dissabte, 19 de novembre del 2011

Tiempo para pensárselo dos veces.

Probablemente una de las ideas más injustas, insidiosas y reaccionarias que se hayan lanzado en los últimos tiempos sea la de que el PP y el PSOE son lo mismo. Aunque se presenta como ajena a ambos partidos, si se piensa un poco, se ve que sólo beneficia a la derecha y perjudica a los socialistas. Nadie que sepa algo de política pensará por un segundo que el PP se haya acercado en nada al PSOE; todo lo contrario. No es una convergencia. Luego el sentido de la afirmación es que el PSOE se ha acercado al PP. De lo que se trata es de atacar al PSOE, atacar al PSOE simulando atacar también al PP. Si alguien quiere comprobar la falsedad del dicho, que lea una breve, rotunda y brillantísima carta de Ana Valiente, una lectora de El País, titulada No todos los políticos son iguales. Es imposible decir más en menos espacio. La conclusión sólo puede ser que quienes han propalado semejante falsedad no merecen el voto de la ciudadanía. No merecen ni su atención.

Efectivamente, la derecha comenzó la legislatura haciendo una oposición bronca y destructiva e insultando a mansalva a Rodríguez Zapatero y uno de los que más insultó fue Rajoy, por ejemplo con aquel bobo solemne que quizá le cuadrara más a él. La continuó hilando injurias y calumnias contra el gobierno y extendiendo éstas a las fuerzas de seguridad del Estado y la administración de justicia. La coronó con la utilización de la lucha contra el terrorismo con fines de beneficio partidista y puso el estrambote negando la colaboración al gobierno en la lucha contra la crisis y entorpeciéndola a base de socavar el crédito exterior de España, acusándola de estar en bacarrota. ¿Cómo va a ser lo mismo salvar España de la quiebra que tratar de hundirla en ella?

Durante la campaña ha quedado claro que el programa del PP es acabar con el Estado del bienestar en España, recortar la sanidad y la educación públicas, encarecer lo que quede y privatizarlo. Es aliminar la educación para la ciudadanía, eliminar el derecho al aborto, el de los homosexuales a contraer matrimonio y reducir las pensiones haciendo que los que disfrutan las más elevadas paguen por sus medicamentos, lo que equivale a una burla sangrienta de la reivindicación progresista de que paguen más quienes más tienen. Es también suprimir la ayuda a la dependencia, según ha anunciado ya Rajoy. ¿Cómo va a ser lo mismo promulgar una ley de ayuda a las personas dependientes que derogarla? ¿Piensan quienes esto dicen que los ciudadanos somos imbéciles?

El triunfo del PP significa igualmente el retorno al nacionalcatolicismo de hecho cosa que se advierte viendo cómo los obispos han pedido el voto para la derecha. Y significa también que corrupciones mayúsculas como el caso Gürtel o el Palma arena seguirán esquilmando a mansalva el erario público, por cuanto, lejos de luchar contra ellos, el mismo Rajoy considera a Camps, Fabra o Matas, todos presuntos, "políticos ejemplares". ¡Cómo serán los no ejemplares!

Frente a esta oposición, el país ha tenido en la última legislatura un gobierno que, aun con errores, ha luchado contra una crisis mitad heredada y mitad importada. Y lo ha hecho con notable éxito ya que España se ha salvado de un destino parecido al de Grecia, Irlanda, Portugal e Italia. Tanto éxito, a pesar de los esfuerzos de Aznar y sus amigos por boicotearlo, que los mercados han decidido intervenir en el último momento a favor del PP amagando con la quiebra de España en función de lo que ahora dicen que fue un error. Un éxito que se debe a la gestión del gobierno que, además, lo ha conseguido manteniendo la cohesión social e incluso aprobando una ley de dependencia que es la que la derecha quiera ahora derogar.

A su vez la campaña de Rubalcaba ha consistido en descubrir las intenciones ocultas de la derecha y explicar una serie de medidas para salir de la crisis con un espíritu netamente socialdemócrata en parte heredado del gobierno al que perteneció y en parte recuperado de lo que ese gobierno se vio obligado a hacer de lado. Por eso Palinuro no cree que haya razones para variar el sentido de su voto a favor del candidato socialista, pues cree que es lo mejor para el conjunto de la ciudadanía. Si acaso, la campaña de Rubalcaba (que ha seguido atentamente, como ha hecho con las de los otros partidos) lo anima a añadir un motivo de agradecimiento personal al candidato quien, con todas las probabilidades en contra, ha tenido el coraje de pelear por el triunfo.

Por supuesto que no son lo mismo. Sobre eso es sobre lo que hay que reflexionar.