dimarts, 31 de desembre del 2013

Hagan cuentas.


En estas fechas hay mucha tentación de ponernos trascendentes, serios, sentenciosos. El tiempo pasa, ¡ay! La vida va haciéndose y deshaciéndose a su antojo. Poco es el control que tenemos sobre ella. Viene dada, casi impuesta. Las necesidades dictan. La supervivencia manda. Somos víctimas de nuestras convenciones, nuestros prejuicios. Cuando nos damos cuenta, en unos días del año señalados a este efecto, nos indignamos y mostramos nuestro enfado todos a una también por la mercantilización y la falsedad de un momento que debiera ser auténtico. Y ¿por qué este y no todos los demás? ¡Ah! Porque estas fechas son un ritual de renacimiento y, por tanto, purificación. Unos hacen nacer aquí un dios al que matarán unos noventa día más tarde para resucitarlo casi de inmediato y hacerlo renacer en su momento. Otros, en pugna con las religiones, ven aquí el solsticio de invierno, recomienzo del ciclo anual; los días vuelven a alargarse y las noches a acortarse. El retorno, pero no eterno.

El momento es peligroso: reversión de la tendencia, balance del año, propósitos para el siguente, examen de conciencia. La perversa atracción del intimismo, ese que luego se postula como profunda sabiduría en las redes sociales.

No haya cuidado. La realidad circundante, la de tocar, ver,  escuchar,  oler y hasta mascar si nos descuidamos se impone ante cualquier veleidad de retirada a la torre de marfil. Créanme: me gustaría contar qué mal me llevo con mis recuerdos. Pero intuyo que eso no le interesa a nadie. Sí, en cambio, ver si alguien es capaz de trazar un cuadro de conjunto que tenga sentido de la abigarradísima realidad española. Esta se nos aparece como un mosaico cada vez más amplio y duradero en el tiempo y en el que las piezas van encajado admirablemente en medio de la consternación general. Porque el cuadro que presentan es una especie de reproducción fiel de las desgracias, los vicios, las ineptitudes de la raza desde los tiempos de la unión de Castilla y Aragón: hueras fantasías imperiales, clases dominantes parasitarias del Estado sin ningún espíritu empresarial, un Estado hipertrofiado al servicio de esas clases dominantes, régimen de cesantes en administraciones pobladas de enchufados,  dominación de la iglesia, sus dogmas y supersticiones, desprecio del pueblo, al que se explota y se manda periódicamente a la emigración, españolización a machamartillo  y todo atravesado por un grado de corrupción en la acción de los poderes públicos y su relación con los medios financieros y empresariales inigualada hasta la fecha en España.

Los papeles de Bárcenas tienen en jaque a toda la dirección del partido a cuenta de los sobresueldos y la contabilidad B. La Gürtel sigue pringándolo todo: estuvo muy presente en aquella boda del Escorial que tiene una pinta cada vez más mafiosa; su poderío en Valencia en tiempos de el Curita Camps fue apabullante; hicieron negocio hasta con la visita del Papa, pues los corruptos valencianos son muy de sacristía. Ahora queda ya claro que la Gürtel pagó las campañas electorales de Esperanza Aguirre a través de esa Fundación FUNDESCAM, de la que nadie quiere hablar. En puridad de las cosas, los resultados de las elecciones de Madrid y Valencia y seguramente también Galicia, favorables al PP, son nulos por obtenidos mediante métodos ilegales. Igual que un juez puede dar por inexistentes miles de mails de Blesa por procedencia ilícita, el electorado podrá dar por no gobernados los cuatro u ocho años del PP en Madrid o Valencia, por no inaugurados los hospitales, los campos de golf o las ciudades de las artes, antes de que se las lleve el viento.

Además de estos dos grandes galeras de la corrupción hoy en los tribunales, el partido del gobierno tiene abiertas asimismo multitud de causas penales por doquier que podríamos llamar autóctonas, personalizadas o singulares: el caso Matas en Baleares, el caso Fabra en Castellón, el Baltar en Ourense y, últimamente los casos Cotino y Blesa.

Del modo esquilmador en que Blesa gestionaba la Caja Madrid hasta quebrarla dan abundante prueba esos ocho mil mails en los que se revelan las operaciones más alucinantes: intervenciones directas o indirectas de Aznar, Gallardón, Aguirre, etc., generalmente en procura de tratos de favor, enchufes, recomendaciones; condonación de deudas a partidos políticos; operaciones para amañar privatizaciones; gastos suntuarios. Todo en beneficio del PP o de algunos de sus destacados dirigentes, así como el propio personal nombrado a dedo en la Caja, incluidos los representantes del PSOE, IU, CCOO, para vergüenza de la izquierda.

En el caso de Cotino, más reciamente español, se mezcla la presunta corrupción con el beaterío y el sectarismo. Este Juan Cotino, que en sus años mozos diz haber sido empresario agrícola, lleva casi veintitrés años de un cargo público de nombramiento en otro. Ha sido concejal, director general, asesor, delegado del gobierno, vicepresidente autonómico, consejero de una cosa, consejero de otra y actualmente es presidente de las Cortes valencianas.  Como sectario del Opus es un católico militante que proclama por doquiera su creencia en Dios. No es de extrañar pues con él ha reproducido este el milagro de los panes y los peces, incluso dejándolo chico, ya que, según parece 200.000 euros de un oportuno donativo al PP, se convirtieron en 274 millones de adjudicaciones del PP a las empresas de familiares de Cotino. ¿Cómo no creer de Dios en estas circunstancias? Tanto dice Cotino creer que debe de perder el uso de razón y, así, el otro día comparaba a los abortistas con Herodes por lo de la matanza de los inocentes.

¿Tiene algo de extraño si muchos consideran que, más que un partido político, el PP es una banda de presuntos malhechores dedicados a parasitar el Estado, esquilmar los caudales públicos y enriquecerse fraudulentamente? Y, si esto es así, ¿no habría que instar su ilegalización?
 
En fin, feliz Nochevieja a tod@s.

dilluns, 30 de desembre del 2013

La vanguardia del siglo XXI.


Ahí, dice el ministro de Justicia,estará España una vez entre en vigor esa ley contra las mujeres que ha perpetrado bajo la esclarecida guía de Rouco Varela quien, por cierto, es medio bolchevique, pues admite el crimen del aborto en los casos de violación. En la vanguardia del siglo XXI, nada menos, muy por delante de la mayoría de los países europeos aún en un estadio de barbarie precristiana, pendientes de reevangelización.

La vanguardia del siglo XXI tiene un extraño parecido con la del siglo XIX, y el XVIII, y el XVII y así hasta el IV, fecha del Edicto de Milán. El espectáculo montado por ese genio de la puesta en escena de masas, ese Cecil B. de Mille teologal, ese mago de los efectos especiales espirituales, esa lumbrera de la comunicación divina, Rouco Varela, ha sido una apoteosis nacionalcatólica. Junto a la banderaza que Aznar copió a los mexicanos de la plaza del Zócalo, el arzobispo ha instalado una cruz gigantesca, para simbolizar el binomio de la raza: la cruz y la espada. España quiere ser de nuevo la cruzada contra los flagelos de la época, el relativismo, el hedonismo, la homosexualidad, el separatismo, y el anticlericalismo trasnochado.  Y así amanece un nuevo día en Europa, invocado por este hechicero y sus adláteres.

La vanguardia del siglo XXI lleva mitra. Pero no suelte el lector la carcajada. Espere. ¿Acaso no hay en el país sectores que conserven no ya el sentido laico de la existencia colectiva sino simplemente el del ridículo? Alguien habrá para observar que estas ceremonias ostentosas, casi tribales, de una confesión religiosa, debieran celebrarse en lugares privados, no públicos. Por ejemplo, en una plaza de toros, en donde también cabe mucha gente y, además, se siente la presencia del patrimonio espiritual español, el de las corridas. Se alquila la monumental de Las Ventas y así no se interrumpe la circulación urbana ni se da la murga a los vecinos.

Tiene que haber alguien capaz de razonar de esta forma, ¿O no? ¿Qué me dicen de ese alcalde de Trebujena, provincia de Cádiz, militante de IU y del Partido Comunista de Andalucía, nada menos? El hombre, muy atento al sentir de los vecinos se suma al cura del lugar y al teniente general de la Guardia Civil para imponer a la Virgen de Palomares Coronada el fajín de general de la Guardia Civil Tal cual. En la plaza de Colón, bandera y cruz de la mano de la derecha; en Trebujena, fajín y virgen de la mano de la izquierda. Y siempre espada y cruz. Mientras este alcalde comunista se entera de que pertenece a la vanguardia del siglo XXI y no a la del proletariado, como él creía, en lugar de leer a Marx y a Lenin, debe sumergirse en las novelas de Giovanni Guareschi, las del ciclo de don Camillo, un cura italiano de la postguerra, muy de derechas, cabezota, pero bondadoso, en lucha perpetua con el alcalde comunista Peppone, muy de izquierdas, más bruto que un arado pero que manda a su hijo a la catequesis, porque, en el fondo, don Camillo se lleva siempre el gato al agua. A ver si aprende el de Trebujena y deja de hacer el ridículo.

¡Vanguardia del siglo XXI! Este ministro se ha deconstruido a sí mismo sin darse cuenta. Ya no es aquel adalid de la síntesis entre conservadurismo y progresismo; el que encandilaba a los auditorios exquisitos, centristas votantes del PSOE que anhelaban una razón para votar al PP; el que repartía la píldora postcoital a cuenta del Ayuntamiento; el que toleraba y alentaba manifestaciones culturales libres. Se ha caído a pedazos, deconstruido por él mismo y, en su lugar ha aparecido este extraño ser, especie de autómata inquietante de historia de Hoffmann. La iglesia, me consta, equipara esta repentina conversión del ministro a la caída paulina del caballo camino de Damasco. Viene a ser lo mismo. El apóstol de los gentiles es otro autómata, un ser dirigido desde fuera, heterodirigido.

Así, el autómata Gallardón, dirigido desde la jerarquía católica, toma medidas autoritarias, represivas, injustas, arbitrarias y contrarias a los derechos de las personas, especialmente las mujeres por las que siente particular inquina, como buen devoto. Pero las explica con un lenguaje de progresista, de izquierda, que suena como un gori gori de misa de difuntos. ¿Desde cuándo es aficionado el conservadurismo a las vanguardias? Eso es cosa de artistas y/o revolucionarios. No de gente de orden, hombre por Dios. Lo nuestro, en todo caso, será la retaguardia, en donde solemos estar haciendo negocios. Por eso la usa tan mal y habla de "vanguardia del siglo XXI" Vanguardia ¿de qué? ¿De negación de derechos?

"No, no", clama el autómata, "al contrario". En la entrevista que se ha autoconcedido en La Razón, sostiene que su ley es de protección de los derechos del concebido y de las mujeres. ¿Y de las mujeres? Como suena: de las mujeres. ¡Pero si no se les permite decidir por su cuenta sobre su vida misma! Es que las mujeres de verdad, la mujer-mujer del señor Aznar-Aznar, no pretenden decidir sobre su vida. Para eso ya está el marido y, subsidiariamente, el cura, la policía, el juez y el carcelero. Pero es que quizá no todas las mujeres quieran o puedan ser mujer-mujer. ¿Y qué? Ya decimos que para eso están la policía, el juez y el carcelero. Descarriadas y furcias las habrá siempre.

"Así que", concluye el autómata, "esta ley es de la que me siento más orgulloso porque es la ley más progresista de este gobierno". ¿Lo ven? Puro autómata. En este gobierno nadie se da de tortas por parecer progresista. En fin, el autómata tiene un problema de crédito (como su presidente) pues lo que hace sí se da de tortas con lo que dice y lo que dice suena como las hueras amenazas del Mago de Oz. Claro que, si insiste, a lo mejor consigue convencer de nuevo a los genios a quienes encandiló la performance del Gallardón progre, el nieto de Albéniz, el amante de las Variaciones Goldberg, el alma sensible que quería estar en la vanguardia del siglo y se ha quedado en sórdido brazo secular ejecutor de los designios de la Inquisición.

diumenge, 29 de desembre del 2013

Mi amigo Jaime.


Leo en El País una noticia que me indigna como amigo, como ciudadano y como profesional. El alto funcionario Jaime Nicolás Muñiz, del ministerio del Interior, se ha querellado contra su ministro, Fernández Díaz, por acoso laboral. Es la tercera ocasión en que el diario de PRISA saca a relucir el asunto, prueba de que trata bien a Jaime. Esa suerte que tiene, porque a mí me odia. Con la querella, Jaime pretende luchar contra la injusticia y la arbitrariedad de que está siendo objeto por la actual dirección del ministerio, un puñado de chupacirios incompetentes y autoritarios que no saben hacer la o con un canuto porque llevan toda su vida de chupones de la política, a las órdenes del PP.

Soy amigo de Jaime desde tiempo inmemorial y doy fe de que todo cuanto de laudatorio se dice sobre él en el artículo es cierto y la pieza aun se queda corta. Jaime es un funcionario del máximo nivel, 30, obtenido por sus muchos merecimientos: es jurista, politólogo, formado en Alemania, de competencia probada a lo largo de los años, con una experiencia acumulada en diversos destinos, desde el Centro de Investigaciones Sociológicas al Consejo de Estado, pasando por el Tribunal Constitucional o el Centro de Estudios Constitucionales. Es un verdadero tesoro que cualquier empresa medianamente competente ficharía con los ojos cerrados. Sé todo esto porque, como digo, soy amigo suyo. Y dejo constancia de que, en efecto, es traductor de Habermas al castellano; tradujimos juntos una obra suya, La reconstrucción del materialismo histórico. Lo cual apunta a otro de sus rasgos que el diario también señala: es un hombre sólidamente de izquierda; sin adscripción partidista, pero de izquierda. En cuyo dato probablemente esté el origen de su actual aventura. Añado por mi cuenta, que es una gran persona, un hombre educado, afable, de buen trato y modesto, a pesar de su mucho saber y su  historial en la administración del Estado, a cuyo servicio ha dedicado de verdad su vida.
 
Desde que esta asociación de presuntos malhechores ganó las elecciones en 2011, Jaime fue sometido a una situación de ostracismo laboral, "en expectativa de destino", como suele decirse en la jerga burocrática, sin cometido concreto que realizar, mano sobre mano, cobrando todos los meses su sueldo, pero sin hacer nada. Una típica actitud jesuítica de estos sectarios que trata de minar la autoestima de la víctima, humillarla, forzarla a pedir el traslado o la jubilación más o menos anticipada y todo eso sin que parezca represalia por motivos políticos, sin que medie explicación o razón alguna: simplemente, entras en la lista negra de los desafectos y se te somete a esta arbitrariedad silenciosa.  Es el expediente típico de Rajoy, de los fascistas clericales: ignorar lo que molesta, no hablar de ello, hacerlo a un lado. En manos, además de estos dementes de Interior (los hacedores de la Ley Mordaza)¨, el asunto llega al ilícito penal del mobbing, previsto en la normativa vigente que Jaime esgrime en pro de sus derechos. Una actitud digna y valiente que no solo defiende sus intereses sino los de muchos otros funcionarios, profesionales competentes en diversos ministerios (singularmente, Exteriores), ninguneados ahora por esta banda de profesionales del trinque, sin otro oficio ni beneficio que el arribismo y el peloteo político.
 
Porque el asunto de Jaime no empieza y acaba en él. Yo sé que, si así fuera, no le gustaría nada esta entrada. Pero no es así y de ahí la entrada. El caso de Jaime simboliza un modo de proceder en la administración pública propio de los partidos políticos que son todos (si bien unos más que otros) verdaderas oligarquías, cortijos donde los barandas reparten los puestos de la Administración entre los fieles, los pelotas, tiralevitas y palanganeros, con ignorancia de los principios de mérito y capacidad que la Constitución pregona. Singularmente el PP, acostumbrado a nombrar a dedo enchufados a cientos con sueldos de cine a cambio de fidelidad canina o carromera, en detrimento de la eficacia y la racionalidad de la administración pública. Estos son los que vienen luego dando lecciones de eficacia en la gestión, eficiencia de resultados, rigor, productividad; son los que vilipendian lo público por ineficiente y ruinoso cuando son ellos, su falta de escrúpulos y mínima competencia, los causantes de la ruina, y los que ensalzan la gloria de lo privado. En román paladino: caballos de Troya del robo privado, se hacen con los puestos de la administración pública, la desmantelan, la gestionan con criterios de pura secta de sicarios, malversan y expolian los caudales públicos, luego dicen que hay que privatizar los servicios para ahorrar y, cuando cesan, los nombran directivos de las empresas privadas en cuyo beneficio trabajaron. Recompensa por los servicios prestados a los sinvergüenzas del PP o del PSOE o de quien tenga el morro de esta desfachatez.

Si el sectario Fernández Díaz, en claro abuso de poder, quiere darse el gusto personal de amargar la vida a Jaime, al que tiene envidia por ser mejor que él y ojeriza porque es demócrata y de izquierdas, que le pague él la nómina de su bolsillo, no con el dinero de los contribuyentes. Los ciudadanos  queremos que los gestores públicos empleen nuestros dineros en administrar racionalmente lo de todos y no en darse caprichos personales, pagarse cruceros a las Bahamas o tener en un pasillo, mano sobre mano, a un funcionario que cobra del erario público. Funcionario que, como es el caso, vale mil veces más que los politiquillos, pelotas profesionales que lo persiguen en clara contravención de la ley.

Mi última pastoral.

Sí, hermanos, os esperamos hoy a todos en la eucaristía de la Plaza de Colón, en la misa de las familias. Me dicen hay medio millón de almas en camino, procedentes de todos los puntos de España. Y yo os bendigo y os digo: ¡sois la legión cristiana! ¡Los reevangelizadores del país! ¡Los apóstoles del retorno de España a su prístino ser nacional, la Iglesia católica, apostólica y romana! Mi corazón se conmueve. Ya puedo retirarme a una vida contemplativa, más acorde con mi ser.

Efectivamente, el sucesor de San Pedro, nuestro amantísimo padre Francisco, ha tenido a bien jubilarme, dando satisfacción a mis repetidas rogativas de nunc dimittis, Domine. Otro cualquiera quizá hubiese pedido más tiempo para llevar a cabo su labor. La mía está hecha, viéndoos hoy venir a cientos de miles, a recibir el espaldarazo de la misión divina.

El momento no puede ser más propicio. Como si quisiera hacerme un regalo de despedida, mi amado hijo, José María Ruiz-Gallardón, ha presentado ya el proyecto de ley de protección de los derechos del concebido. Nada podía serme más grato. Por fin se han escuchado nuestras plegarias y el poderoso brazo de la justicia secular ampara las inocentes vidas de los concebidos en cualesquiera circunstancias. Solo empaña el gozo que se tolere el aborto en los casos de violación, como si el hecho de que la madre sufriera un agravio fuera responsabilidad de esa alma inocente que lleva en su pecador seno.

No obstante, es un comienzo glorioso para la recuperación de esta sociedad materialista y consumista, solo dedicada al disfrute y el relativismo de los valores. Hoy acudís, amadísima grey, a participar en la comunión de los cristianos en pro de la familia y mañana saldréis a cumplir vuestra misión de llevar este mensaje a todos los rincones de España.

Familia solo hay una y solo puede haber una, la instituida por Dios como la unión de un hombre y una mujer con fines no concupiscentes sino reproductivos. Ella, sumisa; él, dispuesto a dar la vida por ella. Así camina la familia a los ojos del Señor. No os dejeís engañar por falsas tolerancias que son artimañas del maligno. Las demás uniones son contra natura, pecado, y deben volver a ser delito. Porque, por su mera existencia, atentan contra la familia de verdad.

El matrimonio homosexual no es matrimonio a los ojos de la Iglesia. Además, la homosexualidad quizá no sea una prueba de posesión demoniaca o una muestra de degeneración, pero sí de un comportamiento desviado que puede tener cura si se apela a la fe con la fuerza suficiente. Y, por supuesto, a menor homosexualidad, menor riesgo de pederastia, ese nefando crimen consistente en abusar de la inocencia de unos pequeñuelos que Cristo siempre quiso que se le acercaran.

Y, por supuesto, queridos hermanos, portad la espada flamígera de San Miguel en contra de todo atisbo de aborto. España vuelve a ser tierra de refugio para las hipotéticas víctimas de esa forma moderna de genocidio de la interrupción del embarazo. El ministro de Justicia, el hermano Ruiz-Gallardón, a quien esperamos ver hoy en la Santa Misa, dice que su ley es la más progresista del gobierno, que nos pone en vanguardia del siglo XXI. Desde luego, es una ley tan a favor de la persona que protege sus derechos incluso antes de serlo.

No os dejéis engañar por los sofismas del adversario, cuyo solo interés es la condenación de las almas. Vendrán a hablaros de los derechos de las mujeres, en especial del de la libre disposición del propio cuerpo. ¡El derecho a eliminar otra vida, concebida por decisión libre de la madre! ¡El derecho de borrar a capricho las consecuencias de nuestros actos! No existe ese derecho y, de existir, cedería ante el superior del inocente por nacer . Una vez concebida la nueva vida, el cuerpo de la mujer ya no le pertenece sino que pertenece por entero al concebido y, subsidiariamente a quienes lo representan, la Iglesia y los poderes públicos cuando están regidos por principios católicos como sucede con el Estado español que dice no profesar religión alguna, pero es fiel hijo de la Iglesia. La maternidad es un acto trascendental. Los derechos de las mujeres no lo alcanzan. Y sobre eso de los derechos de las mujeres habría mucho que hablar, pero no es el momento.

También os atacarán en vuestra fe por el lado práctico, el material, el de los hechos y no los principios. Os dirán que la ley no frenará los abortos. Unas -quienes puedan permitírselo- irán a abortar a Inglaterra o Francia y otras habrán de hacerlo en condiciones de ilegalidad y clandestinidad y, dicen, riesgo de muerte. Es posible, aunque las cifras están por ver. En todo caso, posible y muy lamentable; pero menos que aceptar que el mal se generalice y corrompa la sociedad. Recuérdese que, cuando la colectividad está corrupta por entero, Dios no se molesta en hacer leyes, sino que la destruye por el fuego, como hizo con Sodoma y Gomorra. Allí tambén había promiscuidad, homosexualidad, sodomía, prostitución y muchos abortos. Y su destino fue terrible.

La imagen es una ilustración de Frantisek Kupka titulada El dinero, para la revista satírica anarquista francesa L'assiette au beurre, de dos de noviembre de 1901.

dissabte, 28 de desembre del 2013

La socialdemocracia confusa.

La derrota electoral de 2011 provocó una sacudida en la conciencia del PSOE. Se cerraban de modo humillante dos legislaturas muy distintas. La primera, la del no nos falles, la exhiben los socialistas con orgullo como ejemplo. La segunda, la del PSOE PP la misma mierda es, terminó con lo que bien podría llamarse un voto de castigo que los dejó sin saber a dónde mirar, como un boxeador noqueado. Tal fue la confusión que convocaron una conferencia política. Es una respuesta típica. Cuando en una organización no se sabe qué hacer, se nombra una comisión. Llamarla Conferencia Política, convocar expertos, intelectuales, gente interesada, indagar por las tendencias de la sociedad, pretender una renovación programática, casi un cambio de piel o de rumbo formaba más parte de escenografía. Pasó el evento y el resultado fue múrido, aunque sus partidarios sostienen que se verá cuando esté redactado el programa electoral.
 
Entre tanto, la socialdemocracia carece de discurso propio. Va a remolque de los acontecimientos y aparece casi obsesionada por sus fortunas electorales, más bien sombrías. Tampoco es una situación extraña. Sucede con la socialdemocracia europea en general. El hecho de que los socialdemócratas alemanes vayan a gobernar en alianza con la derecha que en Francia está en la oposición, pone de manifiesto las confusiones, las incertidumbres, la anfibología de una socialdemocracia confusa, carente de una teoría.
 
Curiosamente esa falta de teoría nace de su propio triunfo. El socialismo democrático semeja una sociedad que hubiera alcanzado su objetivo social. Solo le queda disolverse ... o buscarse otro objetivo. La realización es indudable. El socialismo democrático reivindicaba la democracia frente al comunismo y otras formas de socialismos autoritarios. Hoy ningún socialista, por radical que sea, cuestiona la democracia, al menos explícitamente. A su vez, frente a la derecha, el socialismo democrático erigió el Estado del bienestar, la economía social de mercado que todos dicen respetar, incluso quienes están empeñados en acabar con ellos. Basta con escuchar a Rajoy sosteniendo, con su habitual crédito, que el Estado del bienestar es un "objetivo irrenunciable".
 
La fórmula se realizó: democracia más capitalismo regulado según el Estado del bienestar. Lo que la muy profesoral Constitución española llama "Estado social y democrático de derecho". Triunfó, venía triunfando en Europa desde los años cincuenta, y a la vista está hoy que presidió sobre la más larga etapa de estabilidad política, crecimiento y desarrollo económicos, pleno empleo,  falta de crisis y mejora sustancial de las condiciones generales de vida.

El triunfo del neoliberalismo y la consiguiente crisis económica han hecho saltar por los aires aquel modelo y no parece que haya uno alternativo distinto de la propuesta de retornar al perdido, como si las condiciones socioeconómicas pudieran repetirse en la historia. Pues, lo dicho, cuando el colectivo no sepa qué hacer, nombre una comisión.

Es un momento excelente para que los socialdemócratas europeos convoquen una especie de convención europea de la izquierda, sin exclusiones (ya habrá bastantes que se autoexcluyan) que trate de ofrecer una explicación del actual estadio de desarrollo del capitalismo. La globalización es un hecho y el nombre que damos a una situación internacional de guerra económica de todos contra todos bajo la hegemonía militar occidental crecientemente cuestionada por la potencia china y un abanico de guerras locales que se usan como mecanismos de control regionales. En esas circunstancias, ¿existe un programa de mínimos de la izquierda para Europa? Debería ser, además, uno susceptible de acordarse con la derecha conservadora, tradicionalista, nacionalista, pero no neoliberal, que la hay en el continente y hasta en España. Es el fanatismo neoliberal el causante de las crisis y cualquier táctica aconseja desactivarlo aislándolo, por el peligro que, como todo extremismo, entraña.

Además de aplicarse el tratamiento europeo, la socialdemocracia española podía proponer la convocatoria de otra convención extraordinaria en España para deliberar sobre la organización territorial del Estado y su fórmula política. La Convención debería tener carácter materialmente constituyente. Podría debatir en paralelo al funcionamiento normal de las instituciones de la monarquía parlamentaria.  Pero sin exclusiones ni cuestiones indiscutibles. Las conclusiones solo podrían ser dos: a) un acuerdo sobre alguna forma de Estado que obligara a reformar la Constitución y b) una falta de acuerdo sobre la forma de Estado, con remisión a un referéndum en España sobre el reconocimiento del derecho de autodeterminación. También podría no haber conclusión alguna. Nada nuevo, pues esa es la situación en que nos encontramos.

En cuanto a las conclusiones positivas, la reforma constitucional es asunto tasado pues la propia Constitución establece procedimientos para proceder incluso con una reforma total. En cuanto al referéndum a escala española se plantea una cuestión añadida: qué hacer si, como es previsible, los resultados en Cataluña y el resto de España están invertidos. Allí, mayoría cualificada a favor de la autodeterminación; aquí, al revés, mayoría cualificada en contra. Los catalanes se habrán autodeterminado de hecho y, por eso mismo, acumulado una razón más para hacerlo de derecho.
 
Es inexcusable el pronunciamiento de la izquierda española. Pero ¿se encuentra a la altura de las circunstancias? ¿Es capaz de hacer una propuesta propia con la amplitud de miras y la viabilidad necesarias?  La crisis española es crisis de Estado y debe tratarse a nivel de Estado. De nada sirve seguir a la derecha viéndolo como un asunto de legalidad y no de legitimidad. Está cuestionado el modelo de la transición y es absurdo ocultarlo.
 
Por cierto, esa hipotética convención podía adoptar como primera medida, invitar, al menos como observador, a Portugal. Si la izquierda propugna la unión política del continente, bien puede predicar con el ejemplo.

divendres, 27 de desembre del 2013

La mendacidad de los corruptos.


El leader más incompetente de Europa, según feliz definición del eurodiputado británico Nigel Farage, el dirigente más mendaz, falso, desacreditado y tramposo del continente comparece ante los medios y porque no le queda otro recurso. Si por él fuera, reduciría los medios a uno solo y fiel a su dictado, como hacia su modelo e inspirador ideológico, Franco. Eso ya no es posible (al menos de momento) y, al no haber otra salida, acepta la rueda de prensa pero solo para colocar la acostumbrada sarta de mentiras, responder -si le place- las preguntas cómodas e ignorar la otras con su característica chulería de cacique de provincias, su verdadera naturaleza. Los periodistas y, a través de ellos, los ciudadanos, experimentan la impotencia de quien es ignorado, burlado en sus derechos por un individuo sin autoridad, dignidad, ni categoría, sospechoso de corrupción, amparador y cómplice de corruptos y hasta delincuentes, embustero, cínico e inmoral; un individuo al que sus lacayos en la prensa celebran con alharacas y que se vale de una autoridad ilegítimamente conseguida para violar todas las normas de la moral pública.

El balance del jefe de esta asociación de presuntos mangantes que se hace pasar por partido político por lo de las subvenciones, corona un año de arbitrariedades, latrocinios, mendacidades, ridículos, estulticias y abusos con una intervención que podrá pasar a los anales de la de indecencia discursiva de no ser porque es igual a todas las suyas.

El año 2014, dice el mendaz, será el de la recuperación. Dicho 24 horas después de que el gobierno "congele" el salario mínimo en 645 euros mensuales. Otra mentira de estos embusteros empedernidos porque no es una congelación sino una bajada o reducción, ya que si el dicho salario se mantiene pero todos los precios suben (transportes, luz, etc), no es una congelación sino una bajada, una reducción, un recorte, otro latrocinio de quienes permiten que los banqueros supuestamente delincuentes se lo lleven crudo.

El PP, prosigue el mendaz, seguirá "colaborando con la justicia". Eso cuando la policía ha entrado a registrar la sede central por orden del juez. No se le ocurre -o se le ocurre, pero no lo dice- que lo lógico cuando la policía registra la sede de tu partido en busca de pruebas de tus fechorías es dimitir y convocar nuevas elecciones. Ni hablar, añade el mendaz, continuaremos colaborando con la justicia como hemos hecho hasta ahora: destruyendo discos duros, suprimiendo registros de entrada, borrando los correos de los imputados, o sea, ocultando pruebas. Seguiremos colaborando con la justicia obstruyéndola, amenazando y persiguiendo a los jueces independientes.

La ley Rouco/Gallardón contra las mujeres que el untoso ministro de Justicia ha bautizado con un nombre tan falso como cursi (fiel trasunto de su personalidad) es, dice el embustero compulsivo, "equilibrada". Una expresión cuya estolidez pretende señalar que la ley no suprime todos los derechos de las mujeres sino solamente los que molestan a los curas y su monaguillo Gallardón.

El mendaz compareciente corona su sarta de engaños y embustes asegurando que él esta siempre dispuesto al diálogo excepto sobre aquello sobre lo que no le da la gana. Y eso es lo más infumable de esta historia: que a la mendacidad del sujeto se una siempre la arrogancia, la prepotencia, la chulería de quien, en el fondo, no se considera representante o delegado de los ciudadanos sino su amo y señor.

Solo hay otro pájaro en esta manga de presuntos mangantes empeñados en hablar de política cuando lo suyo es el trinque, que se iguale al primer mendaz: el engreído que ha perpetrado ese proyecto de ley contra las mujeres. Dice este necio con ínfulas de intelectual que él tendría un niño con graves malformaciones por convicción personal. Es tan estúpido, tan fascista y totalitario, que no le parece repugnante imponer por ley a los demás sus convicciones personales. Tenga usted todos los hijos que quiera y como quiera pero, ¿de dónde saca que tiene derecho a obligar a los demás a hacer lo que usted hace por "convicción personal"? ¿No ve que eso es de bárbaros? Bueno no solamente este bárbaro no se considera bárbaro sino que mostrando la raíz misma de su muy justificado complejo de inferioridad, sostiene que su bárbara ley feminicida acaba con la "superioridad moral de la izquierda". Esta pandilla de mangantes lleva casi quince años acabando con la "superioridad moral de la izquierda". Empezó hace decenio y medio Esperanza Aguirre y en ello siguen con lo que demuestran ser en esto tan buenos como en todo lo demás.

¿Merece respeto este mendaz y la banda de presuntos que encabeza? No, en absoluto, en la medida en que un presidente de un gobierno supuestamente corrupto y tan supuestamente corrupto como ese mismo gobierno, comparece ante la prensa a mentir descaradamente a toda la ciudadanía -como ya lo hizo en el parlamento- y a despreciarla con altanería y soberbia cuando ni siquiera se digna contestar las preguntas que le hacen los periodistas y que son las que le plantean los ciudadanos. ¿Respeto un embustero patológico, presunto cogedor de sobres en negro, amigo de delincuentes, amparador de corruptos que lleva dos años escurriendo el bulto por los pasillos, ocultándose de la prensa, falseando las comparecencias, mintiendo en sede parlamentaria, censurando, engañando y abusando de la autoridad que detenta? Ninguno.

Y él lo sabe de sobra. Por eso ha encomendado a ese amigo suyo, sectario del Opus, neurótico del orden público con fantasías de omnipotencia infantil, una ley mordaza monstruosa para reprimir a la población cuando sus embustes y mendacidades provoquen indignación y protestas. En contra de lo que dice Milton, la mentira se impondrá siempre a la verdad a base de abrir la cabeza a la gente a palos.

El neoliberalismo totalitario.

En la memoria colectiva están las frecuentes andanadas, muchas sandungueras, de Esperanza Aguirre contra el Estado, la administración pública, los funcionarios a los que a veces califica de vagos, contra lo público en general. Están en la onda de las que, con mayor prosopopeya, larga Aznar en cuanto puede sobre la ineficiencia del sector público, el envidiable dinamismo del privado, etc. Suelen ir acompañadas de las resueltas recomendaciones de la FAES, el think tank dedicado a la muy lucrativa tarea de demoler el Estado del bienestar.

En conjunto, esos discursos se limitan a reproducir las simplezas y los sofismas de la revolución neoliberal de los 80s, acaudillada por Reagan y Thatcher, iconos de Aguirre. El galán de cine y la hija del tendero. Pura sociedad civil vigorosa en acción. La insurrección de la gente normal contra las demasías colectivistas. La elegancia manda pasar por alto la circunstancia de que quienes elaboran ese discurso antiestatal en España suelen ser funcionarios del Estado, inspectores de Hacienda, técnicas de Turismo, abogados del Estado, etc. Y se pasa por alto porque se trata de un argumento ad hominem, impropio del juego limpio discursivo. Pero no deja de tener gracia. Estos funcionarios neoliberales personifican la refutación de las teorías weberianas sobre la racionalidad de la burocracia. Y no digamos nada de la loca pretensión hegeliana de la eticidad del Estado. Vamos, hombre, el Estado es el problema, dejó dicho el ex-actor.

Ya casi nadie cuestiona la idea de que el triunfo de esa revolución, la desregulación de los mercados financieros, fue la causa del desbarajuste y la crisis actual. El "casi" hace referencia a los ideólogos neoliberales más empecinados, según los cuales la crisis se debe al exceso de regulación. Conflicto imposible de resolver porque es el problema de la relatividad del veneno. La convicción general es que, de una forma u otra, hay que regular los mercados. Porque, además, es lo que se hace, aun diciendo lo contrario. Desregular por ley es tan intervención como regular. Y legislar sobre contratos laborales, salarios mínimos, subsidios de desempleo, incentivos al empleo, acceso a la sanidad, a la educación, es regular, es intervenir; intervenir a favor de unos y en contra de otros, igual que la regulación es intervención a favor de los otros en contra de los unos. Por qué haya de ser mejor la desregulación que la regulación es algo que no cabe dirimir teóricamente; hay que remitirse a los hechos. Y los hechos cantan: es peor la desregulación.

Todo esto es música celestial para los neoliberales españoles que van de catecismo. Su desregulación es una especie de frenesí intervencionista que los lleva a legislar sobre todo, no solo sobre lo anterior, sino sobre el orden público y hasta los ámbitos privados de los ciudadanos, el terreno de su libre decisión. El ministro de Justicia afirma que él sí tendría un hijo con malformaciones graves como una convicción personal. Y ni se le pasa por la cabeza que quizá no tenga derecho a imponer sus convicciones personales a los demás por ley. ¿O cree que sus convicciones personales son superiores a las de los demás? Legislan sobre la intimidad de las personas. Para ser neoliberales parecen totalitarios. Porque lo son. Todo el nacionalcatolicismo español se ha hecho neoliberal y, al tiempo que se vale del Estado para bajar los sueldos, se mete en las relaciones entre privados y en sus alcobas. El Estado es el problema, pero ellos quieren regularlo todo desde el Estado, oída, desde luego, la iglesia, madre veneranda. No se olvide, es neoliberalismo nacionalcatólico, de peineta, rosario y via crucis.

Convierten en públicos por mandato cuerpos privados de seguridad. Son neoliberales pero abusan del Estado al tiempo que lo desmantelan. O lo uno por lo otro. La política de su partido es la típica captura de rentas en y a través de la administración pública, cosa que también sucede con el PSOE en Andalucía. Pero el PSOE dice no ser neoliberal. Los neoliberales de casta, al estilo nacionalespañol, no solo capturan rentas sino que han patrimonializado la administarción pública, gestionada en muchos casos con criterios de expolio y saqueo. Estos neoliberales han creado una amalgama confusa entre lo público y lo privado, borrando una distinción de siglos, que ya se daba en el Imperio romano.

En manos de los neoliberales hispánicos el Estado vuelve a ser el comité que gestiona los asuntos de la clase dominante, según el criterio marxista clásico. En los 70s se dio una controversia típica de la época entre quienes hablaban del Estado capitalista y quienes lo hacían del Estado en la sociedad capitalista o Poulantzas vs. Miliband. Entre tanto llegaron los galgos y los podencos y se los comieron. La polémica se resuelve en su panza. El Estado se gestiona como una empresa privada, pero como una empresa en y de liquidación.

Como buenos totalitarios los neoliberales españoles tienen un formidable aparato de propaganda en el que interviene activamente la iglesia con abundante munición ideológica y sin abstenerse de ir a la calle en defensa de sus creencias, consistentes en imponerse a todos los demás. Además del mencionado think tank, cuenta con emisoras de radio y TV, algunas directamente gestionadas por la iglesia, periódicos, editoriales, universidades y todo tipo de centros de agitación y propaganda. Junto a ellos, una tropa de ideólogos, intelectuales, periodistas, que van de tertulia en tertulia, defendiendo denodadamente a sus empleadores. Y no suelen ser baratos los mozos, no, aunque tampoco vuelen muy alto.

En su discurso el Rey aludió a los intelectuales. Si no me equivoco es la primera vez que este estamento de licenciosas costumbres es tocado por la real palabra. Supongo que el buen hombre ve el problema de España (o sea, Cataluña) tan complicado que, a la desesperada, invoca las fuerzas del averno, los brujos, los adivinos o los payasos que de todo suele haber en las relaciones entre el poder y los intelectuales. A ver, muchachos, se necesita una nueva interpretación, una definición nueva de España, cosa de ideólogos. La última, la de la unidad de destino en lo universal, parece no funcionar. Hay algunos empeñados en tener otro destino.

Por cierto, los vascos están preparando otra movida de revisión del estatuto. Un nuevo frente para un gobierno desbordado que no sabe ya a cuál atender.

Un par más de dosis de este neoliberalismo nacionalcatólico, carcunda, totalitario y acabamos todos marcando el paso haciendo sonar marciales unas botas que, por supuesto, habremos pagado de nuestro bolsillo.

(La imagen de Aguirre es una foto de Wikimedia Commons, con licencia Creative Commons. La de Thatcher es una foto de Vectorportal, aquí reproducida con mención de la fuente, que es la condición exigida en su página.)

dijous, 26 de desembre del 2013

¿Qué pasa en el PSOE?

Doña Trinidad Jiménez, en nombre del PSOE, ha calificado el discurso del Rey de comprometido, cercano y realista así como trascendente y profundo. ¿Quizá no hemos escuchado el mismo discurso? En la entrada de ayer, Cómo engañar a la tropa, Palinuro se hacía cruces de los juicios que esa alocución  del Rey/Rajoy merecía a algunos comentaristas habituales. Ahora toca a los partidos de la oposición, aparentemente también afectados por el síndrome del cortesano agradecido. No todos, bien es verdad. Cayo Lara, hombre llano, concluye que el Rey vive en una burbuja, ajeno a la dura realidad. Se acerca más a la diana, pero no da en el blanco. El Rey vive en una burbuja en todo cuanto afecte a la dura realidad de la ciudadanía; pero vive en la dura realidad que le afecta a él o a su familia. Y la vive muy de cerca, pendiente de  ella. Él es, él mismo, la dura realidad.

La dura realidad es que en España no todos somos iguales ante la ley, dijera él lo que dijera en el discurso del año pasado. El fiscal anticorrupción se opone a la imputación de la infanta y acusa al juez de instrucción de querer imputarla "por ser quien es" que, como argumento jurídico, es insólito. Es imposible evitar la convicción generalizada de que la ley no es igual para todos. Y esa es la dura realidad que el Rey representa ya por el hecho de ser Rey cuando la propia ley se rinde ante él. No ignora el Rey la dura realidad. Al contrario, la representa.

El ministerio fiscal parece actuar como defensor de los gobernantes por principio. Se opone a que Matas entre en la cárcel mientras se tramita su indulto; se opone a la investigación de los correos de Blesa, pero apoya la de quien los filtra; se opone a la imputación de la esposa de Ignacio González en el turbio asunto del ático marbellí; se opone a todo lo que moleste al gobierno o a sus afines. Todo eso es la pedrea de la dura realidad de los ciudadanos y, a partir de ahí, el pedrisco: la impunidad de los estafadores, la corrupcion de innumerables gobernantes, los negocios de otros tantos, los saqueos de los dineros públicos, los tráficos de influencias más escandalosos, el paro inaguantable, la precariedad, la explotación, los recortes de servicios e ingresos, el empobrecimiento, los desahucios, la privación de derechos, la represión.

La valoración de Jiménez produce pasmo y algo de sonrojo. No diremos que el PSOE podría recordar que el último régimen legítimo en España, abolido por la fuerza de las armas, fue la República. Pero de ahí a encontrar trascendente el insulso recitado del programa del gobierno que hizo el monarca media un abismo. No se puede ser tan cortesano y tiralevitas. Salvo que, en el fondo, el halago no vaya dirigido al Rey sino, precisamente, al gobierno.

El PSOE no ignora que en ningún caso, jamás, podría el monarca decir algo como jefe del Estado que contradijera en lo más mínimo a los gobernantes. Y no porque ello sea metafísicamente imposible sino porque este gobierno en concreto  no lo permitiría. Si el PSOE ignora esto resultará ser más inepto de lo que parece. Sin embargo tiene abundantes pruebas -como las tenemos los ciudadanos- de que el gobierno ha transgredido todos los límites de lo que, para entendernos, llamaremos convenciones democráticas, muchas de ellas no escritas, pero seguidas inmemorialmente por las democracias más consolidadas, empezando por el respeto a la división de poderes.

El gobierno ha entrado a saco no ya en los muy problemáticos consensos de la transición, sino en territorios más evidentes y concretos relativos a la rendición de cuentas de los gobernantes, el respeto al principio de legalidad, la autonomía de los otros poderes, los derechos de los ciudadanos. Es decir, se ha instalado en lo que los liberales clásicos (los de verdad) llamaban la tiranía de la mayoría. Ciertamente, a la vista de barómetros y sondeos, esa mayoría ha desaparecido y la intención de voto del partido del gobierno es escasa. Pero eso es irrelevante. Fue mayoría y a ello se agarra. Sin embargo la mayoría también tiene límites y el gobierno ha demostrado no respetarlos. ¿Y cree el PSOE que va a respetar la hipotética autonomía del jefe del Estado? Eso es imposible. Por tanto, los ditirambos de Jiménez van dirigidos, en el fondo, al gobierno, el autor del discurso. ¿Con qué intención? Hagan apuestas.

La clave del misterio está en Cataluña. La rebelión catalana tiene al nacionalismo español de los nervios porque no le encuentra solución. Por eso trata de reconstruir a toda prisa la figura de una instancia superior, indiscutible, una egregia magistratura por encima de las luchas faccionales y echa mano de la Corona que lleva una larga temporada en una pendiente de descrédito sin paliativos. Un descrédito que no mejorará si sigue actuando como la voz de su amo. La palabra mas frecuente en el discurso fue unidad y sus derivados, unión, unidos, etc. El hilo de Ariadna con el que el nacionalismo español aspira a salir del laberinto en el que él mismo se ha metido. Es una táctica errónea y, probablemente, suicida. Si el PSOE vincula su destino al de la Monarquía, lo seguirá. Y no está claro cuál sea. Y no lo está por la cuestión catalana, frente a la cual ninguno de los dos partidos dinásticos tiene nada nuevo o viable que proponer.

El respeto a las reglas del juego es incuestionable, aseguró el Rey (iba a escribir el Roy). Son, sin embargo, las reglas del juego las que se cuestionan. Se adoptaron -con más o menos legitimidad para hacerlo- en un momento dado y el único argumento que se esgrime para instar a su mantenimiento, presente en el discurso regio, es que "han dado buen resultado".

 A la vista está. 

dimecres, 25 de desembre del 2013

Cómo engañar a la tropa.

Tan esperados como el discurso Nochebuena  eran los comentarios de habituales opinantes en los medios. Madre mía. No hablo de los del batallón de húsares del Rey pues esos, ya se sabe, levitan con su palabra. Entre los demás, satisfacción generalizada. Mejor o peor, un monarca en su sitio, realista (en el sentido filosófico, no del blasón), centrado, oportuno, moderado, con sus toques de atrevimiento. Alguno incluso lleva su fascinación al extremo de hablar de una giro a la izquierda. Eso es fe. Fe de Jingle bells. Majestad, os los habéis metido a todos en el bolsillo.

¿A todos? Bueno, no a todos. Siempre hay por ahí algún descreído, escéptico y hasta cínico contumaz que critica acerbamente las manifestaciones reales. Tomo como ejemplo ese cascarrabias de Arturo González quien pone al Rey, con razón, de chupa de dómine por haber pronunciado un discurso que califica de inútil. Inútil para González y para Palinuro y para más gente aunque, según se ve, no tanta, pues muchos parecen haber encontrado en él solaz y consuelo. Pero no inútil para el gobierno.

Lo primero, lo más evidente, lo palmario de este discurso es que el Rey no ha dicho ni dejado de decir nada que no diga o deje de decir Rajoy. Es un discurso de Rajoy punto por punto y coma por coma. Del Rey no hay ni las buenas noches. Hasta el lema preferido del presidente, España es una gran nación, salió a la palestra. Verdad, Juan Carlos se lo atribuyó a su hijo. Estaría bueno que citara a Rajoy como fuente. El Príncipe de Asturias también lo va soltando por ahí por órdenes estrictas del gobierno. Padre e hijo son presas de un presidente que, como Napoleón en Bayona, les dicta lo que tienen que decir y hacer, sin permitir ni tanto así de autonomía. Y esta es la realidad del discurso borbónico: una pieza censurada al milímetro por el gobierno. Puede que esta derecha no gobierne; puede, incluso que esté cometiendo todo género de irregularidades; pero lo que tiene muy clara es la necesidad de la propaganda, de controlar los mensajes que llegan a la ciudadanía, adoctrinar en todas direcciones. La expresión tampoco es de Rajoy, sino que la tomó del título de un libro de Mayor Oreja. ¿Está claro? La fuente de inspiración última, el soplo de la musa del soberano viene de Mayor Oreja.

El Rey se ha mostrado modesto. Ciertamente. No está el horno para bollos, con una monarquía desprestigiada, en manos de unos medios de comunicación públicos y privados que el gobierno controla y pueden llegar a ponerse muy desagradables si les da por meterse con la Corona. En cualquier momento un juececillo de tres al cuarto le imputa a la hija. Y él, además, no puede ni tenerse en pie. No es para salir sonriendo. Es una modestia impuesta por las circunstancias. En ese estilo un poco délfico, el buen hombre asume someterse a las pautas de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad, como si no las hubiera reclamado ayer y siempre. "A partir de ahora seré transparente". Cosa tampoco cierta, pues sigue sin saberse el monto real de su fortuna.

Con todo, es la única referencia a la corrupción (palabra no pronunciada) que aparece personalizada. Es trago amargo a estilo Bayona. Hay otra alusión a la "falta de ética" o algo así, achacándosela a toda la sociedad y evitando escrupulosamente cualquier asociación de ideas por remota que sea entre esa falta de ética y el gobierno. Si acaso, la vida pública y los dirigentes. Lógico. Aquel, como sabe todo el mundo, está elaborando fórmulas para purificar la cosa pública, castigar los desmanes y hacerlo todo transparente. No va a dejar que el Rey se vaya de la lengua.

¿Y qué me dicen de esa afirmación como al desgaire de que España se observan indicios de recuperación que se están empezando a ver? Eso es Rajoy en estado puro. Igual que la referencia a la reducción del paro como única forma de salir de la crisis, algo que el presidente repite sin cesar. Por no hablar de ese tributo o saludo o recuerdo entrañable del monarca a los emprendedores y trabajadores autónomos, dos entes de razón de la derecha con los que espera reabsorber el desempleo al igual que aspira a la colaboración de la Virgen del Rocío en tan titánica tarea. Nada que no diga Rajoy. Este también se lamenta por la suerte de los más golpeados por la crisis y dice sentirlo mucho. Pero asegura al tiempo que, si perseveramos y estamos unidos, saldremos de esta, pues de otras peores hemos salido. ¿Quién habla, el Rey o Rajoy?

Hay un párrafo real casi insultante: Gracias, en definitiva, al conjunto de los ciudadanos por vuestro ejemplo de responsabilidad y de civismo en tiempos ciertamente diifíciles. Traduzco: gracias por ser dóciles y aguantar carros y carretas. Aquí Rajoy es menos iluso. Aunque también da las más efusivas gracias al pueblo español por su mansedumbre, como no se fía, tiene preparada una Ley Mordaza y dispone de una policía pertrechada hasta los dientes para machacar toda protesta y a la que paga suculentos suplementos de "productividad", supongo, por apalear ciudadanos.

Y, por supuesto, la monserga de la unidad, verdadera obsesión del discurso. Unidad para salir de la crisis, para regenerar éticamente la vida pública y unidad para preservar nuestra diversidad que tan ricos nos hace. Unidad para hacer frente a quienes, malvados, hablan de la decadencia de nuestra sociedad y de nuestras instituciones que, como puede verse mirando la que él encarna, gozan de envidiable salud. Unidad de los espíritus (pues nunca se habla de territorios ni pueblos ni, por supuesto, se nombra ningún otro gentilicio que el de "españoles") que se reconocen respetuosamente como diferentes, pero unidos. Unidad a la sombra del respeto a las reglas del juego aprobadas por todos, coronado con un concluyente Esta es una verdad incuestionable que debemos tener muy en cuenta. ¿Esta entendido o tiene que salir Rajoy a explicarlo? In-cues-tio-na-ble.

Lo único taxativo es que el Rey no abdica. En esto coinciden la voz y el mando. El Rey no quiere abdicar pues, ¿a dónde irá que más valga? Rajoy no quiere al rey abdicado porque prefiere lo malo conocido a lo bueno, etc. Comunidad de intereses y colorín colorado.

Hay quienes ven señales para el optimismo en este discursillo del Rey y no una prueba más del estrecho, asfixiante, control que el gobierno de la derecha ejerce sobre todas las instituciones, empezando por la más alta magistratura del Estado. Deben de ser los mismos a quienes Gallardón y Wert se la pegaban haciéndose pasar por derecha civilizada. Unos linces.

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su ”aviso legal”).

dimarts, 24 de desembre del 2013

Esta noche hablo yo.

Sí, mis queridos súbditos, para mí esta es una noche más de trabajo, de entrega y servicio a España, hoy como hace 38 años, Desde aquel aciago 1975, cuando la muerte se llevó a mi antecesor, el general Franco, cuya obra he proseguido fielmente, aunque adaptándola a los tiempos de libertad y democracia, como hubiera hecho él que, en el fondo, era un monárquico leal y un demócrata. Entonces prometí que jamás diría nada en menoscabo de su excelsa figura y así ha sido pues, a diferencia de Rajoy, yo cumplo mis promesas. ¿Cómo podría no hacerlo cuando se trata de la memoria de quien fue mi preceptor , mi verdadero padre? Mi padre biológico tuvo la grandeza de eclipsarse en un acto de sublime servicio a España y yo pude proseguir la tarea que me encomendó mi padre ideológico. Y en la brecha sigo.

Voy a comparecer ante vosotros en un momento especialmente crítico para España, para sus instituciones, para la Corona y para mi Real Casa, hoy injustamente castigada con habladurías, infamias y calumnias que tanto sufrimiento nos causan a mí y a mi familia. Hay, me consta, una expectativa altísima por escuchar qué voy a decir y cómo voy a tratar los escabrosos asuntos que nos tienen en el ojo de todos los medios. Pero no todos están igualmente interesados. La TV vasca omitirá mi discurso, como suele pasar en esa comunidad irredenta. Según parece, la TV3 catalana seguirá sus pasos y me silenciará. Una oportuna huelga del personal facilita esta obra de ocultación al servicio de un nacionalismo repentinamente recrudecido. También hay una campaña en las redes, encabezada por los perroflautas del 15-M para que la gente apague la tele durante mi alocución. Es decir, es posible que, al final no haya nadie al otro lado a escucharme. Solamente el príncipe de Asturias y ese por ver si abdico de una vez. Me conozco yo mi ganado.

Por eso, temeroso de no encontrar audiencia o encontrar solo la de la TVE de Somoano, lo cual viene a ser lo mismo, he decidido aprovechar todas las ocasiones para sincerarme con vosotros. Y una de ellas me la ha ofrecido este Palinuro, un republicano de pura cepa a quien no duelen prendas. Él dice ser troyano, pero yo sé que es tirio y, en el fondo, un buen español. Le agradezco la gentileza de su plataforma pues, ¿a qué ocultarlo? el discurso que habré de leer ante la cámara, y ya viene escrito desde La Moncloa, me obligará a hablar del esfuerzo de todos, con el gobierno a la cabeza, por sacar a nuestra Patria del marasmo heredado y a subrayar cómo ya se ven los brotes verdes, las luces, la recuperación y se oyen las músicas celestiales. Me obligará a recordar cómo la grandeza de España se debe a su indisoluble unidad, la base pétrea sobre la que el país ha recuperado sus esencias cristianas, su amor por el orden público, su respeto a la autoridad, su gallardo desprecio por la educación y la cultura, venenos propios de los afrancesados. Con un recuerdo a aquellos compatriotas que, impulsados por el afán aventurero tan propio de los españoles, se han marchado al extranjero. Y todo bajo la guía inmarcesible de unos hombres íntegros, probos servidores públicos que han sacrificado su vida al servicio del Estado, sin lucro ni beneficio personal algunos.

Hasta yo sé que todo eso es una patraña. ¿De qué me gustaría hablar a mí? Es obvio: de lo difícil y sacrificado que es reinar en un tiempo de chismorreo generalizado, un tiempo de universal información, sin respeto por nada ni por nadie. Miles de cámaras en todas partes, cientos de micrófonos, de grabadoras, de móviles, de testigos inadvertidos, airean todos nuestros movimientos, incluso los más recónditos, los más íntimos. Cierto, la Constitución me hace inviolable, pero pago ese privilegio al precio de ser vilipendiado en público, objeto de risas y chirigotas que en otros tiempos más hispánicos costarían muy caro a sus hacedores. 

Gracias a esta maledicencia popular universal la gente sabe que cazo elefantes en el África mientras mis súbditos buscan comida en los contenedores. Sabe asimismo que he amasado una fortuna, según se chiva ese maldito New York Times que la calcula en 2.300 millones de dólares. Una pasada. Seguro que cuentan el valor del Patrimonio Nacional afecto a mi persona. Sabe además que tengo ciertos asuntillos con una princesa alemana de buen ver, gracias, también a la indiscreción de ese  periódico chismoso. Aunque reconoce que se trata de una utilísima asesora para operaciones de altos vuelos, también presta oídos a la murmuración popular que nos hace íntimos a Corinna y a mí. Y eso, con la fama de la dinastía, es un dardo envenenado. 

Corinna aparece ahora relacionada con mi otra cruz, ese yerno pinturero que, según dicen, ha  desvalijado media España y ha metido en danza a mi hija, infeliz como un repollo. ¡Y yo diciendo el año pasado que en España la justicia es igual para todos! Eso me pasa por no tener el coraje de Rajoy quien sabe y predica desde jovencito que la igualdad es una quimera producto de la envidia. ¿Cómo va a ser igual mi hija a, digamos, una tonadillera? Eso lo entiende cualquiera. En cuanto al yerno, mal rayo lo confunda. ¿No podía dedicar sus atenciones al mundo de las grandes empresas internacionales, de los consorcios mundiales de los que Corinna, precisamente, sabe mucho? Pues, no. Había de mezclarse con esa manga de políticos rateros, unos chorizos advenedizos metidos hasta las cejas en una corrupción pringosa. Lo saco del vil arroyo, lo ennoblezco casándolo con mi hija y ¿cómo me paga? Haciendo trapicheos con esos robaperas del PP, unos patanes que solo están a forrarse. A ver ahora cómo salvamos el buen nombre de la Monarquía. No hace falta recordar que los barómetros y sondeos (puñetera manía de preguntar a la gente lo que piensa) reflejan una imagen crecientemente negativa de Corona que yo encarno con la misma voluntad de entrega y sacrificio de hace 38 años.

Por fortuna, los sectores más responsables del país, conscientes del peligro de desmoronamiento, cierran filas en apoyo del trono y, por descontado, del altar. La prensa, toda ella, sigue tratando nuestros asuntos con guante de cabritilla. Hace poco, una presentadora de la tele daba por buena la cifra de ocho millones de euros como presupuesto total de mi Casa. Luego salieron las comadrejas de sus guaridas y empezaron a hacer números, demostrando el cuento de los ocho millones porque el presupuesto de la Casa Real española es el más alto de Europa. Pero la prensa sigue incólume. Godó, ese pequeño Grande de España propietario de La Vanguardia ha visto la luz, se ha librado de Antich, el portavoz de Mas, y ha puesto en su lugar a Carol, unionista español. De la iglesia no puedo estar más satisfecho. Me tiene en sus oraciones y devociones y no parece inquietarse de que mi familia sea el reino del divorcio. Lo mismo cabe decir del poder judicial. Si la Justicia en España se administra en nombre del Rey habrá de hacerse en todas sus esferas. El fiscal anticorrupción se dejará empalar antes de admitir una imputación penal a mi hija. Eso es sentido del Estado, algo muy conveniente porque si bien es cierto que puede haber Estado sin justicia (a la vista está en la política de indultos del gobierno), también lo es que sin Estado no hay justicia.  

Mi especial agradecimiento a los partidos políticos, esencia misma de la democracia, sobre la que se asienta la Monarquia. Singularmente, los dos dinásticos, el centro-derecha y el centro-izquierda, imagen de la balanza con sus dos brazos; icono de la justicia. Los dos partidos son oficialmente monárquicos, el de la derecha porque siempre lo fue, bien por convicción, bien por respeto a la figura de Franco; el de la izquierda porque ha comprendido que solo la corona garantiza un reparto algo más favorable (no equitativo, por supuesto) de la tarta del poder en forma de ministerios, secretarías de Estado, direcciones generales y mil y una canonjías que se distribuyen según un riguroso spoils system o sistema de despojos. Tengo confianza en su secretario general. Es un hombre de palabra, no como Rajoy, de quien no me fío un pelo. Es capaz de proclamar la república si le dejan seguir mandando. Eso te daría un disgusto, ¿eh Palinuro?

En fin, Palinuro, muchas gracias por permitirme el uso de tu blog para airear mis preocupaciones. Esta noche, cuando me oigas echar cuéntas de cómo estamos progresando los españoles, cómo saliendo del hoyo, probando qué gran nación somos cuando estamos unidos (mind you, catalonians!), cómo la marca España es la admiración del mundo y la gente habla -según dice el presidente- de cuán grande será el salto adelante de nuestro país, piensa en que yo, como el resto de los españoles, no me lo creo. Lo decía al principio, es mi noche de trabajo, por eso me pagan. Venga, a contar trolas. Recuérdame que quiero nombrarte gobernador de la ínsula Barcenaria.

dilluns, 23 de desembre del 2013

Más europeos contra el fascismo del gobierno español.

No es solamente la ministra francesa de Derechos de la mujer, al fin y al cabo, socialista, de origen árabe y ¡mujer! la que protesta por ese proyecto de ley contra las mujeres que acaba de perpetrar el monaguillo Gallardón por orden de los curas, que son quienes mandan en España. También el viejo, respetado y muy influyente "The Times" británico critica con dureza ese engendro nacionalcatólico en un editorial titulado "abuso de poder".

Como los fascistas del gobierno ignoran el inglés (entre otras muchas cosas), Palinuro les traduce dos párrafos (uno al comienzo y otro al final) del editorial en cuestión al tiempo que se felicita por esta nítida posición de dos grandes países de esa avanzada Europa de la que estos carcundas cada vez nos alejan más. Ojalá Europa entera alce su voz en contra de este gobierno franquista. Es una esperanza de los demócratas españoles.

"El proyecto solo lo apoya una pequeña minoría. Rompe un principio de política democrática al substituir el juicio privado de los ciudadanos individuales por las órdenes del Estado. Socava el pluralismo, restringe la libertad, hace retroceder a las mujeres en la sociedad española, daña la vida de familia e inflige daños psíquicos y físicos a las mujeres que a veces se encuentran en situaciones desesperadas. Es una mala ley que tendrá consecuencias previsibles lamentable".

El último párrafo:

"Meter del derecho penal en los asuntos de la salud de la mujer y la reflexión en conciencia es un abuso de poder del gobierno. Un gobierno constitucional no invade zonas de juicio personal que la mayoría de los ciudadanos considera que pertenece al ámbito de la familia. La ingeniería social es propia de los gobiernos autocráticos. Los amigos y aliados de España deben pedir al señor Rajoy que se lo piense dos veces".

Si yo fuera ministro de Justicia y un periódico tan serio y conservador (o, sea, de mi partido) publicara un editorial de ese calibre sobre una ley mía, se me caería la cara de vergüenza. Pero yo no soy ministro de Justicia y el ministro de Justicia "conservador" español, como todos los nacionalcatólicos fascistas, carece de vergüenza. Los señores de "The Times" no saben de quién están hablando: auténticos truhanes sin principios ni dignidad, al servicio de los curas.

Una ley retrógrada y misógina. O sea, española.

A algunos patriotas de la banda de presuntos la carta de la ministra francesa de Derechos de las mujeres (ya quisiéramos en España un ministerio así) les parecerá una injerencia inaceptable. Muchos otros -no menos patriotas que esos bocazas- estamos muy agradecidos. Se comprueba de nuevo que la única garantía de la democracia y las libertades en España frente al nunca desaparecido y hoy reavivado nacionalcatolicismo fascista es Europa. Y un poco más, incluso. Si queremos tomarnos en serio a nosotros mismos tenemos que ir suprimiendo ya esa excusa de los "asuntos internos" de cada Estado. En una Europa vía a la unión política no puede haber "asuntos internos", sobre todo cuando se trata de ataques de los gobiernos contra sus poblaciones, como el que lleva dos años perpetrando el del PP, escudándose en una mayoría absoluta que obtuvo con engaños e ilegalidades ahora bajo escrutinio de los tribunales. Al extremo de que la policía judicial ha registrado la sede del partido del gobierno como si fuera una cueva de ladrones. Y no muy lejos se halla.

Al margen de las medidas de política económica injustas, que se ensañan con los más débiles y amparan y privilegian a los más ricos, la labor legislativa del gobierno hasta la fecha está inspirada en un propósito tan antipopular y liberticida que parece como si se dictara para un pueblo conquistado por la fuerza de las armas y al que fuera necesario sojuzgar, reprimir y, si se tercia, aniquilar. Por si la ley liquidadora de la enseñanza pública del monaguillo Wert y la ley mordaza de palo y tentetieso del sectario santurrón Fernández Díaz fueran poco, el otro chupacirios del gobierno, Gallardón, acaba de presentar un proyecto de ley en contra de las mujeres que entronca a la perfección con lo más inicuo, lo más oscurantista, misógino y bestial de la tradición española. Una ley bestialmente española.

Ha faltado tiempo al principal representante de la superstición nacionalcatólica, Rouco,  para relamerse de gusto en los medios en defensa de este proyecto feminicida que las sumisas cipayas del PP aplauden a rabiar. A este respecto, tiene interés la carta abierta que Elena Valenciano ha dirigido a las diputadas del PP pidiéndoles que no voten el proyecto de su partido. Tengo curiosidad por saber qué saldrá de la iniciativa y cuantas mujeres del PP tendrán el coraje y la dignidad de votar contra un proyecto de ley que las degrada a la condición de máquinas de parir y sin derechos. No prejuzgo. Veremos. Es como un experimento para ver si hay diferencia entre lo que se llamaba el "socialismo científico" y el "utópico".

A estas alturas, ese impresentable proyecto de ley está más que visto y destinado al cubo de la basura en cuanto en España vuelva a haber un gobierno democrático, respetuoso con los ciudadanos. Como la ley contra la educación pública y la ley mordaza. Toda esa basura, a la basura. Además del carácter reaccionario e inhumano del proyecto de ley contra las mujeres, Palinuro ya ha puesto de relieve sus dos falacias más llamativas que este repelente niño Vicente pretendía colar al modo jesuítico: la legalidad del aborto para los casos de violación y la consideración de la mujer siempre como "víctima", esto es, como irresponsable penal. Declarar irresponsables de sus actos a las mujeres y sostener que eso es un avance no solo demuestra estulticia y cinismo sino también -y especialmente- la degradación moral de unas mujeres capaces de aplaudir este insulto a su dignidad, su particular vivan las caenas.

Hace muy bien la ministra francesa criticando el atentado. Europa no puede permitir que el gobierno de la derecha siga legislando a la española gracias a los oficios de quien se las da de comprensivo y no es sino un zote cegado por todos los fanatismos que ya señalaba Francis Bacon en el siglo XVII al enumerar los "ídolos" que obnubilan el juicio de los seres humanos. Este proyecto, contrario al sentir mayoritario de la población española -incluidos los votantes del PP- y que solo satisface a la iglesia, empeñada en sentar cátedra discursiva sobre lo que ignora y/u odia, los incorpora todos:
  • Ídolos de la tribu. Los habituales en todo ser humano, especialmente agudos en el caso de los de inspiración fascista, como es el caso de este ministro, capaz de renovar un marquesado de Queipo de Llano, otorgado en primer lugar a un militar faccioso y delincuente que animaba a sus tropas por radio a violar a las mujeres de los milicianos. Palinuro lo señaló hace unos días y lo repite ahora: ¿cómo se atreve alguien que premia la violación de mujeres a legislar nada sobre ellas?
  • Ídolos de la caverna. Las convicciones nacionalcatólicas del sujeto, que lo llevan a creer -o hacer como si creyera- que sus fantasías son la realidad más acrisolada para el resto de los seres humanos. Y, si no actúan en consecuencia, se les encarcela.
  • Ídolos del foro. Su frecuente trato y comercio con los clérigos y otras criaturas deficitarias en condición humana lo llevan a suponer (o, de nuevo, hacer como como si lo supusiera) que el significado de las palabras, respeto, libertad, emancipación, solo puede ser el que él les da, normalmente retorcido.
  • Ídolos del teatro. Los nacionalcatólicos, herederos del espíritu de Trento, escenifican esa idea de España y lo español a la que ya queda poco para destruir lo que resta de esta nación, otrora grande. Porque ese catolicismo burro -que los curas al estilo Rouco identifican con el ser nacional español- es el principal responsable de que, como cada vez es más manifiesto, España sea un Estado fallido. Un Estado que camina hacia su desintegración porque la casta dominante sigue obstinada en imponer a la fuerza sus convicciones de secta al conjunto de la población. O sea, es incapaz de entender que una sociedad moderna y abierta implica pluralismo de valores en feliz expresión de sir Isaiah Berlin hace cien años pero que aún no ha llegado a estas feroces tierras.

Dice mi pareja con toda razón que, en este asunto de los asuntos internos hay consecuencias prácticas, de influencia inmediata sobre la vida de las gentes. Si yo soy una ciudadana francesa y, en uso de los derechos que me conceden los tratados europeos y la libertad de residencia en los países de Schengen, decido trasladarme a España (por ejemplo, una estudiante Erasmus) solo puedo hacerlo aceptando una pérdida de derechos, admitiendo que se me trate como una ciudadana de segunda y que se me obligue a ir adelante con un embarazo no deseado. No, no hay "asuntos internos" en materia de derechos de los ciudadanos. Europa no puede tolerar que los franquistas españoles legislen contra la gente de su país porque la gente de su país es ya la de los otros.

diumenge, 22 de desembre del 2013

Rajoy está tranquilo.

La policía judicial entra en la sede del partido del gobierno con orden expresa del juez de registrarla en busca de unos documentos supuestamente incriminatorios y necesarios para la instrucción de la causa. Había pedido esos papeles en agosto sin que, hasta la fecha, se le hubieran entregado. Catorce horas duraron las pesquisas policiales en las que al parecer, se ha incautado abundante información de la que se seguirán las consecuencias procesales pertinentes. Pero, políticamente, es como si no hubiera pasado nada. La policía registra durante catorce horas la sede del partido del gobierno en busca de pruebas de comportamientos presuntamente irregulares, pero el gobierno no tiene ni una explicación que dar. Que un gobierno se apoye en lo que parece una banda de malhechores es lo más normal del mundo. Y a los malhechores los acechan los jueces, ya se sabe. Cada cual en su sitio. Nada que decir. Nada serio.

Porque no es seria la respuesta de Rajoy desde Bruselas. Al contrario, es la enésima muestra de su fabulosa mendacidad. Dice el presidente que "están tranquilos" (debe de referirse al conjunto del partido o a sus dirigentes), como si el hecho de decirlo no fuera ya un desmentido. En las organizaciones complejas es imposible garantizar que en algún recoveco de las dependencias, las secretarías, las vicesecretarías, las delegaciones no haya algún papel olvidado, alguna factura problemática, algún archivo informático incriminatorio. Que se lo pregunten a Miguel Blesa, último cultivador del género epistolar.

No les llega la camisa al cuerpo y por eso se dispara la mendacidad. Sostiene Rajoy que no ha habido registro de la sede de su partido sino una simple petición judicial de colaboración que su gente se ha apresurado a prestar en virtud de su acrisolada costumbre de ponerse siempre al servicio de la justicia. Tan conocida es esta costumbre que el juez llevó la operación en el más absoluto sigilo sin informar de ella ni el ministro del Interior y, además, dio orden a los policías de entrar en la sede "por las buenas o por las malas". Casi parece un episodio de los intocables. El registro no fue un registro y la policía no fue a Génova 13 en busca de pruebas sino a presentar sus respetos a esta colección de probos ciudadanos. Pura mendacidad.

Como pura mendacidad es el ataque a los derechos de las mujeres, perpetrado por el ministro de Justicia y que ha suscitado una ola de indignación. Según juicio unánime, se trata de una norma de espíritu franquista. Se recuerda ahora que Gallardón es yerno de un ex-ministro de Franco, secretario general del Movimiento, autor de un libro de expresivo título, Sin cambiar de bandera, que ya lo dice todo. Se recuerda asimismo que es quien ha renovado el marquesado (o algo así) de Queipo de Llano, recompensa de Franco a su compañero de armas, el que animaba por la radio a violar a las mujeres de los milicianos.

Pausa. ¿Cómo alguien capaz de renovar un título con el cual se honra la memoria de quien alentaba a violar mujeres puede legislar sobre algo que las afecta directamente, el aborto? ¿Cuál puede ser su ecuanimidad, su equidad, su respeto por los derechos de las personas cuya conducta pretende regular? La pregunta es retórica y la respuesta, obvia. Los franquistas son así: en la guerra, se viola a las mujeres y, en la paz, se las sojuzga como si fueran incapaces o menores de edad.

Lo curioso de este franquista en concreto, el muy nacionalcatólico Gallardón, es que diera el pego,  convenciendo a muchos comentaristas de su talante moderado, abierto, incluso progresista. Los medios vienen ahora llenos de lamentos y amargas recriminaciones. ¿Cómo ha podido Gallardón hacernos esto?  En fin. La mendacidad se beneficia siempre de lo que unos llaman buena fe y otros simple credulidad.

Es el espíritu del franquismo: la agresión frente a la crítica o la protesta, la hostilidad hacia los derechos ajenos, la impunidad por comportamientos irregulares, incluso delictivos, el desprecio a la opinión pública y el sentir de la ciudadanía y, desde luego, la más absoluta mendacidad. El registro de la sede del PP no es un registro sino una solicitud de colaboración; la tiranía de Franco no era una dictadura sino una democracia sui generis. Da igual lo que se diga. Aquí nadie responde de nada ni dimite jamás ni da explicaciones por sus disparates. Pregúntesele también al ministro de Industria, a punto de dejar el país a oscuras y tiritando de frío. 

La mendacidad es sublime. "España es una gran nación" repite Rajoy por doquier (excepto cuando lo traicionó el subconsciente y dijo, y grabado queda, "ETA es una gran nación") y, al mismo tiempo, explica que su máxima preocupación es hacia dónde quiera ir Alemania. Esa supuesta tranquilidad nace de la experiencia franquista: se puede decir cualquier cosa, incluso desmentirse uno mismo. España es una gran nación a remolque de otra. También Franco decía que España era una, grande y... libre.No sucede nada. Nadie pide explicaciones. Y, si las pide, se le aplica la ley mordaza.

A todo esto, según algunos expertos, España puede entrar en su tercera recesión en 2014. No importa. No será recesión sino recuperación moderada, igual que los salarios no bajan sino que "crecen moderadamente". Lo que está pasando no está pasando.

dissabte, 21 de desembre del 2013

Dos sofismas de la ley contra las mujeres.

Toda la ley de ese hipócrita ultrarreaccionario respira misoginia. Está dictada directamente por los mayores enemigos de las mujeres, los curas, los que las consideran siervas de Satán, condenación de los hombres y no sé cuántas estupideces más. Toda ella, desde el principio al final.

Pero contiene dos cuestiones que llevan el sello inconfundible del engreimiento de este ministro que se piensa un nuevo Kelsen y no es otra cosa que un monaguillo bobo a las órdenes de los clérigos. Son la legalidad del aborto por violación y la irresponsabilidad penal de las mujeres en caso de interrupción del embarazo.

La violación. Si, como afirman estos falsos santurrones, de lo que se trata es de proteger la vida del concebido, ¿por qué se permite el aborto en caso de violación? También podría preguntarse por qué se permite en caso de riesgo para la madre. Pero aquí la respuesta podría ser porque el peligro de vida de la madre puede poner en riesgo la del hijo. Pero no hay tal cosa en la violación. El niño puede ser robusto y viable y la madre también, ¿por qué, sin embargo, se admite el aborto?  Porque no se atreven a prohibirlo, como, mucho más consecuentes con su inhumana doctrina, hacen los católicos en varios países latinoamericanos. La violación está aquí mal vista (gracias a la lucha de la izquierda y las feministas) y estos sinvergüenzas no se atreven a decir lo que piensan, esto es, que algo habrá hecho la violada y que prevalece el derecho del nasciturus. Como no es el caso, es claro que hay algo que está por encima del "derecho" del feto. Y si lo está la violación, ¿por qué no otras circunstancias, incluida la libre voluntad de la mujer de parir o no parir según decida? La violación, sí; la libre voluntad de la mujer, no. ¿Por qué? Porque le da la gana a esta manga de clericalfascistas.,

La irresponsabilidad penal de las mujeres. El ministro Gallardón es tan presumido, tan estúpido y tan soberbio que vende como un hito progresista que la ley no haga reproche criminal a la mujer que haya abortado sino a todos los demás que hayan intervenido. Afirma que es un paso adelante en la lucha de las mujeres por su emancipación. Lo de menos es que este medida esté copiada de las recomendaciones para poner fin a la prostitución, esto es, castigar al proxeneta y al cliente, pero no a la puta. Ya es bastante repugnante comparar una situación de explotación sexual de la que la mujer suele ser las víctima con la libre decisión de abortar. Pero hay más: a este sofista barato no parece habérsele ocurrido que proclamar la irresponsabilidad penal de las mujeres en actos libremente consentidos equivale a seguir tratándolas como menores de edad, como enajenadas. O sea, como mujeres desde el punto de vista de esta derecha insoportable, fascista y meapilas.

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su ”aviso legal”).