dijous, 20 de febrer del 2014

Entre Pinto y Valdemoro.

Nueva variante del dicho estar entre Pinto y Valdemoro. A las versiones tradicionales del borracho del arroyo, el monarca putero y la calidad del vino se añade esta otra del alcalde en Suiza con un millón y medio de euros de tapadillo. ¡Caramba con Valdemoro! ¡Caramba con la alcaldía de Valdemoro! Buen pelotazo del antiguo alcalde y posterior colaborador estrecho de Esperanza Aguirre. Un millón y medio de euros entre los 28.243 vecinos del lugar tocan a 53 euros de mordida aproximadamente por cabeza. Desde 2000 a 2013, la población de Valdemoro se ha duplicado con creces, hasta los 71.578 del año pasado. 43.335 vecinos más en trece años. Ahí debió de construirse mogollón. Territorio exento de la Gürtel, supongo, contratas millonarias, recalificaciones de ensueño, fortunazas y comisiones.

Una ojeada al brillante historial de Francisco Granados pone los pelos de punta. Bueno, pues este ciudadano ejemplar, con esa trayectoria alucinante, llegó a ser secretario general del PP de Madrid (de 2004 a 2011) y consejero de la Comunidad de Transportes, de Presidencia, de Justicia y de Interior hasta su fulminante destitución en 2011. Y es actualmente diputado de la Asamblea madrileña y senador del Reino. Un padre de la Patria. Un liberal a machamartillo, partidario de reducir el Estado del bienestar y pagar así menos impuestos porque, bien se ve, con la enormidad que se paga a los gandules que quieren vivir de la rica subvención, hay que llevarse la pasta a Suiza. Además le molestan los funcionarios por oposición; prefiere poder despedirlos y, quizá, llenar la administración de asesores y carromatos amigos suyos.

Desde luego, la señora Cospedal que, cada vez que abre la boca mete la pata, debiera aprovechar la ocasión y tomar las de Villadiego, como anunció hace un año durante las elecciones catalanas. La ocasión es de oro y puede ir a refugiarse a su lujoso cigarral. Cuentas de miembros del PP en Suiza, que se sepa, media docena. Que (aún) no se sepa, los dioses lo dirán. Al cigarral, señora, y a defenderse de otras quisicosas que tiene usted por los tribunales.

Pero, un momento, ¿por qué habría de dimitir Cospedal si se descubriera que alguien del PP tuviera cuentas en Suiza? Porque es la secretaria general y responsable política de la integridad de los militantes. ¿Y el presidente? ¿No habría de irse asimismo el presidente por el mismo motivo? Máxime cuando se sabe que la primera cuenta en Suiza, la que lidera la vía helvética era la del tesorero. El tesorero del partido con cuentas en Suiza. ¿Suyas, solo suyas? ¿O algunas son del partido o de cargos del partido? 

Se va entendiendo por qué en el PP no dimite nadie nunca, haya hecho (o dejado de hacer) lo que sea. Porque la primera dimisión habría de llevar a una cascada de ellas hasta hacer necesaria la del presidente del gobierno que es, justamente, la que primero debió haberse dado. Y no hablo de la del Rey porque esa la llaman abdicación y toca en otro capítulo. Pero toca. El asunto ha llegado a tal nivel de desvergüenza que cada nuevo motivo de dimisión (por ejemplo el presunto tiroteo de la guardia civil a unos inmigrantes que estaban ahogándose) casi funciona como una cortina de humo para tapar la nueva y justificada exigencia de dimisión por alguna otra tropelía.

Hacen bien los socialistas denunciando el llamado "Club suizo" del PP. Pero deben denunciarlo asimismo en sede parlamentaria y exigir allí las pertinentes explicaciones de Rajoy. No las obtendrán pues el grupo del PP se cerrará en formación tortuga pero es bueno que quede registrado. Y no las obtendrán porque Rajoy no puede dar explicación alguna. ¿Cuál habría de ser? ¿Que Granados no es del PP? Se le han acabado hasta las mentiras.

La política de comunicación del gobierno es el silencio. El presidente no comparece, no hay ruedas de prensa, no contesta las preguntas ni cuando se le plantean en alguna escasa entrevista amañada. Es el mutismo absoluto. El presidente ausente que deja a sus ministros bregar con todo tipo de problemas, que no ha dado la cara en el asunto de los muertos (quizá asesinados) de Ceuta, que ignora e ignorará la cuenta suiza del senador Granados. El mutismo, el desprecio más absoluto por la opinión pública.

Sin embargo el gobierno sabe o cree saber muy bien que la batalla es precisamente por la opinión pública. Y por eso ha comenzado a mover sus piezas en el tablero de la comunicación. Tres destituciones de tres directores de periódicos de gran tirada (gran tirada a la española, claro) en algo más de un mes indican una voluntad clara de ganar la batalla de la opinión no argumentando mejor que el adversario y apoyando los argumentos en hechos, sino suprimiendo la crítica, censurando. Una intención dictatorial que, por reglas del mercado, actuará en favor de la prensa digital, más libre. Aunque también para esta está el gobierno preparando una mordaza con la reforma de ley de la propiedad intelectual , una reforma por la que se pretende enriquecer a una empresa privada e impedir el acceso a la red de los creadores independientes.

Según cibermacuto, el gobierno está planeando crear una brigada político-social virtual y a todo el que publique algo que no le guste al ministro Fernández Díaz le cerrarán la página o la cuenta en FB o en Twitter y la substituirán por una imagen de Franco y música patriótica, estilo Montañas nevadas. En este momento se negocia con la Conferencia Episcopal si también se los obliga a emitir una procesión del Corpus con la dueña Cospedal de mantilla presente.