dijous, 5 de març del 2009

La dimisión es cultura de la izquierda.

Los malos resultados electorales del pasado domingo se han llevado por delante a los señores Emilio Pérez Touriño y Javier Madrazo y probablemente hagan lo propio con el señor Anxo Quintana, del BNGa. Los malos resultados electorales, igualmente, se llevaron por delante en 2008 a los señores Josep Lluís Carod Rovira y Gaspar Llamazares. Todos de izquierda. En algún caso también dimiten políticos nacionalistas, como el señor Unai Ziarreta de Eusko Alkartasuna este domingo pasado. Pero ya se sabe que los nacionalistas, sólo por el hecho de querer separarse de España, tienen algo de rojos aunque sean más meapilas que los del PNV.

¿Alguien ha visto alguna vez dimitir a algún dirigente de la derecha por cosechar un fracaso y hasta dos fracasos electorales consecutivos? El señor Aznar ganó por los pelos a la tercera vez, habiendo perdido en dos ocasiones antes sin que se le pasara por la cabeza la dimisión. El señor Rajoy parece querer imitarle: ya lleva cumplida la primera parte del reto, dos elecciones generales perdidas; le queda la segunda parte y la más difícil, esto es, ganar la tercera. Pero si no lo hace tengo para mí que tampoco dimitirá; serán los suyos quienes lo echen... y trabajosamente. En la derecha no se dimite porque toda dimisión tiene siempre algo de elegancia caballeresca, la que manda respetar al enemigo caído, no abalanzarse sobre él a dentelladas y de esa la derecha sabe poco.

Tampoco se dimite por otros motivos. En los gobiernos de Felipe González dimitieron, que yo recuerde, los ministros y vicepresidentes siguientes: Alfonso Guerra, José Luis Corcuera, Narcís Serra, Julián García Vargas, Julián García Valverde, Antoni Asunción y Vicente Albero. En algunos casos dimitieron por escándalos de corrupción propia o ajena (Guerra, García Valverde, Albero) y en otros por escándalos políticos de diverso tipo (Corcuera, Serra, García Vargas, Asunción); igual que acaba de hacerlo el señor Mariano Fernández Bermejo en el gobierno actual. ¿Cuántos ministros de los gobiernos de Aznar presentaron su dimisión? Que yo sepa, únicamente el señor Manuel Pimentel y por razones tan confusas que probablemente la mayoría del país le hubiera pedido que se quedara. De los demás, ni uno y no será por falta de escándalos de uno u otro tipo. Por menos de lo que habían hecho los señores Piqué con sus declaraciones de la renta o Zaplana con sus tejemanejes valencianos, los ministros socialistas hubieran dimitido. Y ¿qué decir de los señores Álvarez Cascos y Mariano Rajoy que continuaron en sus puestos literalmente cubiertos de chapapote por su directa (caso del Álvarez Cascos) e indirecta (caso de Rajoy) responsabilidad en el desastre? ¿Qué de Fraga que, aunque no era ministro, era Fraga, toda una institución, cazando, como el señor Bermejo, con las costas a su cuidado repletas de chapapote? Alguno de aquellos ministros aznarinos que hubiera tenido que dimitir si sus puntos de honor se asemejasen a los de los socialistas, que ni de lejos, como el señor Trillo, con sus militares muertos y mal identificados a su espalda, todavía está tiempo de hacerlo pues es tal su inverecundia que, lejos de dimitir, sigue enganchado en el cargo y tratando de aleccionar a los demás... en materia de dimisiones. Y termínese transitoriamente la nómina recordando que cualquier ministro del interior europeo al que le organizan un atentado como el del once de marzo de 2004 en Madrid hubiera tardado menos de media hora en dimitir y todavía hubiera llegado el segundo, siendo precedido por el presidente del Gobierno, señor Aznar López. Sin embargo el señor Acebes siguió en su puesto, perdió las elecciones y continuó en política, tratando de enredar lo que pudo las investigaciones sobre un atentado terrorista del que era él políticamente responsable.

Pero no, la derecha no dimite. Eso no está en su modo de ser. Como no dimite el señor Fabra, ese "ciudadano ejemplar" según el señor Rajoy que acabará siendo el icono por antonomasia de la corrupción y el caquismo. Como no dimitirá el recientemente electo señor Núñez Feijóo a quien el diario Público ha pillado en una situación moralmente peor que aquella en la que él puso demagógicamente al señor Touriño.

La dimisión es cosa de la izquierda. La derecha no dimite jamás. ¿Acaso no está en política para hacer lo que hace?

Y decía la señora Aguirre, la presidenta de una Comunidad cuyos consejeros espían y están involucrados en casos patentes de presunta corrupción, que nada avala la idea de la superioridad moral de la izquierda.

De aquí a Lima, señora, de aquí a Lima. Y deje de hacer trampas con la comisión de investigación y de encubrir a la trama corrupta y espía de su Comunidad.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons).