diumenge, 6 de febrer del 2011

Gürtel y el despiste.


No se olvide, según reza el sumario de la Gürtel, Francisco Correa, presunto capo de la trama que incluye supuestos delincuentes y una cantidad indeterminada de militantes del PP, es propietario de 25 fincas, 30 casas, 22 coches, 18 garajes y 2 barcos. Todo ello seguramente estafado al erario público gracias a la agudeza de los galanes de la famosa foto de la boda en El Escorial y la complicidad de los supuestos corruptos del PP para quienes gobernar consiste en trincar a mansalva. El caso Gürtel es lo más importante de la política española y, mientras no se aclare en sede judicial, la va a condicionar de forma determinante.
Se han dado dos nuevos apisodios en la historia. De un lado, Galeote hijo, militante del PP, cargo público en algún momento y asesor de Rajoy en éste vuelve a ser investigado a petición del ministerio de Hacienda. No fue imputado en las diligencias anteriores pero puede serlo en éstas que afectan a paraísos fiscales.

Breve digresión nominalista.Tiene guasa que se haya dado en llamar paraísos a unos lugares en los que cabe cometer todo tipo de delitos, evasión fiscal, blanqueo de capitales, etc., impunemente. Es una idea curiosa del paraíso, muy en línea con la tradición judeo-cristiana, esto es, un lugar en el que no existe el pecado ni el mal. Sería más apropiado llamarles cuevas de mangantes

El segundo episodio refiere que ha aparecido alguna prueba más en contra de Camps. Resulta que los trajes no eran tan baratos. Esto de Camps es en verdad infumable. Como lo de Fabra. Los políticos deben estar por encima de toda sospecha; al menos de las que entienden los tribunales. Ya se sabe que la maledicencia dará pábulo a otras. Las sospechas judiciales deben ser causa de dimisión. Claro que a la vista de lo que está haciendo Berlusconi, los casos españoles son de patio de colegio.
Hay que hablar de la Gürtel porque si no, hay que hacerlo de lo que dicen los dirigentes del PP y eso, tratándose de Rajoy, por ejemplo, mueve a risa. Después de no entender su propia letra en lo referente a medidas concretas contra el paro juvenil y de no recordar su contenido, el presidente del PP afea al Gobierno que haga caso a lo que le dictan "desde fuera". Atención al verbo dictar que lleva su retranca. El caso es criticar al Gobierno haga lo que haga: si no nos quieren fuera, porque no nos quieren; y si nos quieren, porque nos quieren. ¡Ah, sí, pero los españoles no admitimos Diktats! señala el patriota Rajoy. No, claro que no. Padecimos una dictadura de cuarenta años pero somos una raza rebelde.
Y eso lo dice uno que está en donde está porque lo ungió personalísimamente mediante un Diktat su antecesor, quien a su vez, fue nombrado de igual modo. Bueno, matizará el candidato a dedo y dictado, lo vergonzoso del Gobierno no es que obedezca dictados y haga deberes, sino que sean impuestos desde fuera. Y eso lo dice asimismo quien, al enterarse del programa que empezó a aplicar Cameron en Gran Bretaña confesó que ese era su programa para España. A él no se lo imponen, obviamente. No hace falta.
Piensa uno en su ingenuidad, ¿no será que Rajoy está dolido de que Frau Merkel no haya encontrado ni diez minutos en sus seis horas de visita para llamar por lo menos al líder del principal partido de la oposición, el de las recetas y milagros económicos? Puede consolarse Rajoy recordando que a él a a los suyos, a fuer de españolazos, nadie les puso ni les pone deberes. Entre otras cosas porque es inútil ya que no los mueve el deseo de resolver la crisis sino el de ganar las elecciones aunque sea a costa del país.
Por eso es mucho más sano y creativo hablar de la Gürtel que, a estas alturas, ya da para un relato de la restauración borbónica y revela la entraña caciquil y corrupta de la política de la derecha española.