diumenge, 21 de juny del 2009

El "conflicto".

¿Hay alguna sociedad sin conflicto? Si por conflicto entendemos cualquier situación en la que alguien pretende obtener algo que otro no quiere darle o alguien no quiere algo que otro pretende imponerle, la experiencia demuestra que el conflicto aparece con la humanidad misma y que hasta puede considerarse inherente al humano existir. Conflictiva es incluso la propia condición individual pues ¿acaso no estamos los seres humanos perpetuamente en pugna con nosotros mismos? ¿No somos el territorio en el que libramos nuestras más denodadas luchas para mejorar o empeorar, en definitiva, para ser distintos o perseverar en nuestro ser contra fuerzas adversas?

Hace unos días que falleció Ralph Dahrendorf, uno de los principales representantes de la teoría del conflicto como clave explicativa de la Sociología. Entre nosotros, el más destacado es Salvador Giner. Los teóricos del conflicto (Marx, Coser, Lipset, amén de los citados) sostienen que el conflicto es el rasgo característico de la sociedad. Y una simple ojeada en torno nuestro prueba que, cuanto más avanzada y compleja es ésta, más y más complejos son los conflictos que la dividen y enfrentan internamente. Decir sociedad es decir conflicto; decir vida misma es decir conflicto. Sólo la perspectiva de la entropía máxima permite visualizar la ausencia del conflicto, que es la muerte. Las sociedades sobreviven a base de administrar los conflictos en su seno. A veces, estos pueden resolverse; a veces, no. En tal caso, las sociedades avanzadas establecen mecanismos que los canalizan civilizadamente, de forma que mitigan o anulan su potencial destructor.

Siendo así lo anterior, ¿qué sentido tiene que haya gente que pretexte la existencia de un conflicto (añaden "político", como si esto explicara algo) para aclarar si no justificar los atentados y asesinatos perpetrados por unos delincuentes en el País Vasco? ¿Acaso es la única sociedad en la que se da un conflicto? ¿Acaso la sociedad vasca no tiene más conflicto que éste? La obvia respuesta en ambos casos es "no". Ya se ha dicho, todas las sociedades tienen conflictos y varios, generalmente solapados: conflictos de clase, de género, de hábitat (rural/urbano), confesionales, de edad, de etnias, etc. Y, por supuesto, en la sociedad vasca también hay varios conflictos, uno de los cuales es el que se da entre vascos partidarios de la independencia y vascos que no lo son.

A título de breve digresión diré que la frecuente calificación del conflicto vasco como "conflicto entre Euskadi y España" es un intento de falsear los datos; el "problema vasco" no es única ni siquiera principalmente un "problema español" sino ante todo y sobre todo un "problema vasco" o un "problema entre vascos".

En Euskadi, por tanto, como en todas partes, hay varios conflictos y todos se resuelven o se institucionalizan con bastante éxito. ¿Por qué no el conflicto nacional? Cabría pensar que porque éste, por su naturaleza, no es susceptible de institucionalización ni de solución pacíficas sino que sólo puede solventarse a tiros y mediante la imposición absoluta de una parte sobre la otra. Pero esto no es cierto porque, aunque haya sociedades en que se da tal forma de encarar el conflicto nacional, como Irlanda (y aun aquí el asunto es muy dudoso ya que se mezcla un elemento religioso que todo lo confunde), hay otras, y son más, en las que estos conflictos se canalizan pacíficamente, como en el Canadá, en Italia, en Inglaterra, en Bélgica, y, más cerca todavía, en la misma España, en Cataluña.

Afirman los pistoleros de ETA y quienes los "comprenden" en la izquierda abertzale, que el problema en Euskadi es que una de las partes se niega a reconocer la existencia del famoso conflicto, lo cual vendría a explicar por qué es preciso demostrárselo a bombazos. Aunque fuera verdad este aserto -que no lo es- ¿son precisos los bombazos para hacerse notar? ¿No basta con hablar? Pero es que, además, ese punto de vista es falso. Nadie en su sano juicio puede negar la existencia de un conflicto allí donde por su causa hay muertos, presos, secuestrados, extorsionados, amenazados y afectados de mil formas. Lo que sucede es que, por mor de la simplificación, algunas personas dicen que "no hay conflicto alguno" cuando quieren decir que no están dispuestas a admitir que pueda encararse bajo la amenaza del terror. Lo cual no solamente es comprensible sino encomiable. Quienes aseguran que (por la razón que sea) un conflicto sólo puede resolverse a tiros muestran una forma de razonar típicamente totalitaria ya que al arrogarse la razón última, absoluta, tratan de imponerse por entero a la otra parte (así como a los intermedios, indiferentes, dubitativos, etc) estableciendo un orden social sin conflicto, es decir, muerto.

(La imagen es un cuadro de Vasily Vereschagin, titulado La apoteosis de la guerra (1871) que se encuentra en el Museo Tretiakov, en Moscú.)