que ha cosechado notables éxitos) hasta los más intransigentes deberían haber recapacitado. Aunque quizá eso sea pedir demasiado de unas gentes muy fanáticas y muy difíciles de reciclar en la vida civil. No debe de ser sencillo conseguir que quien ha vivido como un pistolero a gastos pagados acepte un puesto de conserje en una oficina.

O quizá se trate de una táctica de presión de ETA sobre el frente político. Ojo, que el comisario sigue activo y por eso aparecen los encapuchados, para desesperación del ministerio del Interior, en donde quisieran ficharlos. Aquí estamos para impedir que haya desviaciones de la hoja de ruta. Pero eso es absurdo porque redundaría en la deslegitimación de la opción política que, al aparecer como teledirigida, perdería apoyo en las elecciones, el único terreno en que pueden dirimirse las cuestiones civilmente.

Las dilaciones, los retrasos, la parafernalia internacional, con el vídeo para la BBC y los mediadores internacionales, solo revelan la desconfianza y el apego a un propósito de internacionalización del conflicto que ya ha fracasado. No le ha salido a Artur Mas, a pesar de que tiene más simpatías exteriores y mejor prensa, mucho menos le saldrá a los restos de una organización armada que lleva dos años y medio sin pegar un tiro y cuyos explosivos deben de estar ya pasados de fecha de caducidad.

Nota bene: no sé qué tal será Renzi en relación con Letta. Parece un hombre ágil y el otro un poco lento. Pero Renzi ha compuesto un gobierno paritario y ya solo por eso merece aplauso. Un aplauso crítico. ¿Por qué paritario? ¿Por qué andar calculando porcentajes para no incurrir en patriarcalismo? Porque nadie se ha atrevido aún a componer un gobierno con más mujeres que hombres. El día en que eso suceda y sea normal, podrá volver a haber gobiernos con más varones que mujeres y viceversa sin que nadie proteste. Pero parece que todavía queda algo.

Carta abierta a Rubalcaba.


Señor mío: cuando su partido lo eligió secretario general muchos nos alegramos por considerar que era una buena, una seria opción, para acabar con el desastre en que se había convertido la segunda legislatura de Zapatero, sin tomar muy en cuenta que usted era el vicepresidente de aquel gobierno desastroso, desprestigiado que, al reformar la Constitución con trampas, falló clamorosamente a su electorado.

Tuvimos en cambio en cuenta que había sido el mejor ministro del Interior de la democracia, que había acabado con ETA y eso merecía un voto de confianza, aunque lo hiciera apoyado en doctrinas que eran en parte dudosas y, en parte, claramente arbitrarias e injustas.

Cierto que consiguió usted la secretaría por tan escaso margen de votos frente a su competidora, Carme Chacón, que era razonable pensar que hubiera usted recurrido a intrigas y medios poco leales para ganar. Pero, como la victoria es la victoria, aunque sea raspada, todos los votantes nos aprestamos a respaldar su gestión con nuestros sufragios.

Perdidas las elecciones en el peor desastre electoral del PSOE en democracia (cosa que debió actuar como un mecanismo de aviso, pero no lo hizo), embarcó a su partido en una tarea de recuperación del terreno perdido basada en una estategia que no solamente es errónea sino, en buena medida, reaccionaria y colaboracionista con el peor, más corrupto y fascista gobierno de la derecha que ha habido en España después de Franco.

Empezó usted ofreciendo "pactos de Estado" a un partido que los ignoró todos y aplicó medidas antipopulares, injustas, retrógradas y agresivas para el bienestar de la población y sus derechos y libertades. Pretendía pasar por estadista y se quedó usted en miserable pedigüeño, solicitante de una legitimidad que este gobierno de presuntos mangantes se permitió el lujo de no concederle. Respondió al ninguneo con alguna tímida iniciativa parlamentaria para guardar las formas, sabiendo que todas serían derrotadas y se abstuvo de plantear la única que hubiera tenido alguna repercusión política, una moción de censura.

Cerró filas con lo más sórdido y nacionalcatólico del nacionalismo español en contra del soberanismo catalán, no solamente negando el derecho a la autodeterminación de los catalanes, sino propugnando una especie de hocus pocus federalista que se sacó de la manga en el último momento, que no engaña ni a los más tontos y culminó el regreso al redil centralista haciendo causa común con los de "antes roja que rota" que, para usted, es "antes azul que rota".

Hizo algunos tímidos y balbuceantes intentos de apuntar al laicismo y la separación de la Iglesia y el Estado pero enseguida recogió velas y del asunto no se ha vuelto a hablar de forma que, conociendo a los curas, es casi seguro que ya tiene usted pactada alguna vergonzosa concesión como las que hicieron los meapilas de la segunda legislatura "socialista" de Zapatero.

Salió en defensa de la que a estas alturas es ya la monarquía más corrupta y presuntamente delictiva de todo Occidente y, riéndose de la tradición republicana de su partido, convirtió usted a este en uno dinástico de cortesanos y tiralevitas al servicio del Rey y de la ocultación de sus supuestas fechorías y las de sus impresantables parientes.

En definitiva, en sus dos años de secretario general ha conseguido usted el raro mérito de ser sistemáticamente peor valorado por la opinión pública que el señor Rajoy, epítome de gobernante corrupto, incompetente, embustero y autoritario, y lo ha coronado consiguiendo para el PSOE las intenciones más bajas de voto de la historia. Y eso porque la gente ya se ha dado cuenta de que siendo ustedes dos, Rajoy y usted, dos políticos profesionales, hay menos distancia entre los dos que entre usted y cualquier socialista que mantenga algún principio de izquierda.

Pero con la orden dada a sus obedientes y ovinos diputados de abstenerse en la votación parlamentaria en la que se pedía la dimisión del ministro del Interior, responsable político de las muertes (por negligencia o por acción criminal de las fuerzas a sus órdenes) de quince seres humanos indefensos en situación de necesidad, ha cruzado usted todos los límites aceptables para un político no ya de izquierda (cosa que no ha sido usted jamás) sino simplemente demócrata y decente. Que en ese momento haya pesado más en su ánimo su solidaridad de polizonte (de exministro del Interior a ministro de lo mismo) que su deber de defender los derechos fundamentales de las personas, en concreto el de la vida, frente a la agresión fascista; que lo hayan seguido ciegamente sus diputados sin una fisura, absteniéndose como auténticos truhanes, más atentos a sus bolsillos y carreras que a la dignidad de las personas, rebasa ya todo lo que cualquier persona con un espíritu libre y respeto a los derechos fundamentales puede aguantar.

Usted no es un secretario general del PSOE. Ha secuestrado ese partido, lo ha llevado al desastre electoral, al desprestigio, a la colaboración con la España más reaccionaria y, últimamente, a la indignidad y la vergüenza.

No sé cómo reaccionarán los demás electores que todavía votan al PSOE. De mí sé decirle que, si este no lo echa a usted cuanto antes y retorna a su espíritu socialdemócrata no volveré a votarlo.

(La imagen es una foto de Rubalcaba 38, bajo licencia Creative Commons).

divendres, 21 de febrer del 2014

Insurrección en Ucrania.

Esto de Ucrania está que arde. Otra vez se incendia una parte del mundo eslavo, y una que tiene frontera con Rusia y Belarús, pero también con Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Moldavia. La frontera oriental exterior de Europa y lo que los rusos acostumbran a considerar el cuasi extranjero. Otra vez empiezan los europeos comunitarios a ponerse nerviosos y los Estados Unidos a lanzar advertencias, consejos y alguna bravata. Ya empiezan a llover las sanciones y se incuba un ánimo intervencionista. Pero aterrorizado, porque Ucrania no es la antigua Yugoslavia, está pegando a Rusia, es el corazón del antiguo imperio de Kiev y uno de los miembros de la Comunidad de Estados Independientes. Los pasos siguientes bien pueden ser una bronca comunitaria, alguna metedura de pata de los yanquis o cualquier embrollo de las Naciones Unidas en un baile de propuestas y vetos.

En teoría, el movimiento opositor, una especie de prolongación radicalizada y mucho más violenta de la revolución naranja, que se hace llamar Euromaidan exige una mayor integración de Ucrania en la Unión europea, a lo que el presidente Yanukovich se opone. El resultado de este conflicto son esas batallas campales de extraordinaria violencia. La autoridad recurre a los medios represivos más bestiales, incluida, al parecer, la acción de francotiradores y los manifestantes no se quedan muy atrás en punto a agresividad. Hay heridos por ambos lados y muertos que se sepa solo del lado de los manifestantes. La peor parte parecen llevarla estos. Pero la situación es muy confusa y corre todo tipo de rumores sin que las informaciones dejen muy claro si cabe pronunciarse por uno u otro bando. La negativa de Yanukovich se atribuye a su querencia eslava y su rusofilia, a pesar de que se lleva mal con los rusos. Pero ya hay mucha gente mirando de reojo a los Estados Unidos a los que acusan de financiar a la oposición con el consabido ánimo desestabilizador de los gringos

Por eso tiene un valor extrordinario el twitter de Alberto Sicilia, Principia Marsupia, alojado en Público.es que está tuiteando directamente desde Kiev. En tiempo real. Con comentarios e informaciones del momento y abundancia de imágenes. Es el signo de los tiempos. Los diez días que conmovieron el mundo vienen hoy en mensajes de 140 caracteres. Pero directamente, en tiempo real. La mediación literaria ha desaparecido. Sicilia, cuyo valor es innegable, lo fotografía todo. Hasta los impactos de las balas que le pasan cerca. Transmite, vaya si transmite, un clima, una situación, un riesgo, un destrozo, una explosión, de modo inmediato, directo. Y la imagen es de caos y más confusión.

Cuando las cosas se lían, merece la pena indagar en la personalidad de los responsables. Es obligado un vistazo a la biografía del presidente Yanukovich permite hacerse una idea de qué clase de persona es quien da las órdenes, quien toma las decisiones. Este hombre ha sido de todo: delincuente, miembro del Partido Comunista de la URSS, gobernador, presidente del gobierno y de la República de la Ucrania independiente (que es un Estado semipresidencialista), falsificador y aficionado a unos pucherazos electorales tan clamorosos que se los anula el tribunal supremo y predispuesto a tomar medidas contra la oposición propias de un autócrata. Sin negar la capacidad de cambio del ser humano, tiendo a suponer que una persona así es capaz de concebir una ley mordaza tan dura como la que está preparando Fernández Díaz. Y, qué quieren ustedes, por mis prejuicios me inclino a pensar que alguien con esta biografía puede desplegar francotiradores por la ciudad para aterrorizar a la población.Y provocar un baño de sangre.

La huella del pasado.

Me llamó mi amigo y colega Gustavo Zaragoza, de la Universidad de Valencia, a ver si quería participar en un teaser que está rodando otro amigo suyo, Borja Soler. La idea es producir un documental sobre España por el que, al parecer, ya se han interesado varias televisiones europeas. Le dije que sí, claro. El documental lleva por título España ida y vuelta, lo que hace innecesaria toda ulterior aclaración.

Me llamó luego Borja y me citó para ayer en un conservatorio María de Ávila, sito en la calle Clara de Campoamor, bocacalle a su vez de General Ricardos, pasado el convento de las clarisas y poco antes de Vista Alegre. Llegué allí a la hora convenida de una desapacible mañana de invierno madrileño y me encontré unas curiosas instalaciones, en un extenso terreno ajardinado aunque no muy bien cuidado, con diversas edificaciones de los años cuarenta, unas restauradas con esmero (las que se destinan a conservatorio de música "Moreno Torroba" y una escuela superior de danza) y otras abandonadas, alguna en lamentable estado, como la capilla en la que Borja había decidido rodar mi intervención. Un vistazo a las instalaciones, su disposición, los estilos arquitectónicos, diversos motivos ornamentales (algún templete y una réplica descabezada de una estatua clásica ya en la entrada) decían a las claras que aquellas instalaciones se habían concebido oiginalmente para otros fines.

Tuve mucha suerte. Borja me presentó al administrador del centro (una dependencia municipal), José María Sánchez Molledo, doctor en historia, especie de cronista de Carabanchel que tiene publicados varios libros sobre este peculiarísimo y antiguo pueblo de Madrid, dividido en dos, el alto y el bajo, residencia veraniega de reyes y nobles y domicilio incluso de la que fuera más tarde Emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo. Naturalmente, Sánchez Molledo se sabía a la perfección la historia del conservatorio, de la que habla en un libro de fotos que me regaló con dedicatoria, Carabanchel. Así era y así es. Fascinante, por cierto. Respira orgullo y patriotismo del lugar. Algo parecido al espíritu de Vallecas, pero en otro estilo.

El caso es que, en efecto, el tal conservatorio solo lo es desde los años ochenta. Antes, desde 1947, había sido un orfanato. El Orfanato Nacional de El Pardo. Ahora sí cobraba aquello un sentido distinto. Una obra en la tradición de las casas de misericordia. Las piezas encajaban, las edificaciones, los motivos ornamentales, la capilla. La razón del abandono es que las actuales apreturas económicas han obligado a suspender la restauración. Pero el plan subsiste y también se restaurará la capilla. Porque lo merece. El interior de la cúpula esta adornado con unos preciosos frescos muy deterioriorados pero en los que cabe distinguir todavía a los cuatro evangelistas. Son obra de un artista muy reconocido, cuyo nombre he olvidado quien, según me contó el administrador, había ido a visitarlos hace poco, ya en silla de ruedas.

Al salir, los patios, los campos, bullían de adolescentes de ambos sexos que terminaban sus clases. Una alegre multitud, inquieta, abigarrada, multicultural. Jugaban, se perseguían unos a otros, formaban corros. Pero yo tenía clavada en el ánimo la idea del orfanato. Y, en lugar de ver mozos con sudaderas multicolores, deportivas, mochilas historiadas, veía niños demacrados uniformados con batas o albornoces de áspero tejido y calzando alpargatas. Un orfanato en la postguerra. Busqué en Google y hay mucha información. El blog de la ilustración, de un antiguo residente, contiene gran cantidad de fotos de época que dan una idea de cómo era la vida en el lugar en los años sesenta y setenta. Es una información teñida de nostalgia y buenos recuerdos. A veces, conmovedora. No hay niños demacrados ni miseria. Y hay más. Una página de recuerdos cuyo subtítulo reza: un orfanato en donde los niños pasaban buenos ratos y que es una inmensa fuente de información e imágenes de una época, con valor historiográfico.

¿Y por qué de El Pardo, estando en Carabanchel? Porque el orfanato estaba originalmente en El Pardo. Al llegar la guerra, los niños fueron trasladados a Valencia y el orfanato fue lugar de acuartelamiento de las brigadas internacionales. Después de la contienda quedó todo muy dañado y, como Franco decidió fijar su residencia allí y alojó su guardia personal en las instalaciones, hubo que llevarse los niños a otra parte. Se hubiera hecho de todas formas, al menos con la mitad de los huérfanos, pues la República, régimen depravado, tenía juntos a huérfanos y huérfanas, en contra de los leyes divinas. Actualmente, las antiguas instalaciones son residencia de la Guardia real. Los niños fueron a parar a Carabanchel Bajo y a las niñas se las llevaron a Zaragoza. Es fácil imaginar que separarían hermanos de hermanas, cosa que sí debe de estar en las leyes divinas. Franco inauguró las instalaciones de Carabanchel con pompa y boato. No sé si a la de Zaragoza llegó a ir el alcalde.

Cuánto esconde ese conservatorio. Las piedras hablan; las paredes hablan; todo lo que los seres humanos hacen, habla de ellos. El pasado está en el presente. A veces de modo manifiesto.

La imagen es la portada del blog de Juande, titulado Orfanato Nacional de El Pardo (Nos diste mucho para olvidarte)

dijous, 20 de febrer del 2014

Entre Pinto y Valdemoro.

Nueva variante del dicho estar entre Pinto y Valdemoro. A las versiones tradicionales del borracho del arroyo, el monarca putero y la calidad del vino se añade esta otra del alcalde en Suiza con un millón y medio de euros de tapadillo. ¡Caramba con Valdemoro! ¡Caramba con la alcaldía de Valdemoro! Buen pelotazo del antiguo alcalde y posterior colaborador estrecho de Esperanza Aguirre. Un millón y medio de euros entre los 28.243 vecinos del lugar tocan a 53 euros de mordida aproximadamente por cabeza. Desde 2000 a 2013, la población de Valdemoro se ha duplicado con creces, hasta los 71.578 del año pasado. 43.335 vecinos más en trece años. Ahí debió de construirse mogollón. Territorio exento de la Gürtel, supongo, contratas millonarias, recalificaciones de ensueño, fortunazas y comisiones.

Una ojeada al brillante historial de Francisco Granados pone los pelos de punta. Bueno, pues este ciudadano ejemplar, con esa trayectoria alucinante, llegó a ser secretario general del PP de Madrid (de 2004 a 2011) y consejero de la Comunidad de Transportes, de Presidencia, de Justicia y de Interior hasta su fulminante destitución en 2011. Y es actualmente diputado de la Asamblea madrileña y senador del Reino. Un padre de la Patria. Un liberal a machamartillo, partidario de reducir el Estado del bienestar y pagar así menos impuestos porque, bien se ve, con la enormidad que se paga a los gandules que quieren vivir de la rica subvención, hay que llevarse la pasta a Suiza. Además le molestan los funcionarios por oposición; prefiere poder despedirlos y, quizá, llenar la administración de asesores y carromatos amigos suyos.

Desde luego, la señora Cospedal que, cada vez que abre la boca mete la pata, debiera aprovechar la ocasión y tomar las de Villadiego, como anunció hace un año durante las elecciones catalanas. La ocasión es de oro y puede ir a refugiarse a su lujoso cigarral. Cuentas de miembros del PP en Suiza, que se sepa, media docena. Que (aún) no se sepa, los dioses lo dirán. Al cigarral, señora, y a defenderse de otras quisicosas que tiene usted por los tribunales.

Pero, un momento, ¿por qué habría de dimitir Cospedal si se descubriera que alguien del PP tuviera cuentas en Suiza? Porque es la secretaria general y responsable política de la integridad de los militantes. ¿Y el presidente? ¿No habría de irse asimismo el presidente por el mismo motivo? Máxime cuando se sabe que la primera cuenta en Suiza, la que lidera la vía helvética era la del tesorero. El tesorero del partido con cuentas en Suiza. ¿Suyas, solo suyas? ¿O algunas son del partido o de cargos del partido? 

Se va entendiendo por qué en el PP no dimite nadie nunca, haya hecho (o dejado de hacer) lo que sea. Porque la primera dimisión habría de llevar a una cascada de ellas hasta hacer necesaria la del presidente del gobierno que es, justamente, la que primero debió haberse dado. Y no hablo de la del Rey porque esa la llaman abdicación y toca en otro capítulo. Pero toca. El asunto ha llegado a tal nivel de desvergüenza que cada nuevo motivo de dimisión (por ejemplo el presunto tiroteo de la guardia civil a unos inmigrantes que estaban ahogándose) casi funciona como una cortina de humo para tapar la nueva y justificada exigencia de dimisión por alguna otra tropelía.

Hacen bien los socialistas denunciando el llamado "Club suizo" del PP. Pero deben denunciarlo asimismo en sede parlamentaria y exigir allí las pertinentes explicaciones de Rajoy. No las obtendrán pues el grupo del PP se cerrará en formación tortuga pero es bueno que quede registrado. Y no las obtendrán porque Rajoy no puede dar explicación alguna. ¿Cuál habría de ser? ¿Que Granados no es del PP? Se le han acabado hasta las mentiras.

La política de comunicación del gobierno es el silencio. El presidente no comparece, no hay ruedas de prensa, no contesta las preguntas ni cuando se le plantean en alguna escasa entrevista amañada. Es el mutismo absoluto. El presidente ausente que deja a sus ministros bregar con todo tipo de problemas, que no ha dado la cara en el asunto de los muertos (quizá asesinados) de Ceuta, que ignora e ignorará la cuenta suiza del senador Granados. El mutismo, el desprecio más absoluto por la opinión pública.

Sin embargo el gobierno sabe o cree saber muy bien que la batalla es precisamente por la opinión pública. Y por eso ha comenzado a mover sus piezas en el tablero de la comunicación. Tres destituciones de tres directores de periódicos de gran tirada (gran tirada a la española, claro) en algo más de un mes indican una voluntad clara de ganar la batalla de la opinión no argumentando mejor que el adversario y apoyando los argumentos en hechos, sino suprimiendo la crítica, censurando. Una intención dictatorial que, por reglas del mercado, actuará en favor de la prensa digital, más libre. Aunque también para esta está el gobierno preparando una mordaza con la reforma de ley de la propiedad intelectual , una reforma por la que se pretende enriquecer a una empresa privada e impedir el acceso a la red de los creadores independientes.

Según cibermacuto, el gobierno está planeando crear una brigada político-social virtual y a todo el que publique algo que no le guste al ministro Fernández Díaz le cerrarán la página o la cuenta en FB o en Twitter y la substituirán por una imagen de Franco y música patriótica, estilo Montañas nevadas. En este momento se negocia con la Conferencia Episcopal si también se los obliga a emitir una procesión del Corpus con la dueña Cospedal de mantilla presente.

dimecres, 19 de febrer del 2014

La banda de los sobresueldos.

Ahí están, en la portada de El Mundo, los miembros de la dirección del partido que gobierna, presuntos receptores durante años de los sobresueldos que la trama Gürtel estuvo derramando sobre la organización como llovía el maná sobre el pueblo elegido. Con las cantidades redondas por año y cabeza y con un círculo las de aquell@s que los recibían además de los emolumentos oficiales que les correspondían por ser diputad@s o senador@s del Reino. Bárcenas, su amigo Rajoy, Arenas, Mato, etc., auténticos truhanes que, saltándose la Ley de Incompatibilidades, se llenaban los bolsillos con dineros públicos. Unos reales de vellón, una pastuqui cobrada por quienes aseguran no estar en política por dinero. Sumen. Verán la pastuqui del no-dinero. Los agraciados -término muy propio- siguiendo consignas del jefe, no hablan; y, si lo hacen, no se sabe qué dicen: que no cobraron jamás; que no cobraron en negro; que no es delito; que son complementos de productividad, (por cierto, ¿cómo se medirá aquí la productividad?); o que lo han declarado a Hacienda.

Es imposible tomarse en serio esta situación porque no se trata de un gobierno a la usanza europea, sino de una asociación de gente que persigue sus intereses propios, los de enriquecerse ellos y sus amigos, presuntamente por medios ilegales si es necesario; una asociación de supuestos malhechores. Pero, al mismo tiempo, es imperativo tomársela muy en serio porque esta banda de sobresueldos es la que hace las leyes, organiza la vida del país y toma las decisiones que afectan a la de millones de ciudadanos. Esto no es un gobierno ni un partido, sino una rebatiña general, parapetada en la mayoría absoluta, por desmantelar lo que queda del Estado del bienestar y saquear del todo el erario público. No es política; es saqueo adobado de incompetencia casi criminal. Es tal el grado de sumisión de las autoridades a las empresas que ahora ya ni las controlan. La prueba es la gloriosa ineptitud de ese ministro Soria, incapaz de conseguir que los ciudadanos no paguen el vatio a precio de platino. Es tremendo tener que decirlo pero en los partidos no se está para hacer negocios, ni para forrarse, sino para servir al interés común con una condigna paga y sin sobrepaga.

No tienen proyecto, ni una idea aproximada del interés común. Viven pendientes de cómo llevarse lo poco que queda vía privatizaciones descaradas y supuestamente delictivas a veces, y de cómo saldrá de rositas la miriada de cargos públicos que tienen chapoteando en decenas de procesos penales por corrupción. No solo carecen de capacidad política, de sentido democrático, de espíritu de diálogo, sino que pretenden imponer a golpe de ley sus convicciones personales más retrógradas, mientras reprimen las protestas ciudadanas y terminan de expoliar las arcas públicas. Carecen de legitimidad, de ética y de elegancia. El ministro de Justicia, además de sus otras fechorías, quiere privatizar el registro civil, con lo que ahora los ciudadanos tendrán que pagar por lo que antes era gratis. Mejor dicho, no era gratis pues estaba pagado con los impuestos. Ahora se pagarán los impuestos y los servicios que estos sufragaban. El proyecto es, además, un despilfarro de recursos públicos de todo tipo, desde las instalaciones al personal. Pero eso no es un argumento frente a un hombre que, siendo alcalde, endeudó la capital en 7.000 de millones de euros.

Tampoco lo es el argumento de la vergüenza, que debe de ser desconocido para Rajoy pues, siendo él registrador de la propiedad, es el primer beneficiario de una medida que toma como gobernante. Vamos que viene a garantizarse una especie de sobresueldo legal por lo que pueda pasar en el futuro.

Es indigno, es inmoral, es ridículo tener un gobierno compuesto por una banda de mangantes.

El cine y la verdad de la política.

Pablo Iglesias Turrión (2013) Maquiavelo frente a la gran pantalla. Cine y política. Madrid: Akal (156 págs.)

Cine y política. Un libro de un politólogo al que la prensa llama el mediático profesor, sobre la relación entre aquello que lo ocupa teórica y prácticamente, y el cine. Política e imagen. Es como el penúltimo paso de la vieja iconología política. El penúltimo porque el último es el constituido por las imágenes en el ciberespacio. Desde luego, lo esencial son las imágenes, lo icónico, algo fascinante para la humanidad por lo menos desde el paleolítico de Altamira. Las imágenes y la política o, sea, según tesis subyacente en el libro, el poder. ¡El poder! ¡Pues no es icónico el poder! El terrenal y el celestial. Ama proyectarse y hacerse amar o temer por la imagen. La historia del arte occidental es una sucesión de sant@s, reyes, reinas, dios@s, papas, cardenales, generales, emperadores, emperatrices, banqueros, magnates, prácticamente hasta el siglo XIX y más allá, aunque menos. Tengo registrados veinte cuadros de Franco de pintores muy conocidos, poco conocidos y anónimos. Y hay más. El poder y la imagen. Que se lo digan a Tiziano, venga a retratar Dogos; a Rubens con la apoteosis de Enrique IV; a Van Dyck con triple efigie de Carlos I; a David con el retrato ecuestre de Napoleón; a Brodsky, con el de Stalin. La imagen del poder y el poder de la imagen. La imagen, el núcleo central de la semiología y todas sus subdisciplinas.

Pero vamos al grano. El cine es la imagen en movimiento y se ha revelado un portentoso mecanismo civilizatorio. Utilizo el término deliberadamente para dejar abierto un campo que, de hecho, es inabarcable. El frecuente recurso a términos más restrictivos, como el de cultura o  hegemonía cultural, del que se habla en el libro, induce a error. El cine empezó siendo fábrica de sueños, pasatiempo, prestidigitación, evasión, comedy capers y, en poco tiempo, con la llegada del sonoro, acabó invadiendo todos los discursos, todas las narrativas y elaborando su propio lenguaje. Charlot es irrepetible, como los hermanos Marx, Orson Wells, John Ford, Jacques Tati, Truffaut, Buñuel o Amenábar. Por supuesto, cada cual puede quitar o añadir nombres a la lista. Aquí hay mucho de gustos. Pero la universalidad del cine en el tiempo y el espacio es apabullante. Gracias a él millones conocen a Aquiles, Orestes, don Juan, Otelo, Hamlet, Robinson Crusoe, Tristam Shandy, Ana Karenina o Lawrence de Arabia. Y millones imitan y siguen imitando a actores y actrices sin cuento. El cine denuncia tiranías, ensalza revoluciones, destruye unos mitos y construye otros. Ha sido el mayor revulsivo del siglo XX, hasta la aparición de internet, cuando las cosas están cambiando.

Todos esto lo sabe el autor, empedernido amante del género quien, averiguado que este es inabarcable, renuncia a las grand theories, incluso las de middle range, para concentrar su atención en los casos específicos de una decena de films, analizándolos por separado. Lo que se pierde en visión de conjunto se gana así en consideración más pormenorizada. Aplica Iglesias una interpretación política crítica que, a veces, pone en solfa la presentación de un tema en una película, a veces arremete contra la realidad que la película refleja, pues coincide con su enfoque. Tanto deconstruye como reconstruye. Hay variedad. Casi todos los análisis se dan en el marco de algún teórico de su preferencia: Gramsci, Zizek, Agamben, Fanon, Brecht, Butler. El libro se lee como una sucesión de agudas y brillantes críticas de películas

Pudiera parecer que dada la variedad de obras y autores, habría inconsistencias, falta de hilo conductor propio. Falso. Lo hay. Ya al comienzo, bajo la advocación de Gramsci, analizando Algunos hombres buenos, de Rob Reiner, se explicita el propósito de la primera parte del libro: buscar en el cine la política, entendida como conjunto de relaciones antagónicas de poder en las que el antagonista, (el otro) es, como dijo Edward Said, parte consustancial de los discursos hegemónicos y sujeto fundamental de la resistencia en el ámbito de la cultura a través de discursos contrahegemónicos." (p. 16) Parece algo enrevesado pero no lo es. Más adelante, en el capítulo dedicado a Dogville, de Lars von Trier, de la mano de Agamben, se explicita la intencionalidad y programa de la segunda parte, consistente en la búsqueda de la verdad de la política, ambiciosa  intención que ya se desliza unos renglones antes cuando se admite como bueno el recuerdo que nos trae Dogville de que la violencia es el fundamento del poder (p. 53). Un juicio que, o es analítico y cierto, pero carente de contenido, o es sintético y no necesariamente cierto pues, no siendo lo mismo poder y violencia, cabe pensar en un poder no basado en esta sino, por ejemplo, en la libre voluntad de la ciudadanía, que es justo el problema esencial de la teoría política. Y de eso trata este libro con los meandros propios de las películas elegidas.

Después del "código rojo" de Algunos hombres buenos, Iglesias mira Katyn, de Andrzej Wadja, con los ojos de Zizek y deconstruye el alegato patriótico del director, desmontándolo en tres datos, supuestamente constitutivos de la identidad polaca: equidistancia entre nazis y soviéticos, identificación del sufrimiento del país con las madres, las mujeres, el catolicismo y admiración por las élites nacionales polacas (p. 30). No sé si es enteramente justo. El padre de Wadja fue asesinado en Katyn. Supongo que eso cuenta. El cine es un género de autor. Y lo de la equidistancia entre nazis y soviéticos como elemento de la identidad polaca es anacrónico por defecto. No es equidistancia entre nazis y soviéticos, sino entre alemanes y rusos. Lo de nazis y soviéticos es contingente. Equidistancia en la que el catolicismo es piedra esencial entre protestantes y ortodoxos. Una ojeada a la historia enfocaría la atención en unos términos que nos ayudarían a comprender mejor eso de la identidad nacional. Lo de la identificación de las mujeres, la madre, y la Patria y el loor a las élites es parafernalia habitual en los discursos nacionalistas. En todos. La nación polaca no es más o menos madre que la italiana, la española o la catalana, pero no existiría si no se hubiera defendido durante siglos frente a alemanes y rusos.

Ispansi, de Carlos Iglesias y Soldados de Salamina, de David Trueba, dan pie al autor para vapulear un cine de memoria de la guerra civil pero acomodaticio, que propugna la reconciliación (p. 40). Enfrente, Balada triste de trompeta, de Álex de la Iglesia, goza de sus preferencias pues al incluir escenas del NO-DO, se consigue esperpentizar el fascismo (p. 46). Es posible. Sobre la guerra civil está todo por decir. Aprecio mucho Soldados de Salamina, la novela y la película. Cuestión de gustos, claro, pero creo tener una razón: ambas consiguen lo que siempre consigue el arte cuando es arte, meternos en la cabeza y el corazón de los personajes y ver el mundo y el conflicto en el que están con sus ojos. No bajo ningún esquema teórico; no con las consignas de programa alguno.

Dogville, de Lars von Trier, es la ejemplificación de las doctrinas de Agamben en Homo sacer, la diferencia entre zoe y bios y el estado de excepción (p. 55). Vuelve a aparecer la peli de Reiner pero solo para entonar el introito de que lo excepcional es la ultima ratio del poder. Pero, la verdad, no veo en dónde está el atractivo de esa figura de homo sacer, perteneciente en el fondo a una tradición que consagraba la posibilidad de suspender la ley -cualquier ley- para dar caza libre a los enemigos del poder del momento. Una excepcionalidad "institucional" frecuente al final de la República y comienzos del Imperio romanos. O sea, las proscripciones. Aparece el fantasma del ambiguo Carl Schmitt: solo a través del estado de excepción puede entenderse el Estado de derecho (p. 56). Estamos en el núcleo del libro que plantea una concepción schmittiana: “Lo verdaderamente importante es, en última instancia, quién tiene el poder para plantear la eticidad política de sus acciones” (p. 59). Al igual que el anterior, es un enunciado cierto pero trivial. No dice nada sobre la aceptación de esa eticidad, cosa de interés, pues el mismo autor, en una interesante fusión de teoría y praxis, sostiene de palabra y obra que debe organizarse un contrapoder. ¿Con qué fin?

En Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, y La batalla de Árgel de Gillo Pontecorvo, pasamos a otro campo contiguo, de la mano de Conrad para la primera y Fanon para la segunda. Heart of Darkness y Los condenados de la tierra. Francamente es mucho para una sentada de quince páginas. Creo que todo lo que aquí se habla del otro, la colonización, etc., merece más reposo y no se ventila dando otro mandoble a la ingenuidad del buen salvaje de la tradición ilustrada (p. 79). Es más, empiezo a maliciarme que este concepto de buen salvaje y su crítica es una petición de principio. El canalla de Mathieu en la batalla de Argel tiene un pasado limpio, es "elegante y culto" (p. 90). Es una tradición presentar siempre algún nazi culto también. La cultura no es inocente. O sí. Iglesias admira la belleza del film de Coppola donde los bombardeos se muestran a los acordes de la cabalgata de las Valkirias. Imposible no reconocerlo con angustia y algo de terror. La batalla de Argel gana la apuesta. En su auxilio, Bert Brecht la considera casi como un “documento histórico” (p. 84). Bueno, no tengo queja al respecto. Lo de Apocalypse Now es otra historia y no sé si me la tomaría muy en serio. Falla un elemento crucial que convierte la versión de Copppola en cualquier cosa menos una versión del Corazón de tinieblas: en concreto, el Kurtz de Vietnam habita una guerra, situación, cierto, de absoluta excepcionalidad; pero el del Congo vive la paz civil de una explotación colonial cotidiana y ordinaria, aunque inhumana. Añadir Wagner a aquella es subrayar lo inapropiado (por cierto, pobre Wagner, cuánto han abusado de él) y no remediarlo. ¿Qué banda sonora hubiera puesto Conrad?

Me salto Los amores perros, que no he visto. El último capitulo se dedica a la Lolita, de Stanley Kubrick, en compañía de Judith Butler, de cuya pertinencia en el asunto no estoy muy seguro. Es el capítulo más logrado del libro y en el que el autor expone, revela más lo que piensa, en el que cambia el parámetro de la política. Lolita, la novela de Nobokov, la peli de Kubrick y la de Lyne, es una historia de poder, pero no de política en el sentido convencional del término. Sí de biopolítica, pero ese es otro cantar. El punto de Iglesias es la novela de Nabokov, la verdaderamente rupturista (¿no fue el novelista ruso el que dijo al llegar a los Estados Unidos que les traía la peste o algo así?). La película de Kubrick se lleva un buen revolcón por saltarse la novela y la de Lyne por no saltársela pero no haber entendido el fondo de la provocación nabokoviana: la relación con la nínfula (p. 113). Dolores Haze, Lolita, tiene doce años y su relación con su padrastro, Humbert Humbert, se considera hoy pedofilia con un punto de incesto, una prohibición probablemente sobrevenida. En 1955, cuando se publica la novela, y 1962, cuando se hace la peli, estos asuntos no estaban tan claros como hoy, con independencia de que, además de claros, nos merezcan uno u  otro juicio. 

Iglesias no incurre en la aburrida costumbre de criticar en las películas la falta de fidelidad al texto. Aunque Kubrick hizo mangas capirotes con el guión que encargó al propio Nabokov. Lo que le importa es si entienden el fondo. Y ahí es donde acusa a Kubrick de la gran traición por haber convertido Lolita de una nínfula en una joven de fuerte sexualidad, paradigma de un modelo comercial de la época de marchamo patriarcal. De ahí a presentarla como femme fatale hay un paso que es el que, según Iglesias, dio Lyne. Que él responda, si puede, pues su película no me parece deslumbrante. Déjeseme acudir en defensa de Kubrick, por quien siento especial predilección (cuestión de gustos, reitero) hasta el punto de haberme tragado un par de veces Eyes Wide Shut. La acusación es tremenda: no ha sido capaz de entender la importancia de Lolita, símbolo del contrapoder femenino (p. 120). ¿Y si el interés de Kubrick fuera otro? No Lolita, nínfula o no nínfula, sino Clare Quilty, ese perverso maníaco artista que le roba a Lolita. Al fin y al cabo, la película se abre con la muerte de Quilty que transforma toda la historia restante, pues la convierte en un flash back cuya función es explicar esa muerte. Convierte el relato lineal de la novela en circular, teleológico. Nabokov empieza matando a Humbert; Kubrick, matando al otro.

Esto de las interpretaciones es cosa sutil. Nabokov era un admirador de Proust, a quien consideraba figura señera de la literatura mundial. Humbert, profesor de literatura francesa, creo, lo cita en alguna ocasión y la novela -como otras obras del ruso- tiene referencias a En busca del tiempo perdido. No me atrevería a ir más allá pues no tengo suficientes elementos de juicio. Pero ¿por qué no habremos de encontrar una interpretación nabokoviana de las muchachas en flor? Al final la diferencia puede acabar siendo un límite de edad, cosa de interés para al código penal pero no para al arte que, como se sabe, no delinque.

Resumiendo: un libro muy interesante y que promete mucho. Si esa promesa se cumple o no dependerá de cómo oriente su vida el autor, típico héroe romántico, oscilando entre la barricada y la torre de marfil.  Eso sí, mediático. Suerte.