dijous, 27 de desembre del 2007

Si la envidia fuera tiña...

Este viaje del presidente de la República Francesa, señor Sarkozy (cincuenta y dos años), con la señora Carla Bruni Tedeschi (treinta y nueve) a extasiarse ante los templos de Luxor y pasear, imagino, cerca de la esfinge de Gizeh, contiene todos los ingredientes para ser un escandalazo, comidilla de fin de año y gran debate teológico-político sobre los atributos de la Jefatura del Estado de la République o, por lo menos, una redefinición de qué quiera decir cada cual cuando habla de las "virtudes republicanas". Aunque quizá no sea necesario esto último. Supongo que sólo en España y por el beaterío general del terruño se habrá entendido por "virtud republicana" una disposición moral y religiosa según quiere el catolicismo. Allende las fronteras se atenderá más al significado real del término que tiene que ver con el sentido renacentista, como actividad, eficacia para conseguir algo, fuerza de ánimo; y de esto se admitirá que el señor Sarkozy ha dado muestras probadas. Aun más, si vamos a la acepción prístina, la etimológica, esto es, virtud como la fuerza del espíritu viril, también parece que el señor Sarkozy da nota alta.

Porque la señora Bruni Tedeschi, además de rica de familia, distinguida, exitosa como modelo y cantante, es una belleza. Así que la relación de ambos levanta todo tipo de bajas pasiones, empezando por la envidia. Además la señora no solamente es una belleza sino que no oculta gran cosa, como podrán comprobar quienes vayan a Google "imágenes" y tecleen Carla Bruni: hay algunas fotografías de la dama muy ligera de ropa o incluso algún desnudo, todo lo cual empezará a circular ahora por la red. ¿Qué más se quiere para provocar rugidos de primate en la caverna machista, reservorio de la civilización occidental?

No sabían por dónde meterle el diente y han decidido armarla con el vuelo en el jet privado de un millonetis amigo del señor Sarkozy, el que también le dejó un barco o una casa o una isla o el Taj Mahal, que no ando muy informado de los pormenores de estos cotilleos. No estoy muy seguro de que esta crítica sea justa. La alternativa ¿cuál hubiera sido? ¿Emplear un avión de las fuerzas aéreas gabachas? Ahí si que lo crucifican: si este pillastre quiere correrla con la manceba, que se lo pague de su bolsillo.Alguien dirá que ni tanto ni tan calvo, que podían ir en un avión de línea, "Air France", por ejemplo o "Air Egypt". No sé qué dirán las normas de protocolo al efecto, ni siquiera si dicen algo, pero supongo que M. le Président mueve un séquito, aunque sólo sea en escoltas, que haría difícil tramitar los billetes. En cualquier caso, cabe admitir que el señor Sarkozy pudo haberselo gestionado privadamente: se pone un peluquín y va incognito; aunque cuando se lleva al lado a la señora Bruni es difícil guardar el incognito.

En todo caso esto se me antoja cuestión menor. Es más, se entiende muy bien cuando se adopta una visión crítica/marxista de la sociedad al estilo Wright Mills. Con el señor Sarkozy los franceses han elegido a un hombre de la élite del poder. Y eso se nota. De haber elegido a la señora Royal (que era mi opción, ¡ay!) habrían puesto en el Elíseo a una dama con fibra y coraje, típica representante de la clase media pero de la que los círculos del poder económico no se fían. Prefieren a uno más claramente a su servicio. Por eso le dejan barcos, aviones y lo que haga falta. Lo que sucede es que luego, él, se liga a la señora Bruni (o al revés) y muestra tener su propia personalidad e iniciativa. Pero eso es algo que dicha élite del poder, básicamente compuesta por empresarios, aplaude.

A su vez la señora Bruni lleva adelante asimismo una vida, una carrera, despampanantes: retoño de un magnate, mujer de mundo, elegante, admirada, modelo, cantante de éxito (ya se ha dicho) y compositora de casi todos sus temas que interpreta en italiano, francés o inglés, imagino (pues no sé nada de su vida personal) que habrá tenido algunos amores conocidos y sonoros. Acostumbrada a ocupar el proscenio, ha escalado un lugar realmente alto en la pirámide social y política. Resta por ver si el señor Sarkozy la lleva a actos oficiales en condición de "primera dama in pectore".

La verdad es que es difícil saber cómo reaccionará la opinión pública ante este comportamiento pero resulta evidente que el señor Sarkozy ha puesto patas arriba la tradición de la República gaullista, desde el cambio en política exterior hasta el desmantelamiento de la hipocresía y l gazmoñería con que el Elíseo ha tratado siempre los asuntos sentimentales de M. le Président de la République cartesienne . Supongo que las revistas del corazón estarán encantadas. Menudo negocio.