dimarts, 26 de maig del 2009

El debate de los trasuntos.

Quizá me equivoque pero en el debate de ayer en TV1 uno tenía la impresión de que no eran los candidatos mismos del PSOE y el PP en las elecciones europeas quienes debatían sino otros. Por sus gestos, su entonación, su ritmo y, sobre todo, por el fondo y la forma de lo que cada uno decía, Juan Fernando López Aguilar sonaba talmente como el señor Rodríguez Zapatero y Jaime Mayor Oreja... como el señor Aznar López. Así es: fue un debate entre Zapatero y Aznar por persona interpuesta. No hace falta decir que el encuentro lo perdió generosamente el dueto Mayor/Aznar y lo ganó por goleada el Aguilar/Zapatero; aunque, en definitiva, el verdadero perdedor, como siempre, fue el señor Rajoy, a quien un candidato atacó sin que el otro lo defendiera.

López Aguilar es un hombre de nuestro tiempo, con un lenguaje llano y preciso que todos entienden y a quien su acento canario ayuda notablemente por ser tan distinto del áspero peninsular. Fue el único de los dos que se refirió a la Unión Europea en varias ocasiones y con consistencia, ilustró la importancia de la Unión para España y, sobre todo, elaboró un discurso trabado que enlazaba y armonizaba las políticas nacionales con la europea, dando la impresión de una unidad de acción del partido en el Gobierno que defiende en Europa lo mismo que defiende en España. Le dio tiempo a explicar (por cierto, mucho mejor de lo que ha hecho el Gobierno hasta la fecha, a mi entender) el sentido de las políticas económicas y sociales para salir de la crisis, se zafó del martilleo constante de su adversario con los cuatro millones de parados y supo atacarlo poniendo de manifiesto tres aspectos: a) la carencia de propuestas del PP en todos los órdenes de la política española; b) la labor de zapa del PP en los foros internacionales, singularmente en Europa en contra del Gobierno de España; y c) la deficiente ejecutoria del señor Mayor Oreja como europarlamentario y su impresionante palmarés de votaciones sistemáticamente en contra de cualesquiera medidas progresistas que el Parlamento haya considerado.

A su vez, el señor Mayor Oreja es mucho menos telegénico. Su porte, actitud y ademán son engolados, enfáticos y vacuos; parece un personaje salido de una galería de antigüedades. En todas sus intervenciones no hizo una sola propuesta positiva, salvo decir que para resolver el paro es preciso vincularlo a la educación, lo que no es nuevo ni brillante. Se empleó a fondo con los cuatro millones de parados, repitiendo la cifra una y otra vez , como si fuera una batería de campaña castigando un objetivo y reconduciendo todos los temas a esa acusación que, debía de pensar, estaba demoliendo a su adversario. Lo que no fue hablar de los cuatro millones de parados fue repetir al pie de la letra algunas de las consignas más bombáticas del señor Aznar como la de "la nación se diluye" o esa panacea para salir de la crisis y resolver Europa que consiste en propugnar "más España", signifique esto lo que signifique, o la de que hay crisis de valores, pérdida de la centralidad de la familia y otros agüeros que tienen tanto que ver con Europa y con la crisis como con el viaje a la luna.

Imagino que hoy los periódicos darán ganador a uno u otro debatiente según su orientación ideológica, como acostumbran. De hecho, ya he visto algunos titulares que dan risa aunque, en el fondo, todos los titulares dan risa.

Por mi parte, qué más quisiera que poder escribir algo a favor del candidato del PP pues me gusta el exotismo; pero es imposible. Ha sido el debate entre un hombre con empuje, arranque, ideas, contemporáneo, articulado, pegado a la realidad y de su tiempo y un estafermo ayuno de ideas, sin propuestas, sin gran contacto con la realidad, que vive de administrar lugares comunes muy grandielocuentes pero vacuos y de atacar al Gobierno en todos los frentes pero sin proponer nada alternativo.

Juan Fernando López Aguilar es un dirigente de segundo orden perfectamente sintonizado con el Gobierno, con su partido y con la realidad en la que vive. Hay una clara unidad de acción entre su discurso y la acción del Gobierno socialista. Jaime Mayor Oreja es un dirigido de segunda. Mejor dicho, un teledirigido de segunda. Quien lo teledirige no es el señor Rajoy sino el señor Aznar.Y no hay la menor unidad de acción entre el programa para las elecciones europeas y el de un hipotético "gobierno en la sombra" del PP porque tales programas no existen.

Todo eso quedó muy claro ayer.

Los sondeos vaticinan la victoria del PP y sólo difieren, al parecer, en el margen de la derrota. De ahí la importancia de la campaña, para que los indecisos se decidan.