dimarts, 31 de març del 2009

Setenta y cinco muertos por error.

En la balbuciente y demagógica melopea con que el señor Rajoy regaló ayer a los espectadores de TV1 tuvo la desfachatez de calificar de error la ignominiosa chapuza del señor Trillo en relación el accidente del avión Yakovlev 42. Un error en el que perecieron sesenta y dos militares españoles así como 12 tripulantes ucranianos y un pasajero ruso, que suelen olvidarse en los recuentos. En total setenta y cinco personas perdieron la vida como consecuencia de una desastrosa cadena de decisiones que llevó a contratar para un vuelo una aeronave completamente inadecuada para ello y todo para beneficio de los intermediarios. De esas setenta y cinco personas, una cantidad que no sé si podrá llegar a determinarse alguna vez, entre veinte y treinta, sufrió una posterior afrenta cuando, a consecuencia de las órdenes perentorias del señor Trillo, las autoridades, rizando el rizo de la incompetencia y la chapucería identificaron erróneamente los cuerpos. ¿Cómo se puede calificar de error esa cadena de tropelías, deaguisados, indiferentes a la dignidad de las víctimas y el dolor de sus allegados? Eso no es un error; eso es una monstruosidad, una muestra de inhumano desprecio por los semejantes, una canallada. Y el responsable de ello no es digno de estar en política ni un segundo más y mucho menos comparacer pidiendo en tono indignado dimisiones ajenas por hechos infinitamente más fútiles que los que él cometió.

Porque, ¿es este señor Rajoy el mismo señor Rajoy que hace veinte días pedía a gritos la dimisión del señor Fernández Bermejo por algo que sí que era a todas luces un error y un error minúsculo, comparado con la masacre del Yak 42?

¿Unos errores reales inflados en atropellos a base de dar alaridos se castigan con la dimisión y unos innobles atropellos desinflados en errores se premian con puestos políticos de relieve? ¿Cree este hombre que demostrando tan poco carácter como desprecio por la inteligencia de los electores puede ganar unas elecciones?

Dice el señor Rajoy que el señor Trillo ya pidió perdón. ¿Sí? ¿Ha pedido perdón a la periodista a la que arrojó un euro cuando le hacía una pregunta sobre el Yak 42?

El señor Trillo debe abandonar la política definitivamente y, si no lo hace, los diputados del PSOE y de los otros grupos políticos (incluidos aquellos representantes del PP que crean que la condición de diputado tiene cierta dignidad) deben declararlo "persona non grata", "persona indigna". O resignarse a ser unos pelanas.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons)