dimarts, 23 d’octubre del 2007

Chismorreos de la Corte.

Eso de la irritación real con la señora Aguirre, cuyo grado de impertinencia es bastante alto es lamentable. No porque se haya producido, sino porque haya trascendido y suscitado la controversia pública. Ahora resulta que un gesto de real disgusto pesa más que los asuntos de fondo que enfrentan a los dos grandes partidos. La política es cosa de salón palaciego y comentario a la bien puesta mesa de S.M.

En cuanto al asunto en sí parece lógico que el Rey se resienta de que esta temible "liberal" solicite algún tipo de deferencia real a favor de quien pide su abdicación y lo trata de inútil y negado para el cargo. A grito pelado y por la radio. Uno de los motivos de esta sañuda oposición es que, al parecer, el Rey se lleva mejor con el PSOE que con el PP. Teniendo en cuenta que, según señala el señor Aznar, a su vez el Gobierno del PSOE trabaja activamente para conseguir la destrucción de España, llegamos a la insólita conclusión de que la Corona favorece a los enemigos de la Patria. O sea, que la Corona es traidora.

Efectivamente, el sostén más claro y decidido de la Monarquía en España es el PSOE, cuyo republicanismo yace en el arcón en que se guardan las hopalandas del pasado, como la lucha de clases o la revolución social. Por el contrario, las derechas no son monárquicas; son franquistas; aceptaron la Monarquía porque fue la voluntad del Invicto. Pero ya se ve que los monarcas son todos unos izquierdistas, intervencionistas y masones.

Aguirre-Losantos, político-periodista, un binomio bien curioso. Los medios necesitan una causa que defender y una causa que atacar. Convertirse en la causa que defiende un medio es muy cómodo porque el ataque a los enemigos, el trabajo sucio, ya lo hace el medio y uno puede dárselas de estadista repartiendo mercedes. O moviendo influencias en la Corte, donde las cosas esstán muy confusas, mucho más de lo que alcanza a comprender la señora Aguirre. Confuso porque lo que se está viviendo es un enfrentamiento entre el trono y el altar. Los curas trasladan a la Jefatura del Estado la irritación que les produce la política del Gobierno. En el fondo, no le perdonan que ejerza su cargo como monarca, sin intervenir en los asuntos políticos.

La derecha sólo encuentra aceptables las instituciones cuando la favorecen. Está pasando con los tribunales, instrumentalizados al servicio del PP y hubieran querido que pasara con la Corona.

Curiosa monarquía, sostenida por republicanos.

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