dilluns, 30 de setembre del 2013

Lección inaugural en la UNED.


Me ha correspondido dictar la lección inaugural de este curso en la UNED. Es un gran honor para mi Facultad y para mí personalmente y espero estar a la altura de las circunstancias. He preparado con todo esmero un texto que lleva el título de la ilustración De la legitimidad del poder y la dignidad de la política, que reproduzco a continuación. Este texto, una síntesis, será el que exponga porque la lección, ya impresa, es bastante más extensa.

La apertura se celebra en el salón de actos de la UNED, edificio de Humanidades, c/Senda del Rey s/n a las 11:30 de la mañana y tod@s l@s lector@s de Palinuro están cordialmente invitad@s.

A continuación incluyo el texto de la lección, aunque no las imágenes, sobre todo estadísticas y datos porque están en una presentación PWP y no puedo subirla, salvo que la convierta en un vídeo, habilidad que me propongo aprender pero que aún no está a mi alcance.

Actualización a las 20:30 de hoy. Ya está subido a la red el vídeo completo del acto de inauguración: aquí. En él se encuentram las intervenciones completas de la secretaria general de la UNED, un servidor, el secretario de Estado de Universidades y el rector, Alejandro Tiana Ferrer. Igualmente el texto completo de la lección inaugural que en la exposición oral hube de resumir por razones de protocolo.


Las auditorías.


El PP está de nuevo en campaña electoral. Si por un lado presenta los presupuestos de 2014, por otro reúne a sus cuadros dirigentes para organizar la reconquista del terreno perdido en intención de voto de los electores en estos dos años de gobierno. Al parecer, el gurú electoral del partido, Pedro Arriola, les ha explicado el sentido de los baremos del CIS y los ha orientado, es de suponer, acerca de cómo dar la vuelta a las encuestas, en reciente expresión de Rajoy.

Además tendrán que explicar el sentido de estos presupuestos, vendidos por el gobierno como los de la recuperación y tachados por la oposición de los del hundimiento definitivo. Las recetas son muchas pero una condensa gráficamente el contenido de todas ellas: lo peor de la crisis ha pasado ya. Es difícil defender tal cosa con unos presupuestos que prolongan los sacrificios, alzas y recortes e introducen algunos de tapadillo, al socaire de las habituales interpretaciones equívocas: no se subirán los impuestos el año que viene, pero se congela la paga de los funcionarios que es lo mismo que si se los subieran. Pero si difícil es defender que lo peor ha pasado tratándose de los presupuestos, no se dirá nada de hacerlo tratándose del escándalo Bárcenas. Decir que lo peor de Bárcenas ha pasado ya cuando todos los días gotean escándalos con él relacionados y el procedimiento sigue su curso sin que nadie pueda prever sus consecuencias, tiene mucho de voluntarismo con un punto de ingenuidad.

Por más que el PP se empeñe, el caso Bárcenas no saldrá del escenario sencillamente porque es el caso Rajoy. Por lo conocido hasta la fecha, Rajoy y Bárcenas formaban una especie de unidad para ciertos temas, actuaban conjuntamente y se daban consejas acerca de cómo encarar las dificultades, cual prueban fehacientemente los SMSs del presidente del gobierno. Así que no hay caso B sino caso B/R y ese no va a pasar a segundo plano porque los hechos aflorados que nadie ha desmentido son tan graves que afectan a la legitimidad del mando de Rajoy y lo sitúan en opinión generalizada camino de la inevitable dimisión.

Hace bien el PP en prepararse para las elecciones aún lejanas. Los arúspices vaticinan desgracia. Según sus encuestas internas podría perder la alcaldía y la Comunidad de Madrid, lo cual es muy grave en todos los sentidos, incluido el que el malicioso lector está pensando. Hay que ponerse las pilas, ha venido a decir Arriola, salir a ganar. Es prudente empezar con tiempo. Dar la vuelta a las encuestas no es tarea fácil, sobre todo si no hay con qué.

¿Y la oposición?

Tendría que estar pensando en lo mismo: en prepararse para las elecciones. Cierto, sin dejar de hacer oposición en el día a día pues para eso está. Pero atendiendo más al medio plazo, en las elecciones europeas de 2014, las municipales y autonómicas de 2015 y las generales de ese mismo año que son las importantes. Sin perjuicio de la flexibilidad requerida en todo momento, el mensaje de la oposición en esas elecciones ha de partir de una valoración realista del pasado que sirva para justificar las medidas propuestas. Esa valoración realista ha de hacerse en dos campos distintos y debe tener la objetividad y la frialdad de una auditoría. El primer campo afecta a la crisis en su conjunto y exige una auditoría de la deuda que nadie ha hecho todavía, debiendo haber sido lo primero que se hiciera. Saber qué parte de la deuda es legítima y cuál ilegítima para orientar distintas opciones políticas; en lugar de caer en el pánico y aceptar todo lo que nos echen y como nos lo echen.

El segundo campo afecta a la gestión del PP y debe asimismo tomar la forma de otra auditoría. Mejor dicho, dos: una referida a la gestión de los gobiernos de Aznar y otra a la de Rajoy. La auditoría de la era Aznar, que se ha vendido como la de las vacas gordas por obra de aquel que se consideraba a sí mismo como el milagro de España, debe reflejar los logros y fracasos del empeño, singularmente las consecuencias de la burbuja inmobiliaria que ha producido el destrozo sobreañadido de la parte hispánica de la crisis con sus datos pavorosos. A eso deben añadirse los despilfarros, los dispendios ostentosos, las obras públicas absurdas, los tejemanejes de tupidas redes de corrupción. Aquí la auditoría toma forma de catálogo: los aeropuertos sin aviones, los edificios sin uso, las autovías sin coches. Hacer un catálogo de los disparates y la corrupción que llevaron el país a la ruina.

La auditoría del gobierno de Rajoy debe levantar acta de su peculiar modo de cumplir el programa electoral: subida de impuestos de todo tipo, mermas permanentes de los salarios públicos, recortes profundos en sanidad, educación y pensiones, merma o simple supresión de innumerables prestaciones y servicios sociales. Levantar acta y cuantificarla. Igual que se sabe cuánto poder adquisitivo han perdido los funcionarios puede saberse de los jubilados y de los demás sectores afectados por las retricciones de todo tipo.

Esas auditorías deben ser la base del discurso electoral de la oposición. La clara atribución de responsabilidades por el desastre habido hasta la fecha es el contexto que debe explicar las medidas que se proponen para ponerle remedio.

diumenge, 29 de setembre del 2013

Adiós al PSOE.


El Jaque al Rey dejó dos imágenes muy significativas. Una, Rubalcaba yendo a visitar al Monarca y haciendo unas declaraciones de gozoso cortesano, feliz de que su señor natural se recupere del "incidente" y, con su gran "fuerza de voluntad", pronto lo tengamos "perfectamente en forma". Falta grande nos hace ¿verdad? Qué suerte, don Alfredo, y quiera Diana, la diosa de la caza, que Su Majestad pueda incluso pegar algunos tiros en la sabana africana. Si la forma no llega a tanto, siempre habrá un gato montés por El Pardo a falta de oso borracho al que hacer la vida insufrible. El cortesano y su monarca han hablado de todo, incluido el derby, porque, ya se sabe, son dos hombres llanos, del pueblo.

Palinuro suele referirse a los dos partidos, PP y PSOE, como partidos dinásticos. Podría parecer chocante, pero no lo es. Este acendrado monarquismo de Rubalcaba tampoco es casual, sino la deliberada muestra de que el hombre valora altamente la esencia de la transición: la restauración de la Monarquía, que es lo que le mola. Partido dinástico, sostén de la Corona. Designación correcta.

Mientras tanto, en las empapadas calles de Madrid, los perroflautas de la coordinadora 25-S, el nombre actual de los sans-culottes, pedían el fin de la Monarquía y un proceso constituyente. Unos 1.500 manifestantes que, con los elementos en contra, acabaron en doscientos, sin poder acceder a la Plaza de Oriente cual era su intención, para acampar indefinidamente. Los elementos fueron dos: el meteorológico de una fuerte lluvia y la acción inadmisible, desaforada de la policía que en todo momento hostigó a los manifestantes, retuvo autocares en los accesos a Madrid, entró en las líneas de metro, cerró estaciones, bloqueó calles, obligó a identificarse arbitrariamente a la gente, retuvo a quienes quiso y, en fin, desplegó un operativo preventivo intimidatorio desmesurado que infringió todas las normas sobre libertades ciudadanas y ejercicio de derechos. Ayer, Madrid, fue la capital de un Estado policial.

No es cuestión ahora de si salir a la calle a pedir el fin de la Monarquía es correcto o no. Volveremos luego sobre ello. Sea o no sea correcto el propósito, la reacción represiva, autoritaria, dictatorial del gobierno no es de recibo. Pedir la República o un proceso constituyente no puede ser un delito. ¿O sí? Sobre eso es sobre lo que el PSOE debe hablar y pronunciarse. No sobre el derby y el estado de salud del Rey. Hay más. El gobierno se permitió pedir a unos observadores extranjeros de la OSCE que ahuecaran el ala porque consideraba "anticonstitucional" la marcha de Jaque al Rey. Nada de observadores; nada de testigos. Nunca se sabe cuándo van a empezar los palos, la violencia, la brutalidad y no conviene tener chismosos y fisgones en torno. Nadie va a darnos lecciones. Esta monarquía bananera tiene su dignidad.  Por lo demás, ¿quién es el gobierno para decidir si una marcha es "anticonstitucional" o no?

Eso también requeriría un firme pronunciamiento del PSOE y quizá caiga en la cuenta una vez se haya sacudido el evidente estado de arrobo en que ha dejado la realeza a su secretario general, quien, para hacer ver que es de izquierda, se presentó descorbatado, como si fuera Cayo Lara. A lo mejor por eso sostiene Lara que el PSOE copia el discurso de IU. Pero no hay afán. Como nos descuidemos, Rubalcaba termina felicitándose del fracaso de la coordinadora del 25-S. Sin comprender que ese fracaso, en el fondo, es un triunfo. Jaque al Rey es la primera movilización ciudadana exclusivamente para pedir el fin de la Monarquía, algo que está mucho más extendido en la sociedad de lo que supone el cortesano Rubalcaba. Incluso en su propio partido, en donde aún quedan republicanos que, es de suponer, si les resta algo de dignidad, tendrían que pronunciarse sobre el plegamiento palaciego de su secretario general..

El PSOE realmente no sabe en dónde está y su declive parece inevitable. Solo lo frena que no haya otro partido a la izquierda capaz de atraer los votos de su electorado. Porque IU aumenta, pero no tanto como si hubiera trasvase de votos. Las razones de ese marasmo son tres:

1ª) La cuestión monárquica. La conversión del PSOE en un partido dinástico no encaja en la tradición socialista ni en la izquierda en general. Se argumenta el accidentalismo y se insiste en la primacía de la democracia y el carácter meramente honorífico de la magistratura. Pero es un discurso anquilosado, dogmático, falso. La monarquía es contradictoria con la democracia. Eso se comprueba todos los días con las excepcionalidades e inmunidades del Rey y su gente. Con el añadido de que ninguno de ellos son ejemplo de nada y su crédito y prestigio a los ojos de la ciudadanía andan muy bajos. Que son una vergüenza, vamos. Vivimos en una crisis devastadora que pone en cuestión principios tenidos por eternos e irrenunciables. ¿Por qué no la forma de gobierno? Al situar la Corona fuera del alcance del debate político en España, Rubalcaba (y, en la medida en que lo siga, también su partido) se alinea con la derecha más tradicional como soporte fiel de la Monarquía que instauró Franco, el genocida.

2º) La cuestión catalana. Salvo en la propuesta de reforma de la Constitución en un sentido federal, no hay modo de distinguir la actitud del PSOE de la del PP en cuanto a la cuestión catalana. La negativa al derecho de autodeterminación (que es el fondo real del dret a decidir) puede incrementar las expectativas electorales del PSOE en España pero seguramente disminuirá las del PSC en Cataluña. O quizá no mucho. Pero tampoco el incremento del primero será grande. El voto nacional español se siente más atraído hacia el PP.  Eso de enfundarse ahora en la casaca federal después de 35 años celebrando la baronías autonómicas ya no convence ni a las propias bases y prueba que el partido que iba a vertebrar España ya solo vertebra Andalucía y con ayuda del andador de IU.

3º) La cuestión del propio Rubalcaba. El secretario general sigue determinando los tiempos del partido con una deliberada ambigüedad. Pretende dejar indecisa hasta el final la cuestión del liderazgo para mantener abiertas sus opciones. Seguramente, lo mejor que puede hacer para sus intereses que, según parece, son ser candidato a la presidencia del gobierno, para terminar de hundir al PSOE. Mucho más dudoso es que también sea lo mejor para los intereses de este y, por encima de él, de España. Porque, aunque él, en sus cálculos de interés personal lo ignore, el Partido Socialista era un activo de todos los españoles; no solo suyo. Ya no.

Cuesta imaginar un sistema de partidos en España sin el PSOE, sobre todo por la ausencia de alternativas viables; y es muy probable que no se dé. Pero cuesta mucho menos verlo dejar de ser partido de gobierno. Poca gente espera en serio un sorpasso el estilo de Anguita, pero es el temor a dejar de ser partido de gobierno lo que explica el encastillamiento del partido en el orden constituido. Reforma de la Constitución, pero nada de proceso constituyente. Nada de nada. Un arreglillo de taller -como suele bromear el Rey con ese gracejo que podía meterse donde le quepa-, de cadera... y a tirar otros 35 años con esta Monarquía de Monipodio, esta tupida red autonómica de caciques, clientes y ladrones, esta España de corrupción y pandereta en la que los dos partidos intercambiables se turnan en hacer cabriolas mientras engañan a la gente.

¿Estoy en un error o el PSOE aún no se ha pronunciado sobre la reclamación de la justicia argentina de extradición de cuatro presuntos torturadores del franquismo? Y exactamente, ¿qué va a decir? ¿Que apoya la extradición de los criminales franquistas o que la transición, como la Corona y los caciques, no se toca?

dissabte, 28 de setembre del 2013

España ya es una dictadura de hecho.


La banda de ladrones bajo apariencia de partido político que detenta el poder en España ya ha cerrado el círculo de convertir una democracia de derecho en una dictadura de hecho. Y una dictadura de corte cada vez más fascista. Estos son los datos:

1º) El presidente del gobierno miente siempre que habla; miente siempre: en el parlamento, en el extranjero; miente a todos y sobre todo. No hace otra cosa que mentir. Ha prostituido el debate público que ya no significa nada pues todo el mundo sabe que miente; él sabe que todo el mundo sabe que miente; pero le da igual. Todas sus mentiras pretenden siempre lo mismo: impedir que la justicia actúe y lo impute por sus evidentes responsabilidades políticas y penales en la mayor trama de corrupción de la historia del país.

2º) La asociación de presuntos malhechores tiene bloqueado el Parlamento, cerradas a cal y canto las posibilidades de debate. El Congreso español, como el Reichstag alemán de Hitler o las Cortes del genocida Franco, está para aplaudir las mentiras del Jefe y convalidar bovinamente todos los decretos que su arbitrariedad y carcunda le dicten.

3º) No existe opinión pública crítica articulada alguna. Los medios públicos de comunicación son puras oficinas de propaganda dirigidas por esbirros; los privados, en su inmensa mayoría, son de empresarios estrechamente unidos al gobierno, partes de ese estamento patronal que lleva veinte años financiando ilegalmente a la banda a cambio de contratas públicas choriceadas a los dineros del común. Igualmente tiene a sueldo decenas de periodistas e intelectuales dedicados a alabarlo e injuriar y calumniar a la oposición o a escribir memeces.

4º) Los fascistas que controlan el orden público en el país aplican una política represiva a ultranza. Emplean a la policía -a la que pagan también sobresueldos por apalear a la gente- como matones para intimidar, aterrorizar, hostigar, perseguir a la gente a fin de que no se manifieste y apalearla cuando lo hace. Identifican al azar a los ciudadanos, los multan arbitrariamente, los vejan en la calle, como escuadras de delincuentes armados.

5º) Se cierra el círculo intimidando también a los observadores extranjeros, amenazándolos, forzándolos a que se vayan del país. No quieren testigos de su brutalidad para poder después mentir mejor cuando se vean sus fechorías ante órganos de investigación. Quieren eliminar de cuajo la única posibilidad que nos queda a los españoles de mantener un resquicio de libertades: la vigilancia de los extranjeros, la presencia de Europa. Nuestra única garantía, hoy como ayer, frente a la barbarie de los fascistas sean de los de porra, como Fernández Díaz; de rosario, como Gallardón; o de engolada petulancia como Wert. 

Es fascismo. Es fascismo rampante. Es dictadura. 

¿A dónde irá que no la ...?



Sí, sí, este es el trozo de la entrevista de Bloomberg que el el gobierno no quería que se viese. Justo la única que todo el mundo está viendo porque el otro trozo, el del autobombo económico con chorreo de datos todos ficticios, no parece interesar a nadie. Ya es mala pata. Esto, a Franco, ni por asomo. Ya había mandado a más de uno a la embajada del Kurdistán. Son inútiles estos de comunicación de La Moncloa. Una campaña de propaganda se convierte en otra de contrapropaganda, como si la hubiera ideado el mismísimo Satán.

- No tenéis ni idea de vuestro oficio. La cosas salen mal y no como Dios manda. Es que no sabéis cómo manda Dios.

- Presidente, tu única posibilidad es callarte y ya me dirás cómo vas a callarte si te preguntan.

- Pues eso. Y ¿por qué preguntan? ¿No se puede hacer como en España, ruedas de respuestas sin preguntas?

- Pues, no, presidente. En ningún país del mundo salvo en el nuestro.

Rajoy dice "desconocer" si se han destruido o no pruebas sobre Bárcenas en su partido. Extraño verbo este de desconocer. La primera acepción del DRAE lo equipara a "olvidar". Pero solo se puede olvidar lo que se ha tenido, lo que se ha aprehendido, lo que se sabe. La segunda acepción, probablemente la que invoca Rajoy, es todavía más extraña -y peligrosa- pues significa "no conocer". Pero ese "no conocer" tiene fecha de caducidad. No se puede "no conocer" algo arriba de un par de minutos. Porque, en efecto, uno puede "no conocer algo" y su reacción lógica, al conocerlo por primera vez, será algo así cómo: "¡Qué me dice usted! ¡Destrucción de pruebas en mi partido! Es la primera noticia que tengo". Pero, pasado un tiempo, a la pregunta de "¿desde cuándo desconoce usted si en su partido se han destruido pruebas?" ya no se puede responder con un mero "lo desconozco" puesto que ya no es verdad: lo conoce. Otra cosa es que le dé crédito o lo niegue o lo refute. Y eso es lo que falta.

El discurso es en verdad atroz. Sin relación alguna con la realidad. Puro delirio. Dice que no hay nadie del PP imputado en el caso Bárcenas. Precisamente, buen hombre: Bárcenas.

- ¡Ah, no, mi amigo! Bárcenas no es del PP. Causó baja hace tiempo.

- Pero usted le mantuvo todos los privilegios de la membrecía y un finiquito glorioso.

- Eso no hace al caso. El señor B de Barcelona no es miembro del PP. Sobre lo demás, ya hablarán los tribunales.

Hay que ser más contundente, piensa nuestro héroe mientras se embarulla en una de sus perogrulladas. Hay que negar. Y con media voz concluye una parrafada diciendo no ha habido financiación ilegal. El que desconoce si ha habido destrucción de pruebas, conoce que, de financiación ilegal, nada. Es el caso del conocimiento aleatorio, propio de los dioses.

Mientras tanto, el señor alcalde de Jaén reconoce en público que cobró sobresueldos del PP. La mamandurria, vamos, que según Aguirre iba a acabarse. Y lo reconoce después de que El país lo hiciera público. Antes se lo tenía muy calladito,  el pillín, lo cual demuestra el gran interés del PP por colaborar con la justicia. ¿Cuántos de los que ahora están calladitos, entre ellos Rajoy, que no suelta prenda, o Cascos, o Aznar -todos wanted en la oficia de El País- acabarán reconociéndolo como el alcalde toledano? Tener a los altos mandos del partido cobrando sobresueldos injustificados o justificados con los más alambicados criterios de contabilidad creativa, ¿no es financiación ilegal de un partido? Lo de los fondos para campañas electorales, gastos pagados por la Gürtel, etc. ya es de conocimiento general en la Villa y Corte.

La verosimilitud de los datos sobre austeridad pasada, presente y futura se mide por el hecho de que hoy mismo se sabe que el presidente de Valencia, Fabra II, cobra una pastuqui por vivir en un sitio diciendo que vive en otro. Este es el Fabra que quería contratar a un entrenador por otra ingente pastuqui del erario público para que lo ayudara a aparecer más galano en público. Ya se le ve atildado al mozo, pero ese paga del propio bolsillo, Beau Brummel. Y los del cocinero para que le haga las habichuelas contratado como asesor (digo yo que gastronómico) por otra pasta. Todo lo cual son fruslerías al lado de los 300.000 euros astillados a un equipo de baloncesto para no sé qué partido. En una comunidad en que los niños pasan hambre. Mientras Rajoy miente en Nueva York sobre lo mucho que ahorra su gente en casa, su gente en casa derrocha el dinero de los contribuyentes en pagarse peluqueros, cocineros, asesores, mamandurrios o bufetes de jamón y champán. 

Bueno, calíbrese la situación recordando que, según sus mismas palabras, el presidente dice creer que este problema consiste en dar la vuelta a las encuestas. En concreto se refiere al dato de que el 71% de los españoles pensaba que no había dicho la verdad en el Parlamento. Dar la vuelta a esa encuesta. Muy bien. ¿Cómo?

Deep South


Al entrar ayer en la exposición de Mapfre en Azca, lo único que sabía de William Christenberry era que es un clásico de la foto en color, el que rompió la soberanía del blanco y negro y dio paso al pastel. Claro, en realidad, él es pintor. Ni siquiera sabía bien el apellido. Me sonaba más Christenfield o Christenbury. Pues, nada, es un tipo estupendo. Casi todas las fotos expuestas son irritantemente pequeñas (obtenidas con una Kodak Brownie que le regalaron cuando era niño), con un color desvaído y como vacilante de las primeras técnicas, hasta que ya en los años 70 se pasa a una cámara más potable que da mayor detalle. Pero tanto la primera como la segunda serie reflejan el sur profundo, Alabama, que el hombre retrataba una vez al año en un viaje que hacía sin faltar desde el Norte, en donde trabajaba, a los lugares de su infancia. Las mismas casas, los galpones, las iglesias, los almacenes, los graneros, los pajares, los coches abandonados, Chryslers, Buicks, de los años 50 pintados de rosa o de azul celeste (¿cómo no iba a ser necesario el color?), paisajes, cultivos, caminos de tierra roja, anuncios, publicidad, fotografiados año tras año y ni una persona. Como si el mundo de su niñez estuviera despoblado. Desde los sesenta a los noventa. La exposición trae las series completas, agrupadas por temas. Cómo van decayendo los graneros, las casas, su misma casa, la de su abuela en veinte, treinta años.


La historia de este prodigio nace cuando, en los sesenta, Christenberry encuentra un libro de la época de la gran depresión, hacia 1931, contando el impacto de esta entre los colonos y los aparceros de los campos de Alabama y del condado de Hale, del que era oriundo. Estaba escrito por James Agee con fotos de Walker Evans. Evans, el rey, junto a Dorothea Lange, había fotografiado gente que él había conocido treinta años atrás. ¿Por qué no fotografiarlas de nuevo? De hecho la única imagen humana (o casi la única) que aparece en la obra de reconstrucción de la memoria, es un retrato de Elisabeth Tingle en su casa en 1962, exactamente como la había fotografiado Evans 31 años antes. Pero le dio más por las casas y el resto del paisaje de su infancia sin personas y eso es lo que se expone y eso lo que cuenta el propio Christenberry en largos extractos de una especie de diario en los que nos informa de sus intenciones, sus pensamientos, sus interpretaciones de lo que iba fotografiando en sus vacaciones anuales. En algún momento se pregunta si está fotografiando el paso del tiempo. De ningún modo, responde modestamente, solo la degradación de las cosas, de las casas desvencijadas año tras años, los vivos letreros de Coca-Cola decolorándose, y concluye que la belleza es eso. Eso y muchas otras cosas. Pero eso también y él lo hace de perlas.

Tanto que allá por 1973, según parece, Evans lo acompañó en su viaje anual al Deep South, al que no había vuelto desde los años treinta, y le dijo que se tomara en serio lo de la fotografía que era lo suyo. Lo suyo siguió siendo muy variado. En algún momento decidió pasar las imágenes a las tres dimensiones y fue creando esculturas de los edificios que fotografiaba. No son maquetas sino esculturas con materiales propios de los originales e, incluso en el suelo de los originales. Hay bastantes en la exposición. Son curiosísimas.

Bien. Un mundo muy, muy propio, magníficamente retratado, nostálgico y algo idílico. Hasta que irrumpe en el relato un elemento siniestro que lo acompaña y ya no lo abandona, el Ku-Klux-Klan. Y aquí ya sí hay personas. Estas, precisamente, son las determinantes en la historia de la foto The Klub que cuenta el mismo Christenberry con una prosa muy en la línea de On the road. Y de ahí nace la obsesión por el KKK que lo lleva no solamente a acumular objetos relacionados con él en The Klan Room, sino también a fotografiar sus reuniones de modo clandestino, con evidente peligro para su integridad física. En la foto de la reunión, se observa la imagen clavada en el árbol. Es el símbolo del KKK, el jinete encapuchado a caballo negro con gualdrapa blanca y la cruz del Sur, portando una antorcha en la derecha sin duda para iluminar el camino quemando vivos a los negros e incendiando sus casas.

Es la misma imagen, se recordará, que sirvió para publicitar la peli de David W. Griffith El nacimiento de una nación, una simbología que los del sur profundo llevan clavada en el alma para bien o para mal pero que liga el nacimiento de la nación con el racismo. Con esto cortan mucha tela los críticos del nacionalismo, de cualquier nacionalismo, dicen.

Son los años de la lucha por los derechos civiles pero aquí no hay fotos de las marchas de Washington, ni de las manifestaciones ni los mítines. Aquí está el sur de siempre, decayendo en silencio, como el mundo de la niñez se va desdibujando en la memoria de un artista que quiso ser pintor, pero era y es, porque vive, un fotógrafo con ojo de poeta o un poeta con alma de fotógrafo.

divendres, 27 de setembre del 2013

Sin límite.


Estaba clarísimo. La entrevista de Bloomberg era para consumo interno español con un evidente fallo en la pretendida difusión del mensaje al contratar con Bloomberg, que solo emite en inglés. La entrevistadora pregunta en su lengua, se escucha el inicio de la respuesta de Rajoy en español y, de inmediato, se suporpone un doblaje al inglés que ya no deja oír el recio castellano del presidente. Algo normal en los empeños exteriores de estos gobernantes absolutamente ineptos. Lo mismo hicieron en Buenos Aires: pagaron millonadas de nuestro dinero a no sé cuántos asesores, preparadores y conseguidores extranjeros para perder su objetivo y, además, hacer un ridículo universal, global. Porque es posible que no todo el mundo entienda el español de Botella, pero su inglés lo comprenden hasta los sordos; quizá los que más.

Si la entrevista ha conseguido su finalidad de difundirse en España a través de la prensa libre se debe al increíble intento de La Moncloa de que Bloomberg censure las preguntas y respuestas sobre Bárcenas. Es la regla primera de la publicidad: nada difunde algo tanto como la pretensión del poder de censurarlo, acallarlo o silenciarlo sin poder real de conseguirlo. El intento es comprensible porque las respuestas (y las preguntas, por cierto) se las traen. Comprensible pero inaceptable y estúpido. Sobre todo estúpido porque, siendo claro que es la única parte de la entrevista con interés, tarde o temprano, se abriría camino. Justamente lo que la intervención trataba de impedir y lo ha acelerado.

Las respuestas, en efecto, se las traen. Primero por existir. Rajoy da en el extranjero las explicaciones que niega en España. Otra cosa es qué explicaciones. Eso es lo segundo: dice desconocer si se han destruido en el PP pruebas sobre Bárcenas. Es decir, no sabe si lo que se ha destruido es o no prueba sobre Bárcenas, pero está claro que se han destruido cosas. Discos duros, registros de entradas, contabilidades. No son declaraciones de un presidente del gobierno, sino de alguien que no quiere que lo impliquen en algo, pues es el presidente del partido en donde se destruyen cosas. ¿O pretende decir que ignora si en su partido se destruyen cosas?

Resonancia completa. Crece la indignación porque Rajoy se permita mentir en el extranjero lo que ya no se digna mentir en casa. La guardia pretoriana del Congreso debiera soliviantarse. Tanto esfuerzo para impedir las preguntas, interpelaciones, mociones de la oposición exigiendo explicaciones al presidente y este va y las suelta en Nueva York y del modo menos avisado, confirmando todas las sospechas que levanta en su país. Claro que aquí cuenta con notables apoyos en las instituciones del Estado. La fiscalía en el proceso de Bárcenas se opone a citar a Rajoy a declarar como testigo argumentando, entre otras lindezas, que la intención de la parte que exige la comparecencia es mediática y política y no puramente procesal. Algo insólito. Lo de menos es la intención de quien solicita una prueba; lo que debe verse es si la solicitud es razonable o no y aquí la fiscalía, sin argumentos, dice que la declaración de Cospedal hace innecesaria la de Rajoy. Es justamente todo lo contrario. La hace imprescindible pues dicha declaración significó a Rajoy como quien tomó la decisión del peculiar despido de Bárcenas. El debe explicarlo. Y en sede judicial.

En lugar de eso, el hombre se presenta en la Asamblea General de la ONU y con el fin, al parecer, de conseguir un puesto para España en el Consejo de Seguridad, alardea de las aportaciones de nuestro país a la obra de las Naciones Unidas, reivindicando la Alianza de las Civilizaciones y la ONU Mujeres de Zapatero, sobre las que se pasó años haciendo chirigotas, sin que ahora tenga reparos en decir lo contrario porque el menda carece de toda dignidad. Vamos, que le ha plagiado el discurso al bobo solemne. ¿Cómo llamará él a quien plagia un discurso de un bobo solemne?

Estas cosas preocupan al común de los mortales, a quienes importa la diferencia entre la verdad y la mentira. Pero no a él, que está por encima del bien y del mal, gracias a su pertenencia a una buena estirpe. Este término, como el de casta, son sinónimos vergonzantes de nobleza y eran los que Rajoy empleaba en 1983 en un artículo para defender la desigualdad entre los seres humanos como algo científicamente demostrado. La cuestión es clara: como es algo científicamente demostrado y él es de buena estirpe, le corresponde gobernar con la misma naturalidad con que la langosta devora las cosechas.

Las acusaciones de corrupción, de sobresueldos, de financiación ilegal, etc, el envilecimiento de la vida pública y el bloqueo de las instituciones no requieren explicación alguna de la presidencia del gobierno. Del gobierno de España.

Resumiendo esta entrada: la democracia española más parece una dictadura por el hecho de que el gobernante es irresponsable política y penalmente. O a tal situación conduce un bloqueo de las instituciones al servicio de esa inmunidad del presidente del gobierno. Del gobierno de España. Esa gran nación gobernada por un truhán.

dijous, 26 de setembre del 2013

Dorian Rajoy Bray.


Como en la obra de Oscar Wilde, hay dos Marianos Rajoys, el atildado dandy con pinta de rico propietario mexicano e hidalgo español que recorre los platós mundiales representando una Marca España en remontada, como corresponde a una gran nación y su otro yo, la imagen contrahecha, perversa, repulsiva del malvado que consume su vida en las zonas más siniestras del barrio chino y el Soho de la Gürtel y el caso Bárcenas. El uno gusta andar por las regiones elíseas del extranjero; el otro no consigue salir de las zahúrdas de Plutón de esta rugosa tierra de pícaros y granujas..

El primero, el hombre de mundo, se ocupa de las cosas elevadas: la deuda, la prima de riesgo, el déficit, la recuperación crédito, la disposición a seguir sableando a la población si es preciso. Se vale para ello de la prosa elegante del autor de La importancia de llamarse Ernesto y su sentido de la paradoja y la contradicción. No se dirá que no es wildeano asegurar que el plan para empobrecer, mermar y eliminar en diferido las pensiones instaura la sostenibilidad de estas. Dorian Gray en su mejor momento, asombrando al mundo con su aplomo de estadista en una entrevista en exclusiva mundial en perfecto español en Bloomberg TV.

El segundo, la imagen mefítica, adaptado a un mundo de villanías y crímenes en el que solo se sobrevive echando a los demás a los leones, se ocupa de su supervivencia ante una oposición cada vez más tumultuosa en su exigencia de que comparezca en el Parlamento a dar cuenta de las que considera mentiras del presidente. Por sí mismo, como la efigie de Dorian Gray, está oculto, cubierto con un tupido plasma y no se deja ver a la luz del día porque helaría la sangre en las venas a los espectadores. Cobros de sobresueldos, cajas B, financiación ilegal, fondos ilícitos, malversación, prácticamente no hay inmoralidad o ilícito de los que no se acuse al PP cuya cabeza visible -cada vez es más notorio- es Dorian Rajoy. Su táctica de esconderse tras el lienzo/plasma y cerrarse en un mutismo total está consiguiendo lo contrario de lo que pretende, esto es, convertirlo en la clave de todo el asunto, el responsable de todos los desaguisados. Y eso no hay discurso triunfalista económico que lo anule.

¿Cómo que no? Ahí está la entrevista en la Bloomberg TV. Efectivamente, ahí está, en Bloomberg, que dejó de emitir en España en 2009. Ahora puede verse en inglés a través de Bloomsberg Europa por cable y satélite. Y el discurso está en español. El canal es de base neoyorkina y la entrevista está hecha en Nueva York. Pero, vamos, que ni la Fox Bussines News de su amigo Aznar ha ido a verlo. Es decir, esta entrevista es un montaje para consumo español interno, probablemente uno de esos golpes de efecto tan celebrados de Arriola por los que cobra una pastuqui y que, en el fondo, no sirven para nada.

Los dos próximos años, hasta las elecciones de 2015, verán la lucha definitiva entre ambos Dorian Brey: el paladín de la elegancia y la decisión salvar a España, el cuentacuentos económicos sobre la crisis, cuyos datos va inventándose sobre la marcha contra la figura deforme que anda a trompicones con la realidad aplastante de la corrupción. A este combate por salir indemne de una trama de mangoneo y trinque generalizados que parecen haber organizado entre su amiguito del alma Bárcenas y él tiene prácticamente sometidas las instituciones del Estado. La Fiscalía está dedicada en cuerpo y alma no a combatir la corrupción sino a garantizar la impunidad del mayor presunto corrupto; el Parlamento, consagrado a bloquear toda indagación, interpelación o pregunta sobre sus mentiras ; la prensa y su cuadra de periodistas empeñados en demostrar que la culpa de todo la tiene Zapaterop.

Estos señores del Proyecto Demos que, al parecer, se presenta hoy en Londres, dejan constancia del retroceso democrático en Europa. Se habrán dado una vuelta por España, es de esperar,  país en donde ese retroceso no solo afecta a la política de orden público y ejercicio de derechos en general, incluida la libertad de expresión, sino también al terreno legislativo penal, por no hablar del sanitario y el educativo.

La cuestión está en si la gente compra unas vagarosas promesas de recuperación imaginaria al precio de la pérdida de sus derechos, empezando por el de que se haga justicia con los delincuentes presentes y pasados y, en consecuencia, vuelve a comprobarse ese saber convencional de los granujas de que la corrupción no pasa factura siempre que puedas convencer al votante de que se acabaron las penurias y comienza la recuperación. Parece mentira pero, al igual que Camps, Dorian Bray podría volver a ganar unas elecciones por mayoría absoluta. A eso probablemente se refería él cuando decía que quería hacer en España lo que el curita en Valencia.

(La imagen es una captura de TV "El País".)

La guerra no ha terminado.


Francisco Sánchez Pérez (Coordinador) (2013) Los mitos del 18 de julio. Crítica: Barcelona. 466 págs.


¡Otro libro sobre la guerra civil! Lo avisa el coordinador de esta obra en su excelente prólogo. Pues sí, y muy necesario y conveniente porque la guerra no ha terminado. (Viene a la memoria la peli de Resnais, La guerre est finie con un aroma nostálgico). No, la guerra no ha terminado. Sigue luchándose en otros campos, con otras armas, pero con la misma ferocidad e idéntica virulencia. Este frente, muy determinante para la guerra, que es pasado, algo reservado en gran medida a los historiadores es el historiográfico. La munición es la memoria. ¿Qué memoria? ¿La que fabricamos al dictado de nuestras convicciones y/o intereses o la que sale de los datos históricos, contrastados, irrefutables, y no permite más que una interpretación? Es una guerra sobre la interpretación de la guerra que enfrenta, a juicio de los autores de la obra, una historiografía fraudulenta, propagandística con otra seria, rigurosa, académica, basada en datos empíricos. 

Sin duda todos nos refugiamos en la segunda opción pues a nadie le gusta que le cuenten trolas o lo tomen por un pánfilo al que se pueden colocar unos rollos propagandísticos como si estuvieran científicamente probados. A nadie. Ni siquiera a quienes se dedican a la propaganda, razón por la cual sostienen siempre que sus interpretaciones están avaladas por rigurosas investigaciones históricas y que son los demás quienes se inventan los hechos. Es el problema que plantea toda propaganda: que dice no serlo. Ahora. Antaño se llevaba con un punto de orgullo, sin ir más lejos en el conflicto español: frente al Ministerio de Propaganda de la República, la Junta franquista de Defensa contó pronto con una Oficina de Prensa y Propaganda. La guerra civil también se libró en terrenos muy simbólicos. Y sigue haciéndose. 

Por eso es oportunísimo este libro. No solamente por la bulla que meten los escritores al uso del llamado "revisionismo" y el amigo Stanley Payne (que parece un brigada internacional de la derecha), todos los cuales son savia nueva para el tronco reseco de la historiografía franquista, al estilo de Joaquín Arrarás o del falangista García Venero. También ha sentado cátedra para la Historia la Real Academia correspondiente publicando un diccionario de biografías patrias, algunas de las cuales mueven un poco a risa. La más notable, la de Franco, encargada a un notable medievalista (muy oportuna la especialización, por cierto), fervoroso partidario del general biografiado. De tal modo, su texto corresponde más a las convicciones franquistas del autor que a los datos de la historia e incluso del sentido común. Que un historiador sostenga que Franco no era totalitario cuando hay documentos escritos y orales de circulación general que demuestran lo contrario porque el propio interesado confiesa serlo,  no precisa mayor comentario. Luis Suárez Fernández es el nombre de quien ha perpetrado este dislate con dineros públicos, un presidente, por lo demás de la Hermandad del Valle de los Caídos, el absurdo mausoleo en que está enterrado el dictador y miles de sus seguidores y de sus víctimas. 

El coordinador de la obra, Sánchez Pérez, hace una gran exposición de su sentido y aclara muy bien los términos de la controversia, poniendo a cada cual en su lugar, incluida la Real Academia de la Historia, que ya es universalmente célebre por incurrir en un ridículo mundial. Resume además el sentido del libro, consistente en responder a la pregunta central: ¿quién es el responsable de la guerra civil? ¿Quién tiene la culpa? ¿Quién la empezó? Con respuestas claras, basadas en investigaciones en fuentes originales, inéditas, con datos irrefutables, fácilmente contrastables. 

La tesis del libro, que está, además, organizado para apuntalarla en todas sus vertientes (militar, religiosa, política, etc.) es que la guerra la iniciaron, y es responsabilidad exclusiva suya, los militares sediciosos en connivencia con sectores civiles, partidos y políticos. Fue una "contrarrevolución preventiva", término que aparece pronto en las justificaciones frente a una revolución que no existía ni siquiera en grado de proyecto. Los rebeldes querían destruir la República y se inventaron una revolución como pretexto. 

El ataque más contundente, el arma más poderosa que deja definitivamente zanjada la controversia, viene a cargo de Ángel Viñas, cuya autoridad en la historiografía de la República y la guerra es hoy incuestionable. Aporta Viñas los contratos de compra de armamento italiano, firmados por Pedro Sáinz Rodríguez en nombre de la derecha española en su proyecto de golpe de Estado contra la República, financiado por Juan March. Los llamados "Contratos romanos", firmados el 1º de julio de 1936, antes del asesinato de Calvo Sotelo, hecho del que suele colgarse el llamado "Alzamiento Nacional" que, en realidad, bien se ve, venía siendo preparado desde mucho antes. Y no eran contratos por material para un golpe de Estado más o menos rápido, sino para una verdadera guerra.  

Dicho lo anterior, podríamos prescindir del resto del libro ya que el capítulo de Viñas da la respuesta definitiva a la pregunta planteada. Y no se crea que se trata de un oscuro asunto de eruditos, no. Hace pocas fechas, un dirigente del PP atribuía en público a la República la responsabilidad de haber causado "un millón de muertos". Ni fueron tantos como los de Gironella, a los que se referirá este buen hombre, ni son achacables a la República sino a los fascistas que se sublevaron contra ella con los que probablemente simpatice este político, pues los exonera de su responsabilidad. Pero el abandono no sería buena opción y, además, imposible porque, aunque parezca mentira en una obra de árida historiografía académica, el texto agarra como si fuera una narración literaria. Muchos de los demás capítulos son tan interesantes como el del Viñas, aunque no tengan su poder explicativo.

Si hubiera que buscar un antecesor a esta empeño, sería Herbert Routledge Southworth, al que varios de los autores del libro se refieren expresamente. Sin duda. La temprana obra del americano, El mito de la cruzada de Franco, publicada en Ruedo Ibérico en París, ya dejaba claro el edificio de patrañas y fábulas que había tejido la propaganda franquista. Sobrevive al escritor otra que creo es póstuma, en la que da cuenta de hasta dónde ha llegado en su tarea de desmitificar el franquismo, tarea en la que estos historiadores siguen empeñados con notable éxito. 

Como uno de los puntos cruciales que se tratan en el libro es el enfrentamiento en Barcelona de las izquierdas  en mayo de 1937, también se mencionan varias veces los nombres de Bolloten y Borkenau. Bolloten hacía pivotar aquí la "gran conspiración" comunista, tesis que parece convencer a Payne. Borkenau tiene otra perspectiva y su libro es más de reportaje. Lo que llama la atención en él es su agudeza de juicio. Así que, como propaganda, no vale. No lo es. De este asunto se ocupa el texto del fallecido Julio Aróstegui quien dictamina tras su notable trabajo que la pretendida revolución de las izquierdas que se invocó para justificar la sublevación militar de las derechas fue "más mitológica que real" (p. 188).

Dicha sublevación militar venía siendo en cambio preparada con mayor o menor fortuna (y con muchos elementos de típica chapuza hispana) desde años atrás a través de los agravios de una casta militar privilegiada, sobredimensionada, embriagada de su fuerza y convencida de que la República estaba tratando de convertirla en un chivo expiatorio de sus desmanes. Fernando Puell de la Villa, militar él mismo, analiza en un capítulo sobre "la trama militar de la conspiración" los elementos que alimentaban este espíritu insurreccional castrense que, a su juicio, se compone de una "mentalidad intervencionista" (p. 56), un "victimismo paranoide" (p. 58), con el añadido de algunos factores contingentes que siempre apuntaron en el mismo sentido, como la cuestión catalana (p. 61) o el supuesto "peligro bolchevique" (p. 64).

Muy informativo y sistemático resulta el capítulo de  Eduardo González Calleja, "la radicalización de las derechas", en el que distingue las corrientes de estas y da cumplida cuenta de las pintorescas relaciones que entre ellas mantenían: legitimismo carlista, catolicismo de la CEDA, alfonsismo y fascismo (p. 222). Cuatro banderías que reconocieron de inmediato que el punto de fusión de sus intereses comunes (dijeran lo que dijeran en sus proclamas) consistía en echarse en brazos de ejército.

El clérigo catalán Hilari Raguer, de la mítica abadía de Montserrat, tiene a su cargo presentar las relaciones de la iglesia católica con el "alzamiento". Un asunto crucial porque el clero funcionó desde el primer momento como el principal aliado y legitimador del golpe militar de los generales felones. Parece prudente encomendárselo a alguien que conoce la cofradía por dentro porque, en efecto, echa mano y expone información, de interés, como esa referencia al texto del canónigo magistral de Salamanca , Aniceto Castro Albarrán, El derecho a la rebeldía (p. 248) que, aunque conocido, no está lo suficientemente valorado en su importancia en cuanto entronque del golpismo del generalato con la tradición filosófico-política del derecho de resistencia.

Novedad para este crítico es la mención a la curiosa conspiración de aquel majadero que fue Eugenio Vegas Latapie, alma de todas las conspiraciones monárquicas y de Acción Española, quien pretendía organizar un atentado terrorista que provocara la guerra civil (p. 250). En el fondo, esta provocación criminal resume como una metáfora, el sentido todo de esta guerra que aún no ha terminado: quienes ansiaban acabar con la República en defensa de sus intereses de clase, estaban dispuestos a hacer lo que fuera para ello, a cometer todo tipo de crímenes y felonías... y a achacárselos después a quienes, al apoyar al gobierno legítimo, se opusieron a sus designios. En realidad, si los psicólogos quieren una muestra empírica incuestionable de esa patología que llaman proyección, inherente a la derecha española y consistente en acusar a los demás de hacer lo que ella hace, que consideren cómo los delincuentes rebeldes acabaron encarcelando, "juzgando" y asesinando a sus enemigos acusándolos de "rebelión". Tática de proyección que la derecha sigue aplicando hoy día de igual modo aunque, de momento, con efectos menos cruentos.

El capítulo de Raguer tenía que tratar el asunto de la cruzada en cuanto concepto legitimatorio esencial del franquismo emanado de la iglesia. El autor recuerda que el término no aparece en la famosa carta colectiva de los obispos españoles del 1º de julio de 1937 (p. 255) pero lo que es evidente, obispos o no obispos, es que el término echó raíces, fue esencial para la justificación de la guerra civil y la barbarie fascista desencadenada en España y, desde luego, salió de la iglesia. No de la propaganda del 5º Regimiento. Y que el Vaticano no la empleara expressis verbis tampoco quiere decir gran cosa para quien, como Raguer, seguramente conoce las muchas lenguas con que habla la Santa Sede.

El capítulo de Fernando Hernández Sánchez, "con el cuchillo entre los dientes: el mito del 'peligro comunista' en España en julio de 1936" tiene asimismo especial relevancia a los efectos específicos del libro. Remacha Hernández la idea de que la sublevación militar, producto de la previa (y única) conspiración antirrepublicana, fue una "contrarrevolución preventiva" (p. 275) y, muy convincentemente, concluye que el Frente Popular y su columna vertebral, el PCE, lucharon siempre en defensa de la legalidad republicana (p. 287). De revolución en ciernes, nada. Son incontables los testimonios que prueban cómo los comunistas se opusieron primero y yugularon después todas las ensoñaciones revolucionarias de la CNT/FAI o el POUM. Nos adentramos aquí en este episodio -ya tratado en otras partes del libro- que podríamos llamar la "guerra civil dentro de la guerra civil" que concluyó con el triunfo de los comunistas (o los estalinistas, como los llamaban los trostkistas) y la aceptación del principio de primero la guerra y luego la revolución.

En este asunto, como suele suceder en los hechos históricos, hay matices y matices. Si uno restringe el ámbito exclusivamente al escenario español, el punto de vista de Hernández es incuestionable: los comunistas pegan un giro a raíz del VII Congreso del Komintern en 1935 y pasan a propugnar la política de "frentes populares" como forma de lucha contra el fascismo. Un giro de 180º que tiene tanta justificación y elementos propagandísticos como sus posiciones anteriores. España fue una pieza más, sin duda importante, pero una más, en la formidable política de agit-prop de la Internacional Comunista, organizada en gran parte por aquel genio de la propaganda que se llamó Willi Münzenberg, posteriormente asesinado quizá por agentes estalinistas. Los comunistas en España obedecían consignas (entre otras, acabar con los "traidores" trostkistas) y las hubieran seguido aunque hubieran sido las contrarias. Reconozco que esto no cambia gran cosa en cuanto al fondo de la discusión de si había o no un "peligro comunista" en España en julio de 1936, pero hay que ir muy al fondo de las cosas y matizar bastante para los años posteriores. Bolloten, seguramente, se vendió por un plato de lentejas; pero, es de insistir, Borkenau fue mucho más perspicaz.

El capítulo de José Luis Ledesma, "La 'primavera trágica' de 1936 y la pendiente hacia la guerra civil", que es un buen complemento al de Francisco Pérez Sánchez, "Las reformas de la primavera del 36", muy concentrado en el análisis  de las distintas medidas de reforma de la República, supone un buen colofón a este recomendable libro. Ledesma no duda en calificar de "leyenda negra" lo de la amenaza revolucionaria pretextada por las derechas conspiradoras, sublevadas y golpistas (p. 311), pero matiza algo que es de justicia. No hubo una violencia especialmente significativa de las izquierdas antes de la sublevación militar (quizá fuera mayor la sistemática provocación de los pistoleros falangistas y católicos), pero sí se encendió en cierto grado a raíz de dicha sublevación. Pero eso, obviamente, requiere otro juicio. No se puede amalgamar con la anterior, como ha hecho sistemáticamente la historiografía franquista muchos de cuyos seguidores siguen produciendo esa bazofia seudohistórica y legitimatoria en defensa del que quizá haya sido el régimen más bestial, cruento, asesino y vergonzoso de la historia de este sufrido país.

Añádase a todo lo anterior con su poderosa armazón historiográfica la reproducción de los originales de las abrumadoras pruebas de cargo que aportan los autores: los contratos de Roma y en anexos los documentos elaborados por el general Mola en preparación del golpe de Estado de julio de 1936 que demuestran una clara voluntad de recurrir a la máxima violencia de la guerra para derribar la República y continuar luego con una política de represión y terror en contra de la población civil en términos que la conciencia posterior de la humanidad ha calificado de genocidio. Estos torturadores españoles que reclama hoy la justicia argentina son en realidad los servidores y perpetuadores de un régimen ilegal, delictivo, terrorista y genocida, preparado con mucha antelación a julio de 1936. Los contratos de Roma, por lo demás, ya se ha dicho, no apuntaban a un mero "golpe de Estado". Basta con ver el material bélico comprado que tan profusamente se describe. Además, lo que estas cuentas prueban asimismo es la directa implicación de Mussolini en la preparación del asalto armado contra la República española. Fueron los alemanes y los italianos quienes ayudaron decisivamente a Franco a ganar la guerra. Los rusos llegaron mucho más tarde y, por razones evidentes, pudieron hacer bastante menos.

Efectivamente, bienvenido este último libro sobre la guerra civil. Una guerra que aún no ha terminado. 

dimecres, 25 de setembre del 2013

Los de toda la vida.


Esa displicencia en el gesto, esa altanería, esa altivez, arrogancia, suficiencia, esa soberbia de porte, ese torvo mirar.

Esa fatuidad, esa petulancia y pedantería, ese necio y hueco engreimiento.

Esa chulería, ese desprecio de trato, esa grosería en la respuesta, ese tonillo insultón permanente.

¿De dónde vienen?

De una conciencia de clase vicaria. Son burgueses, hijos de menestrales, de familias de clase media con ínfulas de poderío. Doctrinos de ideologías inculcadas. Fascistas en su mocedad, reprimidos en su adultez. Palurdos imitando los lujos del capital. Nuevos ricos.

¡Y qué ideología! Funcionarios del Estado que ridiculizan y atacan el Estado y todo lo público. Gays vergonzantes represores de gays. Corruptos moralizantes. Chupacirios y monagos de los curas. Señoritos demagogos e ignorantes. Cursis, gazmoños y amantes de las corridas, las sobremesas de chistes verdes y el regüeldo patriótico.

Su convicción más profunda: ser de madera distinta al común de los mortales. La igualdad es una manía de envidiosos porque lo lógico es la desigualdad de la estirpe. Funcionarios oscuros que envidian el esplendor de la clase y la élite y desprecian, humillan y explotan a las clases subalternas en beneficio de sus amos, esperando ser considerados de ellos. 

Ninguno ha hecho nada en la vida por sus semejantes; no han descollado en ningún campo; carecen de cualquier mérito adquirido por el propio esfuerzo. Son parásitos que no han trabajado nunca ni siquiera en lo que dicen que son sus profesiones, pero se piensan con derecho intrínseco al mando e imponen sus convicciones como verdades apodícticas. Unas convicciones brutales y necias ajustadas a espíritus mediocres, vacíos, ruines.

No paran de hablar y diluvian verdaderas estupideces, lugares comunes, topicazos y perogrulladas sin tasa, meras tonterías, falsedades desvergonzadas y mentiras a granel. Los discursos están para afirmarse, no para explicar nada y menos a una chusma de desgraciados cuya única función es votar cada cuatro años según Dios manda y constituirse luego en mayoría silenciosa para que el presidente, la vicepresidenta y sus colegas sigan hablando de lo que no entienden.

Su devoción religiosa, hecha de aparato y lucimiento, de mantillas, peinetas, golpes de pecho, procesiones y costaleros es exactamente esa que el fundador de su religión condenó repetidamente. Puro boato ligado al poder político. No aman a su prójimo, salvo que sea de su cuerda; a los demás se les aplica la legislación vigente tras haberla endurecido al dictado de sus intereses. 

Están dedicados al expolio de los caudales públicos y las rentas de los ciudadanos, por la vía legal y la ilegal; les da lo mismo. Quieren castigar la corrupción ajena, pero no la propia en la que chapotean hace lustros. Su convicción fundamental es que el fin, su fin de negación de los derechos ciudadanos y de saqueo de sus ingresos, justifica todos los medios, incluso los corruptos.

Su tendencia autoritaria, impositiva, censora y su desprecio por las formas democráticas apuntan a una concepción dictatorial de la convivencia. La de toda la vida.

¿A que sabemos de quién hablamos?

(La imagen es un grabado de Felicien Rops (1833-1898) titulada Hipocresía hacia 1879-1880, propiedad de la familia Babut des Màres, Namur.)

dimarts, 24 de setembre del 2013

La democracia es cosa de mesura.


El gobierno de la derecha es un desafuero en todos los terrenos. El nombramiento de ese presidente del Tribunal Constitucional, militante del partido al mando, no puede justificarse bajo ningún punto de vista político, moral o jurídico. Tiene una consecuencia perversa inminente. El Tribunal Constitucional será el órgano al que el gobierno envíe cualquier contencioso con Cataluña y sus instituciones. Y ¿qué juicio merecerá el de un tribunal presidido por una persona recusada de antemano por la parte catalana por su falta de imparcialidad? Falta de imparcialidad patente. Y hasta falta de independencia pues ¿cuál es la de un militante con respecto a su partido, sobre todo el militante que debe el cargo al partido, a pesar de haber ocultado su militancia en él, prueba obvia de que la acusación es razonable?

Pero todo son desafueros. Lo de los medios públicos de comunicación es un atropello increíble. Ahí están Echenique y Somoano, hundiendo la audiencia de los informativos de TVE que los van a dejar como los de Telemadrid. Y en sanidad, en educación, en derechos de las mujeres. Si alguien tiene alguna duda al respecto, mire lo que decían el presidente del gobierno y varios de sus hoy ministros sobre el copago en sanidad. Todos coinciden en términos escandalizados y justicieros en que el copago sería una arbitrariedad, un abuso de los más débiles, una monstruosidad que el PP jamás haría ni hará. No se rían (habría de ser una risa sardónica) y escuchen a Rajoy, Sáenz de Santamaría, Gallardón, Cospedal, Pons. Está claro que el copago sería un desafuero. Exactamente el que han cometido ellos: un copago, repago, privatización y expolio.

O consideren el birlibirloque de las pensiones que han ideado los expertos a sueldo de la banca y la ministra Báñez tiene que escenificar como puede de vez en cuando. Es ya célebre su vaticinio de cómo vendrán los pensionistas a agradecerle con lágrimas en los ojos que les haya dado un 0,25% de subida y tope anual y una bajada también anual equivalente a la diferencia entre ese 0,25% y lo que realmente suba el IPC del que las pensiones quedan desvinculadas. Se puede llamar como se quiera, pero es una confiscación de rentas por adelantado, un empobrecimiento en diferido.

Y si esto es en el ámbito de las políticas públicas, no se hable de los desafueros en la forma de gobernar. El presidente está oculto o ausente, no da explicaciones de sus actos, no admite preguntas de los periodistas, no comparece en sede parlamentaria y hace literalmente lo que le da la gana. El comportamiento de la presidencia del gobierno no es de recibo bajo ninguna concepción mínima de democracia. Es un abuso, tanto más indignante cuanto quien se lo permite es alguien acusado de prácticas corruptas. Si, a pesar de todo, se sale con la suya, se debe a tres factores:

1º) Una batería de medios de comunicación (todos los públicos que controla y buena parte de los privados) dedicada a embellecer su forma de gobernar y justificar sus más clamorosos desafueros.

2º) Una mayoría parlamentaria absoluta que funciona como una guardia pretoriana al servicio exclusivo de la seguridad personal de los generales. Todas las iniciativas de la oposición para conseguir que el Parlamento cumpla su función de controlar al gobierno se estrellan contra la cohorte del pretorio que no deja pasar ni una pregunta, interpelación, moción o simple iniciativa que pueda molestar al emperador. 

3º) La dudosa calidad, eficacia, eficiencia de esa oposición a la que no permiten ejercer como tal a base de argucias y triquiñuelas reglamentarias, tan manifiestamente impertinentes que puede exponerlas la señora Villalobos con su peculiar estilo. "En realidad", viene a decirse, "debiérais estarnos agradecidos, so pringaos, de que os demos explicaciones y no os hagamos un corte de mangas."

Es patente que el Congreso se ha convertido en una cámara de bloqueo y aplauso, mero disfraz de un gobierno autoritario, que no informa, ni da explicaciones, ni admite responsabilidades de ningún tipo. En esas condiciones, la pregunta es: ¿presentará ya el PSOE la moción de censura o buscará otro subterfugio, otra logomaquia para forzar la comparecencia parlamentaria de Rajoy, aprovechando que 2013 es el año de la serpiente en el calendario chino? Es cierto que la moción de censura tiende a verse como el último cartucho en la recámara y el combatiente experimentado procura no malgastarlo. Pero alguna vez hay que disparar. La moción de censura será derrotada, por supuesto, pero tendrá su utilidad política. Permitirá anunciar al país cuál es el proyecto del PSOE y este podrá exponer cuál será su actitud a partir de entonces si se mantiene el bloqueo parlamentario cerrado. 

Es ahí en donde la oposición debe salir de su marasmo. Si el Parlamento no es sino una cámara de legitimación y bloqueo, la oposición solo dejará de cooperar en esa mixtificación abandonándolo. Lo viene diciendo Palinuro: la retirada al Aventino es una actitud muy honrosa de la oposición, que no puede ser cómplice de su silenciamiento. 

Por supuesto que Rajoy debe comparecer y explicar por qué mintió en sede parlamentaria. Y dimitir.

Quede para mañana comentar la reciente declaración de González en el Ritz (creo) de que la independencia de Cataluña es imposible. Si acaso porque esto ya aburre a las ovejas. 

dilluns, 23 de setembre del 2013

Buena entrevista de Rubalcaba.


Y mejor hubiera sido si Ana Pastor dejara hablar al entrevistado. Una cosa es no dejarse llevar al huerto y otra interrumpir continuamente, sobreponer la voz. Consecuencia, parte de la entrevista no se entiende y está llena de "no, no, no.,..", "déjeme explicar...", "no, pero no es así...", "permítame hablar...", etc, etc. La táctica de la periodista es evidente: como piensa que el entrevistado barrunta qué preguntas se le harán y trae un rollo preparado, trata de desbaratárselo, interrumpiéndole y repreguntando. No está mal, pero no debiera ser tan atosigante. El foco debe estar en el entrevistado, no en la entrevistadora que tiene un punto de narcisimo en femenino.

Por fortuna, Rubalcaba trae sobrada experiencia, muchas tablas, flema y capacidad para encajar. Lo más importante: sabe de lo que habla cosa que, contra lo que pueda parecer, no es tan frecuente entre los políticos que apenas tienen tiempo de leerse los papeles. Y, además, domina la cámara. Su lenguaje no verbal es sencillo, llano, nada ampuloso o acartonado, genera complicidad enseguida con el auditorio. Da la impresión de ser persona inteligente con cierta malicia guasona. Se le escapan miradas al objetivo, prueba de que está alerta del ángulo que ofrece. Se le ven ganas de espetarnos un discurso en directo pero, sabiamente, se contiene.

Dijo lo que quería decir de modo sucinto pero contundente. No tiene nada que rascar en el caso Faisán, Griñán no será imputado por los EREs, la Ley Wert es una ley muerta, habrá que reformar la Constitución para buscar reacomodo a Cataluña en España (no quiere ni oír hablar de autodeterminación) y tanto la reforma laboral como la sanitaria y la de las jubilaciones tienen los días contados. Ese debe ser el meollo del discurso del PSOE de aquí a las elecciones. Dejó meridianamente claro que Rajoy mintió al Congreso en lo tocante a sus relaciones con Bárcenas. Así que anunció que seguirá hostigando al gobierno sin descartar la moción de censura en cuya alforja echará además de Bárcenas, la salud, la educación la cuestión catalana, etc.

Todo eso por la vía de la oposición. Pero, siendo su espíritu siempre tan constuctivo, ¿qué propuso como alternativas? Aquí vino un segundo bloque de la entrevista en donde Pastor más se encendió porque se husmeaba drama. Rubalcaba admitió que el PSOE salió mal de las elecciones de 2011 y ahora toca levantar cabeza, recuperar la confianza del electorado, remontar, teniendo muy en cuenta que la crisis obligará a hacer cambios muy profundos. ¿Cuáles? Ya se verá cuando el PSOE presente su proyecto, en el que está trabajado. Es decir, está haciendo oposición sin proyecto. Pero este llegará. ¿Será él el candidato?, saltaba Pastor como si más que pastor fuera loba. Sí, si es útil para su partido. Consabida respuesta que no dice nada. Bueno, puede atacarse por otro lado: ¿habrá primarias en el PSOE? Sí, profiere encantado Rubalcaba, y abiertas, lo cual es mucho giro para uno de los dos partidos dinásticos. Sí, sí, pero ¿cuándo? Lo más cerca posible de las elecciones generales, como hace todo el mundo. Resumen para sufridos comentaristas: aquí no se mueve nada hasta unos meses antes de las elecciones de noviembre de 2015. Pase lo que pase en las europeas de 2014.

La razón del aplazamiento se encuentra en el nuevo proyecto que saldrá de la conferencia política de noviembre. ¿Quién sabe? Un nuevo PSOE, una nueva socialdemocracia. Hay que esperar y ver y leer antes de hablar. Obvio. Es un meritorio intento de sacar el debate del PSOE del ámbito de la mera imagen, del liderazgo personal, del torbellino mediático para conducirlo al terreno de las ideas, las propuestas, incluso las teorías. Veremos si funciona o no. La sociedad del espectáculo tiene escasa paciencia con las controversias ideológicas.

Una aclaración respecto al enunciado partidos dinásticos. Supongo que el PSOE puede considerarse un partido accidentalista, indiferente a la forma de gobierno siempre que sea un Estado social y democrático de derecho, según reza la Constitución. Pero, la verdad, suena raro escuchar en su secretario general un discurso monárquico. Es comprensivo con el Rey en estos momentos en que el señor mayor, según Corinna, lucha con la enfermedad y no plantea cuestión alguna respecto a la legitimidad de la institución. La máxima crítica afecta a la decisión real de operarse en centro privado. Nada sobre el desastroso ejemplo que la Monarquía (empezando por el yerno y siguiendo por el suegro) lleva años dando, perceptible en su vertiginoso descenso en el aprecio de los ciudadanos.

Suena raro, desde luego. Suena no solo a dinástico, sino a cortesano. No veo por qué, si el PSOE va a proponer una reforma de la Constitución en lo referente a organización territorial del Estado y sistema electoral, no prevé asimismo lo que será inevitable: que también se plantee la cuestión de la monarquía y la separación real de la iglesia y el Estado, entre otras. Y, si de reformar la Constitución se trata, ¿por qué no una total? ¿Por qué no plantear un proceso constituyente, como reclama el M-15, el Partido X (creo) y múltiples izquierdas?
 
Ya, que se trata de ganar las próximas elecciones, no de perderlas. Un verdadero problema en el que estamos todos interesados.

Frau Eisenmerkel.


Angela Merkel, triunfadora indiscutible de las elecciones, primera presidenta de gobierno que sobrevive a una votación hace ya años en Europa, desde que comenzó la crisis. Y no solo sobrevive sino que, con 41,5% del voto, supera en 7,7 puntos el que logró en 2009, a su vez el peor para la CDU/CSU desde 1949. De lo hondo, a la cúspide. Mayoría indiscutible con 296 diputados. Pero no mayoría absoluta (300). Los socios liberales de FDP han sucumbido a la cuchilla del 5% por primera vez también desde 1949. El partido que más tiempo ha estado en el gobierno alemán desaparece del gobierno y del Parlamento. Se veía venir. De hecho, la cúpula de la CDU/CSU debatió hace unas fechas la posibilidad de pedir a sus votantes que votaran por el FDP. La decisión fue negativa y los liberales se han quedado de extraparlamentarios. También se ha quedado fuera el partido euroescéptico de reciente creación, Alternative für Deutschland (AfD) que, por cierto, se presenta como el heredero del FDP aunque más parece su sepulturero.

¿Y qué más hay en el Bundestag? Pues, sencillo: tres partidos, el SPD (25,7% del voto), los verdes (8,4%) y La Izquierda (8,6%). La izquierda que suma 302 escaños. Es decir, la izquierda sí alcanza la mayoría absoluta que se niega a la CDU/CSU. Esto tiene yerba para rumiar. Nadie piensa que sea posible una coalición SPD-Verdes-Izquierda (que podría rebautizarse como naranja-verde-roja) y entre las coaliciones posibles de la CDU/CSU, la Izquierda no cuenta. Sin embargo, el líder de esta, Gysi, cuyo contacto con la realidad parece problemático, exultante, dice que, con el 8,6% del voto y 60 diputados son el tercer partido del Parlamento (con 8,4% del voto, los verdes también tienen 60 diputados) y le corresponde dirigir la oposición. Está a 122 diputados del SPD y dos décimas de los Verdes, pero piensa dirigir la oposición antes de saber en dónde estará el SPD.

La intriga es ahora qué coalición se formará. Queda excluida la posibilidad del gobierno en minoría pues Merkel corre peligro de no salir elegida a tenor del artículo 63 de la Constitución; e incluso de ser causa de unas elecciones anticipadas. La coalición es obligada. Pero ¿cuál? Hay tres posibles, según la antigua interpretación de colores: 1ª) negro-rojo; 2ª) negro-verde; 3ª)negro-rojo-verde. Si no puede haber una coalición de las izquierdas por razones que no cabe examinar aquí, Palinuro considera la 3ª opción la menos mala. El predominio alemán se mantendrá. Frau Eisenmerkel recordó en el momento de depositar el voto que los países del Sur de Europa habrán de seguir con la austeridad que tan bien les sienta. Queda la esperanza de si la socialdemocracia alemana y los verdes mitigarán algo la disciplina neoliberal del consenso de Berlín.

La gran preocupación de Palinuro, con todo, es el aprovechamiento que el PP hará de la victoria de la derecha alemana para sus propios fines. Los españoles deben ser tan inteligentes como los alemanes y votar el correlato ibérico de la CDU/CSU alemana. Ya veo los titulares: Votar a Rajoy es votar a Merkel. Éxito seguro.

diumenge, 22 de setembre del 2013

El nacionalismo catalán según Cercas y Vargas Llosa.


Vargas Llosa publica hoy un artículo en El País en contra del independentismo catalán tan repleto de lugares comunes como de ideología. Toma pie el ilustre novelista en otro anterior de Javier Cercas en contra del derecho a decidir, cuyos argumentos hace suyos sin dudarlo, al tiempo que dice del autor que es “tan buen novelista como comentarista político.” Seguramente; pero, desde luego, no es su caso.
 
El artículo de Cercas contiene una falacia que lo desautoriza. En tono positivista afirma que “en una democracia, la libertad no supone que un ciudadano pueda ejercerla sin tener en cuenta las leyes que la enmarcan y decidir, por ejemplo, que tiene derecho a transgredir todos los semáforos rojos”. Ese será siempre el punto de vista del poder; de cualquier poder. Pero no el del desobediente por razones de conciencia, por quien Cercas debiera mostrar más comprensión de no estar cegado por su nacionalismo español.

De paso, esta idea de que, a veces, las razones de conciencia estén por encima de la obediencia a ley, a lo mejor hace ver a Vargas Llosa el motivo por el que Mas compara “su campaña soberanista con la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King en los Estados Unidos sin que sus partidarios se le rían en la cara.” Si no lo entiende, le invito a interpretar en la misma clave el hecho de que los nacionalistas españoles (subespecie misteriosamente ausente en los discursos de Cercas y Vargas Llosa) comparen a su vez a Mas y a sus seguidores y amigos con los nazis y con Hitler. Y conste que no quiero hacer más sangre recordando cómo el nazismo, entre otras monstruosidades, fue partero de la España que, evolucionando felizmente, ha llegado hasta aquí.
 
No ignoro que la proclama de Mas pueda ser instrumental y falsa y que el president, en el fondo, vaya a lo suyo. Pero su intención subjetiva no desdice del fondo de la cuestión de que la vida será una ñorda si no se atiende al hecho de a veces hay quien invoca razones de conciencia para no obedecer la ley y arrostra las consecuencias del incumplimiento. La desobediencia civil, vamos, por si no estaba claro. Cercas y Vargas Llosa harán lo que quieran; a mi modesto entender, esa es una posición muy respetable y, mediando ciertas cautelas de sinceridad, extensión, apoyo social, sumamente atendible. Es muy sencillo: el orden jurídico no puede admitir desobediencia a la ley por razones de conciencia; pero la desobediencia por razones de conciencia se da a pesar de todo y, muchas veces, obliga al orden jurídico a cambiar. Si no fuera por esto, el ordenamiento actual sería el de las XII Tablas, la India seguiría siendo inglesa y un negro no podría ser presidente de los Estados Unidos.

Pero vamos a la falacia de Cercas. Dice este –y aplaude Vargas- que, si los secesionistas catalanes están tan seguros, los partidos políticos deben aclarar “su postura sobre la independencia en la próxima consulta electoral” en la presunción de que obtendrían magro respaldo electoral. Por desgracia, los partidos someten a consulta lo que quieren, no lo que desea Cercas. En concreto, sometieron a consulta el “dret a decidir”, y el resultado fue un apoyo muy mayoritario a algo que, según Cercas, no existe porque él no ha leído a nadie a favor ni lo ha encontrado en texto alguno de derecho positivo. Lo primero se resuelve con facilidad ampliando lecturas; lo segundo recordando que ningún texto legal puede admitir expresamente el derecho a la desobediencia y que, a pesar de todo, la desobediencia se da y hasta estoy seguro de que en alguna ocasión de su vida, Cercas ha simpatizado con ella. La falacia es la de siempre y, la verdad, aburre un poco resaltarla de nuevo: la equiparación “derecho a decidir” e independencia no es justa. Somos muchos los partidarios del derecho a decidir… lo que nos parezca. Entre otras cosas, la no independencia.

Ve Cercas en Cataluña el perverso funcionamiento de la espiral del silencio y lo subraya Vargas adobándolo con una anécdota del abuelo Cebolleta con su experiencia en la Barcelona de los años 70, cuando no había pasado nada de lo que después ha pasado. No perdamos más tiempo, señores, la espiral del silencio está en los dos lados del comportamiento colectivo, el españolista y el catalanista, depende de los momentos y los lugares. No hay que hacer trampas con los argumentos.

Podríamos quedarnos aquí y ya sería suficiente pero, tras tomar pie en la falacia de Cercas, Vargas Llosa, expone su propia Minerva sobre el asunto sin piedad alguna hacia la inteligencia del lector. Lamenta el novelista en largas y sentidas parrafadas las consecuencias de lo que no osa mencionar de modo claro, esto es, que hay un nacionalismo español intolerante, excluyente, acaparador y amenazante como siempre, pero que, al verse a sí mismo ilegítimo, no se atreve a formularse cual sí lo hace el catalán. Llora Vargas una situación en que “la mayoría de españoles y de catalanes que son conscientes de la catástrofe que la secesión sería para España y sobre todo para la propia Cataluña” no se movilizan “intelectual y políticamente para hacer frente a las inexactitudes, fantasías, mitos, mentiras y demagogias que sostienen las tesis independentistas.”

¡Ah, qué desgracia! ¿Cómo no está ya en el campo el paladín de la razón ilustrada, liberal, cosmopolita, contraria al provincialismo de los nacionalistas catalanes? Porque, argumenta Vargas, todos los gobiernos españoles se han achantado: los de derechas, para que no los acusen de fascistas y los de izquierdas porque confundieron el culo con las témporas y dieron en considerar progresistas los nacionalismos siendo así que estos son (prepárense, lectores) “construcciones artificiales”, “obra de demagogos o fanáticos” que buscan un “chivo expiatorio”, el “país opresor”, para eximirse de su propia incompetencia.

Y ¿cómo es posible que, siendo los nacionalismos productos tan pedestres y estúpidos no haya docenas de preclaros cerebros –estilo Vargas Llosa- que los refuten? ¿No será porque el nacionalismo español (insisto, el gran ausente en los relatos de Cercas y Vargas y del 99% de los nacionalistas españoles) es exactamente lo mismo o, incluso, más de lo mismo?

Claro, a fuer de novelista, Vargas tiene un ojo para la realidad, lo que le obliga a reconocer que “lo peor, desde luego, es que quienes se atreven a salir a enfrentarse a cara descubierta a los nacionalistas sean grupúsculos fascistas, como los que asaltaron la librería Blanquerna de Madrid hace unos días, o viejos paquidermos del antiguo régimen que hablan de “España y sus esencias”, a la manera falangista.” El uso del término “grupúsculos” ya revela la voluntad de minimizar el hecho, muy en sintonía con el habitual ministro del Interior que, como el Noske de Weimar, en el fondo, simpatiza con los violentos.

¿No tiene el nacionalismo español otros argumentos que oponer a las “inexactitudes, fantasías, mitos, mentiras y demagogias” del nacionalismo catalán? Sí, claro, otras “inexactitudes, fantasías, mitos, mentiras y demagogias” que presentan, además el inconveniente de estar tintas en sangre, en fascismo, en imposición, en dictadura.

Y ese es el drama: esto no es una lucha entre la razón ilustrada, cosmopolita, liberal, tolerante en la que estos sermoneadores se instalan como au dessus de la mêlée, como el narrador omnisciente, sino un combate entre dos nacionalismos, uno de pasado siniestro que, por ello mismo, no se atreve a manifestarse como tal y otro emergente que quizá traiga en su carro todos los horrores que Vargas anuncia, cosa que está por ver. Mientras que del otro ya lo hemos visto y, si alguien quiere más ración, que mire a Blanquerna, escuche al suegro de Gallardón, atienda a lo que dice Vidal-Quadras o lea lo que pretende la Fundación Nacional Francisco Franco. Demasiados grupúsculos.

Termina Vargas su alegato con una de esas profecías que serían dignas de tomarse en cuenta si fueran justas: “El nacionalismo, los nacionalismos, si continúan creciendo en su seno como lo han hecho en los últimos años, destruirán una vez más en su historia el porvenir de España y la regresarán al subdesarrollo y al oscurantismo. Por eso, hay que combatirlos sin complejos y en nombre de la libertad.” Sobre todo, amigos, al nacionalismo español que, para no estar presente, cuenta con muy poderosos altavoces en razón inversamente proporcional al peso de sus argumentos.