diumenge, 27 de novembre del 2011

Reaccionar a tiempo.

Nadie podrá acusar al PSOE de lentitud o afán de escurrir el bulto. Ya tiene convocado el congreso ordinario para elegir su nuevo secretario general y decidido el procedimiento para hacerlo. Quedan descartadas las primarias y serán los delegados los que se pronuncien.

De aquí a primeros de febrero se formalizarán las candidaturas. Se quiere que haya varias como se demuestra por el hecho de que el Comité Federal haya rebajado la cantidad de avales que se precisan para optar. Pero, de momento, ninguno de los posibles interesados ha soltado prenda. Sí han hablado, en cambio, algunos que no se postulan. El viernes lo hizo Gabilondo, pidiendo a Rubalcaba que se retire y ayer, en cambio, Jaúregui decía que, de no haber otro que concite mayores apoyos, hay que fortalecer a Rubalcaba, mientras que Bono pedía un candidato que sea español "sin complejos". Este Bono es tan de derecha que hasta coincide con ella en las expresiones. Esa de "sin complejos" es expresión cara a Aznar y a la partida de la porra mediatica conservadora y quiere decir que no basta con tener convicciones fuertes sino que hay que vociferarlas por ahí, sacarlas a relucir venga o no a cuento y arrojárselas a la cabeza a los posibles adversarios. Esta falta de complejos de Bono se refiere a su acendrado nacionalismo español. Bono quiere un secretario general españolista. Rubalcaba lo es, aunque quizá no tan estridentemente como le gustaría a Bono. Pero da la impresión de que, en el fondo, su fórmula no pretende tanto animar a Rubalcaba como justificar la oposición a la candidatura de la catalana Chacón. Ayer decía Palinuro que en España hay un fuerte prejuicio anticatalán. La prueba, en menos de doce horas. Así pues Bono sólo admitiría un catalán como candidato si fuera un nacionalista español al estilo de Josep Pla. Verdaderamente llamativo en esta impertinente exigencia es que a Bono lo único que le preocupe del candidato sea la intensidad de su nacionalismo y no sus ideas o propuestas acerca de la renovación de la socialdemocracia.

Sin embargo, la definición ideológica se presenta como lo verdaderamente decisivo en este caso. El capitalismo al que la socialdemocracia tiene que enfrentarse ha evolucionado mucho desde aquel otro al que Pablo Iglesias quiso oponerse fundando un partido. El partido tiene asimismo que evolucionar. Y tiene que hacerlo atendiendo a unos objetivos propios de la socialdemocracia que se distinguen de los de la derecha y los de la izquierda de obediencia comunista: libertad, democracia, igualdad, justicia social. Estado keynesiano del bienestar.