divendres, 21 de setembre del 2007

Craving for Cravan.

En el cine del Círculo de Bellas Artes de Madrid ponen -creo que hoy es último día- el documental de la imagen, una peli de Isaki Lacuesta con Frank Nicotra y la decisiva participación de Eduardo Arroyo y María Luisa Borrás estrenada en 2002. El film es una indagación en la corta y extravagante vida de Arthur Cravan y su no menos misteriosa muerte. Arthur Cravan, cuyo verdadero nombre era Fabian Avenarius Lloyd, nació en Lausanne en 1887 y debió de morir, pues no se sabe de cierto, en algún punto del Golfo de México cuando se embarcó con un amigo en un barquito con ánimo de alcanzar las costas de La Argentina.

Di con Cravan hace hace ya algunos años, cuando empecé a interesarme por los fenómenos de desdoblamiento de personalidad, los dobles, en la literatura. Más específicamente, cuando buscaba autores que hubieran utilizado heterónimos, como Pessoa, por ejemplo. Cravan los batía a todos. Publicó durante un par de años una revista literaria llamada "Maintenant" hacia los años de 1912/1915 en la que él escribía todos los artículos, poemas, críticas (algunas de ellas realmente feroces, como la que dedicó al Salon des independents, a los que calificaba de "farsantes") y crónicas. Todo. Y firmaba cada pieza con distintos seudónimos. Lo cual coincidía con su forma de vivir. En los años que residió en París, antes de la Primera Guerra Mundial, tenía a gala crear un personaje distinto de sí mismo cada semana.

Tanto la revista como el autor se encuadran claramente en el dadaísmo y el surrealismo. Pero en mi opinión Cravan fue más allá porque no solamente escribía (y está por ver si también pintaba, porque no es cien por cien seguro que sean suyos los cuadros que se le atribuyen) en lo que después sería dadaísmo y surrealismo sino que vivía como un dadaísta o surrealista. Francis Picabia o Marcel Duchamp, entre sus amigos surrealistas, eran verdaderos burgueses a su lado.

Era sobrino de Oscar Wilde y este parentesco lo tuvo en ascuas toda su vida. Aunque no llegó a conocer a su famoso tío, sí acabó publicando en su revista que se lo había encontrado en París (por entonces Wilde llevaba nueve años muerto) y que vivía, noticia que recogió el New York Times y, en consecuencia, se columpió.

Además de poeta, crítico, fanfarrón, bebedor, pendenciero, Cravan era boxeador. Esta faceta pugilística del personaje ha fascinado a mucha gente, entre la de hoy, el pintor Eduardo Arroyo. Precisamente hace unos meses, visitando una exposición de Arroyo, encontré los dibujos sobre Cravan con grata sorpresa. En la peli, Arroyo se explaya sobre las razones de su dedicación a Cravan. Éste desafió al campeón del mundo de pesos pesados, Jack Johnson, el combate tuvo lugar en la plaza de toros de Barcelona en 1916 y Cravan fue literalmente arrollado por el campeón y si duró seis asaltos fue porque había tongo, aunque consiguió el dinero suficiente para pagarse un viaje a los EEUU, en donde buscaba refugio como desertor, razón por la que acabó en México, en donde desapareció.

Todo un personaje este Cravan. Entre las teorías o leyendas que circulan sobre él, está la que asegura que Cravan no murió, se quedó en Mexico y publicó sus obras siguientes firmando como B. Traven. Se hace difícil admitir que un dandy nacido en Suiza pueda escribir novelas como El tesoro de Sierra Madre, Gobierno o El barco de la muerte. Por muy dadaísta que sea.