dimarts, 30 d’abril del 2013

Las relaciones peligrosas y el juego del gallina.


España como país lucha por su supervivencia en mitad de una crisis económica sin precedentes, devastadora y que está siendo, además, crisis política y moral. El gobierno lleva luchando contra ella dieciséis meses con políticas que los hechos contradicen tozudamente (paro, PIB, etc) y para las que no se ofrece razón alguna salvo la que pueda contener la fe. Rajoy afirma impertérrito en una reunión de empresarios que "Estamos en el umbral de invertir nuestra situación y las bases para conseguirlo son cada vez más sólidas". Sin ningún dato, ninguna prueba objetiva, contra toda evidencia, algo que hay que creer como el dogma, bajo su palabra de honor, que tiene un valor similar al de las acciones de Bankia.

Del otro lado del debate, en la oposición, se afirma que las tales políticas son un desastre, contrarias al sentido común, nos tienen en la ruina, son contraproducentes y erróneas, si no delictivas. Una estafa, en el fondo. Es una acusación fuerte. Pero tiene su fundamento. Todos los días se ofrecen ejemplos de comparaciones absolutamente odiosas. Ponen en la calle a cien trabajadores, otro se suicida por un desahucio y un tercero, ingeniero industrial, emigra a Helsinki a fregar platos porque aquí ni eso le dejan. Al propio tiempo, un feliz mortal, condenado por los tribunales, indultado por el gobierno, se marcha a la jubilación con ochenta y ocho millones de euros en la faltriquera. Estas cosas hacen hervir la sangre o no hay sangre.

Por eso se dice que la crisis económica es ya política y moral. Se están tocando consensos básicos de la sociedad. Una de las formas de salir de este marasmo es disponer de un gobierno que, dando ejemplo de lo que predica, tenga la autoridad necesaria para acompasar las medidas de austeridad con el saneamiento del sistema político y las pautas morales sobre las que se asienta. Pero no es el caso del actual cuyo presidente está bajo fortísima sospecha de haber tolerado como alto cargo del Partido y luego como presidente prácticas supuestamente corruptas e, incluso, haberse beneficiado personalmente de ellas.

En este momento los dos problemas más graves en España, además de la crisis, ciertamente, son la corrupción y el conflicto con el nacionalismo catalán. Y frente a ninguno de los dos está ni muchísimo menos el gobierno a la altura de las circunstancias. Ni el gobierno ni su partido pueden luchar eficazmente contra la corrupción y, en cuanto a la cuestión catalana (que otros consideran más como una cuestión española) la evidente intensificación del conflicto muestra que es más necesario que nunca encontrar un ámbito de diálogo en que puedan explorarse soluciones y acuerdos de modo civilizado, sin enfrentamientos; tender puentes, en definitiva, cosa a la que el gobierno ni su partido son proclives.

Luchar contra la corrupción en democracia significa separar la responsabilidad política de la penal y ejercitar la primera al comenzar las actuaciones para la segunda, no cuando haya decisión final. Este gobierno, con varios miembros indiciariamente implicados en trapisondas ilegales de sobresueldos no puede encabezar lucha alguna contra la corrupción. Esta lucha presupone asimismo la colaboración leal con la justicia de todas las instituciones, incluidas la investigadas. No se puede obstruir la acción de la justicia. No puede ser que el juez haya de expulsar de la causa al PP porque, habiéndose personado como acusación de Bárcenas, estaba tratando de exculparlo, es decir, estaba defendiéndolo. Estas prácticas contrarias al Estado de derecho deben terminar. Los partidos no pueden jugar al fraude de ley.

En cuanto a la cuestión del nacionalismo catalán no se negará que se exacerba por momentos con ambas partes encastilladas -al menos en apariencia- en posiciones de principios que es en donde suelen emplazarse las baterías. El nacionalismo español rechaza de plano el derecho de autodeterminación. Rubalcaba lo considera un ente de ficción, como el unicornio o la fuente de la vida. "No existe", concluye. El nacionalismo catalán no solo lo reputa existente sino muy sano, arrollador, victorioso en cualquier justa que se le riña y está dispuesto a probarlo poniéndolo en práctica, al modo en que diz que Diógenes de Sínope "demostrara" el movimiento a Zenón de Elea. Es decir, con los pies sobre la tierra, un choque en algún tiempo futuro a corto/medio plazo, en magnífica versión del juego del gallina en la variante de choque frontal. ¿El plazo? Un año, por ejemplo. ¿Es eso lo que queremos?

Solo se me ocurren dos formas de evitar esa desagradable situación de choque y ambas son malas. Por la primera, el Estado "soborna" al nacionalismo moderado o burgués otorgándole un privilegio fiscal similar a los de los Territorios Históricos. Por la segunda, impugna ante los tribunales todas las declaraciones parlamentarias, decisiones gubernativas, actos administrativos de toda autoridad o institución catalanas que, a su juicio, sean ilegales y/o inconstitucionales. Una guerra institucional. El primero es malo porque no garantiza la estabilidad. Conseguido el concierto económico, el nacionalismo "moderado" volverá por más y reabrirá el conflicto. Siendo su horizonte la independencia, le interesa mantenerlo abierto. El segundo es malo porque ninguna sociedad puede sobrevivir con un conflicto institucional permanente. Son formas malas porque no resuelven el problema sino que lo aplazan.

¿Y no va siendo hora de dejar de aplazar la solución de este problema, de dejar de legárselo a las generaciones futuras como nosotros lo hemos heredado de las anteriores? En democracia las decisiones se adoptan por mayoría pero, a veces, es necesario contar. ¿Por qué no se va a preguntar a los españoles si reconocen el derecho de autodeterminación? A ver qué nos dicen los números y cómo se concentran territorialmente. Obviamente si alguien dice que esa pregunta no puede ni plantearse, la cosa se pone cruda, por decirlo a lo llano. Pero no parece esa una posición enteramente razonable. Más valdría cuantificar los apoyos en forma de unas elecciones a una Convención con carácter constituyente en donde los españoles decidieran una planta territorial para España, sin excluir ninguna posibilidad.

De caer esa breva, Palinuro solicitaría que la Convención también planteara la sempiterna cuestión Monarquía/República. Y todo esto sin necesidad de dar gritos por las esquinas. El requisito es que el gobierno tenga la gentileza de dimitir, disolver las Cortes y convocar elecciones anticipadas. Veamos si somos capaces de elegir un parlamento del que salga un gobierno con la fuerza y la autoridad para acometer estas tareas, para abrir un proceso materialmente constituyente en el que participemos todos los pueblos de España. Y escribo España porque soy nacionalista español, ya lo he dicho. Quienes no lo sean pueden leer Estado español con la misma libertad y cordialidad con que yo leeré España en donde ellos escriban Estado español. 

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 29 d’abril del 2013

El grano y la paja.


Diferenciar el grano de la paja, la ganga de la mena, lo accesorio de lo enjundioso, lo accidental de lo esencial es el primer paso para interpretar correctamente lo que se ve, oye o siente. Por cierto, ello no nos libra de la subjetividad y la parcialidad; lo que para unos es grano, es paja para otros. O eso dicen. Pero distinguir, hay que distinguir. Ayer hubo dos noticias que refleja hoy la portada de El País: una, la rueda de prensa de Rajoy en Granada que no pudo substituir por el silencio o el plasma al hallarse en compañía de un mandatario extranjero ante quien preciso es guardar las apariencias, como si el cortijo fuera una democracia. Dos la noticia de que los cobros de la caja B, de Bárcenas, se hacían por partida doble.


Sin duda la noticia una es más vistosa y más jacarandosa que la dos. Estando en Granada, Rajoy relató una fábula legendaria, al estilo de Washington Irving, sobre las intenciones de su pundonoroso gobierno dos días después de que sus tres más destacados ministros confesaran estar sin resuello ante el fracaso de su política. Fue interesante estudiar la mímica del presidente, sus especiosos argumentos, su mecánico alzar y bajar el antebrazo, como si estuviera dirigiendo el bolero de Ravel, sus etéreas afirmaciones de cuño sentimental ("sé cómo se sienten...; no lo ven, pero estamos mejor; sé que hay mucha frustración, pero...") y su impavidez,  cómicamente parecida a la de un pingüino, por no decir su inverencundia. Muy vistoso, sí y hasta Palinuro sucumbió a la tentación de subir una entrada titulada La rueda de prensa del presunto, pues nunca hay que perder el sentido del humor.

Pero las gracias tienen un límite. La noticia gorda, la grave, la que debiera monopolizar el debate público es la dos, la de que los sobresueldos de los mandarines del PP se abonaban por partida doble y conceptos distintos. Hasta 10.000 euros mensuales cobraron durante años un puñado de electos de los dioses y su representante en la tierra, Bárcenas. Una pasta. Ser dirigente del PP era (y quizá siga siendo; aquí ya nadie se cree nada) un verdadero chollo. Que se lo digan a Cospedal, a quien faltan manos para cobrar sueldos. Si a esto añadimos la Gürtel y su conexión urdangarinesca así como la pedrea de corruptelas baleares, levantinas y madrileñas, habremos de confesar que el país vive un momento de emergencia gobernado por un partido bajo sospecha de corrupción estructural continuada con un presidente que, siendo quien más veces aparece en los papeles dichosos, no está en situación de ejercer su cargo con la autoridad necesaria.

De forma que lo verdaderamente grave en España hoy no es si el gobierno gobierna o no, pues ya está claro que no. Lo grave es la corrupción. Lo que impide que el país recupere la confianza de los mercados es la corrupción, tanto más grave cuanto que afecta al presidente del gobierno. Al respecto es obvio que, vistos el silencio y la pasividad del interesado, hay que hacer algo. Ciertamente, pero ¿qué? Desde el punto de vista judicial, los procedimientos siguen su curso y lo único que cabe es respetarlos y colaborar con la justicia. Otra cosa es lo que después sucede, pero de eso hablaremos en otro momento.

Entre tanto -y pueden pasar meses o años- es importante que la opinión se esclarezca respecto a estos hechos. Según parece, la defensa del PP se basa en que estos comportamientos no son delito y, aunque lo fueran, habrían prescrito: pero, sobre todo, se insiste, dada la naturaleza de los partidos políticos, esos cobros no eran ilegales. Ese es el asunto crucial, el que no se puede soslayar: determinar claramente si los famosos sobresueldos son o no ilegales y si, siendo legales, son o no inmorales. Aquí nos hacen falta reflexiones de juristas y de profesores de filosofía moral y política.

Mientras llegan, hagamos una rudimentaria construcción del razonamiento. Nos ponemos en la hipótesis más favorable a los acusados: los cobros de sobresueldos no son ilegales. Pero ¿son morales? Es evidente que no. De otro modo, las reacciones a las acusaciones hubieran sido menos tremendistas, alocadas, absurdas: desde negarse a pronunciar el nombre de Bárcenas hasta rechazar lo evidente, dar por evidente lo falso, amenazar con baterías enteras de querellas pero no presentar ninguna, mentir sobre las relaciones laborales documentadas e inventarse otras. Está claro: no lo quieren reconocer porque es inmoral. Y lo saben. Es inmoral cobrar sobresueldos atípicos, bordeando (si no infringiendo) la legislación de incompatibilidades. Como es inmoral cobrar dietas indebidas, aunque el Tribunal Supremo diga que es legal. Lo que no puede es decir que también es moral, pues no lo es.

La corrupción, por tanto, es lo más importante de las dos noticias. Sin querer enmendar la plana a nadie, yo hubiera reservado el máximo espacio a los sobresueldos y solo una columnilla a la derecha a los Cuentos de la Alhambra. La corrupción impide que el país salga adelante mientras no cambie el gobierno. Leo que El Mundo da por amortizado a Rajoy y prevé sea substituido hacia Navidad. No sé si es un vaticinio basado en la quiromancia o la exposición de un plan con un objetivo. En cualquier caso, es de felicitarse que la derecha vaya despertado de su aletargada digestión. A este paso, pierde las elecciones y no ha logrado imponer su programa o, en dicho castizo que suele atribuirse a Andalucía: ni cenamos ni se muere padre. Pues eso, hay que hacer algo antes de que este gobierno cada vez más enfrentado a la población y con menos apoyos, nos lleve a algún conflicto grave.

Y no me invento nada. El modo de tratar la cuestión de Cataluña es preocupante. Quienes empezaron el mandato queriendo españolizar a los niños catalanes carecen de flexibilidad para entender a la otra parte y buscar fórmulas dialogadas y consensuadas de arreglo. Lo suyo es una cruda dicotomía: comprar o reprimir. Por la primera se ofrece al nacionalismo burgués una forma de financiación tan cercana al modelo vasco-navarro como sea necesario para hacerle abandonar el campo soberanista. O sea, comprarla. Por la segunda, para el caso de que el nacionalismo burgués rechace toda compra y se mantenga independentista, se recurre a las vías de excepcionalidad que la legalidad vigente prevé y que, por supuesto, comprenden el empleo de la violencia por medios militares, llegado el caso. Los independentistas republicanos, de izquierda, pueden verse traicionados o reprimidos, según vayan los pactos. No se olvide que tanto para CiU como para el PP la idea de nación computa en la cuenta de pérdidas y ganacias. Todo legal. Pero ¿es moral? También en esta cuestión resulta impensable que un gobierno acosado por la corrupción tenga la autoridad necesaria para actuar. Por mucho que el gobierno y/o el partido dominante de la Generalitat puedan estarlo igualmente.

diumenge, 28 d’abril del 2013

La rueda de prensa del presunto


Rajoy, como se sabe, odia las ruedas de prensa. Odia dar explicaciones. Odia las preguntas. Por eso nunca ha asistido a una sola después del consejo de ministros de los viernes y siempre deja que sean los segundos y segundas quienes den la cara. Si por él fuera, jamás comparecería en público (de hecho, apenas pisa el parlamento) y, de tener que hacerlo, lo haría tras la pantalla de plasma. En cuanto a las entrevistas con otros políticos, en secreto, como ya ha hecho con Mas y con Urkullu. Sería el presidente secreto. En realidad, un proyecto de dictador de vía estrecha.

Pero nada de esto es posible cuando se encuentra con algún dignatario extranjero, de esos acostumbrados a responder de sus actos, dar explicaciones, decir la verdad, contestar las preguntas y tener un talante democrático y no de vendedor de crecepelo. Entonces todo su edificio de artificioso embuste, marrullería y arrogancia se viene abajo y se ve obligado a contestar las preguntas de la prensa. Es decir, los españoles solo pueden escuchar a su presidente hablando de las cosas que les conciernen cuando hay algún extranjero delante. Ya solo por tal desprecio, este sujeto merecería que lo mandaran a letrinas.

Estas prácticas típicamente franquistas dan lugar a veces a situaciones cómicas. El viernes, los tres ministros al quite dejaron claro que no habría creación de empleo antes del fin de la legislatura. Ayer, en Granada, Rajoy dijo que se crearía empleo al final de la legislatura. ¿Alguien cree que esto del empleo y el paro es una drama demasiado grande para andar frivolizando o diciendo mentiras sobre él? Pues que deje de creerlo. Se creará o no empleo antes de 2015 o después o lo que sea, según lo que interese decir en cada momento a este puñado de charlatanes irresponsables, encabezados por un presidente radicalmente deslegitimado para el cargo.

Todos sus farfulleos sobre los desequilibrios, las magnitudes, las medidas, etc, no merecen ni un segundo de atención. Lo único que es relevante en este caso es que el de Rajoy es el nombre que más aparece en los papeles de Bárcenas y el segundo que más pudo haber cobrado en negro, después de Padro Arriola. Mientras este asunto no esté aclarado y zanjado ante los tribunales, todo lo que haga Rajoy para desviar la atención será inútil. Un individuo sospechoso de haber cobrado dineros en negro por más de 320.000 euros no puede ser presidente del gobierno. Lo demás es farfolla. Su farfolla.

Salvado lo cual como, además de un presunto mangante, este hombre carece de luces, la rueda de prensa que no le quedó más remedio que soportar en Granada, luego de que los afectados por las hipotecas lo abuchearan a la entrada, fue una sucesión de chistes y majaderías.

Aseguró en un momento, e insistió en ello, en que él y su gobierno están interesados en decir la verdad. Pero lo cierto y evidente es que aún no lo han hecho ni probablemente lo hagan porque ganaron las elecciones mintiendo y es lo único que han hecho hasta hoy: mentir. Por eso, cuando los periodistas le preguntaron por el paro, empezó a mentir otra vez, como ya hemos visto, diciendo que se crearía a final de la legislatura, con tanta base para decirlo como para anunciar el nacimiento de un burro de tres cabezas. Dado que ni él cree sus trolas añade que "el gobierno sabe lo que hace", como si decirlo fuera equivalente a hacerlo cuando es obvio y patente que el gobierno no sabe lo que hace ni tiene ni la más cruda idea de hacia dónde tirar. Así quedó en evidencia el viernes cuando Sáenz de Santamaría, Montoro y Guindos evidenciaron que no tenían alternativa alguna al fracaso con el que, de hecho -quiera o no el zombi Rajoy- se ha cerrado ya la legislatura. Ni Dios ni la Virgen del Rocío saben cuándo volverá a crearse empleo en España, después del paso de estos inútiles carcundas por el gobierno.

A la vista de tan apasionante doctrina de que el gobierno sabe lo que hace, aunque sea evidente que no tiene ni idea, Rajoy asegura que no habrá crisis ni cambiará ministro alguno. Por supuesto. Hace bien porque tendría que empezar por él mismo que no solamente es el más inepto y embustero sino el que está más bajo sospecha de ser un corrupto.

La coronación del discurso del charlatán fue decir que, aunque la gente no lo vea, "estamos mejor que antes", que hace falta un "poquito de paciencia".

Paciencia en tanto te reprimen, te engañan, te roban, te echan a la calle y, encima, se ríen de ti mientras mandan a sus sicarios, regiamente pagados con el dinero de todos, a aporrearte.

Muy gracioso.

La decencia de dimitir.


Esta portada de octubre de 2010 de El Mundo perseguirá a Rajoy hasta el fin de sus días, como las furias a Orestes o el recuerdo de su doble crimen a Raskolnikov. Es muy duro haber pedido el voto prometiendo bajar el paro y encontrarse tres años después con que, una vez votado, el paro ha subido y uno ha abandonado ya toda esperanza de hacerlo bajar. Muy duro, desde luego. Pero, al fin y al cabo, no es muy extraño. Se dicen unas cosas y se hacen otras. Lo duro no es la contradicción sino su motivo. Lo duro de esa afirmación (hoy se ve que vergonzosa) es que trata el paro como un asunto de partido. Esto es, Rajoy no admitió nunca que el desempleo fuera consecuencia de una crisis ajena en todo al PSOE y en parte a la misma España. Al contrario, lo esgrimió siempre como consecuencia directa de las políticas del PSOE. Hizo lo mismo en su día con la política antiterrorista, convertirla en asunto de pugna partidista. Ahora, el paro, según Rajoy, tenía nombre: Zapatero. Échese a Zapatero, póngase a Rajoy y el paro empezará a reducirse. Nequaquam. Ha aumentado vertiginosamente gracias a la reforma laboral del presidente quien, además, avisa de que la cosa irá a peor. La cuestión, ociosa por lo demás, era si se engañaba a sí mismo o se limitaba a engañar a los demás.

Esta circunstancia deslegitima por entero el gobierno del PP y las confusas explicaciones de su presidente empeoran las cosas. Reconoce Rajoy haber hecho lo contrario de lo que prometió y hasta admite no haber cumplido su palabra pero, añade, como si así quedará justificado, ha cumplido con su deber. Al margen de la obvia consideración de que el primer deber de un hombre sea cumplir su palabra, esta lamentable excusa muestra un concepto del deber verdaderamente cómico porque si mandar al paro a un millón de compatriotas es cumplir con el deber, ¿por qué se metía con tanta saña con Zapatero, que había hecho más o menos lo mismo aunque a regañadientes?

Esa atribución partidista, esa personificación de los males de la patria en una figura diabólica, Zapatero, permite cargarlo con las más infames intenciones. Zapatero es un sablista porque la subida del IVA es el sablazo del mal gobernante a sus compatriotas. ¡Qué al pelo viene aquí el famoso aforismo de que el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios! El mismo Rajoy es un sablista. Como no le gusta la idea, viene aduciendo ahora que estas cuestiones, el paro, el IVA dependen de fuerzas externas, de mandatos exteriores a los que debemos someternos. Pero él no reconoció esta posibilidad a su antecesor. Al contrario, lo cargó personalmente con las culpas, pidió que se fuera, elecciones anticipadas. Por mal gobernante y por sablista. Justo lo que es él.

La situación es idéntica. Insostenible. En el PP tiene que haber alguien con autoridad o audacia suficientes para plantear la cuestión de un cambio de gobierno. La prensa extranjera lo da por fracasado y agotado.
Quizá no al extremo que muestra el cartel contiguo, que hace un retrato categórico de la trayectoria personal de Rajoy, pero incapaz de continuar. Cierto, el interesado advierte que se siente con la  misma fuerza y energía que cuando tomó el mando de la nao. Pero eso no es garantía (casi al contrario) de que la nao llegue ilesa a algún sitio. Para ello tendría que salvar dos escollos y no parece capaz de hacerlo: el primero, el de la falta de una política económica alternativa a la aplicada hasta la fecha cuyos resultados a la vista están. Sostenella y no enmendalla. Muy hispánico. Y desastroso. O sea, muy hispánico.

El segundo escollo insalvable es el de la corrupción. Los malditos papeles del innombrable Bárcenas son una pesadilla, una piedra de molino atada al gaznate presidencial. En ellos se le vincula con la recepción de sobres con dineros irregulares, que se amplía luego a más sobres en otros papeles igualmente barcénigos de reciente aparición. Él en persona, su gobierno, su partido, aparecen  supuestamente inmersos en una tupida red de corruptelas que lo desautoriza, lo deslegitima por entero para el ejercicio del cargo.

(La tercera imagen es una foto de armakdeodelot, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 27 d’abril del 2013

La única salida, la dimisión.


La comparación de internet con el ágora clásica se queda corta. Es mucho más. En ella se cruzan diariamente millones de datos, aludes de información, a toda velocidad. Los juicios son rápidos y contundentes. Las maniobras dilatorias o diversionistas de los poderes públicos denunciadas antes de ser operativas. El tiempo real no perdona. El silencio se hace insostenible y, por último, hay que dar la cara, aunque sea por medio del plasma.

Este cartel, encontrado en la red, resume a la perfección las razones por las que Mariano Rajoy debe dimitir. Palinuro viene enunciándolas hace tiempo: a) ilegitimidad de origen; b) ilegitimidad de ejercicio; c) recurso sistemático a la mentira; d) corrupción estructural. Con todo esto a su espalda el gobierno debiera haberse ido a su casa hace tiempo. Pero no ha sido así. Rajoy ha empleado una táctica doble: de un lado silencio sobre la corrupción. De Bárcenas, el innombrable, no se habla. De otro, venga, a concentrarse en los datos, las cifras y la ímproba tarea de sacar a España de la crisis.

Pero no le ha funcionado. De Bárcenas no para de hablarse y el único que no se da por enterado es Rajoy siendo así que la autenticación de sus papeles lo pone más cerca de ir a declarar ante el juez si recibió o no esos dineros en negro que en ellos se consignan. Y en cuanto a los datos y cifras, el consejo de ministros de ayer y la inenarrable comparecencia de tres de ellos, han sellado el fracaso total del gobierno. El que iba a reducir el paro cuando gobernase reconoce ahora que, a la hora de irse, en 2015, habrá más desempleo que al comienzo. De brotes verdes, nada. De recuperación en 2014, menos. Y, además, sus previsiones más optimistas sobre la reducción del déficit son falsas porque, aunque parezca increíble, siguen partiendo de la mentira de que el de 2012 fue del 6,2% del PIB cuando la Comisión ha dicho que es del 10,2%. Solo este hecho da una idea del valor que el gobierno concede a sus propias predicciones.

Fracaso rotundo en todos los frentes que los tres ministros comparecientes se encargaron de subrayar para regocijo de las redes sociales utilizando formas de neolengua verdaderamente cómicas para disimular más incumplimientos de promesas, más exacciones, más restricciones. Y eso que no tuvieron que disimularlo todo pues, al vivir pensando en los medios, probablemente se han dejado lo más duro para la semana que viene, a fin de no encender más el próximo 1º de mayo. Todo lo cual explica la bajísima valoración ciudadana de este gobierno en su conjunto y sus ministros individualmente (muy mal) considerados. Realmente, el crédito y el prestigio de la autoridad son inexistentes.

No es de extrañar que la petición que circuló hace unas fechas por las redes pidiendo la dimisión de Rajoy fuera la que más y a mayor velocidad creciera, llegando a alcanzar más de un millón de firmas en una semana. Entre ese más de un millón habrá algunos cientos de miles de votantes del PP. El país está harto del presidente, de sus marrullerías, sus silencios, sus embustes. 

Hasta los suyos lo abandonan. La portada de El Mundo es elocuente. Viene a decir que el gobierno tira la toalla a dos años y medio del fin de la legislatura. El hombre providencial que iba a restaurar la confianza del extranjero en España ha perdido la de sus compatriotas; el malévolo ministro que pedía dejar caer a España que ya la levantarían ellos no levanta ni su ánimo; la encargada de materializar el milagro de 1.500.000 de empleos gracias a la Virgen del Rocío y por intermedio de Pons, manda al paro a otro 1.500.000 de personas. Y todos ellos reunidos en consejo no tienen la menor idea de qué quepa hacer.

El gobierno ya solo cuenta con el apoyo de las fuerzas de seguridad del Estado y las está empleando a fondo contra la disidencia que, por otro lado, se extiende y multiplica a ojos vistas. Represión, endurecimiento del código penal son las únicas respuestas de la derecha autoritaria ante un conflicto social amplio y profundo motivado por sus medidas de tipo claramente antipopular, hechas de recortes, restricciones y privatizaciones. Un expolio.

A todo esto hay aquí una noticia especialmente desagradable. Según parece, el gobierno paga dietas de unos 85 euros diarios a los antidisturbios a los que emplea para cargar contra la gente, hostigarla, identificarla arbitrariamente. Esto plantea un problema ético muy serio que debe tratarse en el parlamento, esto es, el hecho de que la autoridad pueda estar empleando la fuerza pública como una guardia pretoriana y de carácter mercenario. Eso es muy fuerte.

Añádase que los gobernantes proceden de un partido literalmente minado por la corrupción. Prácticamente ya todos los dirigentes reconocen que estuvieron años cobrando jugosos sobresueldos que, si no son directamente ilegales, son inmorales. Hasta Aznar, que se puso bravo cuando El País dio a entender que había cobrado sobresueldos y se querelló contra él, ahora da la callada por respuesta cuando el dato concreto parece ser que sí, que cobró substanciosos sobresueldos disfrazados con nombres caprichosos como "gastos de representación". Y ya no hablemos del presidente, bajo sospecha de haber participado en el generoso reparto de fondos B de Bárcenas. Es inconcebible que siga siéndolo del gobierno alguien en tales circunstancias.

divendres, 26 d’abril del 2013

El proceso de fascistización
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El proceso de fascistización es un concepto que hizo famoso Poulantazs para referirse a aquel por el cual una democracia burguesa podía convertirse en una dictadura fascista. Por supuesto, se trataba de un concepto que recogía ideas anteriores y debates con muy diferentes perspectivas y orientaciones. Pero la idea generalmente compartida era que el fascismo no se daba de la noche a la mañana, de golpe, como un terremoto, que no avisa. El fascismo era el producto de una previa evolución social en la que habían ido produciéndose muchos cambios paulatinos hasta llegar a la transformación completa, entera, la implantación de una dictadura militarizada de partido.

Siendo esto así muchos, no muy interesados en estudiar el sentido de nuestra época, sostienen que el fascismo es un fenómeno histórico localizado en el tiempo. Pero eso no quiere decir que no pueda repetirse. Ciertamente, para que ello suceda no es preciso volver a los tiempos de los uniformes, las correas, los desfiles a la luz de las antorchas, el saludo cesarista o el culto a la Walhalla. Esas cosas son la parafernalia del fascismo, pero no su esencia. Esta radica en unos modos autoritarios de entender toda (el fascismo es totalitario) relación social del tipo que sea,. familiar, mercantil, laboral, religiosa, cultural. El fascismo es un modo de entender la función que cumplen las instituciones, la familia por ejemplo, que no tiene por qué ir acompañada del resonar de las botas por las calles. Y a eso se llega paulatinamente, mediante reformas graduales que van orientando la acción social hacia el fascismo a partir de una situación democrática anterior. Un proceso de fascistización.

La cuestión es identificar las instituciones que se fascistizan y cómo lo hacen. La página anarchosyn tiene colgado el cuestionario de más arriba que es bastante sistemático y completo. Allí se le llama Early warning signs of Fascism, algo así como la detección precoz del cáncer. Lo he traducido como Aviso temprano de fascismo pero, evidentemente, es proceso de fascistización. También he traducido el resto del cuestionario porque me ha parecido de indudable aplicación al proceso que está viviéndose en España. De los catorce puntos que se señalan se me  hace indudable y evidente la similitud del 1º, 2º, 5º, 6º, 8º, 9º, 10º, 11º, 12º y 13º. No necesitados de comentario alguno. La confusión entre la Iglesia y el Estado es incluso cómicamente patente, cual se ve en esa ministra que gobierna de la mano de la Virgen del Rocío; el control de los medios de comunicación es asfixiante y de la corrupción no es preciso hablar. Ya lo hace la opinión a través de los barómetros.

Los otros puntos quizá necesiten alguna aclaración: el 3º, el enemigo/chivo expiatorio o cabeza de turco o ambos. Está claro, la antiespaña personificada en el PSOE. El 4º, el ejército. De vez en cuando se le oye; pero su preponderancia queda consagrada en el artículo 8 de la CE en relación con el 2. El 7º, la obsesión con la seguridad nacional no se da, de momento, en el terreno de la defensa militar, pero sí de la defensa financiera. Hay que hacer causa común detrás del gobierno porque la seguridad financiera de España en los mercados internacionales está amenazada. El 14º, las elecciones fraudulentas. Obviamente no se trata de que hubiera un fraude mecánico en el proceso electoral que fue limpio. Se trata del fraude moral de haber ganado unas elecciones con un programa electoral y poner en práctica el contrario. 

Todos esos puntos señalan el proceso de fascistización. El gobierno, probablemente el más desautorizado de la historia de la democracia y el más desacreditado, prácticamente no cuenta con apoyo en la opinión y descansa sobre el uso cada vez más frecuente y más intenso de la represión policial. Una dinámica de acción-reacción que suele acompañar a esos procesos de fascistización. 

Sin embargo, el recurso a la represión no puede ocultar el hecho de que el presidente que proclamaba que, cuando él gobernara, bajaría el paro, ha fracasado en toda la línea. El paro no desciende sino que aumenta; España no remonta sino que se hunde más, crece la emigración, se cierran más empresas, no hay perspectiva de recuperación sino de lo contrario y el gobierno no sabe ya qué decir, lo cual tampoco es tan desastroso porque su crédito es inexistente. Si se añade a ello que el presidente está bajo sospecha de haber cobrado sobres ilegales sin que la haya disipado contundentemente, se tiene una situación catastrófica, próxima a la ruina nacional.

Aumentan las voces extranjeras que piden un cambio de políticas y políticos en España. Desde varios cuarteles se ha advertido que España no recupera la confianza de los mercados a causa de la corrupción y de sus gobernantes y personal político muy mezclados con aquella. ¿No hay gente en el PP que vea lo desastroso de la situación y ponga en marcha un proceso de renovación interno que también debiera alcanzar al gobierno? ¿No debe encomendarse este a alguien que pueda dedicarle todo su tiempo y lo haga además con mayor provecho para la colectividad?

(La imagen es una foto de Anarchosyn, bajo licencia Creative Commons).

dijous, 25 d’abril del 2013

El fascismo otra vez contra Palinuro.


Ya están atacando otra vez los fascistas peperos. Primero lo intentaron con la página web de Palinuro, tratando de conseguir que blogger la cerrara a base de acusarla falsamente de tener contenidos para adultos y de hacer que la advertencia apareciera al comienzo, para asustar a los posibles lectores. Superamos esa crisis y, gracias a la recomendación de una lectora (que los dioses bendigan) pude desactivar el mecanismo por el que los esbirros denunciaban falsamente el contenido "para adultos". Se restableció la normalidad de este blog que es crítico, libre, independiente, de variado contenido, pero no "de adultos".

Ahora, los mercenarios peperos, esos mendas a sueldo que merodean por la red haciendo de trolls a tanto la línea o tratando de cerrar páginas incómodas, reorienta su sórdida labor por otro lado, tratando de impedir que Palinuro aparezca en Facebook, con los mismos procedimientos ruines y falsos con que intentaron lo anterior. Lo explico: si usted accede a Palinuro pulsando sobre la dirección URL del post que haya subido a Facebook, lo más probable es que aparezca la siguiente advertencia:

Facebook cree que este sitio web no es seguro. Si no lo conoces, márcalo como spam para proporcionarnos información (se te conducirá de nuevo a Facebook) .

o bien su versión inglesa:

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Obviamente, es mentira. Palinuro no es spam, como todo el mundo sabe. Son los fascistas peperos los que van avisando de contenido spam y Face Book colabora haciendo como que hace algo. Por supuesto, ya he puesto el asunto en conocimiento de los administradores. Pero tengo poca fe en ello. Me fiaría mucho más si algún(a) amable lector(a) tuviera a bien ilustrarme acerca de cómo puedo evitar que estos mierdas a sueldo activen el aviso de spam en los contenidos de Palinuro en FB. Entre tanto, agradeceremos que los lectores de Palinuro pinchen en la casilla en la que se dice que "no es spam".

Por cierto, noticia para los trolls y demás fachas peperos: mañana un post acerca de si el gobierno de Rajoy ya puede considerarse fascismo pleno o si aún le falta algo, que no será más de un telediario y nunca mejor dicho.

(La imagen es una foto del blog de Guillermo Cristóbal. No he visto que tenga licencia de Creative Commons, pero lo doy por supuesto. Si es un error y la imagen está protegida (que tampoco se dice), con una mera advertencia, será eliminada).

Contra toda razón y contra toda justicia.


Todo el mundo está esperando el hachazo a las pensiones del próximo consejo de ministros. Recuérdese que Rajoy las exceptuó expresamente de sus políticas de recortes al decir solemnemente antes de las elecciones Le voy a meter la tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educación. De la suerte que están corriendo la sanidad y la educación estamos todos bien informados. Ahora van a pasar por la piedra las pensiones pues no iban a quedar estas libres de la compulsiva tendencia de Rajoy a la mentira. No es que vayan a recortarlas, pues eso ya lo han hecho. Es que van a suprimirlas, a quitárselas a la gente. Van a sujetarlas a cálculos de llamada "sostenibilidad" en los que campeará, como pasa siempre en estos casos, la corrupción, la codicia, el desmedido afán de lucro. El plan consiste, dicho claramente, en considerar las pensiones como un coste de producción y, con los costes, lo que hay que hacer, es reducirlos y, a ser posible, suprimirlos.

No ha habido hasta la fecha en España desde la muerte de Franco un gobierno que haya acometido reformas y modificaciones tan drásticas, tan (pretendidamente, al menos) irreversibles con tan escasísima base de legitimidad. Desde luego, él mismo apunta al hecho formal de estar absolutamente legitimado por la mayoría absoluta en las elecciones de 20-N de 2011. Desde entonces ha quedado bien claro que, en realidad, es un gobierno ilegítimo de origen y de ejercicio. De origen porque ganó las elecciones mintiendo, según reconoce paladinamente su presidente. De ejercicio porque su acción se ejerce por vía de decreto, con un ninguneo absoluto de la instancia parlamentaria que, de todas formas, está maniatada precisamente por dicha mayoría absoluta.

Pero esa falta de legitimidad del gobierno para llevar a cabo sus drásticas reformas no se debe solamente a estos dos momentos dentro de la legalidad sino a la quiebra de la misma legalidad. El presidente está bajo sospecha de haber cobrado dineros irregulares, sospecha que no ha disipado en modo alguno salvo para decir que se trata de acusaciones falsas, pero sin acudir por ello a los tribunales. Hasta tal punto es grave la sospecha que hay quien supone que Rajoy mantiene un mutismo absoluto porque está siendo víctima de una extorsión de un presunto delincuente. El gobierno en pleno, algunos de cuyos ministros aparecen salpicados por asuntos de corrupción, descansa sobre un partido que está metido hasta las orejas (si es que los partidos las poseen) en una vasta trama de corrupción que afecta a decenas de cargos públicos y de dirigentes, muchos de los cuales cobraban sobresueldos presuntamente ilegales como parte de una supuesta red de financiación ilegal del partido que viene ya de fines de los años setenta. Una corrupción estructural.

Que ese gobierno y ese partido pidieran primero y aplicaran después recortes de todo tipo en los ingresos de la población mientras su dos principales dirigentes, Rajoy y Cospedal, se subían sus propios sueldos en más de un veinte por ciento literalmente clama al cielo. Su descaro, su desvergüenza, su falta de sensibilidad y comprensión hacia los problemas de la gente, su sumisión a las directrices del exterior acabarán provocando una revuelta social.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Sfumato cantabile.


Hay en la Fundación March una interesantísima exposición de Paul Klee que se centra sobre todo en sus años en la Bauhaus, entre 1921 y 1931. Viene motivada por el hecho de que se ha abierto una base de datos en la red en la que cabe consultar las 4.000 páginas manuscritas que dejó el artista, con sus bocetos, esquemas, reflexiones y teorías sobre colores y formas, sus notas de clase, parcialmente publicadas ya en inglés y consideradas una de las cumbres de la teoría del arte contemporáneo. Porque Klee dedicó parte de su vida a enseñar lo que él mismo consideraba no enseñable. La prueba, su célebre consideración final, cuando se despidió de sus alumnos: "señores, les he enseñado un camino; yo he seguido otro". Esa enorme cantidad de material escrito, debidamente ordenado y clasificado por las dos comisarias de la exposición, Fabienne Eggelhöffer y Marianne Keller, del Zentrum Paul Klee de Berna, pueden ahora consultarse en este banco de datos.

Enseñar lo que no puede enseñarse. El mismo Klee tuvo grandes dificultades para aprender el arte en la que quería expresarse porque, aunque su educación primera fue en música, llegando a ser un notable violinista desde temprana edad, acabó decidiéndose por la pintura, con disgusto de sus padres, músico él y cantante ella, algo así como al revés de lo que pasó con Schönberg. Pero el aprendizaje del arte elegida se le hizo cuesta arriba, sobre todo de su materia prima, los colores. Después del obligado viaje a Italia, en la tradición de los italianizzati y otro a Túnez, llegó a dudar de si alguna vez sería capaz de dominarlos, de si llegaría a ser pintor. Pasó por varias asociaciones, la más notoria, Der Blaue Reiter, con Franz Marc y Vassily Kandinsky y luego por Los cuatro azules, de nuevo con Kandinsky, Feininger y el tremendo Jawlensky. Pero no perteneció en realidad a ninguna por su muy pronunciada singularidad. Amistad duradera mantuvo con Kandinsky (a Marc y Macke los mataron en la primera guerra), cosa que se les nota a ambos; con él ingresó en la Bauhaus, de la que fueron dos puntales. A enseñar lo que no se podía enseñar.

Gran parte de la obra de Klee es experimentación de color, pero no entendido en puridad cromática sino también tonal. A eso llega cuando, con pleno dominio de lo que tanto le costara, asimila los matices a los tonos musicales y su obra se hace sinestésica. Ahí es donde, por mucho que se teorice, la cuestión se hace inefable porque la confluencia de las dos sensibilidades, la cromática y la tonal es muy infrecuente. De todo esto da cumplida cuenta la exposición en donde está todo muy bien explicado. Sale de ella un Klee mucho más poderoso de lo que suele parecer normalmente a causa de los prejuicios existentes sobre la estética de la Bauhaus. Y sin rehuir dificultades añadidas. Esa preocupación de Klee por reflejar la naturaleza como proceso, esa insistencia, un poco enloquecedora, en lo que las cosas están siendo se acomoda muy bien a las oscilaciones y modulaciones de matices y tonos. Pero no solo hay mucho sfumato, también abundante de su contrario, cangiante. Merece la pena contemplar esas composiciones en las que Klee ha convertido en veleros los movimientos de la batuta de un director de orquesta.

Los nazis, con su habitual olfato, clasificaron la obra de Klee de arte degenerado, sacaron sus cuadros de los museos y exposiciones y llevaron muchos de ellos a la exposición que hicieron en Munich en 1938 sobre arte degenerado. En concreto, malvendieron esta fabulosa pieza de 1922, llamada La máquina de trinar (Die Zwitscher-Maschine) a un marchante que se la revendió al MoMA en Nueva York que hoy lo exhibe como una de sus piezas más valiosas y de las más reproducidas por cierto, generalmente para decorar espacios infantiles. La parte de naïf que hubo siempre en Klee se sentirá gratificada. Se me ocurre que se podía usar también como símbolo de Twitter, en lugar de ese gorrión azul. Al fin y al cabo el cuadro se llama en inglés the twittering machine. Ya lo he propuesto en Twitter pero sin esperanza alguna porque el trinar de Twitter es ensordecedor.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons en el dominio público y se titula La máquina de trinar, 1922).

dimecres, 24 d’abril del 2013

Los desahucios de la razón


Han dado el Cervantes a Caballero Bonald, un incómodo típico que anda siempre soltando inconveniencias. Lo dice él mismo en la entrevista al periódico: que está indignado desde que nació. Los poetas son así, absolutos. Nada de medias tintas. Bueno, también puede haber medias tintas; pero absolutas. La poesía es el saber absoluto que perece cuando se revela. Por eso el poeta es una llama que va alumbrando incendios, guerras. Esto de hablar de la poesía como arma es también frecuente en los poetas más radicales. Son profetas armados de poesía. 

Así pues, un Cervantes para un hombre incómodo, pero nada aparatoso como son a veces los intelectuales, flamígeros, sino de un discreto vivir. Incómodo en sus expresiones, en sus actitudes, en sus actividades, republicanas la mayor parte del tiempo. Y está bien que sea así. Cervantes es el escritor más incómodo que cabe imaginar. Su mirada no respeta ninguna seguridad. Don Quijote dice abrazar una ley, la ley de la andante caballería, pero está tan cuajada de excepciones que no es sino el vademecum del propio Cervantes.

El poeta dispara su arma con cartuchos dum-dum. Los desahucios de la razón espeta al presidente del gobierno, allí presente, junto al príncipe de Asturias y "otras autoridades", como decía el NO-DO. No hay fórmula más contundente: es el conjunto de la política del gobierno el que es un desahucio de la razón, pues lleva al país al desastre en función de una creencia dogmática en unas propuestas que ni siquiera entiende. 

La ciberíada sigue.


Ramón Cotarelo (Ed.) (2013) Ciberpolítica. Las nuevas formas de acción y comunicación políticas. Valencia: Tirant lo Blanch.


Como no me funciona el scaner y la edito aún no ha subido imagen del libro a su web, he tenido que gorronear esta del muro de FB de Montse Fernández. Además es muy maja. En vez de fotografiar el libro plano, chato, de frente, como si fuera una boda campesina delante de una sábana, como hago yo, Montse complica el plano, pone la imagen en elegante perspectiva, como apuntando a un vanishing point y queda mucho mejor. Eso es buen gusto. Aprovecho para apuntarme un tanto. La imagen de la imagen, o sea la "nube de etiquetas" (tags cloud), es mía. En Creative Commons, por supuesto. La portada en su conjunto también lo está, o sea que se puede reproducir libremente. Eso beneficiará la difusión de la obra.

Montse, investigadora de la Fundación Ortega y Gasset, por cierto, aporta a la obra un capítulo bien interesante acerca de la posibilidad de predecir resultados electorales merced a las redes sociales, singularmente Twitter. Es un tema candente de la ciberpolítica por razones fáciles de imaginar. Si merced a la explotación de los grandes reservorios de datos digitalmente obtenidos (la cuestión de mining Big Data) pudiéramos predecir con certidumbre superior a la de las encuestas tradicionales los resultados de unas elecciones, todo el panorama de los sondeos tendría que cambiar. Hasta la fecha estamos lejos contar con los algoritmos que permitan filtrar los datos, correlacionarlos e interpretarlos de modo satisfactorio y con probabilidad superior a la del azar. Pero si hay una línea audaz y prometedora de investigación es esta.

No hablaré de los demás capítulos por no convertir la presentación en un spoiler. Además, ¿qué voy a decir yo si figuro como editor, en el sentido inglés, del texto? Pues que está muy bien y es muy interesante. Y, sobre todo, deja claro que el debate ya no es si el gobierno, la administración, el parlamento, los partidos, las elecciones, en definitiva, el sistema político en su conjunto, incluidos los medios de comunicación, pueden o deben adaptarse al ciberespacio. El debate es acerca de los resultados de esa primera adaptación que es hoy prácticamente universal. Algo así como el 98 por ciento de los gobiernos están volcados en la red en forma de gobiernos y administraciones electrónicas. La cuestión es ahora el grado de eficacia, el impacto sobre las demás relaciones políticas, el uso que la ciudadanía hace de todo ello, etc.

La política es hoy ciberpolítica. Y no solo en el aspecto institucional sino también en el de la insurgencia, por así decirlo. WikiLeaks es pura desobediencia civil, como Anonymous y, en gran medida, el 15-M o la Spanish Revolution. Y no hace falta mencionar la comunicación política. Que me digan los de esta disciplina si la comunicación política, hoy, no se hace preponderantemente a través de las redes. Bueno, de todo eso se habla en este libro, que es el resultado de las primeras Jornadas de ciberpolítica que celebramos el año pasado en la Fundación Ortega. Las segundas, por cierto, las celebraremos en un mes y medio en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, en abierto y, es de esperar, en streaming y también se colgará en la web de la UNED, nuestra alma mater.

dimarts, 23 d’abril del 2013

¿Qué les pasa a los ultras en la TV?


En las últimas 48 horas dos de esos periodistas de extrema derecha cuya función consiste en repetir las consignas del gobierno de la derecha como papagayos, incansablemente, siempre por una suculenta retribución, por supuesto, han pegado la espantada de sendos platós de TV, dejando a los contertulios sorprendidos, los espectadores (que alguno habrá) perplejos, los responsables del programa, aturdidos, y los paganos, los que reparten la pasta que trincan esos pájaros, pensando en cómo recuperarla.

Y ¿a qué se deben las espantadas en mitad de los programas? En el 1º, Hermann Tertsch, indignado con Verstrynge porque este lo llamó Hermann Göering, se levantó y se fue, asegurado sentirse insultado. La cosa empezó con Salvador Sostres, otro interviniente en el programa de El gato al agua que es algo inenarrable, llamando nazi a Verstrynge. Con ello Sostres demostraba dos cosas: a) que no tiene ni idea de la ley de Godwin y b) que no tiene ni idea de nada ni sabe de lo que habla. Seguramente por eso habla tanto. Llamar "nazi" a Verstrynge es tan absurdo como llamar honrado a Rajoy. A Verstrynge se le pueden llamar muchas cosas, desde correcaminos a chotacabras, sobre todo si uno es un vulgar remedo de voz crítica, pero "nazi" en modo alguno. Creo que Verstrynge es lo más contrario a un nazi que he encontrado en mi vida. Tienen mucho más de eso tanto Sostres como Tertsch, aunque no sea más que su afición al insulto. Y, sobre todo, su incapacidad para el debate igual y educado. Lo suyo es injuriar a quien no puede defenderse a tantos cientos de euros el insulto. Apenas cambian las cosas, ya se ve, ponen pies en polvorosa. Como ese tal Tertsch. Por cierto, espero que quien le pague el sueldo le reclame el importe de lo no trabajado. Aquí se cobra por insultar al adversario. Eso o a devolver la pasta, mendas.

En el otro extremo, en un programa de tele que desconozco, Francisco Marhuenda, director de La Razón, un pasquín que él llama "periódico" y no pasa de ser un comic, se levantó y se fue del plató, muy indignado con Pilar Rahola porque, según dijo, esta no hace más que echar mierda sobre su "periódico". Mierda no es vocablo adecuado para la boquita de piñón de este untuoso pájaro de sacristía pero, sobre todo, resulta redundante. Por mucha mierda que Rahola eche sobre La Razón, nunca será tanta como la que él mismo acumula en portada cada día.

¿Qué les pasa? Que están nerviosos. No saben debatir y menos cuando se enfrentan a gente sin ataduras, gente libre que dice lo que piensa. Y eso no puede ser. Hasta ahí podíamos llegar. Hay que acabar con este libertinaje. A ver si el blandorro Rajoy pone orden y limpia los medios de progres. Lo mejor es hacer unas buenas listas negras y excluir a todo aquel que no sea de lealtad inquebrantable al caudillo y, ahora, a su emanación ectoplásmica.

La mentira no paga.


Hace unas fechas Mariano Rajoy compareció en sede parlamentaria anunciando que el déficit de 2012 se quedaba en el 6,7% del PIB. Un exitazo. No era el limpio 5,8% que había anunciado en un momento de euforia, pero sí un buen trecho por debajo del ignominioso 9,4% en que lo dejaron los fementidos socialistas con todas sus herencias. Estaba el hombre tan contento que hasta vaticinaba el fin de la recesión. Tocaba el cielo con la mano.

Por desgracia, los eurócratas de Bruselas que, ciegos de leyenda negra, se la tienen jurada a España, saltaron horas después de la declaración de Rajoy dejándolo por mentiroso. Horas después. ¡Si lo tendrán calado! Decían los probos funcionarios que Montoro había hecho algunas trampillas con las devoluciones de Hacienda que ponían el déficit en un 7,2% en realidad. Y advertían de que, cuando se cuantificase el rescate a la banca, la cantidad subiría. Efectivamente, Bruselas dice ahora que el déficit español es del 10,6% del PIB; el más alto de la Unión Europea. Queda, pues, claro, que Rajoy mintió una vez más a la opinión pública. Este sistemático (y absurdo) recurso a la mentira y el pantano de corrupción en el que sobrenadan el gobierno y su partido son los verdaderos obstáculos para salir de la crisis.

¿Quién confiará e invertirá en un país comido por una corrupción galopante y en el que el gobierno, cada vez que habla, miente?

Confrontado ante esta cruda realidad, Rajoy hace una de sus enmarañadas propuestas. No es que él haya mentido, no. Es que España superará las previsiones económicas menos favorables. Su 6,7% no es una mentira sino una "previsión económica favorable", mientras que el 10,6% de Bruselas no es la verdad sino una "previsión económica menos favorable". Ni verdad ni mentira. Tanto monta, monta tanto. La pena es que estas cantidades no son previsiones sino hechos consumados cuantificados y verificados. Y una es falsa y otra, cierta.

Y amenazadoramente cierta. No es ya que el fin de la recesión vuelva a perderse en un sombrío túnel en el que seguimos sino que, de hecho, estamos mucho peor que hace un año. El 10,6% de déficit de 2012 es 1,2 puntos superior al del 2011, el 9,4% que dejaron los socialistas. Hay 600.000 parados más y, por supuesto, muchísima gente desasistida y empobrecida en diversos aspectos de primera necesidad. Y no hablemos de los desahucios o de las previsiones del otro ministro económico, Guindos, que ha pasado de augurar una caída del PIB del 0,5% (seguimos en recesión) a otra del 1,5% (estamos en caída libre) sin que el augurante considere necesario explicar por qué la cuantía su multiplica por tres.  Tanto pretextar la herencia recibida y la han hecho buena, cuando parecía imposible por lo desastroso que fue el último periodo de Zapatero.

Obviamente la política de austeridad es un fracaso. Y no solo en España en donde el objetivo de reducir el déficit de este año a un intervalo entre el 4,4% y el 6,6%, se ha incumplido clamorosamente. Tampoco en Europa ha conseguido resolver ninguno de los problemas. Al contrario, los ha agravado y extendido. Es tan claro que hasta Frau Merkel, al parecer, está dejándose convencer de que ya no cabe exprimir mucho más a ese Lumpen del Mediterráneo. Habrá que hacer algo.  Según informa la prensa, alguna con toques de pavor, la Canciller propone una quita de soberanía de los países de la UE, por decirlo con terminología al uso. ¡Los alemanes pidiendo a los demás europeos que cedan soberanía!  Cunde el pánico. Sin embargo eso es exactamente lo que tiene que pasar porque es lo que siempre buscamos cuando comenzamos el proceso de integración. No seamos hipócritas. Queríamos una unión política europea porque es la única que puede garantizar la económica, como está viéndose ahora hasta la saciedad. 

Quizá el error sea uno de imagen o de comunicación, esto es, que lo enuncien los alemanes. Es también inevitable dada la preponderancia económica de su país. Daría mejor imagen, seguramente, que la intención la anunciaran Dinamarca o Suecia, pero no resultaría tan verosímil. Con Alemania puede haber unión política europea o no. Sin ella, no. 

En cuanto a nosotros, españoles, es un momento similar a la polémica del noventa y ocho sobre si europeizar España o españolizar Europa, ambos empeños inútiles por imposibles. Pero, si hay que pronunciarse, Palinuro lo tiene claro: europeizar España. Abriga la esperanza de que así será imposible que el país vuelva a tener gobiernos que mientan sistemáticamente y hagan la vista gorda frente a la corrupción, la amparen o, incluso, sean parte de ella.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 22 d’abril del 2013

Manolo, ¿qué has hecho?


Manolo Saco anuncia que deja de escribir su blog en eldiario.es ante la avalancha de críticas que ha suscitado su última entrada sobre la sucesión de Chávez.

No tienes arreglo, Manolo. Está bien que lleves un blog titulado Ni Dios ni Patria ni Rey; pero, hombre, no que te lo creas y no estés dispuesto a hacer las excepciones que manda la buena conciencia bolivariana y el último tren de una izquierda que ya no sabe ni a dónde va. Esa que, cuando se acuerda, canta algo parecido: "Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo redentor", solo para echarse después en manos de todos ellos siempre que vayan de rojo o levanten el puño.

¿Dioses? ¡Ni uno, Manolo, a no ser que se trate del que protege a Chávez y hace que este se aparezca a Maduro y le lleve sobre sus hombros, como San Cristobalón al niño Jesús! ¿Patria? ¡Vade retro a no ser que se trate de la bolivariana, que esa no es como las demás, sino una verdadera Matria de la que solo los podridos lacayos del imperio pueden burlarse! ¿Reyes? Mejor será no menearlo. Al fin y al cabo, carajo, Maduro es solo un ungido de Chávez, no su hijo biológico. Para eso hay que irse a Asia en donde ya van por el tercer Kim de Corea en el camino de la emancipación de la raza.

No conozco nada más inquisitorial, intransigente, intolerante y falaz que la izquierda, especialmente la "transformadora" de origen más o menos comunista, a la hora de encajar la crítica. Y si esta va con sentido del humor, date por perdido, amigo: serás un siervo de la derecha, del imperialismo yanqui, del grupo Prisa, de la policía, el Mossad, la CIA o la Hermandad de Alféreces Provisionales. Pero ¿qué te habías creído, hombre?  Poner en solfa el culto a la personalidad del comandante invicto, el boato y la pompa ceremoniales y hueros del relevo revolucionario o las supersticiosas creencias y milagrerías de un pueblo infantilmente entregado a la fábula del hombre providencial. ¿Creías que saldrías inerme de no regalar los oídos con las bobadas de rigor a la recua de quienes, como decía Unamuno, se dedican a "contar los pelos al rabo de la esfinge"?

Añade algo especialmente repugnante para que tu salida sea más airosa. En bastantes de los comentarios en que te condenan al averno por criticar el pintoresquismo chavista se hace oír la áspera voz del capital amenazando a sus asalariados. Sí, sí, la voz histérica de los que, por desembolsar 60€ anuales y ser "socios" del periódico se ven como Rotschilds y Rockefellers y creen que deben exigir sumisión canina a quienes escriben en él pues están a su servicio. Como en la llamada "prensa burguesa". Ya sabes, si quieres escribir metiéndote con Chávez o los chavistas, vete al ABC. Aquí solo se aceptan panegíricos. 

Eso sí, muy críticos, muy de izquierdas, muy valientes.

De todas formas, si me permites, te haré una observación. Por muy abundantes, ásperos e insultantes que sean los comentarios, ten la seguridad de que serán una mínima fracción y que son muchos más quienes te leen con agrado. Pero no suelen manifestarse. Si el periódico como tal no objeta a tu colaboración, piénsate eso de interrumpirla. Es justo lo que la caterva de alguacilillos quiere.

La intrahistoria.


En los años noventa del pasado siglo se procesó y condenó a diversos cargos del PSOE en el llamado caso Filesa por una serie de delitos que hoy englobamos en el de financiación ilegal de los partidos. El PSOE había creado una trama de empresas-tapadera para canalizar los fondos ilegalmente conseguidos a la financiación del partido. Menuda escandalera. En aquellos años no había tertulia o corrala en la que no se oyera veinte veces la letanía Filesa, Malesa, Time Export, las empresas fantasma.


Entre los principales debeladores del PSOE por la corrupción de su modo de financiarse se contaba el PP que, por entonces, y según la información que hoy trae en primera El País acababa de dejar de hacer exactamente lo mismo. Esto es, al parecer, el PP estuvo financiándose ilegalmente desde 1979, incluso desde antes de ser PP, hasta 1993. Y, habiendo hecho exactamente lo mismo, sacó el máximo partido político a la circunstancia de que solo se pilló con las manos en la masa a los del PSOE, quizá porque eran más pardillos. Desde luego, muy espabilados no anduvieron puesto que no se les ocurrió investigar discretamente cómo resolvía el problema de la financiación el otro partido.

Con este tipo de informaciones se hace imposible conseguir una dignificación de los políticos a ojos de la opinión pública. Esta recibe el mensaje de que en política no tiene por qué haber relación alguna entre lo que se dice y lo que se hace. Esto es, estamos en el territorio del engaño, la hipocresía y el cinismo. Acusar a otro de lo que uno mismo hace y condenarlo con escandalizado ademán es un comportamiento muy frecuente y bastante detestable. Ante eso ya puede el gobierno encargar campañas de imagen para mejorar la de la política y los políticos y, por supuesto, ya puede impulsar una ley de transparencia. Una ley de transparencia hecha por un partido al que nadie quiere auditar las cuentas voluntariamente excepto los inspectores de Hacienda que, claro, no son los que el partido quiere.

Toda la acción del PP desde sus orígenes aparece oscurecida por la sombra de la corrupción, desde las empresas tapadera hasta los sobres que, según los papeles de Bárcenas, cogió Rajoy, pasando por el caso Naseiro, un Bárcenas de entonces que se libró del procesamiento por un defecto de forma en la instrucción. A tal extremo que puede hablarse de la corrupción como forma de gobierno. Oligarquía y caciquismo, según Costa. El asunto no es de ahora, pero ahora se ve en su faceta oculta, en su intrahistoria, por así decirlo, esto es: el partido al que se acusa de llevar treinta y tantos años financiándose ilegalmente, a través de empresas fantasmas o mediante otras y variadas formas de corrupción como el caso Gürtel y los sobres de Bárcenas, ese partido es el que impone sacrificios a la población, sobre todo a los sectores más desfavorecidos y pide comprensión para sus medidas de recortes y restricciones que empujan a la gente a la ruina.

¿Con qué autoridad?

diumenge, 21 d’abril del 2013

La batalla del aborto.


Según la prensa, el sector duro del PP (como están las cosas, prácticamente todo él) se ha lanzado a conseguir la derogación sin más de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Viene azuzado por la jerarquía católica que ha exigido dicha derogación por boca de Rouco Varela. La misma también que, por boca de otro prelado asegura que la Iglesia "no legisla". Claro que no. Se limita a hacer como Bertrand Duguesclín que ni quitaba ni ponía Rey, pero ayudaba a su Señor. Y su Señor en este caso exige la aniquilación de la infame ley del aborto. O tal cosa dicen los clérigos porque a ese su Señor solo parecen oírlo ellos. Total, que el ministro de Justicia, un hombre con empaque eclesial, abandona su herético primer empeño de dejar en último término a la decisión de la mujer la de abortar o no. Nefanda proposición. Ya se encargará él de construir alguna alambicada propuesta basada en las teorías de la revolución de mayo de 1968 para justificar que lo radicalmente progre es que las mujeres no puedan decidir.

Hay que entender el neoliberalismo de la derecha española. Cree esta firmemente que la libertad no es otra cosa que la posibilidad de elegir, de decidir entre opciones alternativas. Pero, a continuación, hay que hacer alguna precisión para que nadie confunda la libertad con el libertinaje, cosa de rojos. Primera precisión: no todo el mundo puede disfrutar de la misma libertad de elección. Las mujeres embarazadas, por ejemplo, no la tienen. O, si la tienen, es compartida con otros. Con los curas, pongamos por caso, que de esto del embarazo entienden mucho. Segunda precisión: aunque todo el mundo pueda elegir por igual, solo podrá hacerlo si en verdad hay una alternativa, es decir, dos opciones. Y no es el caso, porque el aborto no es una opción ya que debe estar prohibido y penado no solo por la ley de Dios sino por la de los hombres.

A esto llama la Iglesia "no legislar".

Si no fuera un asunto tan dramático, resultaría chusco. Sobre todo por los denodados esfuerzos de algunos por convertir el debate en un guiñol. Los antiabortistas se hacen llamar pro vida, principio que defienden a veces matando gente, como si hubiera alguien pro muerte y llaman a los otros proabortistas cuando, como todo el mundo sabe, a favor del aborto no hay absolutamente nadie en el mundo. Lo que hay es mucha, mucha gente a favor del derecho de las mujeres a elegir si abortan o no. En España el 90 por ciento.

El debate desciende a veces a niveles tan lamentables que se hace preciso recordar a los prohibicionistas que los partidarios de considerar el aborto como un derecho de las mujeres no piden que la práctica sea obligatoria como en cambio sí piden ellos que lo sea la prohibición. Nadie obliga a nadie a abortar si no quiere. Este debiera ser un argumento decisivo para que la Iglesia y sus siervos en el gobierno dejaran de meterse con la gente.

Pero no lo es porque los prohibicionistas sostienen que el aborto es intrínsecamente pecado y delito y echan mano de la ciencia para ello. Lo único aquí cierto, sin embargo, es que la ciencia no avala las conclusión eclesiástica que los curas quieren imponer por ley. Y mientras la ciencia, que es la única que formula verdades racionales de validez universal, no avale dicha conclusión de que toda interrupción del embarazo desde la concepción es un asesinato, un homicidio, la conclusión no pasa de ser, si acaso, un dogma de fe, con igual valor que la transubstanciación, el misterio de la Santísima Trinidad y asuntos de este jaez, algo que obliga a los creyentes pero no a todo el mundo. Dicho en plata: los no creyentes tenemos tanto derecho a imponer nuestras no creencias a los creyentes como estos las suyas a nosotros, es decir, ninguno. Por eso nosotros no obligamos a los creyentes a abortar y exigimos que ellos no nos obliguen a no abortar.

Hay quien añade que, además, los antiabortistas son quienes luego abortan en secreto porque su fortuna se lo permite. Esto es cierto y añade un tinte especialmente sórdido a estos comportamientos hipócritas tan frecuentes en quienes están empeñados en imponer a los demás sus pautas morales. El ejemplo más obvio: la prédica de la Iglesia sobre los niños y los abundantísimos casos de pederastia en el clero. Pero no añade gran cosa al fondo de la cuestión, pues este es un asunto de valores.

Entre toda la hojarasca, un principio emerge claro: la decisión sobre el aborto, la maternidad, es un derecho exclusivo de la mujer. Esta lo compartirá con quien voluntariamente quiera, pero la decisión final es suya, como un derecho incontestable. Un derecho que, según sabemos, desde Locke, arranca del derecho del hombre al propio cuerpo o, lo que es lo mismo, la prohibición de la esclavitud. ¿O no es obvio que quienes niegan ese derecho de la mujer a su propio cuerpo la están esclavizando? Con cadenas de hierro, de oro, de pétalos de rosas celestiales o de argumentos de feminidad trascendental y otras estupideces, pero esclavizando. 

(La imagen es una foto de World Can't Wait, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 20 d’abril del 2013

El asesinato de Grimau.


Un amable lector me pide un apunte sobre Julián Grimau en el 50º aniversario de su asesinato por los franquistas. Normalmente no cedo a estas peticiones porque implican singularizar Palinuro, concentrarlo en un interés particular en detrimento del general. Pero en esta ocasión haré una salvedad por dos motivos: 1º) mi implicación personal en el caso; 2º) el significado del asesinato de Grimau para el franquismo y la oposición. 

Lo primero. Los fascistas montaron una de sus habituales farsas a las que llamaban juicios para condenar al dirigente comunista que, de todas formas, ya estaba sentenciado a muerte antes de que los delincuentes  que lo juzgaron se pronunciaran. En realidad estaba casi muerto cuando se produjo el simulacro de juicio a causa de las torturas a que lo sometieron los esbirros de la Brigada Político-Social (BPS) y que incluyeron tirarlo por una ventana de forma que, al llegar a la vista oral, no se tenía de pie. Hasta aquí, por lo demás, nada que los franquistas no hubieran hecho ya cientos de veces. Lo nuevo para ellos fue el escándalo internacional que se montó. No se lo esperaban. Grimau era un comunista y, como tal, torturable y fusilable sin más miramientos. Para el mundo, Grimau, además de comunista, era un ser humano y tenía derecho a un juicio justo, cosa que se le negó. De ahí el escándalo. Tanto que este juicio, realizado por la jurisdicción militar, debió de ser ya uno de los últimos de este género. La dictadura se sintió obligada  a hacer como que cambiaba y así, el año siguiente, 1964, se creó el Tribunal de Orden Público, un órgano de la jurisdicción civil, aunque especial, encargado de los llamados delitos políticos. Un tribunal de excepción, nutrido igualmente por "jueces" al servicio de la dictadura y cuya actividad fue y será siempre un baldón para cualquier concepto decente de la justicia. Pero eso fue al año siguiente. En el anterior, 1963, Grimau -o lo que de él quedaba- fue "juzgado" por los militares en la calle del Reloj. Y hasta allí me acerqué yo que era estudiante de primero de carrera, a presenciar el proceso que, en teoría era público. No pude pasar. Un policía de la BPS me impidió la entrada y me amenazó con detenerme si insistía. O sea, tengo ligado el asesinato de Grimau a mi primera actividad práctica en contra la dictadura. Estaba entonces lejos de sospechar que, unos años después, 1967, yo mismo habría de comparecer en aquella calle del Reloj ante un juez instructor militar por un supuesto (y falso) delito de agresión a la autoridad, al que no se aplicaba la Ley de Orden Público y que, se seguía juzgando por lo militar. Los tiempos habían cambiado y los militares sobreseyeron el caso.

Lo segundo. Tenía yo por entonces buena opinión de los comunistas. Al cabo de poco tiempo, esa opinión cambió a muy negativa por las razones que expongo en mi penúltimo libro, Rompiendo amarras. La izquierda entre dos siglos. Una visión personal, 2013, Madrid (Akal). Por todo lo que sé y he podido averiguar y todo lo que la experiencia y la historia muestra del comportamiento de los comunistas en aquellos años (cuarenta, cincuenta, sesenta), pudo haber pasado cualquier cosa. Se dice que Grimau, que fue responsable de la policía durante la República, fue enviado a España en los sesenta con lo que, en el mejor de los casos, cabe calificar como una falta total de prudencia y, en el peor de ellos, un deliberado intento de eliminarlo, poniéndolo en manos de los torturadores de la BPS. Ambas cosas pueden ser ciertas y a saber si algún día conoceremos la verdad.

Pero, al margen de todo, caído en la lucha por liberación de España o víctima de los tortuosos procedimientos de los comunistas, Grimau es hoy un símbolo de la dignidad del hombre frente a los aparatos torturadores y asesinos de la policía en el mundo entero. Incluida, por supuesto, la policía soviética, tan torturadora y asesina como la franquista, pero a la que Grimau, seguramente, miraría con simpatía, por "ser de los suyos". No importa. El destino de los hombres los lleva a veces a superar su peripecia personal. Un ser humano solo, indefenso, a merced de asesinos y esbirros que lo torturarán para obtener confesiones o por simple placer sádico; un ser humano que aguanta el tormento, no delata a nadie y, finalmente perece por una causa, una idea, por errónea o equivocada que sea, simboliza en sí mismo a toda la especie. Un hombre frente al crimen, inerme, sacrificado vilmente y que desaparece de entre los vivos en silencio, calladamente, como si no hubiera muerto, personifica lo más luminoso y noble que habita en las personas. Y por detestables que hayan sido sus crímenes (si alguno hubo, que no se sabe) se alzará sobre las sombrías figuras de los asesinos que lo torturaron, los delincuentes que lo condenaron y los matarifes que lo ejecutaron.

El nombre de Grimau brillará siempre mientras que nadie recuerda ni recordará los de sus asesinos.

Los candidatos.


Es extraño que, siendo director de un periódico, Bieito Rubido no se haya enterado de que Eduardo Madina perdió una pierna en un atentado de ETA en el que pudo haber perdido la vida. Porque no lo sabe. Si lo supiera, no hubiera dicho lo que dijo. ¿O sí? Vaya usted a saber en un clima tan tosco y tan brutal como el debate público en España.

Está claro. Para Bieito Rubido, lo que no sea abrazar sin reservas la doctrina del PP es profesarle un odio guerracivilesco. Tiene su miga el adjetivo, viniendo de donde viene. Así que Madina, en su odio al PP, se acerca a quienes lo mutilaron. Parece difícil de entender pero sí queda claro que quien tal cosa postula está movido por un odio feroz hacia Madina.

Si Madina ha sufrido ese ignominioso ataque es porque se habla de que podría ser candidato en unas primarias en el PSOE. Dejando aquí al margen la venenosa maledicencia de Rubido, queda por considerar el lance de las candidaturas a la dirección del PSOE en las futuras primarias. Rubalcaba, sin embargo, afirma que "el PSOE no está en eso", cuando es evidente que es en lo único en que está. Si no, ¿por qué se postula la candidatura de Madina? ¡Ah, no! exclama Patxi López, en el PSOE no hay nadie en una carrera electoral. No es exactamente así. Hay varios corredores -entre ellos, él mismo-, lo que no hay es carrera. Además de estos dos (Madina y López), el propio Rubalcaba, Emiliano García Page, Tomás Gómez y, en principio, aunque ha limitado mucho sus posibilidades, Carme Chacón. Y seguro que me dejo alguno.

Pero "el PSOE no está en eso", según dictamen tajante de su secretario general, a quien cabría llamar "general secretario" con tanta razón como se hizo con Álvarez Cascos. El derecho de autodeterminación no existe. La Monarquía no se toca. El PSOE no está en eso. No, no, no. Eso es liderazgo, innovación, flexibilidad y visión de futuro. Entre tanto, ya está el intelectual orgánico en forma de Conferencia política otoñal estableciendo las pautas de actuación del PSOE en el futuro. Desde luego, la renovación de la base teórica de la socialdemocracia, tanto tiempo abandonada, es una necesidad perentoria. Y ojalá iluminen los dioses las cabezas pensantes para que den con programas que merezcan apoyo.

Esa tarea no tiene por qué obstaculizar la búsqueda de un líder. Son dos procesos distintos pero igualmente urgentes. Pueden ir a la par. Mientras el PSOE se moderniza ideológicamente, se dota de una dirección y un candidato a la presidencia del gobierno para que le dé tiempo a que la gente lo conozca. Eso es lo más sensato. Postponer la elección del líder a la articulación ideológica carece de sentido. Efectivamente, es lo que los socialistas decidieron hace unas fechas a iniciativa de la actual dirección, como recuerda Patxi López. Pero hasta López estará de acuerdo en que, a veces, lo sabio es cambiar las decisiones, según dicten las circunstancias. Retrasar la elección del líder hasta después de las elecciones europeas de 2014 es literalmente perder el tiempo.

Por cierto, en dichas euroelecciones, los socialistas van a votar por un candidato único con el fin de que sea el próximo presidente de la Comisión. Suena razonable. Será cuestión de saber quién será el candidato español, el que se ofrezca como presidente de la Comisión. A lo mejor es una buena ocasión para poner en marcha la vieja norma del promoveatur ut removeatur, a favor de Rubalcaba, esto es, ascender a alguien para quitarlo del medio.