diumenge, 26 d’abril del 2009

Una rosa es una rosa es una rosa.

Ya es mala pata la de los de Izquierda Unida. Sale su nuevo líder Cayo Lara a su bautismo de fuego en Tengo una pregunta para usted y empiezan los militantes a levitar de entusiasmo sosteniendo que ya era hora de que alguien expusiera con decisión y claridad las ideas de IU, que ha tenido una repercusión fabulosa y que ahora ya pueden encarar las próximas elecciones europeas con optimismo. A mi juicio Cayo Lara no soltó más que lugares comunes y dogmas vacíos. Es hombre sencillo, popular y dicharachero, pero no dice nada de interés sobre todo teniendo en cuenta que no puede hablar de medidas de Gobierno porque la probabilidad de que IU pueda adoptarlas es menor que la de encontrar un cuervo blanco. En todo caso, lo interesante es que el señor Lara tenía a las bases enfervorizadas cuando a la mañana siguiente doña Rosa Aguilar tomó las de Villadiego y dejó al ilusionado proyecto agarrado a la brocha. La medida de la capacidad de reacción del mencionado señor Lara es su comentario: "se va una rosa pero vendrán mil claveles". Casi parece un apotegma del camarada Mao Tse-tung pero mucho más vacío. Suponiendo que mil claveles aventajen a una rosa, ¿de dónde se sigue que hayan de venir? ¿Del hecho de que la rosa haya dado la espantada? En fin.

Desde el punto de vista de los usos de los pueblos civilizados la decisión de la señora Aguilar ha sido muy poco elegante. Pero sean buenos o malos los modos, el fondo de la cuestión sigue en pie: el llamado proyecto de IU tiene escasas posibilidades y muy negro futuro. Dentro de la coalición, en donde abundan los especialistas en encontrar excusas para los fracasos, se culpa de la situación a la tendencia al bipartidismo, al sistema electoral, al coco del "voto útil", a las tácticas diversionistas ora de unos, ora de otros enemigos interiores a los que periódicamente se aparta o se expulsa. Pero nadie quiere afrontar los dos hechos que condicionan hasta asfixiarla a la coalición: la hegemonía del Partido Comunista de España en su interior y la incapacidad para formular un programa que obtenga el respaldo del electorado. Para mí que ambos datos son incuestionales, sobre todo el segundo, que puede medirse en números, pero lo cierto es que ninguno de mis amigos de IU los reconoce. Y así van.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).