dilluns, 26 de novembre del 2007

Cuestión de honor.

Coincidiendo con el cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), la Compañía Nacional de Teatro Clasíco, dirigida por Eduardo Vasco, ha puesto en escena en el teatro Pavón uno de los dramas más famosos del autor toledano, Del Rey abajo, ninguno, también llamado García del Castañar y El Conde de Orgaz.

La versión y dirección, a cargo de Laila Ripoll hace lo que puede con una obra especialmente verbosa y con bastantes altibajos en su desarrollo ya que, al parecer, no es de autoría exclusiva de Rojas. Por sus exiguas dimensiones el teatro Pavón no es el más adecuado para una escenificación que trata de agilizar los diálogos intercalando coros y danzas y que, en consecuencia, a veces parecen fuera de lugar. Joaquín Notario hace un don García muy convincente y Miguel Cubero da vida a un Alfonso XI (vestido y maquillado como Felipe IV) francamente bueno.

El drama, que llegó a ser muy popular en el Siglo de Oro, funciona como una mezcla de menosprecio de corte y alabanza de aldea de un lado y El Alcalde de Zalamea de otro. García del Castañar, un hombre que vive oculto como si fuera un labriego pues su padre biológico, un noble, está acusado de traición al Rey, está casado con doña Blanca que, aunque de apariencia campesina, también es de sangre noble. A cuenta de la belleza de doña Blanca se arma un malentendido que afecta a los puntos del honor marital de don García y que éste acaba resolviendo de forma expeditiva. Los demás, como el público, son espectadores.

Asimismo este año se cumple el sesquicentenario del nacimiento de mi bisabuelo, Emilio Cotarelo y Mori, quién hacia 1910 publicó un erudito estudio de investigación biobibliográfica sobre Francisco de Rojas. Para celebrar ambas efemérides, la Real Academia de Bellas Arte y Ciencias Históricas de Toledo lo ha reeditado con un amplio estudio introductorio e índice a cargo de Abraham Madroñal, que ha hecho un excelente trabajo. Gracias, Abraham.

En realidad este año ha sido muy propicio para mi antepasado, ya que se han editado otras obras suyas largo tiempo agotadas, como Iriarte y su época, El Conde de Villamediana y el Diccionario biográfico y bibliográfico de calígrafos españoles, así como los magníficos ensayos sobre las actrices María Ladvenant y Quirante y María del Rosario Fernández, llamada «La Tirana». En próximas fechas postearé algo sobre algunas de estas obras.

La biografía de Rojas en cuestión, de quien constan muy escasos datos y menos que constaran de no mediar una investigación a fin de hacerlo caballero de la Orden Santiago, que obligó a rastrear papeles y rescatar partidas, dilucida algunos puntos oscuros de la vida del insigne dramaturgo en un trabajo exhaustivo y muy paciente y meritorio de los que don Emilio dejó sobradas muestras. Incluye asimismo un amplio catálogo comentado de las obras de Rojas en el que se ve que mi bisabuelo consideraba la obra que nos ocupa como escrita exclusivamente por el autor siendo la idea de la creación compartida producto de investigaciones posteriores.

Don Emilio, quien considera a Rojas como "uno de los seis astros de primera magnitud en el cielo literario de nuestra escena", sostiene que es también el creador del género literario de figurón, esto es, comedias jocosas "término medio entre la comedia urbana y las parodias de las llamadas comedias burlescas". Y ya sólo por esto tendría don Francisco de Rojas derecho a figurar en la historia de la literatura.

Su teatro es extraordinariamente representativo del Siglo de Oro. Influido por don Pedro Calderón de la Barca y, sobre todo, por Lope de Vega, privilegia los asuntos de honor y las intrigas. En Del Rey abajo ninguno, García del Castañar tiene claro que hay que mantenerse a distancia de los reyes:

"que por acá siempre he oído,/ que vive más arriesgado/el hombre del Rey amado/ que quien es aborrecido."
El punto de honor es muy complicado por cuanto García cree que es el Rey quien se apresta a mancillar su honor solicitando a su mujer y a eso sólo sabe decir:
"...pero si Blanca es la causa/ y resistirle no puedo,/que las pasiones de un rey/no se sujetan al freno/ni a la razón, ¡muera Blanca!".
Cómo cambian los tiempos. Según las concepciones morales del siglo XVII, don García es un héroe que se debate entre el sentido del deber de lealtad al rey (un poco lacayuno, a mi ver, cual se echa de ver en ese "del Rey abajo, ninguno") y su deseo de limpiar con sangre cualquier agravio, al extremo del asesinato. Para la mentalidad contemporánea quizá no pase de ser un maltratador de género.