dimarts, 16 de desembre del 2014

Váyase, señor Rajoy.


¿Se acuerda el lector de aquella solemne comparecencia de Rajoy y los suyos en febrero de 2009, cuando estalló el caso Gürtel? El hoy presidente del gobierno, aparentemente indignado de que se relacionase a su partido con Correa (a quien nadie conocía, claro), pedía la recusación del juez Garzón, la comparecencia del Fiscal General del Estado y proclamaba que la Gürtel no era una trama del PP sino una trama contra el PP. En la foto de entonces, la plana mayor del partido, todos con gesto grave y cariacontecido. En primera fila, Sáenz de Santamaría, Arenas, Cospedal y Rajoy, presuntos receptores de sobresueldos en B, y el propio Rajoy, supuestamente receptor también de viajes y trajes de la Gürtel, al mejor estilo de Camps. Camps, asimismo en primera fila, como la inevitable Mato, ambos ya fuera de la foto a causa de la trama Gürtel, que era, hay volver a leerlo, una trama contra el PP.

Por supuesto. ¿No decía Aznar con su habitual engolamiento que el PP era incompatible con la corrupción? Por entonces, este guerrero de las Azores ya había casado a su hija en una boda imperial a la que asistió el selecto cogollo de la Gürtel, Correa y el Bigotes entre otros, a los que nadie conocía, como si, en vez de a una boda, fueran a un bautizo.
 
Ya por entonces Bárcenas funcionaba a pleno rendimiento, y Matas en Baleares, y Fabra en Castellón, y Baltar en Ourense y los siete enanitos en la sierra norte de Madrid, bajo la supervisión de la cazatalentos Aguirre, respaldada por la Fundación FUNDESCAM, cuyo gran patrocinador, Díaz Ferrán, está hoy entre rejas. No se quedaba atrás Valencia, reino de taifas corruptas por el que merodeaba el yerno del Rey, a quien deberían nombrar militante de honor del PP por su presunta capacidad para rapiñar fondos públicos. Precisamente ayer el juez procesó a la cúpula de entonces del PP por pagar su campaña de 2007 con dinero negro. Por entonces, el presidente del partido era Rajoy.

El mismo Rajoy, ministro y vicepresidente del gobierno cuando, según se ha sabido ya en sede judicial, en AENA había orden de contactar con Correa desde que el PP ganó las elecciones. Sí, exactamente el mismo Correa que presuntamente pagaba todo a todos los miembros del PP que pudieran darle una mordida del erario público. Todo: sobresueldos, gratificaciones, regalos, trajes, viajes, coches, confetti.  

En esta situación límite, de auténtico bochorno nacional, recibe Cospedal la orden de poner en marcha el esparcidor de mierda filosófica, asegurando que la corrupción somos todos, que si la hay en su partido, la hay en la sociedad y que el ser humano es corrupto por naturaleza. Es posible, señora, pero el ser humano, el español ordinario, no crea una organización con propósito de delinquir. Quizá porque no pueda, pero no lo hace. Eso es cosa de su partido y su generalización a la raza humana es una paladina admisión de lo que hasta ahora se había negado primero rotundamente, luego con circunloquios, después con tartamudeos y por último en diferido.

¿No era una trama contra el PP, partido incompatible con la corrupción?

Como diría Gila: aquí algunos, además de robar a espuertas, han estado riéndose de nosotros.

Y todo esto a unos días de que Rajoy vaya al Congreso a presentar su plan de regeneración. Si alguna vez ha habido un momento en que la oposición deba encarar su deber moral, político y cívico es este. La oposición debe ausentarse, no puede asistir a esta farsa en que el principal responsable de la gigantesca trama de corrupción que sí parece ser una trama del PP se presente como el restaurador de una transparencia, una honradez y una integridad que él desconoce.

Él mismo debiera ahorrar a sus compatriotas esta vergüenza.

Váyase ya, hombre. Deje de hacer el ridículo y llévese a esa banda  que llaman partido y más parece, una partida de ladrones.