diumenge, 29 de juny del 2008

Cien días: aquí no pasa nada.

El País publica hoy una extensa y magnífica entrevista con el presidente del Gobierno realizada por el director, Javier Moreno, y un equipo de profesionales de la casa. Es un intercambio muy completo pues abarca los aspectos más importantes de la política interior (y parte de le exterior) de España. Los entrevistadores son gente bregada en el oficio que hace preguntas directas y oportunas y no deja que el entrevistado se escabulla con respuestas no pertinentes. A su vez el entrevistado es un gobernante ya experimentado que repite mandato, sabe de lo que habla y no se deja acorralar ni tampoco trata de imponer sus criterios unilateralmente. Así pues merece la pena leerla. Se obtiene una idea muy clara de lo que piensa el Gobierno y el señor Rodríguez Zapatero acerca de los principales asuntos que afectan en la política española. Ante ellos el Presidente adopta diferentes actitudes, pero siempre es interesante leer sus razonamientos que vienen a ser como un informe condensado sobre el estado de la Nación. Mi impresión, habiéndolo hecho, es que se percibe un claro escoramiento del Gobierno hacia la derecha, en las medidas adoptadas, las que se quiere adoptar y las que no se quiere ni ver. Un escoramiento de fondo más o menos disfrazado con fraseología socialdemócrata o progresista.

Siguiendo criterio propio y no la opinión pública retratada por el CIS en su barómetro de mayo, que identifica los cuatro problemas más importantes para los españoles como 1º) paro (52,50%); 2º) situación económica, 51,9%; 3º) Terrorismo/ETA (31,4%); 4º) Inmigración, (28,5%), el periódico abre la antrevista preguntando por ETA y el plan Ibarretxe. Ls respuestas están en las antípodas de las que diera el Presidente a comienzos de la legislatura anterior: no hay nada que negociar con ETA y el plan Ibarretxe nace muerto. Descartar la negociación con ETA me parece una concesión innecesaria a la derecha y un mal criterio entre otras cosas porque no es imposible que el Gobierno haya de negociar si las circunstancias así lo exigen. La respuesta al plan Ibarretxe en el sentido de que no saldrá adelante me parece correcta, aunque el Presidente debiera ser más cauto (al menos, aquí) y no prejuzgar la decisión del Tribunal Constitucional, más que nada para no dar pábulo a los nacionalistas que ya presentan el no del Gobierno como ajeno a consideraciones jurídicas y como un veto político.

La cuestión de la escolarización de niños en la lengua materna en España en las Comunidades Autónomas que la tienen propia, recibe una respuesta vagarosa, a tono con la inconcreción de que ha hecho gala su Gobierno en este asunto. No hay datos sobre el ataque al español, el problema puede ser tambén "político", es decir, imaginario y la mejor ley de defensa del español es la Constitución. Es decir, no me moleste con minucias, que tengo asuntos más graves en qué pensar; y no me indisponga con mis posibles aliados de gobierno. Pero esto no son minucias ni tiene por qué someterse a la política de alianzas de nadie. Quizá haya padres que no pueden escolarizar a sus hijos en la lengua cuyo conocimiento y uso considera la Constitución (art. 3,1) deber y derecho de todos los españoles. Si esto no se garantiza, cambie Vd. la Constitución, pero no deje de tomarse en serio la eventualidad de que unos españoles no puedan cumplir su deber o ejercitar su derecho por razones políticas, que eso sí es politizar las cosas y no lo que dice Vd. que es.

Debe procederse a la renovación del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, paralizadas ambas por la labor obstruccionista del PP, lo que es obvio, y es conveniente acometer las reformas necesarias para que este tipo de bloqueos institucionales tan antidemocráticos no puedan producirse de nuevo. Creo que en esto el comportamiento del PSOE y del Presidente han sido intachables y toda la responsabilidad de este desastre institucional con episodios tan lamentables como el de la niña Mari Luz recae sobre el partido conservador.

El discurso sobre la economía, como suele suceder cuando se aborda este campo aparentemente objetivo, es casi todo él falaz. Que haya crisis o no parece al señor Rodríguez Zapatero opinable y, si se pregunta a los especialistas, afirma, no se pondrán de acuerdo. Es una reproducción del relativismo con que el señor Rodríguez Zapatero abordó el asunto de la nación en su primer mandato (concepto "discutido" y "discutible") aunque seguramente no le saldrá tan caro. Lo curioso es que, siendo el término "crisis" tan opinable, él se niegue a utilizarlo. ¿Quizá porque no es tan "opinable"? Ocurre como con los datos económicos y el valor de las predicciones. Cuando éstas son negativas, el Presidente afirma que no son de fiar porque predecir en este campo es muy inseguro y los fallos y errores abundan... salvo que las predicciones las haga él. Los diversos organismos internacionales que pronostican un crecimiento del PIB de menos del 2% están en un error; el crecimiento, afirma el entrevistado será del 2% y esto, al parecer, no es opinable, aunque sea una cantidad controvertida. El Presidente afirmó el año pasado que el euríbor había tocado techo. Un año después el euríbor se ha multiplicado por dos. Es decir, sus predicciones yerran como las de todo el mundo y es injusto insinuar que quienes hablan de crisis o de lo mal que va la economía sean poco menos que traidores.

Mención aparte merece el asunto de la subida de las tarifas eléctricas. Tras haber leído las explicaciones presidenciales dos veces sigo sin entenderlas, como me quedaba sin entender las "razones" que daba Cantinflas en sus desternillantes monólogos. Pero esto no es una peli sino un asunto que va a significar otro aumento de precios para cientos de miles de familias ya golpeadas por el aumento del interés del dinero, del precio de la gasolina, de los alimentos y que merecen un respeto. Respeto que no sé si puede dar quien, como el entrevistado, ignora cuánto dinero tiene en una cuenta bancaria, igual que, en su día, ignoraba si la hipoteca de su casa está a interés fijo o variable. Encuentro muy difícil que pueda llegar a la masa de la población quien puede permitirse estos lujos casi asiáticos de no saber cuánto dinero tiene.

Paso por encima del caso del señor Taguas quien se ha transformado de asesor del Gobierno en asesor del órgano directivo de la patronal inmobiliaria... en la situación en que se encuentra hoy el mercado de la vivienda. No hay impedimento legal en el trasvase y a la pregunta por su oportunidad moral responde el señor Presidente que él conoce muy bien al señor Taguas. También Felipe González conocía muy bien al señor Mariano Rubio y ponía la mano al fuego por él. No estoy comparando al señor Taguas con el señor Rubio, sino advirtiendo de algo elemental en la condición humana: que lo que está bien, bien parece y, si no parece bien, seguramente tampoco lo estará.

El giro a la derecha es clamoroso en la actitud del Gobierno hacia la Iglesia católica. El señor Rodríguez Zapatero ya se ha puesto meloso con la Jerarquía católica al afirmar que no va a cambiar el marco jurídico de las relaciones entre el Estado y la Santa Sede. Y no da explicación alguna salvo recurrir por enésima vez a la Constitución, como si la provisión de ésta acerca de la religión mayoritaria de los españoles fuera compatible con los Acuerdos hoy en vigor con la Santa Sede negociados astutamente a toda prisa antes de la Constitución de 1978 y aprobados después, a pesar de su espíritu netamente anticonstitucional que nadie hasta la fecha (y menos que nadie el señor Rodríguez Zapatero, que esgrime dicha inactividad general como precedente) ha osadop cuestionar. Pero es que, hasta 2004 más o menos, la Iglesia católica había guardado ciertas formas en política, formas que perdió en 2004, pasando a ser un elemento beligerante (en ciertos aspectos el que más) de la estrategia de la oposición de derechas al gobierno. Con ello convirtió esos acuerdos en un sello de privilegio que vulnera de hecho el mandato constitucional y hiere el principio de igualdad de otras confesiones. La sumisión a una Iglesia hostil y agresiva es, a mi juicio, el aspecto más vergonzoso de la claudicación del Gobierno del PSOE ante la derecha.

Por no hablar del aborto. Acosado por el director de El País, el señor Rodríguez Zapatero admitió que no estaba en sus planes alterar el marco jurídico con la Iglesia y menos las disposiciones sobre aborto que suscitan tanta inquina entre la grey católica. Para contrarrestar, aseguró que se reforzará la normativa vigente para evitar el hostigamiento a las mujeres que decidan abortar y a los profesionales que las atiendan. Es insólito y avergüenza recordarlo, pero el delito no se combate sólo protegiendo más a las víctimas sino, sobre todo, impidiendo que los delincuentes puedan actuar.

En el terreno de la "directiva de la vergüenza", el señor Rodríguez Zapatero se enroca en insultar (demagogos, ignorantes supinos) a quienes la consideran un atraso en la política social europea. Vende como progresista que haya una política comunitaria en materia de inmigración, calla que sea la que han aprobado los neofascistas europeos y rechazado los socialistas y otros izquierdistas europeos. Es un caso patente de solipsismo ebúrneo, cuando no de "ignorancia supina" (que a estas alturas ya no puede suponérsele por razones obvias), sobre todo por el desprecio que implica hacia la opinión pública crítica en Europa. La directiva del retorno, esto es, de la "vergüenza" es un baldón en la conciencia liberal y del Estado de derecho en Europa.

En resumen, si los entrevistadores son buenos, el entrevistado también lo es en lo suyo, aunque esté haciendo políticas de derechas con los votos de la izquierda. Queda por aventurar alguna hipótesis respecto a por qué haya pasado lo que ha pasado, por qué un Gobierno de izquierda en el primer mandato se comporta como uno de la derecha en el segundo. Y tengo tres a falta de una: 1ª) el síndrome de Estocolmo típico de la izquierda en el poder, que acaba imitando a la derecha por temor reverencial. La actitud frente a la Iglesia es prueba de ello. 2ª) la experiencia del "caso aislado". En medio de una Europa de frente conservador, los socialistas españoles marcan el paso al extremo del delirio mental y de llamar "progresistas" a las medidas que aprueban los neofascistas. 3ª) el origen de clase y su práctica política. Son de derechas porque en su mayoría lo son de familia y la única práctica política que han conocido, como decía el otro día un lector, es la de las habilidades para ganar en los congresos del partido.

Todo este discurso, aparentemente ingenioso, al estilo de Blair, tiene un único inconveniente: cuando lleguen las elecciones entre votar a una derecha/derecha y una izquierda que también es derecha, el votante puede optar por lo genuino.

(Las imágenes son fotos de guillaumepaumier, bajo licencia de Creative Commons).